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Cultura de Reino de Cristo

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CULTURA DE REINO

“Entendamos qué es cultura”

La ciencia define cultura como: “Ese todo complejo que incluye conocimiento, creencia, arte,
moral, ley, costumbres y cualquier otra capacidad, a fin de perfeccionarse por medio del
ejercicio y del estudio de las facultades intelectuales del hombre, pero acentúa lo espiritual, en
la vida tradicional de un pueblo”.

Al aplicar esta definición, a la cultura del Reino, nos muestra que abrazar esta cultura, es una
tarea compleja pero no imposible, y es a lo que nos debemos orientar. Hay temas en la Biblia,
imposibles de desculturizar. Dios, a través de su Palabra que se hace vida en Cristo, nos trata
de incorporar la cultura de Reino. Por eso, el mensaje del Reino demanda una forma distinta
de pensar. (Romanos 12: 2).

Por eso Jesús NO dijo: “vengo a arrepentirlos”. Sino que dijo: “arrepentíos que el Reino ha
llegado”. Los cambios deben ser producidos por nosotros, por eso nos lleva tanto tiempo
entender, que el Reino de Dios tiene una cultura.

¿Por qué eligió Dios una cultura y un tiempo, para que la Biblia fuese escrita? Si no hay una
razón, entonces, todo es una improvisación. Por alguna razón, Dios tomó una cultura, que no
es la nuestra, sino una desde los días de Moisés hasta Juan de Patmos, en Apocalipsis. Son casi
1500 años de historia, donde se hizo un paréntesis en la eternidad y en este lapso de tiempo,
se escribió el libro, que serviría para que todas las generaciones que estén en la tierra,
entiendan el Reino.

Dios abrazó una historia, y con esa historia a hombres, cultura, formas de pensar aún formas
políticas. Dios envaso todo esto en un solo hombre “CRISTO”. Todas esas características están
en él y es la forma segura de que nosotros hoy, entendamos el pensamiento de Dios con
respecto al establecimiento de su Reino en la tierra. Él lo dijo en: (Mateo 11:27) (1 Corintios
1:26-30) Si leemos la Biblia sin entender su cultura, es como cuando abrimos un producto
envasado y lo dejamos al aire libre, mientras que ese producto está envuelto o envasado se
puede conservar mucho tiempo y no se echa a perder. Cuando sacan la Biblia de su historia y
cultura, dicen ¿por qué a mí no me funciona la Biblia? Cristo mismo nos dio la respuesta a esa
pregunta en: Juan 5:39-40: 39 Ustedes estudian las Escrituras con mucho cuidado, porque
esperan encontrar en ellas la vida eterna; sin embargo, aunque las Escrituras dan testimonio
de mí, 40 ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida. Pues cristo en nosotros trae el
Reino a nuestras vidas, él hace que la palabra de Dios tome vida.
.

Que la sabiduría del Padre te guíe a entender la necesidad de conocer la cultura del reino para
diferenciarla de la cultura de este mundo, valorar la cultura de reino para comenzar a vivirla.

“Entender la cultura del Reino”

La Biblia comenzó a ser escrita hace más de 3000 años, en un concepto cultural histórico, de
personas que razonaban de la manera en que Dios les revelaba, era un mismo espíritu, su
pueblo, su cultura, diferente a la del resto del mundo; y hasta que cristo no nos revele su
cultura, no lograremos capturar cómo razonaban los del pueblo de Dios, ni que ese envase de
quienes escribieron las escrituras suelte la revelación en que fue encapsulada hace miles de
años atrás, pues cada página de la Biblia tiene un envase cultural.
Dios tuvo en cuenta todos los detalles, cultura, idioma, usos, costumbres, ninguna de estas son
perfectas pero eran las que más se acercaban para encapsular un principio de Dios. El ejemplo
de las vidas de estos hombres y mujeres de las Escrituras, son los que hacen que nos
distingamos de los hombres y las mujeres que hacen parte del Reino de este mundo.

El primer paso, para entender la cultura del Reino es entender a Cristo y su carácter. Entender
esto, es como esperar de parte de Dios, un código secreto que nos va a entregar y, cuando lo
marquemos dentro de nuestro mundo racional, se nos va a abrir un tesoro de revelación en
nuestro espíritu, vamos a comenzar a ver lo que jamás hemos visto en nuestras vidas. (Efesios
3:3)
Es clave entender “cultura” en la Biblia, porque la Biblia no fue escrita para latinos, ni judíos, ni
anglosajones, por eso Pablo dice: “No hay griego, ni judío, ni bárbaro ni escita”, es decir que,
no hay ninguna cultura en la tierra que pueda entender el Reino de Dios. Es necesario
concentrarnos en Cristo y hará que entendamos la Biblia como un todo, no existe
contradicción en ella.

Necesitamos cambiar nuestra manera de pensar con la que hemos nacido, cambiar la cultura
que nos implementaron nuestros padres, volver a nacer como le dijo Jesús a Nicodemo (Juan
3:1-21) para así incorporar el pensamiento y poner en práctica la vida de Cristo y los principios
bíblicos a fin de traer la cultura del Reino.

Si no estamos en Cristo estamos demasiado lejos del mensaje que predicamos respecto de
nuestra realidad, no hay testimonio. Por ejemplo, cuando hablamos de influenciar el mundo,
de tomar posición en los niveles de autoridad. Nuestra humanidad nos hace pensar, cuando
vemos la actualidad de la iglesia, que estamos lejos de alcanzarlo. Pero tenemos que morir y
que Cristo se haga realidad en nuestra vida para que sea él luchando y así provocar los
cambios y tener la victoria de Cristo que es establecer el Reino de Dios.

El Espíritu nos debe revelar, cuánto de esta cultura bíblica está ausente en nuestra vida y si esa
es la triste realidad, entonces ya tenemos un bloqueo mental que necesitamos superar, para
entender, por qué las cosas de Dios, no pueden avanzar en nuestros días.

¿Cómo hacer para que una persona muera a la cultura en la que ha nacido y resucite a la
cultura del Reino de Dios? Queremos resultados bíblicos pero sin envase, frecuentemente
vamos a la Biblia y la envasamos en nuestra cultura. Pero en este tiempo coyuntural de la
historia, Dios tiene que romper nuestros envases, eso provoca la unidad de la fe; unidad es
unir nuestros pensamientos a los de Cristo, unidad todos hemos logrados unificar la nueva
cultura.

“Dar a conocer la cultura del Reino”

La perspectiva del Reino de Dios es sagrada, por lo cual no se puede caer en confundir lo
espiritual con lo material, sin saber si una cosa es más importante que la otra. Caminar con
Jesucristo, su aplicabilidad se vuelve viva en el entendido que el Reino de Dios, con sus
implicaciones de verdad y solidaridad nos lleva a compromisos en la vida cotidiana. ¿Qué
significa esto? Si el discipulado del reino tiene como objeto teórico y práctico la vivencia real
del reinado de Dios, entonces, el testimonio cristiano tendrá su razón de ser y se justificará
siempre en cualquier cultura, en cualquier espacio, en todo tiempo y en todo lugar.

Nuestro testimonio de vida, tendrá una razón de ser, porque el Reino de Dios va a permear
todas las estructuras, culturas y valores. Y al permear más allá de las estructuras y culturas,
entonces la cultura del Reino va también más allá de las percepciones filosóficas, teológicas y
políticas, y su efecto, al tiempo que es inminente, se vuelve sensible y sensato.

La contracultura del Reino se interpreta como un estilo de vida, derivado de toda una
conceptualización y vivencia a la luz del Reino de Dios. Un compromiso, que se reconoce en la
soberanía absoluta de Dios. Es así, que la vivencia de los valores y principios del Reino llegan a
contrastar en muchos casos, con los valores culturales y se convierte entonces, en una especie
de contracultura.

El Evangelio del Reino, en lugar de rendir culto a una cultura, confronta esa cultura, y a la vez,
establece elementos, principios y propuestas que transforman esa cultura. La declaración de
Cristo fue: “oíste que fue dicho, pero yo os digo”.

La forma de vida del Reino, no puede ser continuidad de una determinada cultura de este
mundo, pero sí puede, en algunos momentos, ser desestabilizadora de los elementos
culturales y hasta de los anti valores del sistema. Pero en esencia, el pensamiento del Reino es
una forma de vida marcada por los parámetros y desafíos que el mismo Dios establece.

Habrá seguramente, otros estilos de vida marcados por otros reinos, pero este proceso
formativo e integral, que implica una determinación radical de someterse a las demandas de
Jesucristo, a su señorío en la totalidad de la vida, es un compromiso de vida, marcado por el
Dios del Reino y que debe ser expresado de manera conceptual, teórica y vivencialmente
práctico.

“Principio de obediencia”

Para hacer evidente la cultura del Reino, es imprescindible el principio de obediencia, que
demanda, una fe innegociable en los postulados que Cristo presentó a sus seguidores.

La palabra “obediencia” significa ser persuadidos por un gobernante, someterse a la autoridad,


conformarse al consejo, escuchar con atención. Por otra parte, esta palabra en el idioma
hebreo significa ver inteligentemente, prestar atención, estar atento, consentir, entendido,
discernir, divulgar, dócil, entender, escuchar.

En las Escrituras se nos da a entender que, toda la manifestación de la bendición de Dios viene
a nuestra vida cuando somos obedientes a su Palabra y particularmente en las instrucciones
dadas al pueblo de Dios.

Cuando la Biblia habla de obediencia, primero se refiere a Dios y segundo a los hombres que
Él ha puesto en la familia, iglesia y en la nación, como sus autoridades representativas. Todo
aquel que conoce y practica la obediencia y la sujeción, está listo para que el gobierno de Dios
o su Reino sea una realidad en su vida. Una sana y verdadera subordinación, significa que
reconocemos que hay alguien, quien está por encima de nosotros, al cual debemos estar
sometidos por la obediencia y por la autoridad que tiene sobre nosotros.

Pero en esto tenemos un bloqueo mental, puesto que, en las Escrituras, encontramos una
cultura de obediencia, pero en la actualidad tenemos una cultura de sugerencia. Nacimos en
una cultura de capricho, porque desde chicos fuimos acostumbrados a que se alimentaran
nuestros caprichos. Cuando tenemos una cultura de capricho, nos gusta el Evangelio mientras
alimenta nuestros intereses, pero cuando se nos demanda obediencia a una visión, se
manifiestan todos nuestros caprichos, porque fuimos culturalmente entrenados para eso.
Restauración de la cultura del Reino en nuestros corazones.

Sabemos que Dios es perfecto y ha creado al hombre perfecto, su mente es perfecta y Él habla
a lo perfecto. Que nosotros no hayamos tenido el hogar perfecto, lo ha dispuesto Dios para
formar nuestro carácter y es nuestro problema si crecemos o no, no es el problema de Dios.

¿Sabe cómo nos habla Dios hoy? Como si fuéramos Adán antes del pecado. Dios nunca nos va
a hablar como pecadores, porque Dios no tiene contacto con el pecado, Dios nos habla como
perfectos.
Pero solo puede hablarnos de esa manera cuando hemos decidió tomar la cruz y que Cristo sea
el señor de nuestra vida, ya que Cristo fue varón perfecto, por eso, desde el comienzo Dios nos
demanda la perfección, se lo dijo a Abraham cuando lo llamó para cumplir su plan: “Yo soy el
Dios Todopoderoso, anda delante de mí y sé perfecto”. Luego Cristo lo reiteró como un desafío
para todos sus discípulos, “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los
cielos es perfecto”, (Mateo 5:48).

Igualmente el apóstol Pablo nos dice que seamos perfectos, que sigamos una misma regla y
tengamos una misma mente para llevar a cabo los planes que Dios ha trazado en nuestras
vidas.
“¿Con qué tiene que ver la perfección?”

Perfección, en el aspecto establecido por Dios al hombre, no indica impecabilidad; tiene que
ver con integridad, plenitud, excelencia, ser completo y maduro. Ese es nuestro estándar,
porque en Cristo estamos completos.

En la cultura presente, de hogares disfuncionales y modelos de familia distorsionados, nos


cuesta entender las demandas que establecen las Escrituras en el tiempo que fueron
declaradas. Entendían estos postulados desde una perspectiva familiar distinta.

Por lo tanto, Dios no acepta excusas que justifiquen nuestra inutilidad y desobediencia a los
desafíos que su Reino nos presenta; no podemos convencerlo con nuestros argumentos
diciéndole: “Señor tú sabes el hogar que yo tuve…” “Dios, tú conoces los traumas recibidos por
culpa de mis padres”, etc., y Él nos responde: “¿De qué me estás hablando, si Yo en Cristo te
hice completo?” Dios nos habla y nos dice, “Yo hablo al hombre perfecto que está dentro de
ti.” Por eso, nuestra tarea es ser perfectos en la cultura del Reino de Dios.

Dios no nos juzga por haber nacido en esta generación, pero tampoco justifica nuestros
desaciertos y pecados, porque para eso nos dejó su Palabra y nos dejó sentados juntamente
con Cristo. A medida que la historia avanza y nos alejamos más de la cultura bíblica que es la
del reino, y más nos arraigamos a la cultura de este mundo, más estarán degradadas las
generaciones.

Entonces, una persona que nació en un hogar inestable, producto de esta sociedad decadente
culturalmente, arrastra esos paradigmas a su nueva experiencia de fe. En sí, es una persona
dañada y violada, que bien es cierto, necesita un nivel de sanidad interior, pero que no
podemos hacer de este elemento el centro del ministerio, sino traer sanidad de sus corazones
porque a eso vino Cristo a sanar los corazones quebrantados (Lucas 4: 18-19) y con el
establecer su cultura, y cambiar la forma de ver la vida, porque lo que está en juego es el
propósito de Dios y no el problema del hombre.
En la Biblia encontramos el modelo de educación familiar, en nuestros días la educación es
Estatal. A nuestros hijos los educan personas que no conocemos, para nosotros el éxito de la
educación de nuestros hijos son las buenas notas que traen en una libreta de calificaciones.

En la iglesia aplicamos ese mismo patrón, pero Dios nunca le dio al Estado u otra institución, el
poder de la educación; se lo dio a la familia, y particularmente al padre, porque es en ese
ámbito que se forman los valores de una cultura que va a afectar a toda una generación.

“Sacerdotes y reyes”

Actualmente encontramos hijos desobedientes, mal educados, que insultan en sus hogares, en
la Iglesia y en cualquier lado. La única manera de discipular a un hijo así, es perdonarlo crecer
en el carácter de Cristo, entender que no es él si no el espíritu que lo gobierna por lo que ha
recibido de la cultura anterior y hacerlo entender este proceso de desculturización y que
asuma la cultura del Reino.

La Biblia fue escrita en cultura de maestros, por eso en la mayoría de los libros de la Biblia
vemos que Dios habla y alguien como maestro, que explica lo que Dios habló. Hoy en día
estamos en la era del Reino y de establecer a causa de Cristo esa cultura a través de los
vencedores que Dios ha escogido (los 144 mil), de esta manera el Reino de Dios es
comprensible y está más cerca de manifestarse.

El problema de nuestra cultura es que se enseña algo desde el púlpito, y cuando se discute en
los grupos el tema tratado, se sacan múltiples doctrinas y conceptos que nunca se dijeron,
porque no tenemos cultura de discípulo. El modelo del Reino, demanda renunciar a nuestra
cultura, al yo, y dejar que la cultura del Reino de Dios se imprima en nuestra vida, para
reproducirla en otros.

Si nuestra cultura es del Reino, entonces la atmósfera del Reino se va a mover a nuestro favor.
Detrás de una cultura hay un culto y detrás de un culto hay un espíritu y detrás de un espíritu
hay un gobierno.

Todo lo que nos falta para cumplir el propósito de Dios, es un problema de pensamiento, es un
problema de cultura. La cultura aglutina gente de un mismo espíritu. Se nos ha entrenado
como buenos sacerdotes, pero pésimos reyes. El rey nace y se hace, por eso debe aprender la
cultura y el protocolo del Reino y para ello debe desprenderse de la cultura de la que proviene.

No se puede vivir en una nueva cultura y disfrutar de ella si no renuncia a la cultura de la cual
procede. No podemos tener una cultura de Reino con una mentalidad de plebeyo, y es un
limitante que los latinos debemos superar, pues somos una mezcla de cultura indígena,
africana y española, con todas sus implicaciones.

“¿A través de quién se establece la cultura del Reino?”

Para dar a conocer esta cultura, lo primero que tenemos que preguntarnos es, ¿quién es el
instrumento indicado para hacer eso? La respuesta es sencilla, el cuerpo de Cristo. La otra
pregunta sería, ¿por qué el cuerpo de Cristo?, y esta respuesta la encontramos en las
Escrituras.

Primeramente en Mateo 13:11, Jesús dijo: “…Porque a vosotros os es dado saber los misterios
del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.” Jesús dice a sus discípulos que los escogió
para revelarles los misterios del Reino de Dios, para que a su vez ellos se encarguen de
comunicarlo a otros.

Y luego en Mateo 16:18-19, Jesús reitera que las llaves del Reino le son otorgadas a la iglesia
para ejercer la autoridad y poder de extenderlo hasta lo último de la tierra, sin que haya fuerza
del mal que lo impida. (Apocalipsis)

Al finalizar su ministerio terrenal y antes de ascender al cielo, Jesús recuerda la responsabilidad


de extender el Reino hasta lo último de la tierra y para llevar a cabo esta solemne misión,
promete revestirlos con el poder del Espíritu Santo.

Si bien es cierto que a los apóstoles y profetas les son revelados estos misterios del Reino de
Dios, no obstante, son los santos los llamados y deben ser preparados para dar a conocer éste
mensaje.

Es por ello, que existe actualmente una revolución que está causando cambios trascendentales
en los hijos de Dios.El resultado es una transición de una cultura de iglesia a una cultura de
Reino, una cultura de culto religioso por una cultura de gobierno, es el surgimiento de una
nueva generación de creyentes que están comprometidos a ejercer su real sacerdocio, es
decir, ser primero reyes y luego sacerdotes.

Son todos aquellos que han entendido que la redención que Cristo hizo de sus vidas, fue
primero para recuperar los reyes que gobiernen sobre la tierra y luego los sacerdotes que
adoren en el cielo.

Es por estas verdades que Dios está sacudiendo las estructuras de las iglesias tradicionales,
que ya no son capaces de contener la energía creativa de los discípulos de Cristo que se han
comprometido a predicar y aplicar el Evangelio del Reino, para afectar todos los sistemas y
gobiernos de la tierra.

por:VICTORIA MURIEL R.

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