Leyendas El Hada Del Viejo Pino
Leyendas El Hada Del Viejo Pino
Leyendas El Hada Del Viejo Pino
Hubo una vez, en unas lejanas llanuras, un árbol antiquísimo al que todos admiraban y que
encerraba montones de historias. De una de aquellas historias formaba parte un hada, que había
vivido en su interior durante años. Pero aquella hada se convirtió un día en una mujer que
mendigaba y pedía limosna al pie del mismo pino.
Muy cerca, vivía también un campesino (al que la gente consideraba tan rico como egoísta), que
tenía una criada. Aquella criada paseaba cada
mañana junto al viejo pino y compartía con la
mujer mendiga todo el alimento que llevaba
consigo. Pero cuando el campesino se enteró de
que la criada le daba el alimento a la señora que
mendigaba, decidió no darle ya nada para comer
para no tener así que regalárselo a nadie.
El campesino, ya sentado en la mesa, decidió meterse todo cuanto pudo en los bolsillos, puesto
que ya no le cabía nada en el estómago. Acabada la fiesta, el hada y los enanitos se fueron a un
salón de baile y el campesino decidió que era el momento de volver a casa. Cuando llegó, quiso
presumir de todo cuanto le había pasado ante su familia y sus criados y, para demostrarlo, sacó
todo cuando había metido en sus bolsillos. Pero, oh, oh…de los bolsillos no salió nada.
El campesino, enfurecido por las risas de todos, ordenó a la criada que se fuera de su casa y que
comprobara si quisiera cuanto le había contado. La pobre joven salió de la casa entristecida, y
acudió hasta los pies del pino. Pero, de pronto, poco antes de llegar, notó algo muy brillante en los
bolsillos de su delantal. Eran monedas de oro.
Tan contenta se puso la criada que decidió no regresar nunca más al hogar del campesino egoísta,
y fue a ver a la mujer que mendigaba en el pino para darle algunas monedas.
Tome señora, unas pocas monedas que tengo, seguro que le ayudarán. – Dijo la joven.
Y en aquel mismo momento la falsa mendiga retomó su forma de hada, recompensando la actitud
de la joven con un premio todavía mayor, su libertad y su felicidad eternas.
La leyenda del conejo grabado en la Luna
Existe una leyenda misteriosa que nos habla del dios azteca Quetzalcóatl. Según esta leyenda, en
una tarde de verano, el dios azteca Quetzalcóatl pensó que
podía ser muy buena idea ir a dar un paseo. Pero se olvidaba
de que su aspecto, en forma de serpiente emplumada, podría
atemorizar al mundo. De esta forma decidió que lo mejor sería
bajar a pasear a la Tierra tomando un nuevo aspecto humano
y común.
Tomó asiento en aquel mismo instante sobre una piedra gruesa del camino, y al poco tiempo se le
aproximó un conejito que parecía observarle con mucha atención mientras movía los finos
bigotes.
Como una deliciosa zanahoria que encontré por el camino. ¿Deseas que la comparta
contigo?
No gracias, no puedo quitarle su sustento a un ser vivo. Tal vez mi verdadero destino sea
pasar hambre y desfallecer como consecuencia de ello y también de mi enorme sed.
¿Y por qué habría de pasar algo tan terrible si yo puedo ayudarte? – Replicó el conejo.
Eres muy amable, conejito. Sigue tu camino y no te preocupes por mí. – Exclamó
apesadumbrado y agotado el dios Quetzalcóatl.
Hace mucho tiempo existieron unas extrañas y maravillosas criaturas que poseían el cuerpo como
los caballos más hermosos de la tierra, y además, un mágico
cuerno en el centro de su frente. Estas criaturas, llamadas
unicornios, eran de color blanco y se cree que procedían de
tierras indias.
En la Edad Media, sabedores de las propiedades del cuerno de los unicornios, muchos cazadores
se adentraron en los bosques para dar caza a estos enigmáticos seres, con tan mala fortuna, que
terminaron abocando a los unicornios a su desaparición. Muy inteligentes, y como los unicornios
eran seres tan solitarios y solo dejaban verse por las personas buenas, aquellos temibles cazadores
se aprovechaban de las personas de corazón puro para capturar a los unicornios y apresarles en
busca de sus cuernos.
¿Conocéis al que fuera rey de la actual Gran Bretaña, Uther Pendragon? Aquello sucedió según la
leyenda hace mucho tiempo, pero todavía los ecos de
aquellos sucesos rezuman por todo el mundo. El rey
Pendragon mantenía un duro conflicto con el llamado
duque de Tintagel, que finalmente terminó un día en el
que Pendragon decidió firmar la paz. Para aquel día no
tuvo reparos en invitar a la gente más populosa de la
comarca, entre ellos el duque de Tintagel y su mujer, la
duquesa Igraine.
Pero como aquello no podía saberse e Igraine falleció poco después del nacimiento de Arturo,
éste fue enviado con el mago Merlín, el cual se haría responsable de su cuidado y formación hasta
que el joven cumpliese los dieciséis años. Llegado aquel momento, Arturo fue enviado con un
caballero llamado Sir Héctor, pero hasta entonces, fue el mago Merlín el encargado de cuidar,
alimentar y enseñar todo aquello que sabía al joven príncipe, que lejos de ignorarlo, demostraría
ser una persona obediente y responsable como pocas.
Pasados los años, el rey Uther murió sin haber dejado ninguna descendencia reconocida en su
castillo, y el mago Merlín, convencido por algunos caballeros, decidió organizar un evento para
solucionarlo y nombrar a un nuevo rey. El reto consistiría en sacar una espada, la espada de
Excálibur, de un yunque de hierro dentro del cual se encontraba atrapada. Muchos fueron los que
intentaron sacarla, pero ninguno pudo conseguirlo. Ninguno salvo Arturo, que consiguió retirarla
sin apenas esfuerzo.