Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Venas Abiertas de América Latina Capitulo 1

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 5

LIBRO: LAS VENAS ABIERTAS DE AMERICA LATINA

CAPITULO I: LA FIEBRE DEL ORO

Este capitulo describe a grandes rasgos las motivaciones destrras del


descubrimiento de america, y pequeñas historias colon y cortes quienes son los
mayores representantes de la pre- colonia, tambien nos cuenta sobre la guerra
santa y como esta enrriquecio a los reyes españoles, asi como gracias a colon y el
libro de marco polo, se convence a los reyes catolicos de financiar los viajes al fin
del mundo para encontrar m inas de oro y plata.
Los reyes catolicos buscaban varias cosas entre ellas las mas importantes espandir
el catolisismo y conseguir todos los recuros de forma barata y sencilla, es la
ambicion de estos dos hombres; colon respaldado por la corona, la que logra
descrubir tierras con recursos para trasportar a españa y es asi como comienza la
conquista del nuevo continente y del sufriniento de los indigenas en gran parte de
america, se menciona la inocencia de los indiguenas ante las armas españolas, al
decir “agarraban las espadas por el filo y se cortaban” una bella metafora sonbre lo
que significo la guerra por la tieera y el costo que pagaron los indigenas por
cruzarse en el camino del gran imperio español en apuros financieros.
El capitulo temina con el suicidio en masa de los indiguenas en Dominicana quien
a diferencia de los mexicanos optaron por tomar las vidas de sus hijos y familiares
junto con la suya, a ser forzados a empuñar una espada y explotar sus tierras para
los españoles.

OPINION: A mi parecer este capitulo se enfoco en todo lo que llevo a españa a


buscar nuevos territorios en busca de oro para salvar su economia, inicia la cinquista
por estas tierras ricas en oro que salvarin a españa de la crisis economica, dejando
como concecuencia la muerte en masa de indigenas

 El signo de la cruz en las empuñaduras de las espadas


Cuando Cristóbal Colon decidió atravesar los grandes espacios vacíos al oeste de
la Ecúmene, había aceptado el desafió de las leyendas. Tempestades terribles
jugarían con sus naves, como si fueran cáscaras de nuez, y las arrojarían a las
bocas de los monstruos. Solo faltaban mil años para que los fuegos purificadores
del juicio final arrasaran el mundo, según creían los hombres del siglo XV, y el
mundo era entonces el mar Mediterráneo con sus costas de ambigua proyecciones
hacia África y Oriente.
América no solo carecía de nombre. Los noruegos no sabían que la habían
descubierto hacia largo tiempo, el propio colon murió, después de sus viajes,
todavía convencido de que había llegado al Asia por la espalda. En 1492, cuando
la bota española se clavo por primera vez en las arenas de las Bahamas, el
Almirante creyó que estas islas eran una avanzada de Japón.
España vivía el tiempo de la reconquista. 1492 no fue solo el año del descubrimiento
de América, el nuevo mundo nacido de aquella equivocación de consecuencias
grandiosas. Fernando de Aragón e Isabel de Castilla abatieron a comienzos de 1492
el último reducto de la religión musulmana en suelo español. Había costado casi
ocho siglos recobrar lo que se había perdido en siete años, y la guerra de la
reconquista había agotado el tesoro real. Tres años después del descubrimiento,
Cristóbal Colon dirigió en persona la campaña militar contra los indígenas de la
dominicana.
Un puñado de caballeros, doscientos infantes y unos cuantos perros especialmente
adiestrados para el ataque diezmaron a los indios. Más de quinientos, enviados a
España, fueron vendidos como esclavos en Sevilla y murieron miserablemente.
Pero algunos teólogos protestaron y la esclavización de los indios fue formalmente
prohibida al naces el siglo XVI. América era el vasto imperio del Diablo, de redacción
imposible o dudosa, pero la fanática misión contra le herejía de los nativos se
confundía con la fiebre que desataba, en las huestes de las conquista, el brillo de
los tesoros del Nuevo Mundo.
Colon quedo deslumbrado, cuando alcanzo el atolón de San Salvador, por la
colorida transparencia del Caribe, el paisaje Verde, la dulzura y la limpieza del aire,
los pájaros esplendidos y los mancebos. A los indígenas les mostró las espadas.
Ellos no las conocían, las tomaban por el filo y se cortaban. Mientras tanto el
Almirante buscaba oro y vide que algunos de los indígenas traían un pedazo
colgado en un agujero que tenían en la nariz y por señas pudo entender que yendo
al sur o volviendo a la isla por el sur, había un rey que habitaba allí que tenia grandes
vasos dello y tenia mucho oro. En su tercer viaje Colón seguía creyendo que andaba
por el mar de China cuando entro en las costas de Venezuela; ello no le impidió
informar que desde allí se extendía una tierra infinita que subía hacia el Paraíso
Terrenal. Con despecho escribía Colón a los reyes, desde Jamaica, en 1502:
Cuando lo descubrí las Indias, dije que eran el mayo señorío rico que hay en el
mundo. Yo dije del otro, perlas, piedras, preciosas, especias.
Una sola bolsa de pimienta valía, en el medioevo, más que la vida de un hombre,
pero el oro y la plata eran las llaves que el renacimiento empleaba para abrir las
puertas del paraíso en el cielo y las puertas del mercantilismo capitalista en la tierra.
Las tierras vírgenes, densas selvas y de peligros, encendían la codicia de los
capitanes, los hidalgos caballeros y los soldados en harapos lanzados a la conquista
de los espectaculares botines de guerra: creían en la gloria, y en la audacia.
Nació el mito de Eldorado, el monarca bañado en oro que los indígenas inventaron
para alejar a los intrusos: desde Gonzalo Pizarro hasta Walter Raleigh, muchos lo
persiguieron en vano por las selvas y las aguas del Amazonas y el Orinoco.
El espejismo del “cerro que manaba plata” se hizo realidad en 1545, con el
descubrimiento de Potosí. Había si oro y plata en grandes cantidades, acumulados
en la meseta de México y en el altiplano andino. Hernán Cortes revelo para España
en 1519 la fabulosa magnitud del tesoro azteca de Montezuma y quince años
después llego a Sevilla el gigantesco rescate, un aposento lleno de oro y dos de
plata, que Francisco Pizarro hizo pagar al Inca Atahualpa antes de estrangularlo.

 Esplendores del Potosí: el ciclo de la plata


En Potosí la plata levanto templos y palacios, monasterios y garitos, ofreció motivo
a la tragedia y a la fiesta, derramo la sangre y el vino, encendió la codicia y desato
el despilfarro y la aventura. La espada y la cruz marchaban untas en la conquista y
en el despojo colonial. Para arrancar la plata de América, se dieron cita en Potosí
los capitanes y los ascetas, los caballeros de lidia y los apóstoles, los soldados y los
frailes. Potosí contaba con 120.000 habitantes según el censo de 1573. Solo
veintiocho años habían transcurrido desde que la cuidad brotara entre las cenizas y
ya tenia la misma cantidad de habitantes que Londres y superaba a Sevilla, Madrid,
Roma o París. Hacia 1650 se hizo un nuevo censo adjudicaba a Potosí 160.000
habitantes.
La historia de Potosí no había nacido con los españoles. Tiempo antes de la
conquista, el inca Huayna Cápac había oído hablar a sus vasallos del Sumaj Orcko,
el cerro hermoso y por fin lo pudo verlo cuando se hizo llevar, enfermo, a las termas
de Tarapaya.
En 1545, el indio Huallpa corria tras las huellas de una llama fugitiva y se vio
obligado a pasar la noche en el cerro. Para no morirse de frió ,hizo, fuego. La fogata
alumbro una hebra blanca y brillante. Era plata pura. Se desencadeno la avalancha
española.
Fluyo la riqueza. El emperador Carlos V dio prontas señales de gratitud otorgando
a Potosí el titulo de villa imperial.

 La distribución de funciones entre el caballo y el jinete


El saqueo, interno y externo, fue el medio más importante para la acumulación
primitiva de capitales, desde la Edad Media, hizo posible la aparición de una etapa
histórica en la evolución económica mundial
Las colonias americanas habían sido descubiertas, conquistadas y colonizadas
dentro del proceso de la expiación del capital comercial. Ni España ni Portugal
recibieron los beneficios del arrollador avance del mercantilismo capitalista, aunque
fueron sus colonias las que, en media substancial. Proporcionaron oro y la plata que
nutrieron esa expansión.
Europa y necesitaba oro y plata. Los medios de pago de circulaciones se
multiplicaban sin cesar y era preciso alimentar los movimientos del capitalismo a la
hora del parto: los burgueses se apoderaban de las ciudades y fundaban bancos,
producían e intercambiaban mercancías, conquistaban mercados nuevos.
Pero no todo el excedente se evadía hacia Europa. La economía colonial también
financiaba el despilfarro de los mercaderes, los dueños de las minas y los grandes
propietarios de tierras, quien se repartían el usufructo de la mano de obra indígena
y negra bajo la mirada celosa y omnipotente de la Corona y su principal asociada,
la Iglesia.

Analizando la naturaleza de las relaciones a lo largo de la historia de América Latina


como una cadena de subordinaciones sucesivas.
Potosí brinda el ejemplo más claro de esta caída hacia el vació. Las minas de plata
de Guanajuato y Zacatecas, en México, vivieron su auge posteriormente. En los
siglos XVI y XVII, el cerro rico de Potosí fue modo u otro, la economía chilena, que
le proporcionaba trigo, carne, seca, pieles y vinos; la ganadería y las artesanías de
Córdoba y Tucumán.
Aquella sociedad potosina, enferma de ostentación y despilfarro, solo dejo a Bolivia
la vaga memoria de sus esplendores, las ruinas de sus iglesias y palacios, y ocho
millones de cadáveres de indios
En sus épocas de auge, al promediar el siglo XVII, la ciudad había congregado a
muchos pintores y artesanos españoles o criollos o imagineros indígenas que
imprimieron su sello al arte colonial americano.
Estas iglesias desvalijadas, cerradas ya en su mayoría, se están viniendo abajo,
aplastadas por los años.
Sin embargo, nada pudo hacer el señor de la Vera Cruz contra la decadencia de
Potosí. La extenuación de la plata había sido interpretada como castigo divino por
las atrocidades y los pecados de los mineros.
Junto con Potosí cayo, Sucre. Esta ciudad del valle, de clima agradable, que antes
se había llamado Charcas, La plata y Chuqiosaca sucesivamente, disfruto buena
parte de la riqueza que mandaba de las veras del rico cerro de Potosí.
Sucre cuenta todavía con una Torre Eiffel y con sus propios Arcos de Triunfo, y
dicen que con las joyas de su Virgen se podría pagar toda la gigantesca deuda
externa de Bolivia.
En Potosí y en Sucre solo quedaron vivos los fantasmas de la riqueza muerta. En
Chancaca, otra tragedia boliviana, los capitales anglos chilenos agotaron, durante
el siglo pasado, vetas de plata más de dos metros de ancho, con una altísima ley;
ahora sólo restan las ruinas humeantes de polvo.
Los capitales no se acumulaban, sino que se derrochaban. Se practicaba el viejo
dicho: Padre Mercader, Hijo caballero, nieto pordiosero.

El derramamiento de la sangre y de las lágrimas: y sin embargo, el Papa había


resuelto que los indios tenían alma

 Contribución del oro de brasil al progreso de Inglaterra


El oro había empezado a fluir en el preciso momento en que Portugal firmaba el
tratado de Metheuen, en 1703, con Inglaterra. Esta fue la coronación de una larga
serie de privilegios conseguidos por los comerciantes británicos en Portugal.
Inglaterra y Holanda, campeonas del contrabando de oro y los esclavos, que
amasaron grandes fortunas en el tráfico ilegal de carne negra, atrapaban por medios
ilícitos, según se estima, más de la mitad del metal que correspondía al impuesto
del “quinto real” que debía recibir, de Brasil, la corona portuguesa.
Nada quedó, en suelo brasileño, del impulso dinámico del oro, salvo los templos y
las obras de arte. A fines del siglo XVIII, aunque todavía no se había agotado los
diamantes, el país estaba postrado.
Solo la explosión de talento había quedado como recuerdo del vértigo del oro, por
no mencionar los agujeros de las excavaciones y las pequeñas ciudades
abandonadas. Portugal no pudo, tampoco, rescatar otra fuerza creadora que no
fuera la revolución estática.
La leyenda asegura que en la iglesia de Nossa Señora de Merces e Misericordia,
de Minas Gerais, los mineros muertos celebran todavía misa en las frías noches de
lluvia. Cuando el sacerdote se vuelve, alzando las manos desde el altar mayor, se
le ven los huesos de la cara.

También podría gustarte