Manual de Activación Conductual
Manual de Activación Conductual
Manual de Activación Conductual
Nos proponemos con esta comunicación pensar sobre algunos aspectos relativos al tema en el
marco de nuestra tarea clínica.
La conducta adictiva puede ser definida como un patrón habitual aprendido que apunta a la
gratificación inmediata y que conlleva consecuencias negativas a mediano plazo.
Habitualmente - en el sujeto - estas consecuencias tienden a ser no consideradas o negadas
mientras que la perspectiva de la gratificación se destaca en primer plano.
La adicción es una enfermedad primaria, de etiología multifactorial, física, mental y social, es
crónica, progresiva y con frecuencia fatal, además es sistémica afectando a todo el entorno del
individuo, incluyendo a la familia.
Es también una enfermedad tratable, y cuando el enfermo y su familia adhieren a la
terapéutica y realizan las conductas apropiadas para la rehabilitación tiene un buen índice de
recuperación.
Esta enfermedad se caracteriza por una pérdida del control del uso de las sustancias
psicoactivas (alcohol, drogas, etc.) en las que inciden factores genéticos, neurobioquímicos,
mentales y sociales, enmarcada por dos grandes componentes: el deseo irreprimible
(obsesión) por consumir y la incapacidad de parar una vez que se inicia el consumo
(compulsión).
La adicción se comporta como cualquier otra enfermedad, es evolutiva y graduable, se inicia
con el uso, avanza al abuso y termina en la dependencia; lo más importante es que en el
individuo se establece una relación patológica cada vez más fuerte con la sustancia y se
disminuye, o se deteriora la relación con sus seres queridos, con él mismo y con su significado
existencial.
Operativamente el poder pensar a la adicción como algo aprendido implica que la persona no
está condenada a soportar pasivamente un mal congénito sino que puede participar
activamente en el desarrollo de estrategias eficaces para el mejor manejo de la patología.
Lo que sostenemos es que, más allá de las características de personalidad que sin duda
determinan la conducta, es posible aprender estrategias que pongan en juego nuevas
configuraciones defensivas a fin del mejor manejo y control de las adicciones.
El paciente es libre para experimentar emocionalmente las consecuencias de beber alcohol o
usar drogas, una meta es ayudar a los pacientes a identificar sus comportamientos auto
agresivos que los llevan al uso de las sustancias y es importante que sepan que el tratamiento
y el programa terapéutico es solo el principio y que cualquier decisión que tomen es su
responsabilidad, la opción de intoxicarse o de estar sobrios es únicamente de ellos.
Si ellos eligen la sobriedad, no es por el programa de tratamiento, sino que es por
motivaciones y fuerzas internas re-encontradas. La experiencia es que con el tratamiento la
persona puede reconocer que necesita un nuevo relacionamiento con su familia, con su
trabajo, con el mismo y con su proyecto vital.
La esencia del tratamiento está orientada a romper el estereotipo vincular con la sustancia, los
sistemas de negación psicológica del paciente y ayudarle en la búsqueda de un nuevo
significado a la vida y a su proyecto.
Modalidad de intervención.
La Propuesta Terapéutica se articula en cuatro fases cada una de las cuales posee objetivos
específicos y generales que el paciente deberá alcanzar durante su paso por cada una de ellas.
1º FASE
OBJETIVOS:
2º FASE
Durante esta etapa la persona asistirá a psicólogo – con la frecuencia ya establecida - y se
integrará a un grupo terapéutico, mientras que su familia asistirá a los encuentros de familia
quincenales.
OBJETIVOS:
3ª FASE
OBJETIVOS:
4ª FASE
A esta fase la persona llegará luego de haber evaluado concienzudamente todo su proceso de
rehabilitación y desarrollo personal hasta el momento vivido, es así como posteriormente la
persona estaría culminando su proceso terapéutico intensivo de rehabilitación.
Durante esta etapa considerada de suma importancia ya que será en ella en donde se
verificarán los logros obtenidos y el grado de reinserción alcanzado, la persona asistirá una vez
al mes durante 12 meses hasta llegar al término de su tratamiento. La idea es privilegiar la
autonomía de la persona en relación al proceso terapéutico, transformándose éste en un
espacio para el compartir de las experiencias vividas es la cotidianeidad.
OBJETIVOS:
A modo de conclusión.
Desde mi experiencia puedo señalar que uno de los factores más significativo de considerar es
el de la particularidad de cada ser humano, es decir, comprender que todas las personas son
distintas y han establecido una particular relación existencial con la sustancia, así como
también el consumo de ésta ha provocado unos singulares efectos en el organismo de la
persona más allá de los efectos generales conocidos.
En este sentido la persona es entendida como un ser humano que posee la capacidad de
cambio y de redescubrirse como individuo consciente y responsable de su propia vida. De allí
que se comprenda entonces al adicto como un ser humano con un problema más, el cual tiene
la necesidad de recurrir a una sustancia química para sentirse bien o para no sentirse tan mal.
La drogadicción será visualizada como consecuencia de un malestar existencial en donde el
consumo parte de un vacío interior y tiene como consecuencia un vacío más profundo junto a
una dependencia física y/o química.
ANEXO CLÍNICO.
INFORME PSICOLOGICO.
Daniela G.P, 31 años, tramita en forma intermitente desde abril del 2010
proceso terapéutico de corte analítico bajo nuestra dirección.
De las intenciones.
En esta comunicación - a través del material clínico de una paciente - intentamos establecer un
vínculo entre el maltrato infantil y ciertos patrones permanentes del sujeto adulto en la
cognición, afectividad, actividad interpersonal y control de impulsos.
Pretendemos escuchar la problemática intrapsíquica que se encuentra detrás de las
distorsiones considerables del apego y como - de niña con apego patológico y maltrato
psicológico - deviene en un adulto con diagnóstico de personalidad de Tipo B, trastorno
histriónico de personalidad.
Intentamos establecer como algunos individuos con trastornos de personalidad B han sido
víctimas de maltrato infantil y lo afrontaron bloqueando represivamente afecto y
pensamiento de sus figuras de apego, evitando así el sentir y pensar sobre los deseos de sus
figuras de apego.
La repetición defensiva del bloqueo afecta hoy su capacidad para representar estados
mentales propios y ajenos, llevándoles a operar con impresiones esquemáticas e imprecisas
sobre pensamientos y sentimientos en tanto – finalmente – devienen en inmensamente
vulnerables a las relaciones íntimas y con una llamativa reducción de la capacidad reflexiva.
Sostenemos que los individuos que sufren un trauma precoz suelen inhibir defensivamente su
capacidad para simbolizar por la palabra; y que algunas características de sus trastornos de
personalidad están basados en dicha inhibición.
Material clínico.
Una mujer de 37 años, a la que llamaré Alicia, inicia una serie de entrevistas que se
prolongarán por el término de dos años, con algunas interrupciones.
Llega a consulta -luego de abandonar a su terapeuta anterior- muy angustiada, se siente sola y
golpeada emocionalmente, atribuyendo todo lo que le pasa a la reciente ruptura con su
compañero.
Está en pareja con él desde hace un año; cuando Alicia le conoce, cuenta que " era un amor":
estaba pendiente de ella, la buscaba todo el tiempo; ahora, viven peleando. El conocerlo la
ayudó a olvidar a otro hombre – su primer relación afectiva, 22 años mayor que ella - con el
que estuvo casada y convivió durante poco más de un tres meses; también con él se peleaba
todo el tiempo.
Ya en esa primera entrevista, Alicia ubica lo que se repite en sus relaciones amorosas: "al
principio todo bien, pero en algún momento algo cambia"; comienzan a llevarse muy mal, a
pelear todo el tiempo y ella a sentir que le agreden.
No sabe por qué pasa esto - tampoco puede precisar por qué el cambio - lo que sí sabe es que
los hombres de los que se enamora, en algún momento, "dejan de ser los de antes" y la
agreden.
La paciente -de niña con apego patológico y víctima de maltrato psicológico por parte de sus
padres- presenta un patrón general vincular de excesiva emotividad y una búsqueda de
atención, intentando ser el centro de la atención mediante un comportamiento seductor y
exagerada expresión emocional.
En el trabajo en transferencia, presenta una necesidad permanente de que se ocupen
emocionalmente de ella - llevada por su deseo de lograr protección y apoyo del otro – ante el
miedo a que le abandonen y tenga que cuidar de sí misma.
Tramita, durante casi dos años y una frecuencia semanal, un proceso terapéutico
psicoanalítico, desprendiéndose del mismo la existencia de un importante trastorno de
angustia sin agorafobia que acompaña a elementos del síndrome depresivo - reactivo a
problemática afectiva - dentro de un patrón general de inestabilidad de la autoimagen y
una configuración vincular dependiente.
Se destaca la presencia de equivalentes psicosomáticos e inestabilidad afectiva - que se
entienden relacionados con la presencia de contenidos primitivos, idealizados y persecutorios -
que muchas veces siente que no puede controlar; se expresan así sus dificultades para tolerar
frustraciones, las que aparecen reforzando sus vivencias de desvalorización y una angustia de
alto contenido narcisista.
Alicia a lo largo de todo el proceso, aparece marcada por una dinámica afectivo-familiar de
maltrato infantil, ansiedad e incertidumbre que imposibilitó el potencial sostenedor de la
familia, en la provisión de un espacio seguro, limitante y protector para su tránsito vital; ddicha
conflictiva – cohabitación y colecho con familiares de primer grado de consanguinidad hasta
hoy - generó un modo vincular donde las conductas y actitudes regresivas aparecen utilizadas
como defensa, en la búsqueda de pruebas de afecto y la presencia y atención del otro para su
reaseguramiento.
El abordaje asistencial propuesto trabajó sobre: espacio de contención y análisis del vínculo,
consecuencias del maltrato infantil sobre su afectividad, configuración defensiva, trastornos de
carácter, niveles de investimiento objetal disponibles, capacidad de tránsito por situaciones de
duelo y cambio, niveles de actuación.
Los obstáculos de una intervención clínica compleja con una paciente muchas veces resistente,
la ausencia de resultados en la cura y sus consecuencias sobre el vínculo llevan a Alicia a un
nuevo abandono de su espacio psicoterapéutico..
Desde la clínica existen claras evidencias sobre el deterioro que el maltrato produce en la
capacidad reflexiva y el sentido del yo de Alicia; nuestra experiencia en el tratamiento de las
víctimas sugiere que el maltrato infantil lo afrontaron bloqueando represivamente afecto y
pensamiento de sus figuras de apego, en una suerte de retiro del mundo mental.
Esta situación de maltrato nos abre la posibilidad de re-pensar al mito edípico como estructura
- articulada y articulante - posibilitadora de la capacidad de simbolizar.
En un primer tiempo el hijo aparece como el todo de la madre, compensándola de toda
decepción. En el segundo tiempo se impone la presencia interdictora del padre, que impone la
ley, separando al hijo de la madre. En un tercer tiempo el padre se remite a un orden simbólico
que lo trasciende; representa la ley.
El nombre del padre es el significante que realiza el corte, es decir separa al hijo del deseo de
la madre. En tanto tal es pacificante, instaura un límite al deseo de la madre.
Estos conceptos teóricos nos han sido productivos para abordar la patología que nos muestra
el caso clínico que nos convoca a estas reflexiones, así como también para pensar ciertos
rasgos del maltrato en las prácticas sociales de hoy.
Patologías en las que prevalecen los fenómenos de borde, como manifestación de una cierta
estrategia frente al goce insuficiente:
Estas patologías y estas prácticas sociales dan cuenta de una cierta inoperancia de la ley, de
una pérdida de eficacia de la regulación paterna y de resistencias para renunciar a
compensaciones por las decepciones.
Proponemos pensar a estos fenómenos clínicos y sociales como efectos de un cierto estilo
vincular: el de la violencia materna. Particular interjuego entre madre y padre, como
consecuencia del cual el hijo queda ubicado en el lugar del goce materno. No reconocido como
un otro con derecho a la subjetividad.
En síntesis entendemos por violencia materna un estilo vincular que condujo a Alicia a un
entrampamiento en la fascinación sensual y a dificultades en el acceso al universo
discriminador de la palabra. Estilo vincular que facilitó el quedar capturada en la juventud
eterna que promete la reinstalación en el paraíso narcisista, donde las pérdidas, el mundo
adulto y la muerte, puedan evitarse.
ABORDAJE TERAPEUTICO DE LOS
TRASTORNOS DE CONDUCTA.
Los trastornos de conducta en la infancia como precursores del trastorno adictivo.
En este momento nos encontramos ajustando el diseño de una investigación de campo que
propone la construcción de indicadores generalizables de la relación de los trastornos en la
estructuración del psiquismo temprano y su vinculación con las perturbaciones adictivas.
Cumplida esta etapa esperamos haber obtenido saberes que nos permita profundizar en los
aspectos relativos al proceso de desarrollo madurativo previo a los trastornos de conducta así
como a la calidad de los vínculos, objetivados a través de la descripción y análisis de la
estructura afectiva familiar de los casos investigados.
Asimismo desarrollar conocimientos para elaborar estrategias de prevención y terapéuticas
que nos posibiliten la resolución de los trastornos y el manejo clínico de los factores de riesgo,
así como la convalidación de un modelo terapéutico que pueden suponer un buen abordaje
para prevenir estos problemas.
ANEXO CLÍNICO
INFORME PSICOLOGICO.
Las causas que subyacen en los problemas del autocontrol del comportamiento
y las emociones pueden variar sustancialmente dentro de los trastornos
disruptivos y así como entre los propios individuos dentro del mismo grupo
diagnóstico.
TRASTORNO DE CONDUCTA
PIROMANÍA
CLEPTOMANÍA
La cleptomanía es un trastorno psicológico por el cual la persona denominada
cleptómana o cleptomaníaca tiene una conducta repetitiva de apropiarse de
aquello que le es ajeno. Hay que distinguirlo de la actividad del ladrón
esporádico o habitual, cuyo objetivo es el enriquecimiento ilícito buscando un
beneficio personal. En cambio, en la cleptomanía, el momento del robo se
convierte en sí mismo en la finalidad del acto, no persiguiendo un
enriquecimiento personal ni el perjuicio de la persona a quien roba.
Material clínico.
La señora Daniela, 43 años, clase media, administrativa en institución bancaria, se asiste
terapéuticamente desde tiempo atrás, dentro de un dispositivo de intervención familiar de
mandato judicial, por un trastorno de angustia - reactivo a abuso emocional en el marco de un
proceso de violencia doméstica – que acompaña a un síndrome depresivo mayor; éste se
caracteriza por: marcado descenso del humor – con inhibición psíquica y motora – vivencia
culposas, equivalentes psicosomáticos y sentimientos de desesperanza.
El referido proceso tiene como co-actor a su compañero Pedro, 41 años, y está caracterizado
por un conjunto de conductas de acoso y controladoras que desencadenan daño psicológico a
su esposa y al grupo familiar, que se explicitan como: alto monto de angustia, sentimientos de
temor y afectan su autoestima y cuyo fin principal es el ejercer poder, control y dominio.
En la valoración psicopatológica de Pedro – que se da en el marco de un patrón de
desconfianza y suspicacia vincular - se destaca la forma de tratar a la familia: desconfía
excesiva e injustificadamente, pensando que le van a hacer daño o a explotar
económicamente; duda de la lealtad de la misma hasta cuestionarse la fidelidad de su pareja;
aparecen proyecciones celotípicas, prejuicios sexuales e ideas de referencia hacia la hija
adolescente de su compañera que le producen hostilidad, irritabilidad y ansiedad.
La conflictiva familiar gira en torno a la violencia y las dificultades para el manejo psico-
afectivo de las experiencias traumáticas generadas por Pedro mediante el maltrato psicológico
inferido al núcleo, con los ya referidos sentimientos de temor.
El abordaje terapéutico trabajó sobre: espacio de contención y asesoramiento de la patología
planteada, regulación de la autoestima, capacidad de tránsito por situaciones de duelo y
cambio, niveles de actuación.
Dada la situación clínica del grupo familiar – con reagudización de la conflictiva interna de
violencia, ansiedad e incertidumbre que obstaculiza su funcionamiento afectivo, vincular y de
pensamiento – resultó necesario y urgente orientar a ambos a asistencia médica
especializada, concomitante a proceso psicoterapéutico y establecer como medida inmediata
acciones judiciales que posibilitaron la reversión de la situación planteada.
Algunos aportes:
Del proceso clínico de la pareja, se infiere como conclusión de que hay una interacción
compleja o una combinación de factores que llevaron al comportamiento violento.
Estos factores incluyen:
-La Sociedad y su estructura; los prejuicios, estereotipos y mitos acerca del matrimonio, la
familia, el papel del hombre y la mujer que reflejan el sentir de la cultura refuerzan la dinámica
de la violencia. La sociedad patriarcal consideraban a los hombres como dueños y señores de
sus esposa e hijos y las leyes apoyaban esto. Hoy día en muchos países y culturas continúa esta
creencia sin variación, con la consecuente marginación y maltrato a la mujer y los niños.
-Historia familiar de Violencia. Los estudios reflejan que la Violencia engendra violencia: el 90%
de las madres de niños abusados fueron a su vez abusadas sexualmente en su infancia; un 87%
de los niños son testigos del abuso marital, de estos un 60% se hacen abusadores, y de los
niños que además de vivenciar el ambiente de maltrato familiar, fueron también abusados por
sus padres, un 73% llega a convertirse en abusador.
-Personalidad abusiva y controladora de Pedro. El hombre violento tiene una pobre opinión de
sí mismo que proyecta en su víctima para inflar su ego, es narcisista, por lo cual, se torna
utilitario y asfixiante en las relaciones cercanas, no tolerante, celoso, posesivo, ansioso ante la
separación, necesita a la esposa para valorarse y autodefinirse. Sufre de aislamiento
emocional, que actúa de coraza a la vulnerabilidad de su yo. Niega el dolor y daño que
ocasiona a la esposa e hijos de los que abusa ya que es incapaz de empatía. Aunque hay casos
de mujeres que maltratan, la data refleja que es el hombre quien en un 95% de los casos actúa
como perpetrador, pasando su esposa e hijos a ser sus víctimas.
-El abuso busca ejercer dominio y control, proyectar la culpa, corregir el comportamiento.
Refleja una conducta aprendida ante el conflicto que sirve para descargar tensión, canalizar los
sentimientos de inadecuación y minusvalía del perpetrador y evitar o resolver el conflicto de
poder e intereses.
-Exposición a la violencia en los medios de difusión (televisión, radio); uso de drogas y/o
alcohol; presencia de armas de fuego en la casa.
Resulta necesario que el profesional de la salud mental conozca sobre ésta problemática, sus
causas, tipos y secuelas para que pueda ofrecer una intervención acorde a las necesidades de
las personas que sufren a consecuencia de la Violencia doméstica.
Por la Ley Nº 17514 de Violencia Doméstica quien vive esta situación tiene
derecho a: