Mistica
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UNED
26 Septiembre 2019
Javier Melloni
Lex orandi, Lex credendi: el modo de creer configura el modo de orar y el modo
de orar configura el modo de creer.
Tri-unidad cristiana: Uno y éxtasis del tres
Ex – statis es una salida hacia fuera; en-stasis es un adentramiento
Experiencia relacional y experiencia de mismidad.
1. LOS PADRES DEL DESIERTO - EVAGRIO PÓNTICO (340-399)
Si quieres llegar a conocer el estado de tu espíritu, debes desprenderte de todas las
imágenes y entonces te verás a ti mismo como toda la extensión del cielo. Ahora bien,
esto es imposible sin ausencia de pasiones.
Cuando uno ha vencido las pasiones con la gracia de Dios y se ha liberado del hombre
viejo (Col 3,9), entonces se le muestra en el momento de la oración su condición
originaria, aquello que la escritura llama “el lugar de Dios”, aquello que los ancianos
vieron en la montaña del Sinaí. A este lugar también se le llama “visión de paz”, donde
cada uno ve en sí mismo toda paz, "más sublime que cualquier comprensión y que
protege nuestros corazones" (Fil 4,7 y Ef 2,1).
En un corazón puro imprime otro cielo, la visión es luz y donde todas las cosas son
contempladas desde el que verdaderamente son.
(Del Tratado sobre la oración)
Recorrido en seis estadios, pero no hacia arriba sino hacia abajo. En verdad son caídas,
verdaderos desprendimientos.
Primero: el alma es tocada por la gracia: Primera muerte: la muerte al pecado
Segundo: El alma se esfuerza en actuar. Segunda muerte: muerte a la naturaleza.
Tercero: Ama la obra de perfección, la obra de las virtudes.
Cuarto: Arrebatada en Dios. Los que llegan solo hasta el cuarto los llama extraviados.
Los que se adentran en el quinto y sexto estadios son los desaparecidos. Caída de las
virtudes en amor.
Quinto: El alma ya no es. Es la caída del amor en la nada.
Sexto: El alma ya no se ve, ni a sí misma ni a Dios. Clarificada pero no glorificada (7º)
Cuarto estadio:
Quinto estadio:
Dice Amor al Alma: “Oh tú que has perdido todas tus prácticas y por esta pérdida tienes
la práctica del no-hacer, eres verdaderamente preciosísima; ya que, en verdad, esta
práctica y esta pérdida son hechas en la nada de tu Amigo y en esta nada –dice Amor-
has desparecido y permaneces muerta. Pero tú, amiga –dice Amor-, vives plenamente en
su querer; tal es su estancia donde le place permanecer (cap. 51).
Quinto estadio:
El alma está tan ebria del conocimiento del Amor y de la gracia de la pura Divinidad,
que está siempre embriagada de conocimiento y repleta de alabanzas del amor divino. Y
no solamente embriagada de lo que ella ha bebido, sino totalmente embriagada y más
que embriagada de lo que jamás bebió ni beberá.
Pregunta Razón: -¡Ah, por el amor de Dios, Amor! ¿Qué significa que esta Alma está
embriagada más de lo que jamás bebió ni beberá?
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Responde Amor: -Ese “más” le embriaga no porque haya bebido algo, sino porque ha
bebido a través de su Amigo; ya que entre Él y ella, por transformación de amor, no hay
ninguna diferencia, sean cuales sean sus respectivas naturalezas (…). Este vino es la
bebida suprema de la cual nadie bebe excepto la Trinidad. Y de esta bebida, sin que la
haya bebido, está ebria el Alma aniquilada, el Alma liberada y el Alma olvidada, pero
totalmente embriagada y más que embriagada por lo que nunca bebió ni beberá
(cap.23).
Sexto estadio:
Finalmente el Alma llega al estado primero que es su propio ser, y ha dejado tres [la
Trinidad] y ha hecho de dos uno [Dios y la criatura]. ¿Cuándo se da este uno? Este uno
existe cuando el Alma es devuelta a aquella simple Deidad que es un Ser simple (…).
Más alto no puede llegar nadie, ni se puede descender más profundamente, ni más
desnudo se puede estar” (cap.139).
LA POTENCIA ORIGINARIA
En el alma hay una potencia a la que no afectan ni el tiempo ni la carne; fluye del
espíritu y permanece en el espíritu y es completamente espiritual. Dios se halla en esa
potencia tan reverdecido y floreciente, con toda la alegría y gloria como es en sí mismo.
Allí hay una alegría tan cordial e indescriptible que nadie puede hablar de ella con
propiedad. En esa potencia el Padre eterno engendra a su Hijo eterno, sin cesar, de
manera que esta potencia coengendra al Hijo y a sí misma, como el Hijo mismo en la
potencia única del Padre (del sermón Intravit Iesus…).
El Padre engendra a su Hijo en la eternidad igual a sí mismo (…). Todavía digo algo
más: Él lo ha engendrado en mi alma (…). El Padre engendra a su Hijo en el alma de la
misma manera en que Él la engendra en la eternidad y no de otra manera (…). Y todavía
digo más: me engendra en tanto que Hijo suyo y el mismo Hijo. Todavía digo más: no
sólo me engendra en tanto que su Hijo, sino que me engendra en tanto que Él mismo y
Él se engendra en cuanto a mí y a mí en cuanto a su ser y naturaleza (del sermón Iusti
vivent in aeternum).
Estar herido de amor es la sensación más suave y el tormento más abrasante que se
pueda sufrir. Ser herido de amor es signo cierto de curación futura. Esta herida espiritual
llena de consuelo y sufrimiento a la vez. Cristo, verdadero sol, se trasluce y refleja en el
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corazón herido que permanece abierto. Y de nuevo llama a la unión. Por eso renueva la
herida y reproduce la llaga. Mientras, no se puede alcanzar a Dios ni es posible estarse
sin él. De ambas cosas resulta en algunos un ímpetu e impaciencia exterior e interior.
Seremos actuados e informados por la Palabra eterna. Imagen del Padre, cuando
sobrepasemos por amor todas las cosas y muramos a todo discurso no sabiendo y en
oscuridad. En el vacío de nuestra alma recibiremos la incomprensible claridad que nos
abraza e inunda como la claridad del sol penetra el aire. Esta claridad no es otra cosa
que mirar fijamente y un contemplar abisal. Miramos lo que somos y somos lo que
miramos. Nuestro pensamiento, vida y ser son elevados a simplicidad y unidad, a la
verdad que es Dios. En esta sencilla mirada somos una vida y un espíritu con Dios. Esto
es lo que se llama vida contemplativa.
Fruto de una locución interna que recibió de Cristo 1. Teresa escuchó de nuevo:
Búscate, en mí;
Búscame, en ti.
Si quieres encontrarme,
mirarme has en ti.
Si quieres hallarme a Mí,
buscarte has en ti.
1
Teresa de Ávila, Obras Completas, Monte Carmelo, Burgos 1982, p.1687-1688.
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¿A dónde te escondiste,
Amado y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
Habiéndome herido.
Salí tras ti clamando y eras ido (Estrofa 1)
¡Apártalos, Amado,
que voy de vuelo!
(…)
Mi Amado, las montañas,
Los valles solitarios nemorosos,
Las ínsulas extrañas,
Los fríos sonorosos,
El silbo de los aires amorosos. (Estrofas 12 y 13)
Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las gentes, los justos son míos, y
míos los pecadores; los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas
son mías, y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para
mí. Pues, ¿qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto, todo es para ti. No
te pongas en menos ni repares en migajas que se caen de la mesa de tu Padre (Mt
15,26-27) (Dichos de luz y amor, 26)
Y prosigue:
2
El Medio divino, p.137.
3
Ibid., p.137.
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BIBLIOGRAFÍA
Por orden cronológico:
EVAGRIO PÓNTICO, Tratado sobre la oración, Ciudad Nueva,
AGUSTÍN DE HIPONA, Confesiones, Austral, Madrid
MARGARITA PORETE, El espejo de las almas simples, Siruela, Madrid
MAESTRO ECKHART, El fruto de la nada, Siruela, Madrid
JUAN RUUESBROECK, Obras, Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca,
1985
TERESA DE JESÚS, Obras Completas, Monte Carmelo, Burgos
JUAN DE LA CRUZ, Obras Completas, Monte Carmelo, Burgos
PIERRE TEILHARD DE CHARDIN, El medio divino, Alianza, Madrid