Pareyson Verdad Interpretación II PDF
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LA CONDICIÓN ORIGINARIA
DE LA INTERPRETACIÓN
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Verdad e interpretación ......-----
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Verdad e interpretación
') .JI
La condició n o riginaria de la interpretació n
verdad del tiempo y de la persona: de modo que 1 .
. . a inter r
es toda revelat1va y toda expresiva, toda personal P etac¡ón de imágenes arbitrarias O en una aproximación superficial hacia un
la vez. y Ontoló .
g1ca
4 objeto jamás alcan~ado. Pero e~ tal caso, _Yª no hay interpretación,
ue la personalidad, convertida en obieto de expresión más que
porq .,
en órgano de penetrac1on, se sobrepone a la verdad contribuyendo
J. Carácter no subjetivista ni aproximativo de la interpretación esconderla y ocultarla en vez de abocarse a captarla y revelarla.
ª El hecho es que la pluralidad de las interpretaciones, lejos de
Es necesario insistir un instante sobre el hecho de que la histori- consistir en un defecto o ~na ventaja, constituye el signo más seguro
cidad y la personalidad de la interpretación están muy lejos de con. de la riqueza del pensamiento humano. Esto es tan cierto, que nada
ferirle un carácter de arbitrariedad o de aproximación, como si de me parece más absurdo que pretender concebir una interpretación
éstas derivase una suerte de subjetivismo, grávido de consecuencias como única y definitiva, como pretenden los que sostienen que un
relativistas o escépticas. conocimiento sólo puede ser pleno y completo si es único y exclu-
Si la interpretación es histórica y personal, debe ser necesaria- sivo, de modo que la personalidad del conocimiento se reduce a
mente múltiple. La pluralidad de la interpretación, que es su más una limitación deplorable Y fatal. La injusticia de estos prej uicios
notoria característica (tot capita tot sententiae; mi, tu, su interpre- radica en que conciben la precisión y la evidencia de un modo tan
tación), se presta a consideraciones que parecen extremadamente pedestre y superficial, que no saben encontrar ninguna de éstas en
naturales y casi obvias, universalmente acogidas y repetidas, pero el ámbito de la variedad y la novedad de la vida humana. Por otra
que generan una serie de peligrosos equívocos y de lamentables parte, el carácter subjetivista y aproximativo del conocimiento no
malentendidos. Piénsese, por ejemplo, en la idea de que la interpre- evita la absurda alternativa que plantea la pretendida unicidad de
tación, en virtud de su pluralidad, acaba por disipar o dispersar la la interpretación - de modo que entre estos dos extremos no hay
0
verdad' . por dejarla en un plano superficial. Por un lado, se dice dilema. Frente a esto, la interpretación misma se erige como única
que la interpretación siempre d' posibilidad real, la cual no ve disminuida su capacidad captadora y
sa la verdad, smo . solamente laesimage
nueva y 1versa hporque no d expre-
ll revelativa - en las confrontaciones de la verdad - en razó n de su
, de nuestras diferentes personal'nd que
traves d nos acemos e .e a a pluralidad, historicidad y personalidad, pues no por el h echo de
reacciones.
. Por otro lado se dice qu 1• al es. y nuestras cambiantes
alcanzar y poseer la verdad debe despojarse de estas características
senta Jamas
· , como umca b
, . y' definitivae si adinterpretación no se pre-
, se e e a q que le atañen. El reino de lo interpretable se basa sob re la imposi-
el corazón de la verdad, sino que sól . ue no penetra en
bilidad de un conocimiento unívoco y directo, en el cual todos es·
escapar su íntima naturaleza. Así co o .d gira en to rno suyo, d eJan. do
nsi erada 1 . . , es tarían de acuerdo sin discusión ni diálogo; lo interpretable presu
confinada al campo de lo arbitrario y de ' ª. tnterpretac1on
la relatividad indiferente del reino de lo ~ aproximativo, esto es, a
1 pone, por el contrario, que no exista otra fo rma de conocimient
. . . ºPinable y ª 1as carencias
. de genuino más que la interpretación, de por sí histó rica y personal
1 conoc1m1ento superficial y deformante. n
un
.
a mterpretac1on . , b'ten puede caer en los e .c.s mu-,,J Ver dadero que por tanto, constitutivamente múltiple y nunca definitiva; indica
del escept1c1smo, s1. es que se despliega en uXtrernos
. . d' . del relativismo y insensatez de despreciar tales características de la interp retaci1
na isipa . - así como la necesidad de considerarlas no sólo como esencial•
Clon s b' ..
84 u Jetw1sta insuprimibles, sino también como positivas y favorables.
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Verdad e interpretación La condición originaria de la interpretación
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...c::t:::._
Verdad e interpretación La condición originaria de la interpretación
/
. .d d es propia de la formulación y no de la verdad; de este
Aqm ocurre, en efecto, que
,
.
una formulación panicula
r Preten ¡11ultipJici fa diendo la una con la otra, se instituye entre ambos
. • 1 verdad es decir, poseerla de manera exclusiva
sustituir a ª ' • ' Y9Ueda¡ ¡11od0 ,
con un
d'lema falso, fuente de perpetuos equívocos sobre la
nda detrás de sus formulaciones como ba¡'o ¡ . a . s un i
verdad se es Co . a 1nest térJ1'1 1n° d la interpretación, sobre todo cuando está comprome-
ble muta b11 ·1·dad de un continuo enmascaramiento. Se trata de doa. ]eza e
0 atura r medio la verdad.
· 1 de cómo la duplicidad ha generado el engaño ya s tida de po entonces, cómo se agrupan, por un lado, aquellos que,
e¡emp os . . ' que a
· el el monopolio y el disfraz constituyen el más co.,, • Verndos, n la unicidad de la verdad, no sólo la erigen como in-
este mv , ., "'P 1e. ra os e
to olvido y la más resuelta negac1on de la verdad. El monopolio arnPª I •no que la sacan derechamente del tiempo; y por otro
ora, si
por su carácter exclusivista, absolutiza y eterniza una formulació~ telllP ellos que, amparados en que la verdad no tiene otro modo
singular de la verdad quitándole, así, toda su capacidad revelativ lado, aqu sino en sus formulaciones históricas, la consideran múl-
a, arecer
conllevando a la misma disipación de la verdad. El disfraz, por su de ap biante, e incluso la reducen derechamente a un mero
carácter no tanto cambiante y multiforme, como más bien voluble . Je y to
up cam .
del tiempo. De este modo, se impone .
alternativamente~
y oportunista, hace que las alegorías y los símbolos se vuelvan produ~fi ·o ilegítimo e inútil, de las múltiples formulaciones en
1sacn c1 ' . . . .
incapaces de significar la inagotable multiplicidad de las perspecti- e de la verdad única, o bien, el sacnfic10 de la verdad mtemporal
vas reveladoras de lo verdadero -como sí la representan en aque- pro de sus formulaciones históricas. Aquí aparece la alternati-
~ pro . .
lla dialéctica de ocultamiento y manifestación tan fina y sutil que aquellos que sostienen que existe una sola filosofía ver-
va entre , . . , .,
sólo se encuentra en Heidegger y sobre todo en Pascal-, que sólo n razón de la verdad umca e mtemporal, esta tamb1en
dadera - e
señalan el camaleonismo y el enmascaramiento, el transformismo , ·ntemporal y única- y aquellos que pretenden que la verdad
sena 1 . .
y la ficción, esto es, el amplio reino de la disimulación, en el cual . a no puede ser smo plural -al considerar las filosofías como
m1sm
no hay lugar alguno para la verdad, ni siquiera en el caso de que, múltiples e históricas- y que, por tanto, no existen más que ver-
absu_rdamente, se pretendiese que aquello que se disimulase fuera, dades históricas. Esto trae como resultado o bien erigir el imperio
precisamente, la misma verdad. intemporal de una filosofía histórica indebidamente absolutizada,
0
bien reducir la historia a mera sucesión temporal que engulle sus
7. Falso dilema entre la unicidad de la verdad propios productos. En otras palabras: o se priva a la filosofía de su~
carácter histórico y, por tanto, a la verdad de su aparición temporal,
y la multiplicidad de sus formulaciones
I~ se sustrae a la filosofía su alcance revelativo y, por tanto, se sustrae
Sólo quien no se percata de la naturaleza interpretativa de la re- ~ la historia su apertura ontológica.
lación entre la verdad y sus formulaciones -y ésta es la segunda
Surge, en suma, un dilema entre los que salvaguardan la condi-
circunstancia que debemos tener presente-, se escandaliza frente al
ción absoluta de la verdad única e intemporal -arriesgándose cons-
hecho de que las formulaciones de la verdad puedan -en su históri-
ca multiplicidad- constituir una posesión efectiva de la verdad única cientemente a caer en el dogmatismo- y los que, conservando la
, io,empoul. Poc oo, ilosoci, >olont,d d, <o he«nci,, se ol,id, q"' historicidad de estas formulaciones siempre nuevas y diversas, se
1, oaicid, d '"""'", 1, ,e,d,d y no, 1, fo,molaci6n, y qoe 1, arriesgan deliberadamente a incurrir en el relativismo. El vicio del
razonamiento reside en que, en un caso, el dogmatismo es preferido
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LL
Verdad e interpretación La condición originaria de la interpretación
ivismo -como parecería lógico- sino a cualqu. . es como si, siendo la verdad única, debiese existir
no e1re1at .. . . 'd d . ier re, ..,uJac10n ' ,. . d h f l .
• · t de histonc1dad y mult1phc1 a , mcluso en la . sus for,..
. formo !ación legmma y, sien o mue as las ormu ac1ones
conoc1m1en o lll1snia
·, de la verdad·' y en que, en el otro caso, el relati'v•1sn¡ uflª úfllCa la verdad, debiesen ser muchas las verdades: en otras ,
formu1ac1on
es prefen
'do no al dogmatismo -como parecería natural- s,·
.. . . . no a
0 históricas de O si no hubiese otra elección que el fanatismo o el re- ¡J(V/
cualquier reconocimiento de umc1dad e mtemporahdad, incluso en aJabras, co:o si toda afirmación de verdad no pudiese tomar otra 1/
P · -o
Jatívis, ' co del sectansmo,
.. ue · .l l · 'l d'
la verdad misma, tal como se presenta y como opera en sus forrnas q la . . y como s1 a to eranc1a so o pu 1ese
forJllªmentarse en el escept1c1smo.
históricas. fun da
Estas dos posiciones son, ciertamente, opuestas y no hacen sino
_J polemizar entre sí; pero, en realidad, caen por sí mismas al descui- Carácter hermenéutico de la relación entre la verdad
~~ dar la posibilidad de otras posiciones, olvidando que'. para preservar 8. f. la .,
y su 1ormu cion
~ / ' la multiplicidad histórica _de la verdad, no es necesan~ negar l_a ~ni-
I
V cidad de la misma. Del mismo modo que para custodiar la umc1dad Sin embargo, la experiencia común basta para ponernos en guar-
~ de la verdad no es para nada indispensable desconocer la multipli- . frente a posiciones de tal género -desgraciadamente tan difun-
d~
l cidad de las verdades históricas, así como para evitar el dogmatis- b .d
didas. En efecto, a~ta para esto cons1 e:ar un ejemplo clarísimo de
mo no es necesario caer en el relativismo -ni arriesgar aquello por relación interp~etanva, co~o lo es la ~¡ecución musical. También
evitar esto último. Por un lado, la verdad única no tiene otro modo la música la mterpretacJOn es revelauva y plural a la vez; la obra
de presentarse más que al interior de sus formulaciones singulares :: accesible sólo al interior de su _ej_ecución; la multiplicidad de las
y, por otro, es precisamente la unicidad de la verdad aquello que ejecuciones no. con:ipro1:1ete la um~~dad de la obra; la ejecución no
conserva a las verdades históricas en su singularidad, instaurando es copia O refle¡o, smo v1da y poses1on de la obra; la ejecución no es
entre éstas la comunicación y el diálogo.
ni única ni arbitraria. , \, (y- l
En efecto, ambas posicion s c · ci n en el unto cent , es de-
cir, en se ara ver ad de su formulación viceversa, y en confun-
Esta apelación a la estética no debe extrañarnos: está motiva- Je ,eit""
da por el hecho de que en la experiencia artística la estructura del \f\J-
Ir la una con la otra, olvidando que son inconfundibles e incom-
concepto de interpretación aparece con particular evidencia. No se
parables justamente en cuanto que son inseparables; y olvidando
también que no se puede atribuir a la filosofía aquella unicidad que trata de extenderlo a otros sectores o de generalizar un concepto
sólo pertenece a la verdad, ni a la verdad aquella multiplicidad que nacido en primer lugar y solamente en la esfera estética y, por tanto,
sólo pertenece a la filosofía: unicidad e intemporalidad son esen- acotado y limitado, sino más bien de extraer, a partir de la evidencia
ciales a la verdad y no pueden transferirse a su formulación. En tal especial y de la eficacia particular que éste muestra en el campo del
cas,o, no ~~ convierte~ e~ _otra cos~ que en una absurda pretensión. arte, la razón para verificar su carácter profundamente originario,
As1 tamb_1en, la mult1phc1dad e historicidad con connaturales a la que es tal como para conferirle una validez general y una aplicabili-
formulación de la verdad y no pueden transferirse a la verdad mis-
dad fecunda en todos los campos.
ma sin hacerla
. caer de su nivel. De ésta indebida confusion
· , nace
La existencia de la obra musical no se reduce a la vida inerte y muda
el falso dilema entre la unicidad de la verdad y la multiplicidad de
de la partitura, sino a aquella viva y sonora propia de la ejecución, la
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~ , a:'\ _.....
Verdad e interpretación La condición originaria de la interpretación
. mbargo por su carácter necesariamente personal ulaciones históricas, y además, cómo ésta no dispone de
cua1, sm e , . . . Y, Por . . , c f o rUlll""_
~d
• terpretativo siempre es nueva y diversa, es decir "'u'1. ~ frrn mulac1on ~ feimuva.
' ' ESto no podría deberse sino a
tanto, m ' . . '. .. , tiple. 1'1ª . or · · ' de Io que es h'istórico o a una monopoli-
Pero su multiplicidad no cu_est10~,ª en absoluto la unicidad de la \l debida eternizac1on
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tl J'la. , de \o que es comun. , Ahora b'ien, proclamar el carácter her-
obra musical: más bien, la e1ecuc1on procura mantener la obra en
su individualidad y unicidad sin agregarle nada extraño ni <liso[. i ac1on , • de la re acion entre 1ª verdad Y su formulación significa
l . ,
eneut!C0 .
-•~ verla en diferentes actos. Esto es tan cierto, que la ejecución busca
e,cclu1r
. q s de suJeto
. y ob'Jeto, contem'do y forma virtualidad y de-
~ri<~ \ealizar la obra en su realid~d pr_opia, quiere_ ser 1~_obra misma y no corriente ,
,( solamente una imagen, copia o simple aprox1mac1on suya, y en esto totalidad y partes.
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sarro o,
consiste su carácter ~<~evelat'.vo»;_y lo logra propi~m~nte en cuanto
que ejercita una act1v1dad eiecuuva, un acto reahzauvo, una toma . La interpretación no es relación de sujeto y objeto
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de posesión que, en cuanto irrepetible y personal, es consciente de
la posibilidad de otras ejecuciones personales y novísimas, y en esto En primer lugar, la interpretación no se trata de una relación en-
consiste su carácter «plural». 'eto y objeto, tal como aparece, nuevamente en la analogía
tre suJ . , '
Lejos de disolverse en una multiplicidad de ejecuciones arbitra- e Cuando se trata de un mterprete, actor o músico cual-
con e 1 art · . . . '
rias, la obra permanece idéntica a sí misma en el acto en que se con- . ra que sea no nos interesa que se de¡e gmar por el mero criterio
l
qu1e .' . . ., .
signa a cada una de aquellas que sepan realizarla y hacerla vivir, de de la originalidad -como s1 su nueva e1ecuc1on tuviese un interés
modo que estas ejecuciones siempre nuevas y diversas, lejos de ser mayor que el de la obra misma - , ni que aspire a la impersonalidad
meras aproximaciones o simples resonancias de una única ejecución -como si no interesase realmente su ejecución-: no pretendemos
que se pretenda óptima y ejemplar, son la vida misma de la obra, es que él deba renunciar a sí mismo, ni permitimos que él quiera ex-
decir, la obra en cuanto que habla a todos de la manera en la cual
presarse a sí mismo: nosotros deseamos que sea él quien interprete
cada uno sabe entenderla mejor. Así también, la verdad, lejos de
laquella obra, de modo que su ejecución sea a la vez la obra y su
dispersarse en sus propias formulaciones, alimenta su pluralidad,
conservándose única e idéntica precisamente en cuanto que se en- interpretación de la misma. Además, para el intérprete la obra no es
carna en cada una de aquellas formas que saben captarla y revelarla; 1
n objeto que tenga delante suyo y con el cual deba confrontar su
y estas formulaciones históricas y múltiples, lejos de renunciar a la propia ejecución, para así medir su valor: para él, su ejecución es la
verdad intemporal y única -bajo la absurda nostalgia por una for- obra misma, que él, en su esfuerzo de fidelidad y de penetración, ha
mulación única y perfecta-, constituyen el advenimiento temporal querido realizar en su plena realidad. Tan cierto es esto, que la obra
de la verdad, es ~ecir, la verda~ como parlante a todos, pero a cada se concede enteramente a la ejecución capaz de hacerle vivir su pro-
uno en su lengua¡e personal e irrepetible.
pia vida, hasta llegar a identificarse con ésta. Pero lo hace residiendo
La.relación entre la verdad y sus formulaciones es, por tanto, mter- ·
pretanva., así como en ésta con una ulterioridad que le impide agotarse en ella, ya que la
. . lo es la relación entre la obra mu s1ca · 1y sus e¡ecu- ·
~
obra, respecto de sus propias ejecuciones, no permite a ningtma de
~
__ c10nes. Esto explica., sobre todo' cómo la verdad no
, ~em, rPv..l~---
que en el act arse a una ers ectiva éstas monopolizarla, ni se queda en una de éstas de modo privilegia-
_ singu\,r ·
...., es msepara ble de
do Yexclusivo, sino que las suscita y las exige a todas.
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Lo. <je.cu(l(J() ..xz. ,cJ«¡J,1, c, (.'6' (V- (bt:, , t '\J rt, fo "d'J.
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\_\)~ ('1-_'?---
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~Q,~' . /
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,i rJ! '\\' '-
Verdad e interpretación
. ..
. l d d . ica es la cu estión en los términos . , de subjetivismo y 0 61etw1smo, en el sen
velación de la verdad, es d ecir, es a ver a misma como re,
. persona\ u·do de que una concepcion que considera l ª verd ad como un con-
mente poseída, y por otra parte, l a verd ad como interpretad '- ten1' do común. y .permanente
. , al que cada pers ona connere
c. su propia.
f l ., d h a es tan a es sub¡euvista, asi como una concepci , ·¿
poco diferenciable de su ormu ac1on, que erec amente se id .' orm , . on que cons1 era que
. b' . b ent¡fi_ fen verdad hay una virtualidad infinita de pe rspecttvas,
ca con ésta. De este mo do, la verdad es mo ¡et1va le principal • cad a una
. . ., ' mente la
e cuales desarrollaría., una potencia suya , es ob· • •
¡ettv1sta.
en el sentido de que es mseparah!~ de la mterpret_ac1on que se le da d lasa primera concepcion peca de sub¡' etivismo cuand o cons1'd era
e inconfrontable con la formulac1on que la enuncia. L
\ q e la persona se sobrepone. a un~~contenido preexistente, pero •m-
Además, la verdad se posa en cada formulación en una especie U
o ...,e
... , en vez de considerarla como Órl!gaannooa e opeenneettrac. , ~d e una ~)('r
rac1on I
\- ,'\,1-J.
de irreductible trascendencia, en el sentido de ue acepta conce- f~ra d que se revel_a en el acto_de confiarse a una perspectiva. C on J,:i
@incluso · entificar e con ésta, p ro sin reducirs ~cho esto es compron:ieuda aqu ella ~nseparabilidad entre el aspecto reve- \
menos a g ~ es . n sus formulaciones, ésta reside con toda lativo y ontológico y el expresivo e histórico, que caracteriza la for-
su inagotabilidad propia, es decir, con supresencia -que hace de mulación i~terpretati~a d~ la verdad preservándola de todo peligro
éstas su único modo de presentarse existir y nuestro único modo de subjetivismo y arbmanedad.
de poseerla y enunciarla - y su ulteriori d -que no permite que La segunda concepción peca de objetivismo cuando supone la
ninguna la contenga y posea de mo o exclusivo, de modo que exige existencia de un punto de vista desde el cual no solamente se pue-
y suscita siempre otras nuevas y diversas. De este modo, es siem- da contemplar la infinitud del absoluto - mientras se despliega en la
pre presente y ulterior a la vez, esto es, formulada e informulada, multiplicidad de sus manifestaciones-; sino también cuando reco-
dicha y no dicha, existente como pensamiento formulado y definido noce una correspondencia entre la inagotable virtualidad de la ver-
y residente en el pensamiento como indefinida e informulada; más dad y la pluralidad de sus desarrollos y perspectivas, con lo cual las
presente en el pensamiento como fuente y origen que presente al perspectivas - habiendo caducado el vínculo existencial y personal
pensamiento como objeto de descubrimiento; y, por tanto, inobje- que las unía interpretativamente a la verdad, dotándolas de una ta-
tivable en virtud de su misma inagotabilidad, que rechaza conceder rea infinita de diálogo e intercambio con otras interpretaciones posi-
cualquier privilegio o monopolio a cualquiera de sus formulacio- bles- se agruparían de modo contiguo e indiferente, como una mera
nes, caracterizando así a la interpretación como la posesión jamás numeración, para exhibirse sobre un escenario ideal y artificial.
definitiva de un infinito. Además, ambas concepciones pecan de una insuficiente profun-
dización no sólo en lo que respecta a la inagotabilidad de la verdad,
sino también en cuanto concierne a aquel vínculo indisoluble entre
1O. La interpretación no es una relación de contenido
la inagotabilidad y la libertad humana que constituye uno de los
y forma ni de virtualidad y desarrollo
pilares fundamentales de una teoría de la interpretación.
Para explicar el carácter hermenéutico de la relación entre la En la primera concepción, la persona es considerada desde un
erdad y su formulación, de nada pueden servir los conceptos de individualismo aislado, en que, en el mejor de los casos, la liber-
ontenido y_ forma ni de vi idad Y desarrollo. Ambas instauran tad se expresa mediante una afirmación de arbitrario subjetivismo,
\
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Verdad e interpretación
La condición originaria de la interpretación
~l
mientras que la inagotabilidad de la verdad desciende al n· l
, . ., ive de 1 ¡ punto de que su valor de verdad quedana , compro ·d • ,
informe tomando el aspecto de una caot1ca confus1on. En la s 0 e f sen integradas en la totalidad de la 1:1eti o s1estas
no ue ,. s perspectivas 1
· · b'l'd d d l d d . d egun, . detentadora legmma de la verdad en , que es a
d a concepción, la magota 1 1 a e a ver a p1er e su cara'
. . . . , Cter au, única su completitud p ¡
ténticamente ongmano e mnovador, degradandose en una es e . lado se afirma que en las confrontacion l . or e
otro ' , . d d 1 . es con a verdad todo
de totalidad -si bien ' · y pref ormada- mueh máspa cie
· d'mam1ca t . urso sena .ma ecua o, o que implicaría
,se . la existencia
. . de un des-
O
d iento o, intervalo. entre lo dicho
ª . y lo n0 d'1cho en virtud
.
Para la simple expresión que para una genuina revelación. Efect·p IVa, fasarn l resultana necesanamente parcial e inco l d
del
mente, la virtualidad implica un elemento de totalidad y de necesi- cua . , l mp eto, e modo que
el un , ico remedio sena . a, canzar
. un completam·iento que anulase la
dad, que proyecta lo inagotable como una reserva o un depósito de
1·ferencia entre lo 1mphc1to . y lo explícito' ya que so1amente as,, se
posibilidad en espera, y no como la fuente misma de la novedad d
0 pod ría recuperar la totalidad del discurso y restablecer su entero
la germinación incesante de posibilidades siempre nuevas. Por otra
significado. ., ,
parte, la virtualidad considera a la persona más como el instrumento sta concepc10n esta hoy mucho más difund'd 1 a de cuanto se
E
inerte de una manifestación necesaria que como una libre iniciativa cr ea, insinuándose en los modos más insospechados e ·meluso en
de búsqueda y descubrimiento. Ambas concepciones olvidan que la concepciones aparentemente inobjetables · Pero no ex·1ste nad a mas ,
inagotabilidad de la verdad y la libertad de la persona son insepara- contrario a la naturaleza interpretativa del conocimiento de la ver-
bles, ya que la verdad no se ofrece ni opera sino al interior de una dad y a los principios fundamentales de una correcta hermenéutica.
formulación singular, a la que confiere un carácter al mismo tiempo Principalmente, debemos considerar que no es verdad aquella que
revelativo y difusivo; y sólo en la libertad la perspectiva singular, en no está presente de modo completo en cada uno de sus aspectos
su profundización personal propia y en diálogo incesante con otras por menor y exiguo que sea; tampoco lo es aquella que para reve-
perspectivas, encuentra la posibilidad de su continua renovación y larse requiere de la eliminación de lo no dicho. Por otra parte, n
la realización viviente de la inagotabilidad de la verdad. es interpretación la que no capta la verdad entera, ni la que pone su
ideal en la explicitación completa.
En primero término, la verdad es de tal índole que un simple \
11. La interpretación no implica una relación de partes y todo:
estello suyo o una visión de escorzo que se obtenga de ella no
la insuficiencia de la integración y de la explicitación
onstituye _sim~lemen~e -~na «parte». En ~fec~o, la difusividad ex-
Podríamos pensar que entre la verdad y sus formulaciones sub- ~ rema y la mfimta pos1b1hdad de profund1zac1ón que ofrecen estos 0
sista una relación de totalidad, en el sentido de que las diversas for- destellos ya atestiguan que se la posee entera. Ciertamente, el único Wv
mulaciones, que no captan la verdad entera, sino tan sólo un aspecto modo de captar toda la verdad es poseerla como inagotable, en su (
suyo, serían necesariamente parciales o incompletas, de modo que carácter surgente y originario, fuente de renovación perenne. No se
sólo desde su recíproca integración o desde su pleno completamien- la posee por medio de un imposible retrato suyo que la capte en su
to podrían alcanzar un valor revelativo. Por un lado, se sostiene que totalidad, sino bajo una perspectiva determinada, que es «lateral» sin
las diversas formulaciones de la verdad, limitándose a captar una ser por esto «unilateral», y que, por tanto, no exige integración, sien-
parte suya, serían necesariamente parciales y fragmentarias, hasta do ya de por sí una totalidad. Las múltiples y diversas formulaciones
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En el primer caso -cuando entre la verdad y su formul . _ f rftlU¡ación, de modo que le permite poseerla d dO
. 'd . ac1on sU O no hasta el punto de autorizar! e mo revela-
da una confusión~ fa~ta aquella coma en~ta entre la verdad y :e . pero a para pre
formulación que, identificando la verdad misma con aquella forrn u t1"º' . " completa, menos aún como ún· d ~~ntarse como
\us1va , , . . tea Y efimt1va
e)(C ya no sena interpretación sinos b . _ -porque
lación que la presenta como personal~~nte poseída e históricarne~- n tal caso f . u rogacion de la verdad
e . na de las tantas ormulaciones h' , . ,
te formulada, garantiza a la vez la unicidad de la verdad y la Plura.: decir u istoncas que d
es . arse y ponerse en el lugar de la verd d p preten en
lidad de sus formulaciones. En este caso, la formulación se pres b o\uuz . ª · or el otr I d ¡
. enta a s d siempre es ulterior respecto de sus formul . o a º'. a
como única y exclusiva suplantando a todas las otras, es decir verda . . .. aciones, pero solo
. 'd d , se en e1ftl
odo de ex1g1r y permmr una pluralidad d f
1 .
e ormulac1ones y
absolutiza arrogándose aquella umci a que respecta solamente
l sentido de postu ar su absoluta inefabilid d f
la verdad; con lo cual se genera una confusión entre los dos térrni~ no en e . , f ª , rente a la cual
to as l as formulaciones
. . senan
d atalmente inade cuadas e .irremedia-
.
nos en el sentido de que, más que interpretar y revelar la verdad d te insigmficantes, ecayendo en una equival . . .
' )
blerllen . d encia e mdiferen-
la formulación intenta sustituirla y tomar su puesto. De este modo )
. eralizada y resigna a.
ambas desaparecen, tanto la verdad traicionada como su formula- . , profu nd'izar mas
c1a gen ecesitanª , aun
, en la personal'd d d . ,
e i a e1mterprete
ción ficticia. Esta última, no siendo interpretación, sino subrogación n
S ulterioridad de la verdad, que da lugar a una nutri'd
de la verdad, pierde todo su carácter revelativo y sólo se expresa a y en la , ,.. a problema- ,
. para lo cual bastaran los breves análisis que siguen a cont'muac1on.
uca, .,
sí misma, de modo que desaparece no solamente la pluralidad de las
formulaciones, sino también la verdad en su unicidad.
En el segundo caso - cuando ambos términos de separan entre . Consecuencias de la personalidad de la interpretación
13
sí - la ulterioridad de la verdad respecto de sus formulaciones es
acentuada de tal modo, que termina por desvanecerse toda su presen- Decir que cada perspectiva es siempre una posesión personal de
cia en la interpretación que se le da. Ambos términos son separados la verdad, es decir, la ve~dad como _personalmente formulada, sig-
recíprocamente y rigidizados en una exterioridad mutua que los aleja \, nifica afirmar que en la interpretación la persona interviene sobre
entre sí y los priva de toda relación. La verdad es transferida hacia todo como vía de acceso y órgano de conocimiento, como instru-
una inaccesibilidad metahistórica, donde permanece como inefable e mento de organización y antena captadora, como faro revelador y
inconfigurable. Frente a esta inefabilidad las diversas formulaciones medio de penetración. En este sentido, la interpretación no agrega
son todas irreparablemente inadecuadas e igualmente insuficientes, nada de extraño a la verdad, nada que no le pertenezca, ya que su ta-
hasta el punto de que no se las puede discernir de las formulaciones rea consiste precisamente en revelarla, en poseerla e incluso en serla.
erróneas, incompletas e infieles; por tanto, queda suprimida toda dis- Esto no quiere decir que la interpretación no sea un proceso acti-
tinción entre verdadero y falso, con lo que la interpretación, privada
vísimo y extremadamente operativo, porque en ésta la persona es
de su carácter revelativo, desaparece, así como se disuelve la ulteriori-
tanto iniciativa como órgano, ya que depende de su libertad el ha-
dad de la verdad, extraviándose en las tinieblas de lo inefable.
En cambio, tal como se ha visto, en la interpretación la relación cer de su propia individualidad histórica una prisión o un obstáculo
entre la verdad y su formulación es de identidad y ulterioridad a la para el conocimiento de la verdad, o bien un instrumento totalmente
vez, en perfecto equilibrio. Por un lado, la verdad se identifica con válido para proyectarla y revelarla. En efecto, su formulación exige
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...
Verdad e interpretación La condición originaria de la interpretación
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Verdad e interpretación La eOndición o riginaria de la in\erprctación
. , ·ca· comprensión del tiempo y posesión de la verdad der una experiencia religiosa· ,
h1ston • ., l d d . , conci ¡11pren , Y as1 en
c d evidencia, uno de los lugares c general. Esto viola
. d la situación y penetrac1on en a ver a , conciencia d , en, 0 to a . omunesm · '
c1a e . e s1 ni. co!l de la cultura cornente, que no sólo h as_tenaces y obsti-
1
mo y r evelación del ser proceden con¡untamente y se cond·1c1.00 s- ados
!1 .
b., h .
ia sino que taro 1en a idealizad0 I0 h'
a reducido t d b
o o sa era
, ocamente De este modo, cuando se trata de la verdad an h1stor ' 1stóri
rec1pr · no tic a
1 de I intelectual, el cual, con su supuest
ª «o6 1ct1v1d d h. mode-
. . ~o como
· gu'n sentido apelar a la pretendida «objetividad» de la ci - . lle ,O cornprender sin juzgar, entender . d. _ ª 1stórica»,
mn .
a la aclamada «neutralidad» _del saber: como mterpreta_ción, el
enc1a
e: 1d0 beria
e
¡11ar p
' sin 1scut
artido, es decir, desinteresarse en d fi . . ir, entender sin
, . ' e nmva p I d d
nocimiento de la verdad es siempre comprometedor, exigiendo u co t::J..,n virtud de su caracter interpretativo , una formul , or a·ver
.. , É I na . , da 1.
elección personal y una toma de pos1c10n. sta es a consecuencia sólo es comumcable a través de las· , acion e a
er a É impatia la e . \'d
más evidente y palpitante del hecho de que la verdad no sea accesible v d df¡nidad electiva. sta no puede contar ' on_gema i ad
)' la a l , con una umversalidad
sino al interior de una formulación singular y que no se la posea más o dsena. una razón impe rsona1previa . o una co-
presUP uesta, . como
, .
!
que como personalmente interpret~da. Conocer pos~er la verdad mun1 . dad histonca
. da a, smo
ll con
. .la fuerza un· 1t" d'f
iva Y 1 usiva. de \a
no es posible sin comprometerse, sm tomar partido, sm exponerse ver ad ' es decir, con aque a umc1dad . y universal·d 1 d d \
a e o verda-
d
personalmente. Esto no sólo ocurre en la filosofía, entendida c01110 ero, tal como se hace valer desde el interior de cad a f ormulac1on .,
formulación de lo verdadero, sino también en cada interpretación d. ular que es una llamada a la libertad más .
s1ng ' . . . . que una constnc-
singular digna de tal nombre, por mínima e insignificante que sea, • , a la evidencia,
c10 . . , una exigencia . de comunión Y de d.'\ 1a ogo mas ,
11
ya que en todo proceso hermenéutico está siempre comprometida qu una sumis10n . a convenciones
. . y hábitos N
• o se trata, por
e
la verdad, de modo que incluso la interpretación más exigua posee est , e una umversahdad preexistente' sino de una umversa · \'1dad
O d
por sí misma un alcance ontológico. por instaurar, lo que sólo pue~e hac~rse instituyendo una comuni-
Pero si bien es cierto que la verdad se ofrece sólo al interior de dad de personas afines e~tre s1, reumdas por una misma interpreta-
una perspectiva singular, es también verdad que sólo desde un pun- ción de la verdad y, precisamente por esto, capaces de comprensión
to de vista personal y concreto es posible considerar una perspecti- y comunicación recíproca.
va como posesión personal de la verdad y, por tanto, comprenderse A partir de lo anterior, se explica el carácter instaurador e in-
un punto de vista cualquiera. No solamente es comprometedora una novador de la interpretación, la cual no lograría jamás modificar
formulación personal de la verdad, sino también la comunicación en- una situación y, mucho menos, inaugurar una época si se \imitase a
tre las varias y diversas formulaciones de la misma, porque sólo si se expresar su tiempo y a promover la conciencia histórica. Esto último
posee la verdad en una formulación propia se puede entender cómo sólo se consigue en cuanto que hay una perspectiva sobre e\ ser y una
se encuentre presente en una formulación diferente. Es necesario to- revelación de la verdad, que ofrece al mundo actual, impregnado de
mar posición para comprender otra posición: sólo puede comprender activismo y de practicismo, el ejemplo de un conocimiento que es
otra interpretación a partir de la propia. Asimismo, sólo quien tiene
iniciador y transformador, en cuanto que se mantiene como teoría
su filosofía puede acceder a la filosofía de otros y, en general, sólo
sin resolverse en pura praxis. La interpretación es contemplativa no
quien es filósofo puede comprender las filosofías: más aún sólo la
en el sentido inerte de la simple conciencia del pasado o de la mera
filosofía comprende a la filosofía. Igualmente, sólo quien posee una
religión puede captar otra religión, y sólo quien es religioso puede
expresión del presente, sino en el sentido eficaz de la revelación
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--
Verdad e interpretación La condición originaria de la interpretación
de \a verdad, que constituye la fuente misma de la r . te del agustiniano canorum et facundum silentium ve-
. , 'l' enovaci0, d1feren 'f , 1b
principio de toda trans formac1on va ida, más allá de tod nye 111llY ' lo se mam est ªna en ª ruma de alusiones arbitrarias y
. d . d .. a con 1
ritatis--, so Por el otro lado, un culto de la evidencia que llegara
sición estén\ y secun ana e practicismo y teoretici·. sm 0 dtrar," r,,_
scenteS, . , d . l 1 ,.
· sy e toda
disipación artificiosa y derivada de la teoría en la pra x1s. evane erstic1on, es ecir, a va orar o explicito por sí mismo se-
la suP 1 lb dl . ,
un inicio más que de una conclusión de la historia po e tratade ha5tª 'd latría -ya que ª pa ª ra e todo dicho, privada de es-
., . . , rque la .1 ura t o l' . b,.
pretac10n es dommadora del tiempo y no secuaz del tie nt~r- rͪ P • a a lo imp icito, es po n sima-, ya que valorarla como
y aJen
. d d · · · 1 mpo n1is1 pesor . o sea, como sede de la verdad, sería valorarla más de lo
suscita ora e s1ruac1ones y no un s1mp e retrato de las mismas.
. 110
, revelatt"ª' D este roo do, la pro1.run dºd d · · ·
i a sm evidencia y la eviden-
b' do, e .
de i. fundidad constituyen ambas verdaderas degeneraciones,
. sin pro1 , 1 d l .
14_Consecuencias de la ulterioridad de la verdad eta . noran la natura eza e a interpretación al confiar en el
porq~e lsmo de la inefabilidad absoluta Y de la alusividad arbitra-
. En cuanto compete a la ulterioridad de la verdad presente en la . raciona . 1 . 1· d . .
1r 'f a bien en e raciona 1smo e la enunciación completa
. de la c1 r ' O . .
formulación singular, es necesario notar que no habría interpreta- na omunicabilidad obJetiva de lo explícito.
ción si la verdad estuviese totalmente escondida o totalmente paten- Yde la c la inseparabºl'd 11 ad de mamºfestacion . , y latencia
· reencuentra
Pero , . l .
te, porque tanto la total ocultación como la explicitación completa u significado hermeneut1co so amente s1 supone como fun-
disimulan la verdad, atrapándola en una definición más apta para todo s la inagotabºl'd 1 1 ad del ser Y si. .imp11ca· una radical distinción
daroento .
disimularla que para declararla, o dispersándola en una inefabilidad ·mplícito y lo subentendido. Por un lado, la oscuridad des-
entre 1o 1 . . .
que la camufla tanto como cualquier definición exclusivista. La re- al se inicia el proceso de ilummac1ón no es la ausencia de
de la cu . .
velación supone la inseparabilidad de manifestación y de latencia, luz sino su abundancia: la abundancia de la luz misma que, en
la , d .. ,
porque no podría emprenderse el proceso de iluminación desde una cuanto que es fuente e v1S1on, se sustrae a la vista, y que cuanto
oscuridad tan honda que careciera de todo destello de luz. Por otro rnás escapa a la vista, incluso cegándola, tanto más intensamente
lado, el carácter fontal de la verdad como origen inagotable se dis- ilumina. Por el otro lado, la evidencia que manifiesta la iluminación
persaría ante una evidencia tan patente que no acogiera ni el más no es la supresión de lo implícito, sino la misma sede e incluso la
exiguo secreto. Un secreto total, que hablase sólo en el silencio, sin custodia de lo implícito: éste, en efecto, no constituye un simple
conceder a la verdad otro carácter que la inefabilidad, se precipitaría subentendido que pueda descubrirse y declararse, sino lo no dicho
en el más oscuro misterio abriéndole el camino al desenfrenado ar- en donde reside el sentido de lo dicho .
bitrio de los s'.mbolos. Una manifestación completa que culminase
De este modo, si la verdad se sustrae lo hace sólo para ofrecerse.
en el «~odo dicho» y deseara la evidencia definitiva de la verdad,
renunciaría a aquel implícito que es la fuente d 1 Más que sustraerse, en el fondo se reserva. Lejos de esconderse para
. , . . e o nuevo y ter- disiparse, se recoge para revelarse mejor; el suyo no es un celo avaro
mmana realzando la univocidad obi'etiva de 1 .d p
1d O enuncia o. or un por su propio secreto, sino la generosidad de una promesa y de una
a o, un culto del misterio que llegase hasta la Sch .. . d .
a abandonarse deliberadamente
• a una fantá t' warmerei,
. 1 , es ecir, llamada, lo que constituye un signo de plenitud y no de ausencia. El
e1s1·¡enc10
. ab'isa! y la noche sin fond s. tea nuto og1a -ya que
fundamento de la ulterioridad de la verdad no es otro que la inago-
o constituyen una falsa riqueza,
tabilidad y no la inefabilidad, la riqueza y no la indigencia. Lo ver-
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Verdad e interpretación
Laco ndición o riginaria de la interpretación
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