0017 - Acceso A Jesús
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0017 - Acceso A Jesús
DOCUMENTO DE TRABAJO
ACCESO A JESÚS
José Ignacio González Faus
COLECCIÓN DE TEOLOGÍA
TEOLOGÍA DOGMÁTICA Y SISTEMÁTICA
CRISTOLOGÍA
No. 17
RESUMEN:
En el libro ‘Acceso a Jesús: ensayo de teología narrativa’, José González asume la tarea de
presentar una reflexión entorno al desarrollo actual de la cristología. Para ello, asume los
avances del estudio basado en el método histórico-crítico y los conjuga con la experiencia
creyente de la comunidad de fe. De esta manera, recalca las conclusiones propias de los
estudios críticos, reconoce su valor y también su límite. Desde ellos efectúa una crítica a las
reducciones cristológicas a lo largo del desarrollo de la teología y señala la importancia de
reconsiderar varias nociones y superar ciertas comprensiones teológicas. Para el autor, la
clave del acceso a Jesús está en la mirada desde el misterio trinitario. Un misterio donde Dios
se muestra solidario con el ser humano. Un misterio donde al resucitar Jesús, la creación
entera adquiere un sentido nuevo, se direcciona con más claridad a Dios mismo. Donde en
últimas, el reino de Dios, anunciado por Jesús, se hace presente en el ahora a través de la
vivencia auténtica de la fidelidad o fe a Dios, la esperanza y el amor. De este abordaje
cristológico se presenta también unas implicaciones en la antropología teológica, pues en
Jesús, verdadero Dios, también se presenta al verdadero hombre.
PALABRAS CLAVE:
FICHA TÉCNICA
Título: Acceso a Jesús.
Autor: José Ignacio González Faus.
Editorial: Sígueme.
Año: 1999.
Ciudad: Salamanca.
Citación APA:
Citación CHICAGO:
RUTA DE LECTURA
Dentro del campo de la Teología y las Ciencias Religiosas, la presente propuesta tiene como
objetivo la formulación de aportes al estado del Arte, en cuanto a este campo se refiere.
Asimismo, la creación de estrategias bibliografísticas que permitan un fácil abordaje a estas
ciencias humanas, desde una perspectiva tanto academicista como de interés general, por
parte de religiosos, religiosas y laicos atraídos por estos contenidos temáticos.
c) Ser fuente de consulta para los interesados como para los estudiosos de las
ciencias religiosas y filosóficas.
Querido lector: En ningún instante pierda de vista que este trabajo bibliografístico es,
ante todo, una herramienta facilitadora de procesos que coadyuven a dar luz al estado del
arte, desde una reflexión continua y un diálogo continuado con las fuentes originales, más
no una cantera para que promueva el plagio y la ociosidad.
Agradecemos que esta recopilación bibliografística sea una constante fuente de consulta
y que represente el comienzo de trabajos bibliografísticos futuros.
ACCESO A JESÚS
1. ¿QUÉ HA CAMBIADO EN LA CRISTOLOGÍA CATÓLICA?
▪ “Karl Rahner ha dicho en más de una ocasión que en las cabezas de casi todos los cristianos
existía una especie de ‘monofisismo latente’”. Pág. 13
▪ “Esto quiere decir que la mayoría de los cristianos, allá en el fondo de su corazón, no llegan
a concebir a Jesús como un hombre auténtico”. Pág. 13
▪ “Le atribuyen quizás un auténtico cuerpo de hombre, pero no una auténtica psicología y una
auténtica vida de hombre”. Pág. 13
▪ “Según el esquema de la cristología antigua que hemos propuesto, se va deduciendo el ser de
Jesús, a partir del presupuesto de que Jesús es la realización de la idea de encarnación de
Dios”. Pág. 14
▪ “Efectivamente, la investigación histórica, bien que mal, comenzó ya desde sus inicios a
proferir una serie de afirmaciones que chocaban con la imagen de Jesús que tenían muchos
creyentes, haciendo, de rechazo, que éstos se cerraran a esa investigación”. Pág. 17
▪ “Nos fue diciendo que Jesús ignoraba, que su conciencia sobre sí mismo no es clara, que
cuando muere quizás no acaba de saber por qué muere”. Pág. 17
▪ “La idea y los atributos de Dios han perdido, casi de repente, evidencia y significatividad; el
impacto de la mentalidad técnica que, sin saberlo, reduce todos los misterios a problemas
tangibles y solubles, ha hecho que cada vez les resultará más incompresible a los hombres la
palabra de Dios”. Pág. 18
▪ “Frente a la ausencia total del Jesús histórico tanto en Bultmann que lo ignora (y para quien
sólo parece valer el que con ocasión de aquel hombre se predica un mensaje que ilumina y
cambia nuestra vida de hombres), como en Tomás de Aquino que se limita a justificar con
razones a priori los episodios de su vida real y sobre la persona concreta de aquel hombre
que se llamó Jesús de Nazaret”. Pág. 20
▪ “A Cristo no se le puede ‘construir’ partiendo de la creencia de que es el Dios encarnado y
deduciendo a priori, desde nuestra idea de Dios, cómo tenía que ser”. Pág. 22
▪ “Los principios sociales del cristianismo declaran que todos los actos viles de los opresores
contra los oprimidos son, o bien el justo castigo del pecado original y de otros pecados, o
bien pruebas que el Señor, en su infinita sabiduría, impone a los redimidos”. Pág. 25
▪ “Los principios sociales del cristianismo trasladan al cielo la corrección de todas las
infamias… y, por tanto, justificaban la existencia continuada de dichas infamias en la tierra”.
Pág. 25
▪ “Un cristianismo que no tema sacrificar parcelas de humanidad auténtica para defender así
sus posibilidades de predicar a Dios, puede entrar de lleno a esta crítica”. Pág. 26
6
▪ “Pero tenemos derecho también a intentar acercarnos hasta aquel nivel en que los hechos
conservan todavía su ambigüedad (aun sabiendo que ese acercamiento sólo es una meta
asintótica a la que nunca llegaremos)”. Pág. 38
▪ “Tenemos ese derecho, y hoy quizás, en un mundo tan terrible y definitivamente pluralizado,
tenemos esa obligación”. Pág. 38
▪ “Naturalmente que, en la medida en que uno se acerque a ese nivel en que los hechos están
aún inmersos en la ambigüedad de la historia, puede parecerle que la fe se hace difícil”. Pág.
38
▪ “La historia de todo el primer siglo de aplicación de la crítica histórica a los evangelios
condujo a un fiasco memorable que provocó a muchos la decisión de abandonar la empresa:
salieron tantas imágenes ‘científicas’ de Jesús cuantos eran los historiadores que se habían
dedicado a ello”. Pág. 42
▪ “Existen dos palabras, sólo dos, las cuales nadie duda de que Jesús las pronunció; y no las
pronunció sólo una vez, que eran frecuentes y constantes en su vida”. Pág. 45
▪ “El Abba es una manera de designar a Dios que parece exclusivamente de Jesús y que las
comunidades posteriores no se atrevieron a traducir sin más, y la conservación y utilizaron
también en arameo como fidelidad al recuerdo de Jesús”. Pág. 4
▪ “El reino, por así decir, es una manera de ver la vida humana, de la que todos los campos de
actitudes que antes hemos enumerado no son sino plasmaciones o concreciones ulteriores”.
Pág. 46
▪ “Él cree y predica que no hay acceso a Dios fuera de la búsqueda dolorosa del reino y con
eso desenmascara muchas veces como razón de su ‘autoridad moral’ y de su prestigio o
importancia histórica”. Pág. 46
▪ “Pero Jesús cree y anuncia también que no hay reino posible sino en la paternidad de Dios,
porque el reino, en última instancia, no es reino ‘mío’ o ‘nuestro’ sino ‘del otro’”. Pág. 46
▪ “La experiencia de esa vinculación Abba-reino, a los que luego intentáramos acercarnos un
poco más por separado, constituye toda la clave de lo que parece que Jesús personalmente
vivía”. Pág. 47
▪ “La dependencia que tiene el reino de la experiencia jesuánica de Dios, hace que el reino
quede vinculado en la conciencia de Jesús a su propia persona y al anuncio concreto que
Jesús hace de él: el reino llega porque Jesús está ahí y lo anuncia”. Pág. 47
▪ “Un elemento claro de la novedad de esa experiencia del Abba proviene de que ella es
donación de Dios, iniciativa de Dios, manifestación de Dios”. Pág. 50
▪ “No es meramente sabiduría o conquista de Jesús el experimentar a Dios como Abba, sino
que es Dios el que se hace sentir en Jesús como Padre”. Pág. 50
▪ “Otro de los rasgos ‘distintivos’ y novedosos de esa experiencia de Dios que acabamos de
describir, es precisamente el que ella lleva consigo la certeza del Dios que viene para los
hombres”. Pág. 51
▪ “Certeza que se concreta para Jesús en la categoría apocalíptica del reino”. Pág. 51
▪ “Y venida que acontece con cercanía máxima, insuperable, en el mismo anuncio que Jesús
se siente llamado a hacer: que el reino llega”. Pág. 51
▪ “Por eso Dios y el reino son absolutamente inseparables para nosotros; porque Dios es Abba,
llega a su reino, y el Dios de Jesús no es accesible al margen del reino”. Pág. 51
8
▪ “El reino es cercanía liberadora de Dios para los hombres que deriva de la cercanía con que
se ha experimentado a Dios en el Abba y que ha sido descubierta, a la vez, como única y a
compartir.” Pág. 51
▪ “El reino es el contenido de su predicación (cf. Mc 1, 15) y el objeto de ésta, aquello para lo
que en definitiva vive Jesús”. Pág. 51
▪ “Jesús mismo, o alguno de los evangelistas, ha designado a toda su predicación como ‘la
palabra del reino’, el anuncio del reino (o logos tés basileias: Mt 13, 19)”. Pág. 51
▪ “Objeto de toda la predicación de Jesús, el reino es además la clave de su conducta y de su
praxis”. Pág. 52
▪ “Pero, en definitiva, para el propio Jesús, la clave única desde la que se puede juzgar su praxis
y el espíritu que le mueve, es ‘si ha llegado o no a vosotros el reino de Dios’”. Pág. 52
▪ “El reino es también la clave de toda la radicalidad con que Jesús plantea el tema del
seguimiento, y del que podemos dar, como dato garantizado, que Jesús rompe los modelos
del discipulado o del reinado vigentes en su época”. Pág. 52
▪ “En el judaísmo el reino aparece como pura referencia al fin de los tiempos, sin repercusiones
intrahistóricas”. Pág. 54
▪ “Y si aparece alguna expresión sobre acciones intrahistóricas de Dios, se la suele orientar
apocalípticamente, como acción destructora, como juicio de condena”. Pág. 52
▪ “Jesús en cambio anuncia el reino como misericordia (algunos autores conjeturan que en ese
punto se separó Jesús del Bautista, de quien habría sido discípulo)”. Pág. 52
▪ “La filiación y la experiencia de filiación de Jesús incluye todo aquello en que Jesús puede
comunicarnos la novedad de Dios, pero no todo aquello que habría permitido a Jesús ‘jugar
con ventaja’”. Pág. 52
▪ “La auténtica experiencia de Dios no es una mera experiencia de creaturidad o de
contingencia que lleva a conocerle como creador, sino algo más: una experiencia de filiación
que lleva a conocerle como Padre”. Pág. 57
▪ “Esa fue la experiencia típica y única de Jesús a la que él dio expresión con la invocación
Abba”. Pág. 57
▪ “Y ahí es donde llega el hombre al conocimiento de sí mismo: conocer a Dios, como Padre,
es conocerse como ciudadano del reino”. Pág. 57
▪ “Ciudad de Dios, ciudadanía del cielo… son formas de designar el reino de Dios como reino
de los hombres”. Pág. 57
▪ “Jesús trató de escuchar a los hechos para encontrar en ellos esa voluntad de Dios que conocía
desde su experiencia del Abba y del reino”. Pág. 57
9
▪ “Resumiendo muy apretadamente podemos decir que la critica que hoy se suele hacer a las
teorías redentoras antiguas (crítica que no es mía, aunque la considero válida) es que han
reducido a un punto solo la acción salvadora de Dios”. Pág. 76
▪ “Unas (que se llaman ‘teorías encarnacionistas’) la han reducido al comienzo de la vida de
Jesús, a la encarnación; y así hablan de la divinización de los hombres por el contacto de
Dios con el género humano en el hombre Jesús”. Pág. 76
▪ “Otras, las llamadas teorías expiatorias, y que serán para ustedes las más conocidas, reducen
la redención al final de la vida de Jesús”. Pág. 76
▪ “El primero es más optimista pero choca con la pregunta de cómo va a habernos salvado
Jesús, si todo sigue igual”. Pág. 76
▪ “El segundo nos permite ser más realistas, pero a costa de relegar la salvación totalmente a
otra vida: ser salvado o estar salvado significa algo que sólo tiene verificación en el más allá”.
Pág. 76
▪ “Ambas teorías has captado aspectos válidos (el hombre necesita ser rehecho y también ser
planificado)”. Pág. 76
▪ “Pero ambas han cometido el error de olvidar la vida de Jesús como la auténtica magnitud
redentora que engloba a las otras dos”. Pág. 76
▪ “El dato del que necesariamente hemos de partir, y el más garantizado hoy por la crítica
histórica es, pues, la muerte de Jesús como consecuencia de su vida, cosa que no ocurre con
la muerte ‘natural’ ni con la muerte por accidente, sino sólo con la muerte del condenado,
del que ‘es echado fuera’ del sistema humano”. Pág. 80
▪ “Como consecuencia de su vida, la muerte de Jesús es expresión de la conflictividad de su
vida”. Pág. 80
▪ “Jesús es condenado con un suplicio político (el tipo de muerte reservado a los terroristas) y
con una inscripción política (de cuya historicidad no cabe duda)”. Pág. 81
▪ “La acusación política es una forma de desautorizar la interpelación religiosa, y este es un
dato de siempre”. Pág. 82
▪ “Además de ser una condena, con carácter político, esa condena tiene una motivación; por
blasfemia”. Pág. 83
▪ “Cuando la carta a los Hebreos escribe que sin fe es imposible agradar a Dios, está queriendo
decir en realidad que sin fe es imposible ser hombre auténtico y realizado”. Pág. 92
▪ “Jesús comprende desde la experiencia del Padre que lo que se le pide es fidelidad a lo que
se ha comprometido, quizás no el éxito, tal como lo había concebido Él al menos”. Pág. 94
▪ “Y en esta fidelidad, la fe, a la vez que persevera, cambia, se hace nueva, se purifica, en
cuanto se hace cada vez más cercana al misterio inapresable pero acogedor (y cuanto más
cercano más inapresable) que es Dios”. Pág. 94
▪ “Quizás ahora ante la muerte de Jesús entenderemos lo que quiere decir que sin fe es
imposible agradar a Dios, y cómo eso se puede cumplir aun en aquél que, por razones no
culpables, rechaza a lo mejor todos los artículos del credo”. Pág. 94
11
▪ “Hablar sobre el dolor es siempre indecoroso por estas dos razones: porque sólo al que no
está sufriendo le queda voz para hablar sobre el sufrimiento, y porque lo único que cabe hacer
ante el dolor es tratar de eliminarlo”. Pág. 96
▪ “Si a pesar de todo vamos a atrevernos a decir ahora dos palabras sobre el dolor de Jesús, no
quisiera ser para elaborar ninguna doctrina moral, religiosa o ascética sobre el dolor, sino
porque hubo en nuestra historia un hombre”. Pág. 96
▪ “Jesús parece concebir la vida o su presencia en ella como ‘buena noticia’, como causa de
alegría”. Pág. 97
▪ “Los evangelios se escribieron en una época que –pese a la exaltación pascual– había creído
poder ver en Jesús al varón de dolores”. Pág. 99
▪ “Hasta el extremo de que tuvo que justificar teológicamente esa imagen, y hasta el extremo
de que creyó poder ver el dolor de la historia bajo el signo de Jesús”. Pág. 99
▪ “Y, sin embargo, el Jesús de los evangelios habla poquísimo o nada acerca de su dolor; y esto
parece responder a la realidad de los hechos”. Pág. 99
▪ “Las mismas narraciones de la pasión (que serían por su contenido el lugar natural del tema)
están movidas por otra intención teológica que las hace ajenas al aspecto personal del dolor,
de modo que sólo en escasos momentos, de forma fugaz e imprevista, alguna alusión personal
rompe la objetividad del narrador”. Pág. 99
▪ “Jesús se niega a considerar el dolor de los otros como fruto de la culpa (negativa que Job ya
había proclamado pero sólo para su propio dolor, mientras que sus piadosos amigos no
lograban aceptarla para el dolor del compañero)”. Pág. 99
▪ “Finalmente, Jesús se atreve a proponer una enseñanza que quiere hacer del dolor el precio
de la fecundidad de la vida o del seguimiento suyo y que, cuando en lógica reacción, no es
aceptada, parece volverle agresivo o triste”. Pág. 100
▪ “Pues ante la enfermedad, la fe de Jesús es poderosa, sobre todo en la medida en que logra
comunicarse convirtiéndose en fe del enfermo”. Pág. 101
▪ “Pero ante la dureza de corazón Jesús parece más imponente”. Pág. 101
▪ “El dolor de Jesús aparece como un dolor no egoísta, no centrado en sí y, por ello, nada
enfermizo, aunque pueda ser sumo”. Pág. 104
▪ “No gira en torno a sus propios traumas, sus propias frustraciones, sus fijaciones”. Pág. 104
▪ “Por eso tampoco es obsesivo ni quita la capacidad de goce o de interés”. Pág. 104
▪ “Porque el dolor de Jesús no se inserta en el cierre sobre sí, sino en la apertura al otro, es por
lo que la tradición pudo resumir el recuerdo del encuentro de Jesús con los hombres
agobiados, mediante esas palabras de Isaías: ‘Tomó sobre sí nuestras dolencias’ (Mt 8, 17)”.
Pág. 105
▪ “La descripción global de la vida de Jesús, que viene dada por su vía dolorosa: teniendo ante
sí el gozo soportó la cruz sin tomar en cuenta su ignominia”. Pág. 106
▪ “En ese sufrimiento ‘aprendió a obedecerse’ (5, 7-9), es decir aprendió el destino humano
que sólo se realiza en la aceptación”. Pág. 106
▪ “El término ‘obediencia’ intenta dar un matiz personal y esperanzado, que permite superar la
aceptación meramente estoica, reavivada hoy por tantos militantes ateos”. Pág. 106
12
▪ “Como figura de hombre sufriente, Jesús ha de poder decir algo para una ‘ética del dolor’, la
más difícil de todas las éticas, y la más difícil de todas las palabras que uno puede atreverse
a pronunciar sobre el dolor”. Pág. 106
▪ “Jesús –como ya dijimos– nunca o casi nunca habla de su dolor; Jesús, en su trato con los
enfermos y dolientes, parece no atribuirse las curaciones que hace. Y finalmente, no puede
negarse que los evangelios están como superpoblados de presencias dolorosas”. Pág. 106
▪ “Jesús ve el enfermo como el verdadero autor de su propia salud, y ésta puede que sea una
de las lecciones más maravillosas con que se encuentra uno en esos libritos a veces aburridos
o aparentemente insignificantes”. Pág. 107
▪ “El Jesús de los evangelios, aunque es capaz de acoger todas las atenciones que se ofrecen,
parece saber como nadie que, cuando se llega a según qué temperatura dolorosa, el hombre
siempre sufre solo, y que quien dice: ‘estoy contigo’, o no sabe lo que dice o sólo ofrece su
propia impotencia camuflada”. Pág. 108
13
▪ “La muerte de Jesús irrumpe de golpe como la respuesta definitiva y tajante: y es una
respuesta negativa, es la desautorización oficial de Dios a aquella vida”. Pág. 112
▪ “Por las circunstancias concretas y la forma concreta como ocurrió y a las que aludimos ayer,
la muerte de Jesús tiene inevitablemente ese carácter de respuesta”. Pág. 112
▪ “Jesús no murió la muerte del mártir, sino la del condenado”. Pág. 112
▪ “En contra de la historicidad del sepulcro vacío se aducen generalmente estos tres
argumentos”. Pág. 115
▪ “La mención de la tumba vacía no parece hallarse en los estratos más antiguos: por ejemplo,
los sermones de los Hechos (que algo recogen de estos estratos) y, sobre todo, el importante
y antiquísimo credo de 1 Cor 15 que comentaremos después”. Pág. 115
▪ “Da la impresión de que no sólo es un dato algo posterior, sino que además se va ‘hinchando’
como la bola de nieve que rueda, conforme se propaga: en Marcos no hay más que un joven
en el sepulcro”. Pág. 115
▪ “Y finalmente, si nos atenemos a la versión que podemos considerar más antigua (Mc 16,
1ss), es innegable que el planteamiento de los hechos que hace esta narración carece de lógica
y no puede responder a la realidad”. Pág. 115
▪ “En la antigüedad (y que me perdonen las feministas que me escuchan) la mujer estaba
descalificada como testigo”. Pág. 116
▪ “Presentar como testimonio de un hecho a una mujer, era carecer de testigos”. Pág. 116
▪ “Y los evangelios presentan como testigos del sepulcro vacío sólo a mujeres”. Pág. 116
▪ “El dato del sepulcro vacío es conocido por los enemigos de la resurrección, los cuales no
niegan el dato sino sólo su significado”. Pág. 118
▪ “El dato de la muerte de Jesús, de acuerdo con una constante típica de toda la predicación
cristiana, se transmite ya interpretado teológicamente: no como dato desnudo”. Pág. 122
▪ “Esa muerte fue ‘teológica’ (integrada en el plan de Dios; esto es lo que en definitiva quiere
decir ‘según las escrituras’ y fue soteriológica (‘por nuestros pecados’)”. Pág. 122
▪ “Desde aquí, la afirmación de muchos exegetas –que yo mismo he aceptado en otra ocasión–
de que la interpretación soteriológica de la muerte de Jesús es muy tardía, tendría que mirarse
con cierta cautela”. Pág. 122
▪ “La mención de la sepultura, como ya dijimos, no parece aludir en absoluto al sepulcro
vacío”. Pág. 122
▪ “Si tiene algún sentido apologético –cosa probable, dado el carácter oficial del credo– sería
más que la mención del sepulcro vacío como ‘prueba’ de la resurrección, la mención de la
sepultura como prueba de la realidad de la muerte”. Pág. 122
▪ “Pero no sabemos si ya en esta época tan temprana había comenzado a negarse de la realidad
de la muerte de Jesús, como ocurrió más tarde”. Pág. 122
▪ “Aquellos hombres estaban convencidos de la resurrección de Jesús”. Pág. 125
▪ “Aquella convicción de que había resucitado poseía para ellos un carácter constitutivo, o
fundador de su forma de existencia; hoy diríamos: ella y sólo ella era lo que los hacía
cristianos”. Pág. 125
14
▪ “En los años siguientes y durante la predicación del cristianismo, se escriben reflexiones
teológicas que van articulando el significado de ese hecho creído de la resurrección”. Pág.
125
▪ “Lo que funda la misión no es el hecho de haber tenido una aparición, sino el contenido de
ésta: a la larga o a la corta todas las apariciones tienen algún mandato misionero, o de
anunciar aquello”. Pág. 127
▪ “En el Nuevo Testamento fueron muchas las expresiones que se utilizaron para designar lo
que hoy nosotros llamamos ‘resurrección’ de Jesús’”. Pág. 128
▪ “Esa variedad de expresiones se puede clasificar en estos dos (o tres) tipos de lenguaje”. Pág.
128
▪ “Lenguaje que se llama ‘de exaltación’ (Jesús ha sido exaltado, sentado a la diestra de Dios,
constituido Señor, consumado…)”. Pág. 128
▪ “Lenguaje que se llama ‘de resurrección’ (Jesús ha sido resucitado, o levantado –o
despertado– del sueño de la muerte, etcétera), y en este apartado entraría también (si no
preferimos considerarlo como un nuevo apartado) el lenguaje de que Jesús ‘vive’, ‘ha sido
visto’, etc.” Pág. 128
▪ “Las apariciones implican, pues, del modo que sea, la experiencia no sólo de Jesús resucitado
sino de nuestra participación en su Resurrección”. Pág. 133
▪ “La resurrección ‘corporal’ implica que todo el conjunto de relaciones del universo queda
transformado hacia la vida de Dios”. Pág. 133
▪ “Y la resurrección marca a la historia en el sentido de que la pone para siempre bajo esta
norma que es su norma definitiva”. Pág. 133
▪ “Creo que, a la luz de lo dicho, se ve cómo la resurrección es realmente, la realización del
reino predicado por Jesús como inminente”. Pág. 133
▪ “Creer en Jesús, como dijimos en otro momento, supone aceptar que la realidad se ha hecho
futuro”. Pág. 137
▪ “La resurrección de Jesús no admite conocimiento directo sino sólo fe: en esto difiere de
todos los demás datos intrahistóricos, los cuales, aunque yo me los crea porque alguien me
los ha dicho, puede llegar a un día en que yo los compruebe y deje de creérmelos (como he
comprobado, por ejemplo, que en el Yucatán hay ruinas de la civilización maya)”. Pág. 138
▪ “O, al menos hubo algunos que no necesitaron creer aquellos datos, porque ellos constituían
su propia experiencia”. Pág. 138
▪ “Con la resurrección de Jesús no ocurre eso: sólo es accesible por la fe, y esta fe puede ser
doble: la del testigo y la nuestra”. Pág. 138
▪ “El testigo de la resurrección es también un creyente, aunque sea un creyente ‘privilegiado’
por su oficio de testigo y su responsabilidad misionera”. Pág. 138
▪ “La resurrección no admite ese tipo de ‘testigo neutral’ que es lógico que exista ante cualquier
otro hecho (incluso ante un hecho milagroso) y que intenta ceñirse a los hechos”. Pág. 138
▪ “El hecho es que cuando ahora, desde la pascua, se vuelven los ojos a la vida de Jesús, se le
ve toda y no como extraña y ambigua, sino clara e iluminada y con todas sus piezas encajadas,
como explicábamos en la charla de ayer: si Dios manifestó como viviendo su misma vida
divina y, por tanto, como igual a sí”. Pág. 143
▪ “Y los pasajes de los evangelios que dan aquella impresión no quieren decir que ya antes de
pascua las gentes le veían como el Hijo de Dios, sino que nosotros hemos de verle ya en su
vida prepascual como el Hijo de Dios (cf. Mc 1, 1 y 15, 39)”. Pág. 144
15
▪ “Esta es la intención de los evangelios: escribimos ‘para que creáis’”. Pág. 144
▪ “Se confiesa la trascendencia de Jesús, pero sólo a partir de la resurrección: Jesús habría sido
‘hecho Dios’, por así decir, en un momento dado: cuando Dios le resucitó levantándolo hasta
su misma vida”. Pág. 144
▪ “Dios se ha hecho respuesta asumiendo en su mismo ser la pregunta humana porque esa
respuesta de Dios es la respuesta de la solidaridad, y por eso no la median el poder o la
majestad, sino el amor”. Pág. 150
▪ “Afirmar la divinidad de Jesús es afirmar la solidaridad de Dios, afirmar que Dios mismo ha
vivido nuestra vida”. Pág. 150
▪ “Afirmar la divinidad de Jesús no es pues una forma orgullosa de poseer a Dios, sino un
reconocimiento humilde de la imposibilidad de poseerle, en Jesús”. Pág. 150
▪ “Afirmar la divinidad es aceptar la revelación de que es posible la plena unión del hombre
de Dios, porque Dios no ‘crece’ sino que es el darse a los hombres, y él hombre no se aliena
sino que se encuentra al unirse a Dios”. Pág. 150
▪ “Por afirmar a un dios sin el hombre, se afirma a un Dios sin sentido, y acaba por confundir
la ‘locura de Dios’ (1 Cor 1, 25) con su propia irracionalidad”. Pág. 152
▪ “Por afirmar al hombre contra Dios, la izquierda acaba por confundir lo humano con lo
mental, y así acaba por perder el hombre”. Pág. 152
▪ “Concretando un poco más, se puede decir como resumen de toda la reflexión secular sobre
este problema que, aunque Dios y hombre no son lo mismo, en Jesucristo no se puede sino
afirmar a Dios sólo en el hombre y afirmar al hombre sólo desde Dios”. Pág. 153
▪ “Una de las tareas más urgentes para la nueva cristología es recuperar ahora, desde unas
formulaciones que sean inteligibles hoy, la experiencia del pecado original como punto de
referencia de la cristología”. Pág. 154
▪ “La experiencia de Jesús como el Cristo, en cuanto es una experiencia de absoluta novedad
en las relaciones Dios-hombre, nos lleva, por tanto, a un profundo aprendizaje sobre cada
uno de ellos, a una verdadera revelación sobre el ser de Dios y sobre el ser del hombre”. Pág.
154
16
▪ “Santo Tomás decía que la última palabra que el hombre puede pronunciar sobre Dios
consiste en afirmar que son mentira todas sus palabras anteriores, aun las más profundas, o
que no ha dicho nada con ellas”. Pág. 158
▪ “Por otro lado, no es sólo la absoluta trascendencia de Dios lo que dificulta el lenguaje sobre
él, sino también el pecado del hombre”. Pág. 158
▪ “Los hombres no pueden concebir a Dios sino como superior”. Pág. 158
▪ “Y una vez visto Dios como superior, el hombre recae fatalmente en la mezquina actitud que
adopta ante todos los poderes: la actitud servil”. Pág. 158
▪ “Podemos decir que tampoco hay acceso al Dios veterotestamentario por la línea de la
contemplación, sino sólo por la línea de la audición; no a través de la imagen sino de la
palabra”. Pág. 160
▪ “A la imagen la vemos, la captamos y, de esta manera, la poseemos y la integramos en el
horizonte de nuestro mundo; mientras que por la palabra somos interpelados, nos posee ella,
queda exterior a nosotros y nos saca de nuestro mundo”. Pág. 160
▪ “Saberse amado es realizar esa salida de sí con confianza, con sensación de ser acogido, con
‘fe’, no meramente como efecto de un imperativo ético, en cuya realización todavía puede el
hombre buscarse sutil y profundamente a sí mismo y no acabar de salir de sí”. Pág. 160
▪ “Al Dios veterotestamentario no hay pues acceso a través de argumentos o sacrificios, sino a
través de esa doble experiencia de justicia y de confianza incondicionales que responden a la
‘misericordia y fidelidad’”. Pág. 160
▪ “Lo que se deriva de esta ‘entrega’ de Dios, para nuestra visión de nosotros mismos y de la
historia, es una comprensión de la total autonomía de la historia”. Pág. 166
▪ “El hombre es un ser terrible e increíblemente necesitado, y dejar de reconocer esa tremenda
pobreza propia puede ser signo no de agape, sino de orgullo”. Pág. 174
▪ “El verdadero amor siempre es creador y donador de libertad, mientas que el eros puede
privar de ella en más de un momento”. Pág. 174
▪ “La máxima expresión de Dios como solidaridad no es sólo el haber ‘venido’ a nosotros, el
haberse hecho ‘uno de nosotros’”. Pág. 174
▪ “La historia sólo es lugar teofánico privilegiado en cuanto se le concibe como historia de la
comunión humana universal en construcción, o al menos como vocación a eso”. Pág. 176
▪ “El acontecimiento de Jesús es revelador de esta ternura de Dios por el hecho de que, en Él,
Dios se nos dio a sí mismo, al comunicarnos lo que constituyen sus formas o modo de ser, y
que llamamos Palabra (o Hijo) y Espíritu, en el sentido a que aludimos en el apartado
anterior”. Pág. 177
▪ “Dios se posee plenamente a sí mismo, pero esa posesión no es egoísmo porque poseerse a
sí mismo, es poseer al Hijo en la calidad del Espíritu”. Pág. 178
▪ “Dios se ama infinitamente a sí mismo, pero ese amor no es narcisismo porque amarse a sí
mismo es amar al Hijo en la libertad del Espíritu”. Pág. 178
▪ “Dios es donación, pero esa donación no es abnegación de muerte pues darse a sí mismo es
engendrar al Hijo que es igual a Él en el Espíritu”. Pág. 178
▪ “La Iglesia se habría evitado muchos problemas innecesarios por invadir ilegítimamente el
campo de las ciencias”. Pág. 180
17
▪ “Habría sido más posible mantener una visión creyente y un lugar para la fe en el mundo, sin
necesidad de quitar espacio a otras visiones de las cosas, porque la visión creyente no pide
un lugar o un campo de objetos que otras visiones no consideren, sino que pide mirar con
otra mirada el mismo campo de objetos que otros saberes también miran”. Pág. 180
▪ “Esa nueva visión de las cosas, a la vez que respetaba, a las ciencias, habría permitido a la
iglesia mantener una resistencia frente a la presentación totalizadora, y luego totalitarismo,
de las ciencias, que sólo hoy tardíamente empiezan a denunciar las teorías críticas de nuestra
sociedad”. Pág. 180
▪ “En resumen, en el acontecimiento de Jesucristo, Dios actuó de tal manera que puso de
relieve su carácter entregado a la historia y al mundo, revelando la total autonomía de estos,
pero, a la vez, permitiéndonos reconocerlo por la fe en ese mundo autónomo”. Pág. 180
▪ “Actuó de una manera que supone para nosotros un marco último de esperanza en el que
situar esa autonomía del mundo y de la historia”. Pág. 180
▪ “Y actuó de tal manera que nos hizo posible la experiencia de un amor nuevo”. Pág. 180
▪ “Cuando la tradición resumía ‘teologal’ de la vida en esas tres ‘virtudes’: fe, esperanza y
amor, estaba diciendo una cosa enormemente profunda aunque luego nosotros la hayamos
abaratado reduciéndola a un esquema ascético”. Pág. 180
▪ “Hemos visto también que la condición de posibilidad de que Dios respete la historia, sin
interferir en ella sino sufriéndola, la condición de posibilidad de que Dios guíe la historia, en
el seno de ese respeto, y por así decir, desde dentro de ella misma, y la condición de
posibilidad de que el hombre ‘quepa’ en Dios, como posible destinatario de la absolutez
divina (meta de la historia), la condición de posibilidad de todo así se halla es el hecho de
que a Dios le confesamos como ‘Uno y Trino’”. Pág. 180
▪ “No es ninguna casualidad, sino una necesidad vital y justificadísima, el que cuando la
tradición comienza a reflexionar, tras la resurrección, en el Dios que se reveló en el
acontecimiento de Cristo, lo primero a que llega es a la confesión de Dios como: Padre, Hijo
y Espíritu, y esto ya en el Nuevo Testamento”. Pág. 181
▪ “La analogía entis, no es, desde luego, el punto de partida del conocimiento de Dios (aquí la
plena razón de Barth) pero, en mi opinión, pertenece intrínsecamente a este conocimiento
como su forma de articulación para que sea conocimiento humano, fundada si se quiere en la
analogía fidei (o en la analogía doloris que diría Kitamori)” Pág. 182
▪ “Pues el empeñarse en hablar de Dios sólo de una manera digna de él (aquí el grave error de
Barth) puede ser una nueva forma de orgullo humano (es decir, de integrismo) que no hace
más que divinizar el propio sistema frente a los otros”. Pág. 183
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▪ “También en la muerte de Jesús descubrimos una palabra sobre nuestro mundo y sobre
nuestra propia existencia humana: la culpa como ley de la historia y la fe como estructura de
la persona”. Pág. 184
▪ “En el lenguaje de Jesús en los evangelios se descubre una enorme dosis de experiencia
humana, a pesar de que quizás ni una sola de las palabras de Jesús será absolutamente
original, o única, y carente de paralelo”. Pág. 186
▪ “En Jesús aprendemos que el hombre es capaz de ser asumido por Dios como la palabra de
su propia y total autocomunicación, que el hombre es capaz de vivir la vida divina y que,
desde la resurrección de Jesús, se halla el hombre ‘situado’ in Christo: en un horizonte de
radicalidad utópico, pero a la vez propio suyo”. Pág. 191
▪ “El cristiano ha descubierto que ser hombre es existir de cara a la resurrección y, por eso, ser
cristiano debería ser existir anticipando la realidad utópica de la resurrección: existir en el
amor incorruptible”. Pág. 191
▪ “Ser hombre es saber esperar”. Pág. 197
▪ “La palabra fe no significaría prácticamente nada si de alguna manera no implicase amor”.
Pág. 200
▪ “El hombre es un ‘ser de necesidades’ y aquí se nos está describiendo como ser de la
gratuidad y de la misericordia, en el sentido más pleno del término”. Pág. 201
▪ “El amor humano como dijo Platón y recordamos ayer, es hijo de la indigencia y sólo puede
amar aquello que suponga para él riqueza”. Pág. 211
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ÍNDICE
Presentación 9
Capítulo I: ¿Qué ha cambiado en la cristología católica? 11
Capítulo II: “Ese hombre llamado Jesús” (Jn 9,11). ¿Qué 32
podemos saber sobre Jesús de Nazaret?
Capítulo III: “Aunque era el hijo aprendió en su propio 69
destino a obedecer” (Heb 5, 8). Nota sobre la disponibilidad
de Jesús
Capítulo IV: “Aquel a quien vosotros quitasteis de en 75
medio... de acuerdo con vuestra ley” (Hech 2, 23; Jn 19, 7)
Capítulo V: Jesús figura de hombre sufriente 95
Capítulo VI: “Dios le resucitó y nosotros somos testigos de 111
ello” (Hech 3, 15)
Capítulo VII: “Dios estaba en Jesús unificando al mundo 142
consigo” (2 Cor 5, 19): ¿Qué ocurre tras la resurrección de
Jesús?
Capítulo VIII: ¿Qué Dios se nos revela en Jesucristo? 158
Capítulo IX: ¿Qué imagen de hombre se nos revela en 184
Jesucristo?
Capítulo X: El acceso a Jesús. Los dos lenguajes de la fe 206