Monólogos
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Ver mundo
1 MAYO, 2019
Ana: Me dijo -¿no te lo conté nunca?-, me dijo: Eres muy guapa, eres encantadora, lo
pasamos muy bien en la cama pero… no te lo tomes a mal pero… Dijo: No te quiero
mentir: Lo que pasa es que no quiero atarme, quiero ir más allá, quiero conocer
mundo –¡“mundo”!-, quiero estar con otras (está alucinando sólo de recordarlo). Eso
me dijo. Cuando decía “guapa”, “encantadora”, el tío quería decir “estás buena”, “me
pones”, pero, por lo visto: no lo suficiente. Muy bien. Pues, nada, ahí me quedé. Lo
bueno del caso -el karma-: que la primera que se le cruzó -la primera-,¡pam!, al altar:
casado, dos hijos. Toma ya. La primera. Me lo contó el sábado. ¿Cómo fue? Pues nada,
de la manera más tonta. Estaba yo por ahí comprando, en el centro comercial, el
sábado, y, oye, ¿a quién me encuentro? Al explorador. No lo conocí, te lo juro. Está
más… Está menos… Yo salía de una tienda y él estaba sentado en los bancos esos que
ponen para aparcar a los maridos. Tenía todo de bolsas, y una cara de aburrimiento…
Pues eso que me ve y se le ilumina la cara, y me dice: “¡Hola Ana, qué tal!”, besos, “¡Qué
tal! ¡Qué bien te veo!”. El tío iba mirando hacia la tienda, así de reojo -tenía a la mujer
dentro, comprando-. Y nada, hablamos un poco y eso, y va y se me acerca y me dice:
“Qué tal si nos vemos una tarde, tomamos una cerveza, y me cuentas con más calma, si
quieres vamos a tu piso y…” Y le digo: Y vemos mundo”. Y dice: “¡¡Sí!!” “Mira Javi”, le
dije. “Yo ahora podría decirte que eres guapo, que eres encantador, que lo pasábamos
muy bien en la cama y que, venga, que sí, que lo pasaremos de puta madre en mi casa
viendo mundo un rato”… pero es que… No puedo. No puedo porque las tardes las paso
con un tío cojonudo que conocí hace dos meses en Tinder. No es mi novio, es solo un
tío. Y no puedo porque no te quiero mentir. Te veo gordo, te veo viejo y, la verdad,
nunca lo pasamos bien en la cama. Al menos yo. (Sonrisa de fin de conversación) (Ana
se percata de algo) Te llaman. ¿Es tu mujer?
Indicaciones:
Este monólogo emplea un habla muy coloquial. Ésa es su fuerza. Por eso debe verse así:
coloquial. Está especialmente indicado para actrices que quieran mostrar una forma de
actuar natural, fresca, actual.
Se trata sin duda de una venganza. De la narración de una venganza. Ana disfruta
contándole a su amiga el episodio. Y lo saborea. Es posible que hasta lo esté adornando
un poco.
Variaciones:
Dos variaciones sutiles. La primera: Que no sea verdad que Ana está con un tío de Tinder.
Ana puede estar sola, pero no quiere -en absoluto- quedar con el imbécil que la dejó
tirada y no quiere que este imbécil piense que está sola desde entonces. Esta variación no
supone un gran cambio pero añade un matiz. La segunda: Que Ana no vea a Javi gordo y
viejo, sino todo lo contrario. Pero le suelta eso por orgullo. Este matiz quizá es más
marcado que el de la anterior variación. Si se quiere, incluso, se pueden sumar las dos
variaciones. Entonces el monólogo puede ganar en registros. Pero solo si es necesario. Si
se necesita una actuación natural, espontánea, sin más, basta con la primera lectura.
Primeras impresiones
15 ABRIL, 2019ADMIN
11 Votos
Leticia: ¿Ricardo? Uh, Ricardo… Claro que sé quién es. Lo conocí en Playamar -no
he vuelto a ir a Playamar, por cierto, y mira que me dio fuerte con Playamar al
principio; la primera vez que fui, me encantó: las playas de arena fina, el agua
cristalina, los bares… me enamoró, ¿verdad que es bonito Playamar?; luego seguí
yendo y, tal como iba, ya, mmm (ya no le gusta tanto)… un día, me atracaron
cuando paseaba por la calle, en Playamar, y no he vuelto a ir nunca más-. ¿Ricardo,
me decías? Pues claro que sé quién es Ricardo. Qué casualidad. Ricardo. Acabó
mal, ¿no? Mira, te voy a decir algo. Cuando lo vi por primera vez, me enamoró -así
como te lo digo-, me enamoró. Qué carácter, qué personalidad. Es de esas
personas que desprenden carisma, que podrían arrastrarte hasta el fin del mundo.
Cuando lo vi por segunda vez, ya se me pasó bastante. Cuando le vi por tercera vez
pensé: “Pues vaya un tío más imbécil”, ¿verdad? En fin… La gente es imprevisible, la
vida es imprevisible. Ahora no sé si estoy hablando demasiado. Es que, ¿sabes qué
pasa?: Inspiras confianza. Sí. Eres de esas personas que en el primer minuto parece
un viejo amigo, ¿sabes? Tienes un carácter, una personalidad… (le encanta) ¿no te lo
habían dicho nunca? (Mira a su alrededor) Y este bar también me ha encantado, no
lo conocía pero, me encanta, me veo trabajando aquí muchos
años. (Termina) Bueno, pues nada. Si estás interesado en mí, soy una buena
camarera, (señalando el currículum), ahí tienes mi teléfono (sonríe)…
Indicaciones:
Leticia es muy habladora. Demasiado. Está en una entrevista de trabajo -más o menos
informal- para ver si se puede incorporar como camarera en un bar de copas.
Este monólogo puede ser útil si se quiere mostrar expresividad. Permite una actuación
con mucha gestualidad, mucha energía. Leticia habla muy deprisa.
No me enfadaré
23 FEBRERO, 2019ADMIN
10 Votos
20 Votos
Elena: ¿Cómo? ¿Qué yo soy la “Dama de Negro”? ¿Que la mujer que lleva más de diez
asesinatos a sus espaldas en esta ciudad… soy yo? (piensa) ¿Cómo se te ha podido
ocurrir? No, no, no, espera, déjame hablar. Lo sé. Supongo que habrás reunido pruebas
-eso son pruebas ¿no?- o indicios, o sospechas que te dicen que la Dama de Negro soy
yo, vale, sí. Mi pregunta es: ¿Cómo se te ocurre decírmelo aquí -¡aquí!- si sabes que la
Dama de Negro mata a sus víctimas cuando está a solas con ellas? (silencio) ¿Te parece
buena idea venir hasta aquí a decírmelo? ¿Hasta aquí? (grita, abriendo los
brazos) ¡Hola! ¡Mi compañero dice que yo soy la Dama de Negro! Negro, Negro,
Egro… (reproduce ella misma el eco, luego mira a su compañero) Ni cobertura de móvil
hay. No me lo puedo creer. Has sido tan vanidoso que has corrido a decírmelo nada
descubrirlo. Te morías por demostrarme que tienes mejor instinto investigador que
yo. Nunca has soportado que una mujer brille más que tú en el Departamento. Pues,
¿sabes? -voy a pensar en voz alta-… (mira a su alrededor, no hay nadie a kilómetros de
distancia) Yo… Creo que seguimos persiguiendo pistas falsas, creo que esa asesina es
asquerosamente lista, que disfruta matando y riéndose de tipos como tú; y creo… que
no soy yo. Eso creo. Y creo que te conviene que yo siga teniendo mejor instinto
investigador que tú… ¿Verdad? (el hombre no contesta) (Se vuelve al infinito y grita
haciendo eco) ¡Verdad! ¡Verdad! ¡Erdad!…
Indicaciones:
Elena y su compañero son policías. Llevan tiempo siguiendo la pista de una asesina
misteriosa que no para de matar. Unos indicios de última hora -y una sospecha que viene
de antiguo- acaban de confirmarle al compañero de Elena que ésta, Elena, muy
probablemente es la asesina. En lugar de comunicar este hallazgo al departamento. El
compañero ha ido a decírselo a Elena, a la cara. No ha podido resistir el impulso. Ha
actuado por vanidad. Llevaba demasiado tiempo soportando cómo todo el mundo
pregonaba que Elena era mejor investigadora que él.
Monólogo de cine negro. De serie de TV negra. La actriz debe exprimir esos silencios, esas
miradas, esas salidas de tono en las que grita al infinito. Ha callado a su compañero. Ella
manda. Controla el instante. A medida que habla, siembra el miedo en su compañero -
porque veladamente le está amenazando con matarle-. Y disfruta con ello. Elena no es la
asesina. Pretende solamente que su compañero pase un mal rato, como reprimenda por
su equivocación (equivocación doble: creer que ella es la asesina y venir a decírselo).
Exprime, no obstante la duda que se genera en su compañero: ¿va a matarle? Esta duda
también la tiene el espectador del monólogo.
Variaciones:
¿Y si Elena sí es la asesina? En tal caso, Elena parece ofrecer un trato a su compañero: si
callas lo que has descubierto, no te mato. El discurso no cambia pero el fondo puede
variar un poco. Podría ser tan mala que, a pesar de abrir una puerta a la esperanza al
compañero, Elena ha decidido matarle igualmente, y sólo se está recreando. Sea como
fuere, se trata de in monólogo intenso que requiere una interpretación con carga.
CASTING ACTRIZ
CASTING, CASTING ACTRIZ
Ver mundo
1 MAYO, 2019
5 Votos
Ana: Me dijo -¿no te lo conté nunca?-, me dijo: Eres muy guapa, eres encantadora, lo
pasamos muy bien en la cama pero… no te lo tomes a mal pero… Dijo: No te quiero
mentir: Lo que pasa es que no quiero atarme, quiero ir más allá, quiero conocer
mundo –¡“mundo”!-, quiero estar con otras (está alucinando sólo de recordarlo). Eso
me dijo. Cuando decía “guapa”, “encantadora”, el tío quería decir “estás buena”, “me
pones”, pero, por lo visto: no lo suficiente. Muy bien. Pues, nada, ahí me quedé. Lo
bueno del caso -el karma-: que la primera que se le cruzó -la primera-,¡pam!, al altar:
casado, dos hijos. Toma ya. La primera. Me lo contó el sábado. ¿Cómo fue? Pues nada,
de la manera más tonta. Estaba yo por ahí comprando, en el centro comercial, el
sábado, y, oye, ¿a quién me encuentro? Al explorador. No lo conocí, te lo juro. Está
más… Está menos… Yo salía de una tienda y él estaba sentado en los bancos esos que
ponen para aparcar a los maridos. Tenía todo de bolsas, y una cara de aburrimiento…
Pues eso que me ve y se le ilumina la cara, y me dice: “¡Hola Ana, qué tal!”, besos, “¡Qué
tal! ¡Qué bien te veo!”. El tío iba mirando hacia la tienda, así de reojo -tenía a la mujer
dentro, comprando-. Y nada, hablamos un poco y eso, y va y se me acerca y me dice:
“Qué tal si nos vemos una tarde, tomamos una cerveza, y me cuentas con más calma, si
quieres vamos a tu piso y…” Y le digo: Y vemos mundo”. Y dice: “¡¡Sí!!” “Mira Javi”, le
dije. “Yo ahora podría decirte que eres guapo, que eres encantador, que lo pasábamos
muy bien en la cama y que, venga, que sí, que lo pasaremos de puta madre en mi casa
viendo mundo un rato”… pero es que… No puedo. No puedo porque las tardes las paso
con un tío cojonudo que conocí hace dos meses en Tinder. No es mi novio, es solo un
tío. Y no puedo porque no te quiero mentir. Te veo gordo, te veo viejo y, la verdad,
nunca lo pasamos bien en la cama. Al menos yo. (Sonrisa de fin de conversación) (Ana
se percata de algo) Te llaman. ¿Es tu mujer?
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CASTING, CASTING ACTRIZ
Primeras impresiones
15 ABRIL, 2019
11 Votos
Leticia: ¿Ricardo? Uh, Ricardo… Claro que sé quién es. Lo conocí en Playamar -no he
vuelto a ir a Playamar, por cierto, y mira que me dio fuerte con Playamar al principio;
la primera vez que fui, me encantó: las playas de arena fina, el agua cristalina, los
bares… me enamoró, ¿verdad que es bonito Playamar?; luego seguí yendo y, tal como
iba, ya, mmm (ya no le gusta tanto)… un día, me atracaron cuando paseaba por la calle,
en Playamar, y no he vuelto a ir nunca más-. ¿Ricardo, me decías? Pues claro que sé
quién es Ricardo. Qué casualidad. Ricardo. Acabó mal, ¿no? Mira, te voy a decir algo.
Cuando lo vi por primera vez, me enamoró -así como te lo digo-, me enamoró. Qué
carácter, qué personalidad. Es de esas personas que desprenden carisma, que podrían
arrastrarte hasta el fin del mundo. Cuando lo vi por segunda vez, ya se me pasó
bastante. Cuando le vi por tercera vez pensé: “Pues vaya un tío más imbécil”, ¿verdad?
En fin… La gente es imprevisible, la vida es imprevisible. Ahora no sé si estoy
hablando demasiado. Es que, ¿sabes qué pasa?: Inspiras confianza. Sí. Eres de esas
personas que en el primer minuto parece un viejo amigo, ¿sabes? Tienes un carácter,
una personalidad… (le encanta) ¿no te lo habían dicho nunca? (Mira a su alrededor) Y
este bar también me ha encantado, no lo conocía pero, me encanta, me veo trabajando
aquí muchos años. (Termina) Bueno, pues nada. Si estás interesado en mí, soy una
buena camarera, (señalando el currículum), ahí tienes mi teléfono (sonríe)…
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CASTING, CASTING ACTRIZ
No me enfadaré
23 FEBRERO, 2019
10 Votos
La Dama de Negro
Elena: ¿Cómo? ¿Qué yo soy la “Dama de Negro”? ¿Que la mujer que lleva más de diez
asesinatos a sus espaldas en esta ciudad… soy yo? (piensa) ¿Cómo se te ha podido
ocurrir? No, no, no, espera, déjame hablar. Lo sé. Supongo que habrás reunido pruebas
-eso son pruebas ¿no?- o indicios, o sospechas que te dicen que la Dama de Negro soy
yo, vale, sí. Mi pregunta es: ¿Cómo se te ocurre decírmelo aquí -¡aquí!- si sabes que la
Dama de Negro mata a sus víctimas cuando está a solas con ellas? (silencio) ¿Te parece
buena idea venir hasta aquí a decírmelo? ¿Hasta aquí? (grita, abriendo los
brazos) ¡Hola! ¡Mi compañero dice que yo soy la Dama de Negro! Negro, Negro,
Egro… (reproduce ella misma el eco, luego mira a su compañero) Ni cobertura de móvil
hay. No me lo puedo creer. Has sido tan vanidoso que has corrido a decírmelo nada
descubrirlo. Te morías por demostrarme que tienes mejor instinto investigador que
yo. Nunca has soportado que una mujer brille más que tú en el Departamento. Pues,
¿sabes? -voy a pensar en voz alta-… (mira a su alrededor, no hay nadie a kilómetros de
distancia) Yo… Creo que seguimos persiguiendo pistas falsas, creo que esa asesina es
asquerosamente lista, que disfruta matando y riéndose de tipos como tú; y creo… que
no soy yo. Eso creo. Y creo que te conviene que yo siga teniendo mejor instinto
investigador que tú… ¿Verdad? (el hombre no contesta) (Se vuelve al infinito y grita
haciendo eco) ¡Verdad! ¡Verdad! ¡Erdad!…
Indicaciones:
Elena y su compañero son policías. Llevan tiempo siguiendo la pista de una asesina
misteriosa que no para de matar. Unos indicios de última hora -y una sospecha que viene
de antiguo- acaban de confirmarle al compañero de Elena que ésta, Elena, muy
probablemente es la asesina. En lugar de comunicar este hallazgo al departamento. El
compañero ha ido a decírselo a Elena, a la cara. No ha podido resistir el impulso. Ha
actuado por vanidad. Llevaba demasiado tiempo soportando cómo todo el mundo
pregonaba que Elena era mejor investigadora que él.
Monólogo de cine negro. De serie de TV negra. La actriz debe exprimir esos silencios, esas
miradas, esas salidas de tono en las que grita al infinito. Ha callado a su compañero. Ella
manda. Controla el instante. A medida que habla, siembra el miedo en su compañero -
porque veladamente le está amenazando con matarle-. Y disfruta con ello. Elena no es la
asesina. Pretende solamente que su compañero pase un mal rato, como reprimenda por
su equivocación (equivocación doble: creer que ella es la asesina y venir a decírselo).
Exprime, no obstante la duda que se genera en su compañero: ¿va a matarle? Esta duda
también la tiene el espectador del monólogo.
Variaciones:
¿Y si Elena sí es la asesina? En tal caso, Elena parece ofrecer un trato a su compañero: si
callas lo que has descubierto, no te mato. El discurso no cambia pero el fondo puede
variar un poco. Podría ser tan mala que, a pesar de abrir una puerta a la esperanza al
compañero, Elena ha decidido matarle igualmente, y sólo se está recreando. Sea como
fuere, se trata de in monólogo intenso que requiere una interpretación con carga.
Me vale cualquiera
Carmen: Mira, te voy a contar algo -te puedo tutear, ¿no?-. Yo siempre he querido ser
actriz. Actriz de cine, de teatro, de lo que sea. Actriz. Y creo que se me da bien, que soy
buena. Hace… hará cosa de diez años fui a una audición, a un casting. (Explica) Hice mi
prueba. Y me fui. Al día siguiente me llama el director de la película. Y yo voy. Y me
dice que le he gustado, que cree que soy buena, que encajaría perfectamente en su
película. Pero también me dice que hay unas cincuenta chicas tan buenas como yo que
también encajarían en su película. Y me dice -así directamente- me dice que si me
acuesto con él -allí mismo, en ese momento-, me da el papel a mí. Si hubiera aceptado,
ahora no estaría aquí. Esa película me habría lanzado, estoy segura. Pero le dije que
no. No quise acostarme con él. No creas que te estoy soltando un discurso feminista,
reivindicativo, bla bla bla. No. Respeto a ese hombre. Él me propuso algo a cambio de
algo. Elegí libremente. No estaba interesada en lo que me proponía. Me fui por donde
había llegado. No voy a criticarle. La película era suya. Después de eso, fui ascendiendo
en la empresa donde trabajaba y surgió la ocasión de fundar una nueva empresa,
propia. No fue algo fácil. Ni seguro. Arriesgué todo mi dinero. Y aquella pequeña
empresa de material de oficina se convirtió en esto que ves hoy. ¿Cómo me has dicho
que te llamas? ¿Manuel? Manuel. Tengo a cincuenta candidatos para ese puesto de
mozo de almacén. Me vale cualquiera. ¿Estás dispuesto a hacer algo para diferenciarte
del resto, Manuel? Libremente.
Indicaciones:
Lo primero que quiere saber el oyente/espectador de un monólogo cuando empieza a
escuchar/ver un monólogo es la identidad del personaje que habla. ¿Quién está
hablando? Luego querrá saber las circunstancias que rodean a ese personaje. ¿Con quién
está hablando? ¿De qué habla? ¿En qué situación se encuentra? ¿Con qué motivo habla?,
etc. (1) Inicialmente, ese “Yo siempre he querido actriz” de este monólogo sugiere que
Carmen es una actriz que está a punto de hacer un casting. A medida que habla, vemos
que no. (2) Que no está a punto de hacer un casting. Carmen es una actriz que le está
contando a alguien una experiencia que tuvo en un casting. La clase de experiencia que
hoy en día mucha gente calificaría como humillación, abuso, o incluso como agresión
sexista. (3) Pero resulta que Carmen considera que aquello que le pasó en el casting no
fue una agresión sexista, ni un abuso, ni siquiera una refinada forma de humillación. Fue
una oferta que ella rechazó. (4) Carmen no es una actriz, es una empresaria. Y en este
preciso instante está hablando con un candidato a ocupar un puesto de trabajo en su
empresa y ella, haciendo uso de una coherencia admirable, (5) le hace una oferta
parecida a la que en su día le hizo el director de cine.
El monólogo no juzga. Su gracia está en jugar con la suposición equivocada del
espectador que, por 4 veces, probablemente entenderá la escena de manera equivocada
(las fases del monólogo están enumeradas entre paréntesis en el párrafo anterior). Para
terminar con una sorpresa (5). Independientemente de lo que cada cuál piense sobre el
asunto, hay que ver a Carmen como una persona extraordinariamente coherente. Y
segura de sí misma. ¿Qué quiere Carmen? Con este discurso quiere empatizar con el
chico que tiene delante. Y quiere sexo, sí. Quiere que el chico acceda a tener sexo
libremente.
Supón
22 ABRIL, 2017
39 Votos
Begoña: Me has dicho que no te vas a enfadar. Vale. A ver cómo te lo cuento… (piensa
un poco) A ver… (da con una idea) Vale. Supón que estoy en la calle intentando parar
un taxi y no hay manera, y ya es tarde, y ya no quedan autobuses -no sé cómo narices
voy a volver a casa-. Y supón que, cuando estoy a punto de cortarme las venas, pasa
Eduardo con el coche y me ve. Me pita. Y me dice: “Ey, Begoña, sube, que te llevo a
casa”. Supón que se me ha estropeado la cafetera. Y cuando estamos llegando a mi
casa, se lo explico en plan drama -porque es un drama-. Y le digo: “Me dijo Susana que
el otro día arreglaste una de estas, ¿verdad?”. Y le convenzo para que suba y le eche un
vistazo. Supón que se pone a manipular la cafetera y, cuando está abriendo el
compartimento del nosequé, a mí se me vuelca el recipiente del agua que tenía que
estar sujetando pero que se me resbala – suerte que no estaba caliente, el agua-. Y
supón que claro, se le moja la camisa y yo le digo que se la quite, que se la seco -y yo
también me tengo que quitar la mía porque también se me ha mojado-. Y le paso un
poco una toallita por el pecho para secarlo. Y también me la paso yo porque yo
también me lo he mojado. Supón que, no sé cómo, empieza a hacer mucho calor y mi
sujetador vuela, y sus pantalones vuelan y acabamos allí, en el suelo de la cocina…
bueno. (Se da cuenta de que su amiga se está enfadando mucho). No, no, me has dicho
que no te ibas a enfadar. Joder Susana, no. (Susana está enfada) No quiero que te
enfades. A ver… Vuelvo a empezar. Supón que Eduardo no es tu marido, que estoy en
la calle intentando parar un taxi…
Indicaciones:
Lo primero que quiere saber el oyente/espectador de un monólogo cuando empieza a
escuchar/ver un monólogo es la identidad del personaje que habla. ¿Quién está
hablando? Luego querrá saber las circunstancias que rodean a ese personaje. ¿Con quién
está hablando? ¿De qué habla? ¿En qué situación se encuentra? ¿Con qué motivo habla?,
etc. (1) Inicialmente, ese “Yo siempre he querido actriz” de este monólogo sugiere que
Carmen es una actriz que está a punto de hacer un casting. A medida que habla, vemos
que no. (2) Que no está a punto de hacer un casting. Carmen es una actriz que le está
contando a alguien una experiencia que tuvo en un casting. La clase de experiencia que
hoy en día mucha gente calificaría como humillación, abuso, o incluso como agresión
sexista. (3) Pero resulta que Carmen considera que aquello que le pasó en el casting no
fue una agresión sexista, ni un abuso, ni siquiera una refinada forma de humillación. Fue
una oferta que ella rechazó. (4) Carmen no es una actriz, es una empresaria. Y en este
preciso instante está hablando con un candidato a ocupar un puesto de trabajo en su
empresa y ella, haciendo uso de una coherencia admirable, (5) le hace una oferta
parecida a la que en su día le hizo el director de cine.
El monólogo no juzga. Su gracia está en jugar con la suposición equivocada del
espectador que, por 4 veces, probablemente entenderá la escena de manera equivocada
(las fases del monólogo están enumeradas entre paréntesis en el párrafo anterior). Para
terminar con una sorpresa (5). Independientemente de lo que cada cuál piense sobre el
asunto, hay que ver a Carmen como una persona extraordinariamente coherente. Y
segura de sí misma. ¿Qué quiere Carmen? Con este discurso quiere empatizar con el
chico que tiene delante. Y quiere sexo, sí. Quiere que el chico acceda a tener sexo
libremente.
38 Votos
Indicaciones:
Samantha dejó el trabajo porque acabó harta de Teresa. La sustituta de Samantha va a
descubrir ahora en qué clase sitio se ha metido.
Teresa realmente es una harpía, pero aún no lo sabe. El interés de este monólogo está
ahí: en mostrar una Teresa disparatadamente tóxica pero, al mismo tiempo, tan ingenua
como para no darse cuenta de que la gente no la soporta.
Yo quiero uno como ella
4 SEPTIEMBRE, 2015
22 Votos
Indicaciones:
El interés de este monólogo está en que: aparenta ser un monólogo de desencuentro
cuando, en realidad, es todo lo contrario: es un monólogo de complicidad.
A simple vista puede parecer que Luz va a expresar –está expresando- un reproche a su
exmarido. Y, si nos ceñimos a la letra del monólogo, encaja con eso: éste podría ser
perfectamente el discurso de una exmujer, dolida, que no acepta que su marido la haya
cambiado por una jovencita de diecinueve años. Y, en tal caso, Luz se expresaría con
vehemencia, y hablaría atropelladamente, atacando, con un enfado que iría en aumento
a medida que los motivos de reproche se le fueran agolpando en la cabeza.
Pero no es esto lo que ocurre en este monólogo. En este caso, Luz lleva bien su condición
de divorciada, y no tiene nada que reprochar a su exmarido, que siempre se portó bien
con ella. Lo que pasa en esta escena es que, al ver a su exmarido besándose con una chica
jovencita, se le ha disparado la imaginación y se ha visto a ella misma con un chico
de diecinueve años en actitud igualmente amorosa y desinhibida y, a medida que está
hablando, se le está haciendo más vívida esta imagen y le va pareciendo cada vez mejor
idea. Hasta que no puede evitar decirle a su exmarido: “Jodido cabrón, ¿dónde la has
encontrado? Yo quiero uno como ella.”
Es por esto que Luz hablará despacio -muy despacio-, sin ningún enojo, ligando frases
con pereza, de forma dispersa: porque está pensando en una cosa cuando trata de
hablar de otra.
Lo interesante del monólogo es que la actriz, cuando lo represente, lo maneje de manera
que, inicialmente parezca que la situación es la típica de desencuentro. Y que vaya
desvelando, poco a poco, que se trata de un discurso de complicidad que se destapa
abiertamente al pronunciar esa última frase de colegas.
La clave para no traicionar el sentido real del monólogo es que: hable muy despacio, con
mucha pausa.
Concursante solidaria
María es la finalista de un concurso de televisión. Después de tres semanas de duras
pruebas (pruebas físicas, de cálculo, de estrategia, de orientación, de habilidad…), en las
que han ido cayendo eliminados, uno tras otro, semana tras semana, todos los rivales de
María, ahora sólo le queda un último competidor. La decisión final corresponde al
jurado. El presentador del programa acaba de pedir a los dos finalistas que le digan al
jurado en qué gastarán el premio si resultan vencedores.
María: (teatral) Bueno, ahí va mi discurso. Me parece muy respetable que mi
contrincante quiera gastarse el super-premio del concurso comprándose todas esas
cosas que ha dicho: coches deportivos, mansiones, super-vacaciones en hoteles de
super-lujo, cruceros, ropa cara y todo eso que has dicho (mirando al lado). Me parece
muy respetable, me encanta. (Al jurado) Porque en realidad, yo quiero hacer lo mismo:
quiero gastar el dinero del super premio del concurso en aquello que me hace feliz. En
mi caso, lo que me hace feliz es ayudar a los más necesitados. Hay mucha gente en esta
ciudad que pasa hambre, aunque no lo crean. Mucha. Hay, auténticos dramas sociales,
aquí mismo, a la vuelta de la esquina. Si ustedes me votan, señores del jurado, y gano
el super-premio, lo que haré con el dinero es donarlo íntegramente a la campaña
“Ayudemos al sector 8”. Con una aportación tan importante, histórica, he calculado
que podrían comer tres mil familias durante dos años enteros, y tendrían cubiertas las
necesidades de agua, electricidad y manutenciones varias, como ropa para los niños,
educación, vacunas, etc. Tanto mi rival como yo hemos hecho un muy buen concurso
y, sin duda, los dos merecemos ganar. Es una pena que no podamos ganar los dos.
Ahora la decisión está en sus manos, señores del jurado. Ustedes deben decidir quién
sale ganando de aquí. Muchas gracias.
Indicaciones:
Lo que hace María es un chantaje emocional. Ciertamente, no tiene nada de malo querer
gastar el dinero de un premio comprando aquello que a uno le apetezca, pero María
sabe que, al apelar a una causa solidaria, de repente, el discurso de su oponente parece
caprichoso e insolidario. Y eso le va a dar la victoria en el concurso. No hay duda. María
se va creciendo a medida que pronuncia el discurso viendo cómo su oponente se encoge
poco a poco.
El monólogo resulta humorístico en la medida en que se haga de forma teatral. Y
resultará auténtico. Hay que tener en cuenta que María, la concursante del programa de
televisión, está “actuando” frente al jurado. Y es una actriz muy teatral. Así pues, la
actriz que interprete este monólogo en un casting, deberá tener en cuenta los dos
niveles: tendrá que representar el papel de un mujer que representa un papel.
Si se le quiere añadir un matiz: podemos dar por hecho que María, en el momento de
pronunciar el discurso, sabe perfectamente que no va a donar el premio a una causa
benéfica. Eso tiñe levemente de cinismo la interpretación.
Debes decidirlo tú
6 JULIO, 2015
17 Votos
Indicaciones:
Contrariamente a lo que dice, Conchita sí quiere decidir. Siempre lo ha hecho. Es una
madre posesiva y controladora. No obstante, articula el discurso de manera que parezca
que deja la decisión en manos de la hija. Pero no es así. Y quiere que
quede suficientemente claro. Sobre todo al final.
Argumenta en varias ocasiones que su hija ya es lo bastante mayor como para tomar
ella misma la decisión (“Tienes cuarenta años”). En realidad le está recordando que, en
todo este tiempo, nunca ha sido capaz de tomar una decisión importante por sí misma
(empezando por la de unirse a un hombre). Ahora no va a ser diferente. Y, en el caso que
se presenta, hay además un flagrante problema de edad: el hombre es demasiado mayor
para que tenga una relación con ella. Y con toda la intención del mundo, Conchita lo
ilustra con un ejemplo tan tramposo como falaz (el ejemplo del bebé), pero que
posiblemente va a resultar muy efectivo.
Lo que quiere Conchita, en definitiva, es que su hija continúe bajo su control. Quiere
borrarle de la cabeza cualquier esperanza de que las cosas cambien. Y todo ello lo hace,
por supuesto, con un tono de bondad, cariño, ternura, complicidad. Como lo haría una
buena madre que piensa en el bienestar de su hija y no en el propio.
Descontractúrenme
ELSA: O sea, que tú le dices que tienes una contractura en la espalda y él te empieza
masajeando la espalda pero a los diez minutos sus dedos se van por los lados y acaba
masajeándote esta parte de aquí donde empieza el pecho, que luego acerca sus labios
a tu nuca y dice que lo hace para aplicar calor, que no deja de repetirte lo guapa que
eres y te acaba proponiendo ir a su casa para hacerte un masaje en una camilla
especial que tiene allí… Chica, yo creo que no hay duda. Y, mira, te diré algo: hace un
tiempo, tú me vienes con esto y te hubiera dicho: “¡Pero qué haces tía, te has vuelto
loca, que estás casada y él también!” Ahora, en cambio te digo: “¡A-de-lan-te!”. No
vayas a pensar que no estoy bien con Jorge. Soy feliz: Jorge me quiere mucho, adoro a
mis dos hijos y todo es maravilloso. Sólo que a veces voy un poco estresada: los niños,
el trabajo, el inglés, el gimnasio, la casa, el baloncesto de los niños, mis padres, mis
suegros… Me gusta mucho mi vida, soy muy feliz, pero esto empezando a tener un
poco de estrés y creo que me está afectando al sueño, a veces tengo como mareos, creo
que se me agarrotan los músculos, que se me hacen como contracturas en la espalda.
Voy a necesitar que me descontracturen…
Indicaciones:
La protagonista de este monólogo, Elsa, es una mujer muy tradicional. Es la clase
de persona que siempre desaprobará una infidelidad de una amiga. Pero algo ha
cambiado. Esta vez su amiga, le ha contado -con mucho tacto- que se está dejando llevar
por las insinuaciones de su fisioterapeuta y Elsa no sólo no se lo ha reprochado sino que
la ha animado a experimentar.
¿Por qué? Porque algo está pasando en el matrimonio de elsa -y en su vida- que la ha
hecho ver la opción de la infidelidad como apetecible. Contrariamente a lo que ha
predicado durante mucho tiempo, el matrimonio de Elsa ya no es maravilloso. De hecho,
lleva un tiempo cuesta abajo, lastrado por la rutina y la falta de atención. Y se lo quiere
confesar a gritos a su amiga. Pero no puede porque siempre fue una ferviente defensora
del matrimonio y la fidelidad. Pero acaba haciéndolo veladamente. O no tan
veladamente.
El monólogo tiene un tono distendido, incluso cómico. A la propia Elsa le interesa
desdramatizar la situación, banalizarla.
La tercera cabina
ADUANERA: Tengo para ti una noticia buena y una mala. La mala es que sé lo que hay
en tu maleta. No te molestes en negarlo, lo he visto por rayos X. Calculo que llevas
cuatro quilos. Si te tomaste la molestia de conocer un poco nuestra legislación antes
de lanzarte a hacer la tontería que has hecho, sabrás que por cuatro kilos te condenan
a 20 años. Veinte largos años en un auténtico infierno. ¿La buena noticia? Lo más
probable es que el pesaje oficial diga que llevabas tres kilos. Uno menos. Así que, en
vez de 20 años, te caerán 15. Quince años en un auténtico infierno.
¿Te parece justo? A mí no me lo parece. Quizá ahora mismo no quieras ni pensar en
ello pero te aseguro que no es justo, no lo es. Gracias a estas “pérdidas”, los
funcionarios de pesaje ganan en un minuto lo que un funcionario honrado de aduanas
no gana en una vida entera trabajando. He visto a muchas chicas como tú encubrirlos.
Por 5 años. 5 miserables años de rebaja. ¿Acaso son pocos, quince años de cárcel? Es
un mal negocio, te lo digo yo. Estoy harta de verlo. Luego os arrepentís todas, pero
para cuando llegan las lágrimas es tarde. Esos corruptos van a ganar en unos minutos
muchísimo más de lo ibas a ganar tú por este transporte, y sin ningún riesgo. Ellos son
parte del negocio, bonita. Y tú eres la tonta necesaria. Lo has arriesgado todo para
nada. Y la rueda sigue girando. Después de ti vendrá otra, y otra, y otra…
No llores, escúchame. La mala noticia es que he descubierto que llevas cuatro kilos en
la maleta, sí. Pero la buena noticia no es que esos cuatro kilos se vayan a quedar en
tres. La buena noticia es que sólo lo he visto yo. Nadie más. Y eso significa que vas a
tener una segunda oportunidad. Quiero poner fin a estas injusticias. La corrupción lo
está pudriendo todo. Escúchame bien, te diré lo que vas a hacer: Te secarás las
lágrimas y saldrás de esta habitación con total normalidad. Esto sólo ha sido un
control rutinario de pasaporte. Tomarás el pasillo de embarques y te detendrás al
llegar a las terminales. Allí, a la izquierda, verás que hay unos baños. Entrarás en el de
mujeres. Dentro verás que hay seis cabinas. Entrarás en la tercera. En la tercera
empezando por la izquierda, no te equivoques. Una vez dentro, abrirás el depósito de
agua y meterás dentro, con cuidado, esos cuatro paquetes. Luego saldrás del baño, irás
a tu mostrador de embarque, tomarás el avión con el resto de pasajeros y no volverás
a pisar este país nunca más. ¿De acuerdo? No llores. Anda, ve. No me lo agradezcas. No
lo hago por ti, ni por mí: Sólo hago lo que es correcto. La tercera cabina, recuerda, la
tercera, no te equivoques.
Indicaciones:
Esta aduanera es tan corrupta como los funcionarios corruptos a los que dice aborrecer,
lo que ocurre es que está empleando un discurso con el que quiere que la víctima la vea
como un ángel salvador. Es por ello que la actriz que interpreta a la aduanera deberá
adoptar un tono extremadamente dulce, conciliador. Pero deberá conseguir también que
se mantenga viva la amenaza que pesa sobre la víctima si no sigue las indicaciones que
ella le está dando. Es un doble juego. Es “el malo” de la película salvando al héroe de la
caída que él mismo está causando, es un secuestrador avivando el “síndrome de
Estocolmo”.
El lenguaje corporal de la actriz tendrá que conciliar todos estos matices a lo largo del
discurso: la rigidez de la autoridad policial, el arrojo del funcionario honrado que se
rebela ante la injusticia, y la calidez y proximidad de la persona desinteresada que
quiere ayudar.
Como en los Puentes
de Madison
Carolina y Mario llevan 4 años viviendo juntos. Las cosas ya no son como antes.
CAROLINA: No te estoy pidiendo que cambiemos de coche; está bien el que tenemos,
vamos, me da igual. En la escena del semáforo… En esa escena -te la explico-,
Francesca va con su marido en coche y llegan a un cruce. El semáforo está rojo.
LLueve. No hablan, sólo se oye el tic tac del intermitente, el batir de los limpia
parabrisas. El semáforo cambia a verde. Los coche de delante no arrancan -el coche de
delante no arranca-. El marido se queja: “Pero, ¿a qué está esperando?” Francesca no
dice nada. En silencio, ha llevado la mano a la manilla de la puerta porque quiere salir
corriendo. Quiere montarse en ese coche que hay delante. Y no va de coches, cariño.
Va de… De que no sabes de qué te estoy hablando. Va de es eso, justamente. No es una
gran película -ni una gran novela-, tranquilo. No te perdiste nada. Es que… recuerdo
que me quedé sola viéndola, en el salón, como tantas veces… Va de eso, de quedarme
sola viendo películas. ¿Por qué ya no vemos películas juntos? ¿Cuándo dejamos de
hacerlo? Si hubiésemos seguido haciéndolo, sabrías de qué escena te hablo. Sabrías lo
que quiero decir. Y probablemente yo no estaría como Francesca, ahora, con la mano
en la manilla de la puerta…
Indicaciones:
En la escena clave de “Los Puentes de Madison”, la protagonista, Francesca, se debate,
durante la pausa de un semáforo, entre salir corriendo y subirse en la furgoneta de
delante, donde la espera su amante, Robert, o permanecer con su marido. Finalmente
opta por esto último.
En este monólogo, la protagonista, Carolina, lleva cuatro años casada y nota que su
matrimonio ya no tiene chispa, como le ocurría a Francesca en la ficción de “Los puentes
de Madison County”. El marido de Carolina, Mario, ya no expresa la ternura de antes, y
ha dejado de mostrar interés por compartirlo todo con ella. El último ejemplo es éste que
ella está comentando. La otra noche, empezaron a ver juntos “Los puentes de Madison”
y, enseguida, él se desentendió y la dejó sola en el salón con la tele.
Lo que Carolina quiere decirle a Mario es que se vió reflejada en el personaje de
Francesca. Y el hecho mismo de que Mario no sepa de qué le está hablando -porque se
fue a hacer otras cosas- confirma su sensación. Movida por la tristeza que ésto le
provoca, Carolina llega incluso a decirle a Mario que, en el caso de verse en una situación
parecida, ella quizá sí abriría la puerta y correría hacia la furgoneta de delante; o sea,
que está empezando a plantearse que quizá quiere terminar su relación. Y Mario la
escucha, asintiendo y sin comprender.
No me entra
27 MAYO, 2015
21 Votos
Noelia y Álex tienen una cena de exalumnos. A los dos les hace mucha ilusión
reencontrarse con los viejos compañeros de instituto. De repente, parece que Noelia deja
de estar ilusionada.
NOELIA: (irritada, sosteniendo una prenda de ropa, habla a su marido que está en otra
habitación) En frío, en frío, en frío… las lavadoras se hacen en frío. Una vez que haces
una y… toma, la haces en caliente. No me escuchas, cariño, no me escuchas. Las
lavadoras se hacen en frío. Mira, se ha encogido todo. Estos pantalones antes me
entraban, esta camiseta me entraba, las braguitas rojas me entraban… y ahora no me
entran. No me entra nada. Todo pequeño. La próxima lavadora que compremos no
tendrá programa caliente -será de las baratas- para que no puedas cagarla. ¿Me oyes?
¡Me pongo así porque le tenía mucho cariño a esta ropa, qué pasa! ¡Sí, le tenía cariño!
¡Y no quiero comprar ropa nueva! ¡Quiero esta ropa! Álex, no quiero ir. No quiero ir.
No voy. Yo no voy. Mañana voy al cine, estrenan la de Amenábar. Sí, la voy a ver.
¿Cuánto hace que la estoy esperando? Me compro unas palomitas y ale, a ver la peli.
Ve tú al baile si quieres. Yo no voy. También era tu curso, eh. Mierda de Facebook. Si
he estado veinte años sin verlas será por algo. Todas operadas. ¿Has visto las fotos? Yo
no voy. Y este espejo, joder, está descolgado, se ha vuelto a descolgar, Álex, mira, hace
comba, qué horror, todo se rompe en esta casa. (Su marido le dice algo) ¿Resistencia?
¿Qué es una resistencia? Pues si también tiene rota la resistencia, con más motivo,
tiramos la lavadora y compramos una nueva, una de las baratas, que solo lave en frío,
para que no la vuelvas a cagar… Mira (vuelve a la prenda de ropa), qué pena. Me
quedaba perfecta…
Indicaciones:
Noelia está negando la realidad. La lavadora no ha podido encogerle la ropa porque la
lavadora no lava en caliente. Álex se lo está diciendo: la lavadora tiene la resistencia
rota; no puede lavar en caliente. Pero Noelia no escucha. No quiere escuchar. Está
obcecada. Se ve gorda y le echa la culpa a la lavadora. Se la echa a Álex. Se la echa a todo
el mundo.
Lo que pasa es que está teniendo un ataque de pánico: su antiguas compañeras de clase
se ven estupendas y ella, no. Y la cena de exalumnos es esa misma noche.
El monólogo es cómico. Tiene que notarse lo injusta que está siendo con Álex. Ahí está la
gracia. Cuanto más habla más pone al descubierto todas sus inseguridades.
Conozco a esa clase
de hombres
Inés está preocupada porque Laura, su nueva compañera en la cadena de montaje de la
fábrica, tiene una vida triste y aburrida. El viernes por la noche la saca para que se
divierta y conozca gente. Están sentadas junto a la barra de un bar. Inés está buscando
algún hombre interesante para Laura.
LAURA: (refiriéndose al último hombre que le ha señalado Inés) Te refieres a ese de
ahí, el de la americana oscura… Sí, es guapo, y parece simpático, divertido, pero…
no. (Segura de lo que dice) Conozco a esa clase de hombres: Son hombres
encantadores que luego resultan tener una cara oculta. Son hombres que te ahora
sacan a bailar y te hace flotar por la pista como si fueras la princesa de una monarquía
europea, luego te llevan afuera y te dicen las cosas más bonitas del mundo a la luz de
la luna, te acompañan a tu casa y te respetan, te sonríen, y se marchan elegantemente,
haciendo que los desees con todas tus fuerzas, y empiezas a contar los minutos para
que llegue el viernes siguiente y puedas verlos de nuevo, temiendo que quizá estén
con otra chica, pero no, están aquí, en el mismo sitio, esperándote con un ramo de
flores que lleva escrito tu nombre dentro, y les besas, y les pides que te lleven a sus
casas, y hacéis el amor, y los dos decís al mismo tiempo que queréis pasar el resto de
vuestra vida juntos, y lo dejas todo por ellos, os casáis, y… meses después, una noche,
cuando te preocupas porque es tarde y aún no ha llegado a casa, pasas por delante de
un bar y los encuentras bailando con un chica cualquiera a la que mira como si fuera la
princesa de una monarquía europea… (Se vuelve hacia Inés) Es Ignacio, mi exmarido.
Si hoy te apetece sentirte como una princesa… (invitándola a que salga a bailar)
Indicaciones:
La tristeza que Inés llevaba semanas notando en Laura está justificada: un hombre hizo
creer a Laura que era la princesa de un cuento de hadas y ahora se encuentra sola,
obligada a trabajar en una cadena de montaje para salir adelante. Cuando Inés,
tratando de ayudar a su nueva amiga, coloca a Laura, justamente, ante la clase de
situación que dio lugar a sus problemas, Laura se pone en guardia. Rechaza, uno por
uno, todos los candidatos que le propone Inés porque todos le recuerdan al hombre que
la enamoró. Laura no quiere contar su historia, se la ha guardado todo este tiempo para
ella. Pero cuando Inés le señala al hombre –¡al mismo hombre exacto!- que causó su
desgracia, Laura no puede callar más. Y habla.
Pero no se produce un estallido de cólera. Ni se viene abajo entre lágrimas. Hacerlo sería
conceder una victoria a ese hombre. Laura ha superado su desgracia. Y ése es el
momento de demostrarlo, de demostrárselo a sí misma: tiene que contar su historia sin
alterarse lo más mínimo, sin mostrar ninguna emoción. Y lo hace. Su discurso es lento,
contenido, seguro, sereno. Lo hace, aunque no sin dificultad.
Y éste es el mayor reto para la actriz que interprete este monólogo: mostrar esa
dificultad.
ACTORES
41 Votos
Mateo: Creo que no es necesario darle más vueltas: Tengo un agarrotamiento aquí en
la espalda, en la zona del cuello, y me vienen mareos, y sudores fríos, y me atacan una
especie de espasmos y pierdo la conciencia por momentos. Y creo que es más que
suficiente para que me firme esa baja médica, doctor. Tenga en cuenta que hago
visitas a clientes en el vehículo de la empresa. Y podría tener una de esas pérdidas de
conciencia mientras voy conduciendo. Y usted sería responsable de lo que me pudiera
pasar, doctor. Porque yo estoy aquí, hoy, y usted me está diciendo que no tengo nada…
cuando sí tengo algo. Algo que me provoca mareos, que me hace perder el
conocimiento y que además… duele mucho. Tengo un dolor continuo, doctor. Es como
si recibiera una descarga eléctrica, pero permanente, zas, zas, zas, todo el rato… Yo no
soy médico pero creo que necesitaré unos diez días de reposo, de “desconexión”, no
menos de diez, lo suyo serían doce para curarme bien, a contar a partir del siete de
abril y hasta el veintisiete. (El doctor muestra extrañeza por la precisión de las fechas).
Sí: del lunes próximo al viernes de la semana siguiente, ambos inclusive. Es que
además de doler, de dar mareos y provocar pérdidas de conciencia, esto que tengo yo:
es contagioso. Podría contagiar al resto de compañeros de trabajo. Sería un drama. Y
el primer expuesto, por el rato que llevamos aquí dándole vueltas, es usted, doctor.
¿Es que le apetece tener un dolor agudo en la espalda, un dolor horrible de descarga
eléctrica que le dejará dormir ni le dejará hacer nada? ¿Le apetece…?
Indicaciones:
Mateo, sin duda, se está comportando como un caradura. Pero como un caradura
simpático. Quiere unas vacaciones a costa de la empresa y no va a salir de la consulta del
médico sin una baja firmada. Ojo: Mateo no es el típico matón de barrio. No está
acostumbrado a hacer este tipo de cosas. Lo hace porque se ha dado cuenta de que, en el
trabajo, sus compañeros sí hacen este tipo de cosas. Y ahora Mateo tiene la presión de su
mujer que le ha preguntado si él va a ser el único tonto que no se aprovechará nunca de
la empresa. Anoche, su mujer llegó a casa con un viaje pagado, sin posibilidad de
cancelación (con los de billetes de avión, hotel, excursiones, etc.). Esto es mucha presión
para Mateo, que se muestra bastante torpe en la consulta del médico.
Por todo lo dicho, el monólogo tiene un aire cómico. Por supuesto, el actor, si lo
necesitara, puede darle otra orientación. El texto la admite. En tal caso, basta pensar
que Mateo no es el último en robar a la empresa sino el primero. Lo que parece torpeza
(señalar exactamente las fechas de la baja) se convierte maestría: es tan dominante la
posición de Mateo que quiere dejársela clara al doctor. Mafia pura, en ese caso.
Soy muy normal
17 JUNIO, 2015ADMIN
62 Votos
Sergio: ¿Qué quieres que te diga, la verdad o lo que todo el mundo quiere oír? La
verdad es que… Soy un tío muy normal, no me gusta destacar, aunque pueda parecer
extraño. Ésa es la verdad. Ése es el motivo. Vengo de un planeta en el que dan
conciertos de oboe por la tele. Los mejores, los dan en canales de pago. Y la gente va a
los bares a verlos. Tendrías que ver cómo se ponen los bares en mi planeta cuando hay
un concierto del circuito premium oboísta. Es una locura. Los días antes y los días
después no se habla de otra cosa. Todo el mundo se atreve opinar, todo el mundo sabe
de oboe. Y no parece que vaya a cambiar la tendencia. Qué va. Va a ir a más. Hay niños
que parece que no tengan otra cosa en la cabeza: oboe, oboe, oboe. No es asignatura
obligatoria en los colegios, pero da igual: vas al recreo y ves niños de aquí para allá
con los oboe dale que te pego. Los padres, para castigar a sus hijos, les quitan el oboe.
“Castigado sin oboe todo el fin de semana”. Anda que no jode eso. Bien que ellos se
aseguran tener sus conciertos, sus periódicos oboístas -eso que no se lo toquen-. Por
no hablar de los trajes y vestidos. A veces parece que todo el mundo vaya vestido con
los mismos colores, en mi planeta. Se ha puesto de moda comprar el uniforme de
concierto que llevan los oboístas famosos. Y eso que cuestan un dineral. Y más ahora
que las marcas se dedican a cambiarlos de año en año. En fin… Oboe, oboe, oboe.
¿Me preguntas por qué elegí el oboe? Porque no sabía lo que quería en la vida, la
verdad. Porque no me gusta destacar. Si es que no tengo personalidad…
Indicaciones:
Sergio es músico y toca en una orquesta, y ya empieza a estar cansado de que todo el
mundo le pregunte por qué eligió un instrumento tan raro como el oebe. En esta
ocasión, ha optado por emplear la ironía. ¿Verdad que nadie pregunta a un chico por
qué eligió el fútbol y no otro deporte? Pues, eso. Para Sergio, el oboe no tiene nada de
raro (si el oboe fuera tan popular como el fútbol nadie le haría la pregunta), lo que pasa
es que es infrecuente.
Sergio no pretende ser borde ni tajante. De hecho, trata de ser simpático, incluso
pedagógico. De ahí que monólogo tenga un tono simpático, gracioso. No obstante, el
actor puede optar, si lo desea, por utilizar este mismo texto con un enfoque más amargo.
De hecho, puede ser un experimento interesante, si se lo permiten, recitar el monólogo
dos veces de las dos maneras.
Ponte la ropa
27 MAYO, 2015ADMIN
38 Votos
18 Votos
GERARDO: (a una niñita en la cuna) ¿Sabes? Tu padre era un tipo estupendo. Salía
mucho con tu padre, yo. Salíamos todo el grupo: a cenar, de bares, al cine, a ver fútbol,
a jugar a fútbol… Era buenísimo jugando a fútbol, tu padre, ¿lo sabías? Jugaba por la
banda, se escapaba de todos, qué bueno era. Joder… Pero lo que más me gustaba de tu
padre era que podías hablar con él, en cualquier momento, de cualquier cosa. Anda
que no pasé horas hablando con tu padre de todo: de política, de fútbol, de ciencia, de
todo.
Siempre que le llamo me dice que no puede porque… No te lo tomes mal pero… no
puede por ti. Se pasaría las veinticuatro horas del día mirándote. Y se gastaría, ¡se
gasta!, todo el dinero en ti: “Necesita una cuna”, la mejor cuna; “Necesita un
humidificador para la habitación”, humidificador; “y luz natural”; Toma luz natural.
Ahí no había ventana, ¿lo sabías? Era todo pared y la hizo agujerear. Por ti. “Necesita
ropita”, y joder qué armario. “Y zapatitos”, ¿de verdad necesitas zapatitos, criatura? Si
casi no sales de la cuna, que sólo gateas. Y un walkie talkie, ¡un walkie talkie!, ¡pero si
no hablas! ¡Para qué coño quieres un walkie talkie!
¿Qué has dicho? (Mira a la niña con aterradora sorpresa. La niña no contesta. Parece
que el sonido viene de la cuna) Carmen… ¿Carmen?… ¿Jose?…
(Nota: en el arranque puede parecer que el padre de la niña ha fallecido)
Se acabó el sueño
27 MAYO, 2015ADMIN
18 Votos
TONY: Mira que me gusta esta piscina… y qué pocas veces me he bañado en ella. ¿Me
puedes prestar atención, cariño? Sé que no te gusta que te hable de mi trabajo, pero
hay algo que tengo que contarte. Ahora. ¿Recuerdas cuando nos conocimos? Qué
noche. Qué fiestas, aquellas. Qué guapa estabas. Llevábamos rato hablando y, de
repente, te dije que no era productor musical y te cambió la cara: “¿Tú no eres Tony
Baldaci?” Casi se te cae la copa al suelo. Te dije: “Sí. Pero no soy productor musical”.
¿Recuerdas qué te dije?: “Mi trabajo consiste en convertir los sueños en realidad”. Y tú
me contestaste: “Me gustaría comprobarlo…”.
No soy mago, cariño. Tampoco es suerte. Mi trabajo es sencillo pero laborioso -ha sido
el mismo durante treinta años-: ver tocar muchos grupos en directo, escuchar muchas
maquetas, tener mucha paciencia y, en cuanto detecto un diamante en bruto, poner
dinero sobre la mesa y lanzar la apuesta. La mayoría de las veces he ganado. Y cuando
no he ganado sólo he perdido el dinero de la apuesta. No más. Porque siempre he
mantenido mi dinero al margen. Hasta Jimmie Max. No sé qué talento artístico le has
visto a este chico, cariño, ni en qué estaba pensando yo para romper la regla y
apostarlo todo. Quizá fue tu amenaza –hoy lo siento como una amenaza, sí-: “O lanzas
a este chico al estrellato o me entristeceré mucho”. Y para lanzarlo al estrellato hacía
falta dinero, mucho dinero. Más del que he gastado jamás. Y ni con esas. Ahora ya
tenemos las cifras. Ha sido un desastre. Hemos cancelado las giras, lo hemos cancelado
todo. He dilapidado el dinero de la compañía… y el mío, el nuestro. Espero que, al
menos, no estés triste: Lo he intentado, cariño. Disfruta ese gintonic, es tuyo; el
siguiente… no. No es una amenaza. Es la realidad.
La pastilla
27 MAYO, 2015ADMIN
36 Votos
Hay que acabar con este engaño. Mañana iré a la ceremonia del Quinto Aniversario. Sí,
sé cómo entrar, lo tengo todo calculado. Iré hasta la escalinata y, en el momento de la
ofrenda, con todas las televisiones allí, lo proclamaré, haré que todo el mundo lo sepa.
Y pondré fin a esta mentira.
Sé lo que me pasará después. Llevan todo el día buscándome… para matarme. Estoy
teniendo suerte. Nadie consigue escapar durante tanto tiempo -por eso nadie
sobrevive si no toma la pastilla-. Tranquila, aquí no se les ocurrirá buscar, aquí no.
Estoy a salvo, estás a salvo. Déjame pasar la noche. Sólo esta noche, mañana me iré.
Déjame, por favor. Podemos elegir. El aire está limpio, no les necesitamos, somos
libres. Cuelga el teléfono. Por favor, cuélgalo. Puedes hacerlo.
La gran tirana
Texto de Carlos Padrón Montoya
El ámbito escénico está compuesto por dos zonas bien delimitadas. En la más
cercana al público hay una silla de ruedas, pero no se distingue bien a su ocupante.
El resto, por el momento en penumbras, sugiere el abigarrado camerino de una
estrella del espectáculo musical: maniquíes, percheros, armarios, baúles, espejos,
coquetas y pelucas, batas, vestidos, zapatos, útiles de maquillaje… Cuando
comienza a escucharse la voz, la luz o un movimiento de la silla nos permiten ver
sentada a la Gran Tirana, en bata blanca y amortajada, la boca entreabierta, como
si estuviese cantando. Entre sus manos sostiene una carpeta con partituras.
Lentamente, sus ojos se abrirán y comenzará a mover el cuerpo como si resucitase.
GRAN TIRANA (OFF): Así que desamarré, Chichita. Me fui. Así que las cabezas
locas son tempranamente castigadas. Cabeza loca. Arrebatada. Maníaca delirante
¡Ja! Así que porque yo me lo busqué. Por revencúa y otras cosas. Rebelde.
Desobediente. Indisciplinada ¡Ay, Chichita, esta forma mía! Cómo los confunde.
GRAN TIRANA: Así que puta y reputa. Una perdida. Una yegua. Como estuve con
hombres. Y qué de hombres. Yo, inmoral, Chichita. Y viciosa, disoluta, pervertida.
Cuánta yerba, y humo y polvos y píldoras. Cuánto ron. Así que bruja. Yo, bruja,
Chichita. Espiritista. Santera. Palera. Por mi culpa, por mi culpa. Por mi grandísima
culpa. Así que impía. ¡Ay, virgen de Regla! ¡Ay, virgen de la Caridad del Cobre! ¡Ay,
Chichita!¡Ay, mi Señor! Yo desterrada del mundo de los seres cuerdos y sanos de
cuerpo y espíritu. Así que estoy como estoy porque quise. Muerta. Sin misa de
difuntos. Alma errante. Muerta suelta. Nfumbe ¡Mierda!
Malas Palabras
Texto de Perla Szuchmacher, usa objetos para dar vida a los demás personajes
mencionados en el texto. Me pareció muy obvio el conflicto, pero está bien para
presentarse como trabajo escolar.
En la mesa puede haber un florero con una flor, un diccionario, un globo terráqueo,
anteojos, un muñequito de estambre, una engrapadora, una perforadora, reglas,
lápices, una lámpara de mesa, un portarretratos, un vaso con agua, frascos con
tinta, pinceles, una máquina de escribir. Pilas de libros. Una caja de música. Cajas
de clips. Papeles de colores. Recomendaciones para la puesta en escena: La actriz
animará los objetos que están sobre la mesa para ir contando la historia, el padre
puede estar representado por los anteojos, la madre puede ser la flor del florero, el
amigo: el muñequito de estambre, etc. Es imprescindible que en el trabajo de
montaje, la actriz improvise con todos los objetos, para determinar cuáles son los
más adecuados para cada personaje. De la misma manera se crearán las imágenes
que se sugieren en el texto. Los objetos también se utilizarán para producir sonidos
y enriquecer las diversas atmósferas. El aspecto sonoro es tan importante como el
visual.
Nota: los textos de las canciones son de Antonio Machado.
FLOR: Canta: Moneda que está en la mano quizá se deba guardar; la monedita del
alma se pierde si no se da.(al publico) La tarde que mi madre me enseñó esa
canción, estaba bordando y se picó el dedo con la aguja. Se quedó mirando la gotita
de sangre, los ojos se le llenaron de lágrimas, y yo pensé que era horrible picarse
el dedo con una aguja y que nunca me iba a dedicar a bordar, ni a coser, ni a operar
personas porque después hay que coserlas. Yo tenía un amigo, el Pelos, así le
decíamos, no había manera de que estuviera peinado, siempre parecía recién
levantado. No como yo, que siempre estaba muy bien peinada. Bueno, con el Pelos
jugábamos, platicábamos, armábamos rompecabezas y teníamos una actividad
secreta. Nos encerrábamos en mi cuarto con el diccionario a buscar palabras
prohibidas, groserías. "Malas palabras", así les decíamos. ¡Cómo nos divertíamos,
era apasionante! A veces mi mamá entraba al cuarto y nos veía tan metidos en la
lectura del diccionario que no nos quería interrumpir. Yo la oía comentar con mi
papá: Están estudiando, no los molestes. Al rato llegaba con una charola con
chocolate y pan dulce para merendar.
PELOS: Entonces yo estaba subido en la banca cantando con los pantalones abajo,
cuando entró la maestra.
PELOS: No, le dio mucha risa y no me dijo nada. Trae el diccionario, hoy nos toca
la Pe.
FLOR NIÑA: Pendiente, pendular, pendenciero, ¡mira ésta!
FLOR (al público) Benítez era el vecino de enfrente. Era un niño flaquito y
asustadizo. Sus papás eran horribles. Le gritaban todo el tiempo, le pegaban y
habían decidido mandarlo a una escuela militarizada " para ver si se compone"
decía su papá.
Levanto la copa y brindo. (Pausa.) Hoy es domingo. Son las diez de la noche. Estoy
sola en casa y como ustedes ven...estoy gozando de esta hermosísima cena. Para
quien no me conoce, me llamo Paula Gomez. Tengo cuarenta y dos años - pronto
cumpliré los cuarenta y tres -; argentina, separada, dos hijos: Sonia, de nueve y
Pablo de once. ¿Vieron...?: se ilumina mi cara cuando los nombro. Vivo en la calle
San José al trescientos, en un tercer piso, de Capital Federal. Mis padres fallecieron
hace ya un tiempo. Pero los tengo siempre conmigo. (Alza la copa hacia delante)
Salud...Sonia, Pablo, hijitos míos. Salud...amigos. Salud, familiares queridos.
(Pausa.) Siempre fue mi antojo encargar una cena en los "Dos Chinos". Como decía
una tía a la que quise mucho - Adela -: "Paula, en la vida...todo llega. Sólo es
cuestión de esperar." A la pobre se le declaró un cáncer fulminante. (Pausa.) Mis
padres no me enseñaron muchas cosas. Pero sí una, que nunca olvidé: decía mi
padre - y mi madre estaba de acuerdo -: "Paula...hija...Hay una sola lucha...todo lo
demás no es importante: pelear por la dignidad. (Breve pausa.) Salud...Patria.
(Pausa.) Para quien no haya estado y no me conoce, me llamo Paula Gomez;
argentina, separada, dos hijos. Empleada. (Pausa.) Mi ex -marido - Roberto -, nunca
me pasó plata. Perdón, quiero ser justa: salvo el primer año. Y confieso, uy, con
mucha pelea. Los chicos eran muy pequeños.
Luego, como buen argentino, se borró. No, no; aunque me lo aconsejaron mil veces,
no quise hacerle juicio por manutención. No me pregunten por qué. (Rápida.) No,
no pregúntenme. (Pausa.) Porque yo lo eché. !Mmmm!...Este jamón glaceado está
de rechupete. Delicioso. (Pausa.) Yo siempre trabajé; hasta con los chicos recién
nacidos, trabajé. Luego de mi separación - lógicamente - tuve que apechugar.
Changas...por allí, por allá...hasta limpié casas y retretes públicos. Por fin pude
entrar fija en la empresa por intermedio de una agencia, hace siete años. Apenas
tengo el secundario, pero mi querido amigo Beto, Betito, me aconsejó que
aprendiese computación. Bueno, ustedes saben, ahora es última moda. Hasta para
comprar un alfajor en el kiosko, hace falta saber. La cuestión, que me abrió las
puertas para entrar en la empresa. (Sonríe.) No vayan a creer que soy una experta
en la materia, no. Apenas...conocimientos básicos. Betito...Ahhh...¿Por qué no me
casé en su momento con él? Roberto le ganó de mano. ¿Vieron? ¿Por qué será
que uno nunca se casa con quién más desearía? (Pausa.) Levanto mi copa y brindo.
Por ustedes. Por todos nosotros. Salud. (Pausa.) Creo en la vida. ¿Por qué no? No
soy de las que se sienten víctimas por las maldades de este mundo y se rasgan las
vestiduras. No me siento más apaleada y humillada que cualquiera de ustedes. Pero
no se trata de llorar, como a ellos les gustaría. Levanto mi copa y brindo. Por la vida.
Por todo lo bueno que nos espera. ¿Por qué no? Siempre hay algo bueno en alguna
parte que nos está esperando.(Pausa.) Como muchas mujeres de este país...(por
qué decimos "este"?) me cuido de no engordar.!Uy! No quiero engordar, por favor.
Pero hoy es mi gran día. ¿Ven? (Señala.) Me estoy dando el gran atracón. Todavía
me falta el segundo plato. Y luego el postre, los dulces...mmmm...los chocolates.
No tengo apuro. Quiero saborear bocado por bocado. Y beber. Levanto mi copa y
brindo. Como dicen los políticos...:"Por las mujeres y hombres de mi patria".
También dicen...¿Cómo es...? Ayúdenme..."Juro cumplir con mi deber...Si así no lo
hiciere...que Dios y la Patria me demanden". ¿Vieron...? ¿Qué bueno es Dios,
no?...(Pausa.) Brindo...por todos los seres comunes del mundo. (En otro tono.)
Anoche tuve un sueño. Si me prometen no reírse se los digo. ¿Sí? Bueno...soñé
que teníamos un presidente, que como había nacido pobre, nos tenía en cuenta. Y
ahí estaba él, con su cara de hombrecito flacucho que pasó hambre, sentado en el
sillón de Rivadavia ayudándonos a todos...Y nosotros todos chochos...(Explica.)
porque necesitábamos estar contentos...Y porque por fin íbamos a tener un
presidente de familia humilde que se acordara de nosotros. Lo conté en la oficina.
(Peq.Pausa.) Todavía se están riendo. Después no faltó quien dijo que el Che
Guevara era de familia pituca y que no necesitó de la pobreza para ser buena
persona. Estos pancitos negros están super exquisitos..frescos y livianos. Levanto
mi copa y brindo. Por mis compañeros de oficina. Por todos ellos, que mañana lunes
- como yo - estarán en la calle con una indemnización en cuotas. (Sonriente.) ¿Qué
tal? (Pausa.En otro tono.) Para los que no estuvieron antes, me llamo Paula Gomez,
argentina, separada, con dos hijos y...despedida. Son diez y cuarto...estoy sola en
casa...y es domingo. Sonia y Pablo se quedaron a dormir en casa de compañeros.
(Confidente; pícara) Yo, lo arreglé. (Pausa.) Tampoco quise a ver a Esteban...Se
mufó. Brindo por el mufado. Mi buen nombre; al buen compañero y...(Ríe.) mi buen
amante. Ya salíamos cuando estaba con Roberto y había roto con Beto, que como
les conté, siguió siendo mi mejor amigo. Luego, Esteban se casó. Yo lo apoyé. El
tonto no quería.
Tantas Teresas
Texto de Isaac Chocrón. 14 cuartillas
De marzo a diciembre de 1972 viví en Madrid. Con tiempo de sobra, me releí “El
Quijote”, repasé el diccionario Larousse de punta a punta y descubrí, gracias a mi
amigo y director Victor Catena, todo lo que escribió Teresa de Avila. Desde
entonces, aunque judío sefardita, me considero teresiano por coincidencias con su
manera de pensar y de escribir.
Gracias a mi residencia madrileña, se me ocurrió “Alfabeto para analfabetos” pieza
que estrenó El Nuevo Grupo al año siguiente, en julio de 1973. En ese paseo por
las letras, salpicado con trabalenguas y ocurrencias, al llegar a la S en cuatro
minutos incorporé una brevísima biografía de la Santa, incluyendo su resumen de
“Las Moradas”. Supuse que con ese divertimento había rendido mi homenaje de
admiración.
Pasó casi una década y en 1982, Enrique Porte, entonces Director del Taller del
Actor y también del Taller de la Escuela de Artes de la Universidad Central, me
propuso ampliar esa letra S para presentar un espectáculo con motivo de los 400
años de la muerte de Teresa. Lo que hubiese podido ser sencillamente una pieza
de ocasión, tuvo muy buena suerte con el público y muchas más representaciones
de las programadas. Gran mérito correspondió al recordado Enrique y a su
imaginativo montaje, interpretado por seis jóvenes que se repartían los parlamentos.
Numeré a cada uno según la costumbre que rigió cuando Teresa escribía y aún mas
antiguamente, tal cual como están numerados los cinco libros de la Torá o Viejo
Testamento.
Nuevamente supuse que había saldado mi deuda, ahora con creces, con Teresa y
sin embargo... de vez en cuando, aparecía alguien que me preguntaba por aquel
texto, que por qué no se había publicado, que cuándo se volvería a montar. Y
de pronto, uno de los que apareció y preguntó fue Rafael Baquedano, Jesuita que
ha enriquecido mi vida en los últimos tiempos.
Es en reconocimiento al valor de nuestra amistad que ahora le dedico esta tercera
y última versión de la vida y pensamiento de la que se conoció por tan diversos
apelativos; de allí el nuevo título: TANTAS TERESA.
1. ¡S.O.S.!
2. ¡S.O.S. ¡
3. ¡Sálvese quien pueda!
4. ¡Sálvese quien sea especialmente puro, soberanamente perfecto!
5. ¡Uno de esos elegidos que merecieron en el cielo especial recompensa!
6. ¡Un santo! ¡O una santa!
(IRRUMPE EL “INTERMEZZO DE GOYESCAS” DE GRANADOS Y SIGUE MAS
QUEDO HASTA QUE TERMINE)
7. ¡Teresa, Teresa! ¿Qué se ha hecho la niña?
8. Estaba en el jardín jugando con Rodrigo.
9. ¡Estos niños! ¡Estos hijos míos!
10. Díganme mis amores, díganme a mí, ¿por qué salieron fuera de casa?
11. Queríamos ir al país de los moros.
12. Llegar a tierra de infieles para que nos descabezasen por amor a Dios.
13. ¿Quieren que un moro grande y feo se los trague de un solo bocado?
14. Para eso precisamente íbamos.
15. Sufriríamos la muerte de un mártir. (SE ALEJA BAILANDO Y DANDO
VUELTAS)
16. ¡Ay, Teresa! ¿Qué voy a hacer contigo? Y tú, Rodrigo, ¿hasta cuándo la sigues
como un borrego?
17.Teresa, Teresa, baila que baila “la vuelta”.
18. ¡Cómo le gusta vestirse, usar perfumes, cuidarse manos y cabellos,
enamorarse!
19. “Mostraba las gracias de la naturaleza que el Señor me había dado que –según
decían- eran muchas”.
20. ¡Y además, se pasa la vida leyendo esas novelas de caballería!
21. Leyéndolas y escribiéndolas. Yo la ayudé con una.
22. Además de borrego, ¿eres su escribidor?
23. A ella todo se le ocurre, y como a mí me gusta todo lo que se le ocurre...
24. ¡No puede ser, Francisco, no puede ser! ¿Qué piensas hacer con esa hija,
huérfana de madre?
25. Irá interna al Convento de las Monjas Agustinas.
26. (FRENA EL BAILE Y CESA LA MUSICA) Era enemiguísima de ser monja.
27. ¿Quién no lo era en ese mil seiscientos?
28. La época del oro de América en España, cuando el horizonte era ilimitado y el
hombre casi volvió a ser dios.
29. El Siglo de Oro con el Rey Felipe construyéndose su palacio, El Escorial.
30. Y allá en Alemania, Martín Lutero iniciando su reforma protestante.
31. Y aquí en España, Ignacio de Loyola capitaneando la contra-reforma con su
Compañía de Jesús.
32. Tiempos turbulentos para la Iglesia, pero al convento de las Monjas Agustinas
fue a parar la inquieta Teresa en 1531, a sus dieciséis años.
33. En ese convento no se quedó mucho.
34. Su hija está enferma, don Francisco, no sabemos qué tiene.
(TERESA, QUIETECITA, RESPIRA CON DIFICULTAD Y COMIENZA A
MAREARSE)
Oh Sara
Texto de Ariel Mastandrea. Este es un monólogo de 50 cuartillas.
Luz difusa sobre una gran mancha blanca. En el centro, una mujer que viste una
túnica de raso se adelanta.
Yo era tan flaca que si llovía no me mojaba, pasaba a través de las gotas de agua.
Mi cuerpo no era el prisionero de mi alma, sino su sombra.
Mi piel era tan transparente que si tomaba un vaso de vino,
se lo veía pasar a través de las venas azules de mi cuello.
Se incorpora. Duda. Se palpa la cadera con rabia.
Después engordé.
Hacia un costado.
¿Te parece que empiece así, Mauricio, “Mis memorias”? ¿O será mejor con los
gatos?
¿Tono lírico o tono de efecto?
A ver, piensa. Pero no me lo digas.
Elige, pero no me lo digas.
Desconfiada. Mascullando. Mira hacia distintos puntos. Con demarcación de luces.
La luz debería venir desde las paralelas para concentrar el discurso.
O de arriba para que se me vea el gesto.
El gesto dije, no las muecas.
No me corrijas.
Saliendo del cono de luz. Muy ofuscada.
¡Ya estas exagerando Sarah Bernhardt!- dirían mis críticos- ¡Eras una tísica que
escupía sangre cada vez que te atragantabas con las rabietas de Lady Mackbeth,
o peor aún cuando estallabas adentro del esqueleto de Margarita Gautier !
Eso dirían mis críticos... (Mascullando.) los muy canallas...
Con su tono realista...
Pero a ellos no lo tendremos en cuenta. Lo haremos a mi manera.
Como siempre.
A mi manera.
Hacia un costado. Se recompone con gran esfuerzo.
Hay que cuidar los detalles. Que no entre nadie adentro de los detalles.
¿Me oyes Mauricio, hijo mío? Los detalles... Y la memoria.
La memoria.
De un costado a otro. Tono evocativo. Con alegría y una cierta ferocidad. Luces en
plenitud.
En la época de Luis Felipe, París no era una fiesta.
París era un gran espectáculo salvaje y mugriento.
Con banda de sonido de bullicio callejero donde resalta el estrépito de pasaje de
carromatos, cascos de caballos ,murmullos y gritos confusos, pasos ,etc.
En las esquinas había afiladores y organilleros, lecheros y carboneros;
se dictaba una carta, se cortaba el pelo o se sacaba una muela junto a los
vendedores ambulantes y cocineros callejeros que se anunciaban con gritos y
redoblar de tambores.
Por todos lados había olores indescriptibles, humo, fritanga y gritos.
Había que correr para no ser alcanzado por los orines y las mierdas
que salían volando por puertas y ventanas y agarrarse a las paredes
cuando los jinetes a caballo forzaban el paso entre la muchedumbre.
Con acompañamiento de banda de sonido con pitos, cornetas y paso de
saltimbanquis.
Actores y magos, cantantes, bailarinas, titiriteros, acróbatas y trapecistas
merodeaban en las plazas agitando sus banderas de colores,
rodeados siempre de una muchedumbre que reía, aplaudía y aullaba rabiosamente
sus propias desgracias.
Seca y con asco.
La ciudad estaba toda infestada de sífilis y tuberculosis,
deambulaban los ciegos, los tullidos y los locos.
Notre Dame era una ruina. El Sena una cloaca nauseabunda.
Situación escénica
El personaje
Luces
Acto único
¿Tienes hambre? Piénsalo de este modo: Siempre será mejor un poco de hambre
que saciar el apetito con el alimento que nos dan las fieras que nos atraparon.
RÍE DESTEMPLADA.
¡La que está adentro se calla. La que está afuera habla!
Fueron tus directrices , no lo olvides...
SE DETIENE. LO INTENTA.
Veremos...
Continúa aquí
Orejas caídas y hocico casi cilíndrico
Texto de Marcelo Bertuccio, 14 cuartillas
fff
ch
fff
trabajaré para que esos desgraciados sin madre dejen de matarme los chanchos de
una vez
suena el teléfono pero me escondo, escucho primero quién es
ay si pudieras decir que no en vez de esconderte, me dice una amiga, alguna tengo,
tantas que no me acuerdo cómo se llaman, como no las veo, porque vivo tan lejos
y no salgo ni una vez
hola fulana me siguen matando los chanchos, no los vi, no salgo al chiquero, lo
soñé, y me desperté gritando te voy a matar los chanchos todas las veces que quiera
quieramos queramos
veces
chau
ch
ch ch
chiquero sin chanchos es chiquero sin chanchos, y eso es solo, sola yo sin chanchos
a vos te hablo que me estás matando los chanchos, porquería
porquería porquería
te quiero si no me matás más los chanchos
pero cuando me duermo volvés en forma difusa de sueño, y en forma difusa de
sueño me decís te voy a matar todos los chanchos, chanchera de porquería
a mamá le mataron todos los chanchos, todos los chanchos
ch ch
y yo soy yo, soy un individuo diferente separado cortado, no soy mamá, allá ella
dondequiera que esté, dondequiera que esté yo no me van a matar los chanchos,
dondequiera que esté yo es acá adentro, y desde acá adentro ya sé que me están
matando los chanchos
ch ch ch
te dije que no, seguro que me querés matar los chanchos que me quedan, los
chanchos están en el chiquero, no me toques timbre, pero si te agarro agarrando un
chancho
ring ring
fax fax
tengo hambre, y voy a cortar el blanco de cuatro puerros en rodajitas finas y los voy
a saltear en una cacerola con un poco de manteca y voy a revolver todo el tiempo y
voy a cuidar que no se dore el puerro y lo voy a sacar del fuego porque con una
mano tengo que sostener la sartén y con la otra revolver, porque tengo que pelar el
zapallo y tengo solamente dos manos, lo pelo, le saco las semillas y lo corto en
dados chiquitos y lo dejo ahí cortado, espero que no se me seque porque tengo que
hacer el caldo, pongo el agua a calentar y le pongo los pedazos de chancho
ch ch
y espero que hierva un cuarto de hora, pero mientras espero vuelvo a poner al fuego,
tengo que encender otra hornalla, ésta no porque ésta tiene el cartelito que dice no
funciona, menos mal, si no hubiera perdido un montón de tiempo tratando de
encenderla, y no hubiera podido, y si hubiera podido a lo mejor habría estallado por
el aire, porque no sé qué le pasa a la hornalla, a lo mejor le pasa algo grave, pero
como del gas nunca me vinieron a arreglar, aunque si me hubieran venido a arreglar
no los hubiese dejado entrar, y olor a gas no hay, pero una nunca sabe, a lo mejor
hay olor a gas, pero con este olor a chancho no sé qué huelo, ni al de las cucarachas
dejo entrar, pongo el cuca-trap cada seis meses, tengo como para varios años por
suerte, no por suerte, no, por prevención, hombre prevenido vale por dos, y el
zapallo se me habría puesto duro, duro de afuera como con una costra, y se la
hubiese tenido que sacar y hubiese perdido más tiempo y estoy muerta de hambre,
además del zapallo que habría perdido, y las cosas afuera están muy feas
Estrella negra
Texto de Adriana Genta, 9 cuartillas
ESTRELLA: Diosa del baile, del carnaval, princesa del Rosario, reina de San Benito
y de San Baltasar. ¡Voy a volver a ser soberana! Si hasta parezco una señora, acá
sentada. Me ponen así: unos brocatos, un canapé, una alfombrita a los pies, una
seda sobre el cuerpo y una joya discreta y ya está... no desmerezco en ningún salón.
Si me viera el ama... probándome su ropa y mirándome en su espejo. Espejo maula.
Empachado de tanto feo has de estar. Ahora sí que te ves bonito: con mi cuerpo
negro, ardiente, pintado sobre tu cara fría. (Contempla su imagen detenidamente,
ensaya poses). Ojalá hubiera estado así de bonita cuando me encontraron los
sitiadores... La mantilla llevaba... Así... (Se pone la mantilla cubriéndose la cabeza
y los hombros) Así me llevaron hasta el campamento. “ahora me pasan a degüello”
pensaba yo. “La encontramos merodeando” dijo el soldado a un hombre de caballo.
Y en el medio del terror me vino un coraje... Me
abrí la mantilla y dije: “¿A ver? ¡Mátenme de una vez!” ¡No! No dije así. Dije: “Maten
a una madre... ¿a ver? ¡Maten!” Entonces levanté la cabeza y lo vi a él. Tenía fija la
vista en mi pecho. (Se cubre los pechos con sus manos. Se queda un instante así,
entregada a su ensoñación. De pronto se oye el llanto de un bebé. Estrella sale del
recuerdo, levanta al niño del canastito). Eso, m’hijito. Haga todo el barullo que quiera
que para eso estamos solos y vaya a saber por cuanto tiempo. Métales ruido nomás
que ahora no hay quien lo haga callar. (Se lo acomoda al pecho. Prueba el sonido
en el espacio). ¡Callar! ¡Callar! ¡Callar! ¿Oye cómo rebota mi voz contra las
paredes? Parece más grande la casa así tan sola. (Vuelve a hacerse un silencio y
a escucharse sólo al niño mamando). ¡Pero cómo chupa! ¡Tragón! Como su padre...
prendido a lo que viniera: teta, pipa, botellón... Hasta que vino una goleta, se prendió
a la vela y adiós. Cuando desarrolle más el entendimiento le voy a contar cómo era
su padre. Y el desgraciado se va a revolcar esté donde esté de tan mal que lo voy
a nombrar. Ya me decía mi madre con razón: “Estrella, ese hombre es muy blanco,
no es para usted... La va a pasar mal.” Si ni madre tuviste, ¿qué hablás? No, madre
no, per padre sí y qué padre. De su abuelo puede estar orgulloso, chubito, Un
hombre de verdad. Tan macho que podía hacer hijos con la baba. Así, nací yo:
escupió la tierra y alcanzó. Cuando volvió por allí, al tiempo, me encontró ya hecha:
chiquita y boqueando. “Qué pena que sea hembra”, dijo. ¡Mentira! Eso lo digo yo. A
él no le alcanzaban los ojos para mirarme. (Vuelve a ganarle el recuerdo) Como el
hombre de a caballo. Con esos mismos ojos de llegar hasta el fondo. El, montado
en su caballo, aguantando los corcoveos. Yo, abajo, temblando. Fue entonces que
yo sentí aquellas rarezas que sentía con mi padre. “Vuelva adentro de las murallas.
Y no salga más por estos campos. Son parajes peligrosos”. “¿No va a apresarme?”
“No tomamos prisioneras a mujeres”. (Deja al bebé en el canastito) ¡Atienda la
delicadeza! Tenía la voz fuerte, de tambor bien templado. Yo le comprendí en
seguida su belleza y su sentimiento. Me mandaba de vuelta a la ciudad para
protegerme, per yo veía en sus ojos la invitación... “Qué hacemos con ella, don
José?” ¡Don José era el jinete! “¡Coronel! Tómeme a su cuidado. Me paso a su
bando. Me hago insurgente. Puedo cocinarle y lavarle y coserle la ropa. Ni tiene que
molestarse por la paga: me va a alcanzar con su protección y su mirada. “Todo eso
iba a decirle a Artigas, pero se me empezó a desbordar la leche y me chorreaba por
el cuerpo y por las manos. Y me acordé de usted, chubo, que estaba aquí adentro
de la ciudad. ¡En mala hora te parí! Cuando encuentro un hombre de verdad y estoy
a punto de cambiar mi vida usted me viene a arruinar la fiesta. ¿Y qué ganó? Ahora
nos vamos a morir los dos acá adentro... de soledad nos vamos a morir, de tristeza
y después de hambre... que si no llegan más barcos no va a haber ni tasajo para
comer. Y si yo no como usted no mama ¡Se lo aviso! ¿Qué voy a hacer con usted,
cuando se acabe lo que dejaron los amos? ¡Ojalá me lo mate un cañonazo! Así se
me termina la mala suerte que usted me trae. Y que yo me quede sola de verdad.
Menos trabajo. ¿Para qué lo quiero? Para que me ande vaciando todo el día el
cuerpo? ¿Para que me estropee el momento en que iba a cambiar de vida? Pasar
a ser criada... ¡del coronel! Con las pocas ocasiones que tiene su madre y por su
culpa se le pierde esta. ¿Se da cuenta? Iba a quedarme al cuidado de un hombre
bonito y valiente.
Hadas de cuento
Texto de Tania Ruíz (o sea yo, jejjeje)
Dos mujeres, solo una habla o puede ser solo una mujer y se dirige al público. Está
en la calle, es una mujer de clase baja, muy baja. Está pasada de peso y se ve
cansada.
Estoy haciendo fila desde hace dos horas para ver al hada. Me enteré por
los vecinos que el Poncho la encontró en la rama de un árbol, pero creyó que era
un animal y mire, le arrancó una patita y la mató. ¡Qué bruto! Vine anoche, pero
estaba todo cerrado y oscuro, ya no pude entrar. No conozco muy bien a la Domitila,
la mamá del Poncho, tiene poco viviendo en el barrio, así que no me animé a tocar
Imagínese que emoción, no pude dormir de la sensación tan bonita que tuve,
sentía como mariposas revoloteando por todo mi cuerpo. Me pasé toda la noche
dando vueltas en el catre. Es una señal, me dije, una señal de que todo se va a
solucionar, porque yo estuve rezando para recibir una guía, es que agarraron a
José, mi hijo, y me lo encerraron. Por eso estoy tan ilusionada, yo creo que esa
Por fin Poncho agarró una, la noticia se regó como pólvora, a la mañana
siguiente ya estaban las colas de gente, todos los de la colonia vieron el hada, sólo
falto yo; ahora vienen de otros lados para presenciar el milagro, es que estas
señales son las que nos impulsan a seguir viviendo en estos tiempos tan difíciles.
Dice mi comadre que cuando vio al hada, aunque sólo fue un ratito, sintió que su
las mamás dicen eso, pero en mi caso es verdad José no se mete con los
malandrines del barrio, es buen hijo, desde chiquito era muy considerado y listo;
cuando llegaba mi marido tomado, José agarraba a sus hermanos y se los llevaba
a la calle. Él solito cuidaba a los cuatro escuincles, así yo podía atender a mi señor
El José cuidaba a los niños y se quedaban afuera de la casa hasta que yo les abría
la puerta, a veces les daban las dos de la mañana en la calle, pero mire, el niño no
encima de unos cartones que teníamos ahí preparados y dormían a pierna suelta.
El problema es que mi muchacho ya cumplió los dieciocho años, si fuera más chico
lo saco fácil del Tutelar, pero ahora lo mandaron a la grande, y no lo quieren dejar
salir, la cosa está fea, ¿usted cree? Lo acusan de andar con los narcos poderosos.
No, ¿pos cómo? José ni de chiste que los conoce, en el barrio hay puros tipos sin
importancia, de esos que venden la motita para que uno esté contento, pero los
meros grandes no se paran por ahí. ¿Para qué? Esos viven en sus ranchotes, con
les va mal, apenas si ganan y son los que se exponen a que los atrapen, porque la
policía bien que sabe sus movidas, pos si son los primeros en comprar la yerbita.
Hace quince días agarraron a casi todos los repartidores, pero sólo a los que
trabajan para la Hermandad a los otros ni los tocaron. De pura mala suerte mi hijo
A ver si ya nos toca entrar, el sol está fuerte, mire me traje mi refresco, ¿quiere?
También tengo un lonche porque cuando vi la fila dije: eso va para largo. Me vine
preparada. Lo bueno es que mis hijos están en clases, van a la escuela en la tarde.
Los tres más chicos porque el de 16 ya trabaja, terminó la secundaria y ahora está
en la fábrica, tiene turno doble apenas así le va bien, y con eso de que ya va a ser
catorce años ¿usted cree? Y ya con un niño en camino. Viven en mi casa, ella
también quería venir pero está delicada, tiene que quedarse acostada todo el día, vi
la fila y le dije que mejor yo le llevo una foto. ¡Pero cuestan veinte pesos! Es lo único
que traigo en la bolsa, mejor compro un litro de leche y algo para cenar. Pobrecita
se va a quedar con las ganas, mañana será otro día, ya después vendrá ella, cuando
se alivie.
pasada vi una lucecita que se movía, mi nuera creía que era una luciérnaga pero ya
no se ven en la ciudad. Además el brillo que vi era diferente y se movía muy rápido,
no como nosotros que parece que ni avanzamos oiga. La fila casi no se mueve,
¡qué envidia me da con las personas que ya entraron! Me hubiera formado temprano
pero tenía que ir a la penal, no me han dejado ver al muchacho ¿usted cree? Hoy
tampoco pude verlo y como ni licenciado tengo pos ni quejarme puedo. Nadie me
informa nada, me dejan ahí horas, esperando. No me han dicho de su fianza, nomás
En la penal nos tratan rete mal, viera, la esculcan a una por todos lados, sin ningún
respeto y, como nos ven jodidos, más se aprovechan: yo traía todo el dinero que
gané en la semana, trescientos pesos para dárselos a José. Me los quitó la guardia
no me gusta pedir. Menos mal que en la casa tenía estos veinte pesos.
Pobre de mi hijo, sin dinero allá dentro, quién sabe las cosas que le han de hacer,
ni me lo quiero imaginar. Y mi hijo está guapo, sólo espero que no sufra mucho
cuando mi marido me obligaba a hacerlo así, por atrás, yo sufría mucho. Después
Espero que no me lo hagan maricón, mi hijo es bien machito, ojala que no cambie
También para eso quiero ver al hada, yo creo que esos seres aunque estén
muertos, pueden hacer milagros. Le voy a pedir que me cuide a mi hijo, mire traje
una cadenita con su cruz, cuando vea al hada voy a hacer que se me caiga la
cadena al formol, así queda llena de la energía mágica y yo creo que le puede servir
de talismán protector a mi hijo. Ya sé que el padre Gabriel dice que no nos dejemos
engañar con los falsos profetas, pero esto es obra de Dios, ¿de quién más?
Mire cuánta gente está aquí, yo le aseguro que hay muchos que creen en Dios
y también en estos seres de otras dimensiones. Oiga, acabo de darme cuenta que
en los barrios de los ricos nunca pasan milagros, al menos que yo sepa. Si Dios nos
ampara, no tenemos dinero pero nos manda mensajes para que confiemos en él.
Hace unos meses apareció una mancha en una pared, ¿no se enteró? igualita a la
cara de Jesús con corona de espinas y todo, dijeron que era curativa y que a varios
enfermos les hizo el milagrito de aliviarlos. Yo quise ir pero no tuve dinero. No fue
A él también lo agarró la policía, pero lo soltaron al día siguiente. Dicen que no había
cargos en su contra. Pos tampoco debe de haber cargos en contra de mi hijo. Quiero
averiguar cómo le hizo para salir. Mire intenté preguntarle por José el día que
salió, yo quería saber cómo estaba mi hijo, pero el Poncho no me quiso ni recibir y
yo casi no hablo con su mamá. Llegaron hace como dos meses al barrio, reciben
Usted no es de aquí y puede pensar que la colonia está muy fea, yo la veo
medio asustada, se nota que usted no está tan jodida, por sus zapatos y su ropa,
los de aquí no se visten así. Aunque rica tampoco es ¿verdad? No trae carro, la vi
bajándose del camión, además si vino a este barrio, sola, es porque necesita un
milagro ¿de amor? Sí, se le nota, usted ha de tener problemas por un hombre. Yo
sé de eso. Ya le recordé algo feo ¿verdad? No se preocupe, sea lo que sea el hada
fama, al contrario nos cuidamos y somos como una familia. Bueno, a los extraños
sí les puede ir mal, pero sólo en la noche; es por protección de la colonia, los chavos
tienen que cuidar el territorio para que no vengan aquí a hacer sus maldades las
otras pandillas.
Desde que llegó el Poncho aumentaron las peleas, por los malandrines que
vienen a visitarlo. Son tipos locos que andan con la pistola de fuera, a mí no me
gusta hablar mal de la gente ni juzgar sin conocer, yo sólo digo que las compañías
lo bien que me caerían a mí tres pesos por persona! Saque cuentas, aquí formados
estamos como cien: trescientos pesos sin salir de casa, ¡yo los gano en una
semana! Y ya han entrado como mil personas. Pero son considerados, podrían
¡Mire! Ahora hasta famoso se va a hacer, ya llegaron los reporteros. Claro, pos
todos querrán saber la noticia del hada. ¿Me veo bien? Ojala que nos entrevisten
para salir en la tele. Yo nunca he salido en la tele y eso que aquí vienen seguido los
de las noticias: cuando hay muertitos o durante los operativos de la policía siempre
llegan las cámaras. Pero yo tengo mala suerte, la última vez, cuando atraparon a
pobres inocentes y tratarlos como culpables. Por más que grité y grité el reportero
no me hizo caso, nomás entrevistó a los que hablaban bonito del gobierno. Los
descontentos éramos muchos pero no salimos en la tele. Yo no sé cómo le hacen
presencia del hada, ¿no cree? Ya me está cumpliendo deseos; siempre quise ser
actriz y actuar en las telenovelas pero con estos pelos de estropajo y este cuerpo
de tambo de agua no se puede salir en la tele. No, ahí quieren puras flacas, las
gordas no cabemos.
Las gordas no cabemos en ningún lado, usted de eso no sabe porque está en los
huesos pero yo… mi marido me dejó dizque por gorda, yo creo que se cansó de
¿Usted cree que si le pido al hada el milagrito, me haga flaca? Engordo de la nada,
casi ni como, puro refresco y bolillo que es lo más barato. Y los frijoles que, gracias
a Dios, nunca faltan. En la cárcel sí comen rete mal, eso cuentan, que si tienes
Oiga, con usted aquí, se me pasó el tiempo volando, ya vamos a llegar, diez
personas más y nos toca entrar, mire la voy a dejar pasar a usted primero, así yo
quedo de última para poder hablar sin prisas con el Poncho, por lo de mi hijo. A ver
nomás por seguridad para que no le vayan a decir nada los hombres calenturientos.
¡Esos son los malandrines que le digo! Voltee despacito, con mucho disimulo, y no
se les quede viendo o son capaces de matarla. Mírelos, con sus caras de perros
rabiosos dispuestos a morder a las personas. ¿Por qué se hará mala la gente? No
tienen temor de Dios ¿Ya se fijó en el bulto debajo de la camisa? Son las pistolas.
No, no se vaya, si no pasa nada, ahorita se van y ya nos va a tocar entrar. Tanto
rato que hemos hecho fila ¿cómo se va a ir ahora que está a punto de ver el hada?
Mire yo soy del barrio, quédese conmigo y no le pasa nada, ya le dije que yo la
sentarnos en la banqueta donde hay sombra, para descansar un rato. Ya tengo los
Sólo falta que a esos cabrones se les ocurra llevarse al hada y no nos dejen
puerta… ¡ay Diosito! ¡Córrale doña, o nos chingan!... ¡Agáchese!... ¡Ay Señor!... ¡Ay
mi Dios!...
¡Qué luminoso se puso todo! Es por la presencia del hada ¿Huele eso? Parece que
estamos en un jardín con muchas flores. Tanta luz me encandila, ya no puedo verla.
Déme la mano para saber dónde está… ¡Mire! ¿Ya las vio? Son muchas ¡Qué
lindas! Como foquitos de colores pero con alas. ¡Qué rápido se mueven! Déme la
mano, no sea tímida. Como que oigo su voz pero muy lejana. No se vaya, quédese
un rato más. Cuánta tranquilidad. Me hacía mucha ilusión ver un hada y ahora hay
tantas.
FIN
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