Alejandra Ciriza Perspectivas Feministas PDF
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No considero necesario hacer referencia a las europeas, pero sí a las argentinas. La voz
de la mujer fue un periódico anarquista escrito y publicado por obreras a fines del siglo
XIX en una Argentina convulsionada y cosmopolita. Como señala María del Carmen Feijóo,
su editora en 1997, el diario había desaparecido completamente de los repositorios
nacionales ya a comienzos del siglo XX. Las referencias que pueden hallarse son escasas:
en 1927 Max Nettlau lo menciona en su “Contribución a la bibliografía anarquista de
América latina hasta 1914” y en 1978 Iaakov Oved hace referencia al periódico en el
anexo de su libro El movimiento anarquista en la Argentina (Cfr. Feijóo, 2004: 9-11). Mirta
Henault fue la editora de Nueva Mujer, una editorial feminista que en los años 70 publicó
una compilación de textos emblemáticos para lo que podríamos llamar la segunda ola del
feminismo en mi país. En Las mujeres dicen basta Henault escribió “La mujer y los
cambios sociales”, un inteligente balance sobre las relaciones entre marxismo y feminismo
que incluye además un señalamiento de los lugares ganados y perdidos por las mujeres en
procesos revolucionarios en la Unión Soviética, China y Cuba (Henault, s/ f: 13-38).
Finalmente Martha Rosenberg: psicoanalista y feminista, Rosenberg es una activa
militante por los derechos de las mujeres. No sólo ha realizado una tarea propia de
escritura y reflexión, sino que es una activa traductora y editora de textos feministas. Vale
la pena destacar especialmente su tarea editorial y de traducción en dos revistas que
sostuvieron espacios de reflexión feminista: El Cielo por asalto, publicada en Buenos Aires
entre 1991 y 1994 y El Rodaballo, publicada entre 1994 y 2006.
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La cuestión de la lengua materna ha dado lugar a una multiplicidad de debates. Me
limitaré a rescatar, realizando una síntesis propia, algunas puntuaciones vinculadas a la
línea de análisis sostenida por Luce Irigaray y Luisa Muraro, aún cuando me halle alejada
de algunos de sus supuestos (Irigaray, 1992; Muraro, 2000). Desde mi punto de vista se
trata de hacer visible que hacer referencia a la lengua materna no es, como supone
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Braidotti, síntoma de nostalgia alguna por el retorno hacia los orígenes, ni trae aparejada
ninguna exacerbación de regionalismo, ni nacionalismo alguno (Cfr. Braidotti, 1995:14).
Con la idea de lengua materna retomo la referencia que hace Muraro a la primera lengua,
“aquella con la que hemos aprendido a hablar” (Muraro, 2000). “La que aprendemos sin
haber aprendido ninguna regla…”sólo porque quienes nos rodean la hablan (Muraro,
2000). El hecho de que tanto Muraro como Irigaray hayan hecho referencia a esta lengua
como lengua materna se liga no sólo a que habitualmente son mujeres las que cuidan a
niños y niñas durante el primer tiempo de vida, sino también a que se trata de la lengua
hablada en el espacio privado – doméstico, aquella que luego es preciso refinar y
homogeneizar con el ingreso a la educación y los espacios públicos. Desde luego también
me interesan de las reflexiones de Irigaray y Muraro la idea de que las lenguas no son
meros nombres, sino formas complejas de ordenamiento del mundo que sitúan de
diversos modos a los sujetos. Irigaray señala que el lugar de las mujeres ha sido y es
precario pues las operaciones de neutralización (el uso de hombre como equivalente a
mujeres y varones, o de masculinos plurales aún cuando se incluya a varones y mujeres)
sólo ha servido para privilegiar genealogías y códigos lógicos masculinos que sitúan el
sexo (y las mujeres, identificadas con él) en las proximidades de la animalidad (Irigaray,
1992).
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Un informe del Banco Mundial publicado en 2003 señala que: “La desigualdad ha crecido
en la mayor parte de las economías sudamericanas durante la última década… Argentina
experimentó de lejos el mayor saldo (7.7 puntos según del índice de Gini entre 1992 y
2001). Venezuela la siguió con un crecimiento cercano a los 4 puntos Gini. La distribución
del ingreso ha devenido también más desigual en Bolivia, Chile, Ecuador, Perú, Uruguay y
probablemente Paraguay… Colombia no ha experimentado cambios significativos respecto
de la desigualdad en los años 90. Brasil es la única economía sudamericana en la cual ha
habido una clara reducción de la desigualdad, sin embargo ese cambio es suficientemente
pequeño como para no cambiar la posición de Brasil como el más desigual de todos
aquellos países respecto de los cuales hay información disponible para los años 90.
(Ferranti y otros, 2003, CII: 9, 27) De acuerdo con la información recabada por los
investigadores del Banco Mundial (una fuente poco sospechosa de parcialidad en favor de
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los sectores subalternos) el decil más rico de la población de América Latina y el Caribe se
queda con el 48% del ingreso total, mientras que el decil más pobre sólo recibe el 1,6%.
El informe señala además la relación entre los índices de pobreza en América latina,
calculados según el índice de Gini: 44.0 puntos, “lejos de los asiáticos (36.6) y de los de
Europa del Este y apenas por encima de los de Africa (43.3) (Ferranti y otros, 2003, CII:
27). Nota: en todos los casos en que los textos son citados en otras lenguas la traducción
es mía.
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La economista feminista Saskia Sassen ha señalado en al menos dos de sus trabajos que
las mujeres se hallan cada vez más presentes en los circuitos transfronterizos. Para
Sassen estos circuitos, profundamente imbricados con las dinámicas de la globalización,
generan beneficios a costa de quienes se hallan en condiciones desventajosas: en la
mayor parte de los casos mujeres migrantes (indocumentadas o no) en procura de
trabajo. Ellas forman parte de las personas destinadas al mercado del sexo y a varios tipos
de trabajo en el mercado formal e informal. Esos procesos migratorios son, señala Sassen,
el efecto de los programas de ajuste estructural en los países del otrora tercer mundo, y
de las transformaciones provocadas por la caída del socialismo real en los países de
Europa oriental (Sassen, 2002: 11-35).
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Tal vez sea necesario tener en cuenta un doble registro para precisar la
singular articulación entre feminismo y capitalismo propia de esta coyuntura
histórica. David Harvey señala que el imperialismo de comienzos del siglo XXI se
caracteriza por la “acumulación por desposesión” en perjuicio de los países del
otrora tercer mundo cuyos recursos naturales son saqueados. No sólo se trata de
arrebatar los derechos que los sujetos tienen de disponer de sus propios recursos:
el petróleo, el agua, el gas, a través de intervenciones imperialistas de diverso
tenor y grado de violencia, que van desde la extorsión económica a la invasión
territorial, sino de la implementación de una serie de mecanismos institucionales a
través de los cuales se ha producido una desregulación de derechos ciudadanos a
favor del mercado, como ocurrió en Argentina a partir de los años 90 con los
fondos de pensiones, la seguridad en el trabajo, la salud, la educación (Harvey,
2003). A la vez que se producía un proceso de desposesión y privatización de la
administración de lo que otrora era asunto público un clima de ampliación de
derechos ciudadanos para las mujeres y de sensibilidad hacia las diferencias
parecía ofrecerles a éstas, y particularmente a las feministas, nuevas
oportunidades emancipatorias. Una vez más el ejemplo argentino me parece
ilustrativo: a partir de la restauración democrática se producía la suscripción de
tratados internacionales como la CEDAW, y se creaban organismos mujer en el
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La agitación promovida por La Voz de la Mujer no sólo está vinculada a la defensa de los
derechos de las trabajadoras, sino a la reflexión sobre la sexualidad, la religión y el
matrimonio burgués, la infidelidad, el amor libre y las nuevas formas de relación entre los
sexos. En uno de los avisos señalan “La voz de la mujer dará respuesta a todo trabajo que
se le envíe en Español o Italiano. Siempre que sean útiles para la propaganda del
Comunismo- Anárquico que tal es nuestro ideal, lo publicaremos, de lo contrario diremos
la causa” (La voz de la mujer, Año 1 Nº 1, 8 de enero de 1896: 53).
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aparato del Estado. Ello no sólo produjo políticas públicas con perspectiva de
género, sino un cambio en las estrategias y formas organizativas de los
feminismos: se multiplicaron los proyectos y programas, los afanes de
especialización y los espacios en la academia, además de las expertas entrenadas
para la elaboración de informes y contrainformes relativos al cumplimiento de los
compromisos internacionales contraídos.
A grandes rasgos se puede decir que los feminismos son y han sido
proyectos teóricos y políticos universalistas, en cuanto ligados a una utopía
emancipatoria que ha procurado interpelar a la mitad de la humanidad apelando a
la construcción de una hermandad universal entre las mujeres sobre la base de la
instalación de la cuestión de las consecuencias políticas y sociales de las
diferencias entre los cuerpos sexuados de la humanidad como un asunto de
debate teórico y de lucha política. Sin embargo una mirada más cuidadosa
permite advertir que los procesos históricos no son ni han sido homogéneos y
menos aún simultáneos, que nuestros tiempos históricos a menudo no coinciden
con los de los países del norte.
Los años marcados por el decenio de la mujer y por las cuatro conferencias
mundiales sobre mujer paz y desarrollo que jalonaron el siglo XX han dejado
según se dice, la herencia de una agenda global, compartida urbe et orbis, una
serie de convenciones y escenarios internacionales que han generado, se supone,
un feminismo más internacional que nunca, un feminismo de sujetos nómades.
países del norte por imponer, aún a sangre y fuego, el nuevo orden imperialista,
que incluye la apropiación de nuestros recursos naturales y la privatización de
nuestros derechos, el desconocimiento de nuestra historia y la renegación de
nuestra presencia con igual derecho en este mundo.
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Fraser cerró uno de las reuniones científicas más importantes de Argentina, las VIII
Jornadas Nacionales de Historia de las Mujeres y III Congreso Iberoamericano de Estudios
de Género, que agrupan a estudiosas feministas y especialistas en estudios de género. La
reunión se realizó en Villa Giardino, Córdoba, entre el 25 y el 28 de octubre de 2006. No
sólo su discurso fue pronunciado en inglés ante una audiencia compuesta en casi un 100%
por hispanohablantes, sino que la conferencia, titulada, “Cartografías de la imaginación
feminista: De la redistribución al reconocimiento, a la representación”, había sido ya
pronunciada en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, en marzo de 2004, y luego
modificado y enviada a la conferencia sobre “Género en movimiento”, en la Universidad de
Basel, en marzo de 2005. Seguramente no hay en ello nada de extraño, pero tal vez
Fraser debió haberse siquiera preguntado por el escenario donde esta vez, dos años
después de haber preparado la conferencia en cuestión, pronunciaba su bienintencionado
discurso sin siquiera considerar que lo hacía ante una enorme mayoría de sudamericanas.
Probablemente muchas de quienes escuchaban tampoco se interrogaban por su ubicación
en ese “¿diálogo?”.
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pero también a Manso y a Gorriti, a Engels por cierto, pero también a las mujeres
anarquistas de La voz de la mujer.
Referencias Bibliográficas
Documentos
La voz de la mujer, Periódico comunista anárquico1896-1897, editado por María
del Carmen Feijóo, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2002.
Sárraga, Belén de, 2004 El clericalismo en América, 1914 (textos escogidos por
Rafael Gumuncio Rivas) en Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Santiago
de Chile, Vol. 3, Nº 9, 2004, pp. 42-53.
De Ferranti, David, Guillermo Perry, Francisco H.G. Ferreira y Michael Walton,
2003 Inequality in Latin America and the Caribean, Breaking with History, Informe
del Banco Mundial, El capítulo referido está disponible en
http://www.bancomundial.org/