Santa Brígida de Suecia + María Del Rosario + Carmelita Cartujana
Santa Brígida de Suecia + María Del Rosario + Carmelita Cartujana
Santa Brígida de Suecia + María Del Rosario + Carmelita Cartujana
Brígida de
Suecia
Santa Brígida de Suecia
TEKTON EWTN
Foros de La Virgen
Santa Brígida de Suecia
Viuda Fundadora
https://www.ewtn.com/spanish/Saints/Br%C3%ADgida_7_23.htm
Uno de sus hijos fue religioso, otros dos se Entonces, pidió permiso y se fue con
portaron muy bien y sólo Carlos fue un pícaro su esposo en peregrinación a Santiago
que la hizo sufrir toda la vida; sólo en el de Compostela, España; durante el
momento último en que él se iba a morir, la viaje su esposo Ulf enfermó
santa logró con sus oraciones que él se gravemente, Brígida oró por él y en un
arrepintiera y pidiera perdón de sus pecados a sueño se le apareció San Dionisio para
Dios. Dos de sus hijas se hicieron religiosas, y decirle que la curación se le concedía
otra de ellas fue “la oveja negra de la familia”, con tal de que se dedicara a una vida
que con sus aventuras mundanas martirizó a la santa; su esposo sanó y entró de
buena mamá. Fue, así, la suya una familia religioso cisterciense; unos años
como muchas otras: con gente muy buena y después murió santamente en el
con gente que hace sufrir. Monasterio.
Brígida era la dama principal de todas las que En una visión, Brígida oyó que Jesús
colaboraban y asistían al rey y a la reina de Crucificado le decía: “Yo, en la vida
Suecia. En el palacio real, Brígida se dio cuenta sufrí pobreza, y tú tienes demasiados lujos
de que se gastaba mucho dinero en lujos y y comodidades”. Desde ese día Brígida
banquetes opíparos, y que se explotaba al dejó todos sus trajes elegantes y joyas,
pueblo. Quiso llamar la atención a los reyes, y empezó a vestir como la gente pobre,
pero ellos no le hicieron caso. nunca más durmió en cama cómoda
sino sobre tablas duras.
Convento de Santa Brígida + Centro de Paredes de Nava + Cenobio habitado por monjas de clausura + Fundado por
don Gaspar de Berdeces [1667] + Su iglesia es de estilo barroco
Santa Brígida de Suecia
Copatrona de Europa1
+ Brígida repartió todos sus bienes entre los pobres, de manera que ella llegó a ser muy pobre.
+ Con su hija Santa Catalina de Suecia, se fue a Roma, donde permaneció 14 años dedicada a
la oración, a visitar y ayudar a los enfermos, a visitar como peregrina orante muchos
santuarios y a dictar sus revelaciones que están contenidos en 8 tomos.
+ Se comprometió por el regreso del Papa desde Avignon a Roma, durante la segunda parte de
su vida que inició como viuda; llegó a Roma en 1349 para celebrar el Año Santo del 1350,
sobre todo para pedir la aprobación de las reglas de la Orden que estaba fundando, la
“Comunidad de San Salvador”, compuesta por religiosas y religiosos, cuyo principal
convento estaba en Suecia y ya tenía 60 monjas; este convento se convirtió en el centro
literario más importante de su nación en esos tiempos; más tarde llegó a tener 70 conventos
de monjas en todo Europa.
+ Al llegar a Roma encontró una situación terrible: el Papa estaba en Avignon, no en Roma; el
pueblo romano estaba como un rebaño sin pastor; abundaba la peste, y Francia e Inglaterra
estaban en guerra. Su gran amor por Jesús la empujó a lograr que el Papa regresara a Roma.
Brígida decidió establecerse en esta ciudad y se instaló en las salas de la Plaza Farnese, donde
hoy se encuentra la Curia Generalicia y el Monasterio Casa di Santa Brigida, casa de
hospitalidad2. Allí es donde recibió la mayor parte de las Revelaciones de Jesús, por medio de
las cuales trazó su mensaje al mundo, por medio del Evangelio, de la unión con Nuestro
Señor Jesucristo y de su amor ardiente al Crucifijo.
https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2018-07/devocion-iglesia-santa-brigida.html
-Son ya los hombres como perros de caza, que al principio los llevan, y acostumbrados
después a coger y despedazar los animales, se anticipan a los cazadores en acudir a la presa.
Así el hombre que tiene su placer en estar pecando, es más pronto para pecar que el demonio
para tentarlo. Y no es mucho que los hombres hagan esto, pues aquellos mismos que por su
primacía o dignidad eran los que solían y debían aplacar a Dios, han caído mucho de su
santidad y buen ejemplo. “Revelaciones Celestiales”, pg. 210-211.
(“Cuarta Profecía”):
-Haced, pues, lo que queráis y prosperad ahora.
Por consiguiente, juro por Mi Divinidad que si morís en el estado que ahora estáis,
nunca veréis Mi Rostro, sino que por vuestra soberbia, os sumergiréis tan profundamente
en el Infierno, que todos los demonios estarán sobre vosotros, afligiéndoos incansablemente.
Por vuestra lujuria seréis llenos del horrible veneno del demonio, y por vuestra codicia os
llenaréis de dolores y de angustias, y seréis participantes de todos los males que hay
en el Infierno.
Santa Brígida de Suecia
Monasterio de Piazza Farnese, Roma (Italia): “Casa di Santa Brigida” + Cerca de la Via Giulia, uno de los rincones más sugestivos de Roma,
situada en el centro histórico + Cerca del famoso Campo dei Fiori, a pocos minutos de San Pedro, Castillo del Santo Ángel, del Gianicolo, del
Foro Romano y del Campidoglio + La Casa de Santa Brígida es un espléndido palacio de 1400; aloja personas de todas las nacionalidades,
confesiones y edad + En el primer piso de la Casa se encuentran 3 habitaciones, donde vivió y murió Santa Brígida, una biblioteca grande y
una terraza soleada, con una atmósfera acogedora y familiar
Siglo XIV, Santa Brígida recibió de Jesús la revelación de cuál será el destino eterno de
cada persona. Para la mayoría de las personas, esto sucederá durante el Juicio Particular, al
morir: la persona verá el estado de su alma tal como Dios la ve y ella misma sabrá dónde
pasará la vida eterna sin que sea una imposición.
Santa Brígida de Suecia
Estas revelaciones a Santa Brígida son útiles para meditar en nuestro Juicio Particular
frente a Dios. Más importante aún es su función previa, pues nos permitirá obrar para
corregir nuestro destino.
Su vida estuvo signada por visiones, milagros, peregrinaciones, y un gran compromiso con
los pobres y los incrédulos. No la asustaban la peste ni las burlas a sus sueños y visiones.
Fue la fundadora de la Orden del Santísimo Corazón. Murió a los 70, en Roma -Italia-.
Visiones
Sus visiones eran realmente significativas para la época; eran tan populares, que fueron
discutidas en tres Concilios: de Constanza, de Basilea y Quinto de Letrán. El libro de sus
revelaciones fue publicado por primera vez en 1492. Por orden del Concilio de Basilea,
Juan de Torquemada, quien fue Cardenal más adelante, examinó el libro de las
revelaciones de la Santa y declaró que podía ser muy útil para la instrucción de los fieles.
Dichas revelaciones fueron clasificadas en 3 tipos: corporales, espirituales e intelectuales.
El Papa Benedicto XIV afirmó acerca de sus visiones: “Aunque muchas de esas revelaciones han
sido aprobadas, no se les debe el asentimiento de fe divina. El crédito que merecen es puramente humano,
sujeto al juicio de la prudencia, que es la que debe dictarnos el grado de probabilidad de que gozan, para que
creamos píamente en ellas”.
Santa Brígida de Suecia
El Juicio Particular
+ En su libro de las revelaciones [1, Cap.41] Santa Brígida habla sobre las revelaciones
que le hizo Jesús del destino de cinco (5) hombres que representan a toda la
humanidad:
1. La cabeza de la Iglesia y sus sacerdotes.
2. Los laicos corruptos [apóstatas].
3. Los judíos, el pueblo elegido que habiéndolo negado, aún espera al Mesías.
4. Los paganos [mundanos].
5. “Mis amigos” [los amigos de Jesús].
Santa Brígida de Suecia
+ El Señor los acusa y reclama haber creado todas las cosas para que les dieran uso,
que los laicos Le dieron a Jesucristo su consentimiento y Él a ellos, que ellos Le
prometieron su fe y juraron que Le servirían, pero se han apartado de Él como quien
no conoce a Dios, dando rienda suelta a sus instintos y desechando todo lo que les
resulta molesto de la Ley de Dios.
+ Eliminaron los obstáculos a la vida fácil y placentera que siempre buscaron llevar en
Su Nombre.
+ Se refirieron a la Palabra de Dios como “mentira” y a Sus trabajos como “carentes de
sentido”.
Santa Brígida de Suecia
+ Jesús acusa directamente a su pueblo diciéndoles: “Yo comencé mi amoroso idilio contigo.
Te elegí como mi pueblo, te libré de la esclavitud, te di Mi ley, te conduje hasta la tierra que les había
prometido a tus padres y envié profetas que te consolaran. Después elegí a una Virgen de entre
vosotros y tomé de ella naturaleza humana. Mi disgusto contigo es que aún rehúsas creer en mí,
diciendo: Cristo no ha venido todavía, sino que tiene que venir. Sin embargo, he hecho
una excepción con todos los judíos que son cristianos en secreto y que me sirven en caridad sincera,
conforme a la fe y en sus trabajos perfectos en secreto. Yo leo el corazón, de acuerdo será”.
+ Jesucristo hace una excepción con todos aquellos que con gusto caminarían por la
senda de Sus Mandamientos, si tan sólo supieran cómo y si fuesen instruidos,
aquellos que tratan de poner en práctica todo lo que pueden y de lo que son capaces.
+ “Estos no serán de ninguna manera sentenciados con los paganos”.
+ El Señor le reclama al pagano porque Él lo creó y redimió para que fuera cristiano,
hizo con él todo el bien, pero “eres como alguien que está fuera de sus sentidos, porque no
sabes lo que haces”.
+ Jesús los ve como ciegos, porque no saben hacia dónde se dirigen; adoran a las
creaturas y a las cosas en lugar de adorar al Creador, adoran y aman la falsedad en
lugar de a la verdad, se arrodillan ante las cosas que son inferiores a ellos: “esta es la
causa de mi disgusto en relación a ti”.
EL AMIGO DE JESÚS
Las sentencias, con la participación de todos los santos y los ángeles, son
dictadas por Pedro, por orden de Jesús, mientras se dirige a Nuestro Señor:
1. La cabeza de la Iglesia y sus sacerdotes:
“Es verdaderamente justo que la cabeza de la Iglesia, el que se sienta en Tu
asiento mientras realiza los hechos de Lucifer, vergonzosamente debe renunciar
a ese asiento en el que presumió sentarse y compartir el castigo de Lucifer”.
3. Los judíos, el pueblo elegido que habiéndolo negado, aún espera al Mesías:
“No verán Tu Rostro y serán condenados por su perversidad y avaricia, puesto
que los que no creen no merecen contemplar la visión de Ti”.
Los terribles castigos de la Justicia del Señor, dictados por Jesús a Santa Brígida:
1. La cabeza de la Iglesia y sus sacerdotes:
“La espada de mi severidad atravesará tu cuerpo, entrando desde lo alto de tu
cabeza y penetrando tan profunda y firmemente, que nunca podrá ser sacada. Tu
asiento se hundirá como una piedra pesada y no cesará hasta que alcance la
parte más baja de las profundidades”.
Santa Brígida de Suecia
“Su mujer es el alma que ha sido separada de la gloria del Cielo y que quedará
viuda de Dios. Sus hijos son las virtudes que aparentaron poseer y mi gente
sencilla, aquellos que se les sometieron, serán apartados de ellos. Su rango y
propiedad caerá en manos de otros y ellos heredarán la eterna vergüenza en
lugar de su rango privilegiado. Sus mitras se hundirán en el barro del infierno y
ellos mismos nunca se levantarán de él”.
“Por ello, lo mismo que el honor y orgullo que alcanzaron sobre otros en la Tierra,
se hundirán en el infierno tan profundamente, más que los demás, que les será
imposible levantarse. Sus extremidades, o sea todos los sacerdotes aduladores
que les secunden, serán separados de ellos y aislados. Igual que una pared que
se derrumba, en la que no quedará piedra sobre piedra y el cemento ya no se
adherirá a las piedras. La misericordia nunca les llegará, porque Mi Amor nunca
les calentará ni les repondrá en la eterna Mansión Celestial. En su lugar,
despojados de todo bien, serán eternamente atormentados junto a sus líderes”.
3. El judío:
“Ya que tú, judío, no quieres creer que Yo ya he venido, por ello, cuando vuelva
para el segundo juicio, no me verás en Mi gloria sino en tu conciencia, y
comprobarás que todo lo que te dije era verdad. Entonces, ahí quedará que seas
castigado como mereces”.
4. El pagano o mundano:
“Como no te has ocupado de creer ni has querido saber, tu propia oscuridad será
tu luz y tu corazón será iluminado para que comprendas que mis juicios son
verdaderos, pero sin embargo, tú no alcanzarás la luz”.
5. El amigo de Jesús:
“Haré tres cosas por ti:
Primero, te llenaré internamente de mi calor.
Segundo, haré que tu boca sea más fuerte y más firme que cualquier piedra, de
modo que las piedras que te arrojen serán rebotadas.
Santa Brígida de Suecia
Tercero, te armaré con mis armas, de forma que ninguna lanza te dañará, sino
que todo cederá ante ti como la cera frente al fuego.
Por tanto, ¡hazte fuerte y resiste como un varón!
Como un soldado que en la guerra, espera la ayuda de su Señor y lucha mientras
le quedan fluidos de vida; así también tú, ¡mantente firme y lucha!
El Señor, tu Dios, Aquel a quien nadie puede resistir, te ayudará.
Y como ustedes, Mis amigos, son pocos en número, les daré honor y los
convertiré en muchos”.
Portavoz de Cristo
Película EWTN
Como bien se ha dicho, Francisco ha sido el padre de las místicas y su herencia ha sido recogida
por las místicas medievales, diciendo que Dios es amor, que vive en el corazón del hombre y lo
transforma, y en el corazón del hombre espera no sólo ser contemplado -la contemplación
monástica- sino que también espera ser amado.
Santa Brígida:
+ Confiad al Señor aquello que tratáis de hacer, Él sabrá guiar vuestros pasos.
+ Un rey niño será sin duda mejor que un rey asesino, pero la responsabilidad del que esté
cerca será mayor.
Santa Brígida de Suecia
+ Oh, Jesucristo, sois la eterna dulzura de todos los que Os aman, la alegría que pasa a todo
gozo y deseo, la salvación y esperanza de todos los pecadores, nos amáis hasta el punto de
asumir la deplorable naturaleza humana, acordaos oh Señor que durante la Última Cena
con vuestros discípulos les lavasteis los pies y los confortasteis con dulzura para anunciarles
vuestra próxima Pasión.
+ Nada es más difícil que la perseverancia, verdaderamente el león infernal se pasea buscando
a quién devorar.
A pesar de que muchos la criticaban, llevaba a sus hijos y a su esposo a curar a los enfermos en los
hospitales. En su palacio, ella misma daba de comer a los pobres. Una de sus mayores alegrías era
cuando podía ayudar a una mujer perdida, pecadora pública.
+ Escuchad a vuestro corazón sólo por un instante, permitid que vuestra alma os hable… mejor
que os grite, permitidle que os agarre con todas sus fuerzas a la mano que la salvará. No
sabéis lo que es el infierno. Habéis sufrido mucho, muchísimo, pero eso os acerca aún más
a Cristo. Los quiere aún más, si eso es posible.
+ El pecador es la moneda perdida del Evangelio, si una mujer pierde una moneda la buscará
por toda la casa hasta que la encuentre, y después de haberla encontrado llamará a los
vecinos para celebrarlo; dará alegría al Cielo, por haber regresado.
Se preguntaba por qué mucha gente sufría tanto. Y el Señor le respondía: “El sufrimiento viene de
Mi Amor. ¿Quién es inocente? Muchas cosas parecen, pero no son. Yo sé quién merece Mi
Misericordia. Algunos no sufren para que no caigan en culpa mayor blasfemando contra Mí, pero
deben saber que si no se convierten estarán condenados para toda la eternidad”.
Las visiones son de diferentes tipos. No es el tipo de esposa pasiva que tiene experiencias místicas.
Ella participa de manera muy activa, se pregunta y pregunta a menudo. A veces estas locuciones
divinas vienen como respuesta a sus preguntas sobre su vida espiritual.
Estudió el Apocalipsis guiada por el maestro Martín. El Papa estaba en Avignon, Roma era pálida
sombra de sí misma y ahora la guerra entre Francia e Inglaterra. Se hablaba de nuevas armas
diabólicas que enfrentaban entre sí a los hermanos cristianos.
Lloraba por largas horas mientras meditaba La Pasión de Cristo, las torturas que sufrió Nuestro
Señor, imaginarlo enclavado en la Cruz y agonizando escarnecido. Sufría por Él y con Él.
La joven reina la hizo llamar como tutora en la Corte Real, su esposo le advirtió que su primo, el
rey, y la reina la tenían en gran estima y que esperaban que ella fuera su perfecta consejera en la
vida y en los aspectos espirituales. Brígida se asustó y al mismo tiempo, se llenó de alegría; no creía
estar a la altura de lo que le pedían y creía que no estaría jamás, pero admitió que si el Señor se
quería servir de ella, como apoyo a la Corona aunque fuera mínimo, no podía negarse.
Le pidió a su esposo: “Amo vuestra justicia, sé que nunca os apoderaríais de algo injustamente o
que pesara sobre los pobres, pero tened misericordia de vuestros súbditos; hacedlo por vuestra alma
antes que por mí”. “Lo que tenemos, lo que poseemos en abundancia lo hemos recibido sólo por la
bondad de Dios, para servirle con humildad. No lo olvidéis. Y una última cosa: me gustaría
infinitamente peregrinar con vos a Santiago de Compostela, prometedme que haréis todo lo posible
para cumplirlo, en cuanto la situación en la Corte me lo permita”.
Santa Brígida de Suecia
1335, Castillo del Rey Magnus, Suecia. Los reyes recibieron con alegría su llegada a la Corte.
Depositaron en ella toda confianza para ser guiados, por su juventud, como monarcas. Brígida
llamó al deber que Dios les había encomendado, “haced que sea temida la justicia de Dios y deseada
Su misericordia; muy pronto vuestra alma dará cuenta frente al Eterno Juez”.
“Conozco vuestro tormento, por un lado queréis gozar de honores y riquezas que corresponden a
una reina, pero también sabéis que la gloria de este mundo pasa y que queréis gozar de los bienes
eternos. Servid de ejemplo al prójimo. Vuestra vida no será larga, preparaos, Dios no respeta a una
reina más que a la última criada de Palacio”.
Animó a los reyes acerca del destino de quien antepone a Dios antes que a sus intereses, y de la
buena ventura que tienen aquellos que aman la mansedumbre y la clemencia.
Advirtió al rey que cuanto más quiere un príncipe destacar ante los demás, más obligado está a
humillarse frente a Dios, de quien ha recibido todo honor y riqueza en esta vida.
“Es severo el juicio contra los superiores, los poderosos serán tratados con rigor porque todo poder
y autoridad vienen de Mí. Pero no tendré miramientos con su grandeza”.
“Podría abrir el infierno para que todos vieran sus tormentos, pero entonces me buscarían por
temor y no por amor. Yo quiero abrazarlos con toda la gloria, por eso existe el Purgatorio; ninguno
entrará al Reino de los Cielos si no se llena antes de Amor Divino”.
Madre, esposa, mujer de su casa. En su vida experimentó lo que significa separarse de sus hijos para
estar al servicio de la Corte Real, al principio el rey y la reina parecieron escucharla aunque al final
eligieron otras vías, no la que deseaba Santa Brígida; con las tensiones, Brígida y Ulf se retiraron de
la Corte. Celebraron su XV aniversario con la peregrinación a Santiago de Compostela, los dos
juntos.
Después de la muerte de Ulf, su esposo, en 1339, se retiró al Monasterio. En una sola hora le fue
dictada la Regla por Jesús mismo, y así nació la Orden del Santo Salvador, dedicada a Nuestro
Señor y a La Santísima Virgen María.
“Yo soy la Reina del Cielo, yo soy la Madre de Dios. Cuando flagelaron a mi Hijo, casi muero.
Cuando después me miró desde la Cruz y yo lo miré a Él, de mis ojos caían lágrimas como sangre
de mis venas. Al mirarme, Su dolor en mí superó prácticamente el dolor mismo de la Crucifixión.
Por eso, hija mía, te digo que Su dolor era mi dolor, Su corazón era mi corazón. Ten siempre
presente cuánto te hemos amado mi Hijo y yo”.
Dios nos ha dado dos madres, la Iglesia y la Virgen María, y nosotros tenemos necesidad de ambas
madres.
Entre siglos XIII y XIV, se habla de una era matrística de la Iglesia. Se quiere construir un discurso
sobre Dios sobre fundamentos racionales, más allá del dato revelado. A los hombres del siglo XII
ya no les bastan las palabras de la Biblia. La cultura no se hace más en las escuelas monásticas. San
Santa Brígida de Suecia
Anselmo quiere tener la evidencia también racional de la existencia de Dios. El Gran Abelardo, un
gran filósofo, dice que se habla con Dios sólo en silencio, sólo callando; eso, a los espirituales, no
les basta.
Jesús le dijo:
“Amo tanto vuestras almas,
que preferiría ser crucificado de nuevo
antes que verme privado de ellas”.
El Cantar de los Cantares es el libro de la comunión espiritual entre el hombre y Dios, el amor entre
el esposo y la esposa es la figura de la unión del alma con el Verbo.
La alegría de la comunión espiritual es la mística del Amor, el Dios Amor, no ya solo el Dios
Omnipotente, el Dios Altísimo de los monjes, el Dios justo y el Dios legislador del Amor. Un Dios
personal, un Dios con el que se tiene una relación.
Se puede decir que Brígida tenía la mirada siempre dirigida a Cristo Crucificado. Cristo ha sufrido
por nosotros y a través de nuestros sufrimientos estamos unidos a Él. El Sacrificio de Cristo está,
obviamente, presente en la Eucaristía. Brígida estaba siempre deseosa de recibir la Eucaristía, para
estar siempre cada vez más unida a Cristo.
Fue aceptada por los Monjes Cistercienses en una celda privada destinada sólo a ella, por su
evidente santidad y su vida de oración, sacrificio y penitencia.
Le pedía a Dios que inflamara su corazón con el fin de encaminarse a la perfección y que sus obras
fueran para Dios, alejada de los apetitos mundanos.
Su esposo se le apareció y le informó que aún estaba en el Purgatorio; le pidió que ofreciera Misas
durante un año, que ayunara por él y que ofreciera sacrificios a Dios para terminar de purgar.
“Nuestra vida cenobítica es sólo un principio de perfección, San Benedicto lo dijo así”.
Su presencia en el Monasterio levantó rumores y la hizo sufrir, la hizo dudar de si lo que realmente
veía eran visiones divinas o era su imaginación.
7 dolores de
la Virgen María
https://www.youtube.com/watch?v=n6WrinfRa2g
Promesas de la Virgen María a los devotos de sus dolores, reveladas por la Santísima Virgen María a
Santa Brígida. Son 7 gracias que la Santísima Virgen obtiene de Nuestro Señor para las almas que la
honran diariamente meditando en sus 7 dolores:
Capítulos 41-46 de las Profecías y Visiones de Santa Brígida de Suecia -Sobre la Virgen María y su
vida- Desde su nacimiento hasta su Asunción en cuerpo y alma:
Capítulo 41:
[La Virgen María] “Cuando mi madre me dio a luz, no estuvo oculto a los demonios mi nacimiento, y
pensaron de esta suerte: Ha nacido una niña en la cual se advierte que ha de haber algo admirable,
¿qué haremos? Si le echásemos todas las redes de nuestra malicia, las destrozará como si fueran de
estopa; y si investigásemos su interior, está guarecida con poderoso auxilio. No hay en ella una mancha,
por consiguiente es de temer que su pureza nos atormente, que su gracia disminuya nuestra fortaleza
y que su constancia nos holle debajo de sus pies.
“Los amigos de Dios, que por tan largo tiempo habían estado esperando, decían por inspiración del Señor:
¿Por qué seguimos afligidos? Más bien debemos alegrarnos, porque ya nació la luz con que se alumbrarán
nuestras tinieblas y se cumplirá nuestro deseo. Se alegraban también los Ángeles, aunque su gozo era
siempre en la presencia de Dios, y decían: Nació en la Tierra una criatura muy deseada y del especial
amor de Dios, con la que se reformará la verdadera paz y se restaurarán nuestras ruinas.
“En verdad te digo, hija mía, que mi nacimiento fue el principio de los verdaderos gozos, porque entonces
brotó la vara de la que salió aquella flor que deseaban reyes y profetas. Así que, mi alma iluminada
pudo entender algo acerca de mi Creador, le tuve un amor indecible y lo deseaba con todo mi corazón.
Fui también conservada por la gracia, de suerte que ni en mi tierna edad consentí el menor pecado,
porque siempre perseveraban conmigo el amor de Dios y el cuidado de los padres, la educación honesta
y el trato de los buenos, y el fervor de conocer a Dios.”
Capítulo 42:
[Notable revelación que hace La Virgen María a Santa Brígida sobre su Purificación, y el acervo dolor
que causaron en su alma las palabras del anciano Simeón] “Has de saber, hija mía, que yo no necesitaba
de Purificación como las demás mujeres, porque mi Hijo me dejó pura y limpia cuando nació de mí, ni yo
tampoco adquirí la menor mancha, porque sin ninguna impureza engendré a mi purísimo Hijo. No
obstante, para que se cumpliesen la ley y las profecías, quise vivir en todo sujeta a la ley, y ni vivía aún
con arreglo a la posición de mis padres, sino que hablaba humildemente con los humildes; y no quise ser
preferida en nada, sino que amaba todo lo que era conforme con la humildad.
“Tal día se aumentó mi dolor, pues, aunque por inspiración divina sabía que mi Hijo había de padecer,
sin embargo con las palabras que dijo Simeón, anunciándome que una espada de dolor atravesaría mi
alma y que mi Hijo sería puesto en señal de contradicción, se atormentó más mi corazón con este dolor;
y aunque se mitigaba por el consuelo que recibía del Espíritu de Dios, nunca se apartó de mi corazón
este dolor hasta que en cuerpo y alma subí al Cielo.
Santa Brígida de Suecia
“Has de saber, también, que desde ese día tuve seis clases de dolores:
+ El primero fue por la meditación que hacía sobre esto que se me había anunciado; así,
siempre que miraba a mi Hijo, siempre que lo envolvía en los pañales y veía sus manos
y pies, quedaba absorta mi alma en un nuevo dolor, al pensar cómo había de ser
crucificado.
+ El segundo dolor se refirió al oído; porque siempre que oía las afrentas que le hacían
a mi Hijo, y las calumnias y asechanzas que le preparaban, padecía mi alma tal dolor,
que apenas podía mantenerme, aunque por virtud de Dios este dolor guardó
moderación y decoro, a fin de que no se me notase abatimiento ni flaqueza de alma.
+ El tercer dolor residía en la vista, pues vi cómo azotaban a mi Hijo atado a una
columna y cómo lo clavaron en la Cruz, tanto que caí exánime en tierra, y al volver en
mí permanecí afligida y sufriendo con tanta paciencia, que ni mis enemigos ni nadie
veía en mí más que una seria dignidad.
+ Consistió en el tacto mi cuarto dolor, porque yo con otras personas bajamos de la
Cruz a mi Hijo, lo envolví en un lienzo y lo puse en el sepulcro; y entonces, aumentó mi
dolor de tal manera, que mis manos y pies apenas tenían fuerza para sostenerme.
¡Con cuánto gusto me hubiera sepultado entonces con mi Hijo!
+ Padecía yo, en quinto lugar, por el vehemente deseo de unirme con mi Hijo después
que éste subió al Cielo; aumentaba mi dolor la larga espera que tuve en el mundo
después de Su Ascensión.
+ Padecía el sexto dolor con las tribulaciones de los Apóstoles y amigos de Dios, cuyo
dolor era también mío, y me hallaba siempre temerosa y afligida: temerosa de que
sucumbieran a las tentaciones y trabajos, afligida porque en todas partes padecían
contradicción las palabras de mi Hijo; mas aunque la gracia de Dios perseveraba
siempre conmigo, y mi voluntad estaba conforme con la del Señor, no obstante mi dolor
era continuo y mezclado de consuelos hasta que en cuerpo y alma subí al Cielo al lado
de mi Hijo.
“Hija mía, no se aparte de tu alma este dolor, porque si no hubiera tribulaciones, poquísimos entrarían
en el Reino de los Cielos.”
Capítulo 43:
[Cuenta la Virgen María a Santa Brígida, de un modo muy tierno, la infancia y la vida oculta de Jesús;
revelación muy propia para excitar en el alma el dulce amor al Salvador] “Te he hablado de mis dolores,
pero no fue menor el que tuve cuando llevaba a mi Hijo huyendo a Egipto, cuando supe la matanza de
los Inocentes y el Ángel nos anunció que Herodes perseguía a mi Hijo; aunque sabía lo que acerca de Él
estaba escrito, con todo, a causa del mucho amor que le tenía, padecía yo dolor y suma angustia.
“Mas ahora podrás preguntarme qué hizo mi Hijo en todo aquel tiempo de Su vida antes de Su Pasión.
A esto te respondo que, según dice el Evangelio, estaba sometido a Sus padres y se condujo como los
demás niños hasta que llegó a la mayor edad, aunque en Su juventud no dejó de haber maravillas. Pero
como en el Evangelio están puestas las señales de Su Divinidad y Humanidad, las cuales pueden
edificarte a ti y a los demás, no te es necesario saber cómo las criaturas sirvieron a su Creador, cómo
enmudecieron los ídolos y muchísimos cayeron por tierra a Su llegada a Egipto; cómo los Magos
anunciaron que mi Hijo sería la señal de grandes acontecimientos futuros; cómo, también, le sirvieron
los Ángeles, y cómo ni aun la menor inmundicia hubo nunca en Su cuerpo ni en Sus cabellos.
Santa Brígida de Suecia
“Cuando llegó a mayor edad, estaba continuamente orando y obedeciéndonos a nosotros; nos acompañaba
a las fiestas que había en Jerusalén y a otros parajes, donde Su presencia y trato causaba tanto
agrado y admiración, que muchos afligidos decían: Vamos a ver al Hijo de María, para quedar consolados.
“Cuando creció en edad y en sabiduría, de la que desde un principio estaba lleno, se ocupaba en trabajos
manuales, siempre decorosos, y separadamente nos decía palabras de consuelo y sobre la Divinidad, de
tal manera que de continuo estábamos llenos de indecible gozo. Y cuando estábamos llenos de temores
por la pobreza y los trabajos, nunca nos hizo oro ni plata, sino que nos exhortaba a la paciencia, y de un
modo admirable nos libramos de los envidiosos.
“Tuvimos todo lo necesario, unas veces por compasión de las almas caritativas y otras por nuestro
trabajo, de suerte que nos alcanzaba para nuestra sola sustentación y no para lo superfluo, porque
ninguna otra cosa buscábamos más que servir a Dios.
“Más adelante, con los amigos que llegaban, hablaba también en casa familiarmente sobre la ley, sus
significaciones y figuras, y aun en público disputaba con los sabios, de manera que se admiraban y decían:
El hijo de José enseña a los maestros, algún espíritu superior habla por sus labios.
“Como en cierto tiempo estaba yo pensando acerca de Su Pasión y me viese muy triste, me dijo: ¿No
crees, Madre, que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? ¿Padeciste, acaso, lesión cuando entré en tus
entrañas o sufriste dolores cuando salí? ¿Por qué te afliges? La voluntad de Mi Padre es que yo padezca
la muerte, y Mi voluntad es la misma de Mi Padre. No puede padecer lo que del Padre tengo, pero
padecerá la carne que tomé de ti, para que sea redimida la carne de los demás y se salven las almas.
“Era tan obediente, que, cuando José le decía Haz esto o aquello, lo hacía al punto, porque ocultaba de
tal manera el poder de Su Divinidad, que solamente podíamos saberlo Él y yo, y a veces José, porque con
mucha frecuencia veíamos una admirable luz que lo rodeaba, oíamos las voces de los Ángeles que
cantaban junto a Él y vimos también que espíritus inmundos que no pudieron ser echados por exorcistas
aprobados en nuestra ley, salieron con sólo ver a mi Hijo.
“Cuida, hija, de tener todo esto siempre en tu memoria, y da muchas gracias a Dios porque por tu medio
ha querido dar a conocer su infancia y juventud a otros.”
Capítulo 44:
[Visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel – Vida admirable y virtuosísima de la Santísima Virgen
María y de San José en Nazaret, con grandes elogios que de este Santo Patriarca hace la Virgen María]
“Cuando me anunció el Ángel que nacería de mí el Hijo de Dios, al punto que hube consentido, sentí en mí
una cosa sobrenatural y admirable, y en seguida fui a ver a mi parienta Isabel para aliviarla porque
estaba encinta, y para hablarle de lo que me había anunciado el Ángel.
“Como ésta me saliese al encuentro junto a la fuente y nos diésemos mutuos abrazos, se llenó de regocijo
el niño en su vientre y daba saltos de una manera admirable y visible. Yo también sentí en mi corazón
muy extraña alegría, de modo que mi lengua habló impensadas palabras acerca de Dios y mi alma apenas
podía comprender de júbilo. Como se admirase Isabel del fervor del Espíritu que en mí hablaba, y no me
admirara yo menos de la gracia de Dios que veía en ella, permanecimos en pie por algún tiempo
bendiciendo al Señor.
Santa Brígida de Suecia
“En seguida comencé a pensar cómo y con cuánta devoción debería yo conducirme después de una gracia
tan grande como el Señor me había hecho; qué habría de responder si me preguntaran cómo había
concebido; quién fuese el padre del niño que había de nacer; o si acaso José, por instigaciones del demonio
sospechara mal de mí.
Estaba yo pensando de esa manera, cuando se me presentó un Ángel muy parecido al que antes había
visto, y me dijo: Dios Nuestro Señor, que es Eterno, está contigo y en ti. No temas, pues Él te dirá lo
que has de hablar, dirigirá tus pasos adondequiera que vayas, y con poder y sabiduría acabará contigo
Su obra. Mas José, a quien estaba yo encomendada, después que supo que estaba yo encinta, se llenó
de admiración; y considerándose indigno de vivir conmigo, estaba angustiado sin saber qué hacer, pero
el Ángel le dijo mientras dormía: No te apartes de la Virgen que se te ha encomendado, pues es muy
cierto que concibió por el Espíritu de Dios y parirá un Hijo que será El Salvador del Mundo. Sírvele, pues,
con fidelidad, y sé el custodio y testigo de su pudor. Desde aquel día me sirvió José como a su señora, y
yo también me humillaba a hacer por él hasta lo más pequeño.
“Estaba yo, después, en continua oración; pocas veces quería ver ni ser vista; en rarísima ocasión salía,
a no ser en las principales fiestas; asistía también a las vigilias y lecciones que leían nuestros
sacerdotes; tenía distribuido el tiempo para las labores de mano; y fui moderada en los ayunos, según
lo podía llevar mi naturaleza, en el servicio del Señor. Todo lo que nos quedaba, además de los
comestibles, lo dábamos a los pobres y estábamos contentos con lo que teníamos.
“José me sirvió de tal suerte, que jamás se oyó en sus labios una palabra frívola ni una murmuración,
ni el menor arranque de ira; pues fue pacientísimo en la pobreza, solícito en el trabajo cuando era
menester, mansísimo con los que le reconvenían, obedientísimo en obsequio mío, prontísimo defensor
contra los que dudaban de mi virginidad y fidelísimo testigo de las maravillas de Dios. También se
hallaba muerto para el mundo y la carne, nada deseaba sino las cosas del Cielo, y creía tanto las
promesas de Dios que continuamente decía: ¡Ojalá viva yo y vea cumplirse la voluntad de Dios! Rarísima
vez se presentó en las juntas y reuniones de los hombres, porque todo su empeño lo cifró en obedecer la
voluntad de Dios, y por esto ahora es grande su gloria.”
Capítulo 45:
[Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al Cielo – Alabanza que Nuestra Señora hace de San
Jerónimo] “¿Qué te ha dicho, hija mía, ese que presume de sabio, acerca de que la carta de mi amigo
San Jerónimo que habla de mi Asunción no debe leerse en la Iglesia de Dios, porque le parece que en
ella dudó el Santo acerca de mi Asunción, al decir que no sabía si yo había subido al Cielo en cuerpo o no,
ni quiénes me llevaron? Yo, la Madre de Dios, le respondo a ese maestro, que San Jerónimo no dudó de
mi Asunción; mas, puesto que Dios no reveló claramente esta verdad, no quiso San Jerónimo definir de
un modo explícito lo que Dios no había revelado.
“Pero acuérdate, hija mía, de lo que antes te dije, que San Jerónimo era compasivo con las viudas, espejo
de los verdaderos monjes, y vindicador y defensor de la verdad; y que alcanzó para ti aquella oración con
que me saludaste. Mas ahora añado que, San Jerónimo fue como medio manejable, por el cual hablaba
el Espíritu Santo, y una llama inflamada con aquel fuego que vino sobre mí y sobre los Apóstoles en el
día de Pentecostés. Felices, pues, los que oyen y siguen estas sus doctrinas.”
Santa Brígida de Suecia
Capítulo 46:
[Admirable vida de la Virgen María después de la Ascensión de su Divino Hijo – Se habla también de la
Asunción de Nuestra Señora en cuerpo y alma al Cielo] “Acuérdate, hija mía, que hace varios años elogié
a San Jerónimo acerca de mi Asunción; pero ahora voy a referirte esta misma Asunción.
“Después de la Ascensión de mi Hijo, viví yo bastantes años en el mundo, y así lo quiso Dios, para que
viendo mi paciencia y mis costumbres, se convirtieran al Señor muchas almas y cobrasen fuerza los
Apóstoles de Dios y otros escogidos. También la natural disposición de mi cuerpo exigía que viviera yo
más tiempo, para que se aumentase mi corona; pues todo el tiempo que viví después de la Ascensión de
mi Hijo, visité los lugares en que Él padeció y mostró Sus maravillas.
“Su Pasión estaba tan fija en mi corazón, que ya comiese, ya trabajase, la tenía siempre fresca en mi
memoria, y mis sentidos se hallaban tan apartados de las cosas del mundo, que de continuo estaba
inflamada con nuevos deseos, y alternativamente me afligía la espada de mis dolores. Mas no obstante,
moderaba mis alegrías y mis penas sin omitir nada perteneciente a Dios, y vivía entre los hombres sin
atender ni tomar nada de lo que generalmente gusta, sino una escasa comida.
“Respecto a que mi Asunción no fue sabida de muchos ni predicada por varios, lo quiso Dios, que es mi
Hijo, para que antes se fijase en los corazones de los hombres la creencia de Su Ascensión, porque éstos
eran difíciles y duros para creer Su Ascensión, y mucho más lo hubieran sido si desde los primeros
tiempos de la fe, se les hubiese predicado mi Asunción.”