10 Grandes Leyendas Chinas
10 Grandes Leyendas Chinas
10 Grandes Leyendas Chinas
El Rey Mono Sun Wukong nació de una piedra mágica, procedente del caos, en
las montañas Huāguǒ-shān. Tras unirse a un clan de simios, Sun
Wokong demostró su valor lanzándose por una cascada y hallando tras ella
un nuevo hogar para los monos, los cuales le nombraron rey. Sin embargo, el
Rey Mono se hizo consciente tras la muerte de un semejante que algún día le
llegaría la hora, con lo que decidió partir en búsqueda de la inmortalidad,
disfrazándose con ropas humanas.
Tras partir encontraría a un gran maestro budista, el cual pese a sus reticencias
iniciales termina por acogerle, darle su nombre y mostrarle grandes habilidades
como la capacidad de transformarse o de dar impresionantes saltos de casi un
centenar de kilómetros.
Pero un día, y tras ver cómo el Rey Mono utilizaba sus dones como un
espectáculo, el maestro decidió echarlo del templo. Tras acabar su formación este
ser realizó numerosos viajes con el fin de alcanzar la inmortalidad. Entre
ellos destaca el viajar al Palacio del Rey Dragón del Mar del Este, de donde
robaría la vara Ru Yi Bang que mantenía el equilibrio de los mares que
posteriormente se convertirá en su arma (algo que generó graves cataclismos) y
con la cual obligó a los grandes Reyes Dragón a darle equipamiento mágico.
También viajó al Inferno para tachar su nombre y el.del resto de monos del libro
de la vida y la muerte.
Luego, el emperador envía cien mil guerreros para detenerle, pero el Rey
Mono logra derrotarlos. Finalmente es capturado y se ordena su ejecución, pero
tras consumir las píldoras y duraznos de la inmortalidad, nada podía matarlo. Sun
Wukong fue encerrado en el Horno de los Ocho Trigramas, donde ardió hasta
que el instrumento explotó. Pero ello no bastó para acabar con él.
El emperador solicitó la ayuda de Buda, quién desafío al Rey Mono y apostó con
él que era incapaz de saltar más allá de la palma de su mano. Si lo lograba sería
nombrado emperador, y si no, sería encerrado. Sun Wukong aceptó la apuesta
y saltó, hasta lo que él creyó era el fin del Universo en la que sólo podía ver
cinco columnas. Orinó en ellas para marcar hasta donde había llegado. Al bajar,
sin embargo, descubrió que esos pilares eran los dedos de Buda; había perdido su
apuesta. Intentó escapar, pero Buda lo selló en la Montaña de los Cinco
Elementos por toda la eternidad.
Siglos más tarde sería liberado por el monje Tang, a quien ayudaría en su viaje
para recuperar las sagradas escrituras para China (eso sí, y con la ayuda de una
banda a mágica que hacía que el monje pudiera generarle gran dolor en caso de
necesidad).
2. La leyenda de la perla del dragón
Los dragones son criaturas muy admiradas en China. En este país suelen ser
criaturas de gran poder pero también de gran sabiduría, a menudo vinculados con
el clima. Sin embargo también pueden encontrar placer en las posesiones
materiales, algunas de las cuales han sido codiciadas por el hombre. Tal y como
ocurre en esta leyenda.
Dice la leyenda que hubo una vez un dragón que habitaba en la isla
Kinabalu, el cual era generalmente pacífico y que quería y jugaba lanzando al
aire y recogiendo una enorme perla la cual era su más valiosa posesión.
Esta era codiciada por muchos, y llegó un momento en que el emperador quiso
incorporarla a su tesoro. Para ello encargó a su primogénito la tarea de hacerse
con ella, embarcándose junto a su tripulación. El joven príncipe elaboró un
plan para hacerse con la perla, solicitando a sus hombres que le hicieran una
cometa capaz de soportar el peso de en hombre adulto y una linterna.
Cuando dicha cometa estuvo construida, el príncipe esperó a que fuera de noche
para que el dragón se durmiera y con la ayuda del cometa pudo volar hasta la
posición del dragón e intercambiar la perla por la lámpara. Tras ello fue recogido
por la tripulación. Empero, el dragón pronto despertó y hecho una futura se
abalanzó sobre el barco del príncipe con el fin de reclamar su posesión.
Dice la leyenda que hubo en la antigüedad una joven de nombre Zhu Yingtai la
cual tenía el profundo deseo de aprender, tener una educación y obtener
conocimiento. Pero por aquel entonces la mujer no tenía permitido el acceso a la
educación más allá de la recibida en el hogar paterno, con lo que la inteligente
muchacha decidió disfrazarse como un hombre para poder cumplir su sueño.
Sin embargo un día Zhu Yingtai recibiría la noticia de que su padre había
enfermado y que había de volver a casa. La joven entregó a una de sus
formadoras un abanico con el propósito de que llegado el momento se lo
entregara a Liang Shanbo y le contara que deseaba casarse con él.
Tras ello, la joven se dispuso a volver a casa, y Liang Shanbo la acompañó. Zhu
Yingtai intentó por el camino hacerle ver quién era realmente, sin éxito. Sin saber
que hacer, la joven le intentó convencer de casarse con una supuesta hermana
gemela. El joven terminó aceptando conocerla tiempo después, y tras haber
acompañado un trecho a Zhu Yingtai se separó de ella para volver a sus estudios.
Al llegar al hogar la joven vio que su padre estaba recuperado. Pero también
halló una mala noticia: su padre había concertado un matrimonio para ella.
Tiempo después Liang Shanbo recibió el abanico y adivinó quien era Zhu
Yingtai, con lo que acudió raudo a visitar a Zhu Yingtai y su familia. Sin
embargo allí la joven le contó lo sucedido. Ambos lloraron y se juraron amor
eterno, ante lo que el padre terminó por echar al joven. Liang Shanbo volvió a su
hogar y al cabo de poco tiempo enfermó y murió.
Cuando llegó la fecha Zhu Yingtai tuvo que prepararse para su boda concertada,
y mientras la llevaban en palanquín al lugar donde se oficiaria la comitiva
encontró una tumba. Una tumba con el nombre de Liang Shanbo. La mujer se
acercó y lloró por el amor perdido, pero de pronto la tumba se abrió a la par que
apareció una gran tormenta. Zhu Yingtai sonrió y se lanzó al interior de la fosa.
Dice la leyenda que al principio sólo existía el caos, estando cielo y tierra Unidos
y concentrado el universo en un huevo negro. Dentro de él dormía un único
ser, Pangu o P'an-Ku. Cuando esté ser despertó se encontró atrapado en el
huevo, con lo que procedió a romperlo. Ello hizo que parte del huevo, la más
ligera y clara, saliera despedida y conformidad el cielo, mientras que la parte
inferior y más oscura conformaría la Tierra. El gigantesco ser tendría la cabeza
en el Cielo y los pies en la Tierra, y con el paso de los milenios ambos se irían
agrandando.
Tras ello, nacieron también cuatro seres: el Dragón, el Feng Huang (semejante al
fénix), la Tortuga y el Qilin. Uniendo fuerzas con Pangu, formaron las estaciones
y los cinco elementos.
Dice la leyenda que una vez creado el universo y las estrellas, los mares y las
montañas, los bosques y los animales, nació también la primera diosa, Nüwa. Se
trataba de un ser de torso hacia arriba humano y de torso hacia abajo dragón con
la habilidad de transformarse. Esta deidad viajó por el mundo, asombrándose
ante sus maravillas.
Sin embargo, la deidad consideró que al mundo le faltaba vida, hasta el punto que
ella misma se sintió sola tras un tiempo. Tras pararse delante de un río, pudo ver
sobre al agua su reflejo y empezó a pensar en crear seres semejantes a ella
misma. Empezó a extraer barro y darle forma hasta lograr algo una forma que le
gustara. Le dio piernas y brazos, y cuando por fin culminó su obra decidió
insuflarle vida. Así nació el primer ser humano.
La diosa empezó a crear más y más personas, pero viendo que necesitaría muchas
para poblar el mundo decidió colocar una caña de mimbre con el fin de remover
el barro, para que cuando se extrajera surgieran pequeños fragmentos que a su
vez se transformarían en otras personas. Asimismo, y dado que no les había dado
el don de la inmortalidad, creo al hombre y la mujer para que pudieran concebir y
generar más seres con los que poblar el mundo.
Dice la leyenda que hubo una vez una gran guerra en los Cielos entre el dios del
agua Gong Gong y el dios del fuego Zhuan Xu, siendo el primero derrotado y en
su rabia dándole un poderoso cabezazo a una montaña el cual llegó a derribarla.
Pero esta montaña era una de los cuatro pilares que sostenían el cielo, lo que
provocó una inclinación tal de este que afectó a las aguas del mundo. Ello
condujo a una inundación que anegó toda la tierra conocida y provocó graves
problemas para la subsistencia humana.
Viendo esto el emperador Yao ordenó a Gun intentar parar los efectos de la gran
inundación, para lo que le quitó al dios del Cielo el secreto del xirang (suelo
sagrado que crecía y se multiplicaba por sí mismo). Gun usó dicho poder para
crear en los terrenos inundados embalses, gracias a que la tierra crecía a la misma
velocidad que el agua hasta el punto de bloquear su paso. Pero el dios del Cielo
reclamó el xirang y ordenó al dios Zhu Rong recuperarlo. Gun recogió todo
el terreno que había creado (con lo que las aguas volvieron a anegar las áreas
antes salvadas) y lo escondió. Tras casi una década intentando sin éxito parar a
inundación con este método, y con la llegada de un nnuevo emperador, Gun fue
encarcelado en el monte Yu Shan y finalmente fue ejecutado.
Sin embargo tras tres años su cuerpo permanecía incorrupto, algo que provocó
que Zhu Rong le abriera un tajo en el vientre para ver qué ocurría. De allí surgió
Yun, hijo de Gun. A él se le asignó también el mismo deber que a su padre, pero
en su caso acabó comprendiendo que no bastaba con parar las aguas: generó con
la ayuda de varios seres celestiales canales que permitieron drenar las aguas y
tras trece años (en los cuales no visitó su casa por el miedo a perder la
concentración) logró lo que su padre no había podido.
Dice la leyenda que en el monte Emei vivían dos grandes serpientes, una blanca
y una verde, las cuales contaban con poderes mágicos. Con ellos se
transformaron en mujer y exploraron la región. Un día Serpiente Blanca,
tomando el nombre de Bai Suzhen, encontró a un joven llamado Xu Xien en
el camino. El contacto entre ambos dio lugar a un profundo amor, casándose
ambos en poco tiempo y abriendo una botica entre ambos.
Pero un día, un sacerdote llamado Fa Hai le indicó a Xu Xien que su esposa era
un demonio serpiente. Inicialmente no le creyó, pero durante unas celebraciones
la mujer accedió a beber vino para no disgustar a su marido. Ello le hizo perder el
control, algo que provocó que corriera a su habitación y allí se tranformara.
Cuando Xu Xien entró y la vió como Serpiente Blanca, murió de terror. Ello hizo
que la gran Serpiente empezará la búsqueda de hierbas mágicas capaces de
devolverle a la vida, unas hierbas que el dios de la longevidad le concedió al
compadecerse de su situación.
Vuelto a la vida, Xu Xien inicialmente pensó que había vivido una alucinación,
pero acabo por acudir al templo de Fa Hai y hacerse sacerdote. Bai Suzhen
acudió con su hermana a buscar a su marido, algo que tras negarse Fa Hai
desencadenó un combate mágico en el que las damas hicieron que las aguas
anegasen el templo a la par que el monje generaba tierra que impedía que ello
sucediera. Estando la Serpiente Blanca embarazada y sus fuerzas menguadas, las
Damas Blanca y Verde se retiraron.
Pero llegó el tiempo en que Bai Suzhen dió a luz y Xu Xian decidió visitarla y
conocer a su hijo. Allí la mujer le confesó a su marido la verdad. Aprovechando
el momento Fa Hai lanzó un hechizo que hizo que la Dama Blanca quedase
atrapada en un recipiente de oro, arguyendo que su unión con un mortal estaba
prohibida.
Sin embargo, con el paso del tiempo la hermana de la Dama Blanca, la Dama
Verde (su forma humana llamada Xiao Qing) consiguió un mayor poder y logró
liberar a su hermana y que el sacerdote fuera devorado por un cangrejo. Con ello
la pareja pudo volver a reunirse, esta vez aceptándose y amándose tal cual eran.
Cuenta la leyenda que hubo una vez una joven princesa llamada Nu Wa (en
honor a la deidad), hija del emperador Shen Nong. La joven amaba el mar y
navegar por sus aguas, algo que hacía con habilidad y pasión y con la confianza
de que nada malo le habría de pasar en ellas. Pero un día la corriente se llevó su
barca, con tal suerte que estalló una tormenta y las grandes olas le provocaron
hundirse y morir.
Sin embargo, su alma volvió al mundo en forma de Jing Wei, una hermosa ave
en la que el antiguo amor por el mar se había transformado en un profundo odio
al haberla matado. Y quiso vengarse. Acudió al mar y le comunicó que tenía
intención de acabar con él, algo de lo que este se burló. El ave se dirigió entonces
a tierra firme, y allí recogió todo lo que pudo para arrojarlo a las aguas y de
este modo llenar el mar de tal modo que nadie más pudiera ahogarse, dispuesta a
emplear todo el tiempo que fuera necesario, aunque fueran miles de años. Y ello
es algo que la joven sigue haciendo día a día, llevando y arrojando con gran
perseverancia todas las piedras, ramas y elementos que puede para lograr secarlo.
Estos seres volaban y eran felices, hasta que un día vieron como en la tierra los
seres humanos suplicaban a los dioses por la lluvia, sin la cual no podrían obtener
cosechas para alimentarse. Los dragones, apenados, decidieron acudir al
Emperador de Jade y le pidieron que hiciera llover. Este se irritó por su
intromisión, pero prometió hacer llover al día siguiente y les dijo que volvieran al
mar.
Sin embargo ni al día siguiente ni muchos días después cayó una sola gota de
lluvia, algo que aumentó la desesperación de la humanidad. Los dragones se
entristecieron ante la falta de actuación del emperador y su despreocupación para
con el hombre. Visto que el emperador no iba a hacerlo, los dragones decidieron
pasar a la acción. El Gran Dragón propuso tomar el agua del mar y arrojarla
desde el cielo para regar los campos, algo que los cuatro hicieron con premura.
Pero el dios del mar avisó al emperador de Jade, que se enfureció al no haber
contado con su permiso y mandó apresar a los dragones. El emperador ordenó al
dios de las montañas que pusiera una montaña sobre cada uno de ellos con el fin
de aprisionarlos por siempre. No arrepintiéndose de sus actos, los dragones se
transformaron los ríos Yangtzé, Heilongjiang, Huanghe y Zhujiang.
Ambas familias discutieron de quien era, pero decidieron partirlo por la mitad de
manera equitativa. Sin embargo, dentro del fruto encontraron una niña, que
decidieron criar de manera conjunta con el nombre de Meng Jiang Nü. Esta
chica creció y se hizo mujer, y un día conoció a un hombre de nombre Wan
Xiliang el cual estaba siendo perseguido para ser ejecutado (dado que un sabio le
había dicho al emperador que sacrificar a diez mil hombres evitaría el derrumbe
de partes de la muralla, y el nombre Wan significa precisamente diez mil). Tras
contarle la situación ella decidió ocultarle en su caso, pero con el paso del tiempo
ambos se enamoraron y finalmente se casaron.
Sin embargo al llegar le esperaba una muy mala noticia: durante la construcción,
el hombre había muerto y había sido enterrado en algún lugar de la Gran Muralla.
La mujer lloró y lloró durante tres días y noches con tal fuerza que la Muralla se
apiadó de ella, dejando que alrededor de 400 kilómetros de esta se
hundieran. Entre ellos se encontraba el lugar donde Wan Xiliang estaba
enterrado, algo que permitió que la mujer pudiera volver a ver a su amado.