Cognitiva. La Nueva Ciencia de La Mente
Cognitiva. La Nueva Ciencia de La Mente
Cognitiva. La Nueva Ciencia de La Mente
íade la mente.
La nueva ciencia Historia de la revolución
cognitiva .
cognitiv
Los cimientos de la ciencia cognitiva.
El simposio de Hixson y el desafío al conductismo
a
En Septiembre de 1948, un grupo de eminentes científicos, representantes de diversas disciplinas,
se reunieron en el predio del Instituto de Tecnología de California, para celebrar un simposio sobre
“los mecanismos cerebrales en la conducta” y se había proyectado a fin de facilitar el intercambio
de ideas acerca de un tema clásico: la forma en que el sistema nervioso controla la conducta. El
matemático John Von Neumann, trazó una notable analogía entre la computadora electrónica y el
cerebro; el matemático y neurofisiólogo Warren McCulloch, a partir de un trabajo de título
provocativo “¿Por qué esta la mente en la cabeza?”, desencadeno una larga discusión acerca de
cómo el cerebro procesa la información.
El psicólogo Karl Lashley, menos versado en las innovaciones tecnológicas de última hora pero más
en los problemas de la explicación de la conducta humana pronuncio un discurso más iconoclasta
y memorable, titulado “el problema del orden serial en la conducta”, donde puso en tela de juicio
la doctrina (o dogma) que había dominado el análisis psicológico en las últimas décadas; identifico
algunos de los principales elementos componentes de una ciencia cognitiva, al par que fustigo a
las fuerzas que habían impedido su surgimiento hasta ese momento.
Lamentablemente, la mayor parte de los investigadores de esa época habían escogido la
introspección como método científico predilecto, aunque esta introspección era sugestiva no
generó esa acumulación de saber que es desviva para toda la ciencia.
Los conductistas enunciaron dos proposiciones conexas: “debían limitarse estrictamente a los
métodos públicos de observación”; y en segundo lugar, “debían centrarse en la conducta
esquivando la mente, el pensar o la imaginación y conceptos como los de plan, deseo o
propósito”. Tampoco debían abonar construcciones mentales hipotéticas como las de símbolo,
idea, esquema o cualquier otra forma posible de representación mental. Toda actividad psíquica
podía ser adecuadamente explicada sin recurrir a dichas misteriosas entidades mentalistas.
Un elemento decisivo del canon conductista era la creencia de supremacía y el poder
determinante del medio. Consideraban que los individuos no actuaban de manera en que lo
hacían a raíz de sus propias ideas y propósitos, o porque su aparato cognitivo poseyera ciertas
tendencias estructurantes autónomas, sino que operaban como reflectores pasivos de diversas
fuerzas o factores presentes en su medio. Se postuló un elaborado conjunto de explicaciones, que
detallaban los principios del condicionamiento y del refuerzo, para descubrir cómo se producía el
aprendizaje y se formaban las conductas particulares.
No obstante, en retrospectiva, cabe sostener que se pagó un precio demasiado alto por la
adhesión estricta al conductismo. En tanto duró su imperio durante las décadas de 1920, 1930 y
1940, solo fue posible aproximarse con dificultades, furtivamente, a las cuestiones vinculadas a la
naturaleza del lenguaje, la planificación humana, la resolución de problemas, la imaginación, etc.
El artículo de Lashley cristalizo una creciente consciencia por parte de muchos científicos sensatos,
de que la adhesión a los cánones conductistas estaba volviendo imposible el estudio científico de
la mente.
Al principio del artículo, Lashley expresó su convencimiento de que cualquier teoría acerca de la
actividad humana debía dar cuenta de conductas organizadas complejas. Al mismo tiempo, añadió
que tanto en neuropsicología como en la psicología, el marco explicativo predominante, el de las
cadenas asociativas simples entre un estímulo y respuesta, no es capaz de dar cuenta de ninguna
conducta ordenada en forma secuencial. Estas secuencias de conducta debían estar planeadas y
organizadas de antemano. La organización más verosímil es de tipo jerárquico: hay planes globales
muy amplios, dentro de los cuales se orquestan secuencias de acciones cada vez más densas o
tupidas. El sistema nervios contiene un plan o estructura general, dentro del cual pueden (en
verdad, deben) introducirse unidades individuales de respuesta, en forma independiente de a
retroalimentación, especifica del medio. La conducta no deriva de incitaciones ambientales.
Lashley llego a la conclusión de que a forma precede y determina toda conducta específica: la
organización no es impuesta desde afuera, sino que emana del interior del organismo.
A la par que desafiaba el análisis conductista de su época, puso en tela de juicio también dos
dogmas fundamentales del análisis neuroconductual: la creencia de que el sistema nervioso se
halla la mayor parte del tiempo en un estado de inactividad y la que reflejos aislados resultan
activados solamente cuando aparecen formas específicas de estimulación. Para Lashley, el sistema
nervioso consiste en unidades organizadas de forma jerárquicas y permanentemente activas cuyo
control proviene del centro, más que de cualquier estimulación periférica. Lashley no solo se
centró en el lenguaje sino que manifestó su deleite por la complejidad de este, e insistió en que
otras actividades motrices no eran menos intrincadas.
b- El modelo de la Neurona:
Una segunda línea de pensamiento, significativa, fue expuesta a comienzos de la década de 1940
por Warren McCulloch y Walter Pitts, joven especialista en lógica. Ambos demostraron que las
operaciones de una célula nerviosa y sus conexiones con otras podían se representados mediante
un modelo lógico. Según este modelo, la neurona era activada, y a su vez activaba otra neurona
del mismo modo que un elemento o proposición de una secuencia lógica puede implicar alguna
otra proposición. Así, va a tratarse de enunciados lógicos o de neuronas, la entidad A más la
entidad B puede implicar la entidad C. El resultado final de la demostración de McCulloch y Pitts se
resume en esta frase “Todo lo que pueda describirse de manera exhaustiva e inequívoca… es
inmaterializable mediante una red neural finita adecuada”.
Algunos críticos opinan incluso que la búsqueda de una correspondencia directa entre las
maquinas lógicas y el sistema nervioso, fue un elemento regresivo para la ciencia cognitiva: en
lugar de tratar de construir maquinas que imitaran el cerebro en un plano fisiológico, decían,
debían postularse y examinarse analogías en un nivel muy superior, por ejemplo entre el pensar
que tiene lugar en la actividad humana de resolución de problemas y las estrategias encarnadas en
un programa de computadora. Además, en los últimos tiempos los expertos en computadoras han
vuelto a apoyarse en las ideas vinculadas a la naturaleza de las células nerviosas y conexión entre
ellas.
c- La síntesis cibernética:
Mientras Neumann trataba de reunir datos procedentes de la matemática y la lógica y el estudio
del sistema nervioso, en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (ITM), el matemático Norbet
Wiener emprendía exploraciones similares.
Durante las décadas de 1930 y 1940, Norbet Wiener, que entonces llevaba a cabo estudios
similares en ITM. Al trabajar en servomecanismos (dispositivos capaces de mantener el rumbo de
proyectiles de artillería antiaérea, misiles guiados y aviones), reflexionó sobre la naturaleza de
retroalimentación y de los sistemas de autocorrección y autorregulación, ya fueran mecánicos o
humanos.
Wiener tenía una fe casi religiosa en diversos avances científicos y tecnológicos. Para el constituían
una nueva ciencia, fundada en los temas del control y de la comunicación, ciencia que a su
entender era fundamental a mediados del siglo XX. Formulo por primera vez públicamente sus
puntos de vista en un artículo en 1943, “Conducta, propósito y teleología”, en el cual se expuso la
idea de que los problemas del control y la ingeniería de las comunicaciones son inseparables,
además de que su eje no son las técnicas de la ingeniería eléctrica, sino mucho más trascendental:
el mensaje, “ya sea transmitido por medios eléctricos, mecánicos o nerviosos”. Para ellos las
maquinas estaban “dotadas de propósitos”, además desarrollaron una novedosa idea del sistema
nervioso central: “El sistema nervioso central no se nos aparece ya como un órgano autónomo,
que recibe datos de entrada desde los sentidos y la descarga de los músculos. Por el contrario,
alguna de sus actividades más características sólo son explicables como procesos circulares, que
emanan del sistema nervioso hacia los músculos y reingresan a aquel a través de los músculos de
los órganos de los sentidos (ya se trate de propioceptores o de los órganos de los sentidos
especiales)”.
Es notable el paralelismo entre esto y las ideas de Lashley acerca de la organización neural, como
también su desafío a la reflexología conductista.
No paso mucho tiempo sin que Wiener elaborara una síntesis de estas diversas ideas
interconectadas y la expusiera en un libro que hizo historia: Cybernetics (Cibernética). Allí
presentaba su ciencia en estos términos: “Hemos resuelto denominar cibernética a todo el campo
de la teoría del control y la comunicación, ya se trate de una maquina o animal”. Estableció una
concepción integral, en la que reunía los avances en la comprensión del sistema nervioso humano,
la computadora electrónica y el funcionamiento de oras maquinas; y subrayo su creencia en que
entre el funcionamiento del organismo vivo y el de las nuevas máquinas de la comunicación había
paralelismos decisivos. La síntesis de Wiener no fue, en definitiva, la que adopto la ciencia
cognitiva.
d- Teoría de la información:
Otro progenitor de la ciencia cognitiva fue Claude Shannon, quien observo que podían observarse
los principios de la lógica (en lo que respecta a la verdad y falsedad de las proposiciones) para
describir los dos estados (abierto y cerrado o encendido y apagado) de las llaves de relés
electromecánicas.
La unidad básica de información, el bit, es la cantidad de información requerida para seleccionar
un mensaje entre dos alternativas equiparables. Wiener explicó la importancia de esta nueva
conceptualización: “La información es información, no es materia ni energía. Ningún materialismo
que pretenda rechazar esto puede sobrevivir en la actualidad.
Gracias a las ideas de Wiener, pudo concebirse la información aparte de todo dispositivo de
transmisión; fue posible centrarse en la eficacia de cualquier comunicación de mensajes a través
de cualquier mecanismo y considerar los procesos cognitivos con independencia de
materialización particular de los mismos
e- Síndromes neuropsicológicos:
Una contribución similar para la incipiente ciencia cognitiva provino de un ámbito científico
remoto e imprevisto: los perfiles de incapacidad cognitiva que derivaban de lesiones cerebrales.
Del mismo modo que durante la Primera Guerra Mundial, en la Segunda se aprendió mucho
acerca de la afasia (deficiencia del lenguaje), agnosia (pérdida de la capacidad de reconocimiento
perceptivo) y otras formas de patología mental provocadas por daños cerebrales. Cuando los
neuropsicólogos comenzaron a comunicarse sus hallazgos, fue dable apreciar que, más allá de
todas las fronteras culturales y lingüísticas había entre ellos notables convergencias.
Por ejemplo, la afasia presentaba formas similares pese a las vastas diferencias entre los idiomas.
Además, las pautas que seguían las quiebras de dicha organización ni eran fácilmente explicables
en función de un simple desorden de la cadena estímulo y respuesta. Más bien en muchos casos lo
que estaba alterado era la jerarquía de respuestas conductuales.
A fines de la década de 1940, en ámbitos tan diversos como la ingeniería de las comunicaciones y
la neuropsicología, estaban delineándose ciertos temas esenciales. Los estudiosos de estos
campos no solo escribían monografías y artículos, sino que mantenían reuniones en las que
debatían ávidamente las múltiples concepciones nuevas.
Hasta la fecha no existe un paradigma de investigación sobre el cual haya coincidencias (ningún
conjunto de premisas o de métodos goza de consenso) y por ende los científicos cognitivistas
tienden a aprovechar cada cual su propio paradigma predilecto en el campo total.
b- Las computadoras:
No para todos los científicos cognitivistas la computadora ocupa un lugar central en su tarea
cotidiana, pero casi todos han sido influidos por ella. En primer lugar, la computadora actúa como
una “prueba de existencia”.
Además de servir como modelo de pensamiento, es también una herramienta valiosa en la tarea
de los científicos cognitivistas: la mayoría la utiliza para analizar datos, simular con ella procesos
cognitivos.
Para algunos críticos, las computadoras no son sino el último de una larga serie de modelos
inadecuados de la cognición humana y no hay razón para pensar que el “modelo de la maquina”
actual tendrá mejor destino.
La simpatía hacia las computadoras y la creencia en su importancia como modelo del pensamiento
humano están muy difundidos en la ciencia cognitiva pero también en este caso existen
diferencias entre las disciplinas. El grado en que una disciplina esta próxima a la ciencia cognitiva
puede medirse, con seguridad por el grado en que está ligada a la computadora, las cuales ocupan
un lugar central en la esfera de la inteligencia artificial. En lingüística y psicología se han
manifestado ciertas reservas del enfoque de la computadora pero la mayor parte de los adeptos a
estas disciplinas no se molestan en trabarse en reyertas con los partidarios de las computadoras.
Muchos antropólogos y neurocientificos, no están nada convencidos de que sirvan como moldeo
viable de los aspectos de la cognición que más le interesan. A juicio de muchos neurocientificos, el
cerebro suministrara las respuestas por sí mismo, sin necesidad de que intervenga un modelo de
computadora. En cuanto a los filósofos, su actitud hacia la computadora va desde el entusiasmo
más frenético al escepticismo virulento, lo cual los convierte en un conjunto de informantes de
particular interés para cualquier examen de ciencia cognitiva.