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Junio 2018.
RESUMEN.
I. INTRODUCCIÓN.
Tiene su origen a finales del siglo XIX, donde surgen las ciencias experimentales y se trata
de adaptar la teoría del delito al método a las mismas, si bien ha ido perfilando su propia
evolución. Sus autores precursores son Franz Von Liszt1 y Ernst Von Beling2.
Este sistema cataloga la acción humana como el hito causal que desencadena un resultado.
Así, se determina que una conducta es típica y antijurídica cuando la acción y el resultado se
hallan contenidos en un tipo penal, por ejemplo la acción de matar y el resultado causado de
muerte. Dicha conducta se encuentra recogida en un precepto penal (en nuestro caso, en el
art. 138 del Código Penal) y por tal motivo, concurre dicha conducta es típica y antijurídica.
1
FRANZ RITTER VON LISZT. (1851-1919) Jurista y político alemán experto en derecho penal, precursor de corriente
causalista naturalista, en la que la acción es la causación de un resultado. Destaca entre otras obras El Tratado de
derecho penal alemán, 1881.
2
ERNST LUDWIG VON BELING. (1866-1932) Relevante jurista alemán, en el ámbito del derecho penal, seguidor
de la corriente causalista. Destaca entre sus obras La doctrina del crimen en la que conceptúa el tipo penal como
fundamento de la dogmática en la ciencia penal.
El resultado causado de la muerte, determina una vulneración del bien jurídico protegido en
el homicidio, que es la vida humana, encontrándose regulado penalmente el atentado contra
dicho bien jurídico.
En este sistema, el examen de la conducta del sujeto activo no se determina hasta alcanzar el
elemento de la culpabilidad, en el que se analizará si aquel quería y sabía lo que hacía
(encuadrándolo dentro del ámbito del dolo o de la imprudencia, según casos) así como si el
sujeto se hallaba en pleno estado psíquico de conciencia o no (grado de imputabilidad) siendo
consciente o no de la ilicitud de la acción (conocimiento de la antijuricidad) encontraba en
una situación psíquica normal (imputabilidad), si era consciente de que su comportamiento
es ilícito (conocimiento de la antijuricidad del hecho) y si el ordenamiento le podía exigir que
se comportara de un modo ilícito (exigibilidad).
Es una teoría que explica al delito en función de las leyes de la naturaleza, todo lo
encuadra como una relación de causa efecto, dicho de otra forma la acción es un
fenómeno causal y/o natural que trae como consecuencia un resultado que puede consistir
en un delito. Se caracteriza por su sencillez para ubicar la culpabilidad, ya que para
atribuir la responsabilidad a la persona solo se requiere la comprobación de la causa,
tomándose al efecto como consecuencia que una persona siempre será culpable cuando
se acredite su acción como causa del resultado.
El sistema finalista surge con posterioridad a mediados del siglo XX como consecuencia de
la teoría de la "acción final" elaborada por Welzel3: la conducta humana no se configura como
una simple premisa del resultado, ya que las personas actúan con una específica finalidad en
sus hechos, y esa finalidad es precisamente la que debe ser examinada tanto a la hora de
encuadrar la conducta en el contenido del tipo, es decir en la tipicidad (por ejemplo, a la hora
de determinar si el sujeto realizó una conducta típica de homicidio, debe averiguarse si actuó
con dolo -tipo de homicidio doloso, artículo 138 del Código Penal- o al menos con
imprudencia -tipo de homicidio imprudente, artículo 142 del Código Penal-; tanto si su
comportamiento no fue ni doloso ni imprudente, en cuyo caso deberá afirmarse que no fue
típico, y por tanto ya no será necesario plantearse si es antijurídico y culpable).
De otro lado, los diversos fines que orientan la conducta del sujeto diferencia al que lo realiza
de forma consciente y dolosa (que sabe lo que hace y decide hacerlo) frente al que actúa
imprudentemente (no quiere producir el resultado e incluso puede no saber lo que hace). Ello
debe suponer una distinta valoración de la conducta y por ello, los elementos de la
antijuricidad son también diferentes en el tipo doloso y en el tipo imprudente. En los dos
3
HANS WELZEL. Derecho penal alemán, p. 140 y El nuevo sistema del Derecho Penal, Ariel, Barcelona, 1964, p. 83.
existe un desvalor de resultado que es la muerte, pero el dolo supone un desvalor mayor que
la imprudencia.
En este sistema, la culpabilidad consiste en determinar si el comportamiento típico y
antijurídico es atribuible y reprochable al sujeto, porque en el momento de actuar era
plenamente capaz de entender la ilicitud de dicho comportamiento (imputabilidad), actuó
conociendo dicha ilicitud (conocimiento de la antijuricidad del hecho) ya que cabe la
posibilidad de realizar la acción en legítima defensa, y el sistema legal le podía exigir que
actuara de otro modo (exigibilidad). Que ésta no concurre si actúa con miedo insuperable por
ejemplo –art.20.6 CP-).
La doctrina de la acción finalista se introduce en España por el profesor Rodríguez Muñoz en
diversos artículos jurídicos, y eminentemente en su monografía “La doctrina de la acción
finalista”4.
Con todo, lo cierto es que el concepto final de acción en su sentido más purista ponía de
manifiesto la dificultad de explicar la forma de conducta humana relevante común como es
la acción imprudente, ya que en ésta la finalidad aparece completamente desconectada del
resultado causado (la finalidad del sujeto que actúa con culpa no va claramente destinada a la
producción del hecho típico).
4 RODRÍGUEZ MUÑOZ, José Arturo. La Doctrina de la acción finalista, Universidad de Valencia, 1953.
Anteriormente había publicado los artículos La acción finalista en el Derecho Penal, 1944 y consideraciones sobre la
doctrina de la acción finalista. Anuario de Derecho Penal y Ciencias penales, 1953, fas. 2º.
5
HANS HEINRICH JESCHECK. (1915-2009) Rector de la Universidad de Freiburg. Autor entre otras muchas obras
de un destacable tratado de derecho penal alemán. Tratado de Derecho Penal. Parte General. Bosch S.A. 1981.
6
GARCÍA MARTÍN, Luis. «Fundamentos de Dogmática penal. Una introducción a la concepción finalista de la
responsabilidad penal», pp.102-103.
7
CEREZO MIR, José. «Curso de Derecho Penal Español, Parte General», II, pp. 124 y ss.
3. Teoría del delito desde el punto de vista de su aplicabilidad.
Desde el punto de vista de su aplicabilidad, cabe decir que la teoría del delito constituye una
"herramienta" de la que se sirve el penalista para resolver, a partir de ese sistema, los
problemas específicos que plantea la aplicación de los concretos delitos. En el caso concreto
de valorar si se ha cometido un homicidio, conforme al precepto del artículo 138 del Código
Penal, no resulta suficiente con el hecho de que "A mate a B", porque resulta necesario
constatar cómo es el comportamiento de A (acción y omisión), cómo se produjo la muerte de
B (relación de causalidad e imputación objetiva), con qué intención actuó A (dolo e
imprudencia), si el hecho es antijurídico (causas de justificación), si A es culpable
(imputabilidad, conocimiento de la antijuricidad del hecho) etc.
Todos esos elementos (acción, tipicidad, antijuricidad, culpabilidad, etc.) constituyen los
pilares desde los que se erige el sistema de la teoría del delito, que debe ser coherente
para cumplir adecuadamente su función principal en la práctica jurídica: resolver
problemas específicos de aplicación. Por ello, la teoría del delito debe construirse desde
los cimientos que proporcionan las mismas normas penales, pues de nada serviría el
sistema si entrara en contradicción con lo expuesto en los textos legales. Por ello, no debe
haber contradicciones internas al propio sistema, pues éstas podrían aniquilar el sistema.
El concepto legal de delito en nuestra legislación se encuentra preceptuado en el artículo
10 del Código Penal que tras la última reforma introducida por la LO 1/2015, de 30 de
marzo8, define que “son delitos las acciones y omisiones dolosas o imprudentes penadas
por la ley”. Dicha reforma elimina la referencia a las faltas, al haber sido erradicadas
éstas, tras la referida reforma penal.
a) La acción.
b) La tipicidad.
Es preciso que la acción llevada a cabo se encuentre castigada legalmente, esto es, penada
por la ley. Esa regulación legal es precisamente la que comporta la tipicidad de la acción.
El tipo penal cumple con una función motivadora al señalar a los ciudadanos cuáles son
las conductas prohibidas legalmente, conminándoles a que se abstengan realizar dichas
conductas.
Las leyes formulan tipos según diferentes técnicas de prohibición, lo que da lugar a
distintas estructuras típicas. Las conflictivas y el consiguiente campo de prohibición de
la conducta puede llevarse a cabo mediante la individualización de la conducta bien
atendiendo al fin propuesto por el agente, en cuyo caso concurre un tipo doloso, bien
puede optarse por señalar la acción prohibida atendiendo a que ésta se realice de un modo
erróneo al deber objetivo de cuidado, imprudentemente, concurriendo así un tipo
imprudente. E igualmente, puede el tipo referir la conducta prohibida ocasionando así un
tipo activo, o bien referir la conducta debida, resultando así un tipo omisivo de conducta.
La valoración de tipicidad la lleva a cabo el Juzgador para determinar si la conducta
particular y concreta encaja en el tipo penal; lo que necesariamente lleva a examinar si la
conducta encaja en la descripción del tipo penal. Es la subsunción de la aquella en el
supuesto descrito en la norma legal. Los diferentes delitos se catalogan en función de la
estructura del tipo. Las clasificaciones de los delitos atienden a los diversos elementos de
la estructura del tipo de injusto y por otra parte a la conexión o relación con otros tipos.
Conforme establece MAYER10, La tipicidad actúa como indicio de la antijuricidad, Mayer
desde un enfoque más valorativo, entiende que la tipicidad no es completamente
independiente de la antijuricidad, sino que está unido a ella por un vínculo indiciario, y
que su función no es meramente descriptiva sino indicadora de una contrariedad entre la
conducta y el derecho (indicadora de un desvalor). Es claro que el indicio de
antijuridicidad que el tipo penal contiene puede destruirse cuando se demuestra que el
comportamiento, a pesar de ser típico, no es antijurídico (matar a otro en legítima defensa
10
ERNST MAYER, Max. La acción culpable y sus tipos en el derecho penal. Hirschfeld Verlag: Leipzig, 1901;
Tesis de habilitación Strasbourg 1900.
es típico, pero no contrario a derecho). Mayer expone el caso de unos ingenieros que, para
evitar el avance del enemigo, destruyen el puente por el que podría pasar éste; en este
caso la conducta realizada es típica, en cuanto que penalmente descrito (en el tipo de
daños), pero carece de antijuricidad porque está justificada.
c) La antijuricidad.
d) La culpabilidad.
11
LÓPEZ MESA, Marcelo J. y CESANO, José Daniel. La antijuridicidad y causas de justificación contribuciones a
su estudio desde las ópticas civil y penal. Ed. Edisofer. Buenos Aires. Argentina. pg. 17 y ss.
En relación a este elemento de culpabilidad, conviene reseñar las exigencias en la
configuración de ésta, en la teoría del delito. Así, la personalidad de las penas supone
impedir que se castigue a alguien por un hecho ajeno. Solamente se pueden imponer penas
o medidas de seguridad a quien haya realizado un hecho típico y antijurídico.
Otros autores, consideran que esta idea resulta discutible, ya que la culpabilidad es
necesita la conciencia actual o posible de la antijuridicidad, pero no de la punibilidad de
la conducta. Por tal motivo, la encuadran más en el artículo 10 de la CE al proclamarse
en este precepto que la dignidad de la persona humana es el fundamento del Orden
político y la paz social. El principio de culpabilidad es una exigencia del respeto a la
dignidad de la persona humana. La imposición de una pena sin culpabilidad, o si la
medida de la pena rebasa la medida de la culpabilidad, supone la utilización del ser
humano como un mero instrumento para la consecución de fines sociales, en este caso
preventivos, lo cual implica un grave atentado a su dignidad13.
CONCLUSIONES.
La teoría del delito clasifica los elementos comunes a todos los delitos. Desde la óptica
causal del delito, la acción es un hecho voluntario, bien sea de carácter físico o mecánico,
que produce un resultado regulado por la norma penal sin tener en cuenta la finalidad de
la acción cometida. La doctrina causalista fija su atención en los elementos del desvalor
del resultado (lesión del bien jurídico) mientras que la corriente finalista del delito
entiende que cualquier tipo de conducta de la persona se mueve por una voluntad exterior
que no se puede omitir en el momento de valorar el hecho delictivo.
En el derecho penal español, la teoría del delito toma su esencia de los rasgos de la
doctrina del dominio finalista del hecho, como en la mayoría de países de nuestro entorno.
Así por ejemplo, en la determinación de la autoría en los delitos de acción dolosos. En
nuestra doctrina, la definición legal de delito comporta el fundamento positivo del que
debe partir la elaboración del concepto dogmático de delito.