Vigilar y Castigar
Vigilar y Castigar
Vigilar y Castigar
MICHAEL FOCAULT
SUPLICIO:
En éste capítulo el autor Michel Foucault por medio de la ejecución de penas manifiesta la
búsqueda de justicia, para reformar o corregir. Las cuales se siguen ejerciendo a través del
cuerpo comoinstrumento para así privar al individuo de un derecho que definimos como
decir la libertad.
Despertando así dos maneras de organizar el poder en una se ve al delincuente como aquel
que ha roto el pacto social y que, por tanto, representa un daño para toda la sociedad. En
este caso, ya no es el soberano quien impone justicia, sino la sociedad entera contra el
delincuente la que ejerce su derechode defensa.
El castigo se ejerce como forma de calificar a los individuos para así asegurar que el delito
es castigado. El objeto de la pena ya no es el cuerpo sino el alma a través del castigo penal,
si bien se castigan ciertas acciones. Para Foucault los elementos constitutivos del delito,
formulados por la teoría penal, son aquellas prácticas que no están permitidas en el
discurso.
Para las épocas anteriores al siglo XVIII la forma de establecer el control sobre las personas
era aplicando castigos al cuerpo pretendiendo la salvación, quien cometía el crimen era
castigado bárbaramente ante un grupo de espectadores que eran testigos de la aplicación de
justicia. Dichos castigos físicos debían incluir un sufrimiento proporcional al crimen;
debían conservar una relación entre el crimen,el delincuente y la víctima; finalmente el
castigo debía ser un método de verificación pública convirtiéndose indirectamente en un
sistema preventivo.
Un suplicio era definido como una pena corporal, dolorosa, más o menos atroz. Una pena
para ser un suplicio debe responder a tres criterios principales:
La pena se organiza de tal forma que busca corregir al condenado, con lo que respecta a
conductas, pensamientos y sentimientos son conformes las expectativas de quien ejerce el
poder cuyo fin era enmendarlo o enderezarlo.
Sacado de : https://www.buenastareas.com/ensayos/An%C3%A1lisis-Resonancia-De-Los-Suplicios/7546793.html
CASTIGO:
1. EL CASTIGO GENERALIZADO
La protesta contra los suplicios se encuentra por doquier en la segunda mitad del siglo
XVIII: entre los filósofos y los teóricos del derecho; entre juristas y parlamentarios. Hay
que castigar de otro modo. El suplicio se ha vuelto intolerable.
Podría decirse entonces que el suplicio cumple dos consecuencias una deseada y otra no
deseada y por lo tanto no prevista. La consecuencia deseada es castigar al culpable
haciendo caer sobre el todo el poder ante los ojos del pueblo, para que este vea cuan
poderoso es el rey o el príncipe y lo que les pasará si actúan de igual o parecida forma, y
la consecuencia no deseada es que el pueblo se siente más cerca que nunca de los
criminales, e incluso los apoya, sienten pena por lo que les sucede y en ocasiones se
revelan e intentan salvarlos( en ocasiones a determinados condenados se les convertía en
una especie de santos) .Uno de los primeros clamores del pueblo fue para pedir la
supresión de los suplicios.
Uno de los mecanismos fundamentales del poder absoluto: entre el príncipe y el pueblo,
el verdugo constituye un engranaje.
Los reformadores del siglo XVIII: es preciso que la justicia criminal, en lugar de vengarse,
castigue al fin.
Esta necesidad de un castigo sin suplicio se formula en primer lugar como un grito del
corazón o de la naturaleza indignada: en el peor de los asesinos, una cosa al menos es de
respetar cuando se castiga: su humanidad.
Problema de una economía de los castigos. Es como si el siglo XVIII hubiera abierto la crisis
de esta economía, y propuesto para resolverla la ley fundamental de que el castigo debe
tener la “humanidad” como “medida”, sin que se haya podido dar un sentido definitivo a
este principio, considerado sin embargo como insoslayable. Es preciso, pues, referir el
nacimiento y la primera historia de esta enigmática “benignidad”.
La derivación de una criminalidad de sangre a una delincuencia de fraude forma parte de
todo un mecanismo complejo, en el que figuran el desarrollo de la producción, el aumento
de las riquezas, una autorización jurídica y moral más intensa de las relaciones de
propiedad, unos métodos de vigilancia más rigurosos, una división en zonas más ceñida de
la población, unas técnicas más afinadas de localización, de captura y de información.
Tendencia a una justicia más sutil y más fina, a una división penal en zonas más estrechas
del cuerpo social.
Más que debilidad o crueldad, de lo que se trata en la crítica del reformador es de una
mala economía del poder.
Mal funcionamiento del poder remite a un exceso central: lo que podría llamarse el
“sobrepoder” monárquico que identifica el derecho de castigar con el poder personal del
sobreano.
Sacado de: https://es.scribd.com/document/72760083/Ensayo-Vigilar-y-Castigar-El-Castigo-Generalizado
DISCIPLINA
A partir del siglo XVIII, estos esquemas de docilidad desarrollaron una escala de control al
nivel de la mecánica: movimientos, gestos, actitudes, rapidez. Su modalidad fue una
coerción constante, fueron métodos que permitían el control minucioso sobre las
operaciones del cuerpo llamadas disciplinas. Éstas no se fundan sobre una relación de
apropiación de los cuerpos. Busca hacer al cuerpo obediente y útil. Este mecanismo de
poder explora al cuerpo, lo desarticula y lo recompone: una anatomía política. Éstas
desarrollan una microfísica de poder que pone la atención en los detalles.
3. EL PANOPTISMO:
Fines del SD. XVIII; medidas q’ había q’ adoptar cuando se declaraba la peste: Una estricta
división espacial, privación de salir de la zona bajo pena de la vida; división de la ciudad en
secciones distintas; cada calle queda bajo la autoridad de un sindico; se ordena a cada cual
q’ se encierre en su casa; el sindico cierra personalmente cada casa; cuando es preciso en
absoluto salir de la casa se hace por turno y evitando todo encuentro. Hay un espacio
petrificado, inmóvil. Cada cual esta pegado a su puesto, y si se mueve, le va con ello la
vida, contagio o castigo.
La inspección (vigilancia) funciona sin cesar, la mirada esta por doquier en movimiento. Un
cuerpo de milicia, en las puertas, en el ayuntamiento y en todas las secciones. Cada cual
encerrado en su jaula, asomándose a la ventana y mostrándose cuando se lo llama, es la
gran revista de los vivos y de los muertos.
Esta vigilancia es apoyada por un sistema de registro permanente (informe de los síndicos
a los intendentes); al comienzo del “encierro”, se establece, uno por uno, el papel de
todos los vecinos presentes en la ciudad. De todo lo q’ se advierte en el curso de las
visitas, se toma nota y se transmite a los intendentes y magistrados. Estos tiene autoridad
sobre los cuidados médicos de las persona. El registro de lo patológico debe ser constante
y centralizado. La relación de cada cual con su enfermedad y su muerte pasa por las
instancias de poder, el registro a q’ estas la someten y las decisiones q’ toman.
Cinco o seis días después del comienzo de la cuarentena se procede con la purificación de
las casa.
Este espacio cerrado, recortado, vigilado, en todos sus puntos, en el q’ los individuos están
insertos en un lugar fijo, en los q’ los menores movimientos se hallan controlados [...] en
el q’ el poder se ejerce de acuerdo con una figura jerárquica [...] constituye un modelo
compacto del dispositivo disciplinario. A la peste responde el orden. Contra la peste q’ es
mezcla, la disciplina hace valer su poder q’ es análisis. La peste como forma a la vez real e
imaginaria del desorden tiene como correlato medico y político la disciplina.
Sacado de : http://www.psico-web.com/sociologia/foucault_vigilar_y_castigar_10.htm
PRISION