Condonacion
Condonacion
Condonacion
Concepto.
La condonación constituye una de las formas de extinción de las obligaciones
previstas por el Código Civil ).
Condonar es perdonar una deuda o, en expresiones distintas, renunciar a un
crédito con la anuencia del deudm. Así, cuando el acreedor perdona una deuda
y el deudor conviene en ello, se extingue la obligación a cargo de este último.
Lo mismo significa remisión de deuda. Este vocablo proviene de remitir
(perdonar), no confundiéndose con la otra acepción de la palabra remisión, que
viene de remir. Remisión de deuda, en el sentido en que la estamos utilizando,
es liberarse de la deuda, del compromiso, de la obligación; significa, en fin,
perdonar, y se atribuye como pago. Remisión de la deuda es, por tanto, una
renuncia gratuita en beneficio del deudor; la gratuidad es la esencia de la
remisión.
Nuestro Código Civil vigente sólo emplea en todo su articulado el término
"condonación", a diferencia del Código Civil de 1936, que utilizaba
indistintamente las palabras "condonación" o "remisión", las mismas que, como
hemos señalado, son sinónimas. Nos parece acertado, no obstante que en
nuestro lenguaje resulta más elegante el empleo de sinónimos a fin de no
"repetir" palabras, uniformar con un solo término esta figura jurídica, ya que es
más eficiente dar prioridad a la claridad y exactitud de las instituciones.
Importancia de la aceptación por el deudor
Subsecuente acto de renuncia a su crédito. Pero ¿qué sucede si el deudor no
desea ser condonado, es decir, qué pasa con el derecho de toda persona a
pagar su deuda, a cumplir con su obligación? Dicho de otro modo, ¿dónde se
encuentra el principio de no afectación a terceros con nuestros actos? La
gratuidad implica una liberalidad por parte del acreedor, quien se encuentra
realizando un acto parecido a la donación, pero no respecto a un bien, sino en
relación a un crédito en favor de la misma persona que está obligada a
satisfacerlo. Asimismo, el sujeto a ser beneficiado con tal renuncia (el deudor)
debe prestar su asentimiento, pues el pagar las propias deudas constituye un
derecho. No entraremos a detallar las múltiples razones -muchas no relevantes
para el Derecho- que pueda tener una persona para mantener su débito, o los
motivos por los cuales prefiera honrar su deuda, pero lo cierto es que tiene la
potestad soberana y absoluta de optar por pagar su deuda o aceptar, en el
caso de un ofrecimiento de condonación por su acreedor, no pagarla. Los
favores, así como los regalos y, en general, los actos de beneficencia, no se
imponen a quien no desea recibirlos; lo contrario sería avasallar a la persona
en su dignidad personal. Por ello la norma del Código Civil establece que la
condonación de la deuda es un acto bilateral ("la condonación de la deuda
efectuada de común acuerdo entre el acreedor y el deudor... "), Ya que
requiere de convenio entre ambas partes; de lo contrario, no tendrá validez ni
surtirá efectos, es decir, no extinguirá la obligación. Así, por mucho que el
acreedor insista en no cobrar su crédito y se lo comunique a su deudor por
diversos medios (personalmente, por teléfono, por facsímil, por correo
electrónico, por carta notarial, etc.), si no hay respuesta por parte del deudor en
sentido afirmativo, la obligación subsistirá y el deudor mantendrá su derecho a
pagarla, consignando la prestación en caso necesario. Por ello, desde que la
condonación implica consentimiento entre acreedor y deudor, esta figura
supone un contrato. Por otro lado, del propio numeral del código se desprende
que, a fin de que la condonación surta su principal efecto (cual es extinguir la
obligación) se requiere su probanza. Por esta razón, tal probanza debe ser
clara y objetiva (vía contrato escrito, o algún signo visible, como la devolución
del documento original en que consta la deuda), pudiendo ser material o
inmaterial, pero inequívoca, como veremos más adelante. Siendo la
condonación una renuncia del acreedor a un crédito -aprobada por el deudor-,
ella viene a ser un acto de disposición, por lo que se debe prestar atención a
los derechos de terceros, los mismos que no deben ser vulnerados Es
conveniente precisar, aunque podría parecer evidente, que el término "deuda"
en el numeral bajo comentario (artículo 1295) no se circunscribe a obligaciones
de dar, sino que abarca también a las obligaciones de hacer y a las de no
hacer. Si Pablo está obligado con Rosa a realizar un trabajo de fumigación en
el jardín de ésta, podría ocurrir que Rosa, motivada por un sentimiento de
compasión, dada la mala salud de aquél, decidiese condonarle tal deuda. En
ese caso, ella debería informar a él sobre su decisión y recibir su conformidad.
De esa manera, se extinguiría la obligación de hacer de Pablo. Y en el caso de
las obligaciones de no hacer el acreedor no podría imponerle una condonación
a su deudor, porque éste, de no aceptarla, simplemente continuaría
absteniéndose. La aceptación del deudor a fin de que se pueda extinguir su
deuda por condonación siempre fue un requisito para el Derecho, no
admitiéndose la condonación por declaración unilateral del acreedor. Así, en el
derecho romano se distinguían tres clases de contratos de extinción de
obligaciones en la materia que estamos tratando:
4 Derechos renunciables y derechos irrenunciables.
Sólo se puede renunciar a los derechos (y dentro de ellos se encuentran los
créditos) establecidos en interés individual o particular del renunciante, mas no
a los concedidos con miras a satisfacer intereses más amplios, es decir,
aquellos que abarquen el orden público. Esto significa que hay derechos
renunciables y otros derechos que, por disposición de la ley, no son
susceptibles de renuncia. De esto último se infiere que sólo son irrenunciables
los derechos señalados por norma expresa; el criterio de la analogía no se
aplica a ordenamiento jurídico como el nuestro -en el que predomina la
autonomía de la voluntad, es decir, la libertad personal para la consecución de
fines humanos dignos-, tiene en uno de sus extremos a la libertad de las
personas de contraer obligaciones, y en el otro extremo a la libertad de las
mismas de abandonar su facultad de exigir que les sean pagadas. Así por
ejemplo, no hay impedimento en que una persona renuncie a resolver un
contrato por incumplimiento del deudor o que renuncie al derecho de cobrar
una indemnización, una vez determinada ésta. Un vendedor puede condonar el
precio que se le adeuda por un bien, sin pedir la resolución del contrato, y de
esta forma el comprador gozará de la propiedad de dicho bien gratuitamente.
De igual forma, no hay obstáculo para renunciar a la facultad de revocar,
modificar o sustituir el contrato en favor de tercero (artículo 1468). Se puede
renunciar por anticipado al derecho de revocar la promesa unilateral (artículo
1965). Asimismo, se puede renunciar a la prescripción ya ganada (artículo
1991). Igualmente, quienes tienen la libre disponibilidad de sus bienes pueden
renunciar a herencias y legados (artículo 674); también son renunciables las
hipotecas legales (artículo 1120). Las personas renuncian a sus empleos (se
entiende en forma voluntaria y no bajo presión), a sus créditos, al derecho de
acudir ante organismos jurisdiccionales del Estado (sustituyéndolos por
procesos arbitrales), o a los créditos por alimentos correspondientes a períodos
que han vencido, por citar ejemplos representativos. Vemos que la facultad de
renunciar a los derechos propios abarca tanto a los derechos obligacionales
como a los reales, incluyendo a los derechos intelectuales (estos últimos en
cuanto a su aspecto patrimonial, ya que -como sabemos- el derecho moral de
autor no es renunciable). De igual forma, es irrenunciable el derecho a pedir
alimentos (artículo 487) y el derecho de retracto (artículo 1595). Es nula, por
otra parte, la renuncia a la acción por excesiva onerosidad de la prestación
(artículo 1444), así como la renuncia a la acción por lesión (artículo 1455).
También es irrenunciable el derecho de prescribir (artículo 1990). Es nula la
renuncia al derecho a una herencia futura (artículo 678). No está autorizada la
renuncia al derecho de
4.2 Derechos irrenunciables.
gravar un bien con segunda y ulteriores hipotecas Por otro lado, existen los
llamados derechos (artículo 1113), ni tampoco puede renunciarse al
irrenunciables, cuya prohibición de renuncia se fundamenta en que se trata de
derechos instituidos en resguardo del orden público. Entre éstos se encuentran
por lo general los derechos extrapatrimoniales, particularmente los vinculados a
las relaciones de familia. Por ello no se puede renunciar, por ejemplo, a los
derechos emergentes de la patria potestad, ni a la acción para que se declare
la paternidad.
Naturaleza jurídica y efectos de la condonación.