Lo Indiferente
Lo Indiferente
Lo Indiferente
¿Por qué artimaña de la razón psicoanalítica esta «verga», tan caprichosa como
el inconsciente e imprevisible como el proceso primario, ha podido convertirse en «el
eje del proceso simbólico que consolida, en ambos sexos, la puesta en duda del sexo por
el complejo de castración» (Lacan)? Sólo lo imaginario nos ofrece la respuesta, en la
prisa por instituir en la teoría y la dialéctica analíticas lo que, en primer lugar, es una
teoría sexual infantil. Llamemos al niño, o más bien a lo infantil, «pequeño Hans» o
Ramsés: erguido en su carroza, el falo oficiante desfila con gran pompa por las calles de
Alejandría en homenaje al dios viviente. La primacía del falo es una teoría sexual
infantil, infantil o faraónica: son palabras sinónimas. Ello nos exime de tener que
interrogarnos sobre su verdad, como ocurre con cualquier fantasma. Pero, por lo mismo,
ello descalifica las pretensiones del psicoanalista, convertido en tribunal, de venir a
decirnos la verdad sobre el amor y la familia, en el nombre del Padre o de la castración
hecha Ley. Debería recordarse que la crítica del famliarismo psicoanalítico, a la que
Deleuze (y Guattari) se entregaba no sin argumentos en El antiedipo, era inseparable de
la influencia entonces ejercida por el estructuralismo, y del buen orden que intentaba
instaurar en la problemática edípica.
Notas
*«L’indifférent», en Les sexes indifférents, PUF, 2005, p.11-17. Traducción: Deborah Golergant [La
traducción de este texto ha sido revisada en diciembre de 2013].