Identidad de La Mujer en Cristo
Identidad de La Mujer en Cristo
Identidad de La Mujer en Cristo
El problema radica en que este rompecabezas nunca llega a completarse, y por mucho que trate de
armarlo, siempre estará cambiando. Aquello que me guste hoy no será necesariamente lo que me agrade
mañana. Lo que siento, lo que realizo día a día cambia tan rápido como la cultura en donde me
desenvuelvo.
En 2015, The New York Times publicó un artículo titulado “El año que obsesionamos con nuestra
identidad”, y parece que esa obsesión no ha disminuido. Quizá externamente hemos suprimido la
pregunta, porque es demasiado compleja. Pero aún en el subconsciente tratamos de hallar respuesta a
este acertijo.
Sócrates decía que el “conocerse a uno mismo es el principio fundamental de la verdadera sabiduría
humana”. ¿Será esto cierto? Si lo fuera, ¿cómo podríamos definir todo lo que somos en la vida?
¿Analizando los diferentes roles que jugamos día a día? Si en un contado número de horas podemos ser
amigas, hermanas, madres, enfermeras, maestras, doctoras, consoladoras, etc. ¿O deberíamos buscar
nuestra identidad en lo que sentimos? Nuestros sentimientos suelen ser tan opuestos de un momento a
otro; cambiamos de tristeza a alegría, de enojo a calma en cuestión de instantes.
Con puntos de referencia tan volátiles, ¿cómo será posible llegar a una definición que nos provea un
punto donde centrar nuestra identidad y que esta se traduzca en la paz que tanto anhelamos?
Somos creación divina. Hechas por un maravilloso Creador a quien desobedecimos, pero que en su amor
diseñó un plan para traernos de vuelta a casa. Todos somos su creación, hechos a su imagen y
semejanza. Y todos hemos sido destituidos de la gloria de Dios (Ro. 3:20) porque decidimos hacer
nuestra voluntad dejándole de lado.
Sin embargo, en contraste con nuestra deslealtad, Él nos sorprende con un plan para restaurar esa
relación y adoptarnos en su familia. Los que venimos a Jesús en arrepentimiento por nuestros pecados y
en reconocimiento de Él como Señor y Salvador tenemos el privilegio de ser adoptados en su familia.
Somos entonces ¡hijas de Dios!
1 Pedro 2:10 nos dice: “…ustedes son linaje escogido, real sacerdocio nación santa, pueblo adquirido
para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquel que los llamó de las tinieblas a Su luz
admirable. Ustedes en otro tiempo no eran pueblo, pero ahora son el pueblo de Dios…”.
Tal vez esto no te sorprenda porque lo has escuchado muchas veces. Tantas que quizá se haya vuelto
ruido blanco en tus oídos. Como aquellas personas que viven cerca de una autopista, y que de tanto oír el
ruido de los autos que pasan ya ni pueden escucharlos.
Por eso es que esta verdad debemos no solo repetirla sino creerla. Y si nos cuesta, pedirle a Él que venza
nuestra incredulidad. A menudo se nos olvida que el evangelio no es solo para quienes no creen, sino
para los cristianos, día tras día. Que la adopción no fue solo de palabra sino que es una verdad. Que
siendo sus hijas tenemos acceso a Dios y que es el Espíritu Santo quien hace cambios en nuestras vidas.
A lo largo de nuestras vidas quizá estaremos desempeñando muchos roles diferentes. En medio de todo,
podemos sentirnos confiadas y en paz recordando que tenemos una vida nueva en Cristo; recordando que
lo que nos define no es algo cambiante o fugaz, sino un Dios que es el mismo hoy y para siempre.
Podemos descansar sabiendo que nuestra vida tiene propósito. Somos hijas del Rey del Universo,
amadas y perdonadas por la obra de la cruz. Nuestra vida es para alabarle y descansar en Él plenamente.
Para conocerle a través de su Palabra y servirle en el lugar donde Él nos ha colocado.
Que el Señor afirme en nosotras la verdad de que nuestra identidad está en Cristo para siempre.
La identidad de la mujer
Si quieres ser feliz, si quieres alcanzar la madurez y la plenitud como mujer, es necesario que
descubras tu identidad.
Y nadie como Dios puede mostrarte tu identidad, lo que realmente eres, puesto que Él te creó.
¿Quién eres para Dios? Eres su obra maestra, hechura de sus manos… Él sabe cómo eres ahora,
y en su pensamiento y en su Corazón está lo que debes ser.
Finalmente, como cumbre de toda esa hermosa obra de sus manos, crea al hombre. Sin
embargo leemos en el capítulo 2 que solamente con el varón la creación no estaba completa.
Por eso Dios decide crear a la mujer, para que el hombre no estuviera solo.
Entonces podríamos decir que la mujer fue creada por Dios como corona de toda la creación.
¡Cuánto honor y dignidad! ¡Cuánto amor!
La creación estaría incompleta sin la mujer, estaría incompleta sin ti… Al mundo sin ti le
faltaría la belleza, la delicadeza, la gracia… Le faltaría todo lo que el alma femenina está
llamada a aportar.
Como ya hemos dicho, los seres humanos somos los únicos seres en la creación con la
capacidad de vivir en amistad con Dios, de entrar en diálogo íntimo y profundo con Él.
Y también está grabado en lo más íntimo de nuestro ser el anhelo y la capacidad de comunión
con otros seres humanos.
“Dijo luego Yahveh Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda
adecuada.» (…) De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la
llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne
de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.» Por eso deja el
hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne…”
La mujer fue creada para la comunión, para el diálogo, para el compartir. No había un ser con
quien el varón pudiera compartir de igual a igual. Por eso Dios creó a la mujer. Fuimos hechas
para vivir en comunión, no para ser seres solitarias.
En el texto citado anteriormente lo hemos leído: la mujer ha sido hecha para ser “ayuda
adecuada”. Y no solo del hombre, sino de la creación entera, del mismo Dios.
Este rasgo de la mujer es poco valorado. En el mundo se considera que el que es ayuda es “de
segunda”, no vale, no sirve.
Sin embargo en el Plan de Dios ser ayuda es imprescindible y altamente digno. En el Reino de
los Cielos la persona que más ayuda es la más valiosa.
Tenemos el ejemplo y el modelo de la Virgen María, que fue una valiosa ayuda para el mismo
Dios. Sin Ella no se habría dado el plan de salvación.
Como podemos ver, siempre y en todas partes hacen falta las cualidades, la presencia y la
ayuda femenina.
Tú, mujer, has sido llamada a dar vida. Todo en ti está diseñado para engendrar y albergar la
vida. De manera especial Dios ha hecho de tu vientre un santuario de vida.
Esta capacidad creadora se extiende a todo lo que te rodea. La habilidad para criar y educar a
los hijos, para llevar adelante un hogar… La fuerza de tantas mujeres solas que sacan adelante a
sus familias… La valentía de las que hacen florecer la vida en medio de tantos signos de
muerte…
En los Evangelios vemos que Jesús tuvo muchas seguidoras mujeres. Por supuesto, el máximo
modelo lo tenemos en María, Nuestra Madre.
Pero Lucas nos habla también de mujeres seguidoras de Cristo con una gran actividad
apostólica, necesarias en la obra, con funciones claras y precisas (cf. Lc 8,1-3).
Nombra por ejemplo a María Magdalena; a Juana, la mujer de Cusa; a Susana; a Marta y María,
hermanas de Lázaro; a María, madre de Santiago…
Otras muchas lo siguieron a lo largo de la historia de la Iglesia, santas de todos los tiempos, que
con su vida y sus obras colaboraron con la extensión del Reino.
Hoy en día en muchos lugares el Reino también se extiende por el trabajo desinteresado de
muchas mujeres que aman a Jesús, que lo siguen y que ponen sus fuerzas, su amor y sus bienes
a su servicio.
2 Corintios 5:17 "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas"
Todos los seres humanos tenemos una identidad que nos define; nuestra manera de comportarnos,
lo que hacemos, como vestimos, pensamos, las cosas que seguimos, lo que nos a formado
intelectualmente y nuestra forma de hablar entre otras muchas cosas, lo que nos fue enseñado por
nuestros padres desde la niñez, Todo esto nos identifica y nos describe, dándonos así una identidad
personal. La forma en que nos conducimos habla a otros sobre nosotros, e incluso una cultura es
identificada con solo ver los rasgos, patrones que sigue un grupo, un pueblo, o una persona.
Veamos el concepto de identidad: Conjunto de rasgos o características de una persona o cosa que
permiten distinguirla de otras en un conjunto.
Cuando nosotros vemos a una persona en la calle, esa persona puede, tan solo con su vestimenta, y
su forma de caminar decirnos mucho.
En estos tiempos nosotros hemos sido invadidos en todo el mundo, para que seamos como..., o
sigamos a... Invitándonos incesantemente a ser imitadores de cantantes, actrices, actores,
deportistas, políticos, modelos, gente de sociedad etc... Los medios de comunicación nos invitan a
ser a vivir y a conducirnos como estos personajes que están de moda, haciendo que muchas
personas echen su identidad propia a un lado, para tratar de ser quienes realmente no son;
intentando vivir la vida de otros.
La mayoría de los jóvenes de hoy en día están tan confundidos y no tienen idea de quienes son. La
mayoría de las mujeres quieren ser y vivir como fulana de tal... La chica de moda del momento.
Muchas se han entregado sin poder y sin tener a las cirugías que les invitan día a día a ser "Chicas
perfectas", se visten con ropas que; aunque no le quedan bien; están de moda... Hombres, mujeres,
jóvenes y niños están distraídos buscando cada semana a quien quieren parecerse, los psicólogos
llaman esto "Crisis de identidad"... La verdad esto es terrible; pareciera tonto, pero es mas serio de
lo que nos imaginamos, nuestra identidad es robada día a día por la presión del mundo y sus
intereses vacíos y cambiantes que son semana tras semana una oferta de fraude para los seres
humanos que compran este molde barato y fácil de romper. Esto; sin entrar en detalles sobre la
confusión de la identidad sexual... Estos patrones externamente dan un mensaje de felicidad; pero
solo Dios sabe el vació espiritual existencial que estás personas viven.
Aunque sea una vez en la vida, hemos vistos personas que se ven frágiles, inseguras, temerosas,
nerviosas, con la cabeza gacha, la mirada perdida, que les cuesta hasta hablar con otras personas; y
quizás podamos pensar en una infinidad de problemas que pueden presentar estas personas; pero
todos estos rasgos pueden tener una profunda raíz en no haber tenido nunca un patrón seguro y
firme de identidad a seguir; sabiendo cada individuo quien es, su valor, el valor que tiene para Dios
quien lo creó, su misión y propósito en la vida, la seguridad y la paz de su alma y después de la
muerte.
Jesucristo vino a buscar lo que se había perdido y la humanidad está completamente perdida en los
afanes de este mundo pasajero, que cada vez da más y más señales del fin.
Lucas 19:10 "Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido."
Cuando una persona recibe a Cristo como su Señor y su único Salvador, el Espíritu Santo de Dios
que empieza a morar en su vida, le da la identidad de ¡Hijo de Dios! Jesús es nuestro modelo a
seguir como nuestro, hermano mayor, quien fue maestro de maestros, con una moralidad intachable,
con principios de vida en cuanto a la conducción de una persona, como hijas, como madres, en el
matrimonio, en la comunidad, Jesucristo trabaja en nuestro espíritu y desde nuestro espíritu, es por
ello que la identidad no sale de la ropa, del dinero o de los bienes materiales, sale de una relación
personal espíritu con Espíritu con su creador Jehová.
Juan 1:12 "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios"
El mundo nos guía desde nuestra carne, necesidades y según nuestros egoístas deseos "Yo" y mas
nadie..., y si están torcidos y confundidos nada bueno va a salir. Cuando Jesucristo llega a nuestras
vidas nos da la paz de tener a ese Padre consentidor desde las alturas cuidándonos y amándonos, eso
nos da una completa y firme seguridad, nuestro comportamiento ya no va a ser según el vecino o el
cantante más famoso; sino según lo que Dios dice que somos para él.
Nuestra identidad, NO debe salir según la sociedad, o según sean nuestro padres, según el qué dirán,
según la farándula, o según una religión, la verdadera y más grande identidad de una persona debe
salir de lo que Dios a dicho y dice de ella o él, y esto se logra através de una hermosa comunión con
su hijo Jesucristo.
El mundo cambia y la verdad cada vez está más loco, no va para mejor, sino para peor. Cristo es el
mismo ayer, hoy, y por los siglos y está listo para darte la seguridad personal que tanto necesitas
para que seas luz y deseches las tinieblas de tu vida.
Cuando tienes en tu corazón al Rey de Reyes tienes una mentalidad de Reino y quieres y deseas
complacer y conducirte como el Rey manda, siguiendo a cada paso sus estatutos y mandamientos.
Ya basta de seguir las tendencias erróneas que nos da el mundo para mantenernos distraídos y
darnos una falsa seguridad en sí mismos, o en la vida de aquel hombre o mujer lleno de problemas
que también necesitan de un toque de Dios; no temas y entrégale tu corazón a Jesucristo y pon tu
identidad en el Hijo de Dios y serás transformada y afirmada en todas las áreas de tu vida; eso te
dará la verdadera paz que sobrepasa el entendimiento humano y que muchos buscan en lugares
equivocados y así obtendrás una seguridad e identidad completa en tu cuerpo, alma y sobre todo en
tu espíritu.
Satanás le a robado la identidad a los seres humanos como hijos de Dios; pero Jesucristo vino y lo
venció en la cruz del calvario y resucitó al tercer día para darte el privilegio a ti, que lees, de ser
llamados nuevamente ¡Hijas de Dios!, hechos a imagen y semejanza suya, para darle gloria, honra y
alabanza a su nombre. Somos luz en este mundo, tu espíritu desea hoy ser como el perfecto e
inigualable e intachable, aquel que no tuvo pecado el Hijo del Dios viviente, ¡Jesucristo el Rey!
Mujer; para Dios eres más valiosa que las piedras preciosas, eres la niña de sus ojos, una princesa,
real sacerdocio nación santa, eres escogida por Dios para grandes obras, eres única, un diseño
exclusivo de Dios, hija amada, ¡LIBRE EN CRISTO! coheredera en Cristo, Eres luz, sal de la tierra,
embajadora de Dios aquí en la tierra, ungida del cielo, vales la sangre derramada del Hijo de Dios,
eres templo de su Santo Espíritu, escogida, ayudadora... Eres una mujer de gran virtud y estima para
Dios, quien te ama con amor eterno y te ofrece vida en abundancia por medio de su Hijo Jesús...
Tú gran valor está en Cristo y es infinito, porque te ama demasiado, eres su bella princesa...
Gálatas 4:7 "Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de
Cristo"