Guillermo Tell
Guillermo Tell
Guillermo Tell
El sombrero
En ocasiones debía bajar al pueblo en busca de provisiones, y en una de
esas visitas, Guillermo quedó sorprendido al ver cómo todas las personas
que pasaban por la plaza se inclinaban ante un palo alto que tenía un
sombrero colgado en la punta.
Con los brazos atados, lo condujeron junto a su hijo a la corte del duque. Al
verlo, Gressler hizo una mueca de satisfacción y le dijo:
La manzana
Guillermo Tell lo pensó un poco pues no confiaba en aquel hombre. Aunque
el tiro era difícil, estaba seguro de poder lograrlo, así que al final accedió.
Así que el duque, los cortesanos y los soldados con Guillermo y su hijo
detenidos, se dirigieron a un campo cercano al castillo, en donde crecía un
roble. Al llegar, el conde entre risas ordenó:
El final
Gressler se volvió una furia y exclamó:
-¡Te condeno a muerte por traición! ¡Llevadle a las mazmorras del castillo
de Kussnacht al otro lado del lago y dejadlo allí sin comida ni agua!
Los soldados desataron a Tell y este tomó el timón: con gran esfuerzo hizo
girar la proa del barco hasta acercarse a la orilla, donde las rocas parecían
dientes afilados que sobresalían del agua. Viendo acercarse una ola
enorme, Guillermo dio un golpe de timón: la ola levantó el barco y lo dejó
caer de repente sobre las rocas: ¡partiéndolo en dos!
Desde la otra orilla, Gressler vio horrorizado cómo sus mejores soldados
eran engullidos por la tormenta. Del otro lado, Guillermo apuntó la ballesta y
disparó… ¡la flecha se clavó en el corazón del duque!
Guillermo se encaminó hacia las montañas, hacia su casa, donde le
esperaba su hijo.