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Dios Está Presente

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DIOS ESTÁ PRESENTE

La primera pregunta que debemos responder esta mañana es ¿Cuál es el contexto de nuestro Dios
presente?

Ezequiel 48:35 “En derredor tendrá dieciocho mil cañas. Y el nombre de la ciudad desde aquel día será
Jehová-sama”

Dios le reveló a Ezequiel el nombre de la nueva Jerusalén, el cuál será “el Señor está allí o el Señor está
presente”. Este es el único versículo en el que encontramos este nombre de Dios. Sin embargo, el
concepto de que Dios está presente y está con nosotros lo vemos a través de todo el texto bíblico.

Para entender por qué Dios se revelo como Jehová-sama, debemos ir hacia el contexto histórico del
pueblo de Israel.

Después del reinado de Salomón, la nación de Israel se dividió formando dos reinos. El reino del norte se
llamó Israel y el del Sur, Judá. El reino del norte fue conquistado por los asirios en 723 AC y Judá por
Babilonia en 607 AC.

Ambas conquistas supusieron destrucción, exilio y esclavitud del pueblo en tierra extranjera. El profeta
Ezequiel fue tomado cautivo durante la última invasión de Jerusalén, 10 años antes de que la ciudad
fuera arrasada por completo y destruido el templo.

La visión de Ezequiel ocurrió durante el cautiverio y lo que se le mostró fue el templo y la ciudad
reconstruidos. Ezequiel dice que tendrá un nuevo nombre, “Yavé Shamah”.

Será conocida no por su arquitectura, ni su diseño, sino por la presencia de Dios en ella. La ciudad se
distinguirá no por la hermosura de sus murallas, ni la ubicación de sus hermosas puertas, sino por la
presencia de Dios.

El nombre dado a la ciudad desde ese día debe de ser no como antes Jerusalén, sino que ahora Jehová
Shamah, el Señor está presente, esto indicaba tres cosas para la iglesia hoy.

[1] Que al regresar los cautivos tendrían toques manifiestos de la presencia de Dios y de su residencia
entre ellos, ya no preguntarían como lo hacían sus antepasados ¿Está el Señor entre nosotros? Sino que
ahora vería y dirían el Señor esta entre nosotros.

[2] La iglesia arraigada y cimentada en el evangelio de Cristo debe tener claridad de la presencia de Dios
en ella y gustar de su presencia.

[3] La gloria y el gozo del cielo debe consistir principalmente en esto: que el Señor está presente”

Para ello, veremos estos tres aspectos importantes para entender a nuestro Dios presente.

[1] Desarrollar una consciencia de que él está siempre presente.

Cada cristiano debe entender la verdad de que Dios está presente en todas partes, circunstancias y
actividades y que, cualquiera que sea nuestra realidad hoy, Dios está allí.
Génesis 28:15-16 “15 He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a
traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. 16 Y despertó Jacob
de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía.”

En estos versículos vemos que Jacob estaba huyendo de su hermano Esaú quien quería matarlo
producto que le había suplantado la bendición de su padre Isaac.

Yo les pregunto ¿Se ha manifestado la presencia de Dios en esos momentos? No. Dios estaba presente
desde el principio. Solamente hemos llegado a estar más conscientes de esta realidad.

Experimentamos la presencia de Dios cuando estamos conscientes de lo que Él mismo nos ha revelado
acerca de Su persona en Su Palabra. Por eso no se trata simplemente de saber que Dios está presente,
porque Él está en todo lugar.

Ser sensible a la presencia de Dios es vivir con la conciencia de quién es ese Dios que ha prometido estar
conmigo. Es estar consciente de que ese Dios es santo, y que me conoce, me ama y se preocupa por mí
en medio de cualquier circunstancia.

Como dice Donald Whitney: Es vivir con la conciencia de que Él conoce “mis pensamientos, mis
motivaciones, mis temores, mis aspiraciones, mis emociones, mis ansiedades, mi condición física y
mental – y el cual me ama más allá de lo que yo puedo comprender”.

Cuando tomamos conciencia de la presencia de Dios en nuestras vidas, cuando tomamos conciencia de
su misericordia, cuando tomamos conciencia de Su Gloria, es difícil quedarnos en pie sin ser movidos a
una adoración real y genuina.

[2] La iglesia arraigada y cimentada en la Presencia de Dios.

Cuando el Mesías fue prometido, el ángel dijo que Su nombre sería “Emanuel”, que significa Dios con
nosotros.

Mateo 1:23 “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que
traducido es: Dios con nosotros.”

Jesús prometió enviar al Espíritu Santo a morar en nosotros, para que Dios fuese tan real y presente en
nosotros como lo fue Jesús con Sus discípulos.

Juan 14:16-18 “16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para
siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero
vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. 18 No os dejaré huérfanos;
vendré a vosotros.”

Desde el Antiguo Pacto, el deseo de Dios de estar con su pueblo permanece. Sin embargo, la promesa de
que Dios habitaría en su pueblo es una bendición escatológica que los creyentes en el Antiguo Pacto no
disfrutaban.

Los creyentes del Nuevo Pacto vivimos y disfrutamos esta bendición de la presencia de Dios en nosotros,
ya que Cristo es el templo y nos ha unido a Él.

Él ha prometido estar presente cuando nos congregamos. Jesús prometió Su presencia “donde están dos
o tres reunidos en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos. (Mateo 18.:20)
[3] Anticipar la presencia revelada de Dios

La biblia habla del cielo como un lugar donde Dios está presente. En el cielo nuevo y la tierra nueva no
habrá templo en el cual adorar a Dios. Ninguna estructura o lugar representará Su Presencia más que
otra, porque Dios y el Cordero habitarán y coexistirán con Su Iglesia redimida.

Viviremos, respiraremos, comeremos, trabajaremos y descansaremos por siempre en el lugar santísimo,


donde habita siempre la presencia de Dios.

Apocalipsis 21:3-4 “3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los
hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor,
ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.”

El cielo es nuestro hogar, pero no estamos allí todavía. Lo mejor esta por venir. En esta vida nuestra
experiencia de la presencia de Dios está limitada por lo que Dios nos muestra y lo que nosotros
podemos percibir.

Algunas veces reconocemos que Dios está cerca, pero normalmente no lo experimentamos de una
manera pronunciada. En el cielo las cosas serán diferentes. La presencia completa e inmediata de Dios
estará en todas partes y nosotros la amaremos como nunca antes.

Muchos de nosotros no tenemos el cielo en mente cuando adoramos a Dios en la tierra. Pero, conforme
nos damos cuenta de hacia dónde vamos, querremos vernos y actuar como adoradores celestiales.

Muy pronto tu y yo estaremos de pie ante la majestad y la gloria de Dios, Tomaremos nuestro lugar
entre las multitudes del cielo, compuesto de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, quienes han
sido comprados por la sangre del Cordero y estaremos en la gloria de su presencia por los siglos de los
siglos, amen.

Conclusión

Salmos 42:5 “¿Por qué te abates, alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he
de alabarlo, ¡salvación mía y Dios mío!”

El escritor de este salmo estaba desalentado porque estaba exiliado en un lugar distante de Jerusalén y
no podía ir a adorar al templo, aparentemente está desterrado y se siente alejado de Dios.

El salmista hizo una pausa de un doloroso recuerdo para retar a su propia alma. Él no se rindió hacia sus
sentimientos de depresión y desaliento espiritual. En lugar de eso él los retó y los trajo delante de Dios.

Les dice a los abatidos y a los que tienen sentimientos turbados, “espera en Dios. Él pasará de nuevo, ya
que lo ha hecho antes.”

En su desaliento el salmista habló consigo mismo – y quizás aún predicó consigo mismo. Él no se sintió
lleno con alabanza en ese momento. Pero tenía la confianza de que él realizó lo que pudo para dirigir su
espera en Dios, y esa bendición podría salir adelante. “No siento como el bendecirle justo ahora, pero Él
es digno de mi espera– y aún he de alabarle.”

El salmista nos recuerda la bendición de pertenecer a Su Iglesia en medio de las crisis de Fe y angustias,
nos recuerda a “Esperar en Dios” porque aún en medio de todo, hay tiempo para “Alabarlo”.

Hoy, Dios nos invita a “morar” en Su presencia agradecido por Su provisión y recordar que hoy Su
Espíritu, en Su gracia, trae tiempos de refrigerio a nuestra vida.

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