Aportes Culturales
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LA EDUCACIÓN COLONIAL
La educación colonial que se desarrolló durante la colonia fue eminentemente clasista. Esto
quiere decir, que las clases sociales dominantes tenían acceso a todos los niveles de
educación, mientras que los grupos sociales dominados tenían solo una educación
elemental, o simplemente no tenían acceso a ella.
.
I.1. CARACTERÍSTICAS DE LA EDUCACIÓN COLONIAL:
Durante el periodo colonial la educación colonial y el acceso a esta tuvo las siguientes
características:
La división de los estudios durante el virreinato era: Primeras Letras, Estudios Menores y
Estudios mayores. Era una división flexible que cuando se trataba de pasar de un nivel al
otro, ponía énfasis en la habilidad del estudiante, tomando en cuenta que, entre la edad del
discípulo y los niveles de aprendizaje, no había mayor relación. Para los Estudios Menores
y Mayores, las clases se podían dictar tanto en la Universidad como en cualquier otra
institución educativa.
A. PRIMERAS LETRAS:
B. ESTUDIOS MENORES:
C. ESTUDIOS MAYORES:
Una de las causas del descubrimiento de América fue la difusión de la religión católica y
desde la creación del virreinato peruano la sociedad se caracterizó por profesar el
catolicismo y por poseer un profundo espíritu religioso.
El primer arzobispo fue fray Jerónimo de Loayza hasta que, en 1581, fue nombrado como
arzobispo fray Toribio Alfonso de Mogrovejo, considerado el verdadero organizador del
sistema eclesiástico en el virreinato, para cuyo efecto reunió en Lima dos concilios
provinciales. De acuerdo a esto la iglesia peruana se organizó en arzobispados, obispados y
curatos. Se contaba también con los curas doctrineros en las reducciones.
1. La organización religiosa en el virreinato
Se creó el Obispado de Lima (1541), que siete años más tarde fue elevado a
Arzobispado.
Sobre este mundo así constituido, advino la ola de evangelización con la irrupción de la
religión católica. Los misioneros y doctrineros fueron agentes activísimos de aculturación
religiosa, ya sea por la vía de la persuasión o de la imposición.
2.3. Extirpación de Idolatrías:
Fueron personas que demostraron en su vida cotidiana el apego a las prácticas virtuosas y la
caridad por los más necesitados. Entre los principales Santos destacan: Santa Rosa de Lima,
San Martín de Porres, Santo Toribio de Mogrovejo, etc.
Dominica nacida en Lima en 1586 en un modesto hogar de criollos pobres, dedicó su vida a
la caridad y al cuidado de los pobres y enfermos, sin discriminación de raza ni prejuicios
sociales. Murió en 1617. Fue canonizada en 1671 por el Papa Clemente X, quien la declaró
Patrona de América y las Filipinas.
Dominico nacido en Lima en 1579. Mulato hijo de un español y una esclava negra. Dedicó
su vida al cuidado de enfermos, en los que realizó curaciones asombrosas. Son igualmente
remarcables los cuidados que tenía con los animales, haciéndose célebre su famosa reunión
del perro, pericote y gato. Murió en 1639, siendo canonizado recientemente en 1962.
Nacido en España, llegó al Perú después de asumir sus votos sacerdotales. Sobresale por su
preocupación por los indios, cuyo idioma hablaba con fluidez. Llegó a ser Arzobispo de
Lima. Murió en Saña en 1606, siendo canonizado en 1729.
Los indígenas no renunciaron a la antigua religión andina, por el contrario, debajo del
cristianismo los indios camuflaron los ritos autóctonos. Los españoles indirectamente,
fomentaron este proceso, al edificar cruces, iglesias y capillas en los emplazamientos de las
antiguas “Huacas”.
Los indígenas disimularon los ídolos debajo de los altares y de las imágenes sagradas del
culto católico. Esto culturalmente, significó un fenómeno de disyunción y explica por qué
los mismos objetos sagrados fueron interpretados de maneras distintas en las dos culturas,
de modo que mientras los misioneros pensaban que el indio rendía cultura al santo patrono,
en realidad veneraba en la imagen europea algún rastro del dios o deidad ancestral. Los
santos se trasmutaron en ídolos.
2.7.1. Dominicos:
A. Santa Inquisición
Denominado también Tribunal del Santo Oficio, fue establecido en el Perú en 1570 durante
el gobierno del Virrey Francisco de Toledo. Su objetivo fue velar por los intereses de la
Iglesia católica, combatiendo las herejías, la brujería y las religiones ajenas a la fe católica.
Los indios estaban fuera de su jurisdicción.
2.7.2. Franciscanos:
Arribaron en 1532.
2.7.3. Mercedarios:
Llegaron en 1533.
2.7.5. Jesuitas
Hubo en total cinco Concilios Limenses, de los cuales, los más importantes fueron el
primer concilio (1556) y el segundo concilio (1561), ambos concilios fueron presididos por
Fray Gerónimo de Loayza González (primer obispo de Lima y primer arzobispo de Lima);
y, sobre todo, el tercer Concilio Limense convocado en 1562 por Toribio Alfonso de
Mogrovejo y Robledo (Sto. Toribio de Mogrovejo)
La literatura colonial, fue una continuación de las escuelas y estilos literarios imperantes en
la península española. No obstante, el Virreinato del Perú produjo escritores que destacaron
por ciertas peculiaridades de estilo derivadas en sus experiencias vitales.
La literatura colonial cronológicamente comprende desde fines del siglo XVI hasta el siglo
XVIII. Se caracterizó por ser retórica y artificial, en lo formal y religiosa y laudatoria, en el
contenido. A pesar de los dos siglos que abarca, la producción en cantidad es escasa y la
calidad es pobre.
a. CARACTERÍSTICAS
Dependencia de España.
Alto valor histórico.
Estilo satírico.
Imitación.
b. FASES O PERIODOS
Durante este tiempo, los literatos coloniales imitaron a las corrientes literarias presentes en
Europa. Se presenta tres periodos:
El Barroco: Fue una producción con un estilo de recargar las producciones con muchos
recursos literarios. Se le dio mucha importancia a la lírica. Los poemas escritos en esa
época poseen muchos recursos estilísticos (siglo XVII hasta mediados del siglo XVIII).
Principales representantes: Juan de Espinoza Medrano y Juan del Valle y Caviedes.
c. REPRESENTANTES
Clasicismo:
Amarilis
Amarilis, fue una poeta peruana, cuyo verdadero nombre se desconoce y que compuso la
Epístola a Belardo dirigida a Lope de Vega y publicada por éste en su Filomena, en 1621.
En dicha Epístola la autora declara a Lope de Vega su amor platónico, así como da
información autobiográfica, en la cual afirma pertenecer a una familia de conquistadores
españoles que participaron en la fundación de la ciudad de Huánuco (en la sierra central del
Perú) y que residía en Lima, tras haberse consagrado a Dios vistiendo el hábito monjil. Es
un poema fluido, armonioso, delicado, tal vez es el más vivo ejemplo de la lírica peruana de
principios del siglo XVII.
Clarinda
Diego de Hojeda
Diego de Hojeda, natural de Sevilla, vino al Perú a los 15 años de edad para labrar fortuna.
El terremoto de 1586 hizo variar sus planes. Ingresó al Convento de los dominicos y actuó
al lado del arzobispo Toribio de Mogrovejo contra la relajación de costumbres. Se ordenó
de sacerdote en 1600. Ocupó los altos cargos de Prior del Convento de Santo Domingo del
Cuzco y del Convento del Rosario de Lima. En 1612 fue relevado de sus cargos en la orden
a causa de desavenencias con sus superiores; primero fue confinado como simple monje en
el convento de Cuzco, y luego en el de Huánuco de los Caballeros, donde falleció poco
después. En 1617 fue reconocida su inocencia, siendo rehabilitado públicamente. Su obra
principal es La Cristiada, extenso poema épico escrito en doce cantos, cuyo tema es la
pasión y muerte de Jesucristo. Está compuesta “en verso heroico” y “en estilo grave, en
erudición profunda y en devoción suave”. Su primera edición es de 1611, impresa en
Sevilla. Desde el primer momento recibió elogios, entre ellos, los de Lope de Vega. Es uno
de los mayores ejemplares de la poesía épica de habla castellana.
Diego Mexía de Fernangil, poeta nacido en España pero que desarrolló su obra literaria en
el Virreinato peruano. Es autor de la primera parte del Parnaso Antártico (1608); allí es
donde se inserta el anónimo Discurso en loor de la poesía (firmado con el seudónimo de
Clarinda). La segunda parte no llegó a publicarse y permaneció inédita hasta el siglo XX.
Es también reconocido como excelente traductor de las Heroidas del poeta latino Ovidio,
obra compuesta por 21 cartas de amor ficticias, dirigidas por heroínas mitológicas a sus
amantes.
Barroquismo
Juan de Espinoza Medrano, el Lunarejo
Juan de Espinoza Medrano, escritor de raza nativa, natural del pueblo de Calcauso (en la
actual provincia de Aymaraes, del departamento de Apurímac). Apodado "El Lunarejo".
Desde temprana edad evidenció su talento en el campo de las letras. Merced a una beca
creada por el obispo Antonio de la Raya, estudió en el Seminario de San Antonio de Abad
en el Cuzco, y prontamente fue doctor en Teología y catedrático de dicha asignatura en el
mismo Seminario. Destacó en la oratoria sagrada, desde su púlpito en la parroquia de San
Cristóbal. La multitud se agolpaba para escucharle. Mereció el apodo de “Doctor Sublime”.
En 1682 fue hecho canónigo a pesar de la enconada oposición de sus adversarios.
Finalmente, luego de haber sido Tesorero y Chantre de la Catedral del Cuzco, falleció en
medio del sentimiento general de su pueblo. En lo que a literatura se refiere, se convirtió en
el más alto exponente del culteranismo o gongorismo en el Perú y América.
Escribió una Apologética en favor de don Luis de Góngora y Argote (1662), apasionada
defensa del gran poeta cordobés contra los ataques del crítico portugués Manuel de Faría y
Sousa, pero también un extraordinario ejercicio de análisis de los versos gongorinos. La
calidad de la prosa de esta obra es tal, que Marcelino Menéndez Pelayo, que nunca entendió
las excelencias del gongorismo, no tuvo sin embargo reparos en calificarla de «perla caída
en el muladar del culteranismo». De manera póstuma, los discípulos de El Lunarejo
editaron una selección de 30 sermones del maestro, bajo el título de La novena maravilla.
También es autor de las obras teatrales: El rapto de Proserpina, El amar su propia muerte,
El hijo pródigo.
Juan del Valle y Caviedes (1652 o 1654-después de 1696), conocido como «El poeta de la
Ribera» fue un poeta satírico y elegíaco nacido en España, pero que vivió casi toda su vida
en el Perú. Quiso hacer fortuna en la actividad minera, pero su vida desordenada lo llevó
pronto a la ruina. Pobre, enfermo y viudo, alquiló uno de los Cajones de la Ribera,
tenduchos bajo el Palacio Virreinal, donde a la par de manejar un negocio modesto, se
dedicó a componer sátiras y poesías festivas. El público le rodeaba para oír sus festivos
ataques a los médicos y a otros tipos populares de la ciudad, y lo apodaron el Poeta de la
Ribera. Su fama llegó hasta México, donde la célebre Sor Juana Inés de la Cruz le escribió
una carta, que Caviedes respondió atentamente. Compuso también sonetos delicados,
poesías de lamento y arrepentimiento cristiano, romances religiosos, amorosos y
costumbristas.
Tuvo el deseo de publicar una selección de sus poesías bajo el título de Diente del Parnaso,
pero no lo concretó. Sus manuscritos fueron adquiridos por el doctor José Manuel Valdés y,
al morir éste, pasaron al coronel Manuel de Odriozola, quien los publicó en su Colección de
documentos literarios del Perú (tomo quinto, 1873). Una edición más depurada realizó
Ricardo Palma en su Flor de academias y diente del parnaso (1899). Posteriormente se fue
engrosando el corpus poético de Caviedes, merced a las investigaciones de Luis Alberto
Sánchez, el padre Rubén Vargas Ugarte y Augusto Tamayo Vargas, entre otros. Caviedes
destaca por el manejo del verso clásico con el que construye su poesía festiva y satírica, a
través de la cual hace una dura crítica del medio social dentro de una exposición realista y
descarnada. También cultivó la poesía mística, de arrepentimiento y de desdén a la muerte.
Neoclasicismo:
Sin duda, el literato más destacado de la primera mitad del siglo XVIII fue el limeño Pedro
Peralta y Barnuevo, hijo de padre español y de madre peruana. Fue uno de los más
completos polígrafos de su tiempo y la fama de su sapiencia cruzó las fronteras del imperio
español. Se graduó de abogado, profesión que alternó con las labores de ingeniería,
matemáticas y astronomía. Fue Cosmógrafo Mayor del Reino e Ingeniero Mayor. Trazó un
plan de defensas del Callao. Dictó la cátedra de Prima de Matemáticas en la Universidad de
San Marcos, de la que también fue rector. Sabía además 8 idiomas, en todas las cuales
escribía con perfección y elegancia. Por su portentosa erudición recibió el apelativo de
Doctor Océano. Tuvo un entredicho con la Inquisición a raíz de la publicación de uno de
sus libros de carácter místico.
Dejó una obra literaria muy vasta. Tamayo Vargas la divide en cinco grupos:
Destacó en su tiempo Lima Fundada, poema épico de gran aliento, en diez cantos, 1183
octavas reales y un total de 9.464 versos endecasílabos. Su primera edición es de 1732. La
segunda fue hecha por Manuel de Odriozola en su Colección de documentos literarios del
Perú (1863). Narra la llegada de los conquistadores, el sometimiento de los indios, la
división de los españoles en pizarristas y almagristas, y el desfile de una diversidad de
personajes coloniales: santos, héroes, prelados, poetas y aventureros.
Sin embargo, son sus obras teatrales las que han despertado más el interés de la crítica
moderna. En especial, destaca una adaptación más que traducción de la comedia La
Rodoguna de Corneille.
Pablo de Olavide
Escritor, traductor, jurista y político, natural de Lima. Es la figura más conspicua del
afrancesamiento literario y costumbrista. Estudió en la Universidad de San Marcos donde
se graduó en Teología y Derecho (1742). Fue asesor del Tribunal del Consulado, asesor del
Cabildo y accesitario de la Real Audiencia de Lima. En el ejercicio de sus funciones,
auxilió a los damnificados del horrendo terremoto de Lima de 1746, pero acusado de
apropiación de diversos bienes, viajó a España para defenderse. Llegó a sufrir prisión en
1754, pero fue liberado al año siguiente. Contrajo matrimonio con Isabel de los Ríos, una
acaudalada viuda que le ayudó a rehacer su fortuna. Viajó por Italia y Francia, periplo que
le sirvió para relacionarse con los prohombres de la Ilustración, entre ellos Voltaire y
Diderot, cimentando así su formación intelectual. Se estableció en Madrid (1765), donde
equipó una magnífica biblioteca; su casa se convirtió pronto en un centro de actividad
intelectual. Profesaba entonces las ideas liberales e incluso fue francmasón. Se volcó a
hacer obras sociales, pero atrajo sobre sí la envidia y fue acusado de herejía ante el Tribunal
de la Inquisición (1778). Sometido a proceso, recibió una fuerte condena, siendo recluido
en el convento capuchino de Caldas. Las protestas de los intelectuales europeos y las
súplicas de su familia hicieron que se le permitiera ir a tomar baños termales en Gijón, lo
que aprovechó para huir a Francia, pasando después a Suiza. Finalmente, se retractó
públicamente de sus ideas, lo que le valió el perdón, pudiendo entonces retornar a Madrid.
Fue precisamente en sus últimos años de reconciliación con el clericalismo cuando publicó
El Evangelio en triunfo, “historia de una filósofo desengañado” (1797); Poemas cristianos;
y Salterio español (1799), paráfrasis de los salmos de David. Ya en el siglo XX fueron
exhumadas las obras de su periodo afrancesado, de género dramático y narrativo, siendo
este último el que ha concitado el interés de la crítica moderna, pues se tratan de novelas
cortas, que harían a Olavide precursor de dicho género literario.
Cronistas de la colonización
Portada de la primera edición de la Crónica del Perú de Pedro Cieza de León (1553).
Agustín de Zárate
Natural de Valladolid, que llegó al Perú como funcionario contable. Autor de una
valiosa Historia del Descubrimiento y Conquista del Perú, publicada en Amberes
en 1555.
Clérigo que nunca estuvo en América, pero que a base de informaciones escritas y
orales, redactó y publicó la Primera y Segunda parte de la Historia General de las
Indias (Zaragoza, 1552), referida especialmente México, pero que incluye datos
referentes al Perú. Por su belleza literaria su obra gozó de mucha fama.
Religioso dominico, autor del Descubrimiento del río de las Amazonas, que José
Toribio Medina editó en 1894.
Toledanos (1568-1581)
Clérigo agustino, autor de Miscelánea Antártica, escrita entre 1576 y 1586, obra
dividida en tres partes: la creación del mundo, el origen de los indios y la historia de
los incas. Fue editada en el siglo XX.
El padre Martín de Murúa
Fernando de Montesinos
El padre José de Acosta
El padre Bernabé Cobo
Cronistas indígenas
Tres nombres se mencionan especialmente entre los cronistas indígenas, nativos o indios:
Autor de una original obra ilustrada: El primer nueva crónica y buen gobierno (sic),
escrito entre 1585 y 1615, y publicada recién en 1936. En ella presenta el proceso
de destrucción del mundo andino (que atribuye a la soberbia de los incas o a la falla
en la comunicación con los españoles), tratando de presentar una alternativa a la
realidad caótica de su tiempo.
Cronistas mestizos
Blas Valera
Clérigo y cronista, que durante mucho tiempo se creyó que era mestizo, pero en
realidad fue un español natural de Andalucía. Sin embargo, se compenetró tanto con
la cultura andina que se le puede considerar como un mestizo cultural. Su obra
principal es una Relación de las fábulas y ritos de los Incas.
Cronistas criollos
Entre los cronistas criollos o americanos (nacidos en América de padres españoles) que
escribieron sobre el Perú se debe destacar a los siguientes:
Natural de México, autor de una Historia de las guerras más que civiles que hubo
en el Reino del Perú.
Antonio de la Calancha
Padre agustino natural de La Plata y autor de la Crónica moralizada del orden de
San Agustín en el Perú, que contiene valiosas información del pasado prehispánico.
V. ESCULTURA
El tallado en madera
La mayor parte de las esculturas durante el Virreinato eran de plata o madera. La
piedra solo se utilizó para las fachadas de los edificios de la administración
virreinal, las universidades, las iglesias y casas de gente importante.
El tipo de escultura que destacó en aquella época fue el de la madera tallada, lo que
queda demostrado en los techos de las iglesias menores y conventos coloniales, así
como en los siguientes tipos de trabajos:
· Sillas para coros. Las sillerías contaban con respaldares totalmente tallados
con imágenes de santos o narraciones de historias sagradas. Las muestras más
importantes que se conservan en Lima están en los conventos de San Francisco y
Santo Domingo, y en la catedral de Lima.
· Retablos. Eran grandes construcciones de madera, recubiertas en algunos
casos con pan de oro. Se encontraban detrás del altar o en las capillas laterales de
iglesias y conventos. En los retablos, al igual que en las sillas para los coros, se
representaban historias bíblicas o la vida de los santos. Uno de los más importantes
se encuentra en la catedral de Lima. Es el de San Juan Bautista, realizado por Juan
Martínez Montañés y traído desde España.
· Púlpitos. Consistían en una especie de plataforma elevada en la parte lateral
de la iglesia, desde donde el sacerdote pronunciaba sus homilías. Todos los púlpitos
coloniales estaban bellamente tallados. Uno de los más hermosos es el de la
parroquia de San Blas, en Cusco.
Los escultores
Entre los escultores más importantes tenemos en la sierra sur a Francisco Titu
Yupanqui y a Juan Tomás Tuyri Túpac. En la Lima del siglo XVIII destacó el
escultor mestizo Baltasar Gavilán, autor de esculturas funerarias y de La Muerte
"Cristo de la contrición.
Obra de la escuela de
Martín de Oviedo, que presenta a Cristo en la cruz
sostenido por cuatro clavos. El fuerte modelado y el
desnudo de destacada musculatura hacen de esta una
obra representativa de la transición del manierismo al
realismo. Talla del s. XVII de 1,70 m. Iglesia de San
Pedro de Lima.