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AUTOCONCEPTO

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AUTOCONCEPTO

El autoconcepto es la suma del conjunto de creencias que una persona tiene sobre sus
cualidades personales, que engloba la imagen que tenemos de nosotros mismos en
relación a nuestro aspecto, nuestras capacidades y habilidades.

Se trata de una construcción mental que nos permite definirnos y situarnos dentro de
cualquier entorno, interpretando nuestras emociones, nuestra conducta y la
comparación de la misma con la de otras personas que nos rodean.

La autoestima se construye a partir de nuestro autoconcepto, pues se trata de cómo


nos sentimos con nosotros mismos. Una autoestima equilibrada nos permite ser
conscientes de las virtudes que poseemos, así como también de los defectos o
debilidades que forman parte de nuestro ser y así relacionarnos mejor con los demás.

Las personas nos podemos sentir cómodas y a gusto con nosotras mismas cuando nos
respetamos y creemos en nuestras capacidades, siendo un signo de autoestima alta; o,
por el contrario, podemos sentirnos incómodas cuando no nos valoramos y nos
empequeñecemos ante los retos y problemas que se presentan en la vida cotidiana,
dejando paso a una autoestima baja.

AUTOCONOCIMIENTO
El autoconocimiento es una de las claves del desarrollo personal y, a la vez, es uno de
los principios básicos para poder regular las emociones, relacionarse con los demás y
luchar por nuestros objetivos.
La relación entre el autoconocimiento y el bienestar emocional
El autoconocimiento es clave para el bienestar psicológico de las personas, puesto que
aquellas que se conocen mejor saben lo que quieren en la vida, no solo en los grandes
proyectos sino en las cosas cotidianas de la vida. Y es que las personas que se conocen
bien saben gestionar mejor sus emociones incluso en los momentos de mayor
dificultad. El mundo que les rodea puede desestabilizarse, pero no así su mundo
interior.

De hecho, uno de los conceptos de la Psicología que mayor repercusión ha tenido en


las últimas décadas es la Inteligencia Emocional, y el autoconocimiento es el punto de
partida para poder convertirse en una persona emocionalmente inteligente. Conocer
las propias emociones y saber qué significado tienen para nosotros está íntimamente
relacionado con la autorreflexión y la mejora de la salud mental.
AUTOCONCEPTO
Podemos entender que el autoconcepto es la idea o imagen que tenemos de nosotros
mismos. Este reflejo interior está formado y condicionado por la multitud de roles que
desempeñamos, nuestras metas y objetivos, nuestra personalidad, nuestra ideología o
filosofía, etc. Por otro lado, esta idea de nosotros mismos es dinámica lo que quiere
decir que varía con el tiempo, siendo sensible a los cambios en las facetas que antes
hemos enumerado.

Conocernos nos ayuda a decidir qué y cómo debemos pensar y qué tenemos que hacer
en cada situación. Este conocimiento de uno mismo puede darse a nivel individual o
grupal. La conciencia de nuestra identidad y la de otros nos hace la vida más sencilla y
facilita nuestras relaciones interpersonales e intergrupales.

En psicología se puede estudiar el autoconcepto desde distintas perspectivas. Los


psicólogos de la personalidad se centrarán en conocer el contenido de la identidad,
creando tipologías de ella. Mientras que la psicología social se interesará por ver en
qué medida afecta a las relaciones que tenemos con los demás o como es
condicionado por las relaciones que tenemos con ellos.

¿Cómo se forma y modifica el autoconcepto?


Existen dos teorías que explican cómo se crea o se desarrolla el autoconcepto. Una de
ellas es la teoría de la auto discrepancia, basada en una regulación interna del
individuo. Y la otra la teoría del yo espejo, basada en una regulación social.

La teoría de la auto discrepancia

Esta teoría parte de la base de que el ser humano busca coherencia entre las
diferentes percepciones que tiene de sí mismo. Aquí entran en juego otros
autoconceptos interconectados. Los cuales expongo de forma breve a continuación:

El «yo ideal»: es el autoconcepto que nos indica cómo queremos llegar a ser.
El «yo responsable»: es el autoconcepto que tiene la idea de cómo deberíamos llegar a
ser.
El «yo potencial»: es la idea acerca de nuestro potencial, hasta qué punto podemos
llegar a ser.
El «yo esperado»: es el autoconcepto acerca de la predicción de lo que podemos llegar
a ser en un futuro.
Estos autoconceptos son bastante similares entre sí, solo se diferencian en pequeños
matices. Lo importante de estos «yoes» es que actúan como generadores de
discrepancia con nuestro autoconcepto actual. Y cuando uno de ellos es disonante con
nuestro autoconcepto actual o incluso entre ellos, se genera una ansiedad. A partir de
aquí, dicha ansiedad va a motivar unos cambios en los autoconceptos para así
solventar la discrepancia.
Por ejemplo, si en nuestro «yo ideal» nos vemos como personas solidarias, pero
normalmente nos comportamos con actitud egoísta se va a generar una discrepancia.
Esta disonancia se puede resolver de distintas maneras: (a) cambiando nuestra
conducta egoísta y con ella nuestro autoconcepto actual, (b) alterando la percepción
de nuestra conducta, descatalogándola de egoísta y alterar así nuestro autoconcepto
actual, o (c) cambiando nuestro «yo ideal», adecuándolo a nuestro autoconcepto
actual.

La teoría del yo espejo

Esta visión parte de la creación del autoconcepto como un proceso en el que lo social
tiene mucho peso. La creación del mismo se debe a las ideas que tienen los demás
sobre nosotros. Así construiremos la noción de cómo somos a través de la información
que nos den los demás acerca de nosotros.

Esto se debe a que percibimos que en la mente de los demás existe una idea de cómo
somos, por lo tanto, intentaremos saber cuál es. Tendremos una motivación para
evitar la discrepancia entre la idea que tienen los demás de nosotros y nuestro propio
autoconcepto. Cuando exista esa disonancia podremos resolverlo de dos formas: (a)
cambiando nuestras relaciones por otras que nos vean cómo pensamos que somos, o
(b) cambiando la idea que tenemos de nosotros mismos.

Esta teoría explica en gran medida por qué buscamos relaciones que estén de acuerdo
con nuestro autoconcepto y evitamos aquellas que nos ven de manera distinta a cómo
creemos que somos. También nos ayuda a comprender los efectos que tienen las
expectativas acerca de una persona, como el conocido Efecto Pigmalión.

Un aspecto importante es que no tendemos a vernos como realmente nos ven los
demás, sino como pensamos que nos ven. Determinamos cómo nos ven los demás no
por la información que recibimos de ellos, sino por nuestras autopercepciones.
Nosotros creamos una idea de nosotros mismos, y pensamos que los demás nos ven
igual.

Ambas teorías nos explican cómo se forma y modifica el autoconcepto de maneras


distintas, pero no contradictorias. Es interesante ver desde una perspectiva amplia, y
entender cómo los «yoes» de la teoría de la auto discrepancia también se pueden
crear y modificar debido a la influencia social. Al tener en cuenta las dos posturas a la
hora de explicar el autoconcepto conseguimos una visión sólida de los hechos que
explica de manera óptima la realidad.
AUTOCONOCIMIENTO

Es tener consciencia de lo que somos, nuestro valor, rasgos de personalidad, maneras


peculiares de actuar y comportarnos, intereses sobre la vida, aquellas pequeñas cosas
que nos hacen felices, los miedos y angustias, las felicidades y pasiones, destrezas y
habilidades, conocimientos y especialidades. El autoconocimiento es el camino para
lograr una autoestima alta o baja.

Desde qué existe el ser humano, surge la necesidad de conocernos, para que sirva de
punto de partida de nuestro desarrollo. Para mejorar debes identificar tu pasado,
presente y objetivos futuros. Allí surge el autoconocimiento, como herramienta que te
da la información básica para progresar en todos los aspectos.

El autoconocimiento implica que te identifiques y ganes consciencia sobre todos los


aspectos del ser humano en forma integral. El físico, la mente, las emociones, el
espíritu. No te puedes quedar sólo en el plano material, sino que debes interiorizar con
el mismo afán los demás aspectos.
Conocerse es entender que eres único e irrepetible. Compartirás algunos aspectos,
pero en el global como con la huella, eres especial. Una buena dinámica de
autoestima.
Lo que somos es producto de varias fuentes. Los genes familiares, el entorno, la
educación, nuestras experiencias e interacciones con otras personas. También la
capacidad de superarnos, nuestra iniciativa para mejorar, nuestra capacidad para las
realizaciones, nuestra visión e integración con el mundo, el universo y los aspectos no
visibles.
Una buena forma de llevarte al autoconocimiento es hacerte la pregunta de «¿quién
soy?» En dónde explores los diferentes campos y áreas de ejecución, afectivas,
cognitivas y espirituales.
El pasado te da información valiosa de dónde vienes, lo que te da valor, tus
habilidades, conocimientos y capacidades. El presente te pone acción para que
aproveches las oportunidades. El futuro te da sentido de misión y logros futuros.
Cuando mejoras tu conocimiento personal y aspectos íntimos, te preparas para
emprender tu futuro. Lo que quieres en la vida se integra con tus posibilidades, para
que logres mejores desempeños y resultados.
Lo importante en la vida es ser feliz, lograr lo que te propones y superarte todo el
tiempo. Para ello, es fundamental el autoconocimiento. Tus fortalezas, tus opciones,
tus deseos y aspiraciones.
El autoconocimiento es un proceso permanente de búsqueda en tu interior y
comportamiento, para ganar autoconfianza, encontrar lo que te gusta, eres capaz, te
motiva y eres competitivo. Te invitamos a perfeccionar tu propio proceso para que tu
Estima mejore, así como tus resultados.

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