AUTOCONCEPTO
AUTOCONCEPTO
AUTOCONCEPTO
El autoconcepto es la suma del conjunto de creencias que una persona tiene sobre sus
cualidades personales, que engloba la imagen que tenemos de nosotros mismos en
relación a nuestro aspecto, nuestras capacidades y habilidades.
Se trata de una construcción mental que nos permite definirnos y situarnos dentro de
cualquier entorno, interpretando nuestras emociones, nuestra conducta y la
comparación de la misma con la de otras personas que nos rodean.
Las personas nos podemos sentir cómodas y a gusto con nosotras mismas cuando nos
respetamos y creemos en nuestras capacidades, siendo un signo de autoestima alta; o,
por el contrario, podemos sentirnos incómodas cuando no nos valoramos y nos
empequeñecemos ante los retos y problemas que se presentan en la vida cotidiana,
dejando paso a una autoestima baja.
AUTOCONOCIMIENTO
El autoconocimiento es una de las claves del desarrollo personal y, a la vez, es uno de
los principios básicos para poder regular las emociones, relacionarse con los demás y
luchar por nuestros objetivos.
La relación entre el autoconocimiento y el bienestar emocional
El autoconocimiento es clave para el bienestar psicológico de las personas, puesto que
aquellas que se conocen mejor saben lo que quieren en la vida, no solo en los grandes
proyectos sino en las cosas cotidianas de la vida. Y es que las personas que se conocen
bien saben gestionar mejor sus emociones incluso en los momentos de mayor
dificultad. El mundo que les rodea puede desestabilizarse, pero no así su mundo
interior.
Conocernos nos ayuda a decidir qué y cómo debemos pensar y qué tenemos que hacer
en cada situación. Este conocimiento de uno mismo puede darse a nivel individual o
grupal. La conciencia de nuestra identidad y la de otros nos hace la vida más sencilla y
facilita nuestras relaciones interpersonales e intergrupales.
Esta teoría parte de la base de que el ser humano busca coherencia entre las
diferentes percepciones que tiene de sí mismo. Aquí entran en juego otros
autoconceptos interconectados. Los cuales expongo de forma breve a continuación:
El «yo ideal»: es el autoconcepto que nos indica cómo queremos llegar a ser.
El «yo responsable»: es el autoconcepto que tiene la idea de cómo deberíamos llegar a
ser.
El «yo potencial»: es la idea acerca de nuestro potencial, hasta qué punto podemos
llegar a ser.
El «yo esperado»: es el autoconcepto acerca de la predicción de lo que podemos llegar
a ser en un futuro.
Estos autoconceptos son bastante similares entre sí, solo se diferencian en pequeños
matices. Lo importante de estos «yoes» es que actúan como generadores de
discrepancia con nuestro autoconcepto actual. Y cuando uno de ellos es disonante con
nuestro autoconcepto actual o incluso entre ellos, se genera una ansiedad. A partir de
aquí, dicha ansiedad va a motivar unos cambios en los autoconceptos para así
solventar la discrepancia.
Por ejemplo, si en nuestro «yo ideal» nos vemos como personas solidarias, pero
normalmente nos comportamos con actitud egoísta se va a generar una discrepancia.
Esta disonancia se puede resolver de distintas maneras: (a) cambiando nuestra
conducta egoísta y con ella nuestro autoconcepto actual, (b) alterando la percepción
de nuestra conducta, descatalogándola de egoísta y alterar así nuestro autoconcepto
actual, o (c) cambiando nuestro «yo ideal», adecuándolo a nuestro autoconcepto
actual.
Esta visión parte de la creación del autoconcepto como un proceso en el que lo social
tiene mucho peso. La creación del mismo se debe a las ideas que tienen los demás
sobre nosotros. Así construiremos la noción de cómo somos a través de la información
que nos den los demás acerca de nosotros.
Esto se debe a que percibimos que en la mente de los demás existe una idea de cómo
somos, por lo tanto, intentaremos saber cuál es. Tendremos una motivación para
evitar la discrepancia entre la idea que tienen los demás de nosotros y nuestro propio
autoconcepto. Cuando exista esa disonancia podremos resolverlo de dos formas: (a)
cambiando nuestras relaciones por otras que nos vean cómo pensamos que somos, o
(b) cambiando la idea que tenemos de nosotros mismos.
Esta teoría explica en gran medida por qué buscamos relaciones que estén de acuerdo
con nuestro autoconcepto y evitamos aquellas que nos ven de manera distinta a cómo
creemos que somos. También nos ayuda a comprender los efectos que tienen las
expectativas acerca de una persona, como el conocido Efecto Pigmalión.
Un aspecto importante es que no tendemos a vernos como realmente nos ven los
demás, sino como pensamos que nos ven. Determinamos cómo nos ven los demás no
por la información que recibimos de ellos, sino por nuestras autopercepciones.
Nosotros creamos una idea de nosotros mismos, y pensamos que los demás nos ven
igual.
Desde qué existe el ser humano, surge la necesidad de conocernos, para que sirva de
punto de partida de nuestro desarrollo. Para mejorar debes identificar tu pasado,
presente y objetivos futuros. Allí surge el autoconocimiento, como herramienta que te
da la información básica para progresar en todos los aspectos.