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Disidencia Consciente. Emilio Carrillo

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DISIDENCIA CONCIENTE: ES LA HORA


Veinte ejemplos prácticos para “Nacer de Nuevo” (a una nueva vida y a una
nueva humanidad) por medio de una disidencia radical, creativa, pacífica,
compasiva, activa, valiente y tierna.

Emilio Carrillo
Director del Proyecto de investigación “Consciencia y Sociedad Distópica”
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Resquicios de luz entre tanta niebla…

Los días pasan, cada uno demasiado parecido al anterior; y al que lo


seguirá… Se lo debemos al coronavirus COVID-19. O siendo más exactos, a los
que lo han creado artificialmente: esos aprendices de brujo que, al servicio de
enormes corporaciones multinacionales, realizan investigaciones secretas en
laboratorios, mutando genes y alterando virus y bacterias para uso
farmacéutico y militar. Es ya muy extenso y prestigioso el listado de expertos
que así lo aseguran. Recientemente, por ejemplo, se ha sumado a ellos Luc
Montagnier, Premio Nobel de Medicina en 2008 por su descubrimiento del virus
de inmunodeficiencia humana o (VIH).

Lo que está ocurriendo carece de precedentes en la historia de la


humanidad: las vidas de miles de millones de personas -salir, entrar, viajar, qué
hacer, dónde ir, con quién estar, las relaciones familiares y sociales, las
actividades culturales y deportivas, el contacto con la naturaleza...- han sido
secuestradas. Es algo insólito y hay que preguntarse quiénes son los
responsables. Algunos lo achacan a los gobiernos. Pero hay que agudizar la
mirada y no ofender a la inteligencia: los políticos de cada país -mejor o peor,
según los casos- capean el temporal como pueden, intentando sobrevivir en
medio de tanto desconcierto y alarma. Los que mueven de verdad los hilos son
otros: la selecta élite que dirige esas corporaciones y las instituciones
internacionales de las que se valen. Está muy por encima de los gobiernos, a
los que mantienen bajo su mando de múltiples maneras, incluido el
endeudamiento masivo de los Estados, que los somete a los dictados de los
mercados financieros. Y hace tiempo que viene dando pruebas sobradas no
solo de su existencia en la tramoya del auténtico poder, sino también de no
tener problema alguno en no decirnos toda la verdad o, directamente,
manipularnos y engañarnos. Lo mismo, dentro de unas semanas o de unos
meses, cuándo lo consideren oportuno, nos devolverán parte de lo robado, que
nunca será la totalidad. Y más adelante, sí así les conviene, nos lo hurtarán de
nuevo con idéntica impunidad (Aconsejo la lectura del texto El por qué y el para
qué del coronavirus (COVID-19): su origen, su difusión, sus nocivos efectos a
medio y largo plazo y las oportunidades que abre para todos, publicado en el
blog El Cielo en la Tierra el pasado 25 de marzo).

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Todo lo cual sería impensable si no fuera porque demasiada gente, presa
del pánico y la indolencia, opta por actuar cual avestruz, escondiendo la cabeza
bajo tierra. No es un juicio, sino la estricta descripción de la realidad.
Observamos nuestro entorno y ahí están: sencillamente, prefieren no saber;
son sordos porque no quieren oír, ciegos porque no quieren ni ver; se refugian
en las “versiones oficiales” de sus televisores, cuando no en ensoñaciones
banales que les permitan permanecer en su zona de confort (pasivo, rutinario,
apático, displicente, alienado, ensimismado, tendente a la ansiedad y a la
depresión…); intercambian su dignidad a cambio de la seguridad que les
ofrecen los pirómanos que, tras provocar el incendio, se disfrazan de
bomberos; refutan lo obvio y niegan lo evidente; algunos incluso subliman lo
elemental y rudimentario para fingir un falso bienestar y cierta dosis de cultura
y hasta de espiritualidad; y sobreviven encarcelados entre los barrotes del
miedo, la monótona mediocridad y la ridícula esperanza de que todo esto pase
y las cosas vuelvan a ser como eran. Ni de algo tan palpable -que nada volverá
a ser como antes- se dan cuenta.

¿Cómo caminar por un escenario así? Pues con la prioridad de no caer en


esas arenas movedizas: que no nos atrapen ni las mentiras y artimañas de los
unos (ojo, porque la obsesión “conspiranoíca” es otra manera de precipitarse en
esas arenas) ni la inconsciencia e inconsistencia de los otros. Y, entre tanta
niebla, nos corresponde, igualmente, buscar y encontrar los resquicios de luz
que nos permitan ser nosotros mismos y abrir las puertas a otra sociedad y a
una vida que realmente lo sea. En definitiva, a una nueva humanidad.

Consciencia y disidencia: Re-evolución

Para avanzar hacia ella, la clave es la consciencia, que integra tres


capacidades (véase el vocablo “consciencia” en el Diccionario de la Academia de
la Lengua):

+Hacia el interior, la de conocerse a uno mismo, tanto nuestra apariencia


pasajera –física, emocional y mental- como la Esencia imperecedera –nuestro
auténtico ser-.

+Hacia el exterior, la de conocer la realidad que nos rodea en sus diversas


manifestaciones e implicaciones.

+Y ambas han de desplegarse en equilibrio, lo que cristaliza en una tercera y


sobresaliente capacidad: la de interactuar con el mundo -del que sabremos sus
avatares y trasfondos- sacando lo mejor de nosotros mismos -gracias al
reconocimiento de lo que realmente somos-.

Por tanto, para que la consciencia sea tal, hay que trascender cualquier
dualidad y unificar lo interior y lo exterior: que la introspección sea acción; y
que la acción resplandezca desde la introspección. Y es curioso constatar
cuántas personas, que se dicen conscientes, andan cojas por la vida al

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centrarse monotemáticamente solo en una de las dos primeras capacidades
aludidas. Así:

+Están, por un lado, las que se interesan exclusivamente por el conocimiento


de lo exterior, pero, al carecer de la visión interior, derrapan en la ficción de
ansiar cambiar lo exterior desde lo exterior (nos detendremos en ello de
inmediato a propósito de las revoluciones).

+Y, por otro, las que, influidas por la New Age y el psiquismo, buscan evadirse
de lo que ocurre a su alrededor y de las cuestiones terrenales, demasiado
menores y de baja estofa, alegan, como para merecer la consideración de los
que ya han logrado altos niveles de espiritualidad. Menuda sandez: harían bien
en recodar la vida y la obra de los Maestros de todas las épocas y culturas y
comprobar hasta qué punto, incluso a costa de dar la propia vida, llegó su
compromiso social, su actuar en y sobre el mundo y su aplicación del célebre
principio hermético de como es arriba es abajo, y viceversa.

Todos esos Maestros fueron rotundos ejemplos de cómo conjugar en


armonía las tres capacidades citadas y ejercitar la genuina consciencia. De la
cual, atendiendo a los acontecimientos distópicos actuales, brota y florece la
disidencia.

Sí, aunque a más de uno le pueda sorprender o, incluso, desagradar, el


hondo conocimiento de uno mismo y de la realidad que nos rodea impulsa una
interacción, desde el interior con el exterior, fundamentada en la disidencia
consciente ante lo que sucede y ante lo que se avecina. Y no es una invitación
a la revolución, sino, como se examinará después, a la re-evolución. De esto
precisamente se trata en el aquí-ahora que vivimos.

Con relación a la revolución y retomando lo que se acaba de explicar,


hay que aprender de la historia y reflexionar sobre cuántos intentos de cambio
de lo exterior (entramado político e institucional, economía, sociedad…) desde
el exterior (insurrecciones, motines, revueltas, movilizaciones, sublevaciones…),
pasado un periodo de efervescencia, nos han adormilado, en vez de
despertarnos; nos han debilitado, en lugar de fortalecernos. Y el quid de la
cuestión siempre es el mismo: el miedo, que nos hace sumisos. No en balde,
los sucesos y contingencias que tienen impacto en la psicología social, por la
conmoción y la confusión que los acompañan, provocan el pánico en la mayoría
de la gente, que no ha acometido su transformación interior y anda apegada a
su pequeño yo perecedero, temeroso por propia naturaleza. A partir de lo cual,
el sistema imperante se extiende cada vez más no por sus cualidades o porque
sus postulados sean populares, sino por el miedo, pudiendo hacer lo que
interesa y beneficia a la élite antes mencionada, aunque perjudique claramente
a la colectividad.

En El Gatopardo, la célebre novela de Lampedusa, Tancredo, en plena


revolución garibaldiana, datada un siglo antes de que se escribiera la novela,
declara a su tío Fabricio la famosa frase: “Si queremos que todo siga como

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está, necesitamos que todo cambie”. Efectivamente, el sistema siempre ha
controlado y reorientado a su antojo los intentos de cambiar lo exterior desde el
exterior. Y en los últimos lustros, ha perfeccionado enormemente tal habilidad.
Tanto que actualmente se ha llegado al extremo que sintetiza Elliot Alderson, el
protagonista de la serie Mr. Robot, creada por Sam Esmail, en uno de sus
episodios. Como en una red zombi, el miedo se extiende tan rápido como si lo
impulsara un viento huracanado; nos engulle vivos, digiere las reivindicaciones
y las fagocita en beneficio de los mismos de siempre, que hacen lo que quieren
con un rebaño tan dócil y obediente. Envasan las luchas como si fueran un
producto; convierten el inconformismo en una propiedad intelectual; imprimen
en camisetas y suvenires los eslóganes que aspiraban a ser subversivos; son
capaces de televisar los movimientos de contestación social emitiendo, en
medio, pausas publicitarias; maquillan los hechos y suben los precios; nos
lobotizan con sus espectáculos de realidad virtual; y le dan la vuelta a la
resistencia hasta que estemos dispuestos a renunciar a nuestros derechos, a
ceder privacidad y libertades a cambio de protección y represión.

Una acción y un estado

Por esto, la disidencia consciente nada tiene ver con la revolución, con la
manida, repetida y baldía disidencia dirigida a confrontar o luchar contra lo
viejo; a combatir y pelear contra este sistema que ya no da más de sí, agotado,
exhausto, anquilosado, colapsado, sin otros efectos y resultados posibles que
más dolor y sufrimiento para la humanidad y el conjunto de los reinos y
especies que conviven en la Madre Tierra.

Tampoco con la que se enreda en diatribas políticas –ismos, pugnas


ideológicas, partidos, alternativas programáticas...- e ilusamente persigue
reformar o rehabilitar una casa que es una ruina y se derrumba
irreversiblemente, causando con su caída tanto daño en su entorno. ¿No estás
harto ya de perder el tiempo y las fuerzas en menesteres tan estériles y
frustrantes?

A lo que aquí nos referimos es a una disidencia válida para avanzar por
derroteros más fructíferos y que sirva, acudiendo de nuevo al Diccionario de la
Academia de la Lengua, tanto para “disentir”, no ajustándonos al parecer y
sentir que nos pretenden imponer, como para “disidir”, separándonos de la
común doctrina, creencia o conducta, esto es, del uniformismo en el estilo de
vida, de la robotización del pensamiento y del vaciamiento espiritual.

Una disidencia así no se enfoca contra nadie ni contra nada. Conlleva,


desde luego, no ya un distanciamiento, sino una íntegra desconexión de todo
aquello que ha derivado en tanta deshumanización y desnaturalización. Pero sin
entrar en conflictos ni enfrentamientos con ello. Simplemente, se deja que lo
caduco prosiga su auto-derrumbamiento; y se buscan y generan espacios, vías,
experiencias y pautas vitales que contribuyan a construir lo nuevo. Esta es
nuestra única y gran responsabilidad.

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Por tanto, la disidencia consciente es, a la par, una acción y un estado:
claro que se manifiesta en actos, como se verá de inmediato, pues por sus
obras los conoceréis (Evangelio de Mateo, 7, 20); mas se configura
especialmente como un modo de vida interior, una visión exterior y un firme
compromiso con ambos, asumiendo las consecuencias -físicas, materiales y
espirituales- de tan íntima elección.

Características básicas de la disidencia consciente

Por todo lo enunciado, la disidencia consciente ha de ser radical, pacífica,


compasiva, creativa, activa, valiente y tierna. Y todo a la vez: al unísono estas
siete características básicas, que se exponen a continuación no por orden de
prioridad o jerarquía, sino hiladas para su mejor comprensión:

a) Radical
En el sentido estricto de la palabra, esto es, que vaya a la raíz, a los
fundamentos; que sea total, rotunda y real.
Radical para desconectar cabalmente de los paradigmas, hábitos y
mensajes con los que hemos permanecido encadenados al egoísmo, el
egotismo, el egocentrismo, el narcisismo, el materialismo, el economicismo, el
consumismo, la distracción superficial, el entretenimiento lelo, la frívola ansía
de “sentirse bien”, el ensimismamiento, el ensalzamiento de lo trivial, el
especismo, el alejamiento de la vida y de la naturaleza…
Y radical para ir más allá de la apariencia efímera y perecedera –nuestro
pequeño yo físico, emocional y mental y la personalidad a él asociada- y
recordar y plasmar en la vida diaria nuestra Esencia divina y eterna y todos los
inefables atributos y cualidades que la determinan.

b) Pacífica
La violencia, el ojo por ojo y el suponer que el fin justifica los medios son
consustanciales a los falaces sistemas de creencias que, en su vesania, impuso
lo viejo.
Decimos adiós a la resignación y a la impotencia y asumimos el mando
consciente de nuestras vidas. Pero, en paralelo, se acabó la cólera y la rabia,
cesó el rencor y la animadversión. En nuestro corazón y en nuestra vida ya no
hay sitio para guerras, batallas y contiendas del tipo que sean.
Con entusiasmo, bajamos la espada. Y antes de envainarla
definitivamente, damos el último tajo: el que sirve para romper las amarras que
nos mantenían atados a un mundo que se está auto-destruyendo. Así, apacible
y mansamente, iniciamos la travesía por el Océano de la Consciencia que nos
guiará a una Nueva Tierra.

c) Compasiva
Para que desde nuestro ser más íntimo y certero irradie pura
conmiseración e infinita alegría, sin atisbo de hostilidad, juicio o resentimiento.

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Y un amor que todo lo abarque, que todo lo llene e ilumine, a cada ser
sintiente, a cada forma de vida…
Hagamos de la Compasión nuestra exclusiva bandera; y del Amor
benevolente y magnánimo, hacia todo y hacia todos, nuestro himno: paciente,
servicial, sin alardes, sin interés propio, que no tiene en cuenta el mal recibido,
que todo lo disculpa, que todo lo soporta, que se regocija con la verdad y la
busca con perseverancia. Ahora vemos como en un espejo, confusamente;
llegará el día que veremos cara a cara.

d) Creativa
Que nuestra energía, al completo, se ponga al servicio de lo nuevo, de
su creación, de su construcción...
Lo que conlleva que nuestras propias vidas -comportamientos, acciones,
palabras, emociones, pensamientos…- se transformen y sean en sí mismas la
semilla de esa nueva humanidad que anhela nuestro corazón y late en nuestra
alma. Ahondaremos en esto inmediatamente.

e) Activa:
Es necesario expandir el discernimiento y comprender que el hecho de
que todo tenga su porqué y para qué, con la honda aceptación y paz que
implica, ni justifica a los que causan sufrimiento ni conduce a la inacción -a
cruzarse de brazos-, sino a la acción.
Ahora bien, no a la que surge del pequeño yo antes citado, sino otra
muy distinta: una Acción Consciente –y, por lo expuesto, radical, pacífica,
compasiva y creativa- que se despliega en el aquí-ahora desde el equilibrio
entre la quietud y el movimiento; y entre el silencio interno y la repercusión
externa.
Nos liberamos de los juicios y brilla el discernimiento que nos impulsa a
lo que Gautama Buda llamó la Acción Correcta.

f) Valiente:
Para tener sed de Justicia y trabajar por la Paz sin temor a ser injuriados,
calumniados o perseguidos; y asumiendo, como antes se expresó, las
consecuencias físicas, materiales y espirituales que esto implique.
Quizás, ante el avance imparable de estado policial-digital que se
avecina, haya que volver en algún momento, metafóricamente expresado, a las
catacumbas de los primeros cristianos, poniendo en valor su legado de
disidencia con ejemplaridad de vida y sin violencia, a pasar de la mucha que se
desplegó contra ellos. Tampoco debemos preocuparnos ante una tesitura así.
Llevamos muchas encarnaciones preparándonos para esta época y sabremos a
estar a la altura.

g) Tierna:
La ternura es la llave de la disidencia consciente con la que estamos
comprometidos desde nuestro ser verdadero.
Dulzura, para vivir sin las barreras emocionales del poder y la obediencia,
en todas sus escalas, también la familiar y doméstica.

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Calidez, para que en nuestro nuevo sendero no existan las
irracionalidades que nos llevaron a confundir valor y precio e invisibilizan la
auténtica naturaleza de las cosas.
Sensibilidad, para, en lugar de competir, dominar y controlar, sentir con
el otro lo que provee acompañamiento.
Delicadeza, para, en vez de exigir atención e imponer nuestros criterios,
escuchar de corazón lo que construye el diálogo, el enriquecimiento mutuo y los
puntos de encuentros.
Inocencia consciente, para tender la mano amorosamente a ese otro que
fui, soy o seré.

Morir a una forma de vida para nacer a otra distinta, situarte en el


centro del huracán y sacar lo mejor de ti mismo

En definitiva, la disidencia consciente lleva a cada uno a morir a una


forma de vida: la que se está desmoronando, basada en el pequeño yo, con
todo lo que conlleva. Y a nacer a otra distinta: la que nos corresponde crear, de
instante en instante, desde la práctica cotidiana de lo que realmente Somos.
Esta es la única y verdadera re-evolución.

Se trata del “Nacer de Nuevo”, la “Resurrección en Vida”, al que nos


invitó y convocó Cristo Jesús: la semilla que a cada cual corresponde poner
para recoger, entre todos los que la siembren, la cosecha de la nueva
humanidad a la que se viene haciendo mención.

Vivimos en un huracán de magnitud aceleradamente creciente, que se


manifiesta es una concatenación de circunstancias distópicas: las que ya
conjugamos como pasado, aunque las secuelas de algunas sigan presentes; las
que hoy experimentamos; y las que vendrán, que serán más bruscas y densas.
Debemos ser conscientes al respecto y, sin miedos, recordar que todo tiene su
sentido profundo, también las “noches oscuras”, en clave de la evolución en
consciencia de cada persona y de la humanidad. Y no intentar huir de tamaño
huracán: primero, porque no es posible, pues su envergadura es global y azota
al planeta de punta a punta; y segundo y más trascendente, porque lo que
corresponde en consciencia no es salir corriendo, sino situarse en el centro del
huracán –donde no hay viento, la temperatura es cálida y los cielos están
despejados- y, desde ahí, sacar lo mejor de nosotros mismos para ponerlo al
servicio propio y de los demás.

¿Cómo hacerlo exactamente? ¿Qué hacer, en concreto, para Nacer de


Nuevo? ¿De qué modo podemos adentrarnos en esa vida distinta? ¿Cómo
posicionarnos en el justo centro del huracán y sacar lo mejor de nosotros
mismos?

La respuesta a estas preguntas nada tiene ver con la teoría y el


conocimiento puramente intelectual, si en eso se queda. Ni con rituales,
ceremonias, invocaciones, visualizaciones, ingestión de sustancias,

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sublimaciones etérico-energéticas y emocionales… Ni con el amplio muestrario
de técnicas que nos ofrece el supermercado espiritual y de las que vamos
picando para “sentirnos bien” o por mero entretenimiento… No. Nada de esto.
Lo que se precisa es mucho más sencillo y directo, aunque exige un verdadero
compromiso con nosotros mismos, con los demás y con la vida en su globalidad
y unicidad: se trata de un ejercicio consciente en el gimnasio de la vida para
que las cualidades y atributos de nuestro auténtico ser se plasmen
fehacientemente en cada instante de nuestro día en este plano físico. Es lo que
antiguas tradiciones denominaron forjar “El Cielo en la Tierra”.

Veinte botones de muestra

Más específicamente, por si a alguien todavía le costara entenderlo,


valgan estos botones de muestra, veinte en total, dirigidos a hacer realidad esa
nueva forma de vida y con indicación del papel de la disidencia consciente en
cada uno de ellos:

+En tu estilo y ritmo de vida a lo largo de cada jornada, ¿persiste el culto a la


velocidad y el ajetreo incesante?; ¿te mantienes en la vorágine de una sociedad
desnortada, que siempre va corriendo, sin tener nunca tiempo suficiente para
nada, aunque no tenga ni idea a dónde va?; ¿llenas tu mente con televisión
basura, informativos que no informan y programas centrados en las vilezas
humanas?: La disidencia consciente significa una vida sencilla que se aparta de
tanta locura y en la que se introducen pausas y espacios de silencio, respiración
consciente, introspección, encuentro interior, lectura pausada de textos con
cierta profundidad e indagación serena e inteligente en la verdad que hay tras
los hechos que suceden.

+A lo largo del tiempo y en el día a día, ¿conservas la inercia de vivir entre el


pasado y el futuro, raramente en el momento presente?; ¿te auto-engañas con
la excusa del mañana (“ya lo haré mañana…”, “cuándo en mi vida pase esto o
lo otro”, “cuándo en el mundo suceda esto o aquello…”) porque tienes miedo a
afrontar ahora lo que tu sentir te están indicando claramente? La disidencia
consciente te llama a dejar de ser una “máquina del tiempo” (con tu mente
siempre del pasado al futuro, y viceversa); a vivir en el aquí-ahora (como
enseña la película El guerrero pacífico: “¿Dónde estás?: aquí. ¿Qué hora es?:
ahora. ¿Qué eres?: este momento”); a abandonar la droga del mañana a la que
eras adicto para no hacer, ni ahora ni nunca, lo que tu corazón te indica; y a
hacer tu vida cada vez más coherente con lo que íntimamente sientes y eres.

+En tus hábitos de acumulación y en tu visión del dinero: ¿sigues anclado en el


acaparar, poseer, retener, atesorar, y consumir ciegamente, con el dinero como
factor de impulso de tu vida, incluso a costa de las desgracias ajenas?: La
disidencia consciente supone desintoxicarte del dinero, escapar de su
abducción. En esta sociedad se necesita el dinero para sobrevivir,
efectivamente. Pero que no se convierta en el eje de tu vida; dale solo el justo
espacio, que no es mucho, que merece. Sé austero, no codicies, comparte lo

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que tienes, no confundas valor y precio y date cuenta de que necesitas poco y
lo poco que necesitas lo necesitas poco.

+En tu rutina de consumo, ¿compras artículos que no necesitas; productos y


servicios para resaltar tu estética y tu imagen; modas absurdas para enriquecer
a fabricantes a costa del trabajo esclavo de niños y adultos?: La disidencia
consciente representa abandonar el consumismo ciego y narcisista;
desvincularte de comprar más y más cosas en oferta; vivir cada momento con
la plenitud de ti mismo, apreciando los objetos y los sujetos tal como son; y
dejando de contaminar el planeta.

+Con relación a tu salud, ¿permaneces anclado en el sedentarismo y la


agresión a tu cuerpo, esperando, cuando enfermas, un salvador externo, un
médico, un medicamento, una vacuna, un estimulante, enriqueciendo a
farmacéuticas sin escrúpulos que han hecho de la enfermedad, que no de la
salud, su negocio?: La disidencia consciente es llevar una vida saludable, hacer
ejercicio diariamente, aplicar terapias naturales y homeopáticas y asumir tu
propia responsabilidad para con tu salud y el fortalecimiento de tu sistema
inmunológico.

+Tu alimentación, ¿continúas ingiriendo carne de animales salvajemente


explotados y asesinados?: La disidencia consciente implica que dejes de comer
carne y de dañar a otros seres vivos; y te comprometas a nutrirte desde el
respeto a todos los seres sintientes que tienen la misma capacidad que tú de
sentir placer y dolor.

+Tu mundo emocional: ¿sigues inmerso en turbulencias y perturbaciones que


nublan tu mirada y te impiden ver otra realidad que la ficción provocada por
ellas mismas?: La disidencia consciente consiste en que calmes tus emociones,
las sosiegas y armonices, comprendiendo que era tu identificación con el
pequeño yo lo que te desequilibraba: su incapacidad para ver que la vida no
concluye con el fallecimiento físico (volveremos a esto más adelante); su
absurda manía de que las cosas sean lo que yo quiero, como yo quiero, cuando
yo quiero, donde yo quiero…; etcétera.

+Tu ámbito mental, ¿continúa fuera de control, con múltiples alteraciones y


vaivenes, en un sin cesar de pensamientos que ni siquiera son tuyos, cual la
“loca de la casa” descrita por Teresa de Jesús?: La disidencia consciente es
educar a tu mente y ponerla a tu servicio a través del desarrollo del sentido
común, la atención, la concentración, la contemplación y la meditación.

+Tu mente abstracta, el nivel del plano mental preparado para indagar en lo
trascendente, ¿lo tienes olvidado, como si no existiera, sin traer a tu vida
cotidiana nada que vaya más allá del sota, caballo y rey de la apariencia y de lo
material?: La disidencia consciente supone abrir las puertas al discernimiento, a
la verdadera sabiduría, expandiendo la mente abstracta por medio de su uso
frecuente y cotidiano, sustituyendo tus hábitos de distracción y entretenimiento
alienantes por otros de reflexión, práctica y estudio de temas centrados en las

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ciencias, las artes, la filosofía y, muy especialmente, la consciencia y la
espiritualidad.

+Y la sonrisa y la vitalidad, ¿piensas que esto es un “valle de lágrimas” y te


pasas el día con el ceño fruncido, pesaroso, enfadado, huraño, cansado…? La
disidencia consciente enseña que la risa es algo muy serio y te llena de energía
vital y alegría de vivir, percibiendo que la Vida es el Milagro y que este planeta
es un Paraíso del que el ser humano no ha sido expulsado, sino al que él mismo
renuncia desde su egoísmo e inconsciencia.

+Tus acciones, ¿son meras reacciones provocadas por los programas


informáticos y sistemas de creencias que han metido en tu cabeza?: La
disidencia consciente significa desconectar los automatismos que te han
implantado (la sociedad, los medios de comunicación, una educación que no es
tal, la familia…) y asegurarte de que las acciones que acometes son realmente
tuyas (sopesadas, sentidas…), tomándote el tiempo preciso de disquisición y
ponderación antes de actuar.

+Tus relaciones con los demás, ¿se basan en la competencia, el juicio, la


crítica, el chismorreo, la mentira, el intento de dominio y control y la imposición
de tu manera de ver las cosas?: La disidencia consciente efectúa un giro
completo al respecto para interactuar desde la cooperación, la solidaridad, el
respeto, la compresión, la tolerancia, la empatía, la veracidad y el servicio. Una
nueva manera de relacionarnos que se forja en el día a día de tu cotidianeidad.
Y que te puede llevar, quizás, a la decisión de vivir en comunidades conscientes
(eco-aldeas y experiencias similares autogestionadas y autosuficientes), que
procuran vivir conforme a los principios de la nueva humanidad, siendo, así,
semillas activas de esta. Pero también puede plasmarse en grupos y redes de
personas que, sin convivir en un mismo espacio, incluso viviendo a distancia en
el marco de las grandes ciudades, establecen entre si lazos fraternales de
comunicación, colaboración y acción consciente.

+Tus dones y talentos, tus capacidades, cualidades, habilidades y facultades


innatas, ¿no te has percatado aún de la importancia de los mismos en tu vida,
lo que hace que no pongas en práctica los que posees (todos los tenemos, cada
uno los suyos, aunque los hayas olvidado)? La disidencia consciente recupera el
valor de los dones y talentos; te anima a que descubras los que tienes; y te
impulsa para que los ejercites y los compartas (uno de los efectos de esto
puede ser la implementación de proyectos emprendedores conscientes
asociados a esos dones).

+Ligado a lo anterior, tu labor educadora (verbigracia, en cuanto a los hijos),


¿confundes la educación con una formación que termina siendo mero formateo
e imposición de los aludidos sistemas de creencias y programas informáticos-?
La disidencia consciente te llama a que recuerdes que la educación, si lo es,
consiste en colaborar con el otro (el niño, el adolescente, el joven…) para que
se percate de sus dones y talentos y los practique, coadyuvando así, por

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ejemplo, a que tu hijo no sea lo que tú (tu ego) quieres que sea, sino lo que
realmente es.

+Tu actitud antes las circunstancias cotidianas, ¿estas obsesionado con lo que
te pasa, crees en los problemas, te contrarían las dudas y rechazas las “noches
oscuras” y los sapos que aparecen en tu vida y en la de los demás? La
disidencia consciente le da la vuela a todo ello como a un calcetín, porque: lo
importante no es el “qué”, lo que pasa o deja de pasar, sino el “cómo” se vive
el qué, lo que depende enteramente de ti; los problemas no existen, pues en
verdad son experiencias-oportunidades que surgen para facilitar tu crecimiento
personal; las dudas son un regalo de la vida y no deberían paralizarte, sino
servirte para buscar, indagar, profundizar…; las “noches oscuras”, como Juan
de la Cruz mostró en su famoso poema, son factores de impulso para que te
desarrolles en consciencia y evoluciones espiritualmente: y esos sapos, si en
vez de rehusarlos, te acercas y los abrazas, verás, cual moraleja de los cuentos
infantiles, que son un regalo, una bendición.

+Tu círculo de compasión, ¿se limita a tus seres queridos, amigos, familiares,
diversiones, aficiones y devociones, ese mini-escenario en el que te sientes
cómodo y que aplaude tus ocurrencias y gracias?: La disidencia consciente te
aporta el entendimiento de que la compasión o es universal o es otra cosa.
Amplia tu compasión: A toda la humanidad, sin fronteras de ningún tipo,
actuando lo más integralmente posible, que no caritativamente, ante la pobreza
y ante todo tipo de marginación y exclusión. Y a la Madre Tierra y a todas las
formas de vida, superando el ridículo especismo, derivado de creerte, como
humano, superior, y desplegando una amorosa Reverencia por la Vida en todas
sus manifestaciones.

+Tu esperanza, ¿se limita a desear que las cosas vuelvan a ser como eran? La
disidencia consciente clama que, por favor, no: más de lo mismo, no: una
humanidad sufriente, deshumanizada, separada de los demás seres vivos, la
Naturaleza y el planeta… ¿No hemos tenido bastante? Lejos de esto, moviliza tu
Esperanza hacia una nueva humanidad, de la que cada uno nos convertimos
activamente en factor de arranque con nuestra ejemplaridad de vida en cada
instante.

+Ante el sufrimiento, las injusticias, los engaños, los abusos, los ataques a la
dignidad humana, el recorte de libertades, la creciente contaminación
electromagnética, el avance del estado policial-digital y la censura, la
vulneración de la intimidad por parte de gobiernos y corporaciones
multinacionales…, ¿te desentiendes desde el mirar para otro lado (no hay que
exagerar, tampoco tiene tanta importancia, mis intereses son otros…), el
sálvese quién pueda y pensando solo en tu seguridad, tu comodidad, tu hábitat
de confort, que ya tienes bastante con lo tuyo, o, lo que es todavía más grave,
en la fantasía insensata de que la espiritualidad nada tiene ver con eso?: La
disidencia consciente conlleva tu nítido compromiso en pro de la defensa y
garantía de la dignidad humana en toda sus expresiones, coadyuvando a paliar
-por caminos ajenos a la política y su dinámica y por novedosos senderos que

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incluyen la desobediencia civil pacífica- tantos abusos, extralimitaciones,
desigualdades, arbitrariedades y atropellos individuales y colectivos, aunque
esto pueda representar poner en riesgo algo –o mucho- de ti mismo.

+Sobre la vida y su sentido, ¿sigues buscando el sentido de tu vida? La


disidencia consciente te limpia la mirada y te permite darte cuenta de que solo
encontrarás el sentido de tu vida cuando halles, en ti y en todo, el sentido de la
Vida y el orden natural que a toda la existencia aporta Aquello que no tiene
origen y es origen de todo lo originado -la Creación, el universo y la existencia-.

+Y tu visión de la muerte, ¿le tienes miedo y la ves como el fin de la vida y


como algo trágico, casual e injusto? La disidencia consciente muestra que la
muerte no existe, que es un imposible, un fantasma de la imaginación humana.
La vida es un continuo. De la habitación de la vida en el plano físico pasamos, a
través de ese corredor que es el tránsito, a la habitación de la vida en el plano
de luz, donde recogemos la cosecha de lo que en la anterior encarnación
hayamos sembrado para, posteriormente, sin un tiempo determinado, volver a
encarnar. Nadie viene a este plano físico para quedarse. Y nadie lo abandona
sino exactamente cuándo corresponde, ni antes ni después, en función de las
experiencias que decidió desplegar. Por tanto, se acabó el miedo a la muerte
que provoca el miedo a la vida y la desconfianza hacia esta, viéndola como una
francotiradora que en cualquier momento te da el susto. Y terminó esa obtusa
pretensión de que, para evitar mi sufrimiento, las almas encarnadas en mis
seres queridos no deben irse de este mundo antes que la mía. ¡Cómo es posible
tanto ego!

Plantéate con seriedad y rigurosidad estas y otras cuestiones similares.


Y, ante ellas, procura observarte sin auto-engaños. Sabrás, así, dónde estás y
lo que eres, como quien se mira en un espejo. Y no para que te culpabilices,
sino para que, a partir de lo que veas, impulses con voluntad y decisión el
proceso de auto-transformación preciso para convertirte en semilla de la nueva
humanidad que deseas. Es la hora del verdadero compromiso, de la
impecabilidad, de la ejemplaridad y de la autenticidad. Es el momento.

Las pruebas puede parecer duras; y más que lo serán. Pero nuestra
victoria es segura. Así lo anunciaron desde la noche de los tiempos los Maestros
que han jalonado la historia. Y no porque fueran adivinos, sino porque tenían y
poseen la Sabiduría del devenir de los ciclos y de la fuerza imparable de la
Consciencia.

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Sevilla (Andalucía), 26 de abril de 2020

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