Como Matar A Un Presidente Resumen
Como Matar A Un Presidente Resumen
Como Matar A Un Presidente Resumen
PREFACIO
Los asesinatos políticos son más frecuentes de lo que creemos. El caso de Julio Cesar fue el
detonante para que varios gobernantes tomen acciones para protegerse de conspiraciones en
especial si se encontraban en medio de una disputa de sucesión.
Las historias de Hispanoamérica y el Perú no han sido exentos de estos casos, la lista de
asesinatos sería interminable. Este libro relata 3 de los magnicidios más célebres.
Estas muertes ejemplifican una forma extrema de hacer política: la eliminación física del
adversario. El magnicidio en cualquiera de sus formas pretendía variar las correlaciones de
fuerza desfavorables de una situación determinada.
Los casos de Monteagudo y Pardo podemos decir que fueron de carácter “preventivo” ya que
había posibilidades que accediesen al poder, mientras que la muerte de Sánchez Cerro tuvo la
intención de crear un vacío de poder y de inestabilidad para mejorar la situación del APRA muy
golpeado por la represión sanchezcerrista.
BERNARDO MONTEAGUDO
El azar y la revolución
El día que mataron a Bernardo Monteagudo iba de camino a la casa de su amante. Los
enemigos del exministro de San Martín y consejero de Bolívar sabían de su caminar tranquilo
por las oscuras calles Limeñas.
A la altura de la calle Boza, Candelario Espinoza un mulato, lo esperaba con un recién afilado
cuchillo. Cuando lo vio le enterró el enorme cuchillo de carnicero a la altura de la tetilla
izquierda. Eran las 7:30 del 28 de enero de 1825.
Fue encontrado tendido en la acera bocabajo con el mango del cuchillo sobresaliendo del
pecho. Terminó falleciendo de camino al Convento San Juan.
Nació en Tucumán, en agosto de 1789. Sus padres Miguel Monteagudo, un soldado al servicio
del rey y su madre, Catalina Cáceres eran de condición humilde por lo que fue encargado al
cura José Antonio Medina, para que lo instruyeran en las primeras letras.
Su lucha revolucionaria empieza con la invasión inglesa al virreinato del Río de la Plata, donde
junto a los criollos del lugar lograron recuperar la ciudad y expulsar a los invasores.
Luego de algunos intentos revolucionarios fallidos en provincia decide viajar a Buenos Aires
donde presencia las luchas fratricidas por el poder. Grupos se unían para postular al poder,
pero después de las elecciones no se desactivaban, sino que trabajaban para derrocar al
gobierno y hacerse con el poder. Fue ahí donde empezó a creer en una monarquía
constitucional para las colonias libres, lo que evitaría esas disputas.
Por distintas controversias siendo presidente de la Sociedad Patriótica tuvo que huir a Europa.
Luego de unos años decide regresar a Argentina donde fue testigo de la formación del Ejercito
de los Andes, en el cual participó libertando Chile y Perú.
Redacta “El censor de la revolución” para motivar a la élite peruana, quienes no demostraban
un gran espíritu revolucionario.
San Martín sería nombrado protector del Perú y Monteagudo difundiría las ideas monárquicas
lo que generaría el rencor de los criollos peruanos.
Monteagudo será nombrado ministro de guerra y por la enfermedad de San Martín sería quien
movía los hilos del gobierno. En Lima sería el principal defensor de la monarquía
constitucional, en contraste estaba José Faustino Sánchez Carrión. Esta sería la primera
desavenencia entre los dos próceres. Su proyecto no fue aceptado, por lo que se ganó el odio
de sus opositores.
Monteagudo impulsó una dura política contra los españoles que quedaron en la ciudad.
Confiscó sus bienes, mandó a que los espiaran para evitar motines, además formó los “cuerpos
cívicos” una especie de milicia formada por la plebe urbana que despertaba el terror en los
españoles.
El Tucumano, creía que los españoles eran la hierba mala que no dejaba nacer la nueva,
cientos de españoles fueron deportados, encarcelados o fusilados, Muchos de ellos estaban
emparentados con los criollos, lo que creó animadversiones con la élite peruana.
Se sumaron a estos, los criollos que financiaron a San Martín y que fueron dejados de lado
para ocupar puestos en el poder. Esta reacción se acrecentó cuando se enteraron que San
Martín había enviado secretamente a un ministro a Europa a buscar un rey para el Perú.
La presión social hizo que Monteagudo dimitiera de su cargo y fuese deportado a Panamá.
Retorno y muerte.
En Panamá buscó contactar con Simón Bolívar para unirse a su corte. Fue así que retornó al
Perú, pero esta vez como consejero del libertador venezolano.
Una vez ganada la libertad con la Batalla de Ayacucho, fue nombrado delegado para el
congreso de Panamá, planes que fueron interrumpidos por un certero cuchillazo.
Se conoció que el asesino Candelario Espinoza contó con un cómplice, Ramón Moreira. Luego
de un intenso interrogatorio se determinó que el móvil no era el robo, sino que había sido un
asesinato pagado.
Candelario dijo que solo contaría la verdad a Bolívar quien finalmente dispuso su destierro del
Perú.
Por años se especuló lo que Candelario reveló a Bolívar. Ya en 1853, Tomás Cipriano, amigo
cercano de Bolívar publicó sus “Memorias sobre la vida del Libertador” donde revela que
Sánchez Carrión, enemigo político de Monteagudo lo mandó matar. Bolívar ocultó la verdad ya
que Carrión era cabeza del bando republicano y actuar contra él acarrearía un enfrentamiento
contra Bolívar quién estaba componiendo su gobierno en el Perú.
También se revela que Tomás Heres, amigo de Monteagudo, envenenó la bebida de Carrión en
forma de venganza por la muerte de su amigo.
MANUEL PARDO.
La fortuna y el poder
El día que mataron a Manuel Pardo, el ex primer mandatario civil del Perú, el presidente de la
cámara de Senadores y el padre de diez hijos, se dirigió con normalidad al diario el Comercio
para hacer algunas correcciones a una publicación y luego partió con rumbo al congreso. La
guardia militar compuesta por el batallón Pichincha, le rindieron los honores como era
costumbre. En el momento que estaba de espaldas, Melchor Montoya, rompió abruptamente
la formación y apretó el gatillo de su fusil Combrail, perforando de inmediato el pulmón
derecho de Pardo.
La hemorragia producto de la bala no pudo ser contenida, su agonía sin embargo duró
alrededor de cincuenta minutos, tiempo que aprovechó para confesarse y ver a su familia,
Tendido en medio de un charco de sangre, exhaló cerca a las tres de la tarde del 16 de
noviembre de 1875.
Melgar Montoya, autor del crimen al ser consultado por los autores detrás del delito, señaló a
Antenor Gómez Sánchez y a su tío Poyta.
Paralelamente a la muerte de Pardo, debía estallar una rebelión de guardias, motín que fue
sofocado. Al parecer estas acciones estaban relacionadas con los Pierolistas.
Manuel Pardo y Lavalle nació el 9 de agosto de 1834 en Lima. Nieto de un español de Galicia
venido al Perú en 1793 e hijo del escritor y político Felipe Pardo y Aliaga y de Petronila Lavalle
y Cavero.
En 1852 regresa al Perú y empieza sus primeros acercamientos al comercio, en 1857 viaja a
Jauja para curarse del asma que le habían detectado y un año más tarde contrajo matrimonio
con Mariana Barreda, hija de Felipe Barreda, consignatario del guano quien lo introdujo al
negocio, el comercio y la banca.
En 1963 Pardo firma un contrato con el estado para ser consignatario del guano junto a su
suegro. Los consignatarios eran quienes explotaban y vendían el guano y luego pagaban al
estado por ser dueño del recurso. Esto dio pie a innumerables defraudaciones. Como era un
bien muy cotizado enriqueció a quienes se involucraron en él.
Con el éxito como consignatario, Pardo incursionó en la banca creando el Banco del Perú,
además de iniciar la importación de Chinos Culíes en condiciones de cuasi esclavitud.
Pardo y su proyecto modernizador.
Pardo creía que los ferrocarriles, al igual que en Europa y Estados Unidos, traería el progreso al
Perú.
Su visión era modernizadora pero su concepto sobre los indígenas, población mayoritaria, era
la de un pueblo haragán e ignorante de las modernas técnicas agrícolas. Por eso, los
ferrocarriles para él eran un factor de desarrollo económico, social y cultural.
En 1865 fue nombrado Ministro de Hacienda. Renegoció acuerdos con los consignatarios lo
que fue beneficioso para el Perú.
Para él los indígenas debían aportar al erario nacional pero este decreto derivó en una rebelión
que fue sangrientamente aplacada.
Renunció al ministerio en 1866, días después fie denunciado por irregularidades en compras
para el estado. Logró ser absuelto de las acusaciones, pero sus enemigos buscaban manchar su
imagen.
Rumbo a la presidencia
El proceso electoral estuvo lleno de trabas, el presidente Balta trató de impedir el ascenso al
poder de Prado, quién era ampliamente apoyado por la población. Fue así que los hermanos
Gutiérrez, aliados en un inicio de Balta, se sublevaron para impedir que el congreso diese los
resultados. Pero su revolución no fue aceptada por todas las fuerzas armadas, así que por
asedio de la población terminaron siendo linchados, vejados, quemados e incluso se dice que
algunos mendigos llegaron a comer sus carnes.
Pardo en el gobierno
Pardo tomó el poder en medio de deudas y no pudo realizar las obras de infraestructura que
había planeado. Además, canceló la compra de blindados, haciendo aso omiso a la carrera
armamentista de Chile, sino que firmó un tratado secreto con Bolivia y Argentina quien
finalmente nunca terminaría de adherirse.
Se enfrentó a numerosas rebeliones como las del batallón Zepita y la expedición “Talismán”
que traía consigo un cargamento de armas y al beligerante Nicolás de Piérola. Pese a todo
logró mantenerse en el poder y fue reemplazado por Pardo.
Para su regreso a Lima, sus amigos y simpatizantes le advirtieron que sus rivales políticos le
tenían preparado un atentado contra su vida. Pardo asumiría el cargo corriendo los riesgos que
este representaba.
El crimen
Finalmente se dictó quince años de prisión para los implicados y la pena capital para Melchor
Montoya, autor del crimen. Fue fusilado el 22 de septiembre de 1880, diciendo que él fue el
único autor de asesinato. Sin duda se llevó a la tumba muchos secretos ya que las
especulaciones apuntaban a los pierolistas, por lo menos a la esposa de Piérola.
El hombre que disparó contra Luis Sánchez Cerro se llamaba Abelardo Mendoza Leyva, natural
de Cerro de Pasco. Llegó a Lima de pequeño y trabajó en diversos oficios. En 1933 era ayudado
por Pedro Catalino Lévano, partidario aprista, quién los instigó a asesinar a Sánchez Cerro.
El día 30 de abril, el presidente pasaba revisión a las tropas en el hipódromo de Santa Beatriz.
Terminada su labor, decidió salir de lugar dándose un baño de popularidad entre la gente que
estaba presente. Leyva aprovechando la aglomeración de la gente y que Sánchez Cerro había
decidido no usar el auto blindado, se acercó disimuladamente y descargó varios balazos sobre
el presidente. De inmediato su edecán y miembros de su guardia redujeron a tiros a Mendoza
quien cayó de bruces sobre el suelo, siendo brutalmente rematado en su agonía.
Sánchez Cerro fue llevado hasta la clínica italiana en donde finalmente falleció.
La formación de un caudillo
Luis Miguel Sánchez Cerro llegó al mundo el 12 de agosto de 1889 en Piura dentro de una
familia de clase media. En 1906 viaja a Lima para ingresar a la escuela militar de Chorrillos,
egresando en 1910 con el grado de subteniente.
En 1914 participaría en el golpe de estado contra Guillermo Billinghurst. Aquí tiene sus
primeros acercamientos con la política. El golpe colocó a Oscar Benavides en el poder.
Sus superiores viendo su talante conspiradora lo hicieron rotar de puestos para evitar
cualquier levantamiento
En 1922 inicia una revolución contra Augusto Leguía, la cual no tiene mayor éxito por lo que es
degradado y enviado lejos de la ciudad y sin mandos de tropas.
En 1929 viaja a Francia para una misión en la guerra de Marruecos. Ese mismo año regresó al
Perú a tener el mando del batallón Zapadores. Nuevamente se prepara para levantarse conta
Legía.
Los Apristas descontentos con el resultado alegaron fraude e iniciaron marchas y protestas por
toda la capital. Multitudes de sanchezcerristas, por su parte, respaldaban al presidente. Estos
serían el inicio del odio político.
La más notable sublevación ocurrió en Trujillo donde los Apristas tomaron cuarteles, liberaron
presos de la cárcel y resolvieron ejecutar a una veintena de oficiales del ejército y civiles.
Se logró capturar a los rebeldes y se les ejecutó en las ruinas de Chan Chan. Se dice que hubo
ejecuciones extrajudiciales, que según partidarios del APRA llegaron a los dos mil.
En ese contexto Sánchez Cerro buscó conciliar una solución con Colombia, pero los rumores ya
se oían.
Oscar Benavides asume como jefe del Consejo Nacional de Defensa quien organizó a las tropas
frente a una inminente guerra.
Asesinato.
El domingo 30 de abril mientras Sánchez Cerro pasaba revisión a las tropas en el hipódromo a
las tropas en el hipódromo de Santa Beatriz.
El proceso judicial buscó encontrar los lazos de Leyva con el partido Aprista. Se capturaron a
algunos sospechosos, pero luego se les absolvió por faltas de pruebas.
Peritos señalan que el auto de Sánchez Cerro tiene impactos de bala en distintas partes por lo
que se sospecha de un atentado planeado.
Se llegó a especular incluso que el mismo Benavides habría estado detrás del magnicidio
En agosto del mismo año, Benavides y su ministro de justicia dictarían amnistía a los
procesados por delitos políticos por lo cual gran cantidad de Apristas, incluyendo Haya de la
Torre recuperaron su libertad