La Tutela Administrativa Efectiva
La Tutela Administrativa Efectiva
La Tutela Administrativa Efectiva
Dicho esto, cabe destacar que la tutela judicial efectiva se encuentra consagrada en la
Constitución Nacional desde antes de la reforma de 1994. Así, la CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA DE LA NACIÓN ha dicho que: “La garantía consagrada en el art. 18 de la
Constitución Nacional requiere, por sobre todas las cosas, que no se prive a nadie
arbitrariamente de la adecuada y oportuna tutela de los derechos que pudieran
eventualmente asistirle sino a través de un proceso conducido en legal forma y que
concluya con el dictado de una sentencia fundada” (Fallo “DOMINI”)[2].
Para reconocer tal garantía, la Corte se respalda en los artículos XVIII y XXIV de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, 8° y 10 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, 8° y 25 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, 2° inc. 3° apartados a y b, y 14 inc. 1° del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (Considerando 6°).
2. La conceptualización de la garantía.
Siguiendo a MERTEHIKIAN: “…la tutela administrativa efectiva es el estándar de
protección y resguardo del debido proceso adjetivo dentro del procedimiento
administrativo, que la Administración se encuentra obligada a cumplir”.[5]
En éste ámbito, al igual que en el proceso judicial, existen tres requisitos para acceder
a la instancia administrativa: 1) la capacidad, o aptitud para actuar por sí o mediante
representante legal[6], 2) la postulación, es decir la necesidad de actuar por medio de
profesionales jurídicos que patrocinen a las partes[7], y 3) la legitimación, la aptitud
para ser parte del procedimiento.
No en vano, ya en el año 1977, NIETO expresó que: “Quizás dentro de algunos años los
estudiosos del Derecho Administrativo lean con asombro y como formando parte de su
historia, la jurisprudencia actual sobre legitimación, y puedan hacer de ella un juicio
estremecedor: qué tiempos aquellos en que resultaba precioso derrochar paciencia e
ingenio para aclarar un concepto tan inútil como el de interés directo”.[8]
BALBIN, en sentido similar, considera: “Así, en caso de dudas (por ejemplo, si las partes
están o no legitimadas o si el trámite es o no procedente), debe estarse a favor del
interés de las personas, es decir, el camino debe inclinarse por el inicio y el recorrido del
trámite y no por su negación y extinción”.[10]
[1] CSJN, 15/09/87, “Domini, Dardo Delfor c/ Municipalidad de Bahía Blanca” (“Fallos”
310:1819).
[2] CSJN, 15/09/87, “Domini, Dardo Delfor c/ Municipalidad de Bahía Blanca” (“Fallos”
310:1819).
[3] CSJN, 14/10/04, “Astorga Bracht, Sergio y otro c/ COMFER - dto. 310/98 s/ amparo
ley 16.986”.
[6] Se trata de la capacidad de hecho de las personas para ejercer sus derechos por si
mismas o mediante representante legal. El Decreto Reglamentario N° 1759/72, fijó en
el segundo párrafo del artículo 3° que: “Los menores adultos tendrán plena capacidad
para intervenir directamente en procedimientos administrativos como parte interesada
en la defensa de sus propios derechos subjetivos o intereses legítimos”. En este caso,
habrá que recurrir al Código Civil y Comercial, que es donde el legislador reguló la
capacidad de hecho y de derecho de las personas, en especial el artículo 25.
[7] Es dable recordar que el apartado 1), última parte, del inciso f) del artículo 1°,
dispone: el patrocinio letrado será obligatorio en los casos en que se planteen o debatan
cuestiones jurídicas.
[8] NIETO, Alejandro, “La discutible supervivencia del interés directo, en Revista
Española de Derecho Administrativo, N° 12, 1977.
[10] BALBIN, Carlos, “Tratado de Derecho Administrativo, 2° Ed., La Ley, Buenos Aires,
2015, pág. 594.
[11] GRILLO, Iride Isabel María, “El derecho a la tutela judicial efectiva”, SAIJ, 2004, Id
SAIJ: DACF040088.
[12] BALBIN, Carlos, “Tratado de Derecho Administrativo, 2° Ed., La Ley, Buenos Aires,
2015, págs. 663/664.
[13] CSJN, 04/02/99, “Recurso de hecho deducido por Haydée María Gorordo Allaria de
Kralj en la causa Gorordo Allaria de Kralj, Haydée María c/ Estado Nacional (Ministerio
de Cultura y Educación)”, donde la Corte ha expuesto que: “…no causa lesión al derecho
de defensa de la actora (art. 18 de la Constitución Nacional) pues ésta, no obstante
haber tenido la oportunidad para ejercerlo adecuadamente, no lo hizo, en tanto omitió
articular dentro del término perentorio fijado en el decreto 1759/72 (t.o. por el decreto
1883/91) el recurso administrativo pertinente. La garantía de la defensa no ampara la
ne- gligencia de las partes. Quien ha tenido amplia oportunidad para ejercer sus
derechos responde por la omisión que le es imputable (Fallos: 287:145; 290:99;
306:195, entre otros)” (Considerando 14).
[15] GORDILLO, Agustin, 11° Ed., ahora como 1° Ed. del “Tratado de Derecho
Administrativo y Obras Selectas”, Buenos Aires, F.D.A., 2016, pág. III-3.