Ecosistemas Terrestres PDF
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2 | ESCRITURA EN CIENCIAS
DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 3
Presidenta de la Nación
Cristina Fernández De Kirchner
Ministro de Educación
Alberto Sileoni
Secretaria de Educación
Jaime Perczyk
4 | ESCRITURA EN CIENCIAS
PRESENTACIÓN
Los libros que se presentan en esta edición son el resultado de la segunda
etapa del dispositivo Escritura en Ciencias, desarrollado durante los años 2011-
2012 en el Instituto Nacional de Formación Docente y cuyos principales protago-
nistas fueron profesores de institutos de formación docente de las provincias de
Buenos Aires, Catamarca, Chaco, Chubut, Córdoba, Entre Ríos, Formosa, Neu-
quén, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe, Santiago del Estero y Tucumán.
Los libros que se produjeron en esta ocasión, corresponden a los siguientes tí-
tulos:
7. Ecosistemas terrestres
8. Ecosistemas acuáticos
9. El big bang y la física del cosmos
10. Cambio Climático
11. Energía: características y contexto
12. Epidemias y Salud Pública
1 1. Los plaguicidas, aquí y ahora; 2.H2O en estado vulnerable; 3. Del Gen a la Proteína; 4.La multiplicidad
de la vida; 5. Cerebro y Memoria; 6. La evolución biológica, actualidad y debates.
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interesa es que el pensamiento comience a manifestarse a través de la palabra
escrita. Seguramente al inicio las producciones tienen un limitado alcance, pero el
ejercicio resulta muy fecundo en cuanto primera oportunidad para darse a leer y
poner oídos a las devoluciones que recibirá. Este primer disparador abre un cam-
po de expectativas de inusitado valor como motor de todo el proceso siguiente.
Los momentos de zozobra, de exposición necesaria, implícitos en el darse a
leer, tienen la función de colaborar para que se produzca el desapego hacia el re-
sultado inmediato y exitoso de la empresa de escribir. Quizá es una de las ruptu-
ras más importantes a los modos habituales que tenemos de posicionarnos frente
a la propia palabra. Ingresar las incertidumbres y angustias propias en la propia
escritura, reconocerse como parte de una obra que empieza a tomar forma y que
poco a poco, comienza a ser reconocida como común entre los grupos, represen-
ta aquello que sostiene frente a la tendencia a huir ante la primera gran dificultad.
La experiencia que transitamos durante este tiempo demuestra que los pro-
fesores tienen interés por escribir y mejorar sus escrituras. Y concluyen con la
idea de que sus producciones han devenido en textos que otros educadores pue-
den conocer, estudiar y abonar con ellas su propio trabajo.
Una primera cuestión para destacar, la disposición y el entusiasmo que des-
pierta en cada edición “Escritura en ciencias” se debe quizá al hecho de que los
autores de los textos son los mismos profesores: Docentes de los institutos que
escriben para sus colegas. Lo inusual de esta iniciativa es ligar la autoría a la do-
cencia, previniendo con esta atribución que este discurso no es una palabra coti-
diana, indiferente y que puede consumirse inmediatamente, sino que se trata de
una palabra que debe recibirse de cierto modo y recibir, en una cultura dada, un
cierto estatuto, como sostiene Foucault.
La segunda cuestión relevante refiere al compromiso de estudiar, profundi-
zar sobre el tema elegido, hacer de ello un objeto de estudio y de problematiza-
ción. La búsqueda de material bibliográfico, las discusiones e intercambios con
los colegas y con investigadores de referencia, el trabajo en talleres presenciales,
entre otras, son acciones que imprimen una lógica diferente al trabajo y sirven de
indicador de la buena disposición que tienen los docentes para vincularse con el
conocimiento.
Recuperar los saberes de los profesores, ponerlos en valor en una publicación
significa una buena parte de la atracción que ejerce el proyecto sobre cada uno de
los participantes. Quizá porque asumir la posición de autores les asigna una doble
responsabilidad, para sí mismo y para los demás, que hay que tramitar durante el
proceso. Dar cuenta de lo que escribe, de cada argumentación que se sostiene,
Liliana Calderón
Coordinación Escritura en Ciencias
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ESCRITURA EN CIENCIAS
ECOSISTEMAS
TERRESTRES
Autores:
Coordinación de escritura
María Carrió
Diseño editorial
Renata Kándico, Gastón Genovese www.estudiolate.org
ISBN 978-950-00-0986-7
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Índice
Presentación 19
Introducción 15
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Dinámica de fuego de la selva montaña del norte Argentino 122
Bibliografía 140
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sus prioridades, el uso y su protección con una visión integradora. Frente a los
cambios drásticos de la biodiversidad y la consecuente pérdida de los servicios
ecosistémicos, se tratan algunos enfoques de conservación que intentan mitigar
las acciones realizadas. Y, en este sentido, se hace referencia a la relación directa
entre los grupos humanos y el medio donde desarrollan las múltiples actividades
propias de su cultura.
Al estudiar la biodiversidad, es necesario tener una visión integradora, para
comprender las relaciones que se establecen en los diferentes niveles de la com-
posición, estructura y función y con cada nivel de organización. El programa de
Trabajo de Áreas Protegidas (Convenio de Diversidad Biológica, 2004) presenta
tres objetivos para la acción: la conservación, el uso sostenible y la distribución
justa y equitativa de los bienes y servicios de la biodiversidad.
Además, se aborda la biodiversidad “invisible”, no sólo la de la genética de
los organismos, sino también el mundo microscópico del reino Monera y Protista.
También se incluye la biodiversidad agrícola, menos conocida, y seriamente per-
judicada por las prácticas que actualmente se realizan en los cultivos.
El capitulo V propone describir uno de los desafíos que el hombre se ha plan-
teado en relación a la naturaleza: la interacción entre los seres vivos y el medio
físico que los rodea, incluido el clima.. En este sentido estudiamos algunos com-
ponentes de la biocenosis en Argentina en relación con el clima. Analizaremos
ejemplos de cómo el clima puede inducir al desarrollo de un tipo muy particular
de vegetación como lo es la vegetación de halófitas, en la provincia de San Luis
en el centro de Argentina. Un bioindicador (actualmente en estudio) podría co-
laborar en el estudio de las condiciones de la atmósfera. Finalmente describimos
cómo el clima puede influenciar sobre el grado de humedad de los bosques de
montaña e inducir a incendios forestales, en un rango altitudinal entre los 600-
1300 m snm, en la eco-rregion de la “Selva Montaña”.
En el capítulo final los autores incluimos algunas propuestas didácticas que
incluyen la salida de campo como situación de aprendizaje que posibilita a los
alumnos la comprensión de algunos conceptos abstractos de ecología en su con-
texto regional y local para darle mayor significatividad a los mismos. Las múl-
tiples ecorregiones de nuestro país, el canto de las ranas, los polinizadores, las
llamativas flores y las plantas espinosas fueron nuestra inspiración. En definitiva
nuestros ecosistemas están presentes desde el principio al final de este libro. Nos
apasiona estudiar la naturaleza, nos sorprendemos continuamente con las mara-
villosas interacciones entre los organismos y no esperamos otra cosa que poder
transmitir esta forma de mirar nuestro entorno y de esta manera poder apreciarlo,
valorarlo y cuidarlo.
La perspectiva
espacio-temporal de los
ecosistemas terrestres
Carlos Raúl Quiroga
La perspectiva ecológica
Los comienzos
ción, debido a las críticas que, por una u otra razón, recibían los términos clímax,
bioma, superorganismo y otras expresiones técnicas aplicadas a la asociación de
plantas y animales en una región (Mayr, 1998).
El surgimiento de esta idea, tiene sus orígenes en la concepción de la eco-
logía como campo de estudio. En este sentido, a mediados del siglo XIX, princi-
palmente con el consistente fortalecimiento del cientificismo1, la historia natural
básicamente descriptiva ya no resultaba adecuada. Tenía que convertirse en ex-
plicativa. Por lo tanto, además de observar y describir, comenzaron a incorporarse
otros aspectos metodológicos a las observaciones (comparación, experimenta-
ción, hipótesis, etc.). De esta manera la historia natural se convirtió en ecología
(Mayr, 1998).
En el posterior desarrollo de la ecología intervinieron dos grandes influen-
cias: el fisicismo2 y el evolucionismo. El gran prestigio de la física como ciencia
explicativa inspiró intentos de reducir los fenómenos ecológicos a factores pura-
mente físicos. El pionero en esta manera de trabajar fue Alexander von Humboldt
(1805), quien le daba una abrumadora importancia a factores físicos tales como
la temperatura como condicionante de la composición altitudinal y latitudinal
de la vegetación. Mas tarde, estos trabajos fueron completados y ampliados por
otros investigadores, con el análisis de otros factores físicos, en especial la tem-
peratura, la humedad y posteriormente las precipitaciones.
La segunda gran influencia en la ecología fue la Teoría de evolución propuesta
por Darwin, en El origen de la especies. Es en este contexto en el que se explicó los
fenómenos de la naturaleza mediante conceptos como competencia, exclusión
de nichos, depredación, adaptación, co-evolución, etc. Además rechazó la teleo-
logía, y reconocía la influencia del azar en el destino de las poblaciones y especies.
A fines del siglo XIX, a medida que la ecología iba constituyéndose y convir-
tiéndose en una ciencia independiente nacida de la historia natural y la geografía
vegetal, empezó a desarrollarse un tipo de ecología llamada ecología de comuni-
1 Es un término utilizado para designar al prejuicio que acepta a modo de dogmas algunas premisas deri-
vadas a partir del conocimiento científico como fuente de explicación de todo lo existente.
2 El fisicismo es una tesis metafísica heredada del antiguo materialismo. El termino fisicismo se introdujo
en las discusiones del Circulo de Viena para enunciar la preeminencia de la ciencia física con respecto al
resto de las ciencias empíricas.
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LA PERSPECTIVA ESPACIO-TEMPORAL DE LOS ECOSISTEMAS TERRESTRES
3 La ecología moderna puede ser dividida en tres categorías o escalas: la ecología del individuo, la ecolo-
gía de la especie (autecología y biología de poblaciones) y la ecología de las comunidades (sinecología y
ecología de ecosistemas).
4 La sinecología estudia la composición y estructura de las comunidades formadas por especies diferen-
tes; los cambios que ocurren en el tiempo; las relaciones entre las especies de la comunidad; etc.
Figura 1.1
Humboldt y Bonpland en el Orinoco. Xilografia coloreada según una pintura de Ferdinand Keller (1877).
Extraido de De Asúa, 2009.
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LA PERSPECTIVA ESPACIO-TEMPORAL DE LOS ECOSISTEMAS TERRESTRES
El concepto clásico
escalas (Melendi et. al., 2008) (la visión ecológica de los ecosistemas terrestres
está desarrollada en profundidad en el Capitulo III de este libro).
Estos ejemplos nos llevan a tener en cuenta ciertos elementos teóricos pro-
venientes de la teoría de la complejidad y la teoría de los sistemas.
Bajo este nuevo paradigma, surgen diferentes maneras de definir el concepto
de ecosistema, tales como “unidades en que se estructura la vida en la tierra”, “sis-
tema dinámico y adaptativo formado por las comunidades biológicas y su ambien-
te físico no biológico, en el que se manifiestan determinadas y precisas relaciones
de interdependencia, en términos de energía y materia”, o “sistemas abiertos que
interactúan entre sí a distintas escalas, siendo la biósfera el de mayor escala”. To-
dos ellos poseen una red alimentaria o trófica caracterizada por la presencia de
organismos productores, consumidores y descomponedores, que permite la exis-
tencia de los ciclos biogeoquímicos de la materia” (Melendi et. al., 2008).
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Figura 1.2
Clasificación cartográfica de provincias fitogeográficas argentinas según Cabrera. a: versión de Regiones fi-
togeográficas argentinas (Cabrera, 1976) sin el Sector Antártico Argentino; b: versión previa de la fracción
noreste (Cabrera, 1951); c: fracción sureste según la versión de Cabrera y Willink (1973, 1980). Extraído de
Ribichich, 2002.
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Figura 1.3
Superposición de áreas de distribución de 58 especies de Decápoda de agua dulce (5 familias), Morrone
y Lopretto, 1995.
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Figura 1.4
Sistema de regionalización biótica de América Latina y el Caribe, propuesto por Morrone, 2001. En el
mapa de la izquierda a), están representadas las Regiones biogeográficas y zonas de transición de América
Latina y el Caribe (1- región Neártica, 2- zona de transición Mexicana, 3- región Neotropical, 4- zona de
transición Sudamericana y 5- región Andina. En el mapa de la derecha b), las Provincias biogeográficas del
sector sur de América del Sur.
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tecnología y los mapas con las delimitaciones biogeográficas, permite una visión
con múltiples variables superpuestas en un mapa (o en capas) y la posibilidad
de elaborar hipótesis a ser contrastadas en el terreno, inclusive poder predecir
determinados procesos.
En este sentido, quedan establecidas en la cartografía, las regiones y sus
ecosistemas terrestres en el contexto de su fragmentación actual, que es lo que
representaría más la realidad y su relación con el desarrollo sostenible.
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entre las latitudes de 25º y 35º, encontramos áreas con condiciones extremada-
mente semejantes, pero sería imposible señalar tres faunas y floras mas diferen-
tes entre ellas.
Figura 1.5
Mapas de Sudamérica mostrando la distribución actual de los biomas y su posible distribución durante el
Ultimo Máximo Glacial, extraído de Novas, 2006.
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LA PERSPECTIVA ESPACIO-TEMPORAL DE LOS ECOSISTEMAS TERRESTRES
Conclusión
El concepto de ecosistema ha cobrado gran relevancia en los últimos tiem-
pos, debido al deterioro progresivo del medio ambiente y la consecuente extin-
ción de la biodiversidad a gran escala.
Por lo tanto, cuando se estudian los patrones de biodiversidad de un paisaje
o región particular desde una perspectiva ecológica o desde una visión espacial,
la concepción de un ecosistema como sistema complejo y dinámico, es una he-
rramienta conceptual que nos permite abordar de manera integral las distintas
variables abióticas e interacciones bióticas, que intervienen en las hipótesis e in-
terrogantes que se planteen en dicho estudio. Otro elemento a considerar, es la
evolución de los ecosistemas a lo largo del tiempo, ya que nos permitirá compren-
der que la biodiversidad de un área particular se encuentra estructurada tanto
por procesos biogeográficos como por procesos ecológicos. Asimismo, abordar
ciertas temáticas como la educación ambiental, la conservación de la biodiversi-
dad de alguna región, o las posibilidades económicas de otra, desde esta visión
integral nos permitirá enfrentar la complejidad creciente en la que transcurre la
vida moderna y en medio de ella, los ecosistemas.
Agradecimientos
A la Lic. María Carrió por sus predisposición y valiosos aportes en la redac-
ción y estrategias de divulgación, al especialista en esta tematica, Dr. Rolando
León por las correcciones del manuscrito, al Dr. Antonio Gutierrez por la revisión
crítica del manuscrito y a mis colegas de los capítulos del presente libro por las
críticas y revisiones constructivas del mismo.
Niveles de percepción
En un primer nivel de percepción nos será posible detectar por ejemplo, ma-
sas continentales y marinas, desiertos, selvas y grandes cadenas montañosas. No
se pueden describir relaciones vegetación-ambiente en detalle, porque la “escala
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expandiendo esas ideas para toda América del Sur. Estas descripciones primarias
se han basado en endemismos y presencia de especies autóctonas de flora y de
fauna, en un área determinada y se apoyan en un análisis taxonómico de su com-
posición de especies. Emplean conceptos como Regiones Fitogeográficas, Distri-
tos Fitogeográficos, etc. Ese pensamiento que fue el origen de las descripciones
fitogeográficas de Argentina, fue heredado desde fines del siglo XIX de los traba-
jos de Lorentz (1876) y se continuó desde los inicios del siglo XX con los trabajos
de Lillo (1916) desde el Norte de Argentina. A mediados de 1950 los estudios y
descripciones de los ecosistemas de Argentina ya se habían desarrollado amplia-
mente en los trabajos realizados por Castellanos y Pérez Moreau (1944); Parodi
(1945); Cabrera (1951, 1976); Ragonese (1967) y Vervoorst (1969) entre otros.
Estas descripciones primarias son aquellas que han servido para caracterizar a
los ambientes más desconocidos, de manera cualitativa. Desde allí en adelante
se han priorizado descripciones de los ecosistemas en detalle, es decir del tipo
cuantitativas en toda su extensión, pero mayormente basados en los anteriores,
es decir en descripciones que se han realizado primero. En donde los ecosistemas
han logrado ser intervenidos en algún grado por el hombre y su dinámica compo-
sicional ha variado irreversiblemente.
En Argentina se han realizado recientemente estudios ecológicos introdu-
ciendo nuevos conceptos como el de eco-región (Dinerstein, et. al., 1995; Di Bi-
tetti et.al., 2003; Tecklin et.al, 2002; TNC, 2005; Bilenca y Miñaro, 2004; APN,
2000; Bertonatti y Corcuera, 2000; Brown, et al., 2005, Mendoza, 2011) para
simplificar descripciones de vegetación y tratar problemáticas actuales sobre
conservación y biodiversidad. La base de la cartografía de las eco-regiones ha
sido adoptada a partir del trabajo de Burkart, et al. (1999), empleado por Berto-
natti y Corcuera (2000) para su libro titulado Situación Ambiental.
En nuestras investigaciones empleamos clasificaciones climáticas para pro-
poner límites para eco-regiones en el Norte de Argentina. Pero en este enfoque y
en otros tantos anteriores no se han considerado los potenciales cambios areales
que han sufrido estos ecosistemas y debido a ellos surgieron otros trabajos que
han intentado explorar nuevos límites teniendo en cuenta las transformaciones
que han sufrido (Eva, et. al., 2004; Brown y Pacheco, 2005).
Actualmente se emplea el concepto de eco-region acuñado por Dinerstein,
et. al. (1995) en
The Nature Conservancy, que define a los ecosistemas tratándolos como un
ensamblaje geográficamente definido, constituido por comunidades vegetales y
animales que: a) se desarrollan en condiciones ambientales similares debido al
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ECOSISTEMAS TERRESTRES
Figura 2.1 Ecorregiones del Noroeste Argentino basadas en la clasificación climática de Köppen. Tomado
de Mendoza (2011).
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Figura 2.2.
Ecorregiones Argentinas, modificado de Burkart, et al. (1999). Los números representan a climodiagramas
de Walter que se exponen separadamente en las figuras 2.4a y 2.4b.
Tabla 2.1.
Sectores geográficos de los ecosistemas terrestres de Argentina con la mayor representatividad de datos
climáticos descriptos en este trabajo. Se corresponden a los sectores que se encuentran indicados en la
Figura 2.3. Fuente: Mendoza (2011) y Servicio Meteorológico Nacional Argentino.
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terizó a las formas de vida basándose en la altura en las que se ubican las yemas
de renuevo. Esta situación de ubicar las yemas de renuevo en función de la altura
de las plantas ha sido de gran ayuda para nombrar tipos de fisonomía y ha sido un
gran aporte logrado por Raunkiaer.
La cobertura es una medida descriptiva de la dominancia que presentan las
comunidades vegetales y nos da una idea de la composición de la vegetación.
En el bosque montano la temperatura se encuentra entre los 12 y 17 ºC y la
precipitación entre los 900-1200 mm anuales (Figura 2.3, Tabla 2.1).
Figura 2.3.
Climodiagrama de los ecosistemas terrestres más representativos de Argentina, los que se encuentran
indicados en la tabla 1. LP: la Puna, EP: Estepa Patagónica, BP: Bosques Patagónicos, M: Monte de Sierras y
Bolsones, PP: Prepuna, P Pa: Páramo Pastizal, MLM: Bosques de Llanuras y Mesetas, CHS: Chaco Seco, Ch
A: Chaco Árido, Ch Se: Chaco Semiárido, Ch Ser: Chaco Serrano, Esp: Espinal, DCH: Delta e Islas del Para-
ná y Chaco Húmedo, SPM: Selva Pedemontana, SM: Selva Montaña, BM: Bosque Montano, Pmp: Pampa,
Malezales, Spar: Selva Paranaense, BT: Bosques templados. Modificado de Mendoza (2010, 2011).
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ECOSISTEMAS TERRESTRES
Figura 2.4a.
Climodiagramas de Walter empleados para describir en el texto a los ecosistemas de Bosque Caducifolio,
Bosque Xerófito y Selva Templada. 2: Bosques Patagónicos (Bariloche, Río Negro), 3: Selva Pedemontana
(Orán, Salta), Bosque Xerófito, 4: Chaco Semiárido (Santiago del Estero), Selva Tropical, 5: Selva Paranaen-
se (Iguazú, Misiones), 6: Selva Templada (Esquel, Chubut). De manera geográfica los climodiagramas de
encuentran indicados en la figura 2.2. Modificado de Cabrera (1976).
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Figura 2.4b.
Climodiagramas de Walter empleados para describir en el texto a los ecosistemas de Desierto, Pastizal,
Saban, Estepa Arbustiba. 7: Desierto Frío (La Quiaca, Jujuy), 8: Desierto Caliente (Chilecito, La Rioja),
Pastizal, 9: Pastizal de Campos y Malezales (Azul, Buenos Aires), Sabana, 10: Sabana, Chaco Húmedo y
Estepa (Resistensia, Chaco), Estepa Arbustiba, 11: Monte de Sierras y Bolsones (Andalgalá, Catamarca),
12: Monte de Mesetas y Llanuras, Espinal, (San Luís). De manera geográfica los climodiagramas de en-
cuentran indicados en la figura 2.2. Modificado de Cabrera (1976).
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ECOSISTEMAS TERRESTRES
Agradecimientos
Al Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y al Laboratorio Climatológico
Sudamericano (LCS) por el soporte de la información meteorológica empleada
para discutir este trabajo. Especialmente al Dr. S. Halloy de The Nature Conservan-
cy (TNC) de Ecuador por sus consideraciones.
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ECOSISTEMAS TERRESTRES
1 Según la definición del concepto biológico de especie propuesta por Mayr en 1940 las especies son
grupos de poblaciones naturales que se cruzan entre sí real o potencialmente y que se hallan reproducti-
vamente separadas de otros grupos similares. Estos organismos pueden intercambiar entre sí información
genética y dejar descendencia fértil.
2 Fortunato Juárez “ Chacarera del Chilalo”.
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CON LOS PIES EN LA TIERRA: LAS INTERACCIONES
¿Cuál es el hábitat del chilalo o tapalu? Esta abeja pequeña y sin aguijón hace
una cueva de 10 centímetros de profundidad, con un reborde de barro amasado.
En su interior, fabrica “tinajitas” de barro y coloca una bolita amarilla que la abeja
madre ha amasado con el polen de la tusca y allí deposita sus huevos.
El hábitat es el lugar real con características bióticas y abióticas que tiene
una especie en un ecosistema determinado. Especies diferentes pueden ocupar
el mismo hábitat y la competencia entre ellas puede ser inexistente o mínima
porque cada una tiene su nicho ecológico.
Figura 3.1
Espacio ambiental realizado y
nicho fundamental, potencial
y realizado de una población o
especie en función de dos varia-
bles ambientales. Este esquema
sigue el propuesto por Jackson
y Overpeck (2000). Extraído
de Revista Ecología Austral Vol.
15.N2. Presentado por Vazquez,
D.P.; (2005) Reconsiderando el
nicho Hutchinsoniano.
72 | ESCRITURA EN CIENCIAS
CON LOS PIES EN LA TIERRA: LAS INTERACCIONES
Factores Ambientales
Al mirar un agroecosistema de monocultivo de soja, lo vemos como un manto
verde. Al observarlo y considerarlo detenidamente descubrimos la multiplicidad
de vida que allí se desarrolla: el cultivo de soja, malezas, insectos, chinches dimi-
nutas, arañuelas rojas, orugas cortadoras, orugas de las leguminosas, oruguitas
de la verdolaga, chinches de los cuernitos (o chinche marrón) y orugas medidoras
entre otros. Ellos constituyen algunos de los factores bióticos de este agroeco-
sistema. Los factores físicos que han participado en el crecimiento y desarrollo
de la soja son entre otros el agua, la luz solar, la temperatura, como también los
fertilizantes y los agroquímicos utilizados por el constituyente antrópico de este
ecosistema.
Los factores ambientales se clasifican también como recursos y regulado-
res. Los recursos son utilizados directamente por el organismo. Los reguladores
son aquellos que determinan la velocidad de la utilización de los recursos, por
ejemplo la temperatura, la humedad relativa, el pH (logaritmo de la inversa de
la concentración de iones hidrogeno que mide la condición llamada acidez), la
salinidad (contenido de sales minerales disueltas en un cuerpo de agua, además
esta expresión se utiliza para referirse al contenido salino en suelos o en agua),
los contaminantes, etc.
Los recursos son consumidos y pueden ser reducidos o agotados por la ac-
tividad de los organismos, mientras que los reguladores no son consumidos, ni
dependen de la presencia o ausencia de otro organismo. Son recursos para una
planta el nitrato, el fósforo, el agua y la luz. Para una abeja, el polen y el néctar de
una flor. En la naturaleza los organismos están sometidos al ambiente multifac-
torial (factores físicos y biológicos) que ejercen sobre ellos su acción en forma
simultánea.
Factores Limitantes:
Un factor abiótico es limitante si obstaculiza el crecimiento, la reproducción
e incluso la sobrevivencia de una población. De acuerdo a la ley de los factores
limitantes, cada factor abiótico tiene su punto óptimo y sus límites de tolerancia,
fuera de este margen provocan tensión y la muerte de la población.
El potencial genético de cada organismo es el factor limitante que determina
el crecimiento del mismo aunque los factores ambientales sean óptimos. En el
año 1840 Liebig explicó que al restringir algún nutriente en las plantas el resul-
tado siempre es el mismo “limita el crecimiento”, e introdujo a partir de sus ob-
servaciones la ley de los factores limitantes, a la que también conocemos como
ley del mínimo de Liebig. La aplicación de la ley también incluye a los factores
bióticos que pueden ser la competencia y la depredación de otras especies por
ejemplo las plagas que afectan los cultivos agrícolas.
La humedad y la salinidad del suelo son factores ambientales que determi-
nan el desarrollo de la vegetación presente en el ecosistema. Teniendo en cuenta
los factores mencionados, encontramos en la provincia de Santiago del Estero, un
área con bosque de xerófitas donde los suelos son bien drenados, sin peligro de
anegamiento y con escurrimiento superficial medio.
El estrato arbóreo de esta comunidad esta dominado por el quebracho blan-
co (Aspidosperma quebracho-blanco) un árbol grande, de corteza gruesa y hojas
simples. Con pequeñas flores perfumadas de color blanco amarillentas. El fruto es
grande y aplanado (folículo) con numerosas semillas rodeadas por un ala mem-
branosa. También en este estrato encontramos el quebracho colorado santiague-
ño (Schinopsis Lorentzii) un árbol grande de hojas compuestas y flores pequeñas
agrupadas en panículas (inflorescencia racimosa), con fruto samara que tiene un
ala aplanada de tejido fibroso y papiráceo que favorece la dispersión por el viento.
Otro árbol de este estrato es el mistol (Ziziphus mistol) que tiene espinas y hojas
ovaladas o redondeadas con pecíolo corto (pedúnculo que une la hoja al tallo)
con flores verde-amarillentas, los frutos del mistol son (drupas) de color castaño
oscuro cuando están maduros. Otro representante es el algarrobo negro (Prosopis
nigra) árbol con espinas muy pequeñas, hojas bipinadas, con foliolos oblongos,
frutos lineales de pulpa dulce. El estrato arbustivo está representado por el ata-
misqui (Capparis atamisquea) arbusto leñoso, con hojas alternas simples, acana-
ladas en el haz y cubierta de pelos en el envés, inflorescencias terminales raci-
mosas, o con flores solitarias en la axila de las hojas superiores y fruto abayado.
También forma parte de este estrato la tusca (Acacia aroma) arbusto que produce
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CON LOS PIES EN LA TIERRA: LAS INTERACCIONES
Los anfibios son un grupo de animales que comprende entre ellos a los anu-
ros: sapos y ranas, con características morfológicas y fisiológicas diferentes a
otros organismos, son individuos ectodérmicos, no regulan su temperatura cor-
poral, reaccionan a condiciones ambientales que los favorecen. El canto de los
anuros representa a una parte importante de su ciclo de vida y específicamente
a su reproducción. La humedad del aire y la temperatura inciden en la reproduc-
ción. Como ejemplo puede mencionarse Un estudio incipiente (presentado en el
capitulo V de esta colección) sobre ranas trepadoras de árboles (tiene ventosas
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CON LOS PIES EN LA TIERRA: LAS INTERACCIONES
Este ensayo se llevó a cabo en la especie Cedro (Cedrella lillois C.DC), que por
su alta demanda y valor comercial esta fuertemente talada en las yungas. Por lo
que se pretende buscar áreas para su posible repoblación considerando su tole-
rancia a las bajas temperaturas.
Figura 3.2.
Tipos de interacciones entre poblaciones (tomado de Fuentes, Q. 1989)
Competencia
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CON LOS PIES EN LA TIERRA: LAS INTERACCIONES
Depredación
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CON LOS PIES EN LA TIERRA: LAS INTERACCIONES
Figura 3.3.
Esquema general del proceso de depredación. Extraido de Soriano, A; RCJ León; O.E. Sala; (1993) “Ecolo-
gía” Cátedra de Ecología. Facultad de Agronomía. Universidad de Buenos Aires
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CON LOS PIES EN LA TIERRA: LAS INTERACCIONES
Parasitismo
Mutualismo
que entre los insectos y las plantas se establece el mutualismo de polinización, una
interacción en las que ambas especies salen beneficiadas. Se cumple así una im-
portante función en la generación de la biodiversidad de nuestro planeta.
Las ventajas que se consiguen con esta interacción pueden ser: un recurso
alimenticio (para una de las dos partes), la protección contra los enemigos o la
existencia de un ambiente favorable en el cual crecer y reproducirse.
Entre los individuos de diferentes especies se establecen lazos mutualistas:
facultativos (cuando cada individuo- simbionte- obtiene beneficio pero no depen-
de de otro); obligados (para uno de los organismos y facultativos para el otro, o
pueden ser obligados para ambos individuos).
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CON LOS PIES EN LA TIERRA: LAS INTERACCIONES
Comensalismo
Figura 3.4
Red trófica correspondiente a la ecorregión Chaco seco: presenta las relaciones alimentarias entre los orga-
nismos
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CON LOS PIES EN LA TIERRA: LAS INTERACCIONES
A partir del estudio de las redes tróficas en los ecosistemas es posible anali-
zar las interacciones que existen entre las especies y además conocer el flujo de
energía dentro del mismo.
Figura 3.5
El ciclo del alimento y la pirámide de energía. Los organismos aumentan de tamaño a medida que decrece
su número y ascienden el nivel. Esquema extraído de Zoología general Storer, T; Uzinger, R. (1982)
La luz que pueden absorber las plantas está directamente relacionada por la
cantidad de área foliar (determinada por el número de hojas y las dimensiones de
estas). Cuanto mayor es el área foliar, mas luz puede captar con lo cual aumenta
la fotosíntesis y también su crecimiento.
El total de la energía asimilada es lo que se denomina producción prima-
ria bruta (PPB) y depende de la luz absorbida. La producción primaria neta PPN
es la que queda al restar la energía que las plantas utilizan para sus funciones
como respirar, construir tejidos, reproducirse y defenderse. La PPN representa la
entrada de energía que está disponible para los otros niveles tróficos y no toda
PPN es consumida por los herbívoros. Una parte del tejido vegetal muere y es
descompuesto sin ser aprovechado por ellos. A este flujo no utilizado se lo llama
productividad Neta de la comunidad o PNC.
A su vez que no todo lo que los herbívoros consumen en un ecosistema pasa
a ser parte de sus tejidos sino que una buena parte se pierde en forma de heces y
orina. Lo que queda disponible para los carnívoros se la denomina Productividad
secundaria. De la misma manera que ocurre el pasaje desde las plantas a los her-
bívoros, es el pasaje de energía desde los herbívoros a los carnívoros, donde una
porción es utilizada, una no asimilada y otra respirada.
A través del estudio de las pirámides y de las relaciones tróficas se puede
comprobar que en los ecosistemas el ciclo de la energía es abierto y que sólo un
10 por ciento de la energía de cada nivel está disponible para el siguiente nivel.
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DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 89
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Capitulo IV
Biodiversidad
Silvia Noemí Passarino
¿Qué es la biodiversidad?
El término diversidad indica la variación o variedad que existe en un conjunto
de atributos. Desde este sentido, la diversidad biológica es, en consecuencia, la
variedad que existe en el mundo vivo, es decir, en el seno de los individuos y entre
ellos.
En el año 1989, Edward O. Wilson (biólogo de la Universidad de Harvard),
definió el concepto de biodiversidad como la variedad biológica de una deter-
minada zona del planeta. Para otros autores, biodiversidad es la propiedad de
la vida, en diferentes niveles de organización, de ser diversa. Y consideran tres
niveles: genes, especies y ecosistemas. Así, las diferencias entre los individuos de
una especie se deben a las diferentes estructuras de la molécula que codifica la
información genética (ADN). Esta variabilidad se denomina diversidad genética.
Por otro lado, en los ecosistemas las comunidades están interaccionando unas
con otras, cada comunidad está constituida por poblaciones de diferentes espe-
cies con una determinada cantidad de individuos. Cuando mayor es el número de
especies que la componen, más son las vías de flujo de energía que se producen
entre ellos y, por ende, más compleja es la comunidad. Ese grado de riqueza en las
especies se conoce como diversidad de especies.
Por último, las áreas geográficas que se distinguen como paisajes, por tener
historia y condiciones ambientales particulares, están integradas por distintos
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BIODIVERSIDAD
La complejidad de la biodiversidad
Para interpretar la complejidad de la biodiversidad, se puede observar en el
grafico1 una síntesis conceptual que intenta describir qué se estudia en la natu-
raleza viva. Es oportuna su utilización para comprender las múltiples relaciones y
tener una visión más realista de la verdadera naturaleza de la biodiversidad.
El trabajo sobre la fauna del Iberá (Parera y otros, 2004), preparado por un
equipo de especialistas para la Fundación Biodiversidad Argentina en el marco del
proyecto Manejo y Conservación de la Biodiversidad en los Humedales de los Este-
ros del Iberá (provincia de Corrientes, Argentina) nos muestra un diagnóstico de
la fauna de tetrápodos, detallando su composición y su estado de conservación.
Hemos tomado un ejemplo, que nos ayuda a comprender cómo se estudia una
población determinada, en este caso el de la especie Yaguareté (Panthera onca)
ya extinta en la región.
El estudio que se realizó tiene como objetivo la reintroducción en el largo
plazo de yaguaretés en la reserva provincial Iberá, en la que actualmente ya no
existen. Se analizaron las ventajas y desventajas, situación general, factores que
ejercieron presión sobre sus poblaciones, condiciones, disponibilidad y recursos
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BIODIVERSIDAD
Figura 4.1
Biodiversidad composicional, estructural y funcional, representadas como esferas interconectadas, inclu-
yendo cada una diversos niveles de organización. Esta representación de los múltiples aspectos de la bio-
diversidad puede contribuir al diseño de los programas de protección ambiental. (Figura basada en Noss,
1990 y adaptada por Rozzi, R. y otros 1994).
los diferentes tipos de paisaje son los indicadores apropiados del aspecto com-
posicional.
Interpretar la complejidad de la biodiversidad es tarea de equipos interdisci-
plinarios, y en este sentido realizaremos una aproximación. Observemos el dia-
grama propuesto por Rozzi, R. y otros (1994), basado en los estudios de Noss.
Como se ve, está representado por círculos concéntricos que se entrelazan en un
mismo nivel, desde el centro hacia afuera, en relación con el grado de simplicidad,
hasta localizarse en otro más complejo hacia la periferia, entre los tres campos: el
composicional, el funcional y el estructural.
Se pueden establecer complejas relaciones que se deben tener en cuenta en
el momento de realizar el estudio. Por ello, para la conservación de la biodiversi-
dad es necesario adoptar una visión global, basada en estos esquemas concep-
tuales que reflejan los enfoques que permiten comprender su complejidad y las
maneras en que interactúan factores a considerar para tomar decisiones funda-
das y respetuosas de la multiplicidad de la vida y del cuidado de los ambientes
naturales.
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BIODIVERSIDAD
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BIODIVERSIDAD
b- La laguna El Cristal
Otro paisaje interesante para observar, entre tantos de nuestro país, son los
reductos bosques santafecinos a orillas de la laguna El Cristal (Calchaquí, Santa
Fe). Allí se desarrolla una gran variedad de flora nativa. Se destaca por su abun-
dancia, en primavera y verano, con una bonita inflorescencia rosada, plantas epi-
fitas (se las encuentra sobre las gruesas ramas de árboles) o bien en la tierra,
perteneciente a la familia de las Bromeliaceae (Aechmea distichantha). Estas po-
blaciones están asociadas a otras bromelias muy parecidas a ellas: las caragua-
tays (Bromelia balansae), con hojas puntiagudas y con aguijones punzantes en
el margen foliar y en el ápice. Las ubicadas en el centro, son muy coloradas, lo
que embellece el paisaje arbóreo del lugar. De cualquiera de estas dos especies
(aproximadamente 8 plantas /m2) cada individuo es capaz de contener hasta dos
litros de agua entre sus hojas y el tallo. Se constituyen así pequeñas reservas de
agua para los seres vivos que se encuentran en el suelo, son también reservorios
que se convierten en pequeños ecosistemas invisibles que albergan una gran ri-
queza de protozoos, larvas y ranitas que a su vez constituyen parte de la cadena
trófica de avifauna (tordos, horneros, culebras).
Esta imbricada red de funciones puede alterarse con el solo hecho de con-
taminar o destruir las pequeñas lagunas contenidas en cada planta. Por eso para
planificar acciones que eviten la suma de amenazas para la diversidad biológica
en los ecosistemas naturales, es fundamental conocer exhaustivamente cada es-
pecie, sus atributos, los hábitats y las relaciones que se establecen entre ellas.
El actual empobrecimiento de la biodiversidad, o la crisis por la que atraviesa
y la provisión de servicios ecosistémicos, es en gran parte resultado de la activi-
dad humana, y la consecuencia es una grave amenaza para el desarrollo humano.
voca pérdida de materia orgánica de los suelos fumíferos (tierra negra). Al ser
dedicados exclusivamente a una agricultura continua, los nutrientes no pueden
reponerse naturalmente, produciéndose un déficit de los mismos. La insuficiente
reposición por fertilización (con la putrefacción de restos de vegetales y anima-
les) es causante, más tarde, de la desaparición de los horizontes superiores del
suelo, de su erosión, de la disminución de la acidez, por ejemplo.
nas al Parque Iguazú. Sin embargo, y pese a su valor económico, los propietarios
no obtenían beneficios, por distintas causas. Entre ellas, por las características del
circuito comercial, el marco normativo, los controles fiscales ineficientes y la falta
de organización productiva. Por ello, conformaron la Cooperativa Agroecológica
de Península Andresito Ltda. (Con el apoyo de los programas de FVSA) se orga-
nizó de tal manera que ya tienen una pequeña envasadora. Junto con la planifica-
ción de la cosecha y la comercialidad directa, lograrán mejorar sus ingresos por
conservar el monte y usar planificadamente sus palmitos. Esta experiencia marca
uno de los desafíos para la conservación (FVSA, 2006).
Los adelantos científicos y tecnológicos recientes de la biotecnología han
puesto en relieve la capacidad potencial del material hereditario encerrado en
los genes y contenido en cada célula de las plantas, los animales y los microor-
ganismos. Estos descubrimientos son aplicados cada vez con diversos intereses
en la agricultura, la salud y el bienestar como así también para el logro de fines
ambientales que acrecienten la calidad de vida del hombre.
En este contexto que los estados nacionales se reservan el derecho sobe-
rano a proteger y utilizar los recursos biológicos que consideran propios. En su
responsabilidad cabe también la conservación de su biodiversidad y el uso de sus
recursos naturales en forma sustentable.
De acuerdo con la complejidad de la biodiversidad y las implicancias del
hombre en su conservación, es que La Estrategia Global para la Biodiversidad, re-
dactada por el Instituto de Recursos Mundiales, la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (UICN) y el Programa de las Naciones Unidas para
el Medio Ambiente (PNUMA, 1991) han propuesto los diez principios siguientes:
1. Cada manifestación de vida es singular, y la humanidad debe respetarla.
2. La consideración de la biodiversidad es una inversión que produce numero-
sos beneficios locales, nacionales y mundiales.
3. El costo y los beneficios de la conservación de la biodiversidad deben repar-
tirse de forma más equitativa entre las naciones y entre los habitantes de
cada una de ellas.
4. Como parte del esfuerzo encaminado a lograr un desarrollo sostenible, la
conservación de la biodiversidad requiere una modificación radical de los
modos y prácticas de desarrollo económico en todo el mundo.
5. Una mayor financiación para la conservación de la biodiversidad no des-
acelerará por sí sola su deterioro. Es necesario reformar las políticas y las
instituciones para crear las condiciones que hagan eficaces los incrementos
financieros.
decir, la proporción del total de individuos que pertenece a cada especie expresa
la distribución de la abundancia de las especies. Indica cómo de uniforme es un
ecosistema.
¿Cómo estudiar el grado de diversidad entre las diversas especies? ¿Y cuál
es el mejor método para medir la biodiversidad? Responder a esta pregunta no
resulta simple: no existe un mejor método. Como se ha dicho anteriormente, la
diversidad biológica tiene distintos atributos, diferentes campos y todos relacio-
nados entre sí. Y para cada aspecto o para cada circunstancia hay que indagar la
aproximación más adecuada.
Para elegir el método a emplearse hay que tener en cuenta:
•• En primer lugar, acordar el nivel de la biodiversidad que se quiere estudiar:
Diversidad Alfa: dentro de las comunidades; diversidad Beta: entre las comu-
nidades diversidad Gamma: para un conjunto de comunidades.
•• Buscar la disponibilidad de información, las investigaciones previas del grupo
biológico con el cual se está trabajando. Comparar los métodos que se han
utilizado en estudios anteriores.
•• Las condiciones matemáticas de algunos índices y las representaciones bio-
lógicas en los que se apoyan. En algunos casos, no es válido utilizar métodos
paramétricos si los datos reales no tienen una determinada distribución. Por
ejemplo, si se considera estudiar la diversidad Alfa, es necesario determinar
aun más el aspecto biológico que se desea representar: la riqueza. Es decir,
el numero de especie, o bien cómo se estructura la comunidad (dominancia,
equidad).
Las comunidades son muy diferentes unas de otras varios aspectos. Uno de
ellos es el número de especies que cada una puede contener. Para tener claridad
en lo que se estudia se lo realiza con índices de diversidad y de esta manera se
puede estimar las diferencias que hay entre las comunidades. Por ejemplo: el nú-
mero de especies y el número de individuos de cada una de esas especies.
Índice de Shannon-Wiener: Expresa la uniformidad de los valores de impor-
tancia a través de todas las especies de la muestra. Mide el grado promedio de
incertidumbre a predecir a que especie pertenecerá un individuo escogido al azar
de una comunidad.
“Es el índice de diversidad más comúnmente usado. Shannon-Weiner combi-
na la información de valores de riquezas de especies (S) y valores de abundancia
de individuos por especie. La potencialidad de este índice reside en que puede
predecir la especie de un individuo tomado al azar de una comunidad. Este índice
adquiere valores entre 0 (cuando hay una sola especie presente) y el logaritmo
de S, cuando todas las especies están representadas por el mismo número de
individuos.” (Moreno 2001). Los valores de este índice deben ser tomados con
precaución, ya que: todos los individuos en los muestreos provienen de una po-
blación infinitamente grande; que todos los individuos han sido seleccionados al
azar y que todas las especies están representadas en la muestra.
Al índice de Shannon-Weiner se lo conoce también como índice de equidad,
porque expresa la equidad o uniformidad de los valores de importancia a través
de todas las especies de la muestra.
Índice de Simpson: Estima la probabilidad de que dos individuos tomados
al azar de una muestra sean de la misma especie. Está fuertemente influido por
la importancia de las especies más dominantes. A medida que el índice se in-
crementa la diversidad decrece. Este índice es conocido también como índice de
dominancia, porque a diferencia del índice de Shannon-Weiner. Toma en cuenta la
representatividad de aquellas especies más abundantes sin evaluar la abundancia
o contribución de las especies.
Cuando se observan modificaciones o alteraciones en la diversidad de un
ecosistema es donde debemos alertarnos de los procesos empobrecedores de
una determinada población. Muchas veces, con un simple conteo de la cantidad
de especies de una población en un sitio, podemos obtener la información ne-
cesaria de su diversidad. Pero si utilizamos los índices anteriormente señalados,
Biodiversidad cultural
La biodiversidad cultural es un tema que no se suele trabajar en los procesos
educativos. Es uno de los más relegados aspectos, que ha sido incluido como
parte fundamental de la biodiversidad en las últimas décadas. Las áreas llamadas
“naturales” son en gran parte modificadas con mayor o menor intensidad por las
sociedades humanas. El asentamiento humano se observa desde la costa marina
en Buenos Aries hasta los valles fértiles de Mendoza o los desiertos de la Pata-
gonia.
El profesor español Jesús Izco (2009) se refiere a la biodiversidad cultural
como la variedad existente en los diversos grupos humanos respecto a sus creen-
cias, características biológicas, formas de vida, vestimenta, expresiones musica-
les, lenguas, sistemas de explotación de los recursos, formas de organización y
de comportamiento, etc. La diversidad de los grupos humanos, de lo que se llama
grupos indígenas, es enorme, (más de 400) de acuerdo con una serie de condi-
ciones, entre otras:
−− son descendientes de los habitantes originarios,
−− están inmersos en el ecosistema natural,
−− producen pocos excedentes,
−− comparten valores y creencias,
−− se consideran a sí mismos como pertenecientes a ese grupo indígena.
Comunidades serales
Las paleoriberas o los paleocauces en donde se insertan los salares en el
paisaje, representan a comunidades iniciales de vegetación. Estas comunidades
iniciales reciben el nombre de comunidades serales. La vegetación que compo-
ne los territorios con predominio de salares posee características diferentes de
aquella que habita en otras áreas geográficas. Esta afirmación hace referencia a
las composiciones florísticas, a la fisonomía de esos ambientes y al tipo de suelo
en donde pueden coexistir estas composiciones. Ragonese (1951) que estudió ve-
getación de salares del Chaco Árido argentino, plantea que los factores adáficos
explican la dinámica y la composición de estos ambientes. Es decir, que la compo-
sición química del suelo sería determinante para que la fisonomía de vegetación
de salar no esté compuesta por bosques como los bosques Andino-Patagónicos o
por bosques de montaña de Las Yungas del Norte Argentino, sino todo lo opues-
to: por arbustales y montes bajos. Lo que se denominaría en ecología, vegetación
halófita, que debe comprenderse como comunidades de vegetación que se for-
man en un ambiente relativamente nuevo.
La dinámica y funcionamiento de estos tipos de ecosistemas se comportan
de manera similar en todos los ambientes de esta clase y las comunidades de
vegetación presentes en estos ambientes tienden a asemejarse grandemente en
la composición de su flora (Baez, 1939; Ragonese, 1951, Anderson y otros, 1970;
Gez, 1939). De esta manera existe una gran afinidad florística y taxonómica en
este tipo de ambientes independientemente de la distancia geográfica que los
separe, como sucede por ejemplo en los salares de las provincias de San Luis y de
Santiago del Estero.
A partir de esta etapa inicial, en esta parte más temprana de las comuni-
dades, se dispara la sucesión (según la teoría de Clementes, ver capítulo 2 ) y
recambio de especies de la vegetación en relación con la disponibilidad de re-
cursos (principalmente el suelo). Las comunidades que se van ensamblando en
el paisaje en escala espacial y temporal (cientos de años) a medida que se mo-
difican las condiciones que les permiten establecerse y dominar en el ambiente.
Generalmente este tipo de paisajes se encuentra expuesto en sus ecotonos (ver
capítulo 1) a una excesiva presión de pastura ganadera y a tala selectiva de ma-
dera, como sucede con la tala de caldenia (Prosopis caldenia), ya que las pocas
especies forestales que pueden crecer son empleadas como abrigo por parte de
las comunidades campesinas.
Gez observó en 1929 en la provincia de San Luis, el deterioro del paisaje en el
Salar del Bebedero, situación que continuamos observando en relevamientos de
flora recientes en esta área geográfica (Pérez y Mendoza, 2004). Estos tipos de
ecosistemas también se encuentran afectados por la influencia del ganado vacu-
no (como efecto secundario) que consume plantas halófitas y cactáceas. Los cac-
tus son consideradas pasturas alternativas cuando ocurren sequías importantes.
La salina del Bebedero se ubica en el sudoeste de la capital de San Luis y
según la descripción realizada por Capitanelli (1972), corresponde a una transi-
ción de comunidades de vegetación del gran Chaco. Se encuentra representada
por elementos de la ecorregión del Monte y del Chaco en el Oeste. Hacia el Este
comparte elementos con las ecorregiones del Chaco y el Espinal. Debido a ello
Cabrera (1976) lo ha considerado más precisamente como un “Chaco empobre-
cido”. La salina del Bebedero se emplaza en una depresión que se puede definir
como paleocauces o paleoriberas y progresa levemente disminuyendo en altitud
hacia el interior de la Laguna que lleva el mismo nombre. Los tipos de suelos fue-
ron descriptos por Tognelli (1987), como terriortentes típicos con fase inclinada,
muy erosionada por el agua y por salartides típicos. Tentativamente quiere decir
que son suelos inclinados altamente mineralizados y muy similares a otros suelos
de salares que se encuentran distribuidos en Argentina.
La descripción de la vegetación del Salar del Bebedero que se presenta a
continuación formó parte de un trabajo de impacto ambiental realizado para la
fábrica de sal Dos Anclas. Esta fábrica fue fundada alrededor de 1896 bajo la Pre-
Figura 5.1. Diagrama fisonómico estructural de la sucesión vegetal de la salina del Bebedero, en la provincia
de San Luis. En la parte superior se representa a la obtenida por Báez (1939) para el Norte de San Luís. En
la parte central a la sucesión obtenida por Pérez y Mendoza (2004), mientras en la parte inferior marcada
con fecha sólida a la sucesión de vegetación obtenida por Ragonese (1951) para las Salinas Grandes, en la
provincia de Santigao del Estero. Nótese en los casos indicados que las comunidades de vegetación son
similares. El listado de especies de cada ambiente puede compararse observando la tabla 2.1.
Tabla 5.1.
Listado de especies vegetales representativas de la vegetación de las salinas del Bededero, en la provincia
de San Luis. Fuente de la información: Pérez y Mendoza (2004) (en la lista identificada con la letra B), A:
Báez (1939), C: Stauffacher (1960), D: Ragonese (1977), E: Cabrera (1976), F: Cabrera (1951), G: Anderson
(1970), H: Roig (1980), I: Gez (1939).
Figura 5.2.
Fluctuaciones de canto (reproducción) y de hibernación (reposo) de H. pulchella modelado desde 1911-
2000. Basado en su optimo térmico mínimo empleando a la temperatura máxima media del mes de agosto
en Tucumán. Las líneas ondulada entera y la punteada, representan a las tendencias de las oscilaciones de
reproducción y de reposo empleando un ajuste polinómico de grado 6 (para visualizar tenuemente a las
fluctuaciones interanuales de las variables). Fuente de los datos climatológicos: Servicio Meteorológico
Nacional Argentino.
Por otro lado los cambios en los ciclos reproductivos de los sapos y ranas han
sido reportados en el hemisferio Norte, como los obtenidos por Blaustein et al.
(2001) estudiando a P. crucifer. En Michigan (USA), entre los años 1960-2000 y
previo al inicio de la primavera. En este caso, la relación con las temperaturas pri-
maverales y las obtenciones de crías no han sido tan marcadas pero el investiga-
dor ha visualizado cambios en las reproducciones de este anfibio con los valores
térmicos aledaños a la primavera. Finalmente Corn (2003) analizó los datos de
Blaustein et al. (2001) y demostró como las crías de los sapos Bufo boreas pueden
fluctuar en relación con el CCG, anticipándose a la primavera.
Para nuestro caso en el hemisferio Sur, el inicio del canto de H. pulchella es
realizado con valores “cálidos” en el mes de agosto. La Figura 5.2 (línea punteada
en la parte superior) muestra que la cantidad de días cálidos del mes de agosto
desde 1911 hasta el presente han sido cada vez menores. Lo que estaría indicando
que H. pulchella cuenta con menores condiciones normales para reproducción. En
consecuencia, estaría reproduciéndose en menor medida desde el salto climático
de la década del 50-60. Porque los inviernos en el mes de agosto en Tucumán
han contenido cada vez menor cantidad de días con temperaturas cálidas, las que
serían optimas para reproducción de los anuros que estudiamos. Pero, como ya
dijimos, estos cambios de gran escala han sido mostrados en el Norte Argentino
en distintas variables meteorológicas como la circulación atmosférica, variables
hidrológicas y direccionadas con el CCG.
De manera opuesta (parte inferior de la Figura 5.2) nuestro análisis indica
que las condiciones de reposo (días con temperaturas máximas por debajo del
mínimo ecológico) son cada vez más largos para H. pulchella. Lo que haría más
larga su etapa de hibernación desde 1911 hasta el año 2000. Algunas resultados
de investigaciones realizadas con experimentos de más de 25 años han demos-
trado que a las ranas que poseen tiempos interrumpidos de hibernación, poseen
detenimiento de su crecimiento, maduran rápidamente y tienen tasas mayores de
mortalidad que las que no se interrumpían sus tiempos de hibernación (Jorgen-
sen, 1986). En nuestro caso, son necesarias mayores evidencias para poder ser
comparadas con las que existen en otras latitudes del mundo. Pero nuestra mayor
evidencia en relación con las variables ambientales es que H. pulchella desde la
década del ´50 y hasta el presente vería disminuida su reproducción por con-
tar con menores condiciones para ello y por lo contrario, sus tiempos de reposo
serían cada vez mayores. Si estos tiempos de reposo son mayores y se intuye
igual efectos que los que se estudiaron en la primavera del Hemisferio Norte, H.
pulchella podría no estar tan afectada en su madurez y tamaño, pero sí estarían
entre 900 y 1500 m.s.n.m. que ha sido descripta por Meyer (1963), formada por
árboles como el mato (Myrcianthes mato Griseb. Mc Vaugh), el pseudomato (M.
Pseudomato D. Legrand Mc Vaugh), el güilli (Amomyrtella guilli Griseb.), y el myrrium
(Myrriun otroporpurea Shtt).. Puede encontrarse también un bosque mixto en la
transición de selva montaña hacia bosque montano en el que abundan árboles
como en cedro (Cedrela lilloi CDC), nogal (Juglans australis Griseb.), mate (Ilex ar-
gentinum Lillo).
Los suelos de la selva del Norte Argentino son de poco espesor debido al
relieve pronunciado y a la fuerte estacionalidad de las precipitaciones, que limitan
la formación de horizontes desarrollados. El clima de la eco-región de la selva
montaña fue estudiado por Mendoza (2004, 2011) y fue descrita como de clima
cálido, templado con invierno seco no riguroso, la temperatura media anual es
de 18.1°C y la temperatura mínima media de los meses fríos es de 7.0°C. Repre-
senta a un distrito extremadamente húmedo. Su balance hídrico es generalmente
positivo (mayor lluvia que evaporación) y aún en la época invernal la humedad
relativa del ambiente alcanza valores entre 90-100%, con lluvias y heladas que
podrían influenciar en la ocurrencia de incendios forestales (Mendoza, 2002).
En las montañas del Noroeste Argentino las actividades humanas, represen-
tan la fuente de ignición más importante de los incendios forestales. Molinillo y
Vides-Almonacid (1989) describieron cómo en esas latitudes el hombre influye
para que disturbios (ver este concepto en Capitulo 2, este volumen) de este tipo
puedan ocurrir. Estos incendios forestales varían con el rango altitudinal. En el
Norte de Argentina son más frecuentes en la ecorregión del bosque montano, que
se ubica por encima de la ecorregión de la selva montaña, es decir entre los 1300
y los 3000 m.s.n.m. en el piso altitudinal de vegetación dominado por bosques de
aliso del cerro (Alnus acuminata HBK).
A nivel global los incendios forestales se localizan en ambientes de clima
tropical, subtropical y semiárido y la precipitación tiene una fuerte influencia para
su desarrollo porque controla la productividad y humedad del combustible. Bon y
Van Vilgen (1996) estudiaron cómo la lluvia genera crecimiento de combustible,
es decir de pastizales (de aquí en adelante “combustible fino”) que por efecto del
clima pueden estar disponibles para generar incendios forestales.
En regiones secas los incendios se ven disminuidos debido a la baja produc-
tividad de combustible fino, mientras que en áreas húmedas la probabilidad y
frecuencia de fuego también se ve disminuida. Esta aparente contradicción se
debe a la alta humedad del combustible, que no disminuye la probabilidad de
incendios. En relación con esto, algunos estudios como los realizados por Chris-
tensen (1993), Turcq, et.al (1998), para Norte América y Europa y los realizados
por Grau (2001) para el Norte de Argentina, muestran que los principios teóricos
de interacción entre el clima y la vegetación y relacionados estrictamente con
los incendios forestales, son aplicados independientemente del sector geográfico.
Los autores unifican criterios para mostrar cómo el clima puede operar para que
ocurran los incendios forestales en relación a sequías y/o excesos hídricos.
En Argentina y más precisamente en las montañas del Norte de Argentina,
la probabilidad y frecuencia de fuego son altas con valores intermedios de preci-
pitación (Grau, 2001). Estudios de este tipo han sido mostrados por Grau (2001)
en las montañas de la ecorregión de los bosques Montanos (1300-3000 m s nm).
Es decir, que los incendios forestales en estas latitudes pueden ser generados con
cantidades intermedias de precipitación. Basándonos en los resultados obteni-
dos por Grau (2001) en una ecorregión de cantidad de precipitación intermedia y
propensa a incendios forestales, estudiamos un incendio forestal (históricamente
no se documenta otro en los últimos 100 años) en una ecorregión inmendiata-
mente inferior en su rango altitudinal (600-1300 m snm), pero en donde existen
altas cantidades de lluvia. Y de acuerdo con los principios teóricos expuestos, los
incendios forestales en la Selva deberían ser del tipo “no frecuentes”. Porque es
el piso altitudinal de vegetación que mayor precipitación recibe en las Yungas de
Argentina (Minetti, 2004). Tal vez por ello es que se desconoce sobre el desarro-
llo de eventos de fuego en este ambiente porque no reúne condiciones climáticas
para que esos eventos sean favorables.
Exploramos variables climáticas para inferir la humedad del combustible
(humedad de los pastizales) y explorar la relación con la única fecha de un incen-
dio forestal con que se cuenta actualmente para la selva. El mismo ocurrió en la
provincia de Tucumán el 9 de setiembre del año 2000, en los 27°03´ de latitud
Sur y 65°27´ de Longitud Oeste y abarcó más de 5000 hectáreas de bosque na-
tural. Se empleó datos diarios de precipitación y temperatura media del período
1954-2000 obtenido de la Red Hidrológica Nacional (EVARSA). Con la informa-
ción meteorológica diaria realizamos un balance hídrico como una metodología
que podría permitirnos inferir la humedad del combustible fino y ver cómo la sel-
va climáticamente puede quedar expuesta a incendios forestales de gran escala.
El balance hídrico ha sido propuesto desde mediados del siglo pasado por Thor-
nthwite (1948) y representa a una herramienta muy útil para monitorear sequías
o excesos de agua y relacionarlos con el estado hídrico del suelo.
El análisis estacional de los tres años anteriores el incendio forestal que se
estudió mostró bajas en el almacenaje de agua y altas anomalías de almacenaje
en el suelo (indicadas por las flechas en la Figura 5.3), que fueron más importan-
tes para el mes en donde se desarrollo el incendio forestal en la selva. Este efecto
se encuentra indicando un gran efecto “sequía” en el suelo y nos hace inferir el
desecamiento de los pastizales. Este afecto podría haber favorecido de manera
estricta el desecamiento de los pastizales de la selva y son los que conforman
el combustible fino disponible para fuego. Comparamos la presencia de esta
sequía con otros años similares para encontrar si existe una dinámica similar y
pudimos visualizarlos en los años 1959, 1961, 1978, 1983. Pero en esos años no
se documentan incendios forestales en la selva y tampoco se encuentran esos
años relacionados con grandes lluvias previas en los 3 años anteriores al fuego
como el evento que estudiamos. Lo que nos estaría indicando períodos de alta
disponibilidad hídrica (como los tres años anteriores al fuego) que son favorables
para crecimiento, seguidas por períodos de sequía en la primavera. La Figura 5.4
muestra el balance hídrico del año del incendio forestal en la selva, en el se obser-
va que cuando la evapotranspiración del suelo es mayor a la lluvia caída, el suelo
se encuentra en déficit. Lo que traducido en otro término indicaría desecamiento
de combustible fino.
Los resultados explorados indican que la ocurrencia del fuego podría estar
relacionada con el balance hídrico de los tres años anteriores al incendio forestal
para una ecorregión como la selva. Pero no se pudo comparar estos resultados
con otros, porque no se encontró documentado más que un evento de este tipo
en los últimos cien años en esta ecorregión.
Como se espera en estas latitudes que la probabilidad y frecuencia de fuego
en los bosques sean altas con valores intermedios de lluvia y porque períodos
secos son los mejores predictores de superficies quemadas en bosques se cree
estar evaluando aquí un factor que contribuiría grandemente en el desarrollo de
incendios forestales en la ecorregión de la selva montaña: las sequías. Las sequías
severas, como la del 2000, lograrían que un ambiente de alta humedad como la
selva, se parezca a uno de niveles intermedios de humedad como el bosque mon-
tano y de esta manera quede susceptible a grandes incendios forestales.
Figura 5.3.
Últimos 3 años de almacenaje de agua y anomalía porcentual de almacenaje de agua en la eco-región de la
selva montaña, en Los Sosa (Pcia. de Tucumán a 900 m.s.n.m. El mes de desarrollo del fuego se encuentra
indicado por las flechas. Anom: anomalía porcentual de almacenaje de agua en el suelo, Alm: almacenaje
de agua en el suelo. *: inicio de la estación de crecimiento del año T+1 (año siguiente).
Figura 5.4.
Balance hídrico en el año de desarrollo del incendio forestal en la eco-región de la selva montaña, en Los
Sosa provincia de Tucumán a 900 m.s.n.m. La flecha indica el mes de desarrollo del fuego. Llu: lluvia, EP:
evapotranspiración potencial ajustada, H: almacenaje de agua del suelo. *: inicio de la estación de creci-
miento del año T+1 (año siguiente).
Agradecimientos
Al Servicio Meteorológico Nacional de Argentina y a la Ing. E. Chacoff de la Red
Hidrológica Nacional, a la Secretaría de Recursos Hídricos de la Nación, al Dr. Juan L.
Minetti del Laboratorio Climatológico Sudamericano por las consideraciones preli-
minares en la interacción Cambio Climático Global (CCG) y al Ph. D. H.R. Grau de
la Universidad de Dember (EE.UU.), por los comentarios sobre incendios fores-
tales que contribuyeron a mejorar sustancialmente el manuscrito en su versión
original.
Estudio de ecosistemas y
salidas de campo
María Francis Suárez y Eduardo Agustín Mendoza
Figura 6.1.
Representa a la medi-
ción de cobertura arbó-
rea. Las flechas grandes
indican la proyección de
la copa sobre la super-
ficie del suelo. r= radio
(2.0 metros en el texto)
con flechas pequeñas y
el línea quebrada.
Figura 6.2.
Grafico del Espectro Biológico de Huaca-Huasi
(Valles Calchaquíes, provincia de Tucumán) ex-
presado como porcentaje de Formas de Vida en
un ecosistema Altoandino a 4200 m snm. En:
Mendoza 2005, modificado de Halloy, 1982. Th:
Terofitas, G: Geofitas, H: Hemicriptofitas, Gh:
Camefitas.
Figura 6.3.
Empleo de software Excel versión 13.0
de Microsoft, en donde se puede obser-
var a la información que se grafica en la
Figura 6.2.
Agradecimientos
A María Carrió y Antonio Gutiérrez por la discusión previa en el enfoque de
las salidas de campo en el ámbito de la formación docente.
Software
BIOSTAT 5.0 (Brazil, 2007): http://freestatistics.altervista.org/?p=stat
EXCEL. 2003. http://www.statistixl.com/
EXCEL: XLSTAT (Win) 2010: http://3d2f.com/download/10-791-statistixl-free-download.shtml
Statgraphics: http://www.statgraphics.com/
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