Abraham
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KARL ABRAHAM 1 2
En 1917 Sigmund Freud presenta su trabajo "Duelo y Melancolía" escrito en
1915. En esta obra incluye conceptualizaciones derivadas del examen de los
trabajos de Abraham (1877-1926).
En una de sus cartas a Abraham, Freud expresa:
Siete años después, en 1924, Karl Abraham presenta “Un breve estudio de la
evolución de la libido, considerada a la luz de los trastornos mentales” 4 . Es una
obra en que el autor presenta sus elaboraciones con diferentes casos clínicos.
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VI. Presenta sus elaboraciones sobre la manía como una fase de esta
afección cíclica (maníaco depresiva).
Así como en la fase depresiva se sentía desposeído y segregado del mundo de
los objetos, en su fase maníaca proclama su poder de asimilar todos los
objetos. Pero este acto placentero de ingerir nuevas impresiones es
acompañado por el acto igualmente placentero de expelerlas casi tan pronto
como han sido recibidas. La fuga de ideas expresada en un torrente de
palabras representa un veloz y agitado proceso de recibir y expeler nuevas
impresiones.
En la melancolía existe algún particular objeto introyectado al que se trató
como una porción de alimento que sido incorporada.
En la manía, todos los objetos son considerados como elementos que deben
pasar rápidamente por el “metabolismo psicosexual” del paciente. Por las
asociaciones del paciente maníaco se puede comprobar que identifica sus
pensamientos expresados con los excrementos.
Abraham señala algo que se observa en el duelo normal y que sospecha que
tiene una aplicación general. Cuando una persona apesadumbrada ha
separado gradualmente su libido del objeto muerto por medio de la
“elaboración del pesar”, toma conciencia de un incremento de sus deseos
sexuales. Lo manifiesta en una forma sublimada también, como ser,
mostrando un mayor espíritu de empresa, ampliando el círculo de sus
intereses intelectuales, etc. Tal aumento del deseo libidinal después de la
pérdida de un objeto aparece luego de un tiempo, que varía según el curso que
sigue la “elaboración del pesar” en cada caso.
Hacer por el paciente algo más que eliminar sus síntomas, es decir, que debe
salvaguardarlo de un retorno de la enfermedad. Si se cumple este primer
requisito se puede ver que se producen en la vida mental del paciente muchos
cambios que no se produjeron espontáneamente durante el intervalo libre.
Abraham señala que los análisis de los pacientes que atiende aún no ha
terminado y que por ello no puede hablar de la duración de los efectos del
tratamiento analítico pero sí, de los cambios que indudablemente ha
ocasionado.
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Abraham señala que los análisis de los pacientes que atiende aún no ha
terminado y que por ello no puede hablar de la duración de los efectos del
tratamiento analítico pero sí, de los cambios que indudablemente ha
ocasionado.
Señala una comunicación con Freud que le dijo que tuvo dos casos de este
tipo en los cuales la curación fue permanente. Uno de ellos no ha sufrido
recaídas en los últimos diez años.
Esto lleva a pensar, a partir de bases empíricas, que existe una diferenciación
dentro de la fase anal-sádica, que anteriormente, se suponía homogénea (pp.
380).
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Existen dos niveles en la fase oral como también en la fase anal. También
existe una diferenciación en la fase genital, considerando libre de ambivalencia
o postambivalente, al más reciente de esos niveles.
CASOS CLÍNICOS
Presenta otros casos clínicos a la par de la melancolía para dar cuenta de los
impulsos oral sádicos, tal es el caso de una grave neurosis cuyo síntoma más
severo era un vómito histérico, con fuertes tendencias cleptomaníacas, que
también, como en otra paciente demostraron estar determinadas por su
complejo de castración.
MELANCOLÍA
Abraham hace referencia a pacientes maníaco-depresivos con síntomas
graves, con tendencias canibalísticas, destructivas que se manifestaron de
diferente forma mientras estuvieron presentes.
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PARANOIA
Los psicoanalistas van Ophuijsen y Stärcke descubrieron durante el curso de
su práctica psicoanalítica, que en la paranoia el “perseguidor” puede ser
derivado de la imagen conciente del paciente de las heces en sus intestinos, a
las que identifica con el pene del “perseguidor”, esto es, de la persona de su
propio sexo a quien originariamente amaba. De modo que en la paranoia el
paciente representa a su perseguidor por una parte de su cuerpo, y cree que lo
está llevando consigo. Le gustaría desembarazarse de ese cuerpo extraño, pero
no puede.
Cuando el paranoico ha perdido sus relaciones libidinales con su objeto, y con
todos los objetos en general, trata de compensar como puede una pérdida que
para él significa la destrucción del mundo.
En el proceso de reconstrucción, el paranoico incorpora una parte de su objeto
y al hacerlo, sigue el mismo destino del melancólico, quien incorpora a todo
su objeto por el proceso de introyección.
Tampoco puede escapar de ese modo a su ambivalencia.
Como el melancólico, por lo tanto, trata de desembarazarse de esa parte de su
objeto que ha introducido dentro suyo. En el nivel psicosexual donde se
encuentra, sólo puede haber para él un proceso anal. Para el paranoico, por lo
tanto, el objeto amoroso es equivalente a las heces de las que no se puede
librar. La parte introyectada del objeto no lo abandonará, así como en el caso
del melancólico el objeto, que ha sido introyectado en su totalidad, continúa
ejerciendo desde adentro su poder despótico.
Respecto a la parte del cuerpo que se introyecta hay que hacer notar que se
asimila generalmente el pene al pecho femenino, y que otras partes del cuerpo,
tales como el dedo, el pie, el cabello, las heces y las nalgas, pueden
representar de un modo secundario a esos dos órganos (remite al concepto de
identificación parcial en Freud).
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FETICHISMO
Si suponemos que existe esa etapa de “amor parcial” en el desarrollo del amor
(objetal), se pueden aclarar otros hechos y entender cierta peculiaridad de las
perversiones sexuales señaladas por Sachs (“Zur Genese der Perversionen,
1923): el pervertido concentra su interés en ciertas partes del cuerpo de su
objeto, en particular el fetichista. Para éste, a menudo, toda la persona es un
apéndice accidental de una parte especial de su cuerpo que ejerce una
irresistible atracción sobre aquél.
Este proceso psicológico por medio del cual se reduce a la mayor parte del
objeto a la insignificancia y se atribuye un valor excesivo a la parte restante,
demuestra ser una consecuencia de una regresión de la libido a esta supuesta
etapa de “amor parcial”. Aquellas partes sobre las cuales el fetichista tiende a
concentrar sus inclinaciones, son las mismas que encontramos como objetos
del “amor parcial”.
NEUROSIS OBSESIVA
Observaciones clínicas indican que en las neurosis obsesivas existe un
fenómeno regresivo a esta etapa del desarrollo objetal. En esta etapa, el
individuo todavía no puede amar a nadie en todo el sentido del término. Su
libido está ligada todavía a una parte del objeto. Pero ya ha abandonado su
tendencia a incorporar esa parte. En lugar de ello, desea dominarla y
poseerla. Se exterioriza una propiedad. La propiedad no significa ya lo que el
individuo ha incorporado devorándolo. Ahora se la sitúa afuera del cuerpo.
De este modo se reconoce y salvaguarda su existencia.
Esto significa que el individuo ha realizado una importante adaptación al
mundo exterior. Hace posible por primera vez la propiedad conjunta de un
objeto.
En cambio, el método de devorar el objeto sólo aseguraba la propiedad a una
sola persona.
El carácter particularmente intenso de las imágenes de castración activa y
pasiva en los pacientes obsesivos, y su peculiar actitud en materia de
posesión, hacen muy probable que haya una vinculación entre esa afección y
la etapa del amor parcial.
PERSONA SANA
El PSA enseña que el Inconsciente de la persona adulta contiene muchas
huellas de las primeras etapas de su vida psicosexual, y que en la persona
sana se encuentran principalmente en sus sueños. Un ejemplo son los sueños
sobre caída de un diente, donde éste simboliza por una parte a la castración y
por otra a alguna persona a quien el sujeto del sueño conoce y cuya muerte
desea en el sueño. Así se equipara a una parte del cuerpo que tiene que ser
expelida, a un amigo o familiar.
Comparar a otra persona con una parte del propio cuerpo, el que es objeto de
una estimación narcisista especialmente alta, es sin duda una prueba de amor
excepcional.
Alude a las expresiones de “mi corazón” para referirse a una persona amada;
una madre quiere a hijo como “la niña de mis ojos”.
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HISTERIA
Una actitud erótica positiva hacia el objeto, pero con exclusión de sus
genitales, parece ser la expresión típicamente histérica de la prohibición del
incesto (CASO CLÍNICO en pág. 389-390).
El rechazo de la zona genital se aplica al propio cuerpo del sujeto, así como al
del objeto. Esta situación es responsable en gran medida de la impotencia
masculina y la frigidez femenina. En ellos, el individuo no puede amar
completamente a su objeto debido a la presencia de sus genitales. Tal
inhibición de la libido en ambos sexos procede del complejo de castración.
Freud ya había señalado que los histéricos rechazan los fines sexuales
genitales normales, y ponen en su lugar otros fines “perversos”.
El cuadro siguiente sintetiza las diversas etapas de la organización sexual y
del amor objetivo por las que pasa el individuo, siendo este esquema
provisional, ya que no implica que las etapas sean seis ni que las etapas
ubicadas en el mismo nivel horizontal coincidan necesariamente en el tiempo.
Se las puede comparar a los horarios de los trenes expresos, donde sólo se
inscriben las estaciones más grandes en las que paran (pág 391).
Este cuadro ofrece un breve panorama del desarrollo psicosexual del hombre,
en dos aspectos. Considera el movimiento de su libido respecto a su fin sexual
y a su objeto sexual.
6 Instintos = pulsiones
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EN EL NIÑO
Abraham agrega una explicación coherente de la relación que existe entre las
diversas formas de psiconeurosis y los diferentes niveles del desarrollo de la
libido, pero las señala con reservas.
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