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Historiografia Urbana en Latinoamerica D

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HISTORIOGRAFIA URBANA EN LATINOAMERICA:

DEL POSITIVISMO AL POSTMODERNISMO


Arturo Almandoz1

INTRODUCCIÓN

1. Este artículo trata de seguir el desarrollo de los paradigmas de la historio-


grafía urbana y del urbanismo en América Latina, desde algunos de sus anteceden-
tes positivistas de finales del siglo XIX y comienzos del XX, para después concen-
trarse en el período en que estos subcampos disciplinares comenzaron a definirse
epistemológicamente desde los años 1960. A partir de entonces, se intentará dar
cuenta del desarrollo de la historia urbana en función de las sucesivas disciplinas que
lo han alimentado - historia económica y social, geografía, historia de la arquitectura
– así como de los modelos que lo han inspirado, tales como la escuela de la Depen-
dencia, de los Anales, postmodernismo, etc. El seguimiento de ese desarrollo reque-
rirá, primeramente, encuadrar las tempranas tendencias historiográficas latinoameri-
canas dentro del panorama internacional de la historia urbana, con especial referen-
cia a las aproximaciones anglosajona, francesa e italiana.
La conformación de la historiografía urbana será ilustrada a través de figuras y
obras clave que se consideran especialmente influyentes en la región. En este senti-
do, se pasará revista a algunos de los autores latinoamericanos y de otros contextos
que se han ocupado de la urbanización, la ciudad y el urbanismo desde los años
1960, tratando de establecer una distinción entre historia urbana y del urbanismo,
entendiendo por esta última la de la disciplina y sus modelos prospectivos. A partir de
los años 1990, tomando como punto de inflexión los trabajos de Jorge E. Hardoy, se
tratará de revisar cómo se han incorporado a la agenda hispanoamericana temas in-
ternacionales de la posmodernidad, tales como el de la transferencia de ideas ur-
banísticas, aplicado a casos específicos. Paralelamente, sobre la base los trabajos
de José Luis Romero y Angel Rama, se tratará de revisar la conformación de nuevos
sub-campos disciplinares, resultantes también de los estudios culturales que se han
configurado a nivel internacional. Entre esas nuevas modalidades historiográficas,
valga distinguir la historia cultural urbana que se ha concretado a través de los estu-
dios de casos para períodos específicos de ciudades latinoamericanas. En relación
con éstas se considerarán los estudios históricos de imaginarios urbanos y formas de
representación en las literaturas nacionales.

HISTORIA DE LA CIUDAD Y LA URBANIZACIÓN2

2. Adoptando una concepción que puede parecer algo simplista, pero que re-
sulta operativa a efectos de iniciar un registro de tendencias y fuentes, creo que por
historia urbana generalmente se entiende aquella que se centra en la ciudad y el pro-
ceso de urbanización; por extensión, también se suele designar así a la historia de
las disciplinas que se han ocupado del diseño y administración de la ciudad, espe-
cialmente del urbanismo técnico que surgió a raíz de los problemas de la ciudad in-
dustrial. La distinción entre historia urbana y urbanística resulta útil de mantener al
aproximarse, como pretende este texto hacerlo, a aspectos historiográficos y meto-
dológicos de este campo en las últimas décadas, en medio de una creciente literatura
internacional de obras generales y estudios de casos.3 En este sentido, valga hacer
notar que la conformación de revistas y asociaciones especializadas internacionales
confirman tal distinción entre las dos sub-áreas, distinción que sostengo a efectos de
estructurar este texto.4
Comenzando con las obras centradas en la ciudad y la urbanización, pueden
encuadrarse como antecedentes de historia urbana algunos estudios clásicos resul-
tantes de la historia económica y social, así como de la aplicación de las nacientes
ciencias sociales del siglo XIX al ámbito de la ciudad en diferentes períodos históri-
cos. Así por ejemplo, dentro de la tradición positivista de la historiografía francesa, la
interpretación que Fustel de Coulanges ofreció en La cité antique (1864) de los gru-
pos familiares y sociales que originaron las instituciones urbanas griegas y romanas,
la cual fue ampliada y actualizada para la polis en La cité grecque (1928) de Gustave
Glotz.5 Después que Max Weber tipificara las ciudades históricas en tanto formas de
dominación socio-política en Economía y sociedad (1922),6 Henri Pirenne estudió las
instituciones burguesas en Les villes du moyen age (1925), así como Léon Homo de-
talló Les institutions politiques romaines (1927).7 Dentro de la denominada "sociolog-
ía histórica" que venía de Coulanges y Weber, acaso uno de los productos más co-
nocidos del siglo XX haya sido The Preindustrial City (1960) de Gideon Sjoberg.8
Proveniente de la estadística social, no se puede olvidar la precursora obra de Adna
F. Weber sobre The Growth of the Cities in the Nineteenth Century (1899).
Además de esa camada de obras resultantes de las ciencias sociales en gene-
ral, y de la historia económica y social en especial, creo que el carácter más especí-
fico vinculado al espacio y la forma urbana se acentuó en trabajos de inspiracion
bergsoniana, tales como Cities in Evolution (1915) de Patrick Geddes, o Paris. Son
évolution créatrice (1938) de Marcel Poëte.9 Tal como lo ha hecho notar Michel Ra-
gon, en esas obras el recorrido histórico es en el fondo un método de interpretación y
revisión organicista de la forma urbana, que se contrapuso al funcionalismo del urba-
nismo moderno emergente.10 Influida por Geddes y Poëte, una obra capital de la his-
toria urbana del siglo XX es The City in History (1961) de Lewis Mumford, en la que
se torna difícil la distinción entre historia urbana y urbanística, ya que recorre la histo-
ria de la ciudad como producto del urbanismo en tanto forma de civilización.11 Aun-
que construidos sobre diferentes premisas teóricas y escalas territoriales, creo que
algo de esta asociación con la praxis urbanística ocurre también en los recorridos
elaborados por E.A. Gutkind y Giulio Carlo Argan.12
3. A pesar de esta genealogía que la entronca con el siglo XIX, puede decirse
que la historia urbana en tanto campo epistemológico es de constitución relativamen-
te reciente, lo cual puede ser visto en parte como consecuencia del lento y tardío de-
sarrollo que la historia social tuvo, a mediados del siglo XX, bajo el influjo de la es-
cuela de los Annales y otras vertientes de inspiración weberiana o marxista.13 En
1961 el MIT y la Universidad de Harvard convocaron a un congreso, en vista de las
dificultades y deficiencias de este campo en medio de un mundo de creciente urbani-
zación. De ese evento resultó el clásico libro editado por Oscar Handlin y John Bur-
chard, The Historian and the City (1963), donde el primero reconoció a la ciudad
histórica en tanto “entidad auto-contenida” susceptible de una revisión histórica pro-
pia, epistemológicamente distinta de la del tejido social y económico en la que había
estado inserta; la consolidación de esa distinción necesitaba de un mayor número de
estudios sobre ciudades, más que de ciudades en la historia, lo cual resultó ser una
de las recomendaciones finales del profesor de Harvard.14 Esta profundización pare-
ció ser idea principal compartida por otros invitados al evento, como Christopher
Tunnard, quien también enfatizó la importancia epistémica de los casos de estudio,
sin dejar de reconocer el valor precursor de obras de más alcance, aunque no cen-
tradas en lo urbano, tales como las de Burckhardt, Childe, Spengler y Toynbee, entre
otros.15
En Inglaterra, que quizá sea el caso más evidente de derivación a partir de la
historia económica y social, la historia de pueblos y ciudades vino a consolidarse a
comienzos de los años 1960, con ejemplos tan notables como Victorian Cities (1963)
de Asa Briggs,16 así como a través de la labor de H.J. Dyos, y su “Urban History
Group” (UHG). Si bien este desarrollo epistemológico británico apareció como deri-
vación de la historia económica y social, fue la sociología la que pasaría a tener pre-
dominancia en el nuevo campo disciplinar hasta los años 1980; fue por ello que, a
juicio de Anthony Sutcliffe, la incipiente historia urbana tuvo que sufrir los cuestiona-
mientos epistemológicos que la sociología misma atravesaba.17 Algo de este cuestio-
namiento vinculado al discurso de la sociología urbana a través de algunas de sus
obras capitales se siente en la cautelosa y hasta crítica posición de Philip Abrams en
la compilación Towns in Societies (1978), donde el profesor de sociología manifesta-
ra sus dudas sobre la mistificación de la ciudad en tanto “objeto social unitario” y
autónomo, abogando más bien por su reunificación teórica con el “ambiente social” y
el “complejo de dominación” política de más alcance, inspirado este último en el aná-
lisis de Weber.18 A pesar de esos resabios, puede decirse que aquel enfoque econó-
mico y social, con énfasis sobre el período pre-industrial, ha mantenido su predomi-
nio en la institución heredera del UHG de Dyos, el Centre for Urban History (CUH),
así como en las publicaciones que actualmente le sirven de divulgadores.19
Desde la perspectiva norteamericana, puede decirse que, a partir de los años
1980, se produjo una consolidación del campo disciplinario de la historia urbana, la
cual fue redefinida en algunos estudios por Kostof, Celik y Favro, y Gillette. Ayudaron
a esa consolidación el “re-encantamiento” del “postmodernismo” con “los espacios
urbanos tradicionales y vernáculos”, así como con “lo positivo y colorido de la vida
en la ciudad”. Esta revalorización de las “situaciones urbanas precedentes” fue esti-
mulada por los planteamientos teóricos e historiográficos de tempranas obras pos-
modernas, tales como las de Aldo Rossi, Colin Rowe y Robert Venturi. Desde la
práctica profesional, la revisión y contextualización histórica de la ciudad o de algu-
nos de sus sectores fue alimentada por una disciplina urbanística que, después de
varias décadas de modernismo demoledor, comenzaba a aproximarse al estratificado
tejido urbano con más respeto; ello se evidenciaba en un creciente interés por la
conservación patrimonial, no sólo del monumento aislado, sino de los sectores de
ciudad en los que se insertan, lo cual generalizó “la necesidad de documentación
histórica a nivel urbanístico”.20
4. El debate sobre el progreso y la civilización en la Latinoamérica del siglo XIX
ha dado lugar a revisiones críticas, y en cierta forma, historiográficas, que arrojan
elementos útiles para entender cómo el tema urbano apareció en el discurso
humanístico de ese siglo. La vieja antinomia entre “barbarie” y “civilización”, introdu-
cida en la Argentina por la así llamada generación de 1837, cuya obra emblemática
fuera el Facundo (1845) de Domingo Faustino Sarmiento, sirvió de motivo a E. Brad-
ford Burns para estructurar un sólido capítulo de su libro, The Poverty of Progress.
Latin America in the Nineteenth Century (1990), en el que algunas obras de pensa-
miento y ficción que recrearon esa antinomia decimonónica, son comentadas desde
su significación para las élites criollas. Partiendo de las tres “principales filosofías
europeas” – Ilustración, positivismo y evolucionismo natural y social – el autor revisa
no sólo el conflicto entre barbarie y civilización, sino también el progresismo y el libe-
ralismo, desde tempranas obras como Dogma socialista (1838) de Esteban Echeverr-
ía, pasando por el Facundo, hasta El porvenir de las naciones hispanoamericanas
(1899) de Francisco Bulnes y Os sertôes (1902) de Euclides da Cunha. Ese análisis
ensayístico se enriquece con la problemática social que, a partir de las mismas con-
tradicciones, fue recreado en novelas como Amalia (1835) de José Mármol, Martín
Rivas (1862) de Blest Gana, y Aves sin nido (1889), de Clorinda Matto de Turner.
Bradford configura así un tejido crítico que, si bien centrado en el proceso de moder-
nización latinoamericano, lleva implícito las variables urbanas sobre las que aspiraba
fundamentarse.21
Concentrándose sobre algunas obras de corte más monográfico y científico,
Richard Morse trató de ejemplificar cómo las tendencias decimonónicas de la historia
y de las ciencias sociales europeas, también encontraron resonancia en otro grupo
de pensadores latinoamericanos que, sin estar centrados propiamente en la ciudad,
se ocuparon de ella en tanto principal heredera de las estructuras sociales y territo-
riales de la Colonia. Aunque advirtiendo que, a excepción de Sarmiento, en general
hubo poca atención en nuestro continente hacia el tema de ciudad antes de los años
1840 – lo cual resulta discutible, en vista de las referencias antes señaladas - en un
panorámico y penetrante texto, Morse articuló las preocupaciones evolucionista y po-
sitivista a la vez, por indagar cómo aquellas estructuras coloniales podrían asimilar la
modernización del nuevo orden industrial; el profesor americano ilustró con maestría
esa inquietud a través de obras diversas como La miseria en Bogotá (1867) y Re-
trospecto (1896) de José Samper; la Sociología de Lima (1895-1902) de Joaquín Ca-
pelo, inspirada en los principios de Herbert Spencer; y La ciudad indiana (1900) de
José Agustín García, influida por fuentes intelectuales tan diversas como Comte,
Tarde, Le Bon y Simmel, entre otros. A ese “organicismo positivista” adicionó Morse
la “imaginación estética” que se cuela en los análisis de obras representativas de las
ciencias sociales emergentes; así por ejemplo en La multitud, la ciudad y el campo
en la historia del Perú (1929) de Jorge Basadre; en Sobrados e mucambos (1936) de
Gilberto Freyre; y la Radiografía de la pampa (1933) y La cabeza de Goliat (1940), de
Ezequiel Martínez Estrada.22
Aunque quizás no propiamente históricas ni urbanas, estas obras representa-
ban recorridos por procesos territoriales y sociales con un nuevo vocabulario, espe-
cialmente tomado de la sociología. Por otro lado, algunas de ellas pueden ser vistas
como ejemplos de una incipiente historia social que, al igual que en Europa, tuvo un
lento desarrollo en tanto nueva disciplina,23 especialmente antes de desembocar en
las variables propiamente urbanas.
5. Las obras de referencia publicadas en campos afines, tales como la historia
del arte y de la arquitectura, parecen haber sido temprano y estimulante insumo para
vislumbrar el campo de la historiografía urbana en América Latina. Aunque el análisis
morfológico no es el camino principal de nuestra investigación, de corte más discur-
sivo, hay que tener presente, tal como nos lo ha hecho notar Roberto Segre, que los
futuros historiadores urbanos se alimentaron del análisis de las formas urbanas en
tratados artísticos que circularon en la región en la primera mitad del siglo XX.24 Así
por ejemplo, la colección de planos coloniales del Archivo de Indias publicada por el
español Diego Angulo Iñiguez entre 1933 y 1939, seguida por la monumental Historia
del arte hispanoamericano (1954-56), publicada por Angulo Iñiguez en conjunto con
Enrique Marco Dorta y Mario Buschiazzo, en cuyos volúmenes se hacía referencia a
los trazados coloniales de las capitales latinoamericanas.25 También está el trata-
miento dado a la ciudad en obras enciclopédicas, como la Histoire générale des civi-
lizations (1953-1961), dirigida por Maurice Crouzet, traducida al español y al portu-
gués casi que inmediatamente, señalada también por Segre como referencia.26
Dentro de las obras enciclopédicas producidas fuera de la región, y aunque
desde una perspectiva proveniente de la historia económica y social, debe mencio-
narse también el tratamiento del tema urbano en obras de referencia como The Cam-
bridge History of Latin America. En el ámbito urbano, uno de sus capítulos más cono-
cidos sea quizás el de James R. Scobie sobre las ciudades de finales del siglo XIX y
comienzos del XX.27 Como editor de una serie de historias de países latinoamerica-
nos, el profesor de Berkeley había publicado Argentina. A City and a Nation (1964),
en el que la historia nacional, con significativos componentes geográficos, se torna
con frecuencia historia urbana, gracias a la tesis central del autor: los cambios políti-
cos de la Argentina republicana fueron resultado del “sostenido desplazamiento de
prosperidad, población y recursos hacia la costa. Complementando el ascenso de la
economía pastoral de Buenos Aires estuvieron la concentración de capital, inmigran-
tes y embarcaciones en el punto de contacto de Argentina con el mundo del siglo
XIX, así como el aislamiento y el declive paralelos del interior”.28
La progresiva especialización en los planes de estudio provee otra aproxima-
ción a la historiografía urbana que promete gran riqueza para los diferentes contextos
nacionales, ya que apenas ha sido iniciada desde el campo de la arquitectura.29 Co-
mo dos de los casos pioneros de estudios urbanos en instituciones académicas, val-
ga señalar que la cátedra de urbanismo en la Universidad del Litoral, Rosario, fue
propulsada desde 1929 por Carlos della Paolera, quien pasaría a ocupar desde 1933
la misma cátedra en la Universidad de Buenos Aires;30 así mismo, a comienzos de
los años 1930, la reforma de Lúcio Costa en la Escola Nacional de Belas Artes, que
también buscaba la institucionalización de la enseñanza del urbanismo en Brasil. En
este sentido, las visitas de famosos urbanistas foráneos ayudaron a consolidar esta
especialización curricular de los estudios urbanos en las universidades latinoameri-
canas, tal como había ocurrido con el austríaco Karl Brunner en Chile y Colombia.31
También Bardet, autor que forma parte del núcleo de la historiografía urbana france-
sa del siglo XX, tuvo temprana influencia en Brasil, donde el urbanista dictara un cur-
so en Belo Horizonte a finales de los años 1940. Siguió la visita del padre Joseph
Lebret, que ayudó a la difusión del Movimiento Economía y Humanismo, dirigido a la
formación de oficinas profesionales de enfoque interdisciplinario.32
6. Proveniente de la arquitectura y con alguna influencia de la arqueología, el
argentino Jorge Enrique Hardoy se erigió desde comienzos de los años 1960 en figu-
ra pionera de la nueva historia urbana en Latinoamérica, especialmente a partir de su
obra Las ciudades precolombinas (1964).33 Junto a Richard P. Schaedel y Richard
Morse, entre otros, desde mediados de los años 1960 Hardoy organizó simposios
sobre la urbanización latinoamericana, especialmente en el marco de los Congresos
de Americanistas: Mar del Plata (1966), Stuttgart (1968), Lima (1970), Roma (1972),
Ciudad de México (1974), y París (1976). Si bien los dos primeros fueron sobre el
proceso de urbanización de América Latina en general, buscando, al decir de Schae-
del y Hardoy, “facilitar un amplio intercambio de ideas entre arqueólogos, arquitectos,
antropólogos, historiadores del arte, historiadores sociales y planificadores urbanos”,
a partir del simposio de Lima se buscó establecer un tema central, pero siempre con-
servando su cobertura desde el período precolombino hasta el contemporáneo.34
Además de la inclusión de las versiones resumidas de las ponencias en las actas ge-
nerales, las ponencias completas de los simposios dieron lugar a varias publicacio-
nes especializadas,35 las cuales se convertirían en “consulta obligada” para una
emergente generación de investigadores en el nuevo campo a lo largo del continente.
Tal como lo resume Ramón Gutiérrez, actual director del Centro de Documentación
de América Latina (CEDODAL) y cercano colaborador de Hardoy, en esas publica-
ciones “la temática elegida era analizada desde la perspectiva de los tiempos pre-
hispánicos hasta el presente en aportes que tendían a anudar una visión integrada
de la historia urbana americana”.36
También en términos de eventos, valga hacer notar que en Caracas había te-
nido lugar, en octubre de 1967, el Seminario Internacional “Situación de la Historio-
grafía de la Arquitectura Latinoamericana”, organizado por el Centro de Investigacio-
nes Históricas y Estéticas (CIHE) de la Universidad Central de Venezuela.37 Dirigido
desde su fundación en 1963 por Graziano Gasparini, otra figura de importancia conti-
nental en la historiografía arquitectónica y urbanística latinoamericana, el CIHE des-
empeño, sobre todo a través de su Boletín, una labor de difusión del campo compa-
rable a la del Instituto Torcuato Di Tella en Buenos Aires, bajo la dirección de Har-
doy.38
Además de las revistas de arquitectura que permitieron creciente espacio a los
temas de historia urbana, generalmente para casos de estudio o períodos específi-
cos, la visión cruzada e integradora de los períodos colonial y republicano se logró,
por aquellos años 1960 y 1970, en revisiones históricas del proceso de urbanización
continental, editadas en español por Hardoy y por Francisco de Solano, o en inglés
por el propio Hardoy, Morse o Bryan Roberts, por citar autores cuyos análisis conju-
gan diferentes dimensiones del proceso.39
Por otro lado, la influencia de historiadores y urbanistas franceses como Lave-
dan, Poëte y Bardet, así como del organicismo de Geddes y Mumford, puede verse
en la interesante interpretación historiográfica que Patricio Randle les daría en su
obra Evolución urbanística (1972). Desmarcada por el profesor argentino del evolu-
cionismo darwiniano, esa categoría historiográfica es también más específica que la
geografía histórica urbana o que la historia de las ciudades o del urbanismo, ya que
“impide de por sí la desespacialización que lleva tan fácilmente a entrar en conflicto
con otros enfoques de la historia”, además de que hace “una elaboración o procesa-
miento de datos históricos con método y objetivo propios”.40 Esos métodos incluían
para Randle desde la morfología histórica y cultural de Spengler, hasta la elaboración
de secuencias de cortes temporales a partir de los surveys propuestos por Geddes.
Todos esos autores, conceptos y métodos, de gran influencia en el urbanismo, fueron
reunidos por Randle en esa intuitiva y organicista “evolución urbanística”, cuya dife-
renciación con respecto a otras orientaciones teóricas, fue resumida en los siguientes
términos.
“Evolución, élan vital, azar, he aquí tres palabras claves enlazadas semánti-
camente de una manera compleja. Es la respuesta al positivismo, al materialismo
decimonónico, al mecanicismo darwinista. Y es la época en que se gesta esta disci-
plina que sin el nombre de evolución urbanística, o sin nombre alguno, va a ser pro-
puesta y desarrollada por un puñado de estudiosos de la más variada procedencia.
Para estos estudiosos, la preocupación por encontrar pistas, vestigios de regularidad,
normas básicas en la vida de las ciudades no los lleva a caer en un pragmatismo
simplista y anticultural, sino que, por el contrario, les hace escoger el término evolu-
ción que emplean una y otra vez implicando esos contenidos vitales tan bien expues-
tos en toda la filosofía bergsoniana”.41
7. A partir de la visión marxista, desde finales de los años 1960 hasta comien-
zos de los 1980, la así llamada Escuela de la Dependencia proveyó a las ciencias
sociales de una matriz histórica para entender el atraso de América Latina durante
las eras colonial y republicana, incluyendo las dimensiones económica, política y so-
cial del subdesarrollo.42 En relación con los cambios urbanos propiamente dichos, la
"urbanización dependiente" de América Latina fue periodizada de acuerdo a los blo-
ques de poder que sucesivamente condicionaron los estadios de dominación capita-
lista; los resultados urbanos de tal sucesión fueron explorados por científicos socia-
les en términos de los sistemas de ciudades nacionales y de los problemas estructu-
rales de la urbanización. Así por ejemplo, un análisis histórico de la constitución de
las redes urbanas nacionales fue hecho por Alejandro Rofman en Dependencia, es-
tructura de poder y formación regional en América Latina (1974); los problemas es-
tructurales de la "urbanización dependiente" a lo largo del siglo XX fueron descritos y
analizados por Manuel Castells en Imperialismo y urbanización en América Latina
(1973), y por Marta Schteingart en Urbanización y dependencia en América Latina
(1973); aspectos sociales y políticos de las ciudades latinoamericanas en tanto esce-
narios dramáticos de esa urbanización fueron tipificados por Marcos Kaplan y Aníbal
Quijano, entre otros.43
Tal como lo ha hecho notar François-Xavier Guerra desde una evaluación pro-
piamente histórica, los autores de la Escuela de la Dependencia ofrecieron en mu-
chos casos “interpretaciones” más que “estudios fundados en una exploración cuida-
dosa de las fuentes”.44 Siguiendo una reacción “contra los análisis demasiado ‘de-
pendentistas’” que también se dio en otros campos de la historia económica,45 buena
parte de esa lógica marxista sería desechada en tanto explicación histórica a partir
de los años 1980, aunque algunos de los postulados urbanos de la escuela mantuvie-
ron sentido en aproximaciones ulteriores, pero reinterpretados desde perspectivas
diversas. Así se evidencia para diferentes períodos en Historia y futuro de la ciudad
iberoamericana (1986), compilada por Francisco de Solano; en De Teotihuacán a
Brasilia (1987), coordinada por Gabriel Alomar; en Repensando la ciudad de América
Latina (1988), compilada por Hardoy y Morse; en Construcción y administración de la
ciudad latinoamericana (1990) de Nora Clichevsky; o en Historia urbana de Ibero-
américa (1990), también compilada por Solano.46
8. Si bien España ha desempeñado un importante papel en tanto núcleo patro-
cinante de eventos de historia urbana latinoamericana,47 el desarrollo del campo,
desde los años 1990, ha estado alimentado por las redes académicas nacionales.
Auspiciado por la Asociación Nacional de Postgrado e Investigación en Urbanismo
(ANPUR), en Brasil, el primer Seminario de Historia de la Ciudad y del Urbanismo
fue en Bahía (1990), el cual se instituyó como seminario y ha tenido lugar desde en-
tonces, cada dos años, en Salvador (1992), Sao Carlos (1994), Rio de Janeiro
(1996), Campinas (1998), Natal (2000) y Salvador de Bahía (2002). También el tema
de historia urbana ha sido incluido en los encuentros de la Red Nacional de Investi-
gación Urbana (RNIU) de México, que se han venido celebrando desde comienzos de
los años 1980.
A pesar de ese relativo desarrollo de la historia urbana en Latinoamérica desde
los años 1960 – casi coetáneo con sus contrapartes europea y norteamericana – se
ha repetido la percepción sobre la supuesta debilidad de este campo en el mundo
académico de la región. Así por ejemplo, en 1975 Morse hacía notar que los estudios
de urbanización en América Latina eran “rara vez conducidos con referencias claras
o consistentes con el marco histórico”;48 más de diez años después, Guerra señaló
que los trabajos de historia urbana estaban “empezando solamente a desarrollarse”,
citando como excepciones los de Susan Socolow, James Scobie y José Luis Romero
sobre Buenos Aires.49 Además del hecho de que la frecuente carencia de perspectiva
histórica en la aproximación de las ciencias sociales al estudio de la urbanización no
se da sólo en Latinoamérica sino también de otras regiones del Tercer Mundo,50 val-
ga advertir – como conclusión parcial de este trabajo - que ese tipo de apreciaciones
sobre la debilidad del campo parecieron no tomar en cuenta los aportes que a la “his-
toria urbana” había realizado ya la historia del urbanismo, buena parte de la cual ha
sido llevada adelante por profesionales de la arquitectura y del diseño urbano, ver-
tiente de la que me ocupo a continuación.

SOBRE HISTORIA DEL URBANISMO

9. En una entrevista concedida en 1981 al Journal of Urban History, Anthony


Sutcliffe señaló que la historia urbana es en buena medida la historia de la construc-
ción de la ciudad, cuyo elemento más específico viene dado por su énfasis en la for-
ma física.51 Creo que ésta es una idea clave para entender la concepción y articula-
ción de la planning history en tanto vertiente de la historia urbana en el medio británi-
co, bajo la égida del propio Sutcliffe y de otro pionero, Gordon Cherry, quienes en
1974 constituyeron el Planning History Group, el cual se convirtió en sociedad inter-
nacional desde finales de los años 1970.52 En los Estados Unidos, Christopher Tun-
nard también había distinguido ya desde los años 1960 entre historia urbana y del
planeamiento, emparentando esta última con la historia de la arquitectura. Al enfati-
zar la naturaleza físico-espacial del nuevo sub-campo, el profesor de planificación de
Yale entroncó esta vertiente en lo que denominó “historia topográfica”, de fuerte in-
fluencia arqueológica, como la que había sido realizada por Dyos en Victorian Suburb
(1961) o por R.E. Wycherley en How the Greeks Built Cities (1962). Tunnard fue in-
cluso más allá dentro de la diferenciación, estableciendo otra distinción entre historia
del planeamiento y del diseño urbanos, basada esta última en la morfología y el aná-
lisis comparativos de patrones urbanos a lo largo de la historia.53 Uno podría decir
que obras como las de A.E.J. Morris sobre la forma urbana antes de la revolución
industrial, o la de E.N. Bacon sobre el diseño de ciudades, pertenecen a esta vertien-
te.54
Dentro de la tradición francesa, la preocupación por la historia del arte urbano
preindustrial y el urbanismo como disciplina técnica había estado ya presente en al-
gunas obras de Lavedan y Bardet.55 Esa pesquisa por la formación discursiva, en el
sentido epistemológico conferido por Foucault,56 alcanzó máxima expresión al con-
centrarse en la emergencia del urbanismo moderno en las obras de Françoise Choay,
especialmente en su clásico L'urbanisme, utopies et réalités (1965), cuya primera
edición en español apareció en 1970.57 Esa es la obra donde la historiadora francesa
desarrolló los períodos de "preurbanismo" y "urbanismo", entrecruzados con los mo-
delos "progresista" y "culturalista", los cuales se hicieron famosos en la historiografía
urbanística latina en tanto categorías de agrupación de los análisis y propuestas de
los diversos pensadores, filántropos y especialistas que se habían ocupado de los
problemas de la ciudad industrial desde el siglo XIX.
Además de haberse convertido en modelos dentro de la historiografía francesa
- tal como lo ilustraron posteriores interpretaciones sobre el período de entre siglos
como la Histoire de l'urbanisme (1981) de Jean-Louis Harouel, o la Histoire de la
France urbaine (1983) en la que colaboró la misma Choay58 - las categorías de pro-
gresismo y culturalismo han tenido gran influencia en contextos latinoamericanos. Me
atrevo a decir que la sugerente interpretación historiográfica de Choay ha sido más
influyente que el esquema tradicional desarrollado en Le origini dell'urbanistica mo-
derna (1963) por Leonardo Benevolo,59 más conocido en Hispanoamérica quizás por
su historiografía arquitectónica. La visión sintética de Choay también ha privado so-
bre el vasto y detallado alcance de la trilogía de Paolo Sica, Storia dell'urbanistica
(1976-8), que abarca los siglos de la modernidad industrial.60 Como notable ejemplo
de una historia urbanística que dialoga de manera ingeniosa e innovadora con los
conceptos arquitectónicos, valga señalar la monumental obra de Michel Ragon sobre
ambas disciplinas en los siglos XIX y XX, la cual ha tenido escaso impacto en la his-
toriografía hispanoamericana.61
10. Aunque fuese ya reconocida por Sutcliffe como una vertiente que prestara
mucha importancia al pensamiento utopista, poca influencia parece haber tenido esta
tradición historiográfica francesa e italiana, liderada por Choay y Benevolo, sobre su
contraparte inglesa, más centrada en los movimientos sociales y las reformas urba-
nas que llevaron a la instauración del statutory planning en leyes y reglamentos.62 Así
por ejemplo, Choay había sido más conocida por su revisión de las realizaciones ur-
banísticas de la era industrial en The Modern City: Planning in the 19th Century, cuya
primera edición en inglés apareció en 1969.63 Menos preocupada por establecer
grandes categorías interpretativas, la tradición inglesa parece haberse abocado más
a identificar los principales capítulos que conformaron la agenda del urbanismo mo-
derno desde comienzos del siglo XIX; desde las reformas administrativas concernien-
tes a higiene pública y vivienda, pasando por los cambios en diseño urbano, hasta la
articulación de un movimiento internacional de planificación, resultante de intercam-
bios profesionales facilitados por exposiciones, eventos científicos y publicaciones
especializadas.64 Principalmente en Towards the Planned City: Germany, Britain, the
United States and France (1780-1914) (1981), tal es el aporte fundamental de Ant-
hony Sutcliffe dentro del campo de la historia urbanística.65
Otro de los aportes de la tradición anglosajona ha sido establecer los itinera-
rios de las ideas urbanas a través de Europa occidental y los Estados Unidos en tan-
to polos generadores del urbanismo moderno, describiendo cómo estas ideas han
sido exportadas a otras regiones del mundo. Ello resulta evidente en la revisión histó-
rica que Peter Hall ha ofrecido en las sucesivas ediciones de su no propiamente
histórica pero sí clásica obra, Urban and Regional Planning (1974), en la que se dis-
tinguen una "tradición angloamericana" y otra "europea" continental, en términos de
las visiones que prefiguraron la planificación moderna.66 Por cierto, en estas tradicio-
nes se entrecruzan y desdibujan los límites de los supuestos "preurbanismo" y "urba-
nismo", "progresismo" y "culturalismo", perdiendo así las categorías de Choay su
sentido dicotómico. El seguimiento de esos viajes ideológicos y geográficos a la vez,
en los que se describe la conexión de los grandes principios de diseño y planificación
urbana a lo largo del siglo XX de internacionalización y globalización, llevaron a Sir
Peter a la sugerente tipología planteada en Cities of Tomorrow (1988).67 Ella fue se-
guida, diez años más tarde, por Cities in Civilization (1998),68 obra extremadamente
erudita, en la que las edades doradas de las ciudades sirven de motivo para compo-
ner otra tipología urbana y urbanística a la vez, que confirma el caso de Hall, dentro
del mundo anglosajón, como el ejemplo más intelectualizado dentro de los historiado-
res urbanos provenientes de la arquitectura, después de la aproximación de Mum-
ford.
11. Precisamente con la excepción de Mumford, creo que los autores ingleses
o norteamericanos han sido menos influyentes que sus contrapartes latinas en la his-
toriografía urbanística hispanoamericana. Ello confirma una tradicional brecha entre
la producción académica en inglés y en español que aún persiste, y que sólo fue rota
por Jorge Hardoy, desde la perspectiva de las obras panorámicas. Puede decirse que
nuestra historiografía urbanística moderna ha estado más apegada a la interpreta-
ción, modelística y categorización ofrecidas por historiadores franceses, italianos o
españoles, lo cual confirma una gravitación en torno a Europa continental que, al de-
cir de los expertos, también se ha dado en otros campos de la historiografía social y
económica.69 Además de las tempranas traducciones de las obras de Benevolo, Cho-
ay y Sica al español, acaso ese apego a la historiografía latina tenga que ver con el
reconocimiento específico que Benevolo hiciera de las nuevas ciudades latinoameri-
canas en tanto componente de la cultura arquitectónica y urbanística del Cinquecen-
to;70 así como con la inclusión de capítulos o tratamientos especiales sobre la ciudad
latinoamericana en las historias generales de Sica o Chueca, lo cual sólo ha sido
hecho en inglés por Morris en la última edición de su ya referida obra.71
Para ilustrar este apego con la historiografía latina valga un ejemplo muy signi-
ficativo: entre muchos otros textos de la práctica del urbanismo en general, el arqui-
tecto argentino/cubano Roberto Segre recientemente me ha señalado sólo dos refe-
rencias anglosajonas como las que más le “impactaron” durante su formación como
historiador urbano: por un lado, el temprano libro de Mumford, The Culture of Cities
(1938), y por el otro, la interpretación marxista de Arthur Korn en History Builds the
Town (1953). Además del clásico de Gideion (1941), las otras referencias vienen
principalmente de la historiografía arquitectónica y urbanística italiana: Zevi (1953),
Benevolo (1963), Tafuri y Dal Co (1979), así como la traducción al español de Sica
(1981).72
12. Mirando a otra dimensión de la historiografía, que tiene que ver con la tem-
prana enseñanza de la historia urbana en nuestro continente, valga primeramente
señalar el Manual de urbanismo del austríaco Karl Brunner, publicado en Bogotá a
finales de los años 1930, donde se elaboró de manera casi que única y pionera, una
revisión histórica de las soluciones que la naciente planificación daba a los proble-
mas funcionales de las metrópolis mundiales, con abundantes ejemplos de la ciudad
latinoamericana en proceso de transformación.73 Aunque no propiamente desde una
perspectiva histórica sino más bien prospectiva, también puede señalarse el precur-
sor libro del planificador californiano Francis Violich, quien en su Cities of Latin Ame-
rica. Housing and Planning to the South (1944),74 publicado después de un prolonga-
do viaje por el continente, ofreciera una de las primeras perspectivas comparadas de
la emergente disciplina en varios medios profesionales y académicos con los que es-
tuvo en contacto.
Valga señalar que la visita de famosos profesionales del urbanismo ayudó a la
consolidación epistemológica de este campo en las plataformas institucionales de los
países latinoamericanos, que habían estado madurando desde comienzos del siglo
XX. 75 Mientras continuaban las propuestas funcionalistas de Le Corbusier para ciu-
dades como Buenos Aires, Río de Janeiro y Bogota,76 el racionalismo ‘hard’ de iz-
quierda de Hannes Meyer fue introducido en México durante la estadía de diez años
(1939-1949) que realizara allí el antiguo director de la Bauhaus, invitado por el presi-
dente Lázaro Cárdenas.77 Figuras estelares de los Congrès d’Architecture Moderne
(CIAM), tales como Walter Gropius, Richard Neutra y Joseph Albers, visitaron Cuba
en los años 1940; en la década siguiente, José Luis Sert diseñó un plan para La
Habana de Fulgencio Batista.78 Desde finales de los años 1940, en la progresista Ve-
nezuela de Pérez Jiménez, el planning era preconizado por el mismo Violich, Sert y
el urbanista francés Maurice Rotival.79
Más cerca del campo de la historia, valga recordar las ya mencionadas visitas
de Poëte y Bardet a Brasil y la Argentina.80 En esta última, a mediados de los años
1950, la reforma de la enseñanza de la historia del urbanismo, entre otras disciplinas,
parece haber sido referencial en la Universidad Nacional de Rosario, donde profesio-
nales de Buenos Aires fueron llamados, entre los que se encontraban Jorge Enrique
Hardoy y Francisco Bullrich; fue la primera vez que jóvenes estudiosos como Roberto
Segre entraban en contacto con figuras ya consolidadas de la historiografía arqui-
tectónica y urbana, como Hardoy.81
13. Revisiones de los orígenes del urbanismo fueron incluidas en tratados so-
bre la disciplina publicados por el peruano Emilio Harth-terré y el argentino Patricio
Randle durante los años 1960.82 Mientras el primero se preocupó más por la deriva-
ción epistemológica del urbanismo a partir de las disciplinas precedentes, lo que le
llevó a una revisión filosófica más que histórica, el segundo fue más allá del recuento
para abocarse a una búsqueda historiográfica propia, tanto urbana como urbanística.
Inspirada en el vitalismo de Oswald Spengler y en el evolucionismo de Henri Berg-
son, la “evolución urbanística” preconizada por Randle fue ilustrada a través de
“mentores” como Patrick Geddes, Marcel Poëte, Lewis Mumford y Gaston Bardet.83
Si bien el argentino Jorge Enrique Hardoy puede ser visto como figura central
de la historiografía urbana desde los años 1960, pienso que su obra, durante esta
etapa, estuvo más centrada sobre la tipología de ciudades latinoamericanas y el pro-
ceso de urbanización, tal como ya hemos mencionado. Si uno busca por historias
generales de la disciplina, fue Roberto Segre quien emprendió la difícil tarea – único
intento desde Latinoamérica, hasta donde conozco - de reconstruir la emergencia del
urbanismo de los siglos XIX y XX con relación a la arquitectura, dentro del contexto
del mundo desarrollado. En el campo urbano, Segre venía con una formación de iz-
quierda influida por Le droit à la ville (1968) de Lefebvre, la docencia marxista llevada
adelante por Gino Germani en su instituto de Buenos Aires, y el ensayo La ideología
urbanística (1970), de Fernando Ramón,84 entre otras muchas referencias de su de-
sarrollo como docente en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría de
La Habana. Aunque no con una aproximación propiamente histórica, Segre había ya
desarrollado un similar enfoque marxista para diferentes casos de América Latina,
donde se paseaba por los problemas de “estructuras ambientales” de distinta escala:
desde las debilidades de las grandes redes urbanas heredadas de la colonia hasta
los amenazas de los centros urbanos de las ciudades en proceso de modernización,
todo ello en el marco de los intereses del capitalismo dentro de la región.85 Creo que,
con ese libro, estaba dando el salto al análisis espacial y territorial que no dieron
otros teóricos de la dependencia urbana que, según Segre, influyeron en su obra:
Martha Schteingart, Emilio Pradilla Cobos, Fernando Carrión, Raquel Rolnik, Paul
Singer y Oswaldo Sunkel, entre otros.86
Partiendo del “tronco interpretativo principal del Movimiento Moderno”, en el
que incluye a historiadores del urbanismo como Benevolo, Sica y Ragon, y creo que
a la manera de este último, Segre combinó los hoy desdibujados bloques de países
socialistas y capitalistas, cruzados en una balanceada matriz arquitectónica y ur-
banística, aunque reconociendo “la primacía otorgada a los valores estéticos y
simbólicos de la arquitectura, cuyo desarrollo evolutivo mantiene cierta autonomía
respecto a los factores estructurales del contexto histórico”. Otra peculiaridad única
del enfoque de Segre dentro de la historiografía latinoamericana, al menos durante
ese período, fue la posición marxista que, por oposición a las obras “hipotéticamente
‘neutrales’” pero cargadas con la ideología del capitalismo, le llevó a la adopción de
un “enfoque científico” para estudiar las “estructuras ambientales” del modernismo de
los siglos XIX y XX, desde su escala arquitectónica hasta la urbanística. Concibiendo
las formas del espacio social como resultados de “la correlación existente entre ne-
cesidad (material y espiritual) y posibilidad (económica, técnica, estética, etc.)”, el
entonces profesor de historia de la arquitectura en La Habana se opuso a “los patro-
nes universales sobre la validez estética de las realizaciones estudiadas sin las refe-
rencias concretas a la sociedad que las formula, o sea, a las clases sociales, usufruc-
tuarias o no de espacios o edificios”. Toda esa visión marxista la completó Segre con
una concepción de la historia que tomaba distancia del nostálgico y evasivo recetario
de formas y estilos a través de los cuales el postmodernismo de entonces comenza-
ba a registrar el pasado. Más profundo y contextualizado aspiraba ser el “uso opera-
tivo de la historia” preconizado por el autor en el prólogo de 1984 a la edición espa-
ñola de su obra:
“Se trata de asumir la historia como proceso de conceptualización, surgido de
una realidad socio-económico-cultural concreta, que define las soluciones implícitas
en el sistema ambiental que la comunidad requiere para su desarrollo. Proceso que
alcanza su evidencia en las formas y espacios, cada uno con su particularidad es-
pecífica, pero integrados dentro de un sistema de signos unitarios, en términos de
base conceptual y de referencias a un marco teórico.”87
A pesar de que las “tintas ideológicas” en ese libro estaban “demasiado carga-
das”; a pesar también del “triunfalismo sustentado en relación al desarrollo de los
países socialistas”, defectos que el mismo autor me reconoció en entrevista reciente,
creo que ese libro tuvo que ese libro no sólo tuvo el mérito de “tratar en detalle la
evolución de las estructuras urbanas” de los países del bloque soviético posterior a la
Segunda Guerra, tema muy poco abordado en textos europeos o norteamericanos. 88
En este sentido, creo que Segre fue de de los pocos investigadores que llevó la teor-
ía de la dependencia al campo de la historia urbanística, ya que tal enfoque pareció
estar más vinculado a los ya referidos estudios históricos del proceso de urbaniza-
ción, o del rol histórico de la ciudad.89
14. En cuanto a las historias generales del urbanismo en América Latina,
además de los capítulos de Hardoy en algunos de las obras colectivas por él edita-
das, creo que los libros de Ramón Gutiérrez y Roberto Segre, en los que se alterna la
incipiente historiografía urbanística con la más consolidada periodización establecida
a propósito de la arquitectura, permanecen como los grandes tratados producidos
desde la región.90 Ello no desmerece la importancia de monumentales compilaciones
editadas en la península, tales como las de Gabriel Alomar y Antonio Bonet Correa.91
Aunque dar referencia sobre los innumerables estudios urbanísticos centrados en los
siglos anteriores al XIX, y mucho menos sobre casos de estudio particulares, excede
los límites e intención de esta ponencia, valga mencionar como ejemplos de aproxi-
maciones basadas en el ordenamiento urbanístico: las recientes de Eugenio García
Zarza, Francisco de Solano y Allan Brewer-Carías sobre las Leyes de Indias y sus
tipologías derivadas;92 la de Rodríguez Alpuche sobre urbanismo indígena y colonial
en México; la de Margolies y Gasparini sobre el urbanismo incaico; la compilación de
Gutiérrez sobre los pueblos de indios en la región andina; la de Rojas-Mix sobre la
Plaza Mayor, y los artículos de Solano o Zawisza sobre las tipologías del urbanismo
colonial en el ámbito continental.93
Con respecto al período republicano, después del abordaje historiográfico que
traté de hacer a propósito del reciente libro que he editado sobre las capitales duran-
te la centuria de lo que podemos llamar el urbanismo academicista de proveniencia
europea,94 creo que puede verse como un período de gran riqueza, pero que ha sido
explorado de manera fragmentaria y casuística. Además de los capítulos respectivos
dedicados en las ya referidas obras panorámicas de Gutiérrez y Segre, las bases te-
rritoriales y económicas del urbanismo decimonónico fueron identificadas por Morse;
en otro breve pero panorámico texto, Hardoy combinó el análisis del crecimiento ur-
bano con las influencias urbanísticas foráneas durante el siglo XX. 95 Este último as-
pecto sería desarrollado por el historiador argentino en otro artículo sobre la transfe-
rencia de ideas urbanísticas desde Europa en el período entre 1850 y 1930, y la ma-
nera peculiar como fueron aplicadas en las grandes capitales latinoamericanas; pos-
teriormente traducido al inglés, ese texto puede decirse seminal, no sólo porque in-
trodujera uno de los grandes temas que, como ya vimos, caracterizan a la historio-
grafía anglosajona, sino también porque prefiguró una camada de estudios que pare-
cieron desarrollar sus directrices a propósito de diferentes figuras y casos de estu-
dio.96 Así por ejemplo, en esta misma dirección, las propuestas urbanísticas, arqui-
tectónicas y paisajísticas para diferentes ciudades latinoamericanas por parte de figu-
ras como Jean-Claude Nicholas Forestier, Le Corbusier, Karl Brunner y otros pione-
ros, han sido revisadas en estudios comparativos compilados en libros y revistas du-
rante los años 1990.97 También están los estudios sobre la emergencia, en los con-
textos nacionales, del urbanismo profesional a partir de los cambios de finales del
siglo XIX, de los cuales tengo referencia para Argentina, Brasil y Venezuela.98
Mención especial merece la cuestión de la transferencia de cultura urbana y
urbanística, que ha venido siendo estudiada con detalle para ciudades como Buenos
Aires;99 Río, São Paulo y Salvador de Bahía en Brasil;100 La Habana, Caracas, Lima y
San José de Costa Rica, entre otras.101 Sin embargo, desde una perspectiva conti-
nental y comparativa, creo que sólo se han desarrollado los capítulos de Geisse y el
ya mencionado texto de Hardoy, seguidos de un texto muy breve por Gutiérrez, y otro
que he intentado establecer para el período de emergencia del urbanismo técnico, en
el contexto de un clima intelectual predominantemente europeo.102 En este último
trabajo está presente el tema de la modernidad, a través de sus paradigmas acade-
micista y modernista, europeo y norteamericano. Esta cuestión de la modernidad ur-
bana ha sido también rastreada por estudios comparativos que han trabajado diferen-
tes discursos artísticos y de representación para el período entre los siglos XIX y XX,
así como los procesos de cambio social y reformas administrativas urbanas.103 Sin
embargo, valga advertir que el tema de la transferencia y difusión de modelos ur-
banísticos desde contextos metropolitanos a colonias o países culturalmente depen-
dientes, tal como ha sido desarrollado en la historiografía anglosajona por Peter Hall,
Stephen Ward o Anthony D. King, no ha estado presente en los estudios sobre impor-
tación urbanística en casos de estudio latinoamericanos.104

MICROHISTORIA E HISTORIA CULTURAL URBANA105

15. Precisamente el tema de la transferencia de cultura y modelos urbanísticos


a través de múltiples casos de estudio nos lleva a una vertiente de la historia urbana
que quiero distinguir finalmente. Tal como ha sido resumido por Nancy Stieber en un
excelente artículo sobre la microhistoria de la ciudad moderna, en los últimos años la
historia cultural y social ha abandonado las “grandes narrativas” o esquemas estruc-
turalistas, bien sean de inspiración marxista o de la longue durée de la escuela de los
Annales, a favor de estudios más focalizados, o “micro-storia”, en los que se enfati-
zan la contingencia y autonomía de las formas culturales.
“A pesar de sus diferencias ideológicas, metodológicas o filosóficas, lo que
es evidente de estas recientes reformulaciones de la relación entre sociedad
y cultura es el desplazamiento desde sistemas totalizadores mayores aplica-
dos a grandes escalas de tiempo y geografía, hacia investigaciones de pe-
queña escala sobre las interacciones sociales a través de las cuales la cultu-
ra es producida. Hay preferencia por lo concreto sobre lo esquemático, una
apertura a la observación, y una desconfianza hacia cualquier construcción
teorética que podría probar ser restrictiva. En vez de enmarcar los proble-
mas históricos en trayectorias de desarrollo de largo alcance, los historiado-
res leen particularidades minuciosas y empíricamente observables, para re-
velar los códigos, fuerzas y procesos que actúan en las formas culturales.
Hay un rechazo por la abstracción, el esquema general o los conceptos a
través de los cuales se interpreta la expresión, a favor del mapeo de las
prácticas materiales, exponiendo la elaboración de la cultura como agente
activo, más que como reflexión pasiva...”106
Creo que esa tendencia hacia la microhistoria explica en buena medida la apa-
rente fragmentación de los trabajos de historia urbana y urbanística en la última
década, lo cual en el fondo es un rechazo a las leyes interpretativas de inspiración
weberiana, marxista o de la escuela de los Anales, aplicadas a grandes períodos
históricos y/o a bloques geográficos o vastas extensiones territoriales. Esa aparente
fragmentación es alimentada por la diversidad de las fuentes teóricas de tendencia
finisecular, incluyendo la “nueva historia cutural” de Peter Burke, la visión sobre pro-
ducción y representación del espacio urbano de Henri Lefebvre, así como aspectos
epistemológicos tomados de Michel de Certeau, Jürgen Habermas, Pierre Bordieu y
David Harvey.107 Después de más de una década de desarrollo historiográfico del
campo, Stieber es optimista sobre la superación y síntesis de la disgregada casuísti-
ca de la microhistoria: “Hemos alcanzado el estadio en el que podemos esperar una
creciente cosecha de la fecundación cruzada que ya ha tenido lugar y que quizás an-
ticipa un futuro en el que los estudios comparativos enfocan herramientas conceptua-
les generalizadoras, de manera que podamos hablar de nuevo de la historia del ur-
banismo en gran escala”.108
Esa vertiente de la microhistoria, la cual es en buena medida un planteamiento
conceptual y metodológico referente al alcance del estudio, alimenta lo que se deno-
mina historia cultural urbana, cuya especificidad viene dada en gran parte por la na-
turaleza de las fuentes y los discursos utilizados. En efecto, la incorporación de
géneros literarios y discursos no especializados – ensayo, narrativa, poesía, crónica
de viajes, representación pictórica y cinematográfica, entre otros – al acervo de fuen-
tes tradicionales de la historia urbana y urbanística – constituido por la literatura
técnica y legal, principalmente - ha venido a ampliar el catálogo documental de ese
nuevo subcampo disciplinar que es la historia cultural urbana, tal como he tratado de
delimitarlo en otros artículos.109
16. El tema de la historia cultural urbana está en estrecha relación con los muy
de moda estudios culturales sobre los imaginarios y la representación; en vista de las
numerosas publicaciones que sobre este tema han aparecido desde diversos campos
disciplinares,110[110] no pretendo ser aquí exhaustivo al respecto, sino sólo ofrecer al-
gunas referencias justificativas y antecedentes de tal aproximación que pueden ser
encontrados dentro del corpus de la literatura urbanística. Las utopías y los mitos
urbanos, así como la literatura, con frecuencia han anticipado la evolución conceptual
de los procesos urbanísticos con mayor agudeza que las aproximaciones supuesta-
mente "técnicas" o "especializadas", tal como lo advirtió Henri Lefebvre en La révolu-
tion urbaine (1970).111 En este sentido, también Paolo Sica insistió sobre la relevan-
cia de la literatura como "reserva importante de meditación", afirmando que la ciudad
recreada en la obra literaria se vuelve en sí misma "una de las dimensiones de la
ciudad real".112 En mi caso particular, estas inquietudes han alimentado la necesidad
de buscar en el pensamiento humanístico en general, antes que en la literatura ur-
banística especializada, las claves de los cambios y las transformaciones impuestas
por la urbanización moderna en sociedades occidentales. Quizás por ello, sin aban-
donar una concepción también abierta a la representación técnica de lo urbano, re-
conozco con Rob Shields que la "ciudad emocional" está "más cercana a la realidad -
a la esencia de lo urbano - que la representación y el ordenamiento urbanísticos ra-
cionales impuestos por funcionarios estatales".113
Centrándose en la literatura, valga decir que el gran significado del discurso no
especializado para trazar los orígenes del urbanismo moderno se debe principalmen-
te a la ubicación periférica de éste entre las disciplinas precedentes del siglo XIX,
posición epistemológica que, como sabemos, hace que el urbanismo sea interdisci-
plinario desde el nivel teórico hasta el metodológico.114 Adicionalmente, la explora-
ción de la literatura parece ser especialmente necesaria cuando, más que investigar
los orígenes de la urbanización en su dimensión demográfica o del urbanismo en su
sentido técnico, se intenta indagar la formación de la cultura urbana y el despertar de
la conciencia sobre ciudad en una sociedad en particular. Cuando esta pesquisa in-
tenta retrotraerse hasta antes de los orígenes del urbanismo moderno en los comien-
zos del siglo XX, hace falta entonces traducir este vocablo a sus antecedentes histó-
ricos - ciudad, progreso, civilización, ornato urbano, higiene, entre otros - para poder
así nutrirse de los diversos discursos de los que ha surgido esa disciplina en muchos
contextos nacionales. En este sentido, puede decirse que el urbanismo siempre apa-
rece en un espacio de dispersión epistemológica, tal como lo ha señalado Foucault a
propósito de otras disciplinas emergentes de la modernidad,115 lo que lleva a que la
investigación sobre sus condiciones históricas se apoye en fuentes discursivas diver-
sas. Y ello parece ser especialmente necesario en el caso de la modernidad urbana
en Latinoamérica, donde Néstor García Canclini reclama la presencia de "ciencias
sociales nómadas", que atraviesen la tradicional "concepción hojaldrada de la cultu-
ra", en busca de las formas de "hibridación" que nos han sido propias.116
La literatura, el periodismo y las crónicas de viaje han estado entre los géneros
de representación más estudiados en las últimas décadas, por diferentes tipos de
obras, las cuales podemos ahora agrupar brevemente en tanto antecedentes de la
historia cultural urbana. Valga mencionar primeramente los estudios sociológicos so-
bre la literatura, con especial referencia a la temática urbana. En este sentido, nove-
listas del siglo XVIII como Fielding y Defoe fueron tomados como punto de partida
por Berger para su estudio sobre novela y ciencias sociales, donde se exploran, entre
otras variables sociológicas, el proceso de industrialización en la novela victoriana y
el crecimiento urbano en el realismo y naturalismo decimonónicos.117 Una revisión
más vasta del pensamiento humanístico desde la polis se encuentra en la hermosa
antología Penser la ville (1989), editada por Ansay y Schoonbrodt.118 Para la moder-
nidad industrial, Carl Schorske esbozó una temprana y breve lectura de las grandes
imágenes que dieron cuenta de la ciudad europea desde la Ilustración.119[119] Sobre la
percepción de la modernidad urbana en Europa y Norteamérica, está el minucioso
estudio de Andrew Lees, basado en literatura y periodismo.120 Para el caso nortea-
mericano en particular, después de la famosa tesis desarrollada por Morton y Lucia
White sobre el supuesto "antiurbanismo" de los pensadores y artistas norteamerica-
nos desde Jefferson hasta Frank Lloyd Wright, otras vertientes urbanas de este siglo
fueron compiladas en la edición de Jaye y Watts.121 Sobre la base de algunos de los
estudios mencionados, y en vista de la escasez de literatura existente en español
sobre este tema para comienzos de los años 1990, ofrecí una aproximación es-
quemática de la relación entre proceso de urbanización y corrientes literarias, tratan-
do de distinguir tendencias representativas para los casos de los principales países
de la "primera industrialización" que se extendió desde finales del siglo XVIII hasta
comienzos del XX.122 Proclamando estar inspirada en el clásico de Mumford, pero
desde la perspectiva literaria, más recientemente Richard Lehan ha producido una
aproximación que, dentro de su “compartida textualidad” y “estructura anular”, pre-
tende incorporar al sustrato literario tanto la necesaria contextualización provista por
la historia urbana, como las formas de representación de los movimientos que podr-
íamos llamar urbanísticos.123[123] Por todo ello, pienso que esta obra es representativa
de lo que el dominio de la literatura puede ofrecer a la historia cultural urbana.
Dentro del campo de la historia urbana y del urbanismo, Lewis Mumford ya
había hecho uso de referencias literarias y filosóficas para reforzar argumentos sobre
cambios sociales y transformaciones morfológicas en distintos momentos de The City
in History, lo cual puede decirse que contribuyó a enriquecer y hacer más erudito y
cautivante su discurso narrativo. Aunque haya declarado sus propias limitaciones con
respecto a la erudición mumfordiana en la introducción a Flesh and Stone (1994),
creo que ese recurso multidiscursivo ha sido después capitalizado por el sociólogo
Richard Sennett en sus obras más recientes sobre las formas de relación del hombre
occidental con el espacio público.124[124] También vale mencionar el tratamiento y los
capítulos que historiadores del urbanismo como Choay y Sica han dedicado en sus
obras panorámicas a la imagen de la ciudad en los discursos artísticos durante la
emergencia de la modernidad industrial.125 El tema de la representación y el imagina-
rio de la gran ciudad de finales del siglo XIX y comienzos del XX alcanzó quizás a
mediados de los años 1980 su obra emblemática en la famosa Metropolis, 1890-1940
(1984), editada por Anthony Sutcliffe.126 Sobre la base de su experticia como histo-
riador urbano, Sutcliffe ha seguido la pesquisa representativa de la gran ciudad en
diferentes discursos artísticos del mismo período, desde el Impresionismo pictórico
hasta el cine.127 Por cierto, este último discurso ha sido elaborado para la ciudad del
siglo XX por Guillermo Barrios, en una de las pocas obras que sobre el tema conozco
en español.128 Dentro de la estructura que podríamos denominar “episódica”, si-
guiendo la genealogía y el método de Mumford y Sennet, el tema de la tipología
histórica de ciudades en grandes momentos, resultantes de los logros técnicos y dis-
cursos artísticos que ellas han protagonizado, reaparece en la soberbia obra Cities in
Civilization, de Peter Hall
17. A nivel de América Latina en general, Richard M. Morse había hecho una
temprana y breve exploración de la crítica de la ciudad de entre siglos en intelectua-
les latinoamericanos de ascendencia positivista, tradición que reconoce como la más
influyente en las ciencias sociales posteriores.129 Por su parte, José Luis Romero y
Angel Rama desplegaron magistralmente el discurso humanístico para trazar los
cambios de la moderna civilidad latinoamericana, desde la perspectiva de la historia
urbana en el caso de Romero, y desde la crítica literaria en el de Rama.130[130] Tam-
bién desde la literatura, Julio Ramos ha recreado el punto de vista del cronista-
flâneur de Benjamin y la "retórica del paseo" en escritores latinoamericanos de entre
siglos, especialmente del modernismo.131[131] También, desde el contexto español,
Sonia Mattalía ha hecho una aproximación al imaginario y la emergencia del sujeto
urbano, hiperestésico y ansioso, en algunas novelas modernistas.132 Entre los innu-
merables trabajos para otros períodos y obras particulares de la literatura latinoame-
ricana, con aproximaciones que se emparentan con la historia urbana, pero que pro-
vienen del campo de las letras, valga mencionar los ejemplos de Romero León para
novelas del realismo decimonónico, y D’Alessandro para la novela de la masificación
urbana anterior al boom.133
Dentro del campo de los estudios urbanos, Hardoy había hecho referencia al
“rico material” que aguardaba dentro del espectro de fuentes no convencionales de
la historiografía – literatura de ficción y crónicas de viajes, obras de estadistas, cientí-
ficos y técnicos - para una nueva historia urbanística del período republicano.134 Anti-
cipaba con ello el pionero argentino el eventual desarrollo de una historia cultural ur-
bana, al menos para el período entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del
XX, cuando el urbanismo en su sentido más amplio, como proceso de cambio social -
sentido anticipado en el mundo hispano por Ildefonso Cerdá y manifiesto en el anglo-
sajón por Louis Wirth - surgió en los contextos nacionales como parte de los cambios
en la cultura urbana de sociedades post-coloniales que aspiraban modernizarse bajo
la europeizada égida de diferentes paradigmas: orden, progreso, civilización, higie-
nismo, modernismo, funcionalismo. Por ello acaso ese período haya resultado espe-
cialmente revelador y prolífico para diversas revisiones que, a propósito de distintas
manifestaciones de la urbanización y el urbanismo, se han hecho en la última déca-
da: desde la ya mencionada de Pineo y Baer sobre el cambio social y las reformas
urbanas; pasando por las de diferentes formas de representación artística; hasta la
que recientemente he coordinado sobre la cristalización del urbanismo institucional
en las grandes capitales, en el marco de una cultura urbana europeizada y burgue-
sa.135[135]
Quizás por las mismas razones, el período de las “ciudades burguesas” y su
tránsito hacia la masificación posterior a la Primera Guerra, para utilizar la periodiza-
ción de José Luis Romero, ha convocado a una serie de estudios que, desde finales
de los años 1980, han producido ejemplos de historia cultural urbana sobre distintas
ciudades latinoamericanas; para ello han hecho uso de aproximaciones novedosas e
integrales sobre la transformación física y las nuevas formas de sociabilidad de los
distintos grupos urbanos, a la vez que incorporado un espectro de fuentes no con-
vencionales dentro de la historiografía urbana tradicional. Sin ánimo de ser excluyen-
te, me permito citar el pionero estudio de Needell sobre el Río de Janeiro de la Belle
Époque, centrado en torno a las instituciones urbanas de la élite carioca y sus nue-
vas formas de sociabilidad. También está el soberbio libro de Adrián Gorelik sobre el
Buenos Aires en proceso de metropolitanización, en el que la “grilla”, el parque y el
suburbio, entre otros, son concebidos como “figuras de la cultura” y “artefactos mate-
riales” que permiten revisar una serie de propuestas de renovación y expansión ur-
banas; para ello se hace uso del discurso técnico del emergente urbanismo, combi-
nado con diversas formas de representación que incluyen la literatura y el tango.136
He realizado también una revisión similar para el caso de Caracas, combinando fuen-
tes especializadas provenientes de la legislación y la literatura técnica, con fuentes
inexploradas en la historiografía urbana venezolana, tales como la crónica de viajes y
la novela ambientada en ciudad. La anticipación de la discilina a través de los cam-
bios en el espacio público heredados de la ciudad colonial – Plaza Mayor y murallas
– así como el incipiente higienismo que trató de contrarrestar la tugurización, han
servido de piezas fundamentales a Gabriel Ramón para recomponer la cirugía urbana
y las reformas administrativas de la Lima decimonónica. Para el caso de San José
de Costa Rica, Florencia Quesada también ha hecho una bella revisión de la cultura
burguesa a propósito del europeizado barrio de Amón a comienzos del siglo XX; ar-
chivos municipales y registros de propiedad se combinan allí con la oralidad de los
habitantes y las fotografías de las familias josefinas, para ofrecernos otro rico ejem-
plo de la nueva historia cultural urbana en Latinoamérica.137
Sólo quiero para concluir señalar de nuevo que el floreciente campo de la his-
toria cultural urbana en Latinoamérica parece ser coincidente, al igual que en otros
contextos, con el de la microhistoria, que es un supuesto explícito o tácito en la ma-
yoría de los estudios referidos. Casi todos parecen compartir también las referencias
a los pioneros del campo en la región: Richard Morse, Jorge Hardoy, José Luis Ro-
mero y Angel Rama. Por lo demás comparten las mismas inquietudes representacio-
nales y concepción de lo urbano en tanto generador de imaginarios o como “lugar de
producción de significados”; tal como lo ha señalado Stieber a propósito de las mi-
crohistorias de la ciudad moderna: “Mientras los artefactos de la ciudad, sus calles,
plazas, arcadas y edificios pueden ser interpretados como signos visibles de proce-
sos sociales, económicos y políticos, conceptuando así la ciudad como compuesto de
actos representacionales, la representación de la ciudad en sí misma ha devenido.
1
PhD. Profesor Titular, Departamento de Planificación Urbana, Universidad Simón Bolívar, Caracas El
artículo forma parte de mi investigación posdoctoral “Sobre historiografía urbana en América Latina. En-
foque epistemológico e internacional, 1960-2000”, Centro de Investigaciones Post-doctorales (CIPOST),
Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, 2003. e-mail: alman-
doz@usb.ve
2
Una primera versión de esta sección fue presentada como Arturo Almandoz, “Revisión de la historiografía
urbana en Hispanoamérica, 1960-2000”, ponencia invitada al VII Seminário de História da Cidade e do
Urbanismo, Salvador, Brasil: Faculdade de Arquitetura, Universidade Federal de Bahía, 15-18 Octubre
2002. A su vez, esta ponencia se apoya en el trabajo Arturo Almandoz, "Aproximación historiográfica al
urbanismo moderno en Venezuela. El tema de las ciudades en el pensamiento", en José A. Rodríguez
(ed.), Visiones del oficio. Historiadores venezolanos en el siglo XXI. Caracas: Academia Nacional de la
Historia, Comisión de Estudios de Postgrado-FHE, Fondo Editorial Facultad de Humanidades y Educa-
ción, Universidad Central de Venezuela, 2000, pp. 211-231.
3
Como ejemplos de obras de referencia distintas en el campo de historia urbana y del urbanismo, ver Ri-
chard Rodger, A Consolidated Bibliography of Urban History. Aldershot: Scolar Press, 1996; Anthony Sut-
cliffe, The History of Modern Town Planning: a Bibliographical Guide. Birmingham: Centre for Urban and
Regional Studies, University of Birmingham, 1977.
4
Valgan también como ejemplos de diferenciación los casos de tres de las principales asociaciones consti-
tuidas en Europa: la European Association of Urban Historians (EAUH), el Centre for Urban History (CUH)
y la International Planning History Society (IPHS). Entre las revistas de mayor antigüedad también pue-
den notarse las distinciones: Journal of Urban History en Estados Unidos; Urban History en Gran Bretaña,
publicada por el CUH; y Storia Urbana, publicada en Milán. Los ejemplos de revistas de historias del ur-
banismo y la planificación incluyen el boletín Planning History, publicado por la IPHS desde finales de los
años 1970; y la revista Planning Perspectives, que desde 1986 ha dado significativo espacio a temas que
vinculan la historia urbana con otras disciplinas.
5
Numa-Denis Fustel de Coulanges, La cité antique. Paris: Flammarion, 1984 (La ciudad antigua, trad. A.
Fano. Madrid: Biblioteca EDAF, 1968); Gustave Glotz, La cité grecque. Le développement des institu-
tions. Paris: Éditions Albin Michel, 1988.
6
Max Weber, Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva, ed. J. Winckelmann. Bogotá:
Fondo de Cultura Económica, 1977, 2ts., t.II, pp. 938-1024. Una edición clásica de esta sección urbana
puede verse en M. Weber, The City, ed. y trad. Don Martindale, Gertrude Neuwirth. Nueva York: The Free
Press, 1958.
7
Henri Pirenne, Las ciudades de la Edad Media, trad. Francisco Calvo. Madrid: Alianza Editorial, 1981;
Léon Homo, Les institutions politiques romaines. De la Cité à l'État. Paris: Éditions Albin Michel, 1970.
Valga mencionar otro libro de Homo más focalizado en la historia urbanística: Rome impériale et l'urba-
nisme dans l'antiquité (1951). Paris: Éditions Albin Michel, 1971.
8
Gideon Sjoberg, The Preindustrial City. Past and Present. Nueva York: The Free Press, 1960. (La ciudad
preindustrial. Pasado y presente, trad. Juan F. Pérez González. Caracas: Ediciones de la Biblioteca, Uni-
versidad Central de Venezuela, 1974). A efectos de dar una idea del momento en que estas obras fueron
publicadas en español, indicaré referencias de las traducciones, cuando disponga de ellas.
9
Patrick Geddes, Ciudades en evolución, trad. E.L. Revol. Buenos Aires: Ediciones Infinito, 1960; Marcel
Poëte, Paris. Son évolution créatrice. Paris: Vincent, Fréal et Cie., Éditeurs, 1938.
10
Michel Ragon, Histoire mondiale de l’architecture et de l’urbanisme modernes (1971-8). Paris: Casterman,
1991, 3 vols., t.II, pp. 258-259.
11
Lewis Mumford, The City in History. Its Origins, its Transformations, and its Prospects. Nueva York: Har-
court, Brace & World, 1961; La ciudad en la historia, trad. E.L. Revol (1966). Buenos Aires: Ediciones Infi-
nito, 1979, 2ts.
12
Giulio C. Argan, Storia dell'arte come storia della città. Roma: Editori riuniti, 1983. Aunque de menor im-
pacto, ver también E.A. Gutkind, International History of City Development. Londres: The Free Press of
Glencoe, Collier Macmillan Limited, 1964-1972, 7ts.
13
Tal como se desprende del análisis de Magnus Mörner, “La sociedad (siglos XVIII-XIX). Balance de la
historiografía”, en en V. Vásquez de Prada e Ignacio Olabarri (eds.), Balance de la historiografía sobre
Iberoamérica (1945-1988). Pamplona: Ediciones Universidad de Navarra, 1989, pp. 557-591.
14
Oscar Handlin, “The Modern City as a Field of Historical Study”, en Oscar Handlin y John Burchard (eds.)
The Historian and the City (1963). Cambridge, Mass.: The MIT Press, 1967, pp. 1-26, p. 2.
15
Christopher Tunnard, “The Customary and the Characteristic: A Note on the Pursuit of City Planning His-
tory”, en O. Handlin y J. Burchard (eds.), The Historian and the City, pp. 216-24, p. 217.
16
Assa Briggs, Victorian Cities (1963). Londres: Penguin, 1990.
17
Anthony Sutcliffe, “Urban History in the Eighties. Reflections on the H.J. Dyos Memorial Conference”,
Journal of Urban History, Vol. 10, No. 2, febrero 1984, pp. 123-144, p. 133.
18
Philip Abrams, “Introduction” y “Towns and Economic Growth: Some Theories and Problems”, en Philip
Abrams y E.A. Wrigley (eds.), Towns in Societies. Essays in Economic History and Historical Sociology
(1978). Cambridge: Cambridge University Press, 1979, pp. 1-7, 9-33, pp. 2, 15, 31.
19
Además de su propia Newsletter, el CUH patrocina la prestigiosa revista Urban History, publicada por
Cambridge University Press.
20
He realizado una breve revisión de estas tendencias en Arturo Almandoz y Lorenzo González, “Notas
sobre historiografía urbana. La visión de la Universidad Simón Bolívar”, Urbana, No. 19, Caracas: Facul-
tad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Central de Venezuela; Facultad de Arquitectura, Universi-
dad del Zulia, agosto-diciembre 1996, pp. 122-126, p. 122.
21
E. Bradford Burns, La pobreza del progreso. América Latina en el siglo XIX. México: Siglo Veintiuno Edi-
tores, 1990, pp. 29-47. Ver también, del mismo autor, “Cultures in Conflict: The Implications of Moderniza-
tion in Nineteenth-Century Latin America”, en Virginia Bernhard (ed.), Elites, Masses and Modernization in
Latin America, 1850-1930. Austin: University of Texas Press, 1979, pp. 11-77.
22
Richard M. Morse, “Los intelectuales latinoamericanos y la ciudad (1860-1940)”, en Jorge E. Hadoy, Ri-
chard M. Morse, Richard P. Schaedel (comps.), Ensayos histórico-sociales sobre la urbanización en Amé-
rica Latina. Buenos Aires: CLACSO, Ediciones Siap, 1978, pp. 91-112.
23
Tal como se desprende del análisis de Magnus Mörner, “La sociedad (siglos XVIII-XIX). Balance de la
historiografía”, en en V. Vásquez de Prada e Ignacio Olabarri (eds.), Balance de la historiografía sobre
Iberoamérica (1945-1988). Pamplona: Ediciones Universidad de Navarra, 1989, pp. 557-591.
24
Referencias que el arquitecto argentino-cubano Roberto Segre me ha señalado en Arturo Almandoz, “El
urbanismo: teorías, prácticas e historiografía en América Latina. Entrevista a Roberto Segre”, Ciudad y
Territorio. Estudios Territoriales, No. 135 Madrid: Ministerio de Fomento, 2003 (en prensa).
25
Diego Angulo Iñiguez, Planos de monumentos arquitectónicos de América y Filipinas en el Archivo Gene-
ral de Indias. Sevilla: Facultad de Filosofía y Letras, 1933-1939, 7 ts. Diego Angulo Iñíguez, Enrique Mar-
co Dorta y Mario Buschiazzo, Historia del arte hispanoamericano. Barcelona: Salvat, 1945-1956, 3 ts.
26
Maurice Crouzet, Historia general de las civilizaciones. Barcelona: Editorial Destino, 1963-1965; Maurice
Crouzet, História geral das civilizaçãoes. São Paulo: Difusão Européia do Livro, 1961
27
James R. Scobie, “The Growth of Latin American Cities, 1870-1930”, en L. Betchell (ed.), The Cambridge
History of Latin America. Vol. IV: c 1870 to 1930. Cambridge: Cambridge University Press, 1986, pp. 233-
266.
28
James R. Scobie, Argentina. A City and a Nation (1964). Nueva York y Toronto: Oxford University Press,
1971, p. 93; mi traducción de: “These political adjustments resulted from the steady shift of prosperity,
population and resources toward the coast. Supplementing the rise of the pastoral economy of Buenos
Aires was the concentration of capital, immigrants and shipping at Argentina’s one point of contact with
the nineteenth-century world, and the parallel isolation and decline of the interior”.
29
Ver por ejemplo Ciro Caraballo, “Del academicismo retórico al profesionalismo pragmático. Crisis recu-
rrente de la educación venezolana de la ingeniería y la arquitectura”, Boletín del Centro de Investigacio-
nes Históricas y Estéticas, 27, Caracas: CIHE, Universidad Central de Venezuela, diciembre 1986, pp.
52-77; María Isabel Pavez, “Precursores de la enseñanza del urbanismo en Chile. Período 1928-1953”,
Revista de Arquitectura, 3, Santiago: Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile, 1992,
pp. 2-11.
30
Patricio H. Randle, “Introducción” a Carlos María della Paolera, Buenos Aires y sus problemas urbanos,
sel. P.H. Randle. Buenos Aires: OIKOS, 1977, pp. 11-20, p. 12.
31
Ver en este sentido la siguiente sección, referida a la historia urbanística.
32
María Cristina da Silva Leme, “A formação do pensamento urbanístico no Brasil, 1865-1965”, en M.C. da
Silva Leme (ed.), Urbanismo no Brasil, 1895-1965. São Paulo: FUPAM, Studio Nobel, 1999, pp. 20-38, p.
26.
33
Jorge. E. Hardoy, Las ciudades precolombinas. Buenos Aires: Infinito, 1964. Esta obra fue traducida al
inglés como Pre-Columbian Cities. Nueva York: Walker and Company, 1973.
34
Richard P. Schaedel y Jorge E. Hardoy, “Presentación” a R.P. Schaedel y J.E. Hardoy (comps.), Las ciu-
dades de América Latina y sus áreas de influencia a través de la historia. Buenos Aires: Sociedad Inter-
americana de Planificación (SIAP), 1975, pp. 15-17, p. 16.
35
El I simposio (Mar del Plata) dio lugar a Jorge E. Hardoy y Richard P. Schaedel (comps.), El proceso de
urbanización en las Américas desde sus orígenes hasta nuestros días. Buenos Aires: Instituto Torcuato
Di Tella, 1968. El III simposio fue recogido en Urbanización y proceso social de América. Lima: Instituto
de Estudios Peruanos, 1972. El IV simposio (Roma) fue recogido en el ya referido volumen de R.P.
Schaedel y J.E. Hardoy (comps.), Las ciudades de América Latina y sus áreas de influencia a través de la
historia. El V simposio (México) fue publicado por Jorge E. Hardoy y Richard P. Schaedel (comps.), Asen-
tamientos urbanos y organización socioproductiva en la historia de América Latina. Buenos Aires: Edicio-
nes SIAP, 1977. Las ponencias del VI simposio (París) fueron reunidas en la ya referida publicación de J.
E. Hadoy, R. M. Morse, R. P. Schaedel (comps.), Ensayos histórico-sociales sobre la urbanización en
América Latina.
36
Ramón Gutiérrez, “Jorge Enrique Hardoy. Su aporte a la historia urbana de América Latina”, DANA. Do-
cumentos de Arquitectura Nacional y Americana, No. 37/38, Buenos Aires: Instituto Argentino de Investi-
gación de Historia de la Arquitectura y el Urbanismo, 1995, pp. 6-11, p. 7.
37
Las actas de este simposio pueden verse en el Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéti-
cas, No. 9, Caracas: CIHE, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Central de Venezuela,
abril 1968.
38
Así por ejemplo, las actas del simposio de Stuttgart, que fue sobre el “Proceso de urbanización en Améri-
ca” (Stuttgart: 12-16 agosto 1968), pueden verse comentadas en el Boletín del Centro de Investigaciones
Históricas y Estéticas, No. 11, Caracas: CIHE, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Central
de Venezuela, mayo 1969, pp. 138-154.
39
Francisco de Solano, Estudios sobre la ciudad iberoamericana. Madrid: CSIC, 1978; Jorge E. Hardoy
(ed.), Urbanization in Latin America: Approaches and Issues. New York: Anchor Books, 1975; Jorge E.
Hardoy, Carlos Tobar (comps.), La urbanización en América Latina. Buenos Aires: Instituto Torcuato Di
Tella, 1969; Bryan Roberts, Cities of Peasants. The Political Economy of Urbanization in the Third World.
Londres: Edward Arnold, 1978; R.M. Morse, M.L. Coniff, J. Wibel (eds.), The Urban Development of Latin
America 1750-1920. Stanford: Center for Latin American Studies, Stanford University, 1971, pp. 1-21.
40
Patricio H. Randle, Evolución urbanística. Buenos Aires: Eudeba, 1972, pp. 13-14.
41
Ibid., pp. 19-20
42
Una visión integral y representativa de la Escuela de Dependencia latinoamericana puede encontrarse en
Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto, Dependencia y desarrollo en América Latina. México: Siglo Veintiu-
no, 1969. En el mundo anglosajón, un ejemplo es el de Stanley J. y Barbara H. Stein, The Colonial Heri-
tage of Latin America. Essays on Economic Dependence in Perspective. Nueva York: Oxford University
Press, 1970. Una aproximación a los postulados de la escuela y sus análisis históricos en diversos cam-
pos puede verse en Gabriel Palma, “Dependency: a Formal Theory of Underdevelopment or a Methodol-
ogy for the Analysis of Concrete Situations of Underdevelopment?”, World Development, No. 7/8: Perga-
mon Press, julio-agosto 1978, pp. 881-920.
43
Alejandro B. Rofman, Dependencia, estructura de poder y formación regional en América Latina (1974).
México: Siglo Veintiuno Editores, 1977; Manuel Castells (ed.), Imperialismo y urbanización en América
Latina. Barcelona: Gustavo Gili, 1973; Marta Schteingart (comp.), Urbanización y dependencia en Améri-
ca Latina. Buenos Aires: Sociedad Interamericana de Planificación (SIAP), 1973; Marcos Kaplan, "La ciu-
dad latinoamericana como factor de transmisión de control socioeconómico y político externo durante el
período contemporáneo", Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, No. 14, Caracas:
CIHE, Universidad Central de Venezuela, septiembre 1972, pp. 90-124; Aníbal Quijano, Dependencia, ur-
banización y cambio social en Latinoamérica. Lima: Mosca Azul, 1977.
44
F.-X. Guerra, “El olvidado siglo XIX”, en V. Vásquez de Prada e I. Olabarri (eds.), Balance de la historio-
grafía sobre Iberoamérica (1945-1988), pp. 593-631, p. 605.
45
Frédéric Mauro, “La dependencia económica de América Latina en los siglos XIX y XX”, en V. Vásquez
de Prada e I. Olabarri (eds.), Balance de la historiografía sobre Iberoamérica (1945-1988), pp. 633-656, p.
641.
46
Francisco de Solano (coord.), Historia y futuro de la ciudad iberoamericana. Madrid: Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Universidad Internacional Menéndez Pelayo, 1986; Gabriel Alomar (coord.),
De Teotihuacán a Brasilia. Estudios de historia urbana iberoamericana y filipina. Madrid: Instituto de Es-
tudios de Administración Local (IEAL), 1987; Jorge E. Hardoy, Richard M. Morse (comps.), Repensando
la ciudad de América Latina. Buenos Aires: GEL, 1988; Nora Clichevsky, Construcción y administración
de la ciudad latinoamericana. Buenos Aires: Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo (IIED-
América Latina), Grupo Editor Latinoamericano (GEL), 1990; F. de Solano (coord.), Historia urbana de
Iberomérica. Madrid: Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, Comisión Nacional del
Quinto Centenario, 1990, 4 ts.
47
Así por ejemplo, en 1982 tuvo lugar en Madrid el Simposio de Urbanismo e Historia Urbana en el Mundo
Hispánico.
48
Richard M. Morse, ”A Framework for Latin American Urban History”, en J.E. Hardoy (ed.), Urbanization in
Latin America: Approaches and Issues, pp. 57-107, p. 60
49
F.-X. Guerra, “El olvidado siglo XIX”, en V. Vásquez de Prada e I. Olabarri (eds.), Balance de la historio-
grafía sobre Iberoamérica (1945-1988), p. 606
50
Tal como lo han señalado muy acertadamente Robert Potter y Sally Lloyd-Evans, The City in the Devel-
oping World. Harlow: Longman, 1998, p. 28
51
Bruce M. Stave, “A Conversation with Anthony R. Sutcliffe. Urban History in Britain”, Journal of Urban
History, Vol. 7, No. 3, mayo 1981, pp. 335-379, p. 373
52
Anthony Sutcliffe, “Twenty-five Years of Planning History”, Planning History, Vol. 21, No. 2, 1999, pp. 9-10
53
C. Tunnard, “The Customary and the Characteristic: A Note on the Pursuit of City Planning History”, en O.
Handlin y J. Burchard (eds.), The Historian and the City, pp. 217-219, pp. 223-224.
54
A.E.J. Morris, History of Urban Form. Before the Industrial Revolution (1972). Harlow: Longman, 1994; E..
Bacon, Design of Cities. Londres: Thames & Hudson, 1974.
55
Pierre Lavedan, Qu'est-ce que l'Urbanisme. Introduction à l'Histoire de l'Urbanisme. Paris: Henri Laurens,
1926; Gaston Bardet, Naissance et Méconnaissance de l'Urbanisme. Paris: SABRI, 1951.
56
Michel Foucault, L’archéologie du savoir (1969). Paris: Gallimard, 1992, pp. 60-61.
57
Françoise Choay, L’urbanisme, utopies et réalités. Paris: Editions du Seuil, 1965; El Urbanismo, utopías y
realidades, trad. L. del Castillo. Barcelona: Lumen, 1976.
58
Jean-Louis Harouel, Histoire de l'urbanisme. Paris: Presses Universitaires de France, 1981; Françoise
Choay, "Pensées sur la ville, arts de la ville", en Maurice Agulhon (ed.), Histoire de la France urbaine,
Vol.4: La ville de l'age industriel. Le cycle haussmannien. Paris: Éditions du Seuil, 1983, pp. 158-271.
59
Leonardo Benevolo, Le origini dell'urbanistica moderna (1963). Bari: Laterza, 1989. Ver también Storia
della città. Roma: Laterza, 1975.
60
Paolo Sica, Storia dell'urbanistica. Bari: Laterza, 1976-8, 3ts.
61
Michel Ragon, Histoire mondiale de l’architecture et de l’urbanisme modernes (1971-1978). Paris: Cas-
terman, 1986, 3ts.
62
Anthony Sutcliffe, “Introduction: British town planning and the historian”, en A. Sutcliffe (ed.), British Town
Planning: the Formative Years. Leicester: Leicester University Press, 1981, pp. 2-14, pp. 6, 13.
63
Françoise Choay, The Modern City: Planning in the 19th Century, trad. M. Hugo, G.R. Collins. Londres:
Studio Vista, 1969.
64
Parte de estas diferencias de enfoque con respecto a las categorías de Choay fueron expuestas en A.
Almandoz, "A propósito de progresismo y culturalismo. Aproximaciones historiográficas al urbanismo mo-
derno" (1998), en Ensayos de cultura urbana. Caracas: Fundarte, 2000, pp. 173-177.
65
Anthony Sutcliffe, Towards the Planned City: Germany, Britain, the United States and France (1780-
1914). Oxford: Blackwell, 1981. Editado por el mismo Sutcliffe, ver también The Rise of Modern Urban
Planning (1800-1914). Londres: Mansell, 1980.
66
Peter Hall, Urban and Regional Planning. Londres: Routledge, 1992, pp. 30-62.
67
Peter Hall, Cities of Tomorrow. An Intellectual History of Urban Planning and Design in the Twentieth Cen-
tury (1988). Oxford: Blackwell, 1994. Sobre los mismos principios de búsqueda se estructura una de las m
s recientes y breves aproximaciones de Hall a la historia de la planificación moderna: "A Telegram from
the Queen: The Centenary of Modern Planning", en Robert Freestone (ed.), 20th Century Urban Planning
Experience. Sidney: International Planning History Society, 1998, pp. 318-322. Con la maestría del histo-
riador veterano, Sir Peter pudo resumir en esa lección inaugural de la VIII Conferencia de la IPHS los cin-
co grandes ‘snapshots’ de estos cien años de planificación urbana, partiendo de la primera edición de To-
Morrow (1898) de Ebenezer Howard, que es visto por la tradición anglo-americana como uno de los mani-
fiestos precursores del urbanismo moderno.
68
Peter Hall, Cities in Civilization. Culture, Innovation and Urban Order (1998). Londres: Phoenix Giant,
1999.
69
Así lo sugiere F.-X. Guerra, “El olvidado siglo XIX”, en V. Vásquez de Prada e I. Olabarri (eds.), Balance
de la historiografía sobre Iberoamérica (1945-1988), p. 617.
70
Leonardo Benevolo, “Las nuevas ciudades fundadas en el siglo XVI en América Latina. Una experiencia
decisiva para la cultura arquitectónica del Cinquecento”, Boletín del Centro de Investigaciones Históricas
y Estéticas, No. 9, Caracas: CIHE, Universidad Central de Venezuela, 1968, pp. 117-136.
71
P. Sica, Storia dell'urbanistica, t.II, pp. 771-819; Fernando Chueca Goitia, Breve historia del urbanismo
(1968). Madrid: Alianza, 1974, pp. 127-134. El tratamiento que hace Chueca de América Latina es bási-
camente a propósito de la “ciudad del Renacimiento”, pero está plenamente integrado dentro del análisis.
En el caso de A.E.J. Morris, History of Urban Form…, pp. 292-320, el capítulo “España y su Imperio” fue
añadido a la última edición inglesa de la obra (1994), después de haber sido escrito para la edición en
castellano: Historia de la forma urbana antes de la revolución industrial. Barcelona: Gustavo Gili, 1984.
72
Tal como me lo señaló Segre en A. Almandoz, “El urbanismo: teorías, prácticas e historiografía en Améri-
ca Latina. Entrevista a Roberto Segre”. Las referencias - no incluidas antes aquí - corresponden a: Lewis
Mumford, The Culture of Cities. Londres: Secker and Warburg, 1938 (La cultura de las ciudades, trad.
C.M. Reyles. Buenos Aires: Emecé, 2ts.); Arthur History Builds the Town. Londres: Lund Humphries, 1953
(La historia construye la ciudad. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1963); Sigfried
Giedion, Space, Time and Architecture. Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1941 (Espacio,
tiempo y arquitectura [el futuro de una nueva tradición], trad Isidro Puig Boada. Barcelona: Editorial
Científico-Médica, 1961); Bruno Zevi, Storia dell’architettura moderna. Turín: Eunadi, 1953 (Historia de la
arquitectura moderna [1954], trad. Héctor Alvarez, Buenos Aires: Emecé Editores, 1959); Leonardo Be-
nevolo, Historia de la arquitectura moderna (1959), trad. Mariuccia Galfetti, Juan Díaz de Atauri. Barcelo-
na: Gustavo Gili, 1974; Manfredo Tafuri, Francesco Dal Co, Architettura contemporanea. Milán: Electa,
1979.
73
Karl H. Brunner, Manual de Urbanismo. Bogotá: Imprenta Municipal, 1939, 2ts.
74
Francis Violich, Cities of Latin America. Housing and Planning to the South. Nueva York: Reinhold Publis-
hing Corporation, 1944.
75
No es posible mencionar aquí todos los famosos arquitectos y urbanistas visitantes a Latinoamérica des-
de comienzos del siglo; ver en este sentido Arturo Almandoz (ed.) Planning Latin America's Capital Cities,
1850-1950. Londres y Nueva York: Routledge, 2002.
76
Ver en este sentido Fernando Pérez Oyarzun (ed.), Le Corbusier y Sudamérica. Viajes y proyectos. San-
tiago de Chile: Escuela de Arquitectura, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1991.
77
A. Almandoz, “El urbanismo: teorías, prácticas e historiografía en América Latina. Entrevista a Roberto
Segre”.
78
Ver en este sentido Joseph Scarpaci; Roberto Segre y Mario Coyula, Havana. Two Faces of the Antillean
Metrópolis. Chapel Hill y Londres: The University of North Carolina Press, 2002, pp. 78-88.
79
Ver por ejemplo Arturo Almandoz, "Urbanización, modernidad urbanística y crítica intelectual en la Vene-
zuela de mediados del siglo XX", Argos, No. 34, Caracas: Universidad Simón Bolívar, junio 2001, pp. 45-
80.
80
Ver supra sección sobre historia urbana
81
También me lo hizo notar Segre en A. Almandoz, “El urbanismo: teorías, prácticas e historiografía en
América Latina. Entrevista a Roberto Segre”.
82
Emilio Harth-terré, Filosofía en el urbanismo. Lima: Editorial Tierra y Emilio Arte, 1961; Patricio H. Randle,
Qué es el urbanismo. Buenos Aires: Columba, 1968, pp. 26-43.
83
Patricio H. Randle, Evolución urbanística.
84
Henri Lefebvre, Le droit à la ville / Espace et politique. París : Anthropos, 1974 (El derecho a la ciudad,
trad. J. González-Pueyo, Barcelona : Península, 1978); Fernando Ramón, Ideología urbanística (1970).
Madrid: Alberto Corazón Editor, 1974.
85
Roberto Segre, Las estructuras ambientales de América Latina. México: Siglo Veintiuno, 1977.
86
Referencias que me mencionó Segre en la ya referida entrevista. A. Almandoz, “El urbanismo: teorías,
prácticas e historiografía en América Latina. Entrevista a Roberto Segre”.
87
Roberto Segre, “Prólogo a la edición española” (junio 1984), en Historia de la arquitectura y del urbanis-
mo. Países desarrollados. Siglos XIX y XX. Madrid: Instituto de Estudios de Administración Local (IEAL),
1985, pp. 13-17.
88
A. Almandoz, “El urbanismo: teorías, prácticas e historiografía en América Latina. Entrevista a Roberto
Segre”.
89
M. Castells (ed.), Imperialismo y urbanización en América Latina; M. Schteingart, Urbanización y depen-
dencia en América Latina; A. Rofman, Dependencia, estructura de poder y formación regional en América
Latina; A. Quijano, Dependencia, urbanización y cambio social en Latinoamérica; M. Kaplan, "La ciudad
latinoamericana como factor de transmisión de control socioeconómico y político externo durante el per-
íodo contemporáneo".
90
Ramón Gutiérrez, Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica. Madrid: Cátedra, 1984; Roberto Segre et
al., Historia de la Arquitectura y del Urbanismo: América Latina y Cuba. Habana: Pueblo y Educación,
1986. Con respecto a Hardoy, ver por ejemplo “Two Thousand Years of Latin American Urbanization”, en
J.E. Hardoy (ed.), Urbanization in Latin America: Approaches and Issues. Nueva York: Anchor Books,
1975, pp. 3-55.
91
G. Alomar (coord.), De Teotihuacán a Brasilia…; Antonio Bonet Correa (ed.), Urbanismo e historia urbana
en el mundo hispanoamericano. Madrid: Universidad Complutense, 1985.
92
Eugenio García Zarza, La ciudad en cuadrícula o hispanoamericana. Origen, evolución y situación actual.
Salamanca: Instituto de Estudios de Iberoamérica y Portugal, 1996; Francisco de Solano, Normas y leyes
de la ciudad hispanoamericana. Madrid: Biblioteca de América, CSIC, 1996; Allan R. Brewer-Carías, La
ciudad ordenada. Madrid: Instituto Pascual Madoz, Universidad Carlos III de Madrid, Boletín Oficial del
Estado, 1997.
93
Adrián Rodríguez Alpuche, El urbanismo prehispánico e hispanoamericano en México. Madrid: Instituto
de Estudios de Administración Local (IEAL), 1986; Luise Margolies, Graziano Gasparini, “Los estableci-
mientos urbanos incaicos”, en J.E. Hardoy, R.M. Morse, R.M. Schaedel (comp.), Ensayos histórico-
sociales sobre la urbanización en América Latina, pp. 159-196; Ramón Gutiérrez (coord.), Pueblos de In-
dios. Otro urbanismo en la región andina. Quito: Ediciones Abyala-Yala, 1993; Miguel Rojas-Mix, La Plaza
Mayor. El urbanismo, instrumento e dominio colonial. Barcelona: Muchnik Editores, 1978; Francisco de
Solano, “La ciudad iberoamericana: fundación, tipología y funciones durante el período colonial”, en F. de
Solano (coord.), Historia y futuro de la ciudad iberoamericana. Madrid: Consejo Superior de Investigacio-
nes Científicas, Universidad Internacional Menéndez Pelayo, 1986, pp. 9-25; Leszek Zawisza, “Fundación
de las ciudades hispanoamericanas”, Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, No. 13,
Caracas: CIHE, Universidad Central de Venezuela, enero 1972, pp. 88-128.
94
A. Almandoz (ed.), Planning Latin America’s Capital Cities, 1850-1950.
95
Richard M. Morse, "El desarrollo de los sistemas urbanos en las Américas durante el siglo XIX", en J.E.
Hardoy, R. P. Schaedel (eds.), Las ciudades de América Latina y sus áreas de influencia a través de la
historia, pp. 263-290; Jorge E. Hardoy, "Las ciudades de América Latina a partir de 1900", en La ciudad
hispanoamericana. El sueño de un orden. Madrid: Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas y Ur-
banismo (CEHOPU), Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU), 1989, pp. 267-274.
96
Jorge E. Hardoy, "Teorías y prácticas urbanísticas en Europa entre 1850 y 1930. Su traslado a América
Latina", en J.E. Hardoy y R.M. Morse (eds.), Repensando la ciudad de América Latina, pp. 97-126. La
versión inglesa apareció como “Theory and practice of urban planning in Europe, 1850–1930: Its transfer
to Latin America, en J.E. Hardoy y R.M. Morse (eds.) Rethinking the Latin American City. Washington:
The Woodrow Wilson Center, The John Hopkins University Press, 1990, pp. 20–49.
97
Benedicte Leclerc (ed.), Jean Claude Nicolas Forestier, 1861-1930. Du Jardin au Paysage Urbain. Paris:
Picard, 1994; F. Pérez Oyarzun (ed.), Le Corbusier y Sudamérica, viajes y proyectos. La compilación de
Gutiérrez sobre modelos europeos en el urbanismo latinoamericano fue publicada en la revista DANA.
Documentos de Arquitectura Nacional y Americana. Buenos Aires, No. 37-38, 1995. Una compilación de
trabajos sobre Brunner fue publicada en la Revista de Arquitectura, 8, Santiago: Universidad de Chile,
1996.
98
M.C. da S. Leme, Urbanismo no Brasil, 1895-1965; Juan José Martín Frechilla, Planes, planos y proyec-
tos para Venezuela: 1908-1958. (Apuntes para una historia de la construcción del país). Caracas: Univer-
sidad Central de Venezuela, Fondo Editorial Acta Científica Venezolana, 1994; Joel Outtes, “Regolare la
società attraverso la città: la genesi dell’urbanistica in Brasile e Argentina (1905-1945)”, Storia Urbana,
No. 78, Milán: 1997, pp. 5-28
99
Valgan como ejemplos James R. Scobie, Buenos Aires: From Plaza to Suburb, 1870-1910. Nueva York:
Oxford University Press, 1974 (Buenos Aires, del centro a los barrios, 1870-1910. Buenos Aires: Solar-
Hachette, 1977; Beatriz Sarlo, Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930. Buenos Aires:
Nueva Visión, 1988; Francisco Liernur y Graciela Silvestri (eds.), El umbral de la metrópolis. Transforma-
ciones técnicas y cultura en la modernización de Buenos Aires. Buenos Aires: Sudamericana, 1993;
Christianne Crasemann Collins, "Urban Interchange in the Southern Cone: Le Corbusier (1929) and
Werner Hegemann (1931)", Journal of the Society of Architectural Historians, Vol. 54, No. 2, Chicago: So-
ciety of Architectural Historians, junio 1995, pp. 208-227; Sonia Berjman, Plazas y parques de Buenos Ai-
res: la obra de los paisajistas franceses. André, Courtois, Thays, Bouvard, Forestier, 1860-1930. Buenos
Aires: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1998; Adrián Gorelik, La gri-
lla y el parque. Espacio público y cultura urbana en Buenos Aires, 1887-1936. Buenos Aires: Universidad
Nacional de Quilmes, 1998.
100
Jeffrey Needell, A Tropical Belle Époque. Elite, Culture and Society in Turn-of-the-century Rio de Janeiro.
Cambridge: Cambridge University Press, 1987; Mauricio de A. Abreu, Evolução urbana do Rio de Janeiro.
Rio de Janeiro: IPLANRIO, 1997; Yannis Tsiomis (ed.), Le Corbusier. Rio de Janeiro: 1929, 1936. Rio de
Janeiro: Secretaria Municipal de Urbanismo, Centro de Arquitetura e Urbanismo do Rio de Janeiro, 1998.
Candido Malta Campos, Os rumos da cidade. Urbanismo e modernização em São Paulo. São Paulo:
SENAC, 2002. Antonio Heliodório Lima Sampaio, Formas urbanas: cidade real & cidade ideal; contribuç-
ão ao estudo urbanístico de Salvador. Salvador: Quarteto, Faculdade da Arquitetura, UFBa, 1999; Eloísa
Petti Pinheiro, Europa, França e Bahia. Difusão e adaptação de modelos urbanos. (Paris, Rio e Salvador).
Salvador: EDUFBA, 2002.
101
J. Scarpaci, R. Segre, y M. Coyula, Havana...; Arturo Almandoz, Urbanismo europeo en Caracas (1870-
1940). Caracas: Fundarte, Equinoccio, Ediciones de la Universidad Simón Bolívar, 1997. Peter Elmore,
"Lima: puertas a la modernidad. Modernización y experiencia urbana a principios de siglo", Cuadernos
Americanos, nueva época, No. 30, noviembre-diciembre 1991, pp. 14-123; Gabriel Ramón, La muralla y
los callejones. Intervención urbana y proyecto político en Lima durante la segunda mitad del siglo XIX.
Lima: Sidea, Promperú, 1999. Florencia Quesada Avendaño, En el barrio Amón. Arquitectura, familia y
sociabilidad del primer residencial de la élite urbana de San José, 1900-1935. San José: Editorial de la
Universidad de Costa Rica, Comisión Nacional de Conmemoraciones Históricas, 2001.
102
Guillermo Geisse, “Tres momentos históricos en la ciudad hispanoamericana del siglo XIX”, en G. Alomar
(coord.), De Teotihuacán a Brasilia…, pp. 397-433; J. E. Hardoy, "Teorías y prácticas urbanísticas en Eu-
ropa entre 1850 y 1930...”, en J.E. Hardoy y R.M. Morse (eds.), Repensando la ciudad de América Lati-
na; Ramón Gutiérrez, “Modelos e imaginarios europeos en urbanismo americano 1900-1950”, Revista de
Arquitectura, No. 8, Santiago: Universidad de Chile, 1996, pp. 2-3; Arturo Almandoz, “Urbanization and
Urbanism in Latin America: From Haussmann to CIAM”, en A. Almandoz (ed.), Planning Latin America’s
Capital Cities, 1850-1950, pp. 13-44.
103
En el caso de la representación literaria y artística, ver por ejemplo el proyecto coordinado por el historia-
dor venezolano Elías Pino Iturrieta, Sueños e imágenes de la modernidad. América Latina 1870-1930.
Caracas: Fundación CELARG, 1997. Con respecto a los movimientos sociales y reformas urbanas, ver R.
Pineo y J.A. Baer (eds.), Cities of Hope. People, Protests and Progress in Urbanizing Latin America,
1870–1930. Boulder: Westview Press, 1998.
104
Ver por ejemplo P. Hall, Cities of Tomorrow...; Stephen Ward, “The International Diffusion of Planning: A
Review and a Canadian Case Stud.y”, International Planning Studies, Vol. 4, No. 1, 1999, pp. 53-77; An-
thony D. King, Global Cities. Londres: Routledge, 1991; Urbanism, Colonialism and the World-Economy.
Cultural and Spatial Foundations of the World Urban System. Londres: Routledge, 1990. He tratado de
compensar esta omisión sobre el tema de la transferencia en A. Almandoz, “Urbanization and Urbanism
in Latin America....”.
105
Una versión ampliada de esta sección fue publicada como Arturo Almandoz, “Notas sobre historia cultural
urbana. Una perspectiva latinoamericana”, Urban Perspectives / Perspectivas Urbanas, No. 1, Barcelona:
ETSAV, 2003, http://www-etsav.upc.es/personals/iphs2004.
106
Nancy Stieber, “Microhistory of the Modern City: Urban Space, Its Use and Representation”, Journal of the
Society of Architectural Historians, vol 58, No. 3, Special Issue, Chicago: Society of Architectural Histo-
rians, septiembre 1999, pp. 382-391, p. 383; mi traducción de: “Despite their ideological, methodological,
or philosophical differences, what is apparent from the recent reformulations of the relationship between
society and culture is the movement from larger totalizing systems applied at large scales of time and
geography to smaller-scale investigations of the social interactions through which culture is produced.
There is a preference for the concrete over the schematic, an openness to observation, and a distrust of
any theoretical construction that might prove constraining. Instead of framing historical problems with long-
range developmental trajectories, historians read minute, empirically observable particularities to reveal
the codes, forces, and processes at work in shaping cultural forms. There is a rejection of abstraction, the
general scheme or concepts through which to interpret expression, in favor of the mapping of material
practices, exposing the making of culture as active agent rather than passive reflection...”
107
Entre los trabajos que me parecen más influyentes en este sentido, valga identificar los de Henri Lefebv-
re, La révolution urbaine (1970). Paris: Gallimard, 1979 (La revolución urbana, trad. Mario Nolla. Madrid:
Alianza Editorial, 1976); Éspace et politique; Michel de Certeau, L‘écriture de l´histoire. Paris: Gallimard,
1975; David Harvey, The Condition of Postmodernity. An Enquiry into the Origins of Cultural Change
(1990). Cambridge, Mass.: Blackwell, 2001.
108
N. Stieber, “Microhistory of the Modern City…”, p. 384; mi traducción de. “We have reached the stage
where we can expect an increasing harvest from the cross-fertilization that has already taken place and
can perhaps even anticipate a future in which comparative studies bring into focus generalizing concep-
tual tools so that we can talk of the history of urbanism on the large scale again”.
109
A. Almandoz, "Aproximación historiográfica al urbanismo moderno en Venezuela...”; “Notas sobre historia
cultural urbana…”; Ver también Arturo Almandoz, La ciudad en el imaginario venezolano. Vol. I: Del tiem-
po de Maricastaña a la masificación de los techos rojos. Caracas: Fundación para la Cultura Urbana,
2002, pp. 4-11.
110
Incluyendo además publicaciones periódicas como, por ejemplo, los números sobre el tema de Ciudades,
43, México: Red Nacional de Investigación Urbana (RNIU), abril-junio 2000; y Apuntes filosóficos, 17, Ca-
racas: Escuela de Filosofía, Universidad Central de Venezuela, 2000.
111
H. Lefebvre, La révolution urbaine, pp. 139-154 (La revolución urbana, pp. 109-120).
112
Paolo Sica, L'imagine della città da Sparta à Las Vegas (1970). Bari: Laterza, 1991, pp. 289-290.
113
Rob Shields, "A Guide to Urban Representation and What to Do About It: Alternative Traditions of Urban
Theory", en Anthony King (ed.), Re-Presenting the City: Ethnicity, Capital and Culture in the 21st-Century
Metropolis. Londres: Macmillan, 1996, pp. 227-252, pp. 242-243.
114
Tal como he tratado de demostrarlo en Arturo Almandoz, "Consideraciones conceptuales sobre el Urba-
nismo", Ciudad y Territorio. Estudios Territoriales, Tercera Época, Vol.1, No. 98, Madrid: Ministerio de
Obras Públicas, Transporte y Medio Ambiente, invierno 1993, pp. 625-636.
115
M. Foucault, L’archéologie du savoir, p. 53.
116
Néstor García Canclini, Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad (1989). Buenos
Aires: Editorial Sudamericana, 1995, pp. 14-15.
117
Morroe Berger, La novela y las ciencias sociales. Mundos reales e imaginarios (1977), trad. Francisco
González Aramburo. México: Fondo de Cultura Económica, 1979.
118
Pierre Ansay, René Schoonbrodt (comps.), Penser la ville. Choix de textes philosophiques. Bruxelles:
AAM Éditions, 1989
119
Carl E. Schoske, "The idea of the city in European thought: Voltaire to Spengler", en O. Handlin y J. Bur-
chard (eds.), The Historian and the City, pp. 95-114 ("La idea de ciudad en el pensamiento europeo: de
Voltaire a Spengler", Separata Punto de Vista, Revista de Cultura, año 10, no. 6, julio-octubre 1987, pp.
iii-xix).
120
Andrew Lees, Cities Perceived. Urban Society in European and American Thought, 1820-1940. Manches-
ter: Manchester University Press, 1985
121
Morton y Lucia White, The Intellectual versus the City. From Thomas Jefferson to Frank Lloyd Wright.
Cambridge, Mass.: Harvard University Press, The MIT Press, 1962 (El intelectual contra la ciudad, de
Thomas Jefferson a Frank Lloyd Wright, trad. E.L. Revol. Buenos Aires: Ediciones Infinito, 1967). Michael
Jaye y Ann C. Watts (eds.), Literature and the American Urban Experience. Manchester: Manchester Uni-
versity Press, 1981.
122
Arturo Almandoz, Ciudad y literatura en la primera industrialización. Caracas: Fundarte, 1993.
123
Richard Lehan, The City in Literature. An Intellectual and Cultural History. Berkeley: University of Califor-
nia Press, 1998, pp. xv, 4.
124
Richard Sennett, El declive del hombre público (1977), trad. G. Di Masso. Barcelona: Península, 1978;
The Conscience of the Eye. The Design and Social Life of Cities (1990). Londres: Faber and Faber, 1993;
Flesh and Stone. The Body and the City in Western Civilization (1994). London: Faber and Faber, 1996.
En la introducción de esta última obra (p. 22), señala el autor en relación al clásico de Mumford: ”My
learning is lesser, my sights are narrower, and I have written this history in a different way, by making stu-
dies of individual cities at specific moments – moments when the outbreak of a war or a revolution, the in-
auguration of a building, the announcement of a medical discovery, or the publication of a book marked a
significant point in the relation between people’s experience of their own bodies and the spaces in which
they lived.”
125
F. Choay en L'urbanisme... y "Pensées sur la ville, arts de la ville", pp. 158-271. P. Sica también lo ha
hecho en Storia dell'urbanistica, t.II, pp.1066-1079; así mismo, en L'Imagine della città da Sparta à Las
Vegas, pp. 269-326.
126
Anthony Sutcliffe (ed.), Metropolis, 1890-1940. Londres: Mansell, 1984.
127
Ver por ejemplo Anthony Sutcliffe, “The Impressionists and Haussmann’s Paris”, French Cultural Studies,
vi, 1995, pp. 197-219; “The Planner at the Movies: The silver screen as a mirror of planning and architec-
ture, 1918-1998”, en Robert Freestone (ed.), 20th Century Urban Planning Experience. 8th International
Planning History Conference. Sidney (Australia): International Planning History Society, University of New
South Wales, julio 1998, pp. 886-893.
128
Guillermo Barrios, Ciudades de película. Caracas: Fundación Cinemateca Nacional, Eventus, 1997.
129
R.M. Morse, "Los intelectuales latinoamericanos y la ciudad (1860-1940)", pp. 91-112.
130
José Luis Romero, Latinoamérica: las ciudades y las ideas (1976). México: Siglo Veintiuno Editores,
1984; Angel Rama, La ciudad letrada. Hanover: Ediciones del Norte, 1984.
131
Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad en América Latina. Literatura y política en el siglo XIX.
México: Fondo de Cultura Económica, 1989.
132
Sonia Mattalía, “Sueño y desilusión de la modernidad: imágenes de la ciudad en el fin de siglo latinoame-
ricano”, en B. González, J. Lasarte, G. Montaldo, M.J. Daroqui (comp.), Esplendores y miserias del siglo
XIX. Cultura y sociedad en América Latina. Caracas: Monte Avila Editores Latinoamericana, Equinoccio,
Ediciones de la Universidad Simón Bolívar, 1995, pp. 519-531.
133
Jorge Romero León, Retórica de imaginación urbana. La ciudad y sus sujetos en Cecilia Valdés y Quin-
cas Borba. Caracas: Fundación CELARG, 1997; María Elena D'Alessandro, La novela urbana en Latino-
américa durante los años 1945 a 1959. Caracas: Fundación CELARG, 1992.
134
J.E. Hardoy, “Two Thousand Years of Latin American Urbanization”, pp. 44-45.
135
R. Pineo y J.A. Cities of Hope…; E. Pino Iturrieta (coord.), Sueños e imágenes de la modernidad….; A.
Almandoz (ed.), Planning Latin America’s Capital Cities, 1850-1950.
136
J. Needell, A Tropical Belle Époque….; A. Gorelik, La grilla y el parque…. He publicado reseñas el libro
de Gorelik en Urbana, No. 26, Caracas: Universidad Central de Venezuela, Universidad del Zulia, enero-
junio 2000, pp. 109-110; Planning Perspectives, Vol. 16, No. 3, julio 2001, pp. 327-328.
137
A. Almandoz, Urbanismo europeo en Caracas (1870-1940); G. Ramón, La muralla y los callejones….; F.
Quesada, En el barrio Amón...

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