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ta, post mortem, para procurarse sangre con que hacer experiencias en animales
inferiores.
Procedióse después á la abertura de las cavidades torácicas, abdominal y
craneana, pudiendo comprobarse lesiones de mucho interés, advirtiendose desde el
principio disminución en el tejido adiposo y una coloración negruzca de los músculos,
análoga á la que presentan las carnes ahumadas.
Pulmones._ Estos órganos conservaban su normal consistencia; más, su as-
pecto estaba profundamente cambiado: la cara interna o mediastínica presentaba
una coloración blanca, en tanto que la externa ó costal ofrecía en su porción anterior
coloración puntiforme de azul oscuro, más intenso y de superficie más ancha en la
cara posterior. Estaban además exangües y fluía, por incisiones hechas con el escal-
pelo, una sanies purulenta.
El pericardio contenía un líquido abundante de color amarillento; no ofrecien-
do el corazón otra particularidad que la de contener coágulos fibrinosos, semejantes
á los trozos de carne lavada.
Hígado._ Esta glándula pesaba 1,800 gramos y estaba aumentaba de volu-
men, pues se extendía de uno á otro hipocondrio; su cara superior y anterior conser-
vaba la coloración propia del órgano, algo pálida, mas la inferior y posterior estaba
como teñida de azul oscuro y jaspeada como el mármol; la consistencia de la víscera
era normal y fluía, por incisiones, un líquido hemático.
La vesícula biliar distendida por la bilis, no encerraba ninguna concreción
calculosa.
Bazo._ Pesaba 99 gramos, estaba friable, reblandecido, ofreciendo una colo-
ración anormal semejante en todo a la del hígado.
Riñones._ Nada de notable presentaban en sí mismos, ni en las cápsulas supra
- renales.
Intestinos._ Los gruesos nada habían sufrido, mas los delgados tenían una
coloración plomiza muy intensa. El mesenterio ofrecía los ganglios muy infartados,
casi duplicados en su volumen.
Cerebro y meninges._ Nada de particular puede decirse de estos órganos,
que sólo estaban exangües.
Vista la sangre al microscopio se han percibido microorganismo muy variados,
entre ellos, unos en forma de bastoncitos de 8 á 12 milésimos de milímetro de longi-
tud, probablemente bacillus recientemente descrito por el señor Izquierdo.
Apreciaciones._ Para que el presente informe pueda surtir sus efectos lega-
les, es indispensable entrar en consideraciones relativas, unas a la causa determi-
nante del mal y síntomas observados en la vida, y otras á las alteraciones cadavéricas,
para buscar la concordancia é íntima relación que pueda existir entre ellas.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 201
1.º Que de numerosos testigos presenciales, consta que el señor Dr. D. Evaristo
Chávez, inoculó el 27 de Agosto del presente año, sangre de verrugas al estudiante
de medicina señor Daniel A. Carrión.
2.º Que a consecuencia de la operación enfermó y murió el operado con la
fiebre de verrugas, el 5 del presente a las once de la noche.
3.º Que la inspección cadavérica y la autopsia confirman este género de muer-
te.
4.º Que el Sr. Dr. Chávez procedió por error y no por malicia culpable.
5.º Que debe prohibirse, por quien corresponda, la ejecución en el hombre
sano, de experiencias que puedan comprometer la vida..
Lo que certifican en Lima, á 9 de Octubre de 1885.
Ignacio La Puente._ Leandro Loli._ Manuel M. Vega.
Subprefectura e Intendencia
Por recibido el que se participa haber fallecido don Daniel Carrión víctima de
la inoculación de la verruga que se hizo por sí mismo o porque consintió en ello;
instrúyase el correspondiente sumario en la forma prevenida por la ley y expidiendose
las órdenes respectivas para la comparecencia de las personas que deban declarar
en esta causa, nombrándose defensor de ausentes al Procurador Dn. Lucas Llaña._
Villagarcía._ Manuel M. Rodríguez.”
“Enseguida hice otra al Procurador Dr. Lucas Llaña; enterado firmó._ Llaña._
Rodríguez”.
hechos han sido siempre considerados como actos de grandeza de alma y no como
viles medios de homicidio o suicidio.
La cuestión tan debatida del contagio de la sífilis, en sus formas secundarias y
terciarias, fué resuelta, como dice el profesor Bouley, por un golpe de lanceta dado
por el profesor Gibert, de la Academia de Medicina de París, haciendo inoculaciones
en el mismo hombre.
En la obra de Patología Externa de Follin, se habla de un estudiante que, a la
vista del profesor Rayer, se inoculó el líquido proveniente de una pústula maligna, y
de otras cuatro inoculaciones también de pústula maligna hechas de hombre a hom-
bre por los médicos de la Asociación médica de Eure-et-Loir.
En la misma obra se ve el caso de que el médico Ollivier, hizo viaje de un pue-
blo á otro de Francia, para inocularse, por tres picaduras, la materia de la podredum-
bre de hospitales.
En la “Gazette des Hôpitaux de abril de este año, se da cuenta de que á conse-
cuencia de haberse inoculado el Dr. Caré con la sangre de enfermos de osteomie-
litis, que tiene microbios patógenos, el Congreso francés de Cirgía, “lo felicitó con
aplausos”.
En la última epidemia del cólera en Egipto, el célebre Dr. Koch, hizo al
Dr. Strauss una inyección intra-venosa de la sangre de un colérico. Esa inyección
produjo la muerte del Dr. Satruss, sin embargo nadie calificó ese acto de homicidio.
El Dr. Bochefontaine, ha ingerido, en el gabinete del profesor Vulpian, en la
última epidemia del cólera en París, píldoras hechas de sustancias escrementicias
de coléricos, sin que ese acto se hubiese calificado de suicidio. El profesor Vulpian
es una notabilidad europea.
Por estas citas, cuyo número podría aumentar inmensamente, trayendo a cuenta
las inoculaciones hechas en el hombre con el cáncer, con la difteria, etc., se ve que
hay seres superiores, de espíritu fuerte, que cuando van en pos de una verdad ó de
un hecho útil a la humanidad, se sacrifican y arrostran todo peligro. A esos hombres,
á quienes la conciencia universal los llama héroes, es injustificable tildarlos con el
estigma de criminales ó incautos.
Lima, Octubre 10 de 1885.
S. I.
LEONARDO VILLAR”
Manuscrito del informe del Dr. Leonardo Villar (28)
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Gustavo Delgado Matallana
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Señor Director:
Tengo la honra de volver á manos de US., con el respectivo informe, el oficio
pasado a US por el señor Decano de la Facultad de Medicina, fechado en 7 de los
corrientes, y bajo el número 188; con el objeto de que dictamine detalladamente
“sobre el fallecimiento del alumno de esa Facultad don Daniel Carrión, ocurrido á
consecuencia de la inoculación de la sangre de un enfermo de verrugas, que se
verificó en su persona, en el hospital “Dos de Mayo”, departamento del doctor
Villar”. Así lo dice textualmente el señor Decano de la expresada Facultad.
En cumplimiento de mi deber, conforme á lo dispuesto en los artículos 30 y 40
del Reglamento de Hospitales, pasé el mismo día, el referido oficio del señor Deca-
no, al señor doctor don Leonardo Villar, para que informara lo conveniente; y este
señor me lo ha devuelto, con fecha 10 del presente.
En mi carácter de Inspector, y en armonía con las facultades que me otorga el
artículo 39 ya citado del Reglamento de Hospitales, que me concede la dirección de
los ramos administrativo y económico; no debía, ni podía ingerirme en la parte fa-
cultativa, a tenor de lo mandado en el artículo 49, cuya parte dispositiva establece,
que, “en todo lo concerniente á la parte profesional, tienen los médicos y cirujanos,
la más completa independencia”.
A pesar de todo, he practicado las más prolijas investigaciones, acerca de la
manera como se han realizado los hechos; y bajo este aspecto, creo que son exacta
las afirmaciones contenidas en el precedente informe.
Presentadas así las cosas, juzgo haber cumplido todo mi deber, poniendo en
manos de US., el expediente de la materia.
“SR. DECANO:
Con los precedentes informes devuelvo a U.S. el oficio que se sirvió pasarme
con fecha 7 del mes en curso.
Lima, Octubre 15 de 1885.
Felipe Varela y Valle. Un sello”.
“a 24 de Octubre de 1885.
anemizantes tomando el tipo de la fiebres de la Oroya que tanto estrago hacen y han
hecho entre nosotros; la asistencia de los doctores Romero, Macedo, Villar, Flores,
el que habla y el esmero con que fué cuidado por sus compañeros de colegio nada
pudieron para salvar esta preciosa existencia que nos ha legado el descubrimiento
de un misterio de la ciencia y sentado bases de un nuevo porvenir para la medicina
nacional. Trasladado al Hospital Francés dos días antes de su muerte con el objeto
de hacer una transfusión de la sangre que no tuvo lugar, falleció el cinco de octubre
a las once de la noche estando el declarante a su cabecera con varios de sus com-
pañeros llenos de interés por el amigo y por el hombre extraordinario que por descu-
brir la ciencia ofreció hasta su misma vida. Que nunca ha sido enjuiciado ni preso.
Concluyó el acto que firmó con S. Sa.: doy fe._ Evaristo M. Chávez._ Villagarcía._
Manuel M. Rodríguez.
Acto continuo a éste para el sumario al doctor Evaristo M. Chávez; enterado
firmó; doy fe._ Chávez._ Rodríguez.
fueron parte a impedir que a las 11 de la noche del 5 de octubre último falleciera
Carrión, rodeado de compañeros y amigos, quienes a la vez que deploraban tan
irreparable pérdida, eran los primeros en rendir el debido homenaje al intrépido y
valeroso joven, que se había sacrificado en aras de la ciencia, al tratar de arrancarle
uno de sus numerosos arcanos (f. 5, 11 v., 12, 16 y 21 v.).
El hecho de la inoculación se hizo bien pronto del dominio público, pues fue
revelado por casi todos los diarios que se editan en esta Capital; y sin embargo,
nadie pensó entonces en que se había perpetrado un acto punible que hiciera nece-
saria la intervención del Ministerio Público; muchos juzgaron, por el contrario, que
tal vez la Medicina nacional iba a adquirir un nuevo título que, con orgullo, podría
añadir a los muchos que tiene ya conquistados por la asidua consagración de sus
ilustrados profesores.
Pero el tan inesperado como fatal desenlace que ha tenido el audaz experi-
mento de Carrión, ha dado margen a que se interprete de diversos modos el móvil
que impulsó al malogrado joven y la participación que en el hecho tuvo el doctor
Chávez, hasta el punto de creerse que el primero fue suicida y el segundo reo de
homicidio calificado.
Preciso es desvanecer creencias tan erróneas, a fin de que la menor sombra
no empañe la gloria que con tan justo título ha conquistado Carrión; gloria que de
algún modo se refleja en el país que lo viera nacer y lo alentara en el espinoso e
ingrato camino de las investigaciones científicas.
Nuestro Código Penal, de acuerdo con los más obvios principios filosóficos de
jurisprudencia criminal, no considera el suicidio como un hecho justificable; y no
porque no sea un acto evidentemente inmoral, sino porque cuando llega a consu-
marse, desaparece el delincuente, es decir, desaparece la persona sobre quien pu-
diera recaer la sanción condigna; y sobre todo porque en ese caso la sanción natural
es completa y eficaz, y hace inútil por consiguiente la aplicación de la sanción social.
Mas, aun cuando el suicidio sea un delito que por su naturaleza escapa a la
acción de la sociedad, para que un hecho sea calificado como tal, preciso es que
reúna las dos condiciones esenciales y constitutivas de todo delito, a saber: el per-
fecto conocimiento del resultado que ha de producir el acto que se practica, y la
firme decisión de conseguir ese resultado.
Ahora bien, del sumario aparece que no ha concurrido en el caso de que se
trata ninguna de las circunstancias antedichas.
Carrión, muy lejos de correr en pos de una muerte segura, se proponía un fin
elevado y noble: buscar un antídoto eficaz para disputar a la verruga numerosas
víctimas; y tal vez si, en sus ensueños juveniles, pensaba inaugurar su carrera médi-
ca con un descubrimiento asombroso, que le habría dado muy merecida celebridad.
En todo pudo pensar, menos en que, estando en la flor de su edad y próximo á
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 223
una manera uniforme; que esta admirable resolución, sostenida a pesar de los natu-
rales temores que lo desconocido, juntamente con las observaciones de los doctores
Villar y Chávez, debieron inspirarle, revela lo acendrado de su amor a la verdad y
eleva su acción hasta la altura del heroísmo; que con arreglo a los principios de la
Filosofía Moral sería absurdo calificarla de suicidio, puesto que este delito supone el
ánimo deliberado de destruir la propia existencia, idea que estuvo muy distante de
abrigar Carrión desde que el ensayo que hacía debía servirle de materia en la tesis
del Bachillerato; “solo es culpable de suicidio el que obra libremente con intención
de matarse, mas no el que, al practicar una bella acción, halla la muerte en el cami-
no”; que en conformidad con esta doctrina la humanidad ha ensalzado siempre a los
mártires de la Religión o de la Patria, que han llevado su culto a la idea hasta
sacrificar la vida a que se siente tan natural apego; que proclamar la teoría contraria
sería establecer el egoísmo como regla de moral, y olvidar que el hombre no se debe
a sí mismo, que su destino está solidariamente unido al de sus semejantes; que si
Carrión no ha sido un suicida, mal puede condenarse al doctor Chávez como homi-
cida con arreglo al artículo doscientos treinta y ocho del Código Penal antes citado
y que esto es tan cierto que si se pensase lo contrario no podría conciliarse la
responsabilidad criminal de Chávez con la gloria que radia ya el nombre de Carrión.
Por tales consideraciones, que revelan que no se ha cometido en el caso de que se
trata delito alguno, ni menos que haya indicios de culpabilidad en el enjuiciado,
sobreséese en el conocimiento de esta causa y consúltese este auto al Tribunal
Superior._ Villagarcía (1)._ Manuel M. Rodríguez.
SE ELEVA EL EXPEDIENTE
“Lima, diciembre 15 de 1885._ S. Secretario de Cámara._ Remito a U. en
fojas 35 los seguidos contra el D. D. Evaristo M. Chávez, por la inoculación de
Daniel Carrión._ Dios guarde a US._ Villagarcía”.
“Ilustre señor:
Tengo el honor de poner en conocimiento de la Sala la presenta causa, en la
que a consecuencia del acuerdo celebrado por el Tribunal el catorce del corriente,
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 227
se hace necesario que US. I. se digne nombrar el Adjunto al señor Fiscal que debe
intervenir en ella._ Lima, diciembre 16 de 1885._ Luis A. Marfener”.
“Riesgos grandes tendrá hoy, discutir el por qué de esto: ‘La Opinión’, por muy
ciega que esté, no puede dejar de comprender cuan ocasionado á riesgos y a contra-
tiempos es el hablar con franqueza en ciertas cuestiones”.
“Por eso, aceptamos una de las dos palabras, loco ó candoroso, en lugar de los
suspensivos; y no creímos que esto diera lugar á desahogos que aunque suponemos,
fundadamente, dirigidos a tercera persona, están desterrados del vocabulario de los
caballeros de guante blanco”.
“Bien comprendemos cuanto de enojoso tiene este asunto, y que al público,
maldito el interés que le inspira; pero hay circunstancias en que no es posible pasar
desapercibidas impertinencias, sin levantarlas”.
“‘La Opinión’, sin duda, para traer sobre sí, notoriedad, ha abierto campaña
contra todos los diarios: por nuestra parte ponemos punto a la discusión de estas
nimiedades, y sólo le recomendamos aquel duelo á volar, de que nos habla Iriarte en
una de sus fábulas; y cuyo argumento viene como de molde”.
“Tampoco sabemos á quien era encaminada la amenaza, “podría tener mal
desenlace su ardimiento político”, que leemos en “La Opinión”. Gendarmes á ellos,
parece el que quisiera decir; y luego se invita a discutir y otras zarandajas! Que
entrañas”.
“‘Nos cautiva con su amabilidad’, ‘La Opinión’ podremos agregar, pues, noso-
tros”.
“En cuanto á la irresponsabilidad de la Tijera del Decano, ‘La Opinión’ sabe
que corta”.
Y aquí paz y después gloria.
Amigos y colegas de estudios por espacio de diez años, hemos podido apreciar
la energía y firmeza de su carácter, así como el recto criterio y la sana razón que lo
han guiado siempre en todos los actos de su vida, para que haya podido merecer tan
injustamente el dicterio de incauto, con que se ha pretendido manchar su nombre.
Dedicado desde hace más de dos años al estudio de la Verruga, endémica
entre nosotros; teniendo conocimiento de todo lo escrito á este respecto, así como
numerosas historias recogidas tanto en los hospitales como en la práctica civil: en
perfecta posesión de todas las teorías modernas sobre inoculaciones, cultivos y
atenuación de microbios, y queriendo adelantarse á los trabajos que eminencias
Europeas emprenden sobre el mismo objeto, y deseando también, aliviar en algo a la
humanidad doliente en el primer periodo de esta enfermedad que constituye uno de
los obstáculos más insuperables para su determinación (diagnóstico) y el tratamien-
to apropiado; así como por precisar el periodo de inoculación, investigando al mismo
tiempo, la inoculabilidad ó no de la verruga, fueron los principales móviles que lo
impulsaron a practicar la inoculación sin atenuación; deseoso de ver desarrollarse
en sí mismo la enfermedad proporcionando por si y en si mismo, datos que nadie
podía suministrarle con tanta claridad y precisión, y mucho menos los animales, en
los que, dicho sea de paso, conocía los efectos de la verruga.
Esta simple exposición de hechos, es suficiente para probar por el momento,
que nuestro malogrado amigo, al inaugurar entre nosotros la patología experimental,
nos ha trazado una vía que todos debíamos seguir, y no por el contrario, que haya
merecido tan temerariamente el calificativo de incauto.
Felizmente para nosotros, la prensa toda de nuestra capital, ha sabido hacer
merecida justicia a uno de los mártires más ilustres de la ciencia, el primero entre
nosotros.
Somos de ustedes, señores cronistas, sus atentos y seguros servidores_
Casimiro Medina,_ Enrique Mestanza,_ Julián Arce,_ Mariano Alcedan,_
Manuel Montero,_ Ricardo Miranda.
mal informados sin duda respecto a los antecedentes de nuestro infortunado amigo
Daniel A. Carrión, sientan datos completamente inexactos.
El primero se refiere a precisar que Carrión, al practicarse la inoculación,
llevaba por objeto único, determinar la naturaleza infecciosa de la verruga. A cerca
de este punto, señores cronistas, diremos a Uds. que Carrión conocía de antemano
la naturaleza infecciosa de esta enfermedad, como lo prueba sus memorias que
pronto verán la luz pública.
Aseguran también los señores médicos de policía, al hacer sus apreciaciones,
que Carrión había padecido antes de verrugas; esta aseveración es totalmente inexac-
ta; y lo afirmamos tanto por los datos suministrados por su familia, cuanto porque
durante el tiempo que lo conocimos, jamás le vimos sufrir de semejante dolencia.
Nos limitamos por el momento a estas ligeras indicaciones, reservándonos
para más tarde publicar junto con sus memorias, la historia de su enfermedad y
como complemento la autopsia a que tuvimos ocasión de asistir.
Quedando a Uds. muy agradecidos por la publicación de esta esquela sus
atentos y S.S.
Julián Arce- Casimiro Medina- Enrique Mestanza- Mariano C. Alcedán- Ri-
cardo Miranda- Manuel Montero
Lima, Octubre 12 de 1885.
HISTORIA CLÍNICA Nº 1
Antonio Sagamé, natural de Italia, de 32 años de edad, casado, de constitución
fuerte y temperamento sanguíneo, ocupó el 28 de Julio de 1881 la cama Nº 85 de la
Sala de San Juan de Dios. (Servicio del Dr. Romero. Hospital de San Bartolomé.).
Examinado el enfermo presentaba lo siguiente:
En la cara dos tumores voluminosos, pediculados, uno de ellos menor que el
otro, situado en la mitad izquierda de la cara, en la región malar; el otro mucho más
grande, suspendido del lobulillo de la oreja derecha, encontrándose además en la
cara anterior de la misma y en la posterior de la concha del pabellón del mismo lado,
varios tumores bastante pequeños.
En la parte izquierda del antebrazo izquierdo y hacia su tercio medio, otro
tumor más voluminoso que los precedentes y cuya base era bastante ancha.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 241
HISTORIA CLÍNICA Nº 2
R. B. natural de Cerro de Pasco, de 14 años de edad, mestizo, constitución
débil y temperamento linfático, fue atacado de verrugas el 26 de enero de 1881 al
pasar por la Quebrada de Canta.
Anamnesia. El mes indicado salió de Lima con fecha 15 y en el mejor estado
de salud, llegando á la Repartición, donde permaneció hasta las 9 a.m. del día 16.
Tomó el tren de Ancón y llegó a Puente Piedra á las 12 p. m. Al continuar su camino
a Obrajillo tuvo necesariamente que pasar por los diversos lugares situados en el
trayecto, llegando á la población indicada el 19 á las 12 p.m.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 243
HISTORIA CLÍNICA Nº 3
Domingo Palacios, Sargento segundo de Caballería, de 34 años de edad, solte-
ro, zambo, natural de Piura, de temperamento linfático y constitución débil, fué so-
metido á mi observación en la Sala de la Purísima, cama N.º 27 del Hospital de San
Bartolomé, el 9 de Agosto de 1884.
Anamnesia. Interrogado el enfermo dijo: que á principios de Abril fué acome-
tido de tercianas y que en este estado salió de Lima, con dirección al Cerro de
Pasco, el 1.º de Mayo de 1884. En esta misma fecha fué que en el mismo coche
tuvo otro acceso de intermitente, que llegado á Surco á las dos de la tarde se agregó
á la descomposición de cuerpo y cefalalgia que tenía, vómitos y diarreas. Permane-
ció 2 horas en este lugar, bebiendo bastante agua por el fuerte calor que experimen-
taba. A las 4 de la tarde del mismo día un poco repuesto, emprendió nuevamente su
viaje llegando en la noche á San Mateo.
El día 2 salió de este punto, siempre con el cuerpo descompuesto, llegando a
Chicla el 3, y que en la madrugada de este mismo día tuvo epíxtasis.
Continuó su marcha á Casapalca y el 4 atravesó la Cordillera y llegó a Baños
y en los días 5, 6, 7, 8 y 9 estuvo sucesivamente en Corpacancha, Condorvado,
Ondores, Puente y Cerro de Pasco. En este punto no tuvo descomposición de cuer-
po, pero sí observó que se le hinchaba la cara, durando esto muy pocos días, pues
desde el 15 se sentía bien.
Hallándose el 20 en buen estado de salud partió para Vilcabamba, durmiendo
una noche bajo techo y otras dos en despoblado; el 23 regresó al Cerro de Pasco y
estando de guardia la noche del 28 se sintió atacado de fuertes calambres en la nuca
y en los miembros inferiores, acompañados de dolores en los maleolos. En los días
siguientes continuaron los calambres en los miembros inferiores, y los dolores inva-
dieron el hombro, codo, muñeca y rodillas.
244 Gustavo Delgado Matallana
HISTORIA CLÍNICA Nº 4
Y.B. natural de Obrajillo, de 36 años de edad, constitución fuerte y tempera-
mento sanguíneo, salió del Cerro de Pasco con destino a esta Capital, en el mes de
Abril de 1883. Regresó de ésta por el camino de Obrajillo, á fines de Mayo, en unión
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 245
de un sirviente que fué acometido del mismo mal, llegando ambos al Cerro, a princi-
pios de Junio.
Una vez en este lugar se sintió acometido de escalofríos y fiebre á lo que se
agregó á los pocos días un fuerte dolor en la región precordial, que se extendía hacia
el hombro izquierdo. Fué tratado por tercianas, administrándosele un purgante, Sulfato
de quinina y arsenicales. No se obtuvo mejoría alguna y se despertaron por el con-
trario dolores en las pantorrillas y en la cabeza y contracciones en todos los miem-
bros inferiores.
Sintiéndose mal, se dirigió á Mallanchaca, en cuyo lugar no tuvo fiebre, ni
escalofríos, pero continuaban los dolores y contracciones. Se sometió a un régimen
lácteo y buen vino. Aquí se le despertaron los vómitos que eran combatidos por los
helados.
Siguió en este punto con alternativas de malestar y alivio, según las estaciones
y cambios de temperatura, hasta el 15 de Octubre en que se dirigió al pueblo de
Huariaca, en cuyo lugar observó la aparición de un tumorcito verrucoso en la mejilla
derecha y luego en la nariz. Siguieron estos tumorcillos su mancha ordinaria según
el grado de calor o frío a que estaba sometido el paciente, marchando la erupción
cada día en más abundancia.
Pasó en el mes de enero al Cerro continuando la erupción en aumento,
desangrándose bastante y sufriendo horriblemente con los dolores y contorsiones
que desde un principio le atormentaban, hasta que se resolvió a venir nuevamente a
esta Capital en el mes de Junio de 1884.
En este lugar continúa la erupción limitándose especialmente al rededor de las
articulaciones de los miembros inferiores. Una vez mejorado pasó á Alcacoto, lugar
más cálido y allí, sometido á una buena alimentación y á los cuidados higiénicos
mejoró casi por completo, siguiendo su marcha al Cerro de Pasco en el mes de Julio.
Hoy 6 de Agosto de 1884 dice sufrir todavía de vez en cuando dolores articu-
lares en los meses de invierno. En verano se elevan algunas verruguitas situadas en
los miembros inferiores, las que se ulceran dando lugar á su caída y á hemorragias
consecutivas, dejando pequeñas cicatrices, mientras que las extirpadas han dejado
hendiduras más o menos manifiestas.
En cuanto al otro individuo de que se hace mención en la presente historia y
que desde un principio manifestó los mismos síntomas que su patrón, una vez llega-
do al Cerro se trasladó a un lugar templado, verificándose su curación con más
rapidez que la del caso cuya historia acabo de referir.
HISTORIA CLÍNICA Nº 5
Ricardo P. Reyes, natural de Nicaragua, de 20 años de edad, soltero, tempera-
mento sanguíneo y constitución fuerte, entró al Hospital de San Bartolomé el 13 de
abril de 1885, ocupando la cama Nº 3 en la Sala de San Vicente.
246 Gustavo Delgado Matallana
HISTORIA CLÍNICA Nº 6
Verruga probable en las meníngeas
Antenor Flores, natural de Ayacucho, indio, de 11 años de edad, ingresó al
Hospital “2 de Mayo” el 9 de abril de 1885, ocupando en la Sala de las Mercedes
[Servicio del Dr. Villar] la cama Nº 21.
Este enfermo estuvo en la misma Sala como 60 días ántes, atacado de una
púrpura de fondo palúdico, puesto que curó en pocos días por medio de dosis sufi-
cientes de Sulfato de quinina.
En esta época presentaba ya algunos tumorcitos verrucosos típicos, aunque
todavía demasiado insignificantes.
Sin dato alguno acerca del enfermo encontramos el cuadro sintomático si-
guiente:
De cúbito dorsal con relajación muscular, estado comatoso; cara pálida, aun-
que las mejillas las tiene encendidas; párpados cerrados, dejando ver al abrirlos
pupilas ligeramente dilatadas; se notaban vestigios de haber tenido epíxtasis. El
vientre muy deprimido, hay ligera hiperestesia; no se encuentran manchas de ningu-
na clase; bazo ligeramente hipertrofiado. La fiebre era algo fuerte marcando el
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 247
HISTORIA CLÍNICA Nº 7
C.P. indio, de 14 años de edad, natural de Orcotuna, entró al Hospital “Dos de
Mayo” el 13 de Agosto de 1885 y ocupó en la Sala de las Mercedes, la cama Nº 53.
Hacen cinco meses refiere el paciente que vino de su país pasando por algu-
nos lugares de verrugas. Poco después de su llegada fué atacado de intermitentes
que tenían lugar en las tardes y en seguida de dolores en los huesos y de contraccio-
nes musculares, especialmente en el cuello. Hace ya un mes que tuvo la primera
248 Gustavo Delgado Matallana
HISTORIA CLÍNICA Nº 8
Felipe Marín, de 9 años de edad, temperamento linfático y constitución regular,
raza indígena, ocupó la cama Nº 49 de la Sala de las Mercedes el 19 de Julio de
1884.
Marín, padeció ahora dos años de fiebres intermitentes; algo aliviado salió a
convalecer á Matucana, el 15 de Noviembre de 1883. Estuvo en dicho punto ocho
días sin novedad alguna; el 24 vino á Lima y al cabo de ocho ó diez días de perma-
nencia, esto es, el 2 ó 4 de diciembre se vio acometido de lo siguiente: escalofríos,
fiebre, á veces sudor, cefalalgia, en varias ocasiones tuvo delirio; raquialgia, artralgia,
que comenzó por el maleolo interno de la pierna derecha, calambres en los miem-
bros, vómitos, diarreas, deslumbramientos, en los que se figuraba ver estrellas.
Así continuó no obstante que los accesos febriles le acometió el delirio y en
ocasiones se ponía mejor, hasta que comenzaron a aparecer unos pequeños tumorcillos
situados en la parte anterior de cada oreja. El 2 de junio noto el desarrollo de una
verruga situada en la parte media de la región anterior de la pierna izquierda, prece-
dida de vivísimas comezones; en seguida le salió otra en la parte superior y externa
de la rodilla derecha; otro más pequeña en el codo derecho, observando que á
medida que se desarrollaban los tumores desaparecían los síntomas que había nota-
do anteriormente.
El 20 de Julio, es decir, el día siguiente al de su ingreso al Hospital, fué exami-
nado, encontrándose lo siguiente:
Dos verrugas del tamaño de una pequeña alberja, de color rojo y consistencia
regular, situadas una en cada oreja y en su cara anterior. Otra del tamaño de una
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 249
secuencia de las intermitentes que ha tenido y que han sido reemplazadas en estos
últimos días por cuartanas.
El estado caquéctico del enfermo se hace cada día más pronunciado, notándose
más marcado el soplo anémico que desde un principio ha presentado… … … … …
HISTORIA CLÍNICA Nº 9
Antenor Zavala, natural del Cerro de Pasco, de 17 años de edad, mestizo,
soltero, temperamento linfático y constitución débil, ocupó la cama Nº 1 de la Sala
de San Andrés; Servicio del Dr. A. Alarco en el Hospital “Dos de Mayo”, el 29 de
Mayo de 1884.
Anamnesia.- Interrogado el enfermo me dijo: que salió del Cerro de Pasco en
buen estado de salud el 28 de Julio del 83. El 1º de Agosto llegó a Canta, sin la menor
novedad, siguiendo en este estado hasta el 15, día en que fué atacado de una fiebre
de empacho (fiebre gástrica) que curó gracias a un purgante de ricino y luego
emolientes. Agregó también que en estos días tuvo la orina de un color rojo oscuro,
como si fuera de sangre. En el mejor estado de salud salió de Canta el 3 de Setiem-
bre, hacia la quebrada del mismo nombre, y eligiendo como primer punto de residen-
cia el pueblecito de Llaso. De allí pasó el 30 a Huanchuy, en cuyo lugar, mal alimen-
tado, bañándose, bebiendo el agua de los manantiales ó del río y sometido á la
influencia de las miasmas que dominan en aquellos lugares, permaneció Octubre,
Noviembre y parte de Diciembre, habiendo sido acometido a fines de este mes de
una fuerte terciana, que se dio volviendo á Llaso y tomando el jugo de naranjas
agrias. Bastante mejorado, pasó á principios de Enero de 1884 a Santa Rosa de
Quives, en donde á pocos días de su llegada, se sintió con el cuerpo descompuesto
y postrado, gran pérdida de fuerzas y falta completa de apetencia. Pasados algunos
días se agregaron a estos síntomas, escalofríos, calor, sudor, cefalalgia, artralgia,
sueño diurno e insomnio nocturno, vértigos, deslumbramientos, sed, náuseas, vómi-
tos y diarreas. Muy aliviado á fines del mencionado mes pasó á la Hacienda llamada
“Casa Blanca”, en la que á los síntomas anteriores que se despertaron con más
intensidad, se añadieron calambres en los miembros y en la parte anterior del tronco,
que eran insoportables, fuerte aumento de dolor en todas las articulaciones y todo
esto coincidiendo con la aparición de tumorcitos periarticulares, situados uno en la
parte posterior de la segunda articulación metacarpo - falángica de la mano izquier-
da y el otro en la parte posterior de la articulación de la falange y falangina del tercer
dedo de la mano derecha.
Entre alternativas de mejoría y agravación, permaneció en este punto hasta
mediados del mes de Marzo, época en la cual se trasladó a la Hacienda “Puente
Piedra”: aquí su permanencia fué acompañada de una mejoría notable, no obstante
de la salida muy dolorosa de un nuevo tumorcito sub - cutáneo, localizado en la parte
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 251
instituido hasta la salida del Hospital: sulfato de quinina 0’3 y Laudano Sydenham 3
gotas; alternando con 60’ vino de quina, agua de mote á pasto, 4ª ración y leche.
Día 17. En la tarde escalofríos, 102 pulsaciones: 37º6; dolores articulares en el
hombro, codo, muñeca y rodilla del lado derecho, ligero infarto de alguna de estas
articulaciones; las Verrugas comienzan á tomar un color más encendido, orina áci-
da, sedimentosa y con una densidad de 1,020.
Día 18. Sudor amarillento muy abundante al amanecer y de un color especial;
disminución de las altralgias, aumento de volumen y coloración algo blanquizca de
algunos tumorcillos.
Día 19. Apirexia, han desaparecido los dolores articulares, orina ácida,
sedimentosa y con una densidad de 1,015.
Día 20. Dolores é infarto de algunas articulaciones, las verrugas situadas en
las bolsas son bastante dolorosas; orina escasa, menos ácida y poco sedimentosa,
96 pulsaciones. Temperatura 37º.
Día 21. En la mañana 100 pulsaciones y 37º3 de temperatura; en la tarde 102
y 37º4; continúan los dolores articulares como así mismo en el testículo. La erupción
se llena de sangre en la cara y miembros inferiores muy poco en los superiores.
Orina casi neutra, amarillenta, olor fuertemente amoniacal, sin albúmina, muy
sedimentosa y con una densidad de 1,011.
Día 22. 100 pulsaciones en la mañana, 37º4 de temperatura. Tarde 102. Tem-
peratura 37º4. Pocos dolores, las verrugas ya no dan sangre, orina espumosa, rojiza,
ácida, en las 24 horas ha llegado á 1,000 gramos, su densidad es de 1,019.
Día 23 y siguientes: casi nada de notable, haciéndose la erupción con toda
regularidad.
Agosto._ A principios de este mes la erupción sigue su curso. Los dolores
articulares suelen presentarse siempre en las noches. El pulso es por lo general en
las mañanas de 90 por minuto y 96 por la tarde. La temperatura en la mañana es de
37º y 37º3 en la tarde. La orina una veces de un amarillo pálido y otra, amarillenta
rojiza, su cantidad en las 24 horas oscila entre 1,000 y 1,400 gramos; es ácida, sin
albúmina y con una densidad de 1,018 á 18º por término medio.
El 10 de este mes comienzan á descamarse algunas de las verrugas, observan-
do al mismo tiempo en el hipocondrio izquierdo una gran mancha bruna y con algu-
nas vesiculitas que según refiere el paciente, apareció acompañada de mucha co-
mezón. La orina es amarillenta, límpida y sin albúmina. En los días siguientes hasta
el de su salida que se verificó el 19, no ha habido nada de notable; saliendo del
Hospital sin tener dolor alguno y en muy buen estado de salud. La erupción estaba
completamente seca.
Estando Carrión en 1881 en el Segundo Año de Medicina, es probable que las
dos primeras historias clínicas enumeradas, consignadas en ese año, las haya toma-
254 Gustavo Delgado Matallana
muchos días y á veces meses, en los lugares donde han tomado la verruga; y segun-
do, porque aun en estos últimos, es todavía muy arduo, ya porque se carece de
medios, ya porque se toman por intermitentes ó ya en fin porque en muchas ocasio-
nes, la enfermedad no da lugar á que se sospeche siquiera su existencia.
Es solo desde que comienzan á unirse los dolores artrálgicos á la fiebre por lo
general irregular de la verruga, que se puede apelar al termómetro y en este caso se
nota también mucha variedad en su tipo, aún cuando la enfermedad se presente sin
complicación alguna. Así he observado en muchos casos la forma intermitente con
sus variedades, pero por lo general, toma el tipo de la forma héctica, pues en los más
he tenido ocasión de notar lo siguiente: desde las 12 h. m. ó 2 h. p. m., comenzaba un
decaimiento y descomposición de cuerpo, seguía a esto, escalofríos más ó menos
intensos y luego una fiebre ligera durando junto con los dolores que se despertaban
instante por instante, hasta las 12 h. p. m. ó 4 h. a. m. en que aparecía un sudor más
o menos copioso, que aliviaba los dolores, suprimiéndolos muchas veces completa-
mente.
En cuanto al grado de temperatura que alcanza la fiebre, podemos adelantar
que oscila entre 39 y 40º centígrados, sobrepasando pocas veces esta cifra.
En caso de complicaciones, siendo estas muy diversas, independientes unas de
la enfermedad y provocadas otra por el desarrollo del proceso en distintos órganos,
la fiebre toma también un tipo bastante variado.
Pulso.- Aumenta de frecuencia, proporcionalmente al grado de temperatura
alcanzado por la fiebre; en muchos casos y especialmente al fin del período que nos
ocupa, se presenta pequeño; blando y algo depresible. Estos caracteres se hacen
más apreciables, si la anemia que se manifiesta en esta segunda etapa de la enfer-
medad adquiere cierta intensidad.
Orina.- La orina es de color subido, generalmente de reacción ácida y deja
por el enfriamiento un depósito rojizo más o menos oscuro de uratos. En cuanto al
análisis químico del líquido de que nos ocupamos, he aquí los resultados obtenidos
por el Dr. José S. Barranca.
RESULTADOS ANALÍTICOS
De la orina de los enfermos atacados de la enfermedad indígena conocida con
el nombre de verrugas.
“Dedicado desde algunos años al importante estudio de la orina en diversas
enfermedades bajo el punto de vista clínico, me ha llamado seriamente la atención
de los afectados de verrugas por la aparición de principios anormales de la más alta
importancia para la práctica médica; no siendo mis esfuerzos estériles, pues son
coronados del mejor éxito.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 257
Las orinas analizadas han sido tanto de la práctica civil, como también de los
hospitales de Santa Ana, San Bartolomé y Dos de Mayo, donde han sido recogidas
por los estudiantes de medicina, señores Yataco, Carrión y Ripalda; tomando las
precauciones debidas para evitar toda causa de error.
Los casos observados han sido en número de doce; obteniendo constantemen-
te los mismos resultados, á saber, la presencia del indigo y de la glucosa en la parte
líquida de la orina y el fosfato de amoniaco magnésico en los sedimentos.
La presencia del indigo es invariable; su proporción aumenta como crece la
intensidad de los síntomas de la enfermedad y disminuye como decrecen éstos.
La glucosa se ha encontrado cuatro veces en proporciones alarmantes, simu-
lando una pseudo - diabetes sacarina; en otras no, ó en muy poca cantidad.
En los sedimentos que se forman después de la emisión de la orina, se encuen-
tra invariablemente el fosfato amoniaco magnésico; con esta diferencia que la pro-
porción es mayor, en los sedimentos que se depositan poco después de la emisión ó
sea en orinas muy putresibles y muy poco en las que se descomponen con lentitud;
pero en todos los casos no ha faltado, siendo muy reconocible por su forma cristali-
na característica (couverclede cercueil) la cual no puede confundirse con otras del
mismo sistema.
Hoy por hoy, me limito sólo á publicar estos resultados que no dejan de tener
alguna importancia para el diagnótico; sobre todo en una enfermedad como ésta, tan
oscura durante el periodo de incubación; reservándome para más tarde dar a cono-
cer en detalle mis observaciones, después de ensanchar más el círculo de mis expe-
riencias y de haber compulsado los últimos trabajos hechos en afecciones análo-
gas”.
Pasemos ahora á ocuparnos de otros síntomas no menos importantes y que
completan el cuadro sintomático característico del período de invasión propiamente
dicho.
El agente verrucoso ataca indudablemente la sangre, puesto que la nutrición
en los enfermos afectados de este mal, se altera profundamente, hasta producir la
caquexia. Manifiéstase ésta por la anemia que se desarrolla más ó menos violenta-
mente y con mayor o menor energía, según los individuos. Desgraciadamente no
conozco experiencia alguna que dé a conocer la cifra a que asciende el total de
glóbulos rojos destruidos por el ya mencionado agente.
La piel toma una coloración pálida y terrosa; las mucosas y especialmente la
palpebral y la gingibo - labial se decoloran, tomando el aspecto de la cera.
El pulso presenta los caracteres que ya hemos indicado y á los que he olvidado
agregar, que en ciertos individuos en lugar de ser frecuente, se nota por el contrario
retardado.
258 Gustavo Delgado Matallana
Los sitios de predilección de esta clase de tumores, son: las rodillas, los codos,
las partes anterior interna y externa de la pierna, la parte posterior de los maleolos y
excepcionalmente otras partes del cuerpo. Su duración es indeterminada.
A la larga las verrugas pueden por distensión, no sólo distender, ulcerar é
inflamar la piel, sino también gangrenarla dando lugar a hemorragias graves.
Cuarto período.- La terminación de la enfermedad, varía con la marcha se-
guida por el tumor.
Diremos pues algunas palabras acerca de la manera como termina el neoplasma
verrucoso en sus diversas formas.
Cuando la erupción tiene lugar en la superficie de la piel, el tumor alcanza
cuando más, como ya lo hemos indicado, el tamaño de una alberja. Adquirido este
volumen permanecen algún tiempo en estado estacionario, para decrecer en segui-
da con suma lentitud, empleando á veces varios meses en desaparecer completa-
mente; su color se modifica al mismo tiempo, pasando de rojo vivo que era, a un rojo
negruzco muy pronunciado. Continuando la regresión ó reabsorción, llegan al nivel
de la piel donde ya no se manifiestan, sino por pequeñas manchas negruzcas muy
parecidas a los lunares, que sucesivamente pasan al amarillento, decolorándose en
seguida más y más hasta que quedan reducidos á pequeños espacios blanquecinos,
bien distintos del resto de la piel y recubiertos de escamas que no tardan en desapa-
recer sin dejar señal alguna.
En cuanto á los tumores voluminosos que desgarran y mortifican la piel moti-
vando su ulceración, diremos que generalmente son enucleados por el Cirujano,
siendo esta operación algunas veces fácil, por encontrarse el neoplasma sostenido
tan solo por un estrecho pedículo.
La terminación de la enfermedad, está pues en este caso, ligada á los desórde-
nes producidos por el tumor, así como al estado general del individuo.
Diagnóstico.- El diagnóstico de la enfermedad en su principio es tan difícil de
establecer, como fácil de verificar en el periodo de erupción. Y en efecto, frecuen-
temente vemos a prácticos experimentados tomar por un ataque de paludismo en
sus variadas formas, ó por un reumatismo articular, muscular ú óseo, lo que no es
sino el primero ó segundo período de la Verruga Peruana.
Desde luego y como una de las principales dificultades para hacer el diagnós-
tico diferencial entre este enfermedad y la malaria, haré presente, que la distribu-
ción geográfica de la verruga me ha dado á conocer que en la mayor parte de los
lugares donde ella existe, domina también el paludismo, haciendo ambas enferme-
dades sus ataques aislada o simultáneamente.
En el estado actual de nuestros conocimientos, sólo existe en mi humilde con-
cepto un solo dato seguro y fiel que pueda hacernos sospechar la existencia de la
Verruga, ántes de su erupción, me refiero al conocimiento del lugar ó lugares por
262 Gustavo Delgado Matallana
De la Prensa Nacional
Daniel Carrión
Versiones perfectamente autorizadas han hecho una versión conmovedora.
Un joven estudiante, de esos que hacen de las carreras profesionales el culto
ardiente de su alma y que van á ellas, no sólo con la expectativa de crearse una
posición, si no empujados por el estímulo de aptitudes sobresalientes, el Bachiller en
Medicina don Daniel Carrión, acaba de pagar con su vida y con sus esperanzas de
26 años, el nobilísimo deseo de experimentar en sí mismo los efectos de una dolen-
cia que hasta hoy ha estado envuelta en las hipótesis de opiniones encontradas.
En su anhelo por señalar su primer grado académico con una tesis nueva é
importante, escogió la enfermedad de las verrugas, especial en algunas de nuestras
comarcas del interior y cuyas causas; ya atribuidas por la generalidad á la intoxica-
ción venenosa de ciertas aguas, ó á las condiciones palúdicas de los lugares donde
se produce, tenía perpleja a la medicina, particularmente por la fiebre que la prece-
día ó la acompañaba y á la que se llamó fiebre de la Oroya, que tantos estragos hizo
entre los trabajadores de aquella línea férrea.
¿Era causa o resultado de la verruga esa fiebre?
¿La incubaba ó la seguía como síntoma invariable?
¿Qué eran, en fin, esas erupciones múltiples, persistentes incurables, que cuando
no mataban al paciente en su desarrollo interno y externo, ó por las complicaciones
que las acompañan, lo herían con marca dolorosa é indeleble?
He allí los secretos que pretendió arrancar á su propio organismo ese jóven
valeroso, y para lo cual, no bastándoles la observación de los demás, quiso cercio-
rarse con la suya propia; y en su exaltado amor por la verdad, se inoculó el virus,
264 Gustavo Delgado Matallana
confiando demasiado en sus fuerzas físicas que no pudieron resistir, sin embargo, á
la prueba y sucumbió en ella, pero dejando la constancia de hechos que pasarán al
libro de enseñanza, junto con el nombre venerado de su descubridor.
Porque, como Sócrates, sereno y resignado, habló hasta que la agonía ahogó
su palabra de la doctrina que le sugerían sus propios sufrimientos: todo lo iba anotan-
do en sus conversaciones con el auditorio angustiado que lo rodeaba, y presintiendo
su próximo fin, él daba consuelo á sus llorosos compañeros, animándolos á seguir la
estela que dejaba, y pretextando que su muerte era motivada por la debilidad de su
constitución, pero que no esperaba igual suerte a los que pudieran resistir los estra-
gos de aquella experiencia decisiva.
Ha habido, pues, de su parte la intención libre, deliberada, constante de desa-
fiar los riesgos para descorrer el velo de ese misterio, que se escondía tras engaño-
sas formas, y si no ha tenido, ni hemos tenido, ¡oh desgracia! la fortuna de que
sobreviva a su alto propósito, su holocausto sublime, es una página de gloria para él
y para el país, que puede anotarla en sus anales de ilustres hechos, no como los de
las celebridades que se levantan sobre pedestal de víctimas inmoladas á su fama,
sino como el de un mártir que rindió su existencia para salvar la de sus semejantes.
El asombro y la gratitud se disputan la preferencia en nuestro espíritu, para que
la pluma traduzca, sin poderlo alcanzar, esos sentimientos inspirados por la incompa-
rable abnegación del jóven héroe, que baja a la tumba, en los albores de su juventud
halagadora, peleando la hermosa batalla de la ciencia.
Los pesimistas no comprenderán toda la grandeza de acto semejante; ignoran
que la legión del saber tiene también soldados, generosos que van al peligro para
conjurarlo ó perecer en él: no estiman quizá en lo que vale el comportamiento de
esos defensores de la vida, que luchan con las epidemias y caen junto con sus
enfermos, pero dejando una arma más, para el combate contra la muerte.
Y por eso ha llegado hasta nosotros el eco de reproches que hicieron vacilar
nuestro ánimo, y hasta la frase oficial ha buscado calificativos, que por cierto no han
merecido ni Pasteur ni Ferran, ni cuantos van á los centros de contagio seguro, o se
eligen a sí mismos para los ensayos científicos, sea que salven ó que sucumban en
su esforzada demanda.
Pero la luz se ha hecho y ella destaca con aureola imperecedera, la figura de
ese hasta ayer humilde alumno, que ya ha escalado el templo de la inmortalidad.
Honor á su memoria y que su nombre quede grabado en el excelso martirolo-
gio de los que se sacrifican por la humanidad.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 265
“El Nacional”
Editorial
Daniel A. Carrión.
Dedicamos hoy nuestra sección principal á inmortalizar á la ilustre víctima, que
por su amor á la ciencia médica, ha perdido su existencia en temprana edad.
El jóven Carrión, de inteligencia clara, estudioso y de genio experimentador
desde sus primeros años, manifestó aptitudes sobresalientes. Sus calificativos siem-
pre fueron de los mejores, en los distintos colegios en que estuvo y ya en la Escuela
de Medicina, se hizo notar entre los alumnos de su año, como uno de los más
empeñosos por hacer un estudio lo más completo posible de la VERRUGA, enfermedad
indígena del Perú.
Más de dos años, de continuo trabajo, recogiendo datos de pasajeros del inte-
rior y residentes en Lima, sobre la distribución geográfica de esta enfermedad;
coleccionando observaciones de las diferentes manifestaciones de ella; los distintos
tratamientos empleados y los que se debían emplear, en fin, cuanto era posible á
este respecto, le sugirió la idea de estudiar lo referente al periodo de la incubación y
á la inoculabilidad ó no de ella.
Juzgó que esta experimentación debía hacerla en sí mismo; así lo manifestó a
sus profesores, a sus compañeros de colegio, a su familia, a sus amigos, en fin, a
cuantos con él hablaban.
No bastaron á detenerlo, ni las reflexiones, ni los consejos que se le daban en
distintas ocasiones y menos el día en que tuvo lugar la inoculación, la que se verificó
con gran contento suyo, del que daba muestras hasta los últimos momentos de su
vida.
Las reflexiones que se le hicieron no procedían sin duda alguna de la previsión,
de que pudiera resultarle una FIEBRE ANEMIZANTE, que es lo que le ha llevado a la
tumba. Se le hablaba de atrasos en sus estudios, si llegaba á verificarse la erupción,
de lo que desesperaba aun. No podía preverse el resultado de hoy, porque la ciencia
lo ignoraba, y aun hoy mismo ¿está fuera de duda que la inoculación de la verruga
produce una fiebre anemizante? ¿Este solo hecho basta á probarlo? ¿Se ha descu-
bierto el microorganismo de la verruga? ¿Se le ha hallado aquí? ¿No puede haber
sido entonces una enfermedad miasmática o alguna otra, la que haya dado fin a esta
abnegada existencia?
Cuestiones son estas, que solo toca a los hombres de ciencia, estudiarlas y
definirlas.
El ejemplo de los grandes sabios de Europa, ha sido imitado por Carrión, aun-
que en verdad, con desgraciado éxito. El mismo fin cupo al ilustre Fonsasgrives que
el año pasado no más, murió por haberse hecho inocular el cólera; y así, centenares
266 Gustavo Delgado Matallana
“El Nacional”
7 de Octubre de 1885
Esta tarde han sido llevados a su última morada los restos del malogrado após-
tol de la ciencia, del héroe de su profesión, del abnegado jóven Daniel A. Carrión, de
quien se ha ocupado en estos días la prensa toda de la capital, por las causas que
han originado su prematura muerte.
La asistencia de cuanto de más notable tiene nuestra medicina, la de todos los
alumnos de la Facultad y condiscípulos de Carrión, la concurrencia de un sinnúmero
de personas notables de la sociedad á la translación del cadáver con todo el aspecto
majestuoso é imponente del acto, el hecho de haber sido llevado el cuerpo en hom-
bros de entusiastas colegas del querido difunto y las cintas de la caja guardadora de
tan preciosa reliquias, llevadas por notables profesores de la ciencia médica, no son
sino débil manifestación de respeto y de cariño a quien apenas de 26 años de edad,
se hizo mártir de la propaganda de Galeno y de Hipócrates.
“La Academia Libre de Medicina”, la Facultad, el Cuerpo Médico, la ciencia
toda, representada en el cortejo fúnebre que Lima ha presenciado hoy con muestras
de admiración y de respeto, deben, primero, no olvidar jamás a ese esforzado héroe
que, como muy bien dice anoche una crónica local, es héroe hasta donde no puede
más la exageración, y puede y debe ser considerado entre los bienhechores de la
humanidad, tal vez en primera fila y por delante de Jenner, que descubrió la vacuna;
270 Gustavo Delgado Matallana
Pasteur, que halló el modo de preservarse del horrible mal de rabia y Ferran, que,
por medio de sus experimentos, ha arrebatado al cólera millares de víctimas, con la
única diferencia de que éstos fueron más felices y aquel más abnegado; y después
continuar los importantes estudios que, a costa de su propia vida, comenzaba el
alumno Carrión y que están llamados a resolver una cuestión de vida o muerte para
la humanidad.
“El Campeón”
7 de octubre de 1885
A las cuatro de la tarde de hoy fueron conducidos al Cementerio General, del
Hospital Francés, los restos del malogrado joven D. Daniel A. Carrión, alumno del
sexto año de la Facultad de Medicina, el cual, como lo hemos dicho anteriormente,
por amor a la ciencia y dar una teoría nueva sobre la verruga, se hizo inocular con
dicho virus, lo que lo ha llevado a la tumba por habérsele desarrollado la fiebre de la
Oroya.
La concurrencia que acompañó los restos de Carrión a su última morada, fue
numerosísima, entre los que se encontraban distinguidos Médicos de esta capital.
Los alumnos de la Facultad de Medicina, para manifestar su último tributo,
llevaron el cadáver en los hombros hasta la calle de Santa Clara, en cuyo lugar por
ser la hora avanzada lo colocaron en el carro mortuorio. Durante todo el trayecto
llevaron las cintas los Doctores Macedo, Sánchez Concha, Flores y Almenara Butler.
En el Cementerio varios caballeros pronunciaron discursos en honor a la tum-
ba de Carrión, entre los que recordamos a los siguientes: Doctor Macedo, Doctor
Almenara Butler y los alumnos Showing, Medina, Galdós y Mestanza.
La Sociedad “Amantes de la Ciencia” envió una comisión.
No concluiremos sin deplorar la pérdida de tan hábil estudiante y de acompa-
ñar en su dolor al Cuerpo Médico de Lima, porque ha perdido al que se ha sacrifica-
do por la ciencia, dando honor a la medicina nacional.
“El Comercio”
Lima, Jueves 8 de Octubre de 1885.- Nº 15620
Daniel A. Carrión.- La capital ha presenciado conmovida, la solemne mani-
festación, que, en homenaje al practicante de medicina, Daniel A. Carrión, han
sabido tributarle los compañeros de estudios, los hombres de ciencia, sus amigos y
todos aquellos que creían cumplir un deber al acompañar a su última morada los
restos del abnegado jóven que llevó su heroísmo por la ciencia, hasta el extremo de
sacrificar su vida.
A las 4 p.m. del día de ayer, numeroso y selecto acompañamiento estaba
constituido en la Maison de Santé de donde fue sacado el ataúd en hombros de sus
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 271
compañeros de estudios. Tomaban las cintas los Doctores Macedo, Flores, Alme-
nara y el señor Francisco Sagastabeytia. Todo el acompañamiento, formado por
cerca de doscientas personas, seguía á pie escoltando el ataúd, el que fué en la
Plazuela de San Carlos, tomado por otros cuatro estudiantes de medicina.
En el orden indicado siguió la comitiva por las calles de los Huérfanos y demás
rectas, hasta la plazuela de la Inquisición, continuando por la Universidad, hasta
Santa Clara, siempre conducido en hombros por sus compañeros, los cuales se
turnaban en distintas ocasiones, manifestando todos ellos el deseo de que les tocara
su vez de poderlo conducir.
Una vez llegado el acompañamiento al cementerio tomaron las cintas el señor
canónigo Zárate y los Doctores Macedo, Barrios y Sánchez Concha; hicieron uso
de la palabra los doctores Macedo, Almenara y los señores Medina, Showing,
Mestanza y Galdo.
Tal ha sido la manifestación que los compañeros de estudio, amigos de la Es-
cuela de Medicina y hombres amantes de la ciencia, han tributado al que, con su
vida ha dado un día de gloria á su patria y á la Medicina Nacional, resolviendo como
dijo, el doctor Macedo en su discurso: el importante problema de “la unidad etiológica
de la verruga y de la fiebre de la Oroya”. Si algún consuelo puede llevarse a la
familia del malogrado Carrión, sírvanle estas pocas líneas de lenitivo a su dolor.
Antes de terminar no dejaremos de manifestar la ausencia de personas perte-
necientes a la Facultad de Medicina.
“El Callao”
Daniel Carrión._ La muerte, sorprendida en sus misteriosos elementos de
destrucción, por el abnegado espíritu de un defensor de la humanidad, se ha venga-
do cruelmente de su adversario, arrebatándolo del escenario del mundo, cuando
tocaba ya los dinteles de su carrera pública y sellaba su reputación de médico y de
filántropo en una de aquellas pruebas que conducen a la inmortalidad.
Daneil Carrión, jóven lleno de vida y de esperanzas, con el instinto y la perse-
verancia de los genios, que apenas perciben el peligro en la senda de sus exploracio-
nes científicas: próximo ya á terminar sus estudios de medicina, ha rendido la vida,
inmolándose voluntariamente en aras de la ciencia, cuyos secretos empeñóse en
descubrir.
Si las veleidades del éxito han ceñido la corona del heroísmo, al guerrero que
se lanza al sacrificio, embriagado por egoístas pasiones y dominado por la irresistible
fuerza magnética de las batallas: la gratitud nacional debe tejerla con hojas que
jamás se marchiten, para orlar las sienes del que, en la tranquilidad apacible de las
averiguaciones científicas, convencido de la inminencia del peligro, se precipita en
272 Gustavo Delgado Matallana
él, sin detenerse, en pos de una nueva idea, que sea un beneficio más para la huma-
nidad que sufre.
La vida de Daniel Carrión, ha sido la heroica compensación de una de esas
nuevas.
La Patria le debe a su memoria la compensación de la gloria.
“El Callao” cumple desde ahora con el triste deber, de depositar en la tumba
del abnegado estudiante el tributo de su mayor admiración.
“El Nacional”
Zigs-zags semanales._ Esta semana, lectores, aunque fuese más insulsa que
los artículos políticos que hoy se escriben y más vacía que la cabeza de ciertos
personajes que yo me sé, no carecería sin embargo de relativa importancia y media-
to interés, por dos asuntos obligados que servirán de tema, y que como ustedes
comprenderán, no son otros que la gloriosa efemérides del 8 de Octubre, ó sea el
desigual combate del Huáscar en Punta Angamos, y el sacrificio heroico del jóven
practicante de Medicina Daniel A. Carrión, por sorprender á la ciencia uno de los
tantos secretos, con que se complace aún en atormentar a la mísera humanidad.
Ambos son dignos de un poema: y si la trompeta de la fama ha dado a conocer
en ambos hemisferios las legendarias hazañas del primero, no dudamos que el se-
gundo sea estimado como se merece, en todo el orbe civilizado, como un hecho que
honra altamente al Perú, en la persona moral de la distinguida é inteligente juventud
que se educa en los claustros de San Fernando.
Desgraciadamente el aliento nos falta para levantar el tono á la altura de los
asuntos de que tenemos forzosamente que ocuparnos, pero quede desde luego au-
téntica constancia: que si carecemos de competencia nos sobra voluntad; por lo
demás, digamos con volteriana filosofía, como reza cierta coplilla.
Corre, pues, pluma querida
Ligera sobre el papel,
¿Qué importa el mar de la vida
Si no te has de hundir en él?
La prensa toda se ha ocupado en estos días del conmovedor suceso, ocurrido
en el Hospital francés y el nombre de Daniel Carrión ha estado en todos los labios.
Era éste un jóven del Cerro de Pasco, de veintiséis años de edad y alumno de
6.º año de Medicina, de los más aprovechados y estudiosos, que empeñado en des-
cubrir un método curativo para combatir con acierto la terrible enfermedad indíge-
na, conocida con el nombre de Verrugas, habíase dedicado con admirable paciencia
y constancia á observarla, describirla y analizarla en todos sus variados y curiosos
fenómenos.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 273
“El Porvenir”
Trujillo, Octubre 14 de 1885
NO SE DIRÁ que la prensa de Trujillo ha guardado silencio delante de la
tumba venerada del que fué Daniel Carrión.
El deber y el patriotismo nos obligan á unir nuestra voz á la de los colegas de la
capital, para tributar un justo homenaje de admiración á la sagrada memoria del
nuevo mártir de la ciencia, del esforzado jóven que no ha vacilado un instante en
sacrificar su vida al servicio de la humanidad.
Daniel Carrión fué uno de los alumnos distinguidos del Colegio de Medicina.
Su amor á la ciencia y el noble deseo de hacerse útil á sus semejantes, le determina-
ron á estudiar una de las enfermedades indígenas del país - La verruga; llevando
tan lejos su abnegación que se inoculó el virus, á fin de observar en sí mismo las
diversas fases del mal.
Desgraciadamente la enfermedad ha sido superior á las fuerzas del heroico
jóven, y la ciencia ha recibido con dolor profundo el holocausto de su vida.
Carrión ha muerto; pero nos ha dejado cómo se separan de este mundo las
grandes almas. Sereno hasta la eternidad; anotando los progresos del mal hasta el
postrer instante; consolando a sus amigos que rodeaban su lecho de moribundo y
animándoles á seguir su ejemplo, que sólo juzgaba desgraciado por la debilidad de su
organismo; tal ha sido el cuadro doloroso y sublime de sus últimos momentos.
Semejante á éste, raros ejemplos, por cierto, nos ofrece la historia. ¿No hay
algo que asombra, que llena el alma de religioso respeto, al contemplar el sacrificio
de las ilusiones, de las esperanzas, del porvenir y de la vida, que hace un jóven de 26
años por arrancar un secreto á la naturaleza y hacer un bien á la humanidad?
Indudablemente, quien así muere vive para siempre; y es por esto que en
Daniel Carrión verá la ciencia una de sus ilustres mártires la humanidad, uno de sus
malogrados bienhechores, y el Perú recordará con orgullo su nombre; pues su me-
moria ha pasado ya a la inmortalidad, rodeada de la doble aureola del martirio y de
la gloria.
De la Prensa Extranjera
“La prensa americana y europea empieza a ocuparse del atrevido experimen-
to y de la muerte de nuestro ilustre compatriota. En todos los artículos que le dedi-
can se tributa a su memoria los más justos elogios presentándolo como uno de los
mártires de la ciencia” (84).
ticas de esta última enfermedad. El niño que tenía la verruga curó después de haber
presentado las manifestaciones cutáneas de esta endemia.
La demostración ha sido completa, pero desgraciadamente lúgubre; pues la
muerte de Daniel A. Carrión es una pérdida cruel para la ciencia. Este hecho dolo-
roso atestigua el entusiasmo científico y el heroísmo del cuerpo médico peruano,
honra á la vez á la víctima, á sus colegas distinguidos y á su patria; y nos proporciona
ocasión para manifestar á sus compatriotas nuestra admiración y nuestra simpatía.-
Ch. Eloy”
LA GACETA CIENTÍFICA
Publicación de la Sociedad “Amantes de la Ciencia”
“El Comercio” Miércoles 11 de Noviembre de 1885.- N° 15647 p. 2
Daniel A. Carrión.- Alumno del 6to. Año de la Facultad de Medicina, falleció
el día 5 del presente mes, víctima de su incesante anhelo por estudiar de un modo
profundo la verruga, enfermedad endémica del Perú.
282 Gustavo Delgado Matallana
VII
LA VERRUGA PERUANA
El Monitor Médico
Año I N° VII – Lima, octubre 15 de 1885.
Sección Editorial.
Esta enfermedad, bajo la forma eruptiva, es conocida de tiempo inmemorial
como endémica y exclusiva del país. Se presenta con más generalidad a nuestra
observación en las personas que transitan por la quebrada de Huarochirí y muy
especialmente se contrae en el sitio que se denomina de Verrugas. Se ha tenido la
creencia vulgar que las aguas de aquella quebrada son las que dan origen a esta
enfermedad.
De un periodo de incubación indeterminado, durante algunas veces hasta un
año antes de la manifestación cutánea de las Verrugas, después de prolongados
dolores musculares y articulares, no ha sido debidamente estudiada, porque ningún
médico ha podido seguir el curso y síntomas de esta enfermedad desde sus primeros
síntomas hasta la terminación de la erupción verrugosa.
Durante los trabajos del Ferrocarril de la Oroya, con la remoción de los terre-
nos apareció una pirexia grave que por no poderla clasificar en ningún grupo nosológico
conocido, por revestir síntomas y alteraciones especiales, se le denominó, desde su
aparición, fiebre de la Oroya, por el lugar donde se desarrolló esta fiebre, y también
fiebre anemizante, porque la anemia es el síntoma más constante y más grave de
esta pirexia.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 283
En cuanto al origen de esta fiebre que tantas víctimas ocasionó en los trabaja-
dores de aquella línea, las opiniones han estado divididas, unos médicos apoyando su
opinión en haberse desarrollado esta fiebre, por la remoción de los terrenos, le da-
ban un origen miasmático de un carácter grave, y otros, por la circunstancia de
desarrollarse esta pirexia en los mismos sitios donde reinaba y se contraía la Verru-
ga, creían que este virus, unido o combinado con las miasmas, eran la causa deter-
minante de la fiebre de la Oroya.
Algunos hechos que se creían positivos y directos, hicieron aventurar que el
mismo virus de la Verruga era la causa productora de la denominada fiebre de la
Oroya34.
Estaba reservada la comprobación de este problema a nuestro heroico e ilus-
tre compatriota Daniel Carrión. Con su abnegado sacrificio la ciencia ha adquirido
dos verdades incuestionables en la historia de las verrugas: su transmisión por la
inoculación que antes no se conocía, y la unidad etiológica de la verruga y de la
fiebre, que impropiamente se ha llamado de la Oroya.
Negar esta coincidencia seria cerrar los ojos a la deducción lógica del más
riguroso razonamiento.
En efecto; Carrión en la más perfecta salud, con residencia estable en la Ca-
pital, sin el menor indicio de estar su organismo afectado de diátesis o infección, el
27 de Agosto se inocula la sangre de una Verruga en periodo atrófico; a los 22 días
de incubación principia el cuadro clásico de la fiebre anemizante, con todos los
síntomas propios de esta fiebre: ¿cuál es, pues, la causa de esta grave pirexia? Los
hechos de causa y efecto son tan claros, tan positivos, y tan directos, que sin una
obstinación temeraria no puede negarse que las gotas de sangre verrugosa que
penetraron en el torrente circulatorio de Carrión, a los 22 días desarrollaron la serie
de alteraciones profundas que dieron fin a su existencia a los 39 días de la inocula-
ción.
Los hechos positivos y directos como éste no se puede negar, a la ciencia no le
queda otro camino que darse, de alguna manera, una explicación más o menos
satisfactoria de la evolución de estos hechos patológicos.
En verdad, ¿por qué en el niño verrugoso de 14 años, cuya sangre sirvió para
la inoculación, la enfermedad tiene una marcha benigna de evolución normal, y el
mismo virus en Carrión toma un carácter grave y mortal? La causa ya la hemos
visto, es la misma, pero el terreno en que va a germinar el principio mórbido es
34 La unidad etiológica de la verruga y de la fiebre de la Oroya, ha sido indicada y sostenida con hechos
desde el año 1875, como puede verse en los números 21 y 23 de la Gaceta Médica de dicho año.
(Se refiere, aquí, Macedo, al trabajo sobresaliente de Nicanor Pancorvo, sobre la unidad etiológica
de la Enfermedad de Carrión).
284 Gustavo Delgado Matallana
distinto; los cambios orgánicos que se realizan en el primero son diferentes de los
que tendrán lugar en el segundo. En el niño, la erupción dérmica da término feliz a la
enfermedad, en Carrión, la desoxigenación, deformación y disminución de los gló-
bulos rojos, antes de la erupción, dan fin a una existencia que no puede sobrevivir
a la alteración profunda de la sangre, que es el estímulo, la nutrición y la vida de
todos nuestros órganos. Este hecho nos recuerda la profunda concepción de Reca-
mier, que dice: “En medicina no hay enfermedades sino enfermos”.
Es innegable que cada organismo tiene su modo de ser especial y su manera
de manifestar las entidades patológicas.
Estas ligeras consideraciones nos dan la convicción de que el virus o microor-
ganismo de la verruga, es también la causa de la fiebre de la Oroya, y que más
propiamente debería denominarse fiebre verrugosa, anemizante, que mata a los
enfermos antes de completar su evolución eruptiva.
José Mariano Macedo
Secretarios anuales.
286 Gustavo Delgado Matallana
EL MONITOR MEDICO
Academia Libre de Medicina
Sesión extraordinaria del 16 de Octubre de 1885.
Se puso en discusión:
El Dr. Aurelio Alarco manifestó que tanto él como el Dr. Lino Alarco, autores
de la proposición, aceptaban la sustitución de miembro honorario en vez de miembro
activo, como se había expresado en la sesión anterior, dándola por modificada en
ese sentido; que creía innecesario alegar razones en apoyo de la proposición para
honrar, de la manera propuesta, la memoria del estudiante Daniel A. Carrión y
porque estaba seguro de que esos eran los sentimientos de la Academia.
Puesta al voto la proposición por el Sr. Presidente, con la modificación indica-
da, fue aprobada por unanimidad.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 287
LA CRÓNICA MÉDICA
Año II Lima, Noviembre de 1885. Nº 23 pág. 447
Comentario Periodístico
“El Comercio”. Sábado 18 de Octubre de 1885 – Nº 15628 p. 2
“Academia Libre de Medicina” Daniel A. Carrión
“La Academia Libre de Medicina celebró sesión extraordinaria el 16 de Octu-
bre pasado. Los Drs. Lino y Aurelio Alarco presentaron una propuesta cuyo objeto
es que se considere al abnegado joven cuyo nombre damos arriba como Socio
Honorario de la expresada institución y se le tenga siempre PRESENTE, colocan-
do en el local respectivo el busto de ese mártir de la ciencia.
Sostenida brillantemente por sus autores fue aprobada.
Sabemos también que la Redacción de “El Monitor Médico” ha resuelto pro-
mover una suscripción cuyo producto se destinará a levantar, en el Cementerio
General, un monumento que perpetúe el recuerdo de Daniel Alcides Carrión.
Aplaudimos por nuestra parte ambas ideas desando tengan pronta y cumplida
ejecución”.
De la Crónica Médica
Articulo Editorial
Volumen 2 – 1885
LA CRÓNICA MEDICA
Lima, Octubre 31 de 1885
DANIEL A. CARRIÓN
“En la lucha constante en que se encuentra el hombre con los elementos que,
por todas partes, le rodean, sería totalmente vencido sino contara con el poderoso
apoyo que le presta la medicina; la que, merced al inquebrantable esfuerzo de los
que á ella se dedican, arranca, cada día, nuevos secretos á la naturaleza para utili-
zarlos en provecho de la humanidad y proporcionarle de ese modo los medios más
favorables para salir airoso en la demanda”.
En esta batalla continua en que se halla empeñada la Ciencia que trata de
aliviar las dolencias de la humanidad, se encuentran soldados valerosos que, enarbo-
lando el estandarte del progreso, desafían el peligro que se presenta por do quiera, y
que, al lanzarse resueltos á el, lo hacen únicamente con el fin noble y grandioso de
ser útiles á sus semejantes; legando algunos de ellos, en cambio de su preciosa
existencia, datos seguros y positivos sobre las enfermedades que se han propuesto
estudiar y que se utilizan en beneficio del mismo hombre. Esas víctimas ilustres de
su amor á la humanidad, son los héroes de las lides del saber., –heroicidad sublime
cuyo pedestal no se levanta como los de las demás, sobre la sangre y los ayes de sus
semejantes,– y sus nombres pasan de generación en generación inscritos en el gran
libro del martirologio de la ciencia y considerados como bienhechores del género
humano.
A ese número pertenece hoy, un compatriota nuestro, un modesto alumno del
sexto año de Medicina: DANIEL A. CARRIÓN; quien, siguiendo la estela lumino-
sa que en provecho de la humanidad y de la ciencia iniciaron y llevaron á cabo
Jenner, Pasteur, Koch, Freyre, Carmona del Valle, Bochefontaine, Fonssagrives y
otros muchos, en su anhelo de aprovechar cumplidamente los pocos años de su vida,
no vaciló en sacrificarla en aras de la ciencia, que tan dignamente cultivaba, legán-
donos con su heroico sacrificio un ejemplo digno de imitar, y elementos bastante
para la historia de las verrugas, enfermedad cuyo estudio había emprendido con
ahínco.
Nació Carrión el año de 1857, en la ciudad de Cerro de Pasco, y se dedicó al
estudio desde los primeros años de su vida, habiendo ingresado á la facultad de
Medicina el año de 1880. Una vez en la Escuela de San Fernando, se distinguió en
ella por su amor al estudio; se captó el aprecio y la simpatía de profesores y alum-
nos; y reveló dotes especiales para el abnegado magisterio de la medicina. En sus
exámenes de fin de año, obtuvo siempre los mejores calificativos, y durante su
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 291
35 Nombre que se dio a una fiebre grave, la cual se presentó, por primera vez, en los trabajadores
del ferrocarril del Callao a la Oroya.
292 Gustavo Delgado Matallana
36 Nombre que para esta enfermedad propuso el Dr. Salazar, en su tesis para el Doctorado (1856), y
que nos parece muy adecuado y digno de generalizarse.
37 Historia del Perú.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 293
38 Viajes en el Perú.
39 “Historia de las Verrugas”. Tesis para el Doctorado en Medicina. Gaceta Médica de Lima. Tomo 2,
1858.
294 Gustavo Delgado Matallana
Diversas y muy variadas fueron las ideas que reinaron entonces sobre la natu-
raleza de esta afección. El mayor número la consideró como una forma grave del
paludismo, fundándose principalmente en que su desarrollo había coincidido con la
remoción de terrenos en que reina con frecuencia la malaria, y en la analogía
sintomática con la anemia aguda perniciosa cuyo origen palúdico está demostrado.
Pero, si hubiera sido esa la verdadera causa de la fiebre de la Oroya, no se habría
limitado su presencia á la quebrada de Huarochirí, sino que se hubiese presentado
también en las otras quebradas, igualmente palúdicas, en que existía la misma cau-
sa: los trabajos de los ferrocarriles. En esas quebradas estallaron casos graves de
malaria pero nada que pudiera asemejarse á la afección de que nos ocupamos. Otra
pues, debía ser la causa del mal, y habiéndose presentado en el lugar en que era
conocida la verruga, desde tiempo inmemorial, era muy natural tratar de establecer
una relación de causa á efecto entre los dos estados morbosos: la verruga y la fiebre
de la Oroya. Así pensaron entre otros: el Dr. Enrique C. Basadre, que expuso sus
ideas en su quinto examen profesional doctoral de 1873; el Dr. Espinel que lo sostu-
vo en la Sociedad de Medicina poco tiempo después; los Dres. Tomas Salazar,
Celso Bambarén, Manuel C. Barrios y otros, que la expusieron de una manera muy
marcada en la Sociedad de Medicina, el año de 1875, con motivo de una comunica-
ción del Dr. Nicanor Pancorvo, que consideraba como causa de dicha fiebre, á las
emanaciones sulfhídricas de los lugares en que se había presentado la afección.
La unidad etiológica de la verruga y de la fiebre de la Oroya quedó desde
entonces, y con justicia, definitivamente establecida; pero como las observaciones
en que se apoyaron nuestros prácticos para esta deducción eran incompletas, no se
pudo precisar la verdadera relación de los hechos, es decir, que no se llegó á saber
que periodo de la verruga era la fiebre de la Oroya. En nuestro concepto, varias
causas contribuyeron á esto: la falta de experimentación por una parte, y la creencia
bastante arraigada que existía de que la verruga no era inoculable.
Carrión, con su atrevido experimento, ha llenado estos dos vacíos. Ha demos-
trado que, inoculándose á un individuo sano, la sangre de otro atacado de verrugas,
puede desarrollarse en él una afección cuya gravedad dependerá de la mayor ó
menor resistencia del organismo; es decir, que en la sangre de los verrucosos, circu-
la el gérmen productor de esta enfermedad; lo que se ha demostrado plenamente
por la analogía de las lesiones necroscópicas de Carrión y de la mujer muerta de
verrugas en el Hospital de Santa Ana, pocos días después. Ese gérmen, causa
eficiente del padecimiento, es, según los estudios del Dr. V. Izquierdo40 un bacilo
especial; y, si esto se llega á confirmar, quedará demostrado el carácter microbiótico
de la verruga.
LA CRONICA MEDICA
Lima, Noviembre 30 de 1885
Daniel A. Carrión
(Conclusión del artículo editorial del Dr. Leonidas Avendaño)
41 La causa puede considerarse como concluida, pues aunque a pasado á la Corte Superior, ha sido
únicamente en consulta, para cumplir con un trámite acostumbrado en tales juicios.
298 Gustavo Delgado Matallana
método experimental, al que la Ciencia debe sus más importantes conquistas, cuen-
ta en su martirologio un número crecido de ilustres víctimas, que en todo tiempo han
sido considerados como superiores al resto de sus semejantes, sin que jamás haya
pasado por la mente de alguien el considerar como crímentes dichos experimentos,
ni como criminales á sus autores.
El naturalista que desea conocer, de una manera completa, la flora y fauna de
una país, no retrocede ante los inmensos peligros que presenta el penetrar en las
selvas y los bosques; no, marcha tranquilo, dominado únicamente por el deseo de
saber.
El que se dedica á los estudios especiales de la geología, arriesga constante-
mente su existencia al ascender á las encumbradas montañas ó al descender al
interior de los volcanes.
El navegante, que desea ilustrar con algún dato nuevo á la geografía, se lanza
resuelto, puede decirse, tras una muerte segura, por mares desconocidos, en los que
no encuentra mas apoyo que la frágil tabla que lo sostiene.
El químico, que trata de conocer la estructura íntima de los cuerpos, los des-
compone, los ataca por diversas sustancias, y se encuentra rodeado constantemen-
te de peligros, los que no le arredran, porque su único deseo es hacer dar un paso
más á la Ciencia.
Y, lo mismo pasa con la medicina; la que, merced al método experimental, ha
llegado á convertirse en una ciencia de hechos y principios seguros, y no simple-
mente rutinaria como era antes; siendo la esfera de acción del médico, tan vasta, en
este sentido, que no solo se limita á su propia persona y á los animales de que puede
disponer, sinó que también se extiende á los enfermos que se entregan á sus cuida-
dos. El Dr. Freire, en sus “Investigaciones sobre la causa, naturaleza y tratamiento
de la fiebre amarilla”, refiere que Balfour, en Inglaterra y Dietl, en Alemania, han
tenido enfermos de neumonía, en los que han dejado seguir su marcha natural á la
enfermedad, sin ninguna intervención terapéutica, con el objeto de probar que dicha
enfermedad puede curarse espontáneamente42; sin que su procedimiento, practica-
do en naciones en que se juzga con bastante severidad á los hombres, haya mereci-
do la más insignificante censura.
Y, en nuestro país, después de los numeroso ejemplos que nos presentan todas
las naciones del mundo civilizado, en las que se ha hecho debida justicia, se ha
enaltecido, se ha honrado dichas experiencias y á sus autores; en nuestro país,
repetimos, se presenta un joven audaz, que se lanza resuelto en esa vía fecunda de
progreso y engrandecimiento de la Ciencia, y, entonces, la autoridad, extralimitándo-
LA CRONICA MEDICA
Sección Nacional
Verrugas (1)
HISTORIA CLÍNICA DEL QUINTO EXAMEN
Profesional
Año de 1873
El enfermo Pedro Cocharca de 24 años de edad, soldado de artillería, soltero,
temperamento linfático, raza indígena, entró al Hospital de San Bartolomé el día 6
de enero, habiendo estado enfermo desde tres semanas antes, y actualmente ocupa
la cama número 34 de la sala de San Bartolomé, en el departamento del Doctor
Romero.
Acerca de sus antecedentes dijo, que habiendo desertado en julio del año pa-
sado se fué a trabajar al Ferrocarril de la Oroya donde permaneció un mes; que
luego fué enrolado de nuevo en el ejército y que á los dos meses de esto empezó á
sufrir la enfermedad de que padece actualmente.
HABITO EXTERIOR.- Es de estatura mediana y de constitución robusta.
Presenta en el rostro cicatrices provenientes de haber sufrido viruelas. En la parte
anterior del pecho y del abdomen, en toda la extensión de los miembros superiores é
inferiores se nota una erupción de pequeños tumores muy numerosos de forma
redondeada, de superficie irregular y de color rojo cobrizo, casi insensibles, sin pru-
rito, algunos de ellos están como disecados, presentando pequeñas esfoliaciones. En
otros puntos se notan manchitas cobrizas y redondeadas algunas cubiertas también
300 Gustavo Delgado Matallana
lejos las partículas. El hecho de que penetren dichas partículas á la economía nada
tiene de notable, pues sabemos que las partículas de carbón y otros cuerpos atravie-
san las vesículas pulmonares y se encuentran en la circulación. Estas partículas
vegetales, de que me ocupo, entran en el torrente circulatorio y llegando á los vasos
capilares se detienen allí, produciendo ya pequeños derrames por impedir la circula-
ción capilar (estas son las verrugas sanguíneas); ya un aumento de nutrición, dando
lugar á tumores fibro-plásticos ó plasmonas, como segun creo, probó el Sr. Dr.
Salazar, en una brillante tesis. Una prueba de que obran en los capilares es el hecho
de presentarse solo en los órganos ricos en ellos v. g. la piel, el hígado, el pulmón,
etc.
La acción tan eficaz de los sudoríficos también probaría algo en favor de esta
hipótesis pues ellos, dilatando los capilares de la piel favorecerían la elimación de los
cuerpos extraños.
5º. Como producidas por la introducción de la economía de organismos
microscópicos vivos que existen sea en el suelo, sea en la atmósfera. Esta
hipótesis podría aceptarse si se tiene en cuenta que existen algunas enfermedades
que son causadas por la presencia en la economía de cierta clase de organismos
como, por ejemplo: las bacterias señaladas por Davaine en el carbón desde 1850,
por Coze y Feltz en la sangre de un varioloso desde 1865, y como cree el Dr.
Arosemena que existen en la fiebre amarilla.
Sin embargo, podrá decirse en contra de esta hipótesis, que en todas estas
enfermedades el periodo de incubación es de pocos días, mientras que en las verru-
gas suele ser de años; y, además, todas ellas son contagiosas, lo que no sucede con
las verrugas, segun los datos que he podido adquirir.
Bien sabido es que los trabajadores del ferrocarril de la Oroya sufren de una
fiebre gravísima, de carácter tífico, de corta incubación y que, probablemente, no es
sino una forma grave de la enfermedad de las verrugas en la que no llega á hacerse
la erupción. Esto apoyaría la hipótesis presente.
También es de notarse que, en los enfermos de verrugas así como en los de
fiebre de la Oroya, hay una anemia profunda con desorganización de los glóbulos
rojos, lo cual parecería indicar la presencia en la sangre sea de un fermento vivo,
sea de un virus que la desorganiza.
Cuestiones son estas que necesitan mucho estudio para ser resueltas, lo que
no permite los estrechos límites de una historia clínica.
Por último el hecho de desarrollarse esta enfermedad, así como la fiebre de la
Oroya, á consecuencia de la remoción del terreno, puede indicar que el origen del
mal es telúrico, esparciéndose después por la atmósfera.
Como he dicho antes, es imposible decidirse aún por ninguna de estas hipóte-
sis; pero las mas probables son, sin duda, las que atribuyen la producción de verru-
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 303
LA CRÓNICA MÉDICA
ÓRGANO DE LA SOCIEDAD “UNIÓN FERNANDINA”
AÑO III LIMA, OCTUBRE 31 DE 1886 Nº 34 P. 321
SECCIÓN NACIONAL
DISCURSO
Leído por el Señor David Matto, Presidente de la Sociedad Médica “Unión
Fernandina,” en la sesión del 5 de octubre de 1886.
Señores:
El 5 de Octubre de 1885, señala para la Medicina peruana, una fecha de luto i
de gloria: en ese día desaparece un joven de grandes esperanzas i se demuestra una
verdad científica, apenas entrevista ¡La conquista de la verdad adquirida, como
siempre, á caro precio!
En un día como hoy, un valeroso estudiante de medicina, un espíritu grande, de
esos que aparece de vez en cuando como para llenar un fin determinado, acepta
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 305
mente de unas Verrugas muy enconadas que nacen en el rostro i otros miembros,
que tienen muy hondas las raices i de peor calidad que las bubas”.
El mismo historiador refiere después, que el ejército de Pizarro fué atacado de
dicha enfermedad.
Posteriormente á Zarate, no conocemos á nadie que se hubiera ocupado de
mencionar la Verruga sino á D. Cosme Bueno, escritor de fines del siglo pasado,
que en sus Descripciones de la Provincia de Canta, mencionando las enfermedades,
se expresa así: “Hay dos castas de males, el uno es de Verrugas que en no brotando
a tiempo suele ser enfermedad bien molesta y peligrosa.”
Un ilustre viajero Tschudi, nos hace en 1845 una descripción pequeña de las
Verrugas, que él atribuye, conformándose á las ideas de los naturales del país, á la
ingestión del Agua de Verrugas. El ser poco conocida, entre nosotros, la descripción
de Tschudi, me anima a suplicaros que la escuchéis:
“En varios de los Valles del camino de la Costa á la Sierra, dice Tschudi, i sobre
todo en el Valle de Surco, hay ciertas fuentes cuya agua jamás beben los indios”.
“Cuando un extranjero se aproxima á una de estas fuentes con el fin de apagar
su sed se le grita: ¡Es agua de Verruga! Aun á los caballos i mulas, no se les permite
refrescarse en estas fuentes donde se supone que el agua tiene por efecto producir
las Verrugas. Como la existencia de esta enfermedad no es conocida en ninguna
otra región, hay razón aparente para creer que ella tiene su origen en ciertas cir-
cunstancias locales. Las Verrugas manifiestan su invasión, primero por mal de gar-
ganta, dolores en los huesos i otros síntomas febriles. En el curso de pocos días una
erupción de Verrugas coloreadas en rojo, aparece en el cuerpo. Estas crecen en
magnitud i en algunas partes del cuerpo llegan al tamaño de un huevo, fluyendo de
ellas sangre en tal exceso, que las fuerzas del paciente se aniquilan, sobreviniendo la
consunción. Las pequeñas Verrugas producen mayor cantidad de sangre y he visto
un indio de casta media que perdió dos litros de sangre. No puedo referir esta
enfermedad sino á la causa que le asignan los indios. En todas las circunstancias es
cierto que los que se abstienen de beber el agua de la fuentes condenadas, escapan
á las Verrugas, mientras que aquellos que una sola vez han gustado del agua, son
atacados por la enfermedad. Lo mismo sucede con las mulas i caballos. La enfer-
medad prevalece en la aldea de Santa Olaya.”
“El tratamiento médico empleado por los indios es puramente empírico. Admi-
nistran al paciente la infusión de una planta que ellos llaman Huajra – Huajra (Uña
de gato). Jamás he visto una prueba eficaz de sus efectos; un preparación de maíz
blanco, es igualmente usada, como sudorífico poderoso. Cuando la erupción es tar-
día, unas cuantas cucharadas de vino son de gran utilidad.”
“Un análisis químico del agua que los indios declaran ser agua de Verrugas,
sería de desear que se hiciese.”
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 307
que atacaba á las personas que por aquellos tiempos viajaban en la quebrada del
Rímac, rió arriba.
En aquella época, nos dice un respetable maestro, se traían contingentes de
plata de Cerro de Pasco, i para la conducción de tales contingentes, se mandaban de
la Capital, piquetes de caballería, compuestos en su mayor parte de soldados perte-
necientes á la raza negra, entonces más abundantes que hoy.
Muchos de esos infelices que atravesaban la provincia de Huarochirí, volvían
enfermos al hospital de San Bartolomé, con una fiebre continua, tenaz, que nada
podía detener; fiebre anemizante, rebelde á todo tratamiento, que seguía su curso
desglobulizando la sangre hasta matar al desgraciado a quien atacaba, en medio de
la desesperación del médico, que, ignorante, a la cabecera del enfermo, no podía
darse cuenta de tan grave pirexia.
“Aquellos negros se volvían blancos”, nos decían en otra ocasión el mismo
profesor, para demostrarnos con esta hipérbole el carácter profundamente anemizante
de la extraña enfermedad.
“Esos enfermos morían sin sangre,” agregaba el profesor citado. Verdad, que
más tarde he podido apreciar por mí mismo.
Sin embargo, como es de presumirse, la existencia de dicha enfermedad no
franqueo las puertas de los hospitales, i los médicos que se encontraban por casua-
lidad en su practica civil, con casos semejantes, los consideraban como fiebres
palúdicas de carácter grave.
Vino la obra del ferrocarril de la Oroya i con ella los trabajos de terraplén en la
extensión de la angosta quebrada que recorre el Rímac.
Entonces Lima pudo presenciar el horroroso espectáculo de centenares de
víctimas de una fiebre implacable, que llenó de enfermos los hospitales de la Capital
i el Callao, i de muertos los cementerios de ambas poblaciones; esta fiebre que
causó el espanto del público, fue bautizada con el nombre de “Fiebre de la Oroya”,
para designar su origen, á falta de conocimientos sobre su naturaleza.
Las miradas de los médicos se dirigieron entonces sobre la fiebre de la Oroya;
nacieron las hipótesis sobre su etiología, probables unas, absurdas otras. Los unos
(la mayoría) pensaron que era palúdica; otros, asemejándola á las fiebres que apa-
recen en los trabajos de las vías férreas, creían que sin dejar de ser palúdicas tenia
aquel sello especial dado por la remoción de los terrenos. Se creía, en una palabra,
poderla comparar á la pirexia que los autores franceses llaman “fiebre de ferroca-
rriles”.
Para refutar la teoría del paludismo, el Dr. Pancorvo ideó otra, no solamente
improbable, sin absurda. Pensaba en una intoxicación por el ácido sulfhídrico!
Semejante hipótesis, fue pronto pulverizada por los ilustres miembros de la
Sociedad de Medicina, en la sesión del 3 de Septiembre de 1875. En dicha sesión, el
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 309
Dr. Salazar, imitando en esto al Dr. Espinal, casi aseguro que la Fiebre de la Oroya
era una grave evolución, un estado latente i pernicioso de la Verruga.
No era ésta sin embargo una idea que tradujera la opinión general.
Entonces se miraba como muy distintas la Verruga i la Fiebre en cuestión,
según se ve en el siguiente pasaje tomado de la obra de Hutchinson “Two years in
Perú”, que es clarísimo á este respecto: “La complicación de las Verrugas con la
Fiebre de la Oroya, es desastrosa.”
Las ideas relativas á estas dos enfermedades, en aquella época, pueden, pues,
resumirse así: Dualidad de la Verruga i de la Fiebre de la Oroya, como opinión
general; ideas puramente personales de algunos médicos peruanos sobre la unidad
etiológica de ambas enfermedades.
Tal era el estado de las ideas hasta el año pasado, en que la lanceta que inoculó
la Verruga á Daniel A. Carrión, rasgo el velo que cubría este misterio.
¿El valiente experimento de Carrión ha sido estéril para la ciencia, como lo
creen varios? No. El legado de Carrión á la Ciencia, es haber demostrado: 1.º la
inoculabilidad de la Verruga; 2.º la unidad etiológica de ésta i de la Fiebre de la
Oroya, consideradas hasta él, con muy pocas excepciones, como dos enfermedades
distintas.
La demostración de estos hechos habría bastado para darle celebridad, si, con
su muerte, no hubiera dejado tras sí un destello de gloria.
Señores: –Desde esta noche, la imagen de Carrión presidirá nuestras sesio-
nes; que ella nos aliente dándonos la perseverancia en el trabajo, la intrepidez heroi-
ca, manifestadas por aquel que, en una noche como la actual, tal vez á la misma
hora, lanzaba su último suspiro, por su amor á la Ciencia.
Guardemos respetuosamente su memoria, así como la Ciencia conservará eter-
namente su nombre.
LA CRONICA MEDICA
AÑO III Lima, octubre 31 de 1886 Nº 34 p.381
DISCURSO
Leido por el Sr. Mariano Alcedan
el 5 de octubre de 1886
en la Sociedad Médica “Unión Fernandina”
ENFERMEDAD DE CARRIÓN43
Señores:
Hoy, que la Sociedad conmemora la muerte del que hasta hace un año com-
partió con nosotros los trabajos escolares, me ha cabido el alto honor de dirigiros la
palabra, y al hacerlo, nada es mas digno del acto que rememoramos la historia de la
enfermedad que, el abrirle las puertas de eternidad, nos privó para siempre de una
existencia que tantas esperanzas acrecía para el progreso de la medicina nacional.
Disculpadme Señores, si la relación que os voy a hacer no le encontráis enga-
lanada de brillantes formas; otra pluma acostumbrada á esta clase de torneos litera-
rios, la podria hacer; más no la mía, que tan solo os la presentará vestida con el tosco
sayal de la verdad.
Muchos de vosotros habéis podido presenciar los hechos que voy á referir y
verificareis la exactitud de mis aseveraciones.
Veintiséis años contaba Carrión, cuando atrajo sobre si la atención y el interés
de todos, viendo el arrojo con que se lanzaba en el peligroso terreno de la experi-
mentación patológica: de un temperamento muy próximo al linfático sin ser puro,
pues en su carácter tenaz é irrascible se notaba su mezcla con el bilioso; una cons-
titución débil, pues hasta ahora me parece verle con su talla de cuatro pies y algunas
pulgadas, unido al poco grosor que presentaba su cuerpo: tales eran sus principales
caracteres materiales, sin que el lugar de su nacimiento, que era el Cerro de Pasco,
lo mismo que sus padres, idiosincrasia, ni enfermedades anteriores, nos den luces
que puedan servir para aclarar alguno de los puntos de esta historia.
Dedicado por mas de tres años al estudio de nuestra endemia, la verruga, que
había elegido como tema para su grado de Bachiller, trataba de acopiar el mayor
numero de datos, buscándolos tanto á la cabecera de los enfermos como en la
lectura de trabajos de los que se habían ya ocupado de la materia; su incesante
actividad no desperdiciaba ocasión para ilustrarse ya con los conocimientos de los
prácticos experimentados como con los de alumnos inexpertos; solicitaba con em-
peñoso ahínco el juicio que cada uno se había formado de esta enfermedad; pero
todo esto no le bastaba, no hallando la luz necesaria para aclarar los distintos puntos
que su mente le sugería. Muchas veces le oíamos preguntar: ¿La verruga es infec-
ciosa? - ¿Es inoculable?
A lo primero, nos decía, creo en la infecciosidad de la verruga, pues en los
lugares donde reina endémicamente, raros son los individuos que escapan á su letal
influencia; no vemos á los Rumiantes y Paquidermos sufrirla, dando lugar á la forma
que vulgarmente se llama verruga mular?
Me parece que los efluvios se formarían en esas regiones lo mismo que los
palúdicos: descomposición de las materias vegetales sirviéndoles de continente el
agua, que bajo la influencia de condiciones climatéricas especiales y en las variadas
manifestaciones de nivelación de las aguas, podrían elevarse á cierta altura en la
atmósfera: si no, ¿cómo explicar que las aguas del Rímac, en unos lugares sean
productoras de verrugas y en otros no? ¿Cómo responder por otro lado á aquellos
individuos que habiéndose sustraído de la influencia del agua, sin embargo hayan
sido atacados por la verruga?
Se ha creído hasta hoy que la verruga no era inoculable, afirmación que care-
ciendo de pruebas no merece mas respeto que la autoridad de donde emana. Tengo
noticias de la descripción hecha por el doctor Izquierdo, con preparaciones hechas
de piezas conservadas en alcohol, que desde acá le habían remitido, en la que des-
cribe un microbio especial á la verruga, asignándole un tamaño máximum de 20 m.
de m. y un poco más grueso que el bacilo de la tuberculosis, asignando á los tumores
el carácter general de sarcomas que tendrían lugar de formarse en el tejido conjuntivo.
En cuanto á la idea de su residencia en el tejido conjuntivo, no es nueva, pues ya el
doctor Vélez (A) la había emitido. Dadas las circunstancias en que esta observa-
ción se ha producido de un lado, y de otro el no haber cultivado, ni comprobado por
inoculaciones que sea lo visto y descrito por el cómo microbio patógeno, hacen muy
sospechosa su admisión tanto mas cuanto por el prurito que hoy se tiene de señalar
microbios para todas las enfermedades.
Se ha dicho y sostenido por algunos que la fiebre de la Oroya y la verruga
reconocen el mismo origen; pero estas aseveraciones se encuentran desprovistos
de hechos que, poniéndolas de manifiesto, les sirvan de fundamento para su admi-
sión en la ciencia.
No menos preocupado me tiene este punto; si la fiebre coexiste con los dolo-
res; en los enfermos no he podido encontrar la claridad que resulta sino de un
acuerdo perfecto, al menos aproximativo.
Todos estos puntos los consideraba en la importancia que ellos se merecían
porque de su estudio, nos agregaba, cuantos errores de diagnostico se evitarían y
cuantos sufrimientos se ahorrarían á los enfermos? No vemos frecuentemente una
verruga ser tomada y tratada como un reumatismo ó una fiebre palúdica y tan solo
312 Gustavo Delgado Matallana
la salida del primer tumor viene á revelar al médico la enfermedad, haciendo con-
juntamente con el enfermo él diagnostico de verruga?
Y qué diremos de la distribución de la verruga en las diferentes zonas del Perú,
cuyo estudio ni aun en bosquejo se encuentra sin embargo de la vital importancia
que encierra para la facilidad del diagnostico?
Todos conocéis los numerosos errores de diagnostico que se cometen en la
invasión de esta enfermedad y de que importancia no será el conocimiento exacto
de sus síntomas para establecer desde un principio su diagnostico diferencial. ¿Y
que diremos del tratamiento? Otro punto del que se han ocupado algunos es la
anatomía patológica de la verruga, considerada por algunos como un cáncer
encefaloide y por otros ya como un granuloma ó un angioma.
Tales eran las ideas que podemos recordar en las varias conversaciones que
con él tuvimos, comenzando á germinar en su espíritu la idea de descorrer de una
vez por todas el denso velo que cubría esta enfermedad tan mal conocida por noso-
tros.
Noticiado de que eminencias europeas solicitaban tumores verrucosos, cuyo
estudio empezaba á despertar cierto interés; un Concurso convocado por la “Aca-
demia Libre de Medicina”, que, dándole la importancia que merecía el estudio de la
verruga, la escoge como tema para despertarnos de la fatal decidía á que constan-
temente nos hallamos sometidos; no hacen sino avivar mas y más su decidido empe-
ño para resolver una vez por siempre todos los problemas sobre este asunto, con la
punta de una lanceta.
Grande fué nuestra admiración al saber lo decidido que estaba; pero pospo-
niendo el entusiasmo que semejante empresa nos causara, procurábamos disuadirle
de su peligroso empeño; pero ni los obstáculos que le presentábamos ni las pruden-
tes reflexiones de profesores experimentados, fueron bastantes para que cejase de
la resolución tomada, y á medida que la difería se aumentaba más su decisión por
llevarla á cabo.
Que peligros puedo correr?, respondía á nuestras observaciones; lo mas que
podrá sucederme será que tenga lugar una erupción interna, pero algo hay que
hacer, y si muero, ¡qué importa el sacrificio de mi existencia, sí con esto presto un
servicio importante á la humanidad doliente!
Fue esta su preocupación de algún tiempo.
Llega por fin el día para él tan deseado; y véase con la sencillez que describe
la fatal operación: “El 27 de Agosto de 1885, á las 10 a.m. obtuve (no sin dificultad)
de mi amigo el doctor Evaristo M. Chávez, que me practicara cuatro inoculaciones,
dos en cada brazo, cerca del sitio en que se hace la vacunación; dichas inoculaciones
se hicieron con la sangre, inmediatamente extraída por rasgadura, de un tumor
verrucoso de color rojo situado en la región superciliar derecha del enfermo Carmen
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 313
Día 27. Mañana. 37º. 100 p. Se queja del poco sueño que ha disfrutado en la
noche. Continúan acentuándose los síntomas del día anterior, excepción hecha de
los dolores y calambres. Las manchitas que se presentaron en los días 22 y 24,
desaparecen poco á poco. La piel toma nuevamente un tinte subictérico y aspecto
terroso.
Noche. 37º 2. 106 p. Agitación é intranquilidad; la luz y el ruido le molestan.
Día 28. Mañana. 37º. 100 p. Ha pasado en vela casi toda la noche; se encuen-
tra todavía algo agitado.
Le manifestamos nuestro deseo de pasar la noche á su lado; nos dio las gra-
cias asegurándonos que no creía aun llegado el momento para tomarnos tal moles-
tia; “se han alarmado ustedes demasiado por mi enfermedad y los síntomas que
siento no pueden ser otros que los de la invasión de la verruga y muy en breve le
seguirá el periodo de erupción y todo desaparecerá”.
Tranquilidad aparente, pues a su pesar no deja de comprender la gravedad de
su estado.
Admirable es en verdad la marcha tan rápida que en él había seguido la ane-
mia, pues á partir de este día domina por completo el cuadro sintomático. Aumenta
la intensidad el soplo cardíaco, percíbese ya el soplo de las arterias y el mismo
enfermo se encuentra mortificado por el soplo de la carótida interna, que el mismo
caracterizó desde el primer momento.
La debilidad era extrema, al punto que le fué muy difícil poder abandonar la
cama.
Acusa ya mareos de cabeza y gran abatimiento.
Las deposiciones que hasta hoy han sido normales y una por día, se han dupli-
cado, siendo hasta liquidas y verdosas.
Noche. 37º 1. 105 p. A las 12 p.m. ha conciliado el sueño no sin gran dificultad.
Día 29. Mañana. 37º. 100 p. Le encontramos levantado no obstante las re-
flexiones que en días anteriores le habíamos hecho. Nos manifestó que solo había
podido dormir escasamente cuatro horas, habiéndole molestado los dolores y calam-
bres mucho menos que en días anteriores, pues éstos iban desapareciendo insensi-
blemente; sentía si, un poco de náusea y una anorexia completa.
Dos deposiciones son las que ha tenido durante el día, permaneciendo por lo
demás en el mismo estado que el día anterior.
Noche. 37º 2. 106 p. Son las dos de la mañana y aun no puede dormir tranquilo,
despierta agitado á cada instante, revuélvase en su cama mudando con frecuencia
de posición, acomoda sus frazadas que con sus movimientos las desarregla; encien-
de y paga la luz alternativamente y murmura palabras que no alcanzamos á distin-
guir: en fin, después de tanta agitación logra dormir de diez a quince minutos para
volver muy pronto a su intranquilidad.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 317
se incorporado con gran dificultad deslizaba ya los pies fuera de su lecho cuando
cae pesadamente sobre el, a consecuencia de un fuerte vértigo precedido de náu-
seas, según después nos manifestó. Engañado de su propio estado, cree que una vez
pasado el vértigo podrá conseguir su objeto, nuevamente se incorpora, rehusa nues-
tro auxilio diciendo que: “en tan poco tiempo creo imposible hayan disminuido mis
fuerzas, hasta el punto de no poder sostenerme.”
Esta nueva tentativa de Carrión, sirvió para desvanecer el engaño en que per-
manecía sobre la apreciación exacta de su estado, obligándole á reclamar nuestro
concurso cuando después de haber hecho infructuosos esfuerzos no podía ya bajar-
se de su cama.
Dos deposiciones liquidas y fétidas, fueron el resultado del día.
Un nuevo síntoma tan alarmante como de mal augurio hace presagiar el fin
que aguarda á nuestro compañero. Hacia el medio día aparece por primera vez el
sobresalto de tendones que se manifiesta en las manos y antebrazos, poco sensible
al principio va acentuándose mas y más. La ingestión de los medicamentos lo mismo
que la vista de las comidas le provocan, como siempre, náuseas.
Desea permanecer solo, suplica á las personas que le rodean no le dirijan la
palabra y que hagan presente a las personas que vengan á visitarle, se halla dur-
miendo aun cuando estuviera despierto.
Noche. 37º 4. 110 p. La ha pasado regularmente durmiendo algo mas que en
las noches anteriores y con un sueño relativamente más tranquilo.
A la una a.m., una cámara.
No ha habido ni náuseas ni vómitos.
Día 2. Mañana. 37º 115 p. Continúan acentuándose los síntomas anteriores, la
posición vertical de la cabeza es ya insostenible, pues inmediatamente sobreviene
un fuerte vértigo que le hace abandonar.
Durante el día ha tenido dos deposiciones copiosas y negruzcas; por la tarde
un vómito.
La lengua esta seca y áspera; acusa una sed devoradora.
Manifiesta dolores en el hígado, riñones y región precordial.
Pulso frecuente, pequeño, blando y depresible.
Le molesta grandemente el soplo carotídeo que percibe con mucha claridad.
El aspecto de la piel así como la fisonomía particular que ofrece nuestro enfer-
mo, es muy notable. Además de la sequedad y palidez extrema de la primera, se
observa un tinte subictérico que unido a su aspecto árido y terroso, le imprimen una
gran semejanza con el que frecuentemente se observa en los enfermos atacados de
pirexias infecciosas. Las mucosas y especialmente la gingibo-labial completamente
decoloradas semejándose mucho al color de la cera.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 319
Día 3. 36º 7. 120 p. Agravación considerable de todos los síntomas que mar-
chan acentuándose de la manera más rápida. La repugnancia por el medicamento
ha hecho necesaria su suspensión.
Ha habido tres evacuaciones seguidas de una postración tan considerable que
se parece al colapso.
En la mañana de hoy se presento á verlo el Dr. Flores, quien examino la sangre
del enfermo al microscopio, notando que los glóbulos rojos se encontraban deforma-
dos é hinchados, su número era de 1.085,000 por milímetro cúbico; los leucocitos
aumentados relativamente en número a los hematíes.
Indico este facultativo lo conveniente que seria la traslación del paciente á un
lugar más higiénico; esta oportuna indicación no la recibió Carrión con agrado, pues
durante todo el día se manifestó preocupado, vacilante, entre abandonar la casa de
la señora que con tan solicito cariño le asistía, y á la que profesaba un amor y
respeto como á una madre; ó privarse de las innegables ventajas que este cambio de
local le reportaria. Aplaza su salida para mas tarde.
Noche. 37º 7. 120 p. Agitación extrema, cambia continuamente de posición,
pulso blando é irregular, ligero estremecimiento vibratorio de las arterias del cuello.
La lengua esta pastosa y seca.
Es inextinguible la sed, solicita bebidas ácidas, hallando en el agua con vino una
bebida deliciosa, pues asegura no haber tomado nunca antes tisana tan agradable;
siendo de advertir que es la única bebida que por mas tiempo ha podido soportar, lo
que no sucedía con las otras que se le han administrado, tales como limonadas de
jugo de limón, las aguas albuminosas, gaseosas ó con Cognac, que sucesivamente
se le ofrecían.
La ingestión de sustancias que contienen alcohol, aumenta considerablemente
la excitación y manifiesta entonces deseo de conversar.
Cuando se encuentra solo habla de su familia y de su situación, terminando por
decir: “Si, lo que tengo es fiebre de la Oroya, aquella fiebre de que murió Orihuela;
mejor es no pensar en esto, fumemos un cigarro”.
Después de haberle torcido, lo enciende con alguna dificultad por la gran agi-
tación de su mano; fumándolo enseguida hasta la mitad, lo arroja y al cabo de un
instante creyendo tenerlo todavía, lleva su mano á la boca y la retira rápidamente al
notar su engaño, haciendo un gesto de disgusto. Cinco veces se ha repetido esta
escena durante la noche.
A la mañana siguiente nos manifestó que se encontraba mejor, por cuanto
había podido fumar cinco cigarros, pues en la noche anterior no fumo sino tres.
Interrogado acerca de lo que siente acusa decaimiento, manifiesta deseo de levan-
tarse, “puesto que, nos dice, me incorporo ahora sin dificultad.”
Dolor ligero en el epigastrio en las regiones precordial y sacra.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 321
Se queja del insomnio por las molestias que le produce pareciéndole por esta
causa la noche demasiado larga y busca en la luz y conversación medios para
distraerse.
La inteligencia conservada, la voz un tanto difícil, lenta y á veces muy apaga-
da.
La respiración es irregular, después de tres o cuatro inspiraciones amplias y
ruidosas, si no seguidas de algunas cortas y débiles.
La piel seca y fría.
Las deposiciones han sido en numero de ocho; es a ésto a lo que atribuye su
gran postración de hoy.
Hay incontinencia de orina, que es abundante.
La ingestión de leche con agua de cal es muy pronto seguida de una deposición
espumosa, fétida, compuesta de un liquido mucoso y fragmentos de color negro
adherentes al depósito. Cada defecación es precedida de un fuerte dolor al vientre
que desaparece una vez que se ha efectuado.
Día 4. Mañana. 36º 3. 100 p. El pulso se ha modificado notablemente, se
presenta hoy duro y regular.
Piel ligeramente caliente.
El sobresalto de tendones se ha extendido a las extremidades inferiores.
Es acosado por necesidades frecuentes de orinar, siendo la orina clara.
A las 11 a.m. nos manifestó su deseo de trasladarse al Hospital Francés, por-
que habiéndole hecho presente los Sres. Médicos que era de necesidad practicarle
en ese día la transfusión sanguínea, comprendió perfectamente se la hiciera en ese
establecimiento.
Procedimos á vestirlo y colocarlo en un sofá mientras se preparaba la camilla
que debía conducirlo. Pide un cigarro, lo fuma tranquilamente y al anunciarle pocos
momentos después que todo estaba listo, se dirige al Sr. Izaguirre, alumno de primer
año de medicina, con estas solemnes palabras, “aun no he muerto; amigo mío, ahora
les toca á ustedes terminar la obra ya comenzada, siguiendo el camino que les he
trazado”...
A los pocos instantes es colocado en la camilla que debe conducirlo a la Maison
de Santé.
Preocupado con el resultado de la junta que en esos momentos acababa de
reunirse, pregunta a los que le rodean si estaba ya resuelta la trasfusión, que en su
opinión era la única tabla salvadora que le quedaba.
Grande fue su contrariedad y desaliento cuando supo que la consulta había
dado por resultado aplazar la operación, tanto mas cuanto que, según decía, era el
único móvil que tuvo para haberse resuelto á abandonar una casa donde hubiera
preferido concluir sus días.
322 Gustavo Delgado Matallana
En efecto, para el caso, casi seguro que se tenia de que la transfusión iba á
tener lugar en ese mismo instante, todo se hallaba preparado: un transfusor de Ore,
que el doctor Villar había llevado, esperaba listo para funcionar á la cabecera del
enfermo; Medina, decidido á dar las onzas de sangre necesarias que quizá salvarían
al amigo; pero todo se postergó,
Muy poco duro a Carrión la saludable y pasajera reacción que hemos dicho;
volviendo en pocos instantes al decaimiento y postración de los días anteriores.
La voz se ha hecho mas apagada y la palabra muchas veces no se entiende.
La inteligencia va apagándose progresivamente.
Los movimientos algo extensos así como el más ligero esfuerzo le es imposible
practicar; su impotencia para poder cambiar de posición en el lecho le ha obligado
muy á su pesar á hacer uso de soleras. Ha hecho dos deposiciones, precedidas de
retortijones y borborigmos.
Noche. 36º 6. 100 p. Se inicia con una gran agitación y ansiedad. Balbucea
palabras incoherentes.
A la una de la mañana presenta carfologia; a las dos, un delirio completo y
divaga sobre la anatomía patológica de la verruga y las distintas opiniones que hay á
este respecto.
Se presenta el fenómeno que se designa con la expresión de “liar el petate.”
Sin embargo obedece á la indicación que se le hace de no fatigarse por hablar
demasiado, se pasa frecuentemente la mano por los ojos, como quien procura qui-
tarse algo para ver mejor.
La piel está casi fría y el pulso se pone más pequeño y depresible.
A las 3 a.m., continua la excitación.
La respiración es difícil y a veces quejumbrosa. Media hora después concilia
el sueño, hasta las cuatro a.m., en que ha hecho una deposición liquida y verdosa.
A las 5 a.m., se ha levantado un poco el pulso.
Día 5.–7. 15 m.a.m.–36º 8. 118 p. 24 r.
La inteligencia se ha perdido casi completamente; de vez en cuando llama á
alguno y una vez cerca de él, le mira indiferente como si no le conociese.
La palabra es más y más ininteligible; continua la carfologia y el crocidismo.
A las 10 a.m., una deposición y otra á las once.
A las 12 y 1/4.– 35º 9. t. 115 p. 26 r.
El resto del día lo ha pasado en el mismo estado.
A las 9.20 m.p.m.– 37º 1. t. 120 p. 20 r.
Desde hace algunos instantes ha entrado en coma, interrumpido de rato en
rato por quejidos entremezclados con palabras incomprensibles; pocos instantes
después, pronuncia con bastante claridad la siguiente frase: “Enrique, C’est finit”,
para no volver á hablar mas.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 323
Las pupilas están dilatadas, pulso filiforme y apenas perceptible. Poco á poco
aparece el estertor traqueal y después de tres o cuatro inspiraciones lentas y super-
ficiales va extendiéndose mas y más la pausa espiratoria.
Son las 11 y 1/4 p.m. y lanza por fin un último suspiro, breve y profundo, que
fué para los que le rodeábamos, la señal de que éste mártir, al abandonarnos, iba á
ocupar en lo infinito el sitio que el Todopoderoso tiene reservado para los que como
él ejerce la mayor de las virtudes: la Caridad......!
A las 9 a.m.; del 7, se constituyen los médicos de policía, ayudados del enton-
ces disector Medel, para practicar la abertura del cuerpo de Carrión, después de
haber procedido a la inspección del habito exterior; pero antes de pasar adelante,
notemos que esto tiene lugar después de treinta y cuatro horas que han transcurrido
ya de su fallecimiento.
Puesto á descubierto el cuerpo, se notaba la suma palidez de la piel, presentan-
do algo de aquel tiene subictérido que tuvo durante los últimos días de su vida unido
con ese mismo aspecto terroso. Notábase algunas equimosis que desde luego lla-
maban la atención por presentarse en regiones no declives. Esto es tanto más nota-
ble puesto que tan solo se presentan en los individuos que sucumben á la acción de
enfermedades infecciosas, imprimiendo al tegumento un aspecto especial.
La abertura de las cavidades dio el siguiente resultado.– Pulmones completa-
mente anémicos, casi blancos, con algunos puntos antracósicos, crepitantes á la
presión; hechas algunas incisiones, salió un poco de liquido espumoso, ligeramente
sucio, y no, como dicen los médicos de policía, a una sanies purulenta, estableciendo
una notable analogía con un caso de una mujer cuya autopsia pudieron hacer en el
hospital de Santa Ana, muerta á consecuencia de una tuberculosis pulmonar, y á la
que conociera Carrión, y asignándole por lo tanto á la verruga, una terminación
purulenta, que tan solo á ellos se les ha ocurrido.
Corazón – muy pálido, contiene coágulos de color amarillo rojizo formados
postmortem.
El liquido pericárdico aumentado en cantidad y entremezclado con el que dió la
abertura del corazón; se reservan cierta cantidad para hacer las observaciones
microscópicas de que muy pronto nos ocuparemos.
Hígado—pálido, muy aumentado de volumen presentando un tinte apizarrado
ó azulado, debido probablemente á su proximidad á los intestinos y á su contacto con
el colon, sobre todo en el ángulo formado por las porciones ascendentes y transver-
sal que le llegan a dejar en su cara inferior una impresión designada con el nombre
de impresión cólica y era esto precisamente lo que más despertó la atención de los
médicos de policía, creyendo en algo anormal, sin recordar el tiempo trascurrido
para que, verificado el desprendimiento de los gases, pudiesen alterar la coloración.
324 Gustavo Delgado Matallana
Tintura de valeriana
Id id almizcle aa.
Id id quina 4 gramos
Mixtura alcanforada
20 gotas c. 2 hs.
Y por alimentos, caldos y churrascos.
El 29 lo mismo que el 30 y 1 de Octubre, estuvo sometido á las mismas gotas
tónicas y antiespasmódicas, suprimiéndose la porción de hiposulfito y sustituyéndola
con Jarabe de Yoduro de Fierro, una cucharada en cada comida y además Vino de
Peptona con los alimentos.
Verificada una consulta en el día 2, se le instituyó el tratamiento siguiente:
Clorato de potasa ..................... 4 gramos
Agua destilada......................... 300 “
Tint. Percloruro de fierro............ 1 “
Acido clorhídrico....................... 10 gotas
1 copita c. 2. hs.
Inhalaciones de Oxígeno, llegando á consumir hasta 30 litros y además
pulverizaciones en la habitación, de ácido fénico.
En cuanto a la alimentación, fué la misma que en los días anteriores. Como
hemos visto, en la relación hecha, el día 3, la ingestión de la Limonada Rusa provoca
náuseas llegando muchas veces hasta el vómito; al mismo tiempo que aparecen las
diarreas, obligando á atenderlas de preferencia con los siguientes papelillos:
Salicilato de bismuto....................2 gramos
6 papeles 1c. 2 hs.
Albuminato de hierro...................1 gramo
5 papeles, uno 4 veces al día.
Y por bebida agua gaseosa, nieve, helados, agua albuminosa, que no son tole-
rados por el enfermo como lo es el agua vinosa.
Continúa este tratamiento hasta las 12 m. en que trasladado á la Maison Santé,
la junta acuerda á las 2 de la tarde postergar la trasfusión y dejarlo sometido al
siguiente tratamiento: Inyecciones intravenosas de ácido fénico.—Albuminato de
fierro, 20 centigramos c. 2 hs.
Las inhalaciones de Oxígeno lo mismo que las pulverizaciones de ácido fénico,
como en los días anteriores, quedando reducida la alimentación á caldos y polvos de
carne. Régimen curativo y alimentación que fueron continuados hasta el ultimo
instante de su vida.
Permitidme señores, que os recuerde que durante el entusiasmo ferro-carrilero
que se despertara en nuestro país en la recordada época de los Balta y Meiggs,
tuvieron ocasión de presentarse en esta ciudad, numerosísimos casos de un entidad
326 Gustavo Delgado Matallana
mórbida que los prácticos no pudieron relacionar á ninguna de las que ya ocupaban
un lugar en el cuadro nosológico; ésto unido á la circunstancia de ser el pueblo de la
Oroya el término de la línea férrea, que fué el origen de todos los casos observados,
hizo que se la diese el nombre de fiebre de la Oroya, tan mal conocida entonces
como lo ha sido hasta ahora poco, pues á la fiebre de Panamá que se desarrollara
con motivo de la apertura del Canal, se las consideraba idénticas asignándoles la
misma causa, la remoción de terrenos. Hoy, por el contrario, gracias al heroísmo de
la víctima que recordamos, se ha conocido por fin la estrechez de relaciones que
tiene con la verruga.
En cuanto á la Verruga, otro nombre impropio, porque expone con frecuencia
á notables confusiones. Tanto en Europa como en América, los Papilomas son de-
signados con los nombre de Verrugas, Verruecos, Tictes y esta confusión no sólo es
hecha por el vulgo, sino también por los médicos. Recordamos que un día Carrión
nos dijo: “Ha sabido el D. G. que me ocupaba de la verruga y me invita para que en
su servicio viera un caso de esta enfermedad, y me encuentro con que eran
papilomas.”
Dispensadme Señores, si por tanto tiempo he podido distraer vuestra atención
y que, al saludar á la ilustre víctima en el día de su primer aniversario, concluya
pidiéndoos como digno homenaje á su memoria, que desechéis para siempre del
tecnicismo científico los nombres de Fiebre de la Oroya, Fiebre de Verruga, Verru-
ga, Verruca Andícola y que, de hoy en adelante, le consagréis el de ENFERME-
DAD DE CARRIÓN.
Lima, Octubre 5 de 1886.
Mariano Alcedan.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 327
MINISTERIO DE GOBIERNO
Lima, Octubre 2 de 1886.
Señor Administrador de la Imprenta del Estado.
En una solicitud presentada á este Despacho por D. Casimiro Medina, ha
recaído la siguiente resolución:
“Vista la presente solicitud de D. Casimiro Medina, poseedor de los trabajos
originales sobre la propagación del virus verrucoso y sus influencias dejados por él
finado estudiante de Medicina D. Daniel A. Carrión. Considerando que es necesa-
rio estimular á los que se dedican al estudio de asuntos importantes á la humanidad
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 329
INTRODUCCIÓN
Hace un año que un gran acontecimiento agitaba los ánimos en esta Capital,
cuyos moradores se encontraban preocupados con motivo del sacrificio que un
joven suficientemente abnegado por la ciencia y por la humanidad, había hecho,
posponiendo su vida en aras de tan sagrados intereses.
Comentábase el hecho de mil maneras; los hombres de ciencia dándole toda la
importancia que tenía y admirando la sublime heroicidad de la víctima, los demás
aplaudiendo la grandeza del alma que separándose del común de los hombres y
dejando de lado el egoísmo de que está poseída la humanidad, que cree encontrar en
los pasajeros goces de la vida, el ideal de su felicidad, se sacrifica por ella, arrancan-
do un grito unánime de admiración y abriéndose las puertas de la inmortalidad.
Y en verdad no podía ser mayor el sacrificio. Joven aún, lleno de esperanza,
con un porvenir risueño, asegurado por bienes materiales y la pronta terminación de
una carrera profesional, la vida se le presentaba con todos sus atractivos; pero
cuando la Providencia señala a cada cual el destino que tiene que desempeñar y
cuando dota a seres privilegiados de cualidades excepcionales para elevarlos sobre
el resto de los hombres, entonces el Genio comprendiendo su elevada misión, la
lleva a cabo, excitando la admiración y el interés que despiertan las grandes accio-
nes.
330 Gustavo Delgado Matallana
EL MONITOR MÉDICO
DANIEL A. CARRIÓN
LA JUNTA DE REDACTORES De “El Monitor Médico”, interpretando los
sentimientos que ha despertado en el público la acción heroica, que, en provecho de
la humanidad y de la ciencia y para honra de su Patria, realizó el practicante de
medicina D. Daniel A. Carrión, inoculándose la verruga, para estudiar en sí mismo
y apreciar mejor la naturaleza y manifestaciones de esta endemia del país, ha re-
suelto, en sesión del 13 del corriente, iniciar una suscripción popular para erigirle un
mausoleo que perpetúe su memoria y lo recuerde siempre á las generaciones veni-
deras, como un mártir de la verdad científica.
El Sr. Dr. Macedo, es el encargado de reunir fondos destinados para tan noble
fin, y las erogaciones pueden entregarse en la Botica Francesa (Calle Mercaderes).
La lista de los suscritores, que comenzamos á publicar en este número, aparecerá
en los sucesivos con nombres o iniciales, según la voluntad de los erogantes.
Oportunamente se avisará cuando debe quedar cerrada la suscripción.
Total............................................................................. S/. P. 84
EL MONITOR MÉDICO
Erogación para erigir un Mausoleo a DANIEL A. CARRIÓN
CALLAO
Remitido por nuestro agente el S. Gallbani
Dr. M.N. Benavides soles plata 10
Sr. Toribio Raigada, Prefecto de la
Provincia soles plata 5
Sr. Wenceslao Venegas, Alcalde
Municipal soles plata 5
Dr. S. Távara soles plata 5
338 Gustavo Delgado Matallana
MONUMENTO A CARRIÓN
A nombre y por encargo de la Redacción de “El Monitor Médico” han circu-
lado invitaciones para el traslado de los restos del malogrado estudiante de medicina
Daniel A. Carrión al mausoleo que dicha redacción ha erigido en el Cementerio
General para perpetuar la memoria de tan ilustre víctima.
El día señalado para tal efecto es el 5 del presente, aniversario del sacrificio de
Carrión, y el punto y hora de cita es la Estación de Desamparados de donde partirá
un tren especial a las 4 pm.
FACULTAD DE MEDICINA
De orden del Decano se invita a los miembros y alumnos de la Facultad a
concurrir a la traslación de los restos del malogrado alumno Daniel Alcides Carrión
al mausoleo levantado por suscripción nacional, cuya ceremonia se realizará el miér-
coles 5 del corriente a las 4 de la tarde; siendo el lugar de reunión la estación central
del Ferrocarril Trasandino.
342 Gustavo Delgado Matallana
VERSIÓN PERIODÍSTICA
“El Comercio” Miércoles 5 de Octubre de 1887 Nº 16301
“Con la solemnidad que era de esperarse se efectuó en la tarde de hoy la
traslación al mausoleo, costeado por una suscripción popular, de los restos del abne-
gado estudiante de medicina Daniel A. Carrión que quiso experimentar en sí mismo
los efectos de la Verruga con cuyo fin hizo se le practicase la correspondiente
inoculación.
Todos conocen la historia de este hecho de admirable amor á la profesión á la
que se dedicaba y de personal y de modesto valor.
La sociedad de Lima representada por la prensa, siguió paso á paso la enfer-
medad de este soldado de la ciencia que pagó con su vida el intento de sorprender á
los más recónditos secretos de ella experimentando en su propia persona los sufri-
mientos de una dolencia horrible que podía terminar, como terminó en efecto, con
una muerte precoz y penosa.
La Facultad de Medicina, la Academia Libre de Medicina, la Sociedad Médica
“Unión Fernandina” y en general todas las corporaciones científicas y filantrópicas
se apersonaron cuando falleció Carrión, como se han apersonado hoy a rendir junto
con la sociedad entera de Lima el merecido homenaje que tenía derecho, la memo-
ria de Carrión.
A las 4 pm salió un tren de la Estación Principal de los Desamparados al
Cementerio General y una numerosa y selecta concurrencia se trasladó en él a
dicho lugar.
La caja en que estaban depositados los restos de Carrión fueron sacados del
nicho donde se encontraban para ser trasladados al modesto pero significativo mau-
soleo que para la perpetuidad de su memoria le ha sido levantado.
Algunos caballeros de los que fueron amigos y compañeros de Carrión lleva-
ron la caja en hombros y las nuevas cintas que se le pusieren fueron tomados por los
Sres. Doctores Bernardo Muñoz, Adolfo Quiroga, Luis B. Cisneros y José Mariano
Alcedán.
Antes de darle la nueva jefatura, se leyó varios discursos por Dr. José Antonio
Pérez Roca, a nombre de la Redacción de «El Monitor Médico» ; José Mariano
Macedo, por la Facultad de Medicina; Dr. Manuel R. Artola, en representación de
la Academia Libre de Medicina; Dr. Leonidas Avendaño, por la Sociedad Médica
“Unión Fernandina”; Dr. Andrés Muñoz, por la Redacción de “La Crónica Médi-
ca”; Dr. Julián Arce, representando a la sociedad “Amantes de la Ciencia”, el Sr.
Marcos Woolcolt, por la misma sociedad; los Sres. Leoncio Y. de Mora y Mariano
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 343
mármol; en cuya parte superior hay un jarrón del cual pende con artístico gusto, a su
alrededor guirnaldas de flores esculpidas sobre el mármol; y al centro de la columna,
el retrato del malogrado Daniel Carrión.
Antes de darle la nueva sepultura se leyeron varios discursos, algunos de los
que publicamos á continuación, por los señores, Dr. José Antonio Pérez Roca, á
nombre de la redacción de “El Monitor Médico”; Dr. José Mariano Macedo, Dr.
Manuel R. Artola, á nombre de la Academia Libre de Medicina; Dr. Leonidas
Avendaño, por la Sociedad Médica “Unión Fernandina”; Andrés S. Muñoz, por la
Redacción de la “Crónica Médica”; Julián Arce, por la Sociedad “Amantes de la
Ciencia”; Sr. Marcos A. Woolcolt, por la misma; Sres. Y. de Mora y Mariano Lino
Urquieta á nombre de los alumnos del tercero y segundo año respectivamente de la
Facultad de Medicina. También pronunció un conceptuoso y adecuado discurso el
Sr. Alfredo León Presidente de la Comisión de Redacción de “La Gaceta Científi-
ca”.
Señores:
Los redactores de “El Monitor Médico” han consumado su obra. Al colocar
hoy, por mi intermedio, esta corona en la venerada tumba de uno de los ciudadanos
más ilustres de estos días, depositan en ella una lágrima de dolor arrancada de lo
íntimo del pecho; y ante la solemne majestad de estos despojos, se descubren reve-
rentes: admiran al mártir y saludan al héroe.
¡Paz para su tumba!
¡Gloria para su nombre!
pero aún queda un vacío por llenar. ¿Qué es la Verruga? ¿Qué la origina? Inteligen-
cia soberbia de su propio mérito, no doblega la cerviz; investigador de una verdad
que él se había propuesto enseñar al mundo, no vacila en sacrificarse por ella. Las
amonestaciones de sus maestros, los consejos de sus amigos no bastan á detenerlo
en su sublime idea. La inoculación se hace y Carrión observa. Al fin pasa la
incubación, la invasión se declara, el mal avanza, embarga á ratos sus facultades,
pero el deseo de conocer la verdad todo lo domina. Él mismo lleva al principio el
diario de sus propios síntomas, y cuando su débil materia se doblegaba ante la enfer-
medad, la energía de su espíritu dicta á sus amigos que transidos de dolor le obser-
van, todos los detalles de su sufrimiento interno.
Tiene la conciencia del peligro y lo arrostra; adquiere la persuasión de su fin
fatal y no quiere llevar al sepulcro los tenebrosos misterios de su dolencia. Antes
que yo la humanidad dice; y junto con los despojos de la materia muy estrecha para
encarcelar su espíritu lega á la Medicina nacional un timbre de legítimo orgullo á la
vez que motivo de acerbo dolor, y dota á la ciencia de una verdad hasta entonces
desconocida.
Y bien, señores, ¿no es esto grande, heroico, sublime? ¿No os parece, señores,
que solo el éxito faltó a nuestro malogrado Carrión para igualar, por lo menos a las
grandes figuras que os he citado?
Si el sacrificio que hoy nos congrega al frente de estos despojos ha producido
ya óptimo fruto; si la identidad de la verruga y la fiebre de la Oroya, vislumbrada ya
por algunos de nuestros más hábiles prácticos, ha quedado definitivamente estable-
cida, es preciso que los que hemos tenido la fortuna de recoger tan valiosa herencia,
no la dejemos perder; es necesario explotar tan rico filón.
Comprendiéndolo así la Academia Libre de Medicina, á cuyo nombre tengo la
honra de hablaros, ha consignado y mantiene como tema de sus concursos anuales
el estudio de esta enfermedad exótica.
Que la vista de este modesto monumento traiga siempre á nuestra memoria la
sublime enseñanza del que se sacrificó por honra del Perú y de la Ciencia; y respon-
diendo á su elocuente llamamiento redoblemos nuestro esfuerzo en el estudio y la
experimentación, fecundos manantiales del saber.
He concluido.
Y ese deber es más imperioso cuando la acción practicada reviste los caracte-
res de la heroicidad; cuando nos encontramos en presencia de un hombre que,
prescindiendo por completo de su propia personalidad, sacrifica hasta la vida, por
adquirir los conocimientos necesarios para salvar la de sus semejantes.
Tenemos, señores, á la vista los despojos fríos é inertes de nuestro querido
compañero Daniel A. Carrión, quien al desaparecer para siempre del mundo de los
vivos, probó que era digno de pertenecer á esa legión de batalladores incesantes, de
obreros infatigables, de hombres superiores, que sobreponiéndose al escepticismo y
utilitarismo de la presente época; forman la brillante constelación que alumbrará
eternamente la aureola gloriosa del siglo XIX.
Morir como murió Carrión, engrandeciendo la Medicina Nacional y escribien-
do una página brillante en la historia patria, es algo sublime, grandioso; que asombra,
que enorgullece.
Sí, señores, enorgullece; porque Carrión realizando su atrevido experimento,
rasgó el velo que cubría uno de los más importantes problemas de nuestra patología
especial, é inscribió su nombre en las filas de los bienhechores de la humanidad; y la
gloria que perpetuamente irradiará sobre su memoria, honrándola, honra también á
su patria: a este Perú tan cruelmente azotado por el infortunio, y sin embargo, asom-
brando siempre al mundo con sus héroes: con Grau en la guerra; con Carrión en la
Ciencia!
La ceremonia que nos ha congregado en este lúgubre recinto, tiene por objeto
depositar esas reliquias veneradas en el modesto monumento levantado por iniciati-
va de la Redacción de “El Monitor Médico”, con el óbolo espontáneo de todos los
que han contemplado atónitos tan heroico sacrificio. Modesto en sí;, este monumen-
to, es grandioso en su significado; porque aquí quedará eternamente, para demos-
trar al mundo, como mueren los hombres por la ciencia en el Perú; y presentar á las
generaciones futuras, una prueba de nuestra inmensa gratitud, ofreciéndoles al mis-
mo tiempo, un ejemplo digno de imitarse.
La Sociedad “Médica Unión Fernandina”, que fiel á sus tradiciones ha enalte-
cido, hasta donde le ha sido posible, á su ilustre socio activo, me ha dado el honroso
cometido de colocar, en su nombre, en la tumba de Carrión, esta corona que revela
los deseos que la animan, de conservar imperecedera su sagrada memoria, y contri-
buir á que sean prácticos los deseos que manifestó nuestro inolvidable consocio, al
exhalar el último suspiro.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 349
tos podían realzar con su presencia dicha ceremonia, poniendo á disposición de los
concurrentes, debido á la generosidad de la Empresa del Ferrocarril Trasandino, un
tren especial, que debía conducirlos al Cementerio.
La manera como fue aceptada la invitación probó cuanto había ganado en el
aprecio público la heroicidad del ya célebre estudiante, y entre otros documentos
que la expresan, nos permitimos consignar el siguiente por su tan distinguido origen:
ATENEO DE LIMA
5 de Octubre de 1887
Señor Secretario:
He hecho circular entre los miembros de esta Sociedad, la invitación de Ud.,
de Iº del mes corriente y que recibí ayer, á la ceremonia de traslación de los restos
del malogrado estudiante DANIEL A. CARRIÓN al mausoleo que le ha erigido “El
Monitor Médico” en el Cementerio General.
Una dolencia de la estación me impide, con profundo pesar mío, asistir á dicha
ceremonia; pero me apresuro á interpretar los sentimientos del Ateneo de Lima,
adhiriéndome con entusiasmo á una de las manifestaciones más justas, dada en
nombre de la ciencia, hacía el noble campeón que cayó víctima de su deseo de
prestar un gran servicio á la humanidad.
En el esfuerzo que se ha hecho en el Perú, á fin de impulsar el progreso
intelectual, después de la guerra más destructora que ha sufrido, toca el primer
puesto á la Facultad de Medicina: colocándose al nivel de los paises más cultos,
admira el fecundo resultado de sus esfuerzos con los escasísimos medios de que ha
podido disponer; y si fuera preciso consignar testimonio de esta verdad, bastarán las
numerosas publicaciones del Cuerpo Médico, su estrecha correspondencia con di-
versos centros del mundo sabio y el heroico sacrificio de Carrión.
Y al secundar ese movimiento, la redacción de «El Monitor Médico» presta
un servicio que todos estamos obligados á reconocer y ensalzar, por lo mismo que
resulta de servir desinteresadamente á su patria.
Ruego á Ud. Señor Secretario, que se digne trasmitir, en nombre del Ateneo,
estas expresiones á sus compañeros de redacción, contando con el afecto de su
más atento servidor.
E. Larrabure y Unánue.
rasgar uno de los velos más espesos de la medicina, que nos envolvía muy de cerca.
Labor altamente meritoria, si científica; digna de homérico aplauso, si patriótica.
Por eso Carrión significa para nosotros un timbre de legitimo orgullo y un
objeto sagrado de respeto y de veneración. Su nombre, esculpido en ese mármol,
recordará á las próximas generaciones lo que han hecho un cerebro cultivado y un
corazón tan levantado como generoso, retemplados ambos al calor del fuego vestal
de la ciencia y del amor por esta patria infortunada pero enaltecida por su heroico
sacrificio.
¡Qué mucho, pues, que nos congreguemos hoy para depositar sus despojos en
lecho duradero, que bien deseáramos, a sernos posible, exornarlo con magnificencia
y esplendidez eternas!
Pequeños al lado de este grande, en quien partían límites, en órden á lo eleva-
do, la inteligencia y la abnegación, tal vez no aquilatamos lo bastante su noble sacri-
ficio; pero los que hoy viven y los que vivan mañana, buscarán siempre en su memo-
ria el aliento que necesiten sus fuerzas para la dura faena que reclama el campo de
la investigación científica, el más vasto y mejor cultivado del espíritu moderno. En el
decurso del tiempo, aparecerá Carrión, entre sus contemporáneos del Perú, como
se aparecía Roma á la fecunda imaginación del gran poeta de las edades.
Quantum lenta solenct inter viburna cupressi.
Señores:
Los redactores de “El Monitor Médico” han consumado su obra al colocar
hoy, por mi intermedio, esta corona en la veneranda tumba de uno de los ciudadanos
más ilustres de estos días, depositan en ella una lágrima de dolor arrancada de lo
íntimo del pecho; y ante la solemne majestad de estos despojos, se descubren reve-
rentes: admiran al mártir y saludan al héroe.
¡Paz para su tumba!
¡Gloria para su nombre!
El Dr. José Mariano Macedo dijo:
Señores:
Los Redactores de “El Monitor Médico” valorizando en toda su extensión, el
heroico sacrificio del malogrado estudiante de medicina Daniel Carrión, iniciaron
una suscripción para levantar este modesto mausoleo que debe perpetuar la memo-
ria del abnegado estudiante peruano.
Daniel Carrión dotado de una inteligencia clara con una consagración apasio-
nada á la medicina y de una voluntad de fierro para realizar sus proyectos, se propu-
so estudiar la evolución de la verruga en su propia persona; ninguna reflexión pudo
detener su incontrastable resolución; se inoculó el virus verrugoso, y cosa admira-
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 355
El Dr. Artola:
Señores:
Por grande que sea la significación de la ceremonia que hoy nos reúne en el
triste recinto de los que fueron, ella no puede expresar jamás toda la admiración que
debe inspirarnos la ilustre víctima que hace dos años nombramos con la más profun-
da veneración.
Harvey, destruyendo los antiguos errores sobre la circulación; Jenner, dando al
mundo el eficaz preservativo de la asquerosa y mortífera viruela; Pasteur, trasfor-
mando la industria y la Medicina toda con sus inmortales estudios sobre los infinita-
mente pequeños, son más venturosos pero no más grandes que nuestro modesto
Carrión.
Harvey y Jenner no descubrieron, llamad acaso, llamad como queráis; pero el
hecho, una verdad, que ellos no persiguieron se les descubrió y supieron aprove-
charla. He aquí su gloria. Pasteur por el contrario, sabio entre los sabios pero igno-
rante para sí mismo, no acepta con la sumisión del necio las verdades que otro
enseña: se propone comprobarlas; no admite conclusiones teóricas: quiere el
expedimento. Lucha, estudia, observa, sacrifica sus recursos, compromete su salud,
halla un destello de luz que cual otro hilo de Ariadna le guía en el inextricable labe-
rinto de los microbios, y llega por fin al templo de la inmortalidad conquistando su
grandeza entre tanta pequeñez.
356 Gustavo Delgado Matallana
El Dr. Arce:
Señores:
La augusta ceremonia que la Redacción de “El Monitor Médico” dedica con
justo homenaje á la memoria del ilustre Carrión, ha motivado, como lo acabáis de
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 359
ver, lo más nobles y verdaderos conceptos, acerca del que hace apenas dos años
era nuestro mejor compañero. Nada, pues, podría deciros de nuevo y que pudiera
expresar con fidelidad los sentimientos que en estos momentos experimenta uno de
los más antiguos amigos y colegas de Carrión. Pero si esto no me es posible,
permitidme al menos, que á nombre de la Sociedad “Amantes de la Ciencia”, en
cuya representación tengo la honra de hablaros, os recuerde las palabras de Carrión,
que la víspera de su muerte cuando al abandonar la hospitalaria casa donde hasta
entonces se había asistido, lejos de su querida familia, dirige á uno de sus numerosos
condiscípulos en medio de un profundo silencio: “aún no he muerto, amigo mio,
ahora les toca á UU. terminar la obra ya comenzada, siguiendo el camino que les he
trazado.”
Sublime testimonio del valor y firmeza que desplegó hasta sus últimos momen-
tos, elocuente manifestación del que ansiando sólo el bienestar de la humanidad y el
adelanto de la ciencia, olvida sus propios sufrimientos para alentar á los demás á que
no se desanimen, á que no desmayen, porque, él muere en la demanda. Daniel
Carrión, si nuestra vida se continúa hasta más allá de la tumba; si bajo este tosco
ropaje que se llama materia existe un algo que no muere, escucha lo que va á decirte
quizá por última vez, uno de los que recogieron tu postrer suspiro: Inolvidable amigo,
tu holocausto no ha sido estéril: tu memorable experiencia vive imperecedera en la
memoria de los hombres de ciencia: tu valiente sacrificio en el corazón de los hom-
bres de bien y tus nobles prendas personales en el corazón de tus amigos. Daniel
Carrión, recibe el más sentido recuerdo que la Sociedad Amantes de las Ciencias
dedica á tu memoria!
Terminada la augusta ceremonia, quedaron realizados los deseos del “Monitor
Médico”, que había interpretado fielmente la aspiración de los admiradores del estu-
diante de medicina, cuya pérdida en edad temprana es irreparable para la ciencia y
para el país.
Honrada una vez más su memoria, que había merecido ya, en justicia, mani-
festaciones de la misma índole de la Academia Libre de Medicina y de la Sociedad
Médica “Unión Fernandina,” la Redacción del «Monitor Médico,» entrega el nom-
bre de Carrión á la admiración de la posteridad y se complace en señalarlo con
orgullo como el tipo acabado de la abnegación y empeño por el adelantamiento y
buen lustre de la Medicina Nacional.
360 Gustavo Delgado Matallana
Señores:
La naturaleza que con tan pródiga mano ha dotado á nuestro suelo de abun-
dantes é inapreciables dones de todo género, cubriendo de valiosos yacimientos sus
islas litorales, de exuberante vegetación tropical y de ricos lavaderos de oro sus
extensas llanuras orientales y, de ágiles y elegantes camélidos sus accidentadas
regiones andinas, no podía haber hecho una excepción tratándose de sus Endemias,
sin dotarlo también de algo notable, algo muy especial, que separándose del cuadro
nosológico hasta ahora conocido, viniera á constituir una entidad morbosa sui generis
como el delicioso clima primaveral de Lima, como las innumerables y ricas vetas de
preciosos metales, como su Cordillera, como el Cóndor y la Vicuña de su fauna,
como la Quina, la Coca y el Caucho de su flora.
Las riberas del Ganges tienen su Cólera morbo, el Golfo de Méjico su Fiebre
Amarilla; ¿porqué el Perú no había de tener, sino una enfermedad contagiosa, como
la predichas, cuando menos una infecciosa, propia, exclusiva?
Y la tiene, en efecto, señores; pues vemos que un grupo de enfermedades
zimóticas, de forma eruptiva, febriles algunas veces y ordinariamente hemorrágicas,
conocidas en el país con el nombre genérico de “Verrugas,” reinan solo en determi-
nados parajes de ciertas vertientes occidentales de los Andes. Los aerobios, causa
indudable de estas nuevas entidades patológicas, tienen la singular disposición de
vegetar dentro del organismo humano en admirable consorcio con gérmenes palúdi-
cos, produciendo esa alarmante pirexia tífica ó adinámica, llamada “Fiebre de la
Oroya.”
Conservamos muy presente el recuerdo de las innumerables víctimas que
esta enfermedad produjo durante los años 1870-72, cuando los trabajos de la vía
férrea de la Oroya llegaron á las quebradas de “San Bartolomé,” “Cuesta Blanca”
y “Aguas de Verrugas,” cuyos terrenos fueron con tal motivo removidos en grandes
extensiones.
Después de un pródromo varable, los pacientes eran presas de una fiebre
altísima, análoga al primer período de la Fiebre Amarilla que, como en los casos
graves y fulminantes de ésta, era seguida muchas veces de la muerte, la que sobre-
venía en algunos casos después de un período adinámico en el cual habían desapa-
recido casi completamente los glóbulos rojos de la sangre; fiebre cuya rebeldía á
todo tratamiento en el mayor número de casos dejó al cuerpo médico enteramente
desorientado.
El número cada vez más alarmante de víctimas llegó á conmover á la Facultad
de Medicina y aun al Supremo Gobierno, que á petición de aquella nombró una
comisión que, constituyéndose en el lugar, estudiara esa implacable enfermedad. La
Comisión no llenó debidamente su objeto por circunstancias que no es del caso
recordar.
362 Gustavo Delgado Matallana
2º. El socio Dr. Agustín Larrea y Quesada dió lectura a un interesante trabajo:
“Contribución al Estudio de la Verruga Peruana”
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 363
I
La verruga es una enfermedad infecciosa, producida, probablemente por un
micrococus, cuyo vehículo principal es el agua y el aire de los lugares en donde es
consulta del citado Dr. y después de un examen completo hubo que desechar todas
las enfermedades diatésicas que pudieran explicar estos dolores. A pesar de que
hacía dos años del último viaje á lugares verrucosos, (como la enfermedad databa
de esa fecha) hubo que pensar en una infección de verrugas cuyo periodo de inva-
sión no había terminado después de tan largo tiempo. Pues bien este enfermo volvió
a la consulta y a la 3ª. O 4ª. Vez pudo enseñar las verrugas que se habían desarro-
llado ya.
Además, la verruga tiene otro de los caracteres de las enfermedades infeccio-
sas; las causas predisponentes no juegan un papel muy importante. Las personas
más robustas pueden adquirir la enfermedad permaneciendo algunas horas en los
lugares indicados.
De todos los hechos observados se deduce que nunca ataca dos veces al
mismo individuo. Produce, pues, la inmunidad; otro carácter de las enfermedades
infecciosas. Sin embargo se citan casos raros de excepción47.
La verruga pertenece á la clase de las enfermedades infecciosas generales.
Es una de las conclusiones en que podemos afirmarnos, pues la opinión que conside-
raba a la verruga como una dermátosis localizada en la piel, está en contradicción,
con los hechos48. La infección verrucosa produce trastornos en la sangre, destru-
yendo sus glóbulos rojos. Entre las observaciones del Dr. Flores49 figuran algunos
casos en que el número de glóbulos rojos disminuye hasta 1’000,000 por m.m.c., y
menos aún. La infección verrucosa produce lesiones muy notables en el hígado y el
baso como se verá en las autopsias que se han hecho. No se hace bien la depura-
ción orgánica. La orina es pobrísima en materiales sólidos, su densidad de IOIO,
término medio y la úrea disminuye notablemente. Basta lo dicho para desechar para
siempre la idea de que es una enfermedad local.
¿Debe colocarse esta enfermedad entre las infecciosas miasmáticas conta-
giosas? En el estado en que nos encontramos nos faltan datos para resolver defini-
tivamente esta cuestión.
II
Antes de pasar adelante debemos ocuparnos de precisar, ó más bien dicho, de
saber que es lo que se ha llamado fiebre de la Oroya. No habiendo podido conseguir
ninguna historia clínica de tan grave fiebre tenemos que contentarnos con las pocas
ideas abstractas emitidas en la discusión que tuvo lugar en la Sociedad de Medicina
el año 1875. En comprobación de lo que decimos copiamos de “La Gaceta Médica”
N° 25 de ese año lo siguiente:
50 Los DD. Fuentes y Barrios citaron las autopsias que habían hecho y en las que siempre habían
encontrado el baso infartado y muy aumentado de volumen.
El Dr. Salazar aseguró que en las autopsias de casos de fiebre de la Oroya sin erupción se encontra-
ban verrugas en las vísceras.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 367
No se puede decir que era la infección verrucosa sin erupción, pues en mu-
chos casos la verruga coexistía con la pirexia sin que esta fuera menos grave (Salazar).
Que los casos actuales á los que se da el nombre de fiebre de la Oroya, corres-
ponden al mismo cuadro clínico que se conocía el año 72 con este nombre –cuestión
es esta- sobre la que no podemos pronunciarnos, por la falta de historias recogidas
en esa fecha y poder tener así punto de comparación.
No dejaremos de agregar que la misma entidad patológica era observada por
nuestros prácticos antes del año 1870 en los soldados de que habla el Dr. Matto51.
Creemos sin embargo por comunicaciones verbales de algunos facultativos
que la fiebre de la Oroya era de marcha agudísima en la mayor parte de los casos:
una o dos semanas, era la duración de esta pirexia fatal.
III
En la historia de la verruga peruana hay que considerar cuatro periodos:
incubación, invasión, erupción, y desecación (Salazar, Carrión Sanfurgo).
Con alguna reserva agregaría el periodo caquectico que algunos han llamado
últimamente fiebre anemisante (aunque muchas veces hay apirexia) anemia perni-
ciosa52 a pesar de que en la entidad patológica conocida con este ultimo nombre las
lesiones orgánicas faltan casi siempre, y en los casos de que daremos cuenta deta-
llada en otro capitulo, los infartos del hígado y del baso son muy frecuentes.
En cuanto a los síntomas de cada uno de estos periodos, los conocéis muy bien
por los trabajos del Dr. Salazar, Carrión, &; que respecto a la generalización que yo
pudiera hacer de mis observaciones, ellas serán objeto de un trabajo posterior.
Solo diremos, hoy, que esa división de periodos es artificial en muchos casos
los que como sabéis muy bien tienen únicamente el objeto de facilitar el estudio.
¡Cuantas veces se presentan enfermos en los que toda su enfermedad está
constituida por el predominio de los síntomas de tal ó cual periodo!
Así la observación, citada ya, puede referirse al predomino del periodo de
invasión.
Lo mismo sucede en la siguiente observación, en la que los mismos síntomas
de invasión dominan, a pesar de que la erupción tuvo lugar aunque limitada a una
sola verruga y a las manchitas rosadas lenticulares de que hago mención. ¿Cómo
precisar en este caso cuando ha terminado el periodo de invasión? Vais a juzgar.
Observación II.- El 25 de Agosto del presente año se encontraba en la cama
núm. 10 de la Sala de San Luis del Hospital Dos de Mayo un enfermo Sixto Sánchez,
se los dolores osteocopos en las piernas y caja torácica. Al mismo tiempo el enfer-
mo tenia vértigos, deslumbramientos, náuseas y tenesmo con diarrea mucosa. Des-
de el 16, la escasez de la orina se convirtió en anuria completa.
La postración fué aumentando, lo mismo que los dolores, que se generalizaron
a todos los huesos. Se observó también una hiperestesia general muy marcada.
Desde el 16, el enfermo entró en un estado de coma vigil del que no salió hasta
su muerte. El día 18, se fue pronunciando una ictericia general que se hizo más
notable al día siguiente.
La palpación de la región hepática era muy difícil por los dolores que acusaba
el enfermo.
La única verruga se desprendió el día 12.
La temperatura se mantuvo sobre 40° el 12, 13, 14 y 15. Desde el 16, las
extremidades estaban frías, sudaba abundantemente y la temperatura axilar fue
descendiendo, de modo que el 18, en la mañana, tenía solo 37°6, el 19, 36°6 y el
20,36°. Toda esta marcha de la temperatura la podéis ver en cuadro gráfico adjun-
to.
Mr. Bignon que hizo el análisis de la orina del día 17 encontró una densidad de
1,013, disminución notable de la úrea (la mitad de la cantidad normal) muchos fosfatos,
la reacción era ligeramente alcalina y muy cargada de albúmina; sin azúcar, ni
ptomaínas. En análisis anteriores hecho en el hospital no había encontrado albúmina
al calor ni al ácido nítrico.
Entre los dolores que acusaba el enfermo, llamó mucho la atención uno que se
presentó en la parte interna del brazo derecho desde el 7 de Setiembre hasta el 12
que desapareció, al mismo tiempo se observaba el paquete de los vasos de esta
región, indurado y aumentado de volumen. Como este mismo día se presentaron los
síntomas cerebrales indicados y el aumento rápido de la temperatura, podría pensar-
se en una embolia cerebral, que explicaría así la complicación que se presentaba.
El tratamiento á que se sometió al enfermo fue acetato de amoníaco, 12 gotas
en alterna y agua de mote por bebida desde el 30 de Agosto hasta el 5 de Setiembre.
Desde el 6 se le administró salicilato de quinina, 30 ctrg. altª. El día 7, salicilato de
soda, 1gmo. altª. y sulfato de quinina en los alimentos, hasta el día 16, en que se
presentó algo de diarrea; por lo que no se podía darle yod. de pot. y hubo que
recetarle tanato de quinina. Desde el 18 tomó por cucharadas cada 2 horas la si-
guiente poción:
Ext. bl. Quina 4 gramos
Tint. Almisele 2 gramos
Sulfato quinina 1 gramo
Las alteraciones anatómicas encontradas en el cadáver aún que muy notables,
no las describo por no cansar demasiado vuestra atención.
370 Gustavo Delgado Matallana
IV
Hablaba en el anterior capítulo del predominio que toman los síntomas atribui-
dos a cada periodo en ciertos y determinados casos.
Así el siguiente puede probaros que el periodo caquectico constituye casi toda
la enfermedad.
Observación II.- El S. O. Pintor célebre, natural de España, de 40 años de
edad, de talla elevada, gordo y de constitución robusta y músculos desarrollados, iba
con frecuencia a la sierra a trabajar una mina cerca de Yauli. Después de uno de
estos viajes (en los que tenía que pasar por lugares en que es endémica la terrible
verruga) regresó a Lima con accesos de fiebre intermitente, los que fueron comba-
tidos por el Dr. B., mediante fuertes dosis de sulfato de quinina sin resultado favora-
ble. Las fiebres continuaban. Este mismo médico creyó que las invencibles inter-
mitentes eran sintomáticas de una hepatitis que iba a terminar por supuración, por-
que el enfermo acusaba fuertes dolores a la región hepática y la matites de esta
región era muy extensa. Mientras tanto el enfermo había cambiado el clima de Lima
por el de La Punta (Callao).
De regreso a esta capital llamó al Dr. Flores, su médico ordinario. Lo que más
llamaba la atención, (apuntes tomados según una comunicación verbal del citado
Dr.), además de los síntomas indicados, era la anemia profunda del enfermo, anemia
intensísima que iba acentuándose de día en día. La fiebre se hizo continua, se
presentaron vómitos repetidos, vértigos alarmantes y continuos que no le permitían
estar sino en decúbito horizontal.
Al mismo tiempo, el enfermo se quejaba de dolores osteocopos intensísimos,
durante 3 ó 4 días el estado del paciente era desesperante, cuantos le veían hacían
un pronóstico fatal.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 371
En Abril 5, 1885
Volumen 1,400
Color Rojo oscuro
Densidad a 26° 1,018
Reacción – Acida
Mater Sólidos 41´94
Cloruro de Sodio 3´81
Ac. Fosf. Total 2,002
Urea 13´65
V
He reunido algunas otras observaciones que corroboran las afirmaciones con-
tenidas en este trabajo54; pero el temor de extender mi lectura mas allá de los límites
que debe tener una conferencia, me obliga á reservarlas para un trabajo ulterior.
No dejaré de anunciaros el resultado de algunos análisis de la orina de los
verrucosos que he practicado. La orina es pálida, de densidad muy baja, 1010 á
1016 por término medio y la cantidad de orina emitida por día 600 á 1000 C.C., la
cantidad úrea es menor que la normal, aún en los casos que parecen benignos.
Solo hay albúmina en los casos graves y no he encontrado hasta ahora azúcar
en ningún caso, lo que contradice la absoluta afirmación del Dr. Barranca, citada en
el folleto que contiene los trabajos del ilustre Carrión (13).
Estos resultados están conforme con los obtenidos por el Dr. Flores en los
muchos análisis que ha hecho en su laboratorio.
VI
He terminado la lectura de este defectuoso trabajo, que sólo tiene por objeto
estimularnos recíprocamente a fin de corresponder de algún modo al legado del
ilustre Carrión.
Espero que con estas pocas observaciones, con estas piedras imperfectamen-
te labradas podamos algún día edificar la base del más digno monumento de Carrión:
las historia completa de la Verruga Peruana.
Señores: Si queremos ocupar algún lugar en el movimiento científico del mun-
do es necesario que nos apresuremos á ofrecer á los sabios europeos el modesto
contingente del estudio completo de una enfermedad desconocida para ellos, y que
sólo nosotros podemos estudiar.
Comencemos por lo menos difícil; la sintomatología y el diagnóstico diferen-
cial. Después vendrán los qué con más elementos de trabajo: con laboratorios, con
escuelas que no poseemos, estudien la etiología, la patogenia, la terapéutica y demás
complejas cuestiones que comprende la historia completa de la Verruga Peruana.
los trabajos de los hombres de ciencia que se han sucedido en todo el siglo presente,
han visto que no hay necesidad de admitir para la electricidad la existencia de un
fluido especial, como no la hay para suponer la existencia de un fluido calorífico ni
de un fluido luminoso; que el mismo éter, por sus vibraciones, produce los fenóme-
nos caloríficos cuando la longitud de onda es grande; luminosos ó actínicos cuando
la longitud de onda es corta; y que el mismo también, obrando por su masa y por
traslación ó circulación, produce los fenómenos eléctricos. La electricidad es pues
un simple movimiento del éter, una manifestación de la fuerza universal. Y en efec-
to; no vemos todos los días á la electricidad transformándose en calor, en luz, en
potencia motriz?; no vemos una corriente eléctrica suficientemente fuerte cuando
atraviesa un hilo de alambre que calentado primero, lo enrojece después, para ha-
cerlo enseguida despedir poderosa luz? Cómo explicar estas transformaciones sino
con la teoría de la unidad? Hermosa hipótesis que viene en apoyo del gran principio
de la correlación de las fuerzas, principio eterno que nos demuestra que el calor es
movimiento, la luz movimiento, la electricidad movimiento, la vida toda, en fin, puro
y constante movimiento.
Hermosa teoría que nos da la explicación de los fenómenos eléctricos que se
verifican en las entrañas de la tierra, del mismo modo que nos hace comprender los
que se desarrollan allá en las altas regiones donde alumbran el relámpago y donde
serpentea el rayo.
Digna también de haber sido entrevista por aquel genio extraordinario que
“arranco el rayo á las nubes y el cetro á los tiranos“.
La electricidad puede desarrollarse de tres maneras diferentes: por fricción,
por acción química y por la influencia de los imanes. El primer medio se emplea
generalmente para producir la electricidad llamada estática y los otros para obtener
la electricidad dinámica, ya la de corrientes continuas ó galvánicas, ya la de corrien-
tes farádicas ó intermitentes.
Al emplear las palabras estática y dinámica, es necesario tener muy presente
que la electricidad es una y que tales palabras no representan mas que dos estados
en que puede encontrarse esta fuerza: en reposo y en movimiento. Es verdad que
estos estados producen efectos distintos, que actúan de diversa manera, como pro-
ducen efectos diferentes el agua encerrada en un estanque y la que se precipita
torrentosa por una cascada. En ambos casos el agua es la misma, no ha cambiado
de naturaleza, solo está en reposo ó en movimiento. Y la prueba de que ambas
electricidades son iguales es que se puede transformar la una en la otra sin dificultad
alguna.
En las máquinas en que se desarrolla la electricidad estática, dicha fuerza se
encuentra en pequeña cantidad pero con gran tensión; al contrario en las pilas se
produce gran cantidad de electricidad pero con débil tensión.
376 Gustavo Delgado Matallana
especie, no había criterio para graduar la fuerza ó para elegir la pila que convenía.
Cuantas veces la escara producida por una aplicación imprudente era la única que
podía en guardia al médico y le impedía seguir semejante tratamiento! Cuantas otras
sin saber la resistencia que ofrece el cuerpo humano, equivalente a l200 Ohm, se
empeñaba en vano en reducir su tumor situado profundamente con una corriente
incapaz de vencer tal resistencia ¡De aquí resultó que la electricidad, mal conocida
en su manejo, tuvo grandes éxitos y grandes fracasos, que unas veces hacia cura-
ciones maravillosas y otras aumentaban los males del enfermo, según que la casua-
lidad hubo hecho emplearla bien ó mal.
Hoy, sucede lo mismo? -Felizmente no. Hoy la electricidad, con justicia consi-
deraba como un medicamento activo, no es ya ni debe ser empleada si no á dosis
convenientes y en circunstancias apropiadas.
Del mismo modo que para el uso de un alcaloide activo, es necesario saber la
acción del medicamento, las dosis á que se debe administrarse y el medio de
dosificarlo, así también debe conocer el médico la fuerza electromotriz que es capaz
de producir un aparato eléctrico, la acción fisiológica que ésta ejerce, la cantidad á
que puede ser empleada sin perjuicio para el enfermo y sobre todo la manera de
graduar esta fuerza. De qué serviría, en efecto, saber la dosis en que hay que
administrar una sustancia sino se tiene una balanza para pesarla?
No estamos pues, ya en el tiempo en que tomando al acaso un aparato eléctri-
co se le haga funcionar sin distinción, sin cuidado alguno. Semejante conducta seria
imperdonable y sin embargo... qué de veces se procede así! qué de veces no ha-
bréis visto, SS., tratar una parálisis facial por las corrientes farádicas ó querer des-
hacer una indicación por las corrientes inducidas!!
Pero para un uso terapéutico racional de la electricidad, era necesario tener un
punto de partida, una unidad de la fuerza electromotriz de la resistencia, de la canti-
dad, etc. era preciso, en una palabra, que hubiera un sistema internacional de
medidas eléctricas.
Este vacío ha sido llenado por el Congreso de electricistas celebrando en París
en 1881, entre cuyos miembros figuraban al lado de físicos eminentes como Helmholtz,
Siemens, Ziemssen, Du Bois Raymond, Dumas, Lord Raleigh, William Crookes,
etc., los representantes de todas las naciones del mundo acreditados ante el gobier-
no francés. Desgraciadamente no pudo el Perú ser representado en ese Congreso.
En esa notable reunión de sabios, se discutió la técnica eléctrica que es hoy
aceptada en todo el mundo y sin cuyo conocimiento es muy difícil comprender los
libros modernos que de la electricidad se ocupan.
Al sistema de unidades eléctricas se ha asociado los nombres de los físicos
que han figurado en el estudio de este agente.
378 Gustavo Delgado Matallana
ventura para nuestra infortunada patria; confraternidad y unión para todos aquellos
que militamos en las filas de nuestra querida, cuanto noble y abnegada profesión!
causa de las numerosas atenciones de sus miembros en la capital, tuvo que confor-
marse con hacer una ligera inspección de la mayor parte de los enfermos del hospi-
tal “La esperanza” establecido por los contratistas de la línea, al pie de la quebrada
de este nombre y poco antes de la de “Agua de Verrugas”, y con los informes de los
encargados de dicho hospital tuvieron á bien suministrarle, emitir un informe suma-
mente superficial.
Dos de los comisionados, el finado doctor León y yo, nos propusimos, sin em-
bargo, sacar algún provecho de la excursión y resolvimos, al efecto, poner en claro
los fundamentos que pudiera tener la creencia general de que los gérmenes de la
verruga residían en el agua. Con tal fin, y apelando á la suerte para que designara
cual de los dos bebería solo de la vertiente llamada de “verrugas”, y cual sería el que
no la bebería absolutamente, comenzamos nuestras observaciones. Resultó favore-
cido para aplacar su sed con la cristalina y deliciosa agua de verrugas el doctor
León, quien al efecto bebió dos grandes vasos al pie de la vertiente. Yo me vi
obligado á apagar mi sed, que la fuerte insolación la hacia abrazadora, con cerveza
inglesa. Desde ese momento nos sujetamos al mismo régimen, y después de pasar
la noche en Cocacharca, regresamos a Lima al siguiente día, después de 48 horas
de excursión.
Durante dos días ninguno de nosotros se apercibió del más insignificante fenó-
meno insólito que pudiera tomarse por síntoma de un estado morboso.
Al tercer día me hallaba yo, que no había bebido tal agua de verrugas, con unas
cuantas pápulas de esta erupción en el dorso de la mano derecha, que había brotado
durante el sueño y que en el resto del día continuaron brotando apaciblemente.
Entre tanto a mi compañero no le sucedía nada parecido, sin embargo de haber
bebido él la tan temida agua e verrugas.
Mostrándole la erupción al Dr. Villar (Presidente de la Comisión), confirmó
nuestro diagnóstico, de que la erupción era de verrugas y me recetó hiposulfito de
sodio; con cuya medicación desaparecieron las pápulas después de 24 horas, con la
misma facilidad con que habían brotado.
Poco precipitado por naturaleza, no di importancia á su desaparición y conti-
nué en mis labores ordinarias hasta los primeros días de mayo, en que fui acometido
de altísima fiebre aparentemente ocasionada por una noche de vigilia en la redac-
ción de una Tesis de Concurso, durante cuya noche y á fin de vencer el sueño, tuve
que apelar a cinco ó seis tazas de una infusión muy concentrada de café, acompa-
ñada de otras tantas copitas de licor.
Alarmados los compañeros con la violencia del mal, se reunieron en numerosa
Junta convocada por mi venerado tío el finado Decano doctor Ríos, y me encontra-
ron: el hígado muy voluminoso y sensible a la presión y una fiebre de 40º.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 383
Como era lógico, en los primeros días no se vio otra cosa que una hepatitis
sobre aguda que terminó por supuración, abriéndose paso el pus por el colon
transverso.
Terminada la supuración que fué escasa, y apagados los síntomas hepáticos,
se presentó una congestión del pulmón derecho tan irregular que para su diagnóstico
vacilaron los más notables maestros: alguien opinó que era un derrame pleurítico
enquistado; alguien que era congestión pulmonar de carácter sospechoso, tubercu-
loso quizá; alguno, que ese estado podía ser una metástasis de la erupción verrucosa,
suprimida en los primeros días de brote sin esperar su completa evolución. Esta
última opinión debida á mi citado tío, encontraba muchos visos de verdad, muchos
fundamentos en los dolores agudísimos que sentía por todo el cuerpo, los que pare-
cían afectar solo a los huesos largos, y que se exacerbaban durante la noche.
La medicación exclusivamente láctea á que estuve sujeto por mas de un mes
y las embrocaciones narcóticas que se me hacían en las articulaciones para dismi-
nuir la intensidad en los dolores, unido a la profunda discrasia sanguínea consiguien-
te á la medicación espoliativa á que estuve sometido durante el período agudo de la
hepatitis, dieron por resultado abundante diaforesis general, con la que coincidieron
una especie de conjuntivitis granulosa, radicada principalmente en la cara interna de
los párpados, y una diarrea sanguinolenta acompañada de pequeños dolores intesti-
nales, sin movimiento febril; y luego una especie de angina que hizo necesaria la
inspección de las fauces y puso de manifiesto que era debida á una abundante
erupción miliar de pequeñas pápulas rojas. Examinando enseguida el ano, se obser-
vó que también presentaba pápulas semejantes á las de las fauces.
A la par que se desarrollaban estos fenómenos de erupción general, no solo á
lo largo de los intestinos desde la boca hasta el ano, sino también en las conjuntivas,
se notó con gran sorpresa que la oscuridad y matices que hicieron creer en la
congestión del pulmón derecho, había desaparecido por completo.
Siendo á juicio de las más antiguos maestros una verruga mucosa la erupción
ante dicha, se convino en que probablemente era la misma erupción, la causa de los
fenómenos pulmonares que por su irregularidad habían llamado la atención.
Para terminar, diré a U. que el Dr. León jamás fue atacado de verrugas.
De U. atento S.S.
JOSÉ A. DE LOS RÍOS.
comprender como pudo haber en la tierra tanto heroísmo, como pudo ser humana
tanta nobleza!
Señores :
Carrión, voluntad de acero para escalar los peldaños del progreso, gladiador
indomable para desenmascarar a la misteriosa Naturaleza y perseguir ese ideal
sublime, que siempre el hombre vislumbra de lejos y siempre sueña de cerca, la
perfectibilidad; paladín avanzado de la ciencia, atleta invencible de la idea, que no
abandona la arena, sino para pasar al reino de la celebridad, Carrión para nuestra
patria y para la medicina nacional, significa un embajador en la corte de la gloria, y
ya que solo nuestra voluntad y nuestros esfuerzo han de incubar nuestro porvenir
científico y social resolvamos que éste sea digno de tan ilustre embajada.
Cumpliendo con lo acordado en la sesión de octubre de 1885, pero que se
presenta también trabajos científicos, en las sesiones conmemorativas anuales, el
socio Dr. Matías T. Bellido, hizo la siguiente exposición:
HEPATITIS SUPURADA
Señores:
La Medicina que es tan antigua como el hombre, hoy como ayer, se encuentra
en su infancia, aunque cada día adquiere mayor desarrollo. Por la experimentación
y el estudio se perfeccionaron los medios de exploración, consiguiendo con ello
mayor certeza y prontitud en el diagnóstico de las enfermedades. En los laborato-
rios, gabinetes y hospitales, descúbrense á cada momento nuevos hechos; los miste-
riosos arcanos de las ciencias médicas van descorriendo el velo en que han estado
ocultos, y muchos de ellos no son ya un enigma para la presente generación, merced
á los infatigables estudios y cavilaciones de las eminencias hipocráticas del antiguo
y nuevo mundo. Qué diferencia tan grande entre la suma de conocimientos que se
poseen en la actualidad, á los adquiridos algunos años antes; hoy, que hay tanto
conocido que aprender, tanto desconocido por descubrirse, no se debe uno descui-
dar: un solo instante, un minuto no aprovechado, atrasa de tal modo, que casi se
hace imposible alcanzar a la ciencia en su vertiginosa carrera de adelanto. Las
ciencias todas en general han participado de este halagador progreso; más ninguna
tiene motivos de orgullo tan completo como la medicina. ¡Qué revolución no se ha
operado en ella en este tiempo! A las añejas é hipotéticas teorías sobre el origen de
las enfermedades, ha venido, por lo menos para algunas, cual ráfaga luminosa, acla-
rando numerosos puntos antes mal descifrados, la novísima de los seres infinitamen-
te pequeños; teoría casi inalterable, pues por su carácter de materialidad, se le
puede seguir con el ojo del observador en todas sus evoluciones: su desarrollo,
crecimiento, muerte, etc., es accesible á nuestra vista. ¡Gloriosa conquista adquirida
en poco tiempo!
388 Gustavo Delgado Matallana
Inoficioso por demás inútil sería para vosotros recordaros los nombres de esa
pléyade de eminencias de médicos, químicos, fisiólogos y demás sabios, que a se-
mejanza del minero que perfora la corteza terrestre, esperando descubrir los tesoros
que encierra, ellos solos en sus gabinetes, en medio de sus retortas, microscopios,
lentes, animales de disección, etc. taladran por decirlo así su cerebro, asombrando,
á los que le siguen atentos, con el fruto de sus investigaciones. A ellos se deben las
ideas profesadas en la actualidad: la etiología, patogenia, anatomía patológica, profi-
laxis, etc., de las enfermedades; todas han recibido, merced á sus esfuerzos, un
poderoso influjo. ¡Loor á ellos que tal hacen por la humanidad! Y lo que es más
halagador aún, vemos que esa corriente ávida del saber, á manera de río de avenida,
al encontrar un terreno llano y declive, se extiende por do quiera; así ella se difunde
más y más. Estableciéndose en las universidades, en las cátedras y aún en gabine-
tes particulares, centros de observación, elementos necesarios para con fruto conti-
nuar esa senda de proliferas investigaciones.
Fe tengo, señores, en el porvenir de esta Sociedad; creo no esté lejano el día en
que pudiendo traducir, con nuevos hechos prácticos, la sed que nos anima de contri-
buir en la esfera de nuestras facultades á la resolución de tan misteriosos proble-
mas, veamos, con legítimo orgullo, la implantación en este seno, de observatorios
bacteriológicos, gabinetes, arsenales de cirugía y demás elementos, indispensables
hoy, para, con probabilidades de éxito, poder combatir los males que en lo físico á la
humanidad atormentan.
Pero a pesar de este no interrumpido adelanto, como no se sabe aún donde
puede detenerse; como no es posible vislumbrar el sumtmun de los conocimientos
médicos, no es pues arriesgado ni mucho menos jactancioso decir: que la ciencia
que tiene por misión la muy noble de aliviar los males que aquejan á nuestra especie,
pasará mucho antes que salga de la niñez. Los que se dediquen a ella, por más que
torturan continuamente su cerebro para descubrir nuevos hechos; por más que es-
tén dotados de cualidades especiales, por las que se les facilite la experimentación,
siempre se hallarán detenidos por barrera en apariencia infranqueable; nuevos es-
collos vendrán continuamente á presentarse ante ellos, impidiendo así surque tran-
quilamente por la corriente científica, el sólido barco de los acontecimientos adquiri-
dos; y si estos obstáculos á manera de inaccesibles alturas se oponen ante le conti-
nuado avance del eminente patólogo, del experimentado fisioligista, del tocólogo, del
alienista, etc.; cuántos tropiezos, cuántas dudas no encontrarán á cada paso todos
aquellos que disten muy mucho para igualarse á tan eminentes especialistas y qué
diré del que colegial aún, recién se inicia en el estudio de esta ciencia, esencialmente
de observación y experimentación? Oscuridad, tinieblas, será lo que á cada paso
encuentre; el error, la duda lo asaltará por donde quiera que vaya.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 389
la región, pero tan insignificantes, que solo ahora se ha dado cuenta de ellos y no
alterándole en nada sus funciones digestivas.
El día 30 en la visita, se queja de las repetidas cámaras que ha verificado
durante la noche, no ha guardado ninguna, las que continúan siendo sanguinolentas;
el tenesmo le mortifica un poco; tiene anorexia y se siente desfallecido; la lengua se
presenta blanquecina al medio, roja en los bordes y en la punta. El médico de turno
llevado de su indicación prescribe un purgante de Calomel y Ricino, quedando á
dieta.
El siguiente día persiste el mismo estado: el purgante no modificó en nada el
número de las deposiciones, ni tampoco su calidad según indicó el enfermo, pues no
se vieron aún. Se le ordenó 0.20 de Protocloruro de mercurio cada dos horas, con-
tinuando con la dieta.
El 1.º de Junio tampoco se consiguió ver las deposiciones, pues a pesar de la
prohibición del médico, el sirviente que era nuevo, hizo la limpieza antes de la visita;
el paciente afirma han sido de pura sangre, pasando durante la noche de 20; el
tenesmo continua fastidiándolo. Este día, como el anterior, contrasta con su sem-
blante, rosado, sin ese sello especial que le imprime el sufrimiento, con la intensidad
de los síntomas subjetivos; persiste la anorexia. Examinando el vientre con proliji-
dad, nada hay de particular á la simple inspección; á la presión la sensibilidad persis-
te en sus limites, aún en la región de las fosas ilíacas; solo en la región hepática en la
vecindad del epigastrio, se halla el hígado ligeramente infartado; existe una macidez
muy poco manifiesta á un través de dedo por debajo del cartílago costal de la prime-
ra falsa costilla, haciéndole igualmente dicho lugar algo dolorosos. Se le ordenó 2’00
de calomel en 6 papeles para tomar uno cada 2 horas. Enema amilaceo laudanizado
y unvejigatorio Beslier (Cantariado de soda) al hígado. La noche la pasó como la
anterior: frecuentes cámaras y sin dormir.
El día 2 se notaba ya un principio de demacración, los pómulos iban siendo ya
prominentes y las órbitas se excavan; estaban intranquilo. Por la primera vez se
observaron las deposiciones: eran sanguinolentas, mezcladas á pequeños grumos
blanquecinos, algo fétidas; el tenesmo había disminuido de un modo considerable.
Se le prescribió 10 píldoras para que tomara una cada dos horas, compuestas de
1’50 calomel, 1’00 de Ipeca y 0’15 de Ext. De opio; panetelas y vino oporto por
alimento. El día fue regular, el número de cámaras no paso de seis o siete. Habiendo
sentido la noche anterior algún bochorno, se le tomó la temperatura en la noche,
señalando el termómetro 38.4.
El 3 por la mañana, apirético, la demarcación va haciéndose manifiesta; en la
noche no durmió sino á ratos; deposiciones iguales al día anterior; pocos tenesmo.
Como régimen se le indico; Tanato de quinina 1’50, Polv. Tebaico 0’10; 10 papeles,
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 391
uno cada dos horas. Leche con agua de cal por alimento; la temperatura por la
noche fué de 39º.
El día 4 persistió el mismo estado. El tratamiento fue: tanato de quinina y opio,
en alterna. Hidrargirio con creta y Dower at. a. 0’60, igualmente 3 veces al día. Las
encías se presentaban tumefactas, dolorosas, había sobrevenido tialismo. Se le pres-
cribió unos enjuagatorios de clorato de potasa en cocimiento de amapolas; por la
mañana estuvo pirético, en la noche 40º.
El día 5 no se pudo observar las deposiciones con claridad, se hallaban mezcla-
das á gran cantidad de orines, los moismo que en los días anteriores habían sido de
una coloración subida. Este día se le prescribió una poción mucilaginosa con 4´00 de
salicilato de bismuto y 2´00 de laúd, para tomar una cucharada cada dos horas,
acompañándolas con una perla de trementina. – por la mañana apirético, en la
noche 39.02.
El 6 lo primero que llamó la atención fueron las deposiciones: sanguinolentas,
como antes, sin grumos de ninguna clase, sin moco, tenían esa coloración especial,
característica, puede decirse así, del pus hepático, esa coloración lié de vin de los
franceses. El desfallecimiento del enfermo iba siendo mayor; las cámaras no pasan
de una en el día y cuatro en la noche. Mismo régimen, suspendiéndose la trementi-
na; leche con agua de cal y vino de peptona por alimento. La temperatura es de 37º
m. y 39º. 4 n.
Día 7: igual régimen al día anterior, agua albuminosa, coc. bl.; 8 cámaras en la
noche, con los mismos caracteres. Temperatura 37º m. 39º n.
El 8 tuvo la misma poción de los días anteriores, 2 perlas de trementina en los
alimentos. En el día no hizo ninguna deposición, 6 en la noche; al lado del pus sangui-
nolento de la última, se encontraron excrementos, sólidos, duros de coloración
negruzca. La temperatura fue 37º m., 39º n.
El 9 no hubo ninguna deposición en el día, 8 en la noche; espesas, negruzcas,
fétidas. Como régimen tuvo lodoformo 0’15, Ext. de tebarco 0’10: 3 píldoras, 1 en
alt.; 1 perla de trementina en los alimentos; éstos consisten en sopa de fideos, leche
con agua de cal y vino de peptona. El termómetro marcó 37º, 1 m., 38º n.
El 10, mismo estado y tratamiento que el anterior; dos cámaras en el día,
cuatro en la noche; todas de color hez de vino; apirético en mañana; 38º, 3 en la
noche.
El 11, aumentaba las cámaras; doce en la noche; el tenesmo vuelve á presen-
tarse; se suspende el Iodoformo y se le vuelve á la poción de bismuto con láudano;
temperatura 37º I; m., 39º n.
Los días 12, 13, 14 y 15 casi los mismos síntomas, la temperatura es de 37 por
las mañanas; oscilando en las noches entre 38.4 y 39.2; deposiciones repetidas,
excrementicias y sanguinolentas.
392 Gustavo Delgado Matallana
ángulo que forma con el color transverso alterado de tal manera que existía una
placa de mortificación cuyo trabajo había avanzado tanto, que con suma facilidad se
desprendió una rodaja de un centímetro y medio de diámetro, mucho antes de que
pudiera observarse con detención. La vesícula biliar se encontraba distendida por
cantidad considerable de bilis espesa y negruzca.
Tales son los incompletos datos suministrados por la autopsia; habiendo alcan-
zado á comprobar la hiperemia del intestino y su lugar de mortificación; más si ellos
no correspondían al juicio formado a priori por mí, sin embargo me decidieron aun
más, si ya no lo hubiera estado, á continuar en el presente trabajo. Para mí la cues-
tión se planteaba entonces de la siguiente manera: ha sido una disentería aguda, ó un
absceso hepático que se ha abierto paso por los intestinos? Y si ha sido lo segundo;
cómo conciliar tal hecho con el síndrome clínico y con el resultado de la autopsia?
Son estos dos puntos los que me esforzaré por dilucidar, en el mismo orden que los
he enumerado.
Las únicas manifestaciones que militan en el caso de que trato, a favor de una
afección de los intestinos, podrían ser las cámaras, repetidas, innumerables á veces,
sanguinolentas y el tenesmo. Vamos á ver que valor se le puede asignar á cada uno
de estos síntomas.
Desde luego no excluyo que en un principio hayan evolucionado á la par y
quizá con antelación, el trastorno intestinal y el hepático; para resolverlo tendríamos
que apelar á su probable etiología, cosa que dejo para después; sin embargo indicaré
desde ahora que dicha suposición puede robustecerse ya por la consideración de
que podría influir una misma causa productiva en el desarreglo de ambas vísceras;
ya la más poderosa aún, que está plenamente confirmada y que se admite casi en lo
absoluto y es: que una flegmasia del parénquima hepático llegado á cierto grado, se
propaga por contigüidad á la mucosa gastro-intestinal y al peritoneo.
Las cámaras es verdad han sido numerosas, pero ellas tenían que serlo en
cualquiera de los dos estados morbosos que se admitan y excluyo, a pesar de este
síntoma, la idea de una disentería, por el hecho bastante significativo de que las
deposiciones sanguinolentas alternaban y aún se han mostrado conjuntamente con
deposiciones diarreicas, espesas, asemejándose á las cámaras consiguientes á una
indigestión; y si aún no bastase eso, el hecho de haberse presentado el día 8
excrementacias, duras, unidas á deposiciones sanguino-purulentas, seria suficiente
para alejar toda duda; pues no creo se haya presentado caso en dicha atención en
que alternen deposiciones del carácter que he indicado, con los específicos á tal
enfermedad; y no podría aquí alegarse que era ya el principio de una mejoría, tanto
porque aparecían sin transición ninguna, cuanto porque en los días siguientes se
alternaban, aparecían conjuntamente ó se adelantaban á las otras. Estas razones me
inclinaban á considerar las cámaras como originadas por el foco hepático, explicán-
394 Gustavo Delgado Matallana
dome la serosidad exclusiva de los dos primeros días como producto del trabajo de
adherencia que se fraguaba en el interior de la cavidad abdominal para poner en
comunicación dichos órganos.
En cuanto á su número no hay repugnancia en admitirlo como consecuencia
de la estrecha vía de comunicación, en la que, lo contrario de lo que pasa otras
veces en casos análogos, los materiales purulentos tenían que salir con lentitud y por
lo tanto multiplicarse.
En mi concepto todo lo anterior merece la pena de discutirse: la deposición
observada el día 6, en que limpia de todo moco, grumo, etc., se presentó en toda su
desnudez, puede decirse así, resolviendo de pronto el problema, quita la más peque-
ña sombra de duda. Grabado tenía en mi mente, por los pocos que he presenciado,
el aspecto especial, sui generis del pus hepático: á manera de chocolate con resi-
duos del parénquima del órgano en suspensión, con esa coloración característica,
hez de vino. Bastó pues la simple inspección de las cámaras de ese día para aclarar
el diagnóstico y observaré aquí que si á pesar de estar tan manifiesto, he hecho
hincapié en ello, ha sido y es por que, aun que en apariencia la autopsia no lo ha
confirmado, pretendo por el simple razonamiento, atribuir esa desconcordancia, no á
equívoco diagnóstico sino á precipitación en la autopsia.
Hay más aún: las lesiones intestinales que se encontraron en el cadáver, no
correspondían en nada con la sintomatología del caso que excluyo, y estas lesiones
que pude apreciarlas de viso ayudaron mas aún á afianzar mi opinión; ellas como ya
lo he manifestado, reducíanse á una simple hiperemia de la mitad superior del colon
ascendente y principio del transverso; se limitaba á la vecindad del sitio de mortifi-
cación. No presentaba la lesión característica de la disentería, faltaban las
ulceraciones de la mucosa, era solo una congestión, algo intensa quizá, pero limitada
á estrechos límites, podía considerarse mas bien como efecto de la irrigación
flegmásica, consecutiva al trabajo irritativo que en un principio fue necesario, al
establecer la adherencia entre la mucosa intestinal, el peritoneo y el tejido del híga-
do; ya por el paso continuado ó intermitente pero durable del producto destructivo
de la glándula, que á manera de cuerpo extraño mantenía una acción constante
sobre la superficie del intestino grueso; ya á ambos factores á la vez.
Queda aún el tenesmo; mas él, en el presente caso, no tiene gran valor; en
primer lugar, no presentaba ese carácter imperioso, constante del que acompaña á
la disentería, habiendo días en que, a pesar de que las cámaras se multiplicaban, él
era insignificante ó nulo, como sucede mas de una vez; además de que bien puede
presentarse y aún ser determinado en este caso por la excitación anormal producida
en la extremidad inferior de tubo intestinal, por el pasaje repetido de las materias
sépticas, sin que su origen dependa de una alteración funcional de sus paredes.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 395
por la presión ejercida debajo de las falsas costillas lo mismo que el que se propaga
al cuello y hombro derechos, corresponde únicamente á la hepatitis superficial ó
localizada á la cara convexa de esta víscera.
Faltaba también en el caso que analizo, la irradiación dolorosa al pecho, cuello
y hombro correspondiente; ello no tiene nada de notable según lo que acabo de
indicar, y debió suceder así, para que guardase conformidad con los datos que nos
suministra la Anatomía, pues por ella sabemos que la irradiación dolorosa á tales
sitios, se explica por la presencia de filetes nerviosos que por el intermedio del
diafragma solo se ponen en contacto con la superficie superior y borde convexo del
hígado; son estos filetes diafragmáticos, terminación del nervio frénico, que tiene su
origen en las ramas 4ª. 5ª. y á veces 3ª . del plexo cervical profundo.
Queda aun por discutir la ausencia de otros síntomas de menor importancia,
tales como la tumefacción, icteria, etc. Respecto al aumento de volumen, es este un
síntoma nada constante y que carece de gran valor; cuantas veces no se ha visto,
como en este caso, que el abovedamiento es nulo, á pesar de existir un vasto absce-
so, lo que sucede generalmente cuando está situado en la cara inferior; y otras por
el contrario, una elevación tan considerable, que casi se imponía la existencia de una
colección purulenta, sin que en realidad la hubiera, y recuerdo aquí un hecho, que
citaré, para poneros de manifiesto lo difícil que puede ser en determinados casos, el
acertar con el diagnóstico, cuando todos los síntomas se presentan hacia una solu-
ción que no es la verdadera. Se trata de un enfermo, en que el hipocondrio derecho
está considerablemente aumentado de volumen, doloroso á la presión, había pastosidad
y fluctuación y exacerbación febril por las tardes y calofríos; quién ante este caso
hubiera titubeado? Y no titubearon en efecto, para imponerse el diagnóstico varios
facultativos que asistían al paciente en junta; y esto á tal punto que uno de ellos,
bastante distinguido por cierto, se expresó poco mas ó menos en los siguientes
términos: “Verdadera satisfacción se experimenta, cuando en casos, como el que
presenciamos, existe una seguridad absoluta de lo que se trata; en estas ocasiones,
se siente verdadero orgullo al ejercer la medicina”. Pues bien, momentos después
se le hizo al enfermo tres punciones con la aguja de un aparato aspirador y no se le
hizo mas por haberse él opuesto, tenazmente, y en ninguna de ellas se consiguió
extraer la menor gota de pus, á pesar de haberse hecho en puntos distintos; que se
había hecho el colosal absceso, que en su existencia todo inclinaba á creer? Y lo
más curioso del caso es que dichas punciones no solo fueron inofensivas, sino que,
aun que hechas con otro objeto, produjeron benéficos resultados: ellas unidas á las
cataplasmas que le aplicaron después para evitar consecuencias ulteriores de la
frustrada operación, no solo detuvieron la flogosis, sino que la hizo desaparecer con
maravillosa rapidez.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 397
SECCIÓN VARIEDADES
Sesión solemne en honor de Daniel A. Carrión.– El 5 del corriente mes, ante
un escogido auditorio, celebró esta significativa sesión la Sociedad Médica “Unión
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 399
Fernandina”. En ella, los socios doctor José A. De los Ríos, Matías T. Bellido y
Mariano L. Urquieta, leyeron los discursos y trabajos consignados en la sección
nacional de este número. Procuraremos conseguir, para su publicación, el trabajo
leído por el socio doctor Carlos G. Pimentel, titulado “Tratamiento de la enfermedad
de Carrión según el método del doctor Burggraeve”.
En dicha sesión, el doctor Ríos refirió, verbalmente, algunos casos de verruga
peruana ó enfermedad de Carrión, sobrevenidos en varios miembros de una familia
conocida de esta capital, que jamás ha salido de Lima, y que sólo podían atribuirse al
contagio llevado al seno de esa familia por uno de sus miembros atacado de esa
enfermedad después de haber hechos un viaje á la sierra, pasando simplemente por
Matucana (uno de los focos endémicos de la verruga); habiendo sido todos curados.
Estos datos los obtuvo el doctor Ríos, del médico de la familia referida, doctor
Manuel Moreno y Maíz.– Por lo mismo que éste es el único caso de contagio de la
verruga, que haya llegado á nuestra noticia, deseamos que no se pierdan estos
hechos y que se haga de ellos un estudio conveniente, que ilustrará algo más la
historia de esta enfermedad. Los doctores Ríos y Moreno y Maíz tienen la palabra:
nuestras columnas están á su disposición.
Tal es la manera modesta, pero siempre útil para el progreso científico, cómo
se honrado la memoria del inolvidable Daniel A. Carrión, en el tercer aniversario de
su fallecimiento!.
Señores:
Cuando la “Unión Fernandina” pasó por el dolor de perder á su socio activo
Daniel Carrión, muerto por amor á la Medicina Nacional, no quiso dejar á la poste-
ridad el encargo de hacer su elogio, sino ser ella misma la que pagara el tributo de
gratitud que le debía. Con este motivo resolvió solemnizar todos los años el triste
aniversario del fallecimiento de Carrión, con una actuación científica, que sirviera
para mantener vivo el recuerdo de su noble y generosa acción, y para contribuir con
el trabajo de sus camaradas sobrevivientes al adelanto del estudio de la verruga
andícola, enfermedad por la que se había sacrificado.
Con este fin es que nos vemos reunidos hoy, 4º aniversario de la fecha en que
murió Daniel Carrión; y con este motivo es también que al inaugurar esta actuación,
me veo en el caso de deciros algo que se relacione con el propósito que tuvo nuestro
infortunado compañero, al introducir en su sangre el germen de una enfermedad
nacional, á la vez tan grave, como desconocida en su patogénia.
Voy á hablaros de un modo sucinto de la teoría que ha preparado en la ciencia
médica moderna, el acontecimiento más grande del siglo actual, esto es, del descu-
brimiento del parasitismo de las enfermedades infecciosas, y de las deducciones á
que ha dado origen semejante adquisición.
Prosiguiendo médicos y naturalistas la cruzada que en todos los tiempos se ha
hecho á las enfermedades virulentas, por ser los verdaderos flagelos de la humani-
dad, comenzaron, á mediados de este siglo, por compararlas con los procesos de las
fermentaciones; teniendo en cuenta, para hacer esa comparación, la semejanza que
existía entre el desarrollo del proceso patológico de dichas enfermedades y la repro-
ducción maravillosa de sus principios morbosos, con el origen, multiplicación y poder
devastador de los fermentos.
Más tarde, estudiando los procesos de la fermentación y de la putrefacción, se
demostró que á cada clase de fermentación correspondía la presencia de seres
organizados de especie particular, tales como los sacaromicetos de la fermentación
alcohólica, y los micodermas de la fermentación ascética, y que la descomposición
de los cuerpos orgánicos nunca era espontánea; y siguiendo la similitud que se
perseguí entre los fermentos y las enfermedades infecciosas, se supuso que estas
402 Gustavo Delgado Matallana
últimas, que tenían siempre una misma fisonomía, que tardaban igualmente el mismo
tiempo para desarrollarse, y que no degeneraban por más que se multiplicaran,
deberían también ser producidas por la penetración en el organismo, de un principio
extraño, de una sustancia ponderable, de un ser, que de naturaleza distinta en cada
enfermedad, obraba á su manera en contra del organismo, modificando de diverso
modo sus funciones.
Llevando más adelante la misma analogía, se supuso también, que atendida la
facultad que tenían las enfermedades infecciosas de reproducirse, tenían que ser
sus virus necesariamente de naturaleza organizada ú orgánica.
Ciertas adquisiciones que se habían hecho ya en la Patología humana, y ciertas
conclusiones que había obtenido la Higiene, en la filiación de las enfermedades
zimóticas, reforzaban el fundamento de los supuestos anteriores._ Eran las prime-
ras, los descubrimientos de la migración de la triquina por los tejidos del cuerpo, del
hongo de la tiña fávosa y del acurus de la sarna, parásitos estos dos últimos, que no
permitían seguir considerando esas dos enfermedades externas como efecto de la
alteración de los humores como antiguamente se había creído, sino de naturaleza
esencialmente parasitaria._ Eran las segundas, esto es, las conclusiones higiénicas,
la positiva convicción que se había adquirido de que ninguna enfermedad infecciosa
se producía espontáneamente en el organismo, y la seguridad que se había llegado á
tener de que, por más que una de estas enfermedades desarrollada en una localidad
extraña á su fuente de origen, pareciera autóctona, no lo era realmente, sino que
había sido trasmitida, aunque por el momento no se pudiera conocer lo que había
servido para esa trasmisión.
Con todos estos antecedentes, decidiéronse los mismos sabios á formar un
plan de ataque contra las enfermedades que se habían propuesto estudiar; y para
llegar á conocer el elemento organizado que suponían fuese la causa de su poder
morbífico, resolvieron dividir el método de sus trabajos en cuatro partes. Primera
parte; tratar de demostrar, en los animales infectados, los organismos inferiores
existentes. Segunda; aislarlos convenientemente y cultivarlos de tal manera, que la
existencia de cada uno excluyera en lo absoluto su mezcla con otros organismos ó
partes componentes del cuerpo del animal, así estuvieran vivas ó muertas. Tercera:
producir la síntesis de la enfermedad específica por trasmisión del producto bruto
del cultivo, así como por la de las formas cultivadas separadamente. Cuarta y última
parte: hacer el ensayo decisivo, esto es, hacer la separación de las partículas sólidas
y líquidas, y demostrar la actividad de aquellas y la ineficacia de estas.
Llevado á la práctica este orden de demostración admirablemente concebido,
se fué en su ejecución de triunfo en triunfo. Con el auxilio del microscopio perfec-
cionado de un modo sorprendente en los últimos tiempos, y con la feliz elección de
medios nutritivos para el cultivo, se llegó al fin á ver por primera vez, y aislar des-
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 403
55 Circunstancia que significa una fuente inagotable de beneficios para el sistema de las inoculaciones
preventivas, no siendo menor el poder hacer esta clase de vacunaciones sin el temor de la trasmisión
de diátesis morbosas, como sucede con la vacuna.
406 Gustavo Delgado Matallana
DISCURSO
Del Dr. Casimiro Medina en la velada con que la sociedad médica
“Unión Fernandina” celebró el 4.º aniversario de Daniel A. Carrión.
Señor Presidente:
Señores:
Designado por vosotros para tomar la palabra en este día clásico para la Me-
dicina nacional, en que la Sociedad “Unión Fernandina” conmemora el cuarto ani-
versario de la muerte de nuestro compatriota Daniel A. Carrión, permitidme os
manifieste con toda franqueza, que al aceptar tal encargo, lo hice como un homena-
je de respeto á la memoria de la ilustre víctima con quien me ligó hasta el último
momento de su vida la amistad más íntima y como una señal de obediencia á vuestro
mandato.
Escritos que recuerden los méritos, que con su glorioso sacrificio y su abnega-
ción sin límites por la ciencia, contrajo el que hoy es objeto de esta pública manifes-
tación, exigen una pluma más ejercitada que la mía. Disculpad señores y no veáis en
este modesto trabajo, sino el deseo de satisfacer á la Sociedad que me ha honrado,
contándome en el número de sus miembros.
Si el cultivo de cualquiera ciencia exige para el que á ella se dedica cualidades
especiales, el estudio del hombre por ser indudablemente el más interesante de
todos y el que más requiere aptitudes particulares, es el que más debe preocupar
nuestra atención y al que debemos consagrar todas nuestras fatigas y desvelos.
Dotado Carrión de estas cualidades, progresista por naturaleza, no quiso per-
manecer estacionario en el movimiento científico que día á día se va desarrollando
poderoso y gigantesco. De espíritu noble y elevado, tan luego que se dedicó al
estudio de la Medicina, se consagró á ella con todo el entusiasmo de su carácter y la
energía de su genio audaz, resuelto á disipar las nubes que oscurecieran la luz de su
inteligencia y de la verdad científica. Para él no fueron creados los obstáculos, era
su gloria el vencerlos y siempre que alguno se presentaba en su camino, disponíase
gozoso á la lucha, seguro del triunfo.
Es así señores como se comprende que deseoso de aclarar uno de los puntos
concernientes á la Medicina nacional y ávido de confirmar hipótesis que sobre la
Verruga peruana había formulado durante el tiempo que la estudió y observó, aban-
donando teorías y dejando á un lado doctrinas, se lanzase intrépido y resuelto en la
vía experimental, decidido á llevar á cabo su propósito.
El estudio que él perseguía con tanto empeño y afán no lo comprendía como la
generalidad; quería investigar todo lo concerniente á la verruga, resolviendo más de
una incógnita que no podía despejarse, sino abandonando la vía que otros habían
recorrido, queriendo á la vez dejar adquiridos para la ciencia principios sólidamente
408 Gustavo Delgado Matallana
Es así como progresa la Ciencia á impulsos del carácter y genio de los que la
han levantado á la altura en que se encuentra.
Si el fin que el Médico persigue al observar una enfermedad, se reduce á la
simple comprobación de los fenómenos que constituyen su sintomatología y á agru-
parlos debidamente según los diferentes períodos que recorre, la Medicina estaría
en su primitiva infancia, no habría alcanzado el noble progreso que hoy contempla-
mos y permanecería reducido á una expectación más ó menos sistemática ú orde-
nada; pero cuando se quiere investigar el misterio que envuelve ó trae consigo el
origen de las enfermedades, las causas que les dan nacimiento y todo lo que á ellas
concierne, se hace indispensable que venga en su auxilio la experimentación.
El progreso de la Medicina exige, que abandonando la región abstracta de los
sistemas, se encamine hacia su vía científica definitiva, revistiendo la forma analíti-
ca y entrando de lleno en el método de investigación propio de las ciencias experi-
mentales.
Es necesario que desaparezca por completo el empirismo de la Medicina, para
que tomando su verdadero aspecto científico, sea á este á quien deba sus progresos,
aplicando el razonamiento á los hechos que la observación y la experimentación nos
suministran.
La experimentación es la base práctica, la parte ejecutiva del método experi-
mental aplicado á la Medicina; pero para que ella dé los resultados que deben espe-
rarse de su empleo, es necesario que la teoría y la práctica vengan en su auxilio,
aportándole el poderoso contingente de su apoyo.
Cuando no se tiene base sólida sobre la cual se puedan apoyar conjeturas,
cuando para las caprichosas excursiones de la imaginación no se posee más que el
terreno movedizo de lo posible ó de lo verosímil, sólo se pueden construir palacios
encantados que el aire desvanece con la misma facilidad con que se edifican.
La experimentación tiene por punto de partida la observación; el observdor
quiere conocer lo que preocupa su atención, aquello que excita su curiosidad, con-
centra su atención sobre lo que desea estudiar; de esta manera, asiste al desarrollo
del fenómeno, lo sigue en su evolución, puede prolongarlo ó hacerlo renacer á volun-
tad y aún variarlo, modificando las condiciones que lo han hecho nacer ó que lo
acompañan.
Si todos los progresos de las ciencias experimentales se juzgan por el perfec-
cionamiento de sus métodos de investigación, podemos decir que todo el porvenir de
la Medicina experimental está subordinado á la creación de un método semejante,
aplicable con fruto al estudio de los fenómenos de la vida, sea el estado normal, sea
el estado patológico; es por consiguiente en el laboratorio y en el Hospital donde
deben buscarse estos recursos que convertirán á la Medicina en verdadera ciencia
progresista.
410 Gustavo Delgado Matallana
la razón, caminamos con paso certero hacia el fin que perseguimos; más si por
efecto de nuestras limitadas dotes ó por el escaso desarrollo de la ciencia, llegamos
á un término cuya explicación no alcanzamos á comprender, entra el dominio de la
imaginación creadora, que sublime y grandiosa, nos presenta con sus seductoras
formas una combinación, un plan, una teoría con que llenar el vacío que nos dejara
la inteligencia.
Esta teoría, fundada la mayor parte de la veces en la generalización, no solo
satisface nuestro primer anhelo, sino que descorriendo en determinados casos el
velo que oculta la verdad, nos da á conocer nuevas leyes y hace que caminemos
hacia la perfección.
Para alcanzar el hombre los progresos que hoy admiramos, ha empezado por
aplicar su inteligencia y su observación á los fenómenos de la naturaleza: un examen
continuo le ha conducido de descubrimiento en descubrimiento, de combinación en
combinación, y provisto de estos materiales siempre nuevos, ha conseguido avanzar
incesantemente por la vía de la ciencia, sin hallar nunca límites á su insaciable deseo
de saber. Por otro lado, el progreso hacia el cual le conducen sus tendencias íntimas,
no es una idealidad perdida en un mundo metafísico inaccesible á las investigaciones
humanas, sino una estrella refulgente que atrae hacia su foco central todos los
pensamientos ansiosos de verdad y sedientos de ciencia.
Tiempo es, señores, que pensemos hacer por nuestra parte algún esfuerzo por
sacar á la Medicina Nacional de la postración en que yace; tiempo es de que,
abandonando la ruta hasta hoy recorrida, busquemos en nuevos horizontes la gloria
á que aspiramos, y que la inauguración entre nosotros de la Medicina experimental
sea el primer paso que demos en la nueva vía en que pretendemos entrar.
No nos desalienten los obstáculos con que hemos de tropezar para llevar á
cabo nuestro propósito. Cuanto más difícil es el progreso, más enérgicos deben ser
nuestros esfuerzos para multiplicar el número de los que, apartándose de la rutina,
conocen algo más que los apetitos materiales y sienten desarrollarse dentro de sí
mismos un alma superior llamada á inmortales destinos.
Tengamos en cuenta las ventajas que nos reportaría, bajo el punto de vista
profesional,, el establecimiento de un Laboratorio donde pudiera hacerse este estu-
dio práctico; el inmenso progreso que alcanzaría la Medicina peruana, conociendo
perfectamente las dolencias propias de nuestro suelo, é inscribiéndolas oportuna-
mente en el cuadro nosológico. Solo así completaríamos la obra de Carrión: estu-
diando la Verruga bajo todas sus faces, en sus distintas manifestaciones.
Los Laboratorios, dice Claudio Bernard, son la condición sine qua non del
desarrollo de la Medicina experimental; pues bien, es allí donde debemos buscar y
reunir los elementos necesarios para el progreso de la medicina práctica. Sigamos
los consejos del insigne Fisiólogo gloria de la Francia y del mundo entero, y procure-
414 Gustavo Delgado Matallana
VERRUGA CEREBRAL
Conferencia leída por el Dr. D. Ricardo Quiroga y Mena en al velada de Octubre,
celebrada en homenaje de Daniel A. Carrión por la sociedad médica
“Unión Fernandina”.
Señor Presidente:
Señores:
Cinco de Octubre del año 89 significa para la Fernandina cuarto torneo litera-
rio - científico, honores funerarios en recuerdo imperecedero de una ilustre víctima,
de un mártir de la ciencia de Galeno, cuyo recuerdo es motivo de gloria y justo
orgullo para el Perú.
Debo á vosotros el honor de dirigirnos la palabra en este día, clásico en la
historia de la ciencia Médica Nacional; pero confieso con toda franqueza, que si
bien es cierto que me encuentro gozoso al ocupar esta tribuna, por cuanto en algo
me cabe la felicidad de contribuir á la formación de esa fúnebre corona, que mien-
tras exista nuestra sociedad, no ha de tener fin, no por eso deja de mortificarme
profundamente el considerar mi incompetencia para halagaros en esta noche, res-
pondiendo á vuestro mandato.
Deseo, por el momento, exigiros que la misma bondad que tuvisteis para ele-
girme, la conservéis latente para excusar todos los desperfectos y errores en que
pueda incurrir._ Sólo de este modo tendré ánimo para presentarme ante tan ilustra-
do auditorio á discutir un punto nuevo en la ciencia. Y cuán feliz me consideraré si
logro siquiera entreteneros, ya que no satisfaceros.
Conforme á nuestros Estatutos, debo hablaros del mismo elemento destructor
que abrió las puertas de la inmortalidad á nuestro querido amigo.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 415
dad de Carrión” en la Nosografía; las que siguen parecen ser más concluyentes._
Esta enfermedad, reune los caracteres generales y esenciales de las infecciosas: -
Lo manifiesta por su origen, manera de actuar y evolucionar sobre el organismo,
correlación de caracteres ó afinidades clínicas, por el hecho bien demostrado de su
trasmisibilidad del hombre al hombre, por inoculación; trasmisibilidad que quizá se
extiende aún á algunos animales, lo cual quedará probado más tarde, con el resulta-
do de nuestras experiencias fisiológicas. - El principio contagioso, agente infeccioso
desde luego, parece tener el carácter de reproducción y multiplicación indefinidas, y
fácil es admitir que solo quedaría agotado, en el caso raro de que no hubieran indivi-
duos aptos para recibirlo. - Este último carácter esencial, tiene para los autores
modernos fuerza de ley obligatoria.
El sitio particular que corresponde á la Verruga entre las enfermedades infec-
ciosas, tendremos ocasión de precisarlo más tarde.
Si hemos fijado con alguna claridad el origen y naturaleza de la Endemia Pe-
ruana, no podemos ofrecer aún una definición satisfactoria en el estado actual de
nuestros conocimientos. - Tenemos observaciones en las cuales la fiebre, los dolo-
res, el prurito y algunos otros síntomas señalados como constantes, no se han
presentado. Otras, en que hemos visto aparecer la Verruga, sin que haya molestado
al paciente el más insignificante síntoma prodrómico durante el período de invasión.
Y algunas, en que, ha tenido lugar la erupción con el preparativo más raro que
hubiéramos podido imaginar.
Las historias que siguen son ilustrativas al respecto: dos enfermos aludidos,
aun convalecen en mi servicio médico (en el Hospital del “Dos de Mayo”) y los
pongo á vuestra disposición.
A._ Hacen más ó menos dos años, que en la visita de la mañana recibimos un
enfermo, que sufría de pérdidas de sangre por el recto.- en la calle había agotado
sus recursos para curarse, sin conseguir su objeto: era indio, jóven y nada notable
presentaba, á no ser un poco de Anemia.- El examen interno del recto, aun con el
espejo, no dió resultado; la melena se manifestaba rebelde á todos los tratamientos.
Imposible nos fué averiguar la causa, que habría equivalido á hacer el diagnóstico;
cuando, he aquí que al amanecer de un día, lo encontramos brotado de una verruga
discreta. El tratamiento se dirigió en este sentido, y poco á poco, continuando la
erupción, fue desapareciendo la pérdida de sangre hasta cesar completamente. La
verruga siguió su curso, y el enfermo curó.
En el mes de Agosto del año en curso he recibido otros dos enfermos: el uno,
ocupa la cama número 37 de la sala de “San Pedro”; el otro, el número 20 de “San
Francisco”.
B.- El primero, sufría de una epístaxis tenaz desde cuatro ó cinco meses: era
joven é indio, y salvo una ligera anemia, no presentaba otra particularidad.- La
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 417
pérdida de sangre era escasa; se presentaba más bien en las mañanas. No habiendo
dado luz alguna el examen de las fosas nasales, el diagnóstico era un problema.
Todos los tratamientos fallaron, como era natural; pero de repente, y con bastante
asombro de mi parte, se nos presenta cubierto de verrugas.- Hoy la epístaxis ha
desaparecido, y la verruga sigue su marcha, en camino de curación.
C.- El segundo, es indio, fuerte, joven, y fué conducido al hospital casi cadáver;
no se daba cuenta de su existencia; nada pudimos obtener respecto de anteceden-
tes.- El examen de sus órganos nos daba resultado negativo, y solo á la presión del
Bazo y del Hígado acusaba sensibilidad por respuestas mímicas. Las facultades
mentales estaban paralizadas y embotada la sensibilidad general; el tacto de la piel
producía igual sensación á la que produce un pan de hielo, porque estaba cubierta de
abundante sudor frío; el corazón latía con lentitud y sin fuerza, lo mismo que el pulso.
En presencia de un cuadro tal que hacía sumamente difícil formar el diagnóstico,
dispusimos inmediatamente un tratamiento complejo, porque veíamos agonizar á
ese infeliz.- Presentó alguna mejoría en los días siguientes; y cuando hubo de pasar
el ataque primitivo, se declara una enteritis, que duró mucho tiempo. A su termina-
ción, aparece una verdadera caquexia, con derrame seroso general. También fui-
mos sorprendidos en este caso con un brote de verruga miliar roja, que cubría las
piernas y los brazos edematosos del paciente. Cuando la erupción se hizo abundante
y general, el derrame empezó á desaparecer, hasta borrarse del todo.- Desde este
momento comenzó la verdadera convalecencia de nuestro enfermo.- Así es que la
verruga sigue su evolución favorable y pronto quedará curado.
No son pues raros los casos, en que la erupción de la verruga se aparta de los
tipos conocidos. Otros muchos, tenemos para afirmar, que son muy diferentes los
fenómenos que pueden ofrecerse ántes de la erupción.- No podemos admitir coinci-
dencias ó enfermedades intercurrentes, que perturben la marcha de la verruga, para
todos los casos que conocemos.- La intercurrencia será siempre la excepción, nun-
ca la regla. Si aquellas fueran verdaderas entidades, ¿por qué no han cedido, como
de ordinario, á las medicaciones apropiadas? ¿Por qué, para desaparecer esperan
que la verruga evolucione? La Verruga y el paludismo ocupan el mismo lugar, y son
tanas y tan variadas las formas del último, casi como enfermedades hay; ¿por qué,
pues, no ha de presentar también múltiples manifestaciones la verruga?
Por todo lo expuesto, juzgamos prematura toda definición.
Hasta aquí, algunas ideas generales sobre la materia que nos ocupa.
Entremos ahora, en el estudio clínico de la acción que el virus verrucógeno
puede ejercer sobre el órgano más noble del ser humano: el cerebro, - tema de esta
disertación.
Hemos colocado la enfermedad de Carrión entre las infecciosas; ese solo
hecho predispone á aceptar la posibilidad, de que su virus actúe sobre el encéfalo.-
418 Gustavo Delgado Matallana
SÍFILIS Y VERRUGA
Antes de pasar adelante, creemos llegada la oportunidad de acometer una
cuestión pendiente; el lugar especial que debemos dar á la Verruga en el grupo de
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 419
cuerpo: desde el principio de la erupción, se acentuó la mayoría. Así las cosas hasta
el primero de enero del 88, en que las verrugas empezaron á desaparecer por atrofia
y desecación sin hemorragias; á fines de Enero, nuestro valiente enfermo abandonó
la sala, completamente bueno.
Reflecciones.- Esta historia nos parece apoyar el principio que sostenemos.-
Es tan claro el cuadro de síntomas descrito, cual si se hubiera copiado de autor
clásico para formar el diagnóstico de las inflamaciones de las meninges ó de la
misma sustancia cerebral, pero la marcha de la enfermedad descrita se aparta mu-
cho de las comunes. Ha evolucionado entre 20 ó 25 días; no ha habido diátesis ú otra
causa apreciable productora; el paludismo lo pusimos á raya desde el primer mo-
mento con dosis masivas de quinina. El éxito favorable no se presenta en estas
inflamaciones cuando provienen de las causas ordinarias ya conocidas. Los casos
citados de curación, ó son errores de diagnóstico ó bien mejorías mas ó menos
duraderas, momentos de espera antes del último viaje de la vida. Esta es también la
opinión del profesor Jaccoud. La erupción de las verrugas, coincidiendo con la res-
titución del equilibrio de las fuerzas cerebrales es altamente significativo.
La historia tercera de que voy á daros cuenta, no es completa.- Primero: por
que la estrechez del tiempo de que hemos dispuesto no lo ha permitido, y segundo,
porque el enfermo á que me refiero aún está en observación. Me obligo, sin embar-
go, á transmitirla íntegra en época oportuna tan luego que su dolencia termine.
Observación 3ª.- Se trata de un señor, de más de 30 años, nacido en Lima, de
profesión liberal, de raza blanca y temperamento nervioso. Antecedentes patológi-
cos individuales, ninguno; por parte de sus padres y parientes inmediatos, nada nota-
ble tampoco.
Obligado á hacer frecuentes viajes al interior (Yauyos) y permanecer más ó
menos largo tiempo en esas regiones, de regreso á Lima, después de uno de estos,
en la estación de Verano, es acometido de dolores en los miembros inferiores, prin-
cipalmente en las piernas, región anterior de las tibias, sobre todo en la pierna iz-
quierda; estos dolores nunca tuvieron carácter definido; no hubo entumescencia de
las articulaciones, ni regularidad en su manifestación; había días que le molestaban
más que otros, lo mismo que la marcha. Es notable que el tratamiento impuesto por
diferentes médicos y por el que habla, nunca produjo el efecto apetecido; más, a
pesar de su dolencia, realizó otros viajes á los mismos lugares, no sin llevar consigo
su régimen curativo. Cuando he aquí que en el último que hizo de Lima, después de
creerse bastante mejor y estando un día jugando al billar en el hotel de Chicla, fué
presa de un accidente bastante serio: soltó el taco, sus miembros inferiores desfalle-
cieron, no pudo sostenerse sobre sus pies, é inmediatamente cayó en tierra; incorpo-
rado, se levantó con esfuerzos y pretendió continuar el juego; pero vano intento:
pronto volvió á caer, para ser levantado por manos ajenas y conducido á su cama.
422 Gustavo Delgado Matallana
rior del lado de la articulación del hombro. La reacción eléctrica en este miembro ha
sido más intensa. La contractura, contracción tónica del ante-brazo sobre el brazo,
la hemos visto en diferentes ocasiones. La anorexia se hizo notable en los primeros
días. Aparecieron en la piel erupciones simples, pero sin que hubiéramos podido
calificarlas de verrugas - abstracción hecha de una pequeña pápula de color rojo,
característica de una de las formas de la erupción verrucosa.- La temperatura ha
seguido su marcha normal; el análisis de la orina no manifiesta nada anormal, sino
del todo fisiológico.
Las faces recorridas por esta enfermedad en su marcha crónica, de seis á
siete meses, no dejan de ser satisfactorias, á pesar de no haberse conseguido aún la
curación completa, hasta este momento.- Solo la actividad consciente y voluntaria
no ha podido recobrar su imperio absoluto, porque aún existe, aunque en derrota, la
hemiplejia, resto único de la neurólisis encefálica.
Es este señores el cuadro de síntomas y la marcha de la enfermedad hasta el
momento.
La ciencia nos obliga á afirmar la realidad de una espina en la casa del pensa-
miento y residencia obligada de la voluntad; pero de una espina que, en cuanto á
naturaleza íntima, parece apartarse de todas las conocidas.
Yo quisiera entrar en un diagnóstico en detalle para sacar á flote la especifici-
dad de la causa que asignamos; pero la forma de la presente actuación y el descon-
suelo de la réplica inmediata, que tanto nos agrada por la ilustración que obtenemos,
nos ponen en el caso de abstenernos; quedando comprometidos á discutirlo en otra
oportunidad.
De todos modos, tengo entendido que me daréis buen derecho para pronun-
ciarme en favor de la nueva causa que pretendo agregar á las ya recargadas de las
encefalopatía, por que no es posible desatender las consideraciones siguientes: Es la
apariencia de la enfermedad en si, algo diferente de sus congéneres producidas por
causas semejantes - nada de cefalalgia, nada de vómitos, de vértigos, de convulsio-
nes epilépticas, de verdadero delirio. Es el estudio de la clase de particularidades
que la han precedido de dos á tres meses, de dolores á los miembros inferiores, ni
más ni menos que los que siempre encontramos en el período de invasión de la
verruga. Es el hecho indeclinable de la sumersión prolongada del individuo en el
foco de ese género de mal; en el conocimiento que podemos decantar de ese orga-
nismo en cuanto á lo que pudiera haber de patológico y de hábitos reprensibles, por
tantos años de íntimas relaciones amistosas; es por último la convicción que tene-
mos de que: demostrada la presencia de la erupción verrucosa en algunos órganos
internos, es falaz afirmar que la erupción interna no podrá ser confirmada mientras
no se presente la externa.
424 Gustavo Delgado Matallana
Con lo expuesto, nos parece haber cumplido con nuestro cometido. Hemos
tomado de nuestras observaciones las que reputamos más importantes y curiosas, á
la vez que llamadas á justificar el tema sostenido en esta noche en homenaje á la
víctima ilustre - cual es que todos vosotros toméis nota de la posible acción del virus
de la verruga sobre las células nerviosas, perturbando su funcionalismo ó rompiendo
el equilibrio establecido, para que aparezca entre las neuropatías una nueva, única
por la naturaleza de su causa, la Verruga.
Queda, pues, en tela de juicio la nueva causa asignada al grupo de las
Encefalopatías.
He dicho.
CONFERENCIA
DEL DR. D. JULIÁN ARCE, SOBRE LA FIEBRE DE LA OROYA,
EN LA SESIÓN DE OCTUBRE DE 1889.
Señor Presidente:
Señores:
El 5 de octubre de 1885, el Perú pagaba su contribución de sangre á la ciencia
experimental, en la persona de uno de sus más nobles y heroicos hijos: el ilustre
Daniel Carrión.
La conmemoración de ese hecho glorioso para la medicina patria, nos congre-
ga en estos momentos y me proporciona la alta honra de dirijiros la palabra.
Creo señores interpretar el sentido esencialmente práctico de los trabajos y
fines de la “Unión Fernandina”, y creo, así mismo, cumplir aunque en pequeña
parte, el sagrado compromiso contraído con el amigo y compañero de ayer, ofre-
ciendo á vuestra consideración algunos apuntes sobre una de las formas de la enfer-
medad, que hoy con justicia, lleva su nombre: la Enfermedad de Carrión.
Oíd, pues, con indulgente atención señores, al principiante que, atrevido, pisa
los umbrales del templo de la ciencia.
tuados de los órganos hemopoyéticos.- Por incompleta que parezca esta definición,
me parece la más en armonía con el estado actual de nuestros conocimientos al
respecto.- Por otra parte, más tarde veremos que la mayoría, si no todos los sínto-
mas, de esta forma de la Enfermedad de Carrión, pueden referirse á las tres agru-
paciones clínicas que llevo indicadas.
ETIOLOGÍA
La causa determinante por excelencia, é indispensable para la producción de
la Fiebre de la Oroya, es hoy sin duda alguna la absorción del agente ó veneno
verrucoso. La memorable inoculación de Carrión lo prueba de la manera más evi-
dente.- Existen, sin embargo, causas predisponentes, que juegan, á mi modo de ver,
un importantísimo papel en la producción de esta enfermedad.- Tales son principal-
mente: 1ª el estado del organismo, en el momento en que éste se pone en contacto
con el veneno de la verruga, y 2ª el tiempo de aclimatación en los lugares de endemia.-
En efecto, sabido de todos es, que la receptividad del organismo para las enferme-
dades infecciosas, se encuentra siempre en razón directa con la deficiencia de la
nutrición general, la disminución de las fuerzas, la miseria, las fatigas, la depresión
moral, etc., y en razón inversa con el tiempo total de aclimatación en el lugar infec-
tado.
Pero, no solo se limitan á esto las causas predisponentes que acabamos de
citar, sino que intervienen de una manera más directa, mas inmediata, en la eclosión
de la Fiebre de la Oroya, como vamos á probarlo.
Existe un algo, indudablemente, que es la causa eficiente de la verruga eruptiva
y por consiguiente de la Fiebre de la Oroya.- Este algo ó agente, como lo llamare-
mos por ahora, , encuentra los elementos indispensables para su desarrollo y propa-
gación, en los terrenos, atmósfera y agua de los lugares donde son endémicas di-
chas afecciones y nada más que en ellas. Que esta proposición es verdadera, lo
prueba el hecho por todos reconocido, de que solo existe, por lo menos hasta hoy, la
Enfermedad de Carrión y como consecuencia ese agente, en ciertas y determina-
das localidades (la quebrada de Huarochirí en el Departamento de Lima, las que-
bradas de Llautan y Pariaccoto en el Departamento de Ancash, por ejemplo), sin
que jamás se la haya observado en ningún otro punto, tomado indistintamente.- Esto
no quiere decir, desde luego, que la “verruga ordinaria” ó propiamente dicha, como
llamaremos desde ahora á la forma eruptiva y la “Fiebre de la Oroya,” no podrán
presentarse nunca en otros lugares que aquellos, ó lo que es lo mismo: que su causa
generadora no podrá desarrollarse jamás en otra patria, que la que hoy tiene. No
absolutamente. Lo único que queremos decir es, que mientras no se encuentren
reunidas, en un lugar dado, todas las condiciones requeridas para su existencia, no
se las observará.
426 Gustavo Delgado Matallana
nado, un caldo nutritivo apropiado, por decirlo así, se desarrollará con extraordinaria
rapidez, á costa de los elementos orgánicos mas esenciales (glóbulos rojos); de
donde: producción de una especie de intoxicación aguda - la fiebre de la Oroya.
Por el contrario, á menor deterioro mayor resistencia, fertilidad menor del terreno,
menor agudeza de la intoxicación - verruga propiamente dicha ó eruptiva. La
forma que revestirá la enfermedad está, pues, bajo la dependencia del estado parti-
cular del organismo, que desempeña siempre el primer papel.
Hay, sin embargo, otra circunstancia, tan importante por lo menos como la
precedente y digna de tenerse siempre en cuenta cuando se trata de esta cuestión.
Me refiero á la via por donde penetra el veneno.- En efecto, el agente verrucógeno,
así como la mayoría de los organismos patógenos, actúa con más intensidad, produ-
ce mayores trastornos, sobre todo, en un organismo en receptividad, á medida que la
vía por donde penetra, lo pone más prontamente en contacto con la sangre, que es,
por decirlo así, su alimento; de aquí, la gravedad de la vía hipodérmica. Al hablar de
la patogenia, volveremos sobre este punto.
Contestemos ahora á la segunda pregunta.- Creo muy posible y realizable, que
á semejanza de lo que pasa en otras fiebres infecciosas, de dos individuos colocados
en igualdad de medio, receptividad, etc., uno puede ser atacado de la forma benigna
y el otro de la forma grave, y explicar esto, como en aquellas enfermedades, por la
desigual aclimatación de ambos. En efecto, es indudable que en caso de absorción,
el organismo del menos aclimatado ofrecerá menor resistencia, que el del mas acli-
matado, que está ya acostumbrado, por decirlo así á luchar y vencer el elemento
nocivo.- He aquí, pues, la importancia que tiene para mí la segunda causa
predisponente que hemos señalado y que a mi modo de ver, ha desempeñado un
interesante papel en el desarrollo de la fiebre de la Oroya, en los individuos de las
observaciones Nos. 1 y 4 á que voy á dar lectura, así como á la Nº3, por juzgarlo
indispensable para la mejor inteligencia de esta disertación. No hago lo mismo con la
Nº 2, por ser bastante conocida de vosotros: es la historia clínica de la enfermedad
que victimó á nuestro heroico compañero y amigo Carrión.
DESCRIPCIÓN
SÍNTOMAS.- Los síntomas de la F. de la O. , podemos dividirlos, para su
mejor estudio, en dos períodos: I.º Periodo de incubación ó de latencia, y 2º Período
de invasión ó de evolución.- Esta división me parece desde luego bastante natural,
tratándose de enfermedades de carácter infeccioso, como la presente. Quizá mas
tarde, con mayores datos y mejores estudios, se podrá sub-dividir el segundo perío-
do; pero en la actualidad, cualquiera tentativa en este sentido, sería prematura por lo
menos.
428 Gustavo Delgado Matallana
56 Se nos ha informado por algunos profesores, que han observado numerosos casos de “Fiebre de la
Oroya”, que la diarrea es muy frecuente en esta enfermedad, y uno de ellos el Sr. Dr. J. M. Romero,
nos dice que habiéndose practicado una autopsia en uno de dichos enfermos, se encontraron
tumefactos los folículos del intestino - delgado, y las placas de Payer. Este dato es, como se ve, un
argumento más en favor de nuestra hipótesis.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 433
citado pueblo de Surco - Al cabo de ese tiempo, notando que la fiebre no declinaba,
que sus fuerzas habían disminuido, hasta el punto de hacer vacilante su marcha,
regresó á Lima, donde tuvimos ocasión de asistirle [como compañero y amigo que
era,] hasta el día de su fallecimiento.
Orihuela estaba desfigurado á tal punto, que difícilmente podía reconocérsele
á su vuelta de Surco; tal era el cambio tan completo que se había operado en todo su
ser - Su piel y mucosas, completamente pálidas y exangües, tenían el color de la
cera - su fisonomía, con los pómulos salientes, los ojos excavados y rodeados de un
círculo oscuro, la nariz afilada, los pabellones auriculares casi transparentes y la
mirada triste y sin brillo, le daban el aspecto de aquellos individuos enfermos desde
largo tiempo - Y si á esto se agrega el aspecto árido y seco de su tegumento exter-
no, la apocidad de su voz y la dificultad de la estación de pie y por consiguiente de la
marcha [por vértigos que sobrevenían], se verá que no ha sido exagerado decir que
era casi imposible reconocer, en ese organismo profundamente destruido, al joven
vigoroso de un mes atrás.
Interrogado por nosotros acerca de lo que sentía, contestó después de referir-
nos el principio de su enfermedad, tal como lo dejamos apuntado, que desde algunos
días experimentaba vértigos seguidos de náuseas, cuando tenía la cabeza en la
posición vertical y sobre todo cuando del decúbito pasaba velozmente á la posición
vertical (sentado ó parado); que sentía un soplo suave y continuo en sus oídos, lo que
le atormentaba demasiado; - que tenía anorexia y constipación, (razón por la cual
había tomado ese día un purgante de citrato de magnesia,) y finalmente que ya no
eran tan intensos los dolores articulares del principio de su enfermedad, pero que en
cambio, sufría de una sensación de tensión en el hipocondrio derecho.
En esos momentos (2 h. p. m.) estaba apirético (37º2), el pulso era mediana-
mente amplio, blando y frecuente; había un soplo muy intenso en la base del corazón
y en el primer tiempo, y un ruido de trompo en los gruesos vasos arteriales del cuello,
que ofrecían además á la palpación, estremecimiento catario bastante manifiesto. -
La respiración era acelerada - El Hígado, un tanto doloroso á la presión, desbordada
el reborde de las falsas costillas.- El bazo no acusaba modificación alguna. - La
orina presentaba los caracteres de una orina febril.- Hasta ese mismo instante se
habían verificado tres cámaras, consecuencia de la acción del purgante de que
hemos hablado antes.
A las 5 de la tarde poco más ó menos, comenzó á quejarse de malestar, que
fué seguido poco después de un violento escalofrío y de fiebre, que se prolongó
hasta la madrugada del día siguiente. (La temperatura fué: 39º2 á las 6 p. m. y 37º5
á las 7 a. m.) Durante el transcurso de aquella noche, su sueño fué sumamente
agitado é interrumpido por pesadillas frecuentes que le hacían despertar fatigado y
profiriendo palabras incoherentes.
434 Gustavo Delgado Matallana
57 Clorato de potasa 4 g. Tnt. Perclor hierro 8 grm. Agua 500 grm. Ácido clorhídrico 10 a 15 gotas.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 435
7 h. a. m. del siguiente día (21 de Mayo) en que sucumbió nuestro malogrado con-
discípulo, en medio de una violenta agitación. No se hizo la autopsia.
Antes de terminar, haré presente una circunstancia importante, que posterior-
mente vino á confirmar el diagnóstico de nuestro maestro en el caso que acabo de
referiros. La familia que hospedó á Orihuela en el pueblo de Surco, relacionada
suya, hacía también muy poco tiempo que se había trasladado á ese lugar y contaba
entre sus miembros dos niños, de 7 á 8 años uno y de 8 á 9 otro. El 1º enfermó poco
después que nuestro amigo, presentando, según nos refirió el padre, los mismos
síntomas graves, la misma marcha y perniciosidad de la enfermedad que victimó á
Orihuela, sucumbiendo, así mismo, algunos días más tarde que éste - El segundo,
después de sufrir por un tiempo más ó menos largo, fiebre irregular y de apariencia
poco grave, dolores articulares y musculares &.- todos los síntomas de la enferme-
dad de Carrión, de forma benigna, presentó una erupción franca de verruga poco
después de la muerte de su hermano.
Obs. Nº 3.- El Dr. Valentín Barrera y Bustos (de temperamento linfático, cons-
titución regular y sin antecedente morboso notable) fué nombrado Médico titular de
la provincia Huarochirí y se trasladó á Matucana en cumplimiento de su deber, á
principios de Febrero de 1886.
Pero ántes de su partida había sido atacado de fiebre intermitente terciana,
que desapareció fácilmente con el uso del sulfato de quinina. En los primeros días de
su permanencia en el citado punto, donde existía, como existe hoy mismo, la Verru-
ga, sufrió algunos escalofríos, seguidos de fiebre ligera, que después desaparecieron
expontáneamente.
Se hallaba muy bien, cuando en la primera semana de Marzo fué sorprendido
por una fiebre de tipo remitente, acompañada de quebrantamientos, dolores muscu-
lares y articulares de mediana intensidad y considerables pérdidas de fuerzas. Esta
circunstancia, unida á la falta de recursos de todo género en el lugar de su residen-
cia, le obligaron á regresar precipitadamente á esta capital el 6 de dicho mes, desde
cuya fecha tuve ocasión de observarle muy de cerca hasta su fatal terminación.
El cuadro de síntomas que ofrecía el Dr. Bustos era el siguiente: anemia gene-
ral muy pronunciada (palidez extrema de la piel y mucosas); ligero tinte ictérico de
las escleróticas y tegumento externo; lengua saburrosa; anorexia; pulso blando y
frecuente; soplo bastante notable en la base del corazón y en el primer tiempo;
respiración acelerada; fiebre de tipo remitente [38º en la mañana, 38º5 á 39 en la
noche según referencia del enfermo, que desde el principio se había observado con
un buen termómetro]; infarto del hígado que desbordaba en uno á dos traveses de
dedo, el resborde de las falsas costillas, y ligero dolor á la presión del mismo; bazo
normal, á juzgar por la palpación y percusión; constipación intestinal, y finalmente
orina febril.
436 Gustavo Delgado Matallana
Durante los tres ó cuatro primeros días de su regreso, tomó [por consejo de un
compañero suyo que, como él mismo, creyó que se trataba de un simple envenena-
miento palúdico,] fuertes dosis de sulfato de quinina, que no modificaron absoluta-
mente ninguno de los síntomas que acabamos de indicar.
Fué entonces que reclamó los servicios del ilustrado Dr. Moloche, que le asis-
tió hasta el fin.- Este facultativo, teniendo en consideración la resistencia de la
fiebre al antiperiódico, la saburra de la lengua, el dolor é infarto hepático y la ligera
icteria que ofrecía el enfermo, juzgó que se trataba de una fiebre remitente gástrico
- biliosa, y le administró, en consecuencia un purgante de calomel, ruibarbo y
escamonea, seguido al otro día de nuevas dosis de sulfato de quinina.
No estuvo solo el Dr. Moloche en esta opinión acerca de la enfermedad de
Barrera. El Dr. Huapalla (Genaro) que al propio tiempo le asistía, participó también
de la misma creencia.
El purgante que dejamos apuntado produjo algunas cámaras, é hizo desapare-
cer en parte la sabura de la lengua, modificando apenas el dolor é infarto del híga-
do.- Pero si bajo este punto de vista produjo algún buen resultado, no sucedió lo
mismo sobre el estado general del paciente. En efecto, la primera deposición produ-
cida por el drástico fué acompañada de un fuerte vértigo, que hizo caer al enfermo
del vaso en que se hallaba sentado.- Desde este momento comenzó á hacerse
penosa para él la posición vertical y sostenida de la cabeza, pues á los pocos instan-
tes que permanecía en ella, sobrevenían ligeros vértigos seguidos de náuseas.
Como á pesar del tratamiento empleado, no se obtuviera mejoría alguna, se
hizo necesario reunir una junta, que fué formada por los facultativos mencionados y
mi respetable maestro el Dr. Villar.
El diagnóstico á que se arribó después de detenida discusión, fué el siguiente:
fiebre remitente palúdica. Se administró en consecuencia al enfermo nuevas canti-
dades de preparados de quinina asociados á un régimen tónico y reparador.
Después de dos días de seguida esta medicación, el estado del enfermo, lejos
de modificarse, continuó haciéndose cada vez más alarmante.- Se hizo, pues, nece-
sario reunir por segunda vez una junta, que fué formada como la primera y como las
que se hicieron más tarde, por los doctores Moloche y Huapaya, en su carácter de
encargados de la asistencia inmediata de Barrera y además un nuevo comprofesor
que, difiriendo de la opinión formulada en la anterior consulta y defendida aun por
los facultativos que he nombrado, manifestó que su diagnóstico era el siguiente:
hepatitis circunscrita anómala. Como consecuencia de esto, el tratamiento fué mo-
dificado, quedando prescrito de esta manera: Poción de quina, canela, etc. y ioduro
de potasio al interior; vejigatorio sobre la región hepática.
No seguiré detalladamente las peripecias que sufrieron el diagnóstico y el tra-
tamiento de la enfermedad que llevó á la tumba á nuestro malogrado amigo, hasta
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 437
que se formuló el de fiebre de la Oroya (dos últimas juntas), que fué confirmado
como lo veremos más tarde, por la marcha de los síntomas y por la autopsia.
Básteme decir que la divergencia de opiniones se debió sin duda al predominio,
hasta cierto punto relativo, de los trastornos hepáticos, que hacían que la atención y
juicio de los médicos se dirijiera de preferencias hacia la idea de una lesión del
hígado; de allí los diagnósticos de hepatitis circunscrita anómala, de hepatitis
difusa, &. Sostenidos por algunos de ellos.
Como ya he dicho antes, los síntomas, no obstante los diversos tratamientos
empleados, continuaron su marcha progresiva, destruyendo rápidamente las fuerzas
de que aún disponía el enfermo.- En efecto, la fiebre continuaba con su tipo remiten-
te más ó menos regular; la anemia era cada vez más intensa, llegando hasta el punto
de obligar al enfermo á permanecer forzosamente en el decúbito dorsal y provocán-
dole un insomnio de lo más penoso [anemia cerebral]; el soplo de la base del cora-
zón se prolongaba hasta los gruesos vasos del cuello, habiendo adquirido los carac-
teres del que se designa por los autores con el nombre de ruido de trompo; se notaba
además, á la palpación de dichos vasos, estremecimiento catario. El pulso era cada
vez más blando y depresible, conservándose siempre frecuente, así como la respira-
ción.
Pocos días antes de su fallecimiento, se observó en la piel de la frente, hacia su
parte media y en la del vientre á inmediaciones del ombligo, un punto rojo prominen-
te, en todo semejante á los que presentó Carrión en la cara, y cuya analogía con los
tumores verrucosos, en los primeros días de su aparición, no ofrecía la menor duda.-
Desde este momento, el diagnóstico de Fiebre de la Oroya, puesto en evidencia por
la naturaleza del exantema, si se me permite la frase, fué completamente aceptado
por todos los facultativos, que posteriormente examinaron al paciente.- En conse-
cuencia, se deshechó del tratamiento todo aquello que no fuera tónico ó reconstitu-
yente y se instituyó la siguiente medicación: Inhalaciones diarias de 30 litros de
oxígeno, poción de quina, canela, &., vino, extracto de carne; un baño clorhídrico á
39º centígrados. Finalmente se resolvió la transfusión sanguínea, que desgraciada-
mente no tuvo lugar por diversas circunstancias que no es del caso enumerar.
No obstante estos últimos esfuerzos, el infortunado Barrera sucumbió en la
mañana del 16 de Abril, habiendo sido precedida la muerte de un descenso de
temperatura (36º5 á 37º, desde dos días antes), sobresalto de tendones, carpología y
coma.
Autopsia.- 58 No fue posible examinar sino los órganos de las cavidades torácica
y abdominal, habiéndose encontrado en éstas las siguientes lesiones; anemia gene-
58 Fue practicada por los Drs. Moloche y Huapalla y los estudiantes de medicina E. Solari, y el que
habla.
438 Gustavo Delgado Matallana
59 No es de extrañar los pocos datos suministrados por la autopsia, si se tiene en cuenta lo difícil que
es en la práctica civil llevarla a cabo.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 439
regular, pero frecuente.- 126 por minuto; lengua ligeramente húmeda y saburrosa.
El examen físico de sus vísceras no ofrecía nada notable, á excepción de un ruido de
soplo anémico, bastante marcado en la región precordial. Se quejaba de cefalalgia
y dolor en el epigastrio. Tratamiento: 1 gramo 20 centígramos de polvos de ipeca-
cuana, para tomar inmediatamente, y 60 centígramos de sulfato de quinina en la
noche. En ésta, la temperatura fué de 38º9 y el pulso de 124.
Día 5.- En la mañana: Temperatura 39º, pulso 124. El mismo estado que el día
anterior. Tratamiento: sulfovinato de quinina 1 gramo y agua destilada 80 gotas,
para inyección hipodérmica. Sulfato de quinina 30 centígramos, mañana y noche.
En la tarde: Temperatura 38º1; pulso 120.
Día 6.- Continúa febril. En la mañana: Tempertaura 39º, pulso 120. Tiene al-
gún apetito y se queja de sudores fríos abundantes, limitados á la cara.
En vista de los síntomas observados de la marcha de la enfermedad, dados los
antecedentes referidos por el enfermo, se diagnostica la pirexia conocida con los
nombres de fiebre de la Oroya ó fiebre de Verrugas, quedando sometido al si-
guiente tratamiento.
Acido fénico……. 0.50 gramos
Agua destilada ….. 120 “
Jarabe …………... c.s.
Una cucharada cada 2 horas.
En la tarde, la temperatura fué 38º8 y el pulso 120. Este día tomó por alimento
caldos y leche.
Día 7.- El mismo estado. En la mañana: Temperatura 38º2; pulso 106; respira-
ción frecuente - 32 veces por minuto; la palidez se acentúa más; las mucosas se
presentan sumamente descoloridas, casi blancas, sobre todo la palpebral y labial; el
sudor localizado es abundante y frío; se queja de pesadez en la cabeza y tendencia
al sueño; éste es intranquilo, con alucinaciones; no puede sentarse, porque se siente
acometido de vértigos; la epigastralgia continúa propagándose hacia el hipocondrio
izquierdo; se queja también de dolores en las extremidades de los dedos de la mano;
el soplo anémico es más pronunciado y se extiende hacia los vasos; la tendencia al
vómito es constante. Tratamiento: Inyecciones intravenosas de un gramo de ácido
fénico, disuelto en 80 gotas de agua destilada. De esta solución se le inyectaron las
dos terceras partes en las venas medianas cefálicas. Se le prescribió la siguiente
bebida:
Infusión de serpentaría….120grm.
Tintura de quina,…..
Id. de valeriana…... aa. 4
Id. de almizcle…….
Mistura alcanforada 15
440 Gustavo Delgado Matallana
Para tomar una cucharada cada dos horas. Leche por alimento.
En la tarde: Temperatura 37º 9; pulso 100.
En la noche , que fue muy intranquila, hizo tres deposiciones.
DÍA 8.- En la mañana: Temperatura 37º 9; pulso 106. A pesar de su estado de
somnolencia, está muy inquieto; la disnea es marcada: 36 respiraciones por minuto,
tendencia al vómito que apenas puede dominar. Tratamiento: inyección intravenosa
de ácido fénico, en la misma dosis que el día anterior y escogiéndose esta vez las
venas safenas internas. Polvos de paulinia 2 gramos y sub - nitrato de bismuto un
gramo, tres veces. La misma alimentación. En la tarde: Temperatura 37º9, pulso 96.
Durante el día y en la noche, ha habido cuatro cámaras.
Día 9.- En la mañana: Temperatura 37º4; pulso 100; respiración 46. Continua
el estado de intranquilidad; ha vomitado más de una vez materias de color amarillo
verdoso; persiste el soplo anémico, que se hace cada vez más pronunciado y conti-
núan los sudores localizados. Tratamiento: Poción de Revière. En la tarde: Tempe-
ratura 37º1; pulso 96. Comienza á presentarse el estado semi - comatoso, cubrién-
dose la boca de una saliva espumosa; y continuando ese estado, sucumbe el enfer-
mo á la 1 de la mañana.
Necropsia.- Hígado ligeramente congestionado y aumentado de volumen; pul-
mones exangües; abundancia de líquido en el pericardio; los ganglios mesentéricos
ligeramente infartados. Lo más notable de lo observado es la atrofia del bazo, cuyo
peso sólo alcanza á 120 gramos.
¿No podría referirse á esta atrofia, la anemia profunda y característica
que se presenta en esta enfermedad?60.
PATOGENIA
¿Cuál es la naturaleza de la causa generadora de la fiebre de la Oroya? ¿Cómo
obra para provocarla? ¿En qué grupo nosológico se debe colocar la enfermedad de
Carrión? - He aquí, señores, tres puntos sumamente importantes y al mismo tiempo
sumamente difíciles de resolver con los escasos datos que poseemos al respecto.
Ensayaremos, sin embargo, aunque faltos de autoridad, el emitir nuestra humilde
opinión sobre el asunto.
Desde luego, podemos avanzar desde este momento, que el agente que en
ciertas condiciones motiva esta fiebre, es el mismo que provoca en otras la verruga
ordinaria, es decir, el veneno de la Enfermedad de Carrión, hablando en un sentido
más general. Esto, que no era sino una simple hipótesis, muy fundada por lo demás,
ante que tuviera lugar la inoculación de Carrión, encontró en tan decisivo experi-
61 “Los grandes procesos patógenos” - Apertura del curso de Patología y de Terapéutica generales.
Por el Profesor Ch. Bouchard, Crónica Médica de Lima, tomo 2º - Traducción de L. Avendaño.
442 Gustavo Delgado Matallana
agentes patógenos que asaltan al hombre sano, rara vez encuentran realizadas las
condiciones favorables para su desarrollo. El hombre sano no es hospitalario con el
microbio: reacciona contra el intruso y las mas veces lo domina en la lucha.
Pero del mismo modo, continúa ese Profesor, que en la naturaleza los juncos
vegetan á veces en terrenos hasta entonces estériles, cuya composición química ha
modificado la irrigación, - igualmente las modificaciones realizadas en los medios
químicos del hombre, cuando las células de su cuerpo elaboran anormalmente algo,
hacen posible el desarrollo de los parásitos. Estos no pueden, pues, ejercer sobre el
hombre su acción patógena sino á favor de una modificación previa de la nutrición.
Aquí como se ve, nos encontramos en presencia de otro proceso patógeno: el
de los trastornos nutritivos.
Ahora bien: en posesión de estos datos, razonemos un poco y veamos si pode-
mos llegar por exclusión, á clasificar la Enfermedad de Carrión en uno de los cuatro
grandes procesos patógenos del Prof. Bouchard. - Desde luego, no nos detendre-
mos mucho en los dos primeros, por que la inoculabilidad, caracteres clínicos, mar-
cha, neoplasmas, etc., que caracterizan la Enfermedad de Carrión, no podrían en-
contrar nunca explicación ni cabida en ellos. Pasemos pues al tercero. Sin negar el
importantísimo papel que, sobre todo en el desarrollo de la forma aguda de esa
enfermedad, juegan los trastornos nutritivos (papel del que nos hemos ocupado, al
tratar de la etiología), no creemos sin embargo que con fundamento pudiera consi-
derarse entre ellos, la enfermedad que estudiamos, y no entre otras, por las dos
poderosas razones siguientes: 1ª por ser inoculable (la Enfermedad de Carrión) y 2ª
por la circunstancia, muy especial, de no presentarse sino en ciertas y determinadas
localidades - en el Perú y solo en algunas quebradas, sin que jamás se la haya
observado en ningún otro punto del globo. Si no es un trastorno nutritivo, ¿cómo es
que no se la ha visto en alguna época en otros países distintos del nuestro? ¿Qué
razón habría para que así no sucediese? - No es posible pues, sin forzar los hechos,
hacer entrar la Enfermedad de Carrión en la categoría del tercer tipo patogénico del
profesor Bouchard.- Llegamos al cuarto grupo: el de la infección. Analicémoslo un
poco, ántes de continuar. En primer lugar, veamos qué debe entenderse en la actua-
lidad por infección, agente infeccioso y enfermedad infecciosa. Para nosotros la
infección es el acto en virtud del cual se produce una determinada enfermedad bajo
la influencia de un veneno particular, diferente de los venenos ordinarios, y que
puede multiplicarse indefinidamente, colocado en condiciones favorables. Agente
infeccioso, es el veneno particular reproductible, que interviene en la infección.
Como se comprende, este agente es un ser vivo, de lo contrario no sería reproductible.
Enfermedad infecciosa, es aquella que, según se sabe ó al menos se presume, es
debida á un veneno particular, diferente de los venenos ordinarios, en la que puede
éste multiplicarse indefinidamente, una vez colocado en condiciones favorables (de-
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 443
finición dada por los Prof. Bernheim y Liebermeister): Definamos ahora los térmi-
nos - contagio, agente contagioso y virus. Según el Profesor Bernheim, el contagio
es el acto por medio del cual, una enfermedad determinada se comunica de un
individuo que la padece, á otro sano, por contacto mediato ó inmediato, á expensas
de un principio material que emana del cuerpo del primero, cualquiera que sea su
origen primitivo, y que se multiplica en el sujeto al que se ha trasmitido. Se da el
nombre de contagio, dice el Profesor Schmitt de Nancy62, (agente contagioso
decimos nosotros, para expresar mejor la idea y diferenciar claramente, contagio -
acto, de contagio - agente) al principio por cuyo medio se trasmiten las enfermeda-
des contagiosas. En ciertos casos, continua dicho Profesor, puede ser recogido di-
rectamente este principio en el enfermo, incorporado al pus, á la serosidad, á la
sangre y ser trasplantado sobre otro organismo; el contagio (agente contagioso
para nosotros,) se llama entonces virus, y la enfermedad que se reproduce se deno-
mina inoculable.
“No todos los contagios son virulentos y el término “contagiosidad” no es sinó-
nimo de “inoculabilidad”; para que un contagio sea virus, es necesario que sea fijo,
es decir, que emane del organismo, incorporado á un vehículo sólido ó líquido
inoculable; pero el contagio puede ser volátil, es decir, encontrarse sus partículas
muy tenues en suspensión en el aire expirado, ó bien en los productos de la evapo-
ración cutánea, flotando en la atmósfera más ó menos concentrado, á fin de perma-
necer eficaz á una distancia á veces considerable”.
Digamos, por último señores, cuales son los caracteres principales comunes á
la mayoría de las enfermedades infecciosas. En primer lugar, tenemos el ser inoculable.
En efecto, en la actualidad se puede establecer, sin temor de equivocarse, el siguien-
te principio: toda enfermedad inoculable es infecciosa. No así la contraria, por aho-
ra, porque existen ciertas morbosis infecciosas, el sarampión, por ejemplo, que hasta
el día no ha sido posible inocularla con éxito; pero, en rigor, esto no demuestra sino
que los experimentadores no se han colocado, ó mejor dicho, no conocen aún per-
fectamente las condiciones determinadas, que son necesarias, para que los agen-
tes de aquellas enfermedades puedan vivir y desarrollarse. La vida, en cualquier
organismo que se la considere, no puede manifestarse, según nos lo enseña la Fisio-
logía, sino en ciertas y determinadas condiciones, distintas para cada grupo de seres
organizados. Mientras no se conozcan estas condiciones, no se puede, pues, obtener
resultado. En segundo lugar, el ser específicas es decir, que el agente que las engen-
dra es especial para cada una de ellas y distinto de las demás. Ninguna influencia
física, mecánica ó técnica dice Schmitt será suficiente para producir una enferme-
dad infecciosa; jamás se determinará la sífilis, sino por la introducción del agente
63 Dictionnaire Encyclopedique des Sciences médicales.- 1er. Série, vol. 36, art. “Etiologie médicale”.-
Broch.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 445
aunque algo más tarde.- Para el que haya observado alguna vez, desde el principio,
al marcha de los tumores verrucosos cutáneos, no le será difícil reconocerlos y
distinguirlos de las petequias con que podría confundírseles, en los primeros días de
su aparición, donde quiera que se presenten. Actualmente existe en la cama Nº 10
de la sala de la Virgen [hospital de Sta. Ana], servicio de Clínica quirúrgica, una
enferma de verruga eruptiva, en la que hemos podido estudiar perfectamente esa
faz del neoplasma verrucoso. Precisamente existen hoy en la piel de la parte interna
del pie derecho de dicha enferma, algunos puntitos rojos, como picaduras de pulga,
ligeramente prominentes (carácter solo apreciable á la vista, pues al tacto no se le
percibe) que me han ofrecido la mayor semejanza con los que tuve ocasión de
observar en Carrión y Barrera. Los alumnos que frecuentan aquella clínica, á los
que llamé la atención sobre el asunto, han podido apreciar los caracteres que acabo
de señalar.
Ahora bien, ninguna enfermedad infecciosa que no sea la verruga puede pro-
vocar semejante erupción, luego la conclusión se impone: lo morbosis que victimó á
Carrión fué de naturaleza verrucosa; y como dicha morbosis presentó todos los
caracteres que han servido para diferenciar y constituir lo que se ha llamado fiebre
de la Oroya, claro es que ésta y la verruga ordinaria ó eruptiva, no son sino dos
formas de una sola entidad mórbida: la Enfermedad de Carrión.
Reasumiendo, resulta de todo lo expuesto: que la enfermedad de Carrión es
inoculable [aunque no existe hasta el presente, sino un solo caso de inoculación, lo
creo bastante para dar á la enfermedad ese carácter], es decir, virulenta, transmisi-
ble; que además presenta los caracteres principales que hemos señalado á las en-
fermedades infecciosas: especifidad (solo puede ser provocada por el virus verrucoso),
multiplicidad de su agente productor (puesto que es inoculable), incubación en su
marcha, etc.; luego pertenece forzosamente al cuarto tipo patogénico del Profesor
Bouchard: el de las infecciones.
¿Cómo obra el virus verrucógeno, para provocar la enfermedad? Lo verifica,
produciendo modificaciones químicas en la sangre y los tejidos, ó elaborando un
fermento soluble, un veneno especial?.- Lo único que podemos decir á este respec-
to, es que ése agente dirige de preferencia sus ataques al elemento globular rojo de
la sangre.
Como quiera que, á pesar de lo dicho, falta aún muchísimo para establecer
definitivamente y sobre bases sólidas la anatomía patológica y la patogenia de la
Enfermedad de Carrión, y como solo puede llegar á ese resultado mediante nuevas
inoculaciones (en animales), nuevas y numerosas experiencias, he emprendido, aun-
que falto de competencia, lo confieso, tan provechoso y útil camino, inoculando en
algunos animales sangre verrucosa recientemente extraida (3 cobayas- 1 pollo).
Que suelen contraer la enfermedad en los lugares de endemia.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 447
Antes de pasar al estudio del diagnóstico, voy á permitirme decir dos palabras
acerca de una opinión emitida por algunos facultativos, respecto de la verruga eruptiva
y de la Fiebre de la Oroya.- Se cree que estas dos afecciones no son sino dos
períodos de una sola enfermedad; es decir, que la Fiebre de la Oroya no es sino el
período de invasión, el período de fiebre anemizante de la verruga eruptiva. Esta
apreciación de los hechos nos parece completamente equivocada. En efecto, las
historias clínicas que nos sirven de estudio, nos manifiestan claramente que en los
cuatro individuos á quienes se refieren, la Fiebre de la Oroya ha sido Fiebre de la
Oroya desde el principio; que en su sintomatología y marcha han presentado, desde
el primer momento de la invasión, un carácter de gravedad y acuidad tales, como no
se encuentran nunca, que yo sepa, en la verruga eruptiva. Pasa aquí, entre la Fiebre
de la Oroya y la Verruga, lo que, tratándose de la malaria, entre la perniciosa y la
intermitente terciana. Ambas son expresiones de una sola entidad morbosa: la
infección palúdica; pero al mismo tiempo son también dos formas diferentes. A
nadie se le habrá ocurrido decir que la perniciosa es el período de invasión de la
intermitente, ni viceversa. Y si alguna vez la perniciosa, mediante el tratamiento,
en lugar de curarse por completo se transforma en terciana; ó si al contrario una
intermitente, por falta de tratamiento etc., se transforma en perniciosa, esto no
quiere decir absolutamente que ellas sean dos períodos de una morbosis: de ninguna
manera.- Lo mismo sucede en el caso de que tratamos.- si alguna vez la Verruga se
transforma en Fiebre de la Oroya, ó ésta en aquélla, esto jamás podrá demostrar
ó indicar, que ellas son dos períodos de la enfermedad de Carrión: la una es intoxica-
ción lenta, crónica, atenuada si se quiere; la otra es intoxicación rápida, intensa,
aguda.- Hay pues, como se ve, una gran diferencia.
DIAGNÓSTICO
Como primero y más esencial elemento de diagnóstico, en el caso presente,
debemos señalar la procedencia del enfermo.- La anamnesia tiene pues aquí una
inmensa importancia práctica.- Y no podía ser de otro modo, toda vez que la fiebre
de la Oroya es endémica, como la verruga eruptiva, de ciertas y determinadas
localidades. Un individuo que jamás ha estado en ellas, no podrá por lo tanto presen-
tarla.
Descartando las enfermedades que no tienen semejanza alguna con la Fiebre
de la Oroya y aproximándola á las anemias febriles graves, que guardan con ella
cierta analogía y algunas de las cuales son relativamente frecuentes en los lugares
de endemia verrucosa, tratemos de hacer el diagnóstico diferencial.
En primer lugar, tenemos: la anemia epidémica de los mineros (anemasa,
enfermedad de los mineros). Basta describirla para apreciar las diferencias que la
separan de la Fiebre de la Oroya. Oigamos al respecto la autorizada palabra del
448 Gustavo Delgado Matallana
65 Dictionnaire de Médecine.
66 Pathologie interné.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 449
PRONÓSTICO
En mi humilde concepto y á juzgar por las observaciones que me sirven de
base, el pronóstico es fatal.
TRATAMIENTO
“Hace algunos años, dice el prof. Bouchard en una de sus últimas lecciones67,
que establecer la naturaleza infecciosa de una enfermedad ó de un accidente mor-
boso, parecía que era suficiente para la interpretación patogénica y para la aplica-
ción terapéutica; se pensaba que así se había explicado la enfermedad y habíase
indicado el tratamiento que le convenía. No tendríamos hoy esta seguridad, por que
se ha penetrado más profundamente en el conocimiento de la infección y de la
virulencia. Comprendemos que el agente infeccioso, emplea procedimientos diver-
sos; que la enfermedad virulenta no es, como se creía, una lucha cuerpo á cuerpo
entre los microbios y las células animales, ó al menos que este conflicto no es más
que una circunstancia accidental ó accesoria en la lucha, y que la acción directa,
ofensiva, se dirige tal vez con mayor frecuencia por las células contra los microbios,
que por los microbios contra las células: que es más bien un procedimiento de defen-
sa del organismo, que un medio de ataque del elemento patógeno. Hemos conocido
que el mayor número de veces los microbios son nocivos, no por sí mismos, sino por
los venenos que segregan”: - teniendo en cuenta estas nociones, veamos ahora cuál
es el tratamiento más racional, que ofrezca mayores probabilidades de éxito en la
enfermedad que nos ocupa.- Desde luego, no habiéndose hasta hoy aislado, ni ca-
racterizado el agente productor de esta pirexia, no conociéndose absolutamente las
condiciones favorables ó desfavorables á su desarrollo y pululación, ni mucho me-
nos las sustancias que ejerzan sobre él una acción tóxica decisiva, creemos que el
tratamiento más inaceptable y más peligroso que puede oponerse á la fiebre de la
Oroya en la actualidad, es el de los antisépticos y sobre todo el de las inyecciones
intravenosas de soluciones de ácido fénico, usados por algunos de nuestros prácti-
cos. ¿Saben acaso ó tienen seguridad nuestros ilustrados colegas, de que el ácido
fénico, en la proporción en que lo colocan en la sangre, impedirá el desarrollo ó
matará el micro - organismo patógeno? ¿Están seguros, de que en el caso muy
probable por cierto (á juzgar por lo que hoy se sabe acerca de la fisiología patológica
de los microbios) que el microbio que produce la pirexia en cuestión, obre, no direc-
tamente por sí mismo, sino por los productos tóxicos que segregue, fruto de su
actividad vital, ó en el de que actúe de los dos modos, como me inclino á creer, están
seguros, repito, de que el ácido fénico que introducen en el enfermo por la vía
intravenosa68 neutralizará, ó precipitará, ó quemará, ó hará eliminar del organismo
dicho veneno? No creo pues, que por ahora debamos dar la preferencia á ese
tratamiento; no veo la razón para tal preferencia.
Pasemos á otro que ha sido también empleado y que al menos es más lógico y
más clínico que el anterior. Este es el que tiene por base los preparados de fierro,
asociados á los de quina, canela, valeriana, vino, etc., é inhalaciones de oxígeno. No
entraré á estudiar la acción fisiológica del fierro, al que se da la preferencia en este
segundo tratamiento, acción fisiológica que al presente creo no está aun definitiva-
mente resuelta, y me declaro abiertamente en contra de la administración de los
marciales desde el principio de la enfermedad, opinando porque sean reservados
para el periodo de declinación, en el que aún los reemplazaría con la hemoglobina á
alta dosis.- He aquí mis razones: Las únicas lesiones, que no admiten duda y que
está demostrado que existen constantemente en la Enfermedad de Carrión, son las
que tienen su asiento en la sangre: destrucción rápida de los glóbulos rojos, cuyo
número desciende hasta el punto de hacerse incompatible con la vida. Pues bien,
dicen probablemente los partidarios de los ferruginosos, demos fierro al organismo;
para que éste pueda formar glóbulos rojos y reemplazar los destruidos.- Pero, pre-
68 Sobre todo en las épocas más avanzadas del mal como lo han hecho hasta ahora.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 451
todas aquellas medicaciones o agentes que de algún modo pudieran hacer perder
fuerzas al paciente, tales como purgantes, vomitivos, sudoríficos poderosos, &.
Finalmente, si lejos de mejorar se agrava el estado del enfermo, debe sin de-
mora practicarse la transfusión sanguínea y no esperar tímidamente el último mo-
mento, para que el fracaso que entonces se obtenga, desacredite injustamente esta
salvadora operación.
Obs. Nº 2.- Historia de le enfermedad de Carrión70 .- El 27 de Agosto de
1885, a las diez h. a. m. obtuve (no sin dificultad) de mi amigo el Dr. Evaristo M.
Chávez, que me practicara cuatro inoculaciones, dos en cada brazo, cerca del sitio
en que se hace la vacunación. Dichas inoculaciones se hicieron con la sangre inme-
diatamente extraída por rasgadura de un tumor verrucoso de color rojo, situado en la
región supercialiar derecha, del enfermo Carmen Paredes, acostado en la cama Nº
5 de la sala de Nuestra Señora de las Mercedes, perteneciente al servicio del Sr. Dr.
Villar.
A los 20 minutos comenzaron a manifestarse algunos síntomas locales, tales
como una comezón bastante notable, seguida después de dolores pasajeros, que
desaparecieron a las dos horas siguientes. No han habido síntomas de inflamación,
todo ha desaparecido sin dejar vestigio alguno.
Hasta el 17 de Setiembre en la mañana, no he tenido absolutamente nada: en la
tarde de este día he sentido un ligero malestar y dolor en la articulación tibio -
tarsiana izquierda, que me molestaba para la marcha.
Durante la noche he dormido perfectamente bien.
El 18 en la mañana me hallaba bastante bien; en la tarde ligera descomposición
de cuerpo y en la noche en estado normal.
El 19 por la mañana, como en el día anterior; en la tarde el malestar se marcó
bastante, como nunca; en la noche a las 8 he tenido un calambre fuerte en la extre-
midad abdominal derecha. A las 11 y 30 gran decaimiento y postración, media hora
después fortísimos escalofríos, cortos y repetidos, que me hacían castañetear
involuntariamente los dientes; habiendo desaparecido el escalofrío, algún tiempo
después me quedó una postración suma y una sensación general de calor quemante;
se despertó en seguida una fiebre elevadísima, que me fue imposible marcar por
medio del termómetro, porque no podía ni moverme en la cama. Los dolores se
habían generalizado en todo el cuerpo; así sentía, cefalalgia gravitativa, dolor cons-
trictivo en el tórax y paredes abdominales, dolores óseos, articulares y musculares
en los miembros; dolores momentáneos que seguían el trayecto de ciertos nervios,
otros que se manifestaban en el curso o dirección de algunos músculos, tales como
70 Llevada por él mismo y publicada en un folleto titulado: La Verruga Peruana y Daniel A. Carrión.-
Lima, 1886.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 453
M. Romero, el día 28. El tratamiento á que fué sometido por este Profesor, fué el
siguiente:
Hiposulfito de soda. 4 gramos.
Agua destilada 120 gramos
Jarabe simple 20 gramos
Una cucharada grande, noche y mañana.
Tintura Quina ………….
Id. Valeriana…………... aa 4 gram.
Id. Almizcle…………....
Mistura alcanforada.......
M. para tomar 20 gotas cada 2 horas.
Por alimentos, caldos, churrascos y vino.
Los días 29 y 30 de Setiembre y el 1º de Octubre, estuvo sometido al mismo
régimen, á excepción de la primera fórmula, que fué reemplazada por el jarabe de
yoduro de fierro, á la dosis de una cucharada, en el almuerzo y en la comida. Ade-
más se le administró Vino de Peptona.
El día 2 en la mañana tuvo lugar una junta, compuesta de los DD. Villar, Macedo
y Chávez, que dió por resultado el tratamiento siguiente:
Clorato potasa …………. 4 gramos
Agua …………. 500 gramos
Tint. Percl. fierro ………… 8 gramos
Acido clorhídrico…………. 10 gotas.
Una copita cada dos horas.
Ante todo haremos presente, que tan delicada como difícil operación, aún para
los mejores microbiologistas, iba á ser practicada en este caso sobre un líquido
sumamente complejo y alterado, si se tiene en cuenta la época en que se recogió y
las pocas ó ningunas precauciones que se tomaron par obtenerlo.
Colocado dicho líquido en el objetivo del microscopio, sin preparación previa
alguna (puesto que á este respecto nada dicen en su informe), les bastó pocos
momentos de observación para encontrar un gran número de micro - organismos y
entre ellos sus pretendidos “bacilus específicos”.
Nótese aquí, en primer lugar, que esta investigación se hacía por individuos que
quizá por primera vez emprendían un estudio de esta naturaleza, y en segundo, la
asombrosa facilidad con que perciben y diferencian tan variados organismos. Cir-
cunstancias son estas que deben tenerse en cuenta, para apreciar en lo que vale la
opinión que á este respecto emitieron los entonces Médicos de Policía.
Hígado.- Pálido, muy aumentado de volumen, presenta en su cara cóncava un
tinte apizarrado ó azulado, debido indudablemente á su contacto con el colon, que
como se sabe determina en dicha superficie lo que en Anatomía se designa con el
nombre de “impresión cólica” y que sin razón alguna llamó tanto la atención de los
ya citados Médicos, que lo elevaron á la categoría de “alteración característica”.
Bazo.- Disminuido de volumen, exangüe y reblandecido, presentando en cier-
tos puntos de su cara anterior, la misma coloración señalada en la cara inferior del
hígado.
Riñones.- nada de notable.
Mesenterio.- considerable infarto de los ganglios mesentéricos.
Meninges y cerebro.- en estado anémico.
He terminado, SS., la tarea que me había impuesto; permitidme sin embargo,
antes de abandonar esta augusta tribuna, recordaros las sublimes palabras de aquel
cuyo noble sacrificio conmemoramos hoy, palabras dirigidas á uno de sus condiscí-
pulos, en momentos los más supremos, y por los que quedamos ligados á su memo-
ria con el mas sagrado y estrecho compromiso: “Aún no he muerto, amigo mío,
ahora toca á UU., terminar la obra ya comenzada, siguiendo el camino que les he
trazado”.
Compañeros de la “Unión Fernandina”, os digo yo ahora, no olvidéis el camino!
He dicho.
71 Véase el folleto Verruga de los Conquistadores del Perú, por el Dr. P. Patrón.
464 Gustavo Delgado Matallana
72 Crónica Médica, t. II.- Dr. Avendaño Folleto cit. Dr. Patrón 1889.
73 Gaceta Médcia, t. II.- Tesis Dr. T. Salazar.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 465
donde abundan árboles frutales y mucha vegetación, sin ser exclusivo. Por lo de-
más, hay lugares donde reina la una y queda desconocido el otro, siendo menos
común la verruga, cuyas localidades son bien limitadas; y siempre á la orilla de las
acequias, riachuelos y fuentes de agua fría; y tan cierto es esto, que en la historia de
todos los enfermos atacados de esta enfermedad que he observado, se menciona el
pasaje del individuo por lugares donde reina, y la circunstancia especialísima de
haberse bañado ó bebido del agua sospechosa.
Respecto de la naturaleza de los terrenos donde ellas se desarrollan, no tene-
mos datos científicos; verosímilmente constituyen un fértil campo para la pululación
del germen morbígeno; y para que adquiera mayor virulencia, no debe ser extraño la
remoción de los terrenos, en cuyo estado sin duda nuevas reacciones químicas, y
una especie de fermentación, que provoca, entre otros fenómenos, aumento de
temperatura y determina la condición propicia para su mayor incremento. Así, la
microbiología experimental nos demuestra que, por procedimientos variados, puede
atenuar ó multiplicar á una potencia increíble la virulencia del agente patógeno; y
bien, ¿la remoción de terrenos, la putrefacción, no multiplicarían la potencia virulen-
ta del agente patógeno, aumentando las condiciones de su vitalidad ó toxicidad,
sobrecargando las sustancias favorables á su cultivo ó destruyendo las que se le
opusieran?
Ataca la enfermedad en toda estación, pero variando su energía de acción:
durante los calores en el verano, la forma febril continua, remitente ó intermitente,
seguida ó no de erupción; en invierno la verruga reumatoide de difícil erupción ó sin
ella, y las fiebres cuando existen son atenuadas; en la costa, durante el verano,
domina la febril continua ó remitente: y en el invierno la forma intermitente: en la
sierra durante el verano la fiebre intermitente simple ó subintrante, y en el invierno la
forma reumática.
He observado que individuos de profesión segadores, entregados á su ocupa-
ción (tanto en la sierra como en la costa), hallándose todavía con la erupción, han
visto insolverse y desaparecer sus tumores, acusando entonces la enfermedad su
presencia en el organismo por medio de dolores reumáticos hasta imposibilitar al
enfermo completamente, pudiendo sucederse esta alternativa de fenómenos mu-
chas veces; ó bien pasa al estado latente durante meses, un año, para presentarse
otra vez espontáneamente ó provocada por bebidas diaforéticas, diuréticas y tóni-
cas: como por ejemplo, la leche de cabra que usan los indígenas cuando se ven
acometidos de dolores reumáticos y sospechan la infección verrucosa. Así queda
sentado que el elemento frío, hace insolver la enfermedad, la vuelve al estado laten-
te, presta á repulular en condiciones mal determinadas todavía.
Esta singular enfermedad coexiste muchas veces con otras enfermedades; sin
contar el embarazo gástrico, las broncorreas, leucorreas, etc. tenemos entre las
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 467
materna no es un filtro como aseguran algunos autores, y si lo fuera, debe ser infiel,
porque deja pasar los elementos infecciosos.
La incubación verrucosa no está bien determinada: en las diferentes historias
clínicas que he recogido, oscila entre siete y veintiún días, quince días por término
medio; en los casos ordinarios, días contados, desde el arribo de los individuos á un
lugar verrucoso. Pero se observa también que en otros individuos dura meses, sin
manifestar su presencia en el organismo: quiero decir, que hay individuos que no son
atacados de la enfermedad, sino muchos meses después de haber atravesado un
foco endémico.
El doctor Herrera (citado por Patrón), el mismo doctor Patrón, creen en la
contagiosidad de la verruga; en las historias clínicas que he recogido y he leído en
las escritas hasta hoy, no he encontrado una en que vea palpablemente un hecho de
este género; verdad que es inoculable y tenemos la realidad de una bien dolorosa
experiencia en la persona de Carrión; pero inoculabilidad no es sinónimo de
contagiosidad, y creemos hasta nueva orden, que la verruga no es más contagiosa
que la malaria, la cual se ha logrado inocular repetidas veces sin éxito; y además, á
ser así, los ejemplos de contagios entre marido y mujer, madre é hijo (fuera de
lactancia), serían numerosos y frecuentes.
DESCRIPCIÓN.- La “Enfermedad de Carrión” es una de aquellas enfermedades
proteiformes en su evolución, y de marcha anómala é irregular, que hace necesaria
su descripción en varios tipos clínicos, y en cada uno de ellos, simulan otras dolen-
cias, cuando la erupción no es visible; no es, pues, extraño se le confunda frecuen-
temente con otras entidades mórbidas, no siendo sino la forma aguda febril, ó bien
determinaciones internas de la erupción en las meninges, tráquea, bronquios, intes-
tinos, serosa peritoneal (Carrión), etc. ó desórdenes mórbidos que se pasan en los
huesos, en los parénquimas renal; hepático y esplénico.
Pero antes describiré los síntomas culminantes que se presentan, ya sucesiva-
mente, ya asociados, predominando unos ó faltando otros, y siendo apenas marca-
dos; porque, repito una vez más, que esta enfermedad es por demás anómala é
irregular.
FIEBRE, precedida ó no de escalofríos, castañeteo de dientes y temblores, siem-
pre acompañada de anorexia, cefalalgia y quebrantamiento de grado variable; se
presenta la fiebre anunciando la invasión de la enfermedad, con tipo remitente o
intermitente, subiendo la temperatura de 38 á 39 grados, pocas veces más, seguida
generalmente de sudores nocturnos, abundantes. He observado un caso, en ¡que la
temperatura se mantuvo á 42 grados durante seis días. En los casos comunes, y
cuando no ha de afectar la forma de la fiebre de la Oroya, dura de tres á seis días,
y la intermitente, de seis á quince días y aun meses con interregnos variables, ce-
diendo pronto á la medicación quínica, para presentarse luego la erupción. En el
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 469
ticos importantísimos. Por eso sé con satisfacción que uno de nuestros compañeros
nos va a señalar nuevos datos sobre la materia.
LA ERUPCIÓN. He aquí el síntoma patognomónico de la afección: aparece de
ordinario casi siempre al fin de la enfermedad. Se distinguen según su tamaño, dos
clases de verrugas: las miliares ó de quinua, por su semejanza en tamaño, número y
color á los granos del chenopodium quinua, y las mulares, porque ordinariamente es
en los solípedos y sus híbridos que la verruga se presenta colosal, esférica exulcerada
y cuyos bordes gruesos á manera de labios volteados circunsferencialmente, dejan
ver su centro pultáceo que segrega una sanies ó se halla cubierta imcompletamente
de una costra espesa y negruzca. Al lado de estas dos concepciones, debemos
mencionar una tercera que bajo el punto de vista de su color y consistencia es
diferente, quiero hablar de los tumorcillos sanguíneos y fluctuantes, esféricos como
los anteriores y cuyas dimensiones son las de quinua y llegan a tener excepcional-
mente un centímetro de diámetro. Estas tres clases de erupción verrucosa pueden
encontrarse en el mismo sujeto; pero por lo regular una de ellas predomina casi
exclusivamente, á excepción de las verrugas llamadas mulares cuyo número es muy
restringido, de uno á cinco; pero a pesar de esto suele existir ella, únicamente, no
siendo así las otras dos que son generalmente confluentes en ciertas regiones, en
particular en las articulaciones de la muñeca, tobillo, codo, rodilla y partes adyacen-
tes. El tamaño varía desde el de una cabecita de alfiler hasta el de una pequeña
naranja, las de este tamaño tienen una predilección para implantarse en ciertos
parajes de la cara donde imprimirán un aspecto chocante y grotesco; la punta y
dorso de la nariz, la frente, el arco superficial, el lóbulo de la oreja, el mentón y los
párpados.
No estoy seguro si las petequias se convierten en verrugas consistentes, me
inclino á creer que no; pero sí, me parece que algunas veces las verrugas sanguí-
neas reconocen por origen esos exantemas purpuriformes ó petequiales. Estas
verruguitas sanguíneas suelen presentarse en la conjuntiva bulbar y palpebral y por
la presión de esos órganos toman una forma achatada; y cuando asienta en el borde
ciliar, sobrepasando este borde, toma la forma de un disco regular ó irregular. De
bello color escarlata cuando joven, se pediculisa, se pone violado, negruzco se seca
y cae; y cuando se revienta dejan manar bastante sangre.
Las otras verrugas á excepción de las de mula, son en su principio rosadas ó
pálidas, parecidas á simples pápulas, gotas de rocío según la expresión del doctor
Salazar; pero siempre algo acuminadas determinando al salir un prurito más ó me-
nos intenso que obliga á los enfermos á rascarse hasta sacar sangre. Las mulares
en su origen son ordinariamente subcutáneas, dolorosas ó no a la presión, presen-
tando un tinte verde claro, violado; crecen ya rápidamente o con lentitud, hasta
adquirir dimensiones considerables, se pediculisan, están rodeados de un círculo
472 Gustavo Delgado Matallana
culos y articulaciones, con frecuencia en las de los dedos, rodilla y codos, siendo
muy frecuente la tiesura del cuello con dolor más ó menos agudo en el 1/3 superior
del borde anterior del externo mastoideo. Las epístaxis se presentan con la fiebre,
los vómitos son poco frecuentes en esta forma, mas cuando los dolores reumáticos
son poco pronunciados, no es raro observar diarreas serosas pertinaces.
Después de la fiebre no tardará mucho en aparecer la erupción franca, con
sensación de prurito doloroso ó no en los puntos donde aparecerá, en el espacio de
1 á 30 días generalmente; pero ya he dicho, los dolores reumáticos pueden durar
años sin que se presente erupción (y merece entrar en el 2º tipo); afirmo también
que es raro.
Todo es aparecer la erupción, cuando los dolores se calman, muchas veces por
completo, y el restablecimiento de la salud se hace rápidamente, y entra en una
nueva vida próspera, cuanto mejor haya sido la erupción; de lo contrario, la conva-
lecencia es más lenta, la debilidad, anemia y fatiga muscular, no le permite entregar-
se de lleno y pronto á sus ocupaciones.
IV. Fiebre de la Oroya ó Enfermedad de Carrión propiamente dicha. Fe-
lizmente menos frecuente que la anterior; parece no ser exclusiva del puente de
Verrugas; y si mas frecuentemente tenemos lugar de observarla en los individuos
provenientes del Puente de Verrugas (camino a la Oroya) es debido probablemente
á dos circunstancias: pasaje obligado de gran número de personas, lugar de perma-
nencia de peones y empleados del ferrocarril trasandino; y remoción de terrenos
que coloca verosímilmente en condiciones de mayor virulencia al agente patógeno.
Hemos visto que la verruga vulgar (tercer tipo clínico,) presenta en resumen
tres grandes períodos: fiebres, dolores reumáticos y erupción. Y bien, la Enferme-
dad de Carrión propiamente dicha, no es sino la exageración del primer período qué
el paciente no puede salvar, ó bien resiste, y cuando ha amenguado ó desaparecido,
los otros períodos se presentan posteriormente después de un lapso de tiempo más
ó menos largo. En esta forma, hay lugar de distinguir 3 grados: el de fiebre fulminan-
te ó perniciosa76, el de fiebre continua o subcontinua sin erupción, y la remitente con
erupción: las dos primeras casi siempre mortales.- La perniciosa se observa en
individuos que, acometidos de la enfermedad sin gran manifestación, permanecen
en el lugar endémico, sufriendo su organismo una intoxicación lenta de que, no se
aperciben, y de repente estalla con todo su terror, declarándose en una fiebre agudí-
sima con vómitos, diarreas, epístaxis y muerte en el curso de dos ó tres días.
El 2º grado es menos violento, pero la fiebre subcontinua no cede á ninguno de
los febrifugos y antitérmicos conocidos; los vómitos con ó sin diarrea, extenúan más
76 Esta forma la considero con reserva y los datos que he adquirido no han sido observados por mí;
son simplemente referencias: se citan los casos de un ingeniero y un carpintero, empleados del
ferrocarril, muertos violentamente.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 475
hecho de que los solípedos no son refractarios á ella, antes bien presentan casi la
misma predisposición que el hombre.
La aumentación de fibrina por destrucción de los glóbulos rojos, la alteración
de los capilares, la producción probable de toxinas da cuenta de las epistaxis, diarreas
y petequias.
Las enterorragias y metrorragias, se verifican por la misma causa que aque-
llos, y todas estas hemorragias se presentan sin duda al mismo título que en las otras
fiebres y en particular las tifoides.
Diagnóstico.- No me detendré mucho en el diagnóstico de esta afección; en
las formas ordinarias es fácil, y muy difícil en la cuarta forma ó fiebre de la Oroya.
En todos los casos la procedencia de los enfermos es una circunstancia etiológica
de primer orden para el diagnóstico; á lo cual debemos añadir los dolores reumáti-
cos, los calambres, las epistaxis, las orinas sedimentosas ó sanguinolentas, la tiesura
del cuello; ó averiguar si ha tenido contracción dolorosa en el tercio superior del
músculo externo cleido - mastoideo, si ha tenido ó tiene fiebres intermitentes, sin
haber estado en lugares palúdicos; todos estos datos, agrupados, facilitarán para
diagnosticas la “enfermedad de Carrión” en su forma vulgar.
Cuando se trate de individuos atacados de fiebres continuas remitentes ó inter-
mitentes, cotidianas, se averiguará el lugar de donde proceden (solamente de Surco
para adelante se observa la forma aguda de la “enfermedad de Carrión” y quizás en
el puente de Verrugas únicamente,) en otros lugares, como la quebrada de Sayán ó
en el departamento de Ancash se observa rara vez, se averiguará si presenta ó ha
tenido epístaxis, vómitos incoercibles con ó sin diarrea, si hay insomnio pertinaz, con
zumbido de oídos, con dolores reumáticos, o contracciones dolorosas del cuello y
otros músculos; y por último, se buscará con sumo cuidado, si además de las petequias,
se encuentra erupcioncitas del tamaño de una cabeza de alfiler, ligeramente so-
bresalientes, incoloras ó rosáceas; y entonces, con toda seguridad, se puede dar el
diagnóstico de fiebre de la Oroya. En todo caso, baste saber que viene de un lugar
sospechoso, aunque no haya tomado el agua, y presente algunos de los síntomas
indicados, aún sin que haya erupción, para que se instituya un régimen conveniente,
como si realmente se tratara de tal enfermedad, procurando que se verifique la
erupción.
No es raro encontrar tumorcillos sanguíneos, diminutos, parecidos á las verru-
gas sanguíneas, cuando no son sino simples lunares, de lo que es suficiente estar
prevenido para evitar la confusión. No me detendré haciendo el diagnóstico diferen-
cial de la fiebre de la Oroya con la anemia epidémica de los mineros, la anemia
febril de los ferrocarriles, la anemia perniciosa progresiva, enfermedades pro-
pias de otros países y rara vez se tiene ocasión de observar aquí; por otra parte, el
tratamiento á que debemos someterlos me parece que debe ser el mismo, con lige-
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 477
que es de rigor científico.- Sentado esto, que es una enfermedad parasitaria, cuál es
su alcance? Pienso con ilustres maestros por la penetración sine qua non del mi-
crobio (micrófito ó protozoario) dentro del organismo; y que la penetración no es
una condición suficiente para que estalle la enfermedad; hay que contar, y contar
como factor de primer orden, el estado del organismo, que se expresa por las pala-
bras vulnerabilidad, receptividad, é inmunidad. Y se tiende con Bouchard á
hacer consistir estos estados en la modificación químoica ó alteración cualitativa77;
lo cual indudablemente es cierto; y en fenómenos de ataque y defensa de los
leucocitos; fagocitos que emprenden una lucha encarnizada contra los intrusos; pero
tanto aquellas modificaciones químicas como la propiedad microbicida de los fagocitos,
de dónde vienen?
De lo dicho resulta que hay dos elementos principales primordiales y necesa-
rios; para provocar la enfermedad: el agente patógeno que ataca y el organismo que
reacciona contra él, principalmente por los dos medios que hemos indicado. Luego
debe haber alteraciones sintomáticas y reacciones funcionales, correspondientes á
cada uno de estos elementos.
En efecto: notamos, por una parte, la alteración globular y la destrucción rápi-
da de los hematíes, la eliminación considerable de fosfatos, aún cuando no haya
fiebre, la fermentación amoniacal, y por último, las erupciones, las hiperplasias y
tumefacciones de los folículos intestinales y parénquimas hepático y esplénico; por
otra parte, notamos fiebre, termicidad, aceleraciones de pulso y la respiración, dolo-
res, prurito, calambres, sacudidas, quebrantamiento, anorexia y vómitos. Observa-
mos también que la fiebre se alterna y sustituye por los dolores, y recíprocamente,
cuando ambos se acompañan, la depresión vital es más considerable. Queda pues
establecido por el momento, que los síntomas, dolor y fiebre, son correlativos, equi-
valentes pudiéramos decir, y quizás estaríamos autorizados para hacerlos depender
del gasto de influjo nervioso o la electricidad vital. Por otra parte, cuando los dolores
no cesan, apareciendo la erupción, el debilitamiento, el decaimiento será mayor, y ya
he dicho que la erupción franca reemplaza los dolores. Cuando hay retrocesión de
aquellos, aparecen éstos.
La erupción es una de las maneras cómo el conjunto del organismo rechaza al
agresor.
En la erupción verrucosa encontramos todavía el triunfo patente del organis-
mo, de la fuerza vital sobre el agente patógeno transitorio, al mismo título que en
otros de igual naturaleza.
77 De nuestro medio interior, en particular del suero, (que al ser impugando por las secreciones
microbianas, adquiere propiedades vaccinales o eminentemente favorables para nuevas infeccio-
nes).
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 479
Homenajes Nacionales
Normas Legales
LEY Nº 7916.- 18 de Octubre de 1934.
Consignando en el Presupuesto de la República para 1935 una partida para
erigir un monumento a Daniel A. Carrión y disponiendo que la Facultad de Ciencias
Médicas de la Universidad Mayor de San Marcos, se denomine “Facultad de Cien-
cias Médicas Daniel A. Carrión”.
LEY Nº 9346.- 20 de Febrero de 1941.
Autoriza a la Sociedad de Beneficencia Pública de Huanta para que se pueda
vender en lotes los terrenos eriazos de su fundo “Turpin” para atender a la construc-
ción del Hospital “Daniel Carrión” en dicha ciudad.
LEY Nº 10030.- 27 de Noviembre de 1944.
Creando el Departamento de Pasco con su capital la ciudad de Cerro de Pasco
y con las provincias de Pasco, Daniel Carrión y Oxapampa.
LEY Nº 10321.- 13 de diciembre de 1945.
Creando un juzgado de Primera Instancia en la provincia Daniel Carrión.
LEY Nº 10406.- 28 de Febrero de 1946.
Declarando enfermedad social a la Enfermedad de Carrión o Verruga Peruana.
LEY Nº 11619.- 22 de Setiembre de 1951.
Creando una Agencia Fiscal en la provincia Daniel Carrión.
LEY Nº 12548.- 12 de Enero de 1956.
Creando el distrito de Santa Ana en la provincia Daniel Carrión.
LEY Nº 12801.- 15 de Febrero de 1957.
Mandando a erigir en la ciudad de Cerro de Pasco un monumento a la memo-
ria del Mártir de la Medicina Peruana, Daniel A. Carrión.
DECRETO SUPREMO Nº 8 “DGS” 20 DE Julio de 1957
Se crea la Orden “Daniel A. Carrión”, en homenaje al centenario del naci-
miento de Daniel A. Carrión.
DECRETO SUPREMO Nº 118
Se declara el mes de Agosto de 1957 “Mes del Mártir de la Medicina Nacional
Daniel A. Carrión”, conmemorando la fecha de nacimiento del Mártir de la Medici-
na Peruana.
RESOLUCIÓN SUPREMA Nº 12 “DGS” 26 de Julio de 1957
Se designa un Comité de Actividades Culturales del “Mes del Mártir de la
Medicina Nacional Daniel A. Carrión”.
482 Gustavo Delgado Matallana
ANTECEDENTE.
El Dr. Gustavo Delgado Matallana, siendo Presidente de la Asociación Médi-
ca Peruana “Daniel A. Carrión” en 1991, fue gestor del Proyecto de Ley para
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 483
* Privado
** Cooperativa Agroindustrial
485
486 Gustavo Delgado Matallana
ANTECEDENTE
El 6 de octubre de 1957, el Dr. Humberto Portillo B. solicitó al Ministro de
Educación, al Rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y al Deca-
no de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
que se le confiera el Título Académico Póstumo de Medicina al protomártir de la
Medicina Peruana Daniel Alcides Carrión.
La Comisión Reorganizadora de la Universidad Nacional Mayor de San Mar-
cos integrada por el Presidente, Dr. Manuel Paredes Manrique; Primer Vice-Presi-
dente, Dr. Gabriel Huerta Díaz; Segundo Vice-Presidente, Dr. Roberto Rendón
Vásquez; y los Miembros Ingº Fernando Perales Calderón y Dr. Jaime Desailleaux
Dulanto, aprobó por unanimidad en su sesión de Consejo Universitario, del día 3 de
Octubre de 1995, conferir póstumamente, a Daniel Alcides Carrión García, el Gra-
do Honorífico de DOCTOR HONORIS CAUSA; por lo tanto se expidió la Resolu-
ción Rectoral Nº 3804-CR-95, el Diploma y la Insignia correspondientes.
CONSIDERANDO:
Que hace Ciento Diez Años, el 05 de Octubre de 1885, el estudiante de Medi-
cina de San Fernando, DANIEL ALCIDES CARRIÓN, pasó a la inmortalidad al
demostrar experimentalmente la unidad etiológica de la Verruga Eruptiva y la Fiebre
de la Oroya, comprobación que significó la ofrenda de su vida, por lo que
merecidamente se ganó el reconocimiento de Mártir de la Medicina Peruana y
Héroe Civil;
Que por Ley Nro. 23675 el año de 1985 fue declarado oficialmente el “Año del
Centenario del Sacrificio de Saniel A. Carrión”, en el cual todas las Instituciones
Médicas Nacionales le rindieron significativos homenajes, entre ellos los estudiantes
de Medicina particularmente el San Fernandino, a quienes legó su permanente ejemplo
de sensibilidad social, abnegación y generosidad en bien de la humanidad;
Que en homenaje por el Primer Centenario del Nacimiento de DANIEL
ALCIDES CARRIÓN, se realizó en el año de 1957 en Lima, en la Facultad de
Medicina de San Fernando, el “Primer Congreso Americano de Estudiantes de
Medicina” organizado por el Centro de Estudiantes de Medicina del Perú, presen-
tándose nuevos trabajos científicos, publicaciones auspiciadas por la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos conteniendo datos bibliográficos de valor inestima-
ble relacionados con el HÉROE DE LA MEDICINA PERUANA;
Que la Medicina Peruana inspirada en el acto sublime de DANIEL ALCIDES
CARRIÓN, debe afrontar decididamente el reto de lograr la erradicación de esta
enfermedad, y con el espíritu de entrega generosa del héroe, dar su contribución
para hacer que las condiciones de salud de la población peruana alcancen un mayor
nivel de justicia y dignidad;
Que constituye un deber de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
reconocer los méritos académicos, así como los aportes extraordinarios a la huma-
nidad de personalidades distinguidas como es el caso de DANIEL ALCIDES
CARRIÓN, quien ofreció un valioso aporte académico a sacrificio de su vida; y de
conformidad al artículo 84º inciso e) del Estatuto de la Universidad, y estando a lo
acordado por la Comisión de Reorganización en sesión del 03 de Octubre de 1995 y
a la autorización conferida al Señor Rector por la Comisión de Reorganización en
sesión del 31 de Mayo de 1995;
SE RESUELVE:
1º Conferir al MÁRTIR DE LA MEDICINA y HÉROE CIVIL DANIEL
ALCIDES CARRIÓN, el Grado Honorífico Póstumo de DOCTOR HONORIS
CAUSA de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos por su permanente
ejemplo de sensibilidad social, abnegación y generosidad, inmortalizándose al de-
492 Gustavo Delgado Matallana
De las Municipalidades
LA CRONICA MEDICA
CRONICA
Monumento á Carrión
A iniciativa del señor Coronel Gaspar Tafur, Inspector del Matadero, va á
elevarse un monumento en honor de este valeroso joven estudiante de medicina,
víctima de su amor á la ciencia y de su abnegación.
El primero del mes en curso se efectuó la ceremonia de colocación de la
primera piedra en la plazuela del Camal, lugar elegido por el iniciador de la obra,
ante numerosa y selecta concurrencia. Ya de antemano había el Sr. Tafur participa-
do su proyecto á la Facultad de Medicina, á la Academia Nacional de Medicina, á la
Sociedad “Unión Fernandina” y al Honorable Consejo Provincial, que lo secundaron
con entusiasmo, nombrando comisiones que los representaran en dicho acto.
A las dos y media de la tarde comenzó la ceremonia. El batallón infantil com-
puesto por los alumnos de la escuela municipal Nº 17, elegantemente uniformado y
precedido de una banda del ejército, rodeó en circunferencia el lugar señalado para
el monumento.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 505
Señores:
“Aquí, dice uno de los biógrafos de Daniel Carrión, aquí donde la absorvencia
política y las efímeras glorias militares se reparten los aplausos y los caudales públi-
cos, aquí, repetimos, ni un modesto mausoleo se erigió para conservar la memoria
de ese abnegado adalid de la humanidad”.
Justa era la queja, pues inaplazable necesidad era perpetuar sus derechos de
inmortalidad, heroicamente conquistados, esculpiendo en bronce indestructible su
excelso nombre, á fin de que las generaciones del porvenir disputen en su espíritu la
preferencia entre el asombro y la gratitud.
Responde á esta exigencia del patriotismo la laudable iniciativa de un progre-
sista edil de la ciudad, secundado por el gremio de su dirección y á esa iniciativa nos
hemos plegado, presurosos, los que componemos la “Sociedad Médica Unión
Fernandina”. Nosotros los que tuvimos el honor de contarlo entre los nuestros;
nosotros los que guardamos para él la gratitud más merecida y á quien levantamos
506 Gustavo Delgado Matallana
REALIZACIONES
21 DE ENERO DE 1935
Dentro del “Programa de Celebraciones del IV Centenario de la Fundación de
Lima” se inauguró un monumento a Daniel Alcides Carrión, Mártir de la Medicina
Peruana, en la llamada Plaza Diez Canseco frente al Hospital “Dos de Mayo”.
Este bello monumento en granito y con tres motivos en bronce: busto de Carrión,
la Ciencia Médica y un grupo de trabajadores, fue obra del escultor José H. Huerta
y se hizo por erogación de la Asociación Médica Peruana “Daniel A. Carrión”, el
Cuerpo Médico Nacional y la Municipalidad de Lima. El monumento fue destruido
en 1970 por decisión de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, sin consulta
con los erogantes ni el autor de la escultura.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 507
SETIEMBRE DE 1972
La Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, en lugar del monumento arriba
descrito, inauguró otro, en homenaje a Daniel Alcides Carrión, en la misma plaza
que le llamaron Parque de la Medicina Peruana (no oficial).
La obra fue encargada a Juan Manuel Ugarte Eléspuru.
Las características del conjunto arquitectónico son controversiales, tanto en
los rasgos físicos del personaje central Carrión, como en los motivos que lo rodean.
Esta Plaza de 11 000 m2, donde está el monumento, actualmente se denomina
oficialmente, Parque de la Historia de la Medicina Peruana “Daniel Alcides Carrión”.
OCTUBRE DE 1978
La plaza Daniel A. Carrión, en la ciudad de Cerro de Pasco, fue remodelada y
en su ambiente central se colocó un monumento en el que se ancló las tres escultu-
ras de bronce que pertenecieron al monumento que, en la ciudad de Lima, fue
depredado en 1970.
15 DE AGOSTO DE 1996
En la ciudad de Abancay, capital de la provincia del mismo nombre y del De-
partamento de Apurímac, el Concejo Provincial ha construido un parque para
perennizar la memoria de Daniel A. Carrión y una área de 800 m2 luce en su centro
el monumento al Héroe Nacional Daniel A. Carrión.
El parque está frente al Hospital Guillermo Díaz de La Vega y a la Dirección
Subregional de Salud de Apurímac.
508 Gustavo Delgado Matallana
Conmemoraciones Centenarias
En homenaje al mártir de la medicina peruana Daniel Alcides Carrión
De su Nacimiento 1857-1957
16 DE NOVIEMBRE DE 1956
CONSIDERANDO:
Que, en Oficio N° 151, fecha 9 de octubre anterior, la Secretaría de la Cámara
de Diputados ha comunicado el pedido de los señores Diputados por el Departa-
mento de Pasco, don Justo Armando Cabello y don Antonio Alba Bardales, al que
se adhirieron los señores Representantes don Manuel Saavedra Dioses y don Ra-
fael Cobos Vásquez, y que mereció el acuerdo de la Cámara, recomendando que el
mes de agosto del año próximo se denomine “Mes del Mártir de la Medicina Nacio-
nal, Daniel A. Carrión”, con motivo de cumplirse en dicho mes el centenario de su
nacimiento;
Que, es deber del Estado honrar la memoria y exaltar el nombre de las grandes
figuras nacionales, que como Daniel A. Carrión han dado renombre a la nacionali-
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 515
dad y cuyo heroico sacrificio ha sido debidamente apreciado aún más allá de las
fronteras de la Patria;
Que, los Ministerios de Educación Pública y de Salud Pública y Asistencia
Social han expresado su propósito de evocar la obra y rendir justo homenaje a
Daniel A. Carrión en su celebración centenaria;
DECRETA:
Declarase el mes de agosto de 1957 “Mes del Mártir de la Medicina Nacional,
Daniel A. Carrión”, el cual será dedicado a la evocación de su obra y rendir home-
naje a su heroico sacrificio.
Los Ministerios de Estado y las entidades científicas, culturales y educativas
organizarán durante el indicado mes, actuaciones cívicas y rememorativas, que tra-
duzcan fielmente los propósitos que inspiran la expedición del presente Decreto
Supremo.
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los diecisiete días del mes de no-
viembre de mil novecientos cincuentiseis.
MANUEL PRADO
Fernández Stoll
8 DE FEBRERO DE 1957
14 DE FEBRERO DE 1957
MONUMENTO A DANIEL ALCIDES CARRIÓN EN CERRO DE PASCO
Ley N° 12801
El Presidente de la República
POR CUANTO:
El Congreso ha dado la ley siguiente:
El Congreso de la República peruana,
Ha dado la ley siguiente:
Artículo 1°.- Edifíjese en la ciudad de Cerro de Pasco, capital del Departa-
mento de Pasco, un monumento a la memoria del mártir de la Medicina Peruana,
Daniel Alcides Carrión.
Artículo 2°.- La creación de este momento se hará por concurso entre los
artistas nacionales, con la intervención de una comisión especialmente nombrada y
otorgándose premios pecuniarios.
Artículo 3°.- Consígnase en el Presupuesto de la República, las partidas ne-
cesarias para la ejecución de esta obra.
Artículo 4°.- El Poder Ejecutivo queda encargado del cumplimiento de la pre-
sente ley.
Comuníquese al Poder Ejecutivo para su promulgación.
Casa del Congreso, en Lima, a los catorce días del mes de febrero de mil
novecientos cincuenta y siete.
Raúl Porras Barrenechea, Primer Vice-Presidente del Senado
Carlos A. Ledgard, Presidente de la Cámara de Diputados.
E. Martinelli Tizón, Senador Secretario
Ernesto Guzmán, Diputado Secretario.
Al Señor Presidente Constitucional de la República
POR TANTO:
Mando se publique y cumpla
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los quince días del mes de febrero de
mil novecientos cincuentisiete.
MANUEL PRADO
Jorge Haaker Fort
16 DE MARZO DE 1957
SE CONFIERE CARÁCTER OFICIAL A LAS SEGUNDAS JORNADAS
MÉDICO-QUIRÚRGICAS REGIONALES DEL CENTRO
Por Resolución Suprema N° 48-SP, del 16 de marzo de 1957, se ha conferido
carácter oficial a las Segundas Jornadas Médico-Quirúrgicas Regionales del Cen-
tro, que se realizarán en Huancayo los días 17 y 18 de mayo.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 517
16 DE MAYO DE 1957
EMISIÓN DE NUEVO SELLOS POSTALES
Resolución Suprema
Lima, 16 de mayo de 1957.
Visto el adjunto expediente y los diseños en proyecto destinados a una emisión
extraordinaria de estampillas con motivo de cumplirse en el presente año el Primer
Centenario del Nacimiento del Mártir de la Medicina Peruana Daniel Alcides Carrión
García;
Estando a lo prescrito en el Decreto Supremo del 2 de enero último y lo infor-
mado por la Dirección General de Correos y Telecomunicaciones;
SE RESUELVE:
1° Autorízase a la citada Dirección General para emitir estampillas de fran-
queo aéreo conmemorativas del Primer Centenario del Nacimiento del Mártir de la
Medicina Peruana, Daniel Alcides Carrión García, cuya impresión se realizará en el
extranjero por el procedimiento de grabación y litografía y que constará de las can-
tidades, tipos y valores siguientes:
2’000,000 de S/. 0.40 con un valor facial de S/. 800,000.00
2’000,000 de S/. 1.00 con un valor facial de S/. 2’000,000.00
2’000,000 de S/. 1.25 con un valor facial de S/. 2’500,000.00
1’000,000 de S/. 2.20 con un valor facial de S/. 2’200,000.00
TOTAL S/. 7’500,000.00
2° Aprobar los diseños y leyendas que aparecerán en las estampillas y cuyos
detalles son como sigue:
S/. 040: Beato Fray Martín de Porres Velásquez 1579-1639. Taumaturgo, Pa-
trono de las Obras de Justicia Social y de los Químicos Farmacéuticos Peruanos.
S/. 1.00: Daniel Alcides Carrión García 1857-1885. Mártir de la Ciencia Médi-
ca Peruana en lucha contra la verruga.
S/. 1.25: José Hipólito Unanue Pavón 1755-1833. Prócer de la Independencia
y Padre de la Medicina Peruana.
S/. 2.20: Fachada del que fue Real Colegio de Medicina y Cirugía de San
Fernando (1811-1821), después Colegio de la Independencia (1821-1856) y más
tarde Facultad de Medicina (1856-1903).- En este lugar se edificó el actual Ministe-
rio de Gobierno y Policía, Correos Telecomunicaciones.
Estos diseños llevarán además la inscripción: PERÚ AÉREO–I CENTENA-
RIO DEL NACIMIENTO DE DANIEL ALCIDES CARRIÓN GARCÍA 1857-
1957, y el valor unitario expresado en soles o céntimos.
3° Los colores de los tipos de S/. 0.40, 1.00 y 1.25 serán los siguientes:
Sepia oscuro: retratos (por el procedimiento de grabación).
Amarillo oro: orla, marco y caduceo (Id. Id. de litografía).
518 Gustavo Delgado Matallana
20 DE JULIO DE 1957
CREACIÓN DE LA ORDEN DANIEL ALCIDES CARRIÓN
Decreto Supremo
El Presidente de la República,
CONSIDERANDO:
Que es deber del Estado exaltar los méritos de quienes realizan efectiva labor
de bien social;
Que igualmente se debe rendir homenaje a los que con su acción personal,
sacrificio o trabajo perseverante contribuyen al progreso de la Sanidad, la Medicina
o las ciencias que se relacionen con la Salud;
Que para tal fin es preciso crear una condecoración que a la vez que signifique
justicia a los merecimientos constituya un ejemplo para la colectividad; y
Que esta recompensa debe ir unida al nombre del Mártir de la Medicina Pe-
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 519
26 DE JULIO DE 1957
HOMENAJES AL MÁRTIR DE LA MEDICINA DANIEL A. CARRIÓN
Resolución Suprema N° 12-“DGS”
Lima, 26 de julio de 1957
CONSIDERANDO:
Que por Decreto Supremo 118 se ha declarado el mes de agosto de 1957
“Mes del Mártir de la Medicina Nacional Daniel A. Carrión”; y, Que es necesario
dar a este homenaje al heroico sacrificio de Daniel A. Carrión el mayor relieve y
que comprenda en su desarrollo a todo el país;
520 Gustavo Delgado Matallana
SE RESUELVE:
1° Designar un Comité de Actividades Culturales del Mes del Mártir de la
Medicina Nacional “Daniel A. Carrión” presidido por el Ministro de Educación
Pública e integrado por los Directores de Educación Primaria, Educación Secunda-
ria y Cultura, Arqueología e Historia, el Director de Radio Nacional del Perú y por
tres personas representativas de instituciones culturales designadas por el Ministe-
rio de Educación Pública.
2° Designar un Comité de Actividades Científicas presidido por el Ministro de
Salud Pública y Asistencia Social e integrado por el Director General de Salud y los
Directores de Servicios Técnico-Normativos y de Areas de Salud, el Decano de la
Facultad de Medicina, el Presidente de la Academia Nacional de Medicina, el Pre-
sidente de la Federación Médica Peruana y el Secretario General de la Asociación
Médica Peruana “Daniel A. Carrión”.
3° Los Ministerios de Educación Pública y Salud Pública y Asistencia Social
adoptarán las medidas necesarias para el mejor cumplimiento de la presente Reso-
lución.
Regístrese y comuníquese.
Rúbrica del señor Presidente de la República.
Haaker.- Basadre
3 DE AGOSTO DE 1957
Homenaje en los Planteles Educativos del País
CONMEMORACIÓN DEL CENTENARIO DEL MÁRTIR DE LA ME-
DICINA
Resolución Ministerial N° 11204
Lima, 3 de agosto de 1957
CONSIDERANDO:
Que los planteles educativos deben orientar a la niñez y la juventud para que
rinda tributo de admiración y respeto a las nobles virtudes de los “Mártires de la
Ciencia”.
Que Daniel Alcides Carrión ofrendó su vida, con el estoicismo de un hombre
superior, al servicio de la Medicina;
Que habiendo sido declarado el mes de agosto de 1957, “MES DEL MÁRTIR
DE LA MEDICINA NACIONAL”, según Decreto Supremo del 17 de noviembre
de 1956;
SE RESUELVE:
1° Realizar actuaciones culturales en todos los planteles educativos del Perú,
durante la segunda quincena del mes de agosto, que tengan por fin hacer conocer a
los educando la vida de esfuerzo y la obra heroica de Daniel Alcides Carrión.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 521
5 DE AGOSTO DE 1957
SE DECLARA FERIADO EL DÍA 13 DEL ACTUAL EN PASCO
Decreto Supremo N° 311
El Presidente de la República,
CONSIDERANDO
Que por Decreto Supremo N° 118, de 17 de noviembre de 1956, se declaró el
mes en curso, “Mes del Mártir de la Medicina Nacional, Daniel A. Carrión”, de-
biéndose llevar a cabo actuaciones cívicas rememorativas en homenaje a su heroico
sacrificio.
Que la Representación Parlamentaria por el Departamento de Pasco, aten-
diendo al pedido de la ciudadanía de esa circunscripción territorial, solicita se decla-
re feriado el día 13 del mes en curso en dicho Departamento;
522 Gustavo Delgado Matallana
DECRETA:
Declárase feriado en el Departamento de Pasco, el día martes 13 del mes en
curso, con motivo de conmemorarse el Primer Centenario del Nacimiento del Már-
tir de la Ciencia Médica, Daniel A. Carrión.
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los cinco días del mes de agosto de
mil novecientos cincuentisiete.
MANUEL PRADO
Fernández Stoll.
9 DE AGOSTO DE 1957
INASISTENCIA AL TRABAJO EL DIA 13 DEL PRESENTE MES, EN
EL DEPARTAMENTO DE PASCO, NO AFECTA AL SALARIO DOMINI-
CAL.
Resolución Ministerial N° 617 D.T.
Lima, 9 de agosto de 1957.
CONSIDERANDO:
Que por Decreto Supremo de fecha 5 del mes en curso, se ha declarado
feriado el día 13 del actual en el Departamento de Pasco, con motivo de conmemo-
rarse el Primer Centenario del Nacimiento del Mártir de la Ciencia Médica, Daniel
A. Carrión.
SE RESUELVE:
La inasistencia al trabajo durante el día 13 del presente mes, en el Departa-
mento de Pasco, no produce la pérdida del salario dominical.
Regístrese y comuníquese.
(Fdo.) – ELIAS, Ministro de Trabajo y Asuntos Indígenas.
11 DE AGOSTO DE 1957
Piura.- El Concejo Provincial de Piura en Sesión Solemne rindió homenaje a
Daniel A. Carrión en el Primer Centenario de su nacimiento (120).
13 DE AGOSTO DE 1957
Actuación Solemne en el Hospital “Dos de Mayo”
Intervenciones: Por José Max Arnillas Arana
“Contribución de los Laboratorios del hospital “Dos de Mayo” en el Estudio de
la Enfermedad de Carrión”.
Dr. Sergio Bernales
“Contribución del Hospital “Dos de Mayo” en el Estudio Clínico de la Enfer-
medad de Carrión”.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 523
Frente al monumento que la gratitud del Perú ha levantado al Mártir de la Medicina Nacional,
Daniel A. Carrión, distinguidas personalidades de nuestro mundo científico, estudiantes y ciudada-
nos de la capital depositaron ofrendas florales. Con verdadera unción patriótica fue recordado el
centenario del nacimiento de Carrión, quien señaló el primer hito de la investigación científica
peruana.
14 DE AGOSTO DE 1957
Versión periodística sobre la emisión de sellos postales conmemorativos (103)
Los diseños y leyendas que aparecerán en estas estampillas son las que ense-
guida se detallan:
Las de S/. 040: Ostentarán la figura del Beato Fray Martín de Porres Velásquez
y los años 1579-1639. Taumaturgo, Patrono de las Obras de Justicia Social y de los
Químicos Farmacéuticos Peruanos.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 525
Las de S/. 1.00: La figura de Daniel Alcides Carrión García. 1857-1885. Már-
tir de la Ciencia Médica Peruana en su lucha contra la verruga.
Las de S/. 1.25: José Hipólito Unanue Pavón. 1755-1833. Prócer de la Inde-
pendencia y Padre de la Medicina Peruana.
Las de S/. 2.20: Fachada del que fue Real Colegio de Medicina y Cirugía de
San Fernando. (1811-1821), después Colegio de la Independencia (1821-1856), y
más tarde Facultad de Medicina (1856-1903).- En este lugar se edificó el actual
Ministerio de Gobierno y Policía, Correos Telecomunicaciones.
Estas estampillas llevarán además la inscripción: PERÚ AÉREO–I CENTE-
NARIO DEL NACIMIENTO DE DANIEL ALCIDES CARRIÓN GARCÍA 1857-
1957.
Los colores de los tipos de S/. 0.40, 1.00 y 1.25 serán: en sepia oscuro: con el
procedimiento de grabación, los retratos; amarillo oro, la orla, marco y caduceo por
el procedimiento de litografía y, rojo y blanco, por el mismo procedimiento, la Bande-
ra Nacional; negro las alas, leyendas y sellos; plata la hélice y morado y verde, el
cantuc. El tipo de S/. 2.20 será de color negro LB y se imprimirá por el procedimien-
to de litografía.
17 DE AGOSTO DE 1957
ECUADOR
Universidad Central (Quito)
Sr. Luis Escobar Castro Sr. Carlos Enrique Chiriboga V.
Sr. Rodrigo Albán V. Sr. Hernán Prado Bustamante
Sr. Walter Chaim Redlich Sr. Gilberto Vallejo Paredes
Universidad de Guayaquil
Sr. Víctor Pallares Gómez Sr. Miguel Olvera Angenzio
Sr. Francisco de la Calle Sr. Carlos Timm Freire
Sr. Alfonso Gonzales Troncoso Sr. Francisco Urueta Cevallos
Sr. Alberto Nuques Parra Sr. Jorge Zqa Flor
GUATEMALA
Universidad de San Carlos Borrumero (Guatemala)
Sr. Rolando Collado Sr. Alfredo Mc Kenney
Sr. Luis F. Carrascosa F. Sr. Benjamín Torun
Sr. Carlos A. Gonzales Quezada Sr. Guillermo Urrutia Rubio
Sr. Enrique Herman Helmut Srta, Mercedes Vides de Collado
Dr. Juan Hernández Bolaños
HONDURAS
Universidad Nacional (Tegucigalpa)
Sr. René Medina Nolasco Sr. Arturo Ferguson L.
Sr. Roberto Rivera Reyes
MÉXICO
Universidad Nacional de Mérida (Yucatán)
Sr. Augusto Quijano L.
URUGUAY
Universidad de Montevideo
Sr. Hugo Dibarboure I. Sr. Tabaré González Vásquez
PERÚ
Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima)
Sr. Melitón Anco Rodríguez Sr. Enrique Núñez
Sr. Rómulo Acurio Sr. Jorge Ortecho
Sr. Angel Achaval Sr. Juan Palacios
Sr. José Alibrandi Sr. Eduardo Pretell
Sr. Manuel Anchante Sr. Norberto Quesada
Sr. Eduardo Caballero Sr. César Reborg
Sr. Hernán Cortéz Sr. Edulfo Romero
Sr. Hugo Chiabra Sr. Emilio Sandoval
Sr. Víctor Galván Sr. Leoncio Susuki
Sr. Walter Griebenow Sr. Herminio Taboada
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 531
Este hermoso cartel se colocó en el salón principal del primer congreso de estudiantes de medicina
532 Gustavo Delgado Matallana
La Inauguración
La sesión solemne de instalación de este Congreso se realizó en el Aula Mag-
na de la Facultad de Medicina. Asistieron el doctor Jorge Haaker Fort, Ministro de
Salud Pública, en representación del Presidente de la República, autoridades univer-
sitarias, representantes diplomáticos, delegaciones estudiantiles extranjeras, y estu-
diantes universitarios en general.
De acuerdo con el programa usó de la palabra el señor Jorge Villena, Presi-
dente del Centro de Estudiantes de Medicina y dijo entre otras cosas: “los estudian-
tes de medicina de América, hagamos el solemne voto, de en adelante procurar
robustecer la causa de una América, más libre, más justa y más humana”.
Seguidamente habló el estudiante uruguayo, Hugo Dibarbouro, en representa-
ción de las delegaciones extranjeras, quien entre otras cosas dijo que era “indispen-
sable la autonomía universitaria, libre de la influencia nefasta de la política estatal”.
Y, que las universidades de América deben de ser accesibles a todas las clases
sociales.
El Decano de la Facultad de Medicina, doctor Alberto Hurtado, en su discurso
dijo: “Los profesores de la Facultad de Medicina, por mi intermedio se complacen
en presentar a los miembros del Primer Congreso Americano de Estudiantes de
Medicina y en especial a los delegados de los países hermanos, su más cordial y
fraterno saludo”.
Finalmente, el doctor Haaker Fort, Ministro de Salud Pública, en representa-
ción del Presidente de la República, declaró inaugurado el Congreso, y después de
referirse al sacrificio de Carrión, mártir de la medicina nacional, agregó: “Carrión ya
no pertenece al Perú, pertenece a América”(119).
534 Gustavo Delgado Matallana
24 DE AGOSTO DE 1957
ENTRAN EN SERVICIO LOS HOSPITALES OBREROS DE CERRO DE
PASCO Y HUARIACA
Decreto Supremo
El Presidente de la República,
CONSIDERANDO:
Que del oficio adjunto elevado por la Caja Nacional de Seguro Social aparece
que se han concluido las construcciones y equipamiento de los hospitales Obreros
de Cerro de Pasco y Huariaca, destinados a la asistencia de los trabajadores de
esas zonas; y
Que en armonía con la segunda parte del artículo 20° de la Ley N° 8509,
corresponde al Poder Ejecutivo determinar la fecha de cobranza de las cuotas del
Seguro Obrero obligatorio:
DECRETA:
Artículo 1°.- Declárase expeditos para su funcionamiento los servicios médi-
cos organizados por la Caja Nacional de Seguro Social para los asegurados de las
provincias Daniel A. Carrión y Pasco, en el Departamento de Pasco.
Artículo 2°.- Señálase el día 30 de diciembre de 1957 para la iniciación de la
cobranza en las provincias citadas de las cuotas previstas por el artículo 1° del
Decreto Ley N° 11321; y el 6 de enero de 1958 para el otorgamiento de las presta-
ciones asistenciales.
Artículo 3°.- Durante el período comprendido entre la fecha de expedición de
este Decreto y la señalada para la iniciación de la cobranza, procederá la Caja
Nacional de Seguro Social a la entrega en los centros de trabajo de las libretas de
cotizaciones, previa inscripción de sus titulares.
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los veinticuatro días del mes de
agosto de mil novecientos cincuentisiete.
MANUEL PRADO
Jorge Haaker Fort
27 DE AGOSTO DE 1957
SE OTORGA COMO HOMENAJE PÓSTUMO LA CONDECORACIÓN
DE LA ORDEN HIPÓLITO UNANUE A DANIEL A. CARRIÓN
Resolución Suprema
Lima, 27 de agosto de 1957.
De conformidad con la autorización concedida por el Consejo de la Orden
Hipólito Unanue en su sesión de 17 de julio de 1956; y,
536 Gustavo Delgado Matallana
CONSIDERANDO:
Que el 13 de agosto del presente año se ha conmemorado el Primer Centena-
rio del Nacimiento de Daniel Alcides Carrión, cuyo heroico sacrificio fue resultante
de su consagración a la ciencia y a la investigación, y constituye permanente estí-
mulo para el estudio de los problemas de patología nacional;
Que es deber del Estado honrar la memoria y exaltar el nombre de las grandes
figuras que, como Daniel Alcides Carrión, han dado renombre a la nacionalidad;
SE RESUELVE:
Otorgar la condecoración de la Orden de “Hipólito Unanue” en el grado de
Gran Cruz, a Daniel Alcides Carrión, debiendo colocarse la insignia en la tumba del
Mártir de la Medicina Nacional y entregarse el diploma y banda a la Facultad de
Medicina, para incorporarse al Museo Carrión.
Regístrese, comuníquese, publíquese y extiéndase el correspondiente diploma.
Rúbrica del señor Presidente de la República.
HAAKER FORT.
A DANIEL CARRIÓN
(En el primer centenario de su nacimiento)
De su salvación un mensaje
por todo el mundo esparció,
derrotando a la Verruga
cual paciente redentor.
5 DE DICIEMBRE DE 1957
SE AUMENTA EL CONSEJO DE LA ORDEN “DANIEL A. CARRIÓN”
Decreto Supremo Nº 79-“DGS”
(de 5 de diciembre de 1957)
EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
Considerando:
Que por la índole de las funciones que corresponde al Director General del
Fondo Nacional de Salud y Bienestar Social, es conveniente integrar el Consejo de
la Orden “Daniel A. Carrión” con el citado funcionario;
DECRETA:
Artículo único.- Intégrase el Consejo de la Orden “Daniel A. Carrión”, creada
por Decreto Supremo de 20 de julio último, con el Director General del Fondo Na-
cional de Salud y Bienestar Social.
MANUEL PRADO
Sánchez Moreno.
NOTA: Véase en la página 219 el Decreto Supremo Nº 8-DGS, creando la
Orden.
544 Gustavo Delgado Matallana
De su Inmolación 1885-1985
La evocación del martirologio de Carrión tuvo significativas manifestaciones
de reconocimiento, dentro y fuera del país.
DE INSTITUCIONES NACIONALES
28 DE SETIEMBRE DE 1983
- Por Ley Nº 23675 de 5 de Octubre de 1983, se declara a año 1985 “AÑO
DEL CENTENARIO DEL SACRIFICIO DE DANIEL A. CARRIÓN”.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 545
19 DE FEBRERO DE 1985
- RM. 0037-85-SA/DVM
546 Gustavo Delgado Matallana
INSTITUCIÓN ORGANIZADORA
Asociación Médica Peruana “Daniel A. Carrión” de Cerro de Pasco
Comité Organizador
Dr. Alfonso Mayta Ortega Presidente
Dr. Nelson Vidal La Torre Vicepresidente
Dr. Moises Vásquez Loayza Vicepresidente
Dr. Roberto Chávez Minaya Secretario General
Dr. Emilio Marticorena Pimentel Secretario Acción Científica
Dr. Fernando Acosta Raez Secretario de Publicaciones
Dr. Oscar Colareta Yupanqui Tesorero
Delegaciones asistentes:
Cerro de Pasco
La Oroya
Puno
Instituto de Biología Andina- UNMSM
Instituto de Investigaciones de Altura - UPCH
Médicos de todo el país
Temario:
1.- Parámetro de normalidad en los pobladores de altura
2.- Envejecimiento en la altura
3.- Malformación congénita en las alturas
Lugar:
Ciudad de Cerro de Pasco
Fecha:
3 al 5 de octubre de 1985
5 DE JUNIO DE 1985
- Por Ley Nº 24188 de 5 de Junio de 1985 se ordena que el Ramo de Loterías
de Lima y Callao realice un sorteo en el año 1985 que se denominará “AÑO DEL
CENTENARIO DEL SACRIFICIO DE DANIEL ALCIDES CARRIÓN”.
Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana 547
24 DE ENERO DE 1985
Se incorporó a Daniel A. Carrión como MIEMBRO ILUSTRE en el Instituto
de Medicina Tropical de Bonn (RFA); y en el Instituto de Medicina Tropical de la
Universidad de Dusseldorf (RFA).
En ambas instituciones se develó bustos en bronce de Carrión.
5 DE OCTUBRE DE 1985
La Universidad de Bonn (RFA) conmemoró el centenario de la inmolación de
Daniel A. Carrión.
5 DE OCTUBRE DE 1985
Se develó bustos de Daniel A. Carrión en:
Facultad de Medicina de Bonn (RFA)
Parque de Retiro de Madrid (España)
Facultad de Medicina de París (Francia)
Hospital de Caridad Sala Roberto Koch. Berlín Oriental (RDA).
548 Gustavo Delgado Matallana
30 DE NOVIEMBRE DE 1985
El Instituto de Medicina Tropical de Amberes (Bélgica) devela un busto de
Daniel A. Carrión en el Auditorio Principal dentro del Programa Organizado por la
Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores con la
colaboración del Servicio Exterior del Perú.
DICIEMBRE 1985
La Real Academia de Medicina de Madrid (España) rememoró la hazaña
humanitaria de Daniel Alcides Carrión.
En la Organización Panamericana de la Salud en, Washingon D.C. (USA), la
efigie de Daniel A. Carrión luce en uno de sus principales recintos.
EPÍLOGO
Predecesores de Daniel A. Carrión en el Estudio de la Verruga Peruana
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