Manson PDF
Manson PDF
Manson PDF
LA TIRANÍA CRIMINAL
LA DECADENCIA
Entre el helicóptero que se llevó a Isabel Perón y la caída de Fernando de la Rúa, se produjo el
desmantelamiento de la Argentina industrial que había desarrollado una sociedad de inclusión,
más justa y sotialmente más participativa que cualquiera de las contemporáneas de América
Latina. Esta no había podido superar el conflicto social que la dividía. Entre 1955 y 1973, vivió
una guerra larvada. Los enemigos del peronismo se propusieron terminar hasta con el recuerdo
de su época, pero la resistencia popular les hacía imposible gobernar.
La aparición de la guerrilla agravó el conflicto. Sin embargo, ésta estaba derrotada cuando se la
usó como pretexto para terminar con el conflicto social por eliminación de los obreros indus
triales. Para ello había que terminar con la industria. La masacre de decenas de miles, entre los
que había guerrilleros, pero también militantes políticos y sociales, sacerdotes, intelectuales y
familiares de desaparecidos, fue un instrumento para evitar resistencias.
La dictadura dejó el campo arrasado. Los gobiernos que la siguieron, se encontraron enorme
mente condicionados. Raúl Alfonsín, tras algunas medidas audaces, se vio presionado por los
uniformados y por los grandes grupos económicos. Carlos Menem se asumió como continua
dor de la política económica del proceso. En 1999, el desgaste menemista llevó al gobierno a una
Alianza que ni siquiera cumplió con el compromiso de terminar con la corrupción. Al poco
tiempo se supo que el Ejecutivo coimeaba senadores para obtener leyes exigidas por acreedores
y empresarios.
A fines de 2001, la descomposición social llegó a su extremo. Mientras algunos fugaban sus dó
lares al exterior, los excluidos saqueaban supermercados y los pequeños ahorristas reclamaban,
golpeando cacerolas por las calles porteñas.
El presidente Fernando De la Rúa, se alejó en helicóptero, de la Casa de Gobierno.
conservase el cargo de comandante a la vez que la presidencia. Los uniformados harían el tra
bajo sucio. El ministro de Economía, fosé Martínez de Hoz se encargaría de la transformáción
económico social argentina.
La noche del 23 de marzo, mientras el gobierno y los dirigentes sindicales actuaban como si no
existiera peligro de golpe, las tropas comenzaron a tomar posiciones y se produjeron los prime
ros homicidios. A las 19 de este último día, los comandantes iniciaron la última reunión con
el ministro de Defensa. Mientras se desarrollaba, La Razón tributaria del ejército, titulaba con
tamaño catástrofe: ES INMINENTE EL FINAL. TODO ESTÁ DICHO. Al terminar la reunión,
Videla pidió al ministro una reunión con generales para el día siguiente. Era mentira. La presi
dente fue derrocada esa misma noche.
Los golpistas eliminaron sin resistencia los poderes constitucionales y fijaron las normas para la
etapa. Se suspendían las actividades políticas o sindicales. Los comandantes Videla, Massera y
Agosti se constituyeron en Junta Militar. Subordinado a ella quedaría “el oficial superior de las
fuerzas armadas que ocupara el cargo de presidente”. El 29 asumió Videla, hasta marzo de 1981.
La ex presidente fue enviada detenida a Neuquén. Fueron intervenidas la CGT y la CGE y se sus
pendió el derecho de huelga. Varios partidos “extremistas” fueron prohibidos. El partido Comu
nista Argentino, sólo suspendido como los partidos “democráticos”. En la opinión pública había
sectores felices y, en algunos casos, comprometidos con el golpe. La desintegración del gobierno
derrocado había sido acompañada por la acción psicológica. Los empresarios, que habían pro
vocado un lock outm en febrero estaban eufóricos. La Sociedad Rural, CARBAP (Confederación
de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa) y el gran capital industrial y financiero
apoyaron el golpe. En la Bolsa de Comercio, las acciones subieron un 284% el 25 de marzo.
El Poder Judicial se subordinó a la nueva “legalidad”, y no faltaron prestigiosos juristas que
apoyaron al proceso, al mismo tiempo que veneraban al texto de 1853. Los políticos eligieron
el silencio, coherente con el apoyo de muchos durante la conspiración. Los medios de comuni
cación fueron sometidos a un rígido control. Sin embargo, la auto censura, y la plena adhesión
no lo hacían necesario.
Washington conocía los preparativos y no vio mal el golpe. Kissinger envió un telegrama al
presidente Ford: “Habrá un fuerte énfasis en la ley y el orden, asignando máxima prioridad al
esfuerzo antiterrorista. Un operativo limpieza contra figuras políticas y sindicalistas presunta
mente corruptos,... Evitar una postura rabiosamente antiperonista o antisindical y tratar de
trabajar con sectores receptivos del poderoso movimiento sindical. La implementación de un
programa de... menor participación del Estado en la economía,... promoción de exportaciones,
atención favorable al sector agropecuario... actitud positiva hacia las inversiones extranjeras.”185
“En... los derechos humanos se pueden presentar aspectos problemáticos.”186
“ningún mal básico ni irreparable.” Había que terminar con los obstáculos producidos por el
estatismo desde la posguerra con medidas excepcionales. Guillermo Klein, vice ministro de
Economía, decía que el nuevo sistema, que redujo los salarios a la mitad, en 10 meses, era "solo
aplicable si lo respalda un gobierno de facto.”187 Para Videla, el proceso no venía a derrocar un
gobierno, sino a terminar con una Era histórica.
El mundo capitalista sufría cambios que repercutieron en la Argentina. La internacionalización
dé las economías regionales y nacionales se daba “en un marco de crisis con la exacerbación de
prácticas especulativas en los mercados financieros” en los que imponían las “políticas liberales
y aperturistas.188” Esto favorecía una “puja desde los grandes centros de la economía mundial y
los organismos internacionales para lograr la inserción de los países en desarrollo a los nuevos
círculos financieros.”189
Martínez de Hoz acabó con el modelo industrial e impuso uno “basado en la valorización finan
ciera.” Algunas de cuyas características habían integrado los programas iniciados en 1955, como
la caída de salarios. Lo nuevo eran los métodos represivos inéditos, acompañados de durísimas
condiciones para la clase trabajadora, el pánico a la desocupación y el endurecimiento de las
condiciones de trabajo.
Los uniformados aniquilaron toda resistencia; Martínez de Hoz debilitó el poder adquisitivo,
destruyó el modelo industrial y eliminó al Estado como fuente de empleo y como distribuidor
de recursos. Había total coherencia entre una y otra. La lucha contra la subversión, justificaba la
dureza de las medidas.
LA CACERÍA
Desde la caída de Perón, las fuerzas armadas se formaron para combatir al enemigo interno.
Cuando la Revolución Cubana trajo la. guerra fría al hemisferio, se instaló la doctrina de la Se
guridad Nacional, con fronteras ideológicas. Ya había misiones militares de los Estados Unidos y
de Francia, que contribuían en la formación de cuadros para la lucha contrainsurgente, prioridad
desde la resistencia peronista.
Frente a la amenaza comunista, miles de oficiales latinoamericanos pasaron por las escuelas
militares de los Estados Unidos y la Zona del Canal de Panamá. Entre ellos los jerarcas de la dic
tadura del 24 de marzo. Sin embargo, resultaba superior la instrucción que daban los franceses
que, en Vietnam y en Argelia habían aplicado hábiles interrogatorios a sus prisioneros, mediante
la tortura. En Argelia, los galos hicieron desaparecer 3024 personas. Sus discípulos argentinos
desaparecieron 30.000. “No sé”, decía el ex general Albano Harguindeguy, “si los oficiales que
estuvieron en la Escuela de las Américas... recibieron enseñanza específica sobre la tortura, pero
sobre la forma de interrogar, sí.”190
Las organizaciones enfrentaban un enemigo muy poderoso, preparado en la doctrina de la pa
tota, el secuestro, la desaparición, la tortura y la muerte. Como habían perdido apoyo popular,
les faltaba lo principal de una guerrilla. Igualmente, creían que el golpe los acercaba al triunfo.
187. Más adelante, el gobierno de Carlos Menem se encargó de demostrar que también era posible en
democracia.
188. Rapoport, Mario y otros, Historia económica, política y social argentina (1880-2000), pag. 788
189. Ibídem
190. Declaraciones a la periodista Marie-Monique Robin, publicadas en Página 12 del 31 de agosto, 1 y 2 de
septiembre de 2003. El general Díaz Bessone declaró “acá fue distinto, operó todo el Ejército sin excepciones.
Todos los hombres en actividad actuaron en la guerra contra la subversión... Con mucha eficacia, en no más
de tres años fue aniquilada la subversión.”
11s
EN RIQ UE M A N SO N
MARTÍNEZ DE HOZ
El “Plan económico de las fuerzas armadas” 195 era de la pieza fundamental para term inar con
el Estado de Bienestar. Había que “revertir la situación actual en el menor plazo posible”, y para
ello “todos los argentinos sin distinción deberán poner su esfuerzo y realizar su contribución.
Ningún sector debe quedar al margen de esa tarea. Habrá sin duda sacrificios a realizar, pero
cuando los mismos se reparten equitativamente y con la conciencia de que son necesarios para
alcanzar la meta fijada, aceptada y deseada por todos, tales sacrificios pueden ser llevaderos.”196
El plan, sufrido especialmente por los trabajadores, tuvo el apoyo de sectores de la clase media.
La sensación de que había vuelto el orden con la llegada de los militares, las medidas represivas
y sobre todo la propaganda de la prensa les llevaban tranquilidad.197
Con el apoyo de la finanza internacional y del empresariado, se superó la crisis de coyuntura.
Luego llegaron las reformas que consistían en un fuerte ajuste que seguía la orientación de la
escuela económica de Chicago. El equipo de Martínez de Hoz adhería al neoliberalismo del
austríaco Von Hayek y el norteamericano Friedman, por lo que se los apodó Chicago Boys. Ins
trumentos fundamentales fueron la reforma financiera y la apertura externa. La industria dejó
de ser la impulsora del crecimiento, y el lugar central lo ocuparon las finanzas, hasta el punto de
abandonar la prioridad de la industria pesada. Para los conductores de la economía era lo mismo
producir acero que caramelos.
Los bancos trabajaban con tasas negativas para subsidiar las actividades productivas. En febrero
de 1977 se liberaron las tasas de interés, que saltaron hasta alcanzar importantes valores posi
tivos.198 Se liberó la creación de bancos y financieras, y se multiplicaron sucursales de unos y
otras, muchos de capital externo y de dudosa solvencia. Sin embargo, los resultados produjeron
un clima especulativo, estimulado por la competencia. La oferta de títulos y valores oficiales
indexables, y la tentadora inversión en depósitos a plazo fijo atrajo a los pequeños y medianos
ahorristas por los suculentos intereses y por la garantía estatal que se mantenía aún para inver
siones en entidades privadas. Así, las finanzas se transformaron en factor fundamental de la eco
nomía, y se incentivó “la valorización especulativa produciendo la hipertrofia del sector: entre
1978 y 1979 se autorizó la apertura de 1197 sucursales financieras, mientras el PBI per cápita se
encontraba virtualmente estancado.”199
Al mismo tiempo se inició la apertura de la economía. Se decía que el mercado era víctima de
los abusos de los productores nacionales que lo tenían cautivo. Abrir la economía introduciría la
competencia, y de ella llegaría mejor calidad y bajos precios. Entre los productores argentinos,
sobrevivirían los más emprendedores, que comprarían equipos y maquinarias modernas. Se
eliminaron subsidios a la exportación, y se aplicaron reducciones de aranceles de importación.
Las vidrieras se llenaron de productos importados, cuyos precios eran baratos por que el peso
195. “El programa económico que enuncié el 2 de abril de 1976 tuvo la aprobación previa y el consenso de
las fuerzas Armadas que asumieron la responsabilidad del gobierno en medio del caos político, económico
y social imperante.” Marlincz de Hoz, José Alfredo, Bases para una Argentina moderna, 1976-1980, pag. 9
196. El Plan de Martínez de Hoz habla tenido un invalorable antecedente en el ministerio de Celestino
Rodrigo, durante el gobierno de Isabel.
197. Aunque no fueron pocos los que, ante lo evidente, prefirieron cerrar los ojos diciendo: “por algo será”.
198. “Los bancos debieron tener un encaje del 45 y luego del 15% lo que obligaba a mantener inmovilizada
una parte importante de los depósitos. Para compensarlo, aumentaron la brecha entre las tasas activas y las
pasivas, encareciendo los créditos.... Entre junio de 1977 y mayo de 1982 la emisión para tales efectos fue de
casi 62 billones, algo más que el 5% del PBI.” Rapoport, Mario, ob. Cit., pag. 792
199. Rapoport, Mario, ob. Cit. Pag. 792
117
EN RIQ UE M A N SO N
estaba sobrevalorado. Las PYMES empezaron a quebrar, y las fábricas a convertirse en galpones
para almacenar productos importados. Rapoport dice: “Luego de un breve período de creci
miento, la recesión... se manifestó con crudeza, dejando... una economía estancada,...el PBI
sólo creció un 23% entre 1975 y 1983.”200
La industria cayó un 12,4%. entre 1975 y 1983 La reforma: “provocó un gran impacto negativo
sobre las actividades productivas, mientras que sus resultados en materia de control de la infla
ción resultaron altamente cuestionables.” 201 Lo que se ahorraba por bajos salarios aumentó en
costo financiero. En ese momento se produjo la diferenciación entre los industriales grandes y
los medianos y chicos. Los primeros, con reservas y vínculos en el exterior, tomaron préstamos
externos baratos. Los medianos y pequeños debían pagar las tasas usurarias del mercado local
reformado.
La reducción de aranceles afectó a la industria. Muchos establecimientos cerraron. Crecieron
conglomerados que diversificaron sus servicios, dejando la industria y convirtiéndose en im
portadores o especuladores financieros. Esto facilitó la concentración en los grandes grupos
económicos y en las empresas transnacionales, y la asociación de unos y otros. El salario cayó
del 45 % del ingreso en 1974 al 26% en 1983202, y la desocupación alcanzó cifras inéditas.
Años después, Martínez de Hoz se vanagloriaba: "La creciente confianza internacional que
despertó el mismo le permitió (a la Argentina) acceder en las mejores condiciones de plazo
e interés”203 Así creció la deuda externa, pero “el endeudamiento externo no es...condenable
en sí mismo, sino por el contrario, indispensable si se quiere lograr el crecimiento de países en
desarrollo que normalmente presentan una escasez de capital y crédito local.”204 En marzo de
1976 había una deuda de 9.738 millones de dólares. Siete años después, llegaba a 45.087 millo
nes. Esto alimentó la especulación. Las tasas internacionales eran más bajas que las internas y
se tomaba deuda en el exterior para prestar en el mercado interno. El déficit aumentó por las
importaciones, los viajes turísticos al exterior, la fuga de capitales, y la compra de armamentos.
Todo sostenido por el Estado que se obligaba a crecientes pagos de intereses. Dice Rapoport205
que “la Argentina se endeudó para destruir su aparato productivo, hipotecando su economía y
arrasando la base productiva que podía contribuir a levantar posteriormente esa hipoteca.” 206
El crecimiento del campo continuó a pesar del plan y a que los productores se quejaban, como
siempre, del trato que recibían del Estado. La exportación de cereales pasó de 1.067 a 2.894
millones de dólares. La de carne aumentó de 172 a 430 millones. Las nuevas tecnologías, la
mecanización y el desarrollo de semillas híbridas, recibieron, el impulso de la producción de
soja.207 No dejaba de ser paradójico que los alimentos argentinos se destinaban a las proletarias
mesas de la Unión Soviética, y el gobierno que atropellaba los derechos humanos para ganar la
Tercera Guerra Mundial se financiaba con el oro de Moscú. Las exportaciones de carnes al blo-
que soviétirn de 11.000 toneladas en 1976, llegaron a 415,3 millones en 1979,y3485en 1981...208
200. Rapoport, Mario, Op. Cit., pag. 800
201. Rapoport, Mario, ob. Cit., pag. 795
202. Señala Rapoport que en los ajustes tradicionales, el salario resultaba impactado inicialmente, pero en
un segundo momento recuperaba posiciones. Esto no ocurrió con la nueva política económica. Ob. Cit.,
pag 822
203. Martínez de Hoz, José A., 15 años después, pag. 179
204. Ibídem, pag. 175
205. Ob. Cit., pag. 812
206. Ibídem, pag. 813
207. La superficie cultivada de soja pasó de 169.440 Ha. en 1972/73 a 1.800.000 en 1979/80. En maíz en
cambio se redujo de 4.993.000 en 1970/71 a 3.600.000 en 1980/81
208. Según datos de la Cámara de Comercio Argentino-Soviética, publicados en Gilbert, Isidoro, El oro de
Moscú, pag. 359
118
TE LA HAGO CORTA
La balanza comercial era netamente favorable,209 pero Moscú poco tenía para ofrecer al mer
cado argentino y su ineficiencia en producción de alimentos hacía imprescindible la compra de
cereales y carnes de las pampas, y llegó a comprar el 66% de las exportaciones de trigo y el 30%
de las de maíz.
En 1980 la URSS invadió Afganistán, y Washington tomó represalias a las que quiso sumar a la
Argentina. No tuvo éxito. La dictadura “se negaba a tomar parte en decisiones punitivas adopta
das sin nuestra previa participación o que fueran tomadas en centros de decisión fuera del país.”
Esas patrióticas palabras se debían a lo que aconsejaban las entidades agropecuarias a Martínez
de Hoz, que subordinaron el odio al comunismo a la sagrada libertad de comercio. Además la
URSS pagaba una prima de embargo de más de 1.000 millones sobre el precio, y Moscú com
praba el 80% de las exportaciones.
Ante las nuevas condiciones de especulación, aparecieron pequeños ahorristas que apostaron
a ella. Un modelo fue el seguro de cambio que creó Domingo Cavallo en junio de 1981 por el
que se cubrían créditos privados con el exterior, y el Estado se hacía cargo de la deuda externa
privada. La destrucción de las fábricas produjo la aparición de un nuevo personaje: el cuenta-
propista. Con la indemnización del despido, compraban un kiosco o un taxi. Transformarse en
patrón de su propio negocio era vivido como un logro. En poco tiempo la saturación de kioscos
y de taxis los arruinó.
Desde el primer peronismo, grupos, como los Macri y los Rocca, habían crecido con las obras
públicas. La batalla del petróleo de Frondizi ayudó a Pérez Companc, y Bridas. Las obras pú
blicas impulsaron a la cementerà Loma Negra, de Alfredo Fortabat y luego de su viuda Amalia
Lacroze. Todos contratistas del Estado, con amigos que ayudaban a ganar las licitaciones. Los
tiempos de Martínez de Hoz los convirtieron en socios vivos de un Estado bobo. Fueron la
Patria Contratista.
Había que ayudar al Estado ineficiente porque “achicar el Estado es agrandar el país”, y para
ello había que entregar todo lo posible a estos contratistas. Estos todavía no serían dueños de
las empresas que eran el patrimonio histórico de los argentinos, sino que realizarían parte de
sus tareas, a buen precio. Todos compraron o crearon bancos o compañías financieras, para
su propia financiación, al tiempo que les permitían entrar en el juego que más gustaba. De ese
modo se pusieron a la cabeza de la deuda privada, que habría de pagar el Estado por la reforma
de Cavallo.
EL OPERATIVO CLARIDAD
“La única guerra total, integral, es la guerra cultural”, decía el fundador del prim er campo de
concentración, general Acdel Vilas,210El enemigo combatía sobre todo en el campo de las ideas.
“No enfrentamos a un oponente que batalla por defender una bandera, una nación o sus fron
teras. Quien nos ataca no tiene nada de eso. Es sencillamente, parte de un ejército de ideólogos,
cuyo cuartel puede estar en Europa, América o Asia, Carece de identidad nacional. Es el produc
to de una contracultura con un objetivo bien definido: destruir los cimientos de la civilización
209. Los saldos entre 1980 y 1982 pasaron de 1.599,5 a 2,985 millones, con un pico de más de 3.400 en 1981,
siempre favorables a la Argentina.
210. Manuscrito inédito de Vilas en Andersen, Martín, ob. Cit., pag. 232. Vilas estaba convencido de que
estaba librando una cruzada contra un enemigo demoníaco, y no vaciló en poner por escrito la historia de
su lucha contra la subversión. Por eso escribió sus memorias acerca de la guerra sucia. Pero los mandos
del Ejército le ordenaron esconder lo que había escrito. No obstante, el manuscrito fue conocido, y existen
copias de él.
EN RIQ UE M A N SO N
occidental de la que naturalmente, los argentinos formamos parte... Lo que formamos en el in
dividuo es su mente... No se trata de conquistar terreno, físicamente, sino de conquistar mentes.
No de tomar plazas fuertes, sino de moldear las estructuras mentales a su favor”211 La batalla
no estaba en el monte tucumano ni en las ciudades donde actuaban los montoneros. “... En la
Argentina tenemos más de 30 universidades nacionales,... (dedicadas a la) infiltración marxista.
Las nuevas, universidades fueron creadas para cubrir todo el territorio nacional.”
En esto se basó el Operativo Claridad. La guerra cultural se libraba en todo el mundo, y sobre
todo en las decadentes potencias de occidente. “Se establecieron cabeceras de puente marxistas
en algunos centros universitarios famosos de países que, como Francia y Estados Unidos, mani
fiestan una cultura a la que nosotros somos muy permeables y receptivos. Estos se convirtieron
en centros para el ‘lavado de cerebro’ de jóvenes becarios e intelectuales argentinos... al retornar
al país... se convierten en quinta columna de la guerra cultural en su propia nación.”212
Massera tenía objetivos más pragmáticos, pero a veces vestía el hábito del cruzado. En febrero de
1978 en la Universidad del Salvador213, sostuvo que la crisis de occidente se había iniciado con Car
los Marx, que cuestionó la propiedad privada, Sigmund Freud, que atacó “el sagrado ser interno
de la persona humana” y Albert Einstein, quien cuestionó los criterios sobre tiempo y espacio.214
En agosto de 1980, la policía bonaerense, quemó un millón y medio de libros del Centro Editor
de América Latina. Cincuenta escritores fueron muertos o desaparecidos. La CONADEP afir
mó, en los ’80, que sobre 10.000 desapariciones comprobadas, hubo un 21% de estudiantes, un
5,7 de docentes, 1,6 de periodistas y 1,3 de actores y artistas.215
En julio de 1976, el ministerio de Educación informó el resultado de su gestión. No pasaba por
una disminución del analfabetismo, sino por la eliminación de 3000 docentes y administrativos
de colegios nacionales.216 Paralelamente, Videla almorzaba con hombres de la ciencia y la cultu
ra. El 5 con Federico Leloir, René Favaloro, Julio H. Olivera, Alfredo Lanari y Roque Carranza.
El 19 con Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Leonardo Castellani y Horacio Ratti. El primero
agradeció “el golpe del 24 de marzo, que salvó al país de la ignominia.”217 El autor de El Túnel
afirmó: “El general Videla me dio una excelente impresión. Se trata de un hombre culto, modesto
e inteligente. Me impresionó la amplitud de criterio y la cultura del presidente.”218 Castellani dijo
que había pedido por el escritor Haroldo Conti, que acababa de ser desaparecido. No tuvo éxito.
Tres días después, un grupo de estudiantes secundarios fue secuestrado en La Plata, era La no
che de los lápices. Querían obtener el boleto gratuito para los estudiantes. La policía de Camps y
Etchecolatz los detuvieron, los vejaron y torturaron y asesinaron a seis de ellos.
La jerarquía de la Iglesia colaboraba en la represión, pero directivos de colegios católicos re
sistieron a la supervisión policial o militar, y muchos arriesgaron el pellejo por cubrir algún
perseguido.
211. Vilas, Acdel, manuscrito inédito.
212. Ibidem
213. Hernán Brienza, 3 puntos N° 287 del 26 de diciembre de 2002, señala que la invitación a Massera a las
aulas tuvo que ver con una negociación por la vida de los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jaiics. En
1974, la USAL pasó a ser administrada por laicos. Un testigo identificado informó a Brienza: “A los dos
sacerdotes los liberaron a pedido de Bergoglio. Nosotros fuimos los negociadores. Massera no quería pero
finalmente accedió. Como contrapartida, hubo algún tipo de acuerdo político y el nombramiento de ‘doctor
honoris causa’ del marino en El Salvador”
214. La Opinión, 7/2/78
215. Nunca Más, pag. 296
216. Andersen, Martín, ob. Cit., Pag. 233
217. Anguita, Eduardo y Caparros, Martín, ob. C it tomo III, pag. 72
218. Anguita, Eduardo y Caparros, Martín, ob. C it tomo III, pag. 73
120
TE IA HAGO CORTA
“Las universidades (eran) ‘criaderos’ de subversivos... En las entradas a los pabellones colgaban
carteles en los cuales entre otras cosas se prescribía la longitud máxima del cabello del hombre,
se prohibía el uso de barba y se exigía ropa limpia y aliñada.”219
Se descentralizaron los servicios educativos de nivel preprimario y primario. Con el pretexto del
federalismo, se derivaba el gasto a las provincias.
El ministro Juan Llerena Amadeo estableció en marzo de 1979 los contenidos de la asignatura
Formación Moral y Cívica. También fueron aprobados los contenidos de Historia, a los que se
había agregado lo referente a la subversión y el terrorismo y los méritos de la represión militar.
Se prohibió el manual escrito por Manuel Bustinza220, y se combatió la matemática moderna.
Para mejorar el nivel, se elevó el puntaje para la eximición de exámenes en la enseñanza media.
Tal vez la mayor hazaña de la gestión haya sido el cierre de la Universidad Nacional de Luján.
El ministro había quedado muy mal impresionado por la arquitectura atípica de los módulos
donde se estudiaba.
La dictadura había tomado el poder después de una etapa de renacimiento artístico, entre 1972 y
1974. Desde 1976, la venta de novelas cayó un 70 por ciento, la de biografías y ensayos un 90 por
ciento, la de discos a la mitad y las revistas un 30 por ciento. La producción cinematográfica se
mantuvo en los números de los años anteriores, pero la temática había cambiado. De “La Pata-
gonia rebelde” u “Operación masacre”, se pasó a “Los chiflados dan el golpe”, protagonizada por
el actor Albino Rojas -el Soldado Chamamé- o “Patolandia nuclear”. El cantor Ramón “Palito”
Ortega se destacó con siete películas entre 1976 y 1980, entre ellas “Amigos para la aventura”
o “El tío disparate”.221 En el Instituto de Cinematografía, el implacable Manuel Paulino Tato, se
jactaba de haber batido records de prohibición de películas entre 1976 y 1978.
Los gobernantes procuraban mejorar la imagen de las fuerzas armadas. Así proliferaron las pe
lículas que mostraban a Alberto Olmedo y Jorge Porcel como simpáticos colimbas -algo exce
didos en años- haciendo travesuras en los cuarteles. El ídolo Carlitas Balá sirvió en la ficción en
la fuerza aérea, a órdenes de Ortega.222
Muchos fueron los artistas, escritores y periodistas desaparecidos -la CONADEP estima un 3%
del total-223, y no menos los que tuvieron que buscar refugio en otras tierras.
Más audaz fue el Buenos Aires Herald, de lengua inglesa. Su director, Roberto Cox, en un re
portaje de la revista Somos127, sostuvo que “-Para entender la política editorial del BAH hay que
conocer el liberalismo europeo que nos caracteriza desde el nacimiento del diario hace más de
100 años.” Era un disparate la pregunta del periodista de Atlántida: “¿Entonces son de centro
izquierda?” El Herald soportó un atentado, y Cox fue arrestado por 24 horas. Más adelante se
iría al exilio.
En 1979, Crónica informó sobre la visita de la CIDH. Glosaba declaraciones de Isabel Perón: “El
pueblo debe participar libremente en la vida social y política para decidir su destino. Cuando se
encuentra impedido de hacerlo, las violaciones a sus derechos humanos ocurren por añadidura.”
También mencionó la declaración firmada por Deolindo Bittel y Herminio Iglesias en nombre
del PJ: “No podemos aceptar que la lucha contra una minoría terrorista, de la que también
hemos sido víctimas, se la quiera transformar en una excusa para implantar el terrorismo de
Estado.”
El presidente de ADEPA, Claudio Escribano, dijo alguna vez: “no fuimos recios en la crítica
contra los hombres que se excedieron en el ejercicio del poder.” Para el periodista de La Nación,
“Debemos lamentar no haber alzado más la voz, porque hubiéramos contribuido a la salud de la
República.”227228 El más no deja de ser una exageración, ya que mantuvieron un silencio cómplice
frente a las atrocidades.
En línea con estos medios amigos actuaron las publicaciones de Editorial Atlántida, Gente, So
mos y Para Ti, y “formadores de opinión” de tradición golpista, como Bernardo Neustadt o Ma
riano Grondona. El primero escribía en Extra: “Videla no es Pinochet”. El dictador sería la línea
blanda frente a los energúmenos Menéndez o Suárez Masón, afines al chileno.
Para Ti inventó el reportaje a la madre de un delincuente subversivo en una confitería. La mujer
habría declarado que fue manipulada por la guerrilla. Más tarde “comprendió su error”, se resig
nó a la muerte del hijo que ella no había sabido educar, y decidió contar su historia a la revista.
En realidad estaba secuestrada, había sido peinada, maquillada y vestida, y hablaba vigilada por
los esbirros desde una mesa cercana. Los periodistas de Atlántida, con Samuel Chiche Gelblung
y Reneé Salas a la cabeza, no tenían límites en su adhesión incondicional.
Con el tiempo, algunos diarios se tomaron libertades. Clarín, fiel a la tradición desarrollista,
criticaba a Martínez de Hoz. En agosto de 1979 publicó un artículo en que María Elena Walsh
atacaba la censura, que trataba a los argentinos como pupilos de un jardín de infantes. Sin em
bargo, el satánico censor no era, según la autora, creación del proceso. En julio de 1980, el m i
nistro Harguindeguy se reunió con 18 mujeres periodistas, Magdalena Ruiz Guiñazú y Mónica
Cahen DAnvers, entre ellas.
En junio de 1978 apareció la revista Humor”. Desde el campo humorístico, filtraba críticas hacia
lo que estaba ocurriendo. Al principio se limitaron al Mundial de fútbol, al seleccionado y a
Menotti, con algo para la política económica. En la tapa apareció una caricatura en la que mez
claban los rasgos del entrenador y los del ministro de Economía.
En junio de 1980 comenzó a publicarse Línea, dirigida por José María Rosa, que criticaba a la
dictadura, desde el peronismo. Fue clausurada por primera vez en mayo de 1981 a raíz de una
tapa ilustrada por el rostro vendado y amordazado de un hombre joven. Más adelante, se atrevió
a publicar una foto de tapa con Videla, Massera y Agosti, con el título de Subversivos y corruptos.
En octubre de 1982 sufrió la clausura definitiva.229
Fermín Chávez, llevó adelante otro proyecto: entre mayo de 1980 y mayo de 1981 salieron los
227. Revista Somos N° 36, del 27 de mayo de 1977
228. Citado por Verbitsky, Horacio, en Página 12, 7/6/98
229. Tomado de revistalineaxom.ar, versión on line de la revista.
123
ENRIQUE M A NSO N
seis números de Pueblo Entero. De edición precaria y distribución mano a mano, la revista tenía
un contenido que no evitaba los temas polémicos y las críticas a la dictadura.
como representante del Papa, logró detener la guerra en los días de Navidad, cuando las avanza
das argentinas y chilenas estaban a punto de abrir el fuego.
25 MILLONES DE ARGENTINOS
Una de las canciones con las que la dictadura promocionaba el campeonato Mundial de fútbol
decía que todos los argentinos -25 millones- lo íbamos a jugar. El gobierno constitucional había
aceptado la organización, designó a Cesar Menotti entrenador, y le dio las facilidades para orga
nizar un equipo competitivo. La dictadura se adueñó del proyecto. Cuando sus crímenes empe
zaron a difundirse en el exterior las autoridades denunciaron la existencia de una “campaña anti
argentina" ¿Que mejor manera de contrarrestarla que la realización de un campeonato mundial
de fútbol, ai que asistiría multitud de visitantes y periodistas? En 1978 habría terminado la cace
ría de y se podría ocultar las secuelas para que no fueran vistas por ojos inconvenientes.
Se sumaba la posibilidad de hacer buenos negocios privados, con la construcción de aeropuer
tos, estadios e infraestructura Militares y marinos disputaron el control de fondos. El general
Omar Actis, presidente del ente organizador, fue asesinado presuntamente por los montoneros,
Desde ese momento, el responsable de la organización fue el almirante Carlos Alberto Lacoste,
que incrementó su fortuna de una manera poco acorde con su sueldo de marino.233
En Europa se lanzó una campaña contra el campeonato. En los Estados Unidos, El New York
Times, se sumó a la propaganda a favor de la dictadura: “Sus fuerzas armadas están librando una
lucha contra la subversión, pero esto de ninguna manera afecta al turista; al contrario, convierte
a Buenos Aires en una ciudad más segura que Nueva York, especialmente de noche”234
Es cierto que si Menotti creyó que podía dejar de lado lo político para concretar un viejo obje
tivo futbolístico, seguramente los jugadores, más jóvenes, ni pensaron en el asunto. Es cosa de
preguntarse como habrán recibido la arenga en que Videla les exigió ganar o ganar: “Señores,
así como el comandante arenga a su tropa, así como el Presidente saluda y despide embajadores,
así quiero exhortarlos a que se sientan y sean ganadores, ganadores del torneo, ganadores de la
amistad, ganadores de la hidalguía y demuestren la calidad humana del hombre argentino.”235
Un grupo de argentinos exiliados y franceses formó en París el Comité pour le Boycott de
l’Organizatión par FArgentine de la Coupe du Monde de Football, que entre otros integraba Ca
cho El Kadri. Esta posición no era compartida por los montoneros. Estos no producirían “nin
guna operación que pueda poner en peligro a los jugadores y a los periodistas.” De todos modos,
provocaron acciones que impactaran por su espectacularidad. Además, la organización filtró un
grupo que realizó conferencias de prensa para periodistas extranjeros en las que denunciaban
la situación argentina, y se elaboraron volantes que, junto a una imagen tomada del logo oficial
del campeonato, llevaban ingenuos pareados entre los que se destacaba la consigna: “¡Argentina
campeón! ¡Videla al paredón!” Un equipo llegó a Buenos Aires para interceptar emisiones de
televisión de los partidos y atacar objetivos militares mediante lanzacohetes que impactaron
entre otros objetivos, en la Casa de Gobierno, la Escuela de Mecánica de la Armada, y la Escuela
Superior de Guerra. Todos blancos alejados de los estadios y de los lugares donde podían afectar
a las delegaciones. No obstante, no se logró difusión mediática de la presencia montonera. Los
diarios la silenciaron y no existieron las adhesiones que los guerrilleros esperaban.236
233. Demás está decir que mucha gente mal pensada supuso que habían sido los hombres de mar los que
terminaron con Actis.
234. Anguita, Eduardo y Caparrós, Martín, pag. 414
235. Seoane, María y Muleiro, Vicente, ob. Cit., pag. 361
236. La Conducción montonera seguía imaginando un escenario político que sólo existía en su imaginación.
EN RIQ UE M A N SO N
fue cómplice de las atrocidades. Los jueces rechazaban por miles los recursos de habeas Corpus.
La ex presidente fue detenida en una residencia de Neuquén, luego en una base naval, y por fin,
en prisión domiciliaria, en la quinta que había sido de Perón en San Vicente. Siempre vivió en
absoluta soledad y sufrió todo tipo de humillaciones. En 1981, fue sentenciada a 7 años y once
meses de prisión, pero en julio se la autorizó a viajar al exterior. Fijaría su residencia en Madrid.
Muchos dirigentes políticos y sindicales fueron detenidos en el buque 33 Orientales. Eran dete
nidos no sospechados de subversivos, como Carlos Menem, Antonio Cafiero, Miguel Unamuno,
Jorge Taiana, y los sindicalistas Lorenzo Miguel, Diego Ibáñez y Jorge Triaca, entre otros. El ex
gobernador de La Rioja había anunciado que, si había golpe, iba a ser un tenaz defensor de la
presidente. No cumplió.
Los prisioneros no sufrían torturas físicas, aunque no faltaban las morales. Fue Lorenzo Miguel
el que contó que Menem se ofrecía para hacer de monaguillo en las misas de los capellanes.
Luego fueron trasladados al penal de Magdalena. Cuando murió la madre de Menem, no le
permitieron asistir al velorio. Indignado, dijo que Videla iba a “pudrirse en la cárcel”. Con los
años, procuraría evitarlo.
Terrible fue el caso del ex presidente Cámpora, su hijo Héctor y Juan Manuel Abal Medina. El
Tío supo que su nombre encabezaba las listas. “Si me agarran”, decía, “no voy a ir preso.” Pudo
asilarse a la embajada de México en un descuido de la custodia. Suponía que en un par de días le
permitirían viajar a territorio mexicano. Pero para la dictadura, era el principal responsable de la
subversión apatrida. El encierro en la embajada se prolongaría hasta noviembre de 1979, cuando
se le detectó un cáncer. Se lo obligó a aceptar ser revisado en un hospital de Buenos Aires. La
Nación, a través de Claudio Escribano, evaluó las posibilidades: “a) Si la biopsia revelase que el
tum or que afecta a Cámpora es benigno no habría salvoconducto para él, b) Si se comprobase
que el tum or es maligno y la expectativa de vida del ex presidente es de varios años el salvo
conducto no le sería concedido inmediatamente, c) Sólo obtendría el salvoconducto de manera
inmediata si las expectativas de vida fueran escasas.” Después partió para México, donde murió
en diciembre de 1980. Su hijo Héctor, también asilado en la embajada, fue autorizado a viajar
para el entierro. Juan Manuel Abal Medina compartía el refugio. No había militado en la gue
rrilla, pero era culpable de portación de apellido. Después de la derrota de Malvinas pudo irse.
La situación de los prisioneros de las cárceles legales, sin llegar a los extremos de los chupaderos
clandestinos, era sumamente dura. Además, la fluidez de los vasos comunicantes entre unas y
otros hacía que se corriera el riesgo salir de la legalidad.
En diciembre de 1976 se supo de la aplicación de la Ley de Fugas a diez detenidos de Resistencia,
Chaco. Fueron masacrados en Margarita Belén. “Un grupo de delincuentes subversivos” había
interceptado a los custodios que los trasladaban para “liberar o eliminar a los presos.”240 Todos
los detenidos fueron muertos a tiros. No hubo caídos entre los que “intentaron salvarlos” ni
entre los uniformados.
Los sobrevivientes que permanecieron siete años o más, en prisión, no vivieron en un lecho de
rosas. Eran habituales las torturas, los interrogatorios violentos, los simulacros de fusilamientos
y permanente la incertidumbre sobre el destino final de cada uno.
Años después se demostró que la masacre había seguido un plan sistemático. Los desapareci
dos, al menos unos 9.000 según los archivos de la CONADEP, fueron guerrilleros, simpatizan
tes, intelectuales, sacerdotes, gremialistas, políticos, periodistas, estudiantes, y todo aquel que
tuviera la desgracia de que su nombre estuviera en una agenda inconveniente o que atinara a
240. Anguita, Eduardo y Caparrós, Martín, La Voluntad, tomo III, pag.
249. Era jefe de la brigada Cristino Nicolaides. Cumplía fundones políticas Ricardo Brinzone, luego jefe
del Ejército con De la Rúa y Duhalde.
127
EN RIQ UE M A N SO N
pasar o estar en el lugar y el momento equivocado. Rara vez se los capturó en un enfrentamiento
armado. Además, las patotas contaban con la liberación policial de la zona donde operar.
Al llegar a los campos241 eran torturados. El adiestramiento recibido de franceses o norteame
ricanos complementaba el saber empirico de muchos policías, habituados a interrogar de ese
modo a los delincuentes comunes.
A medida que se incrementaba la represión, aparecieron centros de mayor capacidad y sofisti
cación Declaró el ex gendarme Antonio Cruz, “los presos eran traídos... en coches particulares
ya sea dentro del baúl, en el asiento trasero o recostados .en el piso. De la misma forma eran
sacados, y por lo poco que se sabía, cuando ello ocurría, la mayoría iban a ser ejecutados. Si
algún detenido moría, se esperaba la llegada de la noche y luego de envolverlo en una manta del
ejército se lo introducía en uno de los coches particulares que partía con rumbo desconocido.”
Entre los campos estaban “Automotores Orletti”, “El Olimpo”, y el “Club Atlético” en la Capital
Federal, ““La Perla” en Córdoba, la Guarnición de Campo de Mayo, la “Mansión Seré”, “El Ban
co”, la Base Naval de Mar del Plata, el “Pozo de Banfield” “C.O.T. I Martínez”, y “La Cacha” en
Buenos Aires, “La Escuelita” en Neuquén, el “Batallón 121”, en Santa Fe, la “Quinta de Funes”, en
Rosario. En la Marina, la Escuela de Mecánica de la Armada.
Hubo también maternidades clandestinas. Cuando empezaron a llegar las primeras prisioneras
embarazadas, se las atendía hasta el parto. Los bebés eran arrancados a sus madres a poco de
nacer, pese a que se aseguraba que se los entregaría a sus familiares.242 Si no faltaban familias
de militares que no tenían hijos y encontraron esta forma particular de adopción, también era
cierto que, en la locura dominante, pensaban que adueñarse de los hijos de los subversivos era
evitar que se contaminaran por las ideologías apatridas y anticristianas que habían llevado a sus
padres al mal.
El saqueo de propiedades de los “subversivos” fue lo habitual. El contador Horacio Palma fue
secuestrado junto con el abogado Conrado Gómez y el industrial vitivinícola Victorio Cerruti.
Llevados a la ESMA se produjo una venta ficticia de campos en Chacras de Coria, Mendoza, a
favor de una empresa de Massera. El negocio incluía pinacotecas, caballos de carrera, cuentas
bancarias y autos de desaparecidos.243
El exilio se hizo una salida común. Hubo una primera etapa, antes del 24 de marzo, cuando los
sicarios de López Rega empezaron a firmar sus crímenes como Alianza Anticomunista Argenti
na. En esa etapa, cayeron Rodolfo Ortega Peña, Atilio López, Silvio Frondizi o Julio Troxler.244
La banda dio a conocer la lista de sus futuras víctimas, entre las que figuraban Víctor Heredia y
Mercedes Sosa, pero también María Elena Walsh, Luis Brandoni, Facundo Cabral, Juan Carlos
Mareco, y los peronistas Marilina Ross -viajera del charter de Perón- Leonardo Favio y Carlos
Carella. La mayoría se fue del país.
La salida de los dirigentes de las organizaciones armadas contó con el apoyo de sus estructuras.
Más complicada fue la situación de quienes no estaban encuadrados y los que abandonaban
alguna organización. Considerados desertores, corrían el riesgo de ser muertos por sus ex com
pañeros.
241. LRD: Lugares de reunión de detenidos, en el lenguaje de la dictadura.
242. La aberración llegaba al extremo de cuidar especialmente a las futuras madres, a las que se llamaba
“envases de criaturas inocentes”, que se destacaban por su belleza o por ser blancas y rubias, porque sus hijos
estarían dentro de los parámetros predilectos por los futuros apropiadores.
243. Seoane, María y Muleiro, Vicente, El Dictador, pag. 263
244. Ortega Peña habia sido, junto con Eduardo Luis Duhalde, la gran promesa de la renovación genera
cional en la historiografía revisionista, López, el colectivero del Cordobazó había sido vicegobernador de
la docta, Frondizi, hermano del ex presidente, un respetado ideólogo marxista y Troxler, sobreviviente em
blemático del basural de José León Suárez.
128
TE LA HAGO CORTA
Algunos se sentían culpables de no volver. Cacho El Kadri no era montonero. No podía regresar,
pero no aceptaba su condición de exiliado: “eso sería como aceptar que ya estamos estacionados
acá para siempre, que nos ganaron”. Lo expulsaron de España, y en París se cuestionaba: “... se
guir acá tranquilos, mientras los milicos allá están haciendo una carnicería... ¿No será que nos
aburguesamos, che, que nos cagamos?’’245
Otro tema del exilio fue la antigua incomprensión acerca del peronismo. Los militantes de iz
quierda encontraban partidos hermanos, y en Francia o en Suecia, la socialdemocracia teñía
una gran parte de la población. El drama argentino no era visto con la misma claridad que el
chileno. Si bien Pinochet cometió muchos menos crímenes que los militares de Buenos Aires,
los europeos creían ver las cosas más claras en Chile: un gobierno socialista, derrocado por una
dictadura militar... Pero ¿qué había ocurrido en la inexplicable Argentina? El peronismo era,
para ellos, fascista. Los montoneros eran la izquierda que se había peleado con Perón, pero a
los peronistas históricos, como El Kadri, no los entendían. En alguna oportunidad debieron
escuchar que les dijeran que los golpistas “... derribaron el gobierno de derecha de la señora
de Perón. ¿No? La señora de Perón era fascista como su marido, y estos militares la derrocaron
para hacer un gobierno más progresista, que va a tratar de acabar con el peronismo para que
la Argentina pueda...”246 Esto era apoyado por el PC pro moscovita que defendía a las palomas
democráticas de Videla, frente a un posible golpe de los halcones pinochetistas: Menéndez y
Suárez Masón.
Fue la solidaridad de los movimientos de derechos humanos, el ejemplo de las Madres de Plaza
de Mayo, y la adhesión espontánea de mucha gente lo que permitió revertir la tendencia. La
denuncia de las atrocidades del régimen provocó movilizaciones en los centros del exilio con
creciente apoyo de la opinión pública europea.
LA IGLESIA JERÁRQUICA
La Iglesia colaboraba, a través de la mayor parte de su jerarquía en la represión, pero no faltaron
sacerdotes, monjas y laicos que ayudaban a los perseguidos.
Un sector apoyó sin vacilar a la dictadura. Convencidos de estar viviendo una guerra en la que el
enemigo era un agente del demonio, hombres como Victorio Bonamín y los capellanes militares
o policiales, como Chistian Von Wernich, estuvieron al lado de los torturadores cuando estos
aplicaban la picana, los cardenales Aramburu y Primatesta, y el vicario militar, monseñor Tórto
lo247, no Cegaban al fanatismo de Bonamín, pero apoyaban, sin importar formas, la erradicación
del marxismo.
Algunos obispos, Zaspe, Kemerer, Laguna, atendieron familiares de desaparecidos y manifesta
ron su disidencia en las asambleas episcopales, aunque no denunciaron los crímenes. La excep
ción fueron Angelelli, Ponce de León, de Nevares, Hesayne y Novak, los dos primeros asesina
dos. Hicieron públicas sus críticas y se sumaron a las entidades de derechos humanos.
En mayo de 1976, los obispos publicaron una Carta Pastoral que hablaba de la represión ilegal:
245. Anguita, Eduardo y Caparros, Martín, ob. Cit., pag. 57
246. Ibidem. pag. 164
247. En abril de 1976, Tortolo había concedido un reportaje a la revista oficialista Gente. En él había dicho,
con aparente ingenuidad, que “En base a unos datos, que no me los han confirmado pero que yo pienso
que son altamente fidedignos, tengo entendido que la mayor parte de los guerrilleros son hijos de hogares
rotos, hogares desavenidos o también fracasados universitarios”. Más adelante agregaba: “.i 'la violencia no
es evangélicaen todo caso es un anti-valor evangélico. Pero esto tampoco impide que el Estado tome las
medidas necesarias para su defensa legítima, especialmente frente a la subversión.”
129
EN RIQ UE M A N SO N
“Hay hechos que son más que un error: son un pecado, los condenamos sin matices, sea quien
fuere su autor (...) es el asesinar -con secuestro previo o sin él- y cualquiera sea el bando del ase
sinado (...) Pero hay que recordar que sería fácil errar con buena voluntad contra el bien común
si se pretendía..., que los organismos de seguridad actuaran con pureza química de tiempo de
paz, mientras corre sangre cada día; que se arreglarán desórdenes, cuya profundidad todos co
nocemos, sin aceptar los cortes drásticos que la situación exige; o no aceptar el sacrificio, en aras
del bien común, de aquella cuota de libertad que la coyuntura pide; o que se buscara con preten
didas razones evangélicas implantar soluciones marxistas.”248Mignone señala que no ignoraban
lo que pasaba, y critica la ambigüedad para evitar choques con los militares. Sin embargo, el
“documento provocó malestar en algunos sectores de las fuerzas armadas, lo que llevó a que...la
Comisión Ejecutiva del Episcopado mantuviera una reunión con... Videla”.249
El crimen de los palotinos de San Patricio, provocó una reclamación de la Comisión Ejecutiva:
Primatesta, Aramburu y Zaspe “...por el incalificable asesinato de una comunidad religiosa en la
parroquia de San Patricio en Buenos Aires.” Pero no era culpa del gobierno: “Sabemos por la pa
labra del señor ministro del Interior y por la presencia en las exequias del señor ministro de Rela
ciones Exteriores y Culto..., cómo el gobierno de las fuerzas armadas participa de nuestro dolor.”
No queda clara la posición del Nuncio Pió Laghi, que dijo alguna vez al embajador de Estados
Unidos que había temido por su propia vida.250
Algunos prelados extranjeros tuvieron otra actitud. El arzobispo de París llegó a no autorizar
una ceremonia recordatoria de San Martín, porque la dictadura desaparecía gente. En septiem
bre de 1976, presentó sus credenciales en la Santa Sede el nuevo embajador argentino, el radical
Eugenio Blanco. Paulo VI evitó saludar al gobierno de facto, y lo hizo en cambio al pueblo argen
tino, y agregó que “las desapariciones de personas esperaban todavía una explicación adecuada.”
La llegada de Karol Wojtila, renovó el anticomunismo de Roma. El nuevo pontífice no prestó
atención a los reclamos de las Madres de Plaza de Mayo. De todas maneras, en enero de 1980
reclamó que se aclarara lo ocurrido con las desapariciones, y en marzo de 1983 criticó la au-
toamnistía de los militares.
otorgaba diez números por día para los familiares, que debían pasar la noche en la Plaza de
Mayo, por lo que se reunía una multitud.
Fue Azucena Villaflor de Vincenti quien dijo a las madres: “Todo esto que hacemos, venir acá,
los habeas corpus, las entrevistas, las idas a la policía y a los regimientos, todo es inútil,... Nada
de esto nos va a llevar a nada. Lo que tenemos que hacer es ir a la Plaza de Mayo... y cuando
seamos bastantes, porque desgraciadamente vamos a ser enseguida bastantes,... vamos a atra
vesar la Plaza, vamos a cruzar la calle, nos vamos a meter en Casa de Gobierno, no nos vamos a
dejar rajar por nadie, y vamos a llegar a Videla. Porque Videla no debe saber el alcance que está
tomando esta terrible represión.”253254
El sábado 30 de abril de 1977, catorce mujeres se encontraron en la Plaza, “desierta, además justo
en ese tiempo estaban poniendo veneno para ahuyentar a las palomas, así que ni palomas había.”
254. El sábado no era el mejor día, y la cita siguiente se hizo para el viernes próximo. Luego se
pasó a los jueves porque los viernes eran días de brujas y traerían mala suerte.255 Se sentaban en
los bancos, pero la policía “nos hacían caminar por afuera de la plaza, mientras nosotras inten
tábamos por todos los medios caminar por dentro, para que la gente nos viera. Así fue como,
tomadas del brazo y de a dos, hacíamos la ronda.”256
El grupo, creció, y aprovechó las visitas de Terence Todman y Ciras Vanee257 para hacerse oír
a los gritos. Luego se reunieron en las iglesias de Betania, y de la Santa Cruz. En esta última se
celebró una misa a la que fue una multitud. De ella participó “una mujer de 39 años, alta, flaca,
que hablaba con un casi imperceptible acento que podía parecer extranjero pero que muchos
confundían como del interior.... Vestía de civil, pero era monja. Había llegado a la Argentina en
1965. Se llamaba Alice Domon.”258También un joven rubio, que decía tener un hermano desapa
recido. Se trataba de Alfredo Astiz, oficial de la Escuela de Mecánica de la Armada.
En agosto detuvieron a dos periodistas que acompañaban a las madres. El Buenos Aires Herald
informó el hecho, y utilizó el nombre que los transeúntes les daban, aunque en inglés: The mad
women (las mujeres locas). En una peregrinación a Luján nacieron los pañuelos blancos con que
se las identificaría.259
En octubre se publicó una solicitada en La Prensa: “No pedimos más que la verdad”. Llevaba 237
firmas, e incluía una frase de Videla: “Quienes digan la verdad no sufrirán represalias.” Una mar
cha en la Plaza del Congreso fue reprimida por la policía con gases lacrimógenos “y nos llevaron
a todas presas: más de 300 madres, junto a las monjas francesas y a periodistas. Nos ficharon y
nos identificaron. En ese momento estábamos juntando dinero para una solicitada con el nom
bre de las Madres porque la de nuestros hijos no la querían publicar.”260 Clarín informó de una
manifestación de “familiares de personas cuyo paradero se desconoce... versiones posteriores
indican que fueron detenidas algunas personas.” Fue la oportunidad para que Astiz consolidara
la confianza ganada. La “Policía Federal intervino y perturbó el desarrollo normal de la marcha,
a raíz de lo cual Astiz se enfrenta con la policía en defensa de las Madres. El suceso sirvió para
hacerse conocer entre los familiares que asistían a la Plaza.” 261
prisioneros que creían estar recuperando su libertad.
253. Goñi, Uki, ob. Cit, pag. 31
254. Ibidem, pag. 28
255. Declaraciones de Hebe Bonaffini, en Kimel, Eduardo 30 Años de Historia Argentina, pag. 292
256. Ibidem
257. Ambos pertenecientes a la administración Cárter, crítica de la dictadura.
258. Goñi, Uki, ob. Cit., pag. 40
259. Aunque en esta oportunidad se trataba de pañales, que simbolizaban los de sus hijos desaparecidos.
260. Declaraciones de Hebe Bonaffini, en Kimel, Eduardo 30 Años de Historia Argentina, pag. 292
261. Silvina Labayru ante la CONADEP, en Massera, el genocida, pag. 68
L .I N K .I'o íU C / W A I N O ^ J I N
periodistas que cubrían la visita. Al salir de la entrevista, Todman y Derian, hablaron con ellas.
Fue Derian la que, además de disfrutar de la compañía del terrible COARA264 en sus propias
mazmorras, se entrevistó formalmente, con miembros de las entidades.
Entre los esbirros de Massera, se destacaba el capitán de Navio Jorge Tigre Acosta, responsable
directo de los tormentos y dueño de vidas y muertes en la Escuela de Mecánica: “-Yo hablo
todos los días con Jesusito... Si Jesusito quiere que vivas, vas a vivir. Si no quiere, te doy un Pen-
tonaval y te vas para arriba.” Hombre de confianza del comandante, pasaba por encima de sus
jefes directos. El jefe de operaciones era el capitán de Infantería de Marina Jorge Perrén265 que
se jactaba de que ninguno de sus hombres hubiera sido abatido por el enemigo, y proclamaba
que “en la forma en que caían de noche sobre sus blancos, disfrazados de civiles, los hombres de
Operaciones demostraban mucho más ingenio y osadía que el propio Acosta”266. A este grupo
se sumaban militares retirados y policías federales. El grupo de tareas era la niña mimada del
COARA. Massera se había involucrado personalmente con la ESMA. Cuando el grupo se formó,
pronunció una conferencia en la que instó a “responder al enemigo con la máxima violencia, sin
trepidar en los medios.”267 En más de una oportunidad se calzó el uniforme de combate y par
ticipó en los operativos con los nombres de Cero o Negro, y no vaciló en utilizar la picana para
demostrar que no ordenaba nada que no fuera capaz de hacer personalmente.268
San Petersburgo en 1917, pero ignora como Martín Rodríguez y Rosas se apoderaron de Buenos
Aires en 1821... La toma del poder en la Argentina debería ser, sin embargo, nuestro principal
objeto de estudio, como lo fue de aquellas clases y aquellos hombres que efectivamente lo toma
ron. Perón desconocía a Marx y Letón pero conocía bien a Irigoyen, Roca y Rosas, cada uno de
los cuales estudió a fondo a sus predecesores.”269
“En nuestro país es el Movimiento el que genera la Vanguardia y no a la inversa,... si la Van
guardia niega al Movimiento, desconoce su propia historia.
... Hasta el 24 de marzo del 76, cuando las condiciones eran inmejorables para esa lucha (política
EM), desistimos de ella y en vez de hacer política,..., en... nombre del peronismo, decidimos
que las armas principales... eran militares.”
Al cumplirse un año del 24 de marzo, difundió una carta de denuncia a la dictadura. Al día
siguiente fue sorprendido por la patota de la ESMA y se resistió hasta la muerte, con lo que evitó
que lo capturaran.
A fines de 1978, los montoneros intentaron reaparecer en la Argentina. Creían que se entraba
en el final de la dictadura, tras la primera huelga general de abril de 1979. Consideraban que el
pueblo estaba reaccionando, y la dictadura sufría el desgaste final.
La realidad era otra. Los trabajadores empezaban a movilizarse, pero no habían consolidado una
resistencia que fuera más lejos que las reivindicaciones laborales. La unidad gremial era endeble
y, sobre todo, los sindicatos no estaban dispuestos a sumarse a la estrategia de la guerrilla para
arriesgar seriamente el pellejo sin perspectivas de triunfo. Además, las relaciones entre irregu
lares y burócratas no habían sido un modelo. Era utópico unir a montoneros y trabajadores en
una lucha común.
También comenzaron las disidencias. En 1979 se lanzó la contraofensiva que produjo un 75% de
bajas, muchos de ellos muy jóvenes capturados al cruzar la frontera. Entre los caídos hubo ocho
dirigentes importantes. Ante la irrealidad de la cúpula, un grupo oficiales encabezó la segunda
y definitiva escisión.
DICTADURA Y SINDICATOS
Para la dictadura la burocracia sindical era una molestia poco importante. No pasaba lo mismo
con las comisiones internas. El 24 de marzo fueron ocupados quince sindicatos, que llegaron a
centenares en semanas.
La Embajada informó sobre 750 a 1000 “activistas sindicales detenidos... sin asociación alguna
con grupos subversivos”270500 de éstos están muertos. Otros 3.000 o 4.000 estarían presos.271 En
Pacheco: “Rodearon Ford con camiones y jeeps, armados hasta los dientes, nos registraron uno
por uno y llevaron muchos compañeros detenidos... se llevaron a los delegados, subdelegados y
activistas.... hubo unos cien desaparecidos.”272
Los militares veían a los gremialistas como una banda de delincuentes que manejaban a los
trabajadores, sin ocuparse de sus intereses. Convocaron a una reafiliación, con la idea de que la
mayoría dejaría los gremios. Casi todos se reafiliaron.273
Después del primer momento, algunas organizaciones constituyeron una agrupación modera-
damente crítica: las 25 Organizaciones, que reconocían como “únicas autoridades sindicales" a
las elegidos antes del golpe.
A fines de 1977 hubo algunas huelgas. En un momento miles de obreros estaban en paro. Se
concedieron aumentos para bajar los conflictos. Los sindicalistas mansos crearon la Comisión
de Gestión y Trabajo, con apoyo oficial. Las 25 crearon el Movimiento Sindical Peronista, y sus
dirigentes fueron detenidos.
1978 fue el momento de éxito de la dictadura. La guerrilla liquidada, los políticos en silencio, y el
movimiento obrero domesticado, fuera de los moderados desplantes de los 25. Con el éxito del
Mundial, Videla fue vitoreado en el balcón. El conflicto con Chile fomentó un nacionalismo de
cortas miras, y muchos postergaron reclamos ante la guerra. Cuando el Papa evitó el conflicto
pareció completarse el año positivo.
Pero crecía el desempleo, caía el salario, se ignoraban las más elementales conquistas labora
les, continuaban los uniformados en las fábricas, y prohibidas las comisiones internas. “Eran
frecuentes las falsas acusaciones de hurto como medio de zanjar las diferencias laborales. Al
trabajador en conflicto no le quedaba más remedio que retroceder ante cualquier avasallamien
to patronal.... la detención (aún transitoria) suponía sufrir castigos corporales, en ocasiones
severísimos.”274
A fines de 1978, los 25 organizaron una cena a la que asistieron agregados laborales de Estados
Unidos y Alemania Federal, y representantes de la ORIT. Saúl Ubaldini leyó un documento que
exigía ei restablecimiento de la Ley de Asociaciones Profesionales. Atacaba la política econó
mica, reclamaba por los salarios y las obras sociales y por el restablecimiento de la democracia,
con justicia social.
En 1979, las 25 convocaron a un paro general para el 27 de abril: por la “restitución del poder
adquisitivo del salario y la vigencia de las convenciones colectivas de trabajo... normalización
y libertad sindical.”275
El gobierno citó a los dirigentes al Ministerio de Trabajo, y la policía los fue capturando cuando
salían. Las organizaciones internacionales reclamaron ia libertad, y lo mismo hicieron el partido
Justicialista y la UCR. Dirigido por un comité clandestino, el paro afectó a la industria y los fe
rrocarriles. No existió en el comercio ni entre los empleados públicos.276 Los detenidos saheron
libres en julio.
Por la nueva ley sindical de la dictadura, los dirigentes no debían tener antecedentes penales, lo
que excluía casi a la totalidad. La ley “pretendía instaurar un verdadero sindicalismo amarillo,
de colaboración con el régimen”277, y fue repudiado por la ORIT, ya que violaba normas interna
cionales, lo que fortaleció la posición dura de los 25.
En claro desafío, se refundaron las 62 Organizaciones. Lorenzo Miguel, aún preso, fue reco
nocido como líder. En noviembre, los duros reconstituyeron la ilegal Confederación General
del Trabajo, con sede en Brasil al 1400. El secretario general era una figura nueva: el cervecero
Saúl Ubaldini, de 42 años, con estudios secundarios, católico practicante, y había mamado el
peronismo desde la cuna.278 Consideraba que la CGT era la casa de todos los trabajadores, sin
274. Abos, Alvaro, ob. Cit., pag. 44
275. Ibídem
276. Caleño y Parcero opinan que “después de casi veinte años de producidas las acciones de la resistencia
peronista, emprendida contra la dictadura oligárquica que volteara a Perón en el 55, los trabajadores iniciar
on una nueva etapa de resistencia; esta vez contra un poder tanto o más temible que aquél.” Ob. Cit, pag. 178
277. Godio, Julio, ob. Cit., pag. 341
278. En un reportaje de la revista Humor* de enero de 1983, contaba: “Mi padre (que era mozo) tuvo la su
erte de cambiar de trabajo. Entró en el Frigorífico Lisandro de la Torre y así comenzamos a conocer la sidra,
el pan dulce y el hecho de que no hubiese amargura los seis de enero; yo también tenía juguetes... A los doce
135
EN RIQ UE M A N SO N
renegar de su propia identidad peronista. Una novedad fue la buena relación con la Iglesia, que
estaba dando un mayor espacio a los obispos más críticos.279 Otra fue que Ubaldini se abrazó
con Hebe de Bonafini, dirigente de Madres de Plaza de Mayo. Hasta ese momento, sindicalistas
y Madres se desconfiaban mutuamente.
Los dialoguistas, recibieron el edificio de la CGT en la calle Azopardo, pero Ubaldini se le
gitimaba por su creciente prestigio popular. Después de varias acciones de fuerza, la ofensiva
continuó por otros medios. El 7 de noviembre la CGT convocó a una marcha hacia el santuario
de San Cayetano en Liniers donde se reunieron más de 10.000 personas bajo la consigna de Paz,
Pan y Trabajo. Por primera vez se escuchó el grito: ¡Se va a acabar! ¡Se va a acabar! ¡La dictadura
militar!
LA INTERNA MILITAR
En julio de 1976, la Embajada informó que “después de cuatro meses en el poder, los resultados
de los esfuerzos del gobierno son confusos”280. La gestión de Martínez de Hoz parecía vencer a
la inflación y tenía “la confianza de los sectores externos, pero a costa de una disminución de la
demanda y de los salarios reales que podría producir un grave problema laboral en los próximos
meses (negrita en Zona, suplemento de Clarín).” 281
La lucha antisubversiva estaba terminando, pero “el tipo de contra violencia a la que recurrió
podría a la larga crear más problemas de los que resuelve. Ya muchos de los que antes apoyaban
al gobierno se alejaron debido a su tolerancia con los excesos por parte de las fuerzas de seguri
dad, que en muchos casos involucran personas inocentes”282
A los diplomáticos les preocupaba la interna militar. Massera “maniobra para ser presidente
en detrimento de Videla”. El almirante debió soportar que el presidente fuera un general. Los
generales duros desconfiaban de Videla y su amigo el jefe de Estado Mayor Viola, pero nunca
aceptarían un presidente marino, y Massera se conformó con el “imbécil de Videla”.
El almirante atacaba las relaciones con políticos corruptos, a los que se designaba embajadores
o funcionarios. Eran críticas falaces. Él no vacilaba en usar de asesores a sus prisioneros de la
Escuela de Mecánica de la Armada, o en procurar entrevistas con líderes montoneros.283 Más
adelante atacó a Martínez de Hoz, también criticado por los duros desde cierto “nacionalismo”.
Los generales creían librar una Guerra Mundial. La Embajada informaba: “...muchos militares,
probablemente también Videla, están convencidos de que la lucha antiterrorista aquí representa
una batalla importante en la ‘Tercera Guerra Mundial’ y que Argentina fue elegida por el ‘Co-
munismo internacional’ como campo de prueba en su campaña por conquistar el m u nd o....
años... me eligieron como el mejor alumno del Consejo Escolar N° 20 y me entregaron una medalla en el
Teatro Colón, al que nunca había imaginado que iba a conocer por dentro. El premio era un viaje a Mar del
Plata acompañado por mi madre. Nos vistieron y nos alojaron en el hotel Nogaró... No comía el durazno
que me servían de postre porque no lo sabia pelar con tenedor y cuchillo pero, ¡cómo no voy a tener agra
decimiento por las obras que se hacían en esos días!”
279. La Conferencia Episcopal Argentina tomó distancia de la ley de Asociaciones Profesionales. El Equipo
de Pastoral Social del Episcopado redactó un documento que defendía el derecho de agremiación. A fines
de 1980 Monseñor Hesayne declaró que la política de la dictadura estaba en pecado.
280. Maxwell Chaplin 23/7/76, BUENOS 04852, calificado Secret con carácter de Prority
281. Ibídem
282. Ibídem
283. Muchos han afirmado que existió una entrevista Firmenich-Massera en París. No parece haber sido
cierto. El Negro se entrevistó con Villalón quien, de acuerdo a sus ambiguos antecedentes, parece haber
prometido conseguir la reunión, pero no cumplió o no pudo cumplir.
136
TE IA HAGO CORTA
Sin duda el ERP es trotskista y los Montoneros son ahora vagamente marxistas (aunque empe
zaron como nacionalistas católicos de extrema derecha)... pero no hay pruebas que indiquen
que Cuba está involucrado (sic).... Tampoco hay evidencias que indiquen que Moscú o Pekín
participen.”
Al pasar a retiro, en 1978, Massera inició su carrera de político civil, con el apoyo de su Arma.
Creó un partido de la Democracia Social, fundó un diario, Convicción, y puso a trabajar mano
de obra esclava de las mazmorras.
En mayo de 1976, la revista Carta Política inspirada por Mariano Grondona hablaba de “Las
monarquías fundentes” y sostenía que en la historia, la democracia es hija de la autocracia.
“Durante siglos las autocracias hereditarias impusieron al pueblo el hábito de la obediencia a la
ley.......Sólo cuando hayamos aprendido a obedecer la ley mereceremos hacerla.”284
Clave fue la elección del sucesor de Videla. Massera maniobró de mil modos, pero se impuso el
poder del ejército. El almirante pidió una terna, Viola respondió: “la terna es Videla, Videla y
Videla”. Desde ese momento, los lobos de mar juraron venganza. Esta pareció posible en 1980,
al elegirse al presidente del tercer período. La jefatura del ejército había pasado a manos de un
hombre de confianza de Viola; Leopoldo Fortunato Galtieri, un simple, que se reconocía incapaz
para la política. Había cursado en la escuela para militares nativos de los yanquis en el Canal
de Panamá y había alcanzado un record: no había aprobado los exámenes. Su lealtad empezó a
deteriorarse cuando los marinos le soplaron al oído que el próximo presidente, en vez de Viola
podía ser otro general. Un tal Galtieri.
Después de una inexplicable tardanza, se logró la unanimidad, y Viola fue designado. Cuando
asumió corrió el rum or de que habría una salida electoral. Varios políticos presentables ocupa
ron ministerios y gobernaciones provinciales. Pero cuando los peronistas, los radicales, y los
militantes de los restantes partidos empezaron a prepararse para la contienda, el comandante
Galtieri -sin consultar a Viola- lanzó una frase contundente: “Las urnas están bien guardadas”.
Rápido de reflejos, el radical Raúl Alfonsín respondió: “que las empiecen a desempolvar, porque
vamos a llenarlas de votos.” La respuesta ponía en evidencia quien iba a ser protagonista de
próximos capítulos. Pero sería del segundo. El primero era para el general que mantenía las
urnas a buen recaudo.
En medio de un clima de debilidad del presidente, éste sufrió un episodio cardíaco que lo obligó
a pedir licencia. Galtieri había sido exaltado en Estados Unidos, donde se había hablado de su
personalidad majestuosa, mientras los marinos lo alentaban a sacarse de encima a su ex mentor.
Aprovechando el pretexto de la salud del presidente, Galtieri le anunció, en una patética entre
vista, que la Junta lo echaba. Lo que no se conoció entonces fue el precio que había puesto el
comandante naval Anaya para colaborar en el desplazamiento: el compromiso de apoyarlo en la
recuperación de las islas Malvinas.
284. La idea de la convergencia cívico militar no era exclusiva de los uniformados. En realidad parece más
propia de civiles preocupados por tener algún tipo de participación por concesión militar, y que actuaban
dentro o fuera del régimen. Yofre, el socio político de Villarreal, representa el primer caso. Luego veremos
los planes que desde afuera parece haber propuesto Raúl Alfonsín.
137
7
DEMOCRACIA CONDICIONADA
LOS CAMBIOS ESTRUCTURALES
QUE DEJÓ LA DICTADURA
La crisis en que terminó la economía de la dictadura no modificó los cambios de fondo que se
habían producido en las estructuras económicas sociales. Dice Eduardo Basualdo que “la inte
rrupción de la sustitución de importaciones trajo aparejados cambios estructurales que modifi
caron drásticamente el funcionamiento económico y social de nuestro país... la industria dejó
de ser el eje ordenador de la actividad económica
Sin duda, el endeudamiento externo fue un factor decisivo debido a su incidencia tanto en la
salida de recursos... como en la redistribución del ingreso hacia el capital concentrado y la
inédita fuga de capitales que se registró... el endeudamiento externo operaba como una masa
de capital líquido que se valorizaba... debido a las... diferencias” entre las tasas que se pagaban
internamente y las más reducidas del mercado externo. Esto producía “una fiesta financiera”
cuyos beneficiarios exportaban sus ganancias al exterior.
. desde 1979 en adelante cuando... confluyen la Reforma Financiera con la apertura exter
na... el grueso del endeudamiento... se destinó... a... la realización de colocaciones financieras
en el mercado nacional e internacional. De esta manera, el capital concentrado obtuvo rentas ex
traordinarias que se orientaron hacia el exterior, desvinculándose del proceso económico local.”
Paralelamente, el Estado se endeudaba en el mercado interno, a tasas muy superiores a las que
pagaban en el exterior sus nuevos acreedores. De ese modo se facilitaba la entrada de “divisas
que los grupos económicos y los capitales extranjeros adquirían en el mercado cambiario y
luego remitían al exterior. Posteriormente, la importancia del Estado siguió siendo decisiva por
que mediante los regímenes de seguros de cambio se hizo cargo de la mayor parte de la deuda
externa...” Todo facilitado por la caída generalizada de salarios
“De esta manera, el dominio ejercido por el capital transnacional aparecía como el obstáculo
fundamental para concretar un acelerado desarrollo nacional, que era la m eta buscada por los
diversos sectores sociales que (habían conformado)... la alianza policlasista.
A partir de la dictadura militar, la situación anterior se replanteó drásticamente... el capital con
centrado interno -constituido... por una fracción del capital extranjero y los grupos económi
cos locales- pasó a controlar el proceso económico en base a la explotación de los trabajadores
y la subordinación del Estado a sus intereses particulares. El proceso de acumulación ya no está
liderado por el consumo de los sectores populares”285
Por generaciones, los niños argentinos se criaron -nos criamos- soñando con la recuperación
del archipiélago usurpado. No era de extrañar la alegría que hizo que se llenara la Plaza de donde
la dictadura nos había echado a palos y gases lacrimógenos dos días antes.
La guerra fue, al fin, una gran frustración. Desde el principio sospechamos de las razones de los
dictadores en retirada. Luego supimos del heroísmo de muchos y el padecer de muchos otros
en los cielos, los mares y las trincheras. Por fin, la derrota de una guerra mal calculada y peor
conducida, terminó con la rendición del 14 de junio, que el dictador de Buenos Aires sentenció
diciendo que la batalla de Puerto Argentino habla terminado.
Cuando el canciller Costa Méndez y su comitiva visitaron La Habana en las postrimerías de
la guerra, Fidel Castro la definió como una guerra de liberación nacional, y agregó ante sus
desorientados visitantes: "... ninguna guerra de liberación nacional se pierde. Siempre que se
esté dispuesto a pelearla.”287 Seguramente el ministro entendió de qué estaba hablando el líder
cubano, aunque su rol de intérprete de una nación en lucha contra el imperialismo fuera el
último papel que hubiera imaginado para culminar su carrera diplomática. Otros miembros de
la delegación, como el general Iglesias, seguramente tratarían en vano de aproximarse al signi
ficado de esas palabras.
Es que la dictadura encabezada por Galtieri, se había lanzado sin saberlo a una típica guerra
colonial o, como la llamaba Castro, de liberación. Estas guerras se diferencian de aquellas que se
libran entre potencias que dirimen supremacías -como las Guerras Púnicas o las Guerras Mun
diales del siglo XX- de las que son causadas por razones de límites territoriales -como la Guerra
del Chaco en la década de 1930- y de las que reconocen odios ancestrales como el interminable
conflicto árabe-israelí o las matanzas entre etnias luego de la formal independencia de las co
lonias europeas que alcanzó el África negra.288 Las guerras coloniales o de liberación enfrentan
básicamente a un imperio con una colonia o con un país pequeño -en cuanto a su poderío-, y
no son movidas por odios o rivalidades nacionales, más allá de los que se despierten y alimenten
por la guerra misma. El imperio agresor busca una ganancia. Esta puede ser económica, cuando
se trata de dominar un territorio con una riqueza determinada o del control de tal riqueza. Tam
bién puede moverlo el interés de apropiarse de un punto geográfico de importancia estratégica,
y no faltan los casos en que se busca la fácil conquista de prestigio,
Siempre se trata de una inversión en dinero, en sangre, en materiales y armamento, cuyo costo
no debe superar el beneficio esperado. Por eso, los franceses firmaron un tratado con el gobierno
de Rosas en 1840 y retiraron sus fuerzas, dejando solos a sus colaboradores nativos, y por eso la
primera potencia del mundo abandonó Vietnam no muy elegantemente, en la década de 1970.
En ambos casos, la resistencia de pueblos dispuestos a luchar hasta sus últimos esfuerzos -como
decía Fidel a sus visitantes argentinos- terminaron por quebrar la voluntad de los imperios, que
estaban gastando demasiado, en armas, en dinero, en sangre propia, con relación al botín que
podían obtener.
Galtieri, Anaya y Lami Dozo, y sus colaboradores uniformados, iniciaron lo que luego llama
rían la Gesta de Malvinas, soñando que Londres se resignaría a la pérdida, después de algunos
cansados rugidos, y que si no, el Gran Hermano del Norte, impediría que los ingleses atacaran
al gobierno que tan bien colaboraba con la defensa de la seguridad hemisférica en la guerra sucia
centroamericana. Cuando se vieron en plena guerra, comenzaron las compadradas verbales y
las torpezas políticas y militares. Galtieri no entendió, una vez más, de que le estaban hablan
do cuando desde el balcón escuchaba reclamar a la Plaza “Ya echamos al inglés, echemos al
287. Cardozo, Oscar, Kishbaum, Ricardo y Van der Kooy, Eduardo, ob. Cit., pag. 271
288. Naturalmente, éstas tampoco se dan en estado puro, y a los odios, las rivalidades o las disputas de fron
teras se unen causas de otro tipo, como la cuestión del petróleo en algunas de las nombradas.
140
TE LA HAGO CORTA
debilitadas fuerzas armadas. Sin embargo, las transformaciones estructurales habían cambiado
las relaciones de poder, y la nueva etapa era más vulnerable a la influencia de los acreedores
externos y a los grupos económicos nacionales o extranjeros instalados en el país.
Señala Basualdo que “la terminación de la dictadura plantea a los sectores dominantes un de
safío... que consiste en la manera de llevar a cabo, ahora bajo un régimen constitucional, un
control político que posibilite el desarrollo del nuevo patrón de acumulación. Se trata de un
problema crucial para el afianzamiento de los sectores dominantes porque ya no podían recurrir
a la dictadura...
En este sentido,... agotada la represión e interrumpida la industrialización sustitutiva, la opción
de los sectores dominantes fue avanzar en la redefinición del sistema político y de la sociedad ci
vil mediante una estrategia negativa que continúa la tarea dictatorial, pero a través de otros me
dios. ... No pretende construir consenso sino impedir la organización de los grupos subalternos,
inhibiendo su capacidad de cuestionamiento__ Ya no se trata de hacerlo mediante la represión
y el aniquilamiento sino mediante un proceso de integración de las conducciones políticas y
sociales de los sectores populares. De esta manera, los sectores subalternos son inmovilizados
no pudiendo generar una alternativa política y social que cuestione las bases de sustentación del
nuevo patrón de acumulación.”239
El radicalismo pretendía representar a los sectores medios, y el peronismo reconocía a los tra
bajadores como la “columna vertebral” del Movimiento. Utilizando la amenaza de desestabili
zación y el fantasma del retorno militar, los poderes económicos fueron quebrando la voluntad
del gobierno alfonsinista. El manejo impiadoso de la economía creó la situación propicia para
imponer un programa que contrariaba los sueños del regreso del Estado de Bienestar.289290
Para Basualdo, “son cooptados cuadros políticos, dirigentes sindicales, etc., que conservan e
incluso en algunos casos fortalecen sus liderazgos debido al respaldo que encuentran en los sec
tores de poder. Sin embargo, de allí en más, (su)... tarea central... consiste en la desmovilización
y la desestructuración de quienes supuestamente representan.
... los sectores dominantes excluyen todo compromiso con las clases subalternas, pero mantie
nen la dominación (hoy llamada ‘gobernabilidad’) sobre la base de la integración de las conduc
ciones de esas clases subalternas.”291
Si esto ocurrió con Álfonsín, el segundo turno constitucional comenzó con una crisis feroz,
Golpe de Mercado la bautizó algún medio. El peronismo, y su candidato Carlos Menem, parecían
en 1989 menos dóciles que sus moderados antecesores. Por eso se aplicó una presión mayor,
hasta poner a ambos de rodillas. Menem terminó siendo el mejor alumno del nuevo modelo. El
continuador de Martínez de Hoz292, y el liquidador de los restos del Estado que, con el pretexto
de que la administración privada es más eficiente, entregó a precio vil el patrimonio'acumulado
durante décadas.
La privatización y la apertura indiscriminada de la economía terminaron con la destrucción
de lo que quedaba de las actividades productivas. Se volvió a una Argentina preindustrial, con
289. Basualdo, Eduardo, Sistema político y modelo de acumulación, pag. 15
290. Es cierto, también, que los radicales cometieron errores producto de sus prejuicios de clase y de la
soberbia del triunfo, como arremeter contra el Movimiento Obrero, en lugar de buscarlo como aliado. Algo
similar harían los peronistas al asumir el gobierno en 1989. Y los dos en las campañas de denuestos que
caracterizaron a la propaganda electoral de cada elección.
291. Ibídem
292. Como lo reconocería el propio Joe en un reportaje de Felipe Pigna, publicado por la revista Noticias
en el número 1411 del 10 de enero de 2004: “es el espíritu que capta el presidente Menem cuando asume
con el ministro Cavallo. Ellos dieron la orientación económica correcta en las grandes líneas, que eran las
nuestras.”
142
TE LA HAGO CORTA
EL GOBIERNO DE ALFONSÍN
Frente a un desprestigiado peronismo, del que sólo parecía quedar el recuerdo de López Rega,
del caótico final del gobierno en 1976, y de los graves enfrentamientos internos, Raúl Alfonsín,
tras ganar la interna radical, se presentó como una puerta a la vida. Nada más oportuno después
de tanta muerte. Sobre todo, cuando los peronistas pretendían ganar con el recuerdo de Perón.
El radital ganó netamente las elecciones sobre un candidato anodino, Italo Luder.
El nuevo presidente había acertado con el diagnóstico, y aparecía como el iniciador de una
nueva etapa histórica. Controlaba la Cámara de Diputados, y el peronismo no parecía estar en
condiciones de trabar la marcha del gobierno, pese a gobernar doce provincias y tener mayoría
en el Senado. La opinión favorable al presidente estaba más arriba del 52% obtenido, y este creyó
que era posible concretar su proyecto de Tercer Movimiento Histórico, sintetizador del yrigoye-
nismo y el peronismo. Por primera vez se viviría en verdadera democracia desde 1930294. Y, se
sabía, con la democracia se comía, se educaba, se curaba...295
Pero las fuerzas armadas no estaban dispuestas a allanarse al poder civil, sobre todo porque no
habían logrado garantizar la impunidad de los crímenes del proceso. Alfonsín derogó la autoam-
nistía que se habían otorgado, aunque en otros aspectos se procedió con impericia. Reemplazó
a los comandantes y ordenó el procesamiento de los miembros tres primeras juntas.296 Pero
permitió desafíos como el ocurrido el día de la asunción del nuevo jefe del ejército, general Jorge
Arguindeguy El ministro Borras aguantó en silencio la presencia desafiante de Videla, invitado
al palco de honor.
Alfonsín creía en la teoría de los dos demonios297, y mandó procesar a unos y a otros. Para los
uniformados, se establecían tres categorías: los que dieron las órdenes, responsables plenos, los
que las cumplieron, eximidos de culpa, y los culpables de crímenes aberrantes.
En la campaña había denunciado un pacto sindical-militar, y trató de poner en caja a los gre
mios. El ministro de Trabajo Mucci intentó la sanción de una ley que democratizara los sindi
catos y pusiera límites a la burocracia. El peronismo sintió que se atacaba a la columna vertebral
del Movimiento, y las dos CGT se unificaron para resistir. La ley Mucci fue aprobada por Dipu-
293. Basualdo, Eduardo, ob. Cit., pag. 21
294. Para la interpretación oficial de la historia reciente, en los ’30 había primado el fraude, el peronismo
había sido una democracia con componentes autoritarios, entre 1955 y 1973 dominaba la proscripción y
los últimos años habían sido de una feroz tiranía.
295. Uno de los recursos de campaña había sido la afirmación de que con la democracia se lograban todos
los bienes de que carecía el pueblo.
296. Lo mismo que a los principales jefes de la guerrilla.
297. Se pidió al Brasil la extradición de Mario Firmenich, que había sido detenido en ese país.
143
BIBLIOGRAFÍA
179
Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la historia contemporanea. (2 tomos)
Buenos Aires, 1975.
Chávez, Fermín. El peronismo visto por Víctor Frankl. Buenos Aires, 1999.
Chávez, Fermín. Eva Perón sin mitos. Buenos Aires, 1990.
Chávez, Fermín. Historia del país de los argentinos. Buenos Aires, 1988.
Chiessa, Carlos. Iglesia y justicialismo. ¿Anatema o reconciliación?, 1983.
Cichero, Marta. Cartas peligrosas. Buenos Aires, 1992.
Ciña, Alberto y otros. La democracia constitucional y su crisis.
Ciria, Alberto. Política y cultura popular: la Argentina peronista, 1946-1955. Buenos Aires, 1983
Comisión de Afirmación de la Revolución Libertadora. A treinta años de la Revolución
Libertadora. Sucedió una vez y sucedió para siempre. Buenos Aires, 1985.
Conil Paz, A. y Ferrari Gustavo. Política exterior argentina, 1930-1962. Buenos Aires, 1964.
Connell Smith, Gordon. Los Estados Unidos y la América Latina. México, 1977.
Consejo Econrmico Nacional, Plan Económico 1952. Buenos Aires
Convención Reformadora de la Constitución Nacional. (1949) Diario de sesiones.
Corbiere, Emilio J„ Mamá me mima, Evita me ama. La educación argentina en la encrucijada.
Buenos Aires, 1999.
Crónica histórica argentina. Buenos Aires, Codex 1965.
Cuneo, Dardo, Comportamiento y crisis de la clase empresario, Buenos Aires, 1984.
D’A ndrea Mohr, José Luís, Obediencia devida, 1999.
De Frondizi a Alfonsín, la tradición política del radicalismo tomo 2 CEAL
Deheza, José, Quienes derrocaron a Isabel Perón.
Di Telia, Guido y Zimelman, Manuel. Las etapas del desarrollo argentino. Buenos Aires, 1967.
Di Telia, Guido. Perón-Perón 1963-1976. Buenos Aires, 1983.
Díaz Alejandro, Carlos. Ensayos sobre la historia económica argentina. Buenos Aires, 1990.
Díaz Araujo, Enrique. La conspiración del 43. El GOU: una experiencia militarista
en la Argentina. Buenos Aires, 1971.
Domínguez, Nelson. Conversaciones con Juan José Taccone. Buenos Aires, 1977.
Dorfman, Adolfo. Historia de la industria argentina. Buenos Aires, 1986.
Dromi, M aría Laura Sanmartino d e . Historia Política Argentina.1955-1988 Buenos Aires, 1988
Drosdoff, Daniel. El gobierno de las vacas. Buenos Aires, 1972.
El terrorismo en la Argentina, P.E.N, 1980.
Escudé, Carlos, Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina (1942-1949).
Buenos Aires, 1983.
Fayt, Carlos y otros. La naturaleza del peronismo. Buenos Aires, 1967.
Feinmann, José Pablo, La sangre derramada, Buenos Aires, 1998.
Feria, Salvador. La tercera posición ideológica. Buenos Aires, 1973.
Feria, Salvador. Mártires y verdugos. Buenos Aires, 1966.
Ferrer, Aldo, Como se fabricó la deuda argentina. En M iniam, Isaac (comp.)
Transnacionalización y periferia semiindustrializada (México 1983)
Ferrer, Aldo. Crisis y alternativas de la política económica argentina. Buenos Aires, 1977.
Ferrer, Aldo. La economía argentina. Buenos Aires, 1979.
Fleytas O rtiz de Rozas, Abel. El peronismo y las Fuerzas Armadas. En Unidos, julio de 1983.
Floria, Carlos y García Belsunce, César. Historia de los argentinos. Buenos Aires, 1971.
180
Fraga, Rosendo. Argentina en las urnas.(1916-1989). Buenos Aires, 1989.
Fraga, Rosendo. Ejército, del escarnio al poder. Buenos Aires, 1988.
Frigerio, Rogelio. Síntesis de Historia Crítica de la Economía Argentina. Buenos Aires, 1979.
Frondizi, Arturo. Mensajes presidenciales 1958-1962. Buenos Aires, 1963.
Galbraith, John K. Historia de la Economía. Buenos Aires, 1993.
Galbraith, John K. Un viaje por la economía de nuestro tiempo. Buenos Aires, 1996.
Gambini, Hugo, La primera presidencia de Perón, Buenos Aires, 1985.
García Lupo, Rogeüo, Un muchacho peronista. EE. UU. consideraba a Fidel Castro
como un agitador del peronismo. En Clarín, 11/8/96.
García Lupo, Rogelio. Contra la ocupación extranjera. Buenos Aires, 1972.
García Lupo, Rogelio. Mercenarios y monopolios. Buenos Aires, 1994.
Gasparini, Juan, El crimen de Craiver.
Gasparini, Juan, Montoneros. Final de cuentas.
Germani, Gino y otros. Argentina. Sociedad de masas. Buenos Aires Eudebe, 1965.
Germani, Gino. Política y sociedad en una época de transición. Buenos Aires, 1968.
Giberti, Horacio. Historia económica de la ganadería argentina. Buenos Aires, 1961.
Gilbert, Isidoro. El oro de Moscú, Buenos Aires, 1994.
Gillespie, Richard. Soldados de Perón. Buenos Aires, 1988.
Godio, Julio, Historia del movimiento obrero argentino, 1989.
Godio, Julio, La caída de Perón, Buenos Aires, 1973.
Godio, Julio. Perón. Regreso, soledad y muerte. Buenos Aires, 1986.
González Arzac, Alberto, La Constitución de 1949. Buenos Aires, 1971.
Goñi, Uki, Judas, 1996.
Gorbato, Viviana, Montoneros, 1999.
Graham Yool, Andrew. De Perón a Videla. Buenos Aires, 1989.
Granovsky, Martín, Misión cumplida, 1992.
Halperin Donghi, Tùlio. Argentina en el callejón. Buenos Aires, 1995.
Halperin Donghi, Tùlio. Historia contemporánea de América Latina. Buenos Aires, 1992.
Hernán Brienza, 3 puntos N° 287 del 26 de diciembre de 2002, La Opinión, 7/2/78.
Hernández Arregui, Juan José Imperialismo y cultura. Buenos Aires, 1973
Hernández Arregui, Juan José. La formación de la conciencia nacional. Buenos Aires, 1960.
Horowicz, Alejándro. IAPI auge y decadencia. Buenos Aires, 1986.
Ibarguren, Carlos. La Historia que he vivido. Buenos Aires, 1955.
Ibarguren, Federico. Orígenes del nacionalismo argentino. Buenos Aires, 1969.
Iconikoff, Moisés. De la cultura de renta a la economía de producción. Buenos Aires, 1989.
Imaz, José Luis de. Los que mandan. Buenos Aires, 1965.
INDEC, Relevamiento estadístico de la economía argentina, 1900-1980.
Irazusta, Julio y Rodolfo. La Argentina y el imperialismo británico. Buenos Aires, 1934.
Irazusta, Julio. Balance de siglo y medio. Buenos Aires, 1966.
James, Daniel,Resistencia e integración. Buenos Aires, 1990.
Jauretche, Arturo, El medio pelo en la sociedad argentina, Buenos Aires, 1993.
Jauretche, Arturo, El Plan Prebish. Retorno al coloniaje, Buenos Aires 1956.
Jauretche, Arturo. El paso de los libres. Buenos Aires, 1992.
Jauretche, Arturo. FORJA y la década infame. Buenos Aires, 1973.
181
Jauretche, Arturo. Los profetas del odio. Buenos Aires, 1957.
Jauretche, Ernesto, No dejés que te la cuenten-
Klich, Ignacio. Perón, Bradenyel antisemitismo. En Ciclos N° 2 Buenos Aires, 1992.
Lanùs, Archibaldo. De Chapultepec al Beagle. Buenos Aires, 1984.
Lanusse, Alejandro, Confesiones de un general.
Lanusse, Alejandro. M i testimonio.Buenos Aires, 1977.
Larraquy, Marcelo y Caballero, Roberto, Galimberti.
Libro Negro de la Secunda Tiranía. Buenos Aires, 1958.
Lonardi, Luis. Dios es justo. Buenos Aires, 1958.
Lonardi, Marta. M i padre y la revolución de 1955. Buenos Aires, 1980.
Lucero, Franklin, El predo de la lealtad. Buenos Aires, 1959.
Luna, Félix, director, Nuestro Siglo. Buenos Aires, 1984.
Luna, Félix, El 45. Buenos Aires, 1969.
Luna, Félix, Perón y su tiempo. Buenos Aires, 1990.
Luna, Félix. Ortiz. Reportaje a la Argentina opulenta. Buenos Aires.
Maceyra, Horacio, La segunda presidencia de Perón, Buenos Aires, 1984.
Maceyra, Horacio. Cámpora, Perón, Isabel.Buenos Aires, 1983.
Majul, Luis, Los dueños de la Argentina.
Malgesini, Graciela y Alvarez, Norberto (compiladores). El Estado y la economía, 1930-1955.
Buenos Aires, 1983.
Manson, Enrique, Argentina en el mundo del siglo XX.
Manson, Enrique, Proceso a los argentinos.
Manson, Enrique, Tras su manto de neblinas.
M artínez de Hoz, José A., 15 años después.
M artínez de Hoz, José Alfredo, Bases para una Argentina moderna, 1976-1980.
Mattini, Luis. Hombres y mujeres del PRT-ERP Buenos Aires, 1995.
Mercante, Alfredo Domingo. Mercante. El corazón de Perón. Buenos Aires, 1996.
Mignone, Emilio. Iglesia y dictadura.
Miguel Bonasso, Lo que sabía el 601.
Miguens, José E. y Turner, Frederick. Racionalidad del peronismo. Buenos Aires, 1983.
Nadal, Mercedes Muro de. 50 años de economía argentina. Buenos Aires, 1997.
Navarro, Marysa, Evita, Buenos Aires, 1994.
Newton Ronald, El cuarto lado del triángulo, Buenos Aires, 1997.
O’Donell, Guillermo. Contrapuntos. Buenos Aires, 1997.
Odena, Isidro. Libertadores y desarrollistas. Buenos Aires, 1977.
Oviedo, Luis, Una historia del movimiento piquetero.
Page, Joseph. Perón. Buenos Aires, 1984.
Palacio Deheza, Carlos, El plan de Martínez de Hoz y la economía argentina
Passarelli, Bruno, El delirio armado
Peña, Milcíades. El peronismo. Buenos Aires, 1972.
Perdía, Roberto Cirilo, La otra historia.
Perdía, Roberto Cirilo. La otra historia. Agora. Buenos Aires, 1997.
Perelman, Angel. Como hicimos el 17 de octubre. Buenos Aires, 1961.
Pereyra, Horacio, Algunas hipótesis para el análisis del peronismo, Buenos Aires, 1983.
182
Perón Eva, La razón de mi vida, Buenos Aires, 1952.
Perón Juán Domingo, La fuerza es el derecho de las bestias Buenos Aires, 1958,
Perón, Eva. M i mensaje. Buenos Aires, 1994.
Perón, Juan D. Cooke, John W. Correspondencia (2 tomos) Buenos Aires, 1984.
Perón, Juan Domingo, Obras completas.(28 tomos) Buenos Aires, 1987.
Peterson, Harold, La Argentina y los Estados Unidos 1914-1960. Buenos Aires, 1985.
Pigna, Felipe Programa Lo pasado, pensado,, en Canal 7 de televisión, 3 de septiembre de 2008
Pinedo, Federico. En tiempos de la República. Buenos Aires, 1946.
Potash, Robert. El Ejército y la política en la Argentina, 1928-1973. Buenos Aires, 1971/1994.
Potash, Robert. Perón y el GOU. Buenos Aires, 1984.
Puiggros, Rodolfo. El peronismo: sus causas. Buenos Aires, 1969.
Puiggros, Rodolfo. Historia crítica de los partidos políticos. Buenos Aires, 1986.
Quatrocci Woisson, Diana, Los males de la memoria. Buenos Aires, 1995.
Quijada, Mónica. El proyecto peronista de creación de un Zoillverein sudemericano 1946-1955.
En Ciclos N° 6. Buenos Aires, 1984.
Quiroga, Hugo, El tiempo del “proceso”. Conflictos y coincidencias entre militares y políticos.
1976-1983.
Ramos, Jorge Abelardo. La era del peronismo. Buenos Aires, 1981.
Ramos, Jorge Abelardo. Revolución y contrarrevolución en la Argentina. Buenos Airés, 1972.
Rapoport, Mario y Splgel, Claudio. Estados Unidos y el peronismo. Buenos Aires, 1994.
Rapoport, Mario, ¿ Aliados o neutrales ? Buenos Aires, 1988.
Rapoport, Mario, El laberinto argentino, Buenos Aires, 1997.
Rapoport, Mario, CIran Bretaña, Estados Unidos y las clases dirigentes argentinas.
Buenos Aires, 1981.
Reyes, Cipriano. Yo hice el 17 de octubre. Buenos Aires, 1973.
Rock, David. La Argentina autoritaria. Buenos Aires, 1993
Rodolfo Terragno, Memorias del presente
Rojas, Isaac Francisco. Memorias del almirante Rojas. Buenos Aires, 1993.
Romero Carranza, Alberto. La presidencia deFrondizi. Buenos Aires, 1984.
Romero, Luis Alberto. Breve Historia Contemporanea de la Argentina. Buenos Aires, 1994.
Rosa, José Maria, El problema del Beagle.
Rosa, José María. Historia Argentina. Buenos Aires, 1964/1992.
Rosendo Fraga, Ejército, del escarnio al poder,
Roth, Roberto. Los años de Onganía. Buenos Aires, 1981.
Rouquie, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina. Buenos Aires, 1983.
Sampay, Arturo. La Constitución Democrática. Buenos Aires, 1999.
Sanmartino de Dromi, M aría Laura, Historia Política Argentina.
Scalabrini Ortiz, Raúl, Los ferrocarriles deben ser argentinos.
Scalabrini Ortiz, Raúl. Política británica en el Río de la Plata. Buenos Aires, 1974.
Scenna, Miguel Ángel. FORJA, una aventura argentina, (de Yrigoyen a Perón)
Buenos Aires, 1972.
Scenna, Miguel Angel. Los militares. Buenos Aires, 1980.
Schvarzer, Jorge, La política económica de Martínez de Hoz
Schvarzer, Jorge. La industria que supimos conseguir. Buenos Aires, 1996.
Secretaría de Asuntos Económicos, Producto e ingreso en la Argentina, Buenos Aires
Senen González, Santiago, Diez años de sindicalismo argentino.
Senkman, Leonardo. El peronismo visto desde la legación israelí en Buenos Aires.
En Desmemoria N° 5 Buenos Aires, 1994.
Seoane, María y Muleiro, Vicente, El Dictador.
Seoane, Maria. Todo o nada. Buenos Aires, 1992.
Sguigliaa, Eduardo, El club de los poderosos, Buenos Aires, 1991.
Smith, Peter. Carne y política en la Argentina. Buenos Aires, 1968.
Spitta, Arnold, El proceso de Reorganización Nacional de 1976 a 1981.
Taiana, Jorge, El último Perón.
Torrado, Susana. Estructura social de la Argentina, 1945-1983. Buenos Aires, 1992.
Torre, Juan C. Los sindicatos en el gobierno 1973/1976. Buenos Aires, 1989.
Torres, José Luis. Algunas maneras de vender la Patria. Buenos Aires, 1940.
Torres, José Luis. La década infame. Buenos Aires, 1945.
Torres, José Luis. La oligarquía maléfica. Buenos Aires
Troncoso, Oscar, El Proceso de Reorganización nacional.
Turalo, Carlos. De Isabel a Videla. Buenos Aires, 1996.
Tusie, Diana y Federman, Andrés. El golpe de Menéndez. En Todo es historia N° 67.
Buenos Aires, 1972.
Ulanovslcy, Carlos, Seamos felices mientras estamos aquí.
Uñarte, Claudio, El almirante cero.
Urriza, Manuel, Atlas. Historia de una experiencia sindical latinoamericana, Buenos Aires, 1988
Vázquez, Enrique, PRN. La última.
Verbitsky, Horacio La educación presidencial.
Verbitsky, Horacio, La última batalla de la tercera Guerra Mundial.
Verbitsky, Horacio. Ezeiza. Buenos Aires, 1986.
Vilas, Acdel, manuscrito inédito.
Waldmann, Peter, El Peronismo, Buenos Aires.
Whitaker, Arthur. La Argentina y los Estados Unidos. Buenos Aires, 1956.
Wiskemann, Elizabeth. La Europa de los dictadores 1919-1945. Buenos Aires, 1983.
184