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Capitulo 4 Michael J. Sodaro

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CAPÍTULO 4

LA CIENCIA
POLÍTICA EMPÍRICA (II):
Enfoques de investigación
José Ignacio Torreblanca '

l^ s te capítulo tiene como objetivo presentar tres de del juego). Todos ellos contaban con buenas razones
los enfoques de investigación más frecuentemente uti­ para pensar que las conductas, las estrategias o las
lizados en ciencia política: el conductismo, la elección instituciones “im portaban”, es decir, que podían ser
racional y el nuevo institucionalismo. Se pretende así útiles para explicar los resultados de la acción o la
ofrecer una visión de la riqueza de la disciplina, a la realidad política.
vez que de sus posibilidades analíticas. Tras presentar Un enfoque ilumina una parte de la realidad, nunca
los principales aspectos teóricos de cada uno de los tres ésta en su totalidad. Que en determ inadas instancias
enfoques seleccionados, se muestra cómo un mismo una institución (por ejemplo, la regla de la mayoría)
tema, los conflictos bélicos, ha sido estudiado desde explique lo acontecido, no quiere decir que lo vaya a
cada uno de estos enfoques.
hacer siempre; en otras ocasiones serán las acciones
individuales o las estrategias de los actores las que se
1. ENFOQUES Y TEORÍAS muestren decisivas. En realidad, un enfoque no expli­
ca nada por sí mismo: sí que permite, sin embargo,
Un en fo q u e d e in v e stig a c ió n expresa una preferen­ construir teorías. Una teoría es “una especulación
cia acerca de qué observar a la hora de aproximarse razonada y precisa sobre la respuesta que cabe dar
a la realidad. Por ejemplo, los primeros conductistas a una pregunta de una investigación, e incluye una
prefirieron centrarse en la observación de las con­ declaración de por qué tal respuesta es la correcta”.
ductas individuales. Por su parte, los teóricos de la Implica, además, hipótesis descriptivas o causales
elección racional decidieron enfocar su atención en más específicas del tipo “cuando esto ocurre, lo otro
las estrategias (es decir, en la interacción entre con­ ocurre” o “si esto ocurre, lo otro también ocurre”
ductas). Finalmente, los institucionalistas optaron (King et al. 2000 [1994]: 29). Por ejemplo, la “teoría
por centrarse en las instituciones (unas veces enten­ de la paz democrática”, que se explica en este capítu­
didas como organizaciones, otras como meras reglas lo, establece que “las democracias raram ente van a

El autor agradece a las com pañeras y compañeros del equipo docente (Paloma Aguilar, Elisa Chuliá, Miguel Herrero, Antonia
Ruiz y Ana Poyal) los numerosos comentarios y observaciones que, sin duda alguna, han perm itido m ejorar sustancialm ente este
capítulo respecto a sus versiones iniciales. Asimismo agradece a José Fernández Albertos (Universidad de Harvard) su ayuda y
comentarios, especialmente en lo referido al enfoque de la elección racional. Las cuestiones planteadas por los alumnos y alum nas
de la asignatura sobre una versión anterior de este texto también han sido im portantes para su mejora. La responsabilidad final,
naturalm ente, es sólo mía.

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58 Política y ciencia política: Una introducción

la guerra entre ellas” Cdemocracies rarely fight each constituía un "arte” (en el sentido de la distinción
other). De la misma forma, la "teoría de la disuasión entre "letras” y "ciencias”, arts and sciences), sino
nuclear” nos explica la naturaleza (estratégica) del la "teoría y práctica de la lucha por el poder”. Toda
comportamiento enfrentado de dos Estados con ca­ actividad política, según Lasswell, consistía en una
pacidad nuclear. lucha entre elites rivales orientada a mantener,
En consecuencia, la utilidad de un enfoque y, increm entar o dem ostrar poder; de ahí el título de
como veremos en este capítulo, su auge y caída, su obra más conocida: Politics: Who gets what, when
vienen dadas por la riqueza y validez de las teorías and how (La política: ¿Quién consigue qué, cuándo y
que perm ite generar. En este sentido, los enfoques cómo?), publicada en 1936.
que se presentan aquí constituyen herram ientas La ciencia política anterior al conductismo estaba
m ás o menos útiles para construir teorías y explica­ íntimamente relacionada con el derecho político.
ciones sobre la realidad, siendo el buen criterio y la Puesto que el Estado, como institución formal-legal,
experiencia de cada investigador los que finalm ente constituía el objeto de estudio principal, práctica­
determ inen qué herram ienta le resulta más útil para mente todos los trabajos de ciencia política previos
estudiar cada fenómeno. al desarrollo del conductismo se enm arcaban en la
"teoría del Estado”. Dado que el estudio del compor­
2. EL ENFO Q UE CONDUCTISTA tamiento político de los individuos y otros actores
quedaba limitado al cumplimiento por parte de éstos
de los roles formales que las leyes asignaban a los in­
2.1. C a r a cter ística s d e l c o n d u c tism o
dividuos, la labor de un gran número de los primeros
La aparición y consolidación en los años 50 del politólogos consistía en poco más que en la descrip­
program a de investigación conductista supuso la ción de las leyes que regulaban la política, así como
prim era aplicación del método científico al estudio de las competencias y prerrogativas de las principales
de la política. De ahí que el c o n d u c tism o pueda ser instituciones públicas.
considerado como la prim era revolución científica en Frente al derecho político y los estudios jurídico-
la ciencia política. formales, el marxismo (el otro gran enfoque enton­
Al igual que la teoría de la elección racional, cuyo ces dom inante en la ciencia política) adoptaba un
origen está en la economía, el conductismo no fue supuesto de partida radicalm ente contrario, pero de
un producto autónomo de la ciencia política. Tuvo su similares consecuencias para el estudio de la política.
origen en la sociología y, sobre todo, en la psicología, En el marxismo, el derecho, el m arco formal-legal en
disciplina que registró notables avances en los años el que se sustentaban los Estados u otros tipos de
20 y 30 del siglo XX y cuyas prim eras aplicaciones al organizaciones simplemente reflejaba las relaciones
campo de la política cosecharon resultados muy no­ de dominación existentes en cada sociedad en cada
tables en los trabajos de psicología política de Harold momento histórico. Desde este punto de vista, al
Lasswell (1902-78) y otros. igual que la m onarquía absoluta encarnaba el in stru ­
El conductismo o behaviorismo (del inglés, mento de dominación correspondiente a una socie­
behavior), llamado así por su énfasis en el estudio dad feudal con un sistema económico asentado en el
de la conducta política de los individuos, supuso el vasallaje, el Estado liberal representaba simplemente
declive de los estudios jurídico-formales y la apertura el instrum ento de dominación del que se servía la
de un nuevo campo de investigación centrado en el burguesía en una sociedad capitalista para ejercer
comportamiento de los principales actores del juego su dominación sobre las clases trabajadoras. Los Es­
político (electores, gobiernos, partidos y grupos de tados constituían, por tanto, las "superestructuras”
presión, entre otros). Hasta entonces, el estudio de la de las sociedades, es decir, un mero reflejo de las
política se había situado en el campo de la filosofía o estructuras sociales reales, que eran de naturaleza
el derecho. Pero los conductistas, rechazando, como exclusivamente económica.
pretendían los filósofos políticos desde Aristóteles, Al carecer la política en esta perspectiva de auto­
que la política fuera un "arte”, sostenían que ésta nomía alguna, estudiar sus características específicas
podía estudiarse de forma científica enfocando la resultaba injustificado: los politólogos debían estudiar
atención en el comportamiento y las actitudes de los modos de producción económicos y las relaciones
los individuos. Para ellos, el estudio de la política no de dominación existentes en cada sociedad, no las
Capítulo 4 / La ciencia política empírica (II) 59

instituciones políticas, ni mucho menos el comporta­ de cómo una investigación aparentem ente modesta
miento político de los individuos, que supuestamente puede alcanzar una notable repercusión teórica.
correspondía a la posición concreta de cada individuo Cómo se explica en el Capítulo 5 (“El poder”), el
en el sistema de producción (como se derivaba de la clásico ¿Quién gobierna? de Robert Dahl (1961) es,
conocida afirmación de Karl Marx (1818-83): "el ser sin duda, un muy buen ejemplo de cómo un micro-
social determina la conciencia”). Por tanto, aunque el estudio muy detallado (y muy económico en costes
propio Marx ([1852] 2003) apuntara en su estudio sobre de investigación) de las dinám icas de poder en una
la II República francesa (El Dieciocho de Brumario de pequeña ciudad estadounidense (New Haven, ciudad
Luis Bonaparte) la necesidad de estudiar las institucio­ en la que tiene su sede la Universidad de Yale y en la
nes políticas (y la conducta política de los individuos que estudiaba Dahl) pudo convertirse en una obra de
dentro de ellas), el estudio de la política como discipli­ referencia p ara el debate entre elitistas y pluralistas.
na autónoma, o siquiera parcialmente independiente El libro de Dahl, adem ás de reforzar las tesis de los
de otras, arraigó antes de la Segunda Guerra Mundial pluralistas, sirvió p ara generalizar el convencimien­
sólo en algunas universidades estadounidenses. to acerca de la validez del enfoque y de las técnicas
Ciertamente, antes que los politólogos estadouni­ de investigación empleadas por los conductistas.
denses, un reducido núm ero de estudiosos europeos En térm inos similares. La cultura cívica, una
habían comenzado a observar la política desde investigación em pírica com parativa realizada por
presupuestos que conferían cierta autonom ía a la Gabriel Almond y Sidney Verba en 1963 sigue sien­
política y, también, al com portam iento político de do hoy una obra de referencia en los estudios sobre
los individuos. Tanto el clásico estudio de Robert cultura política. Como se detalla en el Capítulo 12
Michels {Los partidos políticos, 1911) acerca de la (“La cultura política”), el debate en torno al llamado
centralización del poder dentro de los partidos polí­ “capital social” (concepto popularizado por el poli­
ticos de masas, como los estudios de Wilfredo Pareto tòlogo Robert Putnam bajo el que se engloban los
{Tratado de sociología general, 1916) o Gaetano Mosca recursos de que dispone una sociedad para m ante­
{Elementos de ciencia política, 1898) abrieron la vía nerse cohesionada y resultar eficiente desde el punto
para la consolidación de la corriente elitista o la de vista económico), que iniciaron hace ahora 40
teoría de las elites, de acuerdo con la cual en todas años Almond y Verba, es clave para el análisis de
las sociedades cabía identificar una clase dirigente las transform aciones a las que están sometidas las
(elite) que concentraba el poder político y económ i­ sociedades dem ocráticas del siglo XXL
co. Sin embargo, frente al marxism o y al elitismo,
el conductismo afirm ó una visión “p lu ral” de la 2 .2 . C risis y b a la n c e d e l c o n d u c tism o
dem ocracia estadounidense, destacando la apertura
del sistem a político a la participación política de Pese a ser poco más que una serie de supuestos acer­
los individuos y a la representación de todo tipo de ca de cómo estudiar (científicamente) la política, el
intereses. De ahí que los conductistas de los años 50 conductismo comenzó a caer en descrédito a finales
recibieran el apodo de “pluralistas”. de los años 60. Tres frentes se abrieron por entonces
El conductismo parte de la necesidad de observar contra él.
y analizar empíricamente los fenómenos políticos y, El primero, proveniente de la “nueva izquierda” y
más específicamente, las actitudes y los com porta­ de la contracultura de los años 60 y 70, argum entaba
mientos de los individuos y grupos. En contraste con que el conductismo, con su obsesión por las técnicas
el prim er institucionalismo dominante en la ciencia y los métodos de investigación, había contribuido
política en las prim eras décadas del siglo XX, el con­ a desconectar de la realidad sus investigaciones,
ductismo no se interesa por las estructuras formales convirtiéndose en una ideología conservadora del
y las normas jurídicas, sino por las conductas o com­ statu quo.
portam ientos de los actores políticos, sean éstos los El segundo, proveniente de la economía neoclási­
ciudadanos, las organizaciones políticas, los repre­ ca, cuestionó la cientificidad del método inductivo y
sentantes parlamentarios, los miembros del gobierno planteó una alternativa basada en el modelo de ra ­
o los empleados del Estado. zonamiento deductivo, dom inante en la teoría de la
Gracias a su rigor científico, las investigaciones elección racional y en el análisis del com portamiento
conductistas siguen siendo, todavía hoy, un ejemplo de los actores económicos.
60 Política y ciencia política: Una introducción

Finalmente, el tercer frente, proveniente de la críti­ Para concluir podríam os describir como conduc­
ca neom arxista al pluralismo, acusó al conductismo tismo todo lo que aúna teoría em pírica y observación
de concebir el Estado como un espacio neutral, cuan­ de la realidad m ediante técnicas y procedimientos
do la evidencia empírica señalaba que esto no siempre homologados. Por tanto, a pesar de las críticas que
era así. Frente a la visión pluralista, los neom arxistas se han vertido posteriorm ente acerca de la escasa
defendieron la necesidad de estudiar el Estado y sus cientificidad de los supuestos y métodos conductis­
instituciones como un agente activo en la producción tas, lo cierto es que el conductismo tuvo su origen
y reproducción de los sistemas y las clases sociales. y estuvo siempre profundam ente anclado en el po­
A pesar de estas críticas, el balance del conductismo sitivismo, es decir, en la concepción de la ciencia
tiene que ser necesariamente positivo. Para Dahl, más como conocimiento fundado exclusivamente en la
allá de las polémicas estériles que han dominado el experiencia. En este sentido, su principal mérito fue
debate en torno al conductismo, éste fue simplemente el de establecer una separación clara entre teorías
"un intento de mejorar nuestro entendimiento de los "normativas”, centradas en el "deber ser”, y teorías
aspectos empíricos de la política mediante el empleo "empíricas”, basadas en la observación estructurada
de métodos, teorías y criterios de verificación acepta­ de la realidad.
bles de acuerdo con los cánones, las convenciones y los Ahora bien, aunque el conductismo nació de la
supuestos de la ciencia política moderna” (Dahl 1961: insatisfacción con los enfoques históricos, filosóficos
767). Dicho de otra forma, el único elemento realmente e institucionales dominantes en la ciencia política de
aglutinador del conductismo y de los conductistas ha­ los años 20 y 30, proponiendo un método alternativo
bría sido su vocación científica, es decir, la convicción de aproximarse a la realidad, nunca llegó a ofrecer
de que la política puede ser estudiada científicamente. una teoría unificada acerca de la política. Eso ex­
Prueba de esta pluralidad del conductismo es la plica por qué, a la hora de definir en qué consiste
dispersión de los temas abordados por los conductis­ el conductismo, sea difícil ir más allá del énfasis en
tas. Por un lado hay que consignar los estudios acerca los objetivos comunes de los conductistas (otorgar
del comportamiento electoral y de la participación un estatuto científico al estudio de la política) y los
política, que arrancan bastante antes de la Segunda métodos (predominantemente empíricos).
Guerra Mundial y prosiguen con los estudios sobre
las elecciones presidenciales de 1940. Por otro lado, 3. EL ENFO Q UE DE LA ELECCIÓN RACIONAL
el conductismo, basándose en los avances de la psi­
cología política, abrió el campo de estudio del com­ Después de la psicología, la economía constituye la
portam iento y de la cultura política. Centrado en el otra gran fuente de influencias y presiones que han
análisis de las actitudes, creencias y predisposiciones incidido en la ciencia política en los últimos 50 años.
políticas de los sujetos, este campo reúne estudios ya Esta influencia ha sido notable en cuatro campos
clásicos como el de Seymour M. Lipset (El hombre centrales de la ciencia política: el comportamiento
político, 1960) o el ya citado de Almond y Verba {La electoral de los individuos; el análisis de los procesos
cultura cívica, 1963). Finalmente, como se m uestra por los que los actores forman y establecen las prefe­
en la sección cuarta de este capítulo, el enfoque con­ rencias que definen sus posiciones en el juego político;
ductista fue particularm ente útil para el estudio de la el estudio de los modos en los que la información, la
violencia política, tanto entre Estados (los conflictos comunicación y, en definitiva, la coordinación son
internacionales) como entre ciudadanos (las guerras relevantes a la hora de explicar los resultados de la
civiles, el terrorismo, etc.). acción política; y, finalmente, los análisis sobre la in­
De igual forma, la pluralidad del conductismo fluencia de las instituciones (entendidas no sólo como
tam poco permite reducirlo a un enfoque de tipo organizaciones, sino en un sentido más amplio, como
individualista. El conductismo revolucionó también el "reglas del juego”).
llamado "análisis de sistemas” (Karl W. Deutsch 1963), Este enfoque económico de los fenómenos polí­
las teorías acerca de la adopción de decisiones (Graham ticos, descrito genéricamente como la "teoría de la
Allison 1971), siendo aplicado con notable éxito tanto elección racional” o, más ajustadamente, "teoría
al análisis del desarrollo político comparado (Gabriel económica de la política” o "teoría política positiva”,
Almond y Bingham Powell 1970), como de los sistemas ha sido considerado, con justicia, la segunda revo­
políticos comparados (Arendt Lijphart 1968). lución de la ciencia política. Ello se ha debido a su
Capítulo 4 I La ciencia política empírica (II) 61

capacidad de explicar un gran número de fenómenos electores, se estudiara sobre la base de sus motivacio­
aparentemente inconexos (desde el agotamiento de nes e intereses personales, y no de la retórica en torno
los recursos medioambientales a la carrera nuclear; al interés general.
desde la competencia electoral a las transiciones a la En la misma línea de ruptura con la visión de la
democracia, por citar sólo unos pocos ejemplos), pero política y del Estado como instituciones dedicadas a
también a la transparencia y sencillez de sus supues­ la conformación de la voluntad general, el estudio de
tos, lo que perm ite que cualquier investigador pueda Kenneth Arrow Elección social y valores individuales
verificar por sí mismo lo ajustado de las explicaciones (1951), destacó un fenómeno sobre el que el filósofo
o plantear nuevos escenarios, juegos o modelos. francés Condorcet (1745-1794) había llamado ya la
En muchos sentidos, sin embargo, la te o r ía d e atención y que, tras ser elaborado formalmente, vino
la e le c c ió n ra c io n a l no es más que un enfoque de a llamarse la "paradoja de Arrow” o, más técnica­
investigación; nos dice qué debemos observar y cómo mente, el "teorema de la imposibilidad”.
debemos hacerlo, permitiéndonos a continuación La aportación de Arrow consistía en dem ostrar
elaborar teorías concretas que expliquen lo ocurrido m atem áticam ente que, dados unos supuestos ra ­
o predigan qué comportamientos políticos son más zonables sobre la estructura de preferencias de los
probables bajo determinados supuestos. miembros de una colectividad, no existe ningún
proceso de tom a de decisión que produzca resulta­
3.1. L os o r íg e n e s d e la te o ría dos racionales desde el punto de vista colectivo. En
e c o n ó m ic a d e la p o lític a concreto, Arrow m ostró cómo la regla de la mayoría
puede producir resultados sum am ente arbitrarios,
Las bases de la teoría de la elección racional se produciendo mayorías cíclicas o inestables y pres­
rem ontan al utilitarism o de Jeremy Bentham (1748- tarse a la m anipulación de los resultados por parte
1832). En su Introducción a los principios de moral de aquellos que determ inan la agenda y el orden de
y legislación (1789), Bentham preconizaba que todo las votaciones
acto humano, norm a o institución, debían ser juz­ Frente a las teorías normativas acerca de la vo­
gados según la "utilidad”, esto es, según el placer o luntad popular y la soberanía nacional, las ideas de
el sufrim iento que producen en las personas, no de Arrow y de otros como William Riker (1920-1993)
acuerdo a criterios morales o normativos ajenos a las sirvieron para dem ostrar que la conformación de la
mismas. A p a rtir de esta prem isa básica, proponía voluntad popular es, en gran parte, resultado del tipo
form alizar el análisis de las cuestiones políticas, so­ de reglas de decisión que se adopten, es decir, que la
ciales y económicas a través de medidas que dieran misma voluntad popular puede conducir a resultados
cuenta de la satisfacción, el beneficio o la utilidad de completamente distintos si para conocerla se opta,
cada acción o decisión concreta p ara cada individuo. por ejemplo, por una elección de una, dos o tres vuel­
Así se fundam entaría una nueva ética, basada en el tas (en la sección cuarta de este capítulo se incluye un
goce de la vida y no en el sacrificio y el sufrimiento, ejemplo sobre las elecciones presidenciales francesas
y una nueva concepción de la política, centrada en el de 2002 que m uestra efectivamente cómo las reglas
objetivo últim o de lograr "la mayor felicidad para el de decisión pueden producir resultados contradicto­
mayor núm ero de individuos”. rios con las preferencias de los electores).
Más allá de estos orígenes filosóficos, el punto de La Teoría económica de la democracia (1957) de
arranque de la estrecha relación contemporánea entre Anthony Downs supuso el prim er intento sistem á­
economía y política se genera en los planteamientos tico de trasladar este supuesto de racionalidad
de Joseph Schumpeter (1883-1950) en Capitalismo, económica a la política. Downs planteó la política
socialismo y democracia (1943). Allí se esboza, por y el poder como un mercado en el que votantes y
prim era vez, un modelo de comportamiento político partidos intercam bian votos a cambio de políticas
basado en el supuesto de r a c io n a lid a d e c o n ó m ic a favorables, y en el que la motivación de votantes y
(consistente en suponer que toda acción hum ana está representantes está exclusivamente orientada a la
orientada a la maximización de algún tipo de interés satisfacción del interés personal. El análisis de Downs
asociado al bienestar personal). Schumpeter sería, acerca de la racionalidad de la abstención abrió un de­
por tanto, el prim ero en proponer que el com porta­ bate sobre la participación política que todavía hoy
miento de los políticos y, subsidiariamente, de los no se ha cerrado. De acuerdo con los argum entos
62 Política y ciencia política: Una introducción

de Downs, dado que la probabilidad estadística de su consecución unilateralm ente, aun a sabiendas de
que nuestro voto sea decisivo en unas elecciones que los demás disfrutarán del bien producido a pesar
generales es m ínim a, los individuos no deberían ir de no haber contribuido a él; segundo, la coopera­
a votar. Igualmente, los argum entos de Downs sobre ción es posible cuando existen incentivos positivos
la tendencia de los partidos políticos a converger en para aquellos que participan en la acción colectiva, o
el centro del espacio político como medio para m axi­ negativos para los que quieran beneficiarse del bien
m izar las posibilidades de ganar las elecciones han público sin haber contribuido a su provisión. Desde
estructurado buena parte del debate contemporáneo esta perspectiva, el ostracism o que se aplica a los
sobre los partidos, los sistemas de partidos, la com­ esquiroles, el reconocimiento social que se otorga
petencia electoral e, incluso, el fin de las ideologías. a las acciones heroicas, la provisión de servicios de
Más adelante, partiendo de la paradoja de la ra ­ asesoría jurídica gratuitos a los miembros de un
cionalidad del abstencionista form ulada por Downs, sindicato, etc., son fenómenos que responden a una
M ancur Olson (1932-98) planteó un análisis de los mism a lógica de in c e n tiv o s s e le c tiv o s destinados a
problemas de cooperación entre individuos con facilitar la acción colectiva.
vistas a la provisión de bienes públicos, que sigue Del planteam iento de Olson se deducía fácilmente
siendo aplicado a múltiples problemas políticos. una paradoja que ha centrado la atención de muchos
La cuestión de los b ie n e s p ú b lic o s es central en politólogos a p artir de entonces. La paradoja radica
nuestras sociedades. Un bien público es aquel que en que, frente a lo argum entado por economistas
reúne una doble característica: prim era, que no se como Adam Smith (1723-1790) en el sentido de que
puede excluir de su consumo a aquellos que no han los vicios privados (el afán de lucro) pueden ser be­
participado en la provisión de dicho bien (principio neficiosos para la colectividad (en tanto en cuanto la
de no exclusión); segunda, que la cantidad del bien competencia em presarial ofrezca a los consumidores
producido no disminuye por el hecho de que más o mejores productos a precios más bajos), existen nu­
menos personas consum an dicho bien (principio de merosas situaciones en las que la sum a de los actos
no-rivalidad en el consumo). Por ejemplo, las luces racionales de los individuos puede provocar conse­
de la calle alum bran a todo el mundo, independien­ cuencias colectivas desastrosas (abstención electoral
temente de que paguen la contribución u rbana o no. generalizada, ausencia de grupos de interés orga­
Además, la calle no se oscurece por el hecho de que nizados, insuficiente provisión de bienes públicos,
transiten por ella más o menos personas. Lo mismo sobre-explotación de los recursos naturales, etc.).
ocurre con la defensa nacional: todos nos benefi­
ciamos de la seguridad, independientemente de que 3.2. P r in c ip a le s su p u e s to s
paguemos más o menos impuestos o sirvamos en el
ejército. Con estas condiciones, se entenderá fácil­ La teoría económica de la política tiene una serie de
mente por qué los bienes públicos son difíciles de rasgos definitorios. El prim ero es el in d iv id u a lism o
lograr: existen pocos incentivos p ara participar en m e to d o ló g ic o . Aunque se acepta que las estructu­
su provisión y escasas posibilidades de sancionar a ras o instituciones (políticas, sociales, culturales,
los que no quieran participar. etc.) lim itan las alternativas de las que disponen los
En su Lógica de la acción colectiva (1965), Olson individuos, se rechaza la idea de que determ inan el
dem ostró convincentemente que no participar en la comportamiento de los individuos. Se niega, por ta n ­
provisión de bienes públicos podía considerarse como to, el "determinismo estructural” o "institucional”.
una acción racional. Olson popularizó el térm ino Para los individualistas metodológicos, el principal
"gorrón”, "polizón” o “free-rider' para caracterizar constreñimiento de las acciones hum anas reside en
al que disfruta de los beneficios de una acción en la otras acciones humanas; concretamente, en acciones
que no ha participado, e identificó las condiciones individuales, y no de actores colectivos como las na­
favorables al éxito de la acción colectiva. De acuer­ ciones, las clases sociales o las razas. Aun cuando en
do con su análisis, la cooperación entre individuos ocasiones se confunda, el individualismo metodoló­
auto-interesados (es decir, la a c c ió n co le c tiv a ) es gico tiene poco que ver con el "individualismo” tal
posible en dos tipos de situaciones: prim ero, cuando y como se entiende normalmente, y menos con un
el interés de uno o varios miembros del grupo en el individualismo en el sentido peyorativo de desprecio
bien público es tan elevado que deciden promover por lo colectivo.
Capítulo 4 I La ciencia política empírica (II) 63

El segundo supuesto de la teoría de la elección ra­ hum anas, puede ser entendido mejor a la luz del
cional se refiere a la consideración de la racionalidad famoso d ile m a d e l p r isio n e r o , formulado por A.
económica como motivación básica de las acciones W. Tucker en 1950.
hum anas. Éste es un punto controvertido de la teoría
de la elección racional. Este principio, que a veces se
confunde con el de egoísmo o simple interés personal,
i:l d il h m a d e l p r l s io n e r o
sólo implica que las acciones individuales se explican
por los resultados que éstas producen en estos indi­
viduos. La teoría de la elección racional da cuenta El dilema del prisionero plantea la siguiente situación: dos
delincuentes se encuentran detenidos en celdas separadas.
de por qué los individuos realizan ciertas acciones La policía sabe que han atracado un banco, pero no tiene
para conseguir determinados fines, pero no aclara pruebas materiales por lo que sólo puede esperar que los
los orígenes de esos fines. Así, las teorías que utilizan detenidos se delaten mutuamente. Al ser interrogados por
el marco de la elección racional tienden a explicar separado acerca de la culpabilidad del otro, cada uno puede
las acciones de los individuos como la interacción de optar por ‘‘callar \ asegurando que ambos son inocentes, o
‘‘delatar” a su compañero. Si los dos callan, recibirán una
los fines últimos que persiguen éstos (maximizar su pena mínima de dos años cada uno por tenencia ilícita de
ingreso personal, aum entar su poder, etc.) bajo unas armas. Si uno delata al otro y el otro calla, el que delata
determ inadas condiciones (las acciones de otros ac­ será condenado sólo a un año de cárcel por colaborar con la
tores “autointeresados”, unas reglas del juego, etc.) El justicia, pero su colega será condenado a diez años. Y, final­
principio de racionalidad económica, aunque no re­ mente, si los dos se delatan mutuamente, serán condenados
cada uno a cinco años de cárcel. Existen, por tanto, cuatro
coja la enorme variabilidad de las acciones humanas,
posibilidades: que los dos callen, que A delate a B, que B
sí sirve para entender un gran número de fenómenos delate a A, o que los dos se delaten mutuamente.
sociales. Si bien los seres humanos se com portan muy El que A o B elija “callar’ o “delatar’ dependerá de las
a menudo de forma aparentemente irracional, cual­ expectativas que tengan acerca de lo que va a hacer el otro
quier teoría tiene que construirse sobre los supuestos actor. Por esa razón, decimos que su comportamiento es
más simples y, a la vez, más probables. En aras de fa­ estratégico: eligen su curso de acción en función de lo que
prevean que van a hacer los demás, no solamente en función
cilitar y simplificar la tarea de investigación, la teoría de lo que deseen individualmente. El dilema del prisionero
de la elección racional supone que existe un mínimo no contempla que, por razones altruistas, un detenido pueda
de racionalidad común a todos los individuos que decidir no denunciar a su cómplice y asumir en solitario una
puede ser operacionalizado en el plano agregado. condena más elevada de la que le correspondería (imagine­
Con todo, es im portante señalar que para la teoría mos que B sepa que la mujer de A está muy enferma y decida
callar para que A sólo pase un año en la cárcel, aun cuando él
de la acción racional suponer que los actores se com­
obtendría una condena de diez años). Hipotéticamente, esta
portan racionalmente no implica afirm ar nada acerca situación podría ocurrir en la práctica, pero la virtualidad
de su cualidades morales, porque la explicación de los del dilema del prisionero es que explica acertadamente por
fines últimos de cada individuo no forma parte de los qué la mayoría de las veces los dos detenidos se delatan mu­
objetivos de la teoría de la elección racional. Por tanto, tuamente y, como consecuencia, acaban pasando más años
no estamos ante un debate acerca del egoísmo o del en la cárcel que si se hubieran negado a colaborar con la poli­
cía. Por tanto, el mérito del dilema del prisionero consiste en
altruismo en las acciones. Por poner un ejemplo: un revelar una paradoja esencial de las interacciones humanas:
multimillonario puede decidir invertir 100 millones que el comportamiento racional (egoísta) de los individuos
de euros en construirse una lujosísima mansión o, puede llevar a resultados subóptimos desde el punto de vista
alternativamente, regalar millones de tratam ientos agregado: comportarse egoístamente y delatar al compañero
retrovirales a los afectados por el SIDA. En ambos es la única solución (racional) del juego, pero claramente no
la mejor para los detenidos.
casos, suponemos que se com portará racionalmente Como es esperable, todo el mundo prefiere ir a la cárcel
y que intentará m axim izar el retorno de su inversión: un año que ir dos, ir dos a ir cinco e ir cinco a ir diez. Sin
si se decide por la mansión, elegirá el proyecto que embargo, supongamos que somos el detenido B. Si A nos
mejor relación calidad/precio tenga; si se decide por delata, da igual lo que hagamos: iremos a la cárcel cinco
los retrovirales, negociará con las empresas farm a­ o diez años. Pero si A, como buen amigo, decide callar y
céuticas para lograr maximizar el número de vacunas optar por los dos años de cárcel (en lugar de cinco o diez),
tenemos una opción mejor: traicionar a nuestro amigo y
que podrá comprar. delatarle para ir a la cárcel sólo un año. Dado que confiar
El tercer supuesto, la existencia de consecuencias en nuestro amigo nos puede costar más que no confiar en
im previstas o no intencionadas de las acciones él y delatarle, lo mejor es delatarle: la consecuencia es que
64 Política y ciencia política: Una introducción

TABLA 4.1 estructurales (incentivos, constreñimientos, inform a­


1^1 d ile m a d el p r is io n e ro ción incompleta, etc.), la teoría de la elección racional
parte de una buena posición para estudiar fenómenos
Si.. ...en ton ces tan relevantes como la degradación medioambiental,
A recibe... y B recibe., la falta de participación política en nuestras demo­
El y el a ñ o s de añ o s de cracias o los conflictos entre los Estados.
d eten id o A d eten id o B cárcel cá rcel Por citar un ejemplo relativamente reciente y nove­
Calla Calla 2 2 doso, Ignacio Sánchez-Cuenca (2001) ha utilizado la
Calla Delata 10 1 teoría de juegos para dem ostrar hasta qué punto la
Delata Calla 1 10 lucha del Estado español contra ETA se puede enten­
Delata Delata 5 5 der como un juego en el que las muestras de voluntad
negociadora por parte del Estado han sido interpre­
tadas por la banda terrorista como un signo de que
los atentados constituían un instrum ento eficaz para
ambos decidirán delatarse mutuamente y serán penados
con cinco años de cárcel. La paradoja del juego es evidente: mejorar sus bazas negociadoras frente al Estado.
para minimizar el riesgo de pasar diez años en la cárcel En el mismo sentido, autores como Josep M aría
hay que delatar al contrario. Sin embargo, con ello no se Colomer han aplicado con éxito la teoría de la elec­
explotan adecuadamente los beneficios de la situación, ya ción racional a la comprensión de un buen número
que ambos acaban pasando cinco años en la cárcel cuando de decisiones adoptadas, por ejemplo, durante la
podían haber pasado solamente dos.
transición política española (véase El arte de la ma­
nipulación política, 1990). En el Capítulo 4 de dicho
libro, Colomer da cuenta de cómo Torcuato Fernán-
dez-Miranda, presidente de las Cortes franquistas,
3.3. E x a m en c r ític o y va lo ra ció n manipuló el procedimiento de selección para la terna
de candidatos que el Consejo del Reino debía ofre­
El dilema del prisionero prueba que una de las críticas cer al Rey Juan Carlos, con el fin de incluir en ella a
más habituales a la teoría de la elección racional (la de Adolfo Suárez, un candidato que carecía de apoyos
que no tiene en cuenta el hecho de que las estructuras para salir elegido en una votación directa dentro
dentro de las que operan los actores condicionan, en del Consejo, pero a quien el Rey había decidido de
gran medida, su comportamiento) es bastante poco antem ano designar como Presidente del Gobierno.
acertada. Al contrario: el dilema del prisionero y, en En térm inos muy parecidos, como ilustra el ejemplo
general, toda la teoría de la elección racional muestra acerca de la elección de Chirac como Presidente de la
cómo determinadas estructuras (de costes y oportuni­ República en las elecciones de 2002 que se incluye en
dades) pueden hacer que comportarse racionalmente la siguiente sección, la teoría de la elección racional
vaya en contra de los propios intereses. pone de manifiesto cómo los resultados del proceso
Por ello, la validez o invalidez de la teoría de la político pueden tener que ver más con el diseño de los
elección racional no debe ser exam inada en función mecanismos de elección que con la expresión de un
de si observamos empíricamente que el supuesto de genuino interés colectivo.
racionalidad se cumple o no en la realidad, sino en
función de la capacidad explicativa de los modelos de 4. EL ENFO Q UE DEL NUEVO
comportamiento que construyamos de acuerdo con INSTITUCIONALISM O
este supuesto. El carácter deductivo de la elección
racional conlleva que la racionalidad económica deba Tras varias décadas de concentración en los individuos
ser entendida sólo como un supuesto teórico previo, y, paralelamente, de olvido de las instituciones, tanto
no como un resultado de una investigación empírica los politólogos como los sociólogos y los economistas
típico del método inductivo. Dado que aúna el estudio volvieron su m irada hacia aquéllas. Esta recuperación
de los aspectos individuales de las motivaciones de del interés de politólogos, sociólogos y economistas por
la acción (preferencias, información, cálculo estra­ las instituciones no supuso, lógicamente, un despertar
tégico) y las propiedades estructurales del entorno del viejo formalismo jurídico, ya que éste había que­
que condicionan decisivamente los comportamientos dado completamente superado con el conductismo.
Capítulo 4 I La ciencia política empírica (II) 65

Aunque se suele hablar de una "vuelta” al estudio del Blair y Aznar decidieron retirar el proyecto de resolución
Estado o de las instituciones (en la expresión popula­ que habían promovido.
El Primer Ministro Blair se enfrentó entonces a una de las
rizada por Theda Skocpol a raíz de su libro Bringing
horas más difíciles de su carrera política: dada la previsible
the State back in, 1979), esta afirmación, desprovista de pérdida de vidas británicas en las operaciones de combate,
matices, resulta engañosa: el nuevo institucionalismo Blair se había comprometido a que la Cámara de los Co­
adopta la etiqueta de "nuevo” para destacar que existen munes votara una resolución aprobando la intervención en
diferencias sustantivas tanto en la propia definición Irak, aunque carecía de la obligación legal de hacerlo. Sin
de las instituciones como en los enfoques teóricos y embargo, sin una resolución del Consejo de Seguridad y con
la opinión pública en contra, muchos diputados de la ma­
las técnicas de análisis utilizadas. Por tanto, ni las yoría parlamentaria laboralista comenzaron a dudar acerca
instituciones que se estudian ni los métodos que se de la conveniencia de ir a la guerra. Aunque Blair disponía
aplican son los mismos. En este sentido, la nueva de una sólida mayoría parlamentaria, como los diputados
definición de las instituciones no centra la atención de la Cámara de los Comunes se eligen en circunscripciones
en los aspectos formales o legales (las instituciones uninominales con un sistema mayoritario, muchos de ellos
temían que, de votar a favor de la guerra, sus posibilidades
como "organizaciones jurídicas”), sino, sobre todo, de ser reelegidos en sus distritos en las próximas elecciones
en sus aspectos sustantivos, es decir: hasta qué punto generales se redujeran notablemente.
influyen, condicionan, estructuran o determ inan las De acuerdo con la propia narración ofrecida por Blair
preferencias y estrategias de los actores o los resulta­ posteriormente (véase la entrevista que concedió al diario
dos del juego político. Sun el 18 de abril de 2003 y que fue reproducida en multitud
de medios de información y agencias de prensa, entre ellos la
Para el nuevo institucionalismo, las in stitu c io n e s
BBC), a pesar de contar con una sólida mayoría parlamen­
son las reglas formales e informales, las normas y taria, la tarde antes de la votación, Blair reunió a su mujer
prácticas, los hábitos y las costumbres que "influyen” y a sus hijos y les comunicó que existía una posibilidad de
en el proceso político, bien en el nivel "macro” (las que perdiera la votación y, en consecuencia, de que tuviera
Constituciones, la cultura política, etc.), bien en el ni­ que dimitir. Esa misma tarde, el Presidente del Gobierno de
vel "micro” (las reglas del juego, el sistema electoral, el España, José Marta Aznar, consciente de la dificultad de la
situación, llamó a Blair para solidarizarse con él. Según la
reglamento de un parlamento, etc.). No es de extrañar narración de Blair, para animarle, Aznar le recordó que en
que, de acuerdo con estos criterios, la definición de España, “menos del 4% de la población’ apoyaba la guerra
instituciones que manejan los neoinstitucionalistas sea en Irak, a lo que Blair replicó: “¡Vaya, menos incluso que la
tan amplia como difícil de aplicar. Según Peter Hall y gente que piensa que Elvis Presley sigue vivo!”.
Rosemary Taylor (1996), esta variedad de análisis per­ La situación de Aznar, en el fondo, no era muy distinta
a la de Blair. En las filas del Partido Popular existían no
mite distinguir tres categorías de "nuevos” institucio-
sólo numerosas voces contrarias a la guerra (entre ellas, la
nalismos: el histórico, el racional y el sociológico. Pero, del Vicepresidente Económico del Gobierno, Rodrigo Rato),
en realidad, dado que la hipótesis central del nuevo sino una preocupación generalizada por el posible coste
institucionalismo (en cualquiera de sus versiones) es electoral de apoyar diplomáticamente una acción bélica de
que las instituciones median entre el poder y los re­ Estados Unidos que no contara con la aprobación expresa
sultados políticos, los análisis neoinstitucionalistas del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Sin em­
bargo, el sistema electoral y de partidos español, de carácter
"descubren” las instituciones caso por caso. proporcional y con listas cerradas y bloqueadas, configura­
ba un mapa político completamente distinto: al contrario
que en el Reino Unido, las posibilidades de reelección de un
diputado no dependen tanto de su sintonía con el electorado
¿IMPORTAN LAS INSTLrUCIÜNLS? en su circunscripción, como de su capacidad de acatar la
disciplina de partido. Por tanto, los diputados del Partido
La relevancia de esta pregunta, central en la ciencia política Popular, por mucho que se opusieran a la guerra, carecían
de las últimas décadas, puede ser entendida mediante un de incentivo alguno para manifestarse en contra de ella, ya
sencillo ejemplo. En los meses previos a la invasión de Irak que, independientemente de lo acertados o equivocados que
por Estados Unidos en el año 2003, las opiniones públicas estuvieran en sus juicios acerca de la guerra, era seguro que
británica y española se oponían ampliamente a la intención los que rompieran la disciplina de partido no entrarían en
de la Administración Bush de emprender una acción en las próximas listas electorales.
Irak. Una vez constatado que el Gobierno francés vetaría El ejemplo muestra cómo las instituciones, entendidas
dicha resolución y también que Estados Unidos, Reino Uni­ como “reglas del juego”, no son neutrales, sino que impor­
do y España ni siquiera podrían lograr una mayoría simple tan, y mucho. En dos contextos similares (gobiernos con
de los quince Estados representados en el Consejo de Se­ mayoría parlamentaria, pero sin apoyo público) y con
guridad de la Organización de las Naciones Unidas, Bush, preferencias similares (intervenir en Irak), las diferencias
66 Política y ciencia política: Una introducción

institucionales (el sistema electoral) primaron estrategias individuos están más orientadas hacia la satisfacción
distintas de comportamiento. Aunque Blair finalmente de norm as y valores que hacia la maximización de
no perdiera la votación, el Partido Laborista sufrió una
beneficios personales o individuales.
profunda división (hasta 139 diputados laboristas votaron
en contra de su Gobierno y dos ministros, entre ellos el de
Exteriores, abandonaron el Gabinete), mientras el Partido
Popular permaneció unido y cohesionado, ganando có­ LOS ( ) r i g i : n i : s d k l a p o l l f i c a s o c ia l
modamente la votación parlamentaria que se planteó en EK USTADOS U N ID O S
relación a la intervención armada.
En su obra. Los orígenes de la política social en Estados
Unidos (1996), Theda Skocpol estudia el surgimiento de la
política social en este país y concluye que, al igual que en otros
muchos países avanzados, el Estado del bienestar no surgió
4.1. £1 in stitu c io n a lism o h istó r ic o como consecuencia de un diseño racional que reflejara las
preferencias colectivas de una sociedad como la estadouni­
Como se ha señalado, los pluralistas norteamericanos dense, sino a partir del establecimiento, de la consolidación
e institucionalización de respuestas parciales a problemas
habían considerado el Estado como un ámbito/espa­ parciales, como por ejemplo la necesidad de proteger a viu­
cio neutral en el que se agregaban las preferencias das y huérfanos de los soldados caídos en combate durante
y los intereses de los actores políticos. Sin embargo, la Guerra Civil (1861-1863) y la Primera Guerra Mundial
p ara los partidarios de recuperar el papel del Estado (1914-1918), o de establecer prestaciones sanitarias, sociales
y laborales para heridos, mutilados y veteranos de guerra. De
(Bringing the State back in), en la expresión que les
esta manera, el origen de la política social se situaría más
hizo famosos, el Estado (bien encarnado en los pro­ cerca de la política internacional y la existencia de conflictos
pios burócratas o representado en las organizaciones bélicos que de un proceso de decisión que considerara las
como tales) era un actor con sus propias preferencias prestaciones sanitarias o sociales por parte del Estado como
y, generalmente, notablemente decisivo en el juego un derecho de los ciudadanos. A posteriori, sin embargo, la
'‘institucionalización* de la política social ha generado un
político. A p artir de ahí, la naturaleza del Estado, marco de preferencias colectivas en el que la existencia de
la fortaleza o debilidad de sus instituciones, la auto­ la política social es independiente de la desaparición de las
nomía de los gobiernos y las burocracias respecto a causas (los conflictos bélicos) que dieron origen a la misma.
otros poderes del Estado o la configuración del poder Vemos así hasta qué punto las instituciones generan ''iner-
cias'y transforman las preferencias de los ciudadanos.
legislativo y judicial se convirtieron en un elemento
explicativo sumamente recurrente en las investiga­
ciones de ciencia política.
Esta línea de investigación, que enfatiza la impor­ De esta m anera, al contrario que la teoría de la
tancia de los legados históricos e institucionales, ha elección racional, el institucionalism o histórico
recibido el nombre de in s titu c io n a lis m o h istó r ic o . ha venido considerando que el com portam iento de
Para los nuevos institucionalistas históricos, “las ins­ los individuos constituía un tem a de interés m e­
tituciones configuran las estrategias y los objetivos de nor frente a las interacciones a gran escala entre
los actores y median en sus relaciones de cooperación actores agregados (clases sociales, burocracias,
y conflicto. Mediante estas vías, estructuran el juego elites gobernantes, etc.) y estructuras (Estados,
político y condicionan decisivamente los resultados mercados, sistema internacional, etc.). Para el nuevo
del mismo” (Steinmo, Telen y Longstreth 1992: 9). En institucionalism o histórico, lo relevante no es que
su gran mayoría, los nuevos institucionalistas históri­ los actores se com porten racionalm ente dentro de
cos no han adoptado el individualismo metodológico unas estructuras sobre la base de unas preferencias
y el supuesto de racionalidad económica como punto dadas (exógenas), sino cómo explicar el surgimiento
de partida, sino que han seguido creyendo en, y apos­ de dichas instituciones, los cambios (endógenos) en
tando por, la capacidad explicativa de las estructuras las preferencias de los actores, las transform aciones
frente a las acciones individuales. En oposición a la institucionales y su im pacto sobre el curso de la
teoría de la elección racional, los partidarios del nue­ historia. Por esta razón, en los estudios que adop­
vo institucionalismo histórico han sostenido que las tan esta perspectiva institucionalista-histórica han
instituciones “definen” las preferencias, que éstas sólo sido recurrentes las consideraciones acerca de: (1)
pueden ser entendidas como un producto del contex­ la influencia de las ideas que albergan los actores
to político, social e histórico, y que las acciones de los políticos; (2) las consecuencias no intencionadas de
Capítulo 4 ! La ciencia política empírica (II) 67

los diseños institucionales; y, (3) la forma en que las funcionam iento y decisión (agendas, enmiendas,
decisiones adoptadas en el pasado inciden en las de­ votaciones, vetos, etc.) eran enormemente relevan­
cisiones del presente creando una dependencia de tes p ara estudiar los resultados legislativos. Esta
senda (path dependency). observación abrió una muy fructífera línea de inves­
tigación centrada en la pregunta de hasta qué punto
4.2. £1 institucionalism o racional las instituciones condicionan la m anera en la que
se solucionan determ inados problemas y, más con­
Significativamente, el redescubrimiento de las ins­ cretamente, hasta qué punto resuelven problemas de
tituciones por parte de los politólogos coincidió con acción colectiva.
un fenómeno sim ilar en el campo de la teoría de la Los estudios que se agrupan bajo esta etiqueta del
elección racional. Salvo algunas excepciones, los institucionalism o racional tienen en común cuatro
conductistas consideraban que las instituciones eran elementos sustantivos: primero, el supuesto de racio­
“conchas vacías” que sólo cobraban sentido en función nalidad instrum ental y maximizadora de los actores;
de los valores, los roles y el estatus de los individuos, y segundo, el planteamiento de la acción política en
que, en consecuencia, no merecía la pena estudiarlas térm inos de dilemas de acción colectiva, debido a los
autónomamente. Igualmente, para los teóricos de la cuales la racionalidad individual tiende a producir re­
elección racional, las instituciones carecían de valor sultados subóptimos desde el punto de vista agregado;
explicativo; los individuos eran concebidos como tercero, el énfasis en los comportamientos estratégi­
átomos conectados entre sí por sus interacciones, de cos de los actores o, más llanamente, la suposición
tal m anera que el comportamiento político poco se de que todo actor, antes de em prender un determ i­
diferenciaba del comportamiento económico. nado curso de acción, intenta anticipar qué harán
En los años 70 del siglo XX, no obstante, tanto los demás a continuación; y, cuarto, la consideración
los politólogos, como los sociólogos y los econo­ de las instituciones como instrum entos designados ex
m istas com enzaron a sentirse incómodos con este profeso para reducir las incertidum bres inherentes a
planteam iento atom ista. Sin embargo, los cam inos toda interacción hum ana (Hall y Taylor 1996: 944-5).
adoptados por cada grupo fueron diferentes: como Cuando un economista ve una institución, señala
hemos visto, en tanto que los politólogos se centra­ muy gráficamente Shepsle (1995), inm ediatamente
ron, sobre todo, en el papel del Estado y adoptaron piensa que es una solución negociada a algún tipo de
una perspectiva histórica, los sociólogos abrieron problema de cooperación (falta de información, falta
sus investigaciones al estudio de las relaciones e de confianza, etc.).
interacciones sociales. Mientras, los economistas
enfocaron su atención más específicamente hacia las
instituciones. Para uno de los econom istas que más ELEGIR UN PRESIDENTE: LA SUERTE DE
han defendido la necesidad de em plear un análisis CHIRAC Y I.A PARADOJA DE CONDORCET
institucionalista, Douglass North, las instituciones
prim an o penalizan unos com portam ientos frente a El sistema de elección presidencial en Francia nos ofrece
otros: son, por tanto, “las reglas del juego de una un buen ejemplo de hasta qué punto los diseños institucio­
sociedad o, más formalmente, los constreñim ientos nales pueden influir en los resultados. Como los franceses
diseñados por las personas para moldear la inte­ pudieron experimentar en el año 2002, la manera de elegir
un Presidente puede ser decisiva a la hora de determinar
racción hum ana. En consecuencia, estructuran los
qué Presidente saldrá elegido. Este ejemplo ilustra cómo las
incentivos de los intercam bios políticos, sociales o instituciones (en este caso, las reglas del juego electoral) no
económicos” (North 1990: 1). son neutrales.
Este redescubrimiento de las instituciones tuvo La elección presidencial en Francia se lleva a cabo
mucho que ver con la constatación de los problemas mediante un sistema mayoritario a dos vueltas en una
que traía consigo la aplicación de los modelos econó­ circunscripción única (es decir, que cubre todo el país), de
tal manera que, si nadie gana por mayoría absoluta la pri­
micos neoclásicos al campo de la ciencia política. Así,
mera vuelta, se convoca una segunda vuelta en la que sólo
el estudio del proceso legislativo en Estados Unidos participarán los dos candidatos más votados en la primera
dem ostraba claram ente que tanto las estructuras vuelta. Este sistema, combinado con la extrema facilidad
decisorias (los grupos parlam entarios, los comités, que la ley electoral francesa otorga a cualquier persona o
el personal de apoyo), como los procedimientos de grupo para presentar un candidato a la Presidencia, tiende
68 Política y ciencia política: Una introducción

TABLA 4 .2

R e s u lta d o d e la s e le c c io n e s p r e s id e n c ia le s d e 2002 en F r a n c ia (p r im e ra v u e lta )

Votos en porcentajes
Jacques Chirac (Gaullistas) 19,88
Jean Marie Le Pen (Frente Nacional) 16,86
Lionel Jospin (Partido Socialista Francés) 16,18
François Bayrou (UDF centro-derecha) 6,84
Arlette Laguiller (Trotskistas) 5,72
Jean Pierre Chevènement (Socialistas independientes) 5,33
Noël Mamère (Verdes) 5,25
Olivier Besancenot (Liga Comunista Revolucionaria) 4,25
Jean Saint-Josse (Tradicionalistas) 4,23
Alain Madelin (Democracia Liberal) 3,91
Robert Hue (Partido Comunista) 3,37
Bruno Mégret (Movimiento Nacional Republicano) 2,34
Christiane Taubira (Izquierda Radical) 2,32
Corinne Lepage (Ecologistas) 1,88
Fuente: Centre d etude de la vie politique française (http://elections2002.sciences-po.fr)

TABLA 4.3

In te n c ió n p ro b a b le d e voto e n c a d a g ru p o so cio ló g ico (d a to s lic t icios)

% r 20 3°
Trabajadores en barrios con inm igrantes 21 Le Pen Jospin Chirac
Electores de centro-izquierda 30 Jospin Chirac Le Pen
Electores de centro-derecha 29 Chirac Jospin Le Pen
Electores conservadores o de derechas 10 Chirac Le Pen Jospin
Electores de extrema derecha 10 Le Pen Chirac Jospin
Tabla elaborada por José Fernández Albertos (Universidad de Harvard)

a producir una proliferación de candidaturas de protesta o división de la izquierda en múltiples candidaturas, dejó en
marginales que carecen de posibilidad alguna de pasar a la la cuneta a Jospin, llevando a Francia a una segunda vuelta
segunda vuelta. El resultado es una enorme dispersión del entre Chirac (centro-derecha) y Le Pen (extrema-derecha).
voto en múltiples candidaturas (véase la Tabla 4.2). Ante la posibilidad de que ganara Le Pen, poniendo en
Veamos qué ocurrió en la práctica. El 22 de mayo de entredicho la credibilidad internacional y democrática de
2002 se celebraron elecciones presidenciales en Francia. Francia, todos los partidos políticos, incluido el socialista,
Un desacreditado Jacques Chirac (derecha-gaullista) se pidieron el voto para Chirac. El resultado es que Chirac
presentaba a la reelección. Con múltiples escándalos de (centro-derecha) salió elegido dos semanas más tarde, el 5
corrupción a sus espaldas, sus posibilidades frente a un de mayo, con el 82,21% de los votos, frente al 17,79% de los
Lionel Jospin (socialista) que disfrutaba de una elevada obtenidos por Le Pen. Como consecuencia, Lionel Jospin
popularidad tras su paso por la Presidencia del Gobierno tuvo que abandonar inmediatamente la Presidencia del
francés eran escasas. Por tanto, Jospin partía como claro Gobierno y la jefatura del Partido Socialista Francés, trun­
favorito. Sin embargo, en el recuento efectuado la noche del cando así una carrera presidencial que parecía asegurada.
22 de mayo saltó la sorpresa: el espectacular aumento del ¿Qué es lo que ocurrió? En la Tabla 4.3 hemos imaginado
voto al partido trotskista de Arlette Laguiller, junto con la que los sondeos de opinión nos mostraran una estructura
Capítulo 4 I La ciencia política empírica (II) 69

de preferencias que ayudara a comprender lo ocurrido (los otras pautas, pero nunca son autónomas, exógenas
datos son ficticios y no concuerdan con los resultados o individuales. Por tanto, p ara los neoinstituciona-
reales de la elección, pero sirven para ilustrar el problema). listas sociológicos, el com portam iento de los actores
Los trabajadores manuales que viven en barrios con un
políticos responde más a la influencia de pautas cul­
alto número de inmigrantes prefieren al radical Le Pen
antes que a Jospin, pero a Jospin antes que a Chirac. Los turales que racional-instrum entales.
electores de centro-izquierda prefieren a Jospin antes que a El viejo institucionalismo sociológico ya aceptaba
Chirac, pero a Chirac antes que a Le Pen. Lo mismo ocurre que las instituciones reflejaban estructuras de valores
con los electores de centro-derecha, que prefieren a Chirac subyacentes y, en consecuencia, asumía que la función
antes que a nadie, pero si tuvieran que elegir entre Jospin de las instituciones consistía más en producir y repro­
y Le Pen, preferirían a Jospin. Y así sucesivamente. Con ducir determ inados valores y comportamientos que,
este orden de preferencias, el resultado es que, aunque un como en la visión racional, en facilitar la consecu­
59% prefiera a Jospin antes que a Le Pen, Jospin no pasa a
la segunda vuelta: en la primera vuelta Chirac gana con el
ción de intereses individuales. En el nuevo institu­
39%, seguido de Le Pen con el 31%. Y eso evita que Jospin cionalismo sociológico, el planteam iento cambia: no
salga elegido, mientras que garantiza que lo haga Chirac, se trata tanto de que las instituciones m arquen qué
aunque (paradójicamente) una mayoría (51% frente a 49%) es apropiado hacer en cada momento, sino que cons­
prefiera a Jospin antes que a Chirac. truyen estructuras completas de significado para
Jospin fue, por tanto, víctima de la paradoja de Condorcet interpretar las acciones individuales en cada contex­
que se ha mencionado antes en relación al teorema de la to. Así pues, las instituciones constituyen marcos de
imposibilidad de Arrow.
significado, percepción y comportamiento, indican a
los actores lo que deberían preferir en cada momen­
to, y no son, por tanto, simples instrum entos para la
4.3. £1 institucionalism o sociológico realización de sus preferencias.
A la par que se desarrollaban las versiones histórica Este giro hacia lo cognitivo, es decir, hacia las
y racional del nuevo institucionalismo, la sociología percepciones, las identidades y la cultura, en senti­
también m ostraba un renovado interés por las ins­ do amplio, queda particularm ente plasmado en la
tituciones. £1 nuevo institucionalism o sociológico definición de las instituciones que adopta el nuevo
puede ser visto como un proceso de cambio de para­ análisis organizacional: “las instituciones no son sólo
digma dentro de la sociología de las organizaciones. las reglas formales, los procedimientos o las normas,
Esta última, que experimentó su principal desarrollo sino los sistemas simbólicos, los guiones cognitivos
en los años 50 y 60, optaba por un análisis micro de y las estructuras morales que dan significado a las
los papeles, estatus y tareas de los individuos dentro acciones hum anas” (Hall y Taylor 1996: 947). “Las
de las organizaciones, enfatizaba cómo las organiza­ instituciones”, escriben Powell y DiMaggio (1991: 11),
ciones socializan a los individuos en los valores, las “no condicionan las preferencias de los individuos:
normas y prácticas de la organización, y se centraba establecen los criterios mediante los cuales los indi­
en las consecuencias no intencionadas de la lógica viduos descubren sus preferencias”. Las instituciones
institucional o burocrática. Pese a ello, no rompía (la cultura, por ejemplo) serían causa, y no conse­
definitivamente con el paradigm a racionalista e indi­ cuencia, de nuestras acciones, por lo que no pueden
vidualista, sino que lo matizaba proponiendo a cam ­ ser explicadas desde el punto de vista de las preferen­
bio una “racionalidad lim itada” (bounded rationality) cias de los individuos.
dentro de las estructuras organizativas.
Frente a este “viejo” institucionalism o sociológico,
el “nuevo” representa un salto cualitativo: el llamado LAS PO LITICA S DE CIUDADANIA O
“nuevo análisis organizativo” adopta el program a LOS D E R E C H O S HUM A NOS D ESD E EL
constructivista, de acuerdo con el cual la realidad IN STITU C IO N A LISM O SOCIOLÓGICO
está socialmente construida y, en consecuencia,
conceptos tales como “racionalidad” o “institución” En el estudio de Yasemin Soysal (1994) acerca de la con­
son inseparables del contexto social en el que se vergencia de las definiciones de ciudadanía y nacionalidad
entre países occidentales, las políticas de inmigración no
formulan. De esta m anera, las preferencias de los
se explican como un resultado de los conceptos de ciuda­
individuos resultan de la interacción social o son danía imperantes en cada país o en razón de los diversos
creadas por las instituciones, la cultura, el hábito y legados del pasado, como esperarían los institucionalistas
70 Política y ciencia política: Una introducción

históricos. La autora tampoco recurre a modelos basados en mientras que el tercero tiende a atribuir un gran peso
el comportamiento estratégico de diversos actores políticos a las grandes estructuras y procesos históricos. Por
ni pretende buscar hasta qué punto los resultados reflejan ello, en la práctica, los esfuerzos por aportar claridad
el juego legislativo de mayorías y minorías. De acuerdo con
el institucionalismo sociológico, la creciente legitimidad y
en tom o a las diferencias y similitudes que mantienen
difusión de una cultura de derechos humanos que enfatiza entre sí estas tres acepciones del nuevo institucionalis­
los componentes cívicos de la ciudadanía frente a los étnicos mo han acentuado, más que solventado, la polémica
constituye el principal factor explicativo: los Estados, pese a y han expuesto al nuevo institucionalismo a un cierto
sus posiciones de partida, terminan por acomodar sus viejos descrédito. A pesar de estas críticas, no cabe ignorar su
criterios a las nuevas y más legítimas definiciones. Así, la importante contribución a la explicación de los proble­
consolidación de una cultura de derechos humanos transfor­ mas de investigación que se plantean los politólogos.
ma las preferencias políticas y sociales acerca del significado
y de las condiciones de adquisición de la ciudadanía. La recuperación de las instituciones para el análisis
De la misma manera, de acuerdo con las investigaciones politologico ha contribuido al avance de la ciencia
de Martha Finnemore y Kathryn Sikkink (1998), la cultura de política en una medida cuando menos similar a la que
los derechos humanos se ha abierto camino universalmente, provocaron el conductismo y la teoría de la elección ra­
debido a un proceso de difusión normativo generado por cional en los años 40 y 50, y 60 y 70, respectivamente.
la existencia de organizaciones internacionales públicas y
privadas dedicadas a esta tarea. Pese a la inexistencia de
precedentes históricos, las normas nacionales se han adap­ 5. EJERCICIO PRÁCTICO: LA CAPACIDAD
tado a las internacionales, imitando estándares normativos EXPLICATIVA DE LOS DISTINTOS ENFOQUES
considerados más legítimos y apropiados que los existentes DE INVESTIGACIÓN
en la esfera nacional, sin necesidad de ninguna negociación
de carácter estratégico e independientemente de los contextos
culturales nacionales. 5.1. El conductism o y el estudio de los
conflictos bélicos

Poco después de concluir la Prim era Guerra Mundial,


4.4. Balance y conclusiones el profesor Charles E. M erriam (1874-1953), unáni­
Al igual que el conductismo o la teoría de la elec­ memente considerado como unos de los principales
ción racional, el nuevo institucionalismo puede ser responsables del impulso científico que recibió la
considerado como una m anera de orientar nuestros ciencia política durante el siglo XX, convocó a los
diseños de investigación. Como M arch y Olsen (1984: Departamentos de Antropología, Ciencia Política,
747) reconocían, el nuevo institucionalismo "no es ni Psicología y Sociología de la Universidad de Chicago
una teoría ni una crítica coherente de una teoría: es a una reunión interdepartam ental con el objeto de
simplemente un argumento acerca de la im portancia crear una comisión de estudio acerca de las causas
de los factores organizativos en la vida política [...], de la guerra. Durante los años siguientes, bajo la
un prejuicio, basado en la observación empírica, una dirección del profesor Quincy Wright (1890-1970), se
constatación acerca del escaso ajuste entre las teorías prepararon 66 estudios, 40 de los cuales dieron lugar
contemporáneas de la política y la realidad que tene­ a tesis doctorales y diez, los mejores, se publicaron
mos delante”. como libros. El trabajo resultante, A study o f war (Un
Ciertamente, aunque el nuevo institucionalismo re­ estudio sobre la guerra), un volumen de 1.600 páginas
presenta una posibilidad de síntesis entre lo inductivo publicado en 1942, constituye todavía hoy un ejemplo
y lo deductivo, lo micro y lo macro, las normas y los in­ clásico de la utilidad de la ciencia política para estu­
tereses, esta integración plantea no pocos problemas. diar los conflictos bélicos.
Como se ha señalado acertadamente, los tres nuevos Merriam había publicado en 1921 un libro de
institucionalismos están construidos sobre algo más enorme impacto: El estado actual del estudio de la
que diferentes premisas. El análisis de las institucio­ política (The present state of the study of politics). En
nes desde la teoría de la elección racional, el nuevo él proponía dos medidas para convertir el estudio de
análisis organizacional y el institucionalismo histórico la política en una disciplina plenamente científica: la
suelen conllevar maneras de aproximarse a la reaJidad primera, explorar las bases psicológicas y sociológicas
incompatibles entre sí: el primero se sitúa en el marco del comportamiento político; la segunda, introducir de
del individualismo metodológico, el segundo enfatiza una manera sistemática la cuantificación en el análisis
los aspectos cognitivos o culturales de la conducta. de los fenómenos políticos.
Capítulo 4 ! La ciencia política empírica (II) 71

A la exploración de este prim er aspecto (las ba­ la base de datos del proyecto, que cubre el período
ses psicológicas y sociológicas del comportamiento entre 1816 y 2001, y recoge 44 variables de cada
político) se dedicó Lasswell, psicólogo de formación conflicto internacional (duración del conflicto, nú­
y autor de una brillante tesis doctoral sobre las mero de víctimas, tam año de los ejércitos, etc.) está
técnicas de propaganda en tiempos de guerra y la disponible para todos los investigadores que deseen
comunicación política. Lasswell (cuya aportación al contrastar sus propias hipótesis acerca de las causas
conductismo se ha explicado en la sección prim era de las guerras^
de este capítulo) fue uno de los precursores de los Uno de los resultados más reveladores que se
estudios sobre la personalidad autoritaria, el lideraz­ desprende del análisis de los datos generados por
go político, la psicología de masas, la comunicación el proyecto de Singer es que 'Tas dem ocracias ra ra ­
política y la propaganda. En su intento por entender mente van a la guerra entre ellas”; es decir, que la
las causas de la guerra, estudió los libros de texto que mayoría de los conflictos arm ados del mundo se han
se utilizaban en las escuelas públicas alemanas, se so­ dado entre dictaduras y democracias, y sólo muy
metió personalmente a psicoanálisis en Viena con un excepcionalmente entre dem ocracias consolidadas.
discípulo de Freud, analizó en profundidad los infor­ En realidad, señalan estas investigaciones, los pocos
mes psiquiátricos correspondientes a pacientes cuyas casos de enfrentam ientos arm ados entre dem ocra­
afecciones, como la paranoia o la psicosis, podían cias son anteriores a la Segunda G uerra Mundial,
tener alguna vinculación con la personalidad auto­ tuvieron siempre motivaciones coloniales y se refie­
ritaria o el hiperliderazgo carism àtico y, finalmente, ren a épocas en las cuales el concepto de dem ocracia
llevó a cabo estudios experimentales con voluntarios no respondía exactam ente a los criterios definitorios
para comprender mejor la propensión hum ana a la que prevalecen hoy día (piénsese, por ejemplo, en la
agresividad. Gracias a los estudios que inició, y a los guerra entre España y Estados Unidos en torno a
que emprendieron los que le siguieron, fue posible Cuba de 1898, uno de los casos en los que dos re­
desentrañar algunos de los aspectos centrales de los gímenes que pueden calificarse como democráticos
totalitarism os que configuraron la política europea en han protagonizado un conflicto armado).
los años 30 y 40, tales como el liderazgo carismàtico, La teoría de la paz democrática, construida sobre
la psicología de masas o las técnicas de propaganda y las observaciones empíricas de Singer, parte de unas
comunicación política. premisas sencillas acerca del funcionamiento de las
En contraste con el énfasis en la conducta personal democracias y de los valores y mecanismos de con­
o en la psicología de masas, David Singer, en la actua­ trol que éstas promueven para afirm ar que, aunque
lidad profesor emérito de la Universidad de Michigan, las democracias no dudarán en ir a la guerra contra
decidió seguir la segunda recomendación de Merriam: regímenes dictatoriales, son intrínsecam ente pacífi­
utilizar técnicas de cuantificación para buscar regu­ cas entre ellas. Se trata de una teoría que se verifica
laridades en la observación de la realidad. En el caso empíricamente con notable facilidad y que ha tenido
de Singer, sus investigaciones partían del supuesto de gran repercusión en el ámbito de la política exterior
que, por importante que sea el factor humano, es decir, al situar la democratización global en el centro de la
los elementos psicológicos o psicoanalíticos del com­ agenda de la paz y el desarrollo mundial.
portamiento de los líderes, los individuos o las masas, La idea según la cual el tipo de régimen político
éste no es suficiente para explicar de manera científica influye enormemente en la conducta exterior de
por qué hay conflictos armados entre los Estados. los Estados no era realmente novedosa, ya que fue
Con el propósito de dem ostrar la im portancia de planteada por prim era vez por el filósofo Immanuel
los factores estructurales frente a los personales, el Kant (1724-1804) en su interesantísimo Sobre la paz
equipo de investigación dirigido por Singer diseñó perpetua (1793), que constituye todavía hoy uno de
en 1964 una gran base de datos: en ella se recoge­ los pilares intelectuales del proyecto cosmopolita
ría minuciosamente toda la información relativa al sobre el que se asientan las Naciones Unidas y otros
conjunto de conflictos acontecidos entre los Estados experimentos de gobernanza mundial. No obstante,
de acuerdo con algunas categorías previamente de­ la tesis de Kant sólo fue contrastada empíricamente
finidas (demográficas, militares, económicas, etc.). por las investigaciones de Singer, lo que le permitió
El proyecto, denominado Correlates o f war (Correla­
ciones de guerra), continúa activo en nuestros días: Consúltese www.correlatesofwar.org
72 Política y ciencia política: Una introducción

consolidarse como una teoría de carácter científico guerra y el conflicto podían ser analizados desde el
de amplia aceptación. punto de vista de la racionalidad, distinguiendo m e­
En conclusión, frente a esa prim era ciencia política dios y fines, preferencias y estrategias. Más de cien
todavía apegada a la psicología, la teoría de la paz de­ años antes, el general prusiano Karl von Clausewitz
mocrática demostró el valor de la investigación empíri­ (1780-1831) había formulado la idea de que la guerra
ca basada en el estudio de las semejanzas y diferencias era simplemente un medio más del que la política
en una serie de casos previamente seleccionados de podía servirse (“la guerra es la continuación de la
acuerdo con algunas variables relevantes. A partir del política por otros m edios”). Siendo la guerra y la
éxito de esta metodología, muchos politólogos adopta­ am enaza de conflicto nuclear tan im portantes en la
ron un programa de investigación basado en el método vida de sus coetáneos, Schelling se sorprendía por lo
comparado, definiéndose incluso a sí mismos como escasam ente form alizado que estaba su estudio y, en
"comparatistas” en lugar de conductistas. Aunque el consecuencia, por la facilidad con la que se tendía a
estudio comparado de casos sea un método más que un considerar la conducción de los conflictos un “a rte ”,
enfoque propiamente dicho, y en consecuencia pueda en lugar de una ciencia
ser empleado para llevar a cabo investigaciones dentro La te o r ía d e la d isu a sió n n u clear, resultante del
de cualquiera de los principales enfoques que aquí se esfuerzo de Schelling y otros por racionalizar lo apa­
han presentado (incluyendo el enfoque económico de rentemente irracional (la guerra nuclear), partía del
la política o el nuevo institucionalismo), la realidad es supuesto de que, en ausencia de un derecho interna­
que fue el conductismo, con su énfasis en el estudio cional efectivo y de instituciones internacionales efi­
científico de la política, el que abrió el camino para caces para gestionar de forma pacífica los conflictos,
su posterior generalización como método de amplia resolver disputas y sancionar a los Estados incum-
utilización en ciencia política. plidores, los Estados se verían obligados a confiar
exclusivamente en la fuerza m ilitar para garantizar
5.2. La te o r ía d e ju e g o s y lo s c o n flic to s su supervivencia. En este estado de naturaleza de
tipo hobbesiano, técnicamente descrito en térm inos
Al mismo tiempo que conductistas y com paratistas de “anarquía estructural”, sólo la ley del más fuerte
estudiaban los conflictos internacionales a través de imperaría. Por tanto, frente a las aproximaciones psi­
métodos inductivos, otros politólogos con formación cológicas, basadas en la personalidad de los líderes, o
económica y/o matemática, adoptaban una aproxima­ las comparadas, basadas en la estructura interna de
ción deductiva. La “teoría económica de la política” o, los Estados, la teoría de la disuasión planteaba las re­
más llanamente, la “teoría de juegos” (expuesta en la laciones internacionales desde el punto de vista de la
segunda sección de este capítulo), registró un enorme lucha por la supervivencia entre Estados. Como en el
auge en los años 50 y 60 en el marco del enfrentam ien­ ju e g o d e l g a llin a de las películas estadounidenses, en
to entre Estados Unidos y la Unión Soviética, ya que el que dos jóvenes conducen en dirección contraria de
sus supuestos y modelos formales parecían ajustarse tal m anera que uno de los dos deberá apartarse para
muy bien al contexto de la Guerra Fría. evitar el choque (el “gallina”), la política de defensa
Para Thomas Schelling, ganador del Premio Nobel estadounidense se basó, siguiendo estas premisas,
de Economía en 2005 y autor del libro, hoy clásico. en la llamada “teoría de la disuasión”, según la cual,
La estrategia del conflicto: armas e influencia {The Estados Unidos no sólo preservaría su seguridad
strategy o f conflict: arms and influence, 1960), todos los m ediante la acum ulación de un formidable poder
conflictos bélicos, incluida la Guerra Fría, podían ser m ilitar sino, más im portante aún, en la medida en la
entendidos como negociaciones de carácter estratégico, que convenciera a la Unión Soviética de su determ i­
es decir, contextos en los que el logro de los propios nación a usar dicho arm am ento nuclear en caso de
intereses depende de la capacidad de prever y anticipar conflicto. En consecuencia, la paz no se aseguraría
los movimientos y las respuestas del contrario. m ediante la diplomacia o apelando a la buena vo­
La visión de Schelling acerca del conflicto no luntad de los dirigentes soviéticos, sino elevando los
tenía nada que ver con la planteada por Lasswell; costes de un conflicto entre las dos superpotencias
en realidad, era exactam ente la contraria. En lu­ hasta lo insoportable.
gar de inclinaciones patológicas provenientes del Un buen ejemplo de la aplicación de la teoría de
subconsciente o de una deficiente socialización, la juegos al análisis de los conflictos internacionales
Capítulo 4 I La ciencia política empírica (II) 73

TABLA 4 .4

ju c g o d el g a llin a '’ y la c ris is e n to r n o a C u b a (o c tu b re d e 1962)

Si... ..entonces
E stados U nidos y la URSS E stados U nidos URSS
Mantiene el bloqueo Ordena la vuelta de sus barcos Gana (+5) Pierde (-5)
Retira el bloqueo Mantiene el envío de misiles Pierde (-5) Gana (+5)
Mantiene el bloqueo Mantiene el envío de misiles Pierde (-20) Pierde (-20)
Retira el bloqueo Ordena la vuelta de sus barcos Se queda igual (0) Se queda igual (0)
Fuente: Elaboración propia

lo proporciona la llam ada “crisis de los misiles cu­ beneficios o costes esperados de cada opción: “-20”
banos”. Ningún otro acontecimiento ilustró mejor la significa un enfrentamiento armado; “-5” la pérdida de
dinám ica de la Guerra Fría que esta crisis, que en oc­ credibilidad y, en consecuencia, de poder, que se pro­
tubre de 1962 puso al mundo al borde de una guerra duce al retirarse del juego; “O” significa quedarse igual
nuclear tras la decisión de Fidel Castro de perm itir a y “+5” la ganancia en credibilidad y poder propio. Dado
la Unión Soviética instalar ram pas de lanzam iento que ambos actores quieren maximizar los beneficios,
de misiles nucleares en Cuba (maniobra m ediante la ordenarán las preferencias en consecuencia: “+5”, “O”,
cual esperaba disuadir a Estados Unidos de una in­ “-5”, “-20” (los dos prefieren hum illar al contrario a
vasión de la isla que en La H abana se consideraba in­ quedarse igual, quedarse igual a ser humillados, y ser
minente). Lo que siguió al descubrimiento de dichas humillados antes que enzarzarse en una guerra de
instalaciones fue un intensísimo juego de negocia­ imprevisibles consecuencias con el otro).
ción y am enazas que puede ser analizado mediante Todo juego tiene una o varias “soluciones de equi­
el citado “juego del gallina” y que ejemplifica muy librio” (aquélla en la que cada actor ha determinado
bien la utilidad de la teoría de juegos para entender cuál es su mejor secuencia de actuaciones, independien­
determ inados conflictos. temente de lo que haga el otro y que, en consecuencia,
Una vez constatado que los misiles nucleares rusos pone fin a la secuencia de pensamiento: “si yo hago
estaban siendo enviados por vía m arítim a a la isla, esto, el otro hará aquello, pero si hago aquello, el otro
el Presidente Kennedy decidió, el 22 de octubre de hará esto”). El problema es que, en contraste con el
1962, imponer una “cuarentena naval” a Cuba (se juego popularm ente conocido como el “dilema del
evitó el térm ino “bloqueo” porque, legalmente, podía prisionero” (expuesto en la sección segunda), en el
ser considerado un acto de guerra), impidiendo el que hay una única solución de equilibrio, en el “juego
acercamiento de los barcos soviéticos. Esto dejaba en del gallina” no hay una estrategia “dom inante” (que
manos del Presidente de la Unión Soviética, Nikita sea superior a todas las demás): uno puede decidir
Jruschev, la responsabilidad de poner a prueba la “no ceder”, lo que le puede llevar a ganar (+5) o a una
voluntad de Kennedy de hacer cumplir el bloqueo. guerra nuclear (-20); pero también puede optar por
Pero Kennedy también se enfrentaba a un dilema de “ceder” y apartarse, lo que le puede conducir a perder
difícil solución, puesto que sabía que los cargueros (-5) o a quedarse igual (0).
rusos que transportaban los misiles nucleares iban En el “juego del gallina”, como en la disuasión nu­
escoltados por submarinos, lo que implicaba un clear, sólo gana aquel que decide m antener el rum bo
evidente riesgo de enfrentamiento arm ado entre las y consigue que el otro se aparte, lo que exige conven­
dos superpotencias si los rusos decidían ignorar el cer al otro de antem ano de que no se ap artará pase
bloqueo estadounidense. lo que pase. Para ello, pueden ser útiles estrategias
En la Tabla 4.4 se presenta la “m atriz de pagos” que que sirvan p ara restringir el m argen de m aniobra
permite formular el problema y estudiar las estrategias del jugador y hagan así visible al otro actor la deter­
y posibilidades de ambos gobiernos. Entre paréntesis minación de seguir un curso de acción: por ejemplo,
figura, a modo ilustrativo y con el objetivo de ordenar arrancar el volante en el “juego del gallina” de las
las preferencias de los actores, la estimación de los películas estadounidenses, o automatizar la respuesta
74 Política y ciencia política: Una introducción

nuclear en caso de ataque enemigo, como se llegó 5.3. El estudio de los conflictos desde
a proponer durante la G uerra Fría. Sin embargo, el nuevo institucionalism o
esta estrategia no garantiza la posibilidad de éxito;
el choque frontal puede o no o cu rrir igualmente. Como demostró Graham Allison en su estudio sobre
Por tanto, el "juego del gallina” es enormemente la crisis de los misiles cubanos (Essence o f decisión:
peligroso para quien se em barca en él: sean éstos Explaining the Cuban missile crisis, publicado
dos adolescentes que sólo se juegan su propia vida o en 1971 y actualizado en 1999, una vez abiertos
dos líderes mundiales con responsabilidades sobre los archivos rusos), el modelo de "actor racional”
la vida de millones de personas. muestra algunas limitaciones a la hora de explicar y,
Desde luego, puede entenderse así que, ni para sobre todo, predecir la conducta de los Estados. Los
Kennedy ni para Jruschev, aquéllas fueran horas fá­ gobiernos, concluía Allison, difícilmente podían ser
ciles. Como el propio Robert McNamara, Secretario conceptualizados como actores únicos y racionales
de Estado de Estados Unidos, reconocería después orientados a la consecución de fines previamente
públicamente, el 27 de octubre, cuando los barcos so­ definidos sobre la base de una información completa
viéticos llegaron a la línea del bloqueo y un destructor o un interés claro. Por ello, en sus conclusiones (véase
estadounidense tuvo un incidente con el submarino el ejercicio de comprobación de hipótesis del Capítulo
nuclear soviético que los escoltaba, la tensión fue tan 6), Allison optó por com binar explicaciones basadas
elevada que durante algunas horas estuvo convencido en las culturas y prácticas organizativas de diferentes
de que la hum anidad no vería el am anecer del día 28 organizaciones, agencias y departamentos federales
de octubre. involucrados en la crisis (lo que denominó "modelo
¿Qué ocurrió? Como se sabe, los cargueros rusos de conducta organizacional”), por un lado, y las
dieron finalmente la vuelta, no llegando a cruzar la rivalidades y luchas de poder entre diferentes agencias
línea de bloqueo impuesta por Estados Unidos. Sin gubernamentales, ministerios y líderes políticos (lo
embargo, lo hicieron como parte de un acuerdo se­ que denominó "modelo de política gubernam ental”),
creto negociado entre Robert Kennedy, Secretario por otro lado.
de Estado de Justicia y herm ano del Presidente, y el El estudio de Allison sobre la crisis de los misiles
embajador ruso en Washington, Anatoli Dobrinin, cubanos vio la luz en un momento, los años 70, en el
por el que Jruschev retiraría los misiles de Cuba a que la ciencia política estaba retom ando el estudio de
cambio de que Estados Unidos retirara los instalados las instituciones tras un largo período de desinterés
en Turquía. m arcado por la supremacía, primero, del conductismo
Aparentemente, el ''juego del gallina” se habría y, posteriormente, de la teoría de la elección racional.
resuelto porque los dos líderes habrían cedido. Sin Esta "vuelta del Estado” sería particularm ente inten­
embargo, existen dos explicaciones alternativas. sa en el ámbito de las relaciones internacionales y la
Para unos, fue Jruschev el que cedió: lo definitivo política exterior. Al menos en sus versiones histórica
no fue la retirada de los misiles de Turquía (que y sociológica, el nuevo institucionalism o tenía unas
en nada alteraba la capacidad de Estados Unidos innegables raíces m arxistas en lo referente al énfasis
de alcanzar el territorio de la Unión Soviética con en el estudio de las estructuras políticas, económicas
sus arm as nucleares), sino que los rusos, viendo el y de clases sociales, pero también una indiscutible
despliegue m ilitar puesto en m archa por Kennedy, influencia de la sociología de las organizaciones, que
habían conferido credibilidad al ultim átum am eri­ subrayaba cómo toda acción está m ediada por la es­
cano de invadir Cuba en 48 horas y habían ordenado tru ctu ra organizativa en la que se desarrolla.
a sus barcos d ar la vuelta. Para otros, sin embargo, Así, en el ejemplo de Allison, las decisiones del Go­
fue Kennedy el que cedió porque, aunque los rusos bierno estadounidense aparecían como fuertemente
decidieran no instalar misiles en Cuba, la situación influidas por el proceso organizativo, las rutinas de
de Jruschev y de Castro mejoró notablemente con funcionamiento y los procedimientos estandarizados
respecto a la situación existente antes del inicio de existentes en cada Departamento o Agencia Federal
la crisis: m ientras que el prim ero logró la retirada (lo que Allison denominó "modelo organizacional”
de los misiles estadounidenses de Turquía, el segun­ es, en realidad, una descripción bastante ajustada
do logró un compromiso de que Estados Unidos no del tipo de explicaciones que suele ofrecer la versión
invadiría Cuba. sociológica del nuevo institucionalismo).
Capítulo 4 ! La ciencia política empírica (II) 75

En la práctica, según los estudios de Allison y otros del conflicto acontecido en la antigua Yugoslavia en­
(por ejemplo, Ernest May y Philip Zelikov, 1997), un tre 1991 y 1995, los institucionalistas históricos han
politòlogo que quisiera entender lo ocurrido d u ran ­ resaltado el peso de los legados históricos (en especial
te aquellos trece días que estrem ecieron al mundo los referidos a las instituciones y los modos de gobier­
no tendría suficiente con “el juego del gallina” y no establecidos como consecuencia de los acuerdos
la teoría de la elección racional: debería tener en de paz derivados de las dos guerras mundiales del
cuenta la cultura organizativa y los procedim ientos siglo XX), pero también la debilidad de las institucio­
de funcionam iento del Pentágono; la desconfianza nes comunes de la Federación Yugoslava (sostenidas
de Kennedy en la CIA y los m ilitares, cuyos errores sobre la base de un nacionalismo muy precario y
de cálculo le habían llevado a autorizar un plan de excesivamente personalizado en el m ariscal Tito).
invasión de Cuba a cargo de exiliados que resultó Alternativamente, desde la perspectiva del insti­
en un desastre sin paliativos (Bahía Cochinos); las tucionalismo racional, autores como James Fearon
rivalidades entre el D epartam ento de Estado y el (1995) han propuesto explicaciones basadas en la
de Defensa; el papel destacado de Robert Kennedy teoría de juegos que prescinden no sólo del carácter
y el Consejero de Seguridad Nacional de Kennedy, nacional, sino también de la historia. Siguiendo a
etc. (de todo ello da cuenta con bastante interés la Schelling y a otros, han establecido que la probabili­
película Trece Días de Roger Donaldson, basada en dad de que la secesión de un Estado desemboque en
el estudio de May y Zelikov). un conflicto étnico depende, fundamentalmente, de la
En otro ejemplo de hasta qué punto las organiza­ percepción por parte de la minoría de las intenciones
ciones imponen a los individuos patrones y pautas de de la mayoría. Independientemente de su cultura,
conducta que desincentivan la eficacia organizativa. historia o idiosincrasia, sostiene Fearon, toda minoría
Norman Dixon estudió en su Psicología de la incom­ prefiere la independencia antes que la autonomía; pero
petencia militar (1969) cómo la rigidez jerárquica también es razonable suponer que si el coste de la se­
dom inante en los ejércitos explica algunas de las cesión es la guerra, preferirá la autonomía antes que el
derrotas bélicas más sonadas de la historia. conflicto. Asimismo, es posible deducir que cualquier
De forma más exhaustiva, el sociólogo británico minoría preferirá luchar antes que ser exterminada o
Michael Mann, ha llevado a cabo un detallado estudio deportada. Desde esta perspectiva, resulta sumamente
de la estructura social, política, económ ica y adm i­ sencillo prever que la probabilidad de que una secesión
nistrativa del Im perio Alemán regido por el K aiser dé lugar a un conflicto étnico dependerá crucialmente
Guillermo, detonante de la Prim era G uerra M un­ de la credibilidad de las promesas de autonomía que
dial. En sus Fuentes del Poder Social (1986), Mann la mayoría haga a la minoría y, también, de la credi­
explica cómo una alianza formada por terratenientes, bilidad que la mayoría otorgue a las intenciones de
industriales, altos funcionarios y oficiales del ejército secesión de la minoría.
se hizo con el control del Estado en la Alemania impe­ Aplicado al caso de la antigua Yugoslavia, el con­
rial e impuso a la nación alemana su propia visión del flicto podría explicarse de la siguiente manera. Por
mundo, fines y valores. Al afirm ar que las identidades un lado tendríamos la evidencia de que Serbia y los
personales de los protagonistas del conflicto eran irre­ serbo-bosnios carecían de intención alguna de preser­
levantes con relación a sus identidades de clase y a las var la autonomía de eslovenos, croatas o bosnios. Ello
estructuras sociales y de poder en las que esas identi­ hacía imposible pensar en una solución basada en la
dades se sustentaban, las investigaciones de Mann se autonomía, e inevitablemente empujaba a eslovenos,
situaban en el extremo opuesto del conductismo, que croatas y bosnios hacia la secesión. Mientras, por otro
otorgaba a los factores de motivación personal una lado, la falta de credibilidad de las instituciones inter­
im portancia central, y muy cerca del marxismo, que nacionales (tanto de la OTAN, como de las Naciones
sostenía, en la afirmación clásica de Marx que “los Unidas o la Unión Europea) en cuanto a su capacidad
hombres hacen la historia, pero no a su libre albedrío, de proteger a las minorías u obligar a los serbios a
sino en unas circunstancias por ellos no elegidas”. cumplir los sucesivos altos el fuego acordados en los
El potencial explicativo del enfoque institucionalis­ foros negociadores internacionales, haría factible que
ta ha quedado también de manifiesto a la hora de ex­ los líderes serbo-bosnios se plantearan la idoneidad de
plicar el tipo de conflicto dominante en la posguerra una estrategia basada en la limpieza étnica en aquellos
fría: la guerra civil y/o de carácter étnico. En el caso territorios cuyo control deseaban retener.
76 Política y ciencia política: Una introducción

Por tanto, en la explicación institucionalista de los ponen en m archa los diferentes mecanismos”. Ello se
conflictos civiles se busca ir más allá de las explicacio­ debe a que la acción hum ana es mucho más compleja
nes basadas en los factores personales (sentimientos que el movimiento de los cuerpos. Como se ha dicho
nacionales, odios atávicos, etc.) para resaltar cómo irónicamente para destacar la complejísima natura­
instituciones diferentes pueden provocar resultados leza de la política como objeto de estudio, “Dios dio
distintos en contextos muy similares. Con ello afirm an a los físicos los problemas fáciles” (es decir, aquellos
uno de los supuestos centrales de la aproximación que se pueden resolver) y dejó a los politólogos las
institucionalista, a saber, que las instituciones no son cuestiones imposibles de responder de forma definiti­
neutrales, sino que “median” en los resultados de la va (¿por qué hay guerras?, ¿quién gobierna realm en­
acción política. te?, ¿cómo se democratiza un país?, etc.).

TÉR M IN O S CLAVE
(en negrita en el texto)
Más allá de los casos concretos, las investigaciones
presentadas en este capítulo tienen algo en común: Enfoque de investigación
dem uestran que el progreso de la ciencia política es Conductismo
incremental, que se basa en la revisión constante de Teoría de la elección racional
los conceptos y de la propia realidad con la ayuda de Racionalidad económica
nuevas teorías, hipótesis y evidencias empíricas. Tal Bienes públicos
y como se m uestra en la sección del Capítulo 5 de­ Acción colectiva
dicada a la comprobación de hipótesis, la pregunta Incentivos selectivos
sobre quién gobierna realm ente en una dem ocracia Individualismo metodológico
no tiene una respuesta fácil. ¿Gobierna realm ente Dilema del prisionero
“el pueblo”?, como sugiere el térm ino “dem ocracia” Instituciones
¿o es m ás bien una elite m inoritaria la que, en la Institucionalismo histórico
práctica, dirige las democracias contemporáneas? Dependencia de senda (path dependency)
“Las ciencias sociales”, ha escrito Jon Elster (1996: Institucionalismo racional
19) “pueden aislar tendencias, propensiones y meca­ Institucionalismo sociológico
nismos, y dem ostrar que [unas y otros] tienen conse­ Teoría de la paz democrática
cuencias para la conducta que, a menudo, son sor­ Teoría de la disuasión nuclear
prendentes y contrarias a la intuición. Lo que menos Juego del gallina
frecuentemente son capaces de hacer es expresar las
condiciones necesarias y suficientes en las cuales se

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