Los Rollos Del Mar Muerto
Los Rollos Del Mar Muerto
Los Rollos Del Mar Muerto
Delgado María
Hernández Carluis
Orellana David
Rondón Larry
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Introducción
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Los Rollos o Manuscritos del Mar Muerto
Los rollos del mar muerto fueron localizados en el valle Qumran, en el desierto de
Judea en Israel a orillas del mar muerto en 1.947, este valle escondía en sus cuevas una
biblioteca de gran valor histórico para la posteridad, y es uno de los capítulos más recientes
dentro de los estudios científicos de la historia bíblica, un hallazgo impactante para los que
defienden y para los que niegan la veracidad de las Escrituras Bíblicas.
Son el descubrimiento arqueológico más importante del siglo XX, ya que antes del
año 1.947 solamente teníamos copias de la biblia hebrea que databan de unos mil años
después de Cristo y muchas personas argüían que algunas de estas copias habían sido
acomodadas después de los eventos para tratar de responder a las profecías que los
cristianos aseguran que se habían cumplido en la vida de Jesús, por lo que los rollos del mar
muerto van a mover el piso de dichas personas confrontando sus ideas.
Los rollos se descubrieron accidentalmente en 1.947 por unos beduinos que andaban
circulando cerca de las cavernas que hay en las proximidades del mar, tomando en cuenta
que la geografía del mar muerto es muy accidentada, muy árida y tiene una especie de
murallones donde se encuentran las cuevas que hospedaban los rollos, además esa región es
la más baja de la tierra, a unos 423 metros bajo el nivel del mar, lo que favoreció la
conservación de los manuscritos debido a las condiciones geográficas y climáticas a favor
de la conservación.
El nombre “Rollos del Mar Muerto” se debe a que fueron encontrados en la orilla
noroccidental que es la desembocadura del río Jordán que nace en el Líbano y hace un
recorrido de unos 350 km aproximadamente terminando en el mar muerto. Los beduinos
cuando hicieron el primer hallazgo tomaron los rollos y los llevaron al mercado de
antigüedades en Jerusalén para venderlos, dando paso a sospechas sobre la existencias de
más antigüedades en la región, dando paso a un proceso de búsqueda por partes de expertos
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tales como el sacerdote francés Roland de Voux quien fue el principal excursionista como
investigador y arqueólogo en tal hallazgo.
Los esenios eran un grupo de eruditos que existieron entre 130 a.C. al 70 d.C. muchos
de ellos de descendencia sacerdotal que vivieron en comunidad e interpretaban que pronto
habría una guerra entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas, ellos que tenían que
prepararse, así que esta comunidad de hombres se dedicaban a escribir la biblia y escritos
apocalípticos los cuales hablaban acerca de una guerra entre el bien y el mal, fueron
exterminados durante la revuelta judía contra los romanos y más nunca retornaron a buscar
los manuscritos ¿Casualidad o parte del plan de Dios para la conservación de su palabra?
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época floreciente durante el exilio babilónico, Esdras fue uno de ellos (Esd 7:6), estos dan
paso a los soferim que heredaron sus técnicas de copia a copia desde la época
intertestamentaria hasta el año 500 d.C. y finalmente dan paso a los masoretas que fueron
los más recientes (500-1.000dC) copistas de copia a copia.
Los esenios ingresan a la línea de transmisión de los escritos bíblicos como copistas
no profesionales en comparación con los escribas, los soferim y los masoretas que si eran
profesionales, pero su obra fue la base para la confirmación de los escritos bíblicos que
utilizamos actualmente.
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Hallazgo de Los Rollos
Días después, los beduinos volvieron y encontraron cuatro pergaminos más, tres en
hebreo y uno en arameo. Dichos textos son otra copia (en este caso fragmentada) del libro
de Isaías, un rollo de contenido escatológico (conocido oficialmente como Regla de la
Guerra o La Guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de las Tinieblas), un manuscrito
con himnos (en hebreo Hodayot), y una versión apócrifa del Génesis en arameo.
Tratando de conseguir algo de dinero, los beduinos vendieron los manuscritos a dos
anticuarios de Belén: Khalil Iskander Shahin y Faidi Salahi. En julio, cuatro de los siete
manuscritos fueron comprados por el archimandrita (abad superior al rango de obispo en
las iglesias ortodoxas) Mar Atanasio Y. Samuel, del monasterio sirio-ortodoxo de San
Marcos, en la ciudad vieja de Jerusalén, por la insignificante cifra de veinticuatro libras
esterlinas. A finales de ese año, y tras auténticas peripecias debido a la turbulenta e
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inestable situación de Palestina, el arqueólogo E. L. Sukenik, de la Universidad Hebrea de
Jerusalén, adquirió para dicha institución los tres rollos restantes.
Entre 1957 y 1965, los siete rollos fueron exhibidos en una diminuta sala del sótano
del edificio de la administración de la Universidad Hebrea de Jerusalén, hasta ser
finalmente trasladados a su lugar de exhibición permanente, en el Santuario del Libro,
museo de original arquitectura, pues su estructura es similar a la de las vasijas en las que se
encontraron los manuscritos.
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Las Cuevas
Es preciso situarse una vez más a finales de los años cuarenta: Una vez terminada la
Guerra de Independencia y estabilizada la situación política, fue posible comenzar a
explorar la caverna encontrada por los beduinos. La región de Judea (incluyendo Qumrán)
había pasado a manos jordanas tras la guerra, por lo que fueron G. Lancaster Harding,
director del Departamento de Antigüedades de Jordania, y el padre dominico Roland de
Vaux, director de la Escuela Bíblica Francesa de Jerusalén, quienes llevaron a cabo la
prospección arqueológica de lo que hoy se conoce por los expertos como “cueva 1″. En
esta expedición, los arqueólogos hallaron cerca de seiscientos fragmentos provenientes de
setenta manuscritos, porciones adicionales de los siete rollos originales, así como cincuenta
piezas de cerámica y telas empleadas para proteger los rollos.
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Por otra parte, los arqueólogos hallaron en 1952 la “cueva 3″ con unos catorce
manuscritos fragmentados y un manuscrito casi completo: el Rollo de Cobre (es el único
manuscrito de Qumrán escrito sobre planchas de dicho material, y detalla una lista de
tesoros ocultos diseminados por todo Israel) y la “cueva 5″ con veinticinco manuscritos.
Entre 1953 y 1955 hallaron las conocidas como “cuevas menores”, en las que había muy
poco material y todo muy fragmentario: en la “cueva 7″ había 19 manuscritos en griego, en
la “cueva 8″ se encontraron 5, en la “cueva 9″ solamente un papiro sin identificar y en la
“cueva 10″ se hallaba una pieza de cerámica escrita.
A pesar de los continuos esfuerzos llevados a cabo por los arqueólogos y beduinos,
desde 1956 no se han hallado nuevos manuscritos en la zona, pero sí otras cuevas con
artefactos de la época.
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Publicación de Los Manuscritos
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Importancia de Los Manuscritos
En realidad hacia atrás se tenían muy pocos manuscritos para saber cómo era la
Biblia, y la pregunta que siempre existía : ¿ cómo era la Biblia en los tiempos de Cristo ?,
entonces había como una inquietud por saber si la Biblia Hebrea en los tiempos de Cristo es
la misma en los tiempos actuales , es para el cristianismo digamos que es su base está
puesta en el Antiguo Testamento, aunque tenemos el Nuevo testamento , pero fue muy
bueno el hallazgo de los rollos del mar muerto, pues se logra comparar digamos toda la
escritura que se tenía hasta el año 1000 ( rollos más antiguos) con los rollos del mar muerto
que databan 200 años antes de Cristo o 100 años después de Cristo, logrando ver que la
Biblia que se tenía en los tiempos de Cristo es comparable con la Biblia desde el año 1000
hasta ahora, lo que testifica que estos rollos fueron parte de los escritos que el mismo
maestro Jesús leyó, y esa es la importancia que tienen estos rollos , son parte de la cultura,
de la teología, del ambiente cristiano, de la época de Cristo, cuando el maestro habla,
justamente el escrito estaba hablando del contenido de rollos similares o idénticos a estos
rollos que fueron descubiertos en 1947.
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¿Por qué son relevantes los manuscritos del mar Muerto?
En primer lugar, el estudio de los manuscritos del mar Muerto nos proporciona la
posibilidad de analizar la transmisión del texto bíblico. No es extraño que personas
interesadas por el mundo de la Biblia se pregunten por la fiabilidad del texto que sostienen
en las manos ni tampoco es inhabitual que polemistas antisemitas o anticristianos insistan
en el carácter alterado de los documentos que componen las Escrituras de ambas fes. Puede
decirse sin temor a exagerar que los hallazgos de Qumrán han significado un golpe mortal
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para este tipo de especulaciones. Pese a que los documentos encontrados anteceden en
multitud de siglos al Antiguo Testamento hebreo-arameo del que disponíamos, lo cierto, sin
embargo, es que el contenido es semejante. Lejos, pues, de ser un semillero de revelaciones
que llevarían a tambalearse a las grandes religiones universales de corte monoteísta, en
realidad la biblioteca de Qumrán es un palpable testimonio de que las Escrituras del
Antiguo Testamento se han transmitido con una fidelidad extraordinaria a lo largo de los
siglos. No cabe duda de que ya por semejante circunstancia los restos de Qumrán tienen
una importancia trascendental, pero su relevancia va mucho más allá.
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Finalmente, y en tercer lugar, Qumrán reviste una especial importancia porque resitúa
al cristianismo original en su justo contexto. Por razones históricas, ha existido un cierto
interés en afirmar la absoluta originalidad del cristianismo como si hubiera, prácticamente,
surgido de cero. Las causas de tan equivocada pretensión han sido históricamente varias.
Para algunos integristas cristianos se trataba de «limpiarlo» de cualquier conexión con la fe
judía. Para los polemistas judíos significaba un intento de privar a la predicación de Jesús
de legitimidad histórica y teológica de cara a la nación de Israel. Para los enamorados del
mundo clásico era una oportunidad de deslindar el supuestamente zafio judaísmo del
presuntamente superior helenismo, helenismo en el que se insertaría la predicación de Jesús
y sus primeros discípulos. Para antisemitas y ocultistas (no pocas veces ambas categorías se
superponen) de todos los tiempos era la vía para seccionar al cristianismo de sus raíces y
para imponer interpretaciones del mismo propias y, sin lugar a dudas, disparatadas. Todas
esas visiones interesadas han carecido siempre de base pero quiebran de una manera
definitiva con los hallazgos de Qumrán. Ahora podemos afirmar más que nunca que Jesús
fue un judío que vivió, actuó y enseñó como tal y que lo mismo puede decirse de sus
primeros discípulos, incluido Pablo. La diferencia fundamental entre su enseñanza y el
judaísmo de su época no fue fundamentalmente ideológica —amplios sectores del
judaísmo, por ejemplo, creían entonces en un mesías que moriría de manera expiatoria por
los pecados del pueblo — sino personal. Donde el resto de los judíos esperaba, Jesús el
judío y sus seguidores judíos afirmaban: «ya ha llegado». Poca duda puede haber de que
estos tres aspectos mencionados van más allá de lo que, comúnmente, se deriva de ningún
hallazgo arqueológico. Precisamente por ello, constituyen un eje de interés específico que
se extiende más allá de las diversas disciplinas científicas y poseen una relevancia que
trasciende de lo meramente histórico para adentrarse en algunos de los terrenos más íntimos
y esenciales de la vivencia humana. Así pues, los manuscritos del mar Muerto son
importantes, aunque no porque en ellos se escondan revelaciones de supuestos
extraterrestres, antepasados de los Templarios o rosacruces, o enseñanzas ocultistas al estilo
de la Teosofía (esas y otras afirmaciones no pasan de ser burdos disparates) sino, entre otras
cosas, porque nos muestran la fidelidad de la transmisión del texto bíblico y también
porque nos permiten conocer mejor el judaísmo del Segundo Templo y a través de esa luz
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podemos captar más cabalmente las raíces del judaísmo posterior y del cristianismo
primitivo. Nunca se insistirá bastante en ello: sin conocer el judaísmo del Segundo Templo
es imposible captar lo que fue el cristianismo primitivo, pero para comprender aquel
judaísmo es imprescindible entender Qumrán. Eso es lo que vamos a intentar, siquiera a
breve vuelo de pájaro, en las páginas siguientes. Antes, sin embargo, de adentrarnos en la
identificación de la secta de Qumrán, en la trayectoria del fundador de la secta y en la
lectura de algunos pasajes de los manuscritos, debemos recalar a una distancia menor del
momento actual. Detengámonos siquiera por unos instantes, en las circunstancias que
rodearon el hallazgo de tan grandiosa biblioteca y en la aventura de su publicación.
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Conclusiones
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Bibliografía
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