3° Lenguaje Guias
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LENGUA DE TRAPO
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Su padre le trajo uno pequeño, azul, con cola y aletas verdes; y cuando
lo recibió, Ignacio corrió con él a la plaza.
—¡Pececito, pececito! ¡Ven aquí! —lo llamó—. Ya no estarás más solo.
Y echó al agua a su nuevo amigo, quien fue al encuentro del pez
naranja.
Subían y bajaban dentro de la pileta, juntos los dos. Parecían contentos
acompañados.
Ignacio siguió visitándolos y llevándoles comida. Se veían cada día más
grandes y la pileta parecía pequeña para ellos. El niño se dio cuenta de
eso cuando vio las burbujas que le indicaban que su pez quería decirle
algo.
Lo miró atentamente y creyó ver que le decía:
—Necesitamos más espacio, necesitamos más espacio…
Ignacio se entristeció mucho. Él pensaba que los peces eran felices,
y no lo eran. Creía que su cariño y cuidados bastaban, y no era así. Él
quería a sus peces.
—¿Qué hacer?
Repentinamente recordó que al día siguiente iría de paseo con sus
padres y hermanos al campo. Allí estaba el río, lleno de espacio y agua.
Llevaría a los peces en su pecera y los entregaría al río. Este se
encargaría de alimentarlos y darles un hogar amplio y a su gusto.
—¡Adiós, pececitos! ¡Adiós! —les dijo. Y, desde un rincón de la arena los
echó al agua. Junto a ellos cayó también una lágrima suya.
superficie: parte
externa de algo.
apenó: entristeció.
pileta: recipiente de
piedra u otro material
que puede contener
agua
bastaban: eran
suficientes.
Responde repentinamente: de
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Comprender cuentos de manera oral y escrita
11. ¿Te pareció bien lo que hizo Ignacio con sus peces? ¿Crees que fue
generoso?
Guía 3 Lenguaje 3° básico.
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Ejemplo:
Lectura.
La Bella y la Bestia
Había una vez un mercader que volvía de un largo viaje y decidió
cortar una hermosa rosa para llevársela a su amada hija Bella.
Lamentablemente los rosales pertenecían a Bestia, que habitaba en
un castillo mágico.
El mercader fue atrapado por Bestia y, para salvarlo, su hermosa hija
se ofreció para quedarse con Bestia a cambio de la libertad de su
padre.
En el castillo, Bestia trataba a Bella con mucho cariño y cultivaron
una gran amistad, hasta que un día el padre de Bella se enfermó y
ella tuvo que abandonar el castillo para visitarlo, no sin antes
prometer a Bestia que volvería.
Bella retrasó su regreso y encontró a Bestia a punto de morir de
tristeza. La joven, entre lágrimas, le confesó su amor y logró
deshacer el encantamiento que mantenía al joven príncipe convertido
en Bestia.
Finalmente, Bella y el príncipe se casaron y vivieron felices en el
castillo.
El palacio de la reina
Érase una vez una hermosa reina que hizo construir un magnífico
palacio. Cuando estuvo acabado, invitó a una gran fiesta a cuantos
habían intervenido en aquella obra para agradecer su trabajo.
Durante la cena, todos se mostraron muy orgullosos de lo que habían
hecho, y entre ellos surgió una pequeña discusión.
El jefe de los albañiles fue el primero en darse importancia cuando
dijo:
—Nosotros hemos colocado las piedras y los ladrillos del edificio. Sin
ellos no existiría el palacio. Está claro que nuestro trabajo ha sido el
más importante de todos.
A continuación habló un carpintero:
—Nosotros hemos hecho los muebles, las puertas y las ventanas. Con
un poco de madera hemos embellecido el palacio. El trabajo más
importante ha sido el nuestro.
Después intervino un cristalero:
—Nosotros hemos puesto los cristales en todas las ventanas. Sin
ellos, el viento y la lluvia habrían destruido el interior. Nuestro trabajo
ha sido el más importante.
La reina escuchó a todos con mucha atención. A ninguno de aquellos
trabajadores le faltaba razón en lo que decía. De pronto, la soberana
se fijó en un hombre que los observaba desde una de las puertas del
salón.
—Acércate y dinos quién eres —dijo la reina al desconocido.
—Majestad, soy el herrero —se presentó el hombre.
Las miradas de todos los invitados se centraron en el recién llegado,
que vestía aún su ropa de trabajo.
—Pero… usted no ha hecho nada en este palacio —intervino uno de
los presentes—. ¿Por qué ha venido a la fiesta?
Entonces, el herrero, con una sonrisa en los labios, dijo:
—Majestad, he oído hablar al albañil, al carpintero y al cristalero.
Todos se consideran muy importantes. Pero yo les aseguro que
ninguno podría haber hecho nada sin sus herramientas.
En el salón se produjo un gran murmullo. La reina pidió silencio y
concedió de nuevo la palabra al herrero.
—Como decía, nadie habría podido trabajar sin sus herramientas.
¿Y quién hace todas esas herramientas? Yo, el herrero. Ahora,
majestad, diga quién cree que ha realizado el trabajo más importante
de todos.
La reina se puso de pie y, tras reflexionar unos instantes, dijo:
—El herrero tiene razón: sin sus herramientas nadie podría trabajar.
Pero también es verdad que ninguno por separado habría podido
crear este palacio. Creo, por tanto, que todos son igual de
importantes.
En ese momento, los invitados comenzaron a aplaudir. Y entonces, la
reina tendió la mano al herrero y lo invitó a sentarse a su lado hasta
el fin de la fiesta.
Los
personajes
Como ya sabes, las narraciones son relatos de diferentes aventuras o
situaciones que les suceden a los personajes.
Los personajes llevan a cabo las acciones que ocurren en el relato.
Generalmente son personas, reales o ficticias, pero a veces también pueden
ser animales u objetos personificados. Según la participación que tengan
dentro de la historia, estos personajes se pueden clasificar en principales o
secundarios.