R Il Ke
R Il Ke
R Il Ke
]. E P IS T O L A R IO ............................................... 23
II. PROSAS
1. Sobre el paisaje (1902)................................ 201
2. WorpSwede (1902/3)................................... 206
3. Los apuntes de Malte Lauríds Briggg (1910) .,. 210
4. Sobne el poeta (1913)................................... 216
5. Sobre el joven poeta (1913)....... ................. 218
6- Recuerdo (fragmento) (1913).............. - ........ 222
7, Rumor originario (1919)...... ........................ 223
3, E l testamento (1921).................................... 226
PRÓLOGO
miso del poeta, que $e sitúa frente a <<lo grande^. Por eso,
¿un en fase de sequedad, sigue fiel a su tarea de transmuta
ción de los «sentimientos» en «experiencias» y a su.voluntad
de precisión.
Son de interé$, en esta fase previa a su definitiva expan
sión creadora en las Elegías, sus comentarios sobre un nuevo
movimiento literario, el expresionismo, que se desarrolla con
fuerza en Alemania a partir de la Primera Guerra Mundial.
En 1915 estribe a L. Ficfcer su gran estimación por George
Tvakl (1&87-1914) y, en 1919, a A. Mewes sobre el pintor
Heinrich Yogeler (1872-1942) y el expresionismo; lo ve des
de fuera, con escasa comprensión por un movimiento que
queda ja más allá de su órbita propia.
También se pueden situar en esta época de prolongada
crisis algunos de los textos coetáneos de los primeros brotes
de las Elegías, en los que reafirma, a pesar de las dificulta
des que sufre, el sublime papel del poeta. Los extractos de
Sobre el poeta (1912), Sobre el poeta ¡oven (1313), Recuer
do (1913), Rumor originario Ü 9l9) y E l testamento (1921)
insisten en el carácter de «mago» que mantiene la relación
con lo «lejano» o lo «grande»; en $u ahondamiento en Ja
percepción de lo más sutil (a través de Jos cinco sentidos y
de Ja intuición, no sólo de la vista); y, sobre todo (en el tes-
(árpente redacta en privado un año antes de la retarda-
dísíma eclosión de las Elegías, durante su más angustiosa se
quedad) Fen la entrega cuasi religiosa que exige el arte, en uxt
«ámbito de pura obediencia», porque es «la pasión de la to
talidad». ........
Asi enlaia su producción teórica con la de la etapa cuarta
y final, de 1922 a 1926, que se abre con la emocionada carta
a Ja princesa María von Thum und Taxis, la misma tarde de
la terminación de las Elegías. Son años de plenitud, en tos
que da explicaciones sobre su proceso creador a traductores
y amigos, y hace consideraciones retrospectivas sobre su for
mación. (Fn realidad, la teoría poética de Rilke sólo tiene dos
momentos o dimensiones relativamente contrapuestos: el que
T-toría poética 20
F e d e r ic o B e r m ú d e z -Ca m e t e
EPISTOLARIO
1. A Ftanz Xaver Kappus
R á s te r M aría R jlk e
(Jí., p. 45-48.)
2. A C lara R ilk e
(fi., p . 4 S - S 0 J
3. A Franz Xaver Kappuí
R aineh M aría R il k e
R a in e r M a s í a R il k e
R a in e h
( J .Hpp. 35-62*)
6, A Franz X a ve r Kappu&
R.aii4ER M a r í a R i l k e
Aun así, esta época será buena para mí, tal como es y
como está pasando, si no recogiendo, a! menas preparando
cosechas» Eí verano nuncp ha sido mi buena época» Siempre
en todas partes fue posible superarlo," pero el otoño debería
volver a ser mío este año, Si además habitara un cuarto si
lencioso junto a grandes árboles caducífolios otoñales, cerca
del mar, solo y con saJud y dejado en paz (y en Copenhague
y en las cercanías del Sund podría encontrarse todo eso, en
<1 caso más afortunado), podrían cambiar muchas cosas en
mi vida y podría llegar al mundo alguna salvación,
Petri, Sí. yo también recuerdo una estupenda diaria
con él sobre Edgar Alian Pe*. Había en ella mucho de esen
cial, aunque también hubo dificultades que no evitamos, so
bre todo en el aspecto de lo humorístico. El crece sin duda,
por eso está también necesitado, y eso es lo simpático en £1:
que sigue estando necesitado. Desde hace años, está en nece
sidad siempre nueva, en necesidad sincera (aunque quizá bus
cada por él mismo, llamada). Ojalá que no esté nunca sin
ella: los músicos están llenos de salidas, de acuerdo con las
fáciles soluciones que les ofrece su arte. Sólo cuando, como
Beethoven en cuanto ser 'viviente y Bach en cuanto persona
que reza, desprecian y descartan solución tras solución, cre
cen. Si no, simplemente aumentan en perímetro corporal,..
... Considerado absolutamente, sin tomar en consideración
la charla poco valiosa que llena el mundo entero, incluso la
charla más acertada me parece ahora como una divagación.
Lo volví a pensar, cuando me dejé llevar aquí, por la tarde
(y además tíi francés) a decir algo importante; lo sentí tras
de las agotadoras charlas con Norlind a! principio de mi es
tancia aquí. ¿Qué regusto amargo, que sensación de despil
farro, qu£ estado de ánimo de amanecer tras una orgía queda
luego! iY qué culpable se siente uno] Antes ^o creía siempre
que esto procedía de una lamentación, de haberse entregado
a algo no del todo refinado y maduro; pero no, sencillamente
viene de que gastar es pecado, es música, es abandono. En
T^príc pmfcítHT JÉ
20 de noviembre de 1904
R a jn e r M a ría R i l k e
(B ., pp 103-104 )
11. A Clara Rilke
(0.)PP. 141-14®.)
13. A Clara Rilke
,,, hoy llegíj, temprano, tu larga caita, con lodos tus pen
samientos... Desde luego, las cosas de arte son siempre pro
ductos de un «haber estado en peligro», de un «haber entrado
hasta el fin» en una experiencia, hasta donde nadie puede ir
más allá. Cuanto más se progresa, tatito más propia, personal
y única se hace una vivencia, y finalmente la cosa de arte es
le expresión necesaria, indoirieñable, lü más definitiva posi
ble, de esta unicidad... En esto se apoya la inmensa ayuda
de la cosa de arte para la vida de aquel que debe hacerla:
en que es su resumen; el nudo del rosario en que su vida
expresa una oración, Ja prueba siempre recurrente, dáda por
él mismo, de su unidad y verosimilitud que, sin embargo, sólo
a é] mismo se vuelve y que actúa anónima mente hacia el exie-
ttor, sin nombre, sólo como necesidad, verdad, existencia...
Así que estamos destinados seguramente a probamos y
medirnos en lo más est remado, pero también probablemente
sujetos a no expresar esto extremado ¿míes de la entrada en
la obra de arte, a no participarlo, a no compartirlo: pues
como lo único, lo que nadie más entendería ni podría enten
der, como chifladura personal, por decirlo asi, tiene que pe
netrar en la obra, para hacerse válido en su interior y mostrar
V EpittúímitJ
(£., pp 162-164j
14. A Clara Rilke
IB., p. 177.)
17. A Clata Rilke
P a rtí. 13 de o c iu b r i ¿t 1907
Suyo,
R a jh e r M a ría R jl k e
(B „ pp. 226.227 }
22. A Franz Xaver Kappus
R , M. R i l k e
Querido amigo:
Cuanto más pasa el tiempo, más me atormenta que me
haya usted escrito hace tanto tiempo; fue el primer día de
este año, y su carta ferminuba oOn cariñosos buetiOS déseos
que le he devuelto igualmente can frecuencia en mi pensa
miento.
Sí no he escrito (como hubiera debido y querido hacer
cien veces desde entonces) se debe al encadenamiento y con
vergencia de distintas circunstancias adversas.
R ilste
( f lp p . 244-245.)
24. A Loti Andreas-Salomé
Querida Lou;
Déjame hacerme la Ilusión de que casi espiras una caria
tota; de lo contrario no so puede justificar este gran pliego,
y realmente no puedo coger otro más pequeño. Es lo probable
en este tiempo que estés en casa y tengas calma, COmO sieiO-
pie ha sucedido entre las dos noches santas; así que permí
teme que te cuente cosas a lo largo de algunas páginas.
Adiós, querida Lou; Dios sabe que tu ser fue tan justa
mente la puerta por la que por primera vez entré en la li
bertad; ahúia vudvo atin de vez en cuando y me coloco justo
en las jambes de la puerta, sobre Jas que en otro tiempo mar*
catnos mi crecimiento. Déjame esta querida costumbre y
quiéreme.
R alnek
Q u e rid a L o u ;
La princesa Taxis, la mayor, estuvo aquí y desde hace
unos días estoy otra ves solo; ahora te agtadexco, por fin,
tu buena carta.
R aitoh
(B ., p p . 3 0 6 3 1 3 .)
26. A la princesa María van Thurn und Taxis
Mi querido Thanfcman
Míre, yo le quería abrir el tumo de poesías, para que le
llegara de forma algo más personal, más fácil de leer; pero
transcurren las semanas y otros asuntos me mantienen en
tensión. Y ahora que ha conocido usted a D ,htambién estará
tan apasionado per la personalidad de Deubels,
¿M e equivoco si supongo que en la introducción que he
lefdc se ha acentuado el pasaje erróneo? O bien, si verdade*
rametite hay que interpretar su vida con estos acentos, echo
de menos una melodía perceptible que, yst pasadas todas las
inflexiones, debería notarse en el ahora definitivo infinitivo
de la vida.
Frente a estas impresiones yo me pregunté si no se acaba
con el Pauvre Lélian * la serie de los Poéteí maudíts *, lo cual
puede ser una desgracia pana nosotros; porque al final predo
mine en este singularísimo oficio Ja bénédiction sencilla*
mente prevalece, ts o lo ha de reconocer cualquiera, Por ello
surge algo absolutamente distorsionado, que nuestra mirada
Ruke
(B., p p . 4 2 2 -424,)
Q uerida Lou:
Acabo de leer, con gran emoción, tus tres Cartas *„ En
realidad no sabía que se pudiera decir tanto y, sin embargo,
se trata sólo del principio del principio del auténtico decir.
R acher
R, M* R.
50. A Ludwig von Ficker
M unich, 15 de fe b re ro d e 1013
Querida Ellen:
Gracias por las mil rosas en mis zapatas; cada mañana
pienso en ella* cuando me los pongo y las rOsa$ éstán tam
bién allí; crío en ellae, como creo fcn eu pequeño- caballo
campesino y tu b alegré cosecha d í flotes que le espera en
casa, a la vuelta de su cabalgada. Todo esto pertenece a la
misma historia, la suya, y parece que incluso a uno de sus
más bellos capítulos -
Qué palabras tan estupendas lia encontrado usted para
el destino de los pájaros en tomo a los faros; las definitivas.
Así es como hay que verlo, en el sentido de Ja vida; sin era*
burgo, yo, que en estos últimos años he tocado el reverso
de este sentido con tanta frecuencia, su lado apartado de
nosotros, no puedo evitar pensar qué uti errot de los senti
dos suscite entonces ¿Ktasis y catástrofes por la mera pre
sencia de una cosa que pertenece al universo humano, pero
inconcebible en el de los pájaros, una cosa excesiva para dios,
una música; y si ésta les aniquila, de hecho, es porque es
para eüos una cosa que no existe (un poco como nos aniqui
laría un fantasma). Y entonces: ¿qué tipo de vida es ésta,
en que un malentendido tiene el poder de provocar la redi-
119 Episioíario
R a c n er
R a ih b b
Munich,. 9 de m a r» de I 91C
R . M . R il k e
para relacionarla con uno h^ta w ^^m enor parte; pero jus
tamente esto es lo que no se puede realizar como solitario
consecuente: se debe estar entregado, sin condiciones, no se
puede ofrecer ninguna resistencia, como una persona en un
determinado bajón de su vitalidad apenas querría abrir la
boca para el bocado que le ofrecen; le tiene que caer enci
ma a uno lo que quiere y debe, como si tuviera aquello nos
talgia de uno, como si no tuviera otra intención que apode
rarse de esta existencia para transformar cada átomo de su
debilidad en entrega. Tampoco entonces, tomado en sentido
estricto, ha cambiado nada, sería presuntuoso suponer de una
obra de arte que pueda ayudarnos; pero que la tensión de lo
humano que lleva en sí una obra de arte, sin utilizarla hacia
afuera, que su intensidad interior, sin hacerla mítensiva, por
su simple presencia, pudiera producir la ilusión de ser esfuer
zo, solicitación, pretensión; amor solícito y arrollador, rebe
lión, vocación: ésta es la buena conciencia de la cosa-de-
arte (no su profesión). Y este fraude entre ella y el tambre
que se le entrega resulta igual a todos esos engañes sacerdo
tales con los que, desde el principio de los tiempos, se ha
fomentado lo dWino.
Soy impertinentemente prolijo, pero su carta me ha ha
blado de verdad, a mí, no a cualquiera que haya sido provis
to voluntariamente de nú nombre por el que ha escrito la
carta, y así quise, po* mi parte, no ser menos preciso y no
presentarle frases, sino la vivencia real y objetiva de esta con
moción.
K a in e r M ajua R j l k e
(R , pp. 585-586.)
36. A Armi Mewes
M i q u e r id a A n rii M e w e s:
Su paquetíto ten cuidadoso, tan bien sellado, ha tenido
dificultades tu llegar a míi una vez en Munich, es allí donde
d* vendad tuvo que empezar a viajan lejos y sin cesar, pero
do se ha estropeado, y justo boy por la mañana temprano me
ha deparado la alegría más inmediata: ¡con qué £usU¡ me la
imagina presente, con su cordial y buena atención, y con
cuánto gusto quisiera agradecérselo y responderle con Igual
bondad y afeito!
E l folleto de Vogeler, que usted me envtót me era cono
cido en ona versión* creo* algo diferente, evidentemente an
terior; entonces no llevaba aún el título Los caballos de plata
(D ie Silbergaule), sino que se llamaba E l expresionismo del
am or, un título tan incomprensible corno el otro. Su impulso
lo comprendo bien; ¿quién no lo tendría, quién no desearía
hacer el bienTel cambio, la conversión más inmediata y más
general 3 lo humano? Pero justamente no se ha producido
ésta, tii en Rusia ni en otta parte, y no podría, producirse
porque no hay ningún Dios detrás para impulsarlo. Lo que
se apoya en el pretexte de esta nueva fraternidad sigue sien
do la guerra, el desencadenamiento de un furot destructor,
Teoría poética IM
R il k e
R ílke
IM
38. A Merline
16 de noviembre d* 1320
R, M. R il k e
fPoi fin.
Princesa,
por fin el dio bendito, y qué bendito, en que le puedo anun
ciar la Conclusión — en cuanto puedo verlo aaí— de las
Elegías;
¡D ie z !
¿Dt la última, la grande: (de la que fue iniciado, enton
ces, en Duino. el principio: «que un día yo a la salida de la
horrible visión / pueda cantar júbilo y gloria a lo$ ángeles
apretadores...») de esta última, de la que ya entonces se
pensaba que iba a ser Ja última — de ésa— me tiembla aún
la mano!
¡En. este momento, sábado, día once, hacía las seis de la
tarde, ha sido terminada?
Todo en unos días; ha sido una tempestad indecible, nn
huracán en el espíritu {como entonces, en Duíno): todo lo que
es fibra y tejido en mf, crujid; en cuanto a la comida, no
Teoría poética 142
D, S, *
Querido;
Ante todo hay que decir que no tengo la culpa de) re
traso de esta contestación* Recibí su carta ayer, domingo 12
de marzo, exactamente un mes después de haber sido escrita.
1a editorial fasel sólo ote envía en tandas ocasionales el co
rreo que se me dirige allí, y esta vez pudo dejar pesar el
tiempo con mayor razón, dado -que ee sabía que yo estaba
en pleno trabajo, y por lo tanto apartado de boda correspon
dencia. Si bien, no puedo hacerle ningún reproche, los haría
con el mayor sentimiento contra mí mismo sJ pusiera el menor
retraso en la respuesta que usted espera desde hace semanas;
y posponerla sería por ello antinatural, porque lo que me
escribe me concierne de corazón.
Otra cosa es, ciertamente, saber si yo « ría capaz de en
contrar una respuesta, en una carta siempre reducida, que
no deje en vacío su expectativa. Que estas pocas palabras,
mezcladas con consejos, puedan llegarle de verdad o no, de
pende, amigo y hermano, ante todo de la viabilidad y segu
ridad del puente que se ha tendido entre nosotros. Creo que
puedo confiar, de verdad, en su solidez; en efecto, los térmi
nos conmovedores que le han servido para definir nuestra
Teoría poética UC
R a ih e k M a r ía R il k e .
Muy agradecido, su
R. M. R ilke
Sea como sea, querida amiga, tal como están las cosas hoy
día, no me da preocupación por sus producciones artísticas,
a las que considero de un valor tan puro, si usted me da la
noticia de que, durante cieno tiempo, ha estado alejada de
esa ocupación tan natural para usted, a causa de unos estudios
completamente distintos. Aunque no concibo, ahora, que ca
mino piensa abrirse en el mundo con el título de Doctora en
Derecho, me parece adecuado el completo contraste emre sus
dos ocupaciones; porque cuanto más distinto sea lo intelec
tual, lo intencionado y lo voluntario en b que respecta a su
carácter y costumbres, tanto más protege lo que viene- de la
inspiración, lo que sobreviene de modo imprcdecible, lo flíom-
R il k e
R . M. R,
R a i n e r M arta R i l k e
( 0 ,f pp. 812-315.)
46. A. Alfted Schaet
C B p p . 8 5 S -8 6 U
47. A Hermatm Pongs
R, M. R íl k e
H
Teoría poética lít&
R , M r R il k e
Querida señorita:
¡Quién me hubiera dicho, en Berna, que me encontraría
algún día haciendo, en casa y para mí solo, una exposición
de utas pequeñas ohras! No, no es en absoluto una exposi
ción lo que forman a mi alrededor; están aquí de visita, y yo
continúo con mis preferidas ese tierno diálogo, iniciado en
Berna y que nunca ha sido, me parece, interrumpido comple
tamente desde entonces. La ausencia de aquel tan añorado
«Fez Rojo» hace que me haya ligado más a otros, a la «Gui
tarra», a aquel delicioso «Estanque azul», y sobre todo a ese
otro «Pabellón» (¡noviembre!); es éste, con su hermano el
«Pabellón» (¿primaveral, quizá?), el que ya no dejaré mar
charse cuando el grupito de imágenes tan fntimas vuelva a
reunirse con usted, ¡Qué suave, qué inefable presencia la de
esta imaginería concentrada: como si, por una inesperada ma
gia, se pudiera abrir ei capullo de una flor o incluso algún
grano de una semilla rara y antigua para encontrar allí, aún
plegado y antes de toda conciencia* el porvenir feliz de su
futura floración! Le dije, creo, en mi primera carta, que se
R a ih e r M a r ía R il k b
{B „ pp. 902-905.)
50. A Aurelia, duquesa de Gallaratti Seot ti
Mi querida duquesa:
¡Cuánto quisiera estar en otro lugar y en libre posesión
de mi tiempo y de mis pensamientos para darle las gracias,
como haría falta, por esta larga y buena y preciosa caria t
Pero, por desgracia, ha aumentado de tal manera el húmero
de mis tratamientos esta última semana, que incluso boy, día
medio descansado, mi cuerpo no es más que la cita de múl
tiples reacciones que se entrecruzan en mi, llenándome de
un vago cansancio que parece como una preocupación.
Su R il k e
R a ín e r M a ría R iu c e
0 ., pp.
Ií
PROSAS
1. Sobre el paisaje (1902) *
ji
Tsaiia po4tÍ6ú JO Í
Introducción
* J , IV., vol. IX . p. 9.
20? Frotas
Otto Modersohn *
* s. w .. vo! IX , pp. 66 * m.
2M /Vosas
t » *
* E i . I n s t l , 1 9 7 6 , p. 39 ,