Cántico de Ana
Cántico de Ana
Cántico de Ana
+ Para nosotros, que leemos desde una perspectiva cristiana estos pasajes
del Antiguo Testamento, el único punto de referencia es la cruz de Cristo, en la
que encuentra una respuesta profunda el misterio del dolor en el mundo.
En este trasfondo resaltan las palabras de nuestro himno. Invitan a
mirar a lo alto, a «Dios que vive eternamente», a su reino que «dura por
los siglos». A partir de esta mirada dirigida a Dios se desarrolla un
breve esbozo de teología de la historia, en el que el autor sagrado trata
de responder al interrogante que se plantea el pueblo de Dios disperso
y probado: ¿por qué Dios nos trata así? La respuesta alude al mismo
tiempo a la justicia y a la misericordia divina: «Él nos azota por
nuestros delitos, pero se compadecerá de nuevo» (v. 5).
Convertíos, pecadores,
obrad rectamente en su presencia:
quizás os mostrará benevolencia
y tendrá compasión.
Ensalzaré a mi Dios, al rey del cielo,
y me alegraré de su grandeza.
Que todos alaben al Señor
y le den gracias en Jerusalén.
También hoy el pueblo de Dios vive una nueva diáspora en un mundo que no
comparte nuestra fe cristiana; también la Iglesia debe ser evangelizadora de
quienes desconocen el rostro de Dios revelado por Cristo; también nosotros
hemos sido infieles y merecemos el azote de nuestro Padre; también el nuevo
Israel está llamado a la esperanza...
Por ello, el cántico de Tobit puede ser nuestra oración: Dios nos azota, pero se
compadecerá de nosotros; Dios nos azota, pero, si volvemos a él, nos
congregará definitivamente en su reino escatológico de entre las naciones por
donde estamos dispersados; Dios nos dispersó entre las naciones, pero para
que, con nuestra fe y nuestra esperanza, proclamemos ante los gentiles la
grandeza de Dios.
ORACIÓN
Desbordamos de gozo y
nos alegramos contigo,
Dios nuestro, porque te
has fijado en la
humillación de nuestra
situación pecadora, y nos
has quitado nuestra
vergüenza y sonrojo,
vistiéndonos un traje de
gala, revistiéndonos de
Cristo, para ser tus hijos;
que nada ni nadie nos
haga volver a la antigua
situación. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.