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Sujeto y Verdad

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RESUMEN Y ANALISIS SOBRE SUJETO,

CONOCIMIENTO Y VERDAD

Del todo el texto analizado lo que nos llama poderosamente la atención es el


lugar que toma la subjetividad en la producción de conocimiento objetivo y
aunque para ello debemos de desentrañar la problemática que pueda significar
los términos de: sujeto, conocimiento y verdad, en cuanto al papel que
desempeña en las ciencias tanto sociales como practica social que en definitiva
están desde los inicios de la historia.

Ahora bien, el objetivo de construcción de conocimientos se ha visto enfrentado


a sus relaciones con las características del mundo en el que se producen, frente
a este aspecto se han visto confrontados en una dicotomía entre la sociología de
los conocimientos científicos inspirada en las ideas de Wittgestein, Duhem,
Quine y Kuhn cuyos estudios se orientan en el análisis de las ciencias como
“culturas locales caracterizadas por normas, valores e intereses locales” que es
conocida también como el movimiento del racionalismo frente al movimiento del
empirismo ambos movimientos en la búsqueda de

El racionalismo por su parte propone las ideas innatas como una forma de
conocimiento, es decir ideas que no han surgido ni de la experiencia, ni de la
combinación de otras ideas; sino que son ideas que cada individuo posee
simplemente por el hecho de existir. un ejemplo de esto es la idea del
perfeccionamiento (consideran la posibilidad de que la razón por si sola sea
capaz de generar conocimiento).

Por otro lado, para el empirismo propone que la única fuente de conocimiento
que existe es la sensibilidad, sino hay experiencia el conocimiento no existe. (los
datos brutos son ya interpretaciones)

No obstante, la polémica va más allá de la aceptación de las ideas innatas, sino


que es el enfrentamiento entre el dogmatismo, es decir la idea según la cual
podemos conocer el mundo de forma perfecta; y el escepticismo, la idea según
el cual el mundo es completamente inconocible.
Según Roty inspirado en el pragmatismo de James (2000), para quien el
problema de la filosofía era la dicotomía entre racionalismo y el empirismo.

Así mismo, señala algunas paradojas y parte del lenguaje como una posibilidad
de construcción de la verdad, dado que llevar el argumento conduce que la
verdad solo es posible en el lenguaje y que este está asociada a proposiciones
y solo hay proposiciones en el lenguaje.

Entonces la verdad no está ahí afuera, el mundo está ahí afuera y lo conocemos
a partir de proposiciones.

Por su parte Wagensber plantea que el conocimiento es:

Pensamiento simplificado, codificado y empaquetado listo para salir de las


mentes y capaz de atravesar la realidad para asi tener alguna opción de tropezar
con otra mente que lo descodifique (…) un pensamiento codificado y
empaquetado con la ayuda de cierto lenguaje, un lenguaje compartido por las
mentes que intercambian conocimientos.

Entonces, la construcción de conocimientos está en relación con las


posibilidades que brindan las relaciones del lenguaje

la investigación comprende también un compromiso ético-político, que no debe


ser confundido con un activismo articulado a causas orientadas a la
emancipación. Favorecer la comprensión amplía las posibilidades para el
esclarecimiento de los horizontes de sentido que habitamos y con ello contribuye
a procesos de reflexividad y posicionamiento crítico. A su vez, contribuir a la
reflexividad tiene un sentido práctico en la medida en que afecta las elecciones.
Y es justamente allí donde se revela el carácter ético-político, pues frente a la
indeterminación, el relativismo y la variabilidad, una buena forma de entender el
campo de lo político es asumirlo como el terreno en el que se juegan las
elecciones de los sujetos.

Discurso y conocimiento
Las declaraciones de los representantes del discurso tienen el valor de
significantes (S1) que representan una posición, frente a otro significante (S2).
En dichas declaraciones es posible encontrar puntos de anclaje de las
representaciones, que pueden ser interpretados a partir de la fórmula: esta es la
manera en que las cosas son (Parker, 2014c), lo que permite orientar el análisis
hacía el lugar de la verdad que estructura la posición desde la que opera el
agente del discurso. El análisis de la posición desde la que se enuncia el discurso
busca articular una alternativa de interpretación basada en la determinación
retroactiva del significado, esto es, que los enunciados, una vez proferidos,
producen efectos incalculables, inapropiables e indeterminados, que exceden las
intenciones de los agentes del discurso, y emergen como producto de la relación.

En este orden de ideas, el conocimiento estaría inscrito en marcos discursivos,


entendidos como lazo social entre agentes del discurso, que se dirigen a otros
interlocutores, desde posiciones de verdad, conscientes e inconscientes. El
resultado de ello es siempre indeterminado y excede las posibilidades del cálculo
racional.

Constituye un plus, algo de más que se produce como acontecimiento.

Sujeto y verdad
las ciencias heredaron buena parte de las aspiraciones y los principios del

pensamiento aristotélico por medio de la manera en que Descartes reintrodujo a


Aristóteles. Sus concepciones acerca del principio de no contradicción, el tipo de
relación entre los cuerpos, la naturaleza del espacio, el tiempo y sus
propiedades, siguen siendo el summum del pensamiento científico hasta
nuestros días.

Es así que lo primero a considerar, en contrasentido del extendido sentido común


acerca del pensamiento aristotélico en torno a la verdad, es que él «no dio como
fin a la ciencia lo verdadero, sino lo general y lo necesario. Dijo, una proposición
puede ser verdadera y se la puede percibir como tal sin por eso conocerla
científicamente, es decir, por una demostración» (Bréhier, 2011: 45).

La verdad, pues, está en relación con lo singular y no con lo general, es decir,


ella atañe al sujeto y no a la manera en que tradicionalmente se han definido los
objetos científicos. Entender este punto requiere señalar lo que podríamos
considerar uno de

los mayores problemas del pensamiento aristotélico, a saber, que «para


Aristóteles, la cosa significada por la palabra era, dice Ammonio, el pensamiento
(πνοηυα) y por el pensamiento, el objeto (πραγαυα)» (Bréhier, 2011: 34). Esa vía
del pensamiento aristotélico fue recuperada por Descartes y elevada a su
máxima expresión cuando logró resolver problemas geométricos a través del
algebra, abriendo el camino para una nueva disciplina a la que se llamó análisis
y sin la cual Newton, retomando el trabajo iniciado por su maestro Barrow, no
habría llegado a fundar la disciplina del cálculo con base en la cual se abrió el
acceso a lo que hoy llamamos leyes generales del Universo. Si los problemas de
los cuerpos, sus relaciones y sus movimientos en el espacio podían tratarse con
la matemática y el álgebra, parecía evidente que finalmente se habían hallado
las llaves maestras para acceder a la realidad y a la verdad en su sentido más
puro, lo cual advino rápidamente a un lugar común para el marco general de la
práctica científica.

Para Platón y Aristóteles, epistéme es una cognición intelectual de realidades


necesarias, que contrasta con otro tipo de aprehensiones que, o no son
propiamente intelectuales como la percepción de los sentidos, o si son
intelectuales no tienen como objeto realidades inmutables o necesarias.

La pregunta por la verdad ocupa un lugar central en la filosofía clásica desde


Platón y Aristóteles. En términos generales, ambos autores coinciden en que la
verdad tiene su fundamento en el ser; está ontológicamente fundada. La verdad
depende íntimamente de la realidad; en Platón esa realidad son las ideas; en
Aristóteles, los diversos modos de ser del ente. Para Aristóteles, el ser verdadero
es uno de los sentidos del ente que tiene su causa en una afección del
pensamiento. Esta afección es dependiente del modo de ser de las cosas. Como
escribe en un célebre pasaje: “no eres blanco porque nosotros pensemos
verdaderamente que eres blanco, sino que, porque tú eres blanco, nosotros, los
que lo afirmamos, estamos en lo verdadero”. Así pues, la verdad manifiesta y
refleja el ser de las cosas por la dependencia existente entre el ser veritativo y el
ser real, un vínculo que precede a la inteligencia, y que posibilita la adecuación
de los juicios a la realidad.

Si los hechos sociales pueden ser considerados como cosas; esto es,
independientes de la subjetividad del individuo, y por cierto, de la del sociólogo
es porque las cosas son hechos sociales; esto es, cristalización de la subjetividad
colectiva. Vale decir que Durkheim se opone a Kant no como quien pretende, en
nombre de la objetividad, desterrar a la subjetividad del campo de lo real, sino
como quien disiente acerca del tipo de subjetividad que obra como configuradora
de lo real. el constructor de la realidad no es un sujeto considerado trascendental
sino un sujeto social, esto es, la sociedad considerada como sujeto; los modos
de pensar, de hacer y de decir que cada individuo encuentra como dados, el
conjunto de las instituciones en medio de las cuales nace y que modelan su
interioridad, son obra de una conciencia colectiva; el individuo, cuya participación
en esa obra es infinitesimal, no percibe su condición de artificio, de construcción,
y de esa ceguera resulta el efecto de realidad de las instituciones, su apariencia
de entidades naturales. Durkheim mostró no sólo que la realidad es la
construcción de un sujeto, sino que el tal sujeto varía con cada sociedad, y con
cada estado histórico de una sociedad, mostró, en fin, que el sujeto constructor
es lo que hoy llamamos una cultura, y que las formas articuladoras más
generales de esa construcción, por ejemplo, el espacio y el tiempo, lejos de ser
idénticas en toda sociedad, resultan ellas mismas construidas socialmente.

Al margen de esta distinción, lo relevante radica en que el hombre es capaz de


verdad, es decir, que al hombre le es posible alcanzar la verdad. Claro está que
no se refería a la verdad en sentido absoluto, pues, siendo el hombre un ser
limitado, ésto le resultaría imposible. Siempre habrá misterios sin develar, pero
lo cierto es que el hombre puede acceder con toda seguridad a ciertas verdades.
Ahora bien, ¿a qué tipo de verdades se refiere? Creemos que admitiría tanto las
verdades de razón como las verdades de hecho, afirmación que inferimos de su
gran estima respecto de la matemática y las ciencias en general, y a su vez, la
verdad importa al igual que el conocimiento una superación de los diversos
discursos sociales; ambos se encuentran en un plano totalmente diferente pues
implican una conexión con la realidad en cuanto tal. Es por ello que el modo
esencial de existencia humana, íntimamente vinculado con el conocimiento y la
verdad, hace merecedor al hombre de un valor intrínseco. Dicho de otro modo,
la posibilidad de acceder a la Verdad, al Bien y a la Belleza (lo universal) confiere
a los hombres dignidad, su condición de personas.70

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