Musica Programatica
Musica Programatica
Musica Programatica
en la mente del oyente, representando musicalmente una escena, imagen o estado de ánimo. Al
contrario, se entiende por música absoluta aquella que se aprecia por ella misma, sin ninguna
referencia particular al mundo exterior a la propia música. El término se aplica exclusivamente en
la tradición de la música clásica europea, particularmente en la música del periodo romántico del
siglo XIX, durante el cual el concepto va a tomar gran popularidad, llegando a convertirse en una
forma musical autónoma, a pesar de que antes ya habían existido piezas de carácter descriptivo.
Habitualmente el término se reserva a las obras puramente orquestales (piezas sin cantantes ni
letra) y por lo tanto no es correcto utilizarlo para la ópera y los lieder.
Renacimiento[editar]
Los compositores del Renacimiento han escrito una abundante cantidad de música programática,
especialmente para clavecín, incluyendo obras como por ejemplo The Fall of the Leaf ("La caída de
la hoja") de Martin Peerson o The Battle ("La batalla") de William Byrd. Para esta última obra, el
compositor elaboró una descripción escrita de las diferentes secciones: "Emplazamiento de los
soldados, marcha de infantería, marcha de caballería, trompetas, marcha irlandesa, gaita y tabal,
flauta y tabal, marcha a la batalla, las tropas se enfrentan, retirada, gallarda de la victoria."
Período barroco[editar]
Probablemente la obra más famosa del barroco sea Las cuatro estaciones de Antonio Vivaldi, un
conjunto de cuatro conciertos para violín y orquesta de cuerda que ilustra las estaciones del año
con lluvia, el zumbido de las moscas, vientos helados, esquiadores sobre el hielo, campesinos
bailando y muchas más cosas. El programa de la obra se explicita con una serie de cuatro sonetos
escritos por el compositor. Otra obra programática barroca muy conocida es el Capricho sobre la
despedida de un estimado hermano, BWV 992, de Johann Sebastian Bach, las secciones del cual
traen encantadores títulos descriptivos ("Los amigos lo rodean e intentan disuadirlo de marchar,"
"Le explican los peligros que puede encontrarse," "El lamento de los amigos," "Como no pueden
disuadirlo, se despiden de él," "Ária del mozo de puesta," "Fuga en imitación de la trompa del
mozo de puesta.")
Período clásico[editar]
Quizás es este periodo el que dio menos música programática. En este periodo, más que en ningún
otro, la música se nutría de sus recursos internos, notablemente en las obras compuestas en
forma sonata. Sin embargo, se cree que un cierto número de las primeras sinfonías de Franz
Joseph Haydn pueden haber sido música de programa; por ejemplo, el compositor dijo en una
ocasión que una de sus primeras sinfonías representaba "un diálogo entre Dios y el pecador". No
se sabe a cual de sus sinfonías se refería. Un compositor menos conocido de la época clásica, Karl
Ditters von Dittersdorf, escribió una serie de sinfonías basadas en Las metamorfosis de Ovidio. En
cierto sentido, la sexta sinfonía de Ludwig van Beethoven, conocida como "Pastoral", se puede
considerar música programática.
Período romántico[editar]
Beethoven sentía una cierta reluctancia a componer música programática, y dijo de su Sinfonía nº
6 (Pastoral - 1808) que "la obra entera puede ser percibida sin descripción - es más una expresión
de sentimientos que un poema musical". Aun así, la obra contiene descripciones de los cantos de
los pájaros, el rumor de un riachuelo, una tronada, etc. Beethoven volvió más tarde a la música de
programa con su Sonata para piano Op. 81a, Les Adieux, que describe la despedida y el regreso de
su amigo el Archiduque Rudolf de Austria.
La Sinfonía fantástica de Hector Berlioz es una narración musical de una historia de amor
hiperbólicamente emocional vivida por el autor. Franz Liszt proporcionó programas explícitos para
muchas de sus piezas para piano, pero también es el inventor del poema sinfónico.
El año 1874, Modest Músorgski compuso, utilizando sólo las posibilidades dinámicas del piano,
una serie de piezas describiendo la contemplación de diez pinturas y dibujos de sus amigos en una
galería. Se trata de Cuadros de una exposición, más tarde orquestada por Maurice Ravel. El
compositor francés Camille Saint-Saëns compuso muchas piezas breves que también calificó de
poemas sinfónicos. Entre los más populares hace falta destacar la Danza macabra (Saint-Saëns) y
algunos movimientos de El carnaval de los animales. El compositor francés Paul Dukas es
recordado por su poema sinfónico El aprendiz de brujo, basado en un cuento de Goethe.
Igualmente, Chaikovski utilizó esta forma musical en diversas composiciones, entre las que destaca
la célebre Obertura 1812, donde se describe puntualmente el enfrentamiento entre las tropas
imperiales de Rusia y las de Napoleón Bonaparte, incluyendo fragmentos donde reproduce La
Marsellesa, símbolo del ejército invasor.
Posiblemente el compositor más adepto a la música de programa fue el alemán Richard Strauss,
que compuso poemas sinfónicos como por ejemplo Tod und Verklärung (retratando la agonía de
un hombre y su entrada al cielo), Don Juan (basada en la clásica leyenda de Don Juan), Till
Eulenspiegels lustige Streiche (basada en episodios de la vida del personaje legendario alemán Till
Eulenspiegel), Don Quixote (retratando episodios de la obra de Miguel de Cervantes, Don Quijote),
Ein Heldenleben (que describe episodios de la vida de un héroe anónimo, que a menudo se ha
identificado con el mismo Strauss) o la Sinfonía Doméstica (que narra episodios de la vida familiar
del compositor, incluyendo el momento de traer los niños a la cama). Se ha dicho que Strauss
afirmó que con música puede describirse cualquier cosa, ¡incluso una cuchara de café!1
Siglo XX[editar]
En el siglo XX, la Suite Lírica de Alban Berg fue considerada durante mucho tiempo música
absoluta, pero el año 1977 se descubrió que de hecho estaba dedicada a Hanna Fuchs-Robettin.2
Leitmotivs importantes están basados en las series melódicas A–B–H–F, que son sus iniciales
combinadas. El último movimiento contiene una recreación de un poema de Baudelaire, suprimida
por el compositor para la publicación [1].
Por último hay que añadir que la música está basada en una obra extra musical, no quiere
describir nada, por lo tanto no es descriptiva. No tiene nada que ver la música programática, que
tiene toques descriptivos, con la música descriptiva, que quiere describir algo.
Música descriptiva[editar]
Poema Sinfónico[editar]
Composición para orquesta, con un solo movimiento (una parte) que está determinada por algo
externo a la música (idea extramusical) descriptiva o poética (un poema, una idea argumentada..)
Su objetivo es mostrar musicalmente esa idea o poema. Por ejemplo: Danza macabra, de Saint-
Saëns.
Música incidental[editar]
La música incidental es la música que se compone para un momento concreto de una obra de
teatro, principalmente. Hoy en día correspondería a ciertas bandas sonoras del cine, música
compuesta para unas determinadas imágenes
Música Programática
INTRODUCCIÓN
Música programática, música que describe un tema no musical, como puede ser un relato, un
objeto o una escena, mediante el uso de efectos musicales. La intención de utilizar la música con
propósitos descriptivos se pierde en la noche de los tiempos. La pregunta de si la música por sí
sola es capaz de describir algo también es antigua y nunca ha recibido una respuesta definitiva.
Por ello, es cuestionable si los oyentes reconocen lo que se está describiendo con la música sin la
ayuda de títulos, sinopsis, notas de programa, citas literales o citas de melodías conocidas que se
asocien a temas muy determinados, como las marchas militares, los himnos, las canciones de
amor tradicionales, las canciones de caza o las patrióticas. Las imitaciones obvias de sonidos
reales, como los efectos de tormenta de los timbales o las aproximaciones al canto de un pájaro
en la flauta, son ejemplos que posiblemente hayan sido utilizados por los compositores durante
siglos. Los oyentes tal vez puedan reconocer, sin que se les aclare nada, el significado de la pieza
para teclado La poule (La gallina, 1706) del compositor francés Jean Philippe Rameau. El violinista
italiano Niccolò Paganini podía reproducir en su instrumento unos sonidos que sus oyentes
reconocían inmediatamente como los del corral o el del tañido de las campanas de la iglesia. No
obstante, a excepción de estas posibilidades literales o efectistas de la descripción musical, el
elemento de la imaginación es esencial para el oyente, incluso si el compositor ha dado
explicaciones extramusicales o literarias. En algunos casos, como en el así llamado tema del
destino al comienzo de la Quinta sinfonía de Ludwig van Beethoven, el público ha dado un
significado no anunciado por el compositor a esa música, al menos con palabras.
OBRAS PRERROMÁNTICAS
Los primeros compositores de piezas para instrumentos de teclado y de cuerda solían crear obras
descriptivas como la Batalla de Mr. Byrd del siglo XVI, una composición para teclado que describe
una contienda, obra del compositor inglés William Byrd. Continuó escribiéndose este tipo de
descripciones musicales a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Algunos ejemplos notables son las
Representaciones musicales de varias historias bíblicas, una serie de seis sonatas para
clavicémbalo del organista y compositor alemán Johann Kuhnau, y Las cuatro estaciones, una serie
de cuatro concerti grossi del compositor italiano Antonio Vivaldi. En la era del clasicismo (c. 1750-
c. 1820) las intenciones artísticas de la música no incluían la descripción de temas extramusicales.
Por el contrario, el propósito era coordinar los elementos musicales según leyes puras. Si las obras
instrumentales de la época contenían descripciones, los elementos no musicales generalmente se
ajustaban dentro de un esquema puramente musical de relaciones. Ejemplo de este criterio es la
Sinfonía pastoral (Sinfonía nº 6 en fa, opus 68, 1808) de Beethoven. La verdadera música
programática se impuso a finales del siglo XIX, cuando los compositores permitieron que el
programa determinara la forma general de una composición, así como las relaciones internas.
EL SIGLO XIX
A principios del siglo XIX, la música estaba muy influida por el movimiento literario conocido como
romanticismo. El compositor francés Hector Berlioz y el húngaro Franz Liszt fueron los líderes de la
música programática. Crearon obras basadas o inspiradas en temas literarios, pictóricos y otros,
como la Sinfonía fantástica de Berlioz (1830) cuyo subtítulo es Episodios de la vida de un artista, en
la que una idea melódica recurrente (idée fixe) representa a la mujer que persigue los sueños de
un músico. Berlioz compuso algunas de sus obras más bellas sobre temas tomados de William
Shakespeare y Virgilio. El culto al héroe romántico, dominante en aquella época, inspiró obras
sinfónicas cargadas de dicha atmósfera como la sinfonía Harold en Italia de Berlioz (1834), basada
en un poema épico del poeta inglés Lord Byron. Franz Liszt basó su sinfonía Fausto (1857) y su
Sinfonía Dante (1857) en grandes obras de la literatura. En estas partituras y en obras como Les
préludes (1854, sobre las Meditaciones poéticas de Alphonse de Lamartine), para la cual inventó el
término poema sinfónico, Liszt empleó el leitmotiv, usando frases melódicas específicas para
identificar personajes, acciones o símbolos, una innovación desarrollada por el yerno de Liszt, el
compositor alemán Richard Wagner, en sus dramas musicales.
Durante el curso del siglo XIX, el auge del nacionalismo quedó reflejado en obras como Má vlast
(Mi patria, 1874-1879), un ciclo de poemas sinfónicos del compositor checo Bedrich Smetana, que
describía aspectos de su país natal, y Finlandia (1900), un apasionado poema sinfónico, exaltación
de su país del compositor finés Jean Sibelius. La música programática probablemente alcanzó su
forma más compleja en los poemas sinfónicos del compositor alemán Richard Strauss, que empleó
todos los recursos de la orquesta moderna para describir héroes románticos, como en su Don
Quijote (1898), basado en la novela del escritor español Miguel de Cervantes. En esta obra, un
violonchelo solista representa al héroe y una viola representa al fiel servidor del héroe, mientras
que la orquesta en pleno comenta e ilustra sus aventuras.
OTROS DESARROLLOS
Hay otros tipos de música programática entre los que destacan La danza de la muerte (Dance
macabre, 1874), un estudio de lo grotesco del compositor francés Camille Saint-Saëns; las
variaciones Enigma (1899), retratos musicales de un grupo de amigos, del compositor británico
Edward Elgar; el Prélude à l'après-midi d'un Faune (Preludio a la siesta de un fauno, 1894), una
evocación musical sobre el poema del mismo nombre de Stéphane Mallarmé, compuesto por
Claude Debussy; y la Música para una gran ciudad (1964), obra orquestal que describe la vida en la
ciudad de Nueva York, del compositor estadounidense Aaron Copland.
La música programática también ha sido utilizada como propaganda política, este es el caso de
Tercera sinfonía, El primero de mayo (1931) del compositor soviético Dmitri Shostakóvich.
Los compositores más recientes, especialmente los que emplean el sistema dodecafónico, han
tendido a acentuar el carácter abstracto de la música y, si han usado títulos, los han escogido por
sus connotaciones generales más que por sus significados específicos, como en Diferencias (1959)
del compositor italiano Luciano Berio o Momentos (1964) del compositor alemán Karlheinz
Stockhausen. La música producida con sintetizadores o cinta electrónica puede decirse que ha
invertido el procedimiento tradicional de la descripción musical, dado que sus obras con sonidos
extramusicales reconocibles provienen de muchas fuentes y, por mezcla, fusión y distorsión llevan
lo que era específico al terreno de lo abstracto. Gran parte de este tipo de música ha sido utilizada
para describir los aspectos fantásticos o extravagantes de la vida, como en Manzanas doradas
sobre la Luna (1967) de Morton Subotnick.