Seidler Victor - La Violencia El Juego Del Hombre - p113-129 PDF
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PLAZA Y VALDES
Academia JaKsciense
P / EGE ***
p rogram a tnterttosciplinaho u . m u
de Ciencias, A.C. d e estudios de género o» ur. n koam un*««
Prim era edición en México: 2008
Primera edición en España: 2009
Agradecimientos
Prólogo
1. El género de los hombres: un subcampo de estudios en expansión
(Nota introductoria) ...........................................................................
Juan Carlos Ramírez Rodríguez y Griselda Uribe Vázquez
2. peorías feministas y estudios sobre varones y masculinidades.
Dilemas y desafíos recientes........................................................
Mara Viveros
3. Los “hombres” en los estudios de género de los “hombres”: un reto
desde los estudios q u eer..........................................................................
Guillermo Núñez Noriega
l 4. tjas misoginias implícitas y la producción de posiciones legítimas:
| / l a teorización del dominio m asculino....................................................
David Tjeder
5. Ejes estructurales y temáticos de análisis del género de los hombres.
Una aproximación.....................................................................................
Juan Carlos Ramírez Rodríguez
6. La violencia: ¿el juego del hom bre?....................................................
Víctor Seidler
7. La reproducción simbólica de la violencia. Estudio de la
ultramasculinidad en un contexto multicultural ....................................... 131
Javier Flores Gómez
8. Atracción fatal: estudio cualitativo de hombres occidentales,
clientes de trabajadoras sexuales en Tailandia ......................................... 149
Rósame Rushing y Juan Manuel Contreras
9. Prevención de la violencia masculina: estrategias y retos ....................... 163
Michael Flood
10. Políticas públicas, varones y masculinidades: una ventana
de oportunidad................................................................................................ 187
Diana Maffía
11. Entre la memoria y el olvido: padres migrantes indígenas..................... 201
Ernesto Hernández Sánchez
12. ¡Ya soy papá! Los sentidos dados a la paternidad y a las prácticas
de cuidado de los hijos por padres adolescentes y sus implicaciones
en la construcción de la masculinidad ....................................................... 217
Renata Orlandi, Adriano Beiras y María Juracy Filgueiras Toneli
13. Rescate de la imagen paterna en riesgo ante el incumplimiento
del mandato de la proveeduría ................................................................... 231
Olivia Tena Guerrero y Paula Jiménez Anaya
14. Ni todo el poder ni todo el dominio: identidad en los varones,
un proceso de negociación entre la vida laboral y familiar ................... 247
Ma. Alejandra Salguero Velázquez
15. El discurso sobre la estética del cuerpo de los hom bres.......................... 269
Adriana Fuentes Ponce
16. El aborto: ¿un duelo para los varones? Un estudio de casos ................. 283
Yeimi Alejandra Colín Paz
Notas sobre los/as autores/as 299
Agradecimientos
orno todo libro, su aparición es expresión de la suma de voluntades institucio
nales y de personas que comprometen su esfuerzo, dedicación y voluntad. La
primera etapa del proyecto, que hizo posible el II Coloquio Internacional de
Estudios sobre Varones y Masculinidades y el I Congreso Nacional de la Academia
Mexicana de Estudios de Género de los Hombres, contó con el financiamiento del
Instituto Nacional de las Mujeres ( inmujeres), el Instituto Jalisciense de las Mujeres,
la embajada de Suecia en México y la Universidad de Guadalajara. La segunda etapa
del proyecto, orientada a la publieación de este libro, fue posible gracias al apoyo del
Fondo de Población de Naciones Unidas en México, la Academia Jalisciense de Cien
cias, A. C., la Academia Mexicana de Estudios de Género de los Hombres, A. C. y la
Universidad de Guadalajara.
Queremos hacer patente nuestro reconocimiento a las siguientes personas: María
Dolores Ávila Jiménez, Norma Celina Gutiérrez de la Torre y Hortensia Zúñiga Sán
chez, compañeras del Programa Interdisciplinario de Estudios de Género. Bernabé
Edgar Cruz González fue un colaborador entusiasta, eficiente y siempre amable. María
Reyna Hernández Rocha y Cithlalli López López se responsabilizaron de mantener
la comunicación con todas las personas que colaboraron en esta publicación y des
empeñaron actividades administrativas agotadoras, siempre con buen humor y gran
tolerancia.
Un grupo de dictaminadoras/es participaron con su esfuerzo y contribuyeron con
sus comentarios para mejorar los trabajos aquí reunidos. Desde luego, este proyecto
no sería realidad sin la colaboración entusiasta y comprometida de cada autor/a. A
todos y todas, nuestro abrazo cordial y agradecido.
9
M asculinidades: el juego de género de los hombres en el que participan las mujeres
112
6
La violencia: ¿el juego del hombre?1
Víctor Seidler
Masculinidades y violencia
• En qué términos podemos pensar las relaciones entre masculinidades y violencia
J en un mundo globalizado? Con suma frecuencia percibimos la globalización
O como si se tratara de un fenómeno reciente, que ha marcado el colapso del Impe
rio soviético y la creación de un mercado global único cuyo comercio traspasa las
fronteras nacionales, formando bloques comerciales supranacionales y afiliaciones
transnacionales. Pero esto implica meterse en un discurso de la modernidad como
progreso histórico, lo que dificulta el análisis sobre cómo las relaciones imperialistas
del pasado continúan marcando las relaciones poscoloniales que se están fraguando en
el presente. A menudo optamos por hacer caso omiso de las historias brutales asocia
das a la Conquista y a la formación del dominio europeo en diferentes partes del mundo,
aunque todavía resuenen en la actualidad. Sin embargo, es fundamental recordar tales
historias si queremos entender las relaciones continentales y globales en el presente,
particularmente en América Latina y Africa.2
1Traducción de Mana Palomar y Pastora Rodriguez Aviñoá.
2 Algunas reflexiones interesantes sobre la concepción de las relaciones poscoloniales que van
más allá de la visión eurocéntrica sobre Europa y su relación con los Otros, aparecen en A. Quayson y
D.T. Goldberg, Relocating Postcolonialism (Oxfod, Blackwell, 2002; A. Mbembe, On the Postcolony
(Berkeley, University of California Press, 2001); D. Massey, Space, Place and Gender (Cambridge,
Polito Press, 1994); J. J. Jacobs, Edge o f Empire: Postcolonialism and the City (Londres y Nueva
York, Routledge, 1996); Abdou Maliq Simona, For the City yet to come: Changing African Life in
113
I
M asculinidades: el juego de género de los hombres en el que participan las mujeres
Four Cities (Dirham, Duke University, 2004) y Barbor Hesse (Ed.), Unsettled Multiculturalisms: Dias-
poras, Entanglements, Transruptions (Londres, Zed Books).
114
La violencia: ¿ el juego del hombre?
Un bello juego
En la cancha de fútbol sin una sola brizna de césped, al lado de la avenida de la Inde
pendencia en el centro de Accra, capital de Ghana, se había juntado un grupo de niños
de 11 o 12 años para jugar un partido amistoso, un sábado por la tarde. El sol caía a
plomo y el piso estaba ardiendo. “Es precioso cuando juegan los niños”, dice Believer
Mahame, de 46 años, quien observa la escena con un radio portátil que transmite el
juego Chelsea-Manchester United, pegado a la oreja. “Cuando son jóvenes juegan puro
fútbol. Es precioso” (Time, 12 de junio de 2006: 28). Esa escena del hombre que ve
jugar a los niños mientras la tecnología lo vincula con un partido en Europa, se repite
en las playas de Senegal, en las fávelas de Río y Sao Paulo, en los parques de China y
en las calles de Guadalajara. El juego —el juego sencillo y bonito— se ha convertido en
el juego “global”. La final de Berlín marcó un momento inédito de la historia mundial,
con más de mil millones de personas viéndola en la televisión.
115
M asculinidades : el juego de género de los hombres en el que participan las mujeres
¿Cómo pudo darse todo esto? Entender cómo el fútbol se desarrolló desde sus orí
genes en Inglaterra, en los colegios privados decimonónicos, con su ideal de atléticos
jóvenes cristianos y mens sana in corpore sano, nos dice tanto sobre el mundo moderno
como el estudio de otras formas de mercados globales y geopolítica. En una reunión
celebrada el 26 de octubre de 1863 en la Freemason Tavern, un pub de Londres, se
establecieron 13 reglas para el juego. Allá donde fueran los hijos del imperio y el co
mercio imperial, con ellos iría el fútbol. En Latinoamérica, llegó a la Argentina, Brasil
y México con los comerciantes y constructores de ferrocarriles. La Copa del Mundo
parece haber permitido a los aficionados encontrar un nacionalismo “leve” que no está
contaminado por odios políticos. En una cultura mediática globalizada, el fútbol ha
logrado sentar sus reales a través de la Copa del Mundo como un medio de decidir las
relaciones competitivas entre Estados-nación a través de una pelea. Si la diplomacia
es una forma de hacer la guerra por otros medios, el fútbol en un mundo globalizado
ha sido una manera de establecer rangos y posiciones de los Estados-nación entre sí.
En una época en que los equipos nacionales, sobre todo en Europa, se han globalizado
con jugadores provenientes de todos los rincones del globo, los equipos nacionales
se han posicionado como portadores de una forma diferente de identificación. Pero
esto ha dado paso a un comercio entre naciones ricas y pobres, en el que poderosos
clubes de las famosas y bien remuneradas ligas europeas pueden darse el lujo de fichar
jugadores. Las relaciones globales de poder económico se despliegan en la cancha de
fútbol y con frecuencia, la gente sólo puede ver a sus jugadores nacionales favoritos
en los medios de comunicación, dado que juegan en los clubes de Europa.
Si la violencia ha de dejar de ser un juego de hombres, tenemos que establecer
nuevas reglas para la igualdad de los géneros y los sexos que también permita nu
trir la dignidad y el sentido de la propia valía de los niños que, esperemos, se verán
menos lastimados por la violencia en sus relaciones personales. Como dice Hassan
Mezouar sobre el fútbol tunecino, “si ahora las mujeres van al estadio quiere decir
que la sociedad está cambiando, y esos pequeños cambios llevarán finalmente a otros
cambios”. Será distinto también porque aprenden a jugar su propio juego con
reglas en las cuales creen. En Sierra Leona, la agencia filantrópica Christian Aid
hizo del programa de fútbol el foco de las actividades para niños y niñas. Como afirma
Rachel Bageley, directora de la sección especializada en el Vires de Inmunodeficien-
cia Humana ( vih ) en Christian Aid, “el fútbol es perfecto para que entiendan el vih”.
“Hacemos que colaboren como equipo y que crezca su autoestima”, dice. “Al tener
éxito en la cancha, las niñas son capaces de romper con los papeles estereotipados”
(Time, 12 de junio de 2006: 32).
116
L a violencia: ¿ el juego del hombre?
Violencia globalizada
Después del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono en Washington
ell 1 de septiembre de 2001, los países occidentales se vieron forzados a repensar las
relaciones de violencia estructural global: ¿pueden odiamos tanto como para estar
dispuestos a matar a tantos inocentes? Estados Unidos cayó en la cuenta de que la
violencia no es un juego, y si lo es, también puede ser jugado por los otros. Aunque
las familias de las víctimas no pedían venganza y afirmaron que se requería de una
respuesta distinta, sabemos que se sacaron muy pocas enseñanzas, que esa respuesta se
daría mediante la fuerza militar aplastante, primero en Afganistán y luego en la invasión
a Irak contra la expresa voluntad democrática de tantos que protestaron tomando las
calles por todo el mundo. No se nos escuchó, y las muertes cotidianas de tantos nos
dejan enojados y avergonzados. La violencia como instrumento de venganza contra
la humillación del poderío mundial de Estados Unidos fue un ejercicio de “impacto
y terror” (shock and awé)?
La violencia no es un juego, y ya es hora de que asumamos la responsabilidad de
las formas en que la cultura occidental enmarcó las masculinidades dominantes como
“independientes” y “autosuficientes” a través del divorcio entre razón y emoción,
conocimiento y cuerpo, poder y amor. Esto implica revisar las relaciones mundiales
de violencia estructural y la manera en que conforman las vidas personales. Tal como
argumenté en Transforming Masculinities, necesitamos reflexionar trascendiendo las
fronteras de lo individual y lo político, lo estructural y lo personal, en formas que
reconozcan cabalmente las diversas historias culturales y tradiciones.34 Esto significa
poner en tela de juicio las teorías con pretensiones universales de las masculinidades
hegemónicas que a menudo reproducen implícitamente presupuestos occidentales en
cuanto a la separación que establecen entre lo “terapéutico” y lo “político”.
3Una visión ilustrativa sobre los significados de la guerra, muy sugerente a propósito de las mascu
linidades aparece, por ejemplo, en: Paul Fussell, The Great WarandModern Memory (Oxford, Oxford
University Press, 1977); Christopher Browing, Ordinary Men (Nueva Yok, Harper Collins, 1992); Mi-
chael Ignatieff, The Warrior 's Honor (Nueva York, Henry Holt, 1997); J. Glenn Gray, The Warriors:
Reflections on Men in Balde (Lincoln, University of Nebraska Press, 1998); Chris Hedges, War is a
Forcé thal Gives us Meaning (Nueva York, Random House, Anchor Books, 2003).
4 En Transforming Masculinities: Men, Bodies, Cultures. Power Sex and Love (Lodres y Nueva
York, Routledge, 2006) me pronuncio en contra de ciertas concepciones de masculinidades hegemóni
cas y de los presupuestos en que descansan. Sostengo que es preciso reconocer masculinidades cultura
les y las formas diferentes en que enmarcan transiciones de la niñez a la edad adulta. Se vuelve impor
tante crear masculinidades alternativas que ofrezcan diferentes posibilidades de ser y, en consecuencia,
diferentes formas de imaginare! futuro para los jóvenes.
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M asculinidades : el juego de género de los hombres en el que participan las mujeres
Esto requiere una epistemología distinta, capaz de validar formas diversas de co
nocimiento incorporado que tan fácilmente son desautorizadas por ser consideradas
“subjetivas” dentro de las tradiciones positivistas prevalecientes, así como distintas
políticas públicas capaces de tomar en cuenta que las personas de género masculino,
como portadores de poder, también pueden vivir vidas limitadas, con el corazón cerrado
al tener poco contacto con sus emociones. Tienen que asumir la responsabilidad de la
terrible violencia que los hombres ejercen tan a menudo contra las mujeres y los niños,
así como de la violencia homo fòbica contra los homosexuales y las lesbianas, al tiempo
que reconozcan que es posible cambiar sus vidas y por tanto, comportarse en forma
distinta hacia los demás. Más que ser asumida, esa masculinidad debe ser deconstruida
como un problema, pues las masculinidades han sido definidas exclusivamente como
relaciones de poder. Necesitamos considerar cómo los hombres pueden cambiar cuando
aprenden a profundizar su relación consigo mismos y su amor por los demás.
Influidos por las teorías de la deconstrucción, resulta fácil asumir que las masculi
nidades, en cuanto relaciones de poder, siempre forman parte del problema. Pero esto
significa excluir los espacios donde podemos imaginar masculinidades alternativas,
las cuales se encuentran determinadas por diferentes valores y relaciones.
Mediante las nuevas tecnologías globales, los jóvenes están creciendo con nue
vas fuentes de información e identificación en internet, lo que les permite entrar en
espacios virtuales donde pueden explorar sus diferentes emociones, deseos y sexua
lidades. Por medio de la creación de redes virtuales, los jóvenes requieren de fuentes
de apoyo y aprendizaje que no están disponibles en sus vidas cotidianas. A veces,
lo único que se necesita es un oído amistoso que pueda validar la experiencia propia, lo
que resulta fundamental para encontrar el valor de mostrar más de uno mismo. Los
jóvenes tienen diferentes espacios virtuales, como he mostrado en Young Men and
Masculinities: Global Cultures and Intímate Uves; a través de éstos se establecen
relaciones estrechas vía internet que pasan por sobre los límites de posibilidad de las
generaciones anteriores. La facilidad con la que una generación más joven con acceso
a estas tecnologías puede comunicarse y adoptar así diversas identidades sexuales y
de género que circulan globalmente, abre inequidades significativas entre aquéllos
que gozan de estas nuevas tecnologías y quienes carecen de ellas.5
Siempre cuenta dónde hablamos y cómo hablamos. México carga sus propias his
torias de conquista, como todos los países de América. Estos también poseen distintas
5 En Young Men and Masculinities: Global Cultures and Intimate Lives (Londres, Zed, 2006), abor
do las formas cómo los jóvenes crecen bajo la influencia de herencias culturales específicas, así como
oportunidades creadas mediante las nuevas tecnologías y las imágenes globales de diversas masculini
dades para producir diferentes relaciones para sí mismos.
118
L a violencia: ¿ el juego del hombre?
‘Richard Sennett en The Cormsion of Character: The Personal Consequences ofWork in the New
Capitalism (Nueva York, W.W. Norton and Co., 1998) muestra cómo se transforma la vida de la gente
en el marco del nuevo capitalismo y los costos de estos procesos de adaptación. Si bien este trabajo no
se detiene en las consecuencias que esto tiene en lo relacionado con el género, no se puede ignorar la
importancia que éstas poseen.
119
M asculinidades : el juego d e género de los hombres en el que participan las mujeres
Sexo y poder
La globalización neoliberal se rehúsa a aceptar que es el nivel de desigualdad entre
los géneros, como entre las clases y los estados, según afirma Simone W eil, lo
que permite que quienes carecen de poder se conviertan en peones de un juego. En
su hermoso ensayo sobre La Ilíada, Weil muestra cómo el poder actúa para reducir a
la gente al estado de materia, de modo que el poderoso no siente la diferencia entre
patear una pelota y patear a una persona.7Así fue como los colonizadores aprendieron
7 El ensayo de Simone Weil sobre La Ilíada (“The Iliad, or the Poem of Force”) se publicó
Simone Weil's Reader, editado por George Panichas (Nueva York, David Mackay, 1977). Para una bue
na discusión bibliográfica, vid: Simone Petrement Simone Weil: A Life (Nueva York, Pantheon, 1976).
120
L a violencia : ¿ el juego del hombre ?
a tratar a los colonizados. La superioridad masculina europea hizo que las mujeres
fuesen tratadas como objetos de la violencia masculina y del deseo sexual. Sólo fue
con el feminismo de la segunda ola cuando se dio una lucha legal para reconocer la
posibilidad de la violación dentro del matrimonio, esto es, cuando las mujeres apren
dieron a afirmar su control sobre su cuerpo y su sexualidad. Pero cuando las mujeres
aprendieron a valorar su propio placer sexual y su deseo, eso también resultó amena
zante para las culturas tradicionales que temían al deseo femenino por considerarlo
una amenaza a la razón y la espiritualidad masculinas.
El hallazgo central del análisis feminista sobre el patriarcado como una estructura que
está presente en distintas culturas, es el control que se concede a los hombres sobre los
cuerpos y las sexualidades de las mujeres. Fue a través de la violencia como “juego del
hombre” que reaccionaron ante los desafíos del feminismo. En cierto nivel, había una
envidia que los hombres no podían reconocer hacia la libertad que las mujeres establecían
para sí mismas. Pero esto debe ser captado dentro de los términos de historias y culturas
específicas, tomando en cuenta el poder que mantienen las religiones en la conforma
ción de las maneras como hombres y mujeres experimentan sus cuerpos, emociones y
sexualidades dentro de culturas secularizadas. Se abre una división entre las narrativas
que producen los jóvenes sobre sus cuerpos, y sus maneras de sentir y comportarse. En
el caso de la generación más joven, sus relaciones, sobre todo entre las clases medias,
suelen estar mediadas por el internet y las redes virtuales que han establecido ahí. Esto
ofrece nuevas fuentes de identificación y la posibilidad de relaciones que van más allá
de los límites espaciales.
Esto es un fenómeno intenso en Gran Bretaña, donde a lo largo del último año
me ha impresionado el rechazo del feminismo por parte de chicas que creen en las
realidades de la igualdad de géneros; en parte por su experiencia en la escuela y por
las ansiedades que expresan respecto de su forma corporal y su aspecto. Atrapadas
por sueños de operaciones estéticas, se imaginan que la vida sería distinta para ellas si
sólo pudieran bajar un poco de peso. Pero son incapaces de establecer conexiones
entre sus ansiedades personales y las relaciones de poder entre géneros. Interiorizan
la culpa y la rabia, y a veces, acaban dañándose a sí mismas como una forma de ma
terializar su dolor psíquico. Se ha producido una individualización de la experiencia
que ha cobrado cuerpo en las culturas posmodemas, las cuales amenazan con que
brar las conexiones entre ansiedad psíquica y las estructuras más amplias de poder.
Paradójicamente, a medida que lo global se hace sentir en la vida de cada individuo,
la capacidad de hacer conexiones más allá de lo personal y lo político parece verse
Ciertas discusiones teóricas acerca de la evolución de su pensamiento aparecen en: Lawrence Bloom y
Victor J. Seidler, A True Liberty: Simone Weil and Marxism (Nueva York, Routledge, 19S9).
121
M asculinidades : el juego de género de los hombres en el que participan las mujeres
122
L a violencia: ¿ el juego del hombre?
Temor y debilidad
Con frecuencia los chicos sienten temor de ser débiles, como una amenaza a sus iden
tidades masculinas. A veces tienen recuerdos de violencia en su familia, por ejemplo,
haber visto cómo golpeaban a su madre. Quizá les hayan dicho que “sólo recibió lo
que merecía, porque no se puede razonar con las mujeres”. Quizá recuerden haber sido
molidos a palos ellos mismos y el miedo que sentían cuando el padre estaba presente.
Pero éste es un miedo que con frecuencia niegan, pues los chicos se rehúsan incluso a
aceptar la existencia del miedo. Es una emoción que las chicas pueden sentir, pero es
ajena a ellos. Esa negación no sólo se da en términos mentales, ya que si el miedo es un
rasgo de la vida inconsciente, como sugiere Freud, la energía conforma la materialidad
de los músculos del cuerpo, un hallazgo que buscaba Reich. A medida que los cuerpos
de los chicos se van haciendo gruesos, la empatia queda limitada, ellos se dan cuenta
de que sienten menos y pueden tener la impresión de “irrealidad” en su experiencia.8
Si hemos de trabajar eficazmente con quienes ejercen la violencia masculina,
tenemos que cuestionar, como argumento en Transforming masculinities, el análisis
patriarcal que Kaufman y otros adoptan, el cual tiende a funcionar en forma dual ha
ciendo que los hombres se den cuenta tanto del poder que tienen dentro de un análisis
patriarcal, como de las heridas y limitaciones en distintas áreas de sus propias expe
riencias como hombres. Finalmente, está sostenido por un análisis feminista radical
que también conforma en algún nivel el importante trabajo de Connell, que deja a
los hombres sintiéndose “mal” consigo mismos y por tanto, refuerza las imágenes
dominantes de los chicos como animales, las cuales heredamos de diversas culturas
cristianas. Si bien busca formas en las que los hombres pueden cambiar sus vidas, su
marco teórico dinamita las posibilidades de transformación y cambio en sus vidas.9
Cuando algunos hombres han aprendido a aceptar que la violencia es un juego de
hombres, también han aprendido a reflexionar sobre sus propias experiencias como
niños y la violencia que ellos mismos han tenido que soportar. Es a través de una
posible “falta de masculinidad” como se han sentido temerosos de enfrentarse a sus
propias historias emocionales y, por lo tanto, de cuestionar las masculinidades, más
8Una discusión acerca de los escritos de Freud y Reich, así como su importancia en la forma como
percibimos los cuerpos de los hombres y las relaciones que con el tiempo los hombres pueden estable
cer con su experiencia personal, se encuentra en Victor J. Seidler, Man Enough: Embodying Masculini
ties (Londres, Sage, 1999). En ese texto también se ofrece una visión crítica de la obra de Robert Bly,
Iron John, y el movimiento mitopoético.
9 Para hacerse una idea de los escritos de Connell, vid., por ejemplo, Gender and Power: Society,
the Person and Sexual Politics (Cambridge, Polity Press, 1987) y las diferentes ediciones de Masculi
nities (Cambridge, Polity Press, 1995 y 2006).
123
M asculinidades: el juego de género de los hombres en el que participan las mujeres
que pensar que la masculinidad tiene de algún modo que ser abandonada porque es
parte del problema y no puede ser parte de la solución. En el documental Macho,
sobre el trabajo de Canterra en Nicaragua, un anciano dice: “Los hombres verdaderos
no son violentos con sus parejas”. Esta afirmación la hace en el curso de una escena
donde se encuentra reunido un grupo de hombres para ver una pelea de gallos a punto
de iniciar. Canterra se dio cuenta de que las brutales experiencias vividas durante la
guerra civil habían enseñado a los hombres a ejercer la violencia cuando regresaban
al hogar. Debido a estas experiencias, se muestran impacientes e incapaces de mane
jar la frustración. Incapaces de resolver los problemas de manera pacífica, recurren
a la violencia para imponer su voluntad en la familia. Al caer en cuenta de que esto
no funcionaba, buscaron el apoyo de un grupo de hombres para descubrir formas de
relacionarse y construir, de ese modo, diferentes cualidades en sí mismos que podían
emplear para resolver conflictos familiares de manera pacífica.
Esto no significa que hablemos fácilmente de las “nuevas masculinidades”; más
bien, admitimos que con las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías y el
internet los chicos tienen fuentes de información, experiencia y esperanza abiertas para
ellos, que pueden ayudar a fomentar el cambio. Es, en parte, aprendiendo a hablar unos
con otros, compartiendo más de sus vidas emocionales sin sentirse amenazados, como
los chicos pueden aprender a apoyarse mutuamente. Sin embargo, como también lo
muestra Canterra, hay momentos de retroceso en que los hombres, que fueron educados
de otra manera, todavía recurren a la violencia contra sus compañeras; en cambio, si
tienen apoyo pueden trabajar con su culpa y su remordimiento para lograr cambios de
comportamiento. Este documental también muestra cuánto nos pueden enseñar los
hombres del sur a los hombres del norte, como se vio en su viaje a San Francisco para
organizar un grupo que compartiera sus métodos creativos.101
10Un trabajo sugerente, que da una idea sobre el desarrollo del trabajo de los hombres en Nicaragua,
aparece en Men aren 'lfrom Mars: Unlearning Machismo en Nicaragua (Los hombres no son de Marte,
Desaprendiendo el machismo en Nicaragua) de Patrick Weish (Londres, ciir, 2001).
11 Una valiosa introducción al trabajo de Alice Miller sobre las pedagogías que sostienen los
regímenes de violencia, incluso a medida que se “regularizan”, se encuentra su libro Foryour Chvn
124
L a violencia: ¿ el juego del hombre ?
Good: Hidden Cruelty in Child-Rearing and the Roots o f Violence (Nueva York, Farrar, Straus and
Giroux, 1984).
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M asculinidades : el juego de género de los hombres en el que participan las mujeres
preocupado más por el reconocimiento del dolor de los hombres, en parte, a través de
su relación no resuelta con los padres. Más que deconstruir las masculinidades frente al
feminismo, buscan volver a conectar a los hombres con aspectos más profundos de
su masculinidad. En la crítica sobre Bly que desarrollé en Man Enough: Embodying
Masculinities, traté de desarrollar una forma de relacionar el poder y el dolor de los
hombres con los demás, alrededor de una convicción, en contraste con la postura de
Connell, de acuerdo a la cual, los hombres podían cambiar al transformar las mas
culinidades que transmiten a las generaciones futuras. En la actualidad, los hombres
podrían estar más involucrados tanto emocional como prácticamente, en tanto que
padres, y podrían aprender a asumir la responsabilidad emocional de sí mismos dentro
de las relaciones, para no proyectar en los otros sus sentimientos no resueltos.
Pero esto significa aprender a ser sensibles a distintas formas de masculinida
des dominantes en culturas específicas, más que asumir en términos gramscianos
que hay una sola masculinidad hegemónica. Más bien necesitamos reconocer una
multiplicidad de masculinidades y la conformación de éstas a través de las culturas,
razas, etnicidades y generaciones. Los jóvenes crecen en un mundo muy distinto al
de sus padres; las identidades rígidas que éstos heredaron se han vuelto más fluidas y
abiertas a los flujos de diversas corrientes culturales, presentes a través de los medios
globales y el internet.
La violencia ha sido por demasiado tiempo el juego del hombre. Necesitamos en
focamos al cambio de los comportamientos de los hombres y, a la vez, necesitamos
involucrarlos en una revisión de sus masculinidades heredadas asi como de las ideas de
control como dominación, las cuales han estructurado su relación con sus cuerpos,
sus sexualidades y sus vidas emocionales. Al tiempo que atacamos la homofobia y
las formas en que está encamada a través de prácticas materiales y culturales, también
comenzamos a desbaratare! miedo a la vulnerabilidad y la emoción, identificadas como
“femeninas” y, por lo tanto, experimentadas como un miedo a la homosexualidad,
lo que ha estructurado las masculinidades heterosexuales. Al volverse más tolerantes
con sus propias emociones los muchachos también tienen menos miedo de transgredir
las claras fronteras que tan frecuentemente han sido reforzadas por la religión: el miedo
a los cuerpos, identificado con la sexualidad, y los “pecados de la carne”. En las cultu
ras “latinas” seculares todavía nos falta tener en cuenta la influencia de las tradiciones
religiosas, al hablar más abiertamente sobre los sentimientos y deseos sexuales.
Si necesitamos nuevas reglas para aprender a jugar juegos nuevos tenemos que
aceptar que, al aprender a relacionamos con nuestros cuerpos, emociones y deseos
en distintas formas durante mucho tiempo condenadas como parte de una “naturaleza
pecaminosa”, también estamos comenzando a crear un nuevo imaginario cultural en
el que redefinimos al ser humano, no como una relación de superioridad frente a una
126
La violencia : ¿ el juego del hombre?
12 Un examen muy sugerente del desarrollo de la filosofía de Wittgenstein, que explora la relación
con su vida, se encuentra en el libro de Ray Monk, Wittgenstein (Londres, Vintage, 1986). Un sondeo
interesante y difícil sobre algunos de los temas de su obra se puede leer en el libro de Stanley Cavell,
The Claim o f Reason: Wittgenstein, Skepticism, Morality and Tragedy (Oxford, Oxford University
Press, 1979).
127
M asculinidades : el juego de género de los hombres en el que participan las mujeres
129
305.31A4377m/NB28971
os estudios de género de los hombres hicieron su:
L arena académica anglosajona en la década de
partir de entonces su dinamismo es mayor y se ha e:
mundo, mostrándose a través de una producción cientítica cada vez
más vigorosa.
Los trabajos reunidos en Masculinidades: eljuego de género de los
hombres en el que participan las mujeres son una muestra de la
creciente producción científica de este subcampo de los estudios de
género, que evidencia su complejidad, lejana de aquel planteamiento
que suponía que “lo masculino es lo contrario a lo femenino”, y que
los hombres son un grupo homogéneo. En conjunto muestran la
pluralidad de los diferentes contextos socioculturaies y económicos,
sin los cuales es difícil comprender problemas similares en condicio
nes distintas, cuyas intensidades en las formas de relación social entre
los géneros responden a los contextos que las hacen posibles.
No se trata únicamente de descifrar cómo se construye y repro
duce el privilegio, la manera como se garantiza la dominación
masculina sobre las mujeres y también sobre una extensa propor
ción de hombres, sino imaginar escenarios alternativos de relación
social. Se trata de desestabilizar, de desafiar la cada vez más cuestio
nada asimetría social entre los géneros, para unos cómoda; insopor
table para otros; intrascendente para algunos más. La contribución
hecha por mujeres y hombres en cada uno de sus capítulos son un
aporte para la discusión académica y también un insumo para la
elaboración de políticas públicas tendientes a consolidar una
sociedad incluyente y equitativa entre los géneros.