Derecho de Sucesiones PDF
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DE SUCESIONES
Segunda edición
DERECHO DE SUCESIONES
ISBN: 978-958-8987-20-0 (rústica)
ISBN: 978-958-8987-21-7 (.pdf)
© Juan Sebastián Alejandro Perilla Granados
© Universidad Sergio Arboleda
PRÓLOGO................................................................................................................................... 7
PRESENTACIÓN....................................................................................................................... 15
INTRODUCCIÓN.................................................................................................................... 21
Capítulo I
SOBRE LAS FUENTES DE LA FAMILIA............................................................................... 29
Parentesco............................................................................................................................... 30
Matrimonio.............................................................................................................................. 38
Unión marital de hecho........................................................................................................ 47
Familia de crianza................................................................................................................... 49
Capítulo II
SOBRE LAS FUENTES DE LOS DERECHOS REALES..................................................... 51
Fuentes..................................................................................................................................... 52
Títulos....................................................................................................................................... 61
Modos y derechos reales..................................................................................................... 65
Capítulo III
LA SUCESIÓN COMO UN MODO DE ADQUIRIR....................................................... 67
Órdenes sucesorales............................................................................................................. 69
Requisitos de los asignatarios.............................................................................................. 75
Capacidad............................................................................................................................. 75
Dignidad............................................................................................................................... 92
Vocación.............................................................................................................................103
Capítulo IV
LIQUIDACIÓN DE SUCESIONES......................................................................................105
Inventario, avalúo y calificación.........................................................................................105
Liquidación de la sucesión..................................................................................................107
Distribución en el primer orden sucesoral....................................................................110
Distribución en el segundo orden sucesoral.................................................................113
Distribución en el tercer sucesoral.................................................................................122
Distribución en el cuarto orden sucesoral....................................................................124
Distribución en el quinto orden sucesoral.....................................................................126
Cancelación de la liquidación sucesoral..........................................................................127
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Capítulo V
LIQUIDACIÓN DE SUCESIONES CON SOCIEDAD CONYUGAL O
PATRIMONIAL DE HECHO.................................................................................................139
Capítulo VI
PORCIÓN CONYUGAL......................................................................................................163
Capítulo VII
EL TESTAMENTO....................................................................................................................177
Requisitos de existencia ........................................................................................................178
Requisitos de validez...............................................................................................................186
Testamento vital.......................................................................................................................188
Derogatoria de testamentos ................................................................................................193
Liquidación de sucesiones con testamento........................................................................195
EJERCICIOS..............................................................................................................................201
REFERENCIAS..........................................................................................................................215
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PRÓLOGO
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Y no puede ser de otra manera, porque aun si la realidad muestra que la normativi-
dad legal del Código Civil ya no se aviene con los hechos, relaciones y formas sociales,
familiares y económicas de la sociedad colombiana, el jurista no puede, dado el carácter
dogmático del derecho, sustraerse del mismo y desconocerlo. En cambio, sí debe, como
lo sostiene sabiamente el maestro Valencia Zea, “pensar de nuevo según las concepcio-
nes culturales de la época presente; y en este pensar de nuevo, hacer servir las ideas a
los hechos actuales. En síntesis, adaptar y crear”.
Recordemos que nuestro Código Civil data (para no detenernos en las verdaderas
fuentes formales que fueron el derecho romano del Corpus Iuris Civile, los códigos de
Austria y de Prusia, el Código Civil de Francia de 1804 y las antiguas leyes españolas,
y le sirvieron a su redactor inicial, Andrés Bello, cuando hizo el “trasplante jurídico”
a Chile, que a su vez fue “trasplantado” sin fundamentación alguna a Colombia por su
clase dirigente) del 26 de mayo de 1873, cuando se expidió por primera vez para todo el
territorio de los Estados Unidos de Colombia (1863).
Como luego se suprime el sistema federal, desaparecen los nueve Estados que lo
conformaban y la Nación se “reconstituye en forma de República Unitaria” (artículo 1º
de la Constitución Política de 1886), es necesaria la unificación de la legislación. Se re-
quiere de un Código único que rija en todo el territorio nacional, y la Ley 57 de 1887 lo
ordena. Esta ley en su artículo 1º establece que lo será el “Civil de la Nación, sancionado
el 26 de mayo de 1873”, con algunas adiciones y modificaciones no esenciales: se man-
tienen su ideología, sus principios, su estructura, y las instituciones jurídicas tomadas
del derecho europeo continental; su redacción inicial se conserva.
Con posterioridad el legislador derogó el sistema inicial de filiación, para llegar pau-
latinamente a la plena igualdad de todos los hijos matrimoniales y extramatrimoniales,
leyes 45 de 1936, 75 de 1968 y 29 de 1982, y al reconocimiento de las uniones mari-
tales, Ley 54 de 1990, que también modifican el régimen de los derechos sucesorales.
Desde luego que todas las transformaciones del derecho de familia han incidido en el
mismo, pero más por voluntad de la Corte Constitucional, y para proteger derechos del
menor y dar plena vigencia a la igualdad de derechos a las uniones maritales y a las pa-
rejas homoafectivas, que por valorar o tener en cuenta que detrás de todo derecho su-
cesoral siempre está un ser humano, o, para no desconocer la técnica jurídica formal,
mínimo dos.
Es impensable, pero esa es nuestra realidad, encontrar que en todo lo demás el de-
recho de sucesiones regulado en el Código Civil Colombiano sigue estático, como mo-
numento monolítico bifronte para rendir veneración a la antigüedad y para anunciarnos
que las normas fundadas en relaciones sociales y jurídicas de un tiempo ya ido, no han
dejado de ser y que permanecen en ese ordenamiento no sólo como alusión histórica y
amenazante, sino “vivas” como normas de obligatorio cumplimiento.
Y así lo señaló nuestra Corte Constitucional, que sin apreciar los valores jurídicos y
principios consagrados en la Constitución de 1991 que buscan materializar un Estado
social de derecho, razón de ser de su función consistente en la “guarda de la integridad
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bajo del docente, cualquiera que sea el método utilizado en el proceso enseñanza-apren-
dizaje, pues todos son útiles y en todos se encuentran defensores, detractores, logros,
falencias, y hasta aburrimiento del estudiante, claro que en unos más que en otros) que
todas las formas de enseñanza propenden por el mismo fin y que nada puede descono-
cerse a menos que se deslegitime por sí misma en su momento y tiempo debido, reali-
zado lo cual sólo existirá como una referencia histórica para superar.
Lo anterior, sencilla valoración de la realidad colombiana, que los investigadores
llamarían “estado del arte” y desde luego calificarían como incompleta, puede y debe
ser entendida como una crítica subjetiva, calificativo que no debe preocupar ya que los
seres humanos somos sujetos y no actuamos como objetos. En la historia de la humani-
dad ninguna idea o práctica se ha convertido en definitiva ni puede considerarse absolu-
ta o “verdadera” por el buen o mal uso del lenguaje oral o escrito o por insuficiencia de
contenido, a menos que se trate del designio específico y fatal del derecho de sucesiones
en su concepción tradicional, cual es la extinción de los derechos y la simultánea trans-
misión mortis causa de los bienes de quien ha fallecido.
Y ahora, ¿qué hacer frente a esta nueva realidad? En el Estado actual la solución la
tienen los estudiosos del derecho y los integrantes de la academia, profesores e inves-
tigadores, quienes deben profundizar en la valoración de la realidad y auscultar nuevas
perspectivas para presentar a la sociedad colombiana otras formas de regulación que
convoquen el interés, debate y participación de todos sus estamentos, para luego elabo-
rar nuevas propuestas que se tramiten vía constitucional con participación ciudadana.
Y es aquí donde aparece otro de los méritos del libro sobre Derecho de sucesiones
del profesor Perilla; a más de la manera didáctica como logra un desarrollo práctico de
lo simple a lo complejo que lleva de la estructura del sistema sucesoral al “saber hacer”,
logra, aún cuando el tema parece no permitirlo, concluir con el elemento más valioso en
la enseñanza, cual es el de incitar a la reflexión y para lo cual expone en capítulo espe-
cial el novedoso tema del Testamento Vital, tan ajeno a nuestros legisladores, doctrinan-
tes, investigadores y estudiantes.
Previamente al contenido que desarrolla el autor en su libro, observemos y pensemos
que detrás de toda sucesión están los seres humanos, no la simple norma, y que por eso
tienen reflexiones y vivencias sobre cómo trascender a través de los tiempos y también
sobre como concluir el ciclo vital, para lo cual a lo largo de su trayectoria en la sociedad
adquieren y tienen valores, principios y normas de comportamiento individual y social,
y también adquieren, guardan y acumulan bienes y otros derechos de contenido extra y
patrimonial.
Luego ese ser humano pensará en transmitirlos de diversas maneras, entre ellas por
medio de asignaciones y legados, que si pudieran hacerse con plena voluntad sucesoral,
corresponderían a su querer específico y consciente, y no limitado por unas simples re-
laciones de parentesco impuestas por el legislador y que no son ni fueron vivencias en
su vida afectiva y social y que no tienen razón alguna para seguir gozando de protección
jurídica.
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PRESENTACIÓN
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La labor del Dr. Perilla en la Universidad Católica de Colombia fue y seguirá siendo
reconocida como valiosa. Los procesos de organización curricular, la formulación del
proyecto Educativo del Programa y la innovación en el aula de clase fueron permanen-
tes. Poco tiempo después, logró que todos los profesores empezaran a estudiar temas de
pedagogía en la Escuela de Maestros, un espacio creado por él para cambiar las dinámi-
cas tradicionales de la educación jurídica. Aunque lo acompañé por un par de años más,
continué mi labor académica en otras Facultades de Derecho del país.
No faltó mucho para que el Dr. Perilla empezara a ser reconocido en el mundo aca-
démico como un abogado brillante y un pedagogo experto. Adelantó luego su especiali-
zación en Derecho Comercial y, por mi recomendación, la Maestría en Derecho Priva-
do en la Universidad de los Andes. Su nombre empezaba a ser reconocido en múltiples
Universidades del país y se configuró como un referente de brillante profesor. Es motivo
de orgullo para mí que en las Facultades donde se desempeña el Dr. Perilla siempre es
evaluado como el mejor docente, ha sido nominado como mejor docente universitario
por diferentes medios de comunicación nacionales y lo he acompañado de manera per-
manente en estos grandes logros.
Es de aclarar que su labor no se limitó a las Facultades de Derecho. En 2012 empe-
zó a trabajar en el Icfes como diseñador de la prueba Saber Pro. El Dr. Perilla empezó
entonces a diseñar la evaluación para todas las Facultades de Derecho del país. Fue ahí
cuando mi discípulo me llamó para que trabajara como asesor de su proyecto y desde mi
experiencia aportara a la construcción de las especificaciones de la prueba. El Dr. Perilla
materializó a través de este proceso una real innovación para las Facultades de Derecho,
porque se dejó de evaluar por áreas para evaluar competencias. Se rompió entonces el
paradigma de las Facultades de Derecho, según el cual el mejor abogado es el que mejor
memoriza los códigos y las leyes en general.
Este libro corresponde a la segunda edición de una obra cuyos ejemplares de la pri-
mera edición duraron pocos meses en el mercado. El tiraje de la primera edición de la
obra fue vendida a nivel nacional y leída en diferentes facultades de derecho, teniendo
como consecuencia su agotamiento casi inmediato. Las obras que entrega el Dr. Perilla
al mundo jurídico son fruto de muchos meses de trabajo y estudio, consignan de manera
didáctica los conocimientos y experiencias profesionales y académicas del autor en ma-
teria de Sucesiones. Cada una de las ediciones tienen el ánimo de dotar a los estudiantes,
profesores, jueces y abogados en ejercicio de un libro completo y actualizado en torno
al derecho patrimonial de sucesiones por causa de muerte. De antemano, conociendo las
virtudes académicas del autor y el contenido de sus obras, sabemos que en poco tiempo
estaremos ante un importante referente académico que orientará a las nuevas genera-
ciones de juristas y que aportará mucho al desarrollo de la doctrina jurídica nacional y
extranjera.
En mi condición de privatista y positivista del derecho, quiero destacar aquellos temas
que me han llamado especialmente la atención, entre los muchos que son tratados con
solvencia y facilidad metodológica para que sean muy rápidamente comprendidos por
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los lectores. Se trata del fenómeno de constitucionalización del Derecho Civil de
sucesiones y el referente a los nuevos métodos de enseñanza del derecho fruto de la clase
de Familia y fortalecido por la Maestría en Educación que hiciera en la Universidad
de los Andes, es lo que el Dr. Perilla muestra en este libro de sucesiones por causa de
muerte.
El Dr. Perilla hace un gran esfuerzo por desarrollar a través de los diferentes talle-
res o casos los principios y preceptos constitucionales que trazan las pautas y los crite-
rios para la interpretación y aplicación del derecho civil de sucesiones, que, como otras
ramas del derecho —el Penal, el Laboral o el Administrativo, por ejemplo— y como lo
subraya con formidable argumentación el autor, ha sufrido importantes mutaciones en
sus alcances y perspectivas en razón a la vigencia de la Constitución Política, mostran-
do la nueva jurisprudencia sentada desde 1992 por la Corte Constitucional, que ha mo-
dificado parte de la normatividad que señala los preceptos normativos del Código Civil
vigente desde 1873.
Las sentencias de la Corte Constitucional han modificado sustancialmente el enfo-
que de los preceptos integrantes del Código Civil y han obligado a una renovación de
la jurisprudencia civil. De ahí que temas propios del Derecho de Familia y Sucesiones
necesariamente tienen que ser abordados y tratados por el renovador concepto huma-
nista de la Carta Política aprobada en 1991. Así —para traer como ejemplo la Sentencia
C-238 de 2012 que extiende los derechos sucesorales a los compañeros permanentes no
solo heterosexuales sino que la misma corporación los extendió a la pareja del mismo
sexo, sentencia que condicionó los artículos 1046 y 1047 del Código Civil. Todas las fa-
milias son iguales, como lo proclama el artículo 42 de la Constitución; ya no debe haber
discriminaciones para efectos sucesorales.
En esta segunda edición del libro, se hace énfasis en una actualización legislativa y
jurisprudencial relevante, haciendo especial referencia a lo siguiente: primero, la con-
solidación de dos teorías novedosas que el autor propone cuando concurren cónyuges y
compañeras en la misma sucesión del segundo orden, la teoría de la igualdad y la teoría
de la equivalencia. Estas teorías responden a las modificaciones introducidas al ordena-
miento jurídico por parte de la Corte Constitucional, en las cuales cónyuges y compañe-
ras tienen iguales derechos sucesores como asignatarias principales, concurrentes y de
porción conyugal. Segundo, también se hace un análisis especial sobre el repudio en las
sucesiones, el cual en ocasiones llega a impedir la configuración del orden hereditario.
Y tercero, se hace énfasis en las novedades legislativas en torno a la sucesión en vida.
Aunque hay muchas otras novedades, es labor del lector profundizar en las mis-
mas para apropiar sus conocimientos y tener la posibilidad de aplicarlos en sus propias
realidades. Se trata de una obra que se sigue complementando y el autor demuestra su
teoría antiformalista según la cual el derecho es de naturaleza abierta y cambiante. Pro-
bablemente, las siguientes ediciones nos seguirán mostrando un apasionante mundo de
cambios jurídicos, los cuales sugieren la necesidad de que los operadores jurídicos se
actualicen de forma permanente; un abogado debe estudiar todo el tiempo las diferentes
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fuentes del derecho, pues de lo contrario tendrá grandes límites para poder desempeñar-
se profesionalmente de forma plena.
En este sentido, el Dr. Perilla muestra a través de su obra que parte de los contenidos
del Código Civil viene siendo objeto de revisión en la administración de justicia y la
doctrina, y que muchos de los criterios dominantes durante muchos siglos han sido
revaluados, en el curso de un interesante proceso de estudio y confrontación, aplicado en
casos concretos, a partir de los cuales se han trazado las actuales líneas jurisprudenciales.
Por lo tanto, el libro que presentamos se estructura con fundamento en el conocimiento
y análisis de casos, que constituyen, en cada tema, un hilo conductor que ilustra la
trayectoria del Derecho de Sucesiones y permite concretar la teoría, como el Dr. Perilla
lo aprendió en las monitorías y como profesor auxiliar de la materia de Familia como la
imparto en diferentes Facultades.
Por último, es de resaltar que de manera paralela a la realización de esta obra, el Dr.
Perilla continúa ejerciendo el cargo de Decano de la Escuela de Educación de la Univer-
sidad Sergio Arboleda. Se trata entonces del decano más joven del país y seguramente
el decano más joven de todo el mundo. Merece entonces felicitación el Dr. Perilla y la
Universidad Sergio Arboleda, pues es motivo de satisfacción poder entregar esta obra a
sus estudiantes y profesores, y a la comunidad jurídica nacional e internacional.
Aroldo Quiroz Monsalvo
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INTRODUCCIÓN
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texto del cual provienen” (Perilla, 2013, p. 4). Así, son una forma de entender las nor-
mas que hacen parte de cada uno de los sistemas jurídicos llamados a regir los procesos
académicos y de práctica profesional.
Por regla general, estas iusteorías se encuentran en la norma superior de cada sistema
y en el caso colombiano se trata de la Constitución. El actual Código Civil colombiano,
que regula y reglamenta en gran medida el régimen del derecho de sucesiones, entró a
regir en 1887 cuando el sistema jurídico tenía un marcado enfoque formalista (Barreto,
2011; Lemaitre, 2009). El formalismo se materializaba al entender al derecho como un
entramado de normas perfecto, debido a la inexistencia de lagunas jurídicas (López,
2004). Se entendía que el derecho estaba en la capacidad de regular y reglamentar todo
aquello que sucediera en el contexto social, por lo cual todas las respuestas debían
provenir del mismo (Perilla, 2013; Perilla, 2015).
Esta aspiración de perfección del derecho responde al positivismo kelseniano, según
el cual las normas se estructuran a través de relaciones causales lógicas y con aspiracio-
nes de pureza. Se entiende que la pureza del derecho se da gracias a que aspectos como
la moral o la política se mantenían al margen de la producción de normas. Sobre el par-
ticular existen diferentes posturas académicas, las cuales han propendido por defender
una postura kelseniana menos radical, pero sin lugar a dudas sus postulados académicos
sugerirán esta concepción del derecho.
Analizar el positivismo es particularmente relevante en un contexto como el colom-
biano, debido a que la formación académica en la mayoría de facultades de derecho
responde a la lógica de esta escuela. El culto por la ley presente en las Facultades de
Derecho es una conducta socialmente aceptada y que establece de forma permanente
parámetros de normalidad desde lo que es, lo que debe ser y lo que definitivamente no
puede llegar a ser. El derecho de sucesiones, en particular, es una de las más altas mues-
tras del positivismo en acción, puesto que en muchas ocasiones no existe una justifi-
cación de sus preceptos normativos. La taxatividad de sus disposiciones responde a la
lógica de la voluntad absoluta y maravillosa del legislador.
Por lo mismo, el formalismo justifica la perfección del derecho desde la perspecti-
va del legislador tradicional. Se entiende que las normas jurídicas carecen de lagunas y
tienen plena relevancia para el contexto en el cual se pretenden aplicar, puesto que es
elaborado por un grupo de sujetos inspirados por una fuerza superior; los legisladores
no hablan por sí solos, sino que expresan el designio natural de lo que debe ser. Se trata
de una visión que pretende justificar aquello que es cuestionable desde lo que parece ser
irrefutable. Este carácter superior y natural que supuestamente inspira al legislador en
el momento de hacer las normas, tiene una naturaleza tan amplia y tan ambigua que es
difícil de contrarrestar desde el plano de lo racional. Por lo mismo, el discurso se auto-
legitima desde lo que ciertas perspectivas o creencias consideran un dogma.
Siendo así, el formalismo en un primer momento presenta ante la sociedad un cúmu-
lo de normas perfectas elaboradas por la fuente por excelencia del derecho: el legislador
tradicional. Al tiempo que estas normas aparentemente perfectas son válidas, el forma-
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lismo también sugerirá que con justas. Por lo mismo, las normas válidas se entienden
como justas y de obligatorio cumplimiento, lo cual es ampliamente debatible desde lo
que dice la norma y la concepción de justicia de cada conglomerado social específico.
Esta justificación de la labor del legislador puede estarse enmarcando así en el iusnatu-
ralismo, según la cual todo lo que acontece en los conglomerados sociales —incluyendo
la producción de normas— es una manifestación de la naturaleza. El formalismo kel-
seniano se complementaría en este caso en el análisis de su norma fundamente básica,
según la cual todas las normas tienen siempre un mismo origen superior, ajeno al hom-
bre e inexplicable por la racionalidad humana.
No es extraño encontrar en regímenes jurídicos como el de sucesiones un cúmulo
de normas que pueden parecer caprichosas o arbitrarias, pero que la comunidad jurídi-
ca reconoce como de obligatorio e incuestionable cumplimiento porque manifiestan la
voluntad casi perfecta del legislador. Muchas de las dinámicas al interior de las aulas de
clase de derecho justifican sus procesos de enseñanza y aprendizaje así, por lo cual la
ley es la inspiración más importante que puede llegar a tener el proceso educativo ten-
diente a formar nuevos abogados.
Tal es la influencia de la ley en los procesos educativos en las Facultades de Derecho,
que incluso la mayoría de los planes de estudio se justifican en sí mismos en el orden
que tienen los Códigos vigentes. En la mayoría de Facultades de Derecho la estructura
de organización del Código Civil es exactamente igual al orden en que se estudian las
asignaturas por parte de los estudiantes. La situación es más cuestionable cuando las Fa-
cultades adoptan los mismos nombres de los capítulos del Código Civil para denominar
las asignaturas de los planes de estudio. No es extraño encontrar conjuntos de docentes
que ante propuestas como cambiar o eliminar asignaturas como Negocio Jurídico, Bie-
nes y Obligaciones, consideran que se trata de esperpentos jurídicos que atentan contra
la lógica y racionalidad del derecho. Tal vez el esperpento jurídico puede radicar en el
hecho de que se siga entendiendo que el derecho es un conjunto de normas perfecto,
pues lo hace un cuerpo colegiado de personas sabio y con aspiraciones de ser inmutable.
La consecuencia de la aspiración de perfección del derecho y su legitimidad desde la
labor incuestionable del legislador tradicional llevan a la tercera característica del for-
malismo: la interpretación mimética (Perilla, 2013; Perilla, 2015). El término de “inter-
pretación mimética” es construido desde el término “mímesis”, según el cual se busca
comportarse o parecerse lo más posible a otro. Quiere decir de esta forma que las inter-
pretaciones que puede llegar a hacer el operador jurídico deben procurar ser casi idén-
ticas a lo dispuesto por el legislador. Se trata de una creación que pretende condensar
en sí misma los métodos de interpretación que buscan entender la lógica del mencio-
nado legislador tradicional, a saber: exegético, teleológico, histórico y sistemático. Lo
interesante del tema es que estos métodos son los que generalmente se enseñan en las
facultades de derecho, sin abrir posibilidades a otras concepciones de lo que podría ser
el mundo jurídico.
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Así, será mejor estudiante de Derecho aquel que al momento de contestar un examen
repita de forma más parecida posible lo que dijo el legislador a través de la norma. En
ocasiones, los exámenes solicitan justificaciones de las respuestas, las cuales deben pro-
venir de la fuente formalista por excelencia del derecho: el legislador tradicional.
Lo interesante de la situación es que la vida profesional no exige que el estudiante
sepa de memoria un cúmulo interminable de información, sino que esté en la capacidad
de hacer algo con esto. Así, el ejercicio profesional exige el desarrollo de competencias,
las cuales se consolidan a través de la interacción permanente entre contenidos, habi-
lidades y actitudes. Los contenidos son muy importantes, pero no son suficientes para
ser un buen abogado. Se debe tener la capacidad de aplicar esos contenidos con habi-
lidades suficientes y actitudes idóneas para responder a las exigencias que el contexto
y conglomerado social hace de forma permanente al derecho. En este sentido se puede
considerar que:
Estas prácticas educativas, inspiradas por el enfoque tradicional establecido en el
currículo, pueden ser cuestionadas en el caso de la iusteoría del antiformalismo.
Esto se justifica al estimar que el ejercicio de transmitir para repetir se encuadra
en la interpretación mimética propia del formalismo (Perilla, 2013), ubicándose en
contraposición directa a las exigencias del contexto jurídico planteado para el sistema
colombiano actual. Siendo así, no se podría pensar en inscribir de forma exclusiva
la educación jurídica al enfoque tradicional, pero tampoco eliminarlo por completo;
se debería propender por determinar en qué momento puntual es importante que el
docente acuda a la transmisión de contenidos y establecer límites muy fuertes, que
permitan consolidar el antiformalismo de manera efectiva (Perilla, 2016a, p. 28).
El formalismo es entonces un enfoque ampliamente aceptado por la comunidad aca-
démica, pero que debe seguir siendo cuestionado de forma permanente. Estos cuestio-
namientos se deberían dar desde un proceso de investigación que establezca una cultura
específica para el diseño curricular y que atienda a las características de cada contexto
(Perilla, 2016b). En contraposición al formalismo se ha planteado el antiformalismo, el
cual tiene tres categorías opuestas: el derecho se entiende como un conjunto de normas
abierto, colmado de lagunas que requieren ser llenadas. Tal ejercicio para superar los
vacíos del derecho debe provenir de múltiples fuentes, trascendiendo la labor limitada
que puede hacer el legislador tradicional. Razón por la cual los operadores jurídicos no
están llamados a repetir y justificar sus repeticiones, sino a crear interpretaciones a tra-
vés de interpretaciones auténticas.
El término de interpretación auténtica debe ser entendido como aquella posibilidad
creativa en virtud del cual el operador jurídico vincula diferentes métodos de interpre-
tación (o elementos de los mismos) para que las normas puedan responder de forma
dinámica a una situación particular. Así, el operador jurídico decidirá cuáles interpreta-
ciones, elementos hermenéuticos o nivel de los mismos son adecuados para enfrentarse
a cada situación. Se pueden vincular entre sí los métodos de interpretaciones exegética,
histórica, teleológica, sistemática, entre otras posibles, para crear derecho a partir de
mínimos que se deben respetar.
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La alineación iusteoría pretende ser un método que debe seguir siendo complemen-
tado, para determinar si los diferentes regímenes jurídicos responden o no a la iusteoría
imperante en cada sistema jurídico. El mapa encuentra así su explicación:
El ejercicio de identificación de iusteorías es valioso, toda vez que permite
comprender las dinámicas que inspiran la consolidación del derecho más allá de la
simple literalidad de las normas. Sin embargo, tal labor carecería de utilidad práctica
si se reduce a un ejercicio abstracto del deber ser; limitarse a identificar iusteorías,
trasplantes y mutaciones de estas para solamente concluir cómo está estructurado el
derecho no genera un impacto trascendental en las dinámicas cambiantes de cada
sistema jurídico. Por esta razón se propone que una vez identificada la iusteoría de
cada sistema jurídico (y sus elementos), deben evaluarse los diferentes regímenes
que hacen parte de tal sistema y generar propuestas prácticas que aseguren alineación
entre el enfoque jurídico y las normas existentes (Perilla, 2013, p. 11).
Lo que debe hacerse es ubicar cronológicamente las diferentes normas de un régi-
men jurídico, según entiendan la naturaleza del derecho, las fuentes de las mismas y
las exigencias interpretativas (Perilla, 2013). En el caso particular del derecho de suce-
siones, las dinámicas y preconceptos detrás del mismo presuponen la existencia de una
iusteoría marcadamente formalista. Esto se justifica en el hecho de que las diferentes
disposiciones jurídicas están taxativamente delimitadas y limitadas, y las mismas son
casi incuestionables debido a que se trata de la manifestación de la voluntad del legisla-
dor tradicional. En consecuencia, se exige que los operadores jurídicos las adopten sin
mayor posibilidad de creación a través de interpretaciones auténticas.
La presente obra presenta entonces uno de los regímenes jurídicos formalistas por
excelencia, invitando al lector a que desde interpretaciones auténticas lo cuestione de
forma permanente. El derecho de sucesiones responde a una serie de preceptos ajenos
y diferentes al contexto social actual, por lo cual requiere de revisión, profundización y
actualización. Las normas taxativas deben ser objeto de apertura, deben ser complemen-
tadas por fuentes que trasciendan la ley y deben permitir que cualquier operador jurídico
cree derecho a partir de unos mínimos normativos interpretables.
Así, la obra se presenta con la necesidad de ser cuestionada, complementada y de-
batida, es labor del lector contribuir a que el sistema jurídico entienda el derecho desde
una perspectiva dinámica, superando enfoques aparentemente obsoletos. El lector de-
berá entender de qué se trata el derecho de sucesiones, para proceder a interpretarlo de
forma auténtica y así crear derecho desde el antiformalismo. El reto está planteado, es
momento de asumirlo y materializarlo.