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Ensayo Desafíos Democráticos

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ELABORE UN ENSAYO SOBRE LOS DESAFÍOS ACTUALES DE LA DEMOCRACIA

Y LA CARTA DEMOCRÁTICA INTERAMERICANA (POBREZA Y


ANALFABETISMO, DISCRIMINACIÓN E INTEGRACIÓN) EN NUESTRO PAÍS.

Resulta evidente para la existencia de la democracia un cambio estructural económico y social, la


implementación de políticas sociales adecuadas. “La inestabilidad política de los últimos años está
asociada a brutales ajustes económicos estructurales, que se llevan a cabo en el país. Como podrá
apreciarse hay, no solo distintos ángulos desde los cuales se estudia el tema de la democracia, sino
diferentes valoraciones y enfoques. En eso, como es lógico, cada autor conserva su particular
punto de vista con la entera libertad que le corresponde.

No existe, por tanto, un marco ideológico previamente convenido, ni un bloque de conceptos


comunes preestablecidos, aunque cabe señalar la realidad de una gran coincidencia, sobre el valor
de la democracia en sus términos clásicos del pluralismo, respeto y promoción de los derechos
fundamentales, y Estado de Derecho. Igualmente, existe una gran coincidencia en la necesidad de
una auténtica Democracia Participativa que garantice la presencia de la comunidad en el gran
debate de las políticas públicas, el combate a la pobreza, y el reconocimiento de los grandes temas
contemporáneos, género, medio ambiente, comunidades étnicas, entre otros, y de los nuevos
sujetos como las organizaciones de la sociedad civil, la ciudadanía participativa y la presencia en
el escenario nacional de los movimientos sociales en sus diferentes expresiones.

En este sentido, tanto en el plano de la reflexión política, como en el de la organización de nuevas


formas participativas ha habido en el Perú un movimiento de pensamiento y acción el que aunque
no ha llegado a transformar las formas tradicionales de hacer política en el país, ha ido poco a
poco ganando terreno tanto en el campo de los conceptos y de la terminología como en el de la
presencia de la participación ciudadana.

En este sentido puede afirmarse, sin lugar a dudas, que hay un pensamiento y una acción, el que
aún no conformado plenamente, ha venido ganando terreno progresivamente. Esta acción, en
buena parte recoge esa experiencia patente o latente en el ámbito teórico y práctico de la sociedad.
Este esfuerzo no parte de la nada ni del vacío, sino que de alguna manera continua esa corriente
que trata de abrir un camino más a la de los dogmas ideológicos y las verdaderas políticas
preestablecidas.

Pensamos que esta acción, con las limitaciones que sin duda tiene puede contribuir a fortalecer ese
debate abierto, libre y democrático. Del intercambio de las ideas irá surgiendo una realidad
esclarecida por el debate y se irán fortaleciendo y completando las propuestas de una nueva
sociedad, del Contrato Social y del Proyecto de Estado Nación que debería ser el centro del debate
político Contemporáneo en el Perú.

Esperamos que el libro abra paso a un proceso de discusión mediante la realización de Seminarios
y Foros en todo el país con el ánimo, no de presentar verdades prefabricadas, sino de ofrecer
diferentes puntos de vista que contribuyan al examen de los temas tratados y a dar continuidad y
amplitud a ese proceso de reflexión y participación que en alguna forma se ha venido realizando
en el Perú.
La sociedad nicaragüense ha experimentado profundos cambios en los últimos años. Se produjo
un brusco descenso en la calidad de vida de las clases medias vinculadas al empleo público y
privado; procesos de movilidad ascendentes en algunos sectores de los pequeños y medianos
comerciantes; disminución de los trabajadores asalariados con la consiguiente pérdida de
influencia de los sindicatos en el escenario de la política nacional; surgimiento de un nuevo tipo de
funcionario con altos niveles de ingresos pero con una formación profesional media; élites
empresariales que tratan de adaptarse con variado éxito a las nuevas reglas de la política
económica delineadas por el FMI y el BM; difusión masiva de valores vinculados al consumo y
acceso muy diferenciado a ellos.

La política neoliberal ha consolidado un marcado proceso de diferenciación social. Mientras un


grupo social minoritario ha conseguido cierto éxito en sus actividades económicas, otros tratan
con suerte diversa de alcanzar el mínimo para la sobrevivencia de su grupo familiar, la gran
mayoría de ellos son empujado a la marginación. En el campo y en las ciudades se incrementan las
extensas zonas de pobreza extrema y pobreza. La pobreza prevalece más en el área rural, ya que
nueve de cada diez habitantes es pobre.

Las políticas gubernamentales tanto fiscales como económicas que se están siguiendo hoy en Perú
incrementan las desigualdades sociales acentuando todavía más la mortalidad diferencial por clase
social. Existe suficiente evidencia acumulada, en los últimos años, para poder decir que el
aumento de las desigualdades sociales en la década noventa ha incrementado las diferencias
existentes entre las tasas de mortalidad de las distintas clases sociales. Por ejemplo, un estudio de
UNICEF indica que entre 1993 y 1998 la muerte materna “El optimismo gubernamental vs. la
incierta situación económica”, en el Perú ha aumentado en un 59% y que el 60% de las muertes
ocurren fuera de los servicios hospitalarios. Esto refleja que son los sectores humildes, que no
tienen acceso a los servicios de salud, los que tienen un mayor porcentaje de muertes.

Otra medida preocupante es la política de privatización en la financiación de los servicios de salud


que se ha introducido en el Ministerio de Salud. La implementación de los servicios de pago y
copago incrementarán, también, las diferencias existentes entre las tasas de mortalidad de las
distintas clases sociales.

Al mismo tiempo, se revertirá, de forma definitiva, el proceso de utilización generalizada de los


servicios de salud que ayudaba a reducir las desigualdades sociales. De ahí que se puede predecir
que la privatización de los servicios de salud aumentará, en el corto plazo, las desigualdades
sociales existentes.

Los desafíos de la democracia imponen a ésta sacrificios y riesgos. En efecto, la democracia


exige firmeza y flexibilidad, rigor y tolerancia, legalidad y legitimidad. Es el ejercicio del derecho
de las mayorías, esto es lo fundamental, pero al mismo tiempo impone como correlato ineludible
el respeto a las minorías. Si no fuese así, la soberanía de las mayorías y de la voluntad popular, se
transformaría en la dictadura de los más sobre los menos.

La mayoría serviría no para legitimar la voluntad general, sino para encubrir el autoritarismo,
amparado en una consideración cuantitativa que destruiría su esencia cualitativa que consiste en el
respeto y protección legal de las minorías, en el reconocimiento y tutela jurídica de las diferencias.
El Estado de Derecho es a la vez causa y efecto, condición y consecuencia de la democracia. Por
ello, sin Estado de Derecho no hay democracia, pues la subordinación del poder a la ley, que es la
garantía de todos, desaparecería, y con ella, desaparecerían también el principio de legalidad y la
regulación Institucional, que origina y define el poder, que determina su intención y dirección,
para dejarlo en manos de la fuerza, la ambición y el juego de los intereses personales o de grupo.

La democracia, además de un ejercicio legal e institucional, es también iniciativa de la ciudadanía.


La participación ciudadana es la democracia puesta en práctica, la concreción de sus principios,
objetivos y metas. Sin una ciudadanía activa, organizada y participativa, es muy difícil que la
democracia exista en términos reales.

El Estado tendría para sí el espacio total que resulta de la ausencia de la ciudadanía, e


intrínsecamente esto impediría un auténtico ejercicio democrático que no es prerrogativa exclusiva
del Estado y las instituciones del sector público.

Sin excluir la tentación autoritaria que es implícita al poder y que se desarrolla cuando frente a
éste no existe una sociedad consciente y propositiva.
En cierto sentido la democracia es un arte: el arte de los equilibrios, y desde este punto de vista la
convergencia y balance entre la democracia representativa y la democracia participativa se vuelve
una necesidad. Un sistema político no puede ser exclusivamente hijo de la legalidad y de las
instituciones. La institucionalidad es necesaria pero no suficiente y podría ser contraproducente,
cuando el tejido Jurídico institucional es excesivo y asfixia la iniciativa y la libertad.

Es claro que el problema político en los países de América Latina no ha sido el exceso de
instituciones, sino su carencia y que es absolutamente necesario propiciar una cultura institucional.
La democracia requiere de un adecuado equilibrio entre las instituciones y las expresiones libres
de la sociedad, las que si bien en ningún momento deben violentar el marco de la ley, ésta, no
obstante, debe ser lo suficientemente amplia para dar cabida a las iniciativas de las personas y los
grupos, a la creatividad y a la participación. El balance entre las instituciones y lo que no lo es
constituye un componente imprescindible de la democracia. Este equilibrio no es estático sino
dinámico; no se trata de una radiografía fija del cuerpo social y menos de una sociedad
momificada, sino de una dialéctica en la que interactúan sabiamente la persona y el grupo, el
Estado y la sociedad, la ley y las costumbres, las instituciones y los espacios de libertad
espontánea y genuina en la que se expresan el individuo y el grupo.

La democracia es la conjunción armónica entre el Estado y la sociedad, y sobre todo entre el


individuo, el Estado y la sociedad. Esa coherencia y armonía deben basarse en el ethos, esto es, en
la conciencia, valores y anhelos del grupo social, en los rasgos comunes que provienen del pasado
y de la historia y,
Principalmente, en el proyecto de sociedad, de Estado y de nación que une por encima de las
diferencias. La democracia no es tanto una realidad consumada como un proyecto inacabado, una
búsqueda, una voluntad, una esperanza.

Para su construcción, que es constante, no bastan, como ya vimos, sólo las instituciones o la
voluntad social mayoritaria, sino que es necesario un referente ético y axiológico. Son los valores
comunitarios, y diríamos ahora planetarios, los que constituyen el fundamento último de la
democracia. La axiología es una condición imprescindible de su existencia y ejercicio. Lo
contrario sería dejar en manos de mayorías parlamentarias y de coyunturas políticas momentáneas,
que son las que hacen las leyes y crean las instituciones, la naturaleza misma de la democracia, y
esto es no sólo peligroso sino inaceptable.

La democracia es equilibrio, movimiento, rigor, tolerancia, reconocimiento del otro, respeto de las
minorías, derecho a la diferencia, y, sobre todo libertad en todas sus expresiones. Libertad de la
persona, del ser humano de carne y hueso, verdadero destinatario de la política. Libertad que es
garantía de su dignidad e integridad la que no debe jamás sacrificarse a las grandes abstracciones
del Siglo XX: el Estado, el partido, el mercado, la historia, la ideología. "La democracia -dice
Víctor Massuh- ha demostrado ser un valor universal"... "la democracia se convirtió en el ideal del
hombre común, en la expresión de aquello que identifica al ser humano genérico, es decir, al
habitante de cualquier lugar de la Tierra: la libertad". "La libertad es la experiencia constitutiva de
lo humano genérico, es el primer acto de lo universal válido para cualquier espacio y tiempo"...
"Es certera la sabiduría bíblica cuando señala que se puso en manos de la criatura el arbitrio de
elegir la salvación o la condenación y que aun contra ese arbitrio nada puede la voluntad del
Creador. La libertad es el espacio ante el cual Dios se detiene porque es allí donde el ser humano
se crea a sí mismo. Es el acto fundante por excelencia y en la democracia halla una expresión
suprema".

La educación como eje transversal que atraviesa todos los aspectos de la democracia, entendida
como el proceso mediante el cual se va construyendo al ser humano cuando este es “una mera
posibilidad”. El énfasis en la persona como constructora de la comunidad, la experiencia de la
Cruzada Nacional de Alfabetización, en el trabajo “La experiencia del Perú en la construcción
democrática de la educación”, son temas constitutivos de una verdadera democracia participativa.
Igualmente, cabe destacar el papel de los “Partidos Políticos y los Movimientos Sociales en el
Perú de hoy” y la incidencia de ambos en la confirmación, o negación, según el caso, de una
verdadera democracia. Asimismo se hace ver lo que a juicio de los autores es la mutilación a la
democracia por la supresión de la Suscripción Popular.

Frente a ese fenómeno, se resalta la importancia de los Movimientos Sociales, principalmente, en


lo que concierne a género, medio ambiente y comunidades étnicas. En materia de “Democracia y
Género”, hace ver la necesaria relación complementaria de ambas, al extremo de que la
democracia no es posible sin una auténtica equidad de género. “Dos preocupaciones reales de
fines de siglo y de milenio, que enlazadas e interdependientes, son de carácter universal”. Sin esta
vinculación “la democracia en el Perú seguirá adoleciendo de falta de equidad continuará
conceptuándose a través de procesos formales impuestos desde el exterior y a partir de prejuicios
culturales cuya imposición tradicional limita el real ejercicio democrático”. En materia económica
y social, la incertidumbre y el futuro”, se señala la grieta que se ha abierto en los sectores
populares. En efecto se dice que: “quienes tienen trabajo, intentan por todos los medios
conservarlo y combaten contra los que no lo tienen y, probablemente, nunca lo tendrán ya. La
solidaridad en ese campo se quebró ya”. Asimismo se señalan problemas fundamentales como el
desempleo, la pobreza y la pobreza crítica, particularmente, en las zonas rurales. Las
desigualdades sociales se han incrementado a consecuencia de las políticas gubernamentales tanto
fiscales como económicas “acentuando todavía más la mortalidad diferencial por clase social”.

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