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Cognitiva. La Nueva Ciencia de La Mente

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Psicolog

íade la mente.
La nueva ciencia Historia de la revolución
cognitiva .

cognitiv
Los cimientos de la ciencia cognitiva.
 El simposio de Hixson y el desafío al conductismo

a
En Septiembre de 1948, un grupo de eminentes científicos, representantes de diversas disciplinas,
se reunieron en el predio del Instituto de Tecnología de California, para celebrar un simposio sobre
“los mecanismos cerebrales en la conducta” y se había proyectado a fin de facilitar el intercambio
de ideas acerca de un tema clásico: la forma en que el sistema nervioso controla la conducta. El
matemático John Von Neumann, trazó una notable analogía entre la computadora electrónica y el
cerebro; el matemático y neurofisiólogo Warren McCulloch, a partir de un trabajo de título
provocativo “¿Por qué esta la mente en la cabeza?”, desencadeno una larga discusión acerca de
cómo el cerebro procesa la información.
El psicólogo Karl Lashley, menos versado en las innovaciones tecnológicas de última hora pero más
en los problemas de la explicación de la conducta humana pronuncio un discurso más iconoclasta
y memorable, titulado “el problema del orden serial en la conducta”, donde puso en tela de juicio
la doctrina (o dogma) que había dominado el análisis psicológico en las últimas décadas; identifico
algunos de los principales elementos componentes de una ciencia cognitiva, al par que fustigo a
las fuerzas que habían impedido su surgimiento hasta ese momento.
Lamentablemente, la mayor parte de los investigadores de esa época habían escogido la
introspección como método científico predilecto, aunque esta introspección era sugestiva no
generó esa acumulación de saber que es desviva para toda la ciencia.
Los conductistas enunciaron dos proposiciones conexas: “debían limitarse estrictamente a los
métodos públicos de observación”; y en segundo lugar, “debían centrarse en la conducta
esquivando la mente, el pensar o la imaginación y conceptos como los de plan, deseo o
propósito”. Tampoco debían abonar construcciones mentales hipotéticas como las de símbolo,
idea, esquema o cualquier otra forma posible de representación mental. Toda actividad psíquica
podía ser adecuadamente explicada sin recurrir a dichas misteriosas entidades mentalistas.
Un elemento decisivo del canon conductista era la creencia de supremacía y el poder
determinante del medio. Consideraban que los individuos no actuaban de manera en que lo
hacían a raíz de sus propias ideas y propósitos, o porque su aparato cognitivo poseyera ciertas
tendencias estructurantes autónomas, sino que operaban como reflectores pasivos de diversas
fuerzas o factores presentes en su medio. Se postuló un elaborado conjunto de explicaciones, que
detallaban los principios del condicionamiento y del refuerzo, para descubrir cómo se producía el
aprendizaje y se formaban las conductas particulares.
No obstante, en retrospectiva, cabe sostener que se pagó un precio demasiado alto por la
adhesión estricta al conductismo. En tanto duró su imperio durante las décadas de 1920, 1930 y
1940, solo fue posible aproximarse con dificultades, furtivamente, a las cuestiones vinculadas a la
naturaleza del lenguaje, la planificación humana, la resolución de problemas, la imaginación, etc.
El artículo de Lashley cristalizo una creciente consciencia por parte de muchos científicos sensatos,
de que la adhesión a los cánones conductistas estaba volviendo imposible el estudio científico de
la mente.
Al principio del artículo, Lashley expresó su convencimiento de que cualquier teoría acerca de la
actividad humana debía dar cuenta de conductas organizadas complejas. Al mismo tiempo, añadió
que tanto en neuropsicología como en la psicología, el marco explicativo predominante, el de las
cadenas asociativas simples entre un estímulo y respuesta, no es capaz de dar cuenta de ninguna
conducta ordenada en forma secuencial. Estas secuencias de conducta debían estar planeadas y
organizadas de antemano. La organización más verosímil es de tipo jerárquico: hay planes globales
muy amplios, dentro de los cuales se orquestan secuencias de acciones cada vez más densas o
tupidas. El sistema nervios contiene un plan o estructura general, dentro del cual pueden (en
verdad, deben) introducirse unidades individuales de respuesta, en forma independiente de a
retroalimentación, especifica del medio. La conducta no deriva de incitaciones ambientales.
Lashley llego a la conclusión de que a forma precede y determina toda conducta específica: la
organización no es impuesta desde afuera, sino que emana del interior del organismo.
A la par que desafiaba el análisis conductista de su época, puso en tela de juicio también dos
dogmas fundamentales del análisis neuroconductual: la creencia de que el sistema nervioso se
halla la mayor parte del tiempo en un estado de inactividad y la que reflejos aislados resultan
activados solamente cuando aparecen formas específicas de estimulación. Para Lashley, el sistema
nervioso consiste en unidades organizadas de forma jerárquicas y permanentemente activas cuyo
control proviene del centro, más que de cualquier estimulación periférica. Lashley no solo se
centró en el lenguaje sino que manifestó su deleite por la complejidad de este, e insistió en que
otras actividades motrices no eran menos intrincadas.

 Un momento crítico en la historia de la ciencia.


Los estudiosos que asistieron al simposio de Hixon se hallaban en una coyuntura crítica de la
historia de la ciencia. A mediados del siglo XX se hallaban en camino de ser develado dos de los
mayores misterios de la época antigua: la naturaleza de la materia física y de la materia viva. Pero
aún debía alcanzarse una elucidación semejante para un tercer misterio que también fascino a los
antiguos: el misterio de la vida humana.
Varios factores impidieron el lanzamiento apropiado de una ciencia de la cognición, escuelas
filosóficas como el positivismo, el verificacionismo, descartaban toda entidad (como concepto o
idea) que no pudiera ser fácilmente observable y mensurable, convivían cómodamente con el
conductismo, además estaba la intoxicación del psicoanálisis. Muchos se interesaron por las
instituciones de Freud, pero consideraban que no podía construirse ninguna disciplina científica
sobre la base de entrevistas clínicas y de historias personales elaboradas de manera
retrospectivas. Entre el credo “duro” de los conductistas y las conjeturas desenfrenadas de los
freudianos, era difícil entrar de una manera científicamente respetable en el territorio de los
procesos de pensamiento humano.
Por último, la situación política mundial ejerció un efecto inhabilitante sobre la ciencia, la
comunidad europea fue desgarrada por el auge del totalitarismo. La guerra, estimulo las
actividades científicas y tecnológicas. Dentro de los Estados Unidos, el empeño bélico demandaba
calculadoras que fueran capaces de “masticar” con mucha rapidez grandes conjuntos de números.
Las computadoras pronto se convirtieron en una realidad. Wiener y su colaborador, Bigelow,
llegaron a la conclusión de que existían importantes analogías entre las características de
retroalimentación de los dispositivos de la ingeniería y los procesos homeostáticos mediante los
cuales el sistema nervioso de los seres humanos sustenta una actividad intencional.
A fines de la década de 1940 ya comenzaba a instituirse la impresión de que quizás había llegado
la hora de emprender una nueva y eficaz acometida científica sobre la mente humana.
 Aportes teóricos claves para la ciencia cognitiva.
a- Matemática y computación:
Los años próximos al fin del siglo XIX y comienzos del XX fueron de excepcional importancia para la
matemática y la lógica. La obra del alemán Gottlob Frege, una nueva forma de lógica, que
implicaba la manipulación de símbolos abstractos, comenzó a surgir a fines del siglo pasado. A
comienzos de este siglo, los lógicos matemáticos británicos Bertrand Rusell y Alfred North
Witehead, procuraron con éxito considerable, reducir las leyes básicas de la aritmética a las
proposiciones de la lógica elemental.
En la década de 1930, los trabajos de lógica matemática que a la larga resultaron más significativos
para la ciencia cognitiva fueron los de Alan Turing, un matemático británico, que propuso la idea
de una maquina simple capaz de realizar, en principio, cualquier cálculo concebible.
La demostración práctica de Turing tuvo enorme importancia para los investigadores interesados
en los dispositivos de computación. Ella surgió mediante un código binario compuesto solo de
“ceros” y “unos” sería posible inventar y ejecutar un numero cualquiera de programas, y podrían
fabricarse aparatos que operan sobre la base de este principio. En 1950 surgió que era posible
programar de tal modo una máquina de esta índole que nadie diferenciaría sus respuestas a un
interlocutor, de las que brindaría un ser humano.
Muy pronto los científicos interesados en el pensamiento humano advirtieron las implicaciones de
estas ideas, al darse cuenta de que si eran capaces de describir con precisión los procesos de
pensamiento o de conducta de un organismo, podrían diseñar una máquina computadora que
operara en forma idéntica a él.
Desarrollando las ideas de Turing, John Von Neumann se empeñó en crear un programa para
instruir a la máquina de Turing de modo tal que se reprodujera a sí misma. Aquí estaba contenida
la idea de un programa de almacenado; vale decir, la computadora podría controlarse mediante
un programa almacenado en su memoria interna. Por primera vez, se vislumbró la posibilidad de
que una computadora prepararse y ejecutarse sus propios programas.

b- El modelo de la Neurona:
Una segunda línea de pensamiento, significativa, fue expuesta a comienzos de la década de 1940
por Warren McCulloch y Walter Pitts, joven especialista en lógica. Ambos demostraron que las
operaciones de una célula nerviosa y sus conexiones con otras podían se representados mediante
un modelo lógico. Según este modelo, la neurona era activada, y a su vez activaba otra neurona
del mismo modo que un elemento o proposición de una secuencia lógica puede implicar alguna
otra proposición. Así, va a tratarse de enunciados lógicos o de neuronas, la entidad A más la
entidad B puede implicar la entidad C. El resultado final de la demostración de McCulloch y Pitts se
resume en esta frase “Todo lo que pueda describirse de manera exhaustiva e inequívoca… es
inmaterializable mediante una red neural finita adecuada”.
Algunos críticos opinan incluso que la búsqueda de una correspondencia directa entre las
maquinas lógicas y el sistema nervioso, fue un elemento regresivo para la ciencia cognitiva: en
lugar de tratar de construir maquinas que imitaran el cerebro en un plano fisiológico, decían,
debían postularse y examinarse analogías en un nivel muy superior, por ejemplo entre el pensar
que tiene lugar en la actividad humana de resolución de problemas y las estrategias encarnadas en
un programa de computadora. Además, en los últimos tiempos los expertos en computadoras han
vuelto a apoyarse en las ideas vinculadas a la naturaleza de las células nerviosas y conexión entre
ellas.
c- La síntesis cibernética:
Mientras Neumann trataba de reunir datos procedentes de la matemática y la lógica y el estudio
del sistema nervioso, en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (ITM), el matemático Norbet
Wiener emprendía exploraciones similares.
Durante las décadas de 1930 y 1940, Norbet Wiener, que entonces llevaba a cabo estudios
similares en ITM. Al trabajar en servomecanismos (dispositivos capaces de mantener el rumbo de
proyectiles de artillería antiaérea, misiles guiados y aviones), reflexionó sobre la naturaleza de
retroalimentación y de los sistemas de autocorrección y autorregulación, ya fueran mecánicos o
humanos.
Wiener tenía una fe casi religiosa en diversos avances científicos y tecnológicos. Para el constituían
una nueva ciencia, fundada en los temas del control y de la comunicación, ciencia que a su
entender era fundamental a mediados del siglo XX. Formulo por primera vez públicamente sus
puntos de vista en un artículo en 1943, “Conducta, propósito y teleología”, en el cual se expuso la
idea de que los problemas del control y la ingeniería de las comunicaciones son inseparables,
además de que su eje no son las técnicas de la ingeniería eléctrica, sino mucho más trascendental:
el mensaje, “ya sea transmitido por medios eléctricos, mecánicos o nerviosos”. Para ellos las
maquinas estaban “dotadas de propósitos”, además desarrollaron una novedosa idea del sistema
nervioso central: “El sistema nervioso central no se nos aparece ya como un órgano autónomo,
que recibe datos de entrada desde los sentidos y la descarga de los músculos. Por el contrario,
alguna de sus actividades más características sólo son explicables como procesos circulares, que
emanan del sistema nervioso hacia los músculos y reingresan a aquel a través de los músculos de
los órganos de los sentidos (ya se trate de propioceptores o de los órganos de los sentidos
especiales)”.
Es notable el paralelismo entre esto y las ideas de Lashley acerca de la organización neural, como
también su desafío a la reflexología conductista.
No paso mucho tiempo sin que Wiener elaborara una síntesis de estas diversas ideas
interconectadas y la expusiera en un libro que hizo historia: Cybernetics (Cibernética). Allí
presentaba su ciencia en estos términos: “Hemos resuelto denominar cibernética a todo el campo
de la teoría del control y la comunicación, ya se trate de una maquina o animal”. Estableció una
concepción integral, en la que reunía los avances en la comprensión del sistema nervioso humano,
la computadora electrónica y el funcionamiento de oras maquinas; y subrayo su creencia en que
entre el funcionamiento del organismo vivo y el de las nuevas máquinas de la comunicación había
paralelismos decisivos. La síntesis de Wiener no fue, en definitiva, la que adopto la ciencia
cognitiva.

d- Teoría de la información:
Otro progenitor de la ciencia cognitiva fue Claude Shannon, quien observo que podían observarse
los principios de la lógica (en lo que respecta a la verdad y falsedad de las proposiciones) para
describir los dos estados (abierto y cerrado o encendido y apagado) de las llaves de relés
electromecánicas.
La unidad básica de información, el bit, es la cantidad de información requerida para seleccionar
un mensaje entre dos alternativas equiparables. Wiener explicó la importancia de esta nueva
conceptualización: “La información es información, no es materia ni energía. Ningún materialismo
que pretenda rechazar esto puede sobrevivir en la actualidad.
Gracias a las ideas de Wiener, pudo concebirse la información aparte de todo dispositivo de
transmisión; fue posible centrarse en la eficacia de cualquier comunicación de mensajes a través
de cualquier mecanismo y considerar los procesos cognitivos con independencia de
materialización particular de los mismos

e- Síndromes neuropsicológicos:
Una contribución similar para la incipiente ciencia cognitiva provino de un ámbito científico
remoto e imprevisto: los perfiles de incapacidad cognitiva que derivaban de lesiones cerebrales.
Del mismo modo que durante la Primera Guerra Mundial, en la Segunda se aprendió mucho
acerca de la afasia (deficiencia del lenguaje), agnosia (pérdida de la capacidad de reconocimiento
perceptivo) y otras formas de patología mental provocadas por daños cerebrales. Cuando los
neuropsicólogos comenzaron a comunicarse sus hallazgos, fue dable apreciar que, más allá de
todas las fronteras culturales y lingüísticas había entre ellos notables convergencias.
Por ejemplo, la afasia presentaba formas similares pese a las vastas diferencias entre los idiomas.
Además, las pautas que seguían las quiebras de dicha organización ni eran fácilmente explicables
en función de un simple desorden de la cadena estímulo y respuesta. Más bien en muchos casos lo
que estaba alterado era la jerarquía de respuestas conductuales.
A fines de la década de 1940, en ámbitos tan diversos como la ingeniería de las comunicaciones y
la neuropsicología, estaban delineándose ciertos temas esenciales. Los estudiosos de estos
campos no solo escribían monografías y artículos, sino que mantenían reuniones en las que
debatían ávidamente las múltiples concepciones nuevas.

 Encuentros catalizadores y escritos influyentes.


En la década de 1940 ya estaba asentado el principal cimiento intelectual sobre el cual debía
erigirse más tarde la ciencia cognitiva. Aun perduraba la resistencia implícita en el credo
conductista, así como algunas dudas respecto de que la mente humana fuera capaz de estudiarse
a sí misma tan eficazmente como había estudiado la materia y la genética.
El simposio de Hixson fue, uno de los nemorosos congresos que los científicos de orientación
cognitiva celebraron durante las décadas de 1940 y 1950. Tuvo por cierto especial importancia en
nuestra historia a raíz de dos hechos: su vinculación del cerebro con la computadora y su
impecable desafío al conductismo prevaleciente.
En el invierno de 1944, Von Neumann y Wiener convocaron a todos los interesados en lo que más
tarde dio en llamarse “cibernética” para una reunión en Princeton, auspiciada por dicha fundación.
Basándose en estos contactos iniciales, en la primavera de 1946 Warren McCulloch organizo junto
a la fundación Macy, una serie de reuniones sobre los problemas de la retroalimentación: “La idea
era congregar a un pequeño grupo, cuyo número no excediera la veintena de personas que
estaban trabajando en diversos campos conexos, para que convivieran dos días enteros sucesivos
y pudieran intercambiar artículos informales, realizar debates, organizar comidas, hasta desgranar
sus diferencias y progresar en un modelo de pensamiento que siguiera carriles semejantes.
A comienzos de la década de 1950, J. Robert Oppenheimer, director del Instituto de Estudios de
Princeton, se interesó por la aplicación de alguna de estas nuevas ideas de la psicología. George
Miller y Jerome Bruner, cumplirían un papel fundamental en el lanzamiento de la ciencia cognitiva.
A Oppenheimer le atraían particularmente las analogías entre los problemas de la percepción,
como los conciben los psicólogos, y los de la observación. Había estado analizando las inquietantes
consecuencias del principio de indeterminación, según el cual es imposible para un observador
establecer al mismo tiempo la posición y la velocidad de una partícula sin afectarla. Entretanto,
Bruner estudiaba los efectos de la actitud y las expectativas del observador sobre los “datos
objetivos”.
Además de numerosos encuentros personales entre los interesados en las cuestiones cognitivas, a
fines de la década de 1940 y a comienzos de la siguiente aparecieron varios libros, en diferentes
ámbitos, que contribuyeron a divulgar entre un público más amplio estas incipientes ideas
interdisciplinarias.
Ashby (médico y matemático británico) pretendía dar cuenta de la actividad mental humana de
manera mecanicista. Quería mostrar que utilizando los métodos de la lógica axiomática era posible
diseñar una maquina capaz de llevar a cabo una conducta adaptativa o un aprendizaje. De acuerdo
con el uso conductista de la época, Ashby evito deliberadamente referirse a nada parecido a la
consciencia o a la conducta intencional, dirigiendo en cambio su atención a la forma en que un
organismo puede realizar la transición del caos a la estabilidad, aumentando así sus posibilidades
de supervivencia. La estabilidad se logra porque “la maquina es un sistema que se organiza a sí
mismo, un sistema que responde a estímulos, modificando su comportamiento y a veces su forma
a fin de alcanzar la estabilidad”. El propósito de Ashby era copiar el cerebro viviente.
En ámbitos más distantes comenzaron a aparecer, libros significativos para los debates que se
sucedían en las incipientes ciencias cognitivas. Por ejemplo, en el campo de la lingüística, Román
Jakobson y sus colegas publicaron sus primeros hallazgos acerca de las características distintivas
del lenguaje. En neuropsicología, Donald Hebb describió la evolución del sistema nervioso. En
antropología, Gregory Bateson introdujo sus nociones acerca de los sistemas de retroalimentación
insertos en los sistemas sociales, por ejemplo, entre los miembros de una familia.

Las primeras décadas de la ciencia cognitiva.


 Una fecha de nacimiento aceptada:
Rara vez aficionados de la historia alcanzaron un grado tal de consenso: hay coincidencia casi
unánime entre los principales sobrevivientes de aquella época, en cuanto a que la ciencia cognitiva
fue admitida oficialmente alrededor de 1956 y el psicólogo George A. Miller dio incluso una fecha
más precisa: el 11 de septiembre de 1956; haciendo referencia al simposio sobre la Teoría de la
Información realizado en el Instituto de Tecnología de Massachusetts entre el 10 y 12 de
Septiembre de 1956. El segundo día de ese simposio sobresale en el recuerdo de Miller a raíz de la
presentación de dos ponencias. La primera de Allen Newell y Herbert Simon, describía “La
máquina de la teoría lógica”, y era la primera demostración completa de un teorema llevado a
cabo jamás en una computadora. La segunda, del joven lingüista Noam Chomsky, esbozaba “Tres
modelos de lenguaje”. Chomsky mostro allí que un modelo de producción lingüista derivado del
enfoque de la teoría de la información de Claude Shannon no podría aplicarse con éxito a ningún
“lenguaje natural”; y luego presento su propio enfoque transformacional de la gramática. Otros
lingüistas habían sostenido ya que el lenguaje posee todas las precisiones formales de la
matemática, pero Chomsky fue el primero en comprobarlo.
Jerome Bruner, declaraba: “a mediados de la década de 1950 estaban surgiendo nuevas
metáforas, y una de las más atractivas era la de la computación”. George Mandler sostiene: “Por
razones que en la actualidad nos resultan aun oscuras, las variadas tensiones y falencias de la
primera mitad del siglo XX contribuyeron a generar un nuevo movimiento en psicología, que
adopto primero el título de procesamiento de la información y luego dio en llamarse la moderna
psicología cognitiva. Todo esto sucedió en el lustro que va desde 1955 a 1960, en estos cinco años
se inició la psicología cognitiva, acontecimiento que solo ahora comienza a ser evidente para todos
los que lo practican”.
Por ultimo a historiar este periodo, los científicos Allen Newell y Herbert Simon, especialista en
computadora, declaran: “en los últimos doce años sobrevino un cambio general en la concepción
científica, acorde con su punto de vista aquí expuesto. Puede datárselo aproximadamente en 1956;
en psicología, estuvo dado por la aparición del libro de Bruner, Goodnow y Austin study of thinking
(estudio del pensamiento), y el trabajo de George Miller, el mágico número siete; en lingüística
tres modelos del lenguaje de Noam Chomsky y en la ciencia de la computación por nuestro propio
artículo sobre la máquina de la teoría lógica”.
En lo que concierne a las vinculadas en líneas generales con la ciencia cognitiva, la obra póstuma
de John Von Neumann “the computer and the brain” (la computadora y el cerebro)
En todas las disciplinas que componen lo que he llamado ciencia cognitiva hubo investigaciones
significativas. En el campo de la psicología, la lingüística y la inteligencia artificial, a los cuales
podrían añadirse muchos otros. Los neurocientificos comenzaban a registrar los impulsos
provenientes de las neuronas en el sistema nervioso. El equipo de investigación de Warren
McCulloch en el ITM, conducido por los neurofisiologos Jerome Lettvin y Humberto Maturana,
pudo tomar registros de la retina de la rana, y mostrar que las neuronas eran sensibles a formas
sumamente especifica de la información. También a fines de la década del cincuenta un equipo
rival de investigadores, el compuesto por David Hubel y Torsten Wiesel en Harvard, comenzó a
documentar registros procedentes de las células de la corteza visual del gato; localizaron las
células nerviosas que respondían a la información específica, incluidos el brillo, el contraste, el
carácter binocular y la orientación de las líneas. Estas corrientes de investigación llamaron la
atención sobre la extrema especificidad codificada en el sistema nervioso.
Los años de mediados de la década de 1950, los investigadores emprendieron la recopilación
sistemática de datos vinculados a la capacidad de los habitantes de culturas remotas para la
nominación, clasificación y formación de conceptos, tratando luego de describir en términos
formales la naturaleza de estas prácticas lingüísticas y cognitivas. Estos estudios documentaron la
gran variedad de principios cognitivos que existen en todo el mundo, a la par que sugerían
claramente que los procesos cognitivos más significativos son similares en todas partes.
En verano de 1956, un grupo de jóvenes investigadores dedicados a la matemática y lógica,
estaban allí la mayoría de los que trabajaban en lo que luego dio a llamarse “inteligencia
artificial”, incluidos sus “cuatro padres fundadores”: John McCarthy, Martin Minsky, Allen Newell y
Herbert Simon, quienes repasaron sus ideas en torno de programas capaces de resolver
problemas, reconocer pautas o patrones, jugar juegos y razonar lógicamente.
Otros estudiosos, alejados de la ciencia empírica, reflexionaban asimismo sobre las consecuencias
de las nuevas máquinas. El filósofo norteamericano Hilary Putnam, sostenía que las nociones
vinculadas con la máquina de Turing y la invención de la computadora, contribuían a resolver (o
disolver) el clásico problema de la relación entre el cuerpo y la mente. Las operaciones lógicas
podían describirse en forma independiente de la partícula hardware, o soporte material, que
fueran instrumentadas.
Era clara la analogía con el cerebro humano y los procesos de pensamiento del ser humano. El
cerebro del hombre (los estados corporales) correspondía al “soporte material” de la
computadora; sus pautas de pensamiento o de resolución de problemas (estados mentales)
podían describirse en forma totalmente separadas de la constitución particular del sistema
nervioso.
Otra línea significativa de trabajos, fue el enfoque etiológico sobre el comportamiento animal
desarrollado en Europa en las décadas de 1930 y 1940 gracias a la labor de Konrad Lorenz y Niko
Tinbergen, quienes llegaron a la conclusión de que los animales debían estudiarse en su hábitat
natural, realizando poco a poco experimentos informales sobre el terreno, revelaron el
extraordinario ajuste que existe entre los animales y su entorno, o mundo circundante de cada
especie y particulares estímulos (o desencadenantes) que, en los periodos “críticos” o “sensitivos”
actúan como catalizadores.

 La década de 1960: el movimiento cobra fuerza:


Dos figuras destacadas en “divulgación publica de la cognición” fueron Jerome Bruner y George
Miller, quienes en 1960 fundaron en Harvard, el centro para estudios cognitivos. A partir de ese
momento, y por más de diez años, el centro de Harvard sirvió como lugar de reunión.
En la década de 1960, George Miller (junto a sus colegas Karl Pribam, neurocientifico, y Eugene
Galanter, psicólogo de orientación matemática) dieron a conocer una obra que tuvo enorme
repercusión en la psicología y en las disciplinas afines: un pequeño volumen titulado Plans and the
Structure of Behavior (Los planes y la estructura de la conducta), en el cual anunciaban el fin del
conductismo corriente, con su descreditado arco reflejo y en su lugar reclamaron un enfoque
cibernético de la conducta en términos de asociaciones, interacciones o bucles (loops) de
retroalimentación y reajustes de la acción a la luz de la retroalimentación. Para reemplazar al arco
reflejo los autores proponían una unidad de actividad denominada en ingles TOTE, sigla de Test-
Operate-Test-Exit (evaluación-operación-evaluación-salida), se podía insertársela dentro de una
estructura jerárquica perteneciente a otra unidad TOTE. La computadora tomaba teóricamente
legítimo describir a los seres humanos en función de planes (procesos jerárquicamente
organizados), imágenes (todo el conocimiento disponible acerca del mundo), objetivos y otras
concepciones mentalistas.
Las repercusiones de esta manera de pensar se hizo palpable pocos años después, cuando
empezaron a aparecer los primeros libros de texto sobre psicología cognitiva. El más influyente fue
Cognitve Psychology (psicología cognitiva), de Neisser (1967), expuso una concepción sumamente
“constructiva” de la actividad humana, según la cual toda cognición, desde el primer momento, el
de la percepción en adelante, implica procesos analíticos y sintéticos inventivos. A su modo de ver,
el cálculo objetivo de la cantidad de bits de información que pueden ser procesados no tienen
nada que ver con la psicología, pues los seres humanos, afirmaba, a diferencia de un canal puro,
tienen una atención selectiva. Y Neisser mostró similar escepticismo respecto de algunas
afirmaciones relacionadas con los programas de computadora: “Ninguno de ellos hace justicia, ni
siquiera remotamente, a la complejidad de los procesos mentales humanos. A diferencia de los
hombres, los programas “artificialmente inteligentes” suelen tener una finalidad única y carecen
de emociones y distracciones”.
Herbert Simon, ofreció una exposición filosófica de su enfoque. Según sus propias palabras, tanto
la computadora como la mente humana debían concebirse como “sistemas simbólicos”, entidades
materiales capaces de procesar, transformar, elaborar y manipular de varias otras maneras. Allen
Newell y Herbert Simon publicaron su obra magna, el monumental Human Problem Solving (La
solución al problema humano), donde describían los programas del “resolvedor general de
problemas”

 La iniciativa de la fundación Sloan:


En este momento el destino intervino bajo la forma de una gran fundación privada interesada por
la ciencia, con sede en Nueva York: la fundación Alfred P. Sloan, la cual daba apoyo financiero a lo
que ella titulaba “programas particulares”, a través de los cuales invertía sumas sustanciales en un
cierto campo del saber y durante un periodo, en la esperanza de estimular un avance significativo.
A partir de la información suministrada por los funcionarios de la fundación y de lo que surge de
los documentos publicados, pueden reconstruirse los sucesos principales que llevaron a la
participación de esta entidad en la ciencia cognitiva. A comienzos de 1975, contemplaba la
posibilidad de apoyar programas en distintos campos, pero ya a fines de ese año se estaba
analizando activamente un “programa particular” en las ciencias cognitivas.
Los funcionarios de la entidad reconocieron que la ciencia cognitiva no estaba tan madura como lo
estaba la neurociencia del momento en que la Fundación adhirió a sus empeños; “no obstante
existen muy buenos indicios, confirmados por las numerosas autoridades en la materia con las
cuales hemos tomado contacto hasta ahora, de que las múltiples áreas de las ciencias cognitivas
están convergiendo y, consecuentemente, de que hay gran necesidad de desarrollar la
comunicación entre estas distintas áreas, de modo tal que las herramientas y técnicas de
investigación puedan compartirse para edificar un cuerpo común de conocimiento teórico.
La iniciativa de la fundación Sloan ejerció un efecto catalítico en este campo, como lo había hecho
el estímulo proporcionado por la fundación Macy una generación atrás. A poco de andar se creó la
revista Cognitive Science (Ciencia cognitiva), cuyo primer número apareció en Enero de 1977, y en
1979, una sociedad del mismo nombre. La sociedad de ciencia cognitiva realizo su primera reunión
anual, entre bombos y platillos, en La Jolla, Estado de California, en agosto de 1979. Tanto en el
país como en el extranjero comenzaron a aparecer programas, cursos, boletines informativos y
toda la parafernalia académica propia de estos casos.
Un hecho sintomático de la polémica engendrada por el apoyo de la fundación Sloan a las
investigaciones de ciencia cognitiva fue la reacción frente a un informe que la entidad encargó en
1978. Este “informe sobre el cuadro de situación de la disciplina”, fue redactado por una docena
de sus principales estudiosos, con quienes colaboraron otra docena de asesores. A juicio de los
autores, “lo que ha originado el nacimiento de esta disciplina ha sido un común objetivo de
investigación: descubrir las capacidades de la mente para la representación y la representación
y la computación, y su representación estructural y funcional en el cerebro”. Los autores
bosquejaron las interrelaciones entre los cinco campos de estudio de la disciplina, diagramando lo
que se denominó el “hexágono cognitivo”.

Hasta la fecha no existe un paradigma de investigación sobre el cual haya coincidencias (ningún
conjunto de premisas o de métodos goza de consenso) y por ende los científicos cognitivistas
tienden a aprovechar cada cual su propio paradigma predilecto en el campo total.

 Características fundamentales de la ciencia cognitiva.


En mi propia labor, he comprobado la utilidad de distinguir cinco características o “síntomas” de la
ciencia cognitiva, dos de las cuales constituyen los “supuestos nucleares”, en tanto que las otras
tres son rasgos metodológicos estratégicos:
a- Representaciones:
La ciencia cognitiva se basa en la creencia de que es legítimo, necesario postular un nivel separado
de análisis, al que podría denominarse el “nivel de la representación”. El hombre de ciencia que
opera en este nivel comercia con entidades representacionales como símbolos, reglas, imágenes,
que encontramos entre lo que afluye y efluye, entre lo que entra a la mente y lo que sale de ella, y
explora la forma en que estas entidades representacionales se amalgaman, transforman o
contrastan entre sí.
Los críticos de la concepción representacional generalmente proceden de las filas conductistas.
Fundándose en el principio de economía axiomática que suele denominarse “la navaja de Occam”,
sostiene que la consecuencia teórica de la “mente” hace más mal que bien; que tiene más sentido
hablar de estructuras neurológicas o de conductas manifiestas que de ideas, conceptos o reglas.
Otra línea crítica, menos extremos acepta que el sentido común se ve forzado a referirse a planes,
intenciones, creencias, etc., pero no ve la necesidad de que haya un lenguaje científico y un nivel
de análisis separados para su representación mental; desde este punto de vista, sería posible
pasar en forma directa a los planes de la mente al sistema nervioso, ya que es aquí, en última
instancia, donde todos los planes o propósitos deberán estar representados.
Desde luego, entre quienes aceptan un nivel de representación sigue habiendo ardientes debates.
Las discusiones teóricas contemporáneas entre los científicos cognitivistas se basan en la forma
más conveniente de conceptualizar las representaciones mentales. Algunos opinan que solo hay
una forma, la de que incluye proposiciones o enunciados, y otros creen que al menos hay dos, una
de ellas semejantes a figuras o imágenes, la otra más próxima a las proposiciones; hay también
quienes creen posible postular múltiples formas, e imposible determinar cuál de ellas es la
correcta.
Todos aceptan que los procesos mentales están en definitiva representados en el mismo sistema
nervioso central, pero hay entre ellos profundos desacuerdos en cuanto a la importancia de la
ciencia del cerebro para los actuales trabajos sobre la cognición. Hasta hace poco, la posición
mayoritaria sostenía que lo mejor es que la ciencia cognitiva prosiga sus empeños sin preocuparse
por poseer un conocimiento minucioso del sistema nervioso .

b- Las computadoras:
No para todos los científicos cognitivistas la computadora ocupa un lugar central en su tarea
cotidiana, pero casi todos han sido influidos por ella. En primer lugar, la computadora actúa como
una “prueba de existencia”.
Además de servir como modelo de pensamiento, es también una herramienta valiosa en la tarea
de los científicos cognitivistas: la mayoría la utiliza para analizar datos, simular con ella procesos
cognitivos.
Para algunos críticos, las computadoras no son sino el último de una larga serie de modelos
inadecuados de la cognición humana y no hay razón para pensar que el “modelo de la maquina”
actual tendrá mejor destino.
La simpatía hacia las computadoras y la creencia en su importancia como modelo del pensamiento
humano están muy difundidos en la ciencia cognitiva pero también en este caso existen
diferencias entre las disciplinas. El grado en que una disciplina esta próxima a la ciencia cognitiva
puede medirse, con seguridad por el grado en que está ligada a la computadora, las cuales ocupan
un lugar central en la esfera de la inteligencia artificial. En lingüística y psicología se han
manifestado ciertas reservas del enfoque de la computadora pero la mayor parte de los adeptos a
estas disciplinas no se molestan en trabarse en reyertas con los partidarios de las computadoras.
Muchos antropólogos y neurocientificos, no están nada convencidos de que sirvan como moldeo
viable de los aspectos de la cognición que más le interesan. A juicio de muchos neurocientificos, el
cerebro suministrara las respuestas por sí mismo, sin necesidad de que intervenga un modelo de
computadora. En cuanto a los filósofos, su actitud hacia la computadora va desde el entusiasmo
más frenético al escepticismo virulento, lo cual los convierte en un conjunto de informantes de
particular interés para cualquier examen de ciencia cognitiva.

c- Atenuación de la importancia atribuida a los afectos, el contexto, la cultura y la


historia:
La corriente principal de científicos cognitivistas no tiene forzosamente animadversión alguna
contra la esfera de los afectos, sino que tratan de deslindarse de estos elementos en el mayor
grado posible. Y lo mismo hacen los antropólogos cuando se ponen el ropaje de la ciencia
cognitiva. Tal vez sea esta una cuestión puramente práctica.
Los críticos del cognitivismo han respondido principalmente de dos maneras. Algunos sostienen
que factores como afectos, el contexto o la historia nunca serán explicables por la ciencia: son
dimensiones intrínsecamente humanísticas o estéticas. Otros críticos concuerdan en que algunos
de estos factores o todos ellos son esenciales en la experiencia humana, pero no comparten la
opinión de que sea imposible explicarlos científicamente. Se oponen a una ciencia cognitiva
antiséptica, que procura poner entre paréntesis estas dimensiones de modo artificial; sostienen,
por el contrario, que los científicos deberían trabajar con empeño para incorporar cabalmente
dichas dimensiones en sus modelos del pensamiento y la conducta.

d- Creencia en la validez de los estudios interdisciplinarios:


Tal vez a la larga surja una ciencia cognitiva unificada, pero todos coinciden que ese momento está
lejano todavía. Citan como ejemplo los trabajos actuales sobre la percepción visual y
procesamiento lingüístico, que han aprovechado, de manera completamente natural, datos
provenientes de la psicología, las neurociencias y la inteligencia artificial.
Los escépticos sostienen que es imposible hacer progresos mezclando disciplinas y que en el
mejor, debería haber cooperación entre las diversas disciplinas, y nunca una fusión total.

e- Las raíces en la tradición filosófica clásica:


El autor ya ha dicho que a su juicio los problemas filosóficos clásicos constituyen un elemento
clave de la ciencia cognitiva contemporánea y que pueden servir como un lógico punto de partida
para las indagaciones actuales.
Algunos cultores de estas disciplinas admiten de inmediato la importancia, y aun la inevitabilidad,
de dicha fundamentación filosófica, en tanto que para otros los afanes filosóficos del pasado no
tienen nada que ver con sus inquietudes actuales, y aun entienden que pueden ser perjudiciales.
El papel de la filosofía en las ciencias cognitivas es motivo de controversias, solo una reseña de
esta índole puede demostrarnos que los científicos cognitivistas están en verdad abordando las
mismas cuestiones que los filósofos indagaron muchas décadas o siglos atrás.
A su modo de ver, el furor inicial que produjo la ciencia cognitiva se basó en un pálpito sagaz: el
del que el pensamiento humano resultará al postre semejante en aspectos significativos a las
operaciones de la computadora.
Esto nos conduce a lo que se ha denominado paradoja computacional, que ha llevado a los
científicos a comprender en que aspectos los seres humanos no se asemejan a estas
computadoras prototípicas. La ciencia cognitiva puede seguir adelante, pero surge el interrogante
de si debemos buscar modelos más verídicos del pensamiento humano.
El desafío que se le presenta a la ciencia cognitiva, es fundamental que se establezca su autonomía
y que demuestre en que terreno son válidos los enfoques computacionales y representacional.

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