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La Particula de Dios

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La particula de Dios

A una partícula fundamental, el bosón de Higgs, se le ha llamado la partícula


de Dios a menudo. A los físicos no nos gusta ese nombre. Nunca oirás a un
físico o una física que lo use. Pero en 1993 el premio Nobel de Física Leon
Lederman escribió un libro de divulgación sobre las partículas elementales
que se llamó así: “La partícula de Dios: si el universo es la respuesta, ¿cuál
es la pregunta?”. Y en él, Lederman cuenta el origen de ese apodo para el
bosón de Higgs. El autor quería llamar a su libro La maldita partícula (The
Goddamn Particle) porque su detección se resistía con tozudez, pero los
editores pensaron que podía resultar ofensivo y se inclinaron por “La
partícula de Dios” (the god particle) que les pareció mucho más comercial. El
libro fue un éxito y popularizó esa fórmula para referirse a un bosón, el
Higgs, tan esquivo para la ciencia y del que se esperaba que resolviera una
buena parte de lo que se desconocía sobre los primeros instantes del
universo. Se llame como se llame al bosón de Higgs lo que es innegable es
que tiene una gran historia detrás.

El Higgs es una de las partículas elementales que predice el modelo


estándar. Vayamos por partes. El modelo estándar es para la física como la
tabla periódica de los elementos para la química. En él están todas las
partículas básicas de las que está formada la materia. Es decir, los
componentes más pequeños de todo lo que existe en el universo, aquellos
que, según suponemos, no pueden dividirse más. A esos componentes
básicos los llamamos partículas elementales o fundamentales.

.
Las partículas fundamentales pueden ser de dos tipos: fermiones y bosones.
Los fermiones son los que constituyen la materia, es decir, los electrones y
sus primos pesados, muones y taus, y los quarks. Eso quiere decir que los
fermiones son los constituyentes básicos de, por ejemplo, tú que estás
leyendo esto, las estrellas, la silla en la que te sientas, este periódico, las
nubes, la cerveza o esta mosca tan pesada.

Los bosones no son constituyentes de nada pero son los que hacen que el
resto de las partículas interaccionen, son los que hacen que pasen cosas.
Por ejemplo, para que existan interacciones electromagnéticas, como los
fenómenos eléctricos, se necesita una de estas partículas, el fotón.

El bosón de Higgs es tan importante dentro del modelo estándar porque él


es el que ayuda a que todas las partículas tengan masa. La masa es aquella
característica de la materia que medimos con los kilos. Aunque las
partículas elementales son tan diminutas que su masa es muy cercana a
cero, pero no es cero. Sin el Higgs la teoría no funcionaba. En el modelo
estándar se había predicho, y uno de los que hizo fue un físico llamado Peter
Higgs en 1964, un mecanismo mediante el que las partículas elementales
habrían obtenido su masa. A eso se le llamó “mecanismo de Higgs” y a la
partícula que lo provocaría, bosón de Higgs. La explicación era muy elegante
pero con el paso de los años apareció un problema. El bosón de Higgs no
aparecía. Se realizaban experimentos para buscarlo pero la maldita partícula
seguía sin detectarse. El desánimo había empezado a cundir cuando ocurrió:
el 4 de julio de 2012, una institución europea que investiga la física de
partículas, el CERN, anunciaba, por fin, que lo había conseguido. En sus
instalaciones del LHC (Gran Colisionador de Hadrones por sus siglas en
inglés) se había observado una nueva partícula fundamental: el bosón de
Higgs. Así que, por el momento, el modelo encaja

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