Martín Fierro - José Hernández @LaLibrocueva PDF
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Martín Fierro - José Hernández @LaLibrocueva PDF
Fundada en 1953
José Hernández
Martín Fierro
Estudio preliminar
de Alejandra Laera
Hernández, José
Martín Fierro / José Hernández ; con colaboración de Fonsalido
María Elena ; ilustrado por Gustavo Deveze ; con prólogo de Alejandra
Laera. - 1a ed. - 1a reimp - Buenos Aires : Kapelusz, 2011.
256 p. : il. ; 0x0 cm. - (GOLU (Grandes Obras de la Literatura
Universal); 7 / Pabla Diab)
ISBN 978-950-13-2343-6
1. Poesía Gauchesca. I. María Elena, Fonsalido, colab. II.
Gustavo Deveze, ilus. III. Laera, Alejandra, prolog. IV. Título
CDD A861
ISBN: 978-950-13-2343-6
Nuestra colección 7
Avistaje 11
Palabra de expertos 13
“Introducción a Martín Fierro”, Alejandra Laera
Bibliografía 253
Nuestra colección
8
Leer hoy y en la escuela
Martín Fierro
10
Avistaje
12
Palabra de expertos
Martín Fierro
Alejandra Laera
Introducción
Encerrado en un cuarto de hotel a comienzos de 1872, un hombre
escribió, a lo largo de un mes y casi sin parar, un extenso poema en
el que contaba la vida de un gaucho acosado por la justicia rural. Al
menos, esa es la imagen que nos ha llegado de la situación poco propi-
cia en la que José Hernández, que de él se trataba, compuso la primera
parte de Martín Fierro, publicada meses después en un sencillo folleto
y reeditada varias veces en los años siguientes con altísimas tiradas.
Pese al encierro y la premura que parecían atentar contra la es-
critura de una obra de largo aliento, la escena presentaba una
casualidad que resultaba alentadora: como si fuera una señal del
destino emblemático de la obra, el hotel en el que se hospedaba
Hernández se llamaba Argentino.
La imagen, desde ya, no responde con exactitud a las condiciones
de producción del poema, aunque tampoco haya datos fehacientes que
la contradigan. Divulgada en principio por el propio Hernández y re-
petida una y otra vez, lo importante de esta escena de escritura son los
elementos convocados para lograr su eficacia y asegurar su circulación.
Porque, en la escena, el encierro y la premura dejan de ser un problema
para convertirse en los agentes de una espontaneidad que viene a 13
garantizar la honestidad del autor frente a los impedimentos de la co-
yuntura política que lo ha llevado a permanecer dentro de ese cuarto.
Considerado en retrospectiva, el carácter ‘nacional’ del poema parece en-
tonces más el resultado de un impulso que una operación de la crítica.
Pese a los reparos que despiertan, las imágenes de este tipo esti-
mulan el planteo de ciertas cuestiones nodales. ¿Qué circunstancias
llevaron a José Hernández a esa habitación de hotel y le permitieron
dedicarse sin descanso a la escritura de El gaucho Martín Fierro?
¿Qué condiciones tenía el poema, que no era el primero ni sería el
último en contar historias con gauchos, para convertirse de inme-
diato en un éxito entre el paisanaje y, más tarde, en el clásico de la
literatura nacional? Responder la primera pregunta nos lleva a ubi-
carnos en la historia argentina de mediados del siglo XIX y presentar
el contexto en el que Hernández produjo Martín Fierro. Responder la
segunda pregunta nos exige detenernos en la situación de la litera-
tura argentina al momento en que fue compuesto el poema, abordar
sus particularidades y revisar las operaciones de lectura que lo con-
virtieron en un clásico.
José Hernández
Una vida en tiempos turbulentos
Como la vida de gran parte de los hombres que participaron en
la escena pública rioplatense en el siglo XIX, la de Hernández estuvo
signada por los vaivenes de la política. Nacido el 10 de noviembre de
1834 en Buenos Aires, a los pocos años se trasladó al sur de la pro-
vincia para acompañar a su padre, quien cumplía funciones admi-
nistrativas en distintas estancias de la zona. Fue allí donde, previsi-
blemente, aprendió buena parte de las rutinas de la vida rural que
14 utilizaría para componer el Martín Fierro. Sin embargo, esa relativa
placidez se ve alterada por los sucesos políticos que enfrentan a la
provincia de Buenos Aires con el resto del país, y Hernández, todavía
adolescente, participa en los combates tomando el partido porteño y en
contra de la Confederación1.
Tras esta primera incursión en las luchas civiles, hay un perío-
do de su vida que no está del todo claro, hasta que se lo encuentra,
ya en 1858, instalado en Paraná, donde está establecido el gobierno
de la Confederación. Un cambio fundamental se ha producido en
ese lapso: Hernández apoya al presidente Justo José de Urquiza, líder
político de aquellos contra quienes, pocos años antes, había comba-
tido. Es entonces cuando Hernández se inicia en la vida pública,
ejerciendo cargos en la administración nacional (taquígrafo de la
Asamblea Constituyente o secretario privado del vicepresidente) y
comenzando su carrera como periodista (en diarios oficiales que se
oponen al gobierno porteño). Para Hernández la prensa es tanto un es-
pacio de denuncia donde la justicia resulta posible, como el espacio en
el que se puede esbozar el programa social de reforma rural que en la
práctica parece no tener lugar. Más aún, es el primer espacio discur-
sivo en el que se articulan ciertos contenidos, como la condición del
gauchaje, el régimen de propiedad de la tierra y la situación en la
frontera2, antes de encontrar una forma que los articule en el espacio
1 Confederación: nombre dado a las provincias del territorio argentino a partir de la desapa-
rición del gobierno central que tuvo lugar en la década de 1820. A la caída de Juan
Manuel de Rosas, quien había estado a cargo de las relaciones exteriores mientras fue
gobernador de Buenos Aires, se decidió nombrar al frente de la Confederación Ar-
gentina al general Justo José de Urquiza. Producida la separación de Buenos Aires en
1852 por diferencias políticas, la capital provisoria resultó ser la ciudad de Paraná. Recién
a comienzos de 1862, el Estado Nacional formado por todas las provincias y presidido
por Bartolomé Mitre reemplazó a la Confederación.
2 Frontera: término usado en el siglo XIX para designar la zona divisoria entre las po-
blaciones llamadas “blancas” y la tierra habitada por los indios o “desierto”. 15
de la imaginación ficcional. De hecho, muchos de los supuestos ideoló-
gicos que sustentan la denuncia y el reformismo de Martín Fierro tienen
una primera versión expositivo-argumentativa en los artículos escritos
a lo largo de 1869 para el diario El Río de la Plata y encuentran una nue-
va variante expositiva en la Instrucción del estanciero de 1881, tratado
en el que Hernández instruye sobre el manejo de las estancias3.
Hasta la década de 1880, podría decirse que la vida de Hernán-
dez y sus decisiones políticas estuvieron signadas por sus dos grandes
enemigos: Bartolomé Mitre y Domingo F. Sarmiento. De hecho, es
contra Sarmiento, por entonces gobernador de San Juan, que en 1863
escribe en el diario El Argentino una serie de virulentos artículos de
denuncia en los que lo acusa de haber sido el autor intelectual de la
muerte del Chacho Peñaloza, considerado el último caudillo. Y si
la exitosa consigna de Sarmiento era ‘civilización o barbarie’, la de
Hernández, menos original pero igualmente eficaz, será ‘patriotismo
o antipatriotismo’. Por otra parte, es contra Mitre, elegido presiden-
te de la República tras la unificación de Buenos Aires y las provincias
y protagonista indiscutido de la escena pública en las siguientes dé-
cadas, que Hernández define sus sucesivos alineamientos políticos.
Tan fuerte es su antimitrismo que, hacia fines de los años setenta y
comienzos de los ochenta, llega a cambiarse de partido y apoyar a
quienes habían sido sus opositores. Pero tampoco sus adhesiones
fueron ciegas. Eso explica que, tras tomar distancia de la posición de
Urquiza ante el gobierno nacional, Hernández decida acompañar a
Ricardo López Jordán cuando este se rebela en Entre Ríos. Junto a
3 Sobre la relación entre los artículos periodísticos para El Río de la Plata y el programa de
reforma rural de Hernández, ver Tulio Halperín Donghi, José Hernández y sus mundos,
16 Buenos Aires, Sudamericana, 1985.
él combate en Ñaembé en 1871, participando así en una derrota que lo
lleva al exilio en el sur de Brasil, en Sant’Ana do Livramento, hasta prin-
cipios del año siguiente. Es entonces, precisamente, cuando, casi a modo
de representante de los exiliados políticos, Hernández viaja a Buenos
Aires para iniciar algunas negociaciones y se hospeda en el hotel
Argentino; es entonces, poco antes de dirigirse a Montevideo a ter-
minar sus días de exiliado, cuando escribe El gaucho Martín Fierro.
A partir de ese momento los sucesos se precipitan, y, paulatina
pero decididamente, Hernández pasa de una posición de enfrenta-
miento con el poder a una posición oficialista. Porque si el antimitris-
mo es el motivo que lo impulsa a apoyar la candidatura presidencial
de Nicolás Avellaneda en 1874, es también lo que lo lleva a trasladarse
a Buenos Aires para participar activamente en la vida pública porteña
y colaborar con la política oficial, abandonando así las posiciones mar-
ginales que lo habían caracterizado. Allí, y en apenas cinco años, Her-
nández se convertirá primero al autonomismo4, defendiendo imprevis-
tamente la causa porteña contra la que tanto había luchado, y después
se hará partidario de Julio Argentino Roca, proclamado presidente en
1880, y apoyará la federalización de la ciudad de Buenos Aires.
Es en ese nuevo marco –con la ‘conquista del desierto’ de Roca,
la llegada masiva de inmigrantes europeos y la discusión sobre la
capitalización como telón de fondo– que Hernández escribe La vuelta
de Martín Fierro, publicado, en formato libro y con cuidadas ilustra-
ciones, en 1879. Ya no está recluido entre cuatro paredes o condenado
Martín Fierro
Que José Hernández fuera llamado “senador Fierro” pone en
evidencia, ante todo, la precipitada fama de un personaje literario
que llegó a confundir su nombre con el de su propio autor. Y que los
pobladores de la campaña se hicieran afanosamente del folleto, ya
sea para leerlo, ya sea para recitarlo, pone de manifiesto la extraor-
dinaria eficacia del poema. Una aproximación a las características y
circunstancias que convergieron en la constitución de ese fenómeno
exige considerar varias cuestiones a la vez: la genealogía del poema
en el marco de la llamada literatura gauchesca; sus particularidades
y las consecuentes inflexiones que produce en esa genealogía; los
componentes que años más tarde hicieron posible su recuperación
y su posterior consagración como poema nacional.
8 Algunos poemas populares que comienzan con versos similares están recopilados
en Jorge B. Rivera, La primitiva literatura gauchesca, Buenos Aires, Editorial Jorge
20 Álvarez, 1968.
patriótico en tiempos de la lucha por la independencia, y en lugar de
la función política de los poemas de Ascasubi usados para arengar
a los gauchos unitarios contra Juan Manuel de Rosas, la gauchesca
pasa a tener, con Martín Fierro, una función social. No se busca lograr
en el receptor un efecto político, sino que se hace una denuncia de
la situación de injusticia en la que vive el gaucho9. En resumen, El
gaucho Martín Fierro es una autobiografía ficcional oral que tiene
una marcada pretensión de denuncia y reforma social.
A esta altura, vale la pena detenerse y plantear un interrogan-
te general: si Martín Fierro resulta peculiar respecto de los demás
textos de la poesía gauchesca, ¿qué es exactamente aquello que
comparte con ellos? Dicho en otros términos: ¿qué es lo que carac-
teriza a la poesía gauchesca en tanto tal? Como bien se ocupó de
señalar Borges y ya está fuera de discusión, la gauchesca, uno de
los acontecimientos más singulares de la historia de la literatura,
no deriva de la existencia del gaucho, dado que en otras regiones
de vida pastoril no se dio una manifestación similar. El gaucho es,
únicamente, su materia10. En cambio, lo que distingue a ciertas
producciones de tema gaucho de las demás es la voz del gaucho:
tanto el hecho de que se le dé la voz como el tipo de representación
que de ella se hace. Esto supone, a la vez, insistir en otra diferen-
ciación: la poesía gauchesca no debe confundirse con la poesía de
los gauchos, que forma parte de la tradición popular oral y rural,
13 Rama, Ángel, ob. cit.; Gramuglio, María Teresa, y Beatriz Sarlo, “Martín Fierro”, en AA.VV.,
Historia de la literatura argentina, vol. II “Del romanticismo al naturalismo”, Buenos
Aires, Centro Editor de América Latina, 1980.
Ironía: figura retórica de pensamiento que afecta a la lógica de la expresión. Consis-
te en oponer, para burlarse, el significado a la forma de las palabras en oraciones,
declarando una idea de tal modo que, por el tono, se pueda comprender otra, con-
traria. A veces, se trata también del empleo de una frase en un sentido opuesto al
que posee ordinariamente, y alguna señal de advertencia en el contexto lingüístico
revela su existencia y permite interpretar su verdadero sentido. (Beristáin, Helena,
Diccionario de retórica y poética.)
14 Para una lectura de los distintos niveles de este pasaje, ver Schvartzman, Julio, “El
gaucho letrado”, en Microcrítica. Lecturas argentinas (cuestiones de detalle), Buenos
Aires, Biblos, 1996. 23
Martín Fierro: La ida y La vuelta
Se ha hablado largamente de las diferencias entre La ida y La vuelta.
Así como la mayor complejidad de la organización narrativa de la
segunda parte ha tendido a ser explicada en términos de pretensión
artística, el tono conciliador de sus contenidos ideológicos ha sido
remitido a la vertiginosa centralidad de la posición política de Her-
nández hacia fines de los años setenta. En cualquier caso, podría
hacerse un listado de las modificaciones observables, entre las que
se encuentran la apelación a públicos diferentes anunciada en los
prólogos, la diversificación de los narradores y el pasaje de la rebeldía
al reformismo15. Una rápida mirada a la organización narrativa de
los contenidos nos aclara en parte algunos de estos cambios.
La ida
• Narración autobiográfica de Fierro
• Historia de Cruz
La vuelta
• Narración autobiográfica de Fierro
Vizcacha
• Aparición del “gran narrador”
15 Noé Jitrik enumera los distintos niveles de estas modificaciones y hace una lectura
de ellas que tiene como eje el tema del canto y su variación entre La ida y La vuelta.
Ver Jitrik, Noé, “El tema del canto en el Martín Fierro, de José Hernández”, en El fuego
24 de la especie, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972.
• Payada entre Fierro y el Moreno
• Aparición del “gran narrador”
• Consejos de Fierro
26 Rojas, Ricardo (1882-1957): nacido en Tucumán, se trasladó más tarde a Buenos Aires,
donde se dedicó a la docencia, el periodismo y la literatura. Desde 1913 estuvo al
frente de la primera cátedra de literatura argentina de la Universidad de Buenos Aires.
Entre sus numerosas obras se destaca la Historia de la literatura argentina, que co-
menzó a componer en 1917 y cuya primera parte está dedicada a “Los gauchescos”.
27 Para una exposición más ampliada de estas cuestiones, ver Altamirano, Carlos, “La
fundación de la literatura argentina”, en Altamirano, Carlos, y Beatriz Sarlo, Ensayos
argentinos. De Sarmiento a la vanguardia, Buenos Aires, Centro Editor de América
Latina, 1982.
28 Poesía épica: se conoce con ese nombre a la narración en verso de sucesos heroicos
del pasado de los pueblos, como el poema del Mio Cid o la Chanson de Roland en
Francia. En general, la épica mezcla elementos históricos e imaginarios y tiene un
origen anónimo.
29 Ver Altamirano, Carlos, ob. cit. 33
del cual postula un particular modo de construcción de ciudadanía
en un momento en el que, como es sabido, el gaucho ya no existe
pero el territorio está repleto de inmigrantes30. Por su parte, también
Rojas produce un plus al consagrar como poema nacional el Martín
Fierro, plus que en parte hay que leer relacionado con su libro La restau-
ración nacionalista, solo que en su caso la crítica a la desestabilización
provocada por la inmigración y la modernización va acompañada de
un programa pedagógico que sostiene los valores liberales y democrá-
ticos31. Es en ese marco político-cultural y con esos precisos objetivos
que se lleva a cabo la canonización del Martín Fierro como poema
nacional y del gaucho como emblema de la argentinidad.
Más allá del proceso de consagración del Martín Fierro y de la
operación cultural a la que se lo somete, resulta fundamental pre-
guntarse cuáles son los supuestos que guían la elección de un persona-
je literario como emblema nacional en lugar de un héroe histórico o
legendario. A la luz de los intentos y fracasos anteriores en esta búsque-
da y de las consecuencias de la elección final, habría que señalar al me-
nos dos motivaciones que generalmente han sido pasadas por alto por
la crítica. En primer lugar, la condición de personaje de Martín Fierro
admite su rápida conversión en arquetipo, operación esencialista a través
de la cual Lugones postula un héroe épico que se reduce a una pura fic-
ción. En segundo lugar, Lugones salva los riesgos de elegir por emblema
34 Lois, Élida, “Estudio filológico preliminar”, en José Hernández, Martín Fierro, edición
36 crítica de Élida Lois y Ángel Núñez (coords.), col. Archivos, 2001.
buscaba destacar? ¿Dónde, sobre todo, si la lengua, acaso lo más
‘espontáneo’ del estilo gaucho recreado por Hernández, ha sido
sometida a un tendencioso proceso de corrección? En ese vaivén
entre lo natural y lo artificial, podríamos afirmar, es donde se ela-
bora una lengua literaria.
Sin embargo, las apropiaciones culturales suelen opacar las evi-
dencias. En este caso, la consagración del Martín Fierro arrastró
consigo el trabajo detallado sobre la lengua para lograr el efecto ‘gau-
cho’, y en cambio, privilegió la espontaneidad compositiva como si
fuera el lógico resultado de la interacción entre la memoria indivi-
dual y la memoria colectiva con la que opera la tradición popular. El
mismo recorrido de la figura de José Hernández habla de los re-
sultados posibles de la apropiación de los objetos culturales: ¿quién
hubiera dicho que su fecha de nacimiento se convertiría en el ani-
versario del Día de la Tradición? En efecto, en 1938 se presenta la
iniciativa ante la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, al año
siguiente la fecha se incorpora como efemérides al calendario pro-
vincial, y en 1948 un decreto estatal extiende la celebración a todo
el territorio. El 10 de noviembre es declarado así Día de la Tradición.
Y si de este modo José Hernández ha pasado a ser, con su poema
gaucho, un emblema de la tradición, la tradición popular ha sido
reconvertida, a su vez, en historia nacional.
Afortunadamente, el Martín Fierro supera con creces todas sus
apropiaciones, aun las más convencionales o regresivas, y permite
recrear, en cada lectura, aquello que ni su mote de ‘clásico’ ni su
estatuto ‘nacional’ llegan a explicar.
37
El gaucho
Martín Fierro
S eñor D. José Zoilo Miguens.1
Querido amigo:
• 41 •
Cuantos conozcan con propiedad el original, podrán juzgar si
hay o no semejanza en la copia.
Quizá la empresa habría sido para mí más fácil y de mejor
éxito, si sólo me hubiera propuesto hacer reír a costa de su igno-
rancia, como se halla autorizado por el uso, en este género de
composiciones, pero mi objeto ha sido dibujar a grandes rasgos,
aunque fielmente, sus costumbres, sus trabajos, sus hábitos de
vida, su índole, sus vicios y sus virtudes; ese conjunto que consti-
tuye el cuadro de su fisonomía moral, y los accidentes de su exis-
tencia llena de peligros, de inquietudes, de aventuras y de agita-
ciones constantes.
Y he deseado todo esto, empeñándome en imitar ese estilo
abundante en metáforas, que el gaucho usa sin conocer y sin va-
lorar, y su empleo constante de comparaciones tan extrañas como
frecuentes; en copiar sus reflexiones con el sello de la originalidad
que las distingue y el tinte sombrío de que jamás carecen, reve-
lándose en ellas esa especie de filosofía propia que, sin estudiar,
aprende en la misma naturaleza, en respetar la superstición y sus
preocupaciones, nacidas y fomentadas por su misma ignorancia;
en dibujar el orden de sus impresiones y de sus afectos, que él en-
cubre y disimula estudiosamente; sus desencantos, producidos por
su misma condición social, y esa indolencia que le es habitual,
hasta llegar a constituir una de las condiciones de su espíritu; en
retratar, en fin, lo más fielmente que me fuera posible, con todas
sus especialidades propias, ese tipo original de nuestras pampas,
tan poco conocido por lo mismo que es difícil estudiarlo, tan
erróneamente juzgado muchas veces, y que, al paso que avanzan las
conquistas de la civilización, va perdiéndose casi por completo.
• 42 •
Sin duda que todo esto ha sido demasiado desear para tan pocas
páginas, pero no se me puede hacer un cargo por el deseo, sino por
no haberlo conseguido.
Una palabra más, destinada a disculpar sus defectos. Páselos
Ud. por alto, porque quizá no lo sean todos los que, a primera vista
puedan parecerlo, pues no pocos se encuentran allí como copia o
imitación de los que lo son realmente.
Por lo demás, espero, mi amigo, que Ud. lo juzgará con benig-
nidad, siquiera sea porque Martín Fierro no va de la ciudad para
referir a sus compañeros lo que ha visto y admirado en un 25 de
Mayo u otra función semejante, referencias algunas de las cuales,
como el Fausto y varias otras, son de mucho mérito ciertamente,
sino que cuenta sus trabajos, sus desgracias, los azares de su vida de
gaucho, y Ud. no desconoce que el asunto es más difícil de lo que
muchos se lo imaginarán.
Y con lo dicho basta para preámbulo, pues ni Martín Fierro
exige más, ni Ud. gusta mucho de ellos, ni son de la predilección del
público, ni se avienen con el carácter de
Su verdadero amigo
José Hernández.
Buenos Aires, diciembre de 1872.
• 43 •
I
Martín Fierro
1
Aquí me pongo a cantar2 y que después de alquiridas
al compás de la vigüela, no las quieren sustentar:
que el hombre que lo desvela parece que sin largar
una pena estrordinaria, se cansaron en partidas.
como la ave solitaria3
con el cantar se consuela. Mas ande otro criollo pasa
Martín Fierro ha de pasar;
Pido a los santos del cielo nada lo hace recular
que ayuden mi pensamiento: ni las fantasmas4 lo espantan,
les pido en este momento y dende que5 todos cantan
10 que voy a cantar mi historia 30 yo también quiero cantar.
me refresquen la memoria
y aclaren mi entendimiento. Cantando me he de morir,
cantando me han de enterrar,
Vengan santos milagrosos, y cantando he de llegar
vengan todos en mi ayuda, al pie del Eterno Padre;
que la lengua se me añuda dende el vientre de mi madre
y se me turba la vista; vine a este mundo a cantar.
pido a mi Dios que me asista
en una ocasión tan ruda. Que no se trabe mi lengua
ni me falte la palabra;
Yo he visto muchos cantores, el cantar mi gloria labra
20 con famas bien otenidas, 40 y, poniéndome a cantar,
• 45 •
José Hernández
6 y dende que todos cantan [...] aunque la tierra se abra: cantar era para el gaucho
ejercitar su naturaleza dramática: un acto heroico, riesgoso, que se decidía gene-
ralmente por un duelo a cuchillo.
7 en el plan de un bajo: es una depresión del terreno en que encuentra cómodo asiento
el cantor. El paisaje, como en todo el poema, aparece aquí preciso. El autor revela
conocer muy bien la geografía.
8 Yo soy toro en mi rodeo/ y torazo en rodeo ajeno: José Hernández revela conocer la
copla anónima recogida por Furt que dice así: “Yo soy toro en mi rodeo/ y torazo
en rodeo ajeno,/ donde bala este torito/ no bala ningún ternero”.
9 el corazón se me enancha: expresión clásica en la literatura española y argentina,
equivalente a “cobrar nuevos bríos”, “reanimarse”.
• 46 •
El gaucho Martín Fierro
II
• 47 •
José Hernández
12 en que el paisano vivía: aunque en casi toda la extensión del poema se confunden los tér-
minos gaucho y paisano, este verso ensaya una distinción: Lucio V. Mansilla escribe: “Pai-
sano gaucho es el que tiene hogar, paradero fijo, hábitos de trabajo, respeto por la autori-
dad, de cuyo lado estará siempre, aun contra su sentir. El gaucho neto es el criollo errante,
que hoy está aquí, mañana allá; jugador, pendenciero, enemigo de toda disciplina; que huye
del servicio cuando le toca, que se refugia entre los indios si da una puñalada”.
13 Espuelas: clavos de metal con puntas que se ajustan al talón del jinete para picar
la cabalgadura. Con gran audacia y originalidad expresivas, también han sido lla-
madas nazarenas y lloronas (verso 178 de esta “Primera parte”).
14 Pingo: caballo brioso y ligero.
• 48 •
El gaucho Martín Fierro
15 Playas: lugares amplios, despejados, vecinos a los corrales o a las casas, destina-
dos a los trabajos propios de una estancia.
16 Baquiano: aquí es sinónimo de diestro, de hábil.
17 se boliase: levantarse el potro sobre las patas traseras y echarse para atrás, de
lomo en el suelo.
18 El gaucho más infeliz/ tenía tropilla de un pelo: la literatura gauchesca destaca,
como un hábito común, la predisposición de nuestros hombres de campo a reunir
tropilla de un solo color.
• 49 •
José Hernández
• 50 •
El gaucho Martín Fierro
me echaron a la frontera
¡y qué iba a hallar al volver! Mi gala en las pulperías
tan solo hallé la tapera. era, cuando había más gente,
ponerme medio caliente,
Sosegao vivía en mi rancho pues cuando puntiao me encuentro
como el pájaro en su nido; me salen coplas de adentro
allí mis hijos queridos como agua de la virtiente.
• 51 •
José Hernández
21 Hasta un inglés sanjiador: Emilio Coni registra en El gaucho: “Por lo mismo que en
1840/50 los irlandeses y los vascos (verso 2.202 “Segunda parte”), en la campaña bo-
naerense ganaban elevados salarios cavando zanjas, pues el paisano local no tomaba
la pala ni en broma”, pág. 358.
22 Inca-la-perra: hay gracia, fina ironía, en esta trascripción fonética del chapurreo del
inglés.
• 52 •
El gaucho Martín Fierro
23 moro de número: caballo de pelo negro y blanco en mezcla uniforme y de muy buenas
cualidades; dice “de número” por lo más bueno, lo mejor.
24 matucho: voz poco generalizada. Es exigencia de la rima.
25 Ayacucho: una de las escasas referencias geográficas que hay en el poema.
26 Escarciando: es un uso adverbial ponderativo. Destaca la impresión que produce el
animal de mover el cuello y bracear con elegancia, y la condición de “coscojero” de
este tipo de caballo; es decir, que hacía sonar la coscoja, implemento formado por
una o más argollas de acero que van en la barra del freno y en el interior de la boca
del animal.
• 53 •
José Hernández
• 54 •
El gaucho Martín Fierro
• 55 •
José Hernández
31 Bola perdida: la bola perdida constaba de una sola piedra asegurada por una cuerda.
De ella surgió la boleadora de dos piedras, pero que solo sirve para ser empleada cuando
se corre de atrás a la presa. Luego el gaucho le agregó un tercer ramal, con una bola más
pequeña, que sirve tanto como manija como para enredar más a la víctima.
32 Maíz frito: equivalente a la expresión indígena pororó, que significa “maíz que reventó
tostándose”.
• 56 •
El gaucho Martín Fierro
• 57 •
José Hernández
IV
Seguiré esta relación nosotros, de cuando en cuando
620 aunque pa chorizo es largo: solíamos ladrar de pobres:
el que pueda hágasé cargo nunca llegaban los cobres
cómo andaría de matrero, 630 que se estaban aguardando.
después de salvar el cuero
de aquel trance tan amargo. Y andábamos de mugrientos
que el mirarnos daba horror;
Del sueldo nada les cuento, les juro que era un dolor
porque andaba disparando; ver esos hombres, ¡por Cristo!
• 58 •
El gaucho Martín Fierro
38 Yaguané: las condiciones de higiene en que se desenvolvía la vida del gaucho en las
fronteras hacía que los parásitos abundasen. El término alude aquí al piojo, pero sirve
también para denominar el pelaje de ciertos vacunos: pardo o negruzco en el lomo y
en el vientre, y blanco en los costados.
39 Desocar: luxación que se les produce en los remos delanteros o traseros a los caballos,
cuando se les hace correr en lugares inapropiados.
40 Reyuno: caballo sin dueño. Antiguamente, se llamaba reyunos a los caballos del
rey o del Estado, y se los reconocía por los cortes que se les hacían en las orejas,
como marcas.
• 59 •
José Hernández
41 Hacer ver la luz: los pulperos compraban al gaucho plumas de avestruz y cueros en
cantidad, que pagaban con mercaderías, y a veces agregaban algunas monedas de
plata, muy brillantes, como en este caso.
• 60 •
El gaucho Martín Fierro
42 Poyo: hay distintas interpretaciones sobre este término. Unos creen que se refiere al
banco o asiento de piedra, y otros, en sentido metafórico, a hacerse el distraído o
disimulado (‘haciéndome el pollo’). Así lo juzga Eleuterio Tiscornia, quien lo asimila
a otro giro corriente: “hacerse el pavo”.
• 61 •
José Hernández
y lo tienen, de delgao,
Y todo era alborotar más ligero que un guanaco.
al ñudo y hacer papel;
conocí que era pastel Pero qué iba a hacerles yo,
pa engordar con mi guayaca43; charabón44 en el desierto;
mas si voy al coronel más bien me daba por muerto
me hacen bramar en la estaca. pa no verme más fundido
y me les hacía el dormido
¡Ah, hijos de una!... ¡La codicia aunque soy medio dispierto.
ojalá les ruempa el saco!
V
Yo andaba desesperao Allí tuito va al revés:
800 aguardando una ocasión los milicos se hacen piones,
que los indios un malón y andan por las poblaciones
nos dieran, y entre el estrago emprestaos pa trabajar;
hacérmelés cimarrón los rejuntan pa peliar
y volverme pa mi pago. cuando entran indios ladrones.
Aquello no era servicio Yo he visto en esa milonga
ni defender la frontera: muchos jefes con estancia,
aquello era ratonera y piones en abundancia,
en que es más gato el más juerte: 820 y majadas y rodeos;
43 Guayaca: especie de tabaquera hecha con la vejiga, el buche o cuero de ciertos anima-
les; también las hay tejidas y bordadas de vivos colores.
44 Charabón: avestruz que emplumece, y por extensión, muchachito rapaz.
• 62 •
El gaucho Martín Fierro
45 Bozal: se decía del negro recién sacado de su país. En sentido figurado significa
“necio”. En el verso, destaca la dificultad de los extranjeros para aprender el idioma
del país.
46 pa-po-litano: deformación humorística de napolitano.
47 lagarto: la orden del centinela napolitano: “¡Hagarto!” (¡Haga alto!) le suena a Martín
Fierro: ¡lagarto!, sinónimo de ladrón en lenguaje de germanía, es decir, la jerga o manera
de hablar de ladrones y rufianes.
48 Rastrillar: levantar el gatillo. Se refiere al rastrillo de las antiguas armas de chispa.
• 63 •
José Hernández
No hacen más que dar trabajo no hay uno solo que aprienda,
pues no saben ni ensillar; al ver un bulto que cruza,
• 64 •
El gaucho Martín Fierro
VI
Vamos dentrando recién que a la güelta pagarían
a la parte más sentida, licenciándoló al gauchaje.
aunque es todita mi vida
de males una cadena: Que en esta despedición
a cada alma dolorida 950 tuviéramos la esperanza,
le gusta cantar sus penas. que iba a venir sin tardanza
sigún el jefe contó,
Se empezó en aquel entonces un menistro o qué sé yo...
a rejuntar caballada que lo llamaban Don Ganza50.
y riunir la milicada
940 teniéndolá en el cantón, Que iba a riunir el ejército
para una despedición y tuitos los batallones
a sorprender a la indiada. y que traiba unos cañones
con más rayas que un cotín51.
Nos anunciaban que iríamos ¡Pucha...! las conversaciones
sin carretas ni bagajes 960 por allá no tenían fin.
• 65 •
José Hernández
52 Yo también dejé las rayas.../ en los libros del pulpero: dice Tiscornia: “Es decir las
deudas, rayadas o tachadas, cuando eran finiquitas”.
53 Una noche que riunidos [...] y me hice humo en un sotreta: se hace referencia en estos ver-
sos al conocimiento de los naipes y a la posibilidad de engaños y trampas en el juego.
• 66 •
El gaucho Martín Fierro
• 67 •
José Hernández
54 Como hijitos de la cuna [...] y sin perro que los ladre: glosa del conocido refrán español:
“Ni padre, ni madre, ni perro que le ladre”.
55 Ramada: vivienda auxiliar ubicada junto al rancho y compuesta por un techo de ramas y
paja, sostenida por cuatro, seis u ocho postes. Protegía del sol y de la lluvia y servía
como depósito. Además permitía matear, comer y hacer los asados bajo su resguardo.
56 Armada: referencia a la abertura corrediza del lazo, que el gaucho usa para sujetar al
animal. También alude al propósito de influir o dominar la voluntad del otro.
57 Cucaña: ardid, especie de trampa, engaño.
58 Apretarse el gorro: disparar, huir velozmente. La frase atiende a la costumbre del hom-
bre de campo de asegurarse el sombrero con la mano cuando sopla viento. Es una
expresión muy común y gráfica de la literatura gauchesca y popular.
• 68 •
El gaucho Martín Fierro
VII
A mis hijos infelices Al ver llegar la morena
pensé volverlos a hallar que no hacía caso de naides,
y andaba de un lao al otro le dije con la mamúa:
sin tener ni qué pitar. “Va... ca... yendo59 gente al baile”.
59 Va... ca... yendo: el verbo caer en el sentido de llegar es común en el habla rústica.
Va cayendo es lo mismo que va llegando. En Martín Fierro hay una descomposición
intencional, provocativa, humorística de esta forma.
• 69 •
José Hernández
“A los blancos hizo Dios, Pegué un brinco y abrí cancha
a los mulatos San Pedro, diciéndolés: “Caballeros,
a los negros hizo el diablo dejen venir ese toro;
1170 para tizón del infierno”. solo nací... solo muero”.
Había estao juntando rabia El negro después del golpe
el moreno dende ajuera; se había el poncho refalao
en lo escuro le brillaban y dijo: “Vas a saber
los ojos como linterna. si es solo o acompañao”.
Lo conocí retobao, Y mientras se arremangó
me acerqué y le dije presto: 1200 yo me saqué las espuelas,
“Por... rudo... que un hombre sea pues malicié que aquel tío
nunca se enoja por esto”. no era de arriar con las riendas.
• 70 •
El gaucho Martín Fierro
• 71 •
José Hernández
Limpié el facón en los pastos, Y dicen que dende entonces
1250 desaté mi redomón, cuando es la noche serena
monté despacio y salí suele verse una luz mala65
al tranco pa el cañadón. 1260 como de alma que anda en pena.
Después supe que al finao Yo tengo intención a veces,
ni siquiera lo velaron para que no pene tanto,
y retobao64 en un cuero de sacar de allí los güesos
sin rezarle lo enterraron. y echarlos al camposanto.
VIII
A la llegada metió ¡Ah pobre, si él mesmo creiba
1270 el pingo hasta la ramada; que la vida le sobraba!
y yo sin decirle nada Ninguno diría que andaba
me quedé en el mostrador. aguaitándoló la muerte.
Era un terne66 de aquel pago Pero ansí pasa en el mundo,
que naides lo reprendía, es ansí la triste vida:
que sus enriedos tenía pa todos está escondida
con el señor Comendante. la güena o la mala suerte.
64 retobao: tiene dos acepciones: a) enojado, airado (en este sentido lo usa Hernández
en el verso 1.175: “Lo conocí retobao”) y b) envuelto, recubierto, como en este caso. Los
paisanos consideran que el retobo debe hacerse en cuero vacuno.
65 Luz mala: fuegos fatuos que se originan de la fosforescencia de osamentas o huesos
sueltos, dispersos. Es una de las supersticiones más comunes en nuestros campos.
66 Terne: matón, guapo pero también pícaro, astuto, equivalente a peje o liendre.
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El gaucho Martín Fierro
Y como con la justicia Le echan la agua del bautismo
no andaba bien por allí, aquel que nació en la selva,
cuanto pataliar lo vi “buscá madre que te envuelva”,
1310 y el pulpero pegó el grito, le dice el flaire y lo larga,
ya pa el palenque salí y dentra a cruzar el mundo
como haciéndomé el chiquito. como burro con la carga.
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José Hernández
71 ¿y dónde irá el güey que no are?: el dicho popular dice: “¿Dónde ha de ir el buey que no
are si no a la carnicería?”
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El gaucho Martín Fierro
IX
Matreriando72 lo pasaba Ansí es que al venir la noche
y a las casas no venía; iba a buscar mi guarida,
solía arrimarme de día pues ande el tigre se anida
mas, lo mesmo que el carancho, también el hombre lo pasa,
siempre estaba sobre el rancho y no quería que en las casas
espiando a la polecía. 1420 me rodiara la partida.
Viva el gaucho que ande mal Pues aun cuando vengan ellos
como zorro perseguido, cumpliendo con sus deberes
hasta que al menor descuido yo tengo otros pareceres,
1400 se lo atarasquen los perros, y en esa conduta vivo:
pues nunca le falta un yerro que no debe un gaucho altivo
al hombre más alvertido. peliar entre las mujeres.
Y en esa hora de la tarde Y al campo me iba solito,
en que tuito se adormece, más matrero que el venao,
que el mundo dentrar parece como perro abandonao,
a vivir en pura calma, 1430 a buscar una tapera,
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José Hernández
73 Chajá: ave vigilante que con sus gritos denuncia las presencias extrañas en el campo.
• 76 •
El gaucho Martín Fierro
Para tenerlo a la mano “No me vengan”, contesté,
el flete en el pasto até, “con relación de dijuntos;
la cincha le acomodé esos son otros asuntos;
y en un trance como aquel, vean si me pueden llevar,
haciendo espaldas en él, que yo no me he de entregar
1510 quietito los aguardé. aunque vengan todos juntos”.
Cuando cerca los sentí, Pero no aguardaron más
y que áhi no más se pararon, y se apiaron en montón;
los pelos se me erizaron como a perro cimarrón
y aunque nada vían mis ojos, 1540 me rodiaron entre tantos;
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José Hernández
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José Hernández
79 Malva: planta cuyas hojas se usaban en los remedios caseros de la campaña. Sus vir-
tudes emolientes suavizan y amortiguan algunas dolencias. Esto aclara expresiones
como: “bueno como una malva” y “más bueno que una malva”, entre otras.
• 80 •
El gaucho Martín Fierro
Lo agarramos mano a mano ”Antes de cair al servicio,
entre los dos al porrón: tenía familia y hacienda;
en semejante ocasión cuando volví, ni la prenda
1660 un trago a cualquiera encanta, me la habían dejao ya:
y Cruz no era remolón Dios sabe en lo que vendrá
ni pijotiaba garganta. a parar esta contienda.”
X
Cruz
Amigazo, pa sufrir 1690 de mostrarse un hombre juerte,
han nacido los varones; hasta que venga la muerte
estas son las ocasiones y lo agarre a coscorrones.
• 81 •
José Hernández
80 soy un pastel con relleno/ que parece torta frita: es decir, un hombre lleno de condi-
ciones, pero que no hace exhibición de ellas. Reservado. La repostería criolla ofrece
a Cruz comparaciones muy oportunas que le permiten presentarse sin tener que añadir
otras consideraciones.
81 Hacerse el chancho rengo: Hernández usa aquí un dicho popular elocuentísimo. Se
usa por fingir.
82 Hacerse el sarnoso: disimular, hacerse el tonto.
83 Chifle: recipiente hecho con el cuero de un vacuno. Como entre todos los objetos de uso
particular, había chifles lujosos con aplicaciones de metal precioso y hasta con artísti-
cos grabados tallados.
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El gaucho Martín Fierro
84 Saguaipé: gusano parásito que se cría en los bañados y sitios bajos y anegadizos.
Equivale a la expresión española: “pegarse como una sanguijuela”.
• 83 •
José Hernández
No me gusta que otro gallo Y como nunca al que manda
le cacaree a mi gallina. le falta algún adulón,
Yo andaba ya con la espina, uno que en esa ocasión
1810 hasta que en una ocasión se encontraba allí presente
lo solprendí en el jogón vino apretando los dientes
abrazándomé a la china. como perrito mamón.
• 84 •
El gaucho Martín Fierro
87 como chico con lumbrices: los chicos que padecen de parásitos ejecutan ciertos mo-
vimientos con las aletas de la nariz, tal como si olfatearan.
• 85 •
José Hernández
XI
A otros les brotan las coplas Después de aquella desgracia
como agua de manantial; 1910 me guarecí en los pajales,
pues a mí me pasa igual, anduve entre los cardales
aunque las mías nada valen: como bicho sin guarida;
de la boca se me salen pero, amigo, es esa vida
1890 como ovejas del corral88. como vida de animales.
Que en puertiando la primera, Y son tantas las miserias
ya la siguen las demás, en que me he sabido ver,
y en montones las de atrás que con tanto padecer
contra los palos se estrellan, y sufrir tanta aflición
y saltan y se atropellan, malicio que he de tener
sin que se corten jamás. 1920 un callo en el corazón.
Y aunque yo por mi inorancia Ansí andaba como gaucho
con gran trabajo me esplico, cuando pasa el temporal.
cuando llego a abrir el pico Supe una vez, pa mi mal,
1900 ténganló por cosa cierta: de una milonga que había,
sale un verso y en la puerta y ya pa la pulpería
ya asoma el otro el hocico. enderecé mi bagual.
Y empréstemé su atención, Era la casa del baile
me oirá relatar las penas un rancho de mala muerte
de que traigo la alma llena, y se enllenó de tal suerte
porque en toda circunstancia 1930 que andábamos a empujones:
88 A otros les brotan las coplas [...] como ovejas del corral: hace referencia a su facilidad
para el canto y alude a esa facultad que se le atribuye a Martín Fierro en los versos 53-54
de la “Primera parte”: “Las coplas me van brotando/ como agua de manantial”.
• 86 •
El gaucho Martín Fierro
• 87 •
José Hernández
El primero que salió No hay fuerza contra el destino
fue el cantor y se me vino, que le ha señalao el cielo
pero yo no pierdo el tino y aunque no tenga consuelo
1990 aunque haiga tomao un trago, aguante el que está en trabajo:
y hay algunos por mi pago ¡naides se rasca pa abajo
que me tienen por ladino. ni se lonjea contra el pelo!
No ha de haber achocao96 otro;
le salió cara la broma;
• 88 •
El gaucho Martín Fierro
XII
Yo no sé qué tantos meses se los ha tragao el hoyo,
esta vida me duró; o juido o muerto en la guerra,
a veces nos obligó porque, amigo, en esta tierra
la miseria a comer potro: nunca se acaba el embrollo.
me había acompañao con otros
tan desgraciaos como yo. Colijo que jue para eso
que me llamó el juez un día
Mas ¿para qué platicar y me dijo que quería
2030 sobre esos males, canejo? 2050 hacerme a su lao venir,
99 Con el gaucho desgraciao [...] y siempre hay quien los perdone: el sentido es “cometen errores
otros con más dinero y siempre encuentran defensores”. Con “más luces” no solo alude al
saber e inteligencia, sino también a dinero, con el cual se destaca la pobreza del gaucho.
• 89 •
José Hernández
Y cuando sin trapo alguno ¡Pucha, si usté los oyera
nos haiga el tiempo dejao como yo en una ocasión
yo le pediré emprestao tuita la conversación
2080 el cuero a cualquiera lobo que con otro tuvo el juez!
y hago un poncho, si lo sobo, Le asiguro que esa vez
mejor que poncho engomao. se me achicó el corazón.
Para mí la cola es pecho Hablaban de hacerse ricos
y el espinazo es cadera; con campos en la frontera;
hago mi nido ande quiera de sacarla más ajuera
y de lo que encuentre como; 2110 donde había campos baldidos
100 me echo tierra sobre el lomo/ y me apeo en cualquier tranquera: condición de hom-
bre sufrido; si no tiene cobija, aguanta; y, sobre todo, no desdeña ninguna casa,
por humilde que sea.
101 como carne de cogote: significa que lo miran como a algo despreciable.
102 Estricote: trato desconsiderado, desprecio manifiesto.
• 90 •
El gaucho Martín Fierro
de colonias y carriles103
y tirar la plata a miles De los males que sufrimos
en los gringos enganchaos, hablan mucho los puebleros,
mientras al pobre soldao pero hacen como los teros
le pelan la chaucha ¡ah viles! para esconder sus niditos:
en un lao pegan los gritos
Pero si siguen las cosas y en otros tienen los güevos.
2120 como van hasta el presente
puede ser que redepente Y se hacen los que no aciertan
veamos el campo disierto, a dar con la coyontura;
y blanquiando solamente mientras al gaucho lo apura
los güesos de los que han muerto. 2140 con rigor la autoridá
ellos a la enfermedá
Hace mucho que sufrimos le están errando la cura.
la suerte reculativa:
XIII
Martín Fierro
103 Todo se güelven proyetos/ de colonias y carriles: no obstante su ironía, la cita hace
referencia a hechos históricos. Nicasio Oroño (1871), en La verdadera organización
del país, valoró la importancia de colonias como Esperanza y San Carlos, en la pro-
vincia de Santa Fe, para defender las fronteras. Hernández parece ignorar este es-
fuerzo de la masa de inmigrantes.
• 91 •
José Hernández
104 y un plumaje como tabla: quiere decir un plumaje “como un cuadro de arte”. En
esa época aún se usaban tablas en lugar de lienzos o telas.
105 Alzar el poncho: estar listo, pronto, a punto. El poncho era prenda imprescindible
del gaucho y lo último que se recogía al salir del rancho o de viaje
• 92 •
El gaucho Martín Fierro
Tampoco a la sé le temo, Y ya que a juerza de golpes
yo la aguanto muy contento, la suerte nos dejó aflús107,
busco agua olfatiando al viento, puede que allá veamos luz
2230 y dende que no soy manco y se acaben nuestras penas.
• 93 •
José Hernández
108 Argumento: en las provincias andinas los cantares populares suelen recibir el nombre
genérico de argumento (especialmente en Catamarca y La Rioja).
109 Fiel del rumbo: dirección exacta, propuesta de antemano.
• 94 •
El gaucho Martín Fierro
• 95 •
La vuelta de
Martín Fierro
Cuatro palabras de conversación
con los lectores
Entrego a la benevolencia pública, con el título de La vuelta de
Martín Fierro, la segunda parte de una obra que ha tenido una aco-
gida tan generosa, que en seis años se han repetido once ediciones
con un total de cuarenta y ocho mil ejemplares.
Esto no es vanidad de autor, porque no rindo tributo a esa fal-
sa diosa; ni bombo de Editor, porque no lo he sido nunca de mis
humildes producciones.
Es un recuerdo oportuno y necesario, para explicar por qué el
primer tiraje del presente libro consta de 20.000 ejemplares, dividi-
dos en cinco secciones o ediciones de 4.000 números cada una, y
agregaré, que confío en que el acreditado Establecimiento Tipográ-
fico del señor Coni hará una impresión esmerada, como la tienen
todos los libros que salen de sus talleres.
Lleva también diez ilustraciones incorporadas en el texto, y
creo que en los dominios de la literatura es la primera vez que una
obra sale de las prensas nacionales con esta mejora.
Así se empieza.
Las láminas han sido dibujadas y calcadas en la piedra por don
Carlos Clerice, artista compatriota que llegará a ser notable en su ramo,
porque es joven, tiene escuela, sentimiento artístico y amor al trabajo.
• 99 •
El grabado ha sido ejecutado por el señor Supot, que posee el
arte, nuevo y poco generalizado todavía entre nosotros, de fijar en
láminas metálicas lo que la habilidad del litógrafo ha calcado en la
piedra, creando o imaginando posiciones que interpretan con cla-
ridad y sentimiento la escena descripta en el verso.
No se ha omitido, pues, ningún sacrificio a fin de hacer una
publicación en las más aventajadas condiciones artísticas.
En cuanto a su parte literaria, sólo diré que no se debe perder de
vista al juzgar los defectos del libro, que es copia fiel de un original que
los tiene, y repetiré, que muchos defectos están allí con el objeto de
hacer más evidente y clara la imitación de los que lo son en realidad.
Un libro destinado a despertar la inteligencia y el amor a la lec-
tura de una población casi primitiva, a servir de provechoso recreo,
después de las fatigosas tareas, a millares de personas que jamás han
leído, debe ajustarse estrictamente a los usos y costumbres de esos
mismos lectores, rendir sus ideas e interpretar sus sentimientos en su
mismo lenguaje, en sus frases más usuales, en su forma más general,
aunque sea incorrecta; con sus imágenes de mayor relieve, y con sus
giros más característicos, a fin de que el libro se identifique con ellos
de una manera tan estrecha e íntima, que su lectura no sea sino una
continuación natural de su existencia.
Solo así pasan sin violencia del trabajo al libro; y solo así, esa
lectura puede serles amena, interesante y útil.
Ojalá hubiera un libro que gozara del dichoso privilegio de circu-
lar incesantemente de mano en mano en esa inmensa población di-
seminada en nuestras vastas campañas, y que bajo una forma que lo
hiciera agradable, que asegurara su popularidad, sirviera de ameno
pasatiempo a sus lectores, pero:
• 100 •
Enseñando que el trabajo honrado es la fuente principal de toda
mejora y bienestar.
Enalteciendo las virtudes morales que nacen de la ley natural
y que sirven de base a todas las virtudes sociales.
Inculcando en los hombres el sentimiento de veneración hacia
su Creador, inclinándolos a obrar bien.
Afeando las supersticiones ridículas y generalizadas que nacen
de una deplorable ignorancia.
Tendiendo a regularizar y dulcificar las costumbres, enseñando
por medios hábilmente escondidos, la moderación y el aprecio de sí
mismo: el respeto a los demás; estimulando la fortaleza por el espec-
táculo del infortunio acerbo, aconsejando la perseverancia en el bien
y la resignación en los trabajos.
Recordando a los Padres los deberes que la naturaleza les impo-
ne para con sus hijos, poniendo ante sus ojos los males que produce
su olvido, induciéndolos por ese medio a que mediten y calculen por
sí mismos todos los beneficios de su cumplimiento.
Enseñando a los hijos cómo deben respetar y honrar a los
autores de sus días.
Fomentando en el esposo el amor a su esposa, recordando a
esta los santos deberes de su estado; encareciendo la felicidad del
hogar, enseñando a todos a tratarse con respeto recíproco, robus-
teciendo por todos estos medios los vínculos de la familia y de la
sociabilidad.
Afirmando en los ciudadanos el amor a la libertad, sin apartarse
del respeto que es debido a los superiores y magistrados.
Enseñando a los hombres con escasas nociones morales, que
deben ser humanos y clementes, caritativos con el huérfano y el
• 101 •
desvalido; fieles a la amistad; gratos a los favores recibidos; ene-
migos de la holgazanería y del vicio; conformes con los cambios
de fortuna; amantes de la verdad, tolerantes, justos y prudentes
siempre.
Un libro que todo esto, más que esto, o parte de esto enseñara
sin decirlo, sin revelar su pretensión, sin dejarla conocer siquiera,
sería indudablemente un buen libro, y por cierto que levantaría el
nivel moral e intelectual de sus lectores aunque dijera naides por
nadie, resertor por desertor, mesmo por mismo, u otros barbarismos
semejantes; cuya enmienda le está reservada a la escuela, llamada a
llenar un vacío que el poema debe respetar, y a corregir vicios y de-
fectos de fraseología, que son también elementos de que se debe
apoderar el alma para combatir y extirpar males más fundamenta-
les y trascendentes, examinándolos bajo el punto de vista de una
filosofía más elevada y pura.
El progreso de la locución no es la base del progreso social, y
un libro que se propusiera tan elevados fines debería prescindir por
completo de las delicadas formas de la cultura de la frase, subordi-
nándose a las imperiosas exigencias de sus propósitos moralizadores,
que serían en tal caso el éxito buscado.
Los personajes colocados en escena deberían hablar en su len-
guaje peculiar y propio, con su originalidad, su gracia y sus defectos
naturales, porque despojados de ese ropaje, lo serían igualmente de
su carácter típico, que es lo único que los hace simpáticos, conser-
vando la imitación y la verosimilitud en el fondo y en la forma.
Entra también en esta parte la elección del prisma a través
del cual le es permitido a cada uno estudiar sus tiempos, y acep-
tando esos defectos como un elemento, se idealiza también, se
• 102 •
piensa, se inclina a los demás a que piensen igualmente y se agru-
pan, se preparan y conservan pequeños monumentos de arte, para
los que han de estudiarnos mañana y levantar el grande monu-
mento de la historia de nuestra civilización.
El gaucho no conoce ni siquiera los elementos de su propio
idioma, y sería una impropiedad cuando menos, y una falta de verdad
muy censurable, que quien no ha abierto jamás un libro siga las reglas
del arte de Blair, Hermosilla o la Academia.
El gaucho no aprende a cantar. Su único maestro es la espléndi-
da naturaleza que en variados y majestuosos panoramas se extiende
delante de sus ojos.
Canta porque hay en él cierto impulso moral, algo de métrico,
de rítmico, que domina en su organización, y que lo lleva hasta el
extraordinario extremo de que todos sus refranes, sus dichos agudos,
sus proverbios comunes, son expresados en dos versos octosílabos
perfectamente medidos, acentuados con inflexible regularidad, llenos
de armonía, de sentimiento y de profunda intención.
Eso mismo hace muy difícil, si no de todo punto imposible,
distinguir y separar cuáles son los pensamientos originales del autor,
y cuáles los que son recogidos de las fuentes populares.
No tengo noticia que exista ni que haya existido una raza de
hombres aproximados a la naturaleza, cuya sabiduría proverbial llene
todas las condiciones rítmicas de nuestros proverbios gauchos.
Qué singular es, y qué digno de observación, el oír a nuestros
paisanos más incultos, expresar en dos versos claros y sencillos,
máximas y pensamientos morales que las naciones más antiguas, la
India y Persia, conservaban como el tesoro inestimable de su sabi-
duría proverbial; que los griegos escuchaban con veneración de boca
• 103 •
de sus sabios más profundos, de Sócrates, fundador de la moral, de
Platón y de Aristóteles; que entre los latinos difundió gloriosamente
el afamado Séneca; que los hombres del Norte les dieron lugar pre-
ferentemente en su robusta y enérgica literatura; que la civilización
moderna repite por medio de sus moralistas más esclarecidos, y que
se hallan consagrados fundamentalmente en los códigos religiosos
de todos los grandes reformadores de la humanidad.
Indudablemente, que hay cierta semejanza íntima, cierta
identidad misteriosa entre todas las razas del globo que solo es-
tudian en el gran libro de la naturaleza; pues que de él deducen,
y vienen deduciendo desde hace más de tres mil años, la misma
enseñanza, las mismas virtudes naturales, expresadas en prosa
por todos los hombres del globo, y en verso por los gauchos que
habitan las vastas y fértiles comarcas que se extienden a las dos
márgenes del Plata.
El corazón humano y la moral son los mismos en todos los
siglos.
Las civilizaciones difieren esencialmente. “Jamás se hará
–dice el doctor don V. F. López en su prólogo a Las neurosis–, un
profesor o un catedrático europeo, de un Bracma”; así debe ser:
pero no ofrecería la misma dificultad el hacer de un gaucho un
Bracma lleno de sabiduría; si es que los Bracmas hacen consistir
toda su ciencia en su sabiduría proverbial, según los pinta el sabio
conservador de la Biblioteca Nacional de París, en La sabiduría
proverbial de todas las Naciones que difundió en el nuevo mundo
el americano Pazos Kanki.
Saturados de ese espíritu gaucho hay entre nosotros algunos poe-
tas de formas muy cultas y correctas, y no ha de escasear el género
• 104 •
porque es una producción legítima y espontánea del país, y que, en ver-
dad, no se manifiesta únicamente en el terreno florido de la literatura.
Concluyo aquí, dejando a la consideración de los benévolos lec-
tores, lo que yo no puedo decir sin extender demasiado este prefacio,
poco necesario en las humildes coplas de un hijo del desierto.
¡Sea el público indulgente con él! Y acepte esta humilde pro-
ducción, que le dedicamos, como que es nuestro mejor y más
antiguo amigo.
• 105 •
Ciérrase este prólogo diciendo que se llama este libro La vuelta
de Martín Fierro, porque este título le dio el público antes, mucho
antes de haber yo pensado en escribirlo; y allá va a correr tierras con
mi bendición paternal.
José Hernández
• 106 •
I
Martín Fierro
• 107 •
José Hernández
• 108 •
La vuelta de Martín Fierro
• 109 •
José Hernández
II
Triste suena mi guitarra ¡Cuántas veces al cruzar
y el asunto lo requiere; en esa inmensa llanura,
ninguno alegrías espere al verse en tal desventura
sinó sentidos lamentos, y tan lejos de los suyos,
de aquel que en duros tormentos se tira uno entre los yuyos
nace, crece, vive y muere. a llorar con amargura!
Es triste dejar sus pagos En la orilla de un arroyo
170 y largarse a tierra ajena solitario lo pasaba;
llevándosé la alma llena en mil cosas cavilaba
de tormentos y dolores, 190 y, a una güelta repentina,
mas nos llevan los rigores se me hacía ver a mi china
como el pampero a la arena. o escuchar que me llamaba.
¡Irse a cruzar el desierto Y las aguas serenitas
lo mesmo que un forajido, bebe el pingo, trago a trago,
dejando aquí en el olvido, mientras sin ningún halago
como dejamos nosotros, pasa uno hasta sin comer
su mujer en brazos de otro por pensar en su mujer,
180 y sus hijitos perdidos! en sus hijos y en su pago.
3 pues el viejo, como el horno,/ por la boca se calienta: dice el refrán español antiguo:
“El viejo y el horno por la boca se calientan: el uno con vino y el otro con leña”.
• 110 •
La vuelta de Martín Fierro
no podíamos aplacar
tan peligroso hervidero; Se debe ser más prudente
nos tomaron por bomberos cuando el peligro es mayor;
y nos quisieron lanciar. siempre se salva mejor
andando con alvertencia,
Nos quitaron los caballos porque no está la prudencia
a los muy pocos minutos; reñida con el valor.
estaban irresolutos,
220 quién sabe qué pretendían; Vino al fin el lenguaraz4
por los ojos nos metían como a trairnos el perdón;
las lanzas aquellos brutos. nos dijo: “La salvación
250 se la deben a un cacique;
Y déle en su lengüeteo me manda que les esplique
hacer gestos y cabriolas; que se trata de un malón.
uno desató las bolas
y se nos vino en seguida:
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José Hernández
Allí estaban vigilantes
cuidándonós a porfía;
5 Rayar el flete: detener bruscamente el caballo con una frenada violenta de manera
que el animal se siente sobre los jarretes o garrones de las patas traseras. Suerte
de equitación que no todos los jinetes se animaban a realizar.
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La vuelta de Martín Fierro
III
De ese modo nos hallamos por encontrarlo oportuno
empeñaos en la partida: 340 allí juramos los dos
no hay que darla por perdida respetar tan solo a Dios;
por dura que sea la suerte, de Dios abajo, a ninguno7.
ni que pensar en la muerte
sinó en soportar la vida. El mal es árbol que crece
y que cortado retoña;
Se endurece el corazón, la gente esperta o bisoña
no teme peligro alguno; sufre de infinitos modos:
6 Güincá: voz araucana que significa “hombre blanco”. Echeverría en La cautiva es-
cribe “huinca”, como voz grave. Hernández cambia el acento para lograr un efecto
impresionista (prolongación del grito salvaje).
7 de Dios abajo, a ninguno: versos de influencia del teatro clásico español. En Del Rey
abajo, ninguno, de Francisco de Rojas Zorrilla (Toledo, 1607-1648), se disputan el
sentimiento de honor y el respeto al rey.
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José Hernández
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La vuelta de Martín Fierro
8 bendito: en el verso 2.239, “Primera parte”, aludió al toldo. Ahora lo llama con un
nombre muy arraigado entre los gauchos, sugerido por su semejanza con las manos
en actitud de rezo.
9 como pan que no se vende: “Quiere decir secos y arrumbados, efectos del hambre”,
dice Tiscornia.
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José Hernández
10 a los cuatro vientos: aparece aquí el gaucho, hombre de distancia. Montado en su ca-
ballo, los caminos para él se confundían con el horizonte en las cuatro direcciones.
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La vuelta de Martín Fierro
Por eso habrán visto ustedes, Es guerra cruel la del indio
si en el caso se han hallao, porque viene como fiera;
y si no lo han oservao atropella donde quiera
ténganló dende hoy presente, y de asolar no se cansa;
que todo pampa valiente de su pingo y de su lanza
anda siempre bien montao. toda salvación espera.
Marcha el indio a trote largo, Debe atarse bien la faja
paso que rinde y que dura; quien a aguardarlo se atreva;
viene en dirección sigura siempre mala intención lleva,
520 y jamás a su capricho: 550 y como tiene alma grande,
no se les escapa bicho no hay plegaria que lo ablande
en la noche más escura. ni dolor que lo conmueva.
Caminan entre tinieblas Odia de muerte al cristiano,
con un cerco bien formao; hace guerra sin cuartel;
lo estrechan con gran cuidao para matar es sin yel,
y agarran, al aclarar, es fiero de condición;
ñanduces, gamas, venaos, no golpia la compasión
cuanto ha podido dentrar. en el pecho del infiel.
Su señal es un humito Tiene la vista del águila,
530 que se eleva muy arriba, 560 del león la temeridá;
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José Hernández
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La vuelta de Martín Fierro
Vuelven locos de contentos Pero pienso que los pampas
cuando han venido a la fija; deben de ser los más rudos;
antes que ninguno elija aunque andan medio desnudos
empiezan con todo empeño, ni su convenencia entienden;
como dijo un santiagueño, por una vaca que venden
a hacerse la repartija. quinientas matan al ñudo.
Se reparten el botín Estas cosas y otras piores
con igualdá, sin malicia; las he visto muchos años;
no muestra el indio codicia, pero, si yo no me engaño,
640 ninguna falta comete: 670 concluyó ese bandalaje
solo en eso se somete y esos bárbaros salvajes
a una regla de justicia. no podrán hacer más daño.
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José Hernández
11 concluyó ese bandalaje [...] están muertos o cautivos: Hernández se refiere a hechos
históricos contemporáneos. En 1872 desaparecen Calfucurá y Manuel Baigorria. Sus
aliados Catriel, Coliqueo y Manuel Grande se someten al gobierno nacional. En 1879
concluye, bajo la dirección del general Julio A. Roca, la “conquista del desierto”. En ese
mismo año mueren Mariano Rosas y Baigorrita. Los sobrevivientes Epumer, Pincén y
Raniqueo quedan sometidos definitivamente al gobierno. Solamente Namuncurá pre-
fiere aislarse en la cordillera.
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La vuelta de Martín Fierro
12 digo que es como aquel cuervo/ que no volvió del mandao: alusión bíblica al cuervo
que soltó Noé que no regresó al arca por saciarse de cadáveres.
13 como yeguada en la trilla: para la trilla del cereal, se colocaban las gavillas secas en
corrales circulares, para que fuesen pisoteadas por cierta cantidad de yeguas a las
que se estimulaba desde afuera. Por extensión se alude aquí a las indias dando vueltas
en el cerco que les formaban los hombres.
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La vuelta de Martín Fierro
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La vuelta de Martín Fierro
VII
Aquel bravo compañero no encontraba otro consuelo
en mis brazos espiró; que ir a tirarme en el suelo
hombre que tanto sirvió, 960 al lao de su sepoltura.
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José Hernández
VIII
Más tarde supe por ella, Deseaba para escaparse
de manera positiva, hacer una tentativa,
que dentró una comitiva pues a la infeliz cautiva
de pampas a su partido, 1030 naides la va a redimir,
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José Hernández
Cuando no tenían trabajo El indio la sacó al campo
la emprestaban a otra china. y la empezó a amenazar:
“Naides”, decía, “se imagina que le había de confesar
ni es capaz de presumir si la brujería era cierta;
cuánto tiene que sufrir o que la iba a castigar
la infeliz que está cautiva.” hasta que quedara muerta.
Si ven crecido a su hijito, Llora la pobre afligida,
como de piedá no entienden, pero el indio, en su rigor,
y a súplicas nunca atienden, le arrebató con furor
1060 cuando no es este es el otro, 1090 al hijo de entre sus brazos,
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La vuelta de Martín Fierro
IX
De ella fueron los lamentos Yo no sé lo que pasó
que en mi soledá escuché; en mi pecho en ese istante;
en cuanto al punto llegué estaba el indio arrogante
1120 quedé enterado de todo; con una cara feroz:
al mirarla de aquel modo para entendernos los dos
ni un istante tutubié. 1140 la mirada fue bastante.
Toda cubierta de sangre Pegó un brinco como gato
aquella infeliz cautiva, y me ganó la distancia;
tenía dende abajo arriba aprovechó esa ganancia
la marca de los lazazos; como fiera cazadora,
sus trapos hechos pedazos desató las boliadoras
mostraban la carne viva. y aguardó con vigilancia.
Alzó los ojos al cielo, Aunque yo iba de curioso
1130 en sus lágrimas bañada; y no por buscar contienda,
tenía las manos atadas, al pingo le até la rienda,
su tormento estaba claro; 1150 eché mano, dende luego,
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José Hernández
A juerza de precaución En la dentrada no más
muchas veces he salvado, me largó un par de bolazos:
pues en un trance apurado uno me tocó en un brazo;
es mortal cualquier descuido; si me da bien me lo quiebra,
si Cruz hubiera vivido pues las bolas son de piedra
no habría tenido cuidado. y vienen como balazo.
Un hombre junto con otro A la primer puñalada
en valor y en juerza crece; el pampa se hizo un ovillo:
el temor desaparece, era el salvaje más pillo
1180 escapa de cualquier trampa: 1210 que he visto en mis correrías,
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X
Dende ese punto era juerza El pampa educa al caballo
abandonar el desierto, como para un entrevero;
pues me hubieran descubierto, como rayo es de ligero
y, aunque lo maté en pelea, en cuanto el indio lo toca;
de fijo que me lancean y, como trompo, en la boca
por vengar al indio muerto. 1400 da güeltas sobre de un cuero18.
A la afligida cautiva Lo varea en la madrugada;
mi caballo le ofrecí: jamás falta a este deber;
era un pingo que alquirí, luego lo enseña a correr
1380 y donde quiera que estaba entre fangos y guadales;
en cuanto yo lo silbaba ¡ansina esos animales
venía a refregarse en mí. es cuanto se puede ver!
Yo me le senté al del pampa; En el caballo de un pampa
era un oscuro tapao, no hay peligro de rodar,
cuando me hallo bien montao ¡jué pucha! y pa disparar
de mis casillas me salgo; 1410 es pingo que no se cansa;
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La vuelta de Martín Fierro
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¡Todo es cielo y horizonte Penurias de toda clase
en inmenso campo verde! y miserias padecimos;
¡Pobre de aquel que se pierde varias veces no comimos
o que su rumbo estravea! o comimos carne cruda;
Si alguien cruzarlo desea y en otras, no tengan duda,
este consejo recuerde. con raices nos mantuvimos.
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La vuelta de Martín Fierro
a la majestá infinita
besé esta tierra bendita Concluyo esta relación,
que ya no pisa el salvaje. ya no puedo continuar;
permítanmé descansar;
Al fin la misericordia están mis hijos presentes,
1540 de Dios, nos quiso amparar; y yo ansioso porque cuenten
es preciso soportar lo que tengan que contar.
XI
Y mientras que tomo un trago fue, que estábamos lo mesmo.
pa refrescar el garguero, Ansí me dejaba andar
y mientras tiempla el muchacho 1570 haciéndomé el chancho rengo,
21 pues infierno por infierno/ prefiero el de la frontera: estos dos versos contradicen
conceptos vertidos en la “Primera parte” (cap. XIII).
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José Hernández
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La vuelta de Martín Fierro
22 hijos de rengo: expresión poco común que Fierro usa para ponderar la fuerza de la
herencia. Es más común la expresión: “hijo e’tigre” (overo sale) equivalente al dicho
español: “Tal padre, tal hijo”.
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José Hernández
XII
El hijo mayor de Martín Fierro
La penitenciaría
Y vive como los bichos
Aunque el gajo se parece buscando alguna rendija;
al árbol de donde sale, el güérfano es sabandija
solía decirlo mi madre que no encuentra compasión,
1710 y en su razón estoy fijo: y el que anda sin direción
“Jamás puede hablar el hijo es guitarra sin clavija.
con la autoridá del padre”.
Sentiré que cuanto digo
Recordarán que quedamos a algún oyente le cuadre;
sin tener dónde abrigarnos; ni casa tenía, ni madre,
ni ramada ande ganarnos, 1740 ni parentela, ni hermanos;
ni rincón ande meternos, y todos limpian sus manos
ni camisa que ponernos, en el que vive sin padre.
ni poncho con qué taparnos.
Lo cruza este de un lazazo,
Dichoso aquel que no sabe lo abomba aquel de un moquete,
1720 lo que es vivir sin amparo; otro le busca el cachete,
yo con verdá les declaro, y entre tanto soportar,
aunque es por demás sabido: suele a veces no encontrar
dende chiquito he vivido ni quien le arroje un soquete.
en el mayor desamparo.
Si lo recogen lo tratan
No le merman el rigor con la mayor rigidez;
1750
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La vuelta de Martín Fierro
Pido a todos que no olviden “A la justicia ordinaria
lo que les voy a decir; voy a mandar a los tres.”
en la escuela del sufrir Tenía razón aquel juez,
he tomado mis leciones; y cuantos ansí amenacen:
y hecho muchas refleciones ordinaria... es como la hacen,
dende que empecé a vivir. lo he conocido después.
Si alguna falta cometo Nos remitió, como digo,
la motiva mi inorancia; a esa justicia ordinaria;
no vengo con arrogancia y fuimos con la sumaria
1770 y les diré en conclusión 1800 a esa cárcel de malevos,
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José Hernández
23 cormillo gastao: hombre adulto. Juego translaticio del orden humano al de los
animales.
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La vuelta de Martín Fierro
Hijas, esposas, hermanas, Adentro mesmo del hombre
1870 cuantas quieren a un varón, 1900 se hace una revolución:
díganlés que esa prisión metido en esa prisión,
es un infierno temido, de tanto no mirar nada,
donde no se oye más ruido le nace y queda grabada
que el latir del corazón. la idea de la perfeción.
Allá el día no tiene sol, En mi madre, en mis hermanos,
la noche no tiene estrellas; en todo pensaba yo;
sin que le valgan querellas al hombre que allí dentró
encerrao lo purifican; de memoria más ingrata,
y sus lágrimas salpican fielmente se le retrata
1880 en las paredes aquellas. 1910 todo cuanto ajuera vio.
En soledá tan terrible Aquel que ha vivido libre
de su pecho oye el latido: de cruzar por donde quiera
lo sé, porque lo he sufrido se aflige y se desespera
y créameló el auditorio; de encontrarse allí cautivo;
tal vez en el purgatorio es un tormento muy vivo
las almas hagan más ruido. que abate la alma más fiera.
Cuenta esas horas eternas En esa estrecha prisión
para más atormentarse; sin poderme conformar,
su lágrima al redamarse no cesaba de esclamar:
1890 calcula en sus afliciones, 1920 ¡Qué diera yo por tener
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La vuelta de Martín Fierro
24 se lo dieron al Señor/ al clavarlo en una cruz: alude a los dos ladrones crucificados
en el Calvario.
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XIII
El hijo segundo de Martín Fierro
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La vuelta de Martín Fierro
25 como moro sin señor: Inchauspe opina que este injerto (moro) es una imposición
del ritmo; el gaucho diría: “flete o pingo sin señor”, y a ninguno se le hubiese ocurri-
do generalizar a todos los caballos por el color del que montó una vez Martín Fierro
(verso 361: “yo llevé un moro de número”. La frase es de raigambre española y es
equivalente al modismo “Como mozo sin señor”.
26 Antiguo: es decir, representante de un tipo casi extinguido.
27 con las patas como loro,/ de estribar entre los dedos: el estribo consistía en una correa
terminada en un nudo en el que se afirmaba el gaucho tomándolo entre los dedos
del pie.
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José Hernández
Andaba rodiao de perros, ¡Aijuna! dije entre mí;
que eran todo su placer; me has dao esta pesadumbre:
jamás dejó de tener ya verás cuanto vislumbre
menos de media docena; una ocasión medio güena,
mataba vacas ajenas te he de quitar la costumbre
2180 para darles de comer. 2210 de cerdiar yeguas ajenas.
Carniábamos noche a noche Porque maté una vizcacha
alguna res en el pago; otra vez me reprendió;
y, dejando allí el rezago, se lo vine a contar yo,
alzaba en ancas el cuero, y no bien se lo hube dicho,
que se lo vendía a un pulpero “ni me nuembres ese bicho”
por yerba, tabaco y trago. me dijo, y se me enojó.
¡Ah! ¡Viejo más comerciante Al verlo tan irritao
en mi vida lo he encontrao! hallé prudente callar;
Con ese cuero robao este me va a castigar
2190 él arreglaba el pastel, 2220 dije entre mí, si se agravia:
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La vuelta de Martín Fierro
Ese fue el hombre que estuvo Después de las trasnochadas
encargao de mi destino; allí venía a descansar;
siempre anduvo en mal camino, yo desiaba aviriguar
2250 y todo aquel vecindario lo que tuviera escondido,
decía que era un perdulario, pero nunca había podido
insufrible de dañino. pues no me dejaba entrar.
Cuando el juez me lo nombró Yo tenía unas jergas viejas
al dármeló de tutor, que habían sido más peludas;
me dijo que era un señor y con mis carnes desnudas,
el que me debía cuidar, 2280 el viejo, que era una fiera,
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José Hernández
XV
Siempre andaba retobao, Lleváte de mi consejo,
con ninguno solía hablar; fijáte bien lo que hablo:
se divertía en escarbar el diablo sabe por diablo,
y hacer marcas con el dedo; pero más sabe por viejo.”
y cuando se ponía en pedo
me empezaba aconsejar. “Hacéte amigo del juez,
2320 no le des de qué quejarse;
Me parece que lo veo y cuando quiera enojarse
con su poncho calamaco30, vos te debés encoger,
después de echar un buen taco, pues siempre es güeno tener
2310 ansí principiaba a hablar: palenque ande ir a rascarse.”
“Jamás llegués a parar
ande veás perros flacos”. “Nunca le llevés la contra,
porque él manda la gavilla:
“El primer cuidao del hombre allí sentao en su silla,
es defender el pellejo. ningún güey le sale bravo;
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José Hernández
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La vuelta de Martín Fierro
“Es un bicho la mujer “Donde los vientos me llevan
que yo aquí no lo destapo, allí estoy como en mi centro;
siempre quiere al hombre guapo; cuando una tristeza encuentro
2400 mas fijate en la eleción, tomo un trago pa alegrarme:
porque tiene el corazón a mí me gusta mojarme
como barriga de sapo.” por ajuera y por adentro32.”
Y gangoso con la tranca, “Vos sos pollo, y te convienen
me solía decir: “Potrillo, toditas estas razones,
recién te apunta el cormillo, mis consejos y leciones
mas te lo dice un toruno: 2430 no echés nunca en el olvido:
31 como el cordero hay quien lo haga [...] toda entera se la tragan: el cordero al comer
solo despunta la hierba, mientras que el borrego la devora hasta la raíz.
32 a mí me gusta mojarme/ por ajuera y por adentro: “mojarse por ajuera”, lavarse, higie-
nizarse. “Por adentro”, beber caña, ginebra o cualquier otro estimulante.
33 Puyón: púa de metal (acero o plata) con que se reforzaban los espolones de los gallos en
las riñas tradicionales. Por extensión, ayuda, protección.
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José Hernández
XVI
Cuando el viejo cayó enfermo, “Tabernáculo... qué bruto;
2440 viendo yo que se empioraba, un tubérculo, dirás”.
y que esperanza no daba
de mejorarse siquiera, Al verse ansí interrumpido
le truje una culandrera al punto dijo el cantor:
a ver si lo mejoraba. “No me parece ocasión
2460 de meterse los de ajuera,
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La vuelta de Martín Fierro
38 a hablar entre liberatos: así en el manuscrito, aunque casi todas las ediciones traen:
“literatos”. El término “liberato” explica otras expresiones como tabernáculo, por
ejemplo, y tiene su antecedente en el diálogo (“segunda parte”, cap. 3) entre Sancho
Panza y el licenciado Sansón Carrasco.
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José Hernández
XVII
39 tomé: muchas ediciones (desde la inicial de 1879) traen “cobré” en lugar de “tomé”,
como dice el manuscrito.
40 enterraba las cabezas: en el ganado menor la marca o señal se hace, por lo gene-
ral, en las orejas del animal. Al hacer desaparecer las cabezas borraba las pruebas
del delito.
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La vuelta de Martín Fierro
“Una noche que les hizo Luego comenzó el alcalde
como estaba acostumbrao, a registrar cuanto había,
se alzó el mulato enojao, sacando mil chucherías
y le gritó: ‘Viejo indino, y guascas y trapos viejos,
yo te he de enseñar, cochino, temeridá de trebejos
a echar saliva al asao’.” que para nada servían.
“Lo saltó por sobre el juego Salieron lazos, cabrestos,
con el cuchillo en la mano; coyundas y maniadores,
¡la pucha, el pardo liviano! una punta de arriadores,
2580 en la mesma atropellada 2610 cinchones, maneas, torzales,
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José Hernández
XVIII
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La vuelta de Martín Fierro
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José Hernández
XIX
Anduve a mi voluntá Me hice hombre de esa manera
como moro sin señor; bajo el más duro rigor;
ese fue el tiempo mejor sufriendo tanto dolor
que yo he pasado tal vez: muchas cosas aprendí;
de miedo de otro tutor y por fin víctima fui
2750 ni aporté por lo del juez. del más desdichado amor.
“Yo cuidaré”, me había dicho, De tantas alternativas
“de lo de tu propiedá; 2770 esta es la parte peluda;
todo se conservará, infeliz y sin ayuda
el vacuno y los rebaños fue estremado mi delirio,
hasta que cumplás treinta años y causaban mi martirio
en que seas mayor de edá.” los desdenes de una viuda.
Y aguardando que llegase Llora el hombre ingratitudes
el tiempo que la ley fija, sin tener un jundamento,
pobre como lagartija, acusa sin miramiento
2760 y sin respetar a naides, a la que el mal le ocasiona,
anduve cruzando al aire y tal vez en su persona
como bola sin manija41. 2780 no hay ningún merecimiento.
41 Andar como bola sin manija: indica la falta de dirección en el andar. De las tres bolas
o boleadoras, la más corta y que da el rumbo es la “manija”.
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La vuelta de Martín Fierro
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José Hernández
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La vuelta de Martín Fierro
XX
Martín Fierro y sus dos hijos, en las últimas carreras,
entre tanta concurrencia, pero andaba despilchao,
siguieron con alegría no tráia una prenda buena;
celebrando aquella fiesta. un recadito cantor
Diez años, los más terribles, daba fe de sus pobrezas.
había durado la ausencia, Le pidió la bendición
y al hallarse nuevamente al que causaba la fiesta,
2910 era su alegría completa. y sin decirles su nombre
En ese mesmo momento, 2930 les declaró con franqueza
XXI
Picardía
Voy a contarles mi historia Me quedé en el desamparo,
perdónenmé tanta charla, y al hombre que me dio el ser
y les diré al principiarla, no lo pude conocer;
aunque es triste hacerlo así, 2950 ansí, pues, dende chiquito
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José Hernández
42 o por causa del servicio [...] o por causa de la guerra: alusión histórica al servicio de
fronteras, en la lucha contra los indios, por una parte, y a la guerra con el Paraguay, por
la otra (1865-1869).
43 Volantín: volatineros, artistas muy populares en el Litoral en las fechas en que Hernández
ubica la acción. Encontramos la alusión en la Relación que hace el gaucho Contreras
a Chano en las fiestas mayas del año 1822, verso 274.
44 me fui para Santa Fe: la referencia a Santa Fe es otra de las escasas e imprecisas re-
ferencias del poema a lugares geográficos.
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La vuelta de Martín Fierro
45 Camilucho: término con que se designaba al gaucho pobre o indio pampa que actuaba
como peón en las estancias y que realizaba generalmente su trabajo de “a pie”.
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José Hernández
46 Andar como pelota: equivale a “andar como bola sin manija”, aunque con otra in-
tención.
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La vuelta de Martín Fierro
47 Cincha: comúnmente la faja con que se asegura el apero. Figuradamente, como ocurre
en este caso, trampa en el juego de naipes, que permite ajustar, asegurar al contrario.
48 Chapetón: es raro este americanismo en los poetas gauchescos. Equivale a inexper-
to, novato; en el mismo sentido se usaba “maturrango” para referirse a los que an-
daban mal a caballo.
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José Hernández
49 Mulita: como el armadillo de ese nombre, apocado, tímido. Por extensión, cobarde.
50 Pichicos: huesos de las patas delanteras de ciertos animales lanares, que los niños
usaban como pasatiempo.
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La vuelta de Martín Fierro
• 171 •
José Hernández
51 moza con cuerpo de güey: se refiere a la mujer joven, de cuerpo grande y enamo-
radiza. La comparación está ajustada al mundo y realidad del gaucho.
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La vuelta de Martín Fierro
XXIV
Me le escapé con trabajo Cuando se riunió la gente
en diversas ocasiones; 3350 vino a ploclamarla el ñato;
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José Hernández
Áhi no más ya me cayó Dende aquellas eleciones
a sable la polecía; se siguió el batiburrillo;
aunque era una picardía aquel se volvió un ovillo
me decidí a soportar, del que no había noticia.
y no los quise peliar ¡Es señora la justicia...
por no perderme, ese día. y anda en ancas del más pillo!
XXV
Después de muy pocos días, Se puso arisco el gauchaje;
tal vez por no dar espera la gente está acobardada;
y que alguno no se fuera, salió la partida armada,
3400 hicieron citar la gente, y trujo como perdices
pa riunir un contingente unos cuantos infelices
y mandar a la frontera. que entraron en la voltiada.
53 Tramojo: horqueta o palo que se ata a los animales para impedir que pasen las ca-
bezas a través de los alambrados.
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La vuelta de Martín Fierro
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José Hernández
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La vuelta de Martín Fierro
XXVI
Cuando me llegó mi turno Me empeñé en aviriguarlo;
dije entre mí: “¡Ya me toca!” promesas hice a Jesús;
y aunque mi falta era poca, tuve por fin una luz,
no sé por qué me asustaba; 3550 y supe con alegría
les asiguro que estaba que era el autor de mis días
con el Jesús en la boca. el guapo sargento Cruz.
Me dijo que yo era un vago, Yo conocía bien su historia
3530 un jugador, un perdido; y la tenía muy presente;
que dende que fi al partido sabía que Cruz bravamente,
andaba de picaflor; yendo con una partida,
que había de ser un bandido había jugado la vida
como mi antesucesor. por defender a un valiente.
Puede que uno tenga un vicio, Y hoy ruego a mi Dios piadoso
y que de él no se reforme; 3560 que lo mantenga en su gloria;
mas naides está conforme se ha de conservar su historia
con recibir ese trato: en el corazón del hijo:
yo conocí que era el ñato él al morir me bendijo,
3540 quien le había dao los informes. yo bendigo su memoria.
Me dentró curiosidá, Yo juré tener enmienda
al ver que de esa manera y lo conseguí deveras;
tan siguro me dijera puedo decir ande quiera
que fue mi padre un bandido; que si faltas he tenido
luego lo había conocido, de todas me he corregido
y yo inoraba quién era. 3570 dende que supe quién era.
• 177 •
José Hernández
El que sabe ser buen hijo 3580 pero, por desgracia mía,
a los suyos se parece; el nombre de Picardía
y aquel que a su lado crece no me lo pude quitar.
y a su padre no hace honor,
como castigo merece Aquel que tiene buen nombre
de la desdicha el rigor. muchos dijustos ahorra;
y entre tanta mazamorra
Con un empeño costante no olviden esta alvertencia:
mis faltas supe enmendar; aprendí por esperencia
todo conseguí olvidar, que el mal nombre no se borra.
XXVII
He servido en la frontera, Siempre el mesmo trabajar,
3590 en un cuerpo de milicias; siempre el mesmo sacrificio,
no por razón de justicia, es siempre el mesmo servicio
como sirve cualesquiera. y el mesmo nunca pagar.
La bolilla me tocó Siempre cubiertos de harapos,
de ir a pasar malos ratos 3610 siempre desnudos y pobres;
por la facultá del ñato, nunca le pagan un cobre
que tanto me persiguió. ni le dan jamás un trapo.
Y sufrí en aquel infierno Sin sueldo y sin uniforme
esa dura penitencia, lo pasa uno aunque sucumba;
por una malaquerencia confórmesé con la tumba54
3600 de un oficial subalterno. y si no... no se conforme.
No repetiré las quejas Pues si usté se ensoberbece
de lo que se sufre allá; o no anda muy voluntario,
son cosas muy dichas ya le aplican un novenario
y hasta olvidadas de viejas. 3620 de estacas... que lo enloquecen.
• 178 •
La vuelta de Martín Fierro
• 179 •
José Hernández
Aura poco ha sucedido, Y luego, si a alguna estancia
con un invierno tan crudo, a pedir carne se arrima,
largarlos a pie y desnudos al punto le cáin encima
3680 pa volver a su partido. con la ley de la vagancia58.
Y tan duro es lo que pasa, Y ya es tiempo, pienso yo,
que en aquella situación, de no dar más contingente;
les niegan un mancarrón si el Gobierno quiere gente,
para volver a su casa. que la pague y se acabó.
57 Longinos: jefe de los centuriones que hirió con su lanza a Cristo en el costado. Los
centuriones llevaban casi todo el cuerpo desnudo.
58 ley de la vagancia: hace referencia al Código Rural de la provincia de Buenos Aires,
sancionado en 1865, durante el gobierno de Valentín Alsina.
• 180 •
La vuelta de Martín Fierro
Lo pasaba como todos Muy delicao, dormía en cuja,
este pobre penitente, y no sé por qué sería,
pero salí de asistente la gente lo aborrecía
y mejoré en cierto modo. y le llamaban La Bruja.
• 181 •
José Hernández
Estos diablos de milicos La Bruja las recebía
de todo sacan partido: como se ha dicho, a su modo;
cuando nos vían riunidos las cargábamos, y todo
se limpiaban los hocicos. se entriega en la mayoría.
Y decían en los jogones Sacan allí en abundancia
como por chocarrería: lo que les toca sacar,
“Con La Bruja y Picardía y es justo que han de dejar
3780 van a andar bien las raciones”. otro tanto de ganancia.
A mí no me jue tan mal, Van luego a la compañía,
pues mi oficial se arreglaba; 3810 las recibe el Comendante,
• 182 •
La vuelta de Martín Fierro
en invierno el de verano
¡Todo es como pan bendito! y en el verano el de invierno.
Y sucede, de ordinario,
tener que juntarse varios Y yo el motivo no encuentro,
para hacer un pucherito. ni la razón que esto tiene;
mas dicen que eso ya viene
Dicen que las cosas van arreglao dende adentro.
3840 con arreglo a la ordenanza;
puede ser, pero no alcanzan, Y es necesario aguantar
¡tan poquito es lo que dan! el rigor de su destino:
el gaucho no es argentino
Algunas veces, yo pienso, 3870 sino pa hacerlo matar.
• 183 •
José Hernández
XXIX
XXX
Martín Fierro
• 184 •
José Hernández
59 hasta que las velas no ardan: se refiere tanto a las velas que se consumen totalmente,
como a la necesidad de apagarlas por innecesarias, con la llegada del día.
• 186 •
La vuelta de Martín Fierro
El Moreno
Yo no soy, señores míos, Pero yo he vivido libre
sinó un pobre guitarrero, y sin depender de naides;
pero doy gracias al Cielo61 siempre he cruzado los aires
3980 porque puedo, en la ocasión, como el pájaro sin nido;
toparme con un cantor cuanto sé lo he aprendido
que esperimente a este negro. porque me lo enseñó un flaire.
Yo también tengo algo blanco, Y sé como cualquier otro
pues tengo blancos los dientes; el porqué retumba el trueno;
sé vivir entre las gentes por qué son las estaciones
sin que me tengan en menos: 4010 del verano y del invierno;
60 haga sonar una esponja/ o ponga cuerdas de lana: aconseja que se abandonen la
profesión del canto y, especialmente, el uso de la guitarra, porque la derrota significa
inferioridad e incapacidad.
61 Cielo: hemos respetado el uso de las mayúsculas, de acuerdo con el original, en este
caso y en los que siguen (Tierra, Mar, Ley, Cantidá, Sol, Mundo, Luna).
• 187 •
José Hernández
62 en leturas no conozco/ la jota por ser redonda: corresponde al dicho “ni la o por ser
redonda”. Se yuxtaponen aquí los equívocos que el Moreno repetía con inocencia
por causa de las escasas lecturas que confiesa y las pocas oportunidades que tuvo
y tiene de verificar sus conocimientos.
• 188 •
La vuelta de Martín Fierro
a todo se ha de poner
el nombre con que se llama, Y ya que al mundo vinistes
y a naides le quita fama con el sino de cantar,
lo que recibió al nacer. no te vayas a turbar,
no te agrandes ni te achiques:
Y ansí me gusta un cantor es preciso que me espliques
que no se turba ni yerra; cuál es el canto del Mar.
• 189 •
José Hernández
El Moreno El Moreno
A los pájaros cantores No galope que hay aujeros,
ninguno imitar pretende; le dijo a un guapo un prudente.
de un don que de otro depende Le contesto humildemente:
4130 naides se debe alabar, la noche por canto tiene
pues la urraca apriende a hablar, esos ruidos que uno siente
pero solo la hembra apriende. sin saber de dónde vienen.
Y ayúdame, ingenio mío Son los secretos misterios
para ganar esta apuesta; que las tinieblas esconden;
mucho el contestar me cuesta, son los ecos que responden
pero debo contestar: 4160 a la voz del que da un grito,
• 190 •
La vuelta de Martín Fierro
Y el consejo del prudente Martín Fierro
no hace falta en la partida; Me gusta, negro ladino,
siempre ha de ser comedida lo que acabás de esplicar;
la palabra de un cantor. ya te empiezo a respetar
Y aura quiero que me digas aunque al principio me réi;
de dónde nace el amor. y te quiero preguntar
lo que entendés por la Ley.
El Moreno
A pregunta tan escura El Moreno
trataré de responder, Hay muchas dotorerías
aunque es mucho pretender que yo no puedo alcanzar;
4190 de un pobre negro de estancia; dende que aprendí a inorar
mas conocer su inorancia 4220 de ningún saber me asombro,
• 191 •
José Hernández
• 192 •
La vuelta de Martín Fierro
• 193 •
José Hernández
65 el que del tiempo depende,/ en los meses que train erre: con precisión y equilibrio
idiomáticos, estos dos versos resumen la actividad general del campo. En enero,
febrero, marzo, abril, septiembre, octubre, noviembre y diciembre se desarrollan las
típicas tareas rurales de apartes, esquilas, yerras, etcétera. El resto del año se deja
en libertad a los animales, en campos de buenos pastos.
• 194 •
La vuelta de Martín Fierro
Es buena ley que el más lerdo Y este triste desengaño
debe perder la carrera; me durará mientras viva;
ansí le pasa a cualquiera, aunque un consuelo reciba
cuando en competencia se halla jamás he de alzar el vuelo:
un cantor de media talla quien no nace para el cielo
con otro de talla entera. de balde es que mire arriba.
¿No han visto en medio del campo Y suplico a cuantos me oigan
al hombre que anda perdido, que me permitan decir
dando güeltas afligido que al decidirme a venir
4400 sin saber dónde rumbiar? 4430 no solo jue por cantar,
• 195 •
José Hernández
66 priesa: por prisa. El término es común hasta el siglo XVII pero resulta extraño aun en
la literatura gauchesca.
67 junción: ver nota 2o, “Primera parte”.
• 196 •
La vuelta de Martín Fierro
XXXI
Y después de estas palabras, como el que miedo no lleva,
que ya la intención revelan, a la costa de un arroyo
procurando los presentes llegaron a echar pie a tierra.
que no se armara pendencia, Desensillaron los pingos
se pusieron de por medio y se sentaron en rueda,
y la cosa quedó quieta. refiriéndosé entre sí
Martín Fierro y los muchachos, infinitas menudencias,
4530 evitando la contienda, porque tiene muchos cuentos
montaron y paso a paso 4540 y muchos hijos la ausencia.
• 197 •
José Hernández
69 aunque el atar con el lazo/ da del hombre mala idea: cuando la noche sorprendía al
gaucho en medio del campo, ataba su caballo con su “atador”, correa de cuero de
unos doce metros de largo. El rocío, o el simple roce con la tierra, hubiera echado a
perder la flexibilidad de su lazo.
70 porque el sueño no lo agarra/ a quien sin cenar se acuesta: el antiguo refrán castellano
dice: “Quien se echa sin cenar, toda la noche devanea”.
• 198 •
La vuelta de Martín Fierro
XXXII
Un padre que da consejos en el mayor infortunio
más que padre es un amigo; pongan su confianza en Dios;
ansí como tal les digo de los hombres, sólo en uno,
que vivan con precaución: con gran precaución, en dos.
naides sabe en qué rincón
4600 se oculta el que es su enemigo. Las faltas no tienen límites
como tienen los terrenos;
Yo nunca tuve otra escuela se encuentran en los más buenos,
que una vida desgraciada: y es justo que les prevenga:
no estrañen si en la jugada aquel que defectos tenga,
alguna vez me equivoco; 4630 disimule los ajenos.
• 199 •
José Hernández
• 200 •
La vuelta de Martín Fierro
ni el tiempo ni la vergüenza;
como todo hombre que piensa Si se arma algún revolutis72,
procedan siempre con juicio; siempre han de ser los primeros;
y sepan que ningún vicio no se muestren altaneros
acaba donde comienza. aunque la razón les sobre:
en la barba de los pobres
Ave de pico encorvado aprienden pa ser barberos.
le tiene al robo afición;
pero el hombre de razón Si entregan su corazón
4730 no roba jamás un cobre, a alguna mujer querida,
pues no es vergüenza ser pobre no le hagan una partida
y es vergüenza ser ladrón. 4760 que la ofienda a la mujer:
• 201 •
José Hernández
XXXIII
• 202 •
La vuelta de Martín Fierro
73 siempre es dañosa la sombra/ del árbol que tiene leche: el árbol de savia lechosa
es considerado, según creencia popular, dañino para la salud, razón por la cual ningún
gaucho duerme debajo de plantas como la higuera, el eucalipto o el ombú.
• 203 •
José Hernández
• 204 •
Sobre terreno conocido
Comprobación de lectura
Marquen con una cruz la opción correcta.
205
c) se entera de que mataron a su familia.
d) no le pagaron sus servicios en la frontera.
207
Actividades de comprensión
Los narradores
1 Lean el comienzo del canto primero y respondan a las consignas
que le siguen.
Aquí me pongo a cantar / al compás de la vigüela, / que al hombre que
lo desvela / una pena estrordinaria, / como la ave solitaria / con el cantar
se consuela.
a) ¿En qué persona gramatical se manifiesta el narrador?
b) ¿Qué tipo de narrador es (protagonista / testigo / omnisciente)?
Caractericen a ese narrador a través de lo que dice acerca de sí
mismo en el primer canto.
2 Lean la siguiente estrofa del canto x y respondan a las consignas
que le siguen.
El andar tan despilchao / ningún mérito me quita. / Sin ser un alma
bendita / me duelo del mal ajeno: / soy un pastel con relleno / que
parece torta frita (vv. 1693-1698).
a) ¿Quién narra en este canto?
b) ¿En qué persona narra y qué tipo de narrador es?
c) ¿Quién es el receptor de su relato?
3 Lean los siguientes versos del canto xiii de la primera parte de la
obra de José Hernández y respondan a las consignas que le siguen.
En este punto el cantor / buscó un porrón pa consuelo, / echó un trago
como un cielo, / y de un golpe al istrumento, / lo hizo astillas contra el
suelo. // “Ruempo –dijo– la guitarra, / pa no volverme a tentar / nin-
guno la ha de tocar, / por seguro tenganló; / pues naides ha de cantar /
cuando este gaucho cantó” (vv. 2269-2280).
208
a) ¿En qué persona gramatical aparecen los verbos en la primera
de las estrofas?
b) ¿Qué tipo de narrador se manifiesta en esos verbos?
c) ¿En qué verbo de la segunda estrofa aparece ese mismo narrador?
d) ¿Qué narrador se manifiesta en el verbo “ruempo” y en la forma
“volverme”?
4 Identifiquen quiénes son los narradores de la primera parte del poema,
conocida como La ida. Diseñen un cuadro como el del modelo y com-
plétenlo con la información correspondiente.
5 Respondan oralmente.
La oralidad
En sus orígenes, tal vez en el siglo xvii, los poemas y relatos que
tenían que ver con la lengua, las preocupaciones y los personajes del
mundo de los gauchos se transmitían oralmente. Los mismos gau-
chos entretenían a su auditorio “cantando sus historias”. Así lo
recuerda D. F. Sarmiento en Facundo.
Los personajes
1 Elaboren una lista de los personajes de la primera parte de Martín
Fierro. Luego, agrúpenlos según el espacio al que pertenezcan, por
ejemplo: pueblo, frontera, desierto. Para terminar, indiquen quié-
nes de esos personajes ostentan la autoridad, quienes la sufren y
quiénes se encuentran al margen de la ley.
2 Escriban una lista con los personajes de La vuelta que no apare-
cen en la primera parte y caracterícenlos.
212
Actividades de análisis
Las mujeres
1 Lean los siguientes versos de la primera parte, en los que Cruz habla
de su mujer.
“ Las mujeres dende entonces / conocí todas en una. / Ya no he de probar
fortuna / con carta tan conocida: / mujer y perra parida, / no se me
acerque ninguna.”
a) ¿Por qué Cruz opina de esta manera acerca de las mujeres?
b) ¿Cuál es la posición de Fierro con respecto a su propia mujer?
Citen un ejemplo de la primera parte en donde aparezcan los
sentimientos de Fierro en relación con su mujer.
c) ¿Qué les aconseja Martín Fierro a sus hijos con respecto a la mujer,
en la segunda parte del poema? Citen el ejemplo.
d) ¿Qué le aconseja el Viejo Vizcacha al hijo menor de Fierro con
respecto a la mujer? Citen un ejemplo.
2 Relean en la primera parte el episodio en el que Fierro, borracho,
ataca verbalmente a la mujer de un moreno en un baile.
• ¿Qué actitud asume esta mujer?
3 Relean, en la segunda parte, el episodio en el que Fierro se encuen-
tra con un indio que está torturando a una mujer cautiva.
• ¿Qué hace Fierro ante esta situación? Resuman el episodio.
4 Busquen en los cantos relatados por Picardía referencias a las
mujeres.
• ¿Cuáles la posición del personaje ante las mujeres? Citen ejemplos
en apoyo de sus opiniones.
5 Por lo observado en los puntos 2, 3, 4 y 5, ¿cuál es la posición
ideológica de Hernández, manifiesta en el poema ante la mujer?
213
• Discutan distintas posibilidades, argumentando siempre con citas
textuales.
6 Pidan ayuda al docente de Historia y busquen información acerca
del papel de la mujer en la Argentina, en la segunda mitad del
siglo xviii y durante el siglo xix. Luego, discutan si la imagen que
se desprende de la obra de Hernández es coherente con la que se
deriva de sus investigaciones. Presten particular atención al asunto
de las mujeres cautivas en relación con los malones.
3 Cervantes Saavedra, Miguel de, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, edición
y notas: Celina Sabor de Cortazar e Isaías Lerner, prólogo de Marcos Morínigo, Buenos
Aires, Eudeba, 1969, p. 12. 215
b) Discutan con el resto de la clase cuál consideran que es el tipo
de lector que espera Hernández para su poema (crítico, obe-
diente, pasatista…).
c) Tengan en cuenta la información que han leído en el prólogo
citado y que han resumido. Determinen el tipo de literatura que
propone Hernández (divertida, didáctica, instructiva, basada en
la realidad social y política del país…).
d) Busquen en la segunda parte del poema fragmentos en los que
algún personaje exprese a su modo las mismas ideas que resu-
mieron en el punto 1.a). Empleen la información que recogieron y
armen un cuadro de dos columnas que presente esas semejan-
zas. En la columna de la izquierda, transcriban los fragmentos
del prólogo; en la de la derecha, los del poema. Por ejemplo:
“… afeando las supersticiones “Decían entonces las viejas, / como
ridículas y generalizadas que que eran sabedoras, / que los perros
nacen de una deplorable igno- cuando lloran / es porque ven al
rancia”. demonio; yo creía en el testimonio
/ como cré siempre el que inora”.
(vv. 2703-2708 de la segunda parte.
Lo dice el hijo segundo cuando se
queda solo, con Vizcacha muerto.)
2 Lean la carta a don José Zoilo Miguens, que funciona como prólo-
go a la primera parte del poema de Hernández.
a) Resuman en breves oraciones cuatro objetivos importantes
expuestos allí por el autor.
b) Compárenlos con los expuestos en “Cuatro palabras de conver-
sación con los lectores”, en La vuelta de Martín Fierro.
c) Expongan en un cuadro dos similitudes y dos diferencias en
relación con los objetivos del autor para cada parte del poema.
d) ¿A qué tipo de lector aspira llegar el autor en cada uno de los tex-
tos? Citen ejemplos para confirmar sus afirmaciones.
216
3 Lean el siguiente comentario de José Hernández en la “Carta a don
José Zoilo Miguens.”
Quizá la empresa habría sido para mí más fácil y de mejor
éxito, si solo me hubiera propuesto hacer reír a costa de su
ignorancia [...] Por lo demás, espero, mi amigo, que ud. lo
juzgará con benignidad, siquiera sea porque Martín Fierro
no va de la ciudad a referir a sus compañeros lo que ha visto y
admirado en un 25 de Mayo u otra función semejante, refe-
rencias algunas de las cuales, como el Fausto y varias otras,
son de mucho mérito…
P ero los otros también son yos: sujetos como yo, que solo
mi punto de vista, para el cual todos están allí y yo solo
estoy aquí, separa y distingue verdaderamente de mí.
Puedo concebir a esos otros como una abstracción, como
una instancia de la configuración psíquica de todo indivi-
duo […..]; o bien como un grupo social concreto al que
nosotros no pertenecemos. Ese grupo puede, a su vez, estar
en el interior de la sociedad: las mujeres para los hombres
[...]; o puede ser exterior a ella, es decir, otra sociedad…
Todorov, T., La conquista de América y la
cuestión del otro, México, Siglo XXI Editores, 1987.
218
Tengan en cuenta la cita de Todorov
y mencionen qué grupos son los
“otros” en el interior de la sociedad
de la que forman parte los gauchos.
4 Este poema narrativo de Esteban Echeverría relata la historia del cautiverio de Ma-
ría, habitante de una población fronteriza, por un malón. Cuando su esposo Brian
220 intenta rescatarla, sufre la misma suerte.
bruto la espuela, / sin mirar alrededor? / ¡Ved que las puntas ufanas / de sus
lanzas, por despojos, / llevan cabezas humanas, / cuyos inflamados ojos /
respiran aún furor!
Así el bárbaro hace ultraje / al indomable coraje / que abatió su alevosía;
/ y su rencor todavía / mira, con torpe placer, / las cabezas que cortaron
/ sus inhumanos cuchillos, / exclamando: “Ya pagaron / del cristiano los
caudillos / el feudo a nuestro poder.
Ya los ranchos do vivieron / presa de las llamas fueron, / y muerde el polvo
abatida / su pujanza tan erguida. / ¿Dónde sus bravos están? / Vengan hoy
del vituperio, / sus mujeres, sus infantes, / que gimen en cautiverio, / a
libertar, y como antes / nuestras lanzas probarán”.
b) Lean el siguiente fragmento perteneciente al Epílogo5 de Una excursión
a los indios ranqueles6 (1870), de Lucio V. Mansilla (1831-1913).
Oigamos discurrir a los bárbaros.
Conversando un día con Mariano Rosas, yo hablé así:
—Hermano, los cristianos han hecho hasta ahora lo que
han podido, y harán en adelante cuanto puedan, por los
indios.
Su contestación fue con visible expresión de ironía:
—Hermano, cuando los cristianos han podido nos han muer-
to; y si mañana pueden matarnos a todos, nos matarán. Nos
han enseñado a usar ponchos finos, a tomar mate, a fumar, a
comer azúcar, a beber vino, a usar bota fuerte. Pero no nos
han enseñado ni a trabajar, ni nos han hecho conocer a su
Dios. Y entonces, hermano, ¿qué servicios les debemos?
5 Epílogo: (del griego epi: “sobre”, y logos: “tratado”. Tambien epilogos: “conclusión”).
palabras finales de una obra a manera de conclusión.
6 Una excursión a los indios ranqueles se publicó al modo de unas apostillas en el
diario La Tribuna. En ellas, siendo coronel del Ejército, Mansilla refiere su encuentro
con los ranqueles (una etnia de la nación mapuche) en lo que hoy es territorio pam-
peano, en particular, con el cacique Yanquetruz, también llamado Mariano Rosas, quien
se oponía a refrendar un tratado de paz con el gobierno argentino. 221
Yo habría deseado que Sócrates hubiese estado dentro de
mí en aquel momento a ver qué contestaba con toda su
sabiduría.
Por mi parte, hice acto de conciencia y callé...
Aviso de la época
del Centenario.
Época de esplendor
Temática primordial
Características del
protagonista
Modo de escritura
(prosa o verso)
228
• Primer párrafo: presentación de la intención del texto (argumentar
si el Martín Fierro es una novela o un poema épico);
• Segundo párrafo: elección de uno de los temas de la primera
columna que se desarrollarán para elaborar la fundamentación;
• Tercer párrafo: elección y desarrollo de otro de los temas;
• Cuarto párrafo: conclusión que plantea la postura personal frente
a la discusión.
Lo universal
1 Busquen en el poema ejemplos de algunas estrofas o versos que
planteen algunas temáticas de alcance universal. Con “universal”
se intenta significar que concierne al hombre en tanto hombre, sin
recalar en el origen geográfico, social, generacional. Por ejemplo:
El dolor por el exilio:
“Y cuando habían pasao, / una madrugada clara / le dijo Cruz que mira-
ra / las últimas poblaciones; / y a Fierro dos lagrimones / le rodaron por
la cara”. (Martín Fierro, primera parte, vv 2293–2298.)
Otras temáticas universales son estas: la libertad, la injusticia, la
relación con la naturaleza, el destino, etcétera.
La métrica
El verso básico que utiliza Hernández a lo largo de todo el poema
es el octosílabo, propio de la poesía popular en lengua castellana.
Sobre este verso, organiza casi toda la métrica del poema (cuartetas,
sextinas, romances, redondillas, décimas, etc.). La estrofa más utiliza-
da es la denominada sextina hernandiana, llamada así porque fue
una creación de José Hernández, sobre todo en la combinación de los
versos que riman entre sí. La sextina hernandiana consiste en una
estrofa de seis versos octosílabos de rima consonante, casi a medio
camino entre la copla popular (estrofa de cuatro versos octosílabos)
y la décima culta (estrofa de diez versos octosílabos). Por ejemplo:
10 Cortazar, Augusto Raúl. Realidad, vida y poesía de Martín Fierro, Buenos Aires, Edición
233
de Cultura, 1961.
1 A continuación, se presentan una serie de refranes populares: Elaboren
con ellos una sextina hernandiana. Cuiden la rima y traten de que el
refrán quede en los dos últimos versos como conclusión de la estrofa.
No por mucho madrugar / amanece más temprano.
A caballo regalado / no se le miran los dientes.
Una casa con dos puertas, / muy mala es de guardar.
2 Reescriban estas coplas populares del norte argentino11, respetando el
tema, pero transformándolas en sextinas hernandianas. Deben tener
seis versos en lugar de cuatro y debe respetarse el esquema de rimas.
A mí me dicen la tonta
cuídense de mi tontera,
puede que la tonta haga
lo que la viva no hiciera.
11 Vázquez Zulueta, Sixto, Coplerío. Coplas del carnaval: recopilación y selección, Salta,
234 Ediciones del Sol, 2004.
Continuidades: Martín Fierro, intertexto gaucho
Cuando un texto perdura en el tiempo, como es el caso del Martín
Fierro, es decir, cuando un texto se transforma en un clásico, no
permanece aislado de los otros textos que conforman el sistema
literario de un país.
Los textos mantienen entre sí relaciones de tres tipos:
Alusión: se mencionan una situación, un personaje, una obra,
pero sin nombrarlos expresamente.
Cita: se incluye un fragmento de un texto en el otro.
Parodia: se imita una obra literaria o el estilo de un escritor de
manera burlesca.
Estas tres relaciones, en conjunto, reciben el nombre de inter-
textualidad.
Martín Fierro ha generado muchos otros textos que lo han retomado.
1 En 1972, justo cuando se cumplían los 100 años de la publicación
de El gaucho Martín Fierro, Atahualpa Yupanqui (1908-1992), poeta
y cantor argentino de música popular, publicó un largo poema al
que tituló El payador perseguido.
a) Lean las dos primeras y las dos
últimas estrofas de Yupanqui,
que se reproducen a conti-
nuación.
[…]
Métrica
Invocación a la divinidad
para que inspire el canto
Registro de lengua
empleado10
Concepción del propio
canto
Título
245
Actividades de producción
1 Encuesta e informe.
12 Benarós, León. Martín Fierro: un siglo. Buenos Aires: Xerox Argentina, 1972. 247
A continuación se reproducen dos modos de representar al perso-
naje central, desde la visión de dos grandes artistas de la plástica
y la historieta. Se trata de las visiones de Alberto Breccia (1919-
1993) y Roberto Fontanarrosa (1944-2007). Breccia realizó esta ver-
sión para una historieta basada en el texto de Hernández, en 1991
(aunque la primera edición es del 2004), y Fontanarrosa, para una
edición de 2007.
Martín Fierro, en la
mirada de Breccia.
248 13 Peralta, Dante y Urtasun, Marta, La crónica periodística, Buenos Aires, La Crujía, 2004.
b) Seleccionen otro fragmento del poema e ilústrenlo. Pueden
pedir al docente de Plástica que les sugiera distintas técnicas
para realizar el trabajo.
251
Bibliografía
Pueden leer estudios que se centran en aspectos lingüísticos de
Martín Fierro en:
Lois, Élida, “Estudio filológico preliminar”, en José Hernández, Martín
Fierro, edición crítica de Élida Lois y Ángel Núñez (coords.),
Colección Archivos, 2001.
Ludmer, Josefina, El género gauchesco. Un tratado sobre la patria.
Buenos Aires, Sudamericana, 1988.
253
El que sigue es uno de los ensayos más lúcidos respecto de la discu-
sión en torno de la “tradición literaria argentina”:
Borges, Jorge Luis, “El escritor argentino y la tradición”, Discusión, en
Obras Completas, Buenos Aires, Emecé, 1974.
254
Esta obra terminó de imprimir en enero de 2015,
en los talleres de Buenos Aires Print, Presidente Sarmiento 459,
Lanús, provincia de Buenos Aires, Argentina.