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(1) Las ciudades fundadas con anterioridad, de muy escasa importancia demográ-
fica, fueron en parte arrasadas en las campañas de Alrnanzor y, al parecer, no dejaron
huellas apreciables en la disposición de las de los siglos xr al XIII.
4 LEOPOLDO TORRES BALEAS
(r) Estampas de la vida en León durante el siglo X, por Claudio Sánchez Albornoz
y Mendueña, 3.n edición (Madrid, 1934). Véase adición en ,Ja pág. 215.
(2) Excelente exposición de estos hechos en la Historia de /},spaña por Luis G. de
Valdeavellano (Madrid, 1952), págs. 668-677.
(3) La Geografía de España del Edrisí, por D. Eduardo Saavedra. (Bol. d.c la Real
Sociedad Geográfica, XVIII, Madrid, 1885, págs. 236-237.) El concejo de Madrid decía
6 LEOPOLDO TORRES BALEAS
viendas que las flanqueaban, abiertas por sus dos extremos, sin
soluciones de continuidad, como las de nuestras ciudades moder-
nas, era el trazado de las musulmanas, tanto orientales como oc-
cidentales, pues la islamización supuso un molde uniforme urba-
no, consecuencia de una forma de vida.
En las ciudades hispanomusulmanas había unas cuantas calles
Tnlcrlo.-Vista aérea.
Al111cría.--Torres del recinto islámico en el barranco ele la Chanca; Ecija.-Torre albarrana.
al fondo, la Alcazaba.
LA1v1JNA JI
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1
(1) Málaga nmsulniana, por F. Guillén Robles (MáÍaga, 1880), pág. 485.
(2) Itinerario de Alfonso X, rey de Castilla, por Antonio Ballesteros Beretta. (Bol.
de la Acad. de la Hist., CIX, Madrid, 1936, pág. 429.)
(3) Pri11iera Crónica General, ¡publicada por Ramón Menéndez Pidal, t. I, texto
{Madrid, 1906), pág. 730.
(4) La X area de la Valencia musulmana, por J ulián Ribera y Tarragó. (Diserta-
·ciones y opúsculos, t. II, Madrid, 1928, :pág. 329.)
(S) Condición social de los moriscos de España, por D. Florencio Janer (Madrid,
I857), págs. 199-202.
24 L;EOPOLDO TORRES BALEAS
Granada.-La Carrera de Darro desde el puente de Santa Ana a fines <lel siglo xrx.
Calles encubiertas y
(r) Ballesteros: Sevilla en el siglo XIII, págs. VI, LX y CCCXXI, docs. núms. 5
y 57, de 1253 Y 1357.
(2) González de León: Noticia hist6rica ... de las calles ... de Sevilla, pág. 6og.
LA EDAD MEDIA 29
islámico de la calle.
(1) Ibn 'Idari: Bayán (Histoire de l'Afrique et de l'Espagne), II, pág. 442 de la
trad. Fagnan (Argel, 1904); Lévi-Provern;al: L'Espagne musulmane au Xeme sieck,
págs. 232-233.
LEOPOLDO TORRES BALEAS
(1) Jean Gallotti: Le jardin et la maison ara.be au Maroc, I (París, 1926), pág. 7.
LA EDAD MEDIA 51
Plazas y zocos
(1) Plazas, zocos y tiendas de las ciudades hispanonmsulnwnas, por Leopoldo To-
rres Balbás ( Al-Andalus, XII, 1947, págs. 437-476).
52 LEOPOLDO TORRES BALEAS
.ciudades: "Mas los barrios y calles (de Granada), que son mu-
·Chas, por la gran espesura de los edificios, por la mayor parte son
angostas, y también las plazas y mercados donde se venden los
mantenimientos, las quales, después que Granada se tomó, se han
· hecho por los cristianos más anchas e ilustres".
LAS CIUDADES DE LA ESPAÑA CRISTIANA
(1) Castro y Onís: Fueros leoneses, I, págs. 183-I84-En Salamanca, dos antiguas
calles llamábanse de Serranos y Placentinos. González ha dado el reparto de poblado-
res por parroquias, según el Fuero. En la parte oriental del recinto antiguo, por encima
del puente, donde luego se construyó la catedral, se fijaron los francos; en la occidental,
los serranos y la judería inmediata, al pie y amparo del alcázar; en el siglo xrn había
sinagogas vieja y nueva, aquélla cerca de la iglesia de San Millán. (González: Repo-
blación de la "Extrema.dura" leonesa, págs. 249, 257-258 y 272.)
(2) González: Repoblación de la "Extrema.dura" leonesa. (Hispani.a, III, págs. 219
y 259-260). En 1202 el rey dió a la clerecía de Salamanca el corral de San Marcos
para que mejor se repoblase (Arch. Clerecía Salam., sin sign.).
(3) A vil a, "conjunto de aldeas cuyos habitantes son j in et es vigorosos" ; Segovia,
"tampoco es una ciudad, sino muchas aldeas próximas unas a otras hasta tocarse sus
edificios, y sus vecinos, numerosos y bien. organizados, sirven todos en la caballería del
señor de Toledo, poseen grandes pastos y yeguadas, y se distinguen en ia carrera como
valientes, emprendedores y sufridos". (Eduardo Saavedra: La Geografía de ;España del
Edrisi, apud Bol. de .Ja Soc. Geográfica, XXVII, 1889, págs. 174-175.)
(4) Esp. Sag., XXIII, pág. 385.
(5) Diego Colmenares: Historia de Segovia, 3.ª edic. (Segovia, 1910), págs. 168-170.
58 L,EOPOLDO TORRES BALBAS
(r) Fr. Toribio de Minguella: Historia de la Diócesis de Sigiienza '.\! sus Obispos,
0
vol. I. (Madrid, I9IO), págs. 46, 67-68, 71, 73, 80-83, IOl, I03-rn4, lIO-III y col. dipl.
núms. III, XV, XXIII y XXV, págs. 349-350, 364-365, 375-377 y 380-381; Manuel
Pérez Villamil: La catedral de Sigii.enza (Madrid, 1899), págs. 6-7, 37, 40, 43-50, roo-101
y doc. III, págs. 448-449; Manuel de Terán: Sigiienza, estudio de geogra.fía urbana
( Eshtdios Geográficos, a. VII, Madrid, 1946, riágs. 633-666).
LA EDAD MEDIA
(1) José M.ª Lacarra: El desarrollo 1-1rbano de las ciud{J,des de Navarra y Aragón en
la Ed.ad Media (Zaragoza, 1950), pág. 18.
LA EDAD MEDIA 45
dió al Santo todos los terrenos que necesitara. Al morir éste en l 109
pudo ya ver crecido el "Burgo". Alfonso el Batallador dió en l 125
el lugar <le Algobarte, "a Dios, a Santo Domingo que descansa
cerca del río Oja y al señor Pedro Arcediano, custodio y edifica-
dor del lugar, para que se hagan casas al Abad y los demás que
participen de los beneficios del mismo Beatísimo". Así comenzó
un pequeño Burgo.:.._"Burguete"-, llamado más tarde Malgur-
bete, nombre que hoy recuerda el viejo barrio de Margubete.
En 1207 recibió el fuero de Logroño para que se poblase ad
f orum de francos ( l ).
Una o dos calles formaban el Logroño primitivo, la rúa Vieja
y la calle Mayor, junto a un puente de doce arcos sobre el Ebro,
llegado al siglo XIX con tres torres defensivas ruinosas (2). Arra-
sada la ciudad por el Cid en 1092, la <lió fueros para su repobla-
ción Alfonso VI tres años después.
Burgos fué también villa de camino cuyo caserío, como en Este-
lla y Castrojeriz, contorneaba la parte baja de un cerro, con una
fortaleza en su cumbre, protegi<la por el Arlanzón y el arroyo Vena 1
confluentes a su pie. En el siglo xn acrecentóse extraordinaria-
mente la ciudad, quedando desfigurada su primitiva estructura con
la agregación de nuevos barrios, la construcción en el siglo XIII
de una nueva cerca y, más aún, después del xvnJ por la desvia-
ción del brazo del Vena que cortaba la ciudad y el terraplenado
de su cauce.
La villa más típicamente de camino de la ruta de la peregri-
nación es Castrojeriz. Fué estación romana (Castrum Sigerici),
fortaleza magníficamente emplazada en la cumbre de un alto cerro
desnudo, desprovisto de vegetación, que jugó un papel importante
en la historia de Castilla. Villa moribun<la, arrastra s.._1 decaden-
cia desde hace siglos; cada día que pasa es mayor su ruina y
más reducido su caserío. Extiéndese por una larga calle, de más
de un kilómetro de longitud, bordeando la parte baja de la ladera
meridional del citado cerro. A su ingreso desde Burgos, algo
apartado de ella; encontraban los peregrinos el barrio de Santa
María del Manzano, hoy aislado, donde estaba la colegiata de
Santa María. Alfonso el Sabio, en· sus Cantigas relata varios 1
. (1) Cantigas de Santa María de don. Alfonso el Sabio, II (Madrid, 1889), núms. 242,
:249, 252 Y 266, págs. 338-339, 347-348, 351-352 y 37r.
LEOPOLDO TORRES BALEAS
Ciudades de
Edad Media, época que pasa por la del máximo desarrollo de las
agrupaciones urbanas libres, pintorescas e indisciplinadas, se le-
vantasen numerosas ciudades capaces de satisfacer plenamente a
los más fanáticos teorizantes clasicistas del Renacimiento y
siglo XVIII. Y aun, anticipándose a unos y otros, las justificó como
modelos de la ciudad ideal, tal vez en España antes que en los
demás países, por la pluma de un fraile franciscano en la segunda
mitad del siglo xrv.
La tradición del plano regular se conservó y fué transmitida a
la Edad Media mediante el ejemplo de los campamentos militares,
en los que esa ordenación, esencialmente práctica, no sufrió eclip-
se alguno ( r ).
Compruébanlo Las siete partidas de Don Alfonso el Sabio, al
decir "Cómo debe ser aposentada la hueste", aposentamiento "que
es así como la puebla de la villa". Con excelente sentido urbanís-
tico explica el monarca que el campo militar ha de disponerse se-
gún 1a conformación "del logar fuere, luenga o quadrada o redon-
da", la tienda del señor en medio_, todo guardando perfecta orde-
nación; "si fuere luenga (es decir, rectangular) deben dexar una
calle en medio toda derecha; et si fuere qnadrada deben dexar dos
o fasta quatro, las unas en luengo et las otras en travieso" (2).
Descripciones de algunos campamentos militares medievales,
dispuestos para largos asedios, demuestran que el de Las siete pCl!r-
tidas no es principio exclusivamente teórico, sino regla general-
mente seguida. La Primera Crónica Ge1ieral) redactada antes de
1
(I) José de Yanguas y Miranda·: Dic. de antig. del reino de Navarra (Pamplona,
I840), I, pág. 207, III, págs. 293-297; Lacarra: Natas para la formación de las fa-
milias de fueros navarros ( An. Hist. Der. Esp., X, págs. 215-216 y 256-257); Vázquez
de Parga, Lacarra, Dría: Las peregrinaciones a Santiago, II, pág. 427; Dice. Geog.:..Hist.
de España, por la Real Acad. de la Hist., II, pág. 297.
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LAMINA XIV
Barna (Córcloba).-Calle.
Bailén (Jaén).-Callc
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LA EDAD MEDIA 57
gares I. roo.
En el plano actual de Castellón se marca, perfectamente defi-
LA EDAD MEDIA 61
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Villarreal (Castellón).-Plano actual con el núcleo primitivo1 señalado por su muralla (trazo grueso).
LA EDAD MEDIA 65
DE
Almenara (Castellón).-Plano.
LEOPOLDO TORRES BALEAS
·~.
Briviesca (Burgos).-Plano.
66 LEOPOLDO TORRES BALEAS
(r) Dice. Geog.-Hist. de España, por la Real Academia de la Historia, sección II;
comprende la Rioja, o toda la provincia de Logroño y algunos pueblos de la de Burgos,
por don Angel Casimiro de Govantes (Madrid, 1846), págs. 70-72; Madoz: Diccionario,
VIII; La Ciudad y Castillo de Burgos, por Teófilo López Mata (Burgos, s. a.), pág. 120.
(2) Para la descripción de casi todas estas villas vascongadas, sigo a Caro Baro ja:
Los Vascos.
(3) J. A. Llorente: Noticias hist6ricas de las tres Provincias Vascongadas, IV, pá-
gina 255; Lacarra: No tas para la formación de las familias de fu.eros navarros (An. Hist.
Der. Esp., X, pág. 248).
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LA EDAD MEDIA 69
(r) Bandos en Jerez: Los del Puesto de Abajo, por Juan Moreno de Guerra y
Alonso (Madrid, 1929), pág. ro6. Véase adición pág. 215.
(2) Agustín de Horozco: Historia. de la ciud-Od de Cádiz (Cádiz, 1845), pág. ,3II;
Madoz: Diccionario, t. XIII, págs. 288 y 299.
72 LEOPOLDO TORRES BALEAS
que son las principales del Andalucía. Las cuales, con muy buena
voluntad, obedeciendo su mandamiento y codiciosos de loor, con
mucha porfía, dándose priesa, de día y de noche, dentro de pocos
días la edificaron con sus muros y torres, y cavas, y baluartes, y
puertas, y otras cosas necesarias" ( I).
Según Mármol Carvajal, "hicieron una ciudad cerrada de mu-
ros y de torres, con una honda cava, dexando dos calles principales
en medio derechas, puestas en cruz, que van a dar a cuatro puer-
tas, que responden a los cuatro vientos, quedando en medio una
plaza sie armas espaciosa y ancha, donde pueden juntarse la gente
del ejército. Cada edificador dejó una piedra con su epitafio en la
parte del muro que le cupo edificar, puesta en el lugar más pre-
minente de su cuartel: la_s cuales, verá todavía el curioso que
anduviere alrededor de ellos por la parte ele fuera" ( 2 ).
La rapidez de la construcción-ochenta días según Pedro
tyr de Anglería, cuatro meses según don Fernando Colón (3)-es
indicio del carácter poco permanente de los edificios que forma-
ban Santa Fe; en r809 un terremoto los arruinó en gran parte,
lo que explica la total renovación de su caserío. Pero consérvase
con muy ligeras modificaciones el trazado primitivo y aun tres
de las cuatro puertas, aunque varias veces rehechas, las de Cór-
doba, Jerez y Sevilla; la cuarta fué bárbaramente demolida a co-
mienzos del siglo y ha sido reconstruída muy libremente hace poco
tiempo. Las murallas, de tierra, desaparecieron, y la cava hubo de
cegarse por razón de salubridad. Reforzaban aquéllas dieciséis
torres (4).
Formaba la ciudad-campamento de los Reyes Católicos y for-
ma el núcleo central de la llegada a nuestros días un rectángulo
de 400 varas de longitud por 312 de ancho,. cortado las calles
principales que parten de los puntos medios de los y se cor-
(r) Lucio Marineo Sículo: De las cosas memorables de Espaiía (Alcalá de Henares,
1530), lib. XX, fol. CLXXVII.
(2) Luis del Mármol Carvajal: Historia del rebelión y castigo de los moriscos del
Reyno de Granada (Málaga, r6oo); repite la descripción de Santa Fe, de l'vfármol, casi
con las mismas palabras, el Licenciado Francisco Bermúdez de Pedraza, en su Antigiic-
dad y excelencias de Granada (Madrid, 1608), lib. III, cap. III, fol. 73.
(:"-l) Descriprirín J' cosmografía de España, por Fernando Colón, L III (Madrid,
1917), pág. 42, obra empezada a redactar en 1517. Colón dice tenía Santa Fe 200
vecinos.
(4) V 03•age de Philip¡'Je le Beau en .Espagne, en I50T, por Antoine de Lalaing,
Señor de Montigny, apud "Collection des voyages des souverains des Pays-Bas publiée
par M. Gachard ", t. I (Bruselas, 1876), pág. 204.
74 L,EOPOLDO TORRES BALEAS
tan en ángulo recto en una plaza rectangular. Hay otras dos calles
longitudinales, rectas y paralelas, y múltiples transversales y per-
pendiculares, de las que la axial es de mayor amplitud que las res-
tantes.
Aproximadamente en el centro está la única plaza, de 70 varas
de largo por 60 de ancho, limitada en dos de sus lados por la calle
Mayor, longitudinal, y por dos paralelas. En ella, simétricamente,
se emplazaron la Casa real, casa llana, que en 1628 se había hun-
dido y quemado, el ayuntamiento, el pósito y la iglesia, derribada
ésta por ruinosa y reconstruída de 1773 a 1783 (1).
Lucio Marineo Sículo afirma que el plano de Santa Fe copióse
del de Briviesca (2); tras él lo han repetido otros muchos. Pro-
bablemente es opinión derivada de la semejanza <le ambos, que
podría extenderse a otros de los descritos en páginas anteriores,
reproducción todos del trazado más sencillo de campamento mi-
litar.
próximas, pasaban a ser calles hasta los lugares en que eran cor-
tados por la cerca, donde se levantaban puertas fortificadas.
Las parroquias, muy numerosas, tenían un número de feli-
greses reducido. En 1253 se repartían en 14 las r.063 familias de
Calatayud; la más poblada era San Pedro de los Francos, con 164,
y la menos el Santo Sepulcro, con 34 ( l ). A falta de más datos
conviene citar, aunque de época tardía, el número de feligreses de
las parroquias de Soria en el siglo XVI. Las 35 que tuvo en el XIII
se habían reducido a 14, con I. 171 vecinos; la de menos era la
de San Salvador, que tenía 19; la de más, Nuestra Señora la Mayor,
con 291; diez de ellas no alcanzaban el centenar (2 ). Diecinueve
eran las parroquias de Avila al mediar el siglo XIII (3).
Si la ciudad se desarrollaba en torno de un núcleo único-nu-
cleares ha llamado Caro Baro ja a las de este tipo-, fortaleza o tem-
plo, solía tener mayor unidad que cuando los núcleos eran múlti-
ples. Las calles entonces seguían casi siempre un trazado radial.
Los muros eran un cinturón demasiado rígido para las va-
riaciones demográficas de la ciudad. Cercas había, como las de
Salamanca, Soria y Ciudad Real, que encerraban vastas exten-
siones de tierras yermas y de labor. Las murallas en otros casos,
como en Zamora, circundaban a una población apretada, obligada
a desbordarse extramuros en arrabales.
La construcción de la cerca consagraba una agrupación ·como
urbana, en contraste con el carácter rural de las abiertas aldeas.
Las partidas del Rey Sabio afirman este concepto al decir que
ciudad es toda población amurallada.
Los muros protectores de casi todas se levantaron a fines del
siglo XII y en el XIII. Su labra corría a cargo de los vecinos de la
ciudad y de los de las aldeas inmediatas, que, a más de los benefi-
cios económicos que su proximidad les reportaba, encontraban re-
fugio en ella en caso de peligro. En 1295, por ejemplo,. Doña Vio-
lante, madre de Sancho IV, dió una sentencia arbitral para que
labrasen la cerca de Roa cuadrillas tanto de la villa como de sus
aldeas. Su altura sería de seis tapias (unos cinco metros) y en-
(1) Arch. de Comptos de Nav., caj. 6, 11. 30, según cita de José Yanguas y Mi-
randa: Diccionario de antigiiedades del reino de Navarra, II (Pamplona, 1840), pági-
nas 519-520.
(2) Arch. Mun. de Burgos, d. 12.980, según cita de Teófi.lo López Mata: Geogra-
fía urbana burgalesa en los siglos XV '.}' XVI (Burgos, s. a.), págl. ro. Compárese con
lo que dice Mármol de las calles de la Granada islámica, pág. 25.
(3) Cr6nica de Cardeña, I, apud Las Cr6nicas latinas de la Reconquista, edic. y trad .
.de A. Huici, I (Valencia, 1913), pág. 376.
(4) Fabié: Viajes por EsPaña, pág. 330.
LA EDAD MEDIA 81
(r) Teófilo López Mata: La. Ciudad :V Castillo de Btwgos, pág: 209 .
. (2)Cronicón de Valladolid., Col. de doc. inéd. Hist. Esp., t. XIII, pág. 49.
(3) Crónicas de antaño, tocantes a la M. N. y M. L. villa-ciudad después--d:e Me-
dina de Ríoseco, sacadas del archivo municipal por Mancio de Prado y publicadas por
Benito Valencia Castañeda (Valladolid, 1915), págs. 29 y 30.
82 L.EOPOLDO TORRES BALEAS
Plazas y mercados.
mismo año insisten sobre les d.ef ormita.ts que son en aquesta ciutat
de wrrer morisch e daltres dolenties ( r ). Consecuencia fué ini-
ciarse en la región levantina las reformas urbanas, con la aper-
tura ele nuevas plazas y el ensanche de las antiguas y de las calles.
Algunos de los monarcas de la dinastía aragonesa-catalana de
los siglos xrv y xv, cultos, amantes de la vida grata y suntuosa,
aficionados a los jardines, fueron eficaces intérpretes de la nueva
concepción del escenario urbano. La idea del embellecimiento de
la ciudad por medio de construcciones monumentales, está explí-
cita en el documento por el que Pedro IV el Ceremonioso autorizó
en r 339 la cobranza de impuestos para construir una lonja en
Barcelona, que se levantaría,_ dice la disposición regia, "para honra
suya y ennoblecimiento de la ciudad" (2). A pesar de la fecha tem-
prana, no extraña encontrar esa preocupación en un monarca, pre-
cursor de la sensibilidad renacentista, al que ni los quehaceres
políticos ni los militares impidieron ocuparse de continuo, descen-
diendo hasta los detalles más insignificantes, en reparar las cons-
trucciones antiguas y levantar otras nuevas por todo su reino y
decir las plantas y flores que deberían plantarse en los jardines de
sus palacios. El mismo rey escribí~ a su tesorero en r38o
haciendo un cálido elogio de la Acrópolis de Atenas, conocida en-
tonces por castillo de Cetines.
Durante el reinado de Pedro IV, Barcelona se embelleció con
gran número de importantes edificios. Como ejemplo del deseo
existente por entonces de aumentar los espacios libres en su in-
terior, pueden citarse los derribos de viviendas :hechos en 1356
delante del portal episcopal para hacer una plaza (3).
En 1403 Martín el Humano quiso derribar varias casas de
la plaza situada delante de su palacio mayor de Barcelona con
(r) Arch. Mun. de Valencia, Libro de cartas misivas, núm. 5, según cita de Fer-
nando Llorca Dié: La escuela valenciana de arquitectos (Valencia, 1933), pág. r8, n. (3).
(2) " ... ad honorem nostrum et nobilitateni dictae Civitatis." Privilegio en favor de
los Concelleres de Barcelona y de la imposición con que se proponían cargar las mer-
caderías en favor de la obra de la nueva lonja comercial (Capmany: M enwrias históri-
cas ... de la antigua ciw:lad de Barcelona, vol. IV i[Madrid, 1792], pág. 97). Más de
un siglo pasaría antes de que Alberti escribiese que la "majestad de los cargos pú-
blicos debe corresponderse con la de los edificios donde se ejercen; la grandeza de la
arquitectura está unida a la de la ciudad y la estabilidad de las instituciones se suele
medir por la solidez de los muros y bóvedas que las cobijian" (De re aedificatorw). La
idea no era nueva: en el siglo xrv dijo lo mismo Ibn Jaldún.
(3) Josep M.ª Madurell Marimón: Pere el Ceremonias i les obres publiques (Ana-
lccta Sacra Tarraconcnsi.a, v. XI, Barcelona, 1935, págs. 378-379).
94 L.EOPOLDO TORRES BALEAS
(1) Fr. Josef Teixidor: Antigiied.ades de Valencia, I (Valencia, I895), pág. 142.
(2) "Manual de Consells", t. XVII, fols. 239 y 260 v.º, Arch. Mun. de Valencia,
citado por Sanchís Sivera: Arquit. urbana en Valencia, 'Pág. 6.
(3) J. Sanchís Sivera: Pintores medie'úules en Valencia (A.rch. de Arte Valenc._,.
a. XIV, 1928, pág. 18).
(4) Teixidor: Antigüedades de Valencia, I, pág. 142.
(5) "Manual de Consells", 2. 0 del núm. 22, fol. I5I b, citado por Teixidor: Anti-
güedades de Valencia, II (Valencia, 1895), pág. 149.
(6) "Manual de Consells", núm. 23, fol. 163 b, Arch. Mun. de Valencia, citado por
Teixidor: Antigiiedades de Valencia, II, págs. 154-155.
(7) Sanchís Sivera: Pintores medievales en Valencia, pág. 28.
96 LEOPOLDO TORRES BALEAS
tados delante de tiendas y obradores, con los que sus dueños am-
pliaban el reducido espacio en el que ejercían su industria o co-
mercio. Prohibiéronse a fines del siglo xrvJ pero aun subsistían
en 1447 (1).
En el siglo xvJ la Reina Doña María dictó una sentencia man-
dando derribar los cobertizos o soportales subsistentes, con objeto
de dar amplitud y embellecer la ciudad, y en los años de 1493
y I 494 expropiáronse numerosas casas para ensanchar las calles
y plazas alrededor de la catedral ( 2 ).
Muy expresivo es el acuerdo, confirmación de otros anterio-
res, por el cual dispuso el Consejo General de Valencia que se
construyese una Lonja molt bella, 111;0,gnifica y sump tuosa, honor 1
(r) " ... una plaza en la glera" (entonces no se llamaba aún del Sarmental), Arch.
Cat. Burgos, R. 3, fol. 187, según cita de Martínez Sanz: Historia del templo ... de
Burgos, pág. 244.
(2) Los conversos D. Pablo de Santa María y D. Alfonso de Cartagena, por el
R. P. Luciano Serrano (Madrid, 1942), pág. r68.
(3) Hechos del condestable don Miguel Lucas de lranzo (Crónica del siglo xv),
edic. y est. 'Por Juan de Mata Carriazo (Madrid, r940), caps. XI, XVI, XXI y XXXVII,
págs. II7, I2I, 177, 225 Y 380.
7
98 LEOPOLDO TORRES BALEAS
(r) Carreras Candi: Notes dotzentistes d'Aitsona (Bol. Acad. Buenas Letras de
Barcelona, t. IV, págs. 433 y sigs.).
(2) Apuntes complementarios sobre la plaza Jvl ayor esPañola y el "Rossio" portu-
gués, por Robert Ricard (Estudios geográficos, a. XIII, 1952, pág. 230).
(3) Cuando algunas de estas viejas plazas del nordeste de España tienen dinteles en
vez de arcos, como la de Graus (Huesca), débese a reconstrucciones modernas.
100 L,EOPOLDO TORRES BALEAS
(r) Datos para la historia de Játiva, por el Dr. Carlos Sarthou Carreres, t. I
(Játiva, 1933), pág. 109.
(2) Histoire de l'Urbanis11ie, Antiquité, M 03•1m Age, por Lavedan, págs. 300, 309,
474 (fig. 332), 476, 478 (fig1 340) y 483 y lám. XXVI.
LA EDAD MEDIA 101
(r) Aventurado sería suponer que el campo extramuros donde se celebraba el mer-
cado en ·valladolirl en el siglo XTF. ·~n d n,ue en r2r7 testimonios contemporáneos afirman
cedió dofía Berengucla el trnno de Castilla a su hijo Fernando (III), :.:;_;:,o cmi,laza-
miento ocupa la plaza Mayor, fuera plaza porticada.
(2) Muchos de los soportales de las plazas mayores de las villas •castellanas son tar-
díos, de los siglos xvr y XVII, o en éstos sustituyeron su anterior estructura de rnadc::ra po1
otra de pilares de sillería. Arancla de Duero, por ejemplo, no tenía a comienzos del
siglo xvr soportales en sus plaza.s, pues no se ven en la perspectiva de esa villa conser-
Yada en el Archivo de Simancas. E1; una de las plazas, la llamada en el siglo xrx de Ja
Co;1stitución, situada a mano derecha entrando por el puente, un letrero dice: "la
plaza nueva". En ella aparecen un rollo o picota y una horca.-A mediados del siglo xvr,
el Regimiento de Medina de Ríoseco autorizó a los dueños de las casas comprendidas
entre la calle de las Armas y la puerta Nueva para hacer, saliendo a lo público, los
portales que se llamaron del Carbón por haberse trasladado a ellos los puestos de venta
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(r) Historia Eclesiástica de la ciudad '.\1 oúisjJado de Badajoz, por D. Juan Solano
de Figueroa, primera parte, IV, págs. 214-215.
(2) Hechos del condestable don l'vfiguel Lucas· de han.za, edic. Carriazo, caps. XI,
XVI y XXXVII, págs. II8-II9, 177 y 380.
(3) López Mata: Geografía w-bana burgalesa, pág. 19.
(4) Documcnfos históricos de Málaga, por el Dr. Luis Morales García-Goyena, t. I
(Granada, 1906), págs. 82-94.
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