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Fuego Purificador

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Predicas Cristianas

Introducción
La relación con Dios y el nacimiento de la iglesia de Cristo estuvo ligada con el
fuego de Dios. Recuerden que cuando Dios llamó a Moisés lo hizo a través de
una zarza ardiente que no se consumía.
Pues “se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una
zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.
Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la
zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de
la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí” Éxodo 3:2-4.
Y luego, el nacimiento de la Iglesia está marcado con el bautismo de fuego, que
sucedió en el Pentecostés como vemos ahora.
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Predicas Cristianas.. Lectura Biblica: Hechos 2:1-4


El modelo de iglesia que el Señor nos dejó es tener Su fuego en las venas
porque Dios nos habla a través del fuego, se manifiesta en el fuego y donde Él
esta presente hay fuego de santidad. Es ese fuego que corre por las venas del
cristiano el que hace que una congregación cambie de dimensión. Es así que
habían 120 personas estaban junto en el aposento alto aunque eran de
diferentes lugares, razas y edades y hoy somos millones los cristianos
establecidos sobre la tierra al igual que aquellos que estamos y en un solo
ánimo.
La persecución
Después que Jesucristo había resucitado y había ascendido al cielo, los
cristianos eran perseguidos y pasaron días solos y preocupados porque no
estaba Cristo y el Espíritu Santo aún no había sido enviado. Pero el ánimo que
todos tuvieron fue de prepararse y esperar en Dios, y fue así que recibieron la
respuesta del Señor y fueron llenos del poder y del fuego del Señor.
Cuando la iglesia tiene fuego santo en sus venas como las lenguas de fuego del
Espíritu del Pentecostés que hacían que hablaran en lenguas desconocidas y
todas las cosas que hacían, los cristianos están llenos de fuego y pasión por
Cristo y su obra. Pero tengamos claro que no debe tratarse de un avivamiento
temporal o circunstancial sino que lo normal es que la iglesia tenga fuego,
porque así fue su nacimiento.
Se manifestaran las lenguas como de fuego
Dice la Biblia que para que se manifestaran las lenguas como de fuego, la casa
estaba llena, y para llenar la casa hay que predicar. Hay que movilizarse para
llevar la Palabra a los necesitados, y allí, el fuego de Dios atraerá a muchas
personas a la presencia de Dios y se llenará la casa.
Cuando sentimos el fuego del Señor en nuestras venas no podemos resistirlo, y
no hay nada ni nadie que pare la obra del Señor en nosotros. No hay pretextos ni
excusas. Cuando hay fuego, no miramos lo que hacen los demás sino que
nuestra mirada está en lo que nos falta hacer a nosotros.
El fuego de Dios en nuestras venas
Como iglesia de Cristo, todos tenemos, , el fuego de Dios en nuestras venas.
Pero la realidad nos hace ver que hay algunos que son como hogueras o zarzas
ardientes y otros que son como velas o pábilos a punto de apagarse, solamente
humean porque ya no tienen mucho fuego.
Entonces, no seamos como luciérnagas, que solo aparentan o tienen un poco de
luz, sino encendamos en otros el fuego de Dios que tenemos. Ya tenemos el
fuego de Dios en nosotros y necesitamos que permanezca siempre encendido.
Dios nos está llamando voluntariamente al servicio y que seamos antorchas
encendidas en Su obra.
Fuego purificador
Malaquías 3:2 nos dice que el Señor “es como fuego purificador, y como jabón
de lavadores”. Su fuego nos limpia de todo lo que no le agrada, como es la
soberbia, los celos, envidias, mentiras y toda obra de la carne. Fuego que
destruye en nuestra vida todo aquello que no le glorifica; nos purifica con Su
Palabra y nos perfecciona con Su Espíritu.
Y en Jeremías 20:9-12 el Señor nos dice: “No me acordaré más de él, ni hablaré
más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente
metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude. Porque oí la murmuración de
muchos, temor de todas partes: Denunciad, denunciémosle. Todos mis amigos
miraban si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y
tomaremos de él nuestra venganza. Mas Jehová está conmigo como poderoso
gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán
avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua
confusión que jamás será olvidada. Oh Jehová de los ejércitos, que pruebas a
los justos, que ves los pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza de ellos;
porque a ti he encomendado mi causa”
Jeremías quería callar a causa de lo que hablaban de él y
de sus enemigos. Pero el fuego que tenía adentro lo
sostuvo en esos tiempos difíciles y le permitió
descansar en el Señor.
Había un fuego que ardía en sus huesos, y ese fuego es el que debe arder en
cada uno de nosotros pues nos permitirá soportar la prueba. Dice la biblia que
“Habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se
sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis,
guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no
hacen” Mateo 23:2.
Pero los Fariseos, que eran conocedores de la ley, tenían un fuego fingido y por
eso nos decía Jesús que hiciéramos lo que ellos decían, pero que no hiciéramos
lo que ellos hacían.
El fuego del mundo
Pedro se calentó con el fuego del mundo y esto lo llevó a negar a Jesús, él
permitió que ese fuego del mundo lo separara del Señor. El fuego del mundo
siempre va a fomentar al pecado y a darle la espalda al Señor. Esto es lo que
sucede muchas veces en pueblo de Dios, y no encuentran explicación del por
qué no reciben las bendiciones o las respuestas a sus peticiones.
El problema es que no tienen fuego real sino que es almático, es fingido, es una
apariencia en la que piensan que el que tiene fuego es el que tiembla, salta o
vibra. Pero fíjense que el poder que iban a recibir en el Pentecostés no era para
echar fuera demonios pues eso ya lo habían estado haciendo.
El poder que recibirían era el del fuego de santidad y que
les generaría una pasión por Cristo.
Dios es el mismo para todos por igual. Pero una verdadera unión con el Señor
implica estar encendidos en su fuego ya que Dios no se glorifica en las personas
frías. “¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni
caliente, te vomitaré de mi boca” Apocalipsis 3:15-16
En realidad, no se complace con las personas tibias, frías, indecisas y no
diligentes que no tienen disciplina y que trabajan como a ellos les parece o a
ciegas. Dios no se adapta a nosotros sino que siempre nosotros somos quienes
debemos adaptarnos a Él.
Pues Él es Dios y no nosotros. Representamos a ese Dios de fuego. Nuestro
propósito es revelar a Dios a las personas que aún no lo han conocido, para que
se encienda el fuego en sus corazones.
Consagración
Dios no nos envía su fuego para hacernos sentir cómodos, sino para
consagrarnos y alentarnos a cumplir nuestro propósito. Y si el Dios de fuego
toma control de nuestras vidas, todos aquellos que están sentados
cómodamente y sin hacer nada para la obra no tendrán una experiencia muy
agradable.
El propósito por el cual Dios nos llena de su Espíritu, no es para que tengamos
emociones agradables, ni tengamos cultos preciosos en las iglesias. Sino para
que nos preparemos para servirle con todo nuestro corazón en Su obra.
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¿Qué está pasando con tu vida espiritual?


Te has preguntado en este tiempo: ¿qué está pasando con tu vida espiritual?
Pues hace un tiempo que tienes un ánimo distinto al que solías tener para con
las cosas del Señor. Asistir a la Iglesia ya no te genera alegría. Tu adoración no
es la misma y se ha perdido el sabor de escuchar las predicaciones.
¿Cuántas excusas pondrás, o a quién culparás? Pues sabes muy bien lo que está
pasando, y aun cuando lo quieras disimular, tu ritmo espiritual ha bajado y ya no
oras como ante. No te engañes pensando que leer la Biblia como lo haces es
suficiente, pues antes pasabas horas leyéndola y te gozabas en ello.
¿Qué pasa ahora con el servicio que realizas en la obra?
Veías a las personas en la calle sin Cristo, y querías detenerte a hablarle del
Señor. Antes te preparabas lo más y mejor que podías, orabas mucho para que
Dios te respaldara, y anhelabas que llegara la hora para ir a servir pues lo
hacías todo por amor al Señor.
Pregúntate ¿Qué pasa contigo? ¿Cual es la causa de tu cambio en el ritmo
espiritual? “Te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la
imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino
de poder, de amor y de dominio propio” 2 Timoteo 1:6-7
¿Qué estás esperando que pase en tu vida para cambiar tu ritmo? ¿Por qué
permites que el fuego de Dios se apague en tu vida?.
Sé que será difícil, pero tienes a Jesús de tu lado y nadie te podrá hacer frente
porque Dios estará contigo y peleará las batallas por ti. Él te pondrá como
cabeza y no por cola, hará de ti una nación grande y bendecirá a los que te
bendigan.
Conclusión
Hermano no te des por vencido, no te quedes ahí sentado. No pienses que ya no
puedes volver al mismo nivel de antes. Dios puede hacer que vuelvas al mismo
nivel de antes y aún superarlo. Lo único que necesita de ti es: Disposición para
recibir el fuego de Dios.
En la iglesia se establece a la alabanza como una fuente del fuego santo porque
es la que genera la atmósfera que le va a llevar la presencia de Dios, ya que Él
habita en medio de la alabanza de Su pueblo.
Cuando se alaba a Cristo desde el corazón hay unidad en la alabanza, y la nube
de Gloria de Dios va a llenar toda la casa, esa nube que representa su
presencia.
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Entonces, dejemos afuera de la iglesia los problemas y entremos todos con un


mismo ánimo, el de adorar a Dios en espíritu y verdad. Y el Espíritu Santo va a
descender sobre nosotros con su fuego.
En ese fuego hay respuestas a nuestras peticiones y salida a nuestros
problemas, malas situaciones, los cuerpos recibirán sanidad y los demonios
huirán pues seremos llenos del fuego purificador.
Ahora, unánimes, tengamos el mismo sentir, alabemos a Cristo con el mismo
propósito, el de venir a su casa a buscar su rostro y gozarnos en Su presencia, y
sobre todo, llenos del fuego de Dios.

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