No Murmureis Los Unos A Los Otros
No Murmureis Los Unos A Los Otros
No Murmureis Los Unos A Los Otros
TEMA:
NO MURMURÉIS LOS UNOS DE LOS OTROS.
SERMÓN
SANTIAGO 4:11-12
Nombre de alumno:
Baltazar Condorcaña
Claro está, hay un momento cuando hablar en contra tu prójimo es necesario. Por
ejemplo, en Levíticos 5:1 “Si alguno pecare por haber sido llamado a testificar, y fuere
testigo que vio, o supo, y no lo denunciare, él llevará su pecado.” Aquí se le considera
pecador a aquel que cuando fuere llamado a testificar de lo que vio o supo no lo denunciare,
es decir, no dijera lo que vio o supo. No testificó, se quedó callado. No es pecado testificar
en contra mi prójimo cuando he sido llamado a ello. Otro ejemplo, 1 Corintios 1:11 “Porque
he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre
vosotros contiendas.” Aquí la familia de Cloé puso al tanto a Pablo de los problemas que
había en la iglesia de Corinto. Pero fíjate que aquí el propósito no es llevar chismes sino la
de informar a Pablo para que ayude en ese problema, de las peleas y contiendas que había
en la iglesia de Corinto. Y el pasaje clásico en Mateo 18:15 “Por tanto, si tu hermano peca
contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.” ¿Qué
debo hacer cuando mi hermano peca contra mí? ¿Ir y llevar el chisme a los demás para que
piensen mal de mi hermano y bien de mí? Jesús nos dice que no. Ve a solas, nadie se tiene
que enterarse, y repréndele, amonéstale en amor. No lo dejes pasar por alto. ¿Con qué fin?
Para ganar a tu hermano, para que haya reconciliación.
Así que hay momentos cuando es lícito, es correcto hablar contra nuestro prójimo:
cuando somos llamados a testificar, cuando somos llamados a informar para resolver un
problema, cuando pecan contra nosotros, entre otros.
Pero aquí Santiago nos informa que los hermanos estaban hablando uno en contra
de los otros. No había intención de ayudar al hermano, no se menciona que lo que estaban
criticando era que alguien había violado la ley de Dios. Estaban criticando lo que hacían los
hermanos, criticando sus actos, sus motivos e intenciones.
¿Cuál es el principio? El principio es que no debemos hablar en contra los unos de los
otros. No debemos ser chismosos. No debemos estar hablando de espaldas a nuestros
hermanos. O como lo dijo Jesús en Mateo 7:1 “No juzguéis, para que no seáis juzgados.”
¿Qué quiso decir Jesús? El no eliminó todo juicio, sino todo juicio sin misericordia. Todo
juicio que se olvida que nosotros también somos pecadores como los demás. Todo juicio
que es de una sola dirección. Todo juicio apresurado. Todo juicio que busca exaltarse sobre
los demás y decir: yo no soy como esa persona: mira la paja de su ojo, yo no tengo pajas en
mis ojos. Tienes toda la razón no tienes pajas sino un tronco en tus ojos.
¿Por qué no debemos murmurar los unos de los otros? Santiago no da tres razones.
V. 11 “Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano
y juzga a su hermano”. Tres veces Santiago usa la palabra hermanos en este versículo.
“Hermanos, del hermano, a su hermano”. ¿Por qué no debemos murmurar los unos de los
otros? No debemos hablar en contra los uno de los otros porque somos hermanos. Somos
una sola familia. Dios Padre es mi Padre, pero también es el Padre de mi hermano. Cristo
Jesús es hermano de ambos. Jesús derramó su sangre preciosa tanto por mí como por él. Él
es mi Señor como lo es de mi hermano. El mismo Espíritu Santo que me santifica mora
también en él. Esa misma idea la trae Pablo cuando habla de un tema similar en Romanos
14:15 “Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al
amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió.” Cristo murió
para salvar tanto al hermano fuerte como al hermano débil. Por tanto, cómo es posible que
hablemos mal contra nuestra propia familia.
V. 11b-12 “El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y
juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Uno solo es el
dador de la ley, que puede salvar y perder”. El que murmura de su hermano o juzga a su
hermano, la conjunción “y” no aparece en el original, se opone a la ley de Dios. El que hace
eso habla en contra de la ley y juzga a la ley. ¿A qué ley se refiere Santiago? El contexto de
la carta nos debe llevar a concluir que se refiere a la ley moral de Dios Santiago 2:8 “Si en
verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo,
bien hacéis”. ¿Qué significa murmurar de la ley y juzgar la ley? Significa dos cosas:
(1) hablamos mal de la ley y la juzgamos al decir con nuestros actos que la ley no me
aplica a mí. Yo estoy por encima de la ley. O la ley no es lo suficientemente estricta
como debe ser.
(2) Nos hacemos señores de la ley. Pero fue Dios quien dio la ley. El único legislador
lo es Dios. Y nosotros somos llamados a obedecer la ley, a cumplir la ley.
V. 12b “pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?” ¿Quiénes somos nosotros
para juzgar al hermano o juzgar al prójimo? Nosotros somos tan débiles como ellos.
También tenemos los mismos defectos que los demás en diferentes áreas de la vida, pero
tenemos faltas como los otros. Nadie tiene el derecho de exaltarse sobre los demás. Cuando
alguno murmura de su hermano o juzga al hermano se levanta por encima de él como
superior a él. Pero Dios nos llama tener la misma actitud de Cristo Jesús.