Felicidad Aplazada
Felicidad Aplazada
Felicidad Aplazada
Hay quien posterga su felicidad a ese día en que por fin logre un trabajo mejor,
a ese en que logre un cuerpo 10 al bajar de peso. Sin embargo, quien pone en
pausa su vida soñando con un mañana ideal es como quien corre detrás de una
zanahoria que siempre va por delante.
¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué razón nuestro cerebro fabula con la idea de que
todo irá mejor cuando hagamos o consigamos ciertas cosas? Más aún, ¿cuál es
el mecanismo por el que nos autoimponemos retrasar bienestares y placeres
anteponiendo antes otras dimensiones? Muchos dirán que es autoexigencia
pura y dura, otros que todos estos comportamientos definen un modo muy
eficaz de autosabotaje.
Poner el pause a nuestra felicidad, pensando que el futuro traerá cosas mágicas
y perfectas es una forma de fabulación. Es opacar nuestro presente mientras
nos ciega el espejismo de un mañana ideal.
El si tuviera más dinero sería feliz o hasta que no adelgace no iré a la playa erige
unas alambradas invisibles donde distorsionamos por completo el auténtico
significado de la palabra «felicidad».
En estos últimos casos, postergar ciertas cosas tiene una explicación y un fin
razonable. No obstante, el síndrome de la felicidad aplazada se da cuando la
finalidad no es ni razonable ni lógica. Son esas argumentaciones las que van en
contra de uno mismo y donde además, se tiende con ellas a alimentar el
malestar y el sufrimiento. Un ejemplo de ello es empezar el lunes pensando ya
en el fin de semana. Otro, el de quien piensa que todo le irá mejor cuando pierda
peso, cuando haga un cambio determinado en su aspecto físico.
A pesar de lo difuso que puede ser el término felicidad, desde un punto de vista
psicológico es muy fácil de definir. Es aceptarse, quererse, estar bien con uno
mismo y con lo que se tiene. Es tener una vida con significado, con una buena
red de apoyo social y eficaces recursos mentales para hacer frente a las
dificultades. Nada más y nada menos.
Siempre vamos corriendo detrás de algo intangible que rara vez se logra, pero
que siempre anhelamos. Y lo anhelamos porque no somos felices. La causa de
ese malestar es el trabajo, son las condiciones en las que vivimos, es la sociedad
de consumo haciéndonos creer sin descanso que necesitamos determinadas
cosas para sentirnos bien (un mejor teléfono, una pieza de ropa de una marca
determinada, un coche nuevo, etc).
Otro factor es el escaso tiempo que nos queda para ser y estar. Para
reencontrarnos con nosotros mismos, con nuestras aficiones, con las personas
que amamos… Según el doctor Hamilton, deberíamos ser un poco más osados,
atrevernos a tomar nuevas decisiones para alcanzar el bienestary llevar una vida
más acorde con nuestros gustos y necesidades. Hay que dejar de correr y pensar
en el mañana, para detenernos y buscarnos a nosotros mismos en el presente…