A Paso Vivo PDF
A Paso Vivo PDF
A Paso Vivo PDF
ía
arc
G
ana
t
uin
Q
nio
nto
A
osé
J
Serie
Testimonios
1.a Edición digital, 2016
Correos electrónicos
atencionalescritorfepr@gmail.com
comunicacionesperroyrana@gmail.com
Páginas web
www.elperroylarana.gob.ve
www.mincultura.gob.ve
Redes sociales
Twitter: @perroyranalibro
Instagram: editorialperroyrana
Facebook: Editorial perro rana
Youtube: Editorial El perro y la rana
Soundcloud: perroyranalibro
Google+: Editorial El perro y la rana
11
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
12
PREFACIO
13
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
14
PREFACIO
Nadie ha sido nunca más americano que Carlos Aponte. Odió y amó
con la turbulencia de una juventud frenética. Tenía la vitalidad del
salvaje de la selva y el esplendor pánico de los “llanos” intermi-
nables de Venezuela. Fue un protagonista de La Vorágine. Fue un
hombre de las avalanchas. Fue un turbión. Fue un hombre de la
revolución. No tuvo nada de perfecto.
El autor
15
Primera parte
Días cubanos
El primer exilio en Cuba
19
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
20
PRIMERA PARTE: Días cubanos
21
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
La colonia venezolana
En la capital de la República se integró al grupo de coterráneos,
exiliados al igual que él por combatir a Gómez. Por unos centavos
comían en La Milagrosa, una fonda modesta cuyo dueño no se
inmiscuía en las discusiones políticas, en ocasiones subidas de tono.
Gustavo Machado Morales asumía los gastos. Ironías de la vida.
Ganaba 300 pesos como representante judicial de los intereses
de la Cuban American Sugar Corporation. Su dinero lo compartía
generosamente con sus compañeros de ideales.
No siempre se discutía de política. El humor hacía de las suyas y
servía para descargar la energía contenida, la añoranza por el hogar
lejano. A veces reían del último chiste en boca del pueblo; otras, de
alguna anécdota como la que Gustavo protagonizó. Fue un suceso
tragicómico. Resulta que sus apellidos eran los mismos que los del
dictador cubano y un día, mientras conducía su automóvil, sufrió
un accidente. Rondaba cerca un policía de tránsito, que enseguida
acudió al lugar del hecho dispuesto a multar a Gustavo. Este, con el
rostro contrariado, mostró su identificación y bastó la frase “impón-
ganse de quién soy” para que el agente le permitiera continuar su
recorrido.
También se reunían en la casona número 17, ubicada en la calle
Empedrado. Pernoctaban allí o en la consulta del doctor Gustavo
Aldereguía, hombre de vasta cultura e inquietudes literarias,
magnánimo con los emigrados que les ayudó a conseguir empleo.
Aponte fue uno de los beneficiados. Debido a las gestiones
del galeno, la Federación Médica de Cuba le ofreció una plaza
de cobrador, lo cual constituía una muestra de confianza en la
22
PRIMERA PARTE: Días cubanos
23
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
24
PRIMERA PARTE: Días cubanos
25
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
10 Vivió en Francia, URSS, Estados Unidos y España, países en los que con-
tinuó con su labor revolucionaria. Tras la muerte de Juan Vicente Gómez
(1935) regresó a Venezuela, donde permaneció entre 1941 y 1950; en este
período publicó su libro El Ejército Rojo y las causas de sus victorias. Du-
rante el régimen de Marcos Pérez Jiménez (1952-1958) retornó a México.
A raíz del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez (23-1-1958), volvió a
Venezuela y es electo diputado al Congreso Nacional hasta 1963, cuando
fue acusado, al igual que los otros parlamentarios de izquierda, de rebe-
lión militar. Despojado de su inmunidad parlamentaria, lo condenaron a
10 años de prisión. En 1968, tras el sobreseimiento de su causa, fue elec-
to de nuevo diputado al Congreso Nacional, esta vez en representación
del estado Miranda. En 1974 fundó el partido Vanguardia Comunista.
26
PRIMERA PARTE: Días cubanos
27
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
28
Comité prolibertad de Mella
29
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
30
PRIMERA PARTE: Días cubanos
13 Ibídem, p. 69.
31
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
32
PRIMERA PARTE: Días cubanos
33
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
34
PRIMERA PARTE: Días cubanos
35
Nochebuena
Mas, si no tuvo los libros suficientes, en cambio tuvo vida con exceso.
Pablo de la Torriente Brau
37
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
asado, congrí, yuca con mojo y plátanos verdes fritos, fue rociada
con abundante cerveza.
Aponte vaciaba los tragos con demasiada rapidez. Sus ojos
seguían cada movimiento de la joven que bailaba cerca de la mesa
donde él y sus amigos cenaban. No pudo vencer la tentación. Roa
narró que: “A poco se enredaría a piñazos con uno de los comen-
sales al arrebatarle la mujer con quien bailaba. Trabajo costó sepa-
rarlo y que retornara a la mesa. Pero el titingó fue tan grande que
acudió la policía”18.
El agente, al conocer por boca del agraviado cómo ocurrieron
los hechos, ordenó al venezolano:
—Venga conmigo.
—Oiga, compái, cómo me va a hacer usted esa vainada el día de
Nochebuena. El láguer me ha puesto jorocón y eso es todo. Vale, no
se me ponga así y déjeme seguir con mis amigos.
38
PRIMERA PARTE: Días cubanos
En el central Perseverancia
Unos días después del altercado, Aldereguía le sugirió a Aponte
que se alejara por una temporada de la capital porque los órganos
represivos comenzaban a perseguirlo. El central Perseverancia,
cerca de Aguada de Pasajeros, en Cienfuegos, era el refugio seguro.
La fábrica azucarera era administrada por Feliciano, hermano de
Aldereguía, también un hombre de ideas progresistas y enemigo
acérrimo de Machado.
El Sol se bebía el rocío depositado por la noche en los retoños de
las cañas. Aponte, calzado con altas botas, recorría las guardarrayas
desde bien temprano. Quería ser eficiente en el empleo de agri-
mensor que le había dado Feliciano. Así transcurrieron los días de
su breve estancia, como hombre de campo, en Cienfuegos, la Perla
de Cuba.
Mella también recibió la protección del discreto Feliciano.
A mediados del mes de enero llegó el líder comunista. Ocultaba su
identidad bajo el nombre de Juan López. Gustavo Aldereguía narró
en el artículo “De mis recuerdos” que Mella solo estuvo unas horas
en la finca de Isidoro González y que de allí marchó hasta el puerto
para subir a bordo del carguero Cumanayagua, que lo trasladó a
Honduras. Para los marineros era un comerciante de plátanos.
39
Vallenilla Lanz
Carlos Aponte, que sentía en el destierro, más agudos que nunca, los dolores
de Venezuela, se sintió impulsado a castigar al representativo más pomposo
de la parte podrida de su país.
Pablo de la Torriente Brau
41
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
42
PRIMERA PARTE: Días cubanos
43
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
44
PRIMERA PARTE: Días cubanos
45
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
46
PRIMERA PARTE: Días cubanos
47
Contra la farsa imperialista
49
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
50
PRIMERA PARTE: Días cubanos
51
El regreso
53
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
54
PRIMERA PARTE: Días cubanos
Aquel hombre que tantas veces confiscó miles de pesos, de los que
entregara a Nicolau hasta el último centavo, pasaba hambre. Sus
pantalones se sostenían por medio de un cordel a guisa de cinturón
porque no tenía dinero ni para comprar el más modesto de ellos,
pero nada de aquello le preocupaba, solo la preparación y el éxito
de la revolución […] Dormía donde podía y en muchas ocasiones en
casa de Guillermo Salgado. En una oportunidad descubrió, sobre
una silla, un cinturón de varios colores que Salgado confeccionó
durante una estancia en la cárcel. Aponte lo celebró y este, compren-
diendo su necesidad, se lo regaló en aquel momento. Aponte, parsi-
moniosamente, se quitó el cordel y tomando el cinturón exclamó en
forma de chacota:
—Las cosas deben estar en manos de quien las necesita […] Esta no
es una confiscación obligatoria como las que nosotros realizamos…
Y ambos combatientes prorrumpieron en sonora carcajada ante
aquella ocurrencia. Aquel cinturón acompañaría desde aquel día
55
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
56
PRIMERA PARTE: Días cubanos
57
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
34 Ibídem, p. 291.
58
El duelo
59
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
61
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
62
PRIMERA PARTE: Días cubanos
63
Leña del árbol caído
65
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
66
PRIMERA PARTE: Días cubanos
“El primero había sido (ilegible) por Machado (Gustavo) para que
nos sirviera como «técnico militar» y baquiano (práctico, guía), pues
tenía fama de ser hombre experimentado en asuntos de guerra y
gran conocedor de las sierras de Coro (ninguna de las cualidades
poseía)”.
67
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
68
PRIMERA PARTE: Días cubanos
39 Se refiere a Roberto Fossi quien, con Urbina, fue escolta del gobernador
de Caracas, Rafael María Velasco, en 1928.
69
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
40 Ibídem.
70
PRIMERA PARTE: Días cubanos
41 Ibídem.
71
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
72
Clandestino
73
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
74
PRIMERA PARTE: Días cubanos
75
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
45 Ibídem.
76
En la defensa del Instituto
77
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
78
PRIMERA PARTE: Días cubanos
79
Armas para los campesinos
81
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
82
PRIMERA PARTE: Días cubanos
83
Cada centavo es para la Revolución
85
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
86
PRIMERA PARTE: Días cubanos
87
La huelga de marzo
89
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
90
PRIMERA PARTE: Días cubanos
91
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
92
PRIMERA PARTE: Días cubanos
93
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
51 Ibídem.
94
PRIMERA PARTE: Días cubanos
95
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
Vivió en mi casa
Fue a los pocos días del golpe de Batista cuando Federico Casa-
riego se me apareció en el trabajo y me dijo que su hermano Juan
Antonio, que había sido mi jefe en el despacho de la Secretaría de
Trabajo, me quería ver.
Para no despertar sospechas le dije que esperara afuera hasta
las 10 y 30, que era la hora de la merienda. A esa hora fuimos en una
máquina hasta una casa que quedaba en el Cerro, cerca del cine
Valentino.
En la sala estaba Juan Antonio, que me dice:
96
PRIMERA PARTE: Días cubanos
97
Compái, nos morimos antes de rendirnos
99
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
100
PRIMERA PARTE: Días cubanos
El plan
Después del fracaso de la huelga de marzo de 1935, Guiteras
solicitó al Comité Central de Joven Cuba autorización para viajar a
México, donde organizaría una expedición con el fin de regresar a
la isla y desarrollar la guerra de guerrillas en las montañas.
En México contaría con el apoyo del general Lázaro Cárdenas.
Su plan estratégico era crear Joven América, en la cual aglutinaría a
todas las fuerzas antiimperialistas de Latinoamérica. Cuba sería la
retaguardia de un proyecto emancipador continental. En la patria
de Juárez ya se entrenaba el contingente expedicionario. Norberto
Rodríguez perteneció a esta fuerza. En un testimonio narrado a
Juventud Rebelde, expresó:
101
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
102
PRIMERA PARTE: Días cubanos
103
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
no ser que ustedes estén dispuestos a realizar una cosa mejor. Así
que debes consultar. Te propongo sostener otra reunión, a lo mejor
llegamos a un entendimiento56.
La ratonera
Ansiosos, devoraron en unos minutos las provisiones traídas
por Antonio Santana. De vez en cuando se escuchaba el ronronear
de una lancha: era Carmelo que regresaba con la noticia de que el
yate no se veía.
Entre las vetustas paredes de El Morrillo la respiración se
hacía pesada. Santana pidió analizar la situación. Muñoa propuso
regresar a La Habana hasta que no hubiera peligros para la vida de
Guiteras, pero Tony rechazó la idea. Correría la misma suerte que
sus compañeros. Tampoco aceptó el planteamiento de ocultarse en
la ciudad de Matanzas. Entonces Santana sugirió traer a El Morrillo
las ametralladoras de trípode que poseían los soldados en Peñas
104
PRIMERA PARTE: Días cubanos
El Morrillo
Fue construido el pequeño castillo para desanimar a los corsa-
rios y piratas que pululaban por la costa norte de la isla en tiempos
coloniales. Los hacendados Francisco Martín y Carlos del Rey
tuvieron aquella iniciativa, que manifestaron en una solicitud al
Gobierno fechada el 9 de febrero de 1720. Levantado en la margen
oeste de la desembocadura del río Canímar, demoró seis décadas
su construcción y al inaugurarse completaba el cinturón defensivo
de la capital matancera, integrado, además, por el castillo de San
Severino, el San Carlos de Matanzas y otras dos fortalezas que no
resistieron el paso de los años.
La estructura que conocieron Aponte y sus compañeros databa
de 1807, pues a lo largo de los años tuvo algunos cambios el proyecto
original. Después de la independencia de España, el cuartel fue
utilizado como apostadero naval y era custodiado por una pequeña
dotación militar, hasta que en 1934 quedó abandonado.
Santana salió a cumplir la misión, junto con él iba Díaz Joglar.
Guiteras ordenó a Pedro Fernández Roig y a Alberto Tió ir a la
capital para conocer qué le había ocurrido al yate. Partieron los dos
automóviles.
En una bifurcación del camino entre El Morrillo y la carre-
tera central estaba parqueado un auto con oficiales de Ejército y
la Marina. Santana se percató de ello e intentó sacar su revólver,
pero Díaz Joglar detuvo el gesto expresándole que no era conve-
niente el enfrentamiento. Entre el grupo de uniformados se hallaba
el teniente Carlos Durnand, segundo al mando de la guarnición que
dirigía Carmelo.
La posta dejó pasar a los automóviles. Cerca del entronque con
la carretera central vieron otro vehículo. Atravesado en medio de la
vía portaba una ametralladora de trípode. Tampoco prestaron aten-
ción a los viajeros. Sabían que la presa aún estaba dentro del cerco.
105
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
106
PRIMERA PARTE: Días cubanos
107
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
108
PRIMERA PARTE: Días cubanos
59 Ibídem, p.33.
109
El entierro
111
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
112
Ojo por ojo
...el hombre que cayó en Cuba no fue un “bandido”, porque, precisamente,
hasta el momento de su muerte no hizo otra cosa que combatir contra los
verdaderos bandidos de todas las tierras de América.
Pablo de la Torriente Brau
113
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
acciones del 8 de mayo, se decía una y otra vez. Sin embargo, una
sorpresa más grave tendría que afrontar el traidor. Un mes después
de la caída de los dos héroes, ya combatientes de Joven Cuba en
Matanzas acechaban sus pasos.
Uno de los primeros indicios de que Carmelo era el delator lo
dio la prensa. El Mundo, al día siguiente de los acontecimientos de
El Morrillo, publicó:
114
PRIMERA PARTE: Días cubanos
61 Ibídem, p. 278.
115
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
—¡Esto ya está!62
Compañeros:
116
PRIMERA PARTE: Días cubanos
La muerte de Abad
El 9 de mayo de 1935 una foto estremeció a la opinión pública.
Los cadáveres de Aponte y Guiteras colocados sobre una mesa
ilustraban el ensañamiento de sus asesinos. Entre los sicarios que
aparecían en la instantánea, se veía un rostro alegre, orgulloso del
“cumplimiento del deber”. Era el cabo Abad Gil Ramos.
117
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
118
Homenajes
119
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
Historia de un busto
El sueño de Chibás se hizo realidad. En 1951 fue inaugurado
el puente sobre el río Canímar, para dar comunicación más rápida
con el afamado balneario de Varadero. Entonces, en el obelisco
erigido al fundador de Joven Cuba se colocó un busto esculpido por
el valenciano Domingo Ravenet y el que representaba al cabo Man
fue eliminado. En 1985, como parte del homenaje por el 50 aniver-
sario de la caída de Aponte y Guiteras, fue situada la escultura del
venezolano al lado de su compañero. El lema: “La Revolución era su
vida”. Pablo de la Torriente Brau, se integró al busto.
Acerca de esta obra Gladyz Pérez escribió:
120
PRIMERA PARTE: Días cubanos
Monumentos vivos
Finalizaba febrero de 1970. Los cubanos estaban inmersos en
una meta difícil de alcanzar: producir diez millones de toneladas de
azúcar. Fueron días de grandes movilizaciones. El pueblo se hallaba
en perenne tensión. Por carretera y ferrocarril se trasladaban
miles de macheteros voluntarios hacia las regiones cañeras. En
este contexto de efervescencia, una noticia publicada en el perió-
dico Granma el día 27 acaparó la atención de la opinión pública: el
Gobierno revolucionario recibió los restos de Guiteras y Aponte.
La ceremonia oficial tuvo lugar en el despacho de Raúl Roa,
ministro de Relaciones Exteriores de Cuba. Estaban presentes los
comandantes Jesús Montané Oropesa y Jorge Serguera, el capitán
Carlos Chaín, viceministro de Relaciones Exteriores y Jesús
Hernández, director de la revista Moncada. Dos urnas de mármol
gris, escoltadas por las banderas de Cuba y Venezuela, guardaban
los restos.
¿Dónde habían estado los restos sagrados? La respuesta
también se incluía en el texto periodístico.
Sentado en un cómodo sofá el Viejo García —José María García
López— narró cómo secuestró las osamentas en 1937. La idea se
le ocurrió mientras se hallaba preso por haber participado en un
atentado fallido al sargento Mariano Faget. En la cárcel supo que
algunos politiqueros pretendían, durante las elecciones, utilizar la
memoria de Guiteras para ganar votos.
Con la intención de que la tumba de los héroes no fuera ultra-
jada, decidió proteger los restos en un lugar seguro hasta que en
Cuba hubiera un gobierno honrado que respondiera a los ideales
del fundador de Joven Cuba. Con otros compañeros fue al cemen-
terio y extrajo las reliquias. Una vez colocadas en un saco, para no
121
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
122
PRIMERA PARTE: Días cubanos
123
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
124
PRIMERA PARTE: Días cubanos
El canto de un trovador
Por aquellos días de homenaje a los héroes, el músico cubano
Vicente Feliú se sintió inspirado en la gesta de los luchadores y la
musa se mostró generosa con sus sentimientos. Fue en abril. A Silvio
Rodríguez la UJC le había pedido una canción dedicada a Guiteras.
El revólver que empuñaba Aponte el día de su caída en combate
había pertenecido al doctor Santiago Ramón Feliú —abuelo de
Vicente Feliú—, como ya expresamos anteriormente. Silvio conocía
esta historia y por eso señaló que era mejor que la escribiera Feliú.
Vicente narró:
125
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
héroes”, que lo canté el otro día y años después hice la canción que
requería el poema y con todo eso encima, con un peso enorme en
los hombros, puse la grabadora y Créeme salió de arriba a abajo,
letra y música. Una canción, creo yo, dictada por ellos dos, por eso
me parece que es una canción muy hermosa70.
126
Si canto a los muertos
127
Segunda parte
El libro inconcluso
Frente a yanquis y traidores
131
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
132
SEGUNDA PARTE: El libro inconcluso
133
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
134
SEGUNDA PARTE: El libro inconcluso
135
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
75 Luis Vitale: “Salvador de la Plaza, sus trabajos y sus días”, p. 23. Consul-
tado el 20 de mayo de 2007, en www.mazinger.sisib.uchile.cl.
76 Ibídem, p. 24.
136
SEGUNDA PARTE: El libro inconcluso
137
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
78 Ibídem, p. 4.
79 Ibídem, p. 4.
138
SEGUNDA PARTE: El libro inconcluso
139
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
Proyecto inaplazable
Escribir la biografía de Aponte, para Pablo, resultaba un
compromiso que se hizo impostergable en el exilio. Perseguido por
los agentes batistianos pasó a la clandestinidad y el 16 de marzo
de 1935 logró escapar hacia Estados Unidos, ayudado por el emba-
jador de Uruguay en La Habana. Fijó su residencia en Nueva York.
Era su segundo exilio.
Al frío invernal se sumó el de la gente. Días de desempleo.
Caminatas agotadoras hasta que, al fin, fue contratado como lava-
platos en el restaurante El Toreador. Meses de lucha para apurar la
libertad de la patria. Atado el don de la escritura.
Era una nueva prueba. Ya conocía los rigores de la cárcel: La
Cabaña, El Príncipe y El Presidio Modelo fueron testigos de
su rebeldía contra el régimen de Machado. Fundador del Ala
Izquierda Estudiantil en 1930, herido, al igual que Rafael Trejo, el
82 Ibídem.
140
SEGUNDA PARTE: El libro inconcluso
141
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
142
SEGUNDA PARTE: El libro inconcluso
143
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
144
SEGUNDA PARTE: El libro inconcluso
145
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
De la parte de su vida en Cuba, claro está que toda la conozco. Y acaso Ud.
sepa que el incidente con Urbina surgió por un artículo mío.
Siempre me habló Carlos con particular simpatía hacia Ud., que también
había tomado parte en sus inicios revolucionarios y, en gracia a esto y al
afecto realmente sincero y profundo que nos unió, espero que Ud. pondrá
su mejor empeño en ayudarme en este propósito de dar a conocer esa vida,
verdaderamente ejemplar y maravillosa, digna de ser conocida por toda la
juventud de América.
146
SEGUNDA PARTE: El libro inconcluso
147
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
148
SEGUNDA PARTE: El libro inconcluso
Carlos Aponte tuvo culpa, sin duda, porque no concibió sino la línea
recta ni creyó en otra cosa que en la justicia revolucionaria ni en
su imaginación entraron para nada razones científicas, o de familia,
o de interés que pudieran justificar las acciones culpables de los
otros. Como para él la vida era la revolución, escribió el código de
esta en el cañón de una pistola, y fue tumultuoso y terrible. Acaso
alguna vez fue injusto. Acaso alguna vez fue implacable. Pero tuvo
el vicio de la amistad, y para él sus amigos eran “sus hermanos”
siempre que no se apartaran de la revolución. Y tuvo, además, el
vicio del desinterés. Como todo lo daba, propio no tuvo ni la pistola,
y más de una vez disparó con el arma quitada al enemigo en la
acción anterior. Pero tuvo, sobre todo, el instinto de la brújula que
marca el Norte inflexiblemente, y él también señaló siempre al
Norte como causante de todos los males de América. Y fue cruel con
los hombres del Norte, y a su muerte nadie hubiera podido recordar
la lista de los nombres de los hombres que mató en Nicaragua. Los
ojos se le encendieron en el júbilo sangriento de los combates en
Venezuela, en Cuba y en Nicaragua; fraternizó con luchadores
revolucionarios en las cárceles de Colombia, de Cuba y del Perú y,
porque su palabra fue demasiado insolente y clara, tuvo que salir
de Chile y del Ecuador. Cuando llegó a un pueblo de América y en
él no encontró ocasión de pelear, pasó a otro. México fue su refugio
dos veces. En Panamá y El Salvador planeó su partida para nuevos
combates. Quería a los indios de Honduras, los nietos de Lempira,
la “tropa cojúa” de Sandino. Nadie ha sido nunca más americano
que Carlos Aponte. Odió y amó con la turbulencia de una juventud
frenética. Tenía la vitalidad salvaje de la selva y el esplendor pánico
de los “llanos” interminables de Venezuela. Fue un protagonista de
149
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
150
SEGUNDA PARTE: El libro inconcluso
151
Anexos
Solidaridad con los mexicanos
En mayo de 1927 el presidente de México, Plutarco Elías Calles,
recibió este telegrama enviado desde La Habana, suscrito por
Aponte: Como ciudadanos latinoamericanos nos ofrecemos pueblo
mexicano forma estime procedente utilizarnos contra la agre-
sión injusta imperialismo yanqui. Emilio Roig de Leuchsenring,
Martínez Villena, F. Orosmán Viamontes, Gustavo Aldereguía, D.
Bonilla, J. Tallet, E. Riverón, Alejo Carpentier, Antiga, Mario Bens,
Manuel Escalada, Martínez Márquez, Eduardo Abela, José Manuel
Acosta, Feliciano Aldereguía, Jorge Vivó, Luis Bustamante, Luis
López Méndez, Daniel Villamil, Antonio Silva, Juan Montes, Carlos
Aponte, Gilberto Gil.
Presidente Calles
153
Nombre(s) y apellidos de venezolanos que vivieron
en Cuba durante la década de 1920
155
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
156
Letra de la canción Créeme
157
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
Vicente Feliú
158
¡Venezolanos, un recuerdo para Carlos Aponte!
159
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
160
ANEXOS
161
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
162
Fichas biográficas
163
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
164
ANEXOS
165
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
166
ANEXOS
167
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
168
ANEXOS
169
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
170
ANEXOS
171
Bibliografía
Cairo, Ana (comp.): Antonio Guiteras. 100 años, Ed. Oriente, Santiago de
Cuba, 2007.
173
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
Cupull Reyes, Adys: Julio Antonio Mella en los mexicanos, Editora Polí-
tica, La Habana, 1984.
174
ANEXOS
Tabares del Real, José: La revolución del 30: sus dos últimos años, Ed. de
Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
175
A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García
176
Índice
Prefacio 11
Nochebuena 37
En el central Perseverancia 39
Vallenilla Lanz 41
El regreso 53
El duelo 59
Clandestino 73
La huelga de marzo 89
Si no quieren recibir un balazo 92
Fusiles sin balas 93
El encuentro que selló el destino de dos combatientes 95
Vivió en mi casa 96
El entierro 111
Homenajes 119
Historia de un busto 120
Monumentos vivos 121
Hacia la tumba definitiva 123
El canto de un trovador 125
Si canto a los muertos 127
Anexos 153
Solidaridad con los mexicanos 153
Respuesta del presidente mexicano 153
Nombre(s) y apellidos de venezolanos que vivieron
en Cuba durante la década de 1920 155
Letra de la canción Créeme 157
¡Venezolanos, un recuerdo para Carlos Aponte! 159
Fichas biográficas 163
Bibliografía 173
Edición digital
abril de 2016
Caracas, Venezuela