Florian Buitrago, Maribel, La María de Jorge Isaacs y Su Aporte en La Construcción de La Identidad de Los Sujetos, en Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.9: 335-352, Julio-Diciembre 2008
Florian Buitrago, Maribel, La María de Jorge Isaacs y Su Aporte en La Construcción de La Identidad de Los Sujetos, en Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.9: 335-352, Julio-Diciembre 2008
Florian Buitrago, Maribel, La María de Jorge Isaacs y Su Aporte en La Construcción de La Identidad de Los Sujetos, en Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.9: 335-352, Julio-Diciembre 2008
MARIBEL FLORIAN-BUITRAGO2
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca3, Colombia
maribelflorianbuitrago@yahoo.es
Resumen
Dado que fue en el siglo XIX cuando, ante la emergencia y consolidación de los
nacionalismos, la formación de las identidades nacionales se convierten en el foco de las
más diversas prácticas culturales, en especial de la literatura, optamos por recurrir a una de
las obras más representativas de la literatura colombiana como lo es María4, para analizar
cómo, a través de la representación del sentimiento amoroso y el registro de una serie de
ficciones autorreferenciales narradas en la novela, se empezó a modular los tonos de lo
colectivo y a preparar a la gente para la vida social.
Palabras clave: identidad, institución familiar, proceso de nacionalización.
Abstract
Given that it was in the 19th century when, confronted with the emergence and consolidation
of nationalisms, the formation of national identities became the focus of the most
diverse cultural practices, especially literature, we decided to resort to one of the most
representative works of Colombian literature such as “Maria” to analyze how, through
the representation of affectionate feelings and the record of a series of self-referential
fictions narrated in the novel, collective tones were beginning to be modeled, and people
were being prepared for social life.
Key words: identity, familiar institution, nationalization process.
1
Este artículo es resultado de la investigación titulada «María: la imaginación sentimental y la construcción
de una identidad nacional en la Colombia del siglo XIX (1867- 1879)».
2
Maestría en Historia, Pontificia Universidad Javeriana. Trabajadora Social, Universidad Colegio Mayor
de Cundinamarca.
3
Profesora en la Facultad de Ciencias Sociales.
4
Novela colombiana escrita por Jorge Isaacs en el año de 1867. La edición de la que han sido tomadas
las citas con relación a la novela es de Norma S.A., 1990, pues coincide en su totalidad con la edición de
1868, que es la segunda edición de María.
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Perro callejero, Minca, 2008
Fotografía de Leonardo Montenegro Martínez
TABULA RASA
No.9, julio-diciembre de 2008
Resumo
Dado que foi no século XIX quando, perante a emergência e consolidação dos
nacionalismos, a formação das identidades nacionais se converteu no foco das mais
diversas práticas culturais, em especial da literatura, optamos por recorrer a uma das obras
mais representativas da literatura colombiana como é María, para analisar como, através
da representação do sentimento amoroso e do registro de uma série de ficções auto-
referenciais narradas na novela, se começaram a modular os tons do coletivo e a preparar
as pessoas para a vida social.
Palavras chave: identidade, instituição familiar, processo de nacionalização.
¿Qué presentó el texto de Isaacs al público lector del siglo XIX? Este es el
interrogante general que nos hemos propuesto resolver en el presente artículo, para
entender qué lugar ocupó María con sus narraciones amorosas en la construcción
de la identidad de los sujetos.
Dicho lugar tiene que ver con la resuelta intención de controlar las libertades humanas,
pues con el advenimiento de la libertad moderna los sujetos estaban llamados a elegir
su propia regla de vida. Por esta razón, fue necesario generar expectativas acerca
del modo como las personas debían comportarse recíprocamente. María, en este
sentido, por subrayar la presencia del amor en el matrimonio y representar roles de
género basados en la división sexual del trabajo, contribuyó notablemente a ordenar
la identidad de los sujetos en provecho de la vida familiar.
Este asunto era de vital importancia en la Colombia del siglo XIX, ya que
repercutiría en la formación de la Nación, pues la familia como célula básica de
la sociedad estaba llamada a garantizar el pleno funcionamiento de la misma. Sus
funciones, previamente ordenadas para que incidieran en las demás instituciones de
la sociedad, ayudarían a configurar un cuerpo social y una estructura administrativa
plenamente congruente con las expectativas del proyecto de nacionalización. En
adelante, la generalización de sentido entre la gente, solidaridad, comunión y un
profundo orgullo patrio, como rasgos inherentes de una nación, serían valores que
se aprenderían y se administrarían primordialmente en el seno del hogar.
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La María de Jorge Isaacs y su aporte en la construcción de la identidad de los sujetos
Soñé que María era ya mi esposa: ese castísimo delirio había sido y debía
continuar siendo el único deleite de mi alma (María, p.204).
Pero esta idea del amor no había sido una constante de la experiencia humana; ésta
aparece justamente cuando los Estados o las colonias, en el caso latinoamericano,
empiezan a fundarse como Estados-Nación. Las razones que llevaron a ello tienen
que ver fundamentalmente con los cambios que proponía una época moderna:
la industrialización, la vida urbana, el progreso y el desarrollo de las libertades
humanas. Esto, categóricamente, llevó a que se transformara la institución familiar,
es decir, que se pasara de una familia doméstica que, por ser ordenada de acuerdo
con una economía agrícola tradicional, solía ser bastante extensa, a una familia
nuclear: unidad móvil y funcional para el desarrollo de la sociedad industrial.
Si bien la familia doméstica debía su unidad al vínculo matrimonial, éste no era
ordenado por el sentimiento amoroso, pues las condiciones sociales que imperaban
en ese momento hacían que se atendiera a otro tipo de intereses, ya fueran
económicos o de preservación del estatus social. La idea de insertar el sentimiento
amoroso en el matrimonio se da a la par con el advenimiento de la libertad moderna
y con el desarrollo de la individuación. Ante estos nuevos valores, que fueron
proyectados a la par con el deseo de forjar una sociedad organizada y civilizada,
fue necesario ordenar los sentimientos, en especial el sentimiento amoroso, en
provecho de la vida familiar, pues su no orientación podía ocasionar la creación
de familias multiparentales, el crecimiento de hijos naturales y la desorganización
en la transmisión de bienes económicos y principios de convivencia social, que
para nada ayudarían al fortalecimiento de la nación.
Esta breve explicación pone de manifiesto que los sentimientos pueden cambiar
con el tiempo o, por lo menos, su dirección. Antes el amor no se circunscribía al
matrimonio porque las expectativas no lo ameritaban, pero a medida que fueron
cambiando las trayectorias económicas y políticas, y se apuntaló el proceso de
civilización y modernización, la familia, como ese lugar privilegiado para la
transmisión de bienes y valores, tuvo que incorporarlo.
María es testimonio de una época en la que se requería con urgencia establecer
estos cambios, la entrada a la fase de nacionalización solicitaba que se ordenaran los
sentimientos en provecho de la vida familiar, porque la idea era organizar un gobierno
a través de la familia. Como prueba de ello están las palabras que emitió Salvador
Camacho Roldán, ensayista y escritor colombiano del siglo XIX, quien a través de
uno de sus escritos nos deja ver cuán importante fue organizar los sentimientos en
provecho de la vida familiar, dada su repercusión en los asuntos de orden público.
El matrimonio es el acto más solemne de la vida del hombre, el que más
decisiva influencia ejerce sobre la dirección de las costumbres públicas.
Institución encargada de arreglar la necesidad del más constante e
irresistible impulso de la naturaleza humana, que eleva al hombre de la
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Visto de este modo, cabe considerar la novela de Isaacs como un recurso civilizador
que fue llamado a orientar ese complejo mundo de los sentimientos, cómo sentir, qué
sentir y expresamente hacia qué o por qué, es en síntesis, un indicador que revela el
avance que se dio en el siglo XIX en torno a las estrategias de control social. Teníamos
que ser un pueblo civilizado y ordenado para forjar una nación sólida e independiente,
pero eso no se podía hacer dejando de lado la impronta de la civilización, es decir,
combatiendo el desorden con técnicas que denotaban tanta o más barbarie como
la de los años anteriores. Teníamos que encontrar otras formas de dominación, y
conforme la educación se convirtió en el instrumento preferido de control social,
la novela sentimental –su discurso– resultó ser una estrategia bastante provechosa,
pues no sólo tenía como tarea orientar las pasiones de los hombres, sino que además
cargó todo su acento en subrayar la presencia del amor en el matrimonio (Luhmann,
1985). Entiéndase que el matrimonio y por extensión la familia seguía siendo una
institución importante y permanente en el cambio de generación (colonia-república),
pero que debido a los adelantos de la época no podía seguir siendo controlada de
la misma manera. En adelante eran otras las condiciones sociales, ya que los lazos
clasistas sucumbían ante la idea o el desarrollo de una singularidad individual en la
que los sujetos estaban llamados a elegir su propia suerte.
Centrando su atención en el tema del amor como educador supremo, los novelistas
del siglo XIX descubrieron que la mejor forma de llegarle a los lectores o de
persuadirlos no era por medio de la razón, como intentaban hacerlo algunos
filósofos de la época, sino por medio del sentimiento. Dicho sistema de persuasión
se sustenta en las reglas que soportan la composición de la novela sentimental en
el siglo XIX6. Conmover el corazón de los lectores para hacerles amar lo que es
perfecto y detestar lo defectuoso, fue la regla que por antonomasia acogió a todas
las demás. Esto hecho puede ser corroborado a partir del comentario que emitió
uno de los lectores de María en el año de 1869:
¿Cómo no llorar de dolor al leer esas líneas escritas, no con la mano – sino
con el corazon; no dictadas por la cabeza – sino por el sentimiento mismo?7
Persuadir al público lector a través del sentimiento para enseñarle a amar lo
«perfecto» y detestar «lo defectuoso», fue una
6
Al respecto, véase el texto que, en materia fórmula bastante efectiva para domesticar
de retórica, obtuvo mayor difusión en
la Colombia del siglo XIX: El Arte de las pasiones, y por esa misma vía, controlar
Hablar, en prosa y verso de José Mamerto la sociedad que se encaminaba hacia una
Gómez Hermosilla. Pese a que este autor
vivió entre los años de 1771 y 1837 y civilización progresista. En la época se tenía
sus publicaciones en orden cronológico conciencia de ello, es decir, se sabía claramente
fueron: 1842, 1850, 1853, 1877, 1883, 1912
y 1929, sólo se tuvo acceso a esta última.
cuál era la función de la novela sentimental. En
7
Alcídes, «Jorge Isaacs», La Aurora: periódico el mismo año en que se publicó María, apareció
dedicado al bello sexo, Medellín 7 de agosto en un periódico que fue emitido en la ciudad
de 1869, p. 2.
de Bogotá lo siguiente:
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Vente —me decía— ven pronto, o me moriré sin decirte adiós. Al fin me
consienten que te confiese la verdad: hace un año que me mata hora por
hora esta enfermedad de que la dicha me curó por unos días. Si no hubieran
interrumpido esa felicidad, yo habría vivido para ti (María, p. 307).
Pese a que en la novela quien asume dicho reproche es el padre de Efraín, al decir
«yo autor de ese viaje maldecido, ¡la he muerto!» (María, p.348), se debe considerar
que las intenciones que dieron curso a la realización de este viaje fueron, además del
simple y llano deseo del padre de Efraín, las costumbres sociales de la época. En
efecto, en Colombia durante el siglo XIX la familia se circunscribía al marco de las
relaciones patriarcales, un modelo que suponía la autoridad política del padre sobre
el hogar; por ello no es sorpresivo el comentario que le hace el padre de Efraín
a su hijo cuando advierte que éste se ha enamorado de María: «No ignoras que
pronto la familia necesitará de tu apoyo, con mayor razón después de la muerte de
tu hermano» (María, p. 52). Por otra parte, el imaginario que se tenía con relación a
la educación influyó bastante. En el siglo XIX, como lo señala Safford, «la medicina
era una profesión socialmente aprobada, una carrera que los jóvenes neogranadinos
no dudaban seguir en los comienzos de la época republicana» (1989:14), pues con
ello se contribuía al progreso material y científico del país, necesidades que tenían
como columna vertebral el camino hacia la modernización y consolidación de los
países que querían entrar en la fase de nacionalización.
De esta manera puede concluirse, en un primer intento de explicación, que la
imposibilidad del idilio amoroso en María representa la fragmentación de la
comunidad tradicional específicamente localizada en el área rural, debido a los
nuevos intereses que imponía el proceso de modernización. Efraín se aleja de
María porque debe culminar su carrera de medicina y cumplir con las expectativas
que en él había sembrado su padre. De hecho, la historia de amor entre Braulio y
Tránsito, que se da paralelamente a la de Efraín y María, permite corroborar este
planteamiento. Cuando Efraín se encontraba tan triste y casi a punto de suicidarse
por la pérdida de su amada, cuenta que alguien lo observaba y lo llamaba entre los
rosales. Era Tránsito, quien temía lo peor y trató de persuadirlo para que se alejara
del abismo; aunque en un inicio Efraín no quiso hacerle caso, la mujer le menciona
a Braulio y a su hijo, luego de lo cual se retracta de su decisión y pide perdón. La
escena termina cuando Tránsito pone a su hijito en las piernas de Efraín, mirando
complacida cómo él lo acaricia.
Posiblemente Isaacs, con el desarrollo de esta historia paralela, quiso mostrar las
diferencias que entre las parejas de novios dieron curso a finales disímiles. Braulio
no era un niño de la alta sociedad como Efraín, había llegado de Antioquia al Valle
del Cauca hacía dos meses, y se encontraba profundamente enamorado de su
prima. Tránsito tampoco era como María y, lo más importante, no estaba enferma.
Isaacs se refiere a ellos como una familia de humildes montañeses, profundamente
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que les espera, se acercan las escenas en las que María no puede ocultar el llanto y
Efraín empieza a sufrir de insomnio. «Un estremecimiento nervioso me despertó
dos o tres veces en que el sueño vino a aliviarme» (María, p. 301), dice Efraín un día
antes de emprender el viaje y añade «no eran las cinco todavía cuando después de
haberme esmerado en ocultar las huellas de tan doloroso insomnio, me paseaba en
el corredor, oscuro aún» (María, p. 302). El dolor es el camino que necesariamente
María y Efraín deben salvar para alcanzar la felicidad, María es prometida a Efraín
mediante una ausencia terrible que pronto la llevaría a la muerte.
Pero entonces, ¿qué intención pudo tener Isaacs como portavoz de un imaginario
colectivo al sacrificar a María? Hasta el momento todo parece indicar que Isaacs
pone de relieve la educación, incluso por encima de la institución matrimonial,
pero esta intención no es congruente con las expectativas de la época, puesto
que se requería fortalecer la familia, justamente para llevar a cabo muchos de los
proyectos que demandaba el proceso de modernización. Uno de esos proyectos
era la construcción de las esferas masculina y femenina para mantener el orden
social y así preservar los valores.
La muerte de María secundada por la ausencia de Efraín no tendría sentido en
este panorama, porque las dos cosas (la educación y la inserción del sentimiento
amoroso en el matrimonio) fueron dos partes de un mismo proceso. Pero si se
le atribuye la muerte de María a la enfermedad de la cual era víctima, entonces
podría pensarse que Isaacs veía como un verdadero obstáculo para el matrimonio
el hecho de que María estuviera amenazada de muerte, pues la esperanza de llegar
a consolidar una familia feliz y con hijos era bastante remota. Esta visión se puede
confirmar en la novela cuando el padre de Efraín le dice a su hijo:
Debes saber también mi opinión sobre tu matrimonio con ella, si su
enfermedad persistiere después de tu regreso a este país... pues vamos
pronto a separarnos por algunos años: como padre tuyo y de María, no
sería de mi aprobación ese enlace (María, p. 54).
Así, no cabe duda que Isaacs, imbuido por la mentalidad de la época, estaba
comprometido con los ideales del momento, al revelarle a sus lectores que el dolor
era el camino que le esperaba a aquél que se enamorara de una mujer como María
–un imposible erigido en ley amorosa–. Sin embargo, durante el siglo XIX, gracias
a la influencia del romanticismo, se logró la inversión del sentimiento del dolor,
pues el amor imposible se instaló entre los románticos como un ideal supremo que,
entre otras cosas, también ayudó a fomentar la inserción del sentimiento amoroso
en el matrimonio. A simple vista podría parecer contradictorio, puesto que se trata
de la búsqueda de una síntesis, que se sabe por anticipado no puede ser realizada
–la paradoja romántica–. No obstante, la explicación está en que la gratificación de la
distancia entre los amantes, en este caso María y Efraín, permite un compromiso
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que, como lo señala Luhmann, «en gozo directo acabaría por perderse» (1985:146), lo
cual tiene sentido si se tiene en cuenta que para fortalecer la inserción del sentimiento
amoroso en el matrimonio, debía al mismo tiempo fortalecerse la promesa de una
felicidad invariable, es decir, sembrar la certeza de que el amor iba a durar incólume
para siempre. Este hecho puede ser corroborado en la novela, finalmente, porque
es la única condición que María le impone a su amado, las otras, como lo señala el
siguiente diálogo, son impuestas por el padre de Efraín:
M. — ¿Por qué no hablas? ¿Te parecen buenas las condiciones que
pone?
E. —Sí, María. ¿Y cuáles son las tuyas en pago de tanto bien?
M. —Una sola.
E. —Dila.
M. —Tú la sabes.
E. —Sí, sí; pero hoy sí debes decirla.
M. —Que me ames siempre así —respondió, y su mano se enlazó más
estrechamente con la mía (María, p. 212).
Como podemos ver, esta novela coadyuvó al proceso de formación de la nación
haciendo solidarios amor y matrimonio. No se trataba, en definitiva, de apurar el
goce de las pasiones entre los cónyuges, sino de fortalecer la institución matrimonial
bajo los mismos parámetros ideológicos que habían dado curso a la emancipación
y a la formación de las naciones: libertad e igualdad. Sin duda alguna, estos
parámetros también alimentaron el progreso de individuación, que es considerado
por algunos teóricos como el logro más admirable de la civilización moderna; ello
no quiere decir que antes de la configuración del Estado Moderno o de la República
el hombre no hubiera desarrollado ningún tipo de racionalización individual, sino
que al cambiar la forma en que los hombres acostumbraban a convivir bajo una
forma específica de organización política, también cambió su comportamiento;
lo revelador en esa época es que la psicologización y racionalización individual
se hizo más patente, en cierta medida, por los adelantos que dieron cauce a la
configuración del Estado Moderno, entre ellos el desarrollo de la imprenta. En
adelante, las personas tenían derecho a elegir por sí mismas su propia regla de
vida, y todo gracias al advenimiento de la libertad moderna que aconteció por el
descrédito de ciertos órdenes morales que venían imperando hasta el momento,
como la monarquía y la religión. Sin embargo, esto no fue más que una coartada,
porque el Estado Moderno que se venía instituyendo había integrado, como
lo señala Foucault (1985:85-105), una vieja técnica de poder originada en las
instituciones cristianas que él mismo resolvió llamar poder pastoral.
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Foucault expone cómo esa vieja técnica –el poder pastoral– se fue extendiendo y
multiplicando por fuera de la institución eclesiástica, ya que algunas de las estrategias
que habían sido diseñadas para la consecución de sus objetivos, como la salvación
individual en el otro mundo, la ocupación no solamente de la comunidad sino de
cada individuo, el sacrificio por la salvación del rebaño y el conocimiento interior
de las mentes de la gente y de sus almas, fueron acogidas por una nueva forma
de organización política como lo es el Estado Moderno, obviamente con algunas
modificaciones, puesto que ya no se buscaba asegurar la salvación de los individuos
en el otro mundo, sino en éste, sustituyendo así los objetivos religiosos por los
mundanos, y adhiriendo al sistema una serie de instituciones políticas y sociales
que se encargarían de ejercer dicho poder.
En la Colombia del siglo XIX, más específicamente después de la segunda mitad,
este asunto del control social amparado por la técnica del poder pastoral, se
expresó de maneras distintas. Esto tuvo razón de ser porque las dos vertientes
políticas (liberalismo y conservadurismo), que se erigieron para establecer un orden
social, tenían objetivos e intereses disímiles. Los liberales, más abiertos a las ideas
contemporáneas, trataron de quitarle poderío a la iglesia católica, estableciendo otro
tipo de estrategias para el control de las libertades humanas. Fue por ello que bajo
el olimpo radical se hizo énfasis en que la mujer no estuviese todo el tiempo en
la iglesia, sino que aprovechara el tiempo libre haciendo caminatas para mantener
un estado saludable, o leyendo libros y periódicos propios de su sexo. Por otro
lado, los conservadores creían que la única forma de forjar un pueblo civilizado
era a través de la religión. Si bien Isaacs vive entre el desconcierto de estas dos
vertientes, y decide cambiarse de partido político volviéndose liberal en la década
de 1860, no cabe duda de que aquellas ideas de avanzada alimentaron la producción
y recepción de su obra. Aunque en María existen muchas referencias cristianas, el
hecho de no estar amparada bajo el nombre de catecismo, por ejemplo, hace que
su acogida se vea como testimonio de la introducción y el éxito que tuvieron las
ideas liberales en el control de la individualidad.
El hecho, finalmente, es que el Estado Moderno combina perfectamente las técnicas
de individualización con los procedimientos de totalización. El poder pastoral no
es más que una forma de poder individualizante, y por eso es que tiene cabida en
la producción de la individualidad. La fórmula es producir la individualidad, pero
al mismo tiempo moldearla y someterla a un conjunto de patrones específicos,
para que con ello se puedan ajustar las partes relativas de la libertad humana.
Con base en lo anterior no debe sorprendernos que la novela de Isaacs haya
cumplido una labor estratégica en el desarrollo y control de la individualidad durante
esa época. Este tipo de literatura ampliamente difundida durante el siglo XIX
coadyuvó al proceso de educación sentimental, trazando itinerarios sentimentales
y proponiendo modelos de conducta, que por supuesto estaban encaminados a
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fortalecer y a preservar el orden social. Todo esto fue posible gracias al desarrollo
de la alfabetización, que entre otras cosas, sirvió para que cada individuo se hiciera
una imagen del mundo por sí solo. Al particularizarse la lectura –lo que no quiere
decir que se haya dejado de leer en voz alta– se modificó de igual manera el registro
que se tenía hasta el momento de las relaciones interpersonales, pues los sujetos
poseían una herramienta más al servicio de su individualidad, que les permitiría
ampliar el horizonte de comportamientos posibles dentro de la vida social. Pero
si se tiene en cuenta, como lo señala Philippe Ariès «que ese individualismo de
costumbres declinó desde finales del siglo XVIII en provecho de la vida familiar»
(1989:15), entonces tendría sentido analizar en detalle cómo Isaacs colabora en
la producción y control de la individualidad, a través de la representación del
sentimiento amoroso en María.
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Pero, ¿cuál era la finalidad de este tipo de representaciones? ¿Qué se pretendía con
la orientación del encuentro amoroso en estos lugares? Si los paseos por el jardín
y el huerto de los que habla Efraín en la novela, por su inmediata conexión con la
casa, no permitían a la pareja de enamorados sustraerse a la mirada de los demás, y lo
mismo podría decirse de aquellos encuentros que se daban en otros lugares –como
la alcoba– que, pese a ser privados, estaban reglamentados y condicionados por la
etiqueta que regía en la época, se ha de notar que la intención, en todo caso, no era
otra que asegurar la salvaguarda del pudor femenino y obstaculizar el desenfreno de
las pasiones que entre los enamorados podían acarrear terribles consecuencias.
La dirección que toma el encuentro amoroso en el contexto del siglo XIX, debe ser
entendida como uno de tantos rituales que fueron llamados a ordenar la constitución
de la pareja, denotándose con ello que la idea no apuntaba solamente al incremento
de la tasa poblacional –que era un factor importante para el progreso económico
de la nación–, sino al desarrollo de una estrategia que le confería a la institución
matrimonial el papel de agente reproductor y regulador de la sociedad.
Debía prevenirse a toda costa cualquier hecho que atentara contra la pervivencia
familiar, por lo que se castigó el incesto, el parricidio, la infidelidad, la fuga y la
pérdida de la virginidad, entre otras cosas que pudieran atentar contra el orden de
la institución; no obstante, la aplicación del castigo ya era una medida extrema, era
la respuesta a un problema concreto, que podía evitarse de muchas maneras. En
vista de esto, fue preciso ordenar hasta el más mínimo detalle que condujera a la
constitución de la pareja, fundamentalmente porque este asunto redundaría en la
construcción de las identidades individuales y, por esa misma vía, en la construcción
de una identidad nacional.
Algunas experiencias vivenciales narradas en María dejan ver de manera minuciosa
la riqueza que toma el encuentro amoroso, como también la proliferación de ciertos
clichés10 propios de este tipo de literatura, que continuaron informando los caminos
de lo imaginario y regulando la producción de la significación.
Los clichés más representativos en María son completamente análogos a los de
otras novelas foráneas del mismo género.
10
Este concepto se entiende aquí como
la apropiación particular que se da en Al parecer había una marcada influencia de
la Colombia decimonónica de algunas novelas francesas tales como Atala (1801),
de las estructuras retóricas que tocan a
la narrativa romántica europea. Isaacs de René de Chateaubriand, y Pablo y Virginia
recurrió a una intertextualidad que le (1788) de Bernardin de Saint-Pierre, que, como
permitió la recreación de ciertos lugares
comunes, especialmente los que se referían lo confirman algunos periódicos de la época,
a la mujer como recurso civilizador. circularon en Colombia durante el siglo XIX.
Bertnardin de Saint-Pierre narra una trágica historia de amor en la que la heroína
muere por un gesto de pudor bastante exagerado: «su negativa, cuando su barco
está a punto de ser quebrado por la tormenta, a librarse de sus ropas para poder
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