194128798010
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E-ISSN: 1409-4258
educare@una.ac.cr
Universidad Nacional
Costa Rica
School Literary Canon and Teaching of Literature in Middle School: A Critical Analysis of
High School Programs in El Salvador
Palabras claves. Lectura literaria, canon literario escolar, formaciones canónicas, fuentes de
canonización.
Abstract: This article analyzes the pedagogical-didactic model for the teaching of Literature in
Middle School in the Salvadoran Educational system. This is part of a larger work towards a PhD
project. The main goal of this project is to characterize the historical process in the construction of
this model through a critical analysis of canonization sources. The findings suggest that the teaching
of Literature is performed based on a historicist, pro-European, male-based approach. Among
the consequences of this type of education are progressive invisibility of women writers and the
marginal status of the Salvadoran literature, despite the reformist discourse that postulates gender
equality and strengthening of the national identity as central policies in the current educational
project.
Keywords. Literary reading, school literary canon, canon formation, sources of canonization.
1
Doctor en Educación de la Universidad de Costa Rica. Máster en Derechos Humanos y Educación para la Paz.
Licenciado en Letras. Investigador del Consejo de Investigaciones Científicas de la Universidad de El Salvador
(CIC-UES). Actualmente labora como profesor de la Universidad de El Salvador, sede Facultad Multidisciplinaria
de Occidente, Departamento de Santa Ana, en donde es catedrático de Teoría Literaria y Literatura Salvadoreña.
Autor del Libro Las Huellas del delirio. Novela salvadoreña de posguerra.
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Antecedentes
En 1968 inició en El Salvador la primera reforma integral del sistema educativo como parte
del proyecto de modernización. Esta reforma tuvo significativo impacto en la organización
de los saberes escolares al proponer una estructura curricular congruente con las tendencias
pedagógicas, las pautas internacionales de desarrollo, el modelo económico dominante y las
políticas educativas impulsadas en el contexto del programa Alianza para el Progreso (ALPRO)
–el cual contó con el determinante apoyo de los Estados Unidos, con base en el argumento de
que la educación dejaría de formar ciudadanos al estilo del siglo XIX y principios del XX para ser
una herramienta del desarrollo– (Lindo-Fuentes, 2005; Sosa, 2005).
El diseño curricular de 1968 implantó la modalidad de bachillerato diversificado que
implicaba la división de asignaturas en comunes y vocacionales. Fue así como Letras se
estableció como una asignatura común que se impartía en los tres años que duraba el
bachillerato y se denominaba Letras I, Letras II y Letras III según el nivel (primero, segundo y
tercero, respectivamente).
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Veintitrés años después, en 1991, se inició otro proceso de reforma curricular que
también buscaba ser total e integral. El MINED denominó este proceso como reforma
educativa de 1991 (El Salvador. MINED, 1995). En este marco, en 1995 se empezaron a
elaborar nuevos programas para bachillerato; después de un proceso de validación y
revisión se presentó la versión definitiva de los nuevos programas de Lenguaje y Literatura
para su utilización a partir de 1998. En estos programas el área de literatura aparece como
un componente de la nueva asignatura, compartiendo espacio curricular con otros dos
componentes: lengua y expresión.
Posteriormente, en el año 2008, el MINED presenta una versión actualizada de los
programas de Lenguaje y Literatura, versión que redistribuye y reordena algunos contenidos. En
cuanto a las unidades curriculares, los programas mantienen similar estructura que los de 1998,
pero desarrollan con mayor detalle algunos contenidos; además, incorporan como eje constante,
en todas las unidades, aspectos de teoría literaria que no aparecían o aparecían dispersos en los
programas anteriores. Asimismo, ofrecen fundamentos teóricos del canon literario básico que
proponen para la enseñanza de la literatura. En estos nuevos programas se hace énfasis en las
bondades del enfoque por competencias como eje directriz de la enseñanza de la literatura y en
la importancia de enseñar al alumnado, a través de los textos literarios, capacidades de reflexión,
para que puedan convertirse en pensadores y pensadoras con autonomía y con capacidad de
someter a juicio el contexto en el que se desarrollan.
Situación problemática
Distintos documentos relacionados con la historia de la educación salvadoreña, el currículo
nacional y varios estudios tanto oficiales como particulares sobre las reformas educativas
ofrecen algunos datos históricos sobre la enseñanza de la literatura. En general, estas fuentes
mantienen como línea de argumentación que la enseñanza de la literatura ha tenido una
profunda transformación desde sus inicios hasta las últimas reformas; lo cual puede constatarse
en los resultados educativos de los distintos niveles.
En términos de rendimiento académico y resultados educativos, sin embargo, estos
argumentos no se comprueban. Así lo sugieren los distintos resultados de la PAES2, en los
cuales la nota promedio del alumnado en el área de Lenguaje y Literatura no llega al mínimo de
aprobación de 6.0.
Asimismo, al observar la forma en que ocurre la enseñanza de la literatura dentro de las
aulas, los textos que se leen y las tareas que las alumnas y los alumnos realizan; así como las
estrategias utilizadas por el profesorado, queda la impresión de que la escuela no ha cambiado
en muchos años. Parece como si la literatura se redujese exclusivamente a unos cuantos textos
2
PAES: Prueba de aprendizaje y aptitudes para egresados de educación media. Se trata de un aprueba nacional
que realizan todos y todas las estudiantes al egresar de bachillerato.
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Entendemos el término dinámicas de canonización como el conjunto de decisiones y operaciones mediante las
3
cuales determinadas personas o grupos deciden, a partir de criterios establecidos a priori, qué textos literarios
pasan a formar parte de un canon literario. Para ello acuden a determinado marco de referencia constituido
principalmente por las fuentes de canonización, las cuales tienen tanto funciones restrictivas como autorizativas.
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Metodología
Se realizó un estudio cualitativo por medio de la aplicación de dos técnicas: el análisis
de documentos y la entrevista semi-estructurada semicodificada. La primera es una de las
técnicas más apropiadas para acceder a la información empírica secundaria, es decir, aquella
que no proviene de las manifestaciones verbales de los sujetos (Rojas, 2006; Tena y Rivas-Torres,
1995). Siguiendo los procedimientos comunes de esta técnica, se registró la información de
libros, revistas, informes de investigación, documentos del MINED, fichas textuales, resúmenes
y apuntes. El análisis de documentos se complementó con la construcción de tres bases de
datos en SPSS (una por cada programa de estudio: 1970, 1998 y 2008), lo cual fue de ayuda
para identificar algunos aspectos relacionados con el proceso de conformación del modelo
didáctico-pedagógico para la enseñanza de la literatura.
Asimismo, con base en las sugerencias de varios autores (Babbie, 2000; Kvale, 1996;
Taylor y Bogdan, 1987) se procedió al diseño de un protocolo de entrevista semi-estructurada
semicodificada que se construyó a partir de un conjunto básico de categorías de análisis. Se
solicitó el juicio de dos expertos para la evaluación de dicho protocolo y con sus observaciones
se corrigió y depuró el instrumento. Posteriormente, se realizó una entrevista de prueba para
evaluar el funcionamiento del instrumento. A partir de esta validación se hicieron los ajustes
correspondientes al protocolo de entrevista y se mejoraron las técnicas de registro y codificación
de la información.
Al concluir este procedimiento de validación y ajuste del protocolo de entrevista, se
establecieron contactos con los especialistas que elaboraron los planes y programas de Lenguaje
y Literatura de 2008, quienes accedieron a ser entrevistados siempre y cuando se mantuviera en
reserva sus identidades. Para tal efecto, se utilizó la siguiente estrategia de registro y codificación:
las entrevistas se grabaron y luego se transcribieron; acto seguido se levantó un documento
de cada entrevista y se identificó a cada sujeto con la letra “S” mayúscula y un subíndice. Se
identificaron los turnos tanto del entrevistador como del entrevistado y después se numeró
el documento de las entrevistas de forma consecutiva. Por ejemplo, si el sujeto número cinco
dijo algo que se consideraba de relevancia para ser citado, se verificaba el número de turno y
el número de página del documento de entrevistas. Así, una cita textual con el código S5, T5a:41
significa que se trata del dicho del sujeto (informante) número cinco, turno cinco, inciso “a” y que
tal texto se encuentra en la página 41 del documento de entrevistas en poder del investigador.
Previamente, a los sujetos entrevistados se les dio toda la información sobre los objetivos y los
alcances de la investigación y su participación fue voluntaria.
Fueron entrevistados cinco informantes del MINED: dos mujeres y tres hombres; cuatro
de este grupo pertenecientes a la Unidad de Currículo, Unidad Central, y uno perteneciente a
la Unidad de Asesoría Pedagógica de la Dirección Departamental de Santa Ana. Los eventos de
entrevista se desarrollaron entre los meses de mayo y septiembre del año 2010.
A fin de facilitar el análisis de la información, el siguiente paso consistió en elaborar
matrices de categorías específicas.
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Por otra parte, aunque excede los límites de este trabajo estudiar posibles diferencias
debidas a la cuestión de género en los patrones del discurso literario, es relevante anotar la
ausencia de la mujer escritora en el canon literario escolar del nivel medio. Ciertamente, la
evidencia sugiere que la mujer escritora aparece sub-representada en el canon literario escolar
como consecuencia de la concepción de la literatura como una actividad marcadamente
masculina que priva en la enseñanza de la literatura.
En los programas de 1970, esta situación puede entenderse si se toma en cuenta que la equidad
de género no era tema en los debates de la década de los sesenta sobre la educación. La cuestión
de género es un debate relativamente reciente en el país, por lo que debió de ser una “circunstancia
natural” concebir un modelo pedagógico con la imagen envolvente del escritor hombre.
Sin embargo, una de las políticas que guiaron la reforma educativa de 1991 fue el enfoque de
equidad de género. De esta manera, de acuerdo con el nuevo discurso de la reforma, este enfoque
fue nuclear en el currículo nacional. Este planteamiento es consistente con los avances teóricos,
disciplinares y de políticas educativas en materia de género. Uno de los indicadores aceptados
para evaluar el enfoque de equidad de género es el nivel de participación de la mujer en diversas
actividades institucionales y culturales. Estos supuestos y argumentos llevan a concluir que los nuevos
programas deberían incluir a la mujer escritora, justamente porque, según el MINED, uno de los ejes
transversales del currículo nacional es la educación para la igualdad de oportunidades:
La aspiración por lograr una relación y trato igualitario para mujeres y hombres tiene como
condición ineludible la toma de decisiones en el campo educativo y específicamente
en la escuela, para formar y modificar hábitos y creencias acordes con la igualdad de
oportunidades (El Salvador, MINED, 1999, p. 119).
Pese a este discurso, la realidad de las prácticas pedagógicas y los programas que las
sustentan es diferente. Prueba de ello es que en el modelo didáctico-pedagógico que inspira los
programas de 1998 y 2008, en lo que al canon literario escolar respecta, siguen predominando
los escritores; de modo que, con todo y las reformas y actualizaciones, la literatura sigue
enseñándose como una actividad propia de los hombres.
Tabla 2
Sexo de autor representado en el canon literario escolar, 1970-2008
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En la tabla 2 puede advertirse cómo en los programas de 1970, de 143 autores únicamente hay
diez mujeres (7%); en los de 1998, de 165 autores solo hay ocho mujeres (5%). Pero en los programas
de 2008, en lugar de corregirse esta situación, de 51 autores únicamente hay una mujer (2%).
Es sugerente ver que la mujer escritora, en lugar de ir ganando espacio dentro de las
propuestas curriculares, su representación cada vez tiende a ser menor. De acuerdo con esta
evidencia, no se sabe de qué manera puede la escuela formar, modificar hábitos y creencias
acordes con la aspiración por lograr una relación y trato igualitario para mujeres y hombres, si
presenta al alumnado una propuesta de textos literarios mayoritariamente masculina.
Los datos anteriores son indicativos de una situación de discriminación sistemática
contra la mujer en todos los ámbitos; lo cual tiene aspectos perjudiciales en la formación de la
ciudadanía, específicamente porque la sociedad actual exige tolerancia y respeto al otro como
valores supremos para una convivencia democrática y libre de prejuicios.
Por otra parte, el carácter europeizante y marcadamente masculino que sustenta el canon
literario escolar, según la evidencia obtenida, es producto de una concepción de la literatura como
algo privativo de ciertas culturas que se enseñan en la escuela como “superiores”. Por ejemplo,
para mantener el predominio de los textos literarios europeos se invoca exclusivamente el criterio
de la tradición: se defiende que, en tanto los grandes movimientos en la literatura universal han
surgido en Europa, debe priorizarse su enseñanza y organización escolar (principio de prelación
de las literaturas europeas o clásicas). Esta lógica conduce directamente a una creencia muy
extendida, incluso entre algunos críticos literarios salvadoreños: la literatura salvadoreña carece
de calidad estética y, en consecuencia, no está a la altura de las circunstancias como para merecer
un espacio importante en el canon literario escolar. Efectivamente, la mayoría de especialistas
entrevistados argumentan que la literatura salvadoreña adolece de calidad y de tradición. Las
siguientes citas ilustran esta concepción:
…a pesar de la gran producción [literaria] que hubo durante la guerra. . . encontramos que
realmente es mínima la cantidad de obras que cumplen con la calidad para ser literatura.
En ese sentido hay un montón de obras [de autoras y autores salvadoreños] que a lo
mejor son importantes porque son emergentes; porque evidencian ciertos momentos
importantes. Pero que son documentos que testimonian eso y no más. Es decir, no se les
puede dar la categoría de literatura (S5, T5a:41).
Otro de los entrevistados cierra en tono bastante más lapidario esta apreciación:
Por ejemplo actualmente yo tengo mis problemas con los alumnos en la Universidad. Es
aquello que no les gusta leer: [dicen] yo no leo esa obra. Esas obras no sirven. Yo les doy
títulos como La terquedad del izote. . . Las mil y una historias de Radio Venceremos; obras que
en ningún momento reúnen las condiciones necesarias para ser obras de calidad (S1, T12:4).
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Estos argumentos explican, en buena medida, por qué a la base de las distintas
formaciones canónicas persiste una matriz predominantemente europea que hasta el momento
ha determinado la naturaleza del canon literario escolar en la educación media salvadoreña. En
referencia a dicha matriz, se definen los criterios de selección e incorporación de textos literarios
y se condicionan de cierta manera las preferencias lectoras del alumnado4. Una consecuencia
directa de estos supuestos y argumentos es que, en los programas de 2008, de los dieciocho
países representados en el canon literario, España ocupa el 39% del espacio curricular; once
puntos porcentuales más que en los programas de 1998. Lo contrario ocurre, como ya se ha
dicho, con los autores y las autoras del país, quienes han perdido espacio en nueve puntos
porcentuales ya que solo el 12% de los elementos canonizados pertenecen a la literatura nacional.
En contrapartida, hay un dramático aumento de la presencia europea5. Efectivamente, el 77%
de elementos canonizados pertenecen a escritores europeos; las literaturas latinoamericanas
ocupan un modesto 6%.
Con el propósito de indagar las razones y justificaciones sobre la exclusión de la mujer
escritora, se preguntó a los especialistas al respecto; algunos de ellos reaccionaron con sorpresa
admitiendo que no repararon en ese detalle. Otros argumentaron razones como el hecho de
que la mujer no tiene una presencia significativa en el campo de la creación literaria; mientras
otros adujeron que estas prácticas discriminatorias son comunes en todos los ámbitos de la vida
social. Estas explicaciones dejan en claro que el tema de la equidad de género (a pesar de los
discursos sobre igualdad entre hombres y mujeres y de la declaratoria oficial de dicho tema como
eje organizador de las políticas educativas durante la reforma educativa de 1998 y sus reiteradas
actualizaciones) no es objeto de debate en materia de decisiones curriculares. Asimismo parece
ser que el predominio de los valores masculinos es una condición asumida como irreversible
4
Este carácter europeo, moralizante y masculino es parte constitutiva de los textos que se valoran como de orden
superior y se ponen a disposición de los/as jóvenes en las escuelas; por tanto, esta matriz occidental es la hebra
de la que hay que tirar para analizar el canon literario escolar como apuesta ideológica. Este canon acentúa de
manera muy particular la presencia de los estereotipos sexistas y las desiguales relaciones de poder-dominio
entre hombres y mujeres. Con ello, se interioriza el concepto de que los varones son dominadores y las hembras
pasivas. Para un análisis más detallado de esta cuestión véase Etxaniz (2004).
5
Al comparar estos programas con los programas de Español de Costa Rica aprobados por el Consejo Superior
de Educación mediante el acuerdo 04-25-10 para entrar en vigencia a partir del 2011, se nota alguna diferencia:
en estos programas el 61% de textos canonizados corresponden a la literatura europea, el 27% a la literatura
costarricense, el 4% a la literatura latinoamericana e igual porcentaje a la estadounidense. Curiosamente, en
estos programas tampoco hay textos de literatura oriental ni de literatura indígena. El número de elementos
canonizados es similar: 56. Evidentemente en estos programas también es dominante la matriz europea, pero
hay una presencia mayor de la literatura nacional que en los programas de El Salvador. En los programas de
tercer ciclo alrededor del 20% son autores costarricenses.
Por el contrario, los programas de Nicaragua tienen la novedad de no presentar ningún corpus sino únicamente
criterios generales para la selección de textos literarios; selección que queda en manos del profesorado. Los
grandes criterios son el respeto al contexto comunitario (que permite estudiar a autores del entorno inmediato
y producciones propias de la comunidad), el respeto a la multiculturalidad y el respeto real al enfoque de
equidad de género.
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de modo que hasta las mismas mujeres lo interiorizan sin más. La siguiente cita, que recoge el
argumento de una de las dos informantes entrevistadas, da cuenta de algunos razonamientos con
los cuales se pretenden justificar estas decisiones; al tiempo que podría sugerir algunos indicios
sobre cómo las mujeres viven y construyen el sentido de esa marginación en su esfera subjetiva:
Si vemos la producción, siempre los hombres nos llevan la delantera. El género no fue
algo premeditado. Literatura antigua... No había un abanico de posibilidades para elegir
mujeres. Sin embargo me sorprende que yo, siendo mujer, haya olvidado este criterio. Me
sorprende que, en cincuenta y pico de autores, solo hayamos metido a una mujer; es un
aspecto que lo voy a anotar para cuestionarme seriamente (S3, T19:28).
Como puede apreciarse, la enseñanza de la literatura adolece de serios problemas de
pertinencia cultural y de un enfoque acorde con la necesidad de que nuestra juventud se
eduque mejor para una convivencia libre de prejuicios y de sentimientos de inferioridad.
Llegados a este punto, es imperioso analizar las dinámicas por medio de las cuales los
procesos de reforma curricular se han fundamentado en una estrategia de dos direcciones: la
promoción de un discurso que propugna por cambios radicales y la continuidad de las prácticas
excluyentes del pasado. En efecto, una mirada somera a los programas de enseñanza (antes de
Letras, hoy de Lenguaje y Literatura) podría dar la impresión de cambios profundos en el modo
de enseñar literatura. Sin embargo, un examen crítico de su lado oculto muestra que el modelo
didáctico-pedagógico para la enseñanza de la literatura, en sus aspectos esenciales, es el mismo
de hace 40 años.
Los cambios que ha habido son, en cuanto al canon literario escolar, a nivel de repertorio:
unos autores y obras han pasado del centro al margen mientras otros han ocupado su lugar.
Pero, en este proceso de transferencia, hay elementos que se mantienen en todos los programas,
constituyendo una matriz de textos que hemos denominado canon literario escolar pétreo. Las
razones para referirse a dicha matriz como canon literario escolar pétreo son un poco arbitrarias;
pero en lo fundamental se basan en la identificación de unos elementos canónicos inamovibles;
independientemente de la profundidad, propósitos o actualizaciones que ha experimentado
el modelo didáctico-pedagógico para la enseñanza de la literatura en la educación media
salvadoreña.
Este canon literario escolar pétreo puede definirse como el conjunto de autores y
obras literarias que han permanecido en el centro durante los distintos procesos de reforma
y actualización de los programas de estudio, gracias a que responden satisfactoriamente al
discurso oficial sobre la cultura; a la concepción dominante sobre los saberes escolares y al
sistema de valores que se definen como prioridades de la enseñanza. Por ello, no es extraño que
el canon literario escolar esté sostenido básicamente por el peso de la tradición, la autoridad, la
reverencia y la presunta representación de un mapa axiológico que define los fundamentos de
la cultura occidental. En este sentido, el canon literario escolar pétreo constituye un centro que
se resiste a ser cuestionado desde el punto de vista de su representatividad, valor pedagógico
y pertinencia cultural.
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De acuerdo con los resultados obtenidos a través del análisis documental y las
entrevistas, puede decirse que el canon literario escolar pétreo constituye el núcleo duro
de las diferentes formaciones canónicas que han tenido lugar en los distintos procesos de
reforma y actualización curricular de la enseñanza de la literatura en la educación media
salvadoreña. Como se ha sugerido, los soportes principales de este canon no tienen que
ver solamente con el valor literario de los textos canonizados sino, principalmente, con
principios ideológicos, axiológicos, hermenéuticos y políticos vinculados con el modelo
cultural y antropológico representado en el sistema educativo. Consecuentemente, este
canon pétreo determina las principales características de las distintas formaciones canónicas,
imponiendo límites geográficos, códigos de interpretación y prácticas pedagógicas
restringidas en los procesos de enseñanza de la literatura.
Como muestra de lo anterior, de los veintisiete elementos que conforman el canon
literario escolar pétreo, veintitrés son hombres (85%); tres son textos literarios anónimos
(Ollantay, Lazarillo de Tormes y el Poema de Mío Cid) y solamente aparece una mujer: Sor
Juana Inés de la Cruz, quien, irónicamente, tuvo visos de oposición y resistencia contra
la cultura patriarcal, el sometimiento y la invisibilización de la mujer imperantes en el
siglo XVII.
Evidentemente no se trata, en modo alguno, de abogar por la constitución de un canon
literario escolar que ignore los textos literarios cuya huella ha sido fundamental para el desarrollo
de nuestra cultura; tampoco se trata de justificar prácticas igualmente excluyentes que prioricen
los textos literarios escritos por mujeres o representativos de minorías culturales. Se trata de poner
de manifiesto la necesidad de buscar un balance entre lo universal, lo nacional y lo comunitario;
entre la literatura escrita por hombres y la literatura escrita por mujeres. Esto es esencial porque,
desde nuestro punto de vista, la enseñanza trasciende lo meramente cognitivo para traducirse
en prácticas y valores que tienen un fuerte impacto en la forma como las personas vivimos y nos
relacionamos en la sociedad.
Por otro lado, la información recogida y analizada ofrece suficiente evidencia para intentar
explicar la trama de elementos que se organizan como un sistema6 que determina el carácter y
orientación de la enseñanza de la literatura en el nivel medio. Los primeros hallazgos reveladores
son, por una parte, la falta de participación de docentes en ejercicio en la elaboración de las
propuestas programáticas y la falta de una consideración seria de las necesidades, intereses
educativos y gustos lectores de los destinatarios de los planes y programas de enseñanza
(estudiantes). Por otra, las contradicciones entre el discurso de la reforma, las acciones de las
instancias reformadoras y la naturaleza que presenta el objeto reformado (en este caso los
Programas de Enseñanza del Lenguaje y la Literatura).
6
La palabra sistema se utiliza en el sentido que le da Even-Zohar (1990), es decir, como la red de relaciones
sistémicas que pueden proponerse como hipótesis respecto a un conjunto dado de observables asumidos
(hechos, fenómenos) dependiente de las relaciones que el investigador está dispuesto a asumir.
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Criterios de canonización
Sistema de valores
Relación centro-imagen
Formales Reales
Tradición Valor representativo Consenso ideológico
época o movimiento
Canon literario escolar Valor representativo Preferencis lecto-literarias
esquemas discursivos expertos
Valor cultural Accesibilidad textos
Valor estético Facilidad dificultad lectura
Real Formal
Valor didáctivo Aprobación instancias
superiores
Valor comunicativo Calidad literaria
Situación de aula Lengua madre
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En España, la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE, 1990) se inspira en el
constructivismo; pero la reforma que busca no se ha completado, en parte porque el modelo ha sido
fuertemente criticado por su énfasis psicologicista y tecnocrático. El supuesto pedagógico de esta reforma,
como en la mayoría de reformas educativas recientes, es: “que un estudiante más autónomo e independiente
será capaz de hacer frente a la mayor parte de los retos planteados por los regímenes democráticos”; por ello
se presenta como un concepto ideológicamente alineado con las fuerzas más progresistas y democráticas en la
educación pero, en esencia, responde a una concepción neoliberal del Estado y de la educación al psicologizar
al alumno y al conceptualizar el cambio educativo como un proceso confinado a sus límites como estudiante.
Véase en este sentido el artículo de Rodríguez (2011).
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Nótese nuevamente la ausencia de la mujer en esta concepción.
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Salvando el hecho de que las asesoras y los asesores pedagógicos realizan trabajo de supervisión en el terreno.
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Ello les permite tener contacto con las escuelas; pero en el diseño de programas de enseñanza no tienen poder
de decisión.
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de las teorías curriculares y no los participantes en su elaboración; por lo que es lógica esta
división del trabajo (Kemmis, 1998).
En segundo lugar, otra forma relevante de manifestación de la ideología se concreta en las
dinámicas de canonización; esto es, en los procesos de negociación de los gustos lectores de los
expertos; en el etiquetado de autores por sus ideas políticas y en el establecimiento de criterios
prácticos (reales) para la canonización. Pero esta negociación no rebasa los límites permitidos
por el sistema de coerción. Así lo sugieren las denominadas por los expertos entrevistados
situaciones de error, lapsus, temor de manifestarse, respeto a las instancias superiores, obediencia
a órdenes superiores, fuimos sentados en el banquillo de los acusados; expresiones que, en su
conjunto, hacen referencia a la capacidad de control que ejerce la ideología dominante en el
proceso de conformación de un modelo didáctico-pedagógico.
Puntualmente, discurso cientifista, jerarquía, división del trabajo, negociación de
significados y una visión del mundo predominantemente técnico-instrumental son los
principales mecanismos con los cuales la ideología opera en el proceso de conformación de
un modelo didáctico-pedagógico. En este proceso, el discurso literario se entiende y se revela
como mecanismo de reproducción de determinados valores que vienen a fortalecer una visión
de sociedad y de cultura propias del ideario de nación, concebido por los grupos que detentan
el poder político y económico.
Por otro lado, hemos sostenido que los cambios esgrimidos en el discurso de la reforma
educativa de 1998 y sus posteriores actualizaciones no suponen prácticas cualitativamente
diferentes en cuanto a la enseñanza de la literatura (y de la enseñanza media en general), sino
más bien una readecuación de ciertas categorías conceptuales a las tendencias pedagógicas del
momento. Esto no significa negar los aspectos positivos de dicha reforma, cuyos logros pueden
constatarse en diferentes ámbitos de la actividad escolar; tales como la cobertura en el nivel
primario, la promulgación de leyes relacionadas con la educación y los importantes esfuerzos
por la modernización del sistema educativo en general. No obstante, en lo que a la enseñanza
de la literatura en el nivel medio respecta, los puntos nodales del modelo didáctico-pedagógico
son los mismos de hace 40 años.
Claramente puede notarse, en los párrafos de justificación y descripción de los programas
–tanto de 1998 como de 2008–, que la preocupación del MINED se ha centrado básicamente
en las modas pedagógicas. Como consecuencia de lo anterior, se advierten, en los programas,
falencias relacionadas con su coherencia pedagógica y su pertinencia cultural; primero porque
mezclan varios enfoques de enseñanza (gramática tradicional, estructuralista; pragmática
literaria, enfoque comunicativo, pedagogía de medios) y los insertan dentro del modelo de
competencias, el cual, a su vez, se cubre con el paraguas del constructivismo en su vertiente más
psicológicista. Segundo, porque este modelo soslaya el hecho de que el proceso de enseñanza
está ligado a dinámicas concretas como las culturas escolares, las culturas comunitarias y los
gustos lectores, por citar algunas de ellas. En este sentido, cualquier modelo de enseñanza con
pertinencia cultural debe pasar, primero, por un análisis cuidadoso de estas cuestiones. Sin
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embargo, parece que las dinámicas de canonización se ven más determinadas por las modas
pedagógicas. Baste esta cita, que recoge el argumento de un informante, para corroborarlo:
…se consultó bibliografía de muchos países, el estado del arte. De países como Argentina,
Brasil, Perú, incluso, vino un técnico de Perú; técnicos de EE.UU., Europa. Lo que estaba en
boga era lo de la competencia. Al hacer un análisis de este enfoque nosotros lo asumimos
como tal porque teníamos nuestro enfoque constructivista y no queríamos cambiar
todo eso, entonces, el enfoque metodológico. Entonces le llamamos aprendizaje por
competencias. Al hacer un estudio del enfoque comunicativo y de competencias, pues
este enfoque por competencias abraza el enfoque comunicativo (S1, T3: 2).
Una manera de justificar las decisiones curriculares, tal como se ve, no pasa por el análisis
de la pertinencia cultural de la propuesta de modelo didáctico-pedagógico; ni de un análisis de
los resultados reales del modelo (que bien pueden conocerse mediante indicadores concretos
sobre la efectividad de los procesos de aprendizaje), sino por lo que estaba en boga. Obviamente,
los resultados del modelo, en términos de indicadores como rendimiento académico del
estudiantado, nivel de satisfacción del profesorado, operacionalización de los programas en
el aula, por mencionar algunos, podrían haber aportado información relevante al proceso
de formulación de nuevos planes y programas. Sin embargo, se optó por la adaptación de la
terminología distintiva de los enfoques pedagógicos definidos como oficiales en la mayoría de
países. Las frases como lo que estaba en boga, la actualidad, adaptación a la época, la metodología
de un año a otro va cambiando, reajuste de programas constituyen una familia semántica con la
cual los informantes aluden directamente las modas pedagógicas como fuentes de canonización.
Otra fuente de canonización de gran relevancia la constituye el sistema de valores. La
mayoría de autores consultados sobre el tema de los valores coinciden en definirlos como
creencias colectivamente asumidas, cuya función es caracterizar a las sociedades como un
todo, ofrecer criterios comunes para solucionar los problemas de la colectividad y orientar a los
individuos en la definición de sus prioridades (Braithwaite y Blamey, 2001; Ros, 2001). Desde el
punto de vista educativo, Gouveia (2001) y Zaiter (1998) coinciden en señalar que la familia y la
escuela son las instituciones más indicadas para la enseñanza de valores porque representan
ámbitos privilegiados en el proceso de socialización. Para estos autores, educar en valores
significa asumir determinadas creencias jerarquizadas; explicaciones valorativas de la sociedad,
los seres humanos y las relaciones interpersonales y sociales. No es casual, entonces, que el
nuevo contexto político y social que se inicia con la firma de los Acuerdos de Paz enfatice la
enseñanza de valores como forma de hacer viable el sistema democrático. Ciertamente, en el
marco de las reformas institucionales, se replantean los fines de la educación y se define como
un eje prioritario del currículo nacional la educación en valores. Pero ¿a qué tipo de valores se
refiere este nuevo ideario?
El modelo de país de la posguerra es económicamente liberal, pero social y culturalmente
conservador. Para que esta relación sea fructífera debe ser reproducida en la escuela mediante un
nuevo enfoque educativo. Por ello, en el área de lenguaje y literatura las dinámicas de canonización
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siguen supeditadas al viejo esquema que identifica, por defecto, los más altos valores humanos
en el canon literario occidental o clásico. Pareciera ser que la lógica de razonamiento en las
dinámicas de canonización fuera: el sistema de valores de la sociedad salvadoreña está definido
por la cultura europea u occidental; las obras literarias universales son representativas de esta
cultura; por tanto, contienen los valores que deben enseñarse en la escuela.
En efecto, parece asumirse que el discurso moral de los textos literarios clásicos, su léxico, su
estilo, el carácter de los personajes, sus roles sociales y sus relaciones de opresión-subordinación
favorecen la formación de determinado tipo de valores. Solo esta lógica podría explicar la falta
de discusión sobre el canon literario escolar; la condición de marginalidad de la mujer escritora,
la exclusión de otras propuestas de lectura más novedosas y llenas de sentido; así como la
subvaloración de la literatura salvadoreña. En definitiva, el sistema de valores tradicionales
ha sido un punto de referencia en la conformación del modelo didáctico-pedagógico para la
enseñanza de la literatura. En este sentido, la idea de la literatura universal como modelo de
educación cívico-moral sigue mostrando su fuerza y su capacidad de negociación con las nuevas
reglas técnico-instrumentales que imperan en la actual planificación de los procesos educativos.
De lo antes dicho puede deducirse que el sistema de valores imperante en el ideario de la
sociedad salvadoreña de posguerra, legitimado por los nuevos procesos políticos, económicos
y sociales, busca reproducir las prácticas culturales y sociales de desigualdad que han permitido,
históricamente, a los grupos hegemónicos ejercer el control de distintos ámbitos de la vida,
entre ellos, el ámbito educativo.
En este sentido, los textos literarios autorizados para la enseñanza deben propiciar
el aprendizaje de los valores establecidos como aceptables; y es aquí donde el sistema
de valores se convierte en una fuente de canonización. Por ejemplo, el debate sobre si
canonizar o no la obra de José Saramago en los programas de 2008 es ilustrativo: uno de
los argumentos de quienes se oponían a su inclusión en los programas fue que se trataba
de un escritor ateo y comunista. Entonces, siendo que la sociedad salvadoreña se define
como cristiana, leer a un escritor ateo niega este principio y puede conducir a aprendizajes
contrarios a la visión cristiana del mundo que proclama la sociedad; pero además, el
comunismo es la negación de la democracia.
Esta visión conservadora acerca de los valores queda reflejada en el canon literario
escolar del nivel medio en el que un grupo de textos literarios vinculados históricamente con
determinados valores (que hemos llamado canon literario pétreo) se ha mantenido en los
distintos programas de enseñanza de la literatura: Programa de Letras, primer año de bachillerato,
MINED, 1970a; Programa de Letras, segundo año de bachillerato (El Salvador, MINED, 1970b),
Programa de Letras, tercer año de bachillerato (El Salvador, MINED, 1970c); Programas de Estudio
de Lenguaje y Literatura primero y segundo año de educación media (El Salvador, MINED, 2001)
y Programas de estudio de lenguaje y literatura: educación media (El Salvador, MINED, 2008).
Por su parte, el mercado del libro es otra de las fuentes dinamizadoras de la relación
centro-margen. En El Salvador su influencia es tan fuerte que, incluso, la empresa contratada
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para elaborar los planes y programas educativos de bachillerato de 2008 fue, no una institución
con experiencia en diseño de planes y programas, sino una editorial10.
Después de los Acuerdos de Paz hubo en el país un resurgimiento del mercado del libro;
de modo que para 1997 ya existían por lo menos diez empresas internacionales que acaparaban
el mercado (Arévalo, Rosales y Varela, 2003); a partir de entonces se han incrementado las
empresas, debido a las tendencias del mercado global; pero unas pocas acaparan el mercado en
la actualidad: Grupo Editorial Norma, Editoriales La Ceiba y Editorial Santillana. Estas editoriales
comercializan gran variedad de textos, entre ellos los textos literarios de autores clásicos y
españoles. Por ejemplo, Editorial La Ceiba se ha consolidado como empresa líder importando
libros de España, México, Argentina y representando diversidad de textos de más de 35 empresas
editoriales como Seix Barral, Plaza y Yanes, Grijalbo y Planeta, entre otras. Este predominio del
mercado español se debe, en buena medida, a que América es un socio estratégico para este
país. Datos de los años 2002-2006 señalan que América constituye la segunda gran área de
negocios para el sector español del libro, ya que el 95% de las cifras de exportación de libros
tiene como destino este continente. En el año 2005, una importante cifra de 64.8% del total
de libros exportados por España se acumuló en tres materias: “Ciencias sociales”, “Literatura”
e “Infantil y juvenil”; mientras para el año 2006 una de las materias más exportadas fue la de
literatura, con un 11.78%11.
La comercialización de los textos literarios de autores salvadoreños, en este contexto,
está en completa desventaja para competir con las grandes editoriales. Solo unas cuantas
empresas nacionales como “Clásicos Roxil”, “UCA Editores” y otras más publican textos literarios
salvadoreños; pero estos textos tienen muy poca demanda en las escuelas; eso lo demuestran
los tirajes que, generalmente, no superan los mil ejemplares; a ello debe agregarse los problemas
de distribución y la falta de políticas nacionales de apoyo a los escritores y a las escritoras, pese
a lo declarado en la Ley del Libro aprobada en 1994. Aunque los gobiernos de turno argumentan
hacer esfuerzos por incentivar la producción y publicación nacionales, lo cierto es que la
Dirección de Impresiones y Publicaciones (DIP), que es la única editorial pública, queda muy lejos
de lograr sus fines, porque los tirajes son pocos y bastante limitados, descontando el engorroso
trámite burocrático que un autor o autora debe seguir para ver publicada su obra.
En su conjunto, son las grandes empresas del libro las responsables de garantizar la oferta
de textos literarios en el mercado nacional; por ello actúan como fuentes de canonización, ya
que han acaparado la distribución de los textos escolares a través de convenios con escuelas y
otras estrategias de mercado (regalías, créditos, apoyo de proyectos diversos, etc.) que limitan
la libre circulación de los libros en las escuelas. Generalmente los textos literarios que no son
distribuidos por estas empresas son sensiblemente más caros y escasos. Esta situación impacta
Por ello la primera versión de los programas fue deficiente y tuvo que ser rechazada por el MINED. Para solucionar
10
el asunto se encargó al equipo técnico del Departamento de Currículo la elaboración de una nueva propuesta.
Ver España. Ministerio de Cultura, Ministerio de Industria Turismo y Comercio y asociaciones: CEGAL, FANDE Y
11
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de manera importante las dinámicas de canonización. Tal como puede apreciarse dentro de
las valoraciones del equipo que elaboró los programas de lenguaje y literatura que son objeto
de estudio en esta investigación, las valoraciones sobre los textos pasaron también por su
existencia en el mercado y por su precio.
Una última fuente de canonización que trataremos es la tradición. Esta palabra proviene
de traditio o traditionis, del verbo latino tradere que significa entregar, transmitir. De manera que
literalmente tradición literaria significa entrega o transmisión de textos y valores literarios de una
generación a otra, por obra de un sujeto transmisor a otro que se convierte, de esta manera, en
receptor de un acervo permanente de verdades vitales que asumen diversas y renovadas formas
históricas12. El término en cuestión viene precedido de un aura espiritual pues, en el plano
teológico, se utiliza para referirse a las verdades fundamentales, incuestionables, por tanto,
transmitidas por Dios al ser humano. Gadamer (1984), al aceptar la autoridad de la tradición, la
entiende como contenidos recordados y transmitidos y como proceso de transmisión; mientras
Uitti (1977) la define como institución conformada por una conciencia de la dialéctica entre la
continuidad cultural y el cambio histórico que se consolida al incorporar innovaciones creadoras,
utilizándolas para perpetuar su propio dinamismo y poder.
Generalmente se explica que la tradición literaria occidental empezó a configurarse en la
Grecia antigua, aproximadamente mil años antes de Cristo; a lo largo del tiempo se ha venido
enriqueciendo, primero con los aportes de la cultura romana, pero después, con la expansión
europea, se convierte en toda una entidad cultural de cuya existencia casi nadie duda. De modo
que hoy esta tradición literaria puede definirse como un complejo de textos que la cultura
occidental ha producido para garantizar su dominio geocultural erigiéndose como la cultura
superior frente a las otras que, a su vez, son consideradas inferiores.
Según el punto de vista de Mignolo (1995), el fenómeno de expansión europea estableció
un locus de enunciación que, en nombre de la racionalidad, la ciencia y la filosofía, afirmó su
propio privilegio sobre otras formas de racionalidad y de pensamiento; sobre otras prácticas
culturales no europeas y, por tanto, marginales e inferiores frente a las cuales Europa se
construyó como un poder civilizador frente al otro, al bárbaro o primitivo; consolidándose como
una entidad geocultural que durante más de quinientos años casi nadie puso en tela de juicio
(Dussel, 1994)13. Por ello, la tradición es solo un mecanismo de naturalización de este hecho
para seguirlo reproduciendo, de tal manera que el otro (las culturas no europeas y, por ende,
inferiores) se mantenga en el reservorio de una forma de vida y modo de pensamiento de la
modernidad (Grecia, Roma, Renacimiento, Ilustración) y permanezca encadenado a la ilusión de
12
Ver Argentina. Secretaría de Estado de Cultura y Educación (1968, p. 195).
13
Refiriéndose al mismo tema Dussel (1994) sostiene que este mito de la razón moderna nace justamente cuando
Europa pudo confrontarse con el Otro y dominarlo, violentarlo, definiéndose a sí misma como un ego colonizador
de ese Otro. En virtud de este mito, la civilización europea moderna se autoconsidera la más desarrollada, la
superior y por esta condición se autolegitima para desarrollar (civilizar, levantar, educar) a las civilizaciones más
primitivas, bárbaras, subdesarrolladas.
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que no hay otra manera de pensar, hacer y vivir. Desde la lectura de Mignolo (2005, citado en
Álvarez, 2010), esto es así porque Europa considera como objetos a los sujetos de acción ubicados
en Latinoamérica y los convierte en gente que, para tener una historia debe dejarse colonizar,
dejarse dominar (voluntaria o involuntariamente) y apropiarse de un sentimiento generalizado
de inferioridad. Esta perspectiva crítica explica, en buena medida, las razones por las cuales el
currículo apela a la tradición; y es que esta institución cumple varias funciones en el proceso
concreto de enseñanza de la literatura:
✓ Aporta un acervo permanente en el tiempo de determinados saberes literarios.
✓ Transmite las verdades fundamentales de la cultura europea (superior).
✓ Es referente máximo de la actividad interpretativa de los textos literarios en la escuela.
✓ Constituye una doctrina pedagógica en los procesos curriculares y en las situaciones de
aula referentes a la literatura.
✓ Naturaliza la supuesta superioridad de los valores literarios europeos.
Como ha podido observarse en el análisis de los programas y las entrevistas, el peso de
la tradición ha sido decisivo; es más, la matriz canónica que ha servido de base a los distintos
modelos didáctico-pedagógicos proviene directamente del modelo clásico, humanista de
enseñanza de la literatura que se gesta en el propio inicio de la expansión europea (modelo
de las artes liberales de la Edad Media y el Renacimiento, cuyos textos paradigmáticos eran
precisamente los griegos y latinos).
El análisis de estos programas, complementado con las entrevistas, sugiere que el
mecanismo más efectivo en que opera la tradición es el de automatización de los procesos
de canonización mediante el sistema de normas y criterios; la tradición naturaliza estos
criterios y con el tiempo los convierte en verdades evidentes. El proceso de canonización
se vuelve, por este efecto, una operación mecánica en la cual la selección y la exclusión
de ciertos autores no merecen mayor discusión. De esta forma, la tradición se convierte en
un hecho vivo de la cultura; en una aparentemente simple aplicación del sentido común en
virtud de la cual las instancias de canonización no necesitan pensar mucho para introducir
como textos escolares los clásicos, porque estos gozan de valor intemporal y condición de
superioridad.
Expresiones como: No se puede desligar totalmente un camino ya hecho, hay épocas
que no se pueden ignorar; maduramos la idea de un canon que tuviera un mínimo de obras
representativas de la literatura universal y valor didáctico, que se establece, en primer lugar
por ser una muestra auténtica de arte universal; esas obras no sirven, acreditan la incidencia
decisiva de la tradición en la constitución del canon literario escolar para la enseñanza en
educación media.
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Conclusiones
Con base en estos hallazgos, puede concluirse que las fuentes de canonización constituyen
una red de relaciones que aportan los fundamentos, contenidos, elementos y rasgos esenciales
del modelo didáctico-pedagógico para la enseñanza de la literatura en la educación media
salvadoreña. El contexto político y social aporta el sentimiento general de cambio y las
condiciones necesarias para impulsar procesos de reforma en todos los ámbitos de la vida del
país. Este espíritu de cambio dio impulso definitivo a la reforma educativa que se propuso la
creación de planes y programas de estudio acordes con las nuevas exigencias; pero sus límites y
alcances fueron impuestos por los grupos hegemónicos que, en ningún momento, renunciaron
a su visión conservadora. Esto repercutió en los ámbitos de la cultura literaria y la enseñanza de la
literatura, pues los nuevos programas mantienen intacto el esquema tradicional de organización
de contenidos y selección de textos literarios, modificaron únicamente algunos aspectos del
enfoque teórico-pedagógico.
En este proceso también juega su papel la ideología, al dar sentido y congruencia al
modelo pedagógico para integrarlo al engranaje del Estado neoliberal que necesita de un
discurso justificador. Es aquí donde la enseñanza de la literatura cobra relevancia como uno de
los elementos que contribuye a configurar la visión del mundo. Es por ello que la planificación
de la enseñanza de la literatura se direcciona en el sentido de reproducir valores y saberes
literarios favorecedores de la ideología dominante.
No es casual, entonces, que en este nuevo contexto político y social se enfatice la
enseñanza de valores como forma de hacer viable el sistema democrático; ciertamente, en la
etapa de posguerra el sistema tradicional de valores se convierte en guía de las acciones sociales
e individuales y, por lo tanto, debe ser reproducido en la escuela. En lo que al estudio de la
literatura concierne, tales valores se asocian y se identifican por defecto, en los textos clásicos;
por lo menos en la enseñanza media esto queda reflejado en el canon literario escolar, donde un
grupo de textos literarios vinculados históricamente con determinados valores se ha mantenido
en los distintos programas de enseñanza de la literatura.
Por otra parte, ante el dominio del mercado del libro por parte de unas pocas editoriales
extranjeras, la producción, distribución y comercialización de los textos literarios de autores y
autoras nacionales se encuentran en completa desventaja para competir en un contexto donde
las grandes empresas garantizan la oferta y la demanda de determinadas obras en detrimento de
otras. Entre las estrategias de venta que utilizan las grandes editoriales se destacan los convenios
con escuelas, regalías, créditos, apoyo de proyectos escolares, capacitación a docentes, ferias
de libro, ventas a precios especiales a los colegios, entre otras. En contraste, los autores y las
autoras nacionales enfrentan situaciones desalentadoras: poco aprecio y valoración social de
sus obras, poco o ningún interés de editoriales grandes en publicar sus libros; una industria
editorial local en estado de subdesarrollo y muy escasa posibilidades de apoyo público debido a
la permanente crisis de la Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI) la cual, en el caso de editar
un libro, carece de mecanismos eficientes de distribución y venta. Esta problemática impacta
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de manera importante las dinámicas de canonización, pues las decisiones sobre la inclusión de
los textos en el canon literario escolar pasan también por su existencia en el mercado y por su
precio.
Por último, la tradición es una de las fuentes de canonización más poderosas para reproducir
la dicotomía textos superiores-textos inferiores; además de funcionar como acervo permanente
de determinados saberes literarios, vehículo de transmisión de verdades fundamentales de
la cultura europea (superior) y referente principal de la actividad interpretativa de los textos
literarios en la escuela. Al cumplir con estas funciones, la tradición convierte los procesos de
canonización en una operación mecánica en la cual la selección y la exclusión de ciertos autores
no merecen mayor discusión.
En resumidas cuentas, el canon literario escolar resultante de esta red de relaciones entre las
fuentes de canonización se convierte en elemento regulador de la actividad lectora en la escuela;
actividad que se ve constreñida por un marco de lectura (factores de mediación sociocultural)
que orienta el proceso de construcción de sentido. Este canon literario escolar determina las
reglas del juego y los criterios de selección de los textos literarios en la escuela, cuya función
consiste en redistribuir, trasmitir los saberes, significados y valores literarios, para reproducir
el orden social establecido con todas sus desigualdades y legitimar las interpretaciones que
determinan el sentido y la jerarquía de los textos literarios. Por ello, las preferencias lectoras
del alumnado se limitan, en gran medida, a los textos literarios que aparecen en los listados
oficiales de obras elegibles. Por ejemplo, según datos de encuesta realizada (Aguilar, 2012), los
cinco autores de mayor preferencia entre el estudiantado son Antoine Exúpery (“El Principito”),
Álvaro Menéndez Leal (“Luz negra”), Homero (“La Ilíada”), William Shakespeare (“Romeo y
Julieta”) y Jorge Isaacs (“María”). Asimismo, de los treinta y tres autores con mayor número de
menciones entre el estudiantado, el 91% forman o han formado parte del canon literario escolar
en algún momento. Diez de estos autores son parte del canon pétreo y únicamente tres de las
obras preferidas nunca han sido parte del canon literario escolar formal (programas): “María”
(Jorge Isaacs), “Tulipanes en diciembre” (Eddy Valencia) y “El dinero maldito” (Alberto Masferrer).
Otro dato relevante es que la exclusión de la mujer escritora es radical en las preferencias lecto-
literarias del alumnado: en los treinta y tres textos de mayor preferencia entre el estudiantado
no aparece la mujer escritora. En otras palabras, las características fundamentales del canon
literario escolar formal se reproducen con muy pocas variantes en las preferencias lectoras del
alumnado.
Estos hallazgos podrían ser un buen punto de partida para revisar las formas, las
metodologías y los enfoques con que se aborda el problema de la enseñanza de la literatura;
especialmente porque dichos hallazgos ponen de manifiesto la necesidad de encontrar un
sentido de proporcionalidad en la incorporación de los textos, lo cual puede derivar en un canon
literario escolar donde lo clásico, lo regional, las escritoras y los escritores formen parte de un
diálogo multicultural e inclusivo en la escuela salvadoreña.
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