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ANÁLISIS DEL NUEVO CÓDIGO PENAL
PARA EL DISTRITO FEDERAL
Terceras Jornadas sobre Justicia Penal
“ Fernando Castellanos Tena”
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS
Serie DOCTRINA JURÍDICA, Núm. 144
ISBN 970-32-0568-2
CONTENIDO
MESA 1
MESA 2
MESA 3
MESA 4
MESA 5
MESA 6
MESA 7
MESA 8
MESA 9
MESA 10
Clausura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 353
Olga ISLAS DE GONZÁLEZ MARISCAL
Análisis del nuevo Código Penal para el Dis-
trito Federal. Terceras Jornadas sobre Justi-
cia Penal “Fernando Castellanos Tena”,
editado por el Instituto de Investigaciones Ju-
rídicas de la UNAM, se terminó de imprimir
el 10 de junio de 2003 en los talleres de
Enach. Impresión de Libros y Revistas. En
esta edición se empleó papel cultural 70 x 95
de 50 kg. para las páginas interiores y cartuli-
na couché de 162 kg. para los forros; consta
de 1,000 ejemplares.
PRESENTACIÓN DE LAS JORNADAS
Llegamos a las Terceras Jornadas sobre Justicia Penal con un tema rele-
vante, que es la materia de este encuentro: la aprobación de un nuevo Có-
digo Penal para el Distrito Federal, pendiente de promulgación y publica-
ción. Las Jornadas que hoy se inician, dentro de una serie que ya figura
entre los programas ordinarios del Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la Universidad Nacional Autónoma de México, se destinarán al exa-
men de aquel flamante ordenamiento, con el que se abre un capítulo im-
portante en la evolución legislativa penal de nuestro país.
Los coordinadores de estas Jornadas agradecemos el patrocinio que
invariablemente nos ha brindado el director del Instituto, doctor Diego
Valadés. También expresamos nuestro reconocimiento a otras institucio-
nes que han concurrido con interés y diligencia en la preparación del en-
cuentro. Nos referimos, entre los organismos del Estado, a la Asamblea
Legislativa, al Tribunal Superior de Justicia y a la Procuraduría General
de Justicia del Distrito Federal, así como al Instituto Nacional de Ciencias
Penales. Y entre las instituciones académicas, a la Academia Mexicana
de Ciencias Penales y al Centro de Estudios en Política Criminal.
Destacamos igualmente nuestro reconocimiento a la Barra Mexicana,
Colegio de Abogados y a los catedráticos de la Facultad de Derecho de la
UNAM, la Escuela Libre de Derecho, la Universidad Autónoma Metro-
politana, la Universidad Iberoamericana, la Universidad Panamericana y
el Instituto Tecnológico Autónomo de México que nos distinguen con su
participación generosa. Deseamos hacer especial mención de quienes han
acudido, desde hace varios años, a las Jornadas sobre Justicia Penal: pro-
fesores, funcionarios, abogados, estudiantes. Su presencia confiere a este
programa sentido, destino y trascendencia.
* Investigador y coordinador del área de derecho penal en el Instituto de Investigaciones Jurí-
dicas, UNAM.
11
12 SERGIO GARCÍA RAMÍREZ
poner que en ese trayecto de tres cuartos de siglo, en el que mucho cam-
bió la sociedad mexicana, el Código Penal no cambió para nada. Por el
contrario, el ordenamiento que teníamos al cierre de la centuria no era
el que tuvimos en 1931. Ya entonces se podía hablar con absoluta certeza
—tuerto o derecho— de un código diferente. Valga una prueba: entre ese
año y 1999, cuando ocurrió la bifurcación que mencioné, se expidieron
setenta y dos decretos de reforma, adición y/o derogación, ocho “ fes de
erratas” y dos aclaraciones. A fin de cuentas, y, al final del siglo, el Códi-
go de 1931 conservaba la fecha y la portada; lo demás, casi todo, llegó
más tarde.
A la luz de la más importante reforma que se hizo en la ley penal
—promulgada en 1983 y publicada en 1984— y de las que acudieron en
los años siguientes, en pos de aquélla, el profesor Elpidio Ramírez señaló:
“ La transformación del Código punitivo ha sido de tal magnitud que no
es aventurada la afirmación de que el Código Penal de 1931 ha sido sus-
tituido por uno nuevo: el de 1984-1994” . E incluso pudo decir, pensando
en algunos de los proyectos preparados con posterioridad: ¿Cuáles se-
rían las novedades que autorizarían a hablar de una auténtica nueva nor-
matividad penal y no de una simple reformulación verbal del actual Có-
digo Penal?
El Instituto de Investigaciones Jurídicas no ha sido ajeno a la obra
revisora del sistema penal. En esto tiene una antigua presencia, que se ha
intensificado en el último quinquenio, a través de sendos proyectos de có-
digos penal y de procedimientos penales. Algunos de ellos se convirtieron
en ley vigente, y otros han contribuido a la reflexión de los legisladores.
Dedicaremos las tardes de esta semana al análisis del Código del
2002, con la confianza de que lo que aquí se diga —sea que se coincida,
sea que se difiera, como en toda honrada labor académica, que es una dia-
léctica deliberada en procuración de la verdad, o de lo que más se le apro-
xime— será útil para los autores, los intérpretes, los aplicadores, los estu-
diosos del Código Penal. Utilidad en la comprensión de la lege lata, que es
nuestro propósito inmediato, y también utilidad de lege ferenda —que es un
propósito siempre implícito, mediato—: la preparación de la legislación
del futuro. Difícilmente se podría decir que esta reforma —o cualquier
otra, aquí o en cualquier otra vertiente del derecho— es ya definitiva. La
vida se rebela cuando se utiliza esta palabra sentenciosa. En definitiva, el
Código del 2002 es un punto de llegada, pero también es un punto de parti-
da. Ambos puntos —que son puertos— vienen al caso en este encuentro.
14 SERGIO GARCÍA RAMÍREZ
I. INTRODUCCIÓN
17
18 MARCO ANTONIO DÍAZ DE LEÓN
Como antes señalamos, en los primeros seis artículos del nuevo Códi-
go Penal para el Distrito Federal, se establecieron los principios y garan-
tías individuales que lo rigen, los cuales, como objeto de estudio de este
artículo, a continuación se transcriben y comentan:
Comentario
Jurisprudencia
Comentario
Este precepto contempla diversos principios que son vitales en su ob-
servancia dentro de nuestro sistema penal. La descripción legal referida
en este precepto corresponde a la idea del tipo penal. El tipo es la materia
de la prohibición de la norma. Así, el que concrete con su conducta un
tipo penal, o sea, el que se comporte de la manera descrita por la materia
de la norma, obrará en forma contraria a ésta. Significa que quien realice
la acción prohibida u omita cumplir el mandato, se adecuará a lo estable-
cido en el tipo y, por tanto, obrará en forma contraria a la norma.
La primera parte del párrafo primero alude no tanto al principio de
tipicidad, que más bien atañe a la parte segunda del precepto en estudio,
por cuanto a la prohibición de la aplicación analógica o por mayoría de
razón de la ley penal en perjuicio de persona alguna; más bien esta prime-
ra parte, al establecer prohibición de imponer pena o medida de seguri-
dad, refiere en su más pura esencia la exigencia de prueba de los elemen-
tos del delito como la conducta, la tipicidad y la antijuricidad y, para caso
de inimputable, también la culpablilidad, para condenar a alguien en un
proceso penal; es decir, en este apartado el legislador va mas lejos y con
PRINCIPIOS Y GARANTÍAS PENALES 23
Jurisprudencia
Comentario
Aunque el precepto no lo indique expresamente, debe entenderse que
para ser penalmente relevantes —punibles— la acción o la omisión, se
necesita: a) que su realización sea típica; b) que su ejecución no esté per-
mitida por la ley, o sea, deben ser antijurídicas; c) que sin causa autorizada
por el derecho vulneren o pongan en peligro de lesión algún bien jurídico
tutelado en la ley penal, así como d) que sean cometidos culpablemente
por el autor o partícipe que corresponda.
Naturalmente los tipos penales comprenden prohibiciones o manda-
tos; vedan determinadas conductas o bien ordenan realizar ciertas accio-
nes. Las prohibiciones se violan, desde luego, realizando la conducta
proscrita, o sea mediante comportamientos positivos. Los mandatos, por su
lado, se infringen no haciendo lo ordenado en la norma, esto es, omitien-
do. Tal es el significado del elemento normativo la “ acción o la omisión”
señalado en el primer párrafo de este numeral.
Por el principio de legalidad, la referencia a lo penalmente relevante
encuentra su basamento en leyes penales que son equivalentes aquí a ti-
pos penales, como descripciones concretas de la conducta (acción o omi-
sión) vedada por aquéllas (prohibiciones o mandatos). El tipo es la mate-
ria de la prohibición de la norma. Así, el que concrete con su conducta un
tipo penal, o sea, el que se comporte de la manera descrita por la materia
de la norma, obrará en forma contraria a ésta. Significa que quien realice
la acción prohibida u omita cumplir el mandato, se adecuará a lo estable-
cido en el tipo y, por tanto, obrará en forma contraria a la norma. Sin
26 MARCO ANTONIO DÍAZ DE LEÓN
Jurisprudencia
Comentario
En los Estados de derecho como el nuestro, se considera a la función
represiva del derecho penal como la expresión más drástica del poder po-
lítico del Estado, que corresponde al imperativo de proteger a la sociedad
de manera eficaz y justa, aunque, por ratio legis, únicamente en casos ex-
tremos; por ello, si bien es cierto se acepta y tolera tal forma de sancio-
nar, también lo es que el Estado en primer término debe tratar de evitar se
28 MARCO ANTONIO DÍAZ DE LEÓN
6 Jesheck, Hans Heinrich, Tratado de derecho penal. Parte general, 3a. ed., Barcelona, Bosch,
1978, vol. primero, p. 314.
30 MARCO ANTONIO DÍAZ DE LEÓN
Jurisprudencia
Comentario
El artículo establece varios principios que rigen la materia penal de
nuestro país. El principio de culpabilidad presupone la imputabilidad del
inculpado, o sea que debe referirse a un sujeto con capacidad suficiente
para querer lo que hace y entender lo que quiere; habida cuenta el princi-
pio general de que los inimputables no son sujetos de proceso penal. Pero
además, alude a que pudiendo haberse motivado el sujeto activo para no
realizar su conducta delictiva, aun así no renunció a ella e, incluso, a sa-
PRINCIPIOS Y GARANTÍAS PENALES 31
7 Bacigalupo, Enrique, Lineamientos de la teoría del delito, Buenos Aires, Astrea, 1978, p. 79.
32 MARCO ANTONIO DÍAZ DE LEÓN
Comentario
Jurisprudencia
35
36 JOSÉ GUADALUPE CARRERA DOMÍNGUEZ
I. INTRODUCCIÓN
Hace aproximadamente 18 años nuestra ley sustantiva penal empezó a te-
ner cambios que modifican seriamente su orientación político-filosófica,
pues no obstante que el legislador de 1931 argumentó que el Código no
tenía por qué vincularse a alguna de las orientaciones en aquél entonces
en boga, lo cierto es que no pudo sustraerse de lo que se dio en llamar “ la
lucha de escuelas” , las cuales se encuentran vinculadas con determinadas
orientaciones filosóficas y políticas que tienen que ver necesariamente
con el respeto a los derechos del hombre y con los límites del poder puni-
tivo del Estado; no hay duda que el legislador se vio influído sobre todo
por los criterios de la Escuela Positiva, los cuales no respetaban de mane-
ra considerable los derechos del hombre, ni garantizaban una mayor limi-
tación de la potestad punitiva, prueba de ello son los principios de presun-
ción de intencionalidad, de peligrosidad, el de la reincidencia como causa
de agravación de la pena y el de la retención, que eran característicos de
un sistema totalitario, y que el movimiento legislativo iniciado en 1984 y
que continuó en 1994, ha ido erradicando para seguir los lineamientos po-
líticos filosóficos que se desprenden de la Constitución de 1917, que es
donde se establecen los lineamientos de cómo debe ser la estructura de
justicia penal en nuestro país y que el legislador de 1931 no atendió; li-
neamientos que nos indican que la legislación penal mexicana debe re-
vestir características propias de un sistema democrático de derecho, ya
* Magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.
43
44 JAVIER RAÚL AYALA CASILLAS
Con los principios anteriores que dio nuestro legislador un gran paso
en el campo sustantivo penal.
Asimismo, el libro segundo, parte especial, título primero, ya no ini-
cia señalando cuáles son los delitos contra la seguridad de la nación o del
Estado, como ocurrió en el Código de 1871, en el de 1929 y en el de
1931, para posteriormente en un segundo plano referirse a los delitos con-
46 JAVIER RAÚL AYALA CASILLAS
304, 305, 306 fracción II y 309 segundo párrafo, y el de ataques a las vías
y a los medios de comunicación, pero ampliado en sus hipótesis tipifica-
das en los artículos 330, 331 y 332.
Permaneciendo la regla de punición para los delitos culposos en
cuanto que se impondrá la cuarta parte de las penas y medidas de seguri-
dad asignadas por la ley al tipo básico del delito doloso, con excepción de
aquellos para los que la ley señale una pena específica como ocurre con el
delito de daño en propiedad ajena por incendio, inundación o explosión a
que alude el numeral 241.
V. CONCURSO DE DELITOS
a) el de la acumulación material;
b) el de la acumulación jurídica, y
c) el criterio de la absorción.
VI. SUSTITUTIVOS
I. INTRODUCCIÓN
57
58 MIGUEL ÁNGEL MANCERA ESPINOSA
Artículo 7o. Delito es el acto u omisión que sancionan las leyes penales.
3 Silva Sánchez, Jesús María, El delito de omisión, concepto y sistema, Bosch, Barcelona,
1986, p. 317.
64 MIGUEL ÁNGEL MANCERA ESPINOSA
7 Para varios ejemplos y problemas relativos a la utilización de la fuentes formales véase Ber-
dugo de la Torre Ignacio, Lecciones de derecho penal, parte general, Madrid, 1997, pp. 147-158.
66 MIGUEL ÁNGEL MANCERA ESPINOSA
V CONCLUSIONES
69
70 SALVADOR ÁVALOS SANDOVAL
75
76 LUIS MADRIGAL PEREYRA
nes yo he llamado los actores del drama penal. Ésta es la primera gran
diferencia que hay de este nuevo Código con muchos otros códigos y le-
yes que se han hecho en México.
En el texto de este nuevo Código, vemos que a diferencia del Código
vigente, ahora se establecen los principios y garantías en que se basan
las normas, tema que ha tratado con la amplitud posible el doctor Díaz
de León; se establece una forma de validez en el tiempo en el que se
respeta la temporalidad de cada Código, al momento de la realización
del hecho punible, pero se respeta el principio de que se aplicará la ley
más favorable.
El nuevo Código presenta un catálogo de penas que a mí me parece
mucho más adecuado, menos represivo y sobre todo, resulta más tendien-
te a la rehabilitación, que es un tema que en la práctica forense ha pasado
a un segundo término, nos preocupamos más por castigar, que por rehabi-
litar; la rehabilitación ha quedado olvidada y ahora tenemos una tenden-
cia mayor a este aspecto. También tiene una tendencia mayor a lograr la
reparación del daño en favor de la víctima, y en el artículo 30 se incluye,
en la fracción IV, el trabajo en beneficio de la víctima del delito o en
favor de la comunidad, obviamente dependiendo de si la víctima del deli-
to es identificable, ya sea una persona física o moral. Y en el catálogo
de medidas de seguridad encontramos un verdadero sustitutivo de la pena de
prisión de la que realmente hemos abusado, la supervisión de la autori-
dad. Yo soy de la idea de que muchas de las conductas ilícitas que se
cometen, no requieren la pena de prisión. La pena de prisión en muchos
casos, es más un maleficio, que un beneficio.
Se trata también, en el artículo 31, en forma más amplia que en el
Código anterior, el tratamiento de deshabituación y desintoxicación como
medio real de readaptación, que sin duda es el fin primordial de la impo-
sición de la pena, sin que este tratamiento pueda aplicarse por tiempo ma-
yor al de la pena impuesta. Vale la pena reflexionar si sería conveniente,
tratándose de este tipo de medidas, el prolongarlas bajo la supervisión del
juez o de la autoridad ejecutora, hasta obtener la total deshabituación o
desintoxicación de la persona, para asegurar su readaptación y no permitir
que quede inconcluso el tratamiento.
También cambia lo que son las consecuencias para las personas mo-
rales, en una forma muy novedosa. Se establece ahora, aparte de la sus-
pensión y disolución que ya estaban previstas, la prohibición de realizar
determinadas operaciones, la remoción de los administradores e incluso
ANÁLISIS COMPARATIVO DEL CÓDIGO PENAL 77
Este es otro tema, la reparación del daño, que en nuestro Código vi-
gente se establece, pero ha quedado realmente en desuso en la práctica
cotidiana, ya no podemos seguir con aquél viejo dicho, de que los delitos
se pagan con cárcel. No es cierto, los delitos se pagan con la reparación
que se haga del daño y se pagan con la readaptación que se debe lograr de
los delincuentes.
78 LUIS MADRIGAL PEREYRA
cuando el sujeto haya sido sentenciado por un delito cuya comisión obe-
dezca a la inclinación o abuso de bebidas alcohólicas, estupefacientes, psi-
cotrópicos o sustancias que produzcan efectos similares independiente-
mente de la pena que corresponda se aplicará el tratamiento de deshabituación
o desintoxicación, el cual no podrá exceder del término de la pena impues-
ta por el delito cometido...
83
84 ALICIA AZZOLINI BÍNCAZ
II
2 Cfr. Roxin, op. cit., pp. 635 y 636. En el mismo sentido se expresa Zaffaroni, Eugenio Raúl,
en el texto escrito con Alejandro Alagia y Alejandro Slokar, Derecho penal, parte general.
3 Nino, Carlos, La legítima defensa, fundamentación y régimen jurídico, Buenos Aires, Astrea,
1982, p. 120.
4 El § 32 (1) del Código Penal alemán menciona que el hecho sea requerido por legítima de-
fensa. La doctrina y la jurisprudencia se han encargado de darle contenido a dicho término.
CAUSAS DE EXCLUSIÓN DEL DELITO EN EL NUEVO CÓDIGO 85
III
IV
6 Roxin, op. cit., p. 851. El otro modelo es el de la excepción, desarrollado por Hruschka,
según el cual la a.l.i.c es un excepción justificada por el derecho consuetudinario. Asimismo, véase
Zaffaroni et al., op. cit., p. 671.
7 Zaffaroni et al., op. cit., p. 674.
8 Mir Puig, S., op. cit, p. 605.
CAUSAS DE EXCLUSIÓN DEL DELITO EN EL NUEVO CÓDIGO 87
VI
11 Mir Puig, S., op. cit., p. 619. Este autor cita el caso del cochero que accedió a enganchar un
caballo peligroso (Leinenfänger) por miedo a perder el empleo, y que fue absuelto por el tribunal
cuando el caballo se desbocó y atropelló a un herrero rompiéndole una pierna.
12 Righi, Esteban, “ La exigibilidad como base del juicio de culpabilidad” , Revista Jurídica Ve-
racruzana, t. XXVIII, núm. 2, Jalapa, Veracruz, abril-junio 1977, passim.
CAUSAS DE EXCLUSIÓN DEL DELITO EN EL NUEVO CÓDIGO 89
una fracción que dijera: el delito se excluye cuando el sujeto obre con cau-
sa de justificación. Además, se ha considerado que aplicar esta causal ge-
nérica en el caso de delitos dolosos generaría gran inseguridad jurídica.13
Lo cierto es que la no exigibilidad no ha sido lo suficientemente ana-
lizada por la doctrina mexicana y menos aún por la jurisprudencia, que la
ha utilizado en muy pocos supuestos y sin criterios homogéneos. Estos
motivos hacen pensar sobre la conveniencia de mantener esta redacción
en el nuevo ordenamiento.
I. INTRODUCCIÓN
91
92 RAÚL GONZÁLEZ-SALAS CAMPOS
III. COMENTARIOS
1. El tipo culposo
1 Citado por Mir, Derecho penal. Parte general, p. 277, quien también, y con otros argumen-
tos se adhiere a esta posición. También Jakobs se adhiere a esta posición, añadiendo que la norma es
un imperativo dirigido a cada uno de los destinatarios, por lo que su límite se encuentra en el poder
de cumplimiento del sujeto, por tanto la norma de cuidado no puede ir más allá del poder del sujeto.
DOLO, CULPA Y NEXO DE CAUSALIDAD 95
2. El nexo causal
97
98 ÁLVARO BUNSTER
en cuenta las reglas para la medición del injusto, pero se desentiende, por
su apego a una concepción de la culpabilidad que hace mucho tiempo
dejó de anidar en la ley, de las reglas sobremanera claras que la misma
estatuye para medir la culpabilidad.
La acreditación de la existencia y magnitud del injusto, así como la
de la existencia y magnitud de la culpabilidad son, ambas, juicios de cer-
teza, no de probabilidad, y conciernen a un hecho del pasado, no a un
acaecer futuro. En vez de acreditar la culpabilidad y su monto habida
cuenta, como no debiera ser de otro modo, de su genuino contenido, se-
gún infiere de la propia ley, la jurisdicción lo tiene por quantité négligea-
ble, y, lo que es peor, revive el fantasma de la peligrosidad, acogida en su
tiempo por la legislación en una larga y superada época de infatuación
positivista. Todavía más, esta suplantación se instrumenta en un proceder
del todo ajeno a lo que prescribe la ley. En efecto, se comienza por reque-
rir “ informes de personalidad” a órganos técnicamente incapacitados de
fundamentarlos en un examen global de la persona, efectuado con el de-
bido detenimiento. Esos informes se utilizan para dar por sentado un gra-
do de peligrosidad. A falta de antecedentes penales, se afirma un grado
mínimo de peligrosidad, y la presencia de aquéllos conduce a reconocerla
en su grado máximo. Se establece, luego, un grado medio y, en equidis-
tancia de este grado medio con el mínimo y el máximo, se llega a interca-
lar un segundo y un cuarto grado en esta escala desplegada, en definitiva,
en cinco grados, y concebida y aplicada enteramente contra legem. La
culminación de semejante invento se alcanza con la admisión de recursos
para el caso de que este verdadero “ arancel” aparezca transgredido por el
juez sentenciador.
Así pues, la fijación legal de la duración de la pena dentro de un mí-
nimo y un máximo, inspirada en el sano propósito de facultar al juez para
recorrerla con un cierto margen de arbitrio en toda su extensión, ha sido
arrastrada, por la invención jurisprudencial que aquí se denuncia, al efec-
to contrario, esto es, a la restauración del desacreditado y largamente su-
perado régimen de penas tasadas, del que en su hora se propuso decidida-
mente huir el legislador penal mexicano.
DELITOS DE PELIGRO ABSTRACTO
Rafael MÁRQUEZ PIÑERO*
103
104 RAFAEL MÁRQUEZ PIÑERO
4 Sánchez García de Paz, María Isabel, El moderno derecho penal y la anticipación de la tute-
la penal, Valladolid, Secretariado de Publicaciones e Intercambio Científico, Universidad de Valla-
dolid, 1999, p. 12.
5 Mir Puig, Santiago, Función de la pena y teoría del delito en el Estado social y democrático
de derecho, 2a. ed., Barcelona, Bosch, 1992, pp. 69 y ss.
106 RAFAEL MÁRQUEZ PIÑERO
6 Cerezo Mir, José, Curso de derecho penal español. Parte general, t. III, Madrid, Tecnos,
2001, pp. 178 y 179.
DELITOS DE PELIGRO ABSTRACTO 107
11 Mateos Rodríguez-Arias, Antonio, Derecho penal y protección del medio ambiente, Madrid,
Colex, 1992, pp. 36 y ss.
12 Silva Sánchez, Jesús-María, La expansión del derecho penal. Aspectos de la política crimi-
nal en las sociedades postindustriales, Madrid, Civitas, 1999, pp. 33 y ss. El profesor Silva Sánchez,
DELITOS DE PELIGRO ABSTRACTO 109
catedrático de derecho penal de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona expresa con claridad
envidiable lo siguiente: “ Así las cosas, nos hallamos, pues, en un modelo de sociedad orientado a una
restricción progresiva de las esferas de actuación arriesgada... pero, sea como fuere, el efecto es
una creciente tendencia hacia la transformación del Unglück (accidente fortuito, desgracia) en Un-
recht (injusto), lo que inevitablemente conduce a una ampliación del derecho penal. A la sensación
de inseguridad se suma, pues, en nuestro modelo social la existencia de un prototipo de víctima que
no asume la posibilidad de que el hecho que ha sufrido sea debido a una “ culpa suya” o que, simple-
mente, responda al azar. Se parte del axioma de que siempre ha de haber un tercero responsable, al
que imputar el hecho y sus consecuencias patrimoniales y/o penales” .
“ Hacen falta no sólo responsables sino también culpables. Hay que encontrar un responsable en
todo empezando por lo más absurdo, la muerte... Como si la evolución de la sociedad democrática le
hiciese respetar la idea de que ninguna muerte es natural y que, sino se le puede atribuir a una volun-
tad positiva, siempre se puede imputar a una negligencia.
110 RAFAEL MÁRQUEZ PIÑERO
13 La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dice en su artículo 4o., párrafo
tercero lo siguiente: “ toda persona tiene derecho a la protección de la salud” .
El artículo 27 dice, en su párrafo tercero y cuarto: “ La nación tendrá en todo tiempo el derecho de
imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público, así como el de regular, en
beneficio social, el aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación, con el objeto
de hacer una distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de su conservación, lograr el desarrollo
equilibrado del país y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población rural y urbana.
112 RAFAEL MÁRQUEZ PIÑERO
Corresponde a la nación el dominio directo de todos los recursos naturales de la plataforma conti-
nental y los zócalos submarinos de las islas; de todos los minerales y sustancias que en vetas, mantos,
masas o yacimientos constituyen depósitos cuya naturaleza se distinta de los componentes de los te-
rrenos, tales como los minerales de los que se extraigan metales y metaloides utilizados en la indus-
tria; los yacimientos de piedras precisas de sal de gema y las salinas formadas directamente por las
aguas marinas; los productos derivados de la descomposición de las rocas, cuando su explotación
necesite trabajos subterráneos; los yacimientos minerales u orgánicos de materias susceptibles de ser
utilizadas como fertilizantes; los combustibles minerales sólidos; el petróleo y todos los carburos de
hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos; y el espacio situado sobre el territorio nacional, en la exten-
sión y términos que fija el derecho internacional.
El artículo 73 de la Constitución señala: “ El Congreso tiene facultad (fracción XXIX-G): Para
expedir leyes que establezcan la concurrencia del gobierno federal, de los gobiernos de los estados y
de los municipios, en el ámbito de sus respectivas competencias, en materia de protección al ambien-
te y de preservación y restauración del equilibrio ecológico” .
DELITOS DE PELIGRO ABSTRACTO 113
14 A estos delitos una buena parte de la doctrina italiana, y algunos autores hispanos, le suelen
denominar también delitos de peligro presunto, indicando con ello la anticipación, al ámbito previo, de
la punibilidad, fenómeno inquietante que desemboca —desafortunadamente— en la expansión del
derecho penal tan claramente, véase Silva Sánchez, op. cit., nota 12, de este trabajo.
15 Tampoco hay que rasgarse las vestiduras, nada menos que Winston Spencer Churchill decía
que la democracia “ es el menos malo de los sistemas de gobierno posibles” . Y si él lo decía sus
razones tendría.
114 RAFAEL MÁRQUEZ PIÑERO
I. CONSIDERACIONES GENERALES
117
118 MERCEDES PELÁEZ
125
126 SERGIO GARCÍA RAMÍREZ
posible optar entre ésta y la prisión. Entre los elementos que debía tomar
en cuenta el tribunal figuraba —y figura todavía— la prevención general.
Desde entonces se objetó supeditar la suerte particular del inculpado a la
operación general del sistema.
La misma reforma de 1991 amplió inmoderadamente las sustituciones
de la prisión —en cuanto al tiempo, no en cuanto a la naturaleza o el nú-
mero de los sustitutivos. Éstos quedaron en los siguientes términos: a) con-
dena condicional, cuando no excediera de cuatro años (en vez de dos) la pri-
sión impuesta en la sentencia (artículo 90, fracción I, inciso a); b) trabajo en
favor de la comunidad o semilibertad, cuando la prisión no excediese de cin-
co años (en vez de un año en el supuesto del trabajo, y de tres, en el de la
semilibertad); c) tratamiento en libertad, en la hipótesis de que la prisión no
fuera mayor de cuatro años (no de tres), y d) multa, cuando la privación de
libertad no fuese superior a tres años (en vez de uno, artículo 70).
Con todo ello, la reforma de 1991 sembró problemas que pusieron en
riesgo la eficacia del sistema. La desmesura y la ingenuidad tienen, a la
postre, un precio elevado: endurecimiento de la punición. Hay que tomar
en cuenta que la sustitución trae consigo condiciones ejecutivas singula-
res y necesidades específicas de orientación y observación de la conducta,
que deben organizarse de acuerdo con las características de la medida
misma y con las posibilidades reales de la administración. Ni la semili-
bertad ni el trabajo en favor de la comunidad pueden cubrir periodos ex-
cesivamente prolongados, que tampoco deben imponerse al tratamiento
en libertad, aunque en este caso la duración manejable puede ser más am-
plia que en aquéllos.
A su turno, una reforma de 1993 redujo condiciones para la sustitu-
ción: ya no sería necesario que el beneficiario fuera delincuente primeri-
zo. Otra cuestión polémica, sobre todo cuando no se dispone del arsenal
que favorezca el éxito de los sustitutivos.
Después de ese año hubo más cambios. El primero, de 1996, rectificó
la desmesura de 1993. Excluyó los sustitutivos en determinados casos de
previa comisión de delitos, acogiendo la cautela que sugiere la reinciden-
cia, y modificó las condiciones cuantitativas. Así resultó el siguiente sis-
tema de sustituciones, conforme al artículo 70 del Código Penal: a) por
trabajo en favor de la comunidad o semilibertad, si aquélla no excedía de
cuatro años (no cinco, como antes, fracción I); b) por tratamiento en li-
bertad, cuando no fuera superior a tres años (antes, cuatro años, fracción
130 SERGIO GARCÍA RAMÍREZ
1 El artículo 39 establece la libertad bajo vigilancia como sustitutivo del trabajo a favor de la
comunidad, que a su vez es sustitutivo de la multa, cuando no sea posible o conveniente la conversión
de ésta en aquél.
132 SERGIO GARCÍA RAMÍREZ
7 En efecto, la fracción XI del artículo 123 constitucional señala que “ en ningún caso el traba-
jo extraordinario podrá exceder de tres horas diarias ni de tres veces consecutivas” ; y la fracción IV
del mismo precepto dispone que “ por cada seis días de trabajo deberá disfrutar el operario de un día
de descanso, cuando menos” .
REPARACIÓN DE DAÑOS Y PERJUICIOS 135
Ahora bien, la medida también trae consigo actividades que entrañan ries-
gos y problemas; por ello no conviene extremarla, llevarla demasiado le-
jos en el tiempo y, por lo tanto, en la molestia y en el peligro.
La ley no dice cual es la equivalencia del tiempo de semilibertad con
respecto al tiempo de prisión, pero se puede suponer que un día de semili-
bertad equivale a uno de prisión, a diferencia de los dos días recogidos
expresamente por el anteproyecto del Instituto de Investigaciones Jurídi-
cas. Pensemos en una semilibertad consistente en salida (excarcelación)
diurna con reclusión nocturna, aunque también podríamos pensar en cual-
quier otra variante. Reflexionemos en lo que significa —para todos: reo,
autoridad, familia, sociedad, empleador— que el sujeto salga de la cárcel
todas las mañanas y regrese a ella todas las noches (inclusive los fines de
semana, en esta hipótesis precisa), durante nada menos que cinco años. El
mero enunciado de la situación permite advertir sus riesgos y deficien-
cias. Por ello resultaba sensato limitar la semilibertad a tres años, como lo
dispuso la reforma de 1983, y además reconocer que un día de semiliber-
tad extinguiría dos de prisión, como lo propuso el anteproyecto del Insti-
tuto de Investigaciones Jurídicas.
Hay otros puntos vinculados con los sustitutivos. Sólo destacaré uno
de ellos: el trabajo en beneficio de la víctima, que no existía en la legisla-
ción del Distrito Federal. Por supuesto, hay que mejorar y avanzar en los
medios de “ reencuentro” entre delincuente y ofendido, víctima y victi-
mario, a través de mediación, conciliación, composición, reparación, re-
conciliación, etcétera. Y por ende, hay que conformar a este propósito no
pocas soluciones penales sustantivas y adjetivas. El Código de 2002 no lo
hizo, al desechar avances plausibles que ya figuran en ordenamientos loca-
les y que figuraban en el anteproyecto penal del Instituto de Investigacio-
nes Jurídicas.
El Código de 2002 caracteriza al trabajo en beneficio de la víctima
del delito como “ la prestación de servicios remunerados, en instituciones
públicas, educativas, empresas de participación estatal o en empresas pri-
vadas, en los términos de la legislación correspondiente” (artículo 36).
Queda pendiente, pues, una legislación que detalle esta materia, y que ha-
brá de ser la anunciada ley que establezca el Fondo para la Reparación
del Daño a las Víctimas del Delito, que la Asamblea Legislativa deberá
expedir en septiembre de 2002 (artículo 2o. transitorio del decreto corres-
pondiente al nuevo Código Penal).
136 SERGIO GARCÍA RAMÍREZ
8 “ Delitos contra el servicio público cometidos por servidores públicos” y “ Delitos cometidos
en contra del adecuado desarrollo de la justicia cometidos (sic) por servidores públicos” .
140 SERGIO GARCÍA RAMÍREZ
Decomiso
El término proviene del latín commissum, que significa objeto comi-
sivo del crimen, objeto incautado por el fisco como castigo, el Dicciona-
* Presidente de la Comisión de Administración y Procuración de Justicia de la Asamblea Le-
gislativa del Distrito Federal.
141
142 JUAN JOSÉ CASTILLO MOTA
del título tercero que se refiere a las consecuencias jurídicas del delito,
los cuales me permito citar.
El artículo 54 señala con precisión el destino de los objetos decomi-
sados. Es decir, la autoridad competente determinará el destino de los ins-
trumentos, objetos o productos del delito, al pago de la reparación de los
daños y perjuicios causados, al de la multa o en su defecto, según su utili-
dad, al mejoramiento de la procuración y administración de justicia, apli-
cación que constituye un reclamo social para reparar, en lo posible, el
daño y los perjuicios causados a las víctimas del delito.
Igualmente, el artículo prevé que si las cosas aseguradas o decomisa-
das son sustancias nocivas o peligrosas, la autoridad ordenará de inmedia-
to las medidas de precaución que correspondan, incluida su destrucción o
su conservación para fines de docencia o investigación, según se estime
conveniente, lo que consideramos debe estar regulado. Sin enfatizar dicho
precepto finaliza diciendo: “ Si se trata de material pornográfico se orde-
nará su inmediata destrucción” . Los productos, rendimientos o beneficios
obtenidos por los delincuentes o por otras personas, como resultado de su
conducta ilícita, serán decomisados y se destinarán en los términos de di-
cho artículo.
También era de vital importancia regular lo relativo no solo al destino
de los bienes incautados, sino al procedimiento, al igual que el destino de
aquéllos que no hubiesen sido decomisados; para evitar suspicacias, mu-
chas veces fundadas, el artículo 55 así lo señala.
Artículo 55 (venta de bienes a disposición de la autoridad): los obje-
tos o valores que se encuentren a disposición de las autoridades investiga-
doras o judiciales, que no hayan sido decomisados, se entregarán inme-
diatamente a quien tenga derecho a ello, si acude dentro de los noventa
días naturales siguientes al de su notificación. Transcurrido dicho plazo
sin que sean reclamados, se le notificará por segunda ocasión para que en
un plazo improrrogable de tres meses acuda a formular la reclamación
correspondiente, con apercibimiento de que, de no hacerlo dentro de este
plazo, se le cobrarán los gastos de almacenamiento y mantenimiento que
procedan de conformidad con la ley.
Si transcurridos seis meses desde la segunda notificación, los objetos
o valores no han sido reclamados, se enajenarán en subasta pública y el
producto de la venta se pondrá a disposición de quien esté facultado para
recibirlo, previas las deducciones de los gastos ocasionados en los térmi-
nos de las disposiciones legales aplicables. Si el facultado no se presenta
144 JUAN JOSÉ CASTILLO MOTA
147
148 SERGIO CORREA GARCÍA
Bajo este tenor, el contenido del artículo 72 del Código Penal para el
Distrito Federal vigente conserva la filosofía humanista del derecho penal
de Dorado Montero, así como el modelo reactivo de doble vía (aplicación
simultánea de penas y de medidas de seguridad), adhiriéndose a un siste-
ma ecléctico de pena retributiva y rehabilitacional (ver al pasado y al fu-
turo), en el que se subsumen tanto el reproche penal (derecho penal de
acto), y las características de personalidad de autor (derecho penal de au-
tor), en una sola fórmula que sintetiza la construcción penal en un huma-
nismo rehabilitacional, dentro de una sociedad aparentemente neoliberal.
Si analizamos el primer párrafo del artículo 72, que ordena al juez,
para dictar sentencia condenatoria, determinar la pena y la medida de se-
guridad establecida para cada delito y la individualización de la misma
dentro de los límites señalados, con base en la gravedad del ilícito y el
grado de culpabilidad del agente, agregando además, que el juzgador,
para la adecuada aplicación de las penas y medidas de seguridad, deberá
tomar conocimiento directo de las características de personalidad del su-
jeto, su relación con la víctima y con las circunstancias del hecho, se de-
muestra lo antes referido en el sentido de incorporar un modelo rehabili-
tacional dentro de un sistema penal retribucionista, pero en el contexto de
su sistema punitivo “ duro” , que es incongruente con dicho humanismo
rehabilitacional.
Por otra parte, el dispositivo penal comentado enlista ocho fracciones
a las que debe sujetarse el juzgador para la individualización de las san-
ciones, tales como la naturaleza de la acción y omisión y medios emplea-
dos; la magnitud del daño causado al bien jurídico o del peligro en que
este fue colocado; las circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión del
hecho realizado; la forma y grado de intervención del agente en la pro-
ducción del delito; los vínculos del parentesco, amistad o relación entre el
activo y el pasivo, así como su calidad y la de la víctima u ofendido.
De igual forma, el artículo 72 obliga al juez para determinar el quan-
tum de la pena, a considerar la edad, el grado de educación, las costum-
bres, las condiciones socio-económicas del sujeto, así como los motivos
que lo impulsaron a delinquir. De igual manera, el juez deberá tomar en
cuenta la pertenencia del procesado a un grupo étnico o pueblo indígena
con el propósito de tomar en cuenta los usos y las costumbres; así como
las condiciones fisiológicas y psíquicas en que se encontraba el activo en
el momento de la comisión del delito, como las condiciones anteriores y
posteriores al ilícito relacionadas con el mismo, entre otros aspectos.
APLICACIÓN DE SANCIONES (ASPECTOS CRIMINOLÓGICOS) 149
I. INTRODUCCIÓN Y DELIMITACIÓN
151
152 MOISÉS MORENO HERNÁNDEZ
atención por parte de la dogmática penal, sobre todo por lo que hace a sus
presupuestos. De ahí que también el legislador mexicano le ha dado ma-
yor atención, al establecer una regulación distinta en la ley penal; por lo
que, igualmente se derivarán de ésta nuevas tareas para la dogmática pe-
nal mexicana.
Para abordar este punto, se plantean algunas cuestiones previas: ¿cuá-
les son las razones político-criminales que determinan al legislador dar
origen a una nueva regulación sobre la responsabilidad de las personas
morales? ¿Cuáles son las razones político-criminales, por las que se plantea
la necesidad de sancionar penalmente a las personas jurídicas colectivas?
¿Puede hablarse estrictamente de responsabilidad penal de las personas
jurídicas o morales (responsabilidad corporativa), o sólo de la responsabi-
lidad de las personas físicas —directivos o representantes— (responsabili-
dad individual), de las cuales, sin embargo, pueden derivarse consecuen-
cias jurídicas para aquéllas? ¿Cuáles serían, en su caso, los presupuestos
necesarios para la imposición de una sanción penal a las personas jurídi-
cas? ¿Qué tipo de sanciones penales pueden ser impuestas directamente a
las personas jurídicas?
Debe reconocerse, como lo han destacado especialistas en la materia,
que las relaciones existentes entre las personas jurídicas colectivas —como
es el caso de las empresas— y los grandes problemas criminológicos y
político—criminales no han sido aún suficientemente abordados por la le-
gislación ni por la teoría. Debe, además, reconocerse que las empresas
desempeñan los más variados papeles en la vida de un país, que también
tienen que ver con el problema de la delincuencia y con los medios de
control estatal. La realidad demuestra que muchas de las infracciones co-
metidas por agentes corporativos resultan de decisiones generadas en el
seno de las empresas, como las prácticas monopólicas o anticompetitivas,
las manipulaciones para evadir impuestos, entre muchas otras.
No obstante lo anterior, tales conductas no causan la indignación y
alarma que causa la delincuencia común incluso en las formas más leves,
como robos de objetos de poco valor económico señalándose diversas ra-
zones por las que la mayoría de los delitos corporativos específicos no
despiertan la necesidad de su persecución. Por ello, también se afirma la
existencia de un déficit de sanción en lo referente a las actividades social-
mente dañosas de ciertas empresas o de sus directivos, tanto por obstácu-
los sustanciales —por las deficientes construcciones de algunos tipos pe-
nales, como es el caso de los llamados delitos especiales— como por
RESPONSABILIDAD DE LAS PERSONAS JURÍDICAS 155
Por lo que hace a las sanciones (penales) para las personas jurídicas,
se prevén igualmente diversas consecuencias en las legislaciones, aten-
diendo a la naturaleza de aquéllas. Y desde el plano teórico se sugiere,
con relación a las empresas, que las sanciones deben apuntar —directa o
indirectamente— a modificar sus estructuras, como medida preventiva, lo
que sólo se puede obtener si se afecta al hombre de negocios: al presiden-
te de una firma, a los directores o al gerente general. Desde este punto de
vista preventivo general de la medida estatal, se piensa que “ es muy posi-
ble que el mero procesamiento de un hombre de negocios tenga un im-
pacto suficientemente fuerte como para que tanto éste cuanto sus colegas
hagan lo posible por evitar situaciones semejantes en el futuro” . Pues se
considera que “ el mal rato experimentado por una persona acostumbrada
a un trato privilegiado es quizá equiparable a severas condenas impuestas a
gente proveniente de estratos sociales inferiores, para quienes la imagen y
la reputación constituyen aspectos no tan dignos de salvaguardar” . Dicho
efecto podría ser mayor si se trata, además, de una condena también seve-
ra (M. Goti, p. 48).
No obstante lo anterior, existen ciertos reparos cuando, en relación
con los procedimientos sobre este tipo de responsabilidad penal, se hacen
valer los principios del derecho penal tradicional, que tratan de garantizar
los derechos de los inculpados y evitar el abuso en el ejercicio del poder
penal; pues, se considera que entonces el remedio penal tiene pocos efec-
tos preventivos, en virtud de que las posibilidades de detención y apre-
hensión son menores que en relación con personas de escasos recursos, o
porque con frecuencia se colocan hombres de paja en los puestos clave,
o bien porque simplemente las denuncias son menores, porque quienes de-
ben hacerlo en la mayoría de las veces ignoran el hecho. Por ello, se esta-
blece la necesidad de llegar a quienes diseñan el modelo empresario para
que el sistema grupal se vea modificado, para lo cual se señala la conve-
niencia de elaborar una doctrina de la responsabilidad penal corporativa,
en la que pueden reconocerse modalidades diferentes, como: a) prever
sanciones que puedan ser impuestas de manera directa a las personas jurí-
dicas, y b) apuntar a la responsabilidad funcional de la cabeza de la orga-
nización, como se señaló con anterioridad y como ya lo prevén las legis-
laciones antes mencionadas.
En síntesis, se considera que una estrategia político-criminal, de la
que se puedan esperar resultados satisfactorios, debe combinar diferentes
vías, de manera que se prevean sanciones que pesen tanto sobre la perso-
160 MOISÉS MORENO HERNÁNDEZ
1. Algunos antecedentes
en principio, han seguido los códigos penales de los estados que adopta-
ron como modelo al Código Penal federal de 1931.
No obstante, la realidad muestra que las disposiciones relativas a la
responsabilidad penal de las agrupaciones han carecido de aplicación
práctica; han sido, como decía Matos Escobedo, una fórmula vacía, sin
sentido ni objeto en nuestro medio jurídico, lo que se ha debido, entre
otras causas, a que no se han consignado reglas para hacer efectivas las
responsabilidades y las sanciones corporativas, como tampoco se ha pre-
visto claramente si podía sancionarse a una agrupación sin someterla a
juicio, como lo exigen los diversos principios que rigen nuestro sistema
procesal.
Ante esa situación de falta de aplicación práctica de la ley, se han
planteado como alternativas: a) suprimirlas por inútiles, regresando a la
postura del Código Penal de 1871, o b) modificarlas, precisando la capa-
cidad de las personas morales o jurídicas tanto para la comisión de delitos
que fueran peculiares a su naturaleza y constitución como para ser proce-
sadas, a fin de cumplir con la garantía nulla poena sine judicio (cfr. Ma-
tos Escobedo, p. 6). Las tendencias legislativas de varios estados de la
República han optado por la doctrina de la responsabilidad de la persona
jurídica, pero en el sentido que lo hace el artículo 11 del Código Penal
federal, aunque precisando la forma y los efectos con que debía proceder-
se a la suspensión o disolución de la persona moral para sancionar los
“ delitos corporativos” , así como el “ enjuiciamiento de las personas mo-
rales” , que sin duda supone apartarse de las formas tradicionales del pro-
ceso penal diseñadas para las personas físicas.
Esta misma tendencia, pero con mayor claridad, han seguido diversos
anteproyectos de Código Penal, como es el caso del anteproyecto elabora-
do por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal en 1990-
1991 y que en 1992 fue retomado y perfeccionado por la Comisión de
Justicia de la Cámara de Diputados, que estableció un capítulo especial
para regular las consecuencias jurídicas para las personas morales, en el
que se consideran como sanciones “ administrativas” : la suspensión, diso-
lución, prohibición de realizar determinadas operaciones e intervención
de las personas morales, y se señala en qué consiste cada una de ellas.
Pero se establece como principio que “ para los efectos de este Código,
sólo pueden ser penalmente responsables las personas físicas” ; es decir,
se adopta el principio societas delinquere non potest, aún prevaleciente
162 MOISÉS MORENO HERNÁNDEZ
ner diversas sanciones por el juez penal. Se parte de la idea de que sola-
mente las personas físicas pueden ser penalmente responsables; por lo que
las consecuencias para las personas morales no será de carácter penal sino
administrativo.
Para los efectos de este Código, sólo pueden ser penalmente responsables
las personas físicas. Sin embargo, cuando un miembro o representante de
una persona moral, con excepción de las instituciones públicas del Distrito
Federal, cometa algún delito con los medios que para tal objeto la misma
persona moral le proporcione, de modo que el delito resulte cometido a su
nombre, bajo el amparo o en beneficio de aquélla, el juzgador impondrá en
la sentencia, previo el procedimiento correspondiente y con intervención
del representante legal, las consecuencias jurídicas accesorias previstas en
los artículos 68 y 69 de este Código para dichas personas, independiente-
mente de la responsabilidad en que hubieren incurrido las personas físicas
por los delitos cometidos.
IV. BIBLIOGRAFÍA
I. INTRODUCCIÓN
167
168 RAÚL PLASCENCIA VILLANUEVA
cita a Pessina en estos términos: “ El criterio es la fuerza del tiempo ... El tiempo no es creador de
derechos, no es destructor de derechos; pero existe una fuerza en el mismo para modificar los hechos,
a la cual se vinculan las relaciones del derecho” .
3 Carranca y Trujillo, Raúl, Carranca y Rivas, Raúl, Código Penal anotado, Porrúa, 20a. ed.,
México, 1997, p. 314.
4 Código Penal para el estado de Baja California, 20-VIII-1989, libro primero, título V, capítu-
los IX, X y XI, artículos 110-122.
5 Código Penal para el estado de Morelos, 9-X-1996, libro primero, título VI, capítulo X, ar-
tículos 97-105.
6 Código Penal para el estado de Querétaro, 23-VII-1987, libro primero, título V, capítulo X,
artículos 111-124.
7 Código Penal para el estado de Tabasco, 22-II-1997, libro primero, título V, capítulo XI,
artículos 98-109.
8 Código Penal para el estado de Tabasco, 22-II-1997, libro primero, título V, capítulo XI,
artículos 98-109.
9 Código Penal para el estado de Baja California Sur, 15-I-1991, libro primero, título V, capí-
tulos I, y IX, artículos 105-107 y 122-138.
10 Código Penal del Estado de México, 20-III-2000, libro primero, título V, capítulos XI, XII y
XIII, artículos 94-106.
11 Código Penal del estado de Guerrero, 14-XI-1986, libro primero, título V, capítulos X, XI y
XII, artículos 90-102.
12 Código Penal para el estado de Hidalgo, 9-VI-1990, libro primero, título IV, capítulos I y X,
artículos 109, 120-131.
13 Código Penal para el estado libre y soberano de Quintana Roo, 29-III-1991, libro primero,
título V, capítulo I, artículo 68, y título sexto, capítulos I, II y III, artículos 76-85.
PRESCRIPCIÓN 169
14 Prescripción penal. En la voz “ extinción penal” se ha expresado que ella puede referirse
tanto a la acción como a la pena y que la prescripción es un modo de extinguir la responsabilidad
penal por el simple transcurso del tiempo. Diccionario jurídico mexicano; Instituto de Investigacio-
nes Jurídicas; Porrúa y Universidad Nacional Autónoma de México.
15 Periódico Reforma, Año 9, núm. 3114, Sección “ A” , 24 de junio de 2002, pp. 1 y 8 “ A” .
170 RAÚL PLASCENCIA VILLANUEVA
dría estar corriendo o bien haber transcurrido, con lo cual la justicia podría
dejar de operar y por consecuencia generarse en la sociedad un sentimien-
to distinto al aprecio por la norma penal y la justicia.
En efecto, pues, tal y como Binding afirmaba “ el tiempo que todo lo
devora, devora también la resultante de la prueba” ,16 por ello cuando se
alude a la prescripción no sólo debe meditarse sobre el delito, sino, tam-
bién en los medios de prueba que evidentemente quizás pasado el tiempo
ya no resulten asequibles para los fines inicialmente previstos, pero sobre
todo en la posibilidad de las instituciones para lograr el cumplimiento de
su función.
delito y de las cosas que son efecto u objeto de él; publicación especial de
sentencia; caución de buena conducta sujeción a la vigilancia de la poli-
cía; suspensión de algún derecho civil, familiar o político; inhabilitación
para ejercer algún derecho civil, familiar o político; suspensión de cargo
o empleo; destitución de determinado cargo, empleo u honor; inhabilita-
ción para obtener determinado cargo, empleo u honor; inhabilitación para
toda clase de empleo, cargo u honores; suspensión en el ejercicio de algu-
na profesión que exija título expedido por alguna autoridad o corporación
autorizada para ello; inhabilitación para ejercer alguna profesión; prohibi-
ción de ir a determinado lugar, municipio, distrito, estado o de residir en
ellos; y expulsión de extranjeros.
La reparación del daño siempre era parte integrante de las sanciones;
pero las providencias que dictaran los jueces, necesarias para la instruc-
ción de los procesos o para asegurar a los responsables de un delito, no
eran consideradas como sanciones.
Este código señaló que las acciones penales que se puedan intentar de
oficio prescribían en seis meses cuando se tratara de delitos sancionados
con apercibimiento, amonestación o extrañamiento; en un año tratándose
de delitos a los que se aplicara multa, arresto o ambas sanciones; en un
término igual al de la sanción pero que en ningún caso baje de cinco años,
cuando por el delito debiera imponerse una sanción corporal diversa de
las de arresto; en un término igual al de la sanción, que no baje de un año,
cuando proceda a aplicar suspensión de empleo, cargo o derecho; en dos
años, si la sanción aplicable es la destitución; y en tres cuando sea la de
inhabilitación de derechos, empleos, cargos u honores.
En cuanto a los plazos de prescripción de la acción penal, señalaba
que la acción penal prescribía en cinco años cuando la sanción aplicable
fuere menos de diez años; y en diez cuando excedía de ese tiempo.
La acción penal que naciere de un delito que sólo pudiere perseguirse
por queja de parte prescribía en un año, contado desde el día en que la
parte ofendida tuviera conocimiento del delito y del delincuente; pero si
pasaren tres años sin que se intentara la acción, prescribía ésta, inde-
pendientemente de aquella circunstancia, en caso de acumulación de deli-
tos las acciones prescribían separadamente. En cuanto a la prescripción
de las sanciones, los términos habrían de ser continuos, y correrían desde
el día siguiente a aquél en que el condenado se sustraía de la acción de la
autoridad.
PRESCRIPCIÓN 175
17 Código Penal para el estado libre y soberano de Veracruz, 13 de septiembre de 1980, artículo
90, último párrafo.
PRESCRIPCIÓN 177
yor, (artículo 28 existe concurso ideal, cuando con una sola acción u omi-
sión se cometen varios delitos), en el caso del segundo, los plazos para la
prescripción de la pretensión punitiva empezarán a correr simultáneamen-
te y prescribirán separadamente para cada uno de ellos, (artículo 28, pá-
rrafo segundo, hay concurso real, cuando con pluralidad de acciones u
omisiones se cometen varios delitos).
En el artículo 117 se elimina el término mínimo previsto de un año
para la prescripción de la potestad de ejecutar la pena o la medida de se-
guridad cuando el sentenciado hubiere extinguido ya una parte de su san-
ción, por lo que sólo se incluye que será necesario que transcurra tanto
tiempo como el que falte de la condena, para cumplir con la sanción im-
puesta.
Se incorporó el artículo 119 que establece, sobre la extinción de la
pretensión punitiva, que ésta será resuelta por el titular del Ministerio Pú-
blico durante la averiguación previa o por el órgano jurisdiccional en
cualquier etapa del proceso. La declaración de extinción de la potestad de
ejecutar las penas y las medidas de seguridad corresponde al órgano juris-
diccional.
El artículo 120, también de reciente creación, establece que si durante
la ejecución de las penas o medidas de seguridad se advierte que se había
extinguido la pretensión punitiva o la potestad de ejecutarlas, tales cir-
cunstancias se plantearán por la vía incidental ante el órgano jurisdiccio-
nal que hubiere conocido del asunto y éste resolverá lo procedente.
Ahora bien, en el título cuarto, “ Delitos contra la libertad personal” ,
capítulo IV, “ Desaparición forzada” , se prevé una regla especial que no
quedó contemplada en el capítulo de prescripción, y se refiere precisa-
mente a la imprescriptibilildad, la cual está inmersa en lo dispuesto por el
último párrafo del artículo 168, que a la letra establece:
Artículo 168. Al servidor público del Distrito Federal que con motivos de
sus atribuciones detenga y mantenga oculta a una o varias personas, o bien
autorice, apoye o consienta que otros lo hagan sin reconocer la existencia
de tal privación o niegue información sobre su paradero, impidiendo con
ello el ejercicio de los recursos legales y las garantías procesales proceden-
tes, se le sancionará con prisión de quince a cuarenta años y de trescientos
a mil días de multa, destitución e inhabilitación para el desempeño de cual-
quier cargo, empleo o comisión hasta por diez años.
Las sanciones previstas en los párrafos precedentes se disminuirán en
una tercera parte, cuando el agente suministre información que permita es-
PRESCRIPCIÓN 179
Por otra parte, es importante recordar que el Código Penal federal in-
cluye en el título tercero, como incluía el anterior, los delitos contra la
humanidad, con dos capítulos, el primero relativo a la violación de los
deberes de humanidad y el segundo relativo al genocidio.19 El Código Pe-
nal del Distrito Federal no los incluye en su contenido por lo que resulta
preciso reflexionar sobre la necesidad de incluir el tema de la imprescrip-
tibilidad.
19 Al respecto, los principios de derecho internacional reconocidos por el Estatuto y por las
sentencias del Tribunal de Nuremberg, aprobados por la Comisión de Derecho Internacional en 1950
y presentados a la Asamblea General, establecen en el principio VI, como punibles en derecho inter-
nacional a los delitos contra la humanidad tales como: el asesinato, el exterminio, la esclavitud, la
deportación y otros actos inhumanos cometidos contra cualquier población civil, o las persecuciones por
motivos políticos, raciales religiosos, cuando tales actos sean cometidos o tales persecuciones sean
llevadas a cabo al perpetrar un delito contra la paz o un crimen de guerra, o en relación con él.
180 RAÚL PLASCENCIA VILLANUEVA
V. INSTRUMENTOS INTERNACIONALES
Artículo II.
a) El asesinato.
b) El exterminio.
20 Elevado por la Asamblea General de la ONU al rango de Derecho Internacional en 1947.
182 RAÚL PLASCENCIA VILLANUEVA
c) La sumisión a esclavitud.
d) La deportación.
e) Cualquier otro acto inhumano cometido contra cualquier población
civil, antes o durante la guerra, o bien las persecuciones por moti-
vos políticos, raciales o religiosos, cuando esos actos o persecucio-
nes, tanto si han constituido como si no una violación del derecho
interno del país donde han sido perpetrados, han sido cometidos
después de cualquier crimen de la competencia del tribunal, o en
relación con ese crimen.
a) Asesinato.
b) Exterminación.
c) Reducción a la servidumbre.
d) Expulsión.
e) Encarcelamiento.
f) Tortura.
g) Violaciones.
h) Persecuciones por motivos políticos, raciales o religiosos.
i) Otros actos inhumanos.
a) Asesinato.
b) Exterminación.
c) Reducción a la servidumbre.
PRESCRIPCIÓN 183
d) Expulsión.
e) Encarcelamiento.
f) Tortura.
g) Violaciones.
h) Persecuciones por motivos políticos, raciales o religiosos.
i) Otros actos inhumanos.
a) Asesinato.
b) Exterminio.
c) Esclavitud.
d) Deportación o traslado forzoso de población.
e) Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en viola-
ción de normas fundamentales de derecho internacional.
f) Tortura.
g) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forza-
do, esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad
comparable.
h) Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia funda-
da en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, re-
ligiosos, de género definido en el párrafo 3, u otros motivos univer-
salmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho
internacional, en conexión con cualquier acto mencionado en el
presente párrafo o con cualquier crimen de la competencia de la
Corte.
i) Desaparición forzada de personas.
j) El crimen de apartheid.
k) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencional-
mente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integri-
dad física o la salud mental o física.
185
186 FRANCISCO CHÁVEZ HOCHSTRASSER
Por lo tanto, sobre este tópico debe tenerse en cuenta el criterio que
emerge de la tesis siguiente:
4 Delitos que, a partir del 12 de noviembre de 2002, quedan previstos en las fracciones I, II, II
y IV del artículo 130 del nuevo Código Penal para el Distrito Federal.
RECONOCIMIENTO DE INOCENCIA DEL SENTENCIADO 189
En efecto, el juez que esté conociendo del segundo proceso debe re-
solver el asunto dictando, de oficio o a petición de la defensa, una resolu-
ción de sobreseimiento, la cual produce los efectos de una sentencia abso-
lutoria.
No debe perderse de vista que, al respecto, en la segunda parte del
artículo 118 del Código Penal (vigente en el Distrito Federal hasta el 11
de noviembre de 2002) se contempla:
5 En la fracción III del artículo 5o. del Acuerdo General número 5/2001, de fecha veintiuno de
junio de dos mil uno, del Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, relativo a la
determinación de los asuntos que conservará para su resolución y el envío de los de su competencia
RECONOCIMIENTO DE INOCENCIA DEL SENTENCIADO 191
originaria a las Salas y a los Tribunales Colegiados de Circuito, se establece: “ Quinto. De los asuntos
de la competencia originaria de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con las salvedades especi-
ficadas en los puntos tercero y cuarto de este acuerdo, corresponderá resolver a los Tribunales Cole-
giados de Circuito: III. Los reconocimientos de inocencia” .
En la fracción II del artículo 10 de este Acuerdo General se regula lo siguiente: “ Décimo. La
remisión de los expedientes a los Tribunales Colegiados de Circuito se sujetará, con independencia de
los acuerdos administrativos que pudieran existir, a las siguientes reglas: II. ...los de reconocimiento
de inocencia se remitirán directamente al Tribunal Colegiado de Circuito que tenga jurisdicción sobre
el órgano que previno en el conocimiento del juicio, aplicando en lo conducente el párrafo segundo
de la fracción anterior” .
192 FRANCISCO CHÁVEZ HOCHSTRASSER
gruente con la dispuesta en el artículo 118 del Código Penal para el Dis-
trito Federal (vigente hasta el 11 de noviembre de 2002). Incluso, con la
figura del sobreseimiento, tampoco se resuelven todas las situaciones que
pueden presentarse en torno al principio non bis in idem.
En efecto, quedan pendientes algunas otras cuestiones. Por ejemplo:
¿qué sucede si se detecta que existen dos averiguaciones previas respecto
de los mismos hechos? Desde luego esto no va a explicar el fenómeno de
tan alta estadística de asuntos en los que no se ha ejercitado acción penal,
pero muy frecuentemente, cuando un procesado ha terminado un largo
proceso, aparece por ahí un desglose inexplicable, y de repente es consig-
nado el asunto. ¿Hasta dónde el principio de non bis in idem abarca estos
casos?
Aunque no son materia directa de este tema, es conveniente hacer re-
ferencia a algunas otras hipótesis, que se presentan en la práctica, muy
frecuentemente: los delitos conexos y los delitos continuados.
Respecto de los delitos conexos, podemos dejar establecido que la
concurrencia de dos o más procesos no es violatoria del principio non bis
in idem, ya que se trata de hechos diversos, vinculados entre sí porque
fueron cometidos por los mismos sujetos activos, o bien respecto de los
mismos pasivos; y el problema de duplicidad de actuaciones judiciales,
enfocándolo hacia la economía procesal, puede resolverse a través de la
acumulación de procesos, salvo que se trate de delitos de diverso fuero;
pues en este supuesto debemos atender a las reglas contenidas en los artícu-
los 474 del Código Federal de Procedimientos Penales6 y 504 del Código
de Procedimientos Penales para el Distrito Federal. Incluso, cuando no
sea posible la acumulación y se pronuncie resolución en alguno de esos
asuntos, debe atenderse a lo dispuesto en los artículos 477 del ordena-
miento federal invocado y el citado numeral 504 (segundo párrafo) del
código adjetivo del fuero común, en cuanto a que el Juez que haya emiti-
do dicha resolución debe enviar una copia de la misma al otro Juzgador,
para los efectos de la acumulación de sanciones (e incluso la reincidencia,
la cual en el nuevo Código Penal para el Distrito Federal es erradicada).
Por otra parte, en cuanto al delito continuado, la primera Sala de la
Suprema Corte, en diferentes épocas, ha ido asumiendo criterios varia-
bles, que muestran la evolución jurisprudencial sobre este tópico.
dente examinar si los hechos por los que se juzgó a un inculpado en dos
diferentes procesos constituían un delito continuado. La tesis de referen-
cia establece textualmente:
una doble sanción, es decir, que un sujeto no sea condenado dos veces por
el mismo delito en relación con los mismos hechos; circunstancia que, ade-
más, permite establecer que se trata de juicios de naturaleza penal que en
concordancia con los diversos 23 de la Constitución federal y 118 del Có-
digo Penal para el Distrito Federal en materia de fuero común, y para toda
la República en materia de fuero federal, pues de la lectura de dicho pre-
cepto se aprecia que “ El reconocimiento de la inocencia del sentenciado se
basa en alguno de los motivos siguientes: V. Cuando el sentenciado hubie-
se sido condenado por los mismos hechos en juicios diversos. En este caso,
prevalecerá la sentencia más benigna” y de ese modo se pretende evitar
una dualidad de procesos en los que exista identidad de partes, sujeto pasi-
vo y sujeto activo (Estado); identidad de acciones, en las que por tratarse
del mismo delito, existe igual pretensión constituida por la aplicación de la
pena; y, por último, identidad de causa, o sea, la coincidencia del hecho
producido por el particular afectado con el supuesto jurídico previsto en la
legislación vigente y que juntos forman la idéntica controversia en la causa
pena.
Artículo 122 (Non bis in idem). Nadie puede ser juzgado dos veces por los
mismos hechos, ya sea que en el juicio se le absuelva o se le condene.
Cuando existan en contra de la misma persona y por la misma conducta:
I. Dos procedimientos distintos, se archivará o sobreseerá de oficio el
que se haya iniciado en segundo término;
II. Una sentencia y un procedimiento distinto, se archivará o se sobre-
seerá de oficio el procedimiento distinto, o
III. Dos sentencias, dictadas en procesos distintos, se hará la declara-
toria de nulidad de la sentencia que corresponda al proceso que se inició en
segundo término y se extinguirán sus efectos.
RECONOCIMIENTO DE INOCENCIA DEL SENTENCIADO 199
Artículo 1927. El Estado tiene obligación de responder del pago de los da-
ños y perjuicios causados por sus servidores públicos con motivo del ejer-
cicio de las atribuciones que les estén encomendadas. Esta responsabilidad
será solidaria tratándose de actos ilícitos dolosos, y subsidiaria en los de-
más casos, en los que sólo podrá hacerse efectiva en contra del Estado
cuando el servidor público directamente responsable no tenga bienes o los
que tenga no sean suficientes para responder de los daños y perjuicios cau-
sados por sus servidores públicos.
7 En los artículos 290-292 del nuevo Código Penal, correspondientes al título vigésimo del
segundo libro, denominado de los delitos cometidos en contra del adecuado desarrollo de la justicia
cometidos por servidores públicos, se contemplan ilícitos que sólo pueden cometerse en forma dolosa.
202 FRANCISCO CHÁVEZ HOCHSTRASSER
209
210 RODOLFO FÉLIX CÁRDENAS
8 Dice el artículo 56: Cuando entre la comisión de un delito y la extinción de la pena o medida
de seguridad entrare en vigor una nueva ley, se estará a lo dispuesto en la más favorable al inculpado
o sentenciado. La autoridad que esté conociendo del asunto o ejecutando la sanción, aplicará de oficio
la ley más favorable. Cuando el reo hubiese sido sentenciado al término mínimo o al término máximo
de la pena prevista y la reforma disminuya dicho término, se estará a la ley más favorable. Cuando el
sujeto hubiese sido sentenciado a una pena entre el término mínimo y el término máximo, se estará a
la reducción que resulte en el término medio aritmético conforme a la nueva norma. Por su parte, el
artículo 117 señala: La ley que suprime el tipo penal o lo modifique, extingue, en su caso, la acción
penal o la sanción correspondiente conforme a lo dispuesto en el artículo 56.
9 El artículo 121 (Extinción por supresión del tipo penal) establece: Cuando la ley suprima un
tipo penal se extinguirá la potestad punitiva respectiva o la de ejecutar las penas o medidas de seguri-
dad impuestas, se pondrá en absoluta e inmediata libertad al inculpado o al sentenciado y cesarán de
derecho todos los efectos del procedimiento penal o de la sentencia.
10 El artículo primero transitorio menciona: “ Este Código, con excepción de lo señalado en
estos artículos transitorios, entrará en vigor a los ciento veinte días de su publicación en la Gaceta
Oficial del Distrito Federal. Para su mayor difusión se publicará este decreto en el Diario Oficial de
la Federación” .
11 El artículo sexto transitorio dice: “ Se abroga el Código Penal de 1931, sus reformas y demás
leyes que se opongan al presente ordenamiento” .
212 RODOLFO FÉLIX CÁRDENAS
12 Al final de dicho documento que presenta este proyecto de decreto de nuevo Código Penal
para la ciudad de México ya aprobado por la Asamblea Legislativa aparecen como sus firmantes los
diputados: Juan José Castillo Mota (presidente de la comisión), Gilberto Ensátiga Santiago (vicepre-
sidente), Alejandro Diez Barroso Repizo (secretario), Rafael Luna Alviso (integrante de la comisión),
Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre (integrante de la comisión), Arturo Barajas Ruiz (integrante de la
comisión), Irma Escudero Álvarez (integrante de la comisión), Francisco Fernando Solís Peón (inte-
grante de la comisión), Ernesto Herrera Tovar (integrante de la comisión), Dione Anguiano Flores
(integrante de la comisión), Emilio Serrano Jiménez (integrante de la comisión), José Luis Buendía
Hegewisch (integrante de la comisión), Adolfo López Villanueva (integrante de la comisión).
13 El texto íntegro puede verse en las primeras 33 fojas del documento respectivo.
ARTÍCULOS TRANSITORIOS EN EL PROYECTO DE DECRETO 213
14 Ello se desprende del artículo 192 de la Ley de Amparo que dice: La jurisprudencia que
establezca la Suprema Corte de Justicia, funcionando en Pleno o en Salas, es obligatoria para éstas en
tratándose de la que decrete el Pleno, y además para los Tribunales Unitarios y Colegiados de Circui-
to, los juzgados de distrito, los tribunales militares y judiciales del orden común de los estados y del
Distrito Federal, y tribunales administrativos y del trabajo, locales o federales.
15 Argumentar así, abre la puerta a la aplicación retroactiva en perjuicio; a la aplicación por
analogía como por mayoría de razón; facilita que la acusación ministerial sea rebasada o motivo de
corrección por el poder judicial y propicia en consecuencia un claro estado de indefensión en la per-
sona del inculpado.
16 Un principio de derecho es: norma no legal supletoria de ella y constituida por doctrina o
aforismos que gozan de general y constante aceptación de jurisconsultos y tribunales.
214 RODOLFO FÉLIX CÁRDENAS
ROBO. ARTÍCULO 371, PÁRRAFO TERCERO, DEL CÓDIGO PENAL PARA EL DIS-
TRITO FEDERAL. LA NO INTEGRACIÓN DE ALGUNO DE SUS ELEMENTOS, SÓLO
ORIGINA LA TRASLACIÓN DE TIPO AL BÁSICO Y NO LA ATIPICIDAD. Al mar-
gen de la clasificación doctrinaria que pudiera tener el delito establecido en
el artículo 371, párrafo tercero, del Código Penal del Distrito Federal, es de
considerarse que éste se constituye por el básico o fundamental de robo
establecido en el artículo 367 del señalado ordenamiento, por tanto, la no
integración de alguno de los elementos del tipo de que se trata, esto es, de
la conducta establecida y sancionada en el mencionado párrafo del artículo
371, sólo genera una traslación de tipo al básico, no así la atipicidad, sin
que ello pueda considerarse como una reclasificación, pues simplemente se
trata de una cuestión de grado.
Contradicción de tesis 7/98. Entre las sustentadas por el Primero, Ter-
cero y Cuarto Tribunales Colegiados en Materia Penal del Primer Circuito.
22 de noviembre de 2000. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Juventino
V. Castro y Castro. Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas.
Secretaria: Ana Carolina Cienfuegos Posada.
Tesis de jurisprudencia 5/2001. Aprobada por la primera Sala de este
Alto Tribunal, en sesión del 14 de febrero de 2001, por unanimidad de cin-
co votos de los señores Ministros: presidente José de Jesús Gudiño Pelayo,
22 La argumentación sostenida por el máximo tribunal del país puede ser vista en el Conside-
rando Cuarto de la sentencia respectiva, que aparece a fojas 148 a 161 de la misma.
23 No era necesario que en su jurisprudencia nuestro máximo tribunal refiriera a eso de la tras-
lación del tipo al básico lo cual además de no ser una terminología de cuño penal, era del todo inne-
cesaria pues resulta evidente que ante la no acreditación del tipo complementado o cualificado o del
llamado autónomo subsiste el tipo básico.
24 Cfr. al respecto una clara explicación en Francisco Muñoz Conde y Mercedes García Arán.
Derecho Penal. Parte general (4a. ed., revisada y puesta al día, Tirant Lo Blanch, Valencia, 2000)
pp. 291 y ss.
ARTÍCULOS TRANSITORIOS EN EL PROYECTO DE DECRETO 217
Esto quiere decir que, si cuando entre en vigor el nuevo Código Penal
no se hubieren formulado conclusiones acusatorias, el Ministerio Público
25 Esto con la salvedad que, el transitorio que se comenta capta únicamente aquellos supuestos en
los cuales se está frente a figuras delictivas que en el nuevo Código Penal reciben denominación distinta
de la que tienen en el aún vigente Código Penal de 1931, pero que mantiene igual estructura típica.
26 Cfr. Presentación del proyecto de decreto por la Asamblea Legislativa en su página 32, pues
aquí la Asamblea Legislativa interpretó como sigue: En tal virtud, cuando entre en vigor el Código
Penal, habrá múltiples causas penales en las que se encuentren sustanciando el proceso, sin que el
Ministerio Público haya formulado sus conclusiones acusatorias; caso en el cual la parte acusadora
estará en aptitud de acusar formalmente por la comisión del delito que resulte configurado de acuerdo
con la nueva tipificación que se hace de algunas de esas conductas, ajustándose así a lo dispuesto en
la Ley de Amparo. Las cursivas son mías.
218 RODOLFO FÉLIX CÁRDENAS
está obligado a acusar, con base en el principio de traslación del tipo, por
el delito que resulte configurado según la nueva tipificación de las con-
ductas que se hace en el nuevo Código Penal, o sea, deberá acusar por la
nueva denominación típica que hace en este Código Penal que entrará en
vigor sin que para el cuerpo legislativo ello implique violación del artícu-
lo 160 de la Ley de Amparo, sino que más bien justifica ese proceder por
considerar que se está en presencia del supuesto previsto en ese artículo.27
De ello se extrae lo siguiente:
ción en los casos en que fuere lo procedente generando así la propia ley
impunidad.31
5) Como el Ministerio Público se obliga a acusar por la nueva denomi-
nación típica y dado que se confunde la llamada traslación del tipo con el
cambio de calificación, clasificación o reclasificación de los hechos delicti-
vos al sostener que se está en presencia de lo mismo, no se está en el su-
puesto de revisión por el procurador de justicia del Distrito Federal de las
conclusiones acusatorias así formuladas, pues ocurre aquí que sólo se acusa
por el mismo delito pero denominado de diferente manera.
6) A la vez, como el Ministerio Público está obligado a acusar por la
nueva denominación típica, si esta se sanciona de manera más severa que
en el Código Penal que abroga, la propia ley propicia que se aplique el nue-
vo ordenamiento penal de manera retroactiva en perjuicio, con violación
del párrafo primero del artículo 14 constitucional.
De esta fracción del artículo transitorio 5o. se tiene que, como la au-
toridad ejecutora debe reducir las penas de conformidad con la reubica-
ción típica que previamente se lleve a cabo, o sea con la traslación del
tipo que primero se efectúe, y como esa traslación del tipo no puede efec-
tuarla la ejecutora pues ello implicaría modificar la sentencia condenato-
ria previamente dictada ya que, como señala esta fracción del artículo
transitorio “ se requiere que la reubicación típica se lleve a cabo prime-
ro” , ocurre aquí entonces que el legislador propone desenterrar las sen-
tencias ya dictadas y que son cosa juzgada, para volver sobre las mismas
y modificarlas en afán de reubicar el delito a su nueva denominación para
que la autoridad ejecutora pueda reducir penas impuestas conforme a esa
previa reubicación.
Sin embargo, tal reubicación o traslación del tipo al de su nueva de-
nominación es jurídicamente de imposible realización pues estando ya la
sentencia dictada, esto es, existiendo cosa juzgada, ni siquiera el órgano
jurisdiccional podrá volver sobre la misma para llevar a cabo aquello que
el transitorio pide, y, por tanto, no será posible llevar a cabo esa reduc-
ción de penas que se encomienda a la autoridad ejecutora, dejando en
aquellos casos en que el nuevo Código Penal tenga delitos con nueva de-
nominación que prevean condiciones más favorables al reo sin que sea
factible su aplicación retroactiva en beneficio, originándose así una nueva
violación del artículo 14 constitucional en su primer párrafo.35
Fuera de los supuestos que se contemplan en el artículo 5o. transito-
rio,36 se debe estar a las reglas generales reguladoras del ámbito de vali-
dez temporal de la ley penal nueva respecto de la que se abroga, siendo
estos supuestos los siguientes:
42 Así por ejemplo, en caso del delito de encubrimiento por receptación cuando se trate de un
monto no superior a quinientas veces el salario mínimo, el artículo 400 fracción I del Código Penal
de 1931 lo sanciona con una pena de prisión de tres meses a tres años y multa de quince a sesenta
días multa, mientras que el nuevo Código Penal, bajo esta hipótesis según el artículo 243, sanciona
con pena de prisión de tres meses a dos años y multa de treinta a ciento veinte días multa. Se observa
cómo el Código Penal de 1931 sanciona con menos multa pero más pena corporal, mientras que el
nuevo ordenamiento lo hace con más multa pero menos pena corporal, no se podrá entonces aplicar
lo mas benéfico de ambas normas pues ello implicaría una lex tercia, o sea legislar, lo que está veda-
do al juzgador.
LA PREVENCIÓN GENERAL Y ESPECIAL Y LA EJECUCIÓN
PENAL EN RELACIÓN CON EL PROYECTO DEL NUEVO
CÓDIGO PENAL PARA EL DISTRITO FEDERAL
Antonio SÁNCHEZ GALINDO*
225
226 ANTONIO SÁNCHEZ GALINDO
235
236 OLGA ISLAS DE GONZÁLEZ MARISCAL
3 Tratado de derecho penal. Parte general, Barcelona, Bosch Casa Editorial, 1981, t. I, p. 350.
4 El bien jurídico en el derecho penal, Sevilla, Publicaciones de la Universidad de Sevilla,
Serie: Derecho, núm. 19, 1974, p. 300.
ESTRUCTURA Y PROTECCIÓN DE BIENES JURÍDICOS 237
será para los bienes jurídicos relacionados con el Estado (o con una enti-
dad federativa).
Con esa directriz metódica, resulta lógico dividir la normatividad pe-
nal que conforma la parte especial de cualquier código penal, entre ellos
el del Distrito Federal, en cinco secciones:
La primera albergaría los delitos contra las personas; la segunda re-
gularía los delitos contra la familia; la tercera se dedicaría a los delitos
contra la sociedad; la cuarta incorporaría los delitos contra la democracia
electoral (el pueblo autónomo del Distrito Federal) y la quinta se integra-
ría con los delitos contra el Distrito Federal, entendido éste como una
unidad estatal.
Esta sería la clasificación más general, que se sustenta en el origen
genético de los bienes jurídicos. Vendrían después, dentro de cada sec-
ción, las que se fundamentan en la jerarquización de esos bienes y que se
organizarían en títulos y capítulos.
Aquí es pertinente recordar que la estructuración en secciones (aun-
que dentro de las mismas no se hayan jerarquizado los bienes jurídicos)
ya ha sido adoptada en México desde 1983, en el proyecto de Código Pe-
nal de ese año y en todos los anteproyectos posteriores. Asimismo, son ya
varios los códigos penales que así se estructuran. Ejemplo: los códigos
penales de Tabasco, Morelos, Guerrero, Baja California y Querétaro, por
citar algunos.
En resumen: el libro segundo del Código Penal debe ser un sistema
consistente de protección de bienes jurídicos, estructurado con base en el
origen genético y jerarquización de tales bienes, y todo ello en consonan-
cia con la forma de gobierno instaurada en la respectiva constitución, y
con el régimen económico, social y cultural implícitos en la forma de go-
bierno.
tener más claro el objeto de protección, que debió precisarse en cada uno
de los títulos y capítulos que integrarían la sección de los “ Delitos contra
la sociedad” . Pero esto no sucedió y, por ello, el desorden y la impreci-
sión menudean.
9) En el título decimoseptimo, correspondiente a los “ Delitos contra
la seguridad colectiva” , se insertan, de manera desafortunada, en el capí-
tulo II, la pandilla, la asociación delictuosa y la delincuencia organizada,
figuras que no tienen relación una con otra. La pandilla no es un delito
autónomo; es, tan sólo, una calificativa por la forma en que se opera al
cometer el delito; en tal virtud, el lugar que le corresponde es el apartado
que contiene las reglas de la aplicación de sanciones, situado en la parte
general. Por su parte, la asociación delictuosa sí es un delito autónomo
por ser una organización destinada precisamente a delinquir, razón por la
que se sanciona a sus miembros, independientemente de que cometan o
no otros delitos; en tanto que la delincuencia organizada es un delito
complejo que tutela diversos bienes jurídicos.
10) El título decimooctavo da cabida a los “ Delitos contra el servicio
público cometidos por servidores públicos” ; pero se recogen, entre ellos,
tipos penales que protegen bienes jurídicos plenamente distintos. Entre
otros, los tipos de intimidación, peculado, malversación y enriquecimien-
to ilícito. La intimidación es un delito contra la administración de justicia,
ya que, en términos amplios, se sanciona al servidor público que intimide
a una persona para evitar que se denuncie, se formule querella o se aporte
información sobre la comisión de un delito, o ejerza represalias sobre
quien ha realizado alguna de las conductas antes descritas, lo que indiscu-
tiblemente obstaculiza la correcta administración de justicia.
El peculado, la malversación y el enriquecimiento ilícito son delitos
que, aunque sean cometidos por servidores públicos, afectan de manera
directa y sin discusión el erario público (que se ve afectado con una dis-
posición, distracción o abuso). Desafortunadamente, esto no se entendió y
se siguió la inercia de conjuntar los delitos cometidos por servidores pú-
blicos, sin importar el bien jurídico que se tutela mediante los tipos co-
rrespondientes.
Por otra parte, muy grave resultó que en el nuevo Código Penal se
hayan confundido el peculado y la malversación, que tienen conductas
distintas. En el peculado el sujeto activo dispone de bienes para sí o para
otro, en tanto que en la malversación solamente los distrae de su objeto o
les da una aplicación oficial distinta de la que tienen asignada, conductas
ESTRUCTURA Y PROTECCIÓN DE BIENES JURÍDICOS 241
éstas que manifiestamente son menos graves y que por ello merecen una
punibilidad mucho menor que la del peculado.
11) Se incorpora un título, el decimonoveno, para tratar los “ Delitos
contra el servicio público cometidos por particulares” , que tiene por obje-
to la tutela del buen funcionamiento del servicio público, mismo que se
protege en el título anterior, con la sola diferencia de que en aquél el suje-
to activo es el servidor público y en éste son particulares, como si este
dato tuviera que ver con la lesión del bien jurídico.
Por otra parte, el citado título adolece de muchas deficiencias: a) in-
corpora varios de los “ Delitos contra el ejercicio legítimo de la autori-
dad” , como los de desobediencia y resistencia de particulares, oposición
a que se ejecute alguna obra o trabajo públicos, quebrantamiento de se-
llos, y ultrajes a la autoridad; b) introduce el “Ejercicio indebido del propio
derecho” , que es un delito contra la administración de justicia, y c) inclu-
ye un capítulo al que, con todo descuido, denomina “ Reglas comunes
para los delitos contra el ejercicio legítimo de la autoridad” , sólo que el
título al cual pertenecen estas reglas comunes no se llama así, sino, como
ya se apuntó, se titula “ Delitos contra el servicio público cometidos por
particulares” .
12) El título vigésimo, irreflexivamente denominado “ Delitos come-
tidos en contra del adecuado desarrollo de la justicia cometidos por servi-
dores públicos” , destaca innecesariamente al sujeto activo. Sin embargo,
esto es lo menos grave. Lo censurable es que en tres de sus capítulos —en
los que se regulan materias especialmente trascendentes, referidas al de-
sarrollo adecuado de la justicia penal— no se tomó en cuenta al bien jurí-
dico y, en vez de ello, se elaboró un listado desarticulado de conductas,
distribuido en tres subconjuntos etiquetados en función del “ ámbito” en
que suelen cometerse. Así, se habla de “ Delitos en el ámbito de la procu-
ración de justicia” (capítulo II), “ Delitos cometidos en el ámbito de la
administración de justicia” (capítulo IV) y “ Delitos cometidos en el ám-
bito de la ejecución penal” (capítulo VI).
En uno de los proyectos que los legisladores tuvieron como base para
la elaboración del nuevo Código Penal, estas materias estaban muy bien
sistematizadas y tenían como punto de partida, obviamente, el bien jurídi-
co. Con esta guía, se regulaba, con el nombre de “ Delitos contra las ga-
rantías rectoras del procedimiento penal” , en diferentes capítulos: la apre-
hensión o detención ilegales; el retardo en la entrega de un detenido; la
detención y prisión preventiva ilegales; el retardo en la formal prisión o
242 OLGA ISLAS DE GONZÁLEZ MARISCAL
I. INTRODUCCIÓN
243
244 INGRID BRENA SESMA
texto de Código penal tipifica una conducta concreta, la misma podría en-
cuadrarse en la normativa de la Ley General de Salud.
VIII. CONCLUSIONES
Este trabajo es una propuesta en torno al actual sentido del derecho penal
y el momento que vive la teoría del delito. Estimo que pudo haberse lo-
grado un mejor instrumento punitivo, si el legislador hubiera comprendi-
do el auténtico papel jurídico del derecho penal:
251
252 RENÉ GONZÁLEZ DE LA VEGA
I. INTRODUCCIÓN
La Asamblea Legislativa del Distrito Federal ha aprobado un nuevo Có-
digo Penal para esta entidad federativa. Dicho Código aún no ha sido pu-
blicado a la fecha (24 de junio de 2002).
El presente trabajo tiene como objeto el hacer un análisis de los ar-
tículos 230, 231, 232 y 246 del nuevo Código, que se ocupan respectiva-
mente del fraude genérico, de los fraudes especiales, de la creación de un
nuevo fraude especial y de la forma de perseguir estos delitos.
Para dar una estructura a nuestros comentarios, los agruparemos alre-
dedor de cuatro rubros: I. Modificaciones de poca relevancia, II. Fraudes
especiales eliminados, III. Tipos de creación, y IV. Formas de perseguir
los fraudes.
273
274 JESÚS ZAMORA PIERCE
1) La fracción I del artículo 387 del Código vigente sanciona con las
penas del fraude.
manos del defraudador; o bien si Primus hace creer a Secundus, con en-
gaños , que un bien de la propiedad de este último no tiene ningún valor,
a fin de que se lo venda a vil precio; pero Secundus, engañado, en vez de
vender el bien lo destruye. En ambos ejemplos hay perjuicio patrimonial,
pero el defraudador no ha obtendio lucro alguno.
A fin de proteger plenamente el patrimonio de la víctima, incluso en
estos hipotéticos y poco frecuentes casos, sugerimos modificar el tipo
para identificar la consumación del delito con el momento en que el bien
jurídico es lesionado, aun si el activo no obtiene lucro alguno.10
La Asamblea Legislativa aplicó incorrectamente el consejo. En el ar-
tículo 230 conserva como momento consumativo del fraude aquel en que
el activo se hace ilícitamente de alguna cosa u obtiene un lucro indebido,
pero en el artículo 232 afirma que el delito se consuma aun cuando el
agente no obtenga una cosa o un lucro.
Resulta, así, el fraude, ser el único delito cuyo tipo se encuentra divi-
dido en dos diversos artículos del Código, que no son siquiera consecuti-
vos, y que son abiertamente contradictorios.
El artículo 246 del nuevo Código afirma que los delitos previstos en
los artículos 230, 231 y 232 (entre otros) se perseguirán por querella. Es
decir que se persiguen a petición de parte tanto el fraude genérico como
los fraudes específicos. La enumeración incluiye el artículo 232, que mo-
difica el tipo de fraude genérico, y al que arriba nos referimos.
Pero, agrega el propio artículo 246, que se perseguirá de oficio, entre
otros, el delito de fraude a que se refieren los artículos 230 y 231 cuando
el moneto del lucro o valor del objeto excerda de cinco mil veces el sala-
rio, o cuando se cometa en perjucio de dos o más ofendidos.
Señalemos que, entre los delitos que se persiguen de oficio, el legisla-
dor ya no señala el artículo 232. Luego entonces, el fraude sin lucro del
activo siempre se perseguirá por querella.
279
280 JOSÉ LUIS HERRERA
fianza; 386 por daños a la propiedad; 240 por despojo y 913 por fraude,
lo que representa más del 50% del total de procesados o sentenciados por
delitos eminentemente de afectación patrimonial y, más aún, pues de és-
tos más del 60% de los presuntos responsables o responsables son perso-
nas de entre dieciocho y veinticuatro años, y cerca del 80% son primode-
lincuentes.
Bajo este esquema tan terrible, es de considerarse acertado que el ór-
gano legislativo de la ciudad de México haya actuado con sensibilidad al
proponer, como ahora lo hace, un mecanismo que permita dar oportuni-
dad a esos jóvenes, que bajo alguna circunstancia se ven implicados en
diversos ilícitos de carácter patrimonial, para que reparen plenamente el
daño causado y no se vean influidos de forma negativa al ingresar a los
reclusorios y centros de readaptación social, y finalmente que el aparato
de justicia encamine sus esfuerzos a combatir las diversas manifestacio-
nes del delito, que lastiman y ofenden a la sociedad.
PANDILLA, ASOCIACIÓN DELICTUOSA Y DELINCUENCIA
ORGANIZADA EN EL NUEVO CÓDIGO PENAL
PARA EL DISTRITO FEDERAL
Leticia Adriana VARGAS CASILLAS*
I. INTRODUCCIÓN
283
284 LETICIA ADRIANA VARGAS CASILLAS
II. PANDILLA
del PRI resulta novedosa porque ubica a la pandilla dentro de la parte ge-
neral del código, en el título sexto, referente a la “ Aplicación de Sancio-
nes” . El N-CPDF define a la pandilla en el artículo 252 y corresponde a
la misma fórmula dispuesta en el actual Código Penal para el Distrito Fe-
deral.
Al no existir novedad alguna sólo mencionaremos que mediante esta
figura se pretende sancionar una forma determinada en la comisión de de-
litos. Los sujetos no están organizados para cometer delitos, sino que se
reúnen de manera habitual, ocasional, transitoriamente, y así reunidos co-
meten el delito. Es decir, los individuos se unen con frecuencia, por ca-
sualidad o temporalmente, pero no se reúnen de manera permanente con
el objeto de delinquir. Las penas correspondientes al delito o delitos co-
metidos se agravan cuando éstos se cometen en pandilla. De lo anterior se
desprende que la pandilla no es un tipo penal, sino una agravante de cual-
quier delito. Por tal motivo, considero que hubiera sido más adecuado
adoptar la propuesta que ubicaba la pandilla en el título correspondiente a
la aplicación de sanciones, como se ha contemplado en los códigos de
Morelos, Querétaro y Tabasco.4
4 Artículos 71 del Código Penal del estado de Morelos; 85 del Código Penal del estado de
Querétaro; y 71 del Código Penal del estado de Tabasco.
286 LETICIA ADRIANA VARGAS CASILLAS
5 Resulta interesante la postura del Código Penal del estado de Querétaro al contemplar que la
asociación delictuosa puede integrarse por dos personas, pero se agrava la sanción aplicable a los
sujetos cuando la asociación se integra con más de tres individuos (artículo 220).
PANDILLA, ASOCIACIÓN DELICTUOSA 287
1. Figura procesal-penal
A. Constitución
2. Figura sustantiva-penal
9 La descripción que actualmente se establece en el artículo 2o. es producto del dictamen ela-
borado en la Cámara de Senadores.
10 Esta situación ha sido siempre, desde que se decreto en 1931.
11 Párrafo adicionado por el artículo primero del decreto publicado en el Diario Oficial de la
Federación el 4 de enero de 2000.
PANDILLA, ASOCIACIÓN DELICTUOSA 291
mos.13 Hubiera sido adecuado justificar la inclusión del tipo penal de de-
lincuencia organizada, por tratarse de una figura novedosa en la ley pe-
nal-sustantiva local.
b. Tipo penal
Analicemos ahora el tipo penal de delincuencia organizada que se in-
cluye en el nuevo Código Penal para el Distrito Federal. La correspon-
diente descripción típica se ubica en el artículo 254, dentro del capítulo
13 Dicho párrafo señala: “ Se contemplan ahora tres formas de organización delincuencial ha-
ciendo la distinción precisa entre ellas, los ilícitos que se cometan en pandilla se agravarán por ese
sólo hecho en una mitad la pena correspondiente, para la asociación delictuosa se precisa una pena de
cuatro a ocho años de prisión, con independencia de las penas por los demás delitos, para la delin-
cuencia organizada se contempla una penalidad de seis a doce años de prisión, adicionalmente con-
templa la agravación de estas conductas para los servidores públicos o integrantes de corporaciones
de seguridad” .
PANDILLA, ASOCIACIÓN DELICTUOSA 293
A) Sujeto activo
B) Bien jurídico
C) Organización criminal
D) Sanciones
En ambos casos se sanciona a los sujetos activos por el solo hecho de
organizarse para cometer en forma permanente o reiterada alguno de los
delitos enumerados. Como hemos visto, en la LFDO también se castiga el
acuerdo. Además de la sanciones correspondientes a la organización en sí
misma, se impondrá a los sujetos las penas correspondientes por los deli-
tos-objetivo cometidos.
De acuerdo con el N-CPDF la pena aplicable a quienes cometan el
delito de delincuencia organizada es de seis a doce años de prisión y de
doscientos a mil días multa. Es mucho más elevada la punibilidad previs-
ta en la LFDO. En este último ordenamiento, la punibilidad varían en ra-
zón de: 1) los delitos cometidos (si es o no delito contra la salud), y 2) las
funciones que desempeñe el sujeto en la organización criminal (funciones
de administración, dirección o supervisión):
I. Hipótesis de delitos contra la salud: a) a quien tenga funciones de
administración, dirección o supervisión: de veinte a cuarenta años de pri-
sión, y de quinientos a veinticinco mil días multa; b) a quien no tenga
esas funciones: de diez a veinte años de prisión, y de doscientos cincuenta
a doce mil quinientos días multa.
II. Otros delitos: a) a quien tenga funciones de administración, direc-
ción o supervisión: de ocho a dieciséis años de prisión, y de quinientos a
veinticinco mil días multa; b) a quien no tenga esas funciones: de cuatro
a ocho años de prisión, y de doscientos cincuenta a doce mil quinientos
días multa.
Las punibilidades enunciadas en la LFDO no son congruentes con la
fórmula adoptada en el tipo, en virtud de que éste alude tanto al acuerdo
como a la organización, y aquéllas consideran que ya existe una organiza-
ción criminal, en la medida en que invocan las funciones que desempeñan
los integrantes de ésta. Quizá se podría entender que al señalar el artículo
4o. “ a quien no tenga las funciones anteriores” (las funciones de admi-
nistración, dirección o supervisión respecto a la delincuencia organizada)
se alude precisamente a aquellos sujetos que están acordando organizarse
y desempeñar ciertas funciones en razón del delito que cometa la organi-
zación criminal.
296 LETICIA ADRIANA VARGAS CASILLAS
E) Agravantes
F) Delitos-objetivo
163? Lo mismo sucede, por ejemplo, con los delitos de retención y sus-
tracción de menores e incapaces, y corrupción de menores e incapaces.
Es muy amplio el catálogo de los delitos-objetivo de la delincuencia
organizada establecidos en la LFDO. Incluye tanto ilícitos considerados
del orden federal (fracciones I a IV) como del local (fracción V). En la
fracción I del artículo 2o. de la LFDO se enuncian los establecidos en el
Código Penal para el Distrito Federal en materia del fuero común y para
toda la República en materia federal.16 La fracción II se refiere a la Ley
Federal de Armas de Fuego y Explosivos;17 la fracción III a la Ley Gene-
ral de Población,18 y la fracción IV a la Ley General de Salud.19
En cuanto a los delitos del orden común que pueden caer bajo el con-
cepto federal de delincuencia organizada si se ejerce la facultad de atrac-
ción —a la que adelante me referiré— son:
LFDO N-CPDF
Asalto. *
Secuestro. * *
Robo de vehículos. * *
Tráfico de menores. * *
Terrorismo. *
Sustracción o retención de menores e *
incapaces.
Corrupción de menores e incapaces. *
Pornografía infantil. *
Extorsión. *
PANDILLA, ASOCIACIÓN DELICTUOSA 301
G) Competencia
Se ha sostenido que el delito de delincuencia organizada siempre es
del orden federal. Esta afirmación carece de fundamento. En el Estado de
México, desde 1994, se contemplaba la delincuencia organizada como
delito del orden local. Esto es ahora más evidente bajo el nuevo régimen del
código penal que analizamos.
El artículo 3o. de la LFDO señala que este ordenamiento se aplicará
cuando el sujeto es miembro de una organización que se propone cometer
o comete alguno de los delitos-objetivo del orden local enunciado en las
fracciones I a IV.
También quienes cometen alguno de los delitos-objetivo previstos en
la fracción V, que son ilícitos del orden local, quedarán sometidos a la
LFDO cuando forman parte de una organización delictiva; sin embargo,
en este último caso se requiere, además, que el Ministerio Público de la
federación ejerza la facultad de atracción.
La facultad de atracción no está puntualmente regulada en la legisla-
ción mexicana y por tanto queda prácticamente a disposición del Ministe-
rio Público, conocer o no las hipótesis que pudieran presentarse en rela-
ción con la fracción V. Esto permite concluir que depende de la decisión
del Ministerio Público la existencia de un delito federal de delincuencia
organizada, con todo lo que ello implica. Por eso, se ha dicho que hay
delito de delincuencia organizada en potencia y en acto.20 Ocurre lo pri-
mero cuando el Ministerio Público aún no resuelve la atracción, y sucede
lo segundo cuando ya ha ejercido esa facultad.
Supongamos que más de tres personas acuerdan organizarse para co-
meter secuestros en la ciudad de México. En este caso no existiría delin-
cuencia organizada en el Distrito Federal porque el tipo correspondiente
no abarca el acuerdo. Si esas mismas personas han pasado a la etapa pos-
terior, es decir, ya se encuentran organizadas para realizar secuestros, la
conducta encuadra en el tipo del N-CPDF, al igual que en la figura pre-
vista en la LFDO. En esta hipótesis existe una notoria diferencia de puni-
bilidades.
En vez de sancionar a los sujetos con una pena de seis a doce años de
prisión y de doscientos a mil días multa (artículo 254 del N-CPDF), se les
aplicaría una sanción mayor conforme a la LFDO. Para los que tengan
funciones de administración, dirección o supervisión la pena será de ocho
20 Cfr. García Ramírez, Delincuencia organizada..., op. cit., p. 143.
302 LETICIA ADRIANA VARGAS CASILLAS
313
314 MANUEL VIDAURRI ARECHIGA
VI. BIBLIOGRAFÍA
327
328 BÁRBARA IYÁNN RONDERO
1 Proyecto de decreto que contiene el nuevo Codigo Penal para el Distrito Federal; “ Antece-
dentes” realizados por el Partido Revolucionario Institucional.
VIOLENCIA FAMILIAR. CÓDIGO PENAL VIGENTE 329
337
338 MARCO ANTONIO BESARES ESCOBAR
Ante este panorama no cabe duda que existe una crisis ambiental1 en
esta urbe, lo que ha merecido la atención del gobierno tanto federal como
local, y en la cual el derecho y en particular el derecho penal ambiental se
han convertido en un instrumento importante de las políticas de protec-
ción ambiental. Determinación algo discutible, en cuanto su necesaria in-
tervención, en virtud de que es evidente que las causas económicas y so-
ciales de este problema son las que se deben atacar desde otros ángulos y
no sólo desde lo criminal. Desde luego, coincidimos con la opinión de
que no es conveniente hacer uso excesivo del derecho penal para intentar
solucionar problemas ambientales que tienen causas diversas, y además
cuando no se han agotado soluciones más acordes con la filosofía de una
sociedad democrática y participativa.2
Sin embargo, interesarse en el derecho penal ambiental como una de
la alternativas de política criminal moderna, no significa postular la gene-
ración de una innumerable cantidad de normas punitivas ambientales,
sino en alguna medida, estudiar la evolución de la legislación nacional a
partir de las recomendaciones de diversos foros internacionales3 promovi-
dos por la ONU, y la tendencia internacional actual de aplicar normas pe-
nales para algunos comportamientos verdaderamente graves contra el am-
biente.
Por otro lado, es una realidad que dentro de uno de los sectores de la
política pública encaminada a la protección del ambiente en el Distrito
Federal, está un sector que supone algunos criterios de política criminal
ambiental, que se concreta en la forma que se define el sistema especiali-
zado de justicia penal en este rubro y en el Código Penal recientemente
aprobado.
1 En este orden de ideas no se justifica acudir al recurso del discurso preventivo o al de la falsa
cautela en el uso de medidas represivas, si con ello se generan espacios de impunidad al renunciar al
uso de instrumentos de la política criminal para la protección del ambiente
2 Herzog, Félix, “ Algunos riesgos del derecho penal de riesgo” , Revista penal, núm. 4, Praxis,
España, 1999, p. 57. “ El derecho penal de riesgo no crea paz social alguna. Tan sólo alimenta ilusio-
nes sobre las funciones sociales de orden del derecho penal. Además borra las fronteras entre el dere-
cho penal y derecho de policía. Tiene igual una tendencia al totalitarismo. Pero el control social total
mediante el derecho penal no se puede implantar y afecta la autointegración social. Los riesgos del
derecho penal de riesgo para la función de garantía del derecho penal son inmensos. Dejemos pues,
de lado el derecho penal de riesgo pero no olvidemos los riesgos de nuestra sociedad. Reflexionemos
sobre alternativas de control social y regulación más allá del derecho penal. Para proteger el derecho
penal como última ratio del control social y reforzar la creatividad colectiva en la superación de las
crisis” .
3 Foros de la ONU sobre prevención del delito y tratamiento del delincuente de La Habana,
Cuba en 1990 y el Cairo en 1995.
COMENTARIOS GENERALES SOBRE LOS DELITOS AMBIENTALES 339
Entender por política criminal a aquella rama, dentro del conjunto de polí-
ticas del Estado, que se dedica a conocer, prever, controlar y contener el
fenómeno de la criminalidad. Más precisamente, y ya en relación con la
materia ecológica, la política criminal se referirá al ámbito comprendido
por una clara determinación del cometido y la función de la justicia crimi-
nal, un consiguiente diseño de un modelo de regulación en este campo y
una decisión fundamental sobre este, su configuración y realización practi-
cas en virtud de esa función-previamente definida y su permanente revisión
en orden a las posibilidades de mejorarlo.
Para iniciar el análisis del contenido penal ambiental del código que
nos ocupa, nos remitos al texto de la exposición de motivos que dice:
comisión, en los términos del artículo 258 de este Código hasta por un
lapso de cinco años.
Como podemos apreciar en el nuevo diseño de los delitos ambienta-
les en el Distrito Federal, la punibilidad más alta está dirigida a los princi-
pales responsables de mantener la calidad de vida y la sanidad del am-
biente, los empresarios, industriales y los servidores públicos. Para estos
últimos existe remisión expresa al artículo 258, que señala que además de
las penas previstas en este títulos decimoctavo y vigésimo, se impondrán:
destitución del empleo, cargo o comisión en el servicio público, inhabili-
tación de tres a diez años para obtener y desempeñar un empleo, cargo o
comisión de cualquier naturaleza en el servicio público, y decomiso de
los productos del delito.
Esto desde luego también tiene relación con la definición de quiénes
tendrán la obligación de reparar el daño, siendo ésos, entre otros, los pro-
pietarios o encargados de negociaciones por los delitos que cometan sus
obreros o empleados, con motivo o en el desempeño de sus actividades
asignadas, también lo serán las sociedades o agrupaciones por los delitos
de sus socios o directivos de forma proporcional a las obligaciones que
las leyes correspondientes le impongan, bajo este concepto el Distrito Fe-
deral responderá por los delitos de sus servidores públicos, sin limitación
para que éste repita contra el funcionario responsable, para así clarificar
lo que la teoría ha definido como la responsabilidad objetiva que prevé la
asunción de responsabilidades por parte de los entes colectivos o los obli-
gados a responder por otro conforme a la ley.
IX. CONCLUSIONES