Tema 3 Origen y Evolución Histórica de Las Hablas Andaluzas PDF
Tema 3 Origen y Evolución Histórica de Las Hablas Andaluzas PDF
Tema 3 Origen y Evolución Histórica de Las Hablas Andaluzas PDF
Principales cambios fonéticos en el tránsito del castellano medieval al español moderno: orígenes del
seseo/ceceo y su reconstrucción a partir de su reflejo en los textos y de las noticias descriptivas de su
pronunciación. La aspiración andaluza, el yeísmo. 2. Nivel gramatical: ¿hay una historia gramatical del
andaluz? 3. Nivel léxico-semántico: las fuentes del vocabulario andaluz.
0. ¿De dónde viene esa realidad lingüística que llamamos andaluz? y ¿cuándo puede fecharse su
existencia? Son dos preguntas de diferente naturaleza que suelen formularse quienes se asoman por
vez primera a los estudios sobre esta modalidad lingüística del español.
La primera de ellas es fácil de contestar: el andaluz es una derivación histórica del castellano
hablado en la Edad Media por quienes reconquistaron, repoblaron y se asentaron en los terrenos
reconquistados a los musulmanes de Al-Andalus. Ningún pueblo anterior de los que habitaron en el
territorio que ocupa actualmente Andalucía tiene nada que ver en la formación histórica de la modalidad
andaluza, aunque las huellas de su historia por estas tierras se rastreen en algunos topónimos. Ni
siquiera el mozárabe, pese a que durante mucho tiempo Al-Andalus fue una sociedad bilingüe árabe-
románica (mozárabe), pero ya no lo era en el siglo XIII. En el valle del Guadalquivir, cuando entraron la
tropas de Fernando III, ya habían desaparecido los mozárabes, diezmados dos siglos antes por las
represiones del fanatismo religioso de almorávides y almohades. Antes de desaparecer, la lengua de los
mozárabes influyó en el árabe en préstamos léxicos (campiña, marisma, p.e.), lo mismo que antes había
influido en el romance castellano (corcho, gazpacho, horchata, etc.). Tampoco el árabe tuvo nada que ver
en la configuración idiomática del andaluz. Ni Andalucía es la región más árabe de España (pues, aunque
las huellas arquitectónicas puedan proporcionar una falsa idea de continuidad cultural y social, no hubo
tal continuidad y la nueva sociedad cristiana se consolidó por oposición y enfrentamiento a los
musulmanes. La imagen de una sociedad mestiza que conviviera pacíficamente es una imagen mítica,
idealizada que nada tuvo que ver con la realidad de la época de repoblación de Andalucía), ni los
musulmanes estuvieron más tiempo en Sevilla, Córdoba, Jaén, Huelva o Cádiz que en otros lugares,
como Valencia, Murcia o Teruel (duraron en estas otras zonas casi tres siglos más). Tampoco hay que
ver Andalucía como continuación del Al-Andalus, pues lo único que tienen de parecido una y otra es
nombre. La influencia lingüística del árabe en el andaluz hay que buscarla en el elemento más externo y
más fácil de adquirir: los préstamos léxicos, los arabismos. Pero tampoco aquí hay grandes diferencias
con otras zonas peninsulares, dado que los arabismos del castellano entraron masivamente en los siglos
XI y XII (antes, por tanto, de la reconquista del valle del Guadalquivir), pero luego se fueron perdiendo
muchos de ellos. La diferencia con otras zonas peninsulares con respecto a esta cuestión es que en
Andalucía perviven algunos de esos arabismos con más vitalidad que en otras partes donde ya han sido
sustituidos por otras palabras (alacena/despensa, alcancía/hucha, babucha/zapatilla,
alhucema/espliego, etc.).
Para la segunda pregunta que se ha formulado todavía no hay respuesta absolutamente segura:
hay quienes adelantan la fecha hasta el siglo XIII y hay quienes retrasan la existencia de la modalidad tal
y como se conoce hoy hasta el XVIII. Sí hay una fecha precisa para señalar la vitalidad del castellano: desde
1225 a 1248 para Andalucía occidental, desde 1481-1492 para el reino de Granada. Otra cosa es determinar
cuándo lo hablado en estas tierras es una realidad lingüística bien diferenciada respecto de lo hablado en
Castilla. Para J. Antonio Frago, p.e., la peculiar forma lingüística andaluza existe casi desde desde el siglo
XIII, con todos, o casi todos, sus rasgos formados, de ser real esta hipótesis las formas que hoy llamamos
“andaluzas” habrían nacido fuera de Andalucía, pero las hipótesis de Frago, tal y como demostró M. Ariza
(1996)1, tienen muchas debilidades empíricas que desaconsejan tenerlas en cuenta. No es posible, pues,
fijar con seguridad una fecha que date la existencia del andaluz con la mayoría de sus rasgos más
prototípicos formados. Hay, por un lado, noticias que aluden a diferencias lingüísticas no muy precisas desde
el siglo XV que se hacen más abundantes durante el XVI (cf. el tema 2). Por otro lado, encontramos datos
textuales donde las faltas de ortografía podrían inducirnos a pensar que la indistinción ceceo-seseo es muy
temprana, pero no siempre esos datos textuales son fiables y pueden inducir a confusión (como con
frecuencia ocurre). Hay que actuar, pues, con precaución (cf Ariza 1996 y Narbonas/Cano/ Morillo-Velarde
2003 [2011], cap. 2).
1 Cf. “Reflexiones sobre la evolución del sistema consonántico en los Siglos de Oro”. Actas del III Congreso
Internacional de Historia de la Lengua Española (Salamanca, 22-27 de noviembre de 1993), págs. 43-79.
1
1. Nivel fónico: historia de los rasgos de pronunciación más característicos del andaluz:
Ceceo-seseo2
- Con estos conceptos se alude a al fenómeno de pronunciación más prototípico del andaluz que,
presumiblemente, debió iniciarse en el siglo XIV en el habla de los repobladores que se instalaron en el
valle del Guadalquivir, y que supuso un reajuste en las distinciones fonológicas del sistema de sibilantes
dentales y alveolares (sordas y sonoras) del castellano medieval, simplificándolo3: de cuatro unidades
fonemáticas a una. La raíz del cambio parece estar en la dificultad de mantener estable un sistema muy
compacto en el lugar de articulación dento-prepalatal con realizaciones consonánticas muy semejantes.
Así pues, es un cambio paralelo al que se dio en otras áreas del castellano pero de las que resultó, en
Andalucía, una solución diferente: de cuatro unidades fonemáticas a dos.
CUADRO EXPLICATIVO DEL CAMBIO QUE SE OPERÓ EN EL SISTEMA DE SIBILANTES DEL CASTELLANO
MEDIEVAL ENTRE LOS SIGLOS XV-XVII
Dentales Alveolares
Sorda Sonora Sorda Sonora
Castellano medieval plaça [-ts-] /ŝ/ dezir (-dz-) /ẑ/ passar [-s-] /s/ rosa [-z-] /z/
Castellano ss. XVI- plaça, decir (sordas) /ŝ/ passar, rosa (sordas) /s/
XVII
Castellano moderno plaza, decir (interdentales sordas) /θ/ pasar, rosa (alveolares sordas) /s/
2 Son muchos los autores que se han ocupado de estudiar este fenómeno. Amado Alonso (19672/1969 [1951]):
“Historia del ceceo y el seseo españoles” en De la pronunciación medieval a la moderna; Rafael Lapesa, “Sobre el ceceo
y el seseo andaluces”, en Estudios de historia lingüística. Manuel Ariza “Fonética y fonología del andaluz. Perspectiva
sincrónica y diacrónica”, Rafael Cano “Cambios en la fonología del español durante los siglos XVI y XVII Historia de la
lengua española. Barcelona: Ariel; José Mondéjar en varios estudios recogidos en Dialectología andaluza; Juan A. Frago
Gracia en Historia de las hablas andaluzas. Guillermo Guitarte (1992): “Cecear y palabras afines”, en Actas de II
Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española I, 127-164.
3 La Edad Media disponía de cuatro sonidos bien diferenciados: una pareja de sibilantes dentales en correlación de
sorda/sonora, cada uno con sus propias grafías (“c+e, i”; “ç” / z”): moçárabe, cinco, conosçe /ŝ/ / fazer, razón, judizio /ẑ/
y una pareja de sibilantes alveolares también en correlación de sorda/sonora (“s-” y “–ss–”/ “-s-”): suffrir, passo, ouiesse
/s/ / rosa, pesar, bondadoso /z/.
4 Estos siglos según testimonios de gramáticos o eruditos y en relación con el nombre ceceo-çeçeo, pero
2
por unos hablantes como S y por otros como θ (advertencia: ni el timbre ni la articulación de estos
sonidos andaluces se realiza a los modos castellanos. Tampoco se trata de una indistinción a partir de los
sonidos castellanos tal y como se realizan hoy.
- En el siglo XVI la palabra ceceo sirve para designar un hecho de pronunciación que puede tener
causas diversas tal y como señala Bartolomé Ximénez Patón (1565-1640): (1) ‘ceceo por frenillo’: “vicio
de naturaleza en algunas personas”, (2) ‘modo afectado de pronunciar’: “zezear por gracia”, “y en otras
por afeminarse” y (3) ‘pronunciación regional’: “por ser recivida en la tierra; y como que naturaleza da la
tal pronunciación, aunque corrompida, pasa; como en Sevilla ordinariamente convierten la S en C”.
-Alusiones al fenómeno de pronunciación: los testimonios de eruditos y gramáticos que hablan de
ceceo o çeçeo, y también de zezeo (o zazeo) para referirse a un rasgo de pronunciación andaluza, quizá
aludieran a un cambio en el modo de articulación por el que las tensas dentales, sorda “ç, ce,i” /ŝ /=[ts] y
sonora “z” / ẑ /=[dz], se estaban aflojando (cambio que también se produjo en el castellano norteño, pero
que en Andalucía presumiblemente comenzaría ya en el siglo XIV, aunque no hubiera testimonios
expresos para esa época), dando como resultado un tipo de ş/ȥ dental (a la que pudiera haberse
asimilado o igualado la(s) otra(s) sibilante(s) del castellano, sorda y sonora, de carácter alveolar). Si ese
cambio empezó en Andalucía antes que en otras partes habría extrañeza ante esa pronunciación nueva y
de ahí los testimonios. De este modo, çeçeo (o ceceo) significaría, pues, el nuevo modo de
articulación aflojado (de /Ŝ/ y de /Ẑ/ > Ş/Ȥ) y también el cambio de una S alveolar por una S
dental. El hecho de que los eruditos hablaran de se confundían la Ç con la S y viceversa: la S con la Ç
hace pensar en que el aflojamiento haría de Ç una S dental y, a su vez, la S pudiera haber pasado de
alveolar a dental.
-Valoraciones: las valoraciones sobre este hecho de pronunciación andaluz son mayoritariamente
negativas (Valdés: “vicio particular” de hablantes incapaces de la “asperilla pronunciación de z”, Correas:
“porke hablando kieren más parezer henbras o serpientes ke onbres o que palos”, Arias Montano:
“negligencia e incuria o del vicio de la gente y de la indulgencia de las madres”) y se pide a los maestros
que corrijan el hábito. Sorprende no hallar en Nebrija ninguna referencia a este proceso fonético del
andaluz (cf. tema 2).
-Ceceo-seseo hoy día suelen tener otra significación que no hace justicia al proceso histórico.
Miden la percepción de la pronunciación andaluza desde las pautas de pronunciación del castellano
moderno, de manera que se simplifica el fenómeno y se falsea la realidad fonética de Andalucía, pues se
señala que ceceo es confundir S con θ (percibida como la pronunciación castellana de interdental) y
seseo es confundir la θ (percibida como la pronunciación castellana de interdental) con la S (percibida
como la pronunciación castellana alveolar). Pero ni la θ interdental, ni la S alveolar son pronunciaciones
andaluzas (solo en una estrecha franja en el norte y en el este de Andalucía se puede rastrear la S
alveolar castellana).
-Ceceo-seseo también hoy son conceptos que sirven para adscribir las diferentes realizaciones y timbres
con que en Andalucía se resolvieron los cambios del reajuste del sistema fonológico del castellano
medieval y que, como se ha señalado repetidamente, no son equivalentes a las pronunciaciones
distinguidoras de S y θ castellanas.
Problemas para explicar el fenómeno ceceo-seseo
-¿Por qué la diferencia de timbres y articulaciones? ¿Qué fue primero, ceceo o seseo5? Hay varias
hipótesis y no todas responden satisfactoriamente a ambas cuestiones. De hecho, no parece posible
contestar a la segunda de ellas. Y con respecto a la primera, la explicación más sólida es la de Lapesa
que alude a un abanico o continuum de realizaciones emparentadas como resultado de un proceso
fonético comenzado en pronunciación de las sibilantes dentales de la Baja Edad Media.
-Lapesa, observando varios hechos de la realidad actual de las hablas andaluzas, que pueden ponerse
en relación con testimonios y datos de la historia del fenómeno, formula la siguiente hipótesis explicativa:
1) en Andalucía no hay S castellana alveolar, sino una S de articulación dental, 2) los diferentes tipos de
S andaluza (coronodental, predorsodental, coronodentointerdental, predorsodentointerdental planas…)
(cf. todas las posibles realizaciones recogidas en el ALEA) proceden del sonido sibilante dental escrito en
castellano antiguo con “Ç, Ce,i” y “z”, de modo que la pronunciación de S apicoalveolar o no existió en la
5Amado Alonso pensó que primeramente la articulación sería ceceante y que luego los hablantes sesearon, aunque
esta pronunciación ulterior sería más restringida geográfica y socialmente (Sevilla como foco de irradiación
expandiría esta pronunciación en su área de influencia).
3
región o fue sustituida por cualquier realización nacida del reajuste fonológico. Esto explicaría que los
testimonios hablaran siempre de çeçeo. 3) Todo lo andaluz se percibiría así, independientemente de que
la realización efectiva de los sonidos fuera siseante o ciceante, mientras Castilla conservó una S dental
para el resultado del aflojamiento de Ç, C, y Z [ş/ȥ dental] (de hecho, en andaluz debió haber habido
también un zezeo con sonora, pues aún pueden escucharse sibilantes sonoras dentales en ciertas áreas
de Andalucía que tienen una S coronal: Iznájar, Lucena, Puente Genil, etc.). 4) En el momento en que
Castilla reforzó la distinción S/θ adelantando la articulación dental a una solución interdental (en el siglo
XVIII se encuentran los primeros testimonios en que el sonido castellano se identifica con la “th” inglesa y
se señala la dificultad que tienen los extranjeros de pronunciar tal sonido, porque no tiene correlato en
ninguna lengua), los sonidos andaluces debieron reubicarse y clasificarse según la percepción castellana:
unas realizaciones se sentirían más afines a S castellana (seseo) y otras más afines a la interdental θ
(ceceo).
-Hipótesis de koiné: explica el fenómeno a partir de una nivelación lingüística que se produce en la época
de conquista y repoblación a partir del encuentro de hombres y mujeres procedentes de ámbitos lingüísticos
distintos que tendrían en común la simplificación de sibilantes: gallegos, vascos, catalanes, portugueses,
francos y otros extranjeros. Si fuera verdad, seseo-ceceo habrían nacido fuera de Andalucía y estaría
presente desde los mismos comienzos de la reconquista. Hay problemas que debilitan mucho esta propuesta:
el porcentaje total de repobladores de Andalucía con posible seseo-ceceo en su habla no supera el 10%
(siempre según los datos de que disponemos hasta ahora), difícilmente pudo desencadenar un cambio de tal
calibre. Se trata de seseos muy distintos: el catalán con s alveolar (se inicia a mediados del XIII, pero no se
impone hasta finales del XV), y los otros con dental (pero el seseo gallego es minoritario y poco prestigioso).
Además, muchos de estos seseos son posteriores (o coetáneos al andaluz).
-Otras hipótesis alternativas como las que quieren ver un influjo mozárabe6, presuponiendo que la S de
ellos fuera dental, como la andaluza, carece de sentido por razones de historia externa: no había
mozárabes ya en época de la reconquista andaluza. Tampoco se sostiene la hipótesis de una influencia
árabe. Estos asimilaban la S románica a una prepalatal šin شy no a la sin ( سsonido dental muy agudo),
luego se asimiló también a este sonido prepalatal el resultado del aflojamiento de las dentales: xebolia (el
xexeo de los moriscos)7. Además los datos históricos son contundentes y anulan la validez de este
supuesto. Pensar el ceceo de los gitanos tampoco es viable porque eran minoría y además carecían de
prestigio. Además el hecho de que fenómenos semejantes se hayan dado en otras lenguas románicas
(unas en situaciones de estabilidad, francés y provenzal; otras en situaciones de conquista y colonización,
portugués y catalán; otras en situaciones de diáspora, sefardí), parecen aconsejar que se prefiera una
hipótesis lingüística que explique ceceo-seseo a partir de cambios fonéticos y fonológicos operados en la
estructura interna del castellano medieval en el proceso de constitución del español clásico y moderno.
Este proceso de reajuste originó dos sistemas diferentes que hay que ver en paralelo: el sistema andaluz,
que se exportó a Canaria y a la América Hispana: un único elemento sibilante con dos posibles
invariantes: seseo y ceceo; y el sistema peninsular (a excepción de la Andalucía que unifica) que opone
S/ θ.
-No toda Andalucía sesea o cecea: el origen del fenómeno está en Sevilla y su ámbito de influencia,
originando otros focos de difusión: Huelva, Córdoba (con prolongación en zonas de Jaén), Cádiz. La
Andalucía oriental, reconquistada desde Sevilla, adquirió ya unas formas lingüísticas con pronunciación
seseo-ceceo (Antequera, la provincia de Málaga y parte de Granada). Las zonas granadinas y
almerienses reconquistadas desde Jaén y Murcia mantuvieron la oposición castellana S/ θ. Esto explica
que un fenómeno de pronunciación tan característico de lo andaluz no se esté presente en toda la región
(cf. mapas de seseo-ceceo ALEA)8.
6 Para una ampliación del tema, cf. M. Ariza (2004): “El romance en Al-Andalus”; en R. Cano coord.: Historia de la
lengua española. Barcelona: Ariel, cap. 8.
7 Para una ampliación del tema, cf. F. Corrientes (2004): “El elemento árabe en la historia lingüística peninsular”; en
4
aspirado /h/, pronunciado con múltiples realizaciones fonéticas confluyen procesos históricos diversos
que, presumiblemente, se condicionan entre sí. Hay 3 contextos diferentes de los que resulta el sonido
aspirado: (1) en posición inicial de palabra como resto arcaizante de la antigua aspirada de F- inicial
([háĉa, hígo, hémbra] “hacha, higo, hembra”); (2) en cualquier contexto donde el castellano pronuncia
velar fricativa /x/ ([múher, hamón, óho, hitáno] “jamón, ojo, gitano”); (3) como consecuencia del proceso
en que se ve envuelta la pronunciación de la implosiva –s ([kóhte, áhma, dóh] “coste, asma, dos”).
(1) Aspiración en posición inicial como vestigio residual de la aspiración que llegó a adquirir la F- inicial de
palabra (y menos en interior): hierro, humo, hembra, higo, dehesa, moho.
Datos que hay que tener en cuenta:
-ortográficamente estas palabras se escriben con “h” y muchas de ellas conservan todavía hoy en hablantes
de bajo nivel cultural un asperillo de pronunciación que debe ser reflejado en la trascripción fonética. No
participan nunca de esta pronunciación aspirada palabras que llevan “h” ortográfica < H- latina que jamás se
pronunció jamás en romance: haber, hombre, honor u honra.
-Se trata en origen de una aspiración que se produjo en el castellano del norte peninsular (por influjo vasco
suponen algunos) y que se fue extendiendo de norte a sur.
-A finales de la Edad Media, esta pronunciación era la más general en Castilla, incluyendo, por supuesto,
Andalucía.
-La pronunciación aspirada siguió, durante el siglo XVI, aunque sometida ya a un proceso de cambio
irradiado, nuevamente, de norte a sur. Castilla la Vieja dejó de aspirar h- y el gusto lingüístico de la corte
madrileña -desde 1561- lo fue irradiando como norma de la nueva corte. Toledo, sin embargo, (norma del
buen hablar para las gentes del renacimiento) seguía manteniendo la aspiración y con ella Sevilla y el resto
de Andalucía.
-Por testimonios se sabe que Garcilaso de la Vega o Juan de Valdés, tenían a gala pronunciar esa h
aspirada. En 1611, Sebastián de Covarrubias (toledano) critica a “los que son pusilánimes, descuydados y
de pecho flaco” que “suelen no pronunciar la h en las dicciones aspiradas como eno por heno y umo por
humo, etc.”; semejantes el testimonio del sevillano Mateo Alemán.
-Pese a que las élites culturales aspiraban, la norma irradiada desde Madrid triunfó a finales de XVI y es lo
que se constata en la norma estándar del español actual. La aspiración dejó de ser considerada rasgo de
buen hablar y, aunque no desapareció, cambió su estatus: hablas rurales, fenómeno dialectal
-Por influjo leonés y supervivencia de la antigua norma toledana, en Extremadura y Andalucía occidental, la
aspiración tuvo una persistencia más compacta. Igual que en las zonas andaluzas reconquistadas desde
Sevilla (Málaga, centro y sur de Granada, etc.), cuyos repobladores procedían de Sevilla y Córdoba.
-No pasa lo mismo en la Andalucía de Jaén, Este de Granada y Almería (reconquistadas en diferentes
épocas: tanto en el XIII como en el XV desde el Sur de Castilla y desde Murcia, con repobladores de estos
orígenes). Aquí se consolidó la norma irradiada desde Madrid.
-Pese a que en el siglo XVII el aragonés Gracián (en 1651) vinculaba la aspiración con “lo andaluz”, los datos
documentales muestran para esta época textos en los que se omite esa “h”-, por lo que podría ser un indicio
de que entre las clases cultas se estaba adoptando la norma madrileña. La aspiración quedó reducida a
hablantes incultos, al mundo rural y a ciertas palabras donde la afectividad expresiva habitual en su
enunciación mantuvo esta pronunciación, expresividad que podemos encontrar hoy en la aspiración de (harto
y hartá, por ejemplo).
(2) Aspiración [h]de lo que en castellano se resolvió como velar fricativa sorda [x].
El reajuste del sistema se sibilantes del castellano medieval afectó también a la pareja de sibilantes
prepalatales Š (“x”: baxo, páxaro, o Xerez) /Ž (“j”, “ge, i”: hijo, muger o mujer). La pérdida de la correlación
de sonoridad se sitúa entre fines del XV y fines del XVI (las abundantes faltas de ortografía de trueques entre
“x” y “j” o “g” atestiguan el fenómeno). El sonido resultante, pudo mantenerse como prepalatal fricativo sordo
hasta el XVII. Pero en textos del XVI y XVII de muy escaso nivel cultural se han documentado otro tipo de
faltas de ortografía que pueden, con todas las precauciones posibles, ser indicio de velarización y/o aspiración
(hentil por gentil, joya por hoya < FOVEA, Huan por Juan, baho por baxo).
-En Extremadura y Andalucía occidental, donde la h aspirada sobrevivió, el nuevo sonido gutural no pudo
diferenciarse y acabaron confluyendo en un único sonido aspirado [háĉa, hamón]. Por el contrario, donde la
presión castellana era más fuerte y la aspirada más débil, ambos suenan como velar fricativa [xaba y xamón].
-¡Cuidado con las formas de decir!: en Andalucía la "jota" castellana no se ha relajado o aflojado en aspirada,
como suele decirse, sino que las primitivas palatales, en el curso de sus modificaciones fonéticas, atraídas
por la h aspirada acabaron directamente en un sonido como éste. La "jota" castellana, tal como la conocemos
5
hoy, no debió existir nunca en la Andalucía que hoy la pronuncia aspirada. Hoy se superponen las zonas que
aún pronuncian higo y haba y las que dicen como aspiración jota y gente (como si fueran hota y hente) (cf. los
mapas del ALEA).
-Desde la primera mitad del siglo XVI hay muestras de h por g o j: hentil, Hulián, mehor, Francisco de
Medrano (poeta sevillano de fines del XVI) juega con hoya (de hoyo) y joya. Góngora, por ejemplo, escribió
paharito. También hay muestras de g, j, por h: golgar (por holgar), gaser (o gazer, gacer, para hacer), y
también jacer. Todo ello se reparte entre documentos notariales, cartas privadas, etc. de tono cultural más
bien bajo, entre andaluces de diversas zonas y también entre los que emigraron al Nuevo Mundo (cf. la carta
comentada en clase).
-Por los testimonios que ofrecen una valoración social del fenómeno, confundir h con g, j, y también x, era
considerado como propio de los estratos más bajos de la sociedad (es decir, el hampa) sevillana (cf. tema 2
los testimonios de l sevillano Juan de Robles (1631) y Suárez de Figueroa). "Haga vucé cuando hablare de
las g, h, y de las h, g; y diga conmigo gerido, mogino, jumo, pahería, mohar, habalí y harro de vino" (Francisco
de Quevedo en El Buscón pone en boca de un valentón sevillano unos consejos que este da al protagonista
"para que no le tengan por maricón")
-En otras ocasiones no hay críticas sino simple constatación de una realidad: algunos gramáticos
simplemente señalan que los sevillanos cambian además de c y s, h y x, g, j. En el prólogo del Diccionario de
Autoridades (1726), la Academia, distingue a extremeños y andaluces frente a castellanos por la aspiración
"tan fuerte" de las dos primeras regiones, la cual les lleva a igualar la h con la x y j. En esta época ya debía de
estar ampliamente consolidada la situación que ha llegado hasta hoy: decadencia de la primitiva aspiración, la
de h, y solidez de la nueva, la de "jota"; todo ello en la Andalucía occidental y en las zonas orientales que
participan de este rasgo.
- (3) Aspiración de –s en posición final de sílaba y de palabra
-Se trata de un panorama multiforme y variopinto pero muy difícil de atestiguar históricamente. Sólo se puede
recurrir a los olvidos de poner s, o el ponerla de más en textos de los siglos XVIII y XIX.
-Es uno de los pocos fenómenos, que se extiende por toda Andalucía, aunque con realizaciones de lo más
variadas (entre la aspiración y la pérdida hay bastantes grados); y también con variantes diversas según las
posiciones concretas y, según las zonas, con repercusiones sobre consonantes y vocales contiguas (cf. en el
ALEA los modos tan distintos en que se realizan las –s implosivas según los contextos).
-Esta aspiración también está presente en amplias zonas de España (en puntos de Santander, y ocupa un
área más o menos continua desde el Sur de Salamanca a la Mancha y Murcia, con Extremadura y Andalucía
como las zonas donde se da sin interrupción)9.
Problemas para la cronología de este fenómeno andaluz
-Los testimonios andaluces giran siempre, desde la Edad Media, en torno a lo mismo: no escribir s implosiva
o escribirla donde no corresponde. Las muestras son numerosísimas, y no exclusivas de Andalucía (las hay
en Toledo y otros lugares donde hoy dicha s se aspira o pierde, pero también donde tal cosa no ocurre), por
lo que la sospecha de que todas estas muestras no sean más que simples erratas debe ser tenida en
cuenta. Además los datos parecen referirse solamente a la desaparición, pero la –s implosiva con mayor
frecuencia se aspira. Es significativo que ningún texto, hasta el siglo XVIII, utilice la h o la j (o la x o la g) para
representar esa s como aspirada. No hay nada en los siglos XVI y XVII de lo que podría deducirse que es
muy probable que el mantenimiento de un sonido para s, aunque aspirado, fuera suficiente para conservar su
escritura. Extraña también que ningún gramático hable de ese posible fenómeno (hasta finales del XIX no
hay testimonios explícitos)10.
9
Este proceso no es ajeno a otras lenguas: parece haberlo conocido el latín (y ello tuvo sus repercusiones en la historia
del italiano y el rumano), se dio en francés a partir, al menos, del siglo XII, y hoy se cita para el inglés de Nueva York. No
podemos decir por el momento si estamos ante una tendencia general indoeuropea, o se trata de procesos históricos por
entero distintos, coincidentes sólo, por casualidad, en el elemento en que se manifiestan
10
En judeoespañol no se conocen estas alteraciones de la s implosiva y ello podría indicar que a fines del XVI el
fenómeno o no existía o no tenía aún fuerza para imponerse (situación muy distinta, pues, a la de su "seseo", atribuido
a una base sevillana anterior a la expulsión de 1492). Tampoco América proporciona datos seguros: hay extensas
zonas que aspiran y pierden la s implosiva, pero también hay muchas que la conservan, por lo que no se puede dar
como prueba inequívoca ni de una cronología temprana ni tardía: las aspiraciones y pérdidas de –s pueden indicar,
bien que se aspiraba desde antes del Descubrimiento, bien que fue un desarrollo posterior americano paralelo al
español europeo. Igualmente, su conservación puede deberse a que –s implosiva se conservaba cuando el español
6
-Testimonios documentales: Menéndez Pidal atestigua ya para primeros años del XVI un dato que podría
contener muestras de aspiración11. Se trata de la forma en que Hernando Colón, hijo de Cristóbal, escribió el
nombre de Sophonisba (una heroína de la antigüedad) como Sofonifa. Este nombre atestiguaría una
pronunciación del grupo -sb- idéntica a la que hoy produce en (e)faratar por desbaratar o refalar por resbalar,
documentada en tantos lugares de Andalucía. Limita su validez testimonial el que sea un nombre muy poco
utilizado en castellano, de transmisión seguramente sólo libresca, que probablemente nadie habría dicho en
voz alta, por lo que más bien parece tratarse de un error puramente gráfico, de transcripción defectuosa por
olvido parcial de la forma primitiva y correcta.
- La primera muestra clara de aspiración nos la proporciona una farsa religioso-pastoril, La Infancia de Jesu-
Christo, de hacia 1784, obra del cura malagueño, Gaspar Fernández y Ávila, que recoge el habla rural de los
Montes de Málaga, aunque mezclada con rasgos tópicos de los pastores "sayagueses" del Siglo de Oro
(como llucero, llengua, formas nunca conocidas en Andalucía). En ella se recoge sólo la aspiración de -s final
de palabra ante palabra que empiece por vocal, pero escribiendo, contradictoriamente, esa misma -s como
marca de plural: los jojos, las jorejas, pobres jandrajos, las jarree; erróneamente, se escribe algunas veces
esa j- incluso si la palabra anterior no termina en -s (mal de jojo, qué jojos) (cf. tema 2).
- Luego esto vuelve a aparecer en la segunda mitad del XIX, en la reproducción costumbrista del habla
andaluza vulgar y en la de las coplas populares y flamencas. En los siglos XVIII y XIX, y aun en el XX (los
hermanos Álvarez Quintero podrían ser un buen ejemplo), existió la aberrante costumbre en escritores más o
menos costumbristas de representar, no la aspiración de -s, sino un supuesto ceceo, inexistente, en dicha
posición (ezta, Dioz, conteztame, limozna), el cual además aparecía de modo arbitrariamente intermitente.
Posibles explicaciones del fenómeno aspiración y pérdida de –s implosiva
-Muy dudoso es que haya que remontarse hasta el latín, como se ha insinuado alguna vez, sobre la base de
algunas elisiones de -s en inscripciones romanas de la Bética, pues falta el hilo transmisor entre el latín de
esta provincia y el andaluz actual.
-Para el romance mozárabe, heredero básico de la tradición lingüística hispanorromana e hispanogoda, no se
puede suponer de ninguna manera la alteración de -s implosiva (aparte de la ya vista improbabilidad de la
conexión histórica entre el romance mozárabe y el castellano de Andalucía).
-Tampoco parece admisible una base arábiga, igualmente insinuada a propósito de la debilidad de ciertas
consonantes finales en árabe granadino, pues, aparte de la imposibilidad histórica general de vincular el
árabe al habla andaluza, todos los testimonios del árabe andalusí, en las formas árabes y en las de origen
románico, atestiguan con absoluta seguridad la conservación de -s (pronunciada como palatal, como toda s
romance en árabe); tal rasgo siguió siendo propio de los moriscos al hablar castellano.
-Como tantos otros fenómenos andaluces la aspiración y pérdida de -s parece un cambio surgido por
economía en un castellano ya formado que tendería a las sílabas "libres" o "abiertas", a las sílabas que no
presentan ninguna consonante después de la vocal, de pronunciación más cómoda (tendencia que las hablas
andaluzas habrían llevado a su máxima expresión). Pero como ya se ha dicho, es muy difícil mostrar una
cronología con un cierto fundamento12.
-Es probable que la aspiración de -s tenga alguna relación genética con un fenómeno que desde el siglo XIV
se conoce en toda Castilla y que es la conversión de -s implosiva en una articulación palatal (escrita con la x,
grafía propia de ese sonido palatal), casi siempre ante ca, co, cu, que, qui: caxco, máxcara, moxca,
coxquilla. Este fenómeno fue continuado por el judeoespañol (extendido, además, a otras posiciones), y,
generalizado a toda -s final de sílaba, se da en portugués. Esta palatalización, que también se daba en otras
posiciones de s (cf. sepia y xibia, hoy jibia, Suárez y Xuárez, hoy Juárez), venía motivada por la proximidad
de pronunciación entre la típica s alveolar castellana y este antiguo sonido palatal. Cuando este último pasó
llegó a América, pero también a que en determinadas zonas actuó una nivelación y se restauró por influjo de la
pronunciación más cuidada de castellanos y de otras gentes que ni la aspiraban ni la perdían.
11
Los escritores antiguos eliminan toda –s implosiva para caracterizar como tópico el habla de negros (Lope de Rueda
y Góngora), lo que parecería implicar que el resto de la población no practicaba el fenómeno.
12
La debilidad de esta explicación radica en que si bien la tendencia a la sílaba libre parece haber sido una inclinación
presente en la historia de nuestro idioma (por eso el latín NOCTE se hizo noche y SEPTEM siete). Pero durante una larga
época medieval el castellano tuvo sílabas tan complicadas, al menos en la escritura, como las de noch, sangne o
comptar. Por otro lado, la aspiración de s puede tener complejas repercusiones en la consonante siguiente que llegan a
reduplicaciones de consonantes como en etto por esto, o semejantes (cf. mapas del ALEA) que pueden casan mal con
ese objetivo de conseguir pronunciaciones más "cómodas" y "sencillas".
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a velar fricativo (es decir, cuando la prepalatal de páxaro, [pájaro], pasó a ser la "jota" de hoy), todas estas s
palatalizadas en implosiva volvieron, por lo general, a pronunciarse como s. Es posible que en algunos
lugares la –s de estos contextos se pronunciara velarizada cajco o mojca (pronunciación nada rara hoy en
Madrid y Castilla La Mancha), y esa velarización pudo generalizarse y realizarse como sonido aspirado en
aquellas zonas (Extremadura, Andalucía) donde la aspirada que subsistía en higo o en humo logró
contagiarla. En Andalucía, donde además la s se había hecho dental, muy lejana, pues, de la š palatalizada
de caxco, el proceso de aspiración pudo extenderse mucho más fácilmente aún y consolidarse ya para toda
-s implosiva.
Yeísmo
-Desde una perspectiva científica no puede afirmarse que el yeísmo sea, ni históricamente ni en la actualidad,
un hecho lingüístico "andaluz", aunque en Andalucía sea yeísta de forma general. El yeísmo es un cambio
fonético que no tiene un origen andaluz, si bien forma parte del estereotipo de pronunciación andaluza por la
vitalidad la intensidad y generalización de sus manifestaciones. La connotación andalucista para el yeísmo,
transmitida por los escritores costumbristas del s XVIII, no ha desaparecido ni siquiera cuando se ha
comprobado que este fenómeno no absoluto en Andalucía (hay zonas de distinción ll/y, aunque constituyen
islotes aislados) ni tampoco es exclusivo de ella: su presencia en Extremadura, La Mancha o en otros lugares
no es exportación andaluza.
-La historia del yeísmo es oscura y controvertida. Se han querido ver antecedentes mozárabes a partir de la
documentación que aparece en el botánico cordobés del s. X Ben Joljol del término yengua buba para
nombrar a una planta, la "lengua de buey". Ahí estaría el origen del supuesto yeísmo mozárabe: yengua < de
una hipotética llengua forma paralela a llingua en asturiano y a llengua en catalána. Pero es mucho suponer
para tan débil fundamentación. Hay unos cuantos ejemplos posibles en la Edad Media, concentrados en su
mayoría en Aragón (región que, por cierto, ha conservado con mucha firmeza la distinción), alguna que otra
etimología que parece aludir a una cierta confusión entre ll y y (por ejemplo, pulla procede de púa a través de
puya), algunas confusiones en textos escritos por moriscos, y poco más. Más ejemplos hay en el XVI, varios
de ellos andaluces, y alguno morisco; lo mismo ocurrirá en el XVII.
-Más recientemente se ha argumentado la conexión arábiga: en árabe no existe el sonido propio de ll (ni
tampoco una letra correspondiente), por lo que los árabes españoles se verían en graves problemas para
reproducirla en sus escritos. Esto y el que se den confusiones de ll y y en textos de moriscos de los siglos XV,
XVI y XVII parecerían apuntalar la mencionada conexión. Sin embargo, la forma en que constantemente se
caracterizaba a los moriscos, desconocedores del sonido de ll, era hacerles pronunciar -li-: es decir, cebolla la
emitían como xebolia (no como xeboya); y junto a los ejemplos de cruces entre ll y y en moriscos hay otras
muestras primitivas en ámbitos distintos a éste.
-Donde el yeísmo en el XVI aparece más abundante es en textos de españoles en Indias, y no sólo de
andaluces, sino también de algún castellano (más concretamente, de la Alcarria). Ahora bien, ni los
gramáticos (incluyendo a los andaluces) hablan para nada del fenómeno, sino que todos, por el contrario,
describen la pronunciación "propia" de ll, no acordándose en absoluto de la y en esos momentos, ni los
escritores del Siglo de Oro lo reflejan, a no ser en el habla de negros (sólo Covarrubias parece aludir a él en el
habla de rústicos toledanos).
-El siglo XVIII es la época en que se atestiguan más claramente los testimonios, involuntarios, de yeísmo, es
decir, las confusiones entre escribir ll o y, especialmente en escritos andaluces. También en esta época es
cuando empiezan los primeros testimonios que lo atribuyen a los andaluces, y esa imagen continuará hasta la
actualidad.13
-La neutralización ll/y parece un proceso interno del castellano semejante al que se da en otras zonas
románicas: en asturleonés se dio, para ese mismo tipo de sonidos, aunque con otro origen y también en
zonas catalanas durante la Edad Media. La igualación está muy extendida hoy en francés. Hay que tener en
cuenta que el sonido de ll no es muy frecuente en las lenguas del mundo y pese a que en español
distinguiera pollo y poyo, rallar y rayar, halla (de hallar) y haya, no hay demasiadas palabras que se
13
Hacia 1720 el yeísmo se asocia con la forma de hablar de Sevilla y Málaga, y en ese siglo el fabulista canario Tomás
de Iriarte o el sainetero madrileño Ramón de la Cruz lo utilizan para caracterizar el habla de andaluces. Sin embargo, el
cura Fernández y Ávila no lo recoge en la Infancia de Jesu-Christo para el habla de sus pastores malagueños (es verdad
que la serranía de Ronda, en cuyas cercanías nació este cura, ha sido uno de los islotes andaluces de distinción ll/y).
Desde entonces, el yeísmo aparecerá constantemente como estereotipo de pronunciación andaluza.
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distingan con sólo esos sonidos, ni en estos casos citados la confusión parece llevar a un caos en la
comunicación.
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etimológica propia de las construcciones de vuestra + nombre abstracto (vuestra merced, vuestra excelencia,
vuestra ilustrísima, etc) que surgieron en los ss. XVI-XVII y que exigían verbo en 3ª persona. Uno de ellos
vuestra merced originó nuestro actual usted (vuesarcé > vosted > vusted > usted). Esto afecta también a los
pronombres implicados, se y os, que tienden a emplearse indistintamente: ustedes se vais - ustedes os vais.
Son formas que viven en la oralidad y son propias de situaciones comunicativas informales de carácter
coloquial. Esta situación es moderna: usted se documenta en el siglo XVII pero no se hace general hasta el s.
XVIII.
-El desuso de vosotros arrastra al posesivo vuestro: se prefiere la forma de ustedes para expresar posesión.
De+ pronombre personal es también frecuente para la expresión de la posesión en otras personas en
detrimento de los posesivos: esto que habéis encontrado es de nosotros.
-En construcciones contrafactuales se documenta en hablantes poco instruidos la pervivencia de una
construcción desaparecida en castellano: si fuera venido tu padre a su hora se hubiera comido más
temprano, Lo malo fuera si(d)o que se fuera equivoca(do) pa(ra) menos. Aparentemente, puede remitir a
un estado de lengua desaparecido ya, vigente desde la Edad Media hasta el XVI-XVII, que auxiliaba los
tiempos compuestos de los verbos transitivos con ser (es ido, era venido, fue passado). Se trata de un
uso residual y marginal14, un arcaísmo carente de prestigio, por tanto, y fuera del estándar del español
desde fines del siglo XVII15.
-Mantenimiento del empleo etimológico de los pronombre de 3ª persona. No hay laísmo, ni loísmo. El
leísmo masculino apenas se documenta y el femenino es inexistente en los textos antiguos16.
-Tendencia a emplear la preposición de en construcciones de carácter partitivo: unos cuantos de libros,
unas pocas de alubias.
-Extender un régimen preposicional con de a verbos que no lo tienen en construcciones concretas:
deseando de venir, lo vi de venir.
14 Este es uno de los problemas que presenta esta construcción, pues al ser residual se documenta en forma de
ejemplos sueltos no siempre sistemáticos que, o bien se adscriben a determinados grupos sociales (la edad y el
nivel sociocultural son determinantes), o bien a determinadas áreas geográficas. En este caso, se trata de un
fenómeno disperso por la geografía andaluza, cuya vitalidad fuera de sus fronteras es necesario precisar, pues lejos
de desaparecer por la presión normativa de la enseñanza de la lengua y por el posible influjo de los medios de
comunicación, parece darse también en hablantes jóvenes (Peñalver 2006). A título meramente ilustrativo, en un
cuestionario de enunciados con huecos propuesto a alumnos de un IES de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), hubo
dos alumnos de 12 años que emplearon la construcción Ojalá fueras entrenado más para esa carrera (uno de ellos,
hijo de profesores de Secundaria).
15 De hecho, pocas referencias hay en las Gramáticas de esta retención. Como señala Octavio de Toledo (2002):
“Noticia sobre la evolución de los tiempos compuestos en gramáticas españolas del Siglo de Oro” Actas del III
Congreso Internacional de la sociedad de historiografía lingüística (Vigo 2001). Hamburg: Helmut Buske Verlag,
375-389, la auxiliación activa con ser no es un fenómeno extinto, aunque sí recesivo, en el español clásico y hay
datos para pensar que ser “siguió ejerciendo largo tiempo este papel respecto de algunos verbos muy frecuentes y
pragmáticamente muy relevantes.” (373, nota 3).
16
En el XIX podemos encontrar en escritores andaluces casos de laísmo por seguimiento de la norma académica
que lo había codificado como la forma correcta de referencia gramatical. Es el caso de Juan Valera.
10
en el estándar (gente en “ser mala/buena gente” chico en “quedar/estar/ser chico algo”, ‘pequeño’, celeste
para azul claro, listado ‘rayado’)? Probablemente todo ello haya de tenido como andalucismo, pero hay
diferenciar claramente las diferentes realidades. Por otro lado, no siempre es posible determinar con
seguridad que el patrimonio de pertenencia de una palabra a un territorio se dé en exclusiva allí. Por todo
ello hay que extremar las cautelas al estudiar el vocabulario.
-Andalucía comparte con el español general la mayor parte de su vocabulario, por lo que cuando se habla
de andalucismo léxico y se rastrea su origen estamos haciendo valer la especificidad de determinada
palabra en la región, ausente en otras. Pero qué antigüedad tienen los andalucismos es difícil de
determinar: hay algunos testimonios en escritores no andaluces que se sorprenden ante usos generales
de la región desconocidos para ellos. Es el caso de Cervantes, quien en su obra Rinconete y Cortadillo
introduce andalucismos mostrando que son palabras específicas de la zona: "... un tiesto, que en Sevilla
llaman maceta, de albahaca", "... en el portal de la calle que en Sevilla llaman casapuerta17", "... un muy
pequeño patio, ladrillado, limpísimo, porque estaba aljofifado, como dicen en Sevilla".
-Las fuentes de este vocabulario vernacular andaluz son variadas: castellano18, mozárabe19, árabe20,
leonés21, aragonés22, catalán23, caló24.
-Andalucía occidental y Andalucía oriental se diferencian también en aspectos léxicos: candela/lumbre;
copa/brasero; badila/paleta, dobla(d)o, sobera(d)o/cámara, falsa, entenado/hijastro, afrecho/salvado,
mazorca-mazaroca/panocha (murcianismo), jilguero/colorín, aljofifa/trapo, bayeta; palangana/zafa
(aragonesismo), alpechín/jámila, lama/tarquín, tener fatiga ‘nauseas’/tener angustias.
-Para más precisiones léxicas cf. Narbona, Cano, Morillo-Velarde 2011: 109-143.
azofaifo ‘árbol cuyo fruto la azufaifa es comestible’, adelfa ‘planta matorral silvestre’, almoradux ‘sándalo o
mejorana’, alboronía ‘especie de pisto’, hallulla ‘torta de pan’, alcancía ‘hucha’, babucha ‘zapatilla, etc.
21 Más frecuentes en la Andalucía occidental, especialmente en la zona de influencia (Sierra de Aracena): tojo
‘planta matorral silvestre especie de aulaga’, gurumelo ‘seta’, lula ‘tipo de calamar’, alpende ‘cobertizo’, fechadura
‘cerradura’, abanar ‘abanicar’ y abanador ‘soplillo para avivar el fuego’, apañar ‘recoger la cosecha’, calabozo ‘hacha
pequeña para podar’, lama ‘fango, cieno’, lambuzo, lambucero (<lamber ‘lamer) ‘goloso, comilón’; saborío ‘persona
antipática y sin gracia’ (< desaborido, cf. arturiano (de)saboríu).
22 Fiemo ‘estiércol’, enrobinarse ‘enmohecerse’ (de robín, rubín moho del hierro’), falsa ‘doblado, desván’
23 Sardinel ‘escalón de entrada a la casa’ (en otras zonas andaluzas, tranco, rebate), boria ‘niebla’ (<boira), baladre
‘adelfa’, jinjolero ‘azufaifo’, chaquete ‘pez muy pequeño’, gallineta ‘pez cabracho’, rape ‘pez’.
24 Son voces que entran a través de las coplas de cante flamenco: camelar ‘engañar, entretener con cuentos’,
achares ‘celos’, acáis ‘ojos’, duquelas ‘penas’, diquelar ‘entender’, sandunga y sandunguero ‘gracia, gracioso’. Otros
gitanismos, en cambio, entra a través del lenguaje carcelario como voces de argot que forman parte del habla del
lumpen: jai ‘prostituta, najarse o irse de naja ‘largarse o marcharse’, cambrí ‘preñada’, menda ‘yo’, jiñar ‘defecar’,
jindama ‘miedo’, gachí, gachó ‘muchacha, muchacho’, chamullar ‘hablar’, pinrel ‘pie’, etc. y que se pueden encontrar
como estilo de ciertos personajes de la literatura. Otras son mucho más generales: mangar ‘robar’ y mangante
‘ladrón’, curro y currelar ‘trabajo’, ‘trabajar’, parné ‘dinero’, chaval y chavea ‘muchacho’ cañí ‘gitano’.
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